Briz, Antonio (2010): "El registro como centro de la variedad

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Briz, Antonio (2010): “El registro como centro de la variedad situacional. Esbozo de la
propuesta del grupo Val.Es.Co. sobre las variedades diafásicas”, en Fonte, I.; Rodríguez
Alfano, L. (compiladoras): Perspectivas dialógicas en estudios del lenguaje, Universidad
Autónoma de Nuevo León, México, pp.21-56.
El registro como centro de la variedad situacional. Esbozo de la propuesta del
grupo Val.Es.Co. sobre las variedades diafásicas
0. Introducción
La investigación del grupo Val.Es.Co. se ha centrado en la variedad coloquial y en su
manifestación discursiva más auténtica, la conversación cotidiana, soportada en una
propuesta de definición del registro coloquial dentro del conjunto de la variedad
lingüística. Es cierto que este ha sido el centro de interés, frente a otras propuestas de
caracterización de las variedades diafásicas en su conjunto, como las de Gregory y
Carroll (1978) o Koch y Oesterreicher (1990). Esta exclusividad del objeto de
investigación y, por tanto, de la propuesta concreta sobre variación de Val.Es.Co., el
estudio del registro coloquial, a la que aluden con acierto algunos autores (López
Serena, 2007, pág. 184), no limita, en nuestra modesta opinión, el potencial de la misma
para poder explicar el resto de variedades contextuales o situacionales.
Nuestra intención en este trabajo es explicar con algo más de detalle dicha teoría, así
como el potencial de la misma, de otro modo, extender la propuesta al conjunto de la
variación lingüística y discursiva. Quizá, llega un poco tarde, y ello gracias a los
comentarios de algunos colegas que nos han hecho ver que lo que estaba presente en
nuestra concepción y que dábamos por supuesto, faltaba hacerlo más explícito y llevarlo
al papel.
2
1. Un apunte básico sobre las variedades lingüísticas
Registros, dialectos, sociolectos y géneros discursivos son las modalidades
lingüísticas que resultan, respectivamente, de la variación diafásica, diatópica,
diastrática y tipológica del habla, las cuales, además, vienen marcadas por los canales
de transmisión, es decir, los medios a través de los cuales dicha variedad se realiza, el
canal fónico y el canal gráfico.
Más concretamente, los diferentes registros están determinados por la situación de
comunicación: se habla de registros más o menos coloquiales (o informales) y de
registros más o menos formales. Los dialectos y sociolectos derivan de los rasgos del
usuario (sea por su origen y procedencia o por sus características sociolculturales, edad,
sexo y nivel cultural). Y los géneros se distinguen según las características propias del
discurso.
MODALIDADES LINGÜÍSTICAS
SITUACIÓN
Variedad diafásica
USUARIO
Variedad diatópica y diastrática
Rasgos de edad, de
sexo y de nivel
sociocultural
Rasgos de origen
DISCURSO
Variedad textual
CANAL
Variedad medial
> registros
registro coloquial, registro formal…
> sociolectos
joven, nivel medio, mujer…
> dialectos
andaluz, aragonés…
> géneros
conversación, conferencia, carta…
>modos de realización
oral, escrito…
Cuadro 1. Las modalidades lingüísticas
La conversación es un género discursivo oral (“¿quieres que conversemos?”). Lo
coloquial es un modo de realización lingüística (“¿quieres que lo hagamos
3
coloquialmente?”). En esta última pregunta anterior coloquialmente queda fuera del
ámbito de la conmutación de la proforma hacer, luego, gramaticalmente se diría que es
un constituyente funcional autónomo; sírvanos esta reflexión metagramatical y poco
pragmática para decir que coloquial y conversacional son apellidos de nombres
diferentes, respectivamente, de registro (registro coloquial) y de género de discurso
(género conversacional).
Lo anterior debería habérselo ahorrado al lector, por repetido y porque se supone
consabido1. Claro que solo es una suposición; hay quien sigue confundiendo una cosa
con la otra. No se entiende que, aunque la conversación sea el género en que más
propotípicamente se manifiesta lo coloquial, no le es exclusivo. Hay conversaciones
formales. Y las hay que pueden combinar o alternar ambos registros.
Es loable el intento reciente de Araceli López Serena (2007: 171-177) para “evitar la
confusión conceptual que conlleva la confusión terminológica” al proponer “reservar
informal´ para referirse al registro, ´conversacional‟ para el tipo de discurso, ´hablado´
para el canal (…) y „coloquial‟ (…) para la zona de intersección entre la conversación y
el registro informal…” (pág. 176). Ello significaría renunciar a los límites establecidos
en nuestra investigaciones de lo coloquial, así como seguir favoreciendo la confusión de
estos dos hechos de discurso y dos objetivos teóricamente distintos, el de los géneros
discursivos y el de los registros: la alternancia de turno, la toma y el robo de éste, el
habla simultánea, el tipo de intervenciones preocupan a los analistas de la conversación,
¿interesarán estos objetivos concretos a los investigadores del estudio del léxico
coloquial, del argot, de los enunciados truncados, de los anacolutos, etc.? Seguramente,
no. Es cierto, no obstante, que la investigación del grupo Val.Es.Co., como la de otros
1
Ya señalábamos en Briz (1998: 36 y ss) que la confusión entre coloquial y conversación aparecía en las
primeras descripciones de Criado de Val (1980: 217) y de E. Lorenzo (1977: 172 y ss) y en otras más
modernas (Vigara, 1992: 35 y 38). Y hay voces que, como la nuestra, se siguen levantando contra la
citada confusión (A. López Sereno, 2007: 171 y ss).
4
investigadores, ha unido ambos objetivos: “el español coloquial en la conversación” o
“la conversación coloquial”: juntos, pero no revueltos. Y es cierto también que, como
notaremos más adelante, lo coloquial, lo conversacional y lo oral constituyen escalas
interrelacionadas y, a menudo, en correlación, dentro de la variación en la lengua. Pero
estrechamente relacionadas no quiere decir confundidas.
Ya los diccionarios comienzan a usar dichas marcas, la conversacional y la coloquial,
de modo diferenciado. Todo un logro.
2. La variedad diafásica: coloquial vs formal. La propuesta Val.Es.Co.
Ha llovido bastante desde que Val.Es.Co. publicara en 1995 el corpus de
conversaciones coloquiales (Briz, coord. 1995), un corpus que representaba un novedad
en el mundo hispánico no solo por la técnica de recogida de datos y el material obtenido
–se trataba de conversaciones auténticas obtenidas muchas de ellas mediante grabación
secreta, lo que aseguraba un máximo grado de espontaneidad-, sino porque estaba
soportado por una propuesta teórica, según se ha señalado, para el reconocimiento
exacto del objeto de estudio: el español coloquial. Dicha propuesta era realmente
oportuna y necesaria, más aún en unos momentos en que la confusión terminológica
sobre lo coloquial escondía, como decíamos, una gran maraña conceptual. Así pues, en
la introducción a dichos materiales (págs. 23-36), así como en trabajos posteriores,
especialmente Briz (1998), Briz y grupo Val.Es.Co. (2000) y Briz y grupo Val.es.Co.
(2002: 17-19 y 25-27), quedaba delimitado el llamado registro coloquial en el conjunto
de la variedad situacional y definida la que llamábamos conversación coloquial.
5
2.1. La conversación como género discursivo. Los „rasgos primarios‟ o de género
La conversación cara a cara, género de discurso con el que se asocia habitualmente el
registro informal –informal es término sinónimo de coloquial- , era precisamente eso, el
género en el que más auténticamente podía llegar a manifestarse lo coloquial. Y oral,
inmediato, dialogal, retroalimentado, cooperativo, dinámico eran los rasgos definidores
de dicho discurso, rasgos primarios como allí les denominábamos (Briz, coord. 1995:
27-30).
