86 R Serrano 30/6/10 20:47 Página 977 EL BASTARDO MUDARRA COMO BANCO DE ENSAYO PARA UNA TIPIFICACIÓN DE LA TRAGEDIA Ricardo Serrano Deza Université du Québec à Trois-Rivières [En Las Lanzas, Las Hilanderas y Las Meninas] «Está, pues, obtenido el espacio en profundidad mediante una serie de bastidores como en el escenario de un teatro». José Ortega y Gasset, Velázquez (1954) Veremos a lo largo de este estudio que la comparación orteguiana, esclarecedora de la pintura a partir del teatro, puede invertirse con ventaja a la hora de determinar procesos de recepción y roles del espectador en la tragedia barroca. BREVE DESCRIPCIÓN DEL TEXTO OBJETO DE ESTUDIO os referimos en este trabajo al texto del manuscrito autógrafo de Lope El bastardo Mudarra, tragicomedia1, N 1 2 3 4 de 1612, que incluye 24 versos de otra mano. La primera edición impresa es la de la Parte 24 de las comedias de Lope2, Zaragoza, 1641, que reproduce con bastante fidelidad el manuscrito, aunque omite la inclusión mencionada. Ramón Menéndez Pidal3 señala como fuentes de la pieza numerosos romances viejos –como «A cazar va don Rodrigo», «Ay Dios qué buen caballero», «Durmiendo está el rey Almanzor», «Convidárame a comer» o «Sentados a un ajedrez»–, así como los tres primeros capítulos de la Crónica general en cuanto a los dos primeros actos de la tragicomedia se refiere. Entre las ediciones siguientes hay que citar las de Marcelino Menéndez Pelayo4 (1897), Lope DE VEGA, El bastardo Mudarra, tragicomedia. Ms. 390 del Catálogo de manuscritos de la RAE. Fechado en el colofón en Madrid a 27 de abril de 1612. A mediados del siglo XIX se realiza una copia facsimilar de este manuscrito. Véanse los detalles en las referencias finales. Lope DE VEGA, El bastardo Mudarra, tragicomedia, en Ventiquatro parte perfeta de las Comedias del fenix de España frey Lope Felix de Vega Carpio, en Zaragoza, por Pedro Vergés, 1641, h. 63-88. BNE, R/13875. Ramón MENÉNDEZ PIDAL, La leyenda de los infantes de Lara, Madrid, Espasa-Calpe, 1971 [reproducción actualizada de la edición de 1896]. El estudio realiza un amplio recorrido histórico del tema de los infantes de Lara a través del teatro y de la literatura. Lope DE VEGA, El bastardo Mudarra, en Obras de Lope de Vega VII, edición y prólogo de Marcelino Menéndez Pelayo, Madrid, RAE, 1897. 86 R Serrano 30/6/10 20:47 Página 978 978 RICARDO SERRANO DEZA S. Griswold Morley5 (1935), Juan-Germán Schroeder6 (1966), Federico Carlos Sainz de Robles7 (1967, 3ª) y finalmente la de Delmiro Antas8 (1992), que vuelve enteramente al manuscrito. En cuanto a las ediciones relacionadas con el tema, cercanas a la época de redacción del manuscrito, debe citarse la interesantísima de Otto van Veen9, 1612, que desarrolla el tema del Mudarra, con una óptica muy teatral, en 40 láminas en cobre con pies de texto en latín y castellano. SEGMENTACIÓN MÉTRICA El estudio cronológico-métrico de las comedias de Lope de Morley y Bruerton10 (1968, original de 1940) tipifica el Mudarra, como obra de cruce: – es la primera obra lopesca con más de 800 versos en romance11, forma métrica en aumento a partir de ahí; 5 6 7 8 9 10 11 – es la última obra con sólo un acto terminado en romance (el primero). Con 3096 versos (si se considera la inclusión final de 24 versos escritos por otra mano y llamados a la altura del v. 2993), nuestro recuento métrico sobre el texto del manuscrito arroja datos coherentes con los de Morley y Bruerton, teniendo en cuenta que la metodología de su estudio excluye sistemáticamente las canciones, así como, en el caso que nos ocupa, los versos añadidos. Sin mantener este criterio del clásico estudio cronológico-métrico (que tiene sentido en función de una mayor estabilidad estadística comparativa y global), se obtienen un total de 33 segmentos métricos: 10+10+13, dos más de los mencionados por Morley y Bruerton, pero las proporciones de formas métricas siguen prácticamente inalteradas con relación a las obtenidas en su estudio. Con una media de 94 versos por segmento, el umbral de 80 versos