Tema 6 Cómo escribir un texto académico

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MOOC
Cómo elaborar un texto
académico en Humanidades
y Ciencias Sociales
[enero 2015]
Módulo 6. La revisión del texto académico y
su presentación pública
El presente módulo está dividido en dos secciones bien diferenciadas: la
primera está dedicada a la revisión del texto académico y la segunda a su
presentación pública por medio de un discurso oral. En lo que respecta a la
revisión, reflexionaremos acerca de la trascendencia de este procedimiento,
explicaremos algunas de las técnicas más habituales para llevarla a cabo y
daremos cuenta de los distintos niveles a los que debe realizarse. En lo
tocante a la presentación pública del texto, os enseñaremos a estructurar un
discurso oral académico, os mostraremos las estrategias retóricas necesarias
para potenciarlo–así como los elementos suprasegmentales que debéis cuidar
sobre la escena– y finalmente os describiremos las distintas formas de
pronunciar el discurso en público.
Objetivos
a. Reconocer la trascendencia de la revisión del texto académico como
culminación del proceso de elaboración.
b. Descubrir algunas técnicas de revisión textual y conocer cuáles son los
niveles de revisión a los que se debe atender.
c. Aprender las características generales del discurso oral académico, en tanto
que género intermedio entre el formalismo de la escritura académica y el
coloquialismo propio de la comunicación oral.
d. Aprender a estructurar un discurso oral académico conforme a los
modelos asentados en la tradición, y conocer las características propias de
cada una de sus partes.
e. Conocer y dominar las estrategias retóricas destinadas a potenciar la
explicación y la argumentación en un texto académico.
f. Comprender la importancia de los aspecto suprasegmentales en la
comunicación oral y descubrir las distintas formas de pronunciar un discurso
oral académico.
Tabla de contenido
1. La revisión del texto y la culminación del proceso de elaboración......................... 3
2. Los niveles de revisión ................................................................................................. 4
2.1. La revisión textual: trascendencia y alcance ................................................................................. 4
2.2. Técnicas de revisión textual ............................................................................................................. 4
2.3. La corrección por niveles.................................................................................................................. 5
3. La exposición pública del texto académico............................................................... 6
3.1. El texto se presenta ante la comunidad científica y académica ................................................ 6
3.2. La transformación del texto escrito en discurso oral académico ........................................... 6
3.3. El discurso oral académico: género intermedio........................................................................... 7
3.4. La flexibilidad del discurso: en la escena académica.................................................................... 7
4. La estructura de un discurso académico ................................................................... 7
4.1. El exordio.............................................................................................................................................. 8
4.2. Exposición del tema y argumentación de supuestos y tesis...................................................... 8
4.3. El epílogo ............................................................................................................................................... 9
4.4. Más allá de la exposición: la defensa de las tesis presentadas .................................................. 9
5. Estrategias para explicar y argumentar .................................................................... 9
6. La preparación del discurso ...................................................................................... 11
6.1. Los aspectos suprasegmentales...................................................................................................... 11
6.2. Los modos de transmitir el discurso ............................................................................................ 11
6.3. Los apoyos visuales o audiovisuales.............................................................................................. 12
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1. La revisión del texto y la culminación del proceso de elaboración
La elaboración de un texto académico no concluye hasta que se completa el proceso de
revisión, cuya importancia es capital al determinar la factura final del texto. En ese sentido, no se
trata solo de una revisión ortográfica o léxica, sino de un profundo análisis cuyo fin es mejorar
globalmente el texto para ajustarlo con precisión a los propósitos del autor, hacerlo legible y
accesible a cualquier receptor y adaptarlo a las convenciones propias de la escritura académica.La
revisión es, por tanto, una actividad integrada en el proceso de elaboración que debe llevarse a cabo
de forma sistemática.
Para realizar la revisión, es preciso que el autor actúe como lector de su propio trabajo, y
que lo haga cobrando cierta distancia con respecto al mismo, pues una excesiva proximidad temporal
entre el final del proceso de elaboración y la revisión pueden distorsionar el punto de vista del autor.
En efecto, una proximidad excesiva nos impide detectar en muchas ocasiones errores, redundancias,
incoherencias o lagunas.
