La influencia del modelo de Alejandro Magno en la tradición escipiónica Elena TORRECARAV PAGOLA Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Univertsitatea Departamento de Estudios Clásicos elena torrega ra ¡©euskal net. e et zmu El arquetipo del conquistador elaborado a partir de la figura histórica de Alejandro Mag- E no ejerció una considerable influencia en la historiografía sobre los Cornelii Scipiones, que, de este modo, se convirtieron en versiones romanas del kosmókrotor. u’ mu PALABRAS CLAVES Alej. Magno. Escipiones. Politica. República. 3u The archetype of the conqueror built from the historical figure of Alexander the Great exer~ ted a remarkable influence oc the historiography about the Cornelil Scipiones who, this way, turned into Roman versions of the kosmókrotor. 1< 1u’ a KEY WORDS Alexander the Great. Scipiones. Politics. Roman Republic. SUMARIO xandri. 1. La imatatio Alexondri. 2. La ormalutio A/exondri. 3. La comparotio 41e- 137 Cer¿drc 2’. núm., 137-166 81 ISSN ovS-o, .Elena Thnvgarew Pagala La ¿rifiuenria del modelo deilejar¡dro Magno en la tradición escipiónica Es sabido que la relación ideológica. entre la tradición literaria e historiográfica creada en torno ala figura de Alejandro Magno y la actitud de cienos impemtores romanos adquirió una especial relevancia durante la segunda mitad del siglo 1 aCÁ. En este contexto, el empeno (le parle de la historiografía moderna, por explicar cl deslizamiento de la tradición helenística sobre el. macedonio en los medios intelectuales de l.a sociedad romana promovió la. necesidad dc buscar en. la res publica de los siglos III y II a.C. un antecedente válido que facilítara la comprensión del fenómeno de .álejandro en la Roma de la República tardía. Por ello, según algunos historiadores, parecia necesaria la presencia de una figura «puente» que hubiera permitido e] encuentro de ambas culturas politicas en un momento inmediatamente anterior al siglo 1 a.C.y que facilitara y legitimara el camino que posteriormente esa tradición griega tomó en el mondo ideológico ronlano. Así pues. dcl mismo modo que en el análisis político (le las nuevas formas dc poder personal aparecidas durante la República tardía también. se buscó y se encentro el antecedente deseado entre los Escipiones~, recurriendo a los 4 y a la polémica en torno al significado de procesos contra Publio y Lucio Cornelio Escipión ciertos pensamientos atribuidos a Escipión Emiliano en el De Republica ciceroniano, igualmente, la. candidatura d.e predecesor de las actitudes fioalejandrinas de Pompeyo, César y Marco Antonio recayó, de entre todos los Escipiones destacados de la política romana, en la figura del Al ricano Mayort Las razones de la elección concreta de Publio Cornelio Escipión eranvariadasy comprensibles. Por un lado, estaba su cargo de hn.perator o straícgds de la República romana, en definitiva unrnand.o militar que. además. había sido adquirido por primera vez en. plena juventud en circunstancias extra.ordinarías~. Gracias a cílo, pudo participar en todas las guerras importantes en las que Roma intervino entre fines del siglo III a.C. y la primera mitad dcl siglo lía .C.. tanto en ‘las campañas de Occidente como en las de Oriente. Desde este punto de ‘vista, parece lógico que algunos historiadores encontraran cierta aproximación entre la ima gen de Escipiónyla de Alejandro como conquistador universal. Por otra parte, el éxito militar continuado ha~l~i~ favorecido la rrenr’iAn Anura~ leyenda earmntnmr~6 M~.u~s~~MuUiaiik it ~ ii A~ Alejandro, fascinaba a los soldados y l.e proporcionaba el carisma suficiente para. guiarlos felizmente en la guerra. l’a.mbién, como al rey (le Macedonia, el deseo de aprovechar el éxito Nl. .ái’u 1 it - «41 exand ii le tJra.od. oía tiéle et re po iiSsi)1 r dii pr ní~ e (d ‘An~a.sí e faced a , los rugí ‘a ¡lores, a roanas liroxeil (‘5 ¡990 p N ron) .Ni’rúnia. IV Ale — F Tora gil a’ Iii e/uiluiiiiiii<iii iii Iii irala ion alije ¡os (‘arni’tíí St’ipíoríeí:pasada líia(on’úa í’i:oo/iíníiación uní Lar,ígciaí i)9t1 op ¡ iSÓ (<VS ¡¡iii Híl-irre «Cito ‘atiere U d¡ííír de sole bolícíí - i propos rio procés dcii Seipionsa>. Dic Sanan mUlle lo C Bonse iaaa. pp. 175—194. E vi <nr« lr¡;priííug unu Srta ickluíxg dii l berl¡elc tung ¡Lcr dic l1erístsolic.hk’eií des Seipio Africanos ,íríd dro ltioiríniíígvon Ni ukar¡Ií ugt a. kleirie Su’hr4íen a> r3v ss.¡ A. l-lc¡iss, <‘Alexander der (.,rosisut orad dic poiiesdíí íd, nrogw de e \lrernhn¡s» ‘LI ~9 j p ¿o loslíísrori ídoruesgriegos traraubarí la «ida dc Eaci 1íidn Mci ca ti o e]. May,) r Como la dc ti a nuevo .M ti (1ro. It Pi ti ría. a La ca criera d.i StA ~iiii re ríe lía gire cra annibal it a a> ¡aLeo ob. ~ So. jíjí. ‘354. it. Calulaíí. «1’. Cornelia SÚ;aiííríc IÁtricaííí, e la lcggeíída», Ache,uaeieai 53, i<i. ‘9’S~ PP. 3—tv. hepulíl Peinas (<eso,, ¡inri /ristoníi’ao,rl¡r o fao lid i.,ei’t.oce 2003. a,. i ion. i ,,?,—ióti Elena TorregarayPagola La influencia del modelo de Alejandro Magno en la tradición escipiónica social de la victoria le habia conducido, sino claramente a la aspiración de poder unipersonal, sí. al menos, a situarse porencima de sus iguales. crimen imperdonable en una sociedad aristocrática7. Yfinalmente, al igual queAlejandro, Escipión había demostrado una admiración por la cultura y las costumbres griegas, cuya adopción externa había suscitado cierto rechazo en lasociedad romana que. en cierta forma, podía compararse al que había provocado el orientalismo del conquistador de Persépolis. Tampoco podemos olvidar que este filohelenismo es precisamente un rasgo distintivo que Escipión comparte con algunos de los principales imperaíores del siglo 1 a. C, como Pompeyo o Marco Antonio. los cuales también adoptaron de una forma clara la ~mitatioAlexandri8. Además, en el caso particular de Pompeyola relación se hacía aún más estrecha y podía llevarse aún más lejos si tenemos en cuenta que los Escipiones optaron por el bando pompeyano durante la guerra civil, llegando a utilizar la fama de la familia en eltranscurso de la campaña africana contra César~. En definitiva, a la vista de los datos aportados, parece limegable que el anecdotario que las fuentes hístoriográficasy literarias recogen entorno al Africano Mayor guardaba un sorprendente parecido con el de Alejandro Magno Apesar de todo, también pueden aportarse algunos inconvenientes a laidentificación entre ambos conquistadores. Si bien es cierto que. como acabamos de señalar, algunos aspectos de la vida delAfricano Mayor tenian concomitancias con la de Alejandro, ello no implicaba que Escípión utilizara de forma consciente el modelo del macedonio como gula de su carrera político militar. Precisamente, según O. Weippert, su actividad nunca superó el ámbito del juego de poder de la nobilitas romana~. En cualquier caso, larelación de Escipión con el ideal de Alejandro será claramente distinta a la que desplegarán posteriormente los imperatores de la República tardíala. Y no sólo eso, sino que, a medida que nos alejamos cronológicamente del periodo republicano, la comparación de Alejandro con Escipión tendrá otro carácter, e incluso llegará a evolucionar negativamente, de forma paralela al desarrollo de la tradición sobre el macedonio, hasta el punto de que terminará por no realizarse comparación alguna entre ambos’3. El problema, a nuestro entender, es más de paradigmas que de figuras históricas. Valga como ejemplo de ello la opinión deS. Weinstock, según la cual, todo gran conquistadortenía - Polibio 23, ¡4. it. Tito Livio. 29. ‘9. i,-í.¼ Valerio Maximo 3,6, Ir Plutarco, Gor. mat. 3,6, Octavio. Apiano, Syr. 46, 240; Marca Antonio, Apiano. 8. 4. ¿. .1, 76r Tiberio, Suetonio, Tib. sí. 3u Germánico, Tácito. Ana. 2.59, í-3, 1. L. Ferra~, Philhellénisme «e iropécialusme. Aspeces tdéologiques de la conqucee du monde )rellenusttqrae, de la secondegvuerredeMacédoineá la ga¡er-re canece Mithridate, Rorne ipSB, PP. 523-526. R. L. Suurch, «The latí of ¡he Scipionest..Mu...4,fr. III. 1974. op. cuí., pp. I4~L6i RA. Billows, «The late of the Scipiosss>.4f4H i,7.pp. 53-65. O. Weippert, Aíexurnuleclmtureuo rsnd rtimíschePal itt/e in republikanischerZeit. Augsbwrg ¡972, p. 38. Ibid.. pp. 5253. O. Weippert. op. n.u., pp. ~í 52. Luciano, Dial. dc noca. s~ (iz)~ E. Baldwin. «Alexander, Hannibal and Scipio in Luciana>, Emérita 1990, pp 5i-’6o. llistoriaAuguísua, Pese. 11,45. L. Cracca Ruggini. «Un reflesto delmito diAlessandronella «Historia Augustae%Antiquitas ‘964-45, PP. 82-83. :39 Cerión 2003, 2i, núm. i iB7~iÚ6 Elena fisrcegaro.’y Peagola La icufltuencia del modelo de A¿ejacrdro .tluagno en la tcadíc¡on cscupuóníca el modelo de Alejandro’4. De ahí también que el primerAfricano no sea ej único Escipión sobre cl que trató de verse la imagen de un nuevo Alejandro romano. Atendiendo a la caracterización general como conquistador, tal intento se realizó tam(p.l.c seguir necesariamente bién, aunque crí menor grado. en la persona de Escipión Emiliano. conocido como segundo Africano. La incidencia historiográfica de esta nueva tradición es muchísimo menor, dado que las caracterislicas propias del anecdotario bistoriográfico sobre este Escipión no permitían Or) acercarí’íiento mayor entre su figíara histórica y la del macedonio que la de cualquier otro genc’ra.l de la República romana. Eníre los historiadores actuales, en relación a la interpretación de la práctica de la imitatio Alecanácí en la sociedad romana hay una tendencia cada vez mayor a diferenciar, muy razonablemente. la JVachahrnung de Alejandro según varias categorías que son la ¿m¿tatio, la aernu/.atmoy l.a cornparati.o. La necesidad dc delimitar el espacio de cada concepto aparece cIa-samente, ya que en nuachos estudios suelen confundirse a menudo los tres. ~ la ¿mftcrtio implicaría un deseo consciente por parte del imitador de plagiar los modos y actuaciones de Alejandro; la ae,n.ulo.tio, por su parte. consistína crí e’í deseo de alcanzar o incluso superar las obras de Alejandro pero sin, imitarle necesariamente; y finalmente, la cornparoiio, respondería a la acción de terceras personas~, fundamentalmente los autores dc las fuentes clásicas ~v, en nuestra. opinión, también (le la historiografia moderna-. quienes establecen compara— t>, en este caso, los dos Africanos. caones entre Alejandro y otros personajes históricos Este principio metodológico nos servirá para descubrir algunos de los aspectos más des’ lacados d.c la rclaciómt entre las fig.iras dc Alejandro y los Escipiones, sin olvidar en ningún caso que la tradición escipiónica tiene una, doble procedencia, por un lado, griega, configurada mayormente a partir de las Historias de Polibio y, por otro, latina, cuya evolución historiográfica será más prolongada.’. La ‘influencia dc cada una d.c ellas estará deternainada también por so piopio origen, piesto que la perspectiva griega sobre Alejandro se proyectará sobre las respectivas figuras de los dos Africanos con una jerarquización de ideas y urja linagen global sensiblemente diferente al punto de vista romano. Siguíend.o este esquema. analizaremucas el imfsact.o de las tres categorías d.c la tradición sobre Alejandro Magno acrrodaho, comparohe-’- en la. conformación del modelo ideológico que representa tanto Ese ip jó rl Africa río el Mayor, como su nieto, el Africano Nl crior. - -rení atio, 5. Weinsiock. ura. rni.ittioij cuVituor a¡sul Invic¡uísv=.¡IT/aB ¿a ¡‘)¿‘y. ¡ rrrrl¡)rlOutItrs» AJÁ!! .3 tupS ji. v36; 5. Greca. «Caesar and Alexander aemeela p 8 liii Iusíd»orr <al [ca rríorrrph [u pi ictírrs anul te Senate jis (he earl~ secciod ¡cantor» d.C.». jhS ó¿. í925.[> ~3S 1 Ir sí Aíeavoolírr clii 1 ¡rnírí,íííí Buía i~uji aparecen perlectarriersie d¡suarsgoídas Las 1w» cate-¿‘(tris» oíl amul¡t II L>us stliviui>iilt sdu Arígoisurí u-rl líe, rrírí’íia vsi, irrio n% jior la ¡gura tívulririu:a y legendaria ule Ale— a ¡íd ro Magno 5 Batí irdsíío rl!) itt 1 438 1’ Cursi op. oit.. p¡í. 1~4. 