la felicidad y su relación con la fraternidad en el

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“LA FELICIDAD Y SU RELACIÓN CON LA FRATERNIDAD EN EL
CONTEXTO DE LA FILOSOFÍA ESTOICA”
Prof. Mag. Marta E. Bayarres
Montevideo
Uruguay
El objetivo del presente trabajo es realizar el análisis de dos conceptos que, consideramos
estrechamente vinculados y que, sin embargo, la historia muestra un divorcio casi total. Con esa
intención es que pretendemos abordar la postura ética de los Estoicos y, procurar demostrar, a lo
largo del trabajo, las estrechas relaciones que guardan dichos conceptos.
Con el objetivo de demostrar la mencionada vinculación, en primer lugar nos avocaremos al
análisis del concepto de felicidad, luego analizaremos el concepto de fraternidad, y, por último
procuraremos demostrar que la fraternidad constituye una condición indispensable para que la
felicidad sea algo posible
Desde el marco teórico de la ética estoica, todo en la naturaleza está sujeto a una ley universal.
Por ende el hombre no puede ni debe escapar a ésta ley. Dicha ley aplicada a la regulación de la
conducta humana debe entenderse como vivir en conformidad con la naturaleza, lo cual implica
llevar una vida conforme a las características que posee el hombre y que lo hacen un ser racional.
De este modo, si el hombre es un ser racional, la felicidad como meta sólo puede lograrse en la
medida que éste logre la plenitud de su desarrollo como ser racional. Tal como afirma Crisipo
(Diog. Laer., VII,85) la eudaimonía sería el resultado de una vida adecuada a la naturaleza y la
conciencia de ella.
El hombre racional debe atenerse a lo razonable, esto es, alcanzar la autosuficiencia (autarquía),
que implica no depender de nada ni de nadie. Esta independencia sólo es posible si media la
actitud de indiferencia con respecto a aquellas cosas que son erróneamente consideradas bienes,
pero que en realidad, no son bienes en sí mismos. Para el ser racional lo que vale es lo que puede
contribuir a su conservación.
Por lo tanto si el hombre es por naturaleza un ser racional, entonces lo valioso es el logos.
Creemos oportuno aclarar a ésta altura que si bien el concepto de logos tiene su origen en la
Filosofía de Heráclito, adopta con los estoicos una dimensión más amplia. El logos estoico marca
ya una presencia a nivel del hombre, como eje conductor de su racionalidad, que si bien estaba ya
insinuado en Heráclito, no se encontraba explicitado de este modo.
Aquel hombre cuyas conductas se adecuan a las de un ser racional, en una palabra, aquel hombre
que deja que el logos gobierne su espíritu, es el sabio.
Sólo el sabio puede acceder a la virtud.
Ahora bien, ser sabio, alcanzar la virtud de saber cómo actuar en la vida, es condición para ser
feliz..
Nos estamos refiriendo al autarkés. Quien alcanza la autarquía, logra la independencia, no
depende de nada ni de nadie. No se torna esclavo de factores externos ni internos. No estará
sujeto al dominio de las pasiones o presiones que puedan provenir del mundo que le rodea.
En realidad quizá deberíamos hacer aquí una precisión. No se trata en realidad que pueda existir
un hombre que no dependa de nada, pero sí se trata de que el hombre que se rige por el logos,
puede independizarse de todo tipo de condicionamiento, puede lograr la indiferencia, la
autarquía. Puesto que el ser humano es un animal racional y mortal, la felicidad depende de una
vida coherente con la naturaleza.
Así cuando Zenón plantea la necesidad de “vivir en concordancia con la naturaleza” se refiere a
la necesidad de que el hombre, como ser racional debe saber aquello que tiene que rechazar, lo
que debe elegir, para lograr dicha concordancia. La buena elección es la muestra más clara del
buen razonamiento. Como vemos, es inevitable descubrir aquí la influencia Socrática. La virtud
es característica del sabio, ya que virtud es conocimiento y vicio es, para la Stoa, ignorancia.
La fundamentación de la doctrina de la Stoa se encontraría en la concepción antropológica de
Zenón. El hombre considerado como “animal-que-habla-y-razona”, es el ser que se encuentra
unido al logos universal porque en él también actúa el logos. De este modo la comunidad humana
está constituída por los seres racionales que se comunican porque, el lenguaje es una propiedad
que sólo posee el hombre, inseparable del pensar.