Lo que se da entonces es una sobreinterpretación de algunos párrafos y expresiones, que
aunque objetivamente sean confusos y estén mal terminados, nosotros percibimos como adecuados
porque nuestro cerebro –que conserva fresco el recuerdo de la escritura– suple la información que
falta, inventa las relaciones que el texto no explicita o no escucha ciertas cacofonías evidentes
echando mano de lo que conserva en la memoria.
Una vez adquirida la necesaria distancia y olvidada en gran medida la literalidad del original,
por consiguiente, el autor puede releer con garantías de objetividad su propio trabajo para
emprender el proceso de revisión. Es el momento de la lectura y la escritura de comunicación, cuyo
obetivo es preparar el texto académico, en su versión final, para soportar la mirada de otros dentro
de la comunidad científica.
Es, por tanto, el momento de reintroducir todas aquellas restricciones que, de forma más o
menos transitoria, hemos obviado mientras leíamos y escribíamos para nosotros mismos. Estas
restricciones, de las que depende en gran medida la legibilidad del escrito, afectan tanto a cuestiones
formales y retóricas como a aspectos relacionados con la propia estructuración y organización de las
ideas. Y es que, como vimos, el texto académico tiene que cumplir una serie de requisitos como el
rigor, la claridad y el respeto a las convenciones de los distintos campos científicos o profesionales.
Durante el desarrollo de estos procesos, es esencial que el escritor se represente de algún
modo al futuro lector de su texto, con el fin de considerar algunos aspectos como su nivel de
conocimiento de la temática del texto, las expectativas que depositará en su lectura, etc. Por ello,
para evaluar el nivel de legibilidad de nuestro texto, es útil que nos planteemos una serie de
preguntas y que tratemos de darles respuesta adoptando la perspectiva de nuestros hipotéticos
lectores.
Así, la persona o personas que van a leer el trabajo, ¿conocen en detalle los planteamientos
teóricos sobre los que se apoya mi exposición?, ¿es necesario que defina este concepto?, ¿puedo dar
por supuesto que comparten mis opciones metodológicas?, ¿qué conocen acerca de los
procedimientos que utilizo?, etc. A partir de las respuestas que demos a estas preguntas habremos
de intervenir explicitando más o menos nuestros principios teóricos, nuestra metodología, etc. con
el fin de facilitar la comprensión de nuestros planteamientos.
La fase de revisión de un texto, finalmente, nos conduce en ocasiones a la relectura de
muchas de las fuentes empleadas, que no deben desaparecer del horizonte del escritor-lector una
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vez que han sido consultadas. Estas fuentes son necesarias para dar cuenta, esta vez de manera
precisa e incluso literal, de la integración del propio trabajo en una determinada tradición académica
poniéndolo en relación con las opiniones vertidas por la crítica con anterioridad.En segundo lugar, la
revisión del propio escrito sirve para señalar la necesidad de una nueva lectura de exploración que,
eventualmente, permita subsanar algunas inconsistencias del texto. Se trataría de buscar nuevas
evidencias que permitan completar, ampliar, refrendar o contraponer determinados argumentos, etc.
2. Los niveles de revisión
2.1. La revisión textual: trascendencia y alcance
La revisión del texto debe contribuir a su mejora general con el fin de que se aproxime lo
más posible a los objetivos previstos. Un escritor experto, pues, sabe que constituye uno de los
momentos clave del proceso. En cambio, muchos aprendices creen erróneamente que en esta fase se
persigue solo corregir errores manifiestos y pulir estilísticamente el texto, dando un alcance muy
limitado a la tarea. Así, frente a los escritores noveles, que consideran la corrección como una
actividad más o menos voluntaria y prescindible, los escritores expertos saben que es parte
integrante del proceso de escritura, sin la que no se puede dar este por finalizado.
En lo que respecta al alcance de la revisión, para los aprendices se trata de cambiar solo
frases o palabras sueltas, empleando a veces mucho tiempo en buscar la expresión exacta y
olvidándose, en cambio, de comprobar la solidez de las grandes estructurasde las que depende tanto
la coherencia como la cohesión general de la pieza. Los expertos, al contrario, analizan fragmentos
más amplios y en esta tarea tienen siempre presente el texto en su conjunto. A menudo, ello supone
la redistribución de párrafos enteros, su supresión o modificación profunda, pues es preciso que
todos y cada uno de los elementos se integre perfectamente en la estructura y se ajuste al objetivo
fijado por el autor.