1- Tor ruilír’ív ¡nr Ce’r¿í.i ce a>aa,3. O i iititiii lUí> oulirro (5. <Ii i40 idrí (¡Ir Elena Torregaray Pagola La unflaencña del modelo deAlejandro Magno en la (radtcidn escipiónica ~.L4. IMITATIO ALEXANDRI La evidencia de la imitatioAleirandri en Roma antes de la primera mitad del siglo 1 a.C. es muy escasa y altamente controvertida. Por ello, resulta especialmente complicado tratar de dilucidar qué ventaja podría obtener un general romano del siglo II a.C. de la asociación deliberada con el nombre de Alejandro o, aún más concretamente, qué voluntad podría animar a un Escipión de esa época para imitar la conducta del macedonio. Teniendo en cuenta estos problemas preliminares, y con objeto de aportar las respuestas más plausibles a estas cuestiones, creemos que sería conveniente considerar, en primer lugar, cuál era la imagen del rey macedónico en la sociedad romana recién salida de las Guerras Púnicas y~ consiguientemente. qué influencia podía ejercer en las tendencias ideológicas del momento. Si retrocedemos al periodo inmediatamente posterior a la muerte de Alejandro. sabe8, en virtud de la mos que la imagen de éste mostraba ya una cierta connotación negativa’ cual comenzaba a ser más conocido como el hijo de Arnón y conquistador de Oriente que como vástago de Filipo y rey de Macedonia’9. Paralelamente, la carta de Aristóteles a su antiguo pupilo macedonio había trazado la imagen del Alejandro que querían los griegos y que difería del perfil oriental sobre el que se estaba construyendo su mito<10. Habrá que esperar hasta el siglo II a.C., para que la presión de la amenaza romana en Grecia y Oriente promueva una nueva reanterpretación de la figura de Alejandro Magno como claro defensor del helenismo. Con el inicio de una relación continuada y relativamente profunda entre Roma yel mundo helenístico, diferente de los contactos esporádicos propios de etapas anteriores, el terreno estaba abonado para la introducción del mito del rey de Macedonia en la Urbs. Precisamente, la difusión del modelo del Alejandro filoheleno coincidió en el tiempo con lo que algunos historiadores como Pierre Grima1 han dado en llamar el periodo helenístico de Romaul, en el que, según la interpretación moderna, ciertos destacados romanos, especialmente los Escipiones, mostraron un interés y una pasión inusual por la cultura griega, de tal forma que podría considerarse que el exempium de Alejandro tuvo para ellos un interés especial, preludio del que años después demostraría Pompeyo. No obstante, y a pesar de esta interpretación basada en la existencia del «círculo de los Escipiones». al que se le atribuye un supuesto papel determinante en el impulso y difusión en Roma de la cultura filosófica y los modelos políticos griegos, con excepción de algunas citas ocasionales. ningún historiador mli poeta latino de la República de los siglos III y P. Goukowslcy. Essai acer les origftnes du mythe dAlexandre (336-ago a.C.), Nancy 1978, p. 76. ISid.. p. 83; D.Aníbaglio, «Alessandnoconquistatore», ModelosidealesyprácticasdevidaenlaAntigiatdad clásico, Sevilla 1993, pp. 3,-48. Ibid., pp. 54-55; C. B. Welles, «Therc hace been ínany Alexanderí», The Impace of..4iexander che Great, Pennsylvania Siate Llnivensuij 1979. p. ti, opina en cambio, que ema el propio Alejandro quien consideraba a <1 Macculonia como la periferia de so imperio. P. Grimal. Le uuilu/e ríes Scipions. Rome a l’he!lénisme aun temps des gserrespuniqaes. Paris ‘959’ pp. a4 1 9-14. Gerión 2003, uí, núm. í í3 66 7-í E/cao Torcego.ra.’¡- Pogurla. La. icr/luaencia del ,ceodclo deA/e’jatadro Magreo ere la rcundic,.óce escipióce¡ca II a.C. parece haber dedicado una gran atención en sus obras a la figura histórica de Ale jandro Magno~t Esta imagen del monarca filohelenista no era, sin embargo. la única que proyectaba la tradición sobre el sucesor de Filipo, n.i tampoco la que parece haber interesado con mayorfuerza a la República romana del siglo [1 aL. En el 200 a.C. Roma ya había tomado conlacto con la leyenda de Alejandro y por lo que coniocemos gracias a Plauto, el macedonio era considerado como ‘un héroe que había hecho grandes cosas~’. Por lo tanto, la visión que Escipión el Mayor y sus contemporáneos podían tener de Alejandro no era una visión negativa puesto que el comediógrafo lo corníparaba con Agatocles.vencedor de los cartagineses y hombre con fama dc probada uictus¾.quien a pesar de su condición de ‘(ii-ano, es denornimiado en las Comedias plantínas como rey con una connotación positiva Aun y todo, la escasez de la pre’sencía de Alejandro e’o las fuentes latinas de la época parece demostrar cierto desconoei-miento de su figura histórica debid.o principalmente a que su actividad se había desarrollado naayonnente en Asia. 1’, cual le convenía en un personaje lejano para la sociedad romana, y ello, pese a que Roma estaba en plena guerra con las potencias helenísticas que se conside-raban herederas del legado del rey macedonio<. Hasta los años so a.C.,podemos decir que la actitud <le Roma haciaAlejandro era de una cierta. indiferencia, qu.e con el tiempo evolucio-naíá desde la admiración hasta la. aversiót«. Auinqu.e en opinión de algunos. la ideologia de Alejandro no tuviera gran impacto entre el 0>, parece evidente que la discusión. solíre el público republicano e incluso careciera de éxito héroe macedonio comenzó y se encarnizó en Poma a partir de la República tardía. Para los que lo odiaban, el exceso d.e gloria le había producido un desequilibrio que le Labia llevado a la locuray. a pesar (le la. grandeza de sus acciones militares, ni era comparable a un jeFe roma-no ni conveniente a la mentalidad ronían&í. Por ello, según Tito Livio, el único aspecto de Alejandro por el que los romanos debían. estar interesados era sta caracterización como aventurero militar invencible. Mi, de un plumazo. Roma descartó la imagen delAlejandro fiohe-lenistax’ prefirió al conquistador nailitar. sin ninguna pretensión filosófica e in.telectual~~. En tanto que conquistador, abstracción hecha del asimilador. Alejandro podía ser ínvocac do cuino personaje ejeríaplar en Roma. El macedonio, en sus inicios. habia cumplido tina ‘8 Úceeru op u it pp 9 ua ‘tu — Pl~ír,un X-lrrst -u .Aleranlra,rr ~Iawi<rnuatque >lgoáuactecri ut.iui.nc oio.:rr¿crere,s .< d.uia to» g(’!aaiaau.: rjutui oíl/al fice ¡jn> surjas hurra ¡us<it’oirt tn,na,¡alurt PluititO P(tUd>)ltt >32 j. D-¡ogul <.1 Asur dt.s poetes lat’rís del u ~uuuque répoluliuoaitie». K¡tcnr¡. ‘0. i955, p/t. ¡75—92. 1’ Cruose ur [a clooblu irtiauuc d Aitexondre Ir Cirand la Rornc’, Smodi úiauicc ‘6, t974. /1. 1> Oto o rq> oIt p~u ~6—,n lii PÑc,do a Xlejasíd‘0 y luís coipecadorea roníanos en la liiurtumniognafia griega», Neroc’-co- IV. Alejandro Vto arr> nuorle¡tu Ir los «tiy»’> uy río, es racnaceo.s-. Sauzal1 rí ¡990. Pp. 60—64> A. Ori lii, «Al casand rut e E ¡1 ippcu odia Vilo sud¡a tít rildira nr II ideología /¡ol’tica romana», A/r’,sr¡cedra Moctio. lcd. s¡aau u; col-ro, Milano i’)54, p. ijS. /1 (ñu ¡ ru ruja rut (e toce -‘aol ->r cruraL -‘42 ‘1 La influencia del modelo deAlejandro Magno en la tradición escipidnica Elena Torregaray Pagola función positiva,ya que la conquista era precisamente el punto de contacto entre RomayAlejandro. Y aunque. según las fuentes latinas, el rey macedonio se pervirtió al dejarse arrastrar por Oriente, esto sólo ocurrió después de sus campañas militares. Por ello, en cierto modo, podemos afirmar que la imagen de Alejandro en Roma está ligada a las relaciones de Roma toy refleja igualmente un aspecto del conflicto entre esta parte del mundo y Occícon Oriente denle3’. En este sentido, la conquista del Este, con el entramado propagandístico de la sucesión y la herencia de Alejandro podría ser una de las razones por las que tanto Escipión como otros generales romanos quisieran invitarlo tanto en la conquista del mundo helenístico, como en sus actitudes hacia los griegosía. Parece probable que en el momento en el que se está llevando a cabo una expansión progresiva e inexorable en el ámbito del Mediterráneo onental surgen en el ánimo de estos estrategas un deseo de acercar su figura a la de otros grandes conquistadores, con rasgos diferentes a los que aportaba el mos ma¿ormrm tradicional, pero sin alejarse tanto como para no permitir la creación de la nueva síntesis que será el «Alejandro romano» Suponiendo que Escipión deseara conscientemente practicar la imftatioAlexandri. cabria preguntarse con cual (le estas imágenes de Alejandro que acabamos de enumerar podría sentirse más identificado o de cuál podría sacar mayor provecho, según se decidiera a utilizarla en ámbito griego o romano33. En principio, se puede descartar que el vencedor de Aníbal deseara una aproximación alAlejandro tiránico, pues a pesar de que Escipión manifestara su admiración por el tiramio de Siracusa, Agatocles. no lo hacía en cuanto a su posición política, sino recordando sus victorias contra los cartagineses y su fama de hombre valiente. dotado de una nietas excepcional. Por ello, respecto a este punto sería preferible hablar de comparaho más que de ¿mitario ent.re ambos generales. Pero, ¿qué decir del Alejandro filoheleno o del Alejandro conquistador? Indudablemente, en ambas imágenes se puede encontrar cierto paralelismo con lo que ya Polibio nos mostraba de la personalidad histórica de Escipión. Sin embargo, hemos de tener en cuenta que el historiador de Megalópolis sentía una considerable admiración porAlejandro3~. lo cual pudo conducirle a retratar a ambos personajes históricos sobre la base del mismo modelo ideológico, lo que justificaría el hecho de que Polibio dedícara a Escipión eí calificativo deMégas, igual que aAlejandro3~. Pero esto, en nuestra opínion, ha de considerarse también como una comparatio y no como una imíto,tio, e incluso P. :5, Ccausescu, op. cr’-t., p. í68. ¡bid,, p. 65. P. Orinal, Le aiécl-u’,.., p. 190, precisamente el asuoto de la henencia de Alejandro estaba en plena eferves- cenc’a, pues babia sido suscitado por Antioco III quien. retomando la politica seguida por sus predecesores se proclamaba el legitimo b,crcdern del imperio de Alejandno enAsia. 1:> II. Seguin., « L~’ ~-eligion de Scipion lAfnicain’a>. Lo-tomus 33. í, 1974. PP. “7- ~S. se pregunta si Escipióce quiso ser tal vez ci Aícju~rudrut de Occidente. Polibio 9. zS. 5, 14. u3. E. Ni. Errington. <‘Alexanden in the Hellenistie World», Alexandre le Craced. Entrenena de la Fandacian. Uardt 22. Vandoeuvres-Géneve. 1975. pp. i 75- 177; P. Creen, op. cia,, p. ‘o. O, Wcippcrt. sp. oit.. PP. 37-55 sugiere que la traducción es un simple «Scipio Maior’s, Gerión 6 143 2003, 2’, núm.’ í37-,6 Elena Torregaooy Pago!>:. La influencia del modelo deAlejandro Magno en/a rradicidn escipiónt’.ca conn.o una simple práctica elogiosa bastante habitual en la historiografía griega si reparamos en que uno de los calificativos con que más frecuencia regala Plutarco a Escipión al relacio narlo con Catón el Mayor es precisaníente el de Mégas». Escipión pudo sentir¿se atraíd.o por la faceta filobelenista de Alejandro que probablemen t’. Sin embargo las peculiares vicisitudes históricas te conoelo glacias a su estancia en Sicilia de la isla, perpetuamente acosada por griegos, caríaginesesy romanos habíanteñido ese filobelenisnno de un aíre belicista, que no tenia nada que ver con la orientalización de Alejandro en su. cont.aet.o con el imperio persa. No creemos que la admiración de Eseipión por la cultura griega o la adopcíon de vestimentas y costumbres helénicas durante su estancia en Sicilia pueda. considerarse como una ¿oíitatioAlc.ra.rrdTV>. El. hecho de que el primer Africano optara por la clámide griega en una tierra tradicional de tiranos y que, precisamente. años más tarde se viera enfrentado al Senado, no implica necesariamnente que Eseipión buscara imitar la adopción por pate de Alejandro de la parafernalia. persa. un gesto que ha sido interpretado co mo l.a clara. aceptaciou de l.a i’uonarquia orient-al y el al~íatdono de las formas de gobierno ‘tradicionales. Este análisis comp¿uativo es claramente ‘posterior al período de la República media y ha sido desarrollado fundamentalmente por la historiografía moderna, que al tratar de explicar el proceso por el cual el poder su 1iremo en Roma evolucionó hacia lina form.a mnonár(1ulca, ha buscado en Escipión un precursor que pueda explicar en forma progresiva esa nueva realidad históricat. Sin embargo, la predilección de Escipióní por las costumbres griegas mío representó un gesto de ruptura corno lo fue el de Alejandro en Persia, y no puede interprctarsc más allá del contexto de la Segunda Guerra Púnicay de la necesidad de apoyo logístic.u por parte de Escípión para la campaña. de Africat><. Porello, en ningún caso debe versc comía, el presagio d.c algo que además, está. bajo una fuerte polémnica, corno es la supuesta aspiración a] poder unipersonal por parte de Escípión. En realidad, ateniéndonos a lo que con. certeza saliemos que Escipión pudo conocer sobre cl macedonio en su época. es decir, la t rad iciotí dcl Alejandro comiewistador que ríos ofreci Plauto, hemos (le considerar que si eí vencedor dhu Anibal practicó Li im.¿to.t¿o II.cxoo.d.n en Ponía., hubo de hacerlo identificándose con el papel del conquistador. que además se adecuaba perleetamente t-> a la idiosincrasia. ruinaría y a la unciotí pública qn e Escipión estaba destinado I)e acuerdo ron estos escuetos datos, idenitificaise cori alacumplir imagen de Alejandro corno con qo isí oíl c> r y ile fe rísor del u-sund o griego tendría md uclabímiente un mayor eco en el ; ¿.6. L. 5‘;uu;t.esi, <u 1.> a,í,l’uaster luí rotos;’ ua sri Al ~saatíd ru, e p ruge lii occidu; ntali rlrl Macedo oc» A/cssrauur/ro ruutnoaru-u , ~u.ríu.u gris; ‘ ujy~. gp. 6ta --72. Titrt Liv-in su>. o). ‘ ‘ - tI. i. L. Purran. 1>/rifhe!íéru.itrtr-c .... gp. 525 ¿sG a> .1. 