En efecto, la conversación es un discurso oral, en tanto se produce a través de un
canal fónico. Es inmediato en cuanto a su ejecución en una coordenada espaciotemporal aquí, ahora y ante ti. Su dinamismo viene dado por la sucesión de
intercambios2; así pues, se obra conjuntamente con otro(s), gracias a lo cual se
(retro)alimenta y progresa, es decir, existe alternancia de turnos. Ahora bien, tales
rasgos no son exclusivos del género conversacional, puesto que también son discursos
orales, dialogales, retroalimentados, cooperativos y dinámicos otros géneros como el
debate, la entrevista, la tertulia, etc. Lo verdaderamente definidor del género
conversacional, frente a éstos otros, es que la alternancia de turno no está
predeterminada y es libre, por tanto, en cuanto a la progresión textual; frente a la
entrevista, por ejemplo, cuya alternancia de turno está predeterminada gracias a la
presencia de un entrevistador y la progresión responde al esquema general de preguntarespuesta, o frente al debate en el que es un moderador el que reparte la vez entre los
2
En Briz (2007: 18) se explica que la mayor presencia de intervenciones reactivo-iniciativas en un
discurso está en relación directa con el grado de dinamismo en éste. Se indica, además, que esta presencia
frecuente de este tipo de intervenciones es una característica distintiva, por ejemplo, de la conversación
frente a otros géneros discursivos dialogales como puede ser la entrevista, en el cual predominan las
intervenciones iniciativas y reactivas.
6
varios asistentes, al menos dos, y presenta un carácter argumentativo y, a menudo,
polémico.
Ciertamente, los rasgos anteriores no son suficientes para explicar la variación de
géneros, pero, como señalábamos en la propuesta de entonces, sí apuntan a ésta (ver
especialmente, págs. 27-30).
2.2. El registro coloquial. Los rasgos de lo coloquial
Del mismo modo, en la propuesta Val.Es.Co. se describía la situación comunicativa
que favorecía el empleo de un registro coloquial a partir de una serie de rasgos, tales
como
* la relación de igualdad social o funcional entre los interlocutores: acercamiento
social o de los papeles comunicativos en un momento dado;
* la relación vivencial de proximidad entre éstos: saberes, experiencias y contextos
compartidos;
* el marco interaccional familiar: relación de cotidianidad de los participantes con el
marco espacial en el que se sitúa la interacción
* la cotidianidad temática de la interacción: temas de la vida cotidiana, no
especializados.
Y, asimismo, se establecían como rasgos propios de este registro coloquial su menor
grado de planificación (o mayor planificación sobre la marcha), su mayor fin
interpersonal y su mayor tono informal.3
3
El rasgo informal se obtiene como resultado de los anteriores. Puede entenderse, por tanto, como un
rasgo gestáltico de tipo perceptivo que, en definitiva, hace referencia al registro de uso.
7
Convencionalmente hablábamos de dos registros, el coloquial y el formal, entendidos
de manera gradual según la mayor o menor presencia de rasgos de coloquialidad, ya
sean los propios de la situación que favorece el uso de uno u otro registro, ya sean los de
resultas de éstos, a saber: una mayor o menor planificación sobre la marcha, un fin de la
comunicación más o menos interpersonal y un tono de mayor o menor informalidad
informal4.
Ciertamente, la propuesta Val.Es.Co. se ha centrado en la delimitación del registro
coloquial frente a otras propuestas como la de Koch y Oesterreicher (1990), referidas
como se señalaba en la nota 4, al conjunto de variedades situacionales. No obstante,
intentaremos mostrar a continuación la aplicación de aquélla en relación al conjunto de
las citadas variedades. De hecho, solo por contraposición de los rasgos mencionados y,
teniendo en cuenta el carácter gradual de éstos y, así pues, lo prototípico o el carácter
periférico dentro de la escala de lo coloquial no era difícil extender los resultados
4
Los antecedentes de la propuesta Val.Es.Co. se encuentran en los criterios para definir los registros de
Halliday, McIntosh y Strevens (1964), Halliday (1974), Gregory Carroll (1978), Ochs (1979) y Biber
(1988), entre otros. Especialmente, nuestra propuesta coincide en buena medida con la de Koch y
Oesterreicher (1990: 8-10). Estos autores proponen el estudio de lo oral y de lo escrito a partir de una
distinción entre el medio o canal de realización, fónico o gráfico, y la concepción hablada o escrita
vinculada al menor o mayor grado de formalidad o de elaboración, entendida, así pues, como escala
gradual entre la inmediatez y la distancia comunicativa (Ver también Oesterreicher, 1994: 155-6 y 1996:
318). Dicho carácter gradual de los modos o realizaciones de lo oral y de lo escrito se mantiene también
en Briz (1998: 19-20 , 22-24, 30-32), Bustos, (1995: 14 y 18) y (1996: 37-40), Narbona (1996: 159 y ss),
etc. y, como se señalaba ya en Briz (1998: 25-33 y nota 9), la inmediatez se correspondería con lo que
Val.Es.Co ha denominado realización coloquial.
Un estudio detallado de lo común y diferente entre ambas propuestas, puede leerse en López Serena
(2007: 179 y ss), aunque lo diferencial está, sobre todo, en el objeto de estudio más concreto en el caso
del grupo Val.Es.Co., ya que su intención primera era el reconocimiento y posterior análisis de lo
coloquial, mientras el de los autores alemanes era la variación (diafásica) en general. Concretamente, en
relación con los rasgos que favorecen el uso del registro coloquial, la diferencia consiste básicamente en
que la propuesta de éstos recoge dos rasgos ausentes en la de Val.Es.Co.: la mayor o menor “implicación
emocional” de los interlocutores y el mayor o menor “carácter privado” de la comunicación (que es
mayor en el caso de la variedad marcada por la inmediatez o, como la denominamos nosotros, coloquial).
La otra diferencia que el lector puede notar se refiere al modo de entender y de ubicar algunos de los
rasgos manejados, más exactamente, Val. Es.Co distingue teórica y metodológicamente entre rasgos
vinculados a los géneros discursivos (por ejemplo, dialogal/monologal; proximidad física, grado de
cooperación, etc.), a los que llamamos primarios, los rasgos situacionales (propios de la situación que
favorece el empleo de una determinada modalidad o registro) y los rasgos propios de dicha modalidad, a
pesar de reconocer la relación escalar gradual y la imbricación entre todos estos y, así pues, entre el
registro, el género, la realización oral o escrito y los rasgos de usuario, según mostraremos a lo largo de
este estudio.
8
obtenidos en la delimitación de la coloquialidad a la escala de lo formal o de la
formalidad.
3. Escalas de coloquialidad y de formalidad. Prototipo y periferia
Coloquial y formal son grados dentro de una misma escala de la variación
situacional5.
¿Qué significa +/- coloquialidad o +/- formalidad, o, de otro modo, la presencia
mayor o menor de estos rasgos coloquiales o formales en la propuesta Val.Es.Co.?
La mayor o menor presencia de estos rasgos denominados situacionales determina
grados de coloquialidad o de formalidad. La relación es, así pues, proporcional: a mayor
presencia de estos rasgos, mayor grado de coloquialidad o de formalidad, el prototipo de
lo coloquial y de lo formal; a menor presencia, menor coloquialidad (Briz, coord., 1995,
págs. 30-35) o formalidad, la periferia de lo coloquial y la de lo formal.
En todas las variedades de especies, incluidas las discursivas, existen ejemplos más
representativos que otros, lo que no significa que los menos representativos de esas
especies no formen parte de las mismas. El prototipo de la especie de la aves es el
pájaro, por ser la más común, la más próxima, la más conocida, la más cotidiana… Un
avestruz, por ejemplo, dentro de la especie o variedad de aves, no deja de ser ave por no
ser el ejemplo más representativo; carecer de algunos de los rasgos de esta especie (“no
5
La representación de estos grados puede resolverse, como en el caso de la propuesta de Val.Es.Co.,
distinguiendo categorías diferentes para esa gradación o continuum escalar:
+ _______coloquial_______-__/__-_______formal_______+
Aunque, como se trata de una escala única, podría manejarse solo una categoría, por ejemplo, +/- formal
y marcar numéricamente la gradación:
-_________ formal______/_______ formal________+
-5
-4
-3
-2 -1 / +1 +2 +3 +4 +5
No obstante, por su mayor sencillez, preferimos la primera.
