PALABRA E HISTORIA EN LOS ANDES. La rebelión del Inca Túpac

Anuncio
Palabra e Historia en los Andes. La rebelión del Inca Túpac Amaru y el Noroeste argentino,
Buenos Aires: Corregidor, 1997. Primer Premio del Fondo Nacional de las Artes, categoría Ensayo.
ISBN 950-05-1018-9.
PALABRA E HISTORIA
EN LOS ANDES.
La rebelión del Inca Túpac Amaru
y el Noroeste argentino.
ALICIA PODERTI
Este ensayo obtuvo el Primer Premio del
FONDO NACIONAL DE LAS ARTES
(Régimen de Fomento
a la Producción Literaria Nacional
y Estímulo a la Industria Editorial, Año 1996).
Jurado: Santiago Kovadloff, Miguel Espejo y Leonor Calvera.
Diseño de tapa: Otilia Carrique
(Cartas escritas por Túpac Amaru desde la cárcel, con su propia sangre.
Archivo General de Indias).
"Han pasado dos siglos desde que el sable del verdugo partió
el cuello de Túpac Amaru, el último de los Incas, en la Plaza
Mayor del Cuzco. Se realiza ahora el mito que en aquel
entonces nació de su muerte. la profecía se cumple: la cabeza
se junta con el cuerpo y Túpac Amaru, renacido, ataca.
José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru II, entra en el pueblo
de Sangarara, al son de grandes caracoles marinos, para cortar
el mal gobierno de tanto ladrón zángano que nos roba la miel
de nuestros panales. Tras su caballo blanco, crece un ejército
de desesperados. Pelean con hondas, palos y cuchillos estos
soldados desnudos. Son, la mayoría, indios que rinden la vida
en vómito de sangre en los socavones de Potosí o se extenúan
en obrajes y haciendas.
Truenos de tambores, nubes de banderas, cincuenta mil hombres
coronando las sierras: avanza y arrasa Túpac Amaru, libertador
de indios y negros, castigador de quienes nos han puesto en
este estado de morir tan deplorable. Los mensajeros galopan
sublevando poblaciones desde el valle del Cuzco hasta las
costas de Arica y las fronteras del Tucumán, porque quienes
caigan en esta guerra tienen seguridad de que renacerán
después."
EDUARDO GALEANO
"Se conmueven del Inca las tumbas
y en sus huesos revive el ardor,
lo que ve renovando a sus hijos
de la Patria el antiguo esplendor".
Estrofa original del HIMNO NACIONAL ARGENTINO
PRELIMINARES
El siglo XVIII en los Andes es sinónimo de rebelión. Scarlett O'Phelan registra 140
levantamientos o movimientos rebeldes, entre 1708 y 1783 (1988: 297-307). En esta
secuencia, el descontento social generalizado se iba intensificando hasta desencadenar la
gran sublevación de 1780, encabezada por Túpac Amaru II, en contra de las presiones
fiscales, los repartos y la explotación abusiva en los obrajes, haciendas y minas.
El indio no es un elemento pasivo dentro del proceso de dominación y desarrolla
comportamientos colectivos para garantizar su supervivencia social y cultural. Esas
estrategias se traducen en conductas de resistencia hacia aquellas condiciones que
indujeron la pérdida de identidad originaria y la consecuente desestructuración social. El
proceso de elaboración de modalidades organizativas y conductas consensuadas tuvo
diferentes corolarios de acuerdo a las condiciones demográficas e históricas que mediaban
en cada situación. Uno de los resultados fue el "pacto" colonial1, pero la naturaleza del
mismo implicó que los mecanismos coercitivos fueran reemplazados por relaciones
dinámicas de entendimiento en cuya base también operaban ciertas formas de oposición
(Cfr. Madrazo, 1995: 145-146).
Las actitudes de resistencia étnica que pulsan el devenir andino hasta el presente, enraizan
con los antiguos ritmos de las culturas autóctonas:
De ahí que tengamos países como Bolivia y Perú o zonas como el norte argentino
donde, por debajo de la cultura dinámica, alienta el antiguo estrato a modo de quiste,
con su antiguo aliento comunitario y colectivista. Es un sustrato que se mantiene
ignorado y no se registra sino en el plano folklórico o etnográfico, pero ofrece su
resistencia sorda y medida hasta llegar a tener éxito, ya no en el hecho directo del roce
o contacto de culturas, sino en las cualidades de debilidad y ficción del ser, su
antagonista, que se quiere afincar en las costas de América (Kusch, 1986: 166).