A la luz de estos principios generales, es posible afirmar que una revisión experta debe estar
marcada por estas tres características:
a) Debe afectar no solo a ciertas palabras o frases cortas, sino también a fragmentos
mayores, como párrafos o secciones del trabajo, y, en última instancia, al texto en su
conjunto.
b) Debe realizarse de forma sistemática empleando diversas técnicas, que permitan marcar,
diagnosticar y resolver toda clase de problemas.
c) Debe llevarse a cabo, en consecuencia, por niveles, revisando aspectos concernientes a
los objetivos generales del texto, a su cohesión estructural, a su coherencia y progresión
temática, a su terminología, a las formas de citación, etc.
2.2. Técnicas de revisión textual
Los escritores expertos disponen de distintos recursos para marcar el texto, los cuales son
indicativos del tipo de problema detectado. Así, los interrogantes suelen emplearse para detectar
párrafos o ideas confusas que requieren aclaraciones, los asteriscos pueden remitir a otras partes del
texto o a ampliaciones ad hoc, las cruces indican redundancia, etc.
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Si bien cada escritor adquiere y usa un repertorio diferente y personal de recursos, todos se
sirven de estas marcas para dar un primer paso en el proceso de revisión. Así, los problemas
detectados son rápidamente categorizadosgracias a alguna marca indicativa. El paso siguiente consiste
en diagnosticar de forma precisa el problema detectado. Dependiendo de la pericia del escritor y de
la dificultad del problema en cuestión, este paso puede realizarse casi de forma simultánea con el
anterior, aunque supone un tipo de actividad cognitiva diferente. El tercer paso representa ya la
efectiva solución del problema mediante la enmienda del texto.
2.3. La corrección por niveles
a) Nivel 1: El texto. La jerarquización en el nivel de revisión es otro rasgo de los
escritores expertos, quienes primero focalizan su atención en el nivel textual, revisando
los aspectos estructurales y de contenido de todo el texto. Han de preguntarse
entonces:
Buscando la unidad de sentido: ¿satisface el texto los objetivos propuestos?, ¿es este
objetivo el eje estructural de todo el contenido?, ¿las distintas partes se orientan a
satisfacer este objetivo?
Buscando el equilibrio estructural: ¿es pertinente cada una de las partes a la luz del
conjunto?, ¿la extensión de cada apartado es proporcional a su importancia dentro del
conjunto?
Buscando la coherencia y cohesión estructural: ¿es clara y explícita la conexión lógica
entre las partes?, ¿el tema progresa adecuadamente de principio a fin?
Buscando una voz propia: ¿he expuesto adecuadamente los principios teóricos y
metodológicos en los que se apoya mi estudio?, ¿mi voz se escucha clara y distintamente
frente a la de otros investigadores?
Buscando la claridad expositiva: ¿el título del trabajo da cuenta cabal del contenido?,
¿he dividido el texto gráficamente en secciones para señalar cada una de sus partes?, ¿son
suficientes los ejemplos traídos a colación para ilustrar la exposición?, ¿he recurrido al
metadiscurso para orientar al receptor en cada una de las secciones?, etc.
b) Nivel 2: El párrafo. En un segundo nivel, los expertos se ocupan del análisis y revisión
de los párrafos a nivel sintáctico (oracionaes, frases, conectores, etc.). Así, es preciso
preguntarse:
En pos de la cohesión: ¿aborda cada párrafo un asunto concreto que da unidad a cada
una de sus frases?
En pos de la coherencia: ¿he jerarquizado y ordenado bien las ideas dentro del
párrafo?, ¿cada párrafo progresa adecuadamente manifestándose con claridad la relación
lógica entre sus partes por medio de conectores?
En pos de la claridad: ¿he utilizado con rigor y precisión la sintaxis conforme a la
norma lingüística?, ¿la sintaxis empleada dificulta la comprensión de la explicación y la
argumentación debido a su complejidad?, o, por el contrario, ¿he utilizado una sintaxis
demasiado simple y pobre, impropia de un texto académico?
