El sistema de encomiendas en Santo Domingo durante el siglo XW José Chez Checo " La encomienda definida por los tratadistas como el "derecho concedido por merced real a los beneméritos de Indiaspara recibiry cobrar para sí los tributos de los indios que se les encomendasenpor szr yida y la de un heredero, con rango de cuidar de los indios en lo espiritual y temporal y defender las provincias donde fueren enconzendados ': ' jugó un destacado papel en el proceso de colonización del Nuevo Mundo constituyéndose, de hecho, en el medio de esclavización de sus primitivos pobladores. Ahí radica su importancia lustórica y la conveniencia de que se preste atención para entender el proceso de la colonización americana. , 1 I En este breve trabajo se enfocará la implantación del sistema de encomiendas en Santo Domingo, a principios del siglo XVI, y su desarrollo hasta el 1512, año en el que se dictaron las famosas Leyes de Burgos mediante las cuales se intentó poner remedio al proceso de caída vertiginosa de la población indígena que aquella institución provocó. El estudio de la encomienda, como bien lo ha planteado Esteban Mira Caballos, ha oscilado entre aquellos autores que consideran que la misina nació en las Antillas, como Silvio * Miembro de número de la AcademiaDominicanade IaHistoria. 1 Emilio Rodríguez Demorizi. Los Dominicos y las enconziendas de Indios de la Isla Española. Santo Domingo, Academla Dominicana de la Historia, 1971, pp. 25-26. Zavala y José María Ots Capdequí, y otros que consideran, como Ruggiero Romano, que esa institución era netamente feudal. De ahí que haciendo acopio de la bibliografía disponible se tratará del origen de la encomienda; su implantación en Santo Domingo, posterior a los repartimientos de indios; las características que tuvo en el gobierno de Nicolás de Ovando (1502-1509), el significado y trascendencia que tuvo el ilainado Sermón de Adviento, pronunciado por el fraile dominico fray Antonio Montesino en contra de la explotación del indio y que ha sido llamado "el primer clamoi- por la justicia en América, y sus efectos inmediatos como fueron las Leyes de Burgos. El Individuo y el Estado en el descubrimiento y conquista de América Para la época del Descubrimiento de América, España y Porhiga1 constituían dos Estados con regímenes centralistas y con un desarrollo económico atrasado con relación a los demás países europeos. Esa situación era tal que España y Portugal se podían considerar naciones dependientes de otros paises europeos "a pesar del surgimiento de sus imperios zt~bamminosen el sigloXVIy del control que ejercieron sobre esas regiones hasta alrededor de 1824." 2 3 "Los orígenes de los repartimientos y las encoiniendas indianas: algunas reflexiones". En Las Antillas J4ayo~es 1492-1550. Madrid, Iberoamericana, 2000, p 13-17. Sobre Silvio Zavala, ver el capitiilo I de su cksica obra La Encoinienda Indiana. Madrid, Centro de Estudios Históricosl935, y Esiudios Inrlianos. México. Cole$jo Nacional, 1948, pp. 205-224. Stanley J. y Birbara H. Stejn. La herenc~acolonial de América Lu!1i7u México, Siglo X X I Editores, 1972, p. 7. El sistema de encomiendas en Santo Donungo durante el siglo X'I Sólo así se explica que en el proceso del desarrollo colonial los puertos de España y Portugal no pasaran a sustituir en importancia comercial a los de Gé-nova y Venecia que eran los que hasta entonces tenían la primacía comercial. Henry Pinenne, haciendo referencia a esta sih~ación,considera que "la hegenzonía comercial que gozaron hasta entonces cayó en suerte en Amberes. 4 En cierto sentido, eso fue una condicionante de la vida económica, social y política de las colonias americanas. Desde los propios viajes de descubrimientos y conquistas se reflejó la situación particular de esos dos países, sobre todo de España. Todo era propio de una condición interna. Para el Estado español, los descubrimientos no sustituían, por las razones antes dichas, una meta, sino que éstos fueron hijos del aventurerismo particular y propio del momento. Silvio Zavala, al referirse a este hecho, anota que "la conquista de América nofue hecha, por lo común, a base de ejércitos de Estado, szno por medio de capitz~lacionesconcerradas con particulares, en las cuales se establecía que los propios expediczonarzospondrían los costos de la empresa ' , De esa manera, América se convirtió en el nido de todos los aventureros que deseaban echar suerte en viajes de descubrimiento y colonización. - 4 5 - ~ Henry Pirenne. Historia de Euiopa, desde las ini~asioi7esal siglo ,YVI, Sa reiinpresión. México. Fondo de Cultura Económica, 1996, p. 386. Silvio Zavala. Ensayos sobre la colonizaciói7 española en Ai~zérica.Buenos Aires, Einecé Editores, S.A., 1944, p. 123. El mecanismo de las contrataciones lo explica muy bien Francisco de Solano al decir: "La Corona concedía la esclr~siiwde wza empresa a zm parficulal: o par/iczilares, por llzedio de zllza capi/z~laciórt,,qere se la hahini? pedido. La p a n mayoi.ia de estas expediciones,fi~eronmislas, con arficipaci!n conj7117ta del Eslado y de la empresa de ahr que estas caracferísficas haga11 e las expediciorze.~ (de Toda la política de descubrimientos llevada a cabo por el Estado español estuvo formulada en los términos de contratos realizados con particulares. Esto obedeció a la realidad interna que vivía España, producto de la Guerra de la Reconquista y, sobre todo, por la vigencia de un centralismo estatal cimentado en los más rancios criterios religiosos. Está claro que esta simple situación explica el curso que siguieron los hechos en las colonias. Ese modo de descubrir y conquistar trajo para EspaTa muchas complicaciones, entre ellas la lentitud en las conquistas. Stanley J. y B. Stein afluman que "los españoles se tomaran entre setenta y oc/?enta años para ocupar 10 que habría de ser su imperio en América. Sepasuron alrededor de doscientos años de ensayos y error para estc~blecerlos elementos esenciales de tina economía colonial." ' Todo eso sucedió porque gobernaba en España Lma nobleza guerrera y latifundista con todos los privilegios que ello implicaba, lo que, en definitiva, castró el surgimiento de una burguesía, como asegura Bosch cuando a f m a c.,"España salió de la Baja Edad Media y enw6 en la ELíad 1LLL descubrimiento, de conpisra, de poblamiento) coiniencen siempre con el con! I omiso jurídico de la com osición de 10 empresa, de f ' carácter . pronzcnciaro conrraclual o&ando a ai~ibrrsparles (E,stadoy particzrlares) y que se reparten cargas y be~ieficios.En la capirlrlacióri se establecían la exclusiva de la pe/icionario, los limites del territorio que se incorporar a la Corona de España, algunas condiciones -fijación de una ruta, presenci3dP olg~irzos firncionarios (de hacier7da. escribanos)- y la oúliga/oriedad de $r~idaciÓn de ndcleos urbanos, ya que s~pondríael gerr?ier? cle fi~flirasentidades políticas. Ese concesioi7oiio quedaba como efe de la expedición, encargándose de su oi-ganización,procerran o su jinai~cian~ieizto rec111tod: personal. En Proceso I?is/Órico.al conqzristado. ~$ción coordinada por Francisco de Solano. Madrid, Alianza Editorial, 1988. p. 17. 