La antiutopía de las Amazonas en el Hipólito de Eurípides Hernán Martignone Universidad de Buenos Aires (Argentina) Resumo Con apenas cuatro menciones en la tragedia Hipólito de Eurípides, las Amazonas tienen una singular importancia en la construcción tanto de la trama de la obra cuanto del personaje de Hipólito, hijo de una Amazona y del héroe ateniense por antonomasia (Teseo). Nuestra lectura, partiendo del análisis de la pieza en lengua original, propone un cruce entre las menciones explícitas a las doncellas guerreras (vv. 10, 307, 351, 581) y las alusiones que se realizan en el texto (vv. 3, 1082) para profundizar en una interpretación global en clave utópica, tema de nuestro doctorado. Creemos que hay que leer muchas de las actitudes de Hipólito teniendo en cuenta el bagaje que recibió de su madre y el lugar que ocupa el personaje en el desarrollo dramático como producto de dos sociedades radicalmente opuestas: la ateniense y la amazónica. Los atenienses se ven a sí mismos como la civilización por excelencia, y se representan como tal, mientras que las Amazonas son para ellos la alteridad, lo extranjero, lo bárbaro por definición, y las representan consecuentemente. Ginecocracia y matriarcado, malas palabras para los griegos, están encarnadas en esas belicosas mujeres que se servían de los hombres solamente para reproducirse y que conservaban a las hembras para entrenarlas en la vida guerrera. Veremos, pues, cómo influye este pueblo en la acción de la tragedia y en el carácter de los personajes, además de analizar la figura de Ártemis, central en el Hipólito, como diosa venerada por las Amazonas. Palavras-chave Hipólito, Eurípides, antiutopía, civilización, barbarie. Hernán Martignone é Licenciado em Letras (voltado para Línguas Clássicas) pela Universidade de Buenos Aires (UBA), Argentina. É bolsista de doutorado na mesma Universidade e sua tese trata de Deseo y realidad en Hipólito de Eurípides: una lectura en clave utópica. Além disso, ensina Grego Clássico nas Faculdades de Letras e Direito (UBA). Tem dado conferências de divulgação sobre o mundo clássico grego e foi colaborador (2001-2007) na revista Argos de la Asociación Argentina de Estudios Clásicos (AADEC). Participou de diversos congressos nacionais e internacionais de Línguas Clássicas e publicou trabalhos sobre a tragédia Hipólito, bem como resenhas sobre Aristóteles, Sófocles e Hesíodo. hernán martignone E ¹ Es decir, no haber nacido de un útero. Cf. Tucídides, II, 36. ² Este destino, impuesto por los hombres, está relacionado con el mito fundacional ateniense de Cécrope. Como sostiene Iriarte (2002, p. 149), “De la androginia de estas vírgenes guerreras da cuenta el término a-mazós, que significa ‘sin pecho’, así como el calificativo homérico antiáneira, que puede evocar tanto su calidad de ‘hembras viriles’ como de ‘enemigas del hombre’”. Cf. también Tyrrell (2001 [1984], p. 168-73). 3 O al matrimonio en general: Esquilo, en Suplicantes (v. 287), utiliza para calificarlas el adjetivo a@nandroj, “sin esposo”. 4 Cf. Trousson (1995, p. 35-9 y 54) y Baczko (2005, p. 88), quien afirma: “Las antiutopías, al igual que las utopías, aportan en especial un valioso testimonio sobre las esperanzas, las angustias y las obsesiones de su propio tiempo”. 5 212 n el discurso fúnebre de Pericles, que plantea una verdadera utopía realizada y presente para la sociedad ateniense más allá de los sufrimientos a causa de la guerra del Peloponeso, Tucídides (II, 3546) transmite a sus contemporáneos y a la posteridad los valores de la pólis que supieron conseguir tanto quienes la habitan en el siglo V cuanto los que la hicieron libre en el pasado. Ubicada dramáticamente en el año 431 a. C. (tres años antes de la producción del Hipólito), la oración fúnebre toca uno de los tópicos relacionados con nuestro análisis de esta tragedia, el de la autoctonía de los atenienses¹, pero no menciona de hecho a las amazonas, que tendrán una presencia importante en discursos fúnebres posteriores de, por ejemplo, Lisias y