Los retos de la ciudad contemporánea

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Los retos de la ciudad contemporánea
Reseña de “Las ciudades invisibles”, de Italo Calvino
Alumna: Victoria Vázquez Roiz
Profesor: Mariano Vázquez Espí
Asignatura: Arquitectura, economía y ecología
Máster Universitario en Planeamiento Urbano y Territorial
DUyOT- ETSAM
Los retos de la ciudad postmoderna: “Las ciudades invisibles” de Italo Calvino
El texto
“Las ciudades invisibles”, obra del escritor italiano Italo Calvino, fue publicada por primera vez bajo
el título “Le città invisibili”, en noviembre de 1972 por la editorial Einaudi, de Turín. La edición
utilizada para elaborar esta reseña es la 14ª edición de la serie Biblioteca Calvino, de la editorial
Siruela de Madrid, de abril de 2007. La traducción es de Aurora Bernárdez.
En esta edición se ha introducido como “Nota preliminar” el texto correspondiente a una conferencia
que pronunció Italo Calvino en la “Graduate Writing Division”, de la Columbia University de Nueva
York, el 29 de marzo de 1983. Esta conferencia se publicaría bajo el título “Italo Calvino on Invisible
Cities”, en el nº 8, 1983, p. 37-42, de la revista literaria americana “Columbia”.
La elección de este libro para realizar el trabajo se debe fundamentalmente a que el texto es, como el
propio autor explica en la Nota preliminar, “(...) un último poema de amor a las ciudades, cuando es
cada vez más difícil vivirlas como ciudades”. Calvino añade: “Tal vez estamos acercándonos a un
momento de crisis de la vida urbana y “Las ciudades invisibles” son un sueño que nace del corazón
de las ciudades invivibles” (p.15). En plena era de urbanización global masiva, y teniendo presentes
los graves problemas sociales, económicos y ecológicos que ello conlleva, creo que es siempre
necesario recordar por qué nació la ciudad, cuál es su esencia, para tratar de encontrar ese modelo
de ciudad viable y coherente con la situación actual de nuestro planeta.
“Lo que le importa a mi Marco Polo es descubrir las razones secretas que han llevado a los hombres
a vivir en las ciudades, razones que puedan valer más allá de todas las crisis” (p.15).
El libro es una recopilación de breves descripciones de ciudades imaginarias clasificadas en once
series de cinco ciudades cada una y reagrupadas, a su vez, en nueve capítulos que mezclan diferentes
series, según una temática. Cada capítulo se abre y se cierra con pequeños relatos que narran los
encuentros entre Marco Polo y Kublai Kan, emperador de los tártaros, quien a través de las historias
del explorador pretende conocer su vasto territorio.
Todo en este libro, desde los sugerentes nombres de las series -las ciudades y la memoria, las ciudades
y el deseo, las ciudades y los signos, las ciudades sutiles, las ciudades y los intercambios, las ciudades
y los ojos, las ciudades y el nombre, las ciudades y los muertos, las ciudades y el cielo, las ciudades
continuas y las ciudades escondidas-, pasando por las descripciones de estas ciudades, hasta los
diálogos entre Marco Polo y Kublai Kan, nos invita a reflexionar sobre el desarrollo urbano: ¿qué
retos fundamentales debe afrontar la ciudad contemporánea?
“Creo que lo que el libro evoca no es sólo una idea atemporal de la ciudad, sino que desarrolla, de
manera unas veces implícita y otras explícita, una discusión sobre la ciudad moderna. (...) incluso lo
que parece evocación de una ciudad arcaica sólo tiene sentido en la medida en que está pensado y
escrito con la ciudad de hoy delante de los ojos” (p.14).
La problemática ecológica
Marco Polo recurre a menudo en sus exposiciones a la relación que existe entre una ciudad y su
entorno para describirla.
“Después de andar siete días a través de boscajes, el que va a Baucis no consigue verla y ha llegado.
(...) Nada de la ciudad toca el suelo, salvo las largas patas de flamenco en que se apoya (...) Tres
hipótesis circulan sobre los habitantes de Baucis: que odian la tierra; que la respetan al punto de
evitar todo contacto; que la aman tal como era antes de ellos, y con catalejos (...) no se cansan de
pasarle revista, hoja por hoja, piedra por piedra, hormiga por hormiga, contemplando fascinados su
propia ausencia” (p. 91).