En pos de la economía lingüística: ¿son los párrafos demasiado largos y redundantes?,
¿el ritmo al que avanza la exposición es demasiado lento y pesado?, ¿sería posible decir lo
mismo con menos palabras?, ¿son realmente imprescindibles todas y cada una de las
frases?
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c) Nivel 3: El léxico, la ortografía y la presentación. Por último, en el nivel inferior, se
realiza la corrección léxica y ortográfica, al tiempo que se introducen correcciones
destinadas a lograr la homogeneidad del texto y su adecuada presentación.
En lo que respecta al léxico: ¿he utilizado una terminología científica precisa?, ¿he
recurrido a los conceptos propios de la tradición académica a la que mi texto se
adscribe?, ¿en general, el léxico es rico y variado, culto y elegante, nunca coloquial ni
vulgar, como es propio de la escritura académica?
En lo que respecta a la ortografía y la puntuación: ¿he respetado las normas
ortográficas?, ¿la puntuación del texto facilita la claridad expositiva y argumentativa?
En cuanto a las citas: ¿he seguido un criterio homogéneo y objetivo en la selección de
citas?, ¿han sido introducidas en el texto principal manteniendo un mismo estilo?, ¿las
referencias bibliográficas respetan un mismo criterio editorial?
En cuanto a la presentación, finalmente: ¿he utilizado el mismo tipo de letra y tamaño
para los párrafos de semejante jerarquía dentro del texto?, ¿el sangrado y el interlineado
son homogéneos?, ¿en general, la disposición material del texto facilita la recepción del
contenido?
En conclusión, resulta clave para el escritor experto corregir por niveles y utilizar técnicas de
ayuda que sistematicen la tarea de revisión. Y es que respetando estas pautas, que inciden de forma
muy positiva en la reflexión y en la regulación del proceso de composición, mejorará notablemente la
factura final del texto académico.
3. La exposición pública del texto académico
3.1. El texto se presenta ante la comunidad científica y académica
Para el autor de un texto académico, la exposición pública de su trabajo constituye
verdaderamente un hito: aquella obra elaboradacon tanto esfuerzo a lo largo del tiempo por fin va a
salir a la luz para ser presentada y juzgada por la comunidad científica. En ocasiones, además, esta
exposición pública será clave para la obtención de un título académico, como en el caso del TFG, del
trabajo fin de máster o de la tesis doctoral.
En esta fase, marcada en gran medida por el paso de lo escrito/privado a lo oral/público, el
esfuerzo por organizar, ordenar y hacer comprensible el trabajo realizado constituyen una nueva
oportunidad para resaltar su estructura lógica, discriminar entre lo fundamental y lo accesorio y
continuar aprendiendo a pensar sobre lo realizado, esta vez desde la perspectiva de quienes nos van
a escuchar.
3.2. La transformación del texto escrito en discurso oral académico
El punto de partida para la presentación pública de un discurso académico es, evidentemente,
un texto ya escrito, que será procesado y transformado a partir de una lectura elaborativa, individual
y pausada, que nos ayude a discernir dónde debemos insistir, dónde releer, dónde alterar el orden o
dónde suprimir información con el fin de adaptar el original al nuevo contexto comunicativo: la
presentación oral y pública.
Y es que, por razones evidentes, el discurso académico no puede ser la mera oralización de
aquel primer escrito, ni tampoco de su resumen. Será preciso, pues, adaptarlo al medio atenuando la
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densidad del texto y considerando la fugacidad de la palabra hablada. Con ese fin, habrá de diseñarse
una estructura que permita al auditorio seguir sin difcultad y con interés lo que se expone.
3.3. El discurso oral académico: género intermedio
Por las razones aludidas, el discurso oral académico es un género intermedio, a medio
camino entre el rigor formal del texto científico y la informalidad coloquial de la conversación. Sin ir
más lejos, una clase magistral, una comunicación en un congreso, una conferencia o la defensa pública
de una tesis doctoral son ejemplos de discurso académico, y como tales comparten una serie de
características. Así, en todos los casos de habla de un tema concreto y especializado, se planifica
previamente lo que se va a decir, se adopta un tono formal y objetivo, se estructura el discurso en
forma de monólogo, etc.
