“Es importante que los padres cultiven prácticas comunes de fe en la familia, que acompañen el crecimiento en la fe de los hijos” Santo Padre Francisco EL TERCER MANDAMIENTO "Recuerda el día del sábado para santificarlo. Seis días trabajarás y harás todos tus trabajos, pero el día séptimo es día de descanso para el Señor, tu Dios. No harás ningún trabajo" (Ex 20,8-10; cf. Dt 5,12-15). "El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado. De suerte que el Hijo del hombre también es señor del sábado" (Mc 2,27-28). EL DÍA DEL SÁBADO 2168 El tercer mandamiento del Decálogo proclama la santidad del sábado: "El día séptimo será día de descanso completo, consagrado al Señor" (Ex 31,15). EL DÍA DEL SEÑOR ¡Este es el día que ha hecho el Señor, exultemos y gocémonos en él! (Sal 118,24). El día de la Resurrección: la nueva creación 2184 Así como Dios "cesó el día séptimo de toda la tarea que había hecho" (Gn 2,2), la vida humana sigue un ritmo de trabajo y descanso. La institución del Día del Señor contribuye a que todos disfruten del tiempo de descanso y de solaz suficiente que les permita cultivar su vida familiar, cultural, social y religiosa (cf GS 67,3). 2185 Durante el domingo y las otras fiestas de precepto, los fieles se abstendrán de entregarse a trabajos o actividades que impidan el culto debido a Dios, la alegría propia el día del Señor, la práctica de las obras de misericordia, la distensión necesaria del espíritu y del cuerpo (cf CIC, can. 1247). Las necesidades familiares o una gran utilidad social constituyen excusas legítimas respecto al precepto del descanso dominical. Los fieles deben cuidar que legítimas excusas no introduzcan hábitos perjudiciales a la religión, a la vida de familia y a la salud. El amor de la verdad busca el santo ocio, la necesidad del amor acoge el justo trabajo (S. Agustín, civ. 19,19). EL CUARTO MANDAMIENTO 2174 Jesús resucitó de entre los muertos "el primer día de la semana" (Mt 28,1; Mc 16,2; Lc 24,1; Jn 20,1). En cuanto "primer día", el día de la Resurrección de Cristo recuerda la primera creación. 2176 La celebración del domingo observa la prescripción moral, inscrita en el corazón del hombre, de " dar a Dios un culto exterior, visible, público y regular bajo el signo de su bondad universal hacia los hombres" (S. Tomás de Aquino, s. th. 2-2, 122,4). La eucaristía dominical 2177 La celebración dominical del Día y de la Eucaristía del Señor tiene un papel principalísimo en la vida de la Iglesia. "El domingo en el que se celebra el misterio pascual, por tradición apostólica, ha de observarse en toda la Iglesia como fiesta primordial de precepto" (CIC, can. 1246,1). "Igualmente deben observarse los días de Navidad, Epifanía, Ascensión, Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, Santa María Madre de Dios, Inmaculada Concepción y Asunción, San José, Santos Apóstoles Pedro y Pablo y, finalmente, todos los Santos" (CIC, can. 1246,1). 2179 "La parroquia es una determinada comunidad de fieles constituida de modo estable en la Iglesia particular, cuya cura pastoral, bajo la autoridad del Obispo diocesano, se encomienda a un párroco, como su pastor propio" (CIC, can. 515,1). Es el lugar donde todos los fieles pueden reunirse para la celebración dominical de la eucaristía. La obligación del Domingo 2180 El mandamiento de la Iglesia determina y precisa la ley del Señor: "El domingo y las demás fiestas de precepto los fieles tienen obligación de participar en la Misa" (CIC, can. 1247). "Cumple el precepto de participar en la Misa quien asiste a ella, dondequiera que se celebre en un rito católico, tanto el día de la fiesta como el día anterior por la tarde" (CIC, can. 1248,1) 2181 La eucaristía del Domingo fundamenta y ratifica toda la práctica cristiana. Por eso los fieles están obligados a participar en la eucaristía los días de precepto, a no ser que estén excusados por una razón seria (por ejemplo, enfermedad, el cuidado de niños pequeños) o dispensados por su pastor propio (cf CIC, can. 1245). Los que deliberadamente faltan a esta obligación cometen un pecado grave. Día de gracia y de descanso Honra a tu padre y a tu madre, para que se prolonguen tus días sobre la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar (Ex 20, 12). Vivía sujeto a ellos (Lc 2, 51). El Señor Jesús recordó también la fuerza de este “mandamiento de Dios” (Mc 7, 8 -13). El apóstol enseña: “Hijos, obedeced a vuestros padres en el Señor; porque esto es justo. “Honra a tu padre y a tu madre”, tal es el primer mandamiento que lleva consigo una promesa: “para que seas feliz y se prolongue tu vida sobre la tierra”“ (Ef 6, 1-3; Cf. Dt 5 16). 2197 El cuarto mandamiento encabeza la segunda tabla. Indica el orden de la caridad. Dios quiso que, después de Él, honrásemos a nuestros padres, a los que debemos la vida y que nos han transmitido el conocimiento de Dios. Estamos obligados a honrar y respetar a todos los que Dios, para nuestro bien, ha investido de su autoridad. 