Reflexión del Párroco, 3 de julio del 2016 Hermanos y hermanas

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Reflexión del Párroco, 3 de julio del 2016
Hermanos y hermanas, Cuando Jesús llamó a setenta de sus discípulos para ir a la misión,
les dio la visión de un vasto campo que está listo para ser cosechado para el reino de Dios.
Jesús utiliza con frecuencia la imagen de una cosecha para transmitir la venida del reino de
Dios en la tierra. La cosecha es la finalización de muchas manos en la obra y el crecimiento,
que comienza con la siembra de semillas, el crecimiento hasta la madurez, y finalmente la
cosecha.
De la misma manera la palabra de Dios se siembra en los corazones de cada uno de nosotros
que escuchamos su palabra, la aceptamos con confianza y obediencia, y luego compartimos
el fruto abundante de la palabra de Dios a los demás. La cosecha que Jesús tenía en mente no
sólo fue reunir al pueblo de Israel, sino a todos los pueblos del mundo. Juan el Evangelista
nos dice que "Dios amó tanto al mundo que dio a su Hijo único, para que todo aquel que en
él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna".
¿Qué quiere decir Jesús cuando dice a sus discípulos que deben ser "corderos en medio
de lobos"? Esto sin duda se refiere a la segunda venida del Señor Jesús cuando todos se
unirán bajo el señorío de Jesús después de que haya derrotado a sus enemigos y establezca el
reino de Dios sobre los cielos y la tierra. Mientras tanto, los discípulos deben esperar
oposición y la persecución de aquellos que se oponen al Evangelio. Jesús vino a dar su vida
por nosotros, como nuestro cordero de sacrificio, para expiar nuestros pecados y los pecados
del mundo. Nosotros, a su vez, debemos estar dispuestos a ofrecer nuestra vida con gratitud
en el servicio a nuestro Salvador Jesucristo.
¿Cuál es el significado de que Jesús nombra a setenta discípulos para el ministerio de la
palabra? Setenta era un número significativo en los tiempos bíblicos. Moisés escogió setenta
ancianos para que le ayudaran en la tarea de conducir al pueblo a través del desierto. El
Sanedrín, el consejo de gobierno de la nación de Israel, se compone de setenta miembros. En
tiempos de Jesús setenta se entendía como el número de naciones, o pueblos, en todo el
mundo. Jesús envió a los setenta a hablar en su nombre y para actuar con su poder.
Él dio instrucciones a sus discípulos sobre la forma en que debían llevar a cabo su ministerio.
Tienen que ir a servir a las personas sin engaño, llenos de amor y de paz. Ellos deben
dedicarse a la proclamación del reino de Dios. Ellos deben viajar sólo con lo esencial, con el
fin de concentrarse en la tarea de transmitir la palabra de Dios. Ellos deben hacer su trabajo,
gratuitamente para los demás, sin esperar pago. Jesús quiere que sus discípulos se apoyen en
Él y no en sí mismos. Jesús deja claro que la verdadera fuente de nuestra alegría es Dios, y
sólo Dios. Jesús asegura a sus discípulos que él tiene todo el poder sobre el mal, incluyendo
sobre Satanás y los espíritus malignos. De hecho, es por eso que Jesús vino al mundo: para
derrocar al maligno. Nosotros, como discípulos de Jesús, hemos recibido la autoridad
espiritual y el poder para superar las obras de las tinieblas y del mal.
Dios nos da vida a través de su palabra para que tengamos vida abundante en él. Jesús quiere
trabajar en cada uno de nosotros para su gloria. Dios comparte su palabra con nosotros y nos
manda a hablar con confianza y claridad a los demás. Hermanos y hermanas, ¿estamos
preparados para ser testigos de la verdad y la alegría del Evangelio con la palabra y
ejemplo para los que nos rodean?
P. José Gerardo Alberto, MSpS
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