Demóstenes. Hay, sin embargo, una frase que puede servir de disparador para abordar la representación de la sociedad amazónica: aquella que expresa el consejo de que la máxima gloria para las mujeres de la ciudad es que entre los hombres se hable de ellas, bien o mal, lo menos posible (II, 45, 2, 3-5). Las amazonas, por su naturaleza tan particular y extraordinaria de guerreras célibes, se presentarían entonces como generadoras constantes, por parte de los varones, de discursos de carácter negativo, de mitos terribles, y por lo tanto como ejemplo de lo que no corresponde hacer, como antimodelo femenino. La guerra es cosa de hombres, como le recuerda Héctor a Andrómaca en la Ilíada (6. 490-3), mientras que el matrimonio y la maternidad constituyen el destino de las mujeres². Ya en Homero tenemos la primera referencia literaria a las amazonas, presentadas en la Ilíada mediante el ambiguo epíteto a}ntia/neirai en dos ocasiones (3.189 y 6.186). Chantraine (s. v. a!nta, 2) aclara la doble naturaleza de la palabra, compuesta de a}nti y a}nh/r, señalando que puede ser entendida como “qui vaut un homme” (y de ahí su frecuente traducción como “varoniles”) o “ennemie des hommes”³. Para el caso de estas doncellas guerreras, dentro de nuestro análisis, ambas interpretaciones son igualmente válidas, ya que se refuerza el sentido de mujeres con características masculinas pero a la vez opuestas a los hombres, tal como serán presentadas en general, sobre todo en función de su rechazo al matrimonio patriarcal4. Así, trataremos de establecer las relaciones pertinentes entre los rasgos distintivos del pueblo de las amazonas y ciertos aspectos del Hipólito tales como la personalidad de Hipólito, la primacía de Ártemis en esa suerte de religión personal que practica el muchacho y la caracterización inicial de Fedra. Según veremos, las costumbres que dan forma a la sociedad amazónica se presentan como contrapuestas a las de la sociedad ateniense (o griega en general), por medio de inversiones que conforman una antiutopía (o contrautopía o distopía) en el sentido de que proponen un mundo distinto al conocido aunque, y esencialmente, con características consideradas negativas por quienes las exponen. Frente a la utopía, que plantea una realidad mejor que la que conocemos, la antiutopía pretende por el contrario mostrar lo nefasto que sería un orden diferente del imperante5. Antes de proceder al estudio propiamente dicho del Hipólito, sin embargo, cabe señalar la pertinencia de la aplicación de las categorías de MORUS - Utopia e Renascimento, n. 6, 2009 La antiutopía de las amazonas en el Hipólito de Eurípides análisis de “utopía” y sus derivados (como “antiutopía”) a los textos del mundo antiguo, pertinencia que sigue siendo discutida aún debido a que ese término fue acuñado por Tomás Moro recién en el Renacimiento para titular su obra y su empleo en relación con el mundo antiguo se tornaría, por eso, un anacronismo. Consideramos que dicha cuestión ha sido resuelta y justificada con solvencia por diversos autores, entre los que se destacan Ferguson (1975) y Trousson (1995 [1979], p. 17 y 55-70): el primero, con un señero ensayo que se enfoca en analizar los elementos utópicos en las obras griegas de Homero al helenismo; el segundo, situando el origen de la reflexión sobre la organización política en Grecia y comenzando precisamente por allí al historiar el género utópico6. Amazonas del siglo V Según dijimos, las amazonas se presentan desde Homero de manera ambigua, puesto el énfasis ya en su carácter viril, ya en su enemistad con los hombres. Diversos autores, glosados por Stewart (1995, p. 574-5), han creído descubrir que “the notion that Amazons express male anxieties about Athenian patriarchalism to be oversimplified” (Lefkowitz) y que “Herodotos exhibits no trace of hostility toward the Amazons” (Hartog, 2003), contradiciendo principalmente las interpretaciones impulsadas por Tyrrell, Vernant y los estructuralistas en general, quienes entienden que “the Greeks used matriarchy as a tool