2198 Este precepto se expresa de forma positiva, indicando los deberes que se han de cumplir. Anuncia los mandamientos siguientes que contienen un respeto particular de la vida, del matrimonio, de los bienes terrenos, de la palabra. Constituye uno de los fundamentos de la doctrina social de la Iglesia. 2199 El cuarto mandamiento se dirige expresamente a los hijos en sus relaciones con sus padres, porque esta relación es la más universal. Se refiere también a las relaciones de parentesco con los miembros del grupo familiar. Exige que se dé honor, afecto y reconocimiento a los abuelos y antepasados. Finalmente se extiende a los deberes de los alumnos respecto a los maestros, de los empleados respecto a los patronos, de los subordinados respecto a sus jefes, de los ciudadanos respecto a su patria, a los que la administran o la gobiernan. Este mandamiento implica y sobrentiende los deberes de los padres, tutores, maestros, jefes, magistrados, gobernantes, de todos los que ejercen una autoridad sobre otros o sobre una comunidad de personas. 2200 El cumplimiento del cuarto mandamiento lleva consigo su recompensa: “Honra a tu padre y a tu madre, para que se prolonguen tus días sobre la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar” (Ex 20, 12; Dt 5, 16). La observancia de este mandamiento procura, con los frutos espirituales, frutos temporales de paz y de prosperidad. Y al contrario, la no observancia de este mandamiento entraña grandes daños para las comunidades y las personas humanas. CARTA ENCÍCLICA LUMEN FIDEI DEL SUMO PONTÍFICE FRANCISCO (52-53) Fe y familia En el camino de Abrahán hacia la ciudad futura, la Carta a los Hebreos se refiere a una bendición que se transmite de padres a hijos (cf. Hb 11,20-21). El primer ámbito que la fe ilumina en la ciudad de los hombres es la familia. Pienso sobre todo en el matrimonio, como unión estable de un hombre y una mujer: nace de su amor, signo y presencia del amor de Dios, del reconocimiento y la aceptación de la bondad de la diferenciación sexual, que permite a los cónyuges unirse en una sola carne (cf. Gn 2,24) y ser capaces de engendrar una vida nueva, manifestación de la bondad del Creador, de su sabiduría y de su designio de amor. Fundados en este amor, hombre y mujer pueden prometerse amor mutuo con un gesto que compromete toda la vida y que recuerda tantos rasgos de la fe. Prometer un amor para siempre es posible cuando se descubre un plan que sobrepasa los propios proyectos, que nos sostiene y nos permite entregar totalmente nuestro futuro a la persona amada. La fe, además, ayuda a captar en toda su profundidad y riqueza la generación de los hijos, porque hace reconocer en ella el amor creador que nos da y nos confía el misterio de una nueva persona. En este sentido, Sara llegó a ser madre por la fe, contando con la fidelidad de Dios a sus promesas (cf. Hb 11,11). los padres cultiven prácticas comunes de fe en la familia, que acompañen el crecimiento en la fe de los hijos. Sobre todo los jóvenes, que atraviesan una edad tan compleja, rica e importante para la fe, deben sentir la cercanía y la atención de la familia y de la comunidad eclesial en su camino de crecimiento en la fe. Todos hemos visto cómo, en las Jornadas Mundiales de la Juventud, los jóvenes manifiestan la alegría de la fe, el compromiso de vivir una fe cada vez más sólida y generosa. Los jóvenes aspiran a una vida grande. El encuentro con Cristo, el dejarse aferrar y guiar por su amor, amplía el horizonte de la existencia, le da una esperanza sólida que no defrauda. La fe no es un refugio para gente pusilánime, sino que ensancha la vida. Hace descubrir una gran llamada, la vocación al amor, y asegura que este amor es digno de fe, que vale la pena ponerse en sus manos, porque está fundado en la fidelidad de Dios, más fuerte que todas nuestras debilidades. En la familia, la fe está presente en todas las etapas de la vida, comenzando por la infancia: los niños aprenden a fiarse del amor de sus padres. Por eso, es importante que La familia en el plan de Dios 2201 La comunidad conyugal está establecida sobre el consentimiento de los esposos. El matrimonio y la familia están ordenados al bien de los esposos y a la procreación y educación de los hijos. El amor de los esposos y la generación de los hijos establecen entre los miembros de una familia relaciones personales y responsabilidades primordiales. 2202 Un hombre y una mujer unidos en matrimonio forman con sus hijos una familia. Esta disposición es anterior a todo reconocimiento por la autoridad pública; se impone a ella. Se la considerará como la referencia normal en función de la cual deben ser apreciadas las diversas formas de parentesco. 