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Si, según la espacio mediterráneo que Roma intentaba conquistar que en la propia Urbs información de Polibio, Escipión no tenía ningún reparo en utilizar argumentos divinos o humanos para manipular la opinión pública y conseguir así sus fines~3, puede que él mismo decidiera preparar el terreno para la campaña contra Antioco —otro ilustre aspirante a la herencia del macedonio— utilizando el socorrido argumento propagandístico de la sucesión de Alejandro y jalonando su llegada a Asia con significativos gestos que pudieran asociarlo con su ilustre antecesor, de la misma forma que lo harán más tarde los emperadores en sus campañas en Oriente44. De este modo habría que entender la propaganda fantástica de la conquista de Cartbago Nova o gestos como el del sacrificio que los Escipiones ofrecen a Atenea al desembarcar en el Este, que recuerda a Alejandro rindiendo honores a Atenea de Lindos después de vencer a Darío y adueflarse de Asia45. Incluso desde una perspectiva más general. Escipión podría ser el nuevo Alejandro que había defendido al mundo griego siciliota del ataque de los cartagineses que representarían en Occidente el equivalente de los persas en Oriente. Pese a todo, carecemos de datos suficientes para afirmar que Escipión realizara conscientemente la ¿mii atioAlexandñ. por lo que es probable que las analogías de su campaña en Oriente con la de Alejandro fueran el resultado del afán de los poetas por enaltecerlo~6. Esta incertidumbre puede extenderse al resto de las noticias sobre la relación entre las tradiciones de Escipión y Alejandro, ya que no hay indicios para saber qué es lo que pensaba Escipión de la leyenda del macedonio y si su actividad pública era producto de su propia personalidad o de un calculo político. Si nos atenemos a las posibilidades estrictas de imitatio Álexandr¿ que se atribuyen a Escipión, esto es, la toma de Carthago Novay la leyenda de su nacimiento, hemos de concluir que la primera. sin duda, le dio fama en Oriente, pero ello no prueba que Escipión la utiizara como fórmula de ímitaho4. Por lo que se refiere a la cuestión de la leyenda. parece evidente que la identificación entre ambos personajes es bastante tardía. probablemente de finales de la época republicana, con lo que en ningún caso podría hablarse de imdntioilie.xandú por parte de Escipión, sino de comparatio literaria~t. De forma general, la opinión de H. Bengtson al respecto parece ser la más determinante, ya que concb.aye que a pesar de la idea contraria de algunos49, no es probable que Escipión viera a AleO. Michel. Alexander oía Vdrbildfúr Pompeiu¿s, (Jaezar und Marcas Antoni ces. Bruxelles ¡967. PP. ‘5 y ss. la imicatioAlexandri irrumpe ron fuerza en Roma en el siglo 1 aC.. basta entonces su predicamento era escaso. Polibio ¡0.2-5. 1--u E. Bneccia. «L’ereuiiládi Aleasandro Magno elimpeno ron¡ano»,ASNS 1933. pp. 53-67. +~ lito Livio 37. 9. 7; 3~, ly. 2,3> Justino 3í. 8, ‘-4>1- L. Ferra¡y.Philhellénisote.... PP. 230-235. A. Mastrocinqrae. « P. Cornelio Scipioííe Africano e la canapagna di Simia». Política e re/igione nel primo scon(ro era Roma e lOriecere. Milano ¡982. pp. jol-i22 O. Weippert. op. cá.. PP. 50-5’. 57 Polibio 10. 9.3; E. W. Walbank.A Historical Commentetyon Po!ybius. T. II, Oxford 5957. PP. 591-220. •> It. M. Haywood. 0/3. >7i’.. PP. 9-29; 0. We~ppert, op. cU., pp. 39-4í. -1. Bengtsoo, «Scipio Africanus; Seine Personlichkeil und ¡cine weltgesehichtiche Bedeutwng». Kleine Schriften zucAllen Geschiuit-te. Miíncben i974. PP. 401-420. 145 Gerión oool, aí. núm. ¡ 137-í66 E/ro a Toos-oga -a->- Pago!» Lo ice.//usrnc:ruz de!. ru-aol rIo de Afe¡oradrru Maguo en ¡o o-odfehio. escu.p¿ón ¿ca jandro como modelo de su. vida ni que por mucho que conociera la leyenda del macedonio tratara de ¡‘mitarla-~~. Respecto a Escipión Enailiano como ejecutor de una posible ¿niltatioAlexand ii carece-mos de noticias claras en las fuenteslitetarias. De hecho, el grueso (le su carrera militar se desarrolió más en Occidente que en Oriente. donde apenas tuvo la experiencia que le dio la participación junto a. su padre, Emilio Paulo, en la campaña contra Perseo~’. Sin embargo, la generación que le tocó vivir había comenzado a sufrir una paulatina inmer-smon en. los aspectos más relevantes de la cultura helenística, incluidos sus mitos políticos y miiítaret’. Apesarde qu~ Jiscipión Emiliano no necesitara la figura del Alejandro conquistador para abrir las puertas de Oriente a Roma. lo cierto es que la tradición hist:oriográfica que le atribuye una. prcocupacíoni cultural. supe;’ior a la media enítre la aristocracia de su tiempo. le capacitó para admirar la cultura, del mundo helenístico, adonde acudió en lina célebre embajada politico--cuitural, acompañado del filósofo Panecio, en la que se han querido ver rerruiniscenuci;us del pt-inícipio que animaba aAlcjandro a conciliarbajo su imperio a Oriente y Occidente{. 2. IAAEMI.IL4TIOA lEXANDAJ La larga sombra de la tradición sobre Alejandro era fundamental en cualquier concepto que agrupara las ideas de cormquist:a del mundo. (le Suipremacía militar y de imperio univer saL’. Todo ello acercaba la imagen del macedonio a la del kosmnékrausr o gobernador del rnunditdemostrandoúñáábibiéióii 4óéiéhialóéidéhdérlÁÁ frÑté+á~ desu imperio y le convirtio en uit elemento ideal pala la imaginación popular que lo veia por encima de las linnitacioníes honianas>’Y Li relación entre las figuras del kosm.ókratory el conquistador no era, san embargo, una aportación curigínal de la tradición sobre el macedonio, ya. que la idea, de muonarqola um.versa.l babia Sitj o aplicada también al imperio de Ci ío. en quien supuesta-mente se inspiraba el propioAlejandro-><’.y después de él, ala acción militar de otros personales histói-icos qu-¡ aspiraban a un ieconocíniaento similar al de tan grandes conquistado-res>~. Clitarco fue quien reesetibió la historia de unAIejandro predestinado. «deseos-o de llecor so. tníplurlo) a /os lírnutés de ¡ci odoaome.ne, fran-sk.s.rado por las rereiociones del oráculo ~vdesde 3a pp -<¼ ‘gol~~ O. ‘cX’eipperi. Srp. I/ II Sr salí ursl Su rjru>¿ Á/ncuutuuos rruurf río Suururru/ Muoro lirio E’ urnbuirl r ‘r> rut í~p 41! ]r> 1 it Natiul] -lIouuturlu’u a>>» mho /¡aúurzrrs bus 1 nr’ uuf Pennsv]v-mnra ‘959 gp fll—lV< f> Creen. op. rut ji u 1- B-stiuaru e l)uscyas-struer ce bortoetur-rrs- de lr;Jrru;uir;turstt Uardt \\¡ [ Y tTrrlouu rusos Gr ‘it su 92-5. pp. o’$ ‘216. A. L. tu’ru ‘uorpuoir:unrtra.urr.-s uSlord igó fufí u> >5 1 1~ ‘tu si fu sres-tu’ pju 290 Sf6 1< II>>-] ‘Ore kultrrru Ite KI;ssuuun ríes Lunuituurs» t’] u’ rr> t gp rus> 4! 1 {,tecrs sp rut ~t u ‘al 1 u’uuu A]> suorrle; rIn 1-ru so ‘alují, thc Po]t> ‘unri AIur-ro-trul u> t/-st!> ano1 ¡he Po/uy Oouoruu-;ll lJn¡verrraty t99t p sG>; 158 Vs u ¡It s lis> re ]as/u> luuu ce ‘tu,sua’ Aloxínriururra !ho urrrrsruot rr/ l]ra-usuuoirr tú; Úurrzu Peossssluuania Statu: E- rtsversrtv u97g. /t. ti O. Cro-srl ‘atas rouue¡u’ fCr-uu..rru.u:n.u’Arícvu.rtu’ru [{uurt’u;utuiuuui [51>. 56. (40,-rice 2003. 2’. i46 usr.uurr. >I-it 6<> tas>. Elena Torregarago Pagola La influencia del modelo deAlejandro Magno en la tradición escipiónica 8. El entonces, inuencible, de con quista en conquista, que lega una herencia de gloria yambicién»5 Alejandro de Clitarco buscaba la hegemonía universal y esa idea encontró eco en el mundo helenistico ya que, en cierto modo, enlazaba con las teorias sobre la sucesión de los imperios y podía introducirse como carga ideológica en la vida política y en las relaciones militares de las diferentes potencias mediterráneas a través del elemento propagandístico que suponía la aspiración a la herencia del macedonio. A pesar de los contactos con el Oriente helenistico, este concepto de imperio mundial no estaba aún maduro en el pensamiento romano del siglo II a.C. y. por eso, lo vemos reflejado en la obra de Polibio como una idea griega que legítima el gobierno romano en el Mediterráneo oque. al menos, pretende explicarlo~. Pero el historiador griego no se limita únicamente a adjudicar el imperio mundial a Roma tras la Segunda Guerra Pánica, sino que asocía directamente con este hecho a quien considera uno de sus principales artífices, Escipión Africano el Mayor® y. en menor medida, a su hermano Lucio. Este punto de vista polibiano ha sido retomado por parte de la historiografía moderna, que basándose en la identificación de la idea de la odcoruncrt-e con la expansión mediterránea de Roma del siglo II a.C., así como en la particularidad de la carrera militar de Escipión desarrollada de forma paralela a ésta, ha alimentado el mito del ko.smókratorentorno a su figura histórica6’. Por otraparte, teniendo en cuenta la estrecha asociación que la historiografía antiguay moderna ha realizado entre Alejandro Magno yel ideal de gobernador del mundo, y una vez que hemos descartado las posibilidades de imitatio Alexandri por parte de Escipión, cabria preguntarse si éste último. supuestamente conocedor de ese aspecto de latradición sobre el macedonio, se decidió autílizarlo en su provecho por medio de una aemulatio que le reportarabeneficios. fundamentalmente, en elterreno ínilitar. De nuevo, carecemos de cualquier testimonio directo sobre ese posible afán de aemulatio de Escipión. En realidad, sólo podemos analizar las posibilidades de esta relación ideológica a través de la imagen que Polibio ofrece de Escipión en sus Historias, en las que dado que el historiador griego consideraba que las Guerras Púnicas habían sido el primer paso en el camino de Roma hacia el dominio universal, por lo tanto, a Escipión, como artífice principal de dicha victoria, podría atribuirsele un papel similar al del kosmókratort Pero este punto de vista nos adentra en el terreno de la comparat¿o, más que en el de la aemulat¿o. Precisamente, la entrevista entre EscipiónyAníbal previa a la batalla de Zama que Polibio describe o inventa no es más que la representación idealizada al modo de los exempla. del enfrentamiento entre Roma y Cartago por el dominio del munP. Goukowsky. op. oir., ji. 141; MA. Levi, Introdcezioae adAleasandro Magno, Milano ‘977’ Pp. 83-92. A. Momigliano. «Poiiluiut. Posidonioycl imperialismo romano», La historiografia griega, Barcelona 1984. pp. 226238. Polibio 15. ¡0,2. 1-1. Bengtson,ap. cu’-t. ~ 401-420; G. Lepper-Mainzer,DieDatsíelltngdesFeldhemtSciPioAftlcaceces. 1982. Polibio ¡0. 2, 9. 147 Genán aoo3, 2’, núm.’ ¡37-166 E/e n a Torregaroíy- Por gusta La influencia del orodelo de Alejandro Magno en la tradición escipiónica do, en el que cada uno de los generales encarna una imagen del mundo o un tipo de dominio pat-a la futura o¿korírnene>’>. De entre los dos programas de expansión para Grecia que habían propuesto los intelectuales del siglo lVa.C. y de entre los dos mundos bárbaros. persasy cartagineses, a los que se había dirigido el odio de los griegos, el macedonio comenzó por los primeros. A pesar de eilo, Alejandro podía presentarse en Ocecidente como vengador de los sicilianos frente a los cartagineses, como en Oriente lo era de los griegos contra el persa. Además, también se preocupó de que sus victorias tuvieran eco en Grecia itálica donde incluso se guardó luto por si; muerteSí.. La Segunda Guerra Púnicayla pugna entre Romay Cartago en la que la Magna Grecia tuvo un papel destacado favoreció que los respectivos representantes de ambas potencias, Escipióny Anibal. ludan asociados con esa parte de la herencia de Alejandro en la que debían asumir un papel de defensores (leí mundo griego como una forma de legitimación y. por lo tanto, que hasta cierto punto sea posible aceptar la hipótesis de una posible aemulatioÁ¡exandñ, ya que la adopcióma (le la misma actitud atribuida a Alejandro suponía una garantía de idoneidad para 6~. En el contexto de esta pugna propagandística en la que ambos generaacceder as-u herencia Les tratan de competir por la mayor defensa de la oikou~n.ene. .se explicaría la aparición, en el romance <leí Pseudo-CaJísíencs. de la carta deAníbal aAtenas anunciando suvictoria en Canoas. en la que el general cartaginés asume algunos de los rasgos de Alejandro, como el de defensor del mundo griego contra Roma y cuya redacción debe situarse en un ambiente ate-niense. con postenoridad al 146 aC., tras la destnícciómí de Cartago y Corinto. Sin embargo. el origen ideológico lejano de las ideas contemaidas en ese (loctlriientu. principalmente las referidas a- la figura <le ‘un «defensor», puede situarse en una tradición antínornana con origen en la Segunda Cuerra PónicaÑ¿ que reutiliza el conocido ten.a de la propaganda helenística de la libertad de los griegos y representa, en cierto modo, el papel del defensor como una variante legitimadora del kosmók-míor. Por su-puesto, la asunción de papeles de defensa global es una maniobra ideológica comprensible denito del contexto (le pugna por el dominio universal, ya que con ella se pretende justificar la propia representación, asi como la conquista militar del «defendi(lo~, al que de este modo, se le presenta la dominación como una necesidad moral al objeto de participar en una idea superior, en este caso la o¿koumene. No obstante, el dominio de la odcou/n.ene. era también un tema con connotaciones negativas que fue especialmente fértil en los enfrentamientos entre Roma y Oriente a lo largo de Poliltio ~. 