discrimina los segmentos en dos mitades, los «largos» y los «cortos». Aunque casi todas las formas métricas Lope DE VEGA, El bastardo Mudarra, tragicomedia, reproducción de la copia facsimilar realizada a partir del manuscrito en el siglo XIX, S. Griswold Morley, Berkeley-Madrid, 1935. Lope DE VEGA, Los siete infantes de Lara, edición de Juan-Germán Schroeder, Madrid, Editora Nacional, 1966. Lope DE VEGA, El bastardo Mudarra, en Obras escogidas de Lope de Vega III, edición e introducción de Federico Carlos Sainz de Robles, Madrid, Aguilar, 1967 (3ª), p 663-696. Lope DE VEGA, El bastardo Mudarra y los siete Infantes de Lara, edición, introducción y notas de Delmiro Antas, Barcelona, PPU, 1992. Otto van VEEN, Historia de los Siete Infantes de Lara, Philippum Lisaert ed., 1612. BNE, U/2416 y otros ejemplares. Véanse los detalles en las referencias finales. S. G. MORLEY y C. BRUERTON, Cronología de las comedias de Lope de Vega, Madrid, Gredos, 1968. El Mudarra cuenta 875 versos en romance, 820 según el criterio restrictivo de Morley y Bruerton (sin canciones ni versos añadidos). 86 R Serrano 30/6/10 20:47 Página 979 979 EL BASTARDO MUDARRA COMO BANCO DE ENSAYO PARA UNA TIPIFICACIÓN DE LA TRAGEDIA Figura 1. Segmentos métricos12 33 segmentos métricos: 10+10+13. Van en trazo grueso los cortes que no coinciden con la segmentación por grupos de personajes, considerada más adelante. están representadas en una y en otra de esas mitades, en la de los segmentos «cortos» llama la atención la abundancia relativa de quintillas (3 segmentos sobre un total de 5 en esta forma, los 3 en el tercer acto) y de octavas (4 sobre un total de 6 en esa forma). Junto con las octavas, los sonetos alcanzan el valor máximo de 4 (casi todos en el primer acto), elevado número que, admitiendo la función de esta forma de parar la acción e intensificarla, anuncia ya por sí solo el particular ritmo teatral que iremos desvelando. En los segmentos «largos», por su parte, destacan las redondillas (los 5 segmentos que se dan en esta forma) y el romance (6 segmentos sobre los 8 observables en esa forma). Es cierto que este principio de atribuir un mismo valor de «unidad» tanto a un segmento de 244 versos como a otro de 14 iguala entidades distintas en sí y parece acarrear el riesgo de «aplanar» la variabilidad del ritmo teatral. Ahora bien, ello permite precisamente resaltar la importancia de ciertos momentos 12 breves (sobre todo monólogos líricos y monólogos interpelativos) que representan centros de una gran intensidad dramática y en los que nos vamos a centrar especialmente. Sin esos momentos de retención de la acción no habría tragedia, momentos de sentimiento, de duda, de anticipación o de vuelta atrás que desembragan el movimiento de la acción y disparan, en contrapunto, el sordo motor de su intensidad. SEGMENTACIÓN POR GRUPOS DE PERSONAJES La reconfiguración de grupos de personajes nos brinda un nuevo criterio de segmentación, que arroja un resultado de 36 segmentos (11+14+11). Retenemos sólo los cambios que atraviesan el umbral de la mitad o el doble de personajes con relación al grupo precedente, esto con una estabilidad mínima de 14 versos (lo mismo que en el caso de los segmentos métricos). El autor de este trabajo brinda a los estudiosos interesados el acceso a las hojas Excel que contienen la base cuantitativa del resumen aquí presentado. Solicitud: [email protected].. 86 R Serrano 30/6/10 20:47 Página 980 980 RICARDO SERRANO DEZA Figura 2. Segmentos por grupos de personajes 36 segmentos (11+14+11). Van en trazo grueso los cortes que no coinciden con la segmentación métrica. Este tipo de segmentación permite constatar ante todo la abundancia relativa de los grupos con muy pocos personajes: – el conjunto de los grupos de 1 a 3 personajes representa el 64% del total; – añadiendo los grupos de 4 personajes, se cubre el 78% del total. Este dato nos permite avanzar que, aunque se dan en el Mudarra grandes panoramas festivos o de batallas, ello se hace siguiendo una estrategia de composición y de