Kim Ki-duk La imaginación del cocodrilo

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Kim Ki-duk La imaginación del cocodrilo
El mundo salvaje sin remedio, el mundo violento que recorre un círculo vicioso cerrado,
el mundo que por fin desemboca en un drama grotesco de auto-destrucción definía las
películas de Kim Ki-duk hasta Primavera, verano, otoño, invierno... y primavera. En
Corea sus películas nunca obtuvieron éxitos de taquilla, aunque solían provocar grandes
polémicas. Únicamente Bad Guy recibió la atención del público debido a la repentina
popularidad del protagonista, Jo Je-hyun, que se hizo famoso gracias a una telenovela.
Incluso la polémica The Coast Guard, seleccionada para la inauguración del Festival
Internacional de Cine de Pusan, no obtuvo un gran éxito, pese a que su protagonista,
Jang Dong-Geon, es una de las estrellas más populares de Corea. (…) Afortunadamente
para él, su prestigio en los festivales internacionales de cine fue creciendo
progresivamente. Desde que La isla provocara cierto escándalo en el Festival
Internacional de Cine de Venecia, sus obras han sido aclamadas en los festivales
internacionales de cine. Como parece indicar el título de su película Address Unknown,
sus películas han sido estigmatizadas como provenientes de direcciones desconocidas,
pero su reputación a nivel internacional ha ido en aumento. Después del éxito bien
merecido de Primavera, verano, otoño, invierno... y primavera en el mercado
occidental, el director fue galardonado como mejor director en los festivales
internacionales de cine de Berlín y de Venecia por Samaritan Girl y Hierro 3,
respectivamente. Aún así, no logró ningún éxito comercial en las taquillas en Corea,
hasta el punto de que ha llegado a declarar que, aunque no se estrene su próxima
película en su país, no se sentirá desanimado.
La razón por la cual las películas de Kim Ki-duk no han sido bien recibidas por el
público puede ser su manera de describir la violencia, salvaje y sin ninguna censura,
siempre acusada de ser terriblemente patológica y sexista. Los protagonistas de sus
películas viven una vida oprimida por condiciones impuestas por la sociedad que revela
así la violencia incubada en su interior. (...) En el mundo creado por Kim Ki-duk, a
diferencia de otras películas, siempre hay un aire extraño y está latente una atmósfera de
crisis donde en cualquier momento puede estallar la auto-tortura y la destrucción. En sus
películas parecen naturales y razonables la violación o los asesinatos cometidos por los
protagonistas. Su mundo es un mundo salvaje, un espacio donde no existe ningún
mecanismo de defensa que regule los actos destructivos, un lugar donde es inútil
cualquier freno moral y racional de la sociedad civilizada. Por todo esto, las imágenes
grotescas de sus películas van siempre más allá y no se limitan a ser meros estímulos
visuales. Pensemos por ejemplo en los dos protagonistas de La isla, Hee-jin y Hyeonsik, que se ponen sendos anzuelos de pesca en la garganta y en los genitales sin ningún
titubeo. O la actitud que toma el pintor de Real Fiction tras cometer una serie de
asesinatos en serie. La brutalidad es rutina en las películas de Kim Ki-duk.
La única solución es un colapso derrotista por medio del cual sea posible borrar todas
esas situaciones de un plumazo. En la mayoría de las películas de Kim Ki-duk, los
protagonistas optan por la huida del suicidio. Curiosamente, el director iguala la locura
al salvajismo, y propone ambos como una alternativa, no como una solución. Los
protagonistas demuestran su salvajismo no porque estén cansados de la vida que impone
la sociedad, sino como rebeldía contra esa sociedad que les ha llevado a crear un mundo
hostil. Como si ese universo de hostilidad fuera la única alternativa para escapar del
mundo que nosotros consideramos civilizado y normal.(...)
Pero la razón por la cual las películas de Kim Ki-duk se hacen más difíciles es porque, a
pesar de que son demasiado simples, el hablar sobre ellas tiende a ser cada vez más
complicado. Hasta ahora, Kim Ki-duk parece no esperar la salvación después de la
muerte, pero sus películas dicen que tampoco es posible la salvación en esta vida. En
ese mundo masoquista, donde uno está más en paz consigo mismo con los pies en el
barro, sus películas parecen murmurar que tal vez pueda haber una solución. Después,
en Primavera, verano, otoño, invierno y…primavera o Samaritan Girl, Kim utiliza
abiertamente símbolos religiosos. La catarsis que implica la impactante conclusión de
Hierro 3 nos hace recordar el idealismo de Hwaom: ‘Hay pero no hay’. En su película
más reciente, Time, el director yuxtapone el tema de la múltiple identidad con el motivo
del tiempo circular. Los deseos desesperados de algunos personajes son esbozados
como una especie de sueño irracional. Las películas de Kim Ki-duk, en vez de rascar
simplemente la superficie, quieren ahondar a través de la meditación y la comprensión.
Aunque persisten las luchas de los protagonistas que saltan a otra dimensión a través de
un proceso de daño corporal, una mirada algo compasiva de la vida y un impulso de
urgencia se combinan con una respiración más apaciguada.
Si existiera una idelogía en Kim Ki-duk, ésa sería la de pretender descubrir la crueldad
existente en este mundo y estimular con ella nuestros sentidos diciéndonos: ´Mira, ésta
es la verdadera cara del mundo.´ Las películas de Kim Ki-duk nos proponen un universo
que está mucho más allá del mundo filtrado por los límites del sentido común. El
director dice sin ningún titubeo que no busca el perdón ni la aprobación de nadie, y nos
invita a reconocer que esos protagonistas de sus películas, que llegan siempre hasta el
límite de la locura y de la normalidad, no son nada más que los seres humanos que
encontramos en la realidad. En las películas de Kim Ki-duk, las principales actuaciones
de los protagonistas desembocan en un estado emocional extremo. Los protagonistas
finalmente tienen que optar entre dos caminos: uno que los devuelve a su estado inicial
u otro que los lleva hacia otro mundo, cruzando límites que impactan de gran manera al
público. La respuesta de Kim Ki-duk ha estado siempre en este último reducto.
Kim Young-jin, 2006.
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