En el desarrollo de la sublevación de Túpac Amaru II confluyen una serie de factores que
apuntan a la complejidad de los contactos interétnicos, a las modificaciones administrativo1
El "pacto" se asentaba en una base de sumisión cuasi filial: "el nuevo
encomendero tomaba entre sus manos las del curaca como un padre podría hacerlo con
su hijo para reforzar el vínculo y el carácter asimétrico de la relación mediante
el contacto físico. Era un gesto ritual que implicaba una comunicación y una
comunión dentro del marco de una ceremonia especial" (Madrazo, 1995: 146-147).
económicas impuestas por la Corona y a la situación político-cultural de los grupos
participantes. Pero los diferentes estallidos revolucionarios en el arco andino responden a
un conjunto de problemáticas y motivaciones regionales independientes. Aun teniendo en
cuenta la importancia del eje comercial que vinculaba al Cuzco (y Arequipa) con Potosí,
hubo condiciones particulares en cada movimiento que permiten diversas tipificaciones. Lo
único claramente subyacente en todos es la imagen de la resurrección del Inca (Pease, 1992:
327). A través de esta imagen se reintegra la dinámica del recuerdo y el olvido que opera en
el pensamiento andino hasta el presente.
El espacio del noroeste argentino durante la Colonia delata los contactos entre el mundo
andino y el mundo chaqueño. Es por eso que los acontecimientos históricos generados en
esta región de los Andes, reflejan continuamente este juego dialéctico entre dos mundos tan
diferentes. En uno de los ámbitos de la sublevación -el Chaco- las fuerzas que se plegaron al
movimiento rebelde no estaban sujetas a instancias de mediación: los cazadores chaqueños
eran independientes, hostiles, y mantenían intacta su estructura tribal. Las insistentes
incursiones del blanco en esos territorios, producidas durante el siglo XVIII, no habían
logrado doblegar la resistencia de los grupos autóctonos a los intentos de colonización. La
primera serie de "entradas" tuvo lugar entre 1700 y 1767 y logró establecer una cadena de
reducciones entre Jujuy y Santiago del Estero, induciendo el progresivo arrinconamiento
de los pueblos belicosos en el interior chaqueño. Estas entradas, dirigidas por los
gobernadores del Tucumán, contaron con ejércitos multiétnicos, constituidos por indígenas
de diversas reducciones, negros y mulatos. La otra serie de entradas se produjo en la
segunda mitad del siglo XVIII, como fruto de la labor conjunta de milicias y jesuitas. Las
expediciones dirigidas por los gobernadores, con fines persuasivos, intimidatorios y
ofensivos, perseguían la firma de "capitulaciones" para mantener tranquila la frontera y
conseguir alianzas para atacar a los más indómitos. Las "entradas" dirigidas por los
jesuitas, encargados de la administración de las reducciones fronterizas2 hasta su expulsión,
tenían como objetivo primordial el reclutamiento de indígenas en sus establecimientos.
La Puna -el otro escenario de la rebelión- albergaba desde tiempos prehispánicos una
población de indígenas pastores y agricultores. Sometidos por los españoles desde fines del
siglo XVI, los campesinos puneños fueron lentamente despojados de sus tierras comunales,
proceso que culminó a comienzos del siglo XIX (Cfr. Paz, 1995: 209-234). Hacia la segunda
mitad del siglo XVIII, los indígenas de esta zona participaban del fracaso del sistema
reduccional y habían pasado a manos de poderosos señores españoles y criollos, que los
hacían trabajar en la explotación de las minas y en los lavaderos de oro.
Esta lectura de la sublevación comprende un análisis de las significaciones étnicas y
políticas que se integran al proceso de desestructuración social de las comunidades
prehispánicas, circunstancia que va acompañada de la crisis del sistema colonial. Los
diferentes engranajes interpretativos de los momentos de resistencia andina -los actores
históricos, los aspectos lingüísticos y culturales que se articulan en los testimonios escritos
2
Las reducciones constituían un extenso cordón que se alargaba sobre el
límite oriental de la provincia: Nuestra Señora de las Angustias de Zenta, San
Ignacio, San José de Petacas, Santa Rosa de Lima, Nuestra Señora del Pilar de
Macapillo, San Juan Bautista de Balbuena, San Joaquín de Ortega, San Esteban de
Miraflores, Nuestra Señora de la Concepción y San Francisco. En su mayoría,
estaban protegidas por fuertes y piquetes que las resguardaban de los ataques
indígenas provenientes del Chaco (Acevedo, 1965: 55).
del período y la recuperación del pasado incaico en la tradición oral contemporánea-, nos
han permitido reconstruir algunas instancias coyunturales de la onda expansiva, en los
territorios de la Gobernación del Tucumán, de uno de los principales movimientos
revolucionarios de Latinoamérica.