representación «en mosaico», donde los planos individualizados –a menudo de un solo personaje– quedan únicamente reunidos por el espectador. Hay en ello implícitas una estrategia de recepción y una estrategia de representación, que encuentran en el público el espejo donde se reflejan los fragmentos del mosaico. Ahora bien, estas estrategias quedan posibilitadas por un elemento crucial: 13 el espectador conoce de antemano la historia, en forma de fragmentos-romances, como es el caso de «Convidárame a comer» o de «A cazar va don Rodrigo». Recordemos que este elemento del conocimiento previo por parte del espectador, que consideramos constitutivo de la tragedia barroca, debe ser puesto en relación con «lo históricamente dado» o «el hecho» con que caracterizan la tragedia tanto la Poética de Aristóteles como el Arte Nuevo de Lope, frente a lo «posible virtual» o el «fingimiento» de la comedia. Y lo mismo ocurre en numerosas preceptivas posteriores, empezando por la Nueva idea de la tragedia de González de Salas13. Señalemos, por otra parte, que, en ese contexto, el tiempo teatral adquiere un carácter de ceremonia (de la muerte) y de repetición, es decir, de tiempo circular. Jusepe Antonio GONZÁLEZ DE SALAS, Nueva idea de la tragedia antigua, Madrid, Francisco Martínez, 1633. Reimpresión con notas de Francisco Cerdá y Rico, Madrid, Antonio de Sancha, 1778. Edición moderna de Luis Sánchez Laílla, Zaragoza, 1999. 86 R Serrano 30/6/10 20:47 Página 981 981 EL BASTARDO MUDARRA COMO BANCO DE ENSAYO PARA UNA TIPIFICACIÓN DE LA TRAGEDIA SEGMENTACIÓN SEGÚN AMBOS CRITERIOS Hemos visto hasta aquí la segmentación del Mudarra según dos criterios, el métrico y el de grupos de personajes. Ahora bien, ¿qué ocurre si procedemos a mezclar los dos criterios? ¿Hasta qué punto coincidirán ambos tipos de segmentos? ¿Será esa relativa coincidencia homogénea a lo largo del conjunto de la pieza? Para obtener una respuesta a estas preguntas, reunamos ante todo ambas series de segmentos. De esta integración resultan 44 segmentos (12+16+16), una media, consecuentemente reducida, de 70 versos por segmento y una multiplicación de cortes al final del 2.º acto y al principio del 3º. La Figura 3 muestra la serie obtenida por doble criterio, en la que observamos lo siguiente: – La asimetría o no coincidencia entre los cortes métricos y los de grupos de personajes alcanza sólo al 46% de los casos, lo que representa una tasa particularmente reduci- da una vez contrastada con otras piezas sobre las cuales hemos tenido ocasión de aplicar esta medición: a título de ejemplo, en obras de Lope cercanas en el tiempo a la considerada, La dama boba y Barlaán y Josafat alcanzan una asimetría del 67%. En un corpus más amplio, citemos los valores de asimetría de La confusión de un jardín de Moreto = 58%; El diablo está en Cantillana de Vélez de Guevara = 64%; Donde hay agravios no hay celos de Rojas Zorrilla = 71%; El mágico prodigioso y El príncipe constante de Calderón = respectivamente 69% y 77%; La fénix de Salamanca de Mira de Amescua = 94%. – A pesar de esta constatación de elevada coincidencia en el Mudarra, al final del segundo acto y al principio del tercero (concretamente en el tramo que va desde el verso 1658 hasta el 2395, que comprende 16 segmentos) aparece una repetida asimetría entre ambos criterios que afecta a 13 segmentos. De ello resulta lógicamente que la longitud de estos segmentos se reduce en consecuencia (su media es de 46 versos, frente a una media de 70 en el conjunto de la obra). – Acercando la lupa a este tramo de segmentos, en cuyo centro se encuentra el monólogo en el que Bustos se dirige a las cabezas Figura 3. Segmentos por dos criterios: métrico y de grupos de personajes Un criterio u otro, o ambos a la vez: 44 segmentos (12+16+16). 