Como vemos los Estoicos desarrollaron una filosofía de corte teórico-práctico. La preocupación
fue intentar dar al hombre un sistema de saber, pero con una orientación práctica. Dicha
orientación es la preocupación de las escuelas helénicas en general. Una vez desaparecida la polis
griega, es preciso dar al hombre otras metas que den sentido a su vida. Ahora la filosofía deberá
dar al hombre los instrumentos para comprender la naturaleza cósmica y humana. Este hombre
deberá reconocer mediante el uso de su razón que es posible ser feliz, en la cosmópolis, ya no en
la polis.
“Afirman que ser feliz (eudaimoneín) es el f1in, aquello de lo cual se hace todo (pánta práttetai);
ello, en cambio, no se hace por ninguna otra cosa. Ser feliz se da en el vivir según virtud, en vivir
en concordancia y además, lo que es lo mismo, en vivir según la naturaleza. Zenón definió la
felicidad del siguiente modo: “la felicidad es un correcto fluir de la vida” (eúroia bíou)”. (1)
Por “correcto fluir de la vida”debe entenderse el atenerse a lo razonable, por tanto alcanzar la
virtud. En la virtud radica la felicidad, ya que es el privilegio de quien logra ser “autosuficiente”
(autarkés). Como el hombre, a pesar de ser un ser racional, también posee pasiones, impulsos,
afectos, la virtud puede entenderse como la capacidad de enfrentarse a dichas fuerzas
irracionales, erradicarlas, en otras palabras, alcanzar la apathéia. Por lo tanto la virtud implica
necesariamente, la fortaleza de ánimo.
1
Boeri,Corso,Juliá; Las exposiciones antiguas de ética estoica, p.193
Por otra parte debemos señalar que para los filósofos de la Stoa, no es posible poseer una o dos
virtudes. Quien posee la virtud las posee todas. Esto implica que sólo puede ser feliz quien posee
la virtud, es decir el sabio.
“Y la virtud es una disposición armónica en sí y debe buscarse por sí misma, no por temor,
esperanza u otra razón extraña. En ella está la felicidad, pues ésta pertenece al alma
engendrada para la armonía de toda la vida” (Dióg.,L., VII,,89)
Como vemos se trata de una postura rígida que no admite términos medios. No es posible poseer
algunas virtudes, no hay lugar para el progreso moral. Los hombres son sabios o necios. Si son
sabios poseen todas las virtudes y, mediante su ejercicio pueden ser felices.
Los necios carecen de todas ellas y nunca podrán ser felices. Luego, con Crisipo esta rigidez se
atenúa, y en el Estoicismo romano ya no encontramos un planteo de este tenor.
Algo que creemos importante destacar, es que a lo largo de todo el Estoicismo, predomina la idea
de que el universo es uno, y que el hombre forma parte de él. Que éste está gobernado por un
principio o ley de carácter divino y absolutamente sabio, y que por ende, si el hombre pretende
torcer lo dispuesto por dicha ley, “logos”, fracasará y convertirá su vida en una calamidad.
Desde esta perspectiva, si ya no existe el ideal del “zoon politikon”, en la medida que ya no
existe la polis, las virtudes éticas ya no son virtudes políticas. Con los estoicos presenciamos la
separación de la Etica y la Política.
Si nos remitimos al Diccionario de la Real Academia Española encontramos la siguiente
definición: “fraternidad, del latín “fraternitas”, amistad o afecto entre hermanos o entre los que
se tratan como tales”.
Tal como plantea Toni Doménech en su artículo sobre “FRATERNIDAD”, en la Grecia antigua
no aparece ningún concepto que se aproxime a la idea de fraternidad, entendida como amor entre
hermanos (philadelphía).
Debemos esperar la aparición de las escuelas helenísticas, en especial de los filósofos de la Stoa,
para encontrar una precisión del concepto de fraternidad como amor desinteresado. Luego el
Cristianismo retomará este concepto pero además lo dotará de un elemento que, definitivamente
lo separará del eros griego. Se trata de la idea de un Dios del cual emana el amor agápico.
