COMPETENCIA CONTENCIOSO ADMINISTRATIVA. MATERIA INDEMNIZATORIA A y S, tomo 9, pág. 213 Santa Fe, 15 de agosto de 2007. VISTOS: Estos autos caratulados “VILLALBA, Fermín José contra MUNICIPALIDAD DE RECREO sobre DAÑOS Y PERJUICIOS” (Expte. C.C.A.1 n° 175, año 2007), venidos para resolver acerca de la competencia de este Tribunal; y, CONSIDERANDO: 1. El señor Fermín José Villalba se presenta ante este Tribunal manifestando que oportunamente promovió demanda de cobro de pesos por indemnización de daños y perjuicios contra la Municipalidad de Recreo, ante el Tribunal Colegiado de Responsabilidad Extracontractual N° 4, 2da. Secretaría (f. 32). Dice que el 3.7.2007, por providencia obrante a foja 31 de los autos de mención, la señora Jueza de Trámite “declinó su competencia para entender que conforme los términos de la litis en la pretensión resarcitoria reclamada, se involucran cuestiones de índole administrativa, disponiendo que se ocurra ante quien corresponda”. 2. Conforme los antecedentes de la causa, en fecha 1.4.2004, el señor Villalba pone en conocimiento de la autoridad comunal que no iniciará “la actividad relacionada con el emprendimiento gastronómico”, ante el impedimento de cumplir con el requerimiento exigido, en el sentido “que como mínimo el ochenta por ciento (80%) del personal a ocupar sea con domicilio efectivamente radicado en este distrito de Recreo”; haciendo expresa reserva “de los daños y perjuicios que resulten de la inactividad derivadas” (f. 11/vto.). En fecha 8.3.2005 el actor reclama formalmente el pago de la suma provisoria de $ 40.000, consecuencia del perjuicio sufrido por responsabilidad exclusiva de la Comuna de Recreo, consistente “en la ganancia mínima estimada en el curso de un año, pérdida del crédito comercial, envejecimiento del local sin uso, etc.” (fs. 16/17 vto.). Al accionar reclama la suma provisoria de $ 40.000, “estimada inicialmente por pérdida de ganancias desde el momento en que se me prohibiera iniciar una actividad comercial lícita” (f. 6), y que la demanda la promueve “consecuencia de los daños y perjuicios experimentados por la imposibilidad cierta de realizar una actividad comercial lícita ...”, fundando el derecho en principios y derechos constitucionales y en el artículo 1113 del Código Civil (f. 7). 3. De los términos de la demanda -a cuya exposición de los “hechos” se debe atender de modo principal para determinar la competencia, según doctrina de la Corte Suprema de Justicia de la Nación (Fallos: 306:1056; 308:1239)- se extrae con claridad que la pretensión indemnizatoria ejercida se sustenta (más allá de las normas civiles invocadas) en la ilegitimidad de un acto administrativo. En efecto, el actor, que inició ante la Comuna de Recreo un procedimiento administrativo de autorización para un acometimiento comercial, considera que la decisión de la demandada -consistente en requerir que como mínimo el 80% del personal a incorporar esté domiciliado realmente en esa Comuna- es “caprichosa, de imposible cumplimiento y no ajustada a derecho”, por lo que cuestiona su “constitucionalidad, en función que la misma surge palmaria al resultar violatoria de los derechos fundamentales al restringir en forma arbitraria e irrazonable los derechos a trabajar, ejercer industria o actividad lícita, igualdad y libertad [...]” (f. 6). En similar sentido, extrae los daños y perjuicios por los que reclama, de la circunstancia de que la demandada -en razón de dicha medida- le “prohibiera iniciar una actividad comercial lícita [...]”; y expresa que por resolución 885/05 se dispuso “no dar lugar al recurso interpuesto [...]”, con lo que -a su juicio- quedó “agotado el trámite administrativo” (f. 22). Aclara también que al referir “a la inconstitucionalidad de la decisión de marras”, lo hace en atención a que de la misma surge la violación de derechos de raigambre constitucional, que se plasma en los daños y perjuicios “que la cuestionada decisión ha provocado al accionante [...]” (f. 22/vto.). Por último -y siempre en lo que ahora es de interés- relata que solicitó “en tiempo y forma” la “rectificación” de dicha “ilegal exigencia”, la que fue ratificada por la Comuna. 