La emergencia ambiental planetaria, como determinante en la reorganización de los asentamientos humanos Por William H. Alfonso P. (*) Evidencias físicas nos muestran que la evolución de la vida en el planeta ha estado determinada por cambios en la dinámica del clima, algunos con ciclos extendidos por largo tiempo y otros, cambios repentinos, críticos, generados por factores naturales, tales como el comportamiento geológico. Recientemente y debido en gran parte al impacto que la civilización ha generado en el medio, se han verificado cambios del clima sobre distintas regiones del planeta y su recurrencia e imprevisibilidad nos muestra que los patrones se han modificado y nos encontramos ante una forma diferente de planeta. Está documentado que estos periodos críticos se presentaban varias veces cada 100 o 200 años. El aumento del consumo masivo de bienes ambientales ha incidido en una disminución de estos tiempos y los periodos críticos ahora son más frecuentes y generalmente se presentan en los mismos lugares. Los efectos de esta variación que se ha acelerado en el tiempo ha sido tan crítico en algunos lugares que ha puesto en crisis la localización de los asentamientos humanos como los conocemos hoy y hará cambiar la estructura planetaria que atendió otras lógicas para su creación y consolidación. No es un fenómeno solamente de aquellas zonas de crecimiento informal en países latinoamericanos como Colombia, Brasil, Venezuela. Las lluvias han afectado extensas zonas “desarrolladas” De acuerdo con la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas, entre finales de 2010 y comienzos de 2011 se han producido numerosos eventos meteorológicos y climáticos importantes. A principios de enero de 2011 las inundaciones dejaron más de 800 000 afectados en Sri Lanka; Las crecidas repentinas que se produjeron en las zonas montañosas cercanas a la ciudad de Río de Janeiro en Brasil durante la segunda semana de enero causaron más de 700 víctimas, en su mayoría debido a deslizamientos de lodo; En el este de Australia se produjeron graves inundaciones entre diciembre y a primera mitad de enero relacionadas con el fuerte episodio de La Niña aún en curso. Filipinas también se vio gravemente afectada por inundaciones y deslizamientos de lodo. En Colombia en el mes de diciembre las lluvias e inundaciones dejaron más de 2 millones de afectados. Fenómenos cíclicos como las estaciones se han vuelto más críticos (olas de calor y de frio) superando la capacidad técnica y humana de hacerle frente que ya se creían suficientes. Se demandan más recursos de funcionamiento, más atención de emergencias, se impacta el funcionamiento normal debido a que alteran los sistemas y las rutinas de transporte terrestre y aéreo, situación crítica en la medida en que nos hemos acostumbrado a un flujo constante de importación de recursos del cual dependen muchas de las actividades cotidianas. Lo anterior con un componente adicional y es que se disparan los precios alterando la economía y evidenciando el grado de vulnerabilidad de la red de asentamientos humanos Al igual que muchas especies que sufren los cambios climáticos porque les impide orientarse o desplazarse para buscar alimento, son los grupos humanos más vulnerables los que desaparecen. El proceso de adaptación es lento, paso a paso. El desequilibrio causado es enorme, mientras este se ajusta, se han generado cambios no contemplados: el resultado, es una serie de efectos, que no se esperaban y que requieren de estrategias que nos permitan en un futuro una respuesta más rápida que la que hemos tenido en el presente. Aún cuando hoy se detuvieran los procesos contaminantes, hemos acumulado una gran cantidad de emisiones en el ambiente y se han generado cambios y desequilibrios que tardarían bastante tiempo en ajustarse: Un tiempo mayor a los que nos han acostumbrado los medios. En el mediano y corto plazo, tendremos que adaptarnos a estos cambios, incluyendo el cambio de visión y paradigmas del consumo occidental y avanzando en la comprensión sobre la especie humana como la más amenazada. La evolución de la vida en la Tierra continuará con o sin nosotros y necesitamos entender el largo plazo de la naturaleza y el corto plazo de los modelos de desarrollos actuales. La técnica ha permitido resolver varios aspectos de salud y calidad de vida que han permitido el crecimiento poblacional de nuestros días. Este proceso de crecimiento poblacional, ha incidido en una ocupación de zonas antes no evaluadas