for conceptualizing, explaining, and validating the polis’s customs, institutions, and values by postulating their opposites and revealing them as absurd”. La postura del propio Stewart (1995, p. 574) apunta a quitarle al mito amazónico su carga de espejo que busca invertir las instituciones y los valores de la sociedad ateniense ya que para él, siguiendo a Lefkowitz, “the myths are centuries older than the Athenian ideal of sex segregation”. Su hipótesis (interesante aunque muy difícil de probar, como él mismo reconoce) es que la importancia atribuida en el siglo V a las amazonas se relaciona con la ley de ciudadanía propuesta por Pericles en 451/450, que el autor liga con la inmigración masiva a Atenas después de las guerras médicas: así las amazonas, que aparecen representadas en el pórtico del ágora y en una gran cantidad de vasos durante el siglo V, expresarían el miedo de los varones atenienses ante la llegada de muchachas extranjeras a la ciudad y ante la imposibilidad de casar a sus hijas con muchachos atenienses, debido a la escasez de ellos a causa de la guerra (Stewart, 1995, p. 589). Nos interesa trabajar aquí, dado que el Hipólito fue producido en 428 a. C., con fuentes anteriores (próximas) y contemporáneas que sirvan para caracterizar a las amazonas y deducir de dicha caracterización los elementos que pudieron influir en la composición del drama euripideo que nos ocupa7. Esquilo, en primer lugar, realiza dos menciones breves pero significativas: en Suplicantes (v. 287), las describe como “comedoras de carne sin esposo” (“a} na/ndrouj kreobo/rouj”); en Prometeo (v. 416), como “doncellas intrépidas en el combate” (“πarqe/noi, μa/caj a@trestoi”). Ambos pasajes recalcan el rechazo al matrimonio (sobre el que nos detendremos especialmente) Cf. también Pomeroy (1990, p. 135-40) y Carsana, Cioccolo y Schettino (2006, p. 9-10). 6 No obstante, como señala Tyrrell (2001, p. 90) al ubicar el mito en el contexto de la sociedad clásica ateniense, “los lineamientos generales del mito, sus temas y motivos quedaron establecidos durante el período clásico. Aunque, por ejemplo, el dominio de la esfera pública por las amazonas o su antipatía por los bebés varones pudieron ser diversamente imaginados, ambas situaciones coinciden con el mito y son suposiciones de la época clásica”. 7 MORUS - Utopia e Renascimento, n. 6, 2009 213 hernán martignone y su calidad de guerreras, rasgos fundamentales de estas mujeres en el mito. Pero sin duda la fuente primordial en el siglo V es Heródoto (y complementariamente Hipócrates, Sobre los aires, aguas y lugares 17)8, quien acomete (en Historias IV, 110-7) la descripción de los escitas poniéndolos en relación con las amazonas (y, solapadamente, con los griegos). En uno de los pasajes – no casualmente – más citados por la crítica, el historiador hace hablar a las amazonas, quienes dicen a los varones escitas lo siguiente (IV, 114, 10-7): Nosotras no podríamos convivir con las mujeres de vuestro país, pues no tenemos las mismas costumbres que ellas. Nosotras manejamos arcos, lanzamos venablos y montamos a caballo, y no hemos aprendido las labores propias del sexo femenino. En cambio, las mujeres de vuestro país no llevan a cabo ninguna de las actividades que hemos enumerado, sino que se consagran a las tareas de su sexo y permanecen en su carros, sin salir a cazar ni a hacer ninguna otra cosa. Por lo tanto, no podríamos congeniar con ellas (traducción de Carlos Schrader, 2000). ­Algunas fuentes tardías importantes son Apolodoro, Biblioteca, II, 5, 9; Estrabón, XI, 5, 1; Diodoro Sículo, III, 52 y ss. Para una lista completa de fuentes, véanse Tyrrell (2001, p. 13, n. 1) y PW I, 1754-71). 8 Aunque, como sugiere con mesura Iriarte (2002, p. 150), “Quizá sea exagerado afirmar que este extraño universo constituye una inversión total de la perspectiva sociológica griega”. 