El respeto por la Naturaleza de los habitantes de Baucis es tan profundo que no se atreven a dejar
ninguna huella de su civilización sobre ella. Calvino muestra su preocupación por una crisis ecológica
entonces en ciernes y en su máximo apogeo en el momento actual, en el que, al contrario que en
Arquitectura, ecología y economía / Curso 2009/2010
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Baucis, la destrucción del entorno natural, la incapacidad para frenar el aumento de los gases
invernadero en la atmósfera con el consiguiente calentamiento global y la seria amenaza de
agotamiento de importantes recursos naturales, evidencian ya no sólo la degradación de nuestro
planeta sino la de nuestra propia cultura.
Las reflexiones del emperador, por otro lado, son pesimistas, y nos plantean la disyuntiva entre
desarrollo y sostenibilidad.
“Desde la alta balaustrada del palacio el Gran Kan mira crecer el imperio. (...) la avanzada de los
regimientos encontraba comarcas semidesiertas, míseras aldeas de cabañas, aguazales donde se daba
mal el arroz, poblaciones enflaquecidas, ríos secos, cañas. “Es hora de que mi imperio, ya
demasiado crecido hacia fuera”, pensaba el Kan, “empiece a crecer hacia adentro” (...) “Su propio
peso es el que está aplastando al imperio”, piensa Kublai, y en sus sueños aparecen ciudades ligeras
como cometas” (p.87).
¿Qué es el “desarrollo sostenible”? Asumiendo que en el modelo de crecimiento vigente el desarrollo
económico implica deterioro ambiental, y tras la publicación de “Los límites del crecimiento: 30 años
después”, versión actualizada del informe encargado a Meadows en 1972, y en el que se sigue
ratificando que “(...) no puede haber un crecimiento poblacional, económico e industrial ilimitado en
un planeta de recursos limitados”, parece que algunos pasajes de “Las ciudades invisibles” son
premonitorios.
“Ahora diré cómo es Octavia, ciudad telaraña. Hay un precipicio entre dos montañas abruptas: la
ciudad está en el vacío, atada a las dos crestas por cuerdas y cadenas y pasarelas. (...) Ésta es la base
de toda la ciudad: una red que sirve para pasar y sostener. Todo lo demás, en vez de alzarse encima,
cuelga hacia abajo: escalas de cuerda, hamacas, casas en forma de bolsa (...) Suspendida en el
abismo, la vida de los habitantes de Octavia es menos incierta que en otras ciudades. Saben que la
resistencia de la red tiene un límite” (p.89).
Otros retos de la ciudad contemporánea: la arrogancia tecnológica y la
megalópolis
“Mi libro se abre y se cierra con las imágenes de ciudades felices que cobran forma y se desvanecen
continuamente, escondidas en las ciudades infelices” (p.15).
Las ciudades fantásticas de Calvino representan en su versión “feliz” la ciudad como refugio; son la
manifestación del modo de vida de civilizaciones que aman la tierra en la que se asientan y la muestra
del desarrollo de una tecnología “democrática”, acorde con la naturaleza humana, tal y como abogaba
Mumford.
“Con arte tal fue construida Andria, que cada una de sus calles corre siguiendo la órbita de un
planeta, y los edificios y los lugares de la vida en común repiten el orden de las constelaciones y las
posiciones de los astros más luminosos (...) Cada cambio implica otros cambios en cadena, (...) la
ciudad y el cielo no permanecen jamás iguales. Del carácter de los habitantes de Andria merece
recordarse dos virtudes: la seguridad en sí mismos y la prudencia. Convencidos de que toda
innovación en la ciudad influye en el diseño del cielo, antes de cada decisión calculan los riesgos y
las ventajas para ellos y para el conjunto de la ciudad y de los mundos” (p. 159).
Andria simboliza una “ecología universal”. Sus habitantes no sólo no consideran que el hombre sea el
centro del Universo, sino que relegan sus necesidades, no ya al bienestar de su planeta, sino al del
resto del Cosmos.
Pero el autor también advierte de la fragilidad de los grandes sistemas tecnológicos, imprescindibles
en las grandes ciudades, “(...) que pueden producir perjuicios en cadena, paralizando metrópolis
enteras” (p.15).
Cuando surgen las ciudades “infelices”, se nos revelan los errores de nuestro sistema económico
globalizado, consumismo brutal y despilfarro capitalista, así como los prejuicios y la arrogancia
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tecnológica característicos de la sociedad actual.
“Perinzia –aseguraron- reflejaría la armonía del firmamento; la razón de la naturaleza y la gracia de
los dioses darían forma a los destinos de sus habitantes. (...) En las calles y plazas de Perinzia hoy
encuentras lisiados, enanos, jorobados, obesos, mujeres barbudas. Pero lo peor no se ve; gritos
guturales suben desde los sótanos (...) Los astrónomos de Perinzia se encuentran frente a una difícil
alternativa: o admitir que todos sus cálculos están equivocados (...), o revelar que el orden de los
dioses es exactamente el que se refleja en la ciudad de los monstruos” (p. 153).