Nuestro propósito a partir de ahora será centrarnos en el concepto de fraternidad en el contexto
estoico.
Es en este contexto que aparece la idea de una hermandad universal.
Una vez desaparecida la Polis, el hombre tiene ante sí la tarea de organizar una sociedad basada
en la razón. La tarea consiste en construir una comunidad moral de todos los hombres. Con los
Estoicos desaparecen las barreras de las nacionalidades establecidas por los Estados. El Estado
que surgirá estará integrado por todos los hombres, será un reino de alcance universal.
El estoicismo fue el resultado de aplicar la mente dialéctica y razonadora, propia de la filosofía
griega, a la nueva situación del hombre, al desaparecer la polis. Lo que le queda al hombre es una
naturaleza cósmica y humana, regida por una ley natural, que provoca el pasaje de la polis a la
cosmópolis.
De este modo el cosmopolitismo pasó a ocupar el lugar de lo que antes ocupaban los deberes del
ciudadano. Si el mundo es uno y el mismo para todos, si ya no existen barreras políticas,
entonces todos somos parientes, con el mismo origen y el mismo destino.
El estoicismo penetra en el Imperio Romano y muchas de las propuestas del estoicismo griego,
son moderadas. Nos referimos fundamentalmente, como ya lo señalamos, a la moderación en
cuanto a la posibilidad de progreso moral, del ignorante al sabio.
Encontramos en los estoicos la idea de hermandad universal, (léase: fraternidad) desprendida de
connotaciones políticas. Así encontramos en Cicerón (De fin., V,23,65)
“ de todas las cosas buenas…ninguna salta a la vista ni tiene tan amplia acción como la unión
de hombre y hombre consistente en una comunidad y reciprocidad de intereses y amor al género
humano que se extiende primero bajo forma de parentesco de la sangre, luego de parentesco por
alianza, luego por la amistad y por último al vecino, al conciudadano, al aliado político, al
amigo político y a la humanidad entera”.
Y en ( Cicerón, Los oficios, X, 271), “Nunca deben anteponerse a la amistad las utilidades
aparentes, como son los honores, riquezas, deleites y otras cosas semejantes.”
Así encontramos en Marco Aurelio el elogio al parentesco y la solidaridad entre los hombres, ya
que éstos han nacido los unos para los otros. Sostiene que aún el pecador es “pariente mío”
porque participa de la misma inteligencia y destino divino, ya que todos hemos nacido para la
cooperación, como las distintas partes del cuerpo.
Así como la unidad del cuerpo se produce por la cooperación entre sus miembros, del mismo
modo los seres racionales diferentes han sido creados para colaborar en la misma obra. Por lo
tanto aquel que se aleja de aquellos que por naturaleza son parientes y amigos suyos, es un
desertor.2
“ El encartes estoico es, pues, más “profundo” psicológicamente que el socrático, tiene más
“libertad interior”, su concepto presupone… la formación de preferencias de tercer orden, las
únicas que pueden hacer de él un buen ciudadano dentro de la pólis …, pero también un hombre
sereno y reliz fuera de ella; en la selva, o bajo monarquías o tiranías….Pues el sabio estoico no
tiene ahora enfrente al resto de los ciudadanos libres de la pólis, sino a la cosmópolis toda, a la
humanidad entera. Y así como el pórtico finge que la naturaleza está regida por una inteligencia
divina sin mácula, así también finge que esa humanidad constituye una comunidad, una koiné,
ligada no, evidentemente, por tradición o lazo comunicativo alguno, no articulada por la
división del trabajo, o por instituciones políticas tangibles y a todos accesibles, sino cuajada por
mutua oikeiosis, …(…)
…la Stoa no va a deducir el orden que impera – o debe imperar- en la coiné universal de la
agregación de microcosmos virtuosos, ataráxicos, apáticos, eutímicos, sino que lo derivará… de
la naturaleza (exterior), del macrocosmos, de la “divina ley racional” que lo informa. Eso deja a
la política la puerta abierta para que se escinda de la ética, para que deje de depender de la
virtud e ingrese en la tutela de un orden natural no poco enigmático.
