Fátima Soraya Altabás Kajatt, abogada, graduada en Derecho y

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CENTER FOR HEMISPHERIC DEFENSE STUDIES
REDES 2002
RESEARCH AND EDUCATION IN DEFENSE AND SECURITY STUDIES
August 7-10, 2002, Brasilia, Brazil
Panel on: RELACIONES CIVILES MILITARES
LAS RELACIONES CIVILES MILITARES
EN EL PROCESO DE TRANSICIÓN DEMOCRÁTICA EN EL PERÚ:
CONGRESO, PRENSA Y SOCIEDAD
Fátima Soraya Altábas Kajatt
Alcanfores 1225 Miraflores, Lima 18
(511) 447-7232 (511) 943-9032
[email protected]
[email protected]
Key Words:
Militares, Civiles, Democrácia.
Abstract
En el presente ensayo se analiza la situación de las relaciones civiles militares en el Perú, las
perspectivas y estratégias para mejorarlas en el marco de la transición democrática, con énfasis en
el rol del Congreso, la prensa y la sociedad. La actual coyuntura resulta estratégica para introducir
cambios significativos y mejorar las históricamente complicadas relaciones civiles militares con
miras al fortalecimiento y consolidación de la democracia; alcanzar este fin parte del acercamiento
entre ambos actores promoviendo la educación y el conocimiento de los civiles en temas de
seguridad y defensa, fortalecer sus capacidades para aumentar la vigilancia y control civil sobre las
fuerzas armadas, así como crear una élite civil especializada en estas materias. Respecto del
Congreso es necesario fortalecer la capacidad técnica de los parlamentarios y asesores para el
ejercicio eficiente de la función legislativa en dichos ámbitos y para el control efectivo de las fuerzas
armadas. Con relación a los medios de comunicación es indispensable capacitar a los periodistas en
temas seguridad y defensa nacional para mejorar la calidad y cobertura de la información que
brindan. El éxito de los esfuerzos dependerán del accionar conjunto del gobierno, la sociedad civil,
el congreso, los medios de comunicación y los militares.
LAS RELACIONES CIVILES MILITARES EN EL PROCESO DE
TRANSICIÓN DEMOCRÁTICA EN EL PERÚ: CONGRESO, PRENSA Y
SOCIEDAD
Marco General
Tradicional e históricamente, las relaciones civiles militares en el Perú han sido tensas y complicadas;
caracterizadas por la mutua desconfianza, han originado el quiebre de las débiles democracias y la consecuente
alternancia entre gobiernos democráticos y de facto. Desde que se proclama la independencia en 1821, el
sistema democrático no ha sido consolidado, ni se han tendido puentes de franco diálogo y comunicación entre
civiles y militares.
Diversos factores han influido en el alto grado de desconfianza existente. Por un lado, el desconocimiento y,
peor aún, la falta de interés de los civiles por estudiar y reflexionar sobre temas de seguridad y defensa,
particularmente la clase política; y, por otra parte, la desconfianza y negativa imagen que tienen los militares
de los civiles, en especial de los políticos, a quienes consideran ineficientes e incompetentes para conducir el
destino del país1. En esta perspectiva, las fuerzas armadas han ejercido una fuerte y constante presencia en la
vida política del país, así como en el monopolio sobre los temas de seguridad y defensa con la anuencia de la
clase política que los consideraba materias exclusivamente castrenses y los trataba de forma eventual.
Lo cierto y definitivo es que las Fuerzas Armadas no deben ser más una alternativa de gobierno como ocurrió
en América Latina en la década de los 70, sino un factor decisivo de apoyo y preservación de la democracia.
Tal afirmación no significa desconocer ni negar la culpabilidad y responsabilidad de los civiles en la
ingobernabilidad y el no fortalecimiento de la democracia; fueron aquellos quienes en varias ocasiones tocaron
las puertas de los cuarteles pidiéndoles a los uniformados defender sus intereses políticos y económicos,
festejando la llegada de los militares al poder. Tampoco debemos omitir la responsabilidad de los gobernantes
democráticos quienes para impedir un golpe de Estado durante su gestión buscaron controlar -cooptar- a los
principales mandos militares ubicando a los oficiales de su confianza en puestos claves, así como mantener
estable - en la medida de lo posible - el presupuesto militar, permitiéndoles un altísimo nivel de autonomía y
múltiples prerrogativas2.