9 Hartog (2003, p. 212) señala que en Estrabón y Diodoro “el esquema de inversión se aplica fácilmente” entre amazonas y griegos, mientras que en Heródoto, al haber tres términos (amazonas, escitas y griegos), “el esquema de inversión tiene pocas posibilidades de aplicarse tal cual: lo que no excluye que en ciertas secuencias el relato comprenda elementos de inversión”. 10 214 Se ve aquí una fuerte inversión del papel de las mujeres en la sociedad tal como era concebida por los griegos (y los escitas de Heródoto)9, ya que se dedican a las tareas consideradas masculinas como la cacería y desarrollan muchas actividades en el exterior, mientras que desconocen las labores femeninas. Si Esquilo las presentaba, casi por definición, como célibes, Heródoto (y también Hipócrates) cuenta que las amazonas se casan, pero el tipo de matrimonio que contraen es prácticamente el opuesto exacto al de las mujeres griegas, de ahí que distintos críticos hablen de un rechazo al matrimonio patriarcal: es decir, o no se desposan (Esquilo) o lo hacen sin renunciar al tipo de vida masculino que las caracteriza (Heródoto, cf. Hartog, 2003, p. 214-5). Esta unión que se opone a los principios conyugales griegos feminiza, en definitiva, a los hombres (que ocuparán el lugar que correspondería a las mujeres en la concepción helena) y supone una serie de elementos de inversión que desarrolla Tyrrell (2001, p. 89-127) desde una posición interpretativa muy fuerte10. Estableciendo una comparación con la relación oriente-occidente, el autor afirma: Por ejemplo, si suprimiésemos de la cultura japonesa todo lo occidental, quedaría mucho que es auténticamente japonés. Sin embargo, en el caso del mito amazónico, este proceso mostrará que, aparte del patriarcado ateniense, la amazona no tiene sustancia. El intento por separar el hecho de la fantasía falló porque, sin las inversiones, no queda nada (Tyrrell, 2001, p. 96). Esas inversiones o polaridades tienen que ver, entonces, con el intercambio de papeles de hombres y mujeres en el seno del matrimonio, pero también con la relación interior/exterior (que incluye otras como timidez/valor y reposo/movimiento), con el tipo de armas utilizadas por amazonas y griegos, con el control del matrimonio y de la natalidad, con la religión (sus dioses son Ares, Cibeles y Ártemis) y con la ubicación de sus tierras (fuera de Grecia). Más allá de la vehemencia o de la prudencia con que se afirme la diferencia entre una civilización y otra, pocas dudas caben MORUS - Utopia e Renascimento, n. 6, 2009 La antiutopía de las amazonas en el Hipólito de Eurípides de que las amazonas invierten en mayor o menor grado los principios que rigen el orden del mundo griego. El hijo de la amazona La tragedia Hipólito de Eurípides presenta como personajes masculinos centrales a dos hombres fuertemente relacionados con el mito de las mujeres guerreras: Teseo, héroe ateniense por antonomasia y vencedor de amazonas, e Hipólito, el hijo que tuvo con una de ellas antes de casarse con Fedra (su esposa y madre de sus otros hijos). El conflicto trágico de la obra se desencadena porque Fedra se enamora de Hipólito, caracterizado como joven casto y adorador de la diosa Ártemis, y durante una ausencia de Teseo del hogar la nodriza de Fedra le revela al muchacho el amor de su madrastra. Él se niega, por supuesto, a ceder ante la esposa de su padre, y ella termina suicidándose y dejando escrita en una tablilla la mentira de que Hipólito la ha violado. Teseo, al leerla, condena a su hijo al destierro y lo maldice con una de las plegarias que su padre Poseidón le había concedido, de seguro cumplimiento. Hipólito muere, cuando se marcha exiliado, a causa de la caída de su carro al espantarse los caballos en el momento en que sale del mar un monstruoso toro enviado por el dios del mar. Cuatro veces (vv. 10, 307, 351, 581) aparece mencionada la palabra 'Amazon en la obra, y en las cuatro oportunidades esa mención pone en relación a la amazona con Hipólito, la señala como su madre, y ese énfasis, como indica Grube (1961, p. 184), hace hincapié en la ilegitimidad de Hipólito11. Además, el hecho de que no se dé el nombre específico de la amazona y se la mencione sólo