I. SALTA Y EL TUCUMÁN
EN TIEMPOS DE LA REBELIÓN
Sin embargo se logró desvanecer el proyecto de los sediciosos, y
escarmentar a los Tobas, de que se siguió la entrega de las cabezas
principales del motin, que sufrieron el último suplicio en la plaza
pública de aquella ciudad [Jujuy], de cuyas resultas se consiguió algún
sosiego, y que calmaron en parte los justos temores que ocasionaba un
acontecimiento de esa naturaleza, temiendo con razón, que si tomaba
cuerpo y trascendencia el alzamiento a toda la provincia, hubiera sido
muy dificultoso y arriesgado el sujetarla, que por su extensión pasaba
de 300 leguas, sin más poblaciones considerables que Córdoba,
Santiago del Estero, San Miguel de Tucumán, Salta y Jujuy: pues
aunque lo restante está muy poblado, son pequeñas aldeas y estancias,
habitadas por hombres tan parecidos a las fieras y tan gigantes, que
pueden considerarse los verdaderos Centauros que nos fingen los
poetas...
RELACIÓN HISTÓRICA DE LOS SUCESOS
DE LA REBELIÓN DE JOSÉ GABRIEL TUPAC AMARU.
La provincia del Tucumán
La provincia del Tucumán se constituye, a fines del siglo XVIII, como una región de
filiación altoperuana, complementaria de Potosí en lo económico y vertebrada al sistema
político-administrativo con sede en Chuquisaca. Pieza fundamental del espacio político
americano y de la estructura administrativa hispánica colonial, Tucumán era la zona más
poblada del ámbito rioplatense3, con la ciudad de Salta como capital y residencia del
gobernador, mientras que en Córdoba tenían su sede el obispado y la universidad, y en
Jujuy se encontraban las cajas matrices de la Real Hacienda (Cfr. Bazán, 1986: 81). En
1776, una decisión de la corona española habría de modificar este sistema colonial. Con la
creación del Virreinato del Río de la Plata, Buenos Aires se transforma en un complejo
económico, político, social, financiero, militar y cultural, erigiéndose como centro de una
dilatada jurisdicción que comprendía las gobernaciones de Buenos Aires, Paraguay,
Tucumán, Potosí, Charcas, Cochabamba y La Paz. El rey Carlos II confirmó al brigadier
3
El censo del año 1777 arroja un total de 76.059 habitantes en la
gobernación del Tucumán, distribuidos en las distintas jurisdicciones:
San Miguel de Tucumán, 20.104; Santiago del Estero, 15.456; Catamarca, 15.315;
Jujuy, 13.619 y Salta, 11.565 (Cfr. Acevedo, 1965: 322).
Andrés Mestre4, gobernador de la antigua provincia del Tucumán, como gobernador
intendente de la nueva región. "La última etapa de dominio español en América se
caracterizó, en lo concerniente al virreinato rioplatense, por el liderazgo de cuatro
ciudades: Chuquisaca en el Alto Perú, Salta en el norte, Córdoba en el centro y Buenos
Aires en el sud." (Bazán, 1986: 82). Sin embargo, la creación del Virreinato y la formación
de la Intendencia de Salta, no significaron el total desdibujamiento de la antigua estructura
del espacio americano, por cuanto los vínculos sociales, culturales y comerciales siguieron
impulsando los destinos de esta nueva configuración política.
El Chaco Gualamba y sus habitantes
En el siglo XVIII, el inhóspito Chaco Gualamba se presentaba como una sobrecogedora
zona vacía que se extendía desde Bolivia hasta Santa Fe y el Salado, y desde una parte de
Jujuy y Salta hasta el Paraná (Cfr. Assadourián, 1992). Durante la colonia, la Gobernación
del Tucumán basaba su vida económica en