La situación extrema a la que llegaron las fuerzas armadas durante el gobierno del ex Presidente Alberto
Fujimori (politización, alto grado de corrupción y desprestigio, reiteradas denuncias por violaciones de
derechos humanos, entre otros), fueron determinantes para que sociedad, especialmente la clase gobernante,
tomará conciencia de la importancia de las relaciones civiles militares para la gobernabilidad, fortalecimiento y
consolidación de un Estado democrático, tema que hoy resulta prioritario en la agenda nacional y que deberá
traducirse en múltiples reformas constitucionales, legales e institucionales con miras al efectivo control civil
de las fuerzas armadas.
En este contexto, el presente ensayo pretende analizar la situación de las relaciones civiles militares en el Perú,
así como las perspectivas y estrategias para mejorarlas en el actual proceso de transición democrática, con
énfasis en el rol del Congreso de la República, la prensa y la sociedad. La actual coyuntura representa una
oportunidad privilegiada para introducir cambios significativos y mejorar las históricamente complicadas
relaciones civiles militares, democratizar conceptos de seguridad y defensa, así como diseñar el modelo de
fuerzas armadas que el país requiere.
Alcanzar tal fin, exige romper los estereotipos que por años han dominado las relaciones civiles militares entre
ellos que los temas seguridad y defensa son coto exclusivo castrence, errónea percepción por cuanto ambos,
civiles y militares, deben trabajar juntos en estos ámbitos. Los primeros definiendo los intereses y objetivos
1
Véase: Obando Arbulú, Enrique: "La importancia de las relaciones y de la interacción civil - militar para la defensa nacional" en: "Nuevas Amenazas a
la Seguridad y Relaciones Civiles Miliares en un mundo en desorden", CEPEI, Escuela Superior de Guerra Aérea, Foreign Military Studies Office - Fort
Leavenworth, Lima 1994, pag. 173; Bernales Ballesteros, Enrique: "Hacia un cambio de mentalidad" en: Revista del Instituto de Defensa Legal, No.
137, mayo 2001, pag. 41.
2
Véase: Rospigliosi Capurro, Fernando: "Las Fuerzas Armadas y la democracia. La necesidad del control civil de las instituciones castrences",
APRODEH, Lima, junio 2001, pag. 5 y 44 - 45; Basombrío Iglesias, Carlos: "Fuerzas Armadas: Los desafíos de la próxima etapa" en: Revista del
Instituto de Defensa Legal, No. 137, mayo 2001, pag.40.
2
nacionales, así como la politica de defensa; los segundos implementando los planes operativos requeridos para
cumplir con los lineamientos de política definidos.
Para que esto ocurra, el principal obstáculo a vencer es la debilidad del sector político y de la sociedad civil en
el conocimiento sobre temas de seguridad y defensa, desconocimiento que obedece en algunos casos al
manifiesto desinterés de los civiles por tales materias dejando estos asuntos bajo control absoluto de los
militares permitiendo, en esta forma, la ampliación de su esfera de influencia y poder en la toma de decisiones.
En otros casos, fueron las propias fuerzas armadas quienes negaron la posibilidad de acceso de civiles a los
asuntos militares. En este panorama, resulta necesario promover el interés y capacitación de la clase política
en tales áreas, así como la creación de una élite civil que tenga capacidad para participar en la toma de
decisiones, asumir funciones de responsabilidad en dichos ámbitos y ejercer adecuado control y fiscalización
sobre las fuerzas armadas; sólo así el monopolio en seguridad, defensa y la conducción de las respectivas
políticas, dejará de estar en poder de los uniformados, y los diálogos civiles militares no estarán condenados al
fracaso pues serán fluidos, armoniosos y paritarios dado que ambos actores hablarán un lenguaje común.
Para la redefinición y reconstrucción de las relaciones civiles militares en el nuevo contexto sociopolítico,
ambos actores deberán aprender a tolerarse y respetarse mutuamente en la búsqueda de la reconciliación,
resolviendo tensiones y desaveniencias existentes como consecuencia de factores sociales y políticos
generados en el pasado principalmente provenientes de la secuela del período fujimontesinista y de la lucha
contra la subversión.
Congreso de la República
Conforme a las normas constitucionales y legales corresponde al Congreso de la República legislar, fiscalizar
y representar, funciones que deben ser ejercidas en materia de seguridad y defensa nacional en toda su plenitud
y capacidad.