6. Stanley, J. y Bárbara H. Stein. Ob. cit., p.30 d , I El ststema de uicomendas en Santo Dommeo durante el sido X?? Moderna regida en el orden económico y social, por una nobleza guerrera, latifundista y ganadera, no por una burguesia. 7 De esa manera, el ilusionismo de la obtención fácil de las riquezas primó en la conquista y colonización de América. Los hombres y los personajes que iniciaron los viajes a América no vinieron dispuestos al trabajo arduo y emprendedor para producir una industria y un comercio prósperos de capitales. Sus objetivos estaban ceñidos a la pronta adquisición de riquezas por medio del pillaje fácil y obtener, de ese modo, un ascenso social qel que carecian en la metrópoli. Por eso, no ha de extrañar que la propia m o n q u i a española fomentara los tit~ilosy designaciones propios de la Edad Media. Tal como afirma una autora "fue asá conzo la vieja Edad Media Casfellana, yu superada o en trance de superaczón en la Metrópoli, se proyectó y continuó en estos territorios de América." 7 Juan Bosch. Composición Social Doniinicana, Hi.s!olia e Interprefacidn, 1" ed. Santo Domingo, Lm resora Arte y Cine, 1970, p. 6. (Colwción Culhua, Volumen Evalina Acosta. APerspectiva Histórica de la Géiiesis y Evolución del Derecho Espafiol en Indias, RevistaDomii~icona dedntropología e Historia, a30 11, vol. II,No.4, UASD. Santo Domingo, 1972, p. 7. Sobre el espíritu que animaba aniuclios de esos conq~iisiadoresson muy reveladoras las reflexiones de Sergio Villalobos R. en su obra Puro zrna meditacihn de la Coi?quista.Santiago de Chile, Editorla1 Universitaria, 1989. p. 25; también las de Eugenio Fernández Méndez, "La Encomienda y Esclavitud de los Indios de Puerto Rico, 1508-550". En Anuario de Es1udio.s Anzericunos, XXLII. Sevillg 1966, p. 377. Véanse, también a An-el Rosenblat. "Base del espafiol de América. Nivel Social y ?ult~iralde los conquistadores y obladores". Revista de Indias. Año XXXI, julio-diciembre 1471, Nos. 125-126, pp. 13-75 y José María Ots Capdequi. Manual de Hisioria del Dereel70 Español en las 1ndia.s y del Derecho ropianzenfe indiano, 2" ed., 2 tomos. 1945, pp. 153 y SS. Buenos Aires, ~ditoriaf~osada, 8): 8 Así se vio el Nuevo Mundo plagado de aqnellas instituciones que daban vida a la nobleza española. Se trasplantaron ins~tuciones,modos de vida y costumbres de una forma mecánica. Así fue traída, como pare de este movimiento, esa institución denominada encomienda. Pero, qué era la encomienda, cuál fue su orige~iy cómo se desarrolló en América, sobre todo en Santo Domingo? Los capítulos que siguen'tratarán de dar respuestas a estas preguntas. Orígenes de las encomiendas Cuando se hacía hincapié, de ima manera general, en las maniobras que se realizaron para el descubrimiento de las tierras americanas se lia señalado que casi todas ellas fueron llevadas a cabo con un criterio individualista y. por supuesto, privado. Se decía, además, que estas acciones las Iiacian, en búsqueda de un ascenso social, aquellos qiie ocupaban los estratos sociales más bajos en la metrópoli. Pero, ¿cómo lograba ese aventurero su posición anhelada? No debe olvidarse que al descubrirse un temiorio éste pasaba a formar parte del Estado que permitia tales acciones. En este sentido, España era dueña de los territorios que sus navegantes y aventureros descubnan con los ciiales realizaba ciertos convenios llamados capitulaciones. Estas capitulaciones conferían al descubridor prerrogativas y, al misino tiempo, le exigían ciertas obligaciones. Esas prerrogaiivas del descubridor y colonizador donde tuvieron su expresión más acabada fue en la institución que se ha llamado encomienda. La utilización de esa institución para tales &es no fue el producto de las necesidades de la época sino que ya era una práctica que existía en la propia metrópoli. Originalmente no se le llamó así, sino repartimiento. Ots Capdcquí, tina de las autoridades en el estudio de este tema, llega a decir que 10 que l El sistema de cncomiendss m Santo Domingo durante el siglo 17'1 1 1 , N l 11 ' I en América se conoció on,&anamente como repartimiento y luego como encomienda. en la Península se inició con el nombre de aprisio, que era "una utttorizc~ciói7qzte el monarca concecliu a algunos de los noble5 que le habían uconzpafiado en Icr~ I~ccha.~ mrliiares de Iu Reconyzrisla pura que, a szr an?paro, pudiera ocupar ztna extensión mayor o menor de tierra 9 De esa manera, esa institución nació como expresión del reconocimiento que el antiguo jefe militar de la Peninsula hacía a su colaborador. Era un donativo en tierra y "rólo czrnndo la ocupación se prodztcíu y cuando 10 tierra se poblaha. se consolidaba Icr rei'nción jzrí~hcude dominio, de señorío, con respecto u lcr tierra así octlpcr~/c~como prosigue afirmando el referido autor. Evidentemente, estas eran costiimbres que habian echado raíces en la Península y que la propia Corona quería estructurar en los nuevos territorios coi1 el fm de realizar una política más unificada y a tono con sus experiencias previas. ". Por otra parte, el repartimiento tuvo o surgió con otra modalidad en la Península. Cuando los pequeiios propietarios no podían satisfacer sus iíecesidades y el propio Estado español no encoiltraba corno solucionarles sus problemas, éstos buscaban "a7rxilio de algzin sefior poderoso por via de encorneiirlnción, que cttando se hizo colectiiinmentepor todos los hahitn17teslihres de zrn lugar a un señor o o urinfarnilin de sefiores, dio origen n Io.r teiriforios de beizefirctoria o belzetrins, ypor últii~o,grandes ex~efzszone~ tle tierrrtr qtte se n'cs~gtinboncon el nonibre de tierr.as renleizgns o de realeizgo, 9 .losé M. Ots Capdeq~ii.El régi17iende la tierra eii !u América es~~rñolodzirun~e el períoclo colo~~iu!.Ciiidad Trujillo, diversidad de Santo Domingo, 1946. p. 43. tierras que pertenecían al rey, pero el rey como un señor más, no como jefe del Estado ".lo Como se nota, las encomiendas existían ya en España. Se caracterizaban, en la mayoría de los casos, por el vasallaje a que era reducido el dueño del terreno. Mas, existían ciertos prerrequisitos que un sistema de encomiendas debía llenar, los cuales eran encauzados por la Corona, lo que determinaba en última instancia su realización. Obedeciendo a esas costumbres, con un marcado matiz feudal se pusieron en práctica las encomiendas en América. Por medio de ellas la Corona Aencomendaba o cedía al colonizador pueblos indígenas para que éste los administrara. Así, se despertó en la propia metrópoli el deseo de venir a las nuevas tierras con el propósito de obtener nquezas de una manera