por la denominación de su pueblo apunta precisamente a reforzar la impronta bárbara y amazónica de esa mujer, como parece sugerir Barrett (1966, p. 157) en su comentario12. Cuatro veces en 1466 versos pueden parecer pocas, pero resultan fundamentales. Así como también la cuestión de la bastardía de Hipólito es en ocasiones soslayada por tener apenas tres apariciones en la tragedia el término no/qoj (“bastardo”, vv. 309, 962 y 1083; cf. Barrett, 1966, p. 363), hay que destacar que en dos ocasiones (vv. 307 y 309; vv. 1082 y 1083, en una invocación de Hipólito a su madre sin usar la palabra 'Amazon), la condición de bastardo y la madre amazona se hallan estrechamente vinculadas tanto por la cercanía en el plano textual cuanto por una razón de sentido profundo. De acuerdo con la ley de ciudadanía propuesta por Pericles en 451/450 a. C., se tenía por bastardo a todo aquel que hubiera nacido de padre ciudadano pero de madre extranjera (no ateniense). Si bien Fedra es cretense, sus hijos con Teseo son presentados en la obra como legítimos mientras que Hipólito es tenido por bastardo. Puede pensarse que influye aquí el carácter amazónico de su madre – bárbara de bárbaras y por ende representante de la otredad más absoluta para los griegos – para considerar a Hipólito un bastardo y no a los otros hijos de Teseo. Planteado en términos de Ogden (1996, p. 185), el mito de las amazonas “encapsulates a vision of a terrible topsy-turvy world without legitimacy, but at the same time distances it strongly from the world of contemporary Athens, and supports the system of legitimacy” (cf. Iriarte, 2002, p. 131). El énfasis está puesto en la mención de la madre antes que en el patronímico. 11 Stewart (1995, p. 590), cita los versos 306-10 del Hipólito con errores en el número de líneas y en una traducción cuyo origen no especifica, en la que aparece el nombre Hipólita como el de la madre de Hipólito, algo sin ningún tipo de sustento en los manuscritos conservados de la tragedia. 12 MORUS - Utopia e Renascimento, n. 6, 2009 215 hernán martignone Grube (1961, p. 184-5), Mills (2002, p. 65 y 92-3) e Iriarte (2002, p. 160) entre otros. 13 Cf. Vernant, 1986, p. 21-31. Sobre las características de los efebos y su relación con las amazonas, véase Tyrrell, 2001, p. 140-62. 14 Aristóteles, en De gen. An. 767b 6, señalaba que “ciertamente el que no se parece a sus padres es ya, de alguna manera, un monstruo” (“kai\ ga\r o{ mh\ e}oikw\j toi~j goneu~sin h!dh tro/pon tina\ te/raj e}sti/n”). Ahora bien, parecerse demasiado a la madre, en una sociedad donde se esperaba que la mujer diera hijos lo más parecidos al padre posible (porque era la única forma de que el esposo estuviera seguro de que pertenecía a su linaje), es también indudablemente monstruoso. 15 Tyrrell (2001, p. 90) habla de una “antipatía por los bebés varones”. Cf. también Stewart, 1995, p. 579-80. 16 Cf. Iriarte, 2002, p. 14950. Acerca de la utopía de un mundo sin mujeres planteada por Hipólito, véase Martignone, 2003, p. 194-202. 17 No obstante, no todo debe intentar justificarse a partir de esa filiación por vía materna. Así, no acordamos por ejemplo con la segunda parte de la afirmación de Mills (2002, p. 65) según la cual las amazonas conforman “a race of women known for their hostility to men and thus sexuality”, ya que su rechazo de los varones no les impide unirse con ellos para procrear, según hemos visto. Creemos que la actitud negadora de Hipólito en cuanto a la sexualidad (expresada sin vueltas en el comienzo de su célebre monólogo) tiene explicación en parte en su devoción a 18 216 He is a freak El bagaje – por así decir – cultural heredado por Hipólito de su madre ha sido subrayado en diversas ocasiones13. Como señala Winnington-Ingram (1958, p. 176), “Hippolytus is the son of an Amazon (a fact emphasized at salient points in the play); and the poet intends, as has often been suggested, to indicate that it is from his mother that he has inherited his peculiar temperament”. Claramente, Hipólito es un freak, tal como