9
vuela”) lo alejan del prototipo, pero no lo excluyen de la especie. Pues esto mismo
puede aplicarse a las variedades lingüísticas y, en concreto, a las diafásicas.
El prototipo de lo coloquial (+coloquial) se caracteriza por los siguientes rasgos:
+relación social o funcional entre los interlocutores
+relación vivencial de proximidad entre estos (sus saberes y contextos
compartidos)
+marco interaccional familiar
+cotidianidad temática de la interacción
+planificación sobre la marcha
+fin interpersonal6
+tono informal
Son los que acertadamente llama López Serena (2007: 185) al modo Val.Es.Co.
“constelación comunicativa coloquial” (o, al modo de Koch y Oesterreicher,
“constelación comunicativa inmediata”).
La menor frecuencia de estos rasgos determina grados de coloquialidad, por tanto,
que se reduzca el carácter prototípico o, de otro modo, se pase a la periferia de lo
coloquial. Valgan como ejemplos de esta periferia: se puede hablar coloquialmente
durante una transacción comercial; se puede hablar coloquialmente entre un catedrático
y un estudiante; se puede hablar coloquialmente en un congreso o durante una reunión
de negocios; se puede hablar coloquialmente sobre temas informáticos; se escribe como
si se hablara (en cuanto a la construcción y progresión del discurso), es decir, escrito,
pero menos planificado.
6
Quizá, este mayor fin interpersonal o, si se prefiere, comunicativo socializador (de mayor “comunión
fática”) podría dar razón de la mayor “implicación emotiva” y del mayor “carácter subjetivo” de la
comunicación de más inmediatez comunicativa (según Koch y Oesterreicher, 1990; ver nuestra nota 4) o
de mayor coloquialidad (en términos Val.Es.Co.). Dichos autores no aluden a este rasgo, que es
fundamental en la propuesta Val.Es.Co. En Briz (1996) se hablaba también de grado de confianza y, es
evidente, que la confianza entre los interlocutores favorece que afloren con naturalidad las emociones y
eso que se ha llamado (mayor) expresividad. Pero, aun aceptando que así sea, son rasgos difíciles de
aprehender y conviene dejarlos aparte o, como es el caso, en nota.
10
Por otro lado, el prototipo de lo formal (+formal) está marcado por lo rasgos:
–relación social o funcional entre los interlocutores
–relación vivencial de proximidad entre estos
–marco interaccional familiar
–cotidianidad temática de la interacción
–planificación sobre la marcha
–fin interpersonal
–tono informal
La reducción de formalidad a partir de la menor presencia de estos rasgos transforma
el centro o prototipo en la periferia de lo formal.
Los rasgos caracterizadores de los registros se concretan lingüísticamente más aún;
por ejemplo, en el caso del registro coloquial, la planificación sobre la marcha supone
un menor control de lo producido, que se manifiesta en frecuentes reducciones y
pérdidas de elementos, vacilaciones, reinicios y vueltas atrás; la relación de proximidad
entre los interlocutores favorece que lo coloquial esté fuertemente sometido al contexto
y sea especialmente muy rentable el recurso de la deixis (extrema); el tratamiento
familiar (por ejemplo, el tuteo, los apelativos cariñosos…) se vincularía a la relación
social de igualdad; el fin interpersonal explicaría que el léxico en general sea a veces
menos preciso, etc.
Todos estas constantes y frecuencias lingüísticas caracterizan de modo más particular
el registro coloquial (Briz, 1998) y, en su caso, el formal, de modo que colaboran en la
determinación de esas escalas y grados de coloquialidad y de formalidad.
11
Y todo lo anterior afecta a cualquier género, de modo que una conversación que se
desarrolle en esos parámetros situacionales de producción y recepción discursivas será
+coloquial o +formal o responderá al prototipo de lo coloquial o de lo formal. Así, una
conversación entre jóvenes amigos, en casa de uno de ellos hablando de sus salidas
nocturnas responde al prototipo de lo coloquial; una conversación entre colegas durante
un congreso sobre pragmática responde al prototipo de lo formal. Más aún, ciertos
géneros discursivos se vinculan a las modalidades lingüísticas o registros; no cabe duda
de que, en principio, una conferencia aparece en la escala de lo formal, y que el
prototipo de lo coloquial es la conversación, por tanto, un género oral, dialogal, etc.
El cuadro 2 resume la variedad diafásica en relación con los registros, las escalas
dentro de éstos a partir de los denominados rasgos coloquializadores y de los rasgos de
formalidad, así como de otros rasgos propios más concretos de ambas modalidades,
derivados de los anteriores. Y continúa con la escala de géneros discursivos vinculados
prototípica o periféricamente con las modalidades situacionales anteriores7. En efecto,
nunca mejor dicho, una escala, la de los géneros, que es una continuación o una
extensión de la escala de los registros (+/-) coloquial y (+/-) formal.
+
COLOQUIAL
COLOQUIAL
PROTOTÍPICO
PERIFÉRICO
RASGOS
COLOQUIALIZADORES
+rel. de igualdad
+rel. vivencial
+marco interac. cotidiano
+cotidianidad temática
DE RESULTAS: RASGOS PROPIOS DEL
REGISTRO COLOQUIAL
+planificación sobre la marcha
+fin interpersonal
+tono informal
Control menor de lo producido (pérdida de
sonidos, vacilaciones, reinicios y vueltas atrás…),
7
FORMAL
PERIFÉRICO
RASGOS DE FORMALIDAD
+
FORMAL
PROTOTÍPICO
- rel. de igualdad
-rel. vivencial
- marco interac. cotidiano
- cotidianidad temática
DE RESULTAS: RASGOS PROPIOS DEL
REGISTRO FORMAL
- planificación sobre la marcha
-fin interpersonal
-tono informal
Control mayor de lo producido (pronunciación
cuidada…), léxico preciso (a veces, técnico),
Véase el esquema que aparece en Narbona (1996: 160) sobre la variación de géneros a partir de dos ejes,
el de lo oral y lo escrito y el de la situación de monólogo o de diálogo), siguiendo a Charaudeau (1995).
12
deixis extrema, léxico poco preciso (proformas…), tratamiento de distancia (con “usted”, formas de
tratamiento cercano o familiar (tuteo, apelativos cortesía, más atenuación…), orden sintáctico de
cariñosos, menos atenuación…), orden pragmático palabras, etc.
de las palabras, etc.
Cuadro-resumen 2. Situación: escala de registros
+
+
GÉNERO
GÉNERO
prototípico
periférico
periférico
prototípico
conversación
Texto legal
RASGOS PROPIOS DEL GÉNERO
RASGOS PROPIOS DEL GÉNERO
+ oral.
- oral
+inmediato.
-inmediato
+dialogal.
- -dialogal
+retroalimentado.
-retroalimentado
+cooperativo.
-cooperativo
+dinámico.
-dinámico
+altern. de turno no predet.
-altern. de turno no predet.
Conversación entre amigos en un bar hablando de
La Constitución mexicana
un tema cotidiano
Cuadro-resumen 2. Discursos: escala de géneros
4. Los rasgos coloquializadores (y de formalidad)
A partir de esos rasgos situacionales y de su mayor o menor presencia se explica el
carácter escalar de lo coloquial o de lo formal de cualquier discurso (o en cualquier
discurso, dado que en un mismo discurso pueden alternar ambos registros) y, asimismo,
que un género no deje de ser considerado coloquial o formal por el hecho de que
algunos de estos rasgos estén menos presentes o, incluso, ausentes (Briz, coord, 1995,
30-36 y Briz y grupo Val.Es.Co. 2002, 18-19).