fácil, constituyéndose las encomiendas en la base económica fi~ndamentalde las nuevas colonias. Al respecto, afirma el anterior autor que "la base económica más inzportanfey general sobre Ia cual descansó foda la naciente a~~istocracia de los nuevos territorios, desde sus rasgos más huinildes a los mbs eelei~ados, fue lu encomienda de indios. I I De esa forma se obtenían privilegios y nquezas que no se podían obtener en la metrópoli a costa del trabajo. El Estado español garantizaba, de esa manera, el poblamiento y el desarrollo de las nuevas tierras. La acción individual se veía premiada con la cesión de territorios donde podrían obtenerse cierlos bienes y riquezas. Lewis Hanke define las encomiendas afirmando que "la corona española enfregaba o Aencomendaba indios a los 10 11 Ibidem, p. 20 José M. Ots Capdequí. "lnstituciones sociales América Española en elperiodo colonial". Argentina, Universidad de la Plata, 1934, p. 35. El sistema de encomiendas en Santo Doruinso durante el sido X?rl españoles, que se convertían en encomenderos, y esta concesión daba a los españoles el derecho de exigir trabajo o tributo de los indios. En compensación, lo,r encomenderos estaban obligados a proporcionar instrucción religiosa a su.! indios y protegerlos. A medida que el sistema re desarrolló, los encomenderos contrajeron también una obligación con el rey: Irx de dejender la tierra."" Como puede notarse, el sistema de encomiendas poseía matices feudales en el que los indígenas estaban sometidos a cierto vasallaje. Está clara la similitud que existía entre esta institución y la impiantada en la metrópoli, sobre la cual se hizo referencia anteriormente. Repartimientos y encomiendas de indios en Santo Domingo El proceso de colonización se enrumbó desde sus orígenes con los repartimientos de indios, siendo el primero "que se registra en la historia de nuestra colonización el instituidopor el propio descubridor de Amirica en 1498, del queformaronparte trescientos indígenas ". l 3 Aunque esa primera acción de Colón de repartir indios fue condenada por la Corona esp&ola, eso no detuvo su posterior legalización. c..) c..) Lewis Hanke. La Lucha por la Justicia en la conquista de Amérrca Buenos Aires, Editorial Sudamericana, p. 43. 13 José M. Ots Capdequí. Instituciones Sociales...., p. 71. Véase, también a Antonio del Monte y Tejada. Histuria de Santo ~01n717g0 Tomo 1, 3 " e d . Ciudad Trujillo, Impresora 12 Dominicana, 1952, Cap. XIII, pp. 354-366 (Biblioteca Dominicana, Seire 1, Vol. VI). repartieron indios para el cultivo de las tierras, para la gztarda de los ganados, para el laboreo de las minds, para la ejecución de las obras públicas, y en generalpara toda clase deñniéndose en las colonias de actividades económica~':'~ dos gmpos sociales bien diferenciados: el de los indios encomendados y el de los encomenderos. El sistema de las encomiendas fue implantado en todos los territorios conquistados y colonizados por España. A1 respecto, dice Ots Capdequí que "en efecto, a poco de comenzada la conquisfa del Perú, ya se hubo de conceder a Pizarro en uiz capítulo de carta de 1529, autorización basfante pora que pudiera repartir los indígenas sometido^."'^ A Hernán Cortés, en México, también le fueron dadas prebendas en este sentido. Una vez encomendados los indios, éstos se veían obligados apagar impuestos como vasalios del rey, ya que "la encomienda tiene su findamento legal en Za obligación de pagar impuestos que recaen sobre los indios tan pronto son vasallos lib~esdel rey de CastílIa."'6 Ahora bien, los indígenas no pagaban ese tributo al rey sino que el encomendero era el beneficiatio directo del mismo, 14 José M. Ots Capde uí El Estado español en las Indias. Económica, 1957, p. 28. Sobre el México Fondo de encomendero antillano, uede verse a Alfonso Garcia-Gallo. Estudios de Hsfo~riad e P ~ e r e c h oIndiano. Madrid, instituto Nacional de Estudios Jurídicos, 1972, pp. 516-522. 15 José M. Ots Capdequí. Instiluciones Sociales... p. 82. Véase, también, Mario Góngora. E¡ Estado en el Derecho Indiano. Santiago de Chile, 1951, p. 108. Para el caso de Santo Soln en el siglo Domingo, véase a Franlr Moya Pons, LQ W I . Santiago, R.D. Universidad Católica adre y Maestra, 1971; y Wenceslao Ve a Boyrie, Historia del Derecho Donzinicano, 2" ed. ~ a n t o b o m i n ~INTEC, o, 1989, pp. 37-41. 16 J. Vicens Vives. Historia Social y Económica de España y América. Tomo 111. Barcelong Ediciones Teide, 1957, p. 808. cA& 97 El sistema de mcommdas en Santo D o m g o durante el siglo XTT 1 l como señala Vicens Vives: "el beneficiario (encomendero) cobra y dzsfruta el tributo de sus indios; en drnero, en especie (alimentos, tejidos, etc) o en trabajo (constrzrcción de casas, cultivo de tierras o cualquier otro servicio. ,117 ¡ l l Por lo general, la encomienda facilitaba la fuerza de trabajo junto con la propiedad. De tal manera existía esta ligazón de la propiedad de tierra con laposesión de indios que, en mucl~os casos, lo preciado no era poseer tierra, que abundaba por doquier, sino poseer indios para trabajarlas. I I I El sistema de encomienda .estaba ligado, por lo visto, a todas las actividades económicas de las colonias. De seguro que el tributo estaba vinculado a la posible adquisición de nuevas tierras por el encomendero. Stanley J. y Bárbara Stein afirman que "lo que fue esencial par9 la creación de la sobre todo, para el desarrollo de la hegemonía española haciendajüe el tributo amerindio a la sociedad bajo la,forma de pagos en especie o en habnjo ". Por otro lado, "los indios araban, cultivabany cosechaban la tierra de los ntrevos amos españoles " c...) '* . La encomienda era la que facilitaba los recursos para obtener la tierra, ya que, como se anotó anteriormente, la tiei~a nada valía pues "el valor inicial de estas tierrasfue muy bajo, y nulo si no se disponía de mono de obra .,919 Otro aspecto que hay que destacar para la cabal comprensión del problema que se plantea es el referente a la temporalidad de la encomienda. En LUI principio, la 17 Ibídem, p. 408. Ver, además, Silvio Zavala,: "Los trabajadores antillanos en el siglo XVI". Revzsta cle H~storinde A~irérfca, No.3. México, Instituto Panamericano de Geografia e Historia. 1938, p. 72. 