Pastoral Vocacional

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# 05
15-16
FEBRERO
PARA CATEQUISTAS
¡TOCARON
A MI
PUERTA.!
Tocaron a mi puerta. Y sentí ganas de
abrir. Al principio no sabía de que se
trataba... pero un calor dentro mío
junto con una paz infinita, me decía
que ya era hora de abrir mi corazón a
esa persona, la cual estaba esperando
ser atendida. ¡Y dije SÍ! mucho no
entendí ni todavía entiendo, pero ahí
estabas, mi Señor.
Esperando que mi alma respondiera a
tu Llamado. Y me diste la gracia de
responderte y entregarme para
emprender juntos este camino al cual
hoy me convocas.
Desde ese momento fue reconocer
que caminaba ante Aquel que
reconozco del todo.eso se trata
cuando Jesús toca a la puerta de cada
uno: ABRIR NUESTRO CORAZÓN
H A C I A E L
TOTALMENTE
DISPUESTOS A
ENTREGARNOS
POR COMPLETO.
Hay mucho de
renuncia en esta
entrega y cuesta
sangre muchas
veces.
Pero este camino ¡VALE la PENA! El
seguir a Jesús me dio la felicidad que
siempre esperé, que siempre buscó
mi corazón. Y no importa lo que tenga
que dejar o renunciar, su AMOR está
por delante de todo.
Y sé que El siempre me tiene de su
mano aún en los tiempos de prueba,
aun cuando, a veces, me sienta solo
en mi oración.
Con su amor todo tiene un sentido, un
mirar diferente que me hará seguir
adelante sin mirar hacia atrás.
Dimensión Diocesana de Pastoral Vocacional
Arquidiócesis de Yucatán
Para todos los grados.
LA CONVERSIÓN
Don Enrique quería mucho a su caballo.
Diariamente le gustaba montarlo, y había
designado a uno de sus trabajadores de más
confianza para que lo tuviera siempre listo, y
le tirara el alimento y los cuidados
necesarios para que aquel animal viviera
tranquilamente.
Por aquellas cosas que uno no sabe explicar
y que simplemente "pasan", el caballo de
Don Enrique cayó a un pozo profundo, donde
se pensaba construir una cisterna que
proveyera del líquido vital al rancho de aquel
buen señor…
Hicieron muchos esfuerzos para sacar al
animal, pero todo parecía empeorar la
situación. El caballo sufría, y a Don Enrique
se le partía el corazón…
No viendo otra solución, y tratando de "aminorar el dolor" del animal, Don
Enrique mandó a su trabajador que echara tierra sobre el caballo,
sacrificándolo. Sin embargo, el animal, al sentir la tierra sobre su cuerpo, con
grandes esfuerzos podía sacudírsela un poco, la tierra caía y éste, poco a poco,
pero constantemente, trataba de salir de aquel problema.
Don Enrique se llenó de esperanza. A mayor cantidad de tierra, mayores
esfuerzos, y mejores resultados. Así estuvieron hasta que, exhausto pero
notablemente contento, el caballo salió, demostrando que se pueden superar
las dificultades..."
Confrontar: Seguir a Cristo implica necesariamente un cambio de vida, dejar
morir el "hombre viejo". Pero ese cambio no es fácil, hay recaídas y por lo tanto,
desánimo. De ahí que sea necesario luchar y dejarse ayudar por la gracia de
Dios. Eso sí nunca "tirar la toalla", nunca renunciar ni echar la vista atrás. Cristo
vino para darnos vida abundante.
Frase Vocacional.
“Nunca te rindas ante los problemas.
Deja que Jesús, te guíe.”
Oración final: Querido Jesús quiero creer más en ti, te quiero
confiar mi vida y seguir tu camino. Dame fuerzas para alimentar
mi fe, para hacerla crecer, para que se mantenga fuerte cuando
tenga dudas. Quiero tener una fe grande, Señor, que me ayude a
llevar mucho amor a todos los que me rodean. Amén
Para todos los grados.
LA GENEROSIDAD
Érase una vez un rey que vivía bien su fe cristiana y
que no tenía hijos. Por ello, mando a colocar un
anuncio en todos los pueblos diciendo que
cualquier joven podría aspirar a ser el sucesor al
trono. Pero debía cumplir dos requisitos: Amar a
Dios y a su prójimo. Un joven huérfano leyó el
anuncio real. Su abuelo, que lo conocía bien, no
dudó en animarlo a presentarse. Pero era tan pobre
que no contaba ni con vestimentas dignas, ni con el
dinero para las provisiones de tan largo viaje. El
joven ahorró al máximo y cuando tuvo una cantidad suficiente, compró ropas
finas, algunas joyas y emprendió el viaje. Al final del viaje, casi sin dinero, se
le acercó un pobre limosnero. Templando de frío, le imploraba: “Estoy
hambriento y tengo frío, por favor ayúdeme...” El joven, conmovido, de
inmediato se deshizo de sus ropas nuevas y se puso los harapos del limosnero.
Y le dio también parte de las provisiones que llevaba. Cruzando la ciudad, una
mujer con dos niños, le suplicó: “¡Mis niños tienen hambre y yo no tengo
trabajo!” Sin pensarlo, le dio su anillo y su cadena de oro, junto con el resto de
las provisiones. Entonces, en forma titubeante, llegó al castillo vestido con
harapos y sin provisiones. Un asistente del Rey lo llevó a un grande y lujoso
salón. Cuando alzó los ojos y se encontró con los del Rey. Atónito dijo:
“¡Usted... usted! es el limosnero que estaba a la vera del camino!” En ese
instante entró una criada y dos niños trayéndole agua, para que se lavara y
saciara su sed. Su sorpresa fue también mayúscula: - “¡Ustedes también!
estaban en la puerta de la ciudad!” El Soberano sonriendo dijo: “Sí, yo era ese
limosnero, y mi criada y sus niños también estuvieron allí”. El joven
tartamudeó: “Pe... pe... pero... ¿Por qué me hizo eso?” El monarca contestó:
“Porque necesitaba descubrir si tus intenciones eran auténticas frente a tu
amor a Dios y a tu prójimo. Sabía que si me acercaba a ti como Rey, podrías
fingir y no sabría realmente lo que hay en tu corazón.
Confrontar: El relato nos debe hacer pensar qué haríamos nosotros si nos
topáramos con ese limosnero o con esa mujer pobre con hijos… Papá Dios es el
Rey y a través las personas nos pide ayuda y generosidad. El Santo Padre
Francisco nos invitaen este Año de la Misericordia, a “descubrir de nuevo la
misericordia de Dios para que también nosotros lleguemos a ser más
misericordiosos con nuestros hermanos”. Cristo ya se ha dado generosamente
por nosotros y espera que hagamos lo mismo con los demás.
Frase Vocacional.
“Ayudar al prójimo es una de tantas
maneras de seguir a Jesús.”
Oración final: Jesús amigo: Te quiero pedir que me ayudes
a ser generoso, a compartir toda mi vida con los demás.
Jesús, quiero ser cada día un poco más parecido a Ti,
haciendo obras de misericordia. Amén
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