EL AYUNO (I) Por Ricardo Vivas Arroyo El proceso natural de vida está basado en funciones del cuerpo que operan por si mismas sin que nosotros tengamos un control consciente de ellas, también hay siete instintos básicos del cuerpo que operan por impulso, pero que sin embargo pueden ser moderados por el alma, mediante la voluntad y la disciplina, lo que la Biblia llama templanza o dominio propio; estos instintos son: El hambre, la sed, el sueño, evacuación de desechos (excremento y orina), el sexo, la curiosidad y el juego. Tanto el hombre como los animales, responden a estas fuerzas o instintos, que los impulsan y determinan su conducta y desempeño. También sabemos que el hombre, habiendo sido creado a la imagen de Dios, tiene un alma viviente, donde radica su mente, sus sentimientos y su voluntad, y también está equipada con siete instintos o anhelos que guardan una correspondencia con los instintos de su cuerpo y condicionan sus reacciones, podemos mencionar estos siete anhelos: Anhelo de Supervivencia (hambre). Anhelo de expresión (sed). Anhelo de seguridad (sueño). Anhelo de lealtad (evacuar desechos). Anhelo de poder (sexo). Anhelo de conocimiento (curiosidad). Anhelo de aceptación (juego). Los atributos del alma nos diferencian de los animales, y nos dan el control de los Instintos del cuerpo y del alma, aunque por causa del pecado, el hombre perdió dominio sobre sí mismo (Gn. 1:26-28, Ro. 7:14), el cual sólo se puede recuperar mediante Cristo, ya que cada vez que en el Evangelio de San Juan, Él se da a conocer como “Yo soy”, suple a uno de los anhelos del alma. Todo esto es objeto de un estudio muy amplio en la Biblia, pero para el propósito de entender el ayuno, aquí sólo son mencionados. Si vivimos nuestra vida natural en nuestro propio esfuerzo, los instintos del alma nos pueden gobernar y entonces seremos reprobados (Ro. 7:14-19), así que el creyente debe decidir caminar en el espíritu y mediante él mortificar la carne (Ro. 8:12-13). La autodisciplina juega un papel muy importante en este proceso para ser aprobados, vencer sobre la carne y tener una vida espiritual saludable y fructífera (1ª Co. 9:24-27). Hay una lucha entre la carne y el espíritu en todo creyente, el alma se encuentra en medio de estas dos fuerzas, y para vencer debe decidir someterse a Dios para recuperar el dominio que Adán perdió al principio y Cristo lo recupera para nosotros (Gá. 5:16-18, 24). El Instinto del hambre nos constriñe a comer (Pr. 16:26). ¿Qué pasa cuando se interrumpe el proceso natural de comer para tener salud? ¿Qué efectos produce el ayuno, tanto físicos como en el alma? ¿Qué parte tiene el ayuno en nuestra vida espiritual? De acuerdo a la Biblia el comer o ayunar no sólo afecta el cuerpo (Sal 109:24), sino también el alma (Pr. 13:25). El ayuno es un acto voluntario de autodisciplina donde el creyente ejerce dominio sobre su instinto del hambre, dando lugar a la reordenación de sus prioridades, y está previsto por Dios para despertar al alma y provocarla a buscar a Dios (Zac. 7:5-6, Lc. 2:37). Si este punto es claro entonces producirá siete beneficios espirituales (Mt 6:17-18), es un recurso inseparable de la búsqueda de Dios en secreto (intima), veamos cuales son: 1. Sensibiliza el alma para hacerla receptiva de la Palabra de Dios (Mt 4:4, Dt. 8:3, Dt. 9:9-10, Ex 34:27-28, Neh. 8:1-8, Neh. 9:1-6, Jr. 36:6-10). El instinto de supervivencia en el alma reacciona más rápido que la misma necesidad física y abre el cauce para la recepción del alimento espiritual de su palabra (He 4:12). 2. Subraya la decisión de dejar el pecado, confirma la determinación del alma de acogerse a Dios. Examinemos los siguientes casos, notando el efecto del ayuno en el alma para recibir la Palabra de Dios (1ª Sm. 7:3-10, Jon. 3:1-10, Neh. 1:1-11, Joel 1:13-14, Joel 2:12-1821, Dt. 9:18-19, Esd. 8:21-23, Esd 10:1, 6, 2ª Sm. 12:16-23). Isaías nos dice de parte de Dios que el ayuno verdadero va unido al cambio de actitud, abriendo el corazón para corregir el rumbo y empezar a hacer lo correcto en fe (Is. 58:6-11) es la clase de libertad que nos ayuda a dejar lo que nos ata al mundo. 