2203 Al crear al hombre y a la mujer, Dios instituyó la familia humana y la dotó de su constitución fundamental. Sus miembros son personas iguales en dignidad. Para el bien común de sus miembros y de la sociedad, la familia implica una diversidad de responsabilidades, de derechos y de deberes. La familia cristiana 2204. “La familia cristiana constituye una revelación y una actuación específicas de la comunión eclesial; por eso [...] puede y debe decirse Iglesia doméstica” (FC 21, cf LG 11). Es una comunidad de fe, esperanza y caridad, posee en la Iglesia una importancia singular como aparece en el Nuevo Testamento (cf Ef 5, 21-6, 4; Col 3, 18-21; 1 P 3, 1-7). 2205 La familia cristiana es una comunión de personas, reflejo e imagen de la comunión del Padre y del Hijo en el Espíritu Santo. Su actividad procreadora y educativa es reflejo de la obra creadora de Dios. Es llamada a participar en la oración y el sacrificio de Cristo. La oración cotidiana y la lectura de la Palabra de Dios fortalecen en ella la caridad. La familia cristiana es evangelizadora y misionera. 2206 Las relaciones en el seno de la familia entrañan una afinidad de sentimientos, afectos e intereses que provienen sobre todo del mutuo respeto de las personas. La familia es unacomunidad privilegiada llamada a realizar un propósito común de los esposos y una cooperación diligente de los padres en la educación de los hijos (cf. GS 52). VOCABULARIO MANTO manto es prenda de vestir amplia y sin mangas que se pone encima de los demás vestidos. Durante mucho tiempo fue uno de los primeros atributos de la soberanía y que, como tal, fue llevado por los dioses y los reyes. Aparece en la Biblia relacionado igualmente con todos los representantes de la autoridad, siendo signo de la función que éstos realizan. El manto más célebre, sin duda, fue el del profeta Elías, que lo transmite a su discípulo Eliseo, escogido para sucederle (1Re 19, 19) y que participa del poder de su predecesor. También es símbolo de protección y, como tal, llevado por diferentes santos y por la santísima Virgen. Finalmente, con frecuencia, es el soporte de signos emblemáticos, que señalan la pertenencia a una orden monástica o religiosa, a una cofradía o a un cuerpo constituido. MATRIMONIO Unión de hombre y mujer para la constitución de una nueva familia. Su institución proviene de Dios, pues de Él viene el amor que hace que una pareja abandone cada cual su casa e inicien una aventura común. Figuradamente, Israel, por la fe, se unió en matrimonio con Dios. Asimismo, la Iglesia es la esposa de Cristo. MISERICORDIAS En las sillerías de coro reciben este nombre las piezas de madera añadidas debajo de cada asiento, con el fin de que durante los largos oficios religiosos, cuando los clérigos o monjes debían permanecer en pie, aliviasen la fatiga y cansancio apoyándose sobre ellas, es decir, semisentándose sin perder la posición erecta. Debido a su colocación habitualmente oculta mientras el asiento permanecía horizontalmente disponible como tal, fue común decorar dichas misericordias con las tallas más atrevidas: muchas veces obscenas y otras simplemente burlescas. MITRA La mitra es un sombrero litúrgico usado por papas, cardenales, obispos, abades mitrados (y algunos canónigos por especial 189 privilegio) que simboliza la autoridad; y las dos cintas que cuelgan de la parte posterior de la mitra (“ínfulas”) se interpretan como el espíritu y la letra de los dos Testamentos de la Sagrada Escritura. El llevar la mitra sobre la cabeza significa que el obispo ha de poseer el mensaje bíblico y que deberá de comunicarlo a los creyentes. La mitra que el obispo lleva sobre la cabeza se ve, algunas veces, tirada a los pies de un santo. Quiere decir que éste ha rehusado aceptar la dignidad episcopal tantas veces como mitras haya en el suelo. Además de la mitra episcopal, a los sacerdotes del Antiguo Testamento se les suele representar con una mitra abombada, alta y muy puntiaguda. Próximos Beatos +Claudio José (Manuel Mateo Calvo), +Jenaro (Mariano Navarro Blasco), Hermano de La Salle, Nació en Aliaga en 1902, martirizado el 1 de septiembre de 1936 en Tortosa con el hermano Ángel Amado. Hermano de La Salle nacido en Tortajada (1903), martirizado en Torredembarra (Tarragona) el 11 de noviembre de 1936. +Marciano Pascual (Pascual Escuín Ferrer) +Arístides Marcos (Pedro Jose Cano Cebrián), Nacido en la Hoz de la Vieja (1907), Hermano de La Salle, martirizados el 13 de agosto de 1936 en Tortosa. Hermano de La Salle natural de Villalba de los Morales (1906), martirizado en Benicarló (Castellón) el 12 de agosto de 1936. +Andrés Lahoz), + Serapio Sanz Iranzo, Sergio (Andrés Pradas Natural de la Hoz de la Vieja (1908), Hermano de La Salle, martirizado el 13 de agosto de 1936 en Tortosa. Mercedario de Muniesa (1879), martirizado en Lérida el 20 de agosto de 1936