18 Stanley J. y BárbaraH. Stein. Ob. cit., p. 39 19 J. Vicens Vives. Ob cit.. p. 414. encomienda podía ser heredada, pero durante un limitado período de tiempo. Luego, se fue extendiendo hasta adquirir períodos considerables al ir "el derecho de transmisión hereditaria extendiéndose hasta tres, cuatro y hasta cinco generaciones en Nueva España, en tanto que su indefinida prolongación de ipso facto (..) parece haberse aceptado en otras partes. "20 c..) Ots Capdequí lo confirma cuando asevera que "se llegaron aposeer en Nueva España las encomiendaspor una quinta vida." En otros términos, eso quiere decir que la posesión se hacía indefinidamente. De ahí que creer que las tierras que los encomenderos obtenían por encomiendas no llegaban a poseerlas es suponer una cosa que los hechos no confirman. Por medio de la encomienda el encomendero llegaba a poseer la tierra aunque no como cuando la adquiría por merced o donación de la Corona. La única diferencia entre las dos posesiones era que una tenia el visto bueno legal inmedratamente, mientras que en la otra el tiempo determinaba la posesión. En definitiva, esto revela la íntima relación que había entre encomienda y posesión de la tierra. " El poder económico del encomendero y de aquellos que desempeñaban funciones burocráticas, los facultaba para adquirir la tierra y constituirse en los poseedores originarios de los grandes terrenos, ya que era "lógico, por tanto, qzte encomenderos y funcionarios Besen los primeros propietarios relrales, e (iniciaran) un lento proceso de acumtrlación de tierras que alcanzará su apogeo en el siglo XVIII. l2 - 20 21 22 Silvio Zavala. Los Trabajadoresonfzllanosen elslgloX2/1 , p. 35. JoséM. 0tsCapdequí.LasInshf~iciorzesSociaZes. ..,pp. 87-88. J. Vicens Vives. Ob. cit., p. 414. El sisiema d e encomiendas en Santo Dotningo durante el slglo XT71 Esa adquisición de la tierra, como se ha hecho notar anteriormente, era determinada por el propio repartimiento en virtud de la posesión o el dominio del terreno. 1-Iay que resaltar, además, que la posesión exagerada de terrenos no se adquiría por medio de la merced o donación real, sino por la compra. Esto así porque la propia Corona llegó a dictar medidas para limitar el latifundio. Ots Capdequí es claro en este sentido cuando afirma que Ase quiso así (poniendo límite a la posesión de la tierra) atajar el vicio del Iatrjiindio que, al amparo del desorden que Sor-osam mente hubo de prevalecer en la efapa inicial del descubrimiento, se había ya rnanife~indo.'~ Puede apreciarse que las grandes cantidades de tierra no eran cedidas sino compradas. Así nació el latifundio unido a lo que se contrapone hoy, lapequeña propiedad. en ese entonces, en manos de los indígenas. El encomendero era el único que, pasado el tiempo, poseía capacidad económica para adquirir los terrenos cuyo apoderamiento estuvo vinculado también a la gran compra por medio de la ~ubasta.'~ Esta situación, unida al desconocimiento que decde los orígenes de la colonia mantuvo el colonizador por los asuntos legales, sobre todo los referentes a latierra, creó una sitnación muy particular, ya que "los descubridores, los colonizadores con frecuencia habían actuado al margen de esa política y habían creado un estado de hecho frente al problema de la tierra que no se acomodaba en todas sus manifstaciones al estado de derecho que había querido crear el gobierno de España "" 23 . José M. Ots Capdequi. El Régimen de la lerrencia.. p. 51. (Paréntesis nuestro). 24 Ibidem, p. 54. 25 Ibidem, p. 68. hicluso la desobediencia legal no sólo se manifestó en lo relativo a la propiedad de la tierra sino también en el trato qi-se dispensó a los indios. Para nadie es un secreto el hecho í que el indio americano, sobre todo el antillano, se vio sometic con el sistema de la encomienda a la esclavitud mas despiadada, tanto en el trabajo minero como en el agrí~ola.'"~ Las encomiendas en el gobierno de Nicolás Ovando El estado de semianarquía existente, la falta de autoridad imperante y la explotación impuesta por los colonos fueron los resultados de la gestión de Francisco de Bobadilla, sucesor de Cristóbal Colón en el gobiemo de la Isla de Santo Domingo. Como eso en nada beneficiaba económicamente a España, ésta decidió sustituirlo en 1502. '' Llegó entonces a la Isla de Santo Domingo fiey Nicolás de Ovando, como nuevo gobernador, quien se presentó con órdenes precisas de terminar el desorden existente. Estas recomendaciones dadas por los Reyes Católicos tenían por objeto la centralización administrativa de la ~o!onia.'~ 26 27 28 Efrén Córdoba. "La Encomienda y la desaparición de los indios en las Antillas Mayores". Cmibbean Slztdieu, Vol. 8 , No.3, octubre de 1968, Universidad dePuerio Rico, pp. 30 y SS. Sobre las inshicciones dadas a Bobadilla, véase la Real Cédula en Navarrete 1, doc. No.CXXXI1, p. 447 y CODOíN.AM. OC. 1 38, pp. 430-43 1. Una buena síntesis de la organización de las Indias durante el gobierno de Ovando (1502- 1509) puede consultarse en Carl Oríwin Sauer. Descubrimrenlo y riominac~ónespañola riel Caribe. 1" ed. en español. México, Fondo de Cultura Económica, 1984, pF23-242. H a c e r años fue publicada la obra de Esteban ira Caballos. icolbs de Ovando y los orígenes del szstema español, 1502-1509. Santo Domingo, Centro de Altos Estudios Humanísticos y del Idioma Espaiiol, 2000, con originales y valiosos aportes sobre el tema. El sistema de encomiendas en Santo D m g o durante el siglo XTq Uno de los primeros pasos dados por el Gobernador fue terminar con la introducción de los negros que entraban a servir de esclavos al igual que los indígenas. Fundamentalmente, Ovando quería evitar, como se decía, que Alos negros pudieran enseñar malas costumbres a los indios". L a Corona, preocupada aparentemente por la Acristianización de ellos y las buenas costumbres, aceptó tales disposiciones del ~obernador.'~ Ovando comenzó a dar sus primeros pasos organizando a los indígenas para la explotación de las minas de oro. Con el pretexto de evangelizarlos y educarlos se las ingenió diciéndoles que debían ser trasladados a distintos sitios que en realidad vinieron a ser puntos mineros. Los indígenas estuvieron bajo el control de una mayona de colonos, venidos a la isla junto con el Gobernador, los cuales inmediatamente se entregaron a la búsqueda y lavado de oro.30 Podría decirse que esa fue siempre preocupación de la Coona española. En anterior instrucción dada por los Reyes Católicos al almirante Cristóbal Colón se decía: 'Przmeramente. I. O~te como efq.7 e17las Oichuv yslur, I ) i o ~(/i~erte~alo. prcclrr<v.s . r ~ n ro(lodtlr~encia(fe utiimar r uiraer a los ~~o/w.alesrle Iur <I~cl?u.s Ynn'ios afodoPuz e uietzrd, e que nos aya17de se~ltb.e eslar so 177testrosenorio e sztijecion beninoinente,eprincipalmente que ) ~ a ellos y a los se coizuierlor?a nzleslra sanlafee c a t ~ l i c oque zle un de yr a estar en las dichas ndias sean adminish-ados ?os santos sacrumenfos por los re&iosos e clóigos que ailú estan efiere17:por 117anei-aqzre Dios nuestro Señor sea sei-ztido y sus conciencias se aseguren". Publicada en Navarrete 1, doc. No.CIV, pp. 409-412 y en CODOIN. AM. OC. 1 38, pp. 355.364. 