33. ~; /3. u, 3; i~. g. t E. GaNsa. «S;oriografia grcca e imperialismo romano». ¡18/ 86. t974. p. 6-~6. Ni. Su> rdi. «Alt-rus;, vtd ro Magrsrí c ¡‘credit; dr Sirsunísa » - Aes>rstru 1983, gp. 4-23. A. Eoskicea. a Elellenis¡io osuunarchy and domar politican invertave». CQ 41. íg 9r. gp- ¡cG - í4a. O - Psu ti el/a. « Roma u C;urtagirse reí] a leggenda di Alej art dro» - St usd¿ Oltaaasoi e Oriento-U 34, íg84 - pp - si a -3. ers u:sral (jo jor cassu. ¡a ca‘la do Astil-sai revela el sta’: irisjorato de tuca u radián que ti iser a luormá Ifar a los ruirtis’ — nrus en fas iseo/-u tus y pi u Ls ras tic A]u’j atít/ro - y ¿u la ujuso a propaganda tus nts”sst ondamada en la oiu ra rio Tito Livi<u dcb-rá optune rae. ¡toga tudo puse el auacctlu un ¡o It su U] ura ~tsitjido ‘-er’cer a íius cesa cts ‘ir hipotél id O eno,e ruro - O. Pc r/ ¡launa A «ercer; usdooaouzotsg trsuit ruco rarsuirt:sar i.so/ss:n Porrptsgrmda un- dur ¡oit- dur Rep ribliA: - Berlin ‘965. p - 92. (Se riótu -.raa3. 2’. ruórt. u 148 tAl - st!> Elena Totvegaray Pagola La influencia del modelo deAlejandro Magno en la tradición escipióniea todo el periodo republicano. La razón fundamental de ello estriba en que era utilizado por ambos bandos para poner en guardia contra las miras imperialistas del enemigo. Por ejempío, Antíoco intentó en el i90 a.C. la alianza con Prusias de Bitinia afirmando que los roma6~. U nos venían para destruir el ideal monárquico y sustituirlo por el imperium romanum indudable berza de estos escarceos propagandísticos se demuestra por el hecho deque Pulíbio cita una carta de los Escipiones al rey bitinio, que es una prueba evidente del intento de oponer la fama de ambos hermanos en el mundo helenístico, fundamentalmente la delAfricano Mayor, a los dos grandes temas de la propaganda antirromana tradicional en esta época: el dominio ilegitimo de laoikoumene por parte de Roma y su deseo de destruir el régimen monárquicot. Para cílo. el historiador griego ejemplifica a través de la experiencia políticomilitar de los dos Cornelios en los diferentes escenarios de la expansión mediterránea la actitud de Roma hacia las monarquías. Todo ello, a nuestro entender, pone en evidencia, por un lado, la voluntad de introducir a ambos Escipiones en la vorágine propagandística del mundo helenístico por parte de la propia Roma. que necesitó, en su momento, de la fama «regía» del vencedor de los cartagineses tras los sucesos posteriores a la toma de Carthago Nova<’>’~y. por otro. demuestra la habilidad de la reelaboración literaria por parte de Polibio de la campaña oriental, en la que Publio y Lucio Cornelio Escípión representarmanuna oikoumene tolerante hacia los centros tradicionales de poder del mundo helenístico. Por lo tanto, teniendo en cuenta las necesidades propagandísticas de la época, así como los datos que poseemos fundamentalmente a través de la obra polibiana. modelados por los intereses del historiador, en nuestra opinión, el estudio de una posible aemalatio Alexandr¿ por parte de Escipión deberia centrarse en tomo a sus intentos, verosímiles o no, por retomar el papel propagandístico de defensor del mundo griego que Alejandro había asumido supuestamente tanto en Oriente como en Occidente, y cuya finalidad seriala de justificar el dominio mundial, en este caso de Roma, y su propio papel de Icosmókrator. las maniobras ideológicas de recurso a las ideas de protección y defensa utilizadas porlos diferentes generales a lo largo de la contienda deben ser entendidas en el contexto de la Segunda Guerra Pánica. Ya hemos visto cómo el propio Aníbal, quien asumía un supuesto interés previo de Alejandro por los itálicos con objeto de atraerlos a su causa, aprovechó lo que las fuentes antiguas definen reiteradamente como «momentos de angustia», para desplegar una actividad propagandística a la que el público era entonces particularmente sensíble7c. Frente a él, las mismas ideas se tejen en torno a la figura de Escipión, cuya actitud filohelenista durante su estancia siciliana previa al desembarco enAfrica se justificaría, pese a la Orac. Sibyll. III, ¡78. A. Masírocinquu,Manípolazionedeilastoria inetd/iellersiatica; iSeleucidie Roma. Roma ¡983, Pp. Pulibio íO, 40. ~-y lito Livio 27. ¡9, 3-a. Polibio3. r.A. Erskiae, «Hannibal and <he freedom of ehe ltaiians».Hermes ¡-gil, 1993,p. ces’, =‘ Ron¡a e Aleasarudro ji Molosso nella tradizione liviana». Alessandro e i romani, Bologna 1975. U, Crimnal. Le siécle ji. 3-). 122-i23. 5~s L. Brac pp. 1i7-¡23: ‘49 2003, au. núm,I (Jerión ¡37-í66 E/.ers.a Torregauo~ Pago/o La i ofisaencia del mode/o deAlejandro Magno en la tradición eacipiónica irritación de Fabio Máximo, por el intento de aem-utatio del papel protector de Alejandro respecto a los griegos de Occidente?’. En este caso. cabria considerar la posibilidad de que Escípión toniara contacto con las ideas de la oi/voumene y de la defensa de la libertad de los griegos gracias a la propaganda difundida en la Magna Grecia durante la guerra anibálica. Sin duda, Escípióntendria un mayor éxito que su homólogo cartaginés, ya que. mientras que para los itálicos el concepto griego de libertad que íes prometía Aníbal no significaba nada, para los sicilianos, la propaganda de la eleutheño podía tener su efecto, ya que reflejaba las aspira72. Por otra pan-e. ese recurso a la ciones tradicionales de quienes se consideraban griegos libertad había sido el motivo propagandístico dominante en la confrontación entre los cartagineses yAgatocles, al que Escipión decia admírar~>, lo cual, unido al hecho de que e/gene1-al romano adoptara la indumentaria griega y se dedicara a actividades típicas de la scholé griega, puede i nterpretarse comno una intención del propio Escipión de asociar su figura a la del tirano siracusano ‘a relacionar ese antiguo enfrentamiento con los cartagineses con el que él mismo se disponía a emprender. intentando propiciar una actitud favoralíle de los sicilia-nos a la imí:vasióny asumiendo al mnismo tiempo una postura de defensa de los intereses de los griegos itálicos, de la misma forma en la que lo había hecho el famoso tirano, Sin embargo, y a pesar de que hemos mencionado queAlejandro se presentó igualmente como valedor de los griegos itálicos, Escipión pi-escinde de él, por lo que la posibilidad de una aemulatioAtexandci se convierte en algo altamente especulativo. Como> heííios visto, aunque sea difícil encontrar evidencia de una aemulaíioAlexandri entrelos Escipiones, a nuestro entender, tal vez si pueda bablarse de cierta complacencia con la figura del comiquismador---kosrnókrcuor. Es evidente que las carreras militares de ambos Africanos, desarrolladas a lo iargoy ancho del Mediterráneo. estuvieron determinadas por las circunstancias de la política exterior romana entre los siglos III y 11 a.C., pero creemos que hay indicios en ambos casos que prueban la influencia de ese ideal de hegemonía mundial, e íncliiso de cierta voluntad de alcanzarla categoría de kosmékrator. Pero, aun y todo, en esta interpretación no podemos olvidar la poderosa influencia de la veJ-s1~n polibiana del acceso de Roma al dominio mnundíal en el que la caida de Cartago juega un pape] clave»-. Evidenteníente, tanto para el Africano Mayor como para el Menor. las sucesivas derrot:as de Cartago en la Segunda y Tercera Guerra Púnica respectivamente, supusieron un punto de inflexión que les permitió sobrepasar el status de otros ¿mptatoras romanos. igualmente, la caída de Cartago en el ambos .-Xfricano,s ante ~pr~pcctíya 202 a.C. y en el i46 a,C. puso a de la hegemonía mundial, pero es difícil evaluar has- ta qué punto esto era una opcíon consciente e ideológicamente desarrollada con base en L. Bracos-si, - >cl,aoutascrrir ...» - p. ‘a .g.6a. 66. r~u. Erskine:, <‘llanniluai - —r Polfiho P<ulibio Ce rióui. aaa3. zs. núm. us, :-3~. t$. 9.2. 150 -‘66 La Elena ‘Torregaray Pagola influencia del modelo deAlejandro Magno en la tradición escipiónica 5, o, más bien, se trata simplemente de una la teoría de la oilcoumene yel mito deAlejandro~ interpretación de los hechos por parte de la historiografía moderna, basada enel certero e influyente análisis de Polibio. Apesar de todas estas objeciones, creemos que EscípiónAfricano el Mayor tuvo ocasión de demostrar cierta afinidad con el papel de kosmékratora lo largo de la campaña en Oriente en la que actuó como legado de su hermano Lucio. Incluso, cabe la posibilidad de que el propio Publio se diera cuenta de lo que la caída de Cartago significaba como llave para el dominio universal e, influido por el exempium de Alejandro y las ideas sobre el imperio mundial que había conocido durante su estancia en Sicilia, decidiera impulsar la conquista de Oriente como una forma de completar su aemulatioAlexandr¿ personal como gober— nador del mundo, a la vez que proporcionaba definitivamente a Roma la hegemonía universal. Por otra parte, el interés que las fuentes literarias atribuyen a Publio por conseguir el mando militar en dicha campaña. a pesar de las dificultades legales, y la obtención del ¿rnpeñum finalmente por parte de su hermano Lucio, hecho que la historiografía moderna atribuye a las maniobras del primerot’, podrían ser la base teórica de una posible aemulatic, en el sentido deque. unavez conquistado Occidente, Escipión se aprestaba a dar el salto a Oriente. No obstante, en contra de esta interpretación hemos de objetar que. en nuestra opinión, está basada en el ensombrecimiento del protagonismo histórico de Lucio Cornelio Escipión en la campaña de Oriente, alimentado por el hecho de que la mayoría de la historiografía moderna considera que su elección para el mando de la guerra contra Antioco era, en realidad, una forma encubierta de enviar allí al Africano Mayor, quien, como sabemos, no podía ser reelegido cónsul en razón de la normativa de acceso a las magistraturas77. De esta forma, se minusvalora injustamente su notable actuación durante la guerra contra Aníbal, su actividad en el gobierno de Sicília~8, la firmeza en la dirección de las operaciones militares contra el rey seléucida~>, que le valió el sobrenombre de Asiágeno; y- además, se olvida que tanto las noticias epigráficas5~ como su imagen monumental lo muestran como un hombre respetuoso con las rdibertades» griegas>’, lo cual le acre- 79 N. G. L. Hanimoad.Alejandro Magno. Re>-, general yeseadisra, Madrid 1992. pp. 393-399. Esta interpretación está basada a su vez en una noticia transmitida por Cicerón, según la cual, corría el rumor de que Lucio Cornelio E?scipión era un hombre de escaso coraje y valia, Thil. u. 17; H. H. Scullard, Scipfo Afrtcaceus.. pp. í 9o-;aa. W. Suhur, Sc¿pisr Afltco-ntss uced die Begro.ceducegder rómiachen Welr/aerrachaft, Leipzig ¡927, pp. 79-87. ti. Badian. <ruWilsoa, Emigrationtrom ltaly in the republicanage of Borne», Onomon 39, 1967. p. 94, nl, u básirdose en las dificultades de lectora de la inscripción. hoy perdida. contradice la opinión de T. Mommseo quien la leyó atribuyéndola a E. Catrielius entorno al 193 mC. y propone unafecha más tardia, alrededor del 78 mG. en que 1todria identificarse ccuíí L. Sísenna. pretor e historiador. g. DV., Balsdníu. » «1... Cornelius ScipioAsalvage. operation».Histotta mi, ¡972. pp. 224-234- 5 Ni. Hm -ood, op. rSu. - gp. 6m-6a; Ni. Holleaux, «La letiera degíl Scipioni agli abitaoti di Colofone a Mare», RFIC II. ¡924. PP. 22-29: JL. Ferrary,Phfihefléceisrneet..-, p. 155. ~ Cicerón. Pro U. RaU. Prusí-. a6r Tito Livio 39. 22- ío. Ni. Pape. (Sri echiac/ae Kuo-mtwer/ce alt Kriegsbeuee und itire óffentlic/meAuefstellung itt- Boto. Hamburg 1975, p. 11. ‘5’ Ger¿ón moo3. u. núm 1 ¡37-166 FIesta. Tonegors~u- Pago!