lo define Lucas (1946, p. 68), “because he has no roots in the experience of ancient Greece”, porque es el hijo del héroe ateniense civilizador por excelencia y de una mujer que es exactamente lo contrario de lo que se espera de una griega: una suerte de oxímoron andante, un griego amazónico (y bastardo). El propio Lucas (1946, p. 67), entrando en el debate de si puede leerse un trasfondo órfico en el Hipólito (sobre todo a partir del pasaje de los vv. 952-4), sostiene que las dos características salientes de Hipólito son “his intimacy with Artemis and his passionate devotion to the ideal of chastity”, dos rasgos que no se encuentran en los fragmentos órficos conservados. Lo que no elabora (ni menciona) Lucas es que el culto de Ártemis (junto con el de Ares y el de Cibeles) está íntimamente ligado a la religión de las amazonas, como ha señalado Tyrrell (2001, p. 163) en su fundamental ensayo Las amazonas. Un estudio de los mitos atenienses. Desde ese lugar podría explicarse la afición de Hipólito por esta deidad, además de que su protección le corresponde, en el culto griego, por ser un efebo, un muchacho en tránsito de la pubertad a la madurez14. Al elegir una vida apartada, que transcurre mayoritariamente cazando en los bosques (vv. 52 y 109) o ejercitando con caballos (vv. 111-2), y al optar por el rechazo del matrimonio (v. 14) y de las responsabilidades de un varón adulto (v. 1017), Hipólito decide en gran medida seguir los pasos de su madre amazona y de su venerada diosa virginal y cazadora15. A la vez, quizás el apartarse de la sociedad en la que debería insertarse tenga que ver también con un sentimiento de vergüenza respecto de su madre, como propone Grube (1961, p. 184-5), o – por qué no – de rencor hacia ella si tenemos en cuenta que, entre las amazonas, era costumbre deshacerse de los hijos varones, ya entregándolos a sus supuestos padres, ya asesinándolos16. Algo de eso podría verse como la causa también de la misoginia de Hipólito, quien además sería rechazado por las amazonas a causa de su castidad, dado que ellas se servían básicamente del hombre “reducido al puro papel reproductor que la polis concede a sus mujeres”17. Bastardo para su padre y para su sociedad, varón para su madre y por lo tanto desechable: Hipólito ha de sentirse excluido de todo lugar que suponga para él una pertenencia y entonces da en frecuentar los bosques, en compañía de otros muchachos y de la invisible presencia de una divinidad que le recuerda, a la vez, que tampoco es un dios18. Fedra como amazona A continuación, y habiendo recorrido la construcción de Hipólito como personaje en función de las características de la sociedad amazónica MORUS - Utopia e Renascimento, n. 6, 2009 La antiutopía de las amazonas en el Hipólito de Eurípides heredadas de su madre, veremos dos aspectos que han sido en general dejados de lado por los estudiosos en el análisis del Hipólito. En primer lugar, nos centraremos en la caracterización de Fedra como amazona, tal como la presenta Eurípides apenas aparece en escena. Quizás por estar rodeada sólo de mujeres (vv. 293-4), Fedra se siente en una comunidad femenina pura, sin hombres, lo que la lleva a actuar de manera extraña para los estándares, a sentir la posibilidad de liberarse (vv. 201-2). Poco después (vv. 208-11), expresa el deseo de estar en un espacio abierto, en un “prado frondoso”, algo que la crítica suele asociar “con el deseo que ésta siente por frecuentar los mismos lugares que Hipólito” (Miralles, 1986, p. 111, n. 28). No obstante, esa necesidad puede asociarse también con la libertad de movimiento de que gozaban las amazonas. Luego, la nodriza le llama la atención sobre lo inadecuado de sus palabras, a las que califica de “discurso montado (e!pocon) en la locura” (v. 214). Por medio de esa metáfora hípica se introduce en el texto otro elemento que es característico de las amazonas: los caballos. Fedra, después de expresar el anhelo de hallarse en la montaña y el bosque (dominio de Ártemis) cazando (otra actividad amazónica), invoca