30 A ese respecto afirma Magnus Morner: "Esta Sociedad tenia, de manera naiurai, un curúcter dr~alista.tratáiulose de dos categorías: cristianos c inrlios. Para la buena policía de ambos grupos tenían que vivir concentrados. Ya en 1501, los Reyes Catolicos advirtieron que los cristianos en His aniola no debían vivir derramarlos... Efrdivamei?te, en f503 la Corolza. al enviar nztevas di.denes a Ovai7do sentó el principio de que tambiói los indios 'Se reparfan enpzreblos en ue vivan jzmtmnerzle. y que los unos no estén 171 anden la o s de los otros por los in017ies. En esiilos pueLilos, ca n.fmlí7llia indfn 29 " 3 Ovando tuvo muchos problemas no sólo con la disposición de impedir la entrada de negros a la colonia, sino con los propios colonos que se encontraban en la isla, los cuales vivían a sus mchas y prácticamente la dominaban. Cuando éstos se dieron cuenta de cuáles eran las verdaderas instrucciones del Gobernador que debían cumplir, entre ellas las de pagar inlpuestos, respondieron de una forma violenta conra el alto dignatario. Ante esa situación el Gobernador no ejecutó inmediatamente las órdenes recibidas de la Corona española sino que fue aplicándolas en forma gradual demodo que en el año de 1505 ya tenía el control absoluto de la c~lonia.~' La situación de los iudígenas bajo el sistema esclmista implantado por el gobernador Ovando se tomaba cada diamás desastrosa, ya que muchos de ellos morían al no serles posible soportar tan ignominiosa situación, niientras otros se suicidaban3' y las madres utilizaban brebajes para no tener dehfa tener su casa propiapara que vivaii.~estén segiín~: de la nratrera que tieraen los vecinos de estos nuestros Xernos". Cada uno de los pzieblos de0iu ponerse bajo la tutela y jztrisdicción de uiz vecino cspafiol.Los indios serían pue.stos e12 policia a/ Itacérseles adoptnr las costumbres rle los espalioles. Sz1.s dirigentes debían esforzarse para ~ u los e i~atur.alesse vistan y anden como Izombres razortrtiles y hasta debían procurar que algur~os cristianos se casen con a$wnas mujeres irirlins, y las nirijeres cristianas con algunos rii(lios, porque los uriosy los otrosse comuf7iql¿eny enseñen,pc~rnser doctrinarlos en 10s cosas de nuestra Santa Fe Católica, y asimismo corno Iabrert sus heredades y entienflan en las hacieitrlas y se hagan los dicIros iridios e N~dias/ h o m h ~11 ~ ~ mujeres rle razórt. ' En Estado. razas y carnbio social e n fa Hispai?omnérica Colonial. M&xixico, Secretaria de Educación Piihlica 1974, pp. 9- 10. Véase, también, a Roberto Cassá. Los Indios de las A~ztillas.Madrid, Editorial Mapfre. 1992, Cap. IX, pp. 197-2 15. 31 Esa situación está bien descrita en laobra de Úrsula~amb.&y Nicolás de &ando, Gobernador de las Iiuhos Santo Domingo. Sociedad Doininicanade Bibliófilos, Inc. 1977, pp. 95 y SS. 32 Cobre la rniiene de los indígenas son csclarccedorni las palabras de Gcorg Fricdcrici cuando afinna. Otru rnunrru de ~ a r i ~ a r ~ El sistema de encomiendas en Santo Donungo durante el siclo S771 hijos. No obstante, Ovando, queriendo mantener el control sobre la colonia, la emprendió contra el caci ue de la provincia de Higüey y más tarde contra Anacaona.9 3 Los resultados de la política ovandina se hicieron sentir en la producción minera ya que decrecieron los beneficios. Ante eso, Ovando escribió a la Corona informando tal situación, desvirtuándola, al decir que los indios se fugaban a los montes y que no cperían trabajar.34 33 34 causarse la muerte jicndcíbaie, por últinzo, en ese estado de Úmnio a aue se da el nombre de Adeureslón moral el rnclro atre lurriu 111 i i e o h a ~ í jde ~ i morir o qz~e'crcc~iiorirsesir? ~.e~ncdio. ripirn ~ < / I . < - / ~ I , ~ I I P ~n ~ ~hI r~ ~ I Fv í ~ i ~plazo, r i o s/n ylir, ~iu(lciILI~.I.ICI.IIU vrizpa a proitocor o acelerar su rnzlirte. Toles iraiz los medros a y r ~ c ' ;.ac;/>-riar7 lus rnd~osnco~odoiovpor los 11iu1n.swu/»sy los i.ro/er7o;1vrle qire /?S 17acia11oI)/PIo 10,s ~ I I ~ O P L ' U Spara . /I~IV~II:Y~' de la vida. qi~e170 era ya, para ellos, m-cis qzie un¿/ caixa. Dábni7n,lse, en eslas connn'icior7es, casos de szricidio en masa de t r i b i ~en/ei.as, corno lo derntcestm, no sólo el resiinlotlio del Pudre las Cosas, de qzrien tanto se recela, sii?o, inclzcso, entre o!ro.iov, el de szl rabioso enenzigo, el historiador Oviedoy T'aldis, cuyo nonlbrejamcis mienta el obispo de Chiapas sin ocz~s~r.10 de parcialidnd en favor de los conyzlisrodoresy e17 contra de los indios Los urzracos de las Grandes A17tillas y de lus Baha?17as se dieron la nzzrerte en masa, llevados de su desesperación, ingiriendo zznno de yuca o ahorcaildose ". En El curcicter del desczrbr~mientoy de la cotzqteisra de América. México, Fondo de Cultura Económica. 1987, p.252. A esas catlsas habría que sumarles las múltiples enfermedades que surgieron del contacto español-indí ena Véase: "La Guei-ra Microbiaria: El Efecto mas devasta& del Encuentro de Dos Mundos", de Manuel Garcia Arévalo en su obra Sanlo Domingo en ocasión del Oiri17toCentenario. Santo Domingo, Comisión Doniinicana &l Quinto Centenario, 1992, pp. 229-243. Sobre !a horrenda matanza donde Anacaona fue ahorcada véase Ursula Lainb. Ob. cit., capítulo Vi, pp. 95-1 10. Eso lógicamente formaba parte de la mutua visión rejuiciada que existió entre los españoles y los indigenas. ynteresante trabajo que enfoca esa realidad es el del emdito profesor de Yale University José Juan Arrom titulado 'Las Primeras Imágenes O uesias y el Debate sobre la Dignidad del Indio". En De ~ a / a R -ya Obra en e/ Nuevo Mundo Tomo 1. Imágenes CLÍO 165 Asi, la Corona ordenó a Ovando que obkigara a trabajar a todoslos indios que tuviera bajo su dominio. Desde luego, esta disposición trajo como consecuencia las protestas de los pobladores. Pero al fin y al cabo, Ovando resolvió la sitx~acióii. El plan de repartimientos de l a Corona, realizado por Ovando, tenía por objetivo, como antes se ha afirmado, la centralización económica de la isla, ya que una administración de ese tipo permitia un enriquecimiento más rápido, aunque acarreaba un decrecimiento de las fuerzas de trabajo aborígenes." Para remediar dicha situación se reinició de nuevo la entrada de negros esclavos a la isla. Así vemos que al desarrollo del coto minero le fueron necesarias las fueizas de 35 interétnicas, Madrid. Siglo XXI editores, 1992, pp. 63-85. Son también muy ilustrativas las siguientes palabras de Pierre Vilar: "Esto c o m e ~ por ó el drenaje del oro existente e,n el rerrilorio dejoyas. P. Cl7aunu estima que eri dos o [re<;ufios se drenó iodo el oro I oducfdopor los indios de las Islas en mil anos. '' (Seville el &lantique. t. 8, vol. I, París 1959, p. 510). "Una iwz esta colecta tenninada enz iezo la prodzrcció17 de Placer El oro es de ahivión. Hqv que f;r,a~-la arena mo~erlci en bateas. Mano de obrafo~iudir.a inenirdo jeineiiii~a, e.stá sometida a este nabajo desde la salidn liasta lapziesta del sol, Quizá no es ~igolador;pero desriaye el eqzrilibriu del trabajo a ~ í c o l aanterior y suprime las cosechas de subsis~encicr;el trabajo cantirzuo esiá, tainbién,por encima de 1as.firenu.s de la de alirne17tacióii (le ao7a mano de obro, en 10,s cundicioi~e~ eco17ornía uoco desarrollada. De ahí un 11ii17tJi1niei~to de la pohl;~ci¿r~i t,iyo,v rr.