>; ¡u influencia del urode/,o deilujandro Magno en/a tradición escipiónica ditaría los méritos suficientes para aspirar al codiciado titulo de defensor del helenismo y para convertií-se también crí un posible sucesor de Alejandro. Probablemente, lo que tanto Lucio como la propia Roma necesitaban del poderoso Publio era su fama. De hecho, las noticias Iiteíarias más significativas en torno a la actuación del Africa-río Mayor en Oriente no destacan ningún aspecto de su actividad militar, que se reveló mas bien escasa. sino que sc limitan a señalar que en el momento de la batalla decisiva en Magnesia, el vencedor de Aníbal se remiró voluntariamente a la orilla opuesta aduciendo motivos religiosos y cedió asi el protagommismo final a su hermano Lucio’. Por otra parte. sí examinamos detalladamente la actividad política desarrollada por Publio en Asia com 1)roba-- mus qt¡e ésta consistio fundamentalmente en representar su propia leyenda, taly como lo pnieba la tarta cnviada al ley Filipo de Macedonia en la que Eseipión explica los~ <sucesos de Carthago Nova de forma racional, demostrando cori elle> que en Oriente circulaba interesadamente la versión fantástica de la toma de la ciudad hispana«. Pero la fama de Escipión aún tuvo ‘oria mayor utilidad. Lógicamer¡te. el Oriente helenístico, escenario de la campaña contraAmítíoco, era un terreno especialmente fértil para las asociaciones con Alejandro. Es cvident:e que cualquier jefe militar que llegara a Grecia comí pretensiones de conquista debía probar su valia con la del macedonio o, en cualquier caso, resistir la compai-aeión. U veidadera herencia política de Alejandro no estaba en Macedo-n’a, sirio en los paises cont1ínstados. donde el macedonio era el modelo según el cual un jefe de guerra podía adquirir gracias a sus victorias un nivel de excepcionalidad que lo elevaba por encunja de los hombres y lo situaba a] nivel de los dioses»-1-, Precisamente por elle) cabría especular sobre la necesidad de una auarntúatno que permnit~cra acercar la celebridad de Escí--pión a la leyenda de Alejandro y crí cierto modo, legitimara la conquista (le Oriente después de la de Occidente, De este modo, la fama dc Escipión como conquistador de Occidente ser-vra a los inteí-eses (le Bonaa ya que le permitía reclamar la herencia de diría oi.k-ourncne que hailuía asumido la tu-a clición de Alejandro corno luía forma de legil imitar su conquista de Crecía y Otiente. El caso de Eseipión Eniiliano era inverso al tlelAlricano Mayor, ya que si éste último había comenzado su vida militar vs-u leyenda en Occidente, concretamente en hispania, el hijo de Emilio Paulo batí rc.ibido su bautismo de luego en la campaña que su padt-e llevó a cabo contía Perseo y crí la que paralelamente había comenzado la leyenda que Políbio elaboró en ‘totíto a él haciendo - <It Pai¡tuisr -tuS ) l>nlihjr, ‘a. 9. 1 ji. (isutiksrrvskv urp rut <ku¿cin 2003, ¿‘, OOIuu. a .s,- >6<; It ilición a la cam.a del joven romano el paradigma de sus virtudes pju taS ial. Elena Torregaray Pagola La influencia del modelo deAlejandro Magno en la tradición escipiónices «monárquicas»~. Sin embargo, al igual que en el caso de su abuelo, Cartago se convirtió también en el punto de inflexión de su carrera política y nulitar, aunque con una diferencia fundamental ya que si bien el vencedor de Anibal conoció la figura del kosmókrator al mismo tiempo que ésta se introducía en Roma, Escipión Emiliano se enfrentaba a una idea más desarrollada, que había adquirido ciertos matices en contacto con anteriores imperatores romanos y que la propaganda fiorromana se había esforzado en identificar con el imperio de Roma- Además, el episodio de las lágrimas derramadas ante la recién destruida Cartago, así como la misma tutoría del griego Polibio revelan que el joven Emiliano se mo-vía en un con86. texto cultural y propagandístico enel que este arquetipo era mucho más conocido En realidad, carecemos de datos que puedan certificar la existencia de una aemulat¿o Ale- xandri por parte delAfricano Menor Algunos historiadores han interpretado como un indicío de esta tendencia el célebre gesto de Eseipión Emiliano, tras la destrucción de Cartago en el ¡46 aC., en el que devuelve a la ciudad de Siracusa las estatuas que los púnicos habían robado como botín de guerratt El texto ciceroniano, que es el más extenso al respecto. no permite esta interpretación, ya que su intención es la de utilizar la anécdota para ilustrar los problemas internos de la República y no para ensalzar la gloria de conquistador de Escipión Emiliano88. Sin embargo. parece evidente que. en cualquier caso, fue un gesto helenístico, inusual, como el propio Arpinate se encarga de señalar, dado el afán de otros imperatores de hacer exhibición pública de su fama exponiendo cuantiosos botines en las calles de Roma8~. Todo ello indica una vez más la proximidad de la figura de Escipión Emiliano de modelos culturales pertenecientes al mundo belénico. Quizás fuera esta proximidad, unida a un deseo personal de imítatio delAfricano Mayor, junto con un impulso propio de conquistador. lo que justificaría cierta voluntad de Escipión Emiliano por extender el ámbito de su propia acción militar a todo el territorio de la o¿kownene, acercándose de este modo, a la figura del kosmóIvrator. Es más, uno de los pocos testimonios del siglo II a.C referidos al dominio del mundo se recoge en la laudntio fúnebris que Q. Fabio Máximo dedica a su hermano Escipión Emiliano: <eNecesse enimfñsse ¿bí esse terran¿mimperium ubí ¿Ile esset»90. También en este contexto se explicaría la citade Polibio, recogídaporApiano. según la cual, Escipión Emiliano, tras la caída de Cartago. mostró un interés especial por las noticias sobre Bretaña, una zona con la que Cartago mantenía relaciones comercialesy cuya situación occidental habría excitado proba>~ Polihio 3¡, 29-30.1. Aymard. Les c/sasses romaines eles origines á la fin de diécle des Antonio>, Paris ~ PP- 54-5785 Q Wirth, «Alexander und Rom». Ennretiens de la Fondanioce Hardt ~ll, Vmndueuvres-Généve ¡975, pp. í8í >z -221. cicerón In Ver. -a. 86. E. Torregaray. «Contribución al estudio de la memoria como instrumento en His- toria Anutigníar la transmisión de la memoria de los Cornelii Scipionem e’, Latomus 2002, 6’. 22002, Pp. 295-311. k Vasaly. Bepreseceiurcectns. Images of n/ae World jo Cieeroceiace Oratory. University of California Press 1993, pp. 117-120. » l. Stambaugh, » rite anciecet roman ciny. Baltimore 1988. pp. 24, 29. 38-39. ¡-1. Maicovmti. OBF, ji 99> Cicerón Mor. 75. 153 Cerión 2003, 2¡, núm. ¡ 137-¡66 Elena Lcr ruegan-uy Pagala La influencia del naodelo deAlejandro Magno en-/a tradición esci,oiónica blemente la curiosidad de Escipión, quienya tenía experiencia militar en OrienteyA.fríca~>. Además, según E. Walbank, Polibio era helenocéntrico y sólo se interesaba por el Oeste cuando los Eseipiones hacían lo propio>’. De hecho, el propio histor-iadorgriego ilegó a Gades enviado por Escipión Emiliano poco después de la destrucción de Cartago ene] ;46 aC. desde donde partió en una expcdición destinada a reconocerlas antiguas colonias púnicas~3. En esta línea at-gumentativa, según la cual la carrera militar del Africano Menor podría revelar un cierto deseo consciente de completar la o¿koumene y convenuirse así en kosrnók-rator, cabría interpretar-se el notorio interés de Escipión por la guerra de Hispania, que. en nuestra opinron, va mas allá de la simple comodidad de reclutamiento que parte de la bistoriografia moderna aduce como causa principal de las motivaciones del joven Emiliano, teniendo en cuenta las privilegiadas relaciones entre lagens Gornelia vía Península Ibérica’t-. Entre otras mochas, las razones de dicho interés por Hispania del joven Escipión se cifran, segílo creemos, en que éste era un territorio especialmente significativo para lagens Conieha, principalmente debido a cuestiones simbólicas~-~. Por un lado, la dureza de la guerra hispana era un campo de pruebas para los militares romanos en general. pero tradicionalmente los Escipiomes habían demostrado su aírtus en éL6. Por otra parte, a partir del momento de la toma de Carthago Nova por parte del primer Africano y especialmente en el mundo helenístico, Hispania habia representado la confirmación de la conquista de Occidente y, por lo tanto, el acceso a la oikourr¡ene y al papel de kosmdkrator. Tampoco debe mnos olvidar que fue en Hispania donde dos grandes Escipiones. Publio y Cneo, murieron en el transcurso de la Segunda Guerra Púnica pasando a formar parte de una tradición que los tipifíca corno el máxisno ejemplo de dedicación a la patria. «dulce et decorum estpo patria mori. .»; incluso los descendientes de Cneo llegaron a portar el cognomer¡ de Hispauna-’7, lo cual, contemplado desde la perspectiva global de los cogrtomina de la familia creaba cierta imagen de patrimonialización de la oíkournene en la que eran los Escipiones como - Estrabóa 4, > u. P. Dion, Aspeats poli.tiques de la géographie aíeiquse, Paris 1977, pp. ra----,3 Y. Sornan, «Auguste, lOcéan atlantiqoe el limopérialisme romain». Ktern.a 8, 1983. pp. 253-<=6a. F. W. Walbank, ~uPolyhius besveesí Greere and Rome». Po/a-be Fnrrec¡ens de la Fondaíion Dandi fl, Vandoeuvres ‘974. pp .3~ 36 Estraltómí 3. ifA i-y~ 1 Gagé. «Gades, linde el les navigation; atíantiques dana lAratiquité», EH ~o5taa6, ‘951. 9. ocy parece quí tanto Polibio como Pcusidoííio visitaron el Herakíeson de Gades. A. E. Asrin, Septo p;u 3~ -4> 5. Crespo Ortiz de Zárarír. «Hispania en la onomástica romana de la Peninsiula lbr-rica como expresrort ríe relevancia social», Stsrdia Historic-ua. Historia Antigua IX, 1991, pp. 89-98, Ni. A.. Luiví, relnizi di Seupione AIu ano cdi Luna etá di caaubiamenso e. DHA r3/¡, ¡997. Pp. 145- í53. j Mat-ris¡e-z Cazquez, <ditapírtia cuí las tradiciones de ranagena romana (la de los Calortes) e. Bhspani-aAuír¿- r¡uaa 4, ¡974. p. 75, afusrrra que la campaña de Casón en Hispania le permitió eneumhrarse, ponerse en pie de ugríaldad ruar, los Laciptones y railiz.arla corno fuente de orgullo para las sucesivas generacisurues catoníanas. >el Rutuldíz « Les Suipioos el lílispanie», RFA ¡oc, 1998, 1-2, pp. 341 -3~8; W Brewitr. ScipioAfu-rcaotís Malar mu Epanien laubiagen u 914. A C ¡uní «I/orul. &-tipu?ao¿s rogws (Plinio, A. U. III. 91 y algunos problemas de la Segunda Guerra Pónica en Hisparura st BM 595)>). tít. 59-162 propotio que los monumentos fúnebres de los dos Escipiones pudieron levantarsul u su lluap ‘rius (Sentón - a’, ‘itim. ‘u 154 >3-y 16 Elena Torregaray Pagola La influencia del modelo de Alejandro Magno en la tradición escipióríica familia quienes se identificaban con el concepto de conquista mundíal~8. De ahí precisamente vendrá también la idea, sugerida por Polibio, de que los Escípiones podían representar el dominio de Roma, puesto que si ellos se identificaban con la extensión de la hegemonía universal y ésta, a su vez, pertenecía a Roma, los Escipiones pasaban a encarnar, lógicamente. el símbolo de Roma. Siguiendo esta reflexión podemos afirmar que la ratificación de Escipión Emiliano como candidato akosmókratortras los pasos deAlejandro se produciría definitivamente gracias a su éxito en la guerra hispana, jalonada de ciertas anécdotas que convenientemente narradas confirmaban su identificación con el arquetipo helenístico. Por ejemplo, Polibio recoge un destacado episodio, acontecido en la Celtiberia, según el cual Escipión Emiliano se enfrenta en monomaquia a un jefe celta, a la vista de ambos ejércitos, como una forma de medir las fuerzas respectivas99- Indudablemente, el episodio evoca el duelo entre Alejandro y Daño, pero, sobre todo, y narrado desde el punto de vista de un griego, significa, comoveremos más adelante, la afirmación del caudillismo del jefe nulitar por encima de la colectividad del ejército, lo cual, por otra parte. proporciona a Escipión la oportunidad de gloría que le permite reafirmar-se como jefe nuilitary, por ende, como conquistador. 3. lA COMPABATIO ALEXANDRI Dado que carecemos de indicios concretos que confirmen la existencia de una im¿tatio o aemulativAlexandr¿ por-parte de los principales Escipiones, ni a lo largo de la obra de Polibio, ni en ninguna otra fuente de la época, hemos de concluir que todo parece limitarse a una simpíe comparación de gestos, comportamientos e incluso de paralelismos entre situaciones’00, por lo cual, mejor que de imitatío o aemulatio habría que hablar de comparatioAtexandñ. Desde un punto de vista cuantitativo, el mayor número de referencias a la existencia de tal fenómeno se produce cuando se encuentranilamativas similitudes entre la tradiciónhistoriográfica sobre el macedonio yla del primerAfricano. En este caso, la equiparación entre su figura histórica y la del rey de Macedonia nacería del deseo de ciertos historiadores y poetas de ver en Escipión un nuevo Alejandro, lo cual les hacía percibir analogías entre ambos personajes donde, sin embargo. no aparecía voluntad histórica clara por parte de Escipión de irnitatio o aemulatio’0’. De este modo, comenzó a producir-se un trasvase entre la leyenda de Alejandro yla de Escipión, favorecido por- el contexto ideológico de esta época en laquee1 mundo helerústico se mostraba fascinado por un aspecto peculiar de Roma: su potencia y capacidad de lucha, es decir, su uirtu,s guerrera. Como bien señala S. Mazzarino, precisamente entre los siglos III y II a.C. habían aparecidolos grandes milagros de la nueva historía: el hombre Ale- 9> Diodoro 34/35, 33. “ Polibio 35,4, la. O. Weippert, op. rL;.., p. 38~ G.Wirth, op. cte. - p. 184. O. Weippen, op. ca., [Ip. 49-5’- ‘55 Centón 20o3. 