En síntesis, el discurso oral académico es un discurso formal y casi siempre monológico (en
el que se incorpora, no obstante, al destinatario),que se atiene a la corrección normativa y se
constituye tanto a través de lo que se dice como mediante los elementos suprasegmentales (tono,
volumen, ritmo) y las expresiones no verbales (mirada, gestualidad, gestión del espacio).
3.4. La flexibilidad del discurso: en la escena académica
Aunque haya que partir de una estructura y un contenido bien definidos, la adecuada emisión
de un discurso académico requiere de cierta flexibilidad que permita una eventual adaptación a las
reacciones de los interlocutores, a las intervenciones hechas con anterioridad o posterioridad (por
ejemplo, en el contexto de un congreso), al tiempo disponible, etc. Considérese que hablante y
oyentes comparten un mismo espacio, interactúan en diverso grado y en diversos ámbitos (visual,
emotivo, cognitivo), y que lo hacen en un contexto institucionalizado presidido por unos
determinados usos y convenciones.
De modo que quien habla ante un auditorio experto exponiendo un tema y defendiendo una
tesis no puede hablar coloquialmente, pero tampoco puede hablar como un libro, porque
desaprovecharía el poder de lo oral para captar, persuadir y convencer al auditorio. De ahí que surja
la necesidad de elaborar un nuevo texto, el discurso académico, que, según los casos y usos del
orador, servirá de guión o esquema para la presentación oral, mientras que una síntesis del mismo
podrá ser proyectadaeventualmente a través delos medios audiovisuales. A partir de este apoyo, que
dejará constancia gráfica de la estructura y las ideas clave del trabajo, el orador podrá pronunciar un
discurso oral más complejo y exhaustivo donde se desarrolle todo el contenido.
4. La estructura de un discurso académico
El dicuso académico asume por lo general una estructura expositiva que responde a la
siguiente secuencia:
a) En primer lugar, se formulan interrogantes sobre el tema en cuestión.
b) Más adelante, se aborda la fase explicativa y argumentativa, donde las cuestiones
planteadas o sugeridas quedan claramente respondidas por medio de justificaciones,
demostraciones, argumentos, citas de autoridad, etc.
c) Por último, se aportan las conclusiones o se realiza una síntesis final.
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La estructura tripartita del discurso explicativo es asumida desde la retórica clásica hasta
nuestros días, si bien en ocasiones la parte intermedia ha sido dividida en dos (exposición y
argumentación) siguiendo a Aristóteles. Así las cosas, podemos dividir el discurso en: exordio,
exposición, argumentación y epílogo.
4.1. El exordio
La retórica considera el exordio como la parte inicial del discurso, a la que otorga una capital
importancia en cuanto a sus funciones persuasivas y metadiscursivas.
Funciones persuasivas: a través del exordio se pretende obtener una disposición favorable
del auditorio o tribunal hacia las tesis que se exponen, así como hacia la persona que realiza la
presentación.
Funciones metadiscursivas: el exordio debe explicitar y anticipar la estructura general del
discurso para que el público pueda seguirlo con facilidad, además de manifestar la posición del emisor
al respecto. Junto a la presentación del tema, conviene destacar la importancia del mismo, la
relevancia de las aportaciones del trabajo, etc.
4.2. Exposición del tema y argumentación de supuestos y tesis
Una vez introducido el tema, el orador procede a exponer el cuerpo del trabajo realizado. La
finalidad es explicarlo y ofrecer razones y argumentos que sostengan las opciones adoptadas.En esta
segunda parte, el orador debe combinar exposición, explicación y argumentación para dar cuenta de
su investigación y persuadir al auditorio de la veracidad de su tesis.
Exponer y explicar. En sentido general, exponer equivale a informar de manera organizada
y estructurada. Explicar, en cambio, es un ejercicio que parte de la exposición, pero añade la
intención de hacer comprensibles las causas subyacentes a los hechos, datos o fenómenos
explicados.Cuando se explica, el orador puede recurrir a definir, reformular, establecer analogías,
citar o dar ejemplos para hacer accesible y autorizada su visión de los hechos.
Argumentar. La argumentación, por su parte, implica necesariamente la existencia de
posiciones distintas y con frecuencia contrapuestas; se argumenta para persuadir, convencer acerca
de la bondad de una de esas posiciones frente a las demás. Las razones que sostienen una posición
pueden remitir a la lógica (por una relación de causalidad), a la autoridad intelectual (a través de la
citación de autores de prestigio que comparten la posición defendida) y a la certeza que proporciona
la propia investigación científica, entre otras.