86 R Serrano 30/6/10 20:47 Página 982 982 RICARDO SERRANO DEZA cortadas de sus hijos, observamos los siguientes fenómenos: - 4 de los segmentos (a, c, i, o) son o contienen monólogos interpelativos, pero referidos a personajes interlocutores ausentes de escena, casos que exigen del espectador una doble función: componer de entrada un espacio exterior al tablado y asumir además, de alguna manera, el tú del interlocutor ausente; - otro de los segmentos (b) va más allá en el sentido señalado: el criado Lope dirige directamente al espectador su monólogo interpelativo cuando justifica su huida de la escaramuza en la que los Infantes son asesinados por encargo: alguien debía quedar para contar lo ocurrido; - 3 segmentos (d, e, g) contienen presentimientos: uno de ellos, del engaño mortal hecho a los Infantes; los otros dos, de la llegada de sus cabezas a Córdoba; - 3 segmentos (f, n, ñ) son monólogos narrativos, dos de los cuales (uno en forma de canción) se refieren a la escaramuza de los campos del Arabiana donde mueren los Infantes; - un segmento (j) adopta la forma de «teatro en el teatro» (la partida de ajedrez entre Mudarra y Almanzor, al principio del tercer acto); – Resumiendo, a lo largo de este tramo de turbulencias, identificadas a partir de la asimetría de segmentación, el espectador está llamado a ejercer papeles teatrales (o metateatrales) esenciales y diversos, a saber: 1) situar, reflejar o asumir al interlocutor ausente de escena, al «otro»; 2) anticipar lo que sucederá; y 3) rememorar lo sucedido, cerrando así un bucle donde el espectador ya estaba desde el principio. 14 CONCLUSIÓN Fijemos la atención en uno de los aspectos señalados del primero de estos roles (meta)teatrales: el espectador como espejo de comunicación de contrarios. Los segmentos considerados del Mudarra permiten apuntar que la tragedia barroca, que ha eliminado el coro, parece haberlo sustituido por el espectador, pero dando a este último un papel mucho más activo en cuanto a la construcción del espacio y en cuanto a la participación emotiva (y visual), encarnando uno tras otro diferentes papeles. En efecto, no sólo en el caso de la ensoñación lírica, sino también en el de la interpelación violenta, el espectador se vería asaltado por la mirada y los gestos del actor, dirigidos al mismo tiempo a él y al «otro», pero se trata aquí a menudo de un «otro» ausente de escena, lo que deja dos deberes pendientes al espectador: construir un amplio espacio, englobante del lugar del «otro» y servirle de reflejo, es decir, representarle visualmente14. Podríamos decir más: dar la réplica en su lugar. Si bien, desde un punto de vista sociológico, el público de la tragedia no parece diferente del de la comedia propiamente dicha, los papeles que aquel está llamado a asumir sí son específicos, al menos en grado, en el sentido que acabamos de aducir. Los movimientos teatrales que hemos descrito nos han permitido identificar su activa partici- El espectador queda así incorporado a la dinámica misma de la representación, de la misma manera que en Las Lanzas, Las Hilanderas y Las Meninas de Velázquez. 86 R Serrano 30/6/10 20:47 Página 983 983 EL BASTARDO MUDARRA COMO BANCO DE ENSAYO PARA UNA TIPIFICACIÓN DE LA TRAGEDIA pación en la particular ceremonia que es la tragedia barroca, inscrita –en virtud del previo conocimiento del tema por parte del espectador– en un tiempo que se vuelve circular y atravesada por anticipaciones y rememoraciones. Una relectura de La idea del teatro de Ortega15 nos permite formular uno de los axiomas de esta hipótesis de especificidad del papel del espectador en la tragedia, donde se hace patente que los dos universos que 15 se ponen en contacto en la fiesta teatral –uno irreal y otro real, uno en el tablado y otro en las gradas, uno de lo representado y otro la representación, uno de los que son mirados y otro de los que miran– no se encuentran en una relación de simple oposición sino en una integración dialéctica cuyas claves son, en primer lugar, el espectador-espejo como constructor del espacio y, en segundo lugar, las líneas-miradas que en él encuentran su punto de fuga, su punto de unión. José ORTEGA Y GASSET, La idea del teatro y otros escritos sobre teatro, ed. de Antonio Tordera, Madrid, Biblioteca Nueva, 2008.