21. nOna.’ l37-166 Etcna Torrega ra-e- Pagolur La iríjluaencta del modelo deAltjandro Magno en la tradición esciptuinira jandio y la ciudad Roníauo¿. La leyenda del macedonio se constituirá en uno de los puntos de unión de ambos mundos transformando el iniperio mediterráneo de Roma en un concepto realmente universal. El aspecto más notable de lacornparatío entre las figuras deAlejandroyel primerAfricano era. sin duda, el r-eferido ala-leyenda que, respectivamente, les atribuía un origen divino y que. además, contenia evidentes elementos comunesto>. Los principales eran aquéllos que trataban del nacimiento nailagroso de ambos conquistadoresy. en menor medida, de lasvisítas al «padre» en busca de consejo para acciones futuras. ZeusAmón en el caso deAlejandro y Júpiter en el de Escipióntor. También se consideraba muy llamativo el hecho de que ambos hubieran alcanzado semejante éxito en plena juventudros, lo cual era estimado como una prueba evidente deque los dos personajes pertenecían al reino escogido de los favoritos de la Fortuna. No debemos olvidar que Alejandro era el modelo según el cual un jefe de guerra podía adquirir, gracias a sus victorias, un prestigio que lo elevaba por encima de los hombres yío situaba aí nivel dc los dioses>. Era general, es a partir de época imperial, es decir-, en el momento ene1 que se asieuta el bloque joyo de la leyenda escipióníca, cuando primero Tito Livio y niño tarde, Sil io itálico yAulo Gelio, evocan la tradición del nacimiento de Alejandro comparándola cori la que circulaba con respecto a Escipión’~~. Parece que puede establecerse cierta relación entre eí inípulso que la leyenda escipióííica tomó en época augústea y la iníportancia que Tito Livio da a lacom1oaratío entre ambas tradiciones; sin embargo, el florecimiento de este nuevo relato parece ser más tardío y centrado en eí ámbito de la tradición épica o, en cualquier case), en las biografias idealizadas del primerAfricanouaí. En esta nueva versión, Pomponia, madre del futuro vencedor de Anibal, ocupa el papel de Olimpiaytiene un sueño en el que es fecundada por una serpiente, símbolo del padre de los dioses. Aunque las fuentes literarias presentan diversas variantes de la anécdota, en realidad, se trata de un tópos 1¡astamíte extendido en la historiografia antigua con el cual se anunciaba la ilegada de un gran conquistador<0u.. La inclusión de dicho episodio fantásticoen la biografía de un hombre como Escipión suponía la ratificación de ese status de cara a la tradición épica o historiogr-átea, en la que el primerAfricano llegará a encarnar este ideal no sólo desde el punto de vista 5. Ma-,.-¿arincu. II ¡ten-aLero atorar» cloaateo. Sari ‘972 [.1. 55. A. Cuurnaán Guíe; ‘-1 r 1 (#umez Espelosin, Alejandro Magno. óe la ¡mía> curio <8. - <> A. Bunní Ajidr molí3a~op rut., /t. 3; C. i. mi miro, Madrid ¡997, Pp. a3— Classen. «Gottaíenscluenet¡rn iru der rémiscluen Republik» - ¿ky;rursaaurarn P. Creen. 70. ‘963 op. cuí3u~p 4 P. Goolcuwsky rup ut pp ío3-’ ua4. ito Livio -6, ur~ 6 ~ Salín Itálico, han. iB, 64t -643; Aulo Gelití 6. ir «Qunon de tllímpiade. Philipp; regar ¿marc, Alexandr- ottt¡rc rL Entono (;aeco. sc-rtpruní- eam, íd deP. quropume Setpinot-> ruatre qul priurrAji-ico.nras tappe/latua crí tr>eoaonar& rl-o-otra rs>. » P. Oreen. op. rcn ji 9 0 Weippert, tp, rl>. - ji. 44. cree que la niayor parte dcli leyerída de Escipión rnu,l-deáda sobí-c- la de Alejuarcdrca ea tardíay recrospccliva, aunque prohablerítenne Polibio la c;ortocia ya ecu el ‘~o a. Ci.. H - /I - Seullard ~ [>1>20, 237; Pausanias 4. 14. ->; un. 3. — e, (Jerión 2003, rí, n’i uu. ‘ ‘Br-- uf-it Elena Torregaray Pagola La influencia del modelo de Alejandro Magno en la tradición escipiónica ideológico, sino también como biotipo, ya que Tito Livio. al igual que sucedía conAlejandro, describe a Escipión como una persona de un aspecto físicamente impresionante, con una larga melena, símbolo de la fuerza y la plenitudllo. Evidentemente, el hecho de que la leyenda de Escípión tomara aspectos particulares de la del conquistador macedonio sugiere la existencia de cierta voluntad de presentar al romano, fundamentalmente en el mundo helerústico, como un nuevoAlejandro”’. Sin embargo, si nos atenemos a las noticias de Aulo Odio, fueron dos historiadores latinos, C. Oppioy J. l-Iyginio, quienes recogieron esta leyendayla incluyeron en sus respectivos relatos de lavida de Escipión. A pesar de ello, el mismo Aulo Odio no deja de señalar que la leyenda sobre la divinidad de Escipión no se basaba en estos rumores más o menos falsos e intencionados, sino en sus hechos, principalmente de armas: «Sed et cum inpendio magia ex rebus gestis guam exilio ostento uimm esse uirtutis diuinae creditum est.»”>. El propósito de estaMecer una eompamtío entre Alejandro y Escipión, precisamente en la cuestión de laleyenda, y además en torno a] nacimiento milagroso, indicaba una clara intención, por un lado, de introducirlo en el elenco de grandes conquistadores, y. por otro, de conceder a su providencialídad una genealogía adecuada que permitiera encontrar precedentes a la existencia de un jefemilitar de origen divino. Además, en elplano ideológico, asociar las figuras del conquistador macedonio y la del romano suponía identificarlo con el dominio mundial, por eso, no es de extrañar que las referencias a la comnparatio se hagan más numerosas a partir de época augústea, ya que se trataba de presentar a Escipión como un nuevoAlejandro, concretamente como un Alejandro romano. El hecho de que a partir de la obra de Tito Livio se considere a Escipión como el principal responsable de ese dominio mundial de Roma, unido a latradición de providencíalidad que rodeaba su figura. contribuyeron a favorecer la identificación del primer-Africano con quien había precedido a Roma en el dominio de la oikoumene y. a él mismo, en el papel de kosmékrator. Desde el punto de vista griego, esta identificación no representaba ningún problema e incluso podía llegar a ser beneficiosa, ya que contribuía a la legitimación del dominio romano en los reinos helenísticos en una pugna codo con codo por la «sucesión» del imperio macedónico. El único modo de afirmar la supremacía romana con el consenso de los griegos era ofrecer un condottiero digno o superior a Alejandro y ése era el caso del Africano Mayor que se presentaba en Grecia como el conquistador de Carthago Novayvencedor de Cartago, ambos símbolos de Occidente. En opinión de A. Mastrocinque se trató de demostrar que Escipión era más grande que Aníbal, Alejandro y Pirro, es decir, que era el Tito Livio 23-35. 6. A. Guadán. Comentario histórico-nc¿rnisntdtico sobre la campaña de Esripión en HispaÑa entre To-205 Barcelona ¡974. ji. 8. n. aS. A. Mastrociríque. op. nt., p. ¡~8u O. Weippert. op. nr, - p. 44, Polibio no cita el tópico de la serpiente porqtae le parecia indigna la rnaoipulación del misrno; O. Wirth, op. cir,, pp. ~8~-í86¡ P. Langer, «Alexander te Great it Siwah». FheAncient World IV, 3-4, .981. pp. r09-i27. Aulo Cello 6. i. ~57 3. 2¡. núm. aoo ¡ Centón .37-i66 E/erta To;-rcgn.ras- Pagola La mn/itaencia del modelo de Aíejandu-o Magnct en la tradición e-a cipió nica conquistador de los conquistador-csut Pero, sobretodo, la fuerza de su comparatío conAlejandro residía en que compartía con él su condición de invicto>’4, que había valido al rey su «título» de an¿ketris, otorgado por el oráculo de Delfos y uno de los epítetos más habituales para referir-se al macedonio>’>. Además, como a él. esta condición le proporcionaba uo ca rísma especial porque, en cierto modo lo convertía en ‘favorito de la Fortuna’6. Por ]a parte romana, el astroto era niás problemático. por-que. si bien la equiparación con el conquistador macedonio podía halagar a los í.rríperatores romanos, la tradición de Alejandro no dejaba de presentar ciertos rasgos que por su novedad, ofr-ecían cierta dificultad de adaptación a los términos romanos. Sin embargo. la incorporación de Roma al elenco tradicional de los imperios con la consiguiente conversión de sus más destacados ímperatoí-es en conquistadores suponía un problema qoe refleja muy bien esta cita de 5. ‘Weinstock evenop’eat conqr¿eror, Unen arnd ecersínce, itas k-neces.sity/óllo-wing-íhepach of Aherandcr»”. lo que. en cierto modo, hacía inevitable la confrontación comí Alejandro. Pero el macedonio ro habia sido un conquistador cualquiera, sino que encarnaba la figu-del k-osn’cók-raíor, es decir, del donainador universal, principalmente porque el despliegue de la leyenda de los proyectos occidentales tras su muerte había propiciado la tendencia. cada vez más extendida, a considerar-al macedonio como el impulsor de la unión entre Oriente y Occidemítc’8. Esta parte del arquetipo del monarca helenístico era particular-mente atractiva para la historiografia romana, en especial la de época imperial, y encalaba perfectamente con la función que se asignaba a los dos Africanos, principalmente al primero, desde un punto de vista propagandístico;». Teniendo en cuenta que la tr-adición retórica resaltaba cont’nuamenle el hecho de que Escipióní había proporcionado a Roma los imperios de Cartago y Oriente, así como la conquista de Hispania. esta síntesis de su carr-eí-a pública íe identificaba, sobre todo a partir de época augústea, con el domníinío de la o¡’-kooerce4oc Por- lo t:anto. en la medida en la que la figura de Escipión adquiere paulatinamente los r isgos del kosmókramo, usta se ací rca cada vez más al paradigma encarnado por~.. -- > A Xliii ru-ter nqtue. Mrrra¿¡raíccz,ont— uit-lío atareo ft ‘58 ~tau; ca 1 oh> 3 ~-- - 1>12 uir>, Muí [¡urst 5 Ci ecruro Jo herr. ~, 8 - 5. Wc rístoc±,«Vietus atad 1 ¡‘vi ctaus » HIhil 50 <ru)> 0, pp. ,ru -a-2, Esei}uioíu turco el apc 1 tutu óe rou;ctrca y no de ru’.ctuca lcu raral cierlartuente le’ ac.ercalía a lau rraultercuí ríe- Mr-j-rrtdruu; NI. Jau’>v~;owskt «br gerreo ru-pttlrlulrt ana del cerirta imperiaL,. Da Seipioot’- lAIricano a Liii Cc--tare -e /il/rerrcrcracu 61 ‘~B~ ír -allis Vv Vv 1 -urtí -ller,arrdu, u/ru oreta cutí II 1 irrutraitlce 1918 rp.SSB’’ilífl II ¡ [Itt- tu-ctlttg-- rrl <u-it tu,’-’ rt Etarrar-—— A\RII II, u7, tt. pp. i-7{t—783 A. \lastr-oc-irírfLue, >1]>. ca.. 0P art -ru-u ii Vv> Mutrutí tlasrot ir k—— -\les<trutl oj> rut ¡urut21<> Xl tgtua 1< creea u 1 turutur ir ututrar> ríe 1 ‘cofon>,». .4¿eaao.n.dro Mtagrrt’r. Ira. aiarr?ra e miro. Nl - u Sordi cd Md-nío u-ft14 5rp urú utu) un contra tI; 1 Erteecía el autc>r cree que ir superacion del prejuicio cíe llr:ruicltrrrr u leo>, -art e c-~ ¿lea-ir Ir se1ur-rnr-utrrí erírrr Asure Lu~tr1;a ;u causa dcli gríerra de Trcuma. no se lib-u> por ía t,rarusrcler-arír’irr le- fo ni;> u-arruo pata-; ¡reí.!u;rufa y ía raeirr~oa1i-,ací¿trt de los origenes ro¡nrunaus prur pi -te dc los perra;’ clares rIel sigír> IV aC., sir-tu> ir nr 1;> re ivi rrrlieariu> o de la descerad e¡ucia trovan a que Ale ¡a~tdro te ‘ría por parte ‘cta¡er’ra e qrn— iralula relarazrtuluu en rol;thtsc-aac;ío;t t:o”a Alepurarlu-o el Mrrlost’t. 1<. [recua II rurura r/u¡líu;aÑcj,ru’lrru u’.lo. Raro>,- rl> iratrior.ru \tílau~urr— Naprelí u95i. pp. ‘3 o ¡50 ra~í a, - Elena Torregaray Pagola La influencia del modelo de Alejandro Magno en la tradición escipiónica Alejandro enel mismo sentídouao. Sólo desde la perspectiva de este proceso cabrían interpretarse ciertas hipótesis de la historiografía moderna que equiparanla faceta delAlejandro fundador de ciudades con la del Escipión, promotor del enclave de Itálicatal. atribuyéndole objetivos similares, en el sentido de que el conquistador de Carihago Nova pretendiera iniciar en Hispania el mismo tipo de política que había seguido Alejandro con las fundaciones de Oriemíte. creando asentamientos que, a modo de red, sirvieran de cohesión, no sólo física, sino ideológica del naciente imperio romano. El origen y la piedra angular de la comparatio entre Alejandro y Escípión en la categoria de grandes conquistadores reside, sin duda, en la guerra de Hispania y la toma de Carthago Nova, cuyo relato adquirió ese matiz particular al calor-de la actividad bélica de los Escipiones en Oriente, en la que la acreditación de la figura del Africano Mayor como la representación del conquistador de Occidente favoreció el que se establecierauna equiparación entre la campaña de Escipión en Hispania y la de Alejandro enAsia forzando la aparición de múltípíes similitudes entre amubasra>. De este modo, se acreditaban los méritos de Escipión como conquistador ante el mundo helenístico y se le reconocía como tal poniéndolo a la altura del famoso macedonio, Pero, aunque el relato de las anécdotas militares recordar-a inmediatamente otras protagonizadas por el propio Alejandro. no debemos creer que éstas eran originales. sino que. a su vez, contenian elementos que, de forma genérica, caracterizabanla imagen ideal del conquistador-, hasta tal punto que muchas de ellas se narraban también en relación con otros grandes generales como, por ejemplo. elpersa Ciro. Por-lo tanto, la narración de los hechos hispanos de Escipión. más que de una simple comparatioAlexandri trataria, más bien de elevar eí rango de la conquista de Hispania hasta convertirla en la conquista de Occidente y. de este modo, exaltar la personalidad de Escipión introduciéndolo entre los grandes conquistadores El núcleo central de esta comparatío entre Alejandro y Escipión en tanto que conquistadores se sitúa entorno abs acontecimientos que jalonaron la conquista de Carthagoo Novay, concretamente, afecta a tres puntos fundamentales: en primerlugar-. la planificaciónyla táctica del asalto’~t en segundo lugar, los aspectos misticos que rodearon al mismo~ y. finalmente, la actitud de Escipión después de la victoria, cuando, en una soberbia demostración de clementia, propor-cionó a la historiografía antigua la anécdota sobre su comportamiento con las mujeres e hijas de lndíbily Mandonio. - -~ 0. 