~zrlta~loc son segrrroi. l<7l1r,l>l~icri>ri Lidí,q~ría rs re(/~icidaa casi cero, s~icesrv~rrnenlet i i Zui7to Dr!~nii;co. I'irrrto 1Oi.o 11 C'rrl>ut.'/ciclo del oro o?cod:~ir~rcc i , e\tiis i~1a.v es muy corio porque es desrrzlc~zvo.110 de rnaierra, J I ~ Ode mono de obra '. En Oro y moneda en la Hjstoria (IJ50-1920). Barcelona, Editorial Ariel, 1982, p. 89. Como bien afirma Frank Moya Pons "hoy conocemos bien los deiallcs del terrible tra~amiento z,e recihían los indios en las minas y en 10,s estancias esPapoño%s, y la alrisimo inortuli~iad que prodircia entre ellos el hambre, los nialrraros y las enfermedades. Hoy sabemos que cualqzñera que I7zrhierci sido lapoblacióiz original en 1492 y cualesquiera las caiisas de sir declinación, ya en 1508 los indios l7ahian descendido a u~zos 60.00 individuos. El i~npactodel choque con los eirropeosfue El \iiteitia de encomiendas en Cuto Domingo duante el ~igloXlr[ trabajo de los negros esclavos, constituyendo la esclavih~dde los indios y negros la base social sobre la cual estaba estructurada la economía ~olonial.~' Cuando desapareció Ovando del panorama isleño, en 1509, el sistema de encomiendas no llegó a su t é n i n o . Diego Col611 vino a sucederle en el gobierno de la isla realizándose nuevos repartimientos de indígenas entre los encomenderos quienes, desde Iiiego, gozaban del favor del niievo virrey de La Española. Esta situación de intereses creados vino a repercutir grandemente en la vida política de la colonia." Eran tantos los desmanes cometidos contra los indígenas que los religiosos doininicos se vieron precisados a cambiar de a~titu<l.'~ Como expresión píiblica de su protesta avalaron el sernl6n pron~rnciado por fray Antonio Montesino en el rol qzie 77i .siqeriem la ;ni ortación de unos $0.000indio.^ de las I,S/L~.S veci17a.s entre 150g)) ljI3pucio defe7ze~e1 co/cipso &3 li! socirdacl oho~i,yen.En l j 0 9 1171 77zievo censo urriijri IR cifici c/c 10.000 y en 1510 sólo se rrcgisl[ciron 33,323". En "Leg[tiniasión ideológica de la coiiqiiista: El caso de La Espaiiola". que contieiie la obra De Palrhrn y Obro e17 el NIIEIJO A4z117do.Tonio 11. Encuentros interétnicos. Madrid, Siglo XSI editores. 1992. p. 67. Véase. adeiiiás. a Pierre Cliaunii. Co17qliistaY. Explo~aciónciL. los Nzimos ~Wznrdos(siglo ,170. 1tin. ed. Barcelona, Editorial Labor, S.A.. 1984. p. 5. 36 Aiiiplias inforinaciones sobre el temaen Luis N. Rivera Pagáti. Ei:ongelizc?ciói7 Violencin: La Conquisrc? r k ~linéiico.San Juan de Pueito Rico. Editorial Ceiiii. 1990, Capítulo VI. p 189-130: y cn Justo L. del Rio Moreno. Los Inicios ílc a ~l,yricril/rriu Eliropen el? el Nzievo A//~ir7do,1192-1542. Edicióii coiijiiiita ASA.IA-Sevilla. Caja Rural de Huelva y Caja Rural de Sevilla. 1991, pp. 243 y SS. Sobre Diego Colón y su gobierno, véase la documentada y acticiosa obi-a de Liiis Arranz Márquez. Don Die,qu Lnlul?. .:l/iii?;rui7rc,V i w r j ~Gobcr~?ndor j de los indias. Toiiio l. Madrid, Coiiscio Siiperior cIc Iiivestigaciones Científicas, Instituto "Goiizalo Fernández de Oviedo". 1982. Sobre los doiiiiiiicos y su papel en este periodo de la Iiistoria de Santo Doiliin$o. véaiise, eti!re otras obras, las sigiiiei~tes: Eiiiilio Rodrtguez Demorizi. Los Dorvinicos y los p. 37 38 Advien 1, llamado con toda justeza por Lewis Hank "elprimer clamorpor la justicia en ~ m é r i c a . ~ ~ El sermón de fray Antonio Montesino La famosa homilía de fray Antonio Montesino es muy conocida por el título del pasaje bíblico "Vox clanrantis ir? deserto, es decir, voz del que clama en el desierto. Pero trasladén~onos a aquella época y reconstruyamos el ambiente Podríamos decir que para oír las palabras de Antonio Montesino se había congregado en la Iglesia del Convento de los Dominicos de Santo Domingo la "crerna y nala de /a sociedad colonial de aquel eiltonces." 39 40 E~~comienclns de Indios de la Isla Espa7ola. Santo Domingo. Academia Dominicaua de la Historia 1971. y Miguel Angel Medina. O.P. Los Don7inlcos enAn7éiica (capítulo 1). Madrid, Editorial MAPFRE, 1992. Véase su clásica obra La Lzrcha Es añolapor la .hrslicia en lu Conquista de América. Madrid, Exciones Aguilar, 1967. Toda laambientación y repercusiones del sennón pueden verse en la notable obra de fray Juan Maiiliel Pérez, O.P. E.~fos:no son hombres? (Lectura actual del Pro ecto apostólico de la Primera Comunidad de Dominicos en e Nuevo Mundo). S,anto Domingo, Ediciones Fundación Garcia Arévalo, Iiic. 1984. Véase, también, a Luis Arranz Márqiiez. Repat.liti7ie1aos y E1zco117iendusen lo Isla Es aiiolu (El Repartin?iento de Albwrqzrerqile de 1514). ~ a n t o g o m i n g o Ediciones , Fundacióii Garcia Arévalo, 1991, pp. 133-147. Sobre fray Antoiiio Montesiiio véase el muy documentado articulo del desticado Iiistoriador fray Viceiite Rubio, O.P. titulaclo "Fray Antonio Montesino tomó mucho interés en construir el templo conventual dominico". En el periódico El Ccrribe. Canto Doiniiigo, sábado 20 de junio de 1992, pp. 10 y I l . "Ante lo ntqorciro de la colon~a"en palabras de G. Cés edes del Castillo. Véase "Las Indias en Tiempo de los Reyes Católicos". En ITrsloria Socral y Ecot7ótnica de E~pctijny y 41 El sistema de enconucndas en Santo Domingo durante el siglo XiT Las palabras de Montesino, valientes para la época, fueron las siguientes: "Para os los dar a cognoscerme he sobido aquí, yo qzre soy voz de Cristo en el desierto desta isla, y por tanto, conviene que con atención, no cualquiera ~iizo con todo i~ziesfrocorazón con todos i~zrestrossenlidos, 10 oigáis; la cual voz os será la más nueva qzre nzlizca oísteis, la mcís áspera y dura y más espantable ypeligro.sa cpte jamá,s no pensasteis oír c..) Esta voz, dijo él, que todos estcíis en pecado mortal y en él vivís y morís, por la crtieldady tirarzia que usáis con estas inocentesgentes. Decid ¿con qué derechoy con qué jtcsticia tenéis en tan cruel y horrible survidzmbre aqirestos indios? ¿Con qué autoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas genfes que esiaban en sus tierras mur7sas y paczFcas, donde tan infinitas dellas, con muertes y estragos nunca oídos, habéis consunz~do7 ¿Como los tenéis tan opresos y JOtigudos, sin dalles de comer ni curallos en sus enfermedades, que de los excesivos trabajos qtre les dais iizcurreiz y se os mueren, y por mejor decir, los matáis, por sacar y adquirir oro cada ddia7 ¿Yqué cuidado tenéis de qtrien los doctrine y conozcan a su Dios y criador, seal7 baptizados, oigan inrsa, guarden las$estas y domingos? ¿E~ios,no son hombres? ¿No tienen ánimas racionales? ¿No sois obligado^ a amaílos como a vosotros mismos? ¿Esto no entendéis? ¿Esto no sentís? ¿Cómo estáis en tanta profundidad de sueño tan letárgico dormidos? Tenedpor cierto, que en e1 estado que estáis no os podéis más salvar qtie los nzoros o turcos que carecen y no quieren lafe de Jesucristo. 