4.1. Coloquiales y coloquializadores
Centrándonos en la situación de lo coloquial (de lo +coloquial prototípico) o de
mayor inmediatez comunicativa (en términos de Koch y Oesterreicher) es preciso
13
insistir en el carácter coloquializador de los rasgos. Este carácter coloquializador
significa,
- por un lado, que se favorece que en un acontecimiento comunicativo cualesquiera
se emplee un registro +coloquial y,
- por otro lado, que se nivele o neutralice el efecto que podría producir la ausencia de
uno o varios de estos rasgos.
Así pues, son coloquializadores, en tanto determinantes de un registro +coloquial o
niveladores de otros que, de partida, no favorecerían el empleo de este registro
coloquial.
Lo dicho de los rasgos coloquializadores para la escala de lo coloquial es aplicable a
la escala de lo formal. Del mismo modo, los parámetros situacionales de lo formal
propician que se utilice en un discurso el registro +formal y que, en otras situaciones
donde no cabría esperar ese grado de formalidad, se produzca un proceso de nivelación
hacia lo formal, de “formalización”. Así, el discurso académico es +formal y, aunque
algunos rasgos concretos, como el del tuteo entre profesor y estudiante, lo puedan situar
en un escala de –formalidad, no por ello dejará necesariamente de ser formal. La
distancia interpersonal entre profesor y alumno (que, ciertamente, puede acortarse en
algunos casos gracias a la conducta lingüística o interaccional de los participantes,
especialmente del profesor) o el fin transaccional, por ejemplo, son rasgos que pueden
nivelar la menor presencia de esos otros rasgos –formales. La formalización se puede
producir en el transcurso de una interacción, incluso coloquial; por ejemplo, la
introducción de un tema grave, la muerte de un amigo, en una conversación cotidiana
cambiaría inmediatamente el tono de la interacción. Ese tuteo al que se aludía puede
cambiar a un tratamiento más formal solo por el hecho de que haya surgido en la clase
algún problema y se desee marcar la distancia. Ese proceso de formalización es el que
14
impide que, por ejemplo, un estudiante portugués tutee a su antiguo profesor, incluso
cuando algunos rasgos situacionales lo favorecerían (se está hablando de temas no
académicos con otras personas que sí tutean al profesor durante un encuentro de
profesores y antiguos alumnos) por efecto de la nivelación o neutralización que produce
el rasgo en este caso jerárquicamente superior de +distancia interpersonal.
La jerarquía de todos estos rasgos, que puede variar de contextos a contexto,
determina el proceso de coloquialización como el de formalización.
4.2. La incidencia de lo coloquial (y de lo formal) sobre los rasgos sociolectales y
dialectales
La coloquialización y, más exactamente, uno de los procesos que favorece, el de la
nivelación coloquial (Briz y grupo Val.Es.Co., 2002, págs. 25-27), afecta, asimismo, a
las variables y a la variación sociolingüística y dialectal. De un lado, por la acción
conjunta (total o parcial) de los rasgos coloquializadores las diferencias sociales pueden
minimizarse o, incluso, nivelarse hasta el punto de que, desde un punto de vista
cualitativo, algunos rasgos lingüísticos esperables en usuarios de nivel sociocultural
bajo aparecen frecuentemente también en usuarios de nivel alto (acortamientos y
reducciones en las construcciones, pérdida de sonidos, anacolutos, etc.). Incluso,
cuantitativamente su aparición puede superar el rasgo esperable, dada su condición
social. De otro lado, gracias al proceso de coloquialización que propician los rasgos
situacionales citados, las relaciones de distancia o de menos solidaridad entre los
interlocutores pueden llegar a reducirse o, a veces, a nivelarse; en efecto, un catedrático
y un peón de albañil, ingresados en la misma habitación de un hospital, acaban siendo
15
funcionalmente enfermos, es decir, se acorta la distancia social y dicha aproximación se
manifiesta en el modo de habla.
Junto a este acortamiento de las diferencias socioculturales en situaciones de extrema
coloquialidad, afloran con fuerza y naturalidad las marcas dialectales y las sociolectales
de edad (y sexo). Así, a +coloquialidad, más afloramiento de las diferencias de
procedencia, sexo y edad de usuarios y más nivelación de las diferencias sociculturales;
a –coloquialidad (o, si se prefiere, a +formalidad), menos afloramiento de las
diferencias dialectales, de sexo y edad y mantenimiento o menos nivelación de las
diferencias socioculturales. Sin duda, éste es un modo más dinámico de entender los
perfiles dialectales y sociolectales de los registros.
El cuadro 3 que sigue resume la incidencia de la escala de lo coloquial y de lo formal
sobre la variedad diatópica y diastrática
+
- +
COLOQUIAL
COLOQUIAL FORMAL
FORMAL
+diferencias dialectales
+diferencias dialectales -diferencias dialectales
-diferencias dialectales
+diferencias
+diferencias -diferencias
-diferencias
sociolectales
sociolectales de sexo y sociolectales
sociolectales de sexo y
de sexo y edad
edad de sexo y edad
edad
-diferencias
-diferencias +diferencias
+diferencias
sociolectales de nivel
sociolectales de nivel sociolectales de nivel
sociolectales de nivel
sociocultural
sociocultural sociocultural
sociocultural
Cuadro 3. Afloramiento o neutralización de las marcas dialectales y sociolectales
Sin duda, las marcas dialectales y sociolectales se asocian solidariamente a estas
variedades diafásicas individualizando el habla de los usuarios: el español de un andaluz
en relación con el español de un valenciano; el de un hablante de nivel sociocultural alto
respecto al de otro de nivel bajo. Ciertamente, de una estratificación horizontal del uso
obtenemos los registros en general; de una vertical, los dialectos y sociolectos; y, en fin,
de su intersección en un punto del continuum de variedades, una modalidad de habla
más concreta: por ejemplo, el español coloquial de un andaluz de nivel de lengua alto.
16
No obstante, aun siendo cierto, ésta es una visión estática de la variación, diferente de la
venimos explicando. Como se indicaba antes, la situación de mayor coloquialidad en
todos los sentidos expuestos (y de esta en relación con las escalas de géneros) relaja el
modo de producción y de interpretación (la relajación del interlocutor alude, por
ejemplo, a su mayor benevolencia al juzgar nuestro modo de expresión, que será
parecido, por cierto, al que él mismo utilice cuando sea su turno) y ello hace que
asomen con claridad las características sociales de edad y sexo, las dialectales, así como
otras de carácter idiolectal y dejen de ser significativas otras diferencias como las de
nivel sociocultural, las cuales parecen nivelarse o, por momentos, neutralizarse; no
extraña, además, que este afloramiento (por distensión) ocurra, sobre todo, en la
conversación cotidiana.
Por el contrario, la situación de mayor formalidad tensiona el discurso y esconde o
no deja aflorar esas diferencias señaladas, a excepción de las de nivel sociocultural (que
pueden en estos casos acentuarse), es decir, de nuevo unas se nivelan o neutralizan y
otras aumentan su relevancia. La variación se entiende así en su dinamismo8.
4.3. Su incidencia en los géneros
Ya venimos notando la incidencia de lo coloquial y de lo formal sobre los géneros
discursivos. La menor presencia de los rasgos prototípicos de lo +coloquial o de lo
8
Lo anterior nos hace pensar en el llamado registro (lengua, lenguaje, modalidad, etc.) estándar, eso de lo
que todos hablamos y decimos que enseñamos, pero que no podemos definir con rasgos concretos. Quizá,
este modo dinámico de entender la variación nos permita, si no definir, al menos, sí reconocer
teóricamente la modalidad estándar, un registro que se dice neutro, más exactamente, en la periferia de lo
formal, en el que aparecen las diferencias dialectales y sociolectales pero en un grado menor o mínimo
(incluso, niveladas). No obstante lo anterior, reconocemos con Ll. Payrató (2003), el mal encaje que tiene
la denominada variedad estándar en la división entre dialectos y registros, “ja que queda a mig camí entre
aquests dos tipus de varietats” (184). Si bien, como también reconoce en otro lugar se decanta hacia las
modalidad formales (p. 204).
