NUESTRAS CARTAS EL MAESTRO SUFÍ — Cuentos para pensar El maestro sufí contaba siempre una parábola al finalizar cada clase, pero los alumnos no siempre entendían el sentido de la misma… • Maestro — lo encaró uno de ellos una tarde. Tú nos cuentas los cuentos pero no nos explicas su significado… • Pido perdón por eso, se disculpó el maestro. Permíteme que en señal de reparación te convide con un rico melocotón. • Gracias maestro, respondió halagado el discípulo. • Quisiera, para agasajarte, pelar tu melocotón yo mismo. ¿Me permites?. • Sí, muchas gracias, dijo el discípulo. • ¿ Te gustaría que ya que tengo en mi mano un cuchillo, te lo corte en trozos para que te sea más cómodo ? • Me encantaría...Pero no quisiera abusar de tu hospitalidad, maestro… • No es un abuso si yo te lo ofrezco. Sólo deseo complacerte… • Permíteme que te lo mastique antes de dártelo… • No maestro. No me gustaría que hicieras eso, se quejó, sorprendido el discípulo. • El maestro hizo una pausa y dijo: • Si yo les explicara el sentido de cada cuento...sería como darles a comer fruta masticada. (Vitorina Lambas Ruiz) NUESTRAS CARTAS CANCIÓN Venimos de cenar juntos y hemos pensado cantarte a ti (BIS) despierta niña despierta que el terremoto ya está aquí. Borracho me acosté anoche borracho me levanté (BIS) que desgracia es la mía que estoy borracho otra vez (BIS) No creas que porque canto tengo el corazón alegre (BIS) que soy como un pajarillo que si no canta se muere O rianxeira, o rianxeira o rianxeira no más no te vaya rianxeira que te vas a marear La virgen de Guadalupe cuando va por la ribera descalza y por la arena parece una rianxeira ( CONSUELO REDÓN) NUESTRAS CARTAS ROMANCE DE ABENÁMAR ¡ Abenamár, Abenámar, moro de la morería, el día que tú naciste, grandes señales había! Estaba la mar en calma, la luna estaba crecida. Allí respondiera el moro, bien oiréis lo que decía: - Yo te la diré, señor, aunque me cueste la vida, porque soy hijo de un moro y una cristiana cautiva. Siendo yo niño y muchacho, mi madre me lo decía: que mentira no dijeses que era grande villanía. Por tanto, pregunta, el rey que la verdad te diría - Yo te agradezco, Abenámar aquella tu cortesía ¿Qué castillos son aquellos? ¡ Altos son y relucían! - El Alhambra era, señor, Y la otra la mezquita, los otros los Alixares labrados a maravilla. El moro que los labrara cien doblas ganaba al día y el día que no los labra otras tantas se perdía. El otro es el Generalife, huerta que no tenía, el otro Torre-Bermejas, castillo de gran valía. Allí hablo en el rey don Juan bien oiréis lo que decía: - Si tú quisieses Granada, contigo me casaría. ( JUANI)