a la diosa cazadora (v. 228) para que le conceda poder estar domando caballos. Hay, en todo este pasaje, un fuerte componente erótico porque es claro que Fedra está pensando en Hipólito, y la idea de mujeres montando caballos se asocia con el acto sexual19. Al final del pasaje, Fedra volverá a sus cabales, pero ello no quita que se haya comportado como una mujer verdaderamente libre, dueña de sí (fuera de sí, fuera de su “ser mujer griega”): una verdadera amazona. Fuera de lugar Nos detendremos ahora en la ubicación espacial del reino de las amazonas, que constituye un verdadero “no lugar” (ou} to/poj) para el imaginario geográfico griego, en el sentido de que se encuentra fuera de los límites del mundo conocido (cf. Stewart, 1995, p. 578). Ogden (1996, p. 183-4) ha puntualizado muy bien una serie de cinco distanciamientos del mundo de las amazonas respecto de la Atenas contemporánea20. El primero de ellos, que nos interesa señalar aquí, es la distancia espacial: si en Homero se encontraban en Licia y en Frigia, a medida que se extendió el mundo conocido “las amazonas tuvieron que irse más lejos” porque “la inversión del cosmos (...) no es admitida en la patria” (Tyrrell, 2001, p. 115). Los límites del mundo habitado son, para Tyrrell (2001, p. 116), “literal y metafóricamente la frontera entre la civilización y el salvajismo”, un lugar poblado “por figuras subhumanas y suprahumanas”, que en Heródoto se expresa en la idea de que “Cuanto más remoto fuese un pueblo, más incivilizado sería”. En el Hipólito, los límites del mundo (el Ponto y los espacios de Atlas) se mencionan en dos oportunidades (vv. 3 y 1053): la primera, para señalar el alcance del poder de Afrodita; la segunda, para indicar la extensión del odio de Teseo hacia su hijo, ya que se refiere al lugar al que quisiera enviarlo exiliado: fuera del espacio geográfico conocido. El Ponto Ártemis y en parte –ahora sí en concordancia con Mills (2002, p. 65) – en que Hipólito se juzga superior al común de los mortales. Aristófanes, en Lisístrata (vv. 676-9), establece una directa relación entre la mujer que cabalga, las relaciones sexuales y las amazonas (cf. Henderson, 1991, p. 165). 19 El autor habla de un distanciamiento espacial, de uno temporal, de uno lógico, de uno realizado a través de la oscuridad y de un distanciamiento basado en la incredulidad. 20 MORUS - Utopia e Renascimento, n. 6, 2009 217 hernán martignone (el Mar Negro) marca el límite oriental, la tierra de Cólquide, que es donde – según Esquilo – habitaban las amazonas (Prometeo, v. 415). Es decir que Teseo desea que Hipólito se vaya a la tierra de su madre en la que, según el mito, no sería muy bien tratado21. Conclusiones Hemos querido mostrar en este trabajo cómo, fundada en una serie de inversiones, la antiutopía de las amazonas se erige como principio constructivo de diversos niveles de la trama y de los personajes del Hipólito de Eurípides, conformando uno de los múltiples aspectos que la utopía, en tanto forma de discurso y de pensamiento, toma en la obra. Así, además de la bastardía, el rechazo del matrimonio y el culto de Ártemis (centrales en la personalidad de Hipólito) pueden entenderse como herencia de su madre amazona, al tiempo que la caracterización inicial de Fedra como mujer desbocada y las menciones a los límites del mundo conocido apuntan también a ese trasfondo amazónico que puede leerse en esta tragedia. En el contexto de una sociedad como la ateniense – basada en la legitimidad, la autoctonía y el dominio patriarcal –, ser hijo de una amazona es – por lo menos – problemático. Por eso, no parece desacertado afirmar, con Lucas (1946, p. 69), que “Hippolytus is the most pathologically abnormal character in Greek tragedy”. Bibliografía citada BACZKO, B. Los imaginarios sociales. Memorias y esperanzas colectivas. Buenos Aires: Nueva Visión, 2005 [1984]. BARRETT, W. Euripides’ Hippolytos (Edited with Introduction and Commentary by). Oxford: Clarendon Press, 1966. 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