17
+formal hará que los discursos en cuestión se alejen del prototipo, constituyendo la
periferia en ambos registros. Una entrevista, por ejemplo, puede ser coloquial, pero no
prototípicamente coloquial porque, en principio, no comparte todos los rasgos
coloquiales.
Así pues, en lo relativo a los géneros discursivos tampoco éstos constituyen
compartimentos estancos. Hay géneros intermedios, incluso un género puede devenir en
otro; en la actualidad, los debates televisivos se convierten por momentos en verdaderas
conversaciones. En otras palabras, la variación en géneros discursivos es también
gradual. Y, sin duda, estos grados están en relación estrecha con el grado de
coloquialidad o de formalidad de los discursos; así, el menor grado de elaboración
propio de lo coloquial puede marcar una diferencia entre una entrevista y una charla o,
incluso, favorecer que lo que empezó siendo entrevista se convierta en charla9.
4.4. A modo de resumen
Recupero para concluir algunas ideas hasta aquí expuestas y reunidas asimismo en
los varios trabajos citados. Los registros son modos de habla determinados por la
situación comunicativa y por los rasgos del usuario y, a su vez, favorecidos por el
género de discurso.
a) Las características sociolectales y dialectales, ampliamente descritas en los
estudios sociolingüísticos, limitan el tipo de variación lingüística que puede actualizar
9
Cfr. con la propuesta sobre los géneros de Camacho Adarve (2007), en la que es el género el que parece
estar en la base de la variación y lo coloquial se entiende como “una serie de combinaciones lingüísticas
apreciables en la superficie del texto” (pág. 263). O, en al misma página, “el registro (…) es un rasgo
complejo del género, de naturaleza textual, pero fácilmente perceptible en el producto final en que se nos
presenta el discurso”. Es cierto que esta es una de las dos caras del registro, la propia, si se quiere, la que
lingüísticamente es visible; la otra cara es la que le proporciona determinada situación de comunicación y
la que determina que sean esos rasgos lingüísticos y no otros.
18
un individuo. No todos los hablantes dominan los varios registros de una lengua, más
bien, algunos solo saben emplear la modalidad coloquial, es decir, no poseen la
capacidad lingüística para realizar cierto tipo de actualizaciones, a pesar de que en
ocasiones las intenten (por ejemplo, algunos pacientes ante un médico). En este sentido,
los rasgos de usuario perfilan el registro de uso de un individuo: delimitan lo esperable
en su habla y restringen sus capacidades lingüísticas. Esta visión estática ha de
combinarse con otra más dinámica que hace depender jerárquicamente dicha variación
(su relevancia o nivelación) de la situación de más o menos coloquialidad o formalidad.
b) El género de discurso, asociado a los anteriores, favorece el empleo de una u otra
modalidad lingüística: por ejemplo, una carta familiar favorece el empleo de un registro
coloquial y una conferencia favorece el uso de un registro más formal. Más aún, el
grado de coloquialiad o de formalidad puede llegar a determinar el género en su grado
más concreto (por ejemplo, un debate que más parece una conversación)
En otras palabras, de estos tres factores (perfil de usuario, género de discurso y
situación), la situación es jerárquicamente predominante, ya que en ella se actualizan
los parámetros de variación que vienen predeterminados por el perfil de usuario o por el
género. Tomados conjuntamente, de todos ellos resulta, como ya hemos señalado, la
escala de registros que tiene como puntos extremos el registro formal y el coloquial.
5. La escala gradual dentro de los géneros
Con anterioridad, señalábamos que el género conversación, el discurso más auténtico
y en el que más auténticamente también se manifiesta el registro coloquial, se
caracterizaba a partir de los rasgos +oral, +dialogal, +inmediato, +dinámico,
19
+alternancia de turno no predeterminada, que reproducimos a continuación en el cuadro
4. Son los que hemos denominado rasgos primarios.
5.1. La incidencia de los rasgos primarios en la escala discursiva
Cada uno de esos rasgos primarios, que son graduales, forma parte de una escala,
asimismo, gradual, que delimita en cierto modo los diferentes discursos.
- Una conversación, frente a un debate y una entrevista, presenta una alternancia de
turno más libre o menos predeterminada.
- Los tres son dialogales, aunque algunos, como en el caso de la entrevista, parecen
más imitar el carácter +dialogal.
- En cuanto al dinamismo, los tres son dinámicos, pero la escala va del mayor
dinamismo de la conversación hasta el menor, representado en la entrevista; una posible
vara de medir este dinamismo es la presencia mayor o menor de intervenciones
reactivo-iniciativas, aquellas que responden a lo anterior, a la vez que provocan o
intentan provocar habla posterior (ver nuestra nota 2).
- La alternancia de turnos en el debate está predeterminada, pero no en el grado que
lo está en la entrevista.
- La inmediatez, al menos la espacial es mayor en una conversación que en una
entrevista o en un debate.
- Y, ciertamente, los tres se desarrollan a través de un canal fónico, pero el grado +/oral disminuye conforme los rasgos anteriores (y el resto de primarios) se hacen menos
presentes también gradualmente. Así pues, a menor presencia de éstos, menor oralidad
o menor impronta oral, aunque el canal siga siendo fónico; una entrevista no tiene el
20
mismo grado de oralidad que una conversación, la conferencia sería un discurso alejado
del prototipo de lo oral, aunque hay conferencias que son propiamente +orales, las hay
que oralizan lo escrito y se encontrarían en la periferia de lo oral, y otras que, sin más,
reproducen lo escrito. Sin dejar de ser orales, están cerca ya de la periferia de lo escrito.
Así pues, la vara de medir el grado de oralidad puede ser ahora la mayor o menor
presencia del resto de rasgos primarios. Volveremos sobre estas cuestiones en §5 y §6.
En el cuadro siguiente se intenta visualizar esa gradación. La escala gradual de
rasgos primarios y de géneros se marca, como hasta ahora, con los signos + y -. Y en
este caso, además, para mostrar la gradación de géneros se opta por diferenciar de modo
convencional tres posibles grados, que se corresponden en el cuadro con las tres
posiciones, izquierda (grado mayor), centro (disminución del mismo) y derecha (grado
menor) que ocupan los signos + o – en cada casilla:
+/
+/-
+/-
+/-
+/-
-
-
DIALOGAL
INMEDIATEZ
DINAMISMO
ALTERNANCIA
ORAL
ORAL. EN
ESCRITO.
Género
ESPACIO-
DE TURNO NO
LA
EN LA
discursivo
TEMPORAL
PREDETER
PERIFERIA
PERIFERIA
MINADA
DE LO
DE LO
ORAL
ESCRITO
CONVERSACIÓN
+
+
+
DEBATE
+
+
ENTREVISTA
+
+
CONFERENCIA
-
+
+
+
+
+
-
+
-
+
-
Cuadro 4 . La gradación en los géneros discursivos
5.2. Más sobre la conversación y la entrevista
+
+
-
21
Centrémonos en las diferencias, a partir de otros rasgos más concretos, entre dos
géneros discursivos: la conversación y la entrevista10.
Tipológicamente son claramente distintos. Valga la comparación siguiente para
poner de relieve las consabidas diferencias11.