El desarrollo del tema: estructuración, selección y elaboración del contenido. Uno
de los mayores problemas a los que se enfrenta el orador que va a presentar su propio trabajo es el
de la selección de la información que va a exponer en público, puesto que dispone para hacerlo de
un tiempo limitado, entre 20 y 60 minutos, y ha de considerar siempre que el auditorio no es capaz
de prestar atención durante mucho tiempo a una explicación demasiado compleja.
Por ello, cuando el orador prepara su discurso ha de procurar la consecución de los
siguientes objetivos: condensar la información, seleccionar lo más importante y poner de manifiesto
las relaciones que se establecen entre los distintos núcleos de significado. Esto le impedirá dar cuenta
pormenorizada del trabajo en su conjunto, pues habrá de centrar sus esfuerzos en abordar el
problema básico que le ocupa, y hacerlo bien, pues de ello dependerá el éxito de su presentación.
Se trata ahora, por consiguiente, de planificar (mediante un guión detallado) lo que se va a
decir tomando como referente y punto de partida el trabajo escrito. Es una nueva escritura que
selecciona, omite y condensa sin que se pierda lo esencial de la investigación. El objetivo es
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transformar la estructura de elaboración del escrito en una nueva estructura concebida para su
comunicación oral, como sucede en el caso de una clase magistral o en una ponencia.
4.3. El epílogo
El epílogo es la parte final de una exposición, que es preciso cuidar especialmente porque
marcará en gran medida el sabor de boca que dejemos en el auditorio. Así, el exordio tiene al menos
dos finalidades específicas: por un lado, permite resaltar de manera sucinta los contenidos
(argumentos, datos, resultados, conclusiones) expuestos con anterioridad y, por otro, integrarlos y
relacionaros para ofrecer una visión del conjunto bien cohesionada. En el epílogo, no obstante, se
deben evitar las repeticiones con respecto al cuerpo central y para ello, una buena estrategia consiste
en vincular el exordio y el epílogo, tratando de dar respuesta ahora a las preguntas planteadas al
principio.
En el epílogo de la presentación de un trabajo sometido a evaluación, el orador puede
reconocer de forma anticipada las limitaciones del mismo (sin dar excesivas “pistas” al tribunal, no
obstante), así como responder a previsibles criticas, proponer futuros caminos de investigación e
incluso dar cuenta de los nuevos interrogantes que el trabajo ha suscitado. Es también el momento
de pasar a los agradecimientos, aunque en este punto es preferible pecar por defecto que por
exceso.
El epílogo establece la finalización de la parte expositiva de un discurso académico. En el caso
de una presentación pública para la obtención del título de grado o de doctor, el acto académico no
termina, sin embargo, en este punto. Sigue con las intervenciones de los miembros del tribunal, y
eventualmente, de otros doctores presentes, que juzgarán el trabajo y darán paso a un turno de
contrarréplica.
4.4. Más allá de la exposición: la defensa de las tesis presentadas
Una vez escuchadas las valoraciones y críticas efectuadas por los miembros del tribunal, se
hace preciso articular una respuesta cabal a los interrogantes planteados. Llega la hora, pues, de
defender los argumentos expuestos en la presentacióndel trabajo académico aprovechando el turno
de contrarréplica.
En este punto, el orador ya no controla el desarrollo del acto académico, y debe hacer gala
de otras habilidades. Así, además de explicar el trabajo realizado, ha de saber justificar las opciones
tomadas, demostrar que conoce los puntos fuertes y débiles de su investigación, prever las
cuestiones que se le van a formular y reaccionar ante ellas adecuadamente.
Ante las preguntas de un tribunal académico, dependiendo de la tradición de cada facultad, se
puede optar por responder uno por uno a los diversos miembros, o responder a todos juntos al
final. La primera opción favorece la discusión intelectual, pero dificulta que el doctorando controle la
situación; en el segundo caso, lo mejor es tomar notas de las preguntas y responderlas con cierto
orden temático.