La falta de conocimiento y desinterés sobre los temas de seguridad y defensa nacional se hace patente en el
ámbito congresal, prueba de ello es el pobre papel legislativo y fiscalizador cumplido por el Congreso de la
República en estas materias, especialmente por la Comisión de Defensa Nacional, Orden Interno e Inteligencia
que durante el período fujimontesinista (1990 - 2000) fue un apéndice del Servicio de Inteligencia Nacional
controlado por el nefasto asesor Vladimiro Montesinos Torres, actuando como "caja de resonancia" de las
decisiones tomadas por el Poder Ejecutivo en lugar de fiscalizar y controlar las acciones del mismo.
Contrariamente a esta situación, el papel en los parlamentos anteriores (1980 - 1990) se restringió a dejar pasar
y dejar hacer.
La falta de conocimiento de los congresistas sobre estas materias, sumado a la ausencia de especialistas en
calidad de asesores parlamentarios, situación que persiste a la fecha, les impide desarrollar un trabajo
sistemático, eficiente y efectivo tanto a nivel legislativo como fiscalizador respecto de las fuerzas armadas.
Así, si bien la atribución legislativa recae en el Congreso de la República, éste de conformidad con el artículo
104 de la Constitución Política del Estado, puede delegar en el Poder Ejecutivo la facultad de legislar
mediante Decretos Legislativos, imponiéndole en la ley autoritativa límites materiales (materia específica) y
temporales (plazo determinado). Esta modalidad ha sido sumamente utilizada por el parlamento nacional en
materia de seguridad y defensa nacional so pretexto que se trataban de materias técnicas que, en algunos casos,
requerían compatibilizarse y unificarse, por lo que el parlamento consideró conveniente la delegación de
facultades legislativas, en forma tal que gran parte de los dispositivos aún vigentes han sido expedidos por el
Poder Ejecutivo vía delegación de facultades 3.
En materia de fiscalización la situación es similar. En la década pasada, todo acto de control sobre los
institutos armados, órganos de inteligencia, su presupuesto y actividades, así como cuestionamientos sobre
compra de armamento, fue proscrito aduciendo el carácter “secreto” de dichas operaciones y bajo el supuesto
que los congresistas no estaban en la capacidad de guardar reserva sobre los asuntos que en las sesiones
3
Leyes Orgánicas del Ministerio de Defensa, del Ejército, de la Marina de Guerra y Fuerza Aérea, así como del Comando Conjunto de las FFAA; la
Ley del Sistema de Defensa Nacional, Ley de Movilización, Ley de Situación Militar de los Oficiales del Ejército, Marina de Guerra y Fuerza Aérea,
Ley de Lucha contra el Narcotráfico (D. Leg. N° 824), entre otras.
3
correspondientes se dieran a conocer sobre tales temas o porque se trataban de asuntos netamente técnicos de
exclusiva competencia castrence y, por ende, desconocida por los parlamentarios.
Hoy resulta evidente que la falta de fiscalización sobre las fuerzas armadas por parte del Congreso de la
República, tanto en materia presupuestal como de sus actividades, crearon innumerables problemas de
corrupción al interior de aquellas, violaciones de derechos humanos -actualmente materia de sendas
investigaciones- así como un grave vacío de participación en la elaboración e implementación de una política
de seguridad y defensa nacional.
El parlamento nacional representa indiscutiblemente el poder con mayor legitimidad para discutir en el
mediano y largo plazo los lineamientos y la política de Estado sobre seguridad y defensa nacional, así como el
futuro de las fuerzas armadas, sus misiones y asignación presupuestal, estableciendo el adecuado y respectivo
marco legal. El cumplimiento eficiente de la función legislativa en materia de seguridad y defensa nacional, así
como el control civil democrático de las fuerzas armadas se encuentra estrechamente relacionado al
conocimiento y comprensión que sobre tales temas tengan los parlamentarios. Por ello, resulta indispensable
dotar a éstos, sus asesores -especialmente de la Comisión de Defensa Nacional- y políticos en general, de
conocimientos en estas áreas temáticas a efectos que gocen de autoridad y tengan capacidad suficiente para
definir el marco normativo de seguridad y defensa, en particular con miras al proceso de reforma
constitucional y legal de las fuerzas armadas que ya se ha iniciado, así como para ejercer una fiscalización real
y efectiva sobre el presupuesto y actividades de los institutos armados y servicios de inteligencia, en especial
en los ámbitos que si merecen el calificativo de secreto y que no pueden ser debatidos abiertamente con la
ciudadanía; en esta medida se evitará que la historia de corrupción y abusos se repita.