Una conversación no es una entrevista. Que una entrevista puede convertirse por
momentos en una conversación no significa que lo sea, y es evidente que existen
entrevistas que, si no fuera por sus características estructurales, pensaríamos que están
cerca del diálogo conversacional: por ejemplo aquellas de carácter polémico y en las
que el entrevistador pierde su papel (los papeles) y parece cambiar su rol de
entrevistador por el de un mero conversador. Además del mayor dinamismo y de la no
predeterminación de la alternancia de turnos en la conversación, pueden añadirse otros
rasgos distintivos de ambos géneros, algunos de los cuales no hacen sino detallar o
concretar aquéllos:
En la entrevista los roles de los participantes en la interacción están marcados
previamente (entrevistador, entrevistado), el sistema de toma de turnos está
predeterminado y corre a cargo del entrevistador, que es, así pues, quien regula la
progresión del discurso, lo cual está institucionalizado con anterioridad al comienzo de
la interacción. Asimismo, presenta una retroalimentación y dinamismo relativos, puesto
que este género de discurso está restringido a intercambios (pares adyacentes) de
pregunta (intervención iniciativa) y respuesta (intervención reactiva), lo que contrasta
con la frecuencia mayor de intervenciones reactivo-iniciativas de la conversación.
Además de los protagonistas existe un participante espectador, la audiencia que escucha
10
Un análisis exhaustivo sobre el género debate puede encontrarse en L. Cortés y A. Bañón (1997: 941) y del género entrevista en L. Cortés y A. Bañón (1997: 42-70) y E. Méndez (2003).
11
Hemos de confesar al lector que nuestro interés por marcar las diferencias entre ambos géneros
apunta a la confusión entre dos modos de recogida de datos y, en consecuencia, de dos tipos de corpus
para el estudio de lo oral que conviene mantener diferenciados (véase, como ejemplo, Albelda, 2004).
22
o lee después dicha entrevista, y ante la que el personaje se juega la imagen; esto es, la
entrevista pertenece a la esfera de lo público, frente a la conversación, que es un
discurso perteneciente al diálogo privado. Las entrevistas se abren y se cierran
institucionalmente, es decir, las aperturas y los cierres están predeterminados por el
entrevistador, hay un tiempo de discurso establecido y no tan flexible como el de la
conversación. En esta no hay ningún participante, en principio, que sea quien tenga el
papel de abrir y cerrar la interacción. Hay, no obstante, algunas entrevistas que estarían
más cerca del diálogo conversacional, aquéllas de carácter polémico de máxima
confrontación de fuerzas entre entrevistado y entrevistador, en las que el entrevistador
opina y replica12.
No acaba aquí la variación en los géneros, pues éstos se corresponden y se relacionan
a veces con tipos de textos (narrativo, descriptivo, argumentativo, etc.). Por otro lado,
cada uno de los rasgos primarios por separado o en haces puede favorecer subtipos de
géneros: por ejemplo, el rasgo en presencia puede caracterizar la conversación cara a
cara frente a la conversación telefónica (Briz y grupo Val.Es.Co., 2002, pág. 18, nota
11).
5.3. “Dialogal” y “monologal”, un rasgo primario del género
12
Al hilo de lo apuntado en la nota 10, todos estos rasgos pueden ser objetivos de diferentes
investigaciones, pero obviamente, si se desea estudiar la alternancia de turno, el mejor corpus de
referencia será el de conversaciones; para analizar, en cambio, intercambios mínimos o pares adyacentes
de pregunta-respuesta, no hay duda, el corpus más rentable es el de entrevistas. Estudiar la cortesía
mitigadora o atenuadora en un corpus de entrevistas puede ser menos rentable que estudiar sus
manifestaciones en la conversación, dado que las imágenes entre entrevistador y entrevistado, en
principio, no sufrirán amenazas (excepto en el caso de las entrevistas “polémicas”). La entrevista es un
corpus más controlable, por eso para los estudios de variación sociolingüística son ideales y no lo son
tanto las conversaciones. Claro que el contraste de datos en diferentes corpus puede ser también de
interés en algunos casos. Perdóneseme el exceso metodológico, pero puede ayudar a no mezclar churras
con merinas.
23
Lo dialogal o monologal afecta directamente a los géneros discursivos, en tanto que
estos pueden construirse y, sobre todo, progresar gracias a la acción conjunta de varios
participantes o de uno solo. Ciertamente es un rasgo extensional y, por tanto, capaz de
diferenciar clases amplias de discursos (la conversación, la entrevista, el debate, la
tertulia, etc., frente a la conferencia, la charla, la comunicación en un congreso, etc.).
El diálogo es un conjunto de intercambios13 y, por tanto caracterizado por la
alternancia de turno; la ausencia de esta alternancia altera su carácter dialogal y, así
pues el género discursivo. El monólogo es, por el contrario, como una larga
intervención o emisión de una persona, que se dirige a un público que es solo
espectador14 (o a sí mismo, en el caso del monólogo “interior”).
Por relación a lo monologal, parece evidente que lo dialogal (como la conversación
más en particular) está más cerca prototípicamente de lo coloquial. Por supuesto, ello no
significa que no existan monólogos coloquiales (recuérdense los monólogos cómicos) o
diálogos formales, sino que en la escala gradual entre lo dialogal y lo monologal, el
grado mayor de dialogicidad coincide con la conversación y con lo coloquial (la
conversación es el discurso dialogal prototípico, donde, como ya se ha señalado en
varias ocasiones, el registro coloquial encuentra su espacio natural). Quizá, por este
motivo algunos autores no llegan a percibir diferencias entre la modalidad lingüística
coloquial, por ejemplo, y el lugar discursivo, el género, en que se manifiesta, el diálogo
conversacional, la conversación. También dentro de lo monologal, hay géneros que
pueden distinguirse según el grado de formalidad (o coloquialidad). Una charla presenta
13
El intercambio es la unión de una intervención iniciativa o en parte iniciativa con otra reactiva, es decir,
la combinación de la emisión de un interlocutor que intenta provocar o simplemente provoca habla
posterior y la emisión provocada en otro. En tanto emisiones aceptadas por uno y otro constituyen turnos
de habla y, por tanto, el intercambio supone alternancia de turno (para la definición de unidades del
discurso, véase Briz y otros, 2003)
14
Es cierto, no obstante, que hay públicos más participativos que otros, más activos en la expresión de
intersubjetividad, de colaboración o comunión fática con el que está hablando, de tal modo que, a veces,
quien interviene siente la respuesta (no verbal) que muestra el interés o la atención que pone a lo que se
está diciendo.
24
un grado de formalidad menor (o una coloquialidad mayor, según el caso) que una
conferencia, y no tanto por el grado de preparación o de elaboración, sino por el tono o
carácter más académico de este último género.
6. Manifestación de los registros en lo oral y en lo escrito
Los registros, como modalidades de uso en situación pueden manifestarse en lo oral
y en lo escrito, a
pesar de que en lo escrito existe siempre un grado mayor de
formalidad (al menos, existe un mayor control de lo producido, existe tiempo para
pensar lo que se va a escribir, etc.). Así pues, en esa escala de la variedad diafásica
establecida podemos distinguir, al menos, cuatro realizaciones discursivas: coloquialoral, coloquial-escrito, formal-oral y formal escrito.
coloquial oral
coloquial escrito
formal oral
formal escrito
<--------+-----------------------+----------------------+------------------------+-------->
Por un lado, los extremos (imaginarios) de dicha escala vienen definidos por los
rasgos ya señalados de lo coloquial y de lo formal: +/- relación social o funcional entre
los interlocutores, +/- relación vivencial de proximidad entre éstos, +/- marco
interaccional familiar, +/- cotidianidad temática de la interacción, +/- planificación
sobre la marcha, +/- fin interpersonal, +/- tono informal. Piénsese, por ejemplo, en una
conversación coloquial entre amigos en un bar hablando de un tema cotidiano; o, por el
otro extremo, en un texto legal actual.