5. Estrategias para explicar y argumentar
A continuación, os ofrecemos diversas estrategias para explicar y argumentar dentro del
discurso académico, clasificadas en función de su finalidad.
a) Estrategias para resaltar el orden de la exposición y reforzar la coherencia y cohesión del
discurso académico:
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1. Uso de conectores metatextuales, como los de ordenación: “en primer lugar”,
“en segundo lugar”, “por último”, que sirven de guía y esquema para quienes nos
escuchan.
2. Uso de conectores lógicos que explicitan el encadenamiento de las ideas, cuya
relación puede ser de causa/consecuencia, de finalidad, etc. Así, conectores como
“así pues”, “por ello”, “por lo tanto”, “de ello se deduce que” aportan coherencia y
cohesión al discurso.
b) Estrategias para facilitar el acceso a las proposiciones y disminuir la densidad del texto,
esponjándolo. Con ellas se pretende hacer más fluída la información. Pueden ser de dos
tipos:
1. Estrategias de enfatización. Consiguen su objetivo enfatizando algunas ideas que,
al quedar resaltadas por encima de otras, reducen la densidad informativa, pues
indican al auditorio qué es básico e importante y a qué debe prestar especial
atención.
Los marcadores de importancia, combinados con preguntas retóricas y
repeticiones proporcionan además tiempo a quienes escuchan para atender, procesar
y comprender la información.
2. Estrategias de expansión. Mediante las que se aclara, se ejemplifica un concepto,
se proporciona información adicional sobre un hecho o idea. La expresión “dicho en
otras palabras” resume el sentido de estas estrategias.
Mediante la definición, las relaciones de sinonimia y antonimia, los ejemplos y, de
un modo general, mediante la paráfrasis, el orador se detiene, expande la información
y proporciona elementos adicionales para hacerse comprender.
c) Estrategias para persuadir y convencer dentro de la argumentación. Con ellas se
pretende conseguir la adhesión razonada del auditorio a las propias proposiciones.
1. Dentro de la estructura argumentativa formal (tesis, presentación de los
argumentos, inclusión de los argumentos contrarios en el propio discurso, rechazo
de los argumentos contrarios y defensa de los propios) se emplean estrategias ya
citadas para modificar el punto de vista del auditorio, tales como: el recurso a las
citas de autoridad, a las relaciones de causa/efecto, a la evidencia empírica, etc.
d) Estrategias destinadas a buscar el acuerdo y la complicidad. Son estrategias de cortesía
cuya finalidad es preservar tanto la imagen del orador como la del que escucha, quien
puede compartir o no sus argumentos.
1. Con este fin, puede recurrirse a: la utilización del plural que incluye al orador y
al auditorio, minimizar (que no negar) la discrepancia mediante la ponderación de los
elementos positivos de los contraargumentos (a la vez que se señala el desacuerdo),
matizar el carácter tajante de las aseveraciones formulándolas en términos de duda o
propuesta.
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6. La preparación del discurso
A continuación repasaremos algunos aspectos que se deben considerar y otros que se deben
evitar en la exposición oral de un trabajo académico.
6.1. Los aspectos suprasegmentales
Es fundamental lo que de dice y cómo se dice, pero al margen del propio contenido hablado,
es importante considerar otros aspectos como la voz, la mirada o los gestos del orador que
contribuyen decisivamente a potenciar el discurso.
1. La entonación. La entonación que se da al discurso focaliza la atención en determinadas
partes e indica al auditorio, haciendo énfasis en ello, lo que es verdaderamente importante.
Así, la voz contribuye a atraer y mantener la atención, pues marca y modula lo que se va
diciendo. Las estrategias de enfatización, combinadas con la modulación de la voz, resultan
mucho más eficientes; mientras que un discurso monocorde, flojo o monótono, puede
deslucir la presentación de un buen trabajo.
2. La mirada. A través de la mirada se establece contacto con los interlocutores, se les
involucra en el propio discurso y se les demuestra que son considerados. Con la mirada
somos capaces de dar énfasis a lo que decimos y controlamos la recepción del discurso; ella
nos permite comunicar más allá de las palabras, crear complicidades, convencer.
3. Los gestos. También los gestos son elementos moduladores del habla que enfatizan y
subrayan lo que se dice. En las situaciones formales, la naturalidad y la contención se
contraponen tanto a la excesiva rigidez, que genera distancias innecesarias, como a la
gestualidad histriónica, síntoma de nerviosismo en el hablante y distractor para el auditorio.