Asimismo, corresponde al Congreso de la República fomentar la activa participación de los partidos políticos y
la sociedad civil en su conjunto promoviendo foros, audiencias públicas y otros eventos que permitan discutir
abiertamente propuestas normativas relacionadas a la seguridad y defensa nacional, así como debatir y definir
la política de defensa y modernización de las fuerzas armadas. Esta apertura se está produciendo a nivel del
Congreso de la República que viene organizando audiencias parlamentarias para el diálogo civil militar con
miras a la reforma constitucional y legal hoy en marcha.
Hasta la fecha, no han existido intentos serios por establecer una política de defensa, discutir sobre las
misiones de las fuerzas armadas y, en consecuencia, determinar su respectivo presupuesto. El Congreso de la
República, en este breve período de recuperación de la democracia iniciado en noviembre del año 2000, se ha
limitado a reducir el presupuesto de defensa a propuesta del Poder Ejecutivo dado que el parlamento nacional
no tiene iniciativa de gasto; sin embargo tal medida no responde a un análisis ni estudio técnico alguno que
determine las áreas en las que se aplicarán los recortes como resultado de la reducción presupuestal
precisamente porque, como afirma Fernando Rospigliosi, ni ellos mismos lo saben4.
Todas las medidas conducentes a mejorar la capacidad técnica legislativa del Congreso de la República
(capacitación conducida por organizaciones nacionales e internacionales especialistas en la materia y que
gozan de prestigio) respecto a los temas de seguridad y defensa, así como de fiscalización de las fuerzas
armadas, su presupuesto y actividades, aparentemente resultan sencillas pero son difíciles de llevar adelante
por la reticencia y la equívoca idea -aún persistente- de los políticos que consideran que estos temas son
netamente de naturaleza castrence. Además cabe mencionar que, conforme demuestra la experiencia, capacitar
a parlamentarios una vez electos y en ejercicio resulta sumamente difícil. En tal sentido, resulta indispensable
trabajar en el área de capacitación con los partidos, agrupaciones y movimientos políticos, sus miembros y
asesores, en tanto potenciales líderes políticos de carácter nacional y local, posibles futuros congresistas y
asesores parlamentarios.
Prensa
Los medios de comunicación se han convertido particularmente en las última décadas en elemento esencial y
clave en la organización de la sociedad. Su importancia en un Estado democrático resulta innegable por cuanto
facilita espacios de diálogo, mide y osculta la opinión del público promoviendo el debate, permite el
4
Rospigliosi Capurro, Fernando., Op, Cit., pag. 45.
4
intercambio de información y el análisis del diario acontecer, crea y forma corrientes de opinión y cumple un
rol educador informal.
En el Perú, las relaciones entre la prensa y las fuerzas armadas se han caracterizado por la mutua desconfianza
y prejuicios que han generado multiples enfrentamientos producto no sólo de las respectivas formaciones y
responsabilidades de cada uno sino también por limitaciones impuestas a la libertad de expresión y acceso a la
información por parte de las fuerzas armadas que han desarrollado la cultura del secretismo en torno a los
asuntos referidos a la seguridad y defensa nacional, temas respecto de los cuales periodistas y militares tienen
visiones distintas.
Las tensas relaciones y conflictos existentes entre periodistas y las fuerzas armadas son responsablidad
imputable a ambos actores. Por un lado, los militares que han vivido imbuidos en el mundo de la reserva y el
secreto, esbozaron supuestas razones de Estado para establecer restricciones a la libertad de expresión y
manipularon una gran mayoría de los medios de comunicación para imponer y fortalecer sus intereses. Por su
parte, los periodistas, salvo contadas excepciones, desconocen los temas de seguridad y defensa nacional por
lo que la cobertura sobre estos temas ha sido pobre; tradicionalmente, los artículos e investigaciones se han
focalizado en torno a escándalos y denuncias sobre violaciones de derechos humanos por militares y actos de
corrupción de las fuerzas armadas, sin embargo algunas de las historias difundidas fueron falsas o estaban
basadas en información inexacta, ello debido a la falta de información oficial e inexistencia en los institutos
armados de canales idóneos que les permitiera verificar sus fuentes.