3. Wylic, «Pooípey tnegalopsychos». Kl> 0 ~. a990, p. 447. cn la versión latina, Alejandro Magno es confundido a menudcu con Alejandro el Moloso, quien realizó una notable expedición a la Magna Crecia, y al que se le atribuye la realización de los proyecros occidentales del macedonio, supuestamente truncados por su temprana muerte. 1. Le sicirle.. -- pp. 140-i4r. P. Grima O. Weippert, op. cd., pp. 5’-2-~ E. Forílon, «UnmirrueledePrtséidon PolybeX, 8-í 3-5r7r L. Ede MignelSanted. «Slprimerasedio rc’ma’ío de Qarc-Hadast (Nueva docurcíentaeiónarqueulógicah,Elmundopúnico: 5».RECít’, 1998h.pp. 50 hiatoria, sociedad yeualtura, Murcia 1994. p¡r SS-S9159 2003, u, núm. ¡ Cerión í37-í66 Bitan. Tormrgaro.y Pago/-a Lua influencia del modelo de Alejandro Mogru-o en la tradiciórr escipcóniea El punto tuis importante de los Ires que acabamos de señalar es la propia narración del asalto y toma de Carthago Nova, porque es en él donde se produce una combinación de genio militar, demostración de valor personal e intervención de elementos fabulosos que podían tener- analogía con las anécdotas de las batallasy conquistas de Alejandro. La historia de Carthago Nova tiene una gran semejanza con la de la marcha de Alejandro por la costa de Panfílía en la que el viento del Norte inundó un estrecho camino y bloqueó el paso del ejército. Repematinamente. eí viento cambió y Alejandro afirmó haber visto a un dios provocando el cambao’ Aún hubo Alejandro de enfrentarse a otro suceso smmilar-. según relata Calístenes, al verse favorecido por laproskvnesis de las olas en los alrededores del monte Climax’>~. U retirada dc las aguas no era, sin embargo. una anécdota excepcional en la azarosa vida del macedonio, sino que formaba parteya de un tópos literario que salpicaba la vida de otros conquistadores célebres que le habían precedido. como había sido el caso del propio Ciro a su paso por’ el Eufrates. o el de profetas bíblicos conío Moisés al atravesar-el Mar Rojo’»>. Por ello, cabria pensar que el relato de la toma de Carthago Nova realizado por- Polibio y otros historiador-es griegos estaba influenciado por- íópo¿ literarios referidos a las más famosas batallas de Alejandro, las cuales a su vez contenían tópicos literarios previos que referian de modo genésicola descripción de una conquista gloriosa y excepcional. Por ejemplo, la escalada de las murallas de Carthago Nova también podria comparase coma el asalto abs Malli’»ylacui— dadosa planificación de la toma de la ciudad hispana en las horas previas corresponderia a la de Ja batalla de Gránico, que. habiendo sido en realidad un arriesgado golpe de suerte, fue naodihcado por la cancillería de Alejandro yluego por fuentes tardías como Arriano y Plutarco, que lo convirtieron en una batalla planificada y un prodigio de estrategiaura. P¡r otra parte, Los elementos fabulosos que rodeaban el relato de la conquista de Carthago Nova también eran objeto de com.pamtío entre la tradición de Alejandro y la de Escipión. Por ejemplo, la promesa de la intervención divina en Carthago Nova es lo que muís recuerda aquella>~. sin embargo, también en este caso. la existencia de una inspiración previa a la batalla (lefinitiva era un íópos literario queya había sido utilizado previamente con la figura de Hippias antes de Maratón. Quizás lo más sorprendente sea el paralelo con la alusión de Escípión a Poseidón, hasta sal punto que incluso E. Meyer se negó a considerarlo ver-idico y dijo Larrabó ci rif, 3. 9; Plutarco, Al - uy. 3 y ss. r Arriano, Ao-ah. -26. í y sa. Calisteoca. PCrhist 124 F 3¡ inrerjirera la reri raula ¿It las aarauu como runa proakr-rr-eris de los mares ante eí n’le’co jefe.] erut,fcrnte. Ana/u. t ,j. ¡al - II - H - Sur>-llartí tjtio <¡u - ~-yO. Weippert. O/u. rL> - pp. -14-45, 0. 2. Arriano ¡.a6. ¡-2; Estrabón, ‘4,3.9 (666)~ Plurareo.Alex. uv.3-~. Jcnoforsce. Ana?>. u - ~.. ~7 y ra.; W. W. Taras. o~ ci’. - pp. 3~V 3<58. 3,3, como su-ueedcrá mAs tardeen la ‘ic¡tcrprelación le luta ss¡cesoa ¿le Cacahagct Nova. también la histurriografia moderna ha aventurado en este c;aso la hipótesis, Inris realista, dc- ¿fue Alejandro tute aconsejado por los tarivos atubre por dónde era preciso vadear la playa. ti. l.at 1tue;tr. «Seipio Africanus und dic Eroberíung voir NculeanI¡ago» - Herrnea ¡9¡. pp. ¡Ss -~5r W. Bre vda, uup - nr-, PP - 44 54; W. Sehur. op. rut - pp. 4- ?9i A. Beltrán, ~rNa¡evrs interpretaciones. - - < pp - ‘3a~—t~3; II 1-1. Serullart] .ScipioAjti cantas. - pp. 3u-~ ‘6y. -- P. t?utt¡ kowskv- op. ch., p. n. 12 15 ri;rxal, Le a>!cíe. - - - ~- ‘36. o-- Ce,¿óo, >ooi. ir’ - nitoI, u 3-7 tul - Elena Torregaray Pagola La influencia del modelo deAlejandro Magno en la tradición eseipiónica que era todo una invenciónuSa. Sobre este punto O. Weippert considera que probablemente Polibio quiso estilizar la figura de Escipión como nuevo Alejandro, aunque matiza que sobre la relación entre el macedonioy el romano hay una doble tradición, porun lado la griega, que daria una explicación más general sobre los motivos de la posible comparatío y. por otro, la versión latina, cuyo propósito principal era el de glorificar a Escipión’3’. La representación más clara de esta última seria el célebre saludo de Eninio al primer Africano como «Seipio Inuicíe»,el más antiguo sobrenombre de Alejandro y que, además, lo evocaba absolutamente’3>, ya que ambos generales compartían el hecho objetivo de no haber sido derrotados nunca. Sobre este particular, O. Skutsch señala que el poeta calabrés había tomado ideas de los historiadores de Alejandro para losAnnales, siendo esta cita un reflejo de ello’33. La tradición sobre la toma de Carthago Novase cerraba con una célebre doble anécdota en la que Escipión, primer-o con las hijas de Mandonio y. seguidamente, con una doncella hispana ofrecida por sus propios soldados hacia gala de su altura moral ejercitando dos virtudes fundamentales en la conformación de la figura del conquistador, por un lado la epieike¿a. como comibinación de dtílzuray moderación y. por otro, laphiiantropia. en la que a la delicadeza se unia la gemíerosidad<3~. Evidentemente, amnios episodios estaban construidos siguiendo un conocido íópos literario también presente en la tradición sobre otros grandes conquistadores como Ciro el Grande o el propio Alejandro. El precedente del soberano persa con la bella Panteay del macedonio con las hijas de Darío constituían un tema clásico de la historiografía helenística en el que se ponia de manifiesto la eudoxia del conquistador ejemplar. En el caso de Escipión, la tradición en torno a las doncellas hispanas es controvertida, aunque mayoritariamente es tratada como un caso de imitatio/comparatio..4lexandri. Por otra parte, hay que señalar que confonne avanza el periodo imperial. la figura de Escipión es identificada cada vez más nítidamente con la de Alejandro. por lo menos, en lo que se refiere a esta anécdota-Así, en las obras de Aulo Odio. Floro y Mniano Marcelino tenemos referencias claras tanto al níacedonio como al general romano a la hora de narrar el episodio>3~. Sin embargo, al margen del valor historiogrkfico de los diferentes relatos, uno de los ele, E. Meyer, Carraca Mouarchie und dar Pcinzipar des Pooapeic¿s. Innece Ceschíchte Ro¡ns con 66 bis 44 tu. Clic. 3. Ausfl.. Stuttgart ¡9v, P. 453 y O. Weippert. Op. ea.. pp. 46-47. Vahíen ía-~4i Erro. fcg. var. 3> Cicerón, Ven, 2.4, Sa> A. Golzio. «Cicerone. Oc. a~-í~3. Ennio, Var. 3 <Seipio III) Vv coatituziou¡e del/resto cd caegesis. PP 38, 1983. pp. ¡3t-139. aunque es discutido parece que el hiato enniano debe cuosiderarse como una fórmula elogiosa O. Weippert. op. oit. - pp. 49-50. También Aníbal. al sertipifirado como eortcítaistador había fomentado su fama de invencibilidad, si atendemos ala noticia de Plutarco. Mace, 32(0. 7 que resalta eí hecho deque Alaibal había resultado invencible hasta s,¡ enfrentamiento con Eseipión. Respecto a Alejandro. O. Skutseh. «Ennirast REV. p. 2593; 1-1. II. Jocelyn. The rragedier ofEnnias, Cambridge 1967. p. 58. recuerdan además que Ennio había escrito unatragedia que se titulabaÁlejandro. O, Skutsch, Pie An-rru¡-ls of Quintes Enniu¡. Oxford 1985. p. 7~. 0t 1. de Romilly. Lo dortecur dans la penséegr-roque. Paris 1979, pp. ‘-a .2; Aulo Cello 7, 8.4 6> Amiano Marcelino §24. 4,27 1 1~4. Alonso-Núñez, La cisión hirroriogrdfioa deArniano Marc;clino, Srudia Por-nauta U, Universidad de Valladolid í975. p. í3í. Gehón zoo3, so. núm. ¡ i3y-¡66 La in/I uíeru.ri a ¿leí rnodelcr ¿le Alejondun Magno en- lo. Líe rrra tr-r-eerar-rr-v- Pc,. olur rred, cirro ese¿pu ónir,a ment:osmnás destacados por-sra originalidad ypor la escasez con la que aparece de forma evidente en las fuentes, es la trad ¡cióma recogida porVale¡-io Antias, claramente antíescipiónica, em¡ la qoc éste, remontándose segáin él a tiempos de Nevio. afirma que la anécdota bispana peitenece a la hagiografía escipióraica, puesto que cml realidad, Escipión tomó la doncella que 36. La le cufí-ecian sus soldados ofreciendo más on espectáculo de lujuria que de moderación’ narración <le Antias es interesante por-que permite trazar la genealogia de la ‘tradición anties-cipinoica hasta la época en]a que Nevio se contrapone a Ennio en el plano literario, de la mis— forcna que en el político se había enfreotado a la oligarquía dominante’>. Y, sobre todo, ofrece un contrapunto en el que la existencia (le una lendencia historiográfica destinada a presentar un arquetipo negativo de Escipión. oponieodo a su imagen de moderacuon. «realidades» cies-tu auténtica lujo u-ia, confirma una vez más que la narracion episódica de lo que conoce rríos de la tradición escipióraica r-espondc al deseo cetrísciente (le elaborar una biogra— ‘fía paradigmuática en la que la ligusa dcl pa-imeráfa-icano Sirva, tanto dc ejemplo par-a futuros conquistadores conio ‘para legitimar la herencia, ya sea ideológica o territorial, de los que le p ceceé erta o Lo cierto es que la anécdota aparece por primer-a vez en las Historias de Polibio. una obra qtíe. <torno el propio historiador señalaba estaba destinada a aquellos lectores griegos que descaran acercar-se a conocer un poco mejor el universo ‘romano’3t. Ello quizás explicaría la irídusión de estas aríécdotas dc <«enlace» en las qr¡e la tradición romana se une a la helenístwa. rrícrced a la aetiuíd ejemplar de sus más destacados representantes, sobre todo. tenien— do en cuenta que Ci primer Afrtaca.t c’.a¡ya uraliombre comaocmoo’cn ci mundo h’cipnistIcódús<-~< plies de la espectacular torna de Cartbago N’ova>’t. ‘Por otra parte, el origen griego de esta eompru-es-uioillexaru.dri también serviría par-a explicar ícus negativos comentarios de Nevio, para qtiaen tales anécdotas no tenían sentido en un contexto romano ene1 que la primacia no debía meslií-sc llegando a la altura de otros conquistadotes, mi me si éstos no eran romanos. En realidad, desde eí punto de vista de la tradición ejemplarizante. la historía de la bella Pantea. en la rítre. a sra vez. se basabar¡ los tópeai de ‘las hijas de Dar-íoylas de Mandonio contrene una lección irtoral, ya que en relación con la conquista, eí episodio era un canto a la epi-cikeia y la ro-ego.! oprv’í’-chí-a. es decir, a la clemnenciay la generosidad para con los vencidos como una for— síaa de atraer a nuevos partidarios’~~. Esta recomendación aparecerá de forma constante en toda la tradición griega y su pr-esencia Sc acr-eccntaí-á crí la medida en que se vea confrontada a la dominación romana. At¡lo Gelio y. 8.3-6 es u-Sripionern ra¿n>-ío, raer-ocr-e rin ffiiro ros-ennr-ru. - Jauría ro-nr Co. cuna esrer udraleaceoa - ho-red fha-se er prrtperru.otíuanr ocurras it ¿sse - hatee ,uersrma o- Gr-u, Nru-topoe/u> art era mr rrcuptrua erre u - M - T - Scl~ ettloo - « Irise — r¿,sse scta riei e lot t ore sroricrgrafiebe di A ulcu (3 el ita o- Lr¡torrarrs 45. 2, ‘ 986. mu - 352 — 3~3. 1< PIcuros 1 etrrramr¡.u-ra i-arr~-n.a e ideuríergtua. dril]! -11 aC - N apoli ~ PP 27 43; 0. Dl ocelví,. «ihe ‘Pon Cr¡. Naecius 1 tutu tteltu-, Sr;i 1tieu anrI ji. Cuteellirus Mu;rellosí-a.Aurric/cmorr 3. 969. pp. 3-a—.