3. Ayuno es Obediencia en fe, Dios quiere establecer su reposo en su pueblo, es decir, enseñarle a depender de Él. El ayuno es una expresión de fe sumisa que se rinde a Dios, es aflicción voluntaria del alma para mostrar el deseo de obedecerle (1ª Co. 9:26-27, Mt. 5:3, Sal. 69:10-13); por lo tanto quita la incredulidad que desobedece para darnos autoridad al rendirnos a Dios (Mt.17:19-21, 2ª Co 10:4-5). Es ésta una parte importante para tener respaldo, unción, reposo y vida en el espíritu (Esd. 8:21-23). 4. Dios tiene tratos personales con cada creyente y a veces tiene que afligirnos. La aflicción nos sensibiliza, Dios nos la manda porque hemos endurecido el corazón y lo necesitamos, pero también nosotros podemos ayunar para afligirnos voluntariamente a nosotros mismos y recuperar nuestra sensibilidad hacia Él (Sal. 35:13, Sal. 69:10, Job 30:25). Algunos ejemplos que vale la pena comentar nos muestran cómo Dios oye al pueblo derrotado por causa de su alejamiento de Él, cuando se vuelve y le busca con ayuno, afligiendo su alma, entonces viene del mismo Dios la victoria (Jue. 20:25-28, 2º Cr. 20:1-6, 14-18, Sal 69:10-13, 29). También cuando adoramos a Dios ayunando, nos identificamos con la necesidad de otros que están en aflicción, porque nos mantienen sensibles (Sal 109: 24-26, Sal 35:12-14, Job 30:25), es como un dolor de luto (1ª Sm. 31:12-13, Dn. 6:18-22), también se aplica en la búsqueda de misericordia, como Ana ayunaba en su búsqueda de una respuesta de Dios a su aflicción (1ª Sam 1:7). Cuando hay temor o el creyente se encuentra en peligro, el ayuno es un recurso para mostrar a Dios que nuestro corazón se ha vuelto a Él (2º Cr. 20:1-6). Ayunar es necesario para pedir a Dios su ayuda y restauración (Sal 102:4-13). 5. El Diablo siempre pone obstáculos al plan de Dios, el ayuno es un recurso espiritual que Dios nos ha dado, pero debemos entender que en él no hay en él mérito carnal (Est 4:1416): La nación de Dios estaba en peligro, había que enfatizar la búsqueda de Dios, el ayuno fue y es la manera de hacer este énfasis ante Dios, Él cual puede fluir si nosotros nos abrimos a su voluntad. Dios obró la liberación en forma maravillosa, para salvar a su pueblo, de otra manera su plan se truncaría. Los ministros deben ser entrenados en este recurso para su efectividad espiritual en el cumplimiento del plan de Dios (2ª Co 11:27-28, 2ª Co 6:4-5), como en la ordenación de otros ministros (Hch. 14:23); en la revelación del propio plan de Dios (Hch. 13:1-3), para adquirir la seguridad de conocer y cumplir su voluntad. 6. El ayuno restablece las prioridades correctas, dando a Dios el primado, y así nos prepara para orar (Dn. 9:3-4, Lc. 2:36-37, Sal 63:3-5), mejor es su misericordia que la vida. El ayuno es tu secreto con Dios, para hablar a su corazón y mostrarle que es más importante que todo lo demás (Mt. 6:17-18). Pablo desde el principio mostro su corazón 100% comprometido con Él (Hch. 9:9-11). Cornelio oraba y ayunaba aún sin conocerle, para buscarle y Dios le oyó y respondió enviando a Pedro para predicarle (Hch. 10:30-33). Moisés vivió sobrenaturalmente en su ayuno total de 40 días, sin pan y sin agua, dos veces (Ex 24:18, Ex. 34:28-29). Cristo ayunó para orar y buscar a su Padre antes de iniciar su ministerio, mostrando que Él era su prioridad (Mt. 4:2-4, Sal 73:26). 7. El ayuno es una manera de de manifestar nuestro anhelo por su segunda venida (Mt. 9:14-15, 1ª Jn. 3:3). Este es el tiempo de ayunar para la Iglesia hasta que venga otra vez (Lc. 5:33-35, Ap. 22:10-14,16-17). Nos reserva en capacidad espiritual y nos mantiene aptos para experimentar su gloria sin que el orgullo tome lugar.