En esta perspectiva, la relación prensa - fuerzas armadas debe ser reconstruída. Para ello urge que los militares
asuman la transparencia como valor y evolucionen hacia la apertura de información definiendo con claridad el
ámbito de lo secreto que debe ser la excepción. Deben mejorar las oficinas de comunicación e imagen
institucional tanto en el Ministerio de Defensa como en los institutos armados a fin que suministren
información cabal a los medios de prensa y, a su vez, les permitan verificar sus fuentes previa a la difusión de
alguna noticia. En lo que respecta a los medios de comunicación estos deben brindar información seria y
objetiva sobre asuntos militares, evitando caer en el sensacionalismo, sin eliminar la crítica o denuncia, lo que
exige la capacitación de periodistas en estas áreas temáticas con el fin de mejorar la cobertura y calidad de
información que brindan sobre seguridad, defensa nacional y fuerzas armadas; a su vez, estos esfuerzos
tendrán un efecto directo en la ciudadanía al generar su interés en estas materias, así como en la creación de
corrientes de opinión sobre el particular.
Con miras a mejorar las relaciones entre periodistas y fuerzas armadas se han promovido una serie de mesas de
diálogo entre ambos actores tanto en Lima como en provincias, especialmente en aquellas zonas que, durante
más de una década, estuvieron bajo el "estado de emergencia" producto de la lucha contrasubversiva y, en
consecuencia, bajo control militar. Hasta hace poco tiempo atrás estos diálogos eran impensables, periodistas y
uniformados no se habrían sentado a debatir y discutir temas de seguridad y defensa, el acceso a la
información y la seguridad nacional, establecimiento de canales de comunicación y otros. Sin embargo, la
actual coyuntura hace posible esta situación, permitiendo a periodistas y militares establecer los cimientos para
una mejor, transparente, confiable y fluída relación de interés para ambas partes, constituyendo un mecanismo
idóneo para el mutuo conocimiento de sus labores e idiosincracia.
Sociedad Civil
La seguridad y defensa nacional no son temas y responsabilidades exclusivas y propias de los militares,
percepción que ha imperado por muchas décadas en la sociedad peruana y que resulta errónea. Aquellas
materias deben ser un asunto de interés permanente y preocupación constante de la sociedad en su conjunto,
independientemente de que pertenezcamos o no a las fuerzas armadas. Para tales efectos, resulta vital
incentivar el interés y crear conciencia en la ciudadanía respecto de la importancia de las relaciones civiles
militares para el fortalecimiento y consolidación de un Estado democrático.
Las relaciones entre civiles militares en la sociedad peruana tiene características especiales. Así, en la capital Lima- donde se centraliza el poder, aquella se ha desarrollado dentro de la dinámica y cánones propios del
diario acontecer político, en tanto que en provincias la intervención militar en la vida cotidiana ha sido muy
marcada. En el interior del país, los civiles particularmente en los departamentos que estuvieron bajo el "estado
de emergencia" producto de la violencia política, vivieron bajo la vigilancia y el control militar permanente
5
por más de una década. En estas zonas se produjeron innumerables violaciones de derechos humanos por
efectivos militares contra la población civil. Por el contrario, en las zonas de frontera, aunque también con
importante presencia militar debido a posibles amenazas, la relación entre civiles y militares ha sido menos
tensa, asumiendo las fuerzas armadas funciones y responsabilidades propias del gobierno.
En la sociedad peruana, civiles y militares constituyen estamentos y culturas distintas, entre ambos existe un
mutuo desconocimiento, especialmente de los civiles respecto de los uniformados quienes constituyen una
clase y un mundo aparte así, por citar algunos ejemplos, viven en urbanizaciones privadas, tienen clubes
particulares y colegios exclusivos para sus hijos, así como hospitales para su propia y exclusiva atención.
El sector civil o bien desconoce los temas de seguridad y defensa nacional o tiene escaso acceso a información
sobre el particular, situación que ha influido notablemente en su pobre y débil rol participativo en debates
sobre elaboración de las respectivas políticas, en materia legislativa o de fiscalización sobre las fuerzas
armadas.
La nula o escasa capacitación de civiles en la materia obedece en gran medida a la desidia de aquellos por
conocer sobre seguridad y defensa, así como la falta de oportunidades para su formación y educación en dichas
áreas. A ello se suma el profundo celo y desinterés de los uniformados para que los civiles conozcan sobre
estos temas.
