Joaquín Pano y el puente de hierro de Monzón. María Pilar Biel

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Joaquín Pano y el puente de hierro
de Monzón
MARÍA PILAR BIEL IBÁÑEZ
Tras la primera guerra carlista (1834-1840), España vivió
un periodo de fomento y desarrollo de las obras públicas a través, entre otras disposiciones, de la Instrucción
para promover y ejecutar Obras Públicas de 1845, el
Plan General de Carreteras del Reino de 1849 o las leyes
de carreteras de 1851 y de 1857. Según el Real Decreto
de septiembre de 1860, donde se desarrolla la norma de
1857, en la provincia de Huesca se construirían un total
de 967 km de los cuales 282 km correspondían a carreteras de 1.er orden, 395 km de 2.º orden y 290 km de 3.er
orden; en la provincia de Teruel se preveía la construcción de un total de 860 km de carreteras, de los cuales
404 km eran de 1.er orden, 225 km de 2º y 231 km de 3º;
y finalmente, para la provincia de Zaragoza se proyectaron un total de 1.310 km
de los cuales 540 km correspondían a carreteras de 1.er orden, 390 km de 2º y 372
km de 3º. En este mismo Real Decreto se contemplaba la obra de la carretera de
2º orden de Huesca a Monzón por Barbastro, proyecto que se llevó a cabo en diversas etapas y en cuyo último tramo estaba previsto levantar un puente metálico sobre el río Cinca en Monzón, que
sustituyera al colgante que desde el
año 1844 era utilizado por los montisonenses para el paso del Cinca.
Y así, en 1875 la Junta Consultiva de
Caminos, Canales y Puertos encargó
a la Jefatura de Obras Públicas de
Huesca el trabajo de proyectar un
puente fijo sobre la nombrada carretera, responsabilidad que recayó en
el ingeniero Joaquín Pano y Ruata,
destinado desde el año 1874 en la jefatura de la provincia de Huesca.
Don Joaquín Pano y Ruata era el segundo hijo de una familia infanzona
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afincada en Monzón, los Pano, nacido un 3 de abril de 1849 en esta localidad
oscense. Joaquín, junto con sus hermanos, estudió sus primeras letras en los
colegios de los padres escolapios de Barbastro y Zaragoza completando su
formación superior en la Escuela de Caminos de la Universidad Politécnica de
Madrid, licenciándose en el año 1871 y alcanzando el grado de ingeniero segundo en octubre de ese mismo año. Sus primeros destinos fueron las jefaturas
de Gerona, Tarragona y Orense, en las que permaneció muy poco tiempo e incluso en dos de ellas, las de Gerona y Orense, no llegó a tomar posesión del
cargo debido a los problemas de salud que arrastró a lo largo de toda su vida.
Finalmente, en 1874, llegó a la de Huesca, destino en el que permaneció hasta
su jubilación definitiva.
La trayectoria de Joaquín Pano y Ruata en sus años de servicio activo en la Jefatura de Obras Públicas de Huesca fue fructífera. Diseñó un conjunto de puentes que abarcaron desde los de fábrica (los viaductos de Saganta y Rialvo) hasta los de hierro, con una dedicación especial hacia estos. Así, dentro de las
diversas tipologías de puentes metálicos, Pano y Ruata trazó puentes de vigas
parabólicas o arco atirantado (los de Sariñena y Ontiñena sobre el río Alcanadre, el de Graus sobre el Ésera y el de Monzón sobre el río Cinca) y puentes de
vigas rectas de varios tramos como el de Fraga sobre el Cinca, aunque no abordó a lo largo de su recorrido profesional la tipología de puentes en arco, como
el mismo indicaba en un artículo sobre puentes metálicos que publicó en 1888
en la Revista de Obras Públicas.
De todo este trabajo, destacó su diseño del año 1875 para el puente de hierro
sobre el Cinca a su paso por la localidad de Monzón. Optó, en esta ocasión, por
un puente de arco atirantado o de arco parabólico de tres tramos, tipología muy
poco explorada en esta época por los ingenieros españoles más proclives al uso
de puentes de vigas rectas. Emplazó la nueva estructura en el mismo lugar que
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el colgante después de realizar un estudio detallado del terreno ya que en ese
punto el río presentaba un cauce más estrecho y su orilla izquierda había sido
sometida, en años anteriores, a obras de encauzamiento.