En ese orden natural los hombres son buenos, tienen naturales sentimientos de amor y lealtad,
de compañerismo; son gregarios, como corresponde al rebaño de Zenón”3
Si nos remitimos al pensamiento de Zenón o de Crisipo, con respecto a que el hombre sólo puede
ser feliz si lleva una vida adecuada a la naturaleza, entonces no es difícil aproximarnos a la
vinculación entre fraternidad y felicidad.
Tal como vimos en el análisis precedente, el hombre forma parte de un orden universal, regido
por una ley superior contra la cual el hombre no puede ni debe rebelarse. El hombre forma parte
del orden establecido por dicha inteligencia. Todos formamos parte de una hermandad universal,
por lo tanto cualquier acto que atente contra la cohesión de dicha unidad es un acto deplorable.
Evidentemente la virtud ética consiste en la aceptación y racionalización de éste origen y destino
común. El hombre busca la felicidad. Es preciso, en el contexto de la ética estoica entender que la
felicidad no consiste en un logro individual que lleve al sacrificio de los intereses de los demás
hombres en pos de la conquista de mis intereses particulares. Si así fuera, consideraríamos que la
ética estoica es profundamente individualista.
Por otra parte, consideramos que es importante tomar en cuenta que entre el ideal de virtud
manejado por los estoicos y el ideal que caracteriza al filósofo de Platón que gobierna su propia
alma y educa en la virtud a los ciudadanos, hay una profunda diferencia. El conductor es el
2
3
Marco Aurelio, Pens.,
Doménech Antoni, De la razón erótica a la razón inerte
pastor, el filántropo que gobierna el mundo según las leyes de la naturaleza, (porque no
olvidemos que con los estoicos si disuelve la distinción entre Physis y nomos.
Cuando los hombres desconocen esa disolución, caen en los errores, pues intentan crear leyes que
no respetan dicha unidad. De ese modo se alejan de la virtud, y por ende, de la felicidad.
Para los estoicos el hombre, al igual que para Aristóteles, es un ser social por naturaleza, debido a
la identidad de su alma con la razón cósmica. El más inmediato de los vínculos sociales es la
amistad, la convivencia de individuos virtuosos movidos por el afán de realizar la ley moral. Pero
luego se elevan a un principio general, a la integridad de los seres racionales.
Evidentemente, dicho principio implica considerar que todos los hombres constituyen partes de
la razón cósmica y forman una comunidad racional de vida, un politikón sistema, donde cada
individuo tiene a su cargo la tarea de organizar una sociedad basada en la razón, que comprenda a
todos sus miembros.
De este modo el Estado ideal de los estoicos, ya pensado por Zenón, rechaza las barreras de
nacionalidad o las que establecen los Estados históricamente dados. Se trata pues de una
comunidad racional de vida de todos los hombres.
Plutarco señaló que dicha comunidad había sido de algún modo anticipada por Alejandro Magno,
y luego llevada a cabo por los Romanos.
Sin embargo debemos precisar que existe una diferencia importante entre lo realizado por los
Romanos y el ideal de los estoicos,. En ningún momento los estoicos concibieron el reino
universal como una fuerza política, sino que lo concibieron como el reino de la armonía espiritual
del conocer y del querer.
Por eso frente a la diversidad de Estados, los estoicos mantienen la idea del cosmopolitismo, es
decir de la comunidad moral de todos los hombres, borrando diferencias de rango,
nacionalidades, etc.
Es así que el concepto de fraternidad se asienta en el ideal de justicia y de filantropía, que
constituyen los más altos imperativos de la comunidad racional.
En el logro de esta comunidad moral, radica la posibilidad de felicidad para los hombres.
BIBLIOGRAFÍA
Attali, Jacques Fraternidades- Una nueva utopía, Ed. Paidós, Barcelon, 2000
Camps, Victoria Historia de la Ética, T, 1 Ed. Crítica Barcelona, 1992
Cicerón Los Oficios, Tratados Morales, Ed. Jackson Bs. As. 1949
Doménech, Antoni De la Ética a la Política, Ed. Crítica Barcelona, l989
Doménech, Antoni “…y fraternidad “, Isegoría, 1993
Juliá, Victoria, Boeri, Corso Las exposiciones antiguas de ética estoica, Ed. Eudeba, Bs. As.,
1998
Windelband, Wilheim Historia Helenístico-Romana, T. II, Ed. Robredo, México, 1941
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