Vencer el desconocimiento y la debilidad del sector civil en estas áreas exige la pronta creación de programas
educativos sostenidos para la formación y especialización de civiles en temas de seguridad y defensa nacional
que cuenten con el apoyo y auspicio de instituciones gubernamentales, no gubernamentales y de organismos
de cooperación internacional. Frente al monopolio de enseñanza por años centralizada en el Centro de Altos
Estudios Nacionales, hace un año atrás un grupo de egresados del Centro Hemisféricos de Estudios de Defensa
-CHDS- de la Universidad de Defensa de Washington, conjuntamente con la Escuela Superior de Guerra
Naval, tomaron la iniciativa de desarrollar un curso de capacitación de defensa dirigido especialmente a
civiles, utilizando la metodología del CHDS pero adaptada a la realidad peruana, experiencia que ha tenido
muy buena acogida y resultados.
La educación en seguridad y defensas permitirá contar con una élite civil con capacidad para participar en la
toma de decisiones, asumir funciones de responsabilidad en dichos ámbitos y ejercer un efectivo y eficaz
control sobre las fuerzas armadas, rompiendo de esta manera el monopolio que tienen los militares en dichos
campos y evitando que los sucesivos gobiernos recurran a los militares -en actividad o retiro- para asesorarlos
o asumir cargos y funciones que deben ser cubiertas por civiles. Debemos tener presente que en la medida que
los militares sean los únicos y exclusivos conocedores de los temas de seguridad y defensa nacional, resulta a
toda luces obvio e imposible siquiera establecer un control civil sobre las fuerzas armadas y, menos aún, que
éstas se subordinen a quienes descalifican y consideran inaptos.
Por otra parte, también es necesario promover debates académicos sobre asuntos de seguridad y defensa
nacional fomentando la realización de foros, talleres, seminarios y otros eventos en los cuales civiles y
militares interactúen y puedan discutir temas de interés común. La universidad y los centros de estudios
superiores de las fuerzas armadas representan un medio ideal para este fin que, a su vez, permitirá crear un
acercamiento progresivo entre civiles y militares hoy bastante distanciados, inclusive en materia conceptual y
la realización de posibles investigaciones conjuntas.
También resulta fundamental incorporar en la curricula educativa de los colegios, nacionales y privados, los
temas de seguridad y defensa como parte de la enseñanza formal. Para ello, el Ministerio de Educación en
coordinación con expertos civiles y también militares, deberán trabajar en los contenidos y la metodología que
será aplicada para la mejor comprensión de los temas por los escolares, considerando las edades y las
particulares circunstancias sociales que los rodean.
Pero la difusión y comprensión de la importancia sobre la seguridad y defensa nacional no debe quedarse
únicamente en el ámbito académico y educativo, debe y tiene que ser llevado al común de la ciudadanía para
que puedan formarse una opinión sobre el particular con miras a una integración civil militar pues ambos
actores tienen muchas cosas que cambiar uno respecto del otro y, lo más importante, deben ser permeables al
cambio, en especial luego de la crisis institucional y el desprestigio que las fuerzas armadas han sufrido frente
a la sociedad como consecuencia de periodo fujimontesinista y la lucha contrasubversiva. Es así que se han
iniciado en Lima y provincias diálogos entre civiles (académicos, docentes y jóvenes universitarios,
6
empresarios, líderes sociales y comunales, etc) y militares que han permitido además del acercamiento y
mutuo conocimiento entre ambos actores, el intercambio de ideas que son semilla de nuevas concepciones y
visiones para un futuro compartido.
Finalmente, debemos reconocer que el fortalecimiento de la sociedad en temas civiles militares va más alla de
la formación de especialistas, la realización de eventos académicos y de difusión de los temas de seguridad y
defensa a la ciudadanía. Se requiere el fortalecimiento institucional de aquellas organizaciones académicas,
políticas y sociales que, desde la sociedad civil, se encuentren en la capacidad de responder a las demandas e
interactuar adecuadamente con los partidos politicos, entidades gubernamentales, etc., en dichos ámbitos; de
allí que resulta indispensable fortalecer las capacidades de las escasas organizaciones privadas dedicadas al
estudio y difusión de los temas de seguridad y defensa nacional.