6.2. Los modos de transmitir el discurso
Algunos de estos aspectos supresegmentales vienen condicionados por la forma de
transmitir el discurso que se escoja. Puede optarse por leelo, memorizarlo o pronunciar un discurso
“espontáneo”.
1. Leerlo. Consiste en oralizar un texto leyéndolo en voz alta ante un auditorio. Esta
práctica, que nos asegura dar cuenta íntegramente del contenido y no depender de la
memoria, tiene, sin embargo, otros riesgos, porque si no se ha preparado bien o se carece
de dotes interpretativas, la lectura puede resultar monótona, poco comunicativa y tediosa
para el auditorio.
Y es que cuando se lee resulta más difícil controlar el tono de voz; mientras que la
mirada puede quedar atrapada en el papel. En ese punto, da la impresión de que el orador se
“enroca” en torno a su texto y pierde la conexión con el público, que difícilmente seguirá
entonces su intervención con interés.
Esto no descarta enteramente esta modalidad comunicativa, pero considérese que la
lectura oral expresiva es una forma muy exigente de lectura que requiere mucho ensayo y
preparación, además de no poca experiencia.
2. Memorizarlo. Supone memorizar el contenido de un texto para presentarlo después
oralmente ante un auditorio tratando de respetar al máximo la literalidad del original. Esta
modalidad, que pretende superar el aislamiento del lector de discursos, acarrea sin embargo
no pocas dificultades, pues memorizar una intervención más o menos larga y compleja, en un
contexto evaluativo y formal, puede suponer una carga cognitiva excesiva que, añadida al
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“miedo escénico” y a la intranquilidad propia del momento, desencadene durante la puesta
en escena lagunas mentales y la pérdida del hilo conductor del discurso.
3. Discurso “espontáneo”. Consiste en oralizar el discurso partiendo simplemente de un
guión o esquema que nos sirve de referente para no desviarnos del tema y respetar los pasos
establecidos de antemano en la secuencia lógica de nuestra argumentación. Probablemente,
es la modalidad más recomendable para una exposición oral formal por su versatilidad, y por
aunar el rigor y la espontaneidad propios del género.
En realidad, este tipo de discurso es muy poco espontáneo, a pesar de las
apariencias. En efecto, el orador ha de preparar minuciosamente su discurso antes de saltar a
escena: lo ensaya, lo graba, lo escucha y lo retoca y pule hasta que lo encuentra satisfactorio.
Más adelante, su locución estará guiada por un esquema que irá siguiendo y al que añadirá lo
que haya podido memorizar como consecuencia de las repetidas lecturas y oralizaciones.
Además, su intervención estará apoyada por los breves apuntes que proyecte a través de los
medios audiovisuales, donde quedarán explicitadas tanto la estructura como las ideas clave
del discurso.
De este modo, se reduce la carga excesiva de memorización, se conjura el peligro
del olvido y se evita leer un texto que originalmente no estaba concebido para su
presentación oral.
6.3. Los apoyos visuales o audiovisuales
A día de hoy son muy grandes las posibilidades de emplear medios informáticos para reforzar
mediante proyecciones visuales el discurso académico oral. De hecho, si se considera que la función
de las proyecciones es ayudar a mantener la atención en el discurso oral –incorporando un guión,
enfatizando lo que es importante-, se evitarían errores como el exceso de información proyectada.
Hay que tener en cuenta que la atención del auditorio no puede dirigirse simultáneamente a
un discurso oral y a una abundante información escrita. Por ello, esta debería contener estrictamente
palabras clave, ideas esenciales, esquemas, gráficos y tablas de datos cuya presentación escrita mejore
las posibilidades de la comunicación oral, o bien realce las cualidades de esta.
El discurso oral y las proyecciones constituyen dos textos distintos que no pueden
suplantarse. Lo ideal sería preparar primero el discurso oral y después las proyecciones como
síntesis de aquel. En el uso de los recursos audiovisuales se debe tender a la moderación tanto en la
complejidad de los mismos como en su estilo, pues deben ser manejados con soltura durante la
exposición y no distraer ni al público ni al orador.
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