Dividió el puente en tres tramos de 62,40 m de longitud más un tramo recto de
12 m, alcanzando una longitud total aproximada de 200 m y una anchura total
de 7 m, de los que 5 m correspondían al tablero central y 2 m a sendos paseadores dispuestos a los lados de aquel. A la hora de distribuir los tres tramos del
puente le influyó considerablemente la existencia del puente del ferrocarril que
se encontraba 10 m aguas abajo y tenía un total de 186 m de longitud. Este
puente se apoyaba en tres pilas que determinaron la división del nuevo puente
fijo en tres tramos, dispuestos en eje a los anteriores, para que coincidieran los
desagües de ambos y, por lo tanto, el agua no encontrara impedimentos excesivos en las grandes riadas. A estos tres tramos, añadió un cuarto más pequeño,
de 12 m, para evitar la construcción de una de las pilas en el banco de arenisca
y asegurar el estribo sobre la roca de manera que el puente quedara intacto ante la embestida de las aguas.
Diseñó los tramos metálicos con una estructura de bastidores de celosía unidos
entre sí en su parte inferior por las viguetas transversales que sostenían el tablonado del puente. En la parte superior enlazó los bastidores con traviesas verticales y diagonales, o cruces de San Andrés, soldando todas las piezas mediante
el sistema de roblonado.
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Vista general del puente parabólico de hierro en Monzón
El piso del puente era sostenido por hierros zores sustituyendo el sistema tradicional de palastro ondulado. Los espacios intermedios entre estos se rellenaron
con grava gruesa hasta llegar al nivel de suelo asentado con dos capas de firme
y una de recebo. Trazó unas barandillas muy sencillas a base de montantes de
fundición y pasamanos de hierro laminado.
En este puente, Joaquín Pano y Ruata introdujo dos mejoras importantes en relación con otros puentes de esta clase construidos tanto por él mismo como por
otros ingenieros coetáneos, como fueron el sistema de celosías de los tramos y
la colocación exterior de los paseadores. Ambas soluciones significaron una reducción del peso total del puente y una mayor seguridad en los esfuerzos que
tenían que soportar las vigas.
Finalmente, puso en práctica un novedoso sistema de construcción de las fundaciones del pilotaje. Desechó el sistema de pilotaje tradicional que tan malos
resultados había dado en el puente colgado, en concreto con la pila asentada en
el banco de arena, y optó por el más moderno de fundaciones tubulares por
medio de aire comprimido, influido por las experiencias del francés M. Radoult
de Lafosse en el puente de Vichy sobre el río Allier, río que, como indicaba el
propio ingeniero en la memoria, mostraba unas características similares al Cinca.
La construcción de este puente fue larga y compleja ya que el primer proyecto que
conocemos relacionado con el mismo fue firmado en el año 1875, al que siguió
otro fechado en 1883. En ambos Pano y Ruata mantuvo el mismo tipo de puente
aunque en el último proyecto introdujo una serie de modificaciones en determina-
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das piezas que le permitieron, de nuevo, el ahorro de hierro y, por lo tanto,
obtener una rebaja en el coste final del
puente que ascendió a unas 700.000
pesetas. El puente sobre el Cinca a su
paso por Monzón fue inaugurado el 6
de septiembre de 1888 y prestó servicio sin ningún tipo de problemas hasta el 29 de marzo de 1938, día en el
que fue volado por el ejército republicano en su retirada hacia Cataluña.
Por lo que respecta a la peripecia vital de don Joaquín, es preciso señalar los continuos problemas de salud
a los que tuvo que enfrentarse y que
le obligaron, primero, a solicitar su
Puente del Cinca tras su voladura en 1938
baja temporal del servicio en el año
1892 y, después, a mantener su condición de supernumerario durante 22 años.
Sin embargo, esta larga convalecencia, que lo alejó de la práctica profesional,
no lo mantuvo ocioso ya que se refugió en el estudio de las aves y de diversos
idiomas como el ruso o el japonés. En 1913, por fin, se reincorporó al servicio
activo ocupando la jefatura del distrito de Huesca, cargo que mantuvo hasta su
jubilación en 1916, falleciendo un 21 de diciembre de 1919.
Bibliografía
ARENILLAS MOLI, Carlos y BOTANCH CALLÉN, Andrés, «Proyecto de puente parabólico de hierro
sobre el río Cinca en Monzón (Huesca), de Joaquín de Pano y Ruata», Cuadernos, 21 (1994),
CEHIMO, Monzón, pp. 185-189.
BIEL IBÁÑEZ, Pilar, «Un ejemplo de arquitectura en hierro en Aragón: el puente sobre el río Cinca a su
paso por Monzón (Huesca)», Cuadernos, 24 (1997), CEHIMO, Monzón, pp. 159-194.
GERMÁN ZUBERO, Luis, Obras públicas e ingenieros en Aragón durante el primer tercio del siglo XX,
Institución Fernando el Católico y Colegio de Ingenieros de Canales, Caminos y Puertos (Aragón),
Zaragoza, 1999.
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