La maLdición de SaLSipuedeS

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CULTURA
Lecturas críticas
La maldición de Salsipuedes,
de Ricardo Ragendorfer
(Bs. As., Ediciones B, 2016)
Esteban Mercatante
Comité de redacción.
El maestro de la crónica policial Ricardo Ragendorfer incursiona por primera vez con La maldición de
Salsipuedes en la ficción. Y lo hace, como no podía
ser de otra forma, con un policial negro con todas las
de la ley. Urtaín, un detective privado de quien nunca nos enteramos el nombre de pila, llega de Buenos
Aires para investigar un asesinato en Salsipuedes,
pueblo de las Sierras de Córdoba. En su tarea, se topará con los hilos de una trama mucho más espesa
de lo que parecía en un comienzo.
Como comentó el autor en una entrevista, el caso que dispara la trama está inspirado en el crimen
de Nora Dalmasso. La víctima de esta novela, Sara Palma de Materazzi, es una mujer de unos cincuenta años, atractiva y de buen pasar económico.
Su muerte se produce mientras su marido estaba de
viaje en Uruguay jugando un torneo de paddle. El caso estará desde el comienzo cruzado por chimentos
y elucubraciones entre los vecinos, que conquistan
un lugar destacado en los medios locales y nacionales, alimentados por los rumores de que Sara Palma
murió durante un acto sexual y de que la difunta tenía una larga lista de amantes. Será Materazzi, el esposo de la difunta, quien contrará a Urtaín a través
de su abogado, Rudy Lavilla Grau.
“Esto no es una novela, querido. En el mundo real,
los detectives privados no existen”, le suelta un personaje a Urtaín. Esta frase resuena varias veces en el
libro, guiño que acentúa la verdadera impostura de
largar en tierras mediterráneas a un investigador a
sueldo para develar un homicidio. La selección de la
figura de investigador privado, con resonancias más
irreales en esta geografía que en el suelo norteamericano donde naciera el género negro, ilustra las dificultades con las que confrontan los autores locales a
la hora de definir la perspectiva desde la cual narrar
una historia policial en la Argentina. Imposible hacerlo desde el lugar del policía en actividad. Como planteara Sergio Olguín en otro número de esta revista:
“En mis novelas los policías son siempre los malos.
[…] Seguramente hay un policía bueno, o uno podría inventarlo, pero me interesa más el policial que
la ciencia ficción”1. Urtaín tiene un pasado en la Policía Federal, pero en La maldición... los policías que
tienen algún rol en la historia también son “malos”.
Los “buenos”, apenas si llegan tarde cuando la cosa
ya está resuelta por los protagonistas.
Buscando pistas para su empleador, Urtaín se topará con los hilos de una trama que conectará el
asesinato de Sara Palma de Materazzi con los secretos que durante años tuvieron muy bien guardados exfuncionarios nacionales, policías en actividad,
clérigos y otros “prohombres” del pueblo de Salsipuedes. Los nexos entre ellos se remontarán a los
tiempos de la sangrienta dictadura del Proceso. Terreno fecundo para la novelística policial argentina.
Se nota el oficio de Ragendorfer en cómo maneja los ritmos de la narración, y en la sencillez con
la que pasa por los detalles de los distintos escenarios del crimen. También se hace ver en el lugar
que tienen los medios gráficos y la televisión en la
novela. La cobertura mediática del crimen que inicia
el libro tiene un lugar destacado, así como lo tiene
el juego que realizan varios personajes, incluyendo
al protagonista, con la difusión de primicias como
pieza fundamental para torcer a su favor el desenlace. La colaboración entre Urtaín y un periodista será
además central para dar con las claves que conectan entre sí a los hallazgos del investigador. El “cuarto poder” se hace sentir con todo en La maldición...
“Hay que lograr que lo que no sucedió parezca real”,
señala Ragendorfer sobre los desafíos de escribir ficción. Podemos decir que logra con creces este cometido, aunque tal vez resulte algo excesiva la virtuosa
ayuda del azar en las últimas páginas de la novela, para situar a Urtaín en el lugar adecuado en el momento
indicado. Como sea, con Urtaín, Ragendorfer ha creado un personaje entrañable que –promete– volverá
para resolver otros crímenes en el futuro próximo.
1. Sergio Olguín, “Lo interesante es encontrar la voz propia como
narrador”, IdZ 14, octubre 2014.
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