Como paradigma de ciudad capitalista que incita constantemente al consumo, describe Marco Polo al
emperador, Anastasia:
“(...) mientras la descripción de Anastasia no hace sino despertar los deseos, uno tras otro, para
obligarte a ahogarlos, a quien se encuentra una mañana en medio de Anastasia los deseos se le
despiertan todos juntos y lo rodean. (...) Tal poder, que a veces dicen maligno, a veces benigno, tiene
Anastasia, ciudad engañosa: si durante ocho horas al día trabajas tallando ágatas ónices crisopacios,
tu afán que da forma al deseo toma del deseo su forma, y crees que gozas de toda Anastasia cuando
sólo eres su esclavo” (p.27).
El concepto de megalópolis, tan recurrente hoy en día, también se refleja en diversos pasajes de “Las
ciudades invisibles”. Italo Calvino considera que “la crisis de la ciudad demasiado grande es la otra
cara de la crisis de la naturaleza”, y define la megalópolis como “la ciudad continua, uniforme, que
va cubriendo el mundo” (p. 15).
“Olinda no es, desde luego, la única ciudad que crece en círculos concéntricos, como los troncos de
los árboles que cada año aumentan un anillo. Pero a las otras ciudades les queda en el medio el viejo
recinto amurallado, ceñidísimo, (...) mientras los barrios nuevos se desparraman alrededor (...) En
Olinda no: las viejas murallas se dilatan llevándose consigo los barrios antiguos que crecen en los
confines de la ciudad, manteniendo sus proporciones en un horizonte más vasto” (p.138).
Olinda se va expandiendo a medida que las fuerzas de crecimiento interno de la ciudad, sus habitantes,
“tiran” de ella, desplazándose continuamente a los márgenes de la misma. Pero existen otras fuerzas
de crecimiento externo, debido a la necesidad de conectividad, transporte, con otros núcleos urbanos,
que respaldan la creación de estas megalópolis. Así el sistema urbano va invadiendo y modificando el
territorio en el que se establece incrementando su entropía, es decir, el desorden y el caos de su
entorno.
“El catálogo de las formas es interminable: mientras cada forma no haya encontrado su ciudad,
nuevas ciudades seguirán naciendo. Donde las formas agotan sus variaciones y se deshacen,
comienza el fin de las ciudades. En los últimos mapas del atlas se diluían retículas sin principio ni fin,
ciudades con la forma de Los Ángeles, con la forma de Kioto-Osaka, sin forma” (p.148).
Conclusiones
“Por todo esto nuestra época replantea la razón de ser de la ciudad, las dinámicas disgregadoras son
muy fuertes y las incertidumbres sobre su futuro, crecientes” (1).
Tal y como afirma Castells “no hay sistema cultural sin una forma propia de organización del espacio”
y, para la humanidad, la forma definitiva de organización ha sido la ciudad, aunque hoy
paradójicamente simbolice la “inestabilidad”. Por eso las consecuencias de la crisis ecológica y los
cambios globales que puedan producirse en nuestro planeta, dependen en primer lugar de la evolución
que sufran las aglomeraciones urbanas.
(1)
Borja, Jordi. “Revolución y contrarrevolución en la ciudad global: las expectativas frustradas por la globalización de
nuestras ciudades”, artículo publicado en el volumen 33 de la revista “Eure”, p. 35-50, 2007, Santiago de Chile.
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“A veces me parece que tu voz me llega de lejos, mientras soy prisionero de un presente vistoso e
invivible en el que todas las formas de la convivencia humana han llegado a un extremo de su ciclo y
es imposible imaginar las nuevas formas que adoptarán. Y escucho por tu voz las razones invisibles
por las que vivían las ciudades y por las cuales tal vez, después de muertas revivirán” (p.146).
El propio Calvino señala que una de las muchas conclusiones que se pueden extraer de “Las ciudades
invisibles” es que no podemos dejar de buscar la ciudad utópica, aunque no la descubramos. Para
encontrarla, es imprescindible entender la complejidad de los sistemas urbanos -las conurbaciones, la
fragmentación del espacio en diferentes funciones, la segregación social, etc.- y sus relaciones con el
entorno.
“El infierno de los vivos no es algo por venir; hay uno, el que ya existe aquí, el infierno que
habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Hay dos maneras de no sufrirlo. La
primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de dejar de
verlo. La segunda es arriesgada y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer
quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacer que dure, y dejarle espacio” (p.171).
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