Y dado el grado mayor o menor de ausencia o presencia de tales rasgos, al menos,
pueden diferenciarse esos otro dos modos intermedios de lo coloquial escrito y de lo
25
formal oral15; piénsese, respectivamente, a modo de ejemplo en la carta familiar y en el
juicio oral. Frente a lo coloquial oral, la realización discursiva de lo coloquial escrito
presenta diferencias de grado en la menor presencia de algunos de estos rasgos de
coloquialidad, como, por ejemplo, el de -planificación sobre la marcha. Y tales
diferencias de grado son mayores, obviamente, en relación con las otras dos
realizaciones de lo formal oral y de lo formal escrito.
En suma, en la escala de lo coloquial, la manifestación de lo coloquial escrito supone
un menor grado de coloquialidad por relación a lo oral coloquial, aunque mayor
coloquialidad o inmediatez comunicativa por relación a lo oral formal. Y en la escala de
la formalidad, existe menor formalidad en relación con lo escrito formal y mayor
formalidad en relación con lo escrito coloquial.
ESCALA DE LO COLOQUIAL
PROTOTIPO
ESCALA DE LO FORMAL
PERIFERIA
+
coloquial ORAL
PERIFERIA
PROTOTIPO
-
coloquial ESCRITO
+
formal ORAL
ORAL
formal ESCRITO
ESCRITO
Como si se hablara
Como si se escribiera
Dicho como si no fuera
Dicho
escrito (leído como si se
escrito
como
si
fuera
hablara)
RASGOS
RASGOS DE FORMALIDAD
COLOQUIALIZADORES
+rel. de igualdad
-
-
- rel. de igualdad
+rel. vivencial
-
-
-rel. vivencial
+marco interac. cotidiano
-
-
- marco interac. cotidiano
15
T. De Mauro (1970) establecía cuatro grados en la variedad de uso. parlato parlato, parlato scritto,
scritto parlato y scritto scritto. W.L. Chafe (1982) distinguía entre spoken vs. written e informal vs.
formal. Véase también A. Narbona (1997: §2). Puede compararse al respecto el modelo de Koch y
Oesterreicher (1990: 12) de interrelación del medio (fónico y gráfico) relacionado con el canal y la
concepción (lo hablado y lo escrito) vinculado al grado de inmediatez comunicativa.
26
+cotidianidad temática
-
-
- cotidianidad temática
DE RESULTAS: RASGOS PROPIOS DEL REGISTRO
DE RESULTAS: RASGOS PROPIOS DEL REGISTRO
COLOQUIAL
FORMAL
+planificación sobre la marcha
-
-
+fin interpersonal
-
-
+tono informal
-
-
Cuadro5. Escala de registros en relación con el medio en que se producen
6.1. Registros, medios y géneros
Las modalidades de uso y los grados de influencia de éstas en lo escrito o en lo oral
están, como señalábamos antes, en relación también con los géneros o subgéneros de
discurso y las características o rasgos definidores de éstos (dialogal, alternancia de
turnos, cooperación, dinamismo, inmediatez, etc.). Así, por ejemplo, el prototipo
discursivo de lo oral (coloquial) es la conversación (cotidiana). Muy cercana al
prototipo se encuentra la conversación telefónica y se van alejando de éste, de acuerdo a
la ausencia de tales parámetros comunicativos y a la mayor presencia de otros, la
tertulia, el debate, la entrevista, la mesa redonda, el juicio oral, la conferencia, etc., tipos
todos éstos ya en el ámbito de lo oral formal.
Del mismo modo, los textos legales pueden constituir un ejemplo prototípico de lo
escrito formal; lejos de éstos se encuentran los artículos de opinión y en la periferia, las
ya mencionadas cartas familiares, propias muchas de éstas ya de lo escrito coloquial.
Aunque los parámetros, por separado, permiten diferenciar escalas de registros y
géneros, de hecho, todos actúan de forma simultánea. Ello explica, por ejemplo, que
algunos tipos de discurso, alejados en teoría del prototipo, se acerquen en ocasiones a
éste. Así, el marco discursivo familiar, la cotidianidad, el saber compartido pueden
27
llegar a aproximar, como indicábamos, un debate (+planificado, con reparto previo de
papeles, control de turnos por parte del moderador…, por tanto, con rasgos de lo formal
escrito) a una conversación (coloquial); e incluso una conferencia o un telediario (con
una impronta de lo escrito formal: „se lee lo que está escrito o sobreimpresionado‟; con
cambio o transferencia de canal y, así pues, con el rasgo [+fónico - gráfico]) puede
convertirse, de acuerdo, por ejemplo, al propósito, destinatario, etc., en una charla
informal16. Y del mismo modo, una carta familiar de una persona poco cultivada,
incluida, según hemos apuntado más arriba, como ejemplo de lo coloquial escrito,
estará más cerca de lo coloquial oral que otra escrita por alguien de estrato culto y
dirigida al director de un periódico.
6.2 Como si se hablara vs Como si se escribiera
Un texto escrito puede estar más cerca de lo oral que de lo propiamente escrito; y
otro escrito, más próximo a lo oral.
Según se observa en el esquema anterior, en ocasiones lo coloquial escrito se
aproxima a lo coloquial oral hasta el punto de que parece se “hable en la distancia”. Se
trata de la intersección de lo oral y de lo escrito, del lugar donde lo oral se puede reflejar
16
Ll. Payrató (2003: 189-191) estudia el modo tan variado de presentación en la prensa escrita de los
informes meteorológicos, y la presencia en estos informes de diferentes modalidades y registros. Y señala
que esto mismo podría a decirse de los que aparecen en medios de comunicación orales como la radio y la
televisión, más aún si los comparáramos con los de tiempos atrás. Razón tiene, pues eso mismo venimos
observando nosotros desde hace tiempo: la coloquialización ha llegado a los noticiarios, a los telediarios y
a los partes sobre el tiempo que estos proporcionan. Puede que lo coloquial en discursos más propiamente
formales se explique por el estilo personal de algunos locutores (ya no expertos meteorólogos, como
sucedía anteriormente –lo que hay que tener en cuenta como causa del proceso citado-) o puede que sea el
producto de una estrategia del grupo de comunicación. Sea como fuere, la verdad es que, aun leyendo lo
escrito o sobreimpresionado, la oralización es tal que se alternan los registros +/formales y +/-coloquiales,
por ejemplo, se combinan tecnicismos con coloquialismos; parece más interactivo de lo que realmente es,
al fin transaccional se une con fuerza por momentos el fin interpersonal, toda una comunión fática al
servicio de la ganancia de público, de audiencia. Se gana con cercanía, y lo coloquial significa relación de
proximidad. Abogo, como mi estimado colega Lluís Payrató hace para el catalán (p. 192), por llevar a
cabo una pragmaestilística del español.
28
en lo escrito y lo escrito en lo oral, es decir, de lo que venimos llamando la periferia de
una y otra manifestación. Ciertamente, algunas cartas familiares o algunos correos
electrónicos entre amigos jóvenes reflejan en extremo y de modo natural rasgos del
medio oral (aparecen preguntas: ¿cómo estás?; apelativos: ¿de acuerdo? ¿no?;
despedidas: hasta luego) y del registro coloquial (saludos: ¡hola! unidades léxicas:
ponerse ciegos, profe, guay; marcadores discursivos: así que, bueno, pues; elementos
repetidos para recuperar el hilo discursivo (véase en el texto siguiente: nos fuimos)
paréntesis explicativos, (pagaba él porque era su cumpleaños): “nos fuimos mis amigas
y yo de cena con un amigo, pagaba él porque era su cumpleaños, nos fuimos a cenar a
un sitio muy guay, pero yo no podía beber porque estaba ya un poco hecha mierda del
día anterior, así que todas mis amigas se pusieron ciegas…”. Lo mismo podría decirse
de algunos tipos de comunicación electrónica como el caso de ciertos chats, los cuales
son considerados una especie de conversaciones escritas (Sanmartín, 2008). Y esta
extrema reproducción oral coloquial en lo escrito puede deberse a la escasa destreza
lingüística o al escaso conocimiento de otras modalidades más formales; así, quien solo
conoce el registro coloquial lo reproducirá de forma natural en su producciones escritas,
pese a que en determinadas situaciones (de mayor formalidad) pueda esforzarse en
adecuar su modo de habla (“hay quienes quieren, pero no pueden”). Ahora bien, a
menudo no es tanto la falta de instrucción como el predominio de lo coloquial, de la
situación de inmediatez, de los rasgos coloquializadores (“hay quienes pueden ajustarse
a un grado mayor de formalidad y de escrituridad, pero no quieren”). Por tanto, aunque
teóricamente parece cierta la afirmación de que “No se escribe como se habla” (y menos
“coloquialmente”, dirían algunos puristas), hay ejemplos en que se aproximan el modo
de escritura y la oralidad, en concreto, coloquial. Así es, la carta familiar o ciertos chats
29
son ejemplos de “escribir como si hablara”, con la diferencia de que la interlocución en
este último caso es en el línea y en el del primero no lo es.