En resumen, en el contexto descrito, mejorar las relaciones civiles militares en este periodo de transición
democrática por el que atraviesa el Perú implica: crear conciencia en la sociedad sobre la importancia de la
seguridad, defensa y la integración civil - militar para el fortalecimiento de la democracia y la gobernabilidad a
través de foros, espacios públicos de discusión y campañas de información; promover programas de formación
de civiles especialistas en seguridad y defensa (universidades y centros superiores de estudios de las fuerzas
armadas representan un vehículo ideal), los que gozarán de autoridad y capacidad para asesorar y tomar
decisiones en política de defensa al más alto nivel, así como participar en dialogos civiles militares; fortalecer
las capacidades de los congresistas -y asesores- para que cumplan con eficiencia y eficacia las funciones
legislativas y de fiscalización que en estos ámbitos les corresponde; capacitar a periodistas en temas de
seguridad y defensa para que brinden mejor información y de mayor calidad; y, finalmente, promover y
garantizar el efectivo derecho de acceso a la información en asuntos de seguridad y defensa lo que implica una
clara definición sobre el concepto de secreto, así como crear canales idóneos de comunicación entre las fuerzas
armadas con el Congreso de la Republica y los medios de comunicación.
De igual modo, el mejoramiento de las relaciones civiles militares requiere del respeto de las fuerzas armadas
a la autoridad democrática y el orden constitucional que implica subordinación al poder civil, modificaciones
constitucionales y legales para redefinir el rol de las fuerzas armadas en un estado democrático, entre otros. El
éxito de los esfuerzos dependerán del accionar conjunto del gobierno, la sociedad civil, el congreso, los
medios de comunicación y los militares.
7
References
Basombrío Iglesias, Carlos: "Fuerzas Armadas: Los desafíos de la próxima etapa" en: Revista del Instituto de
Defensa Legal, No. 137, mayo 2001, pag.40.
Bernales Ballesteros, Enrique: "Hacia un cambio de mentalidad" en: Revista del Instituto de Defensa Legal,
No. 137, mayo 2001, pag. 41.
Obando Arbulú, Enrique: "La importancia de las relaciones y de la interacción civil - militar para la defensa
nacional" en: "Nuevas Amenazas a la Seguridad y Relaciones Civiles Miliares en un mundo en desorden",
CEPEI, Escuela Superior de Guerra Aérea, Foreign Military Studies Office - Fort Leavenworth, Lima 1994,
pag. 173
Rospigliosi Capurro, Fernando: "Las Fuerzas Armadas y la democracia. La necesidad del control civil de las
instituciones castrences", APRODEH, Lima, junio 2001, pag. 5 y 44 – 45.
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Author Biography
Fátima Soraya Altabás Kajatt, abogada, graduada en Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad
de Lima. Actualmente es catedrática en la referida facultad y profesora investigadora de la citada
universidad, así como miembro integrante de jurados calificadores para optar el título de abogado.
Ha seguido estudios sobre seguridad y defensa nacional en el Centro Hemisférico de Estudios de
Defensa de la Universidad de Defensa de Washington DC., y en el Centro de Altos Estudios
Nacionales. Tiene cursos de especilización en derecho administrativo en la Escuela Superior de
Administración Pública; en Contratos y Comercio Internacional, Derecho Aeronáutico, Aduanero y
Comercio Exterior en la Universidad de Lima.
Actualmente se desempeña como Oficial de Desarrollo de Programas en las áreas de relaciones
civiles militares y reforma del congreso del Proyecto OTI - USAID (Oficina de Iniciativas de
Transición Democrática). Ha sido asesora principal de las Comisiones de Defensa Nacional, Orden
Interno e Inteligencia, Relaciones Exteriores y Acusaciones Constitucionales del Congreso de la
República del Perú. Fue abogada de la Gerencia de Gobierno Central de la Contraloría General de la
República y ejerció el cargo de Secretaria General del Instituto Nacional de Investigación Agraria, así
como el de asesora de proyectos de desarrollo agrícola y transferencia de tecnología agraria.
Ha expuesto en seminarios nacionales e internacionales sobre temas de seguridad y defensa nacional
y publicado diversos artículos en revistas.
Fue colaboradora en la “Carta de Navegación. Propuestas de Acción para el Estado, 2001” auspiciado
por el Banco Interamericano de Desarrollo, Corporación Andina de Fomento, Grupo del Banco
Mundial y el Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas (www.cartadenavegación.com).
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