í.r. l’rtlul-ttcr u ir It Snrtgl-scr¡¡ op. ¿-ir.. 1tjr. gr —4oy. Luir u-au;uu’ op etc., rruíu¡i. tPv ~6< Curo-rin u, ‘ pp. al3- 229. Elena Torregaray Pagnía La influencia del modelo de Alejandro Magno en la tradición esc¿pidn¿ca Pese a todo lo que acabamos de señalar, el único episodio de compamtio Aiexandri al que podemos denominar estrictamente como tal, fue la introducción del Africano Mayor en el elenco de los grandes conquistadores al mismo nivel que elpropioAlejandroysuamado/odiado enemigo Aníbal’4>. El episodio es, a nuestro juicio. uno de los clásicos más atractivos de la tradición retórica y no Ira la supuesta entrevista celebrada por Escipión y Aníbal en Efeso. en el transcurso de la cual surgió una pugna dialéctica entre ambos hombres sobre la elección del mejor general de torIos los tiempos. Aunque con diversas variaciones según la fuente’4<2, la anécdota básica narra cómo Aníbal. preguntado por Escípión sobre quién considera que merece el titulo del mejor’ general de la historia, nombra en primer-lugar aAlejandro, después a Pirro, y finalmente, a él mismo. Ante esta respuesta, Escipión, con cierta carga de ironía, vuelve a preguntar a su enemigo cuál eraentonces el puesto que le correspondía a él como vencedor del cartaginés. El estudio comparado de las principales variantes de la anécdota produce la impresión de que hay una idealización de Aníbal y de Escipión. en cuya elaboración el precedente de Alejandro debió ejercer cierta influencia. En nuestra opinión, el mayor interés del relato reside, por- un lado, en la enumeración de los grandes conquistadores que habían precedido a Escipión y cuyo listado, al menos en Tito Livio, tiene la intención de demostrar la superioridad de Roma sobre todos ellos, con excepción quizás de Alejandro. Además, desde este punto de vista de la tradición de los exempla. la comparativ de Escipión con Alejandro suponía la ratificación de la condición de conquistador del romano. Por otra parte, resulta tami¡íén muy enriquecedor el contrapunto satírico de Luciano. quien se burla de este tópos de las escuelas de retórica, ridiculizando el afán de gloria de los tres generales. La originalidad del escritor latino reside en que su punto de vista constituye el punto de arranque de una tradición que pretende superar- la importancia que el pensamiento tradicional romano concedía a la consecución de la gloría militar porparte de los generales. La consagración de esta nuevaperspectiva de la tradición escípiónica vendrá de la mano de Mar-coAurelio, quien. buscando proporcionar una base filosófica a su reflexión sobre el carácter efímero de la gloria escoge a Escípión y a Catón como paradigmas de leyendas olvidadas’A Como es habitual, parte de la investigación moderna ha centrado su preocupación con respecto al episod o de Efeso enla cuestión de suposible historicidad. Para ello, no sólo se ha llegado a sugerir que Escipión utilizó tácticas militares y métodos políticos anibálicos en Itaha, sino que se ha buscado un precedente del acontecimiento en la tradición apócrifa del encuentro del general romano conAniloal en las horas previas a la decisiva batalla de Zama’44. ‘t~ Silio Itálico. Man.. t376. 6. D. Pacella. op. dc.. PP. íí6-íí8< E. L. Bassett. «Hemcules and (he hero ofthe Punira», <JhrClassscal- rn¡-dari-on.. Srudier art honor ofHarry Kaplan 1966. p. §269. >5’> Tito Livio 35. 14. -u)> Qr¡intihano 5, 0. 48; 8,4. §20> Apiano. Sp. ¡o; Plutameo. Ram. a¡. §2-6> Pyrr. 8.~; Luciano. Dial, dr eaore. ~ (‘0< PacaS Pan. Pirodosin Dictaas 8u Libanio. Frng. 96. Marco Aurelio. Mtrd luí M. Holleaua, «LÁntretien de Scipioo lAfrirain ea Hannibal», Etcade,s dépigraphieet dhisroiregrecquem V. Paris ‘957. pp. ¡84<07. a63 Geridn 2003, so, núm. ¡ FI curtí 1 rtn-c-geau-a- 1- Pago/a La inftrcrn.eic del modelo dr 4lejo.ndro Magno en la tradicióur rscipicinicea Sin embargo, es evidente que este último relato está calcado sobre la tradición de la entrevista entre Alejandro y Darío en las vísperas del enfrentamiento que tuvo lugar en Gaugamela. La consiatación del origen retórico del episodio. unida a la ausencia de toda mención a esta aneedota ema la obra de Poliilo, ha llevado a la conclusión de que el suceso no fue histórico. Esta opcion es. a nuestro entender, la más coherente teniendo en cuenta la complicada tradición elaborada en t:orno a los ultimos años de la vida de Anibal y. en especial, con respecto a la fecha su naucate supuestamente, habria los acaecido ene1 mismo año que lase deadmiEscí45. Elde hecho dequeque, la tradición historiográfica convirtiera en emaemigos que pión’ raban n-íutua mente, en tanto en cuanto se reconocran como pertenecientes al elenco limita(lo de los grandes conquistadores, favoreció la aparición (le una eornparaíio entre ambos personajes que habria llegado hasta el punto de elaborar un paralelismo entre sus respectivas vidas, de tal modo que al exilio de Escipión en Literno. rechazado por el pueblo romano al que había salvado. se oponía el de Aníbal en Bitinia, huido de Carthago tras su derrota’~6. Por ello, parece claro que. también en el caso del episodio de Efeso nos encontramos nuevamente ante un tópos de la tradición retórica basado en la tentación de una comparación entre dos hombaes que llegaron a mp lesemítar- la cabeza visible de sus respectivos iníperios —Roma y Carthago - y cuyas posibilidades historiográficas, desde la perspectiva de ]os e¿rempla eran riquísimas, tanto par-a oponerlos como para acercarlos. Quizás la prueba muás contundente de la falta de historicidad de la anécdota sería la transmisión de la noticia que Pacato incluye en el panegírico de Teodosio, donde la figura del Africano Mayor es s¡¡stitiiída por la del Menorrí-?. En realidad, la anécdota del coloquio de Éfeso delata un origen propagandístico en la elección de los geríer-alesque la integran, cuyo fin era probablemente el de contrarrestar la propaganda antirromana del ámbito helenístico. La elección tanto de Alejandro como de Anibal como protagonistas del coloquio junto al romano no es casual, el primero porque era la refe-rencía obligada a partir de la cual se consideraban las hazañas de cualquier aspirante a conquistador- del inundo helemaistico, donde debía presentarse necesariamente como un sucesor. Ema cuanto al cartaginés, además de ser eí rival directo de Eseipión. era lambién un general que babia aspirado a la herencia u-leí macedonio y que. sobre todo, representaba a un iníperio qu en la guerra ideológica que envolvió a la contienda púnica. se autoproclamaba defensor dt la oíkournene. La presencia de Escipión frente a estos dos legendarios conquista-dores un cl episodio dc Efeso tiene por objeto demostrar-su superioridad en un ámbito donde los otros se habían demostrado imbatibles, la conquista y. dc esta forma, legitimar el donuimo de Bom solare Oriente. Desde el punto de vista de la tradición escipiónica, la cerntírro 1 2 4 .49- - ir. 1-lcr ru-u t círe”?» (/0000 l>rucurc !toru ~--úí; K. Eirn unu- ría arría, « Sr§4’ ir;e Fiu-l [tau-8 Carrcaao — ei¡ae pro aagaot] irhache 7 1997,1>1>. 47> --j8ir. lirectdetaio Bit-ruta 11. e-~,-.- -~ 2003. -t [04 u - nairo. a 3’ -‘66 -- hetourkuts — La influencia del modelo de Alejandro Magno en la tradiotóur esoipidnioa Elena Torregaraj— Pagola paratioAlexandri del coloquio suponía la consagración historiográfica del vencedor de Aníbal como paradigma del conquistador. Aunque hablar de corngaarrnío Álexandri suponga. en cierto modo, reconocer una cierta igualdad con respecto a los personajes que la protagonizan, aún había un aspecto enel que la historiografía romana consideraba a Escipión superior al propioAlejandro y es que el vence dor deAníbal. a diferencia del macedonio, había rechazado el titulo de rey. No debemos olvidar que uno de los episodios que más dañaban la imagen deAlejandro en el mundo griego erla cuestión de la prnslvyruesis, que era contemplada como un gesto de adoración hacia r monarca divinizado4ít. Con ocasión de la conquista de Carthago Novay cuando Escipión recibe el homenaje de los hispanos que desean saludarle como rey, él se niega, prefiriendo el título de strategds y mostrando una actitud en perfecta consonancia con las palabras que Polí- bio le atribuía en la ar-enga pronunciada con ocasión del motín de Sucro. ya que antepone la obligación hacia la patria a sus propios deseos y ambiciones como conquistador victorioso’49. Esta era. sin embargo. la parte más negativa del retrato de Alejandro. la de un hombre que, poseído por la hybr¿s, no había dudado en aceptar honores divinos envida, iniciando así el camino propio del tirano. Quizás por ello, A Grillí considera cierta la afirmación de que ningún «Alejandro romano», a partir del Africano Mayor, fuera nunca un representante del partido senatorial. En ello habria influido, por un lado, el peso del helenismo en la tradición que rodeaba su figura. y. por otro, la amenaza que. desde el punto de vista de la ideologiapolítica, podía representar-el triunfo del poder en las manos de una sola persona’50. Con respecto a este último punto, sin embargo. la figura de Alejandro se acercaba más a la de Escipión Emiliano, a quien. a diferencia de su abuelo, sise le atribuye una iniciativa en favor del poder unipersonal’1’. Como enel caso deAlejandro, ello habría sido la causa de su muere, tan misteriosay repentina como la del macedonio’5t y también como la de aquél, rodeada de fuertes rumores de asesinato, unos por envenenamiento, otros por otras causas’~3. Como conclusión, nos gustaría volver a plantear algunas de las principales ideas que pueden extraerse del análisis de la influencia en la tradición escípiórfica de lo que hemos denominado como irnitalio. aernulatio ycornparatioAlexandri. Enun principio, la necesidad de ella -~ P. Gonkowsky. op. oir. - pp. 52. Polibin u. §28-29. FI Foulon. «Basileus Seipion». BAGE ‘992.’. Pp. 9-30. + A. Grull¡, «Alessartdro e Filippo nella filotuofia ellenistica e nellideologia politica roníanaa. Alessandro Magno. rraatocua e mIso. M. Sordi cd,, Milano 5984. pp. u33. í5o, Tito Livio mechazarla elAlciandro de MarcoAntonio. pero noei de Pornpeyuí. ~ C. Nicolet. «Le «De Repralrlica» (VI. ral et la dictatume de Scipion», BEL 42. ¡964, pp. §212-230. Veleyo Patérculo ~t.4, 5-7> Plutarco, Rom. 27.5; C. Grac. 10,5-6. A. fi. Bosworth, «<l’heDeathofAlexanderthe Great; RumoursandPropaganda». CQ§2¡. I97¡. pp. mra-”6r F. Landueci Gasriooni. «La morSe diAlessandmo e latradizione suAntipatmo»AlessandroMagrlo.traSto’irl emiro. 14. Sordi cd., Milano 1984. p. 9y. >~9 a65 §2o03. ~í, núm.’ Cerión 137-166 Elerua Torrc,a,a’r Pu-agola La i-rcflraencio del osodelo drÁle¡candor Magno en la tradieicin rscspi.ó nuca o ellas nace del contacto conlos imperios helenísticos y del deseo de legitimar- desde un pun— to de vista ideológico--propagandístico la presencia romana. En ese sentido, su validez es similar a la de otros mitos como, por ejemplo, el de los origenes troyanos de la Urbs>~~. Todas ellas son tradiciones que acer-can Roma al Oriente helenístico y sirven para justificar su dominio, tanto enesta parte del mundo como ene1 Occidente de laoikournéne. Por ello, parece claro que la idea del Alejandro k-osrnokrdíor, es decir, la del gobernante del mundo será la que mejor se identificará con Roníay con los sucesivos conquistadores que llegaron a Orien-te, trazando así una perspectiva de la historia en la que la continua sucesión de imperios hegemónicos llevaba a buscar-continuamente al heredero deAlejandro. Lavoluntad de adaptarse a este modelo por- pare de la tradición escipiónica provocará la polémica de la definícion del tipo de acercamiento entie ésta y la figura de Mejandro. ene1 sentido de si se trata efectivamente de una irn-i-íaho, aernulaho o cornparaho. Por otra parte. el contacto de Roma con el mundo helenístico modificó la imagen escipióníca, no sólo en el aspecto literario de su arquetipo, mii tampoco porque los Escípiones fueran conocidos como fiohelenos. sino porque su in¡agen literaria se ajustó a las necesidades ideológicas de Roma en su justificación de la conquista del Este. Los Escípiones se acomodaron a las tesis tradicionales sobre el dominro romano en esta parte del mundo y sirvieron como propaganda, no sólo en el momento de ía conquista, sino también posteriormente, cuando pasaron a formar parte de la ver-sión inter-esada que Roma construyó sobre su doníinio en GreciayAs-ia. Esa inclusión en la propaganda romana desdibujó los hechos hístóricosy así los Escipiones pasaron a formar parte de las hornadas de sucesores de Alejandro que Roma se empeñaba en enviar a un recalel-trante Oriente helenístico, en el que cl impacto ideológico de la monarquía macedónica, por lo menos a nuestros ojos. había borrado en parte las ideas sobre la busileica tradíeionalyhabía converúdo la figura de Alejandro en una «isla», al parecer sin antecedentes y para el que se esperaba una (ligna sucesión>t. -u A. E~-sk inc. trou- heu:weerí Greeee a ud Rocate; u-tcai 1~adiíion a¡¡d l’r¡perial Ptawer, Oxford. ~OO¡ 3>r yu i It;. u-uAemet,t ¿ruar >4u 4to-cia cornet progr-rrrua hist árir;o» - PSA ‘20. a9 90, J¡1t. 49 — 6v. fI - . Geu¿óo ~oo3. su. ‘uit>;. u ¡66 uSo ‘t(uh