Del mismo modo, a veces se habla (se dice, se lee) como si se escribiera, imitando o
reproduciendo lo escrito. Si antes se hablaba de oralidad, a éste, que es el proceso
inverso, podríamos llamarlo “escrituridad”. Vienen a nuestra memoria las metáforas
habla como un libro, se explica como un libro abierto para referirse a quien se expresa
o explica ejemplarmente, como lo hace el autor de un libro. El ejemplo del buen decir es
lo escrito y los hay que se toman al pie de la letra –nunca mejor dicho- estos modismos
y reproducen lo escrito en lo oral. Baste recordar algunas partes de las intervenciones de
abogados, fiscales y jueces en los juicios orales, la lectura de sentencias judiciales.
Fuera de ese contexto –y a veces también en éste- constituirían ejemplos de extrema
formalidad, tan inadecuada como la excesiva coloquialidad de las cartas familiares
citadas, éstas por defecto de formalidad y aquéllas por exceso. A nuestra mente vienen
también algunas conferencias que más que hablarse parecen estar escribiéndose o, más
exactamente, dictándose (“escriturizadas”- perdón por el término). Lo oral y lo escrito,
en tanto modos de realización, forman parte también de una escala gradual que va de lo
oral prototípico a lo escrito prototípico, pasando por estadios intermedios de oralidad y
de “escrituridad”, hasta llegar a la periferia de lo oral y de lo escrito, estadios en el que
la imbricación de lo oral en lo escrito y de lo escrito en lo oral será mayor.
Estas dos descripciones a que alude este apartado, como si se hablara, como si
escribiera, son, precisamente, manifestaciones discursivas en la periferia de lo coloquial
oral y en la periferia de lo formal oral, respectivamente. O se habla o se escribe, esto es,
o producimos por el canal fónico o por el gráfico, pero los grados de coloquialidad o de
formalidad inciden sobre las manifestaciones concretas de lo oral y de lo escrito hasta el
30
punto de hacer, quizá no de los canales fónico y gráfico 17, pero sí de los modos de
verbalización una escala gradual donde lo escrito y lo oral aparecen imbricados18.
7. Conclusión
En suma, la variación diafásica se encuentra en el centro de la variación, tanto desde
una consideración estática como dinámica. Lo coloquial y lo formal son los grados
fundamentales dentro de la escala gradual de la variación diafásica, los cuales vienen
determinados por rasgos situacionales [+/- relación social o funcional entre los
interlocutores], [+/-relación vivencial de proximidad entre estos], [+/-marco
interaccional familiar], [+/-cotidianidad temática de la interacción], que a su vez
favorecen las características propias de las modalidades lingüísticas o registros
resultantes: [+/-planificación sobre la marcha], [+/-fin interpersonal], [+/-tono informal].
Insistimos, así pues, en que el grado de formalidad y de coloquialidad se obtiene a
partir de los rasgos coloquializadores, los decisivos en la consideración de estas
escalas graduales, y de los que de éstos resultan.
- De hecho, tales rasgos llegan, como sucede en el caso de lo +coloquial, a nivelar
los rasgos de nivel sociocultural de los interlocutores y a resaltar, en cambio los
rasgos de edad, sexo, así como también los dialectales, o, como sucede, por el
contrario, en el caso de lo +formal, a nivelar estos últimos y a resaltar aquéllos.
17
En tanto canales, lo fónico y lo gráfico, no constituyen una escala gradual, lo que no niega que puedan
aparecer combinados en la producción de un mismo discurso. Hoy más que nunca en los discursos
alternan y aparecen combinados ambos medios; pensemos en una clase o en una conferencia donde se
utiliza la pizarra o el ordenador para ir escribiendo o mostrando lo escrito a la vez que se explica lo que
allí se va viendo.
18
Una conclusión coincidente con la propuesta de Koch y Oesterreicher (1990) y de otros autores ya
mencionados (Bustos, 1996, Narbona, 1996)
31
- Además, la presencia mayor de todos esos rasgos coloquializadores o de
formalización y de lo propios de la modalidad lingüística favorece el acercamiento
de los géneros discursivos. No excluye esta visión más dinámica de la variación esa
otra posición más estática según la cual el género favorece, en principio, el uso de un
registro u otro; en efecto, la conversación, el coloquial; la conferencia, el formal.
Pero el principio puede alterarse en el proceso de producción y recepción.
Lo medial, oral y escrito, no determina en la medida de los rasgos situacionales
anteriores el uso de un registro u otro, aunque el recorrido escalar entre lo coloquial y lo
formal se aproxima al que va de lo oral a lo escrito. Lo coloquial se manifiesta (o se
debería manifestar, teóricamente) en menor grado en lo escrito, dado que la
planificación de lo escrito es mayor, del mismo modo que lo formal presenta un mayor
grado en lo escrito que en lo oral. Pero la realidad lingüística y comunicativa nos
muestra que se puede hablar y escribir coloquial y formalmente, y que a menudo lo oral
(coloquial) se imbrica en lo escrito y lo escrito (formal) en lo oral. El principio, no
obstante, no se niega: a +formalidad, +carácter escrito; a +coloquialidad, +carácter oral.
La propuesta extendida del grupo Val.Es.Co., de la que este trabajo solo es un
esbozo, explica, así pues, el conjunto de las variedades situacionales, de registros y
géneros discursivos, a partir de escalas graduales, y es capaz de dar cuenta e identificar
dentro de ese continuum gradual cualquier interacción o evento comunicativo oral,
escrito o, -permítaseme- oral-escrito, siempre partiendo de la distinción escalar entre LO
COLOQUIAL (prototípico y periférico) y LO FORMAL (prototípico y periférico).
Cada vez que pienso y leo sobre el conjunto de la variación de registros, sociolectos,
dialectos, géneros, medios orales y escritos, etc., me imagino un artilugio que rueda
sobre un eje (lo coloquial/lo formal) y que en dicho movimiento arrastra a todo el
32
engranaje, constituido por cada una de esas piezas citadas (los rasgos implicados en la
determinación de las diferentes escalas de registros, sociolectos, dialectos, géneros,
medios, etc.). Si la rueda de los rasgos de la coloquialidad y de la formalidad comienza
a moverse, todo entra en movimiento y “colisiona”. La imagen del dial la tengo, pero no
tanto el dibujo exacto que demuestre la certeza de esta propuesta de la variación; quizá,
nos falta la imaginación de Ramón Llull en la creación de un ingenio mecánico que, con
todos los datos dispuestos sobre figuras geométricas, se mueva y ruede mediante una
manivela (ahora sería una tecla o un botón) y se pare cada vez que como usuarios de la
lengua o como analistas queramos seleccionar la opción exacta y más adecuada o
determinar lógicamente en qué punto de la escala de coloquialidad, de discurso, de
oralidad, etc., nos encontramos. Ars Magna et ultima capaz de explicar el conjunto de
“verdades” sobre la variedad como una sola “verdad”. A falta de esta máquina ideal,
valga la argumentación hasta aquí.
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