por los impactos de este fenómeno, que con una lógica muy inmediatista, atendiendo solo algunas dinámicas y desconociendo la probabilidad de otras. Habrá que tener en cuenta los efectos de estas nuevas determinantes en la localización y consolidación de los asentamientos humanos, especialmente de aquellos que atendieron otras determinantes, menos las geográfica. El crecimiento poblacional presiona al planeta por más recursos, aumentando aún más la vulnerabilidad. La crisis ecológica, ambiental y los efectos que genera en la humanidad generan una crisis en los sistemas explicativos y de imaginarios de ideas que ya no explican ese cambio. Las ideas se transforman, pero los impactos de los elementos son más fuertes, se sienten, modifican la realidad, más que el imaginario, afectan lo cotidiano, la percepción, los modos de productividad, entre otros. La emergencia orienta la vía de los recursos. A las condiciones de vulnerabilidad natural de los asentamientos por demanda de bienes y servicios ambientales, se ha sumado este efecto de las dinámicas naturales y humanas, que van convirtiendo la vulnerabilidad en amenazas y aunque se atienden con sistemas y como sistemas, no han tenido éxito ni siquiera en minimizar el impacto inmediato. Se requiere cada vez más de grandes recursos de inversión para minimizar este efecto. Cómo y con qué criterios y prioridades se van a invertir los recursos destinados para la atender la emergencia. Si, no se recupera la base productiva, estas oportunidades de recomposición física terminan por convertirse en programas de ayuda que se van trasformando en formas de dependencia en un mundo en donde la competividad, excluye a los que menos medios tienen. Colombia, no escapa a los efectos locales de esa crisis planetaria. En este momento el país vive el peor de los desastres ambientales de su historia moderna. Hay una incapacidad para absorber los efectos de una temporada invernal tan fuerte, desbordado. Hasta el momento no se conoce un documento oficial que establezca un diagnóstico de la emergencia y mucho menos el enfoque territorial y social con que va a llevarse a cabo la “reconstrucción” de la zona afectada por el desastre, que quiere mantener una estructura de poblados igual, pensando en soluciones de vivienda y privilegiando la consolidación de una infraestructura que permita mantener la lógica de explotación de los bienes naturales y de circulación de mercancías generalmente asociados al los grandes sectores importadores y exportadores. Se han aumentado las zonas de explotación minera, las obras viales contempladas están orientadas a permitir esta exploración – explotación, para habilitar nuevas zonas con usos agrícolas y ganaderos extensivos. El empleo que se pueda generar por estas obras solo considera una tipo de mano de obra que desconoce la vocación real de la población. No se ha pensado en recuperar y consolidar la parte productiva de los pobladores afectados, que no es la misma economía que se plantea más competitiva para el comercio y más atractiva para la inversión extranjera. Se quiere insistir en modelo de desarrollo que justamente es el que ha incidido en estos síntomas del cambio climático y que a nivel planetario está conduciendo a la catástrofe ambiental. Se insiste en ocupar sitios parecidos, estableciendo que es necesario “proteger las laderas de los ríos” y “que las viviendas de alto riesgo se trasladen para anticiparse a una catástrofe”. Pero no se corrige el modelo de desarrollo que violenta la sostenibilidad del mismo medio natural y de las comunidades. Es necesario reducir esa vulnerabilidad de los asentamientos humanos que le impide a la nación enfrentar y recuperarse de los efectos del cambio climático. Es urgente restablecer la función ecositémica de los elementos naturales, de humedales, de ecosistemas animales y vegetales parte integral del territorio ya adaptado y reducir el sistemático desplazamiento de comunidades humanas. Esperamos que los criterios con los que se van a reconstruir la región Caribe, atienda los enfoques mas armónicos del planeamiento y la gestión urbanas como la Ekística, que permitan establecer el equilibrio entre el medio natural de soporte y las prioridades de la dimensión del hombre, antes que el “ordenamiento natural” restablezca su dinámica con un precio muy alto: sin al especie humana. (*) Profesor de la Facultad de Ciencia Política y Gobierno y del Programa en Gestión y Desarrollo Urbanos, Ekística de la Universidad del Rosario.