4. Como se observa, la antijuridicidad que se invoca en autos como presupuesto básico de procedencia del reclamo, lejos de consistir en una mera “ilicitud” susceptible de ser analizada a la luz del derecho común (artículo 18, Constitución provincial), se resuelve claramente -según la postulación del actor- en la “ilegitimidad” de un acto de la Comuna dictado en ejercicio de una función indudablemente administrativa. Al respecto, se ha señalado que lo vinculado al otorgamiento de una habilitación de local comercial “es del indudable conocimiento del Tribunal” (“Iturraspe”, A. y S. T. 1, pág. 61). En otros términos, no es dudoso que la procedencia de la demanda interpuesta en el caso, supone la previa declaración de que la medida cuestionada es -a la luz del ordenamiento jurídico administrativoilegítima; esto es, supone el ejercicio de jurisdicción contencioso administrativa, en principio exclusiva de esta Cámara y por completo extraña a la competencia del tribunal en el que radicó originariamente la causa. Parafraseando a la Corte local -en su actual integración-, la resolución del reclamo implica “un análisis previo del actuar de la Administración y de las consecuencias del mismo, a la luz de las normas de derecho público aplicables, lo que debe efectuarse en el ámbito propio de lo contencioso administrativo” (“Roluar”, A. y S. T. 206, pág. 466). En verdad, entender lo contrario en supuestos como el de autos, implicaría admitir un indebido desplazamiento de competencia contencioso administrativa -la que, como es sabido, ha sido distribuida según un determinado diseño de jerarquía constitucional-, y, a la par, la posibilidad de reconocer consecuencias dañosas producidas por actos administrativos que, sin embargo, podrían no reunir las pertinentes condiciones de impugnabilidad; condiciones estas que, junto a otras exigencias, hacen a la admisibilidad del recurso contencioso administrativo, y, por ende, son susceptibles de ser analizadas sólo por este Tribunal. 5. No basta, pues, para desplazar la competencia de esta Cámara, con que la pretensión ejercida sea indemnizatoria. Por el contrario, “en ciertos casos, el no reconocimiento de la competencia contencioso administrativa, por hallarse eventualmente en juego pretensiones indemnizatorias, podría llevar a una desnaturalización de los fundamentos que justifican esta competencia, remitiendo el conocimiento de aspectos netamente administrativos a los jueces ordinarios” (C.S.J.P.: A. y S. T. 131, pág. 386; “Roluar”, citado; de esta Cámara: “Yossen”, A. y S. T. 7, pág. 412). Pautas tales, dijo recientemente el Alto Tribunal local, “proporcionan elementos útiles para definir la competencia cuando en la reclamación de daños y perjuicios, derivados de un acto administrativo, concurren suficientes razones para no desmembrar el punto de la legitimidad de la decisión estatal que se impugna, del que concierne a sus consecuencias patrimoniales” (“Carbajal”, A. y S. T. 220, pág. 139). Tal, el supuesto de autos, en el que, como se dijo, debe inexorablemente indagarse el ordenamiento jurídico administrativo a los fines del análisis de un concreto acto administrativo cuya ilegitimidad se invoca como causa del daño reclamado. Como también recientemente lo ha juzgado la Corte nacional, “la impugnación del acto administrativo constituye un requisito para reclamar los daños y perjuicios cuando ese acto declara o crea una situación jurídica cuyas consecuencias el afectado debe previamente hacer cesar pues resultan incompatibles con su pretensión como demandante” (“Díaz, Lindolfo Saúl O. v. Poder Ejecutivo Nacional”, del 6.3.2007). Sólo puede agregarse que no se ha invocado, ni siquiera ad eventum, la concurrencia de un supuesto de los denominados “responsabilidad por actividad lícita” del Estado; más allá de si esa circunstancia hubiese sido per se idónea para cancelar la competencia del Tribunal. El caso, pues, sí, corresponde a la competencia de esta Cámara, debiéndose recaratular el expediente y el actor adecuar su demanda a los términos de la ley 11.330, para lo que se otorga un plazo de treinta días. Naturalmente, así considerarlo de ningún modo implica pronunciamiento sobre la admisibilidad del recurso contencioso administrativo (en particular, respecto a la fundamentación de la demanda, condiciones de impugnabilidad del acto cuestionado, agotamiento de la vía administrativa previa, etc.) En consecuencia, la Cámara de lo Contencioso Administrativo N° 1 RESUELVE: Declarar que la presente causa es de la competencia de este Tribunal y, en consecuencia, imprimirle a las actuaciones el trámite de la ley 11.330 y proceder a su recaratulación, debiendo el actor adecuar su demanda conforme a las consideraciones que anteceden. Regístrese y hágase saber.” Fdo. PALACIOS. DE MATTIA. LISA. Barraguirre (Secretario)