42 )J _ , ' l 1 Cuenta Las Casas que Montesino abandonó la iglesia dejando una murmuración entre los funcionarios. No llegó a convencerlos. Y Lewis Hanke dice graficamente que estuvo l 42 Bartolomé de Las Casas. Historia de las Indias.Tomo 11, Libro 3, ca .. 1V. México, Fondo de Cultura Económica, 1965, pp. 441-842. tan lejos de eso "como lo estaría en nuestros dfas u serninarista que pronunciara una $l+ica en Wall Streel acerca del texto biblico: Si quieres alcanzar el reino de los cielos, vende cuanto tienes y dáselo a los pobres. 43 ii Los presentes en la iglesia se reunieron ante el gobernador Diego Colón protestando por dicho sermón y pidiendo que el sacerdote se retractara. El superior religioso de Montesino, fray Pedro de Córdoba, no se inmutó por las protestas, ya que aquél tenía todo el aval de la Orden Religiosa que dirigía" Él les prometió, en cambio, a los funcionarios descontentos que Montesino hablaría el próximo domingo sobre el mismo tema. Cuando llegó ese día, Montesino subió al púlpito y anunció el tema escogido: Súfreme unpoco y te enseñaré que vengo a hablar en nombre de Dios. Todos los presentes esperaban que Montesino se retractara de las palabras pronunciadas una semana antes. Pero él, en cambio, les increpó de nuevo el maltrato que daban a los indígenas. Después del sermón se levantó en la Isla de Santo Domingo todo un ventarrón de intrigas y luchas intestinas. 43 44 Lewis Hanke. Ob. cit. p. 41. Al respecto afirma Enrique Otie: "Corresponde a los dominicos el honor de haber proclamado primero, en Indias, la igualdad de todos los hombres. La proclama, condensada en elfamoso semlón de Fray Antonio de Montesino, Are obra deljefe dominico,?ay Pedro de Cirdoba". Véase su articulo "Los Jerónirnos y el tráfico humano en el Caribe: Una Rectificación". Anuario de Estz~diosAmericanos, X X X I I , Sevilla, 1975, p. 193. Sobre fray Pedro decórdoba, pueden ser consultadas las recientes obras "Fray Pedro de Córdoba,Padre de los Dominicos de América" de fray Vicente Rubio, O.P. Revista Cosos Reales 18, Santo Domingo. M~lseode las Casas Reales, 1988; Fray Pedro de Córdoba, Docirina Cristiana y Cartar. Saiito Domingo, Ediciones de la Fundación Corripio, Inc., 1988, José Luis Sáez, S. J. otros. Fray Pedro de Córdoba, $P. Tercer seininario randes Figuras de la CT El sistema de encomiendas en Santo Dormrigo dtuante el siglo 17.1 Indiscutiblemente que esos comentarios llegaron a oídos del rey Fernando. Entre las instrucciones ordenadas por de él estabaunarelativaatratar por todos los medios de callar la voz de Montesino y puede decirse, también, la voz de la Orden de los Predicadores. Una de esas instrucciones fue la referente a la creación de una comisión formada por un conjunto de letrados, teólogos, canonistas, etc. para deliberar sobre la situación de los De esa forma, "el primer clamor por la justiciu en Arnéricu" sirvió de asidero a una prolongada serie de debates sobre el status del indígena, discusión que duró todo el siglo XVi. 46 Por otro lado, puede considerarse el sermón de Montesino colno una crítica directa a los repariiinientos y encomiendas, "donde se colocaba a los colonizadores no sólo ante un problema de conciencia sino también ante un dilema legal. Las Leyes de Burgos Uno de los primeros hitos del sermón de Montesino fueron las llamadas Leyes de Burgos, que fueron aprobadas el 27 de diciembre de 1512 y contemplaban una serie de reivindicaciones para los indígenas. Entre otras, se estipulaba la reducción del trabajo a 2 períodos de 5 meses por aüo, separados cada uno por un lapso de 40 días, para permitir a los encomendados ocnparse de sus propios asuntos. Se contemplaban, además, la coi~strucciónde bohíos en el lugar Evangehzaczóiz de Arnérrca Santo Doiningo. Coinisión 45 46 47 Dominicana del Quinto Centenario, 1989. Fray Juan Manuel Pérez, O.P., Ob. cit. Ibidern. Luis Arranz Márquez. Repartrm~e~~los j) Ei~co~nlentlas, Ob cit, p. 333. de los trabajos jr zonas aledañas a los inismos para que cultivasen la tierra en provecho propio, la edificación de iglesias, que la tercera parte de los encomendados trabajara en las tierras mineras y que las mujeres embarazadas realizaran faenas "como de niño". Aunque en teona las Leyes de Burgos conllevaban ciertas recoinendaciones para los indígenas, en la práctica ellas no fueron más que letra muerta, ya que no modificaron en lo fundamental la sihlación del indígena. Lo único que se hizo con las Leyes de Burgos fue introducir dos o tres pequeñas reformas parciales. En ese sentido, hablando de las Leyes de Burgos. Hanke d n n a que las mismas "en 1312 y szt aclaraciíin. en 1513, @erorz los prz?neros fiutos de los sern7ones de A4ontesino en 1311 Pero eran .rólo un con7ienzo. Otrospe17sadore.s,LIIZEI vez planteado elproblemu, empezaron a pregunicme s7 n%spzlés de todo España tenín en justo títzdo a las Indias. Estos pensadores eescribieron Parados en los que iban III& lejos que la polérnzca de Burgos sobre las leyes inus adecuadu~que habicl que reductor en benej7cio de los intr'ios. Concernían a las czresrionespolíticas busicas originales conzo consecuencia del descubrimiento de Américcr, cryz~dandocon ello a elaborc~r leyes fundunzentoles regulando las re1ucione.s entre las naciones (...),,. 48 Advirtamos que e al dereclro propinrnente Nidiano, el dereclio de Castillu sólo tuvo en estos territorio.^ zrn carhcter supletorio; linicamente ci fulta de precepto aplzcuble en la llamada legislación de Indios, podfa acudirre a lrrs vrejm firenres del derecho casfellcrnopeninsular ,949 Las 48 49 Le\vis. Hanlce. 0 b . cit.. p. 53. Una valoración sobi-e Las Leves de Burgos. puede verse en Robeito Cassi. Ob. cit.. pp. 2 17-?'>l. José Maria Ots Capdequi. El Estndo E~pufiole77 1n.s h7dia.s. El Colegio de México, 1941. p. 14. 1 El sistema de encomiendas en Santo Domingo dorante el siglo X7'I características del Derecho Indiano fueron, a juicio de este autor las sig~iientes:Un hondo sentido religioso y espiritual, una tendencia asimiladora y uniformista, una gran minuciosidad reglamentaria y el casuismo. A propósito de esa temática recorramos ahora, aunque sea sucintamente, las distintas opiniones sobre las relaciones de España con las Indias. En este punto se tomari muy en cuenta la opinión autorizada de Silvio Zavala en su famosa obra Las Instituciones Jlrridicas en lcr Conqt~istade América. Muchos autores eran partidarios de la llamada guerra jtrsfa. Ellos "se basaban, principalmente, en la antigua opinión del Ostiense, escrita en su capítulo De Voto, sesír7 la cual los pueblos gentiles tzrvieron j~~risdicciones y derechos untes de la venidcr de Cristo al mundo, pero desde &fa, toclns las pofestades espirituales y tenzporales qzretiuron vinculadas e17 su persona y luego, por delegación, en el Papado De suerte que los irzJielespodían ser privados de sus reinos y bienespor autoridc~dnpostólica,a la ctral estaban obligados a ofiedecer."'O El Ostiense 'era Enrique d e ~ u z a ,cardenal , arzobiipo'de Ostia, canonista del siglo XII, quien escribiera ,uqa.Szrmma . . :. Azrrea. . . Otro autor paitidario.de la tesis arriba expuesta fue el Di. Palacios RubiOs, Eonscjero d e los Reyes Católicos. Este sostenía que 'YTesucristo, incluso mnzo hombre, recibió de su eterno Padre todapotestc~cl,lo mismo en lo espiritual qzre en lo lemporaly dejó vinculada esta única y espiritual soberunia en el Sumo Pontífice; desde entonces las sobevanias de la tierra quedaron destruidas y .re concentró la suma del poder en las 50 Silvio Zavala. Las Instituciones hnidicas en la Conqursta de Amér~ca.Madrid, 1935, p 1 2 Amplias informaciones en su otra obra, F~losofíapofl.~~co & la Conquista de drnérica. México. Fondo de Cultiira Económica. 1984, Primera reimpresibn de la tercera edición de 1977. 83 nianos de Cristoy de su vicario el Papa, lo cualse extendía, no sólo a losfieles, sino también a los gentiles ajenos a la ley de la Iglesia. " " Gregorio López, glosador de las Partidas y miembro del Consejo de Indias, "siguió enparte al Ostiense al glosar la ley 2, tit.23, Partida segunda, aunque después, influido por Vitoria, rectificó en el mismo lugar varias de szis conclusiones, que se inlprimieron en la eaición de las Partidas de 1j jjcc52 Una opinión divergente del criterio del Ostiense fue la de Cayetano en el siglo XVI. Este, "en sus comentarios a la Secunda Secundae de Sanio Tomás, hivo ocasión de aplicar la vieja teoría toinista al caso de los indios occidentales y su aplicuczón fue provechosa, porque la szgi~imonmuchos autores españoles (Vitoria entre otros) Quedó, usí, desde entonces afirmada la capacidad de los infieles para gozar derechosj?ente a lospaises cristianos y la dii~ersidadde condiciónjurídica de infieles enemigos como los sanacenos y los qzce como los indígenas nos dañaban a los cristianos 8.53 Vitoria afirmó en 1559 en su Primera Relección de los Indios que estos, aunque eran infieles, antes de la llegaba de los españoles eran legítimos señores de sus cosas.'" 51 52 53 54 Silvio Zavala. Las Institireiones Jurídicas... Ob. cit., pp. 1-2. Ibídem, p. 3. Ibidem, p. 4. Según V. Beltrán de Heredia, Córdoba "ex one en la primera arce que los indios son verdaderamente li'r! res y di,~eñosde sz~s gienes y de sus pueblos. Los, argumentos que se aducían entonces enfavor de lasoberanra española.sob~clas Indias los considera ilegítimos o injzisios,pues se fundan en e1 derecho europeo. descor7ocido e inválido para 10s indios. ESIOStienen sus leyes y sus coscumhres. El irnico derecho válido para dialogar con ellos es el derecho natural, pero es necesario mirar rambién lo más conviene en orden a la pro»loció>r El sistema de encomiendas en Santo Domingo diumte el siglo XXI Fray Domingo de Soto "exan7inó la cuestión de la servidumbre natural y la legal o por guerra, clistingtría tres motivos de guerra y tres clases de infieles; los que están bajo el dominio de los príncipes cristiaizos con los cuales podía lisar &fuerza segzín los derechos civil y canónico, los que ocupan territorios qzlefueron de los cristianos y contra éstos tanjbién cabía lafuerza; por últinzo, los que ni de hecho, ni de derecho eran súbditos y entre éstos, los que no habiun oido el nombre de Cristo, a los cuales no era lícrto a nirzgzln cristiano perturbar " j5 Dos autores que hemos dejado para último son Bartolomé de las Casas y Ginés de Sepúlveda, debido a que protagonizaron una larga y ardiente polémica sobre el status de los indígenas y si estos eran seres humanos, racioilales, sujetos de fe o no. Sobre Las Casas, opina Hanke que '>a residentepor casi una décnda, no era mejor que el resto de los hzdalgos, mentzn-eros dedicados a enrzquecerse rápidamente Conseguía esclavos, los 17acía trabajar en las minas, atendía al cultivo de sus posesiones y tonzaba pcrrte e17 ~ ~ W C c117zquiladoras contra los indios. Los astrntos del joven 7;~~17ciadopros~1eraban y llegó a ser rico. si heino.~de creer su piri indicación del nzonto de szr renta aiizrol. En 1512 Las ias tomó parte e17la conqzllsta de Ct~bo y recibió en premio tzerras y vario^ indios de ~eriiicioaunque habicr tonzcido las Scigradas Ordenes en 1510. "j6 hirmana y a la evangelizución. La conquista no da derrclio a tlitnposesión sir7 1íniiie.s de tiempo, solainente /?astague nedan gopoliei.fzcrrse por si mismos, fi17 peligro de los derec lo inás eleineniales de la vida y de la libertad". "Los inanuscritos del iiiaestro Fray Francisco de Vitoria". Madrid, 1930. Eii Ln Iglesia en Afndricu: Ei~anelización y C2rltzo.n. Pabellón de la Canta Sede, Ekpo Sevilla f992, p. 8%. 55 Silvio Zavala. Las I~isiilucioneshric/~cas ..., Ob. cit., p. 8. 56 Lewis Hanke. Ob. cit., p. 30. Véase también su otra obra Esturlios.roh~eFi-yBnriolome de lo Casasysobr-e la lzichapor y' I S Años,más &de; elpensamiento de Las Casas evolucionó ignorándose a ciencia cierta cuales fueron los motivo^.^' Sus ideas sobre el tema que estamos tratando pueden resumirse en criaturas de Dios (70s indígenas) estas afinna~iones:~"Como participan de los atributos humanos; tienen'por tanto uso de razón; son por eso capaces de religión, de virtud, de vivir como libres en sociedad civil y de tener propiedades, leyes y gobiernos 'legítin?os, todo lo cual han demostrado prácticamente, rener y usar antes de Ja llegada de los . . españoles (...) " 58 ' La antítesis de Las Caias f u e Giriés de Sepúlveda. Basándose en Aristóteles . "declaró que los indios eran bárbaros, ainanres . y sierv'os. por naturalezu; los creía necesarlamen~eligados a los hombres de razón superior, como eran los europeos, relación que bene$ciaba a ambos, porque, poi la misma na~raleza,los unos debían gobernar y los o t wfaltos de capacidadpr@ia, sujetarse; si los resistian podían ser d&minadospor guerra."59 , 57 58 59 la Justicia en la conquista española de.América. Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1968. El acucioso y erudito historiador Fray Vicente Rubio, O.P., ha escrito entre enero de 1989 y septiembre de 1992 una serie de enjundiosos trabajos con nuevas noticias sobre fray Bartolomé de las Casas, los cuales giran en torno a las tres coi!versiones que él experimentó, a saber, de encomendero o predicador; de redicador a olitico; y de olitico a activista. Los trabajos de Fray ~icentegubio,O.P., Reron publicados en el Supleinento Sabatino del periódico Elcaribe. Dicho autor Iia anunciado que tiene en preparación un "Epistolariu de las Casas" que contendrá un conjunto de cartas inéditas de éste. Silvio Zavala. Las Instituciones Jurídicas ..., Ob. cit.. p. 55. Ibidem, p. 15. Véase, también, la obra de Leopoldo Zea. FilosoJa de la Historia Americana. México, Foi~dode Cultura Economica, 1987, pp. 107-126 donde habla de "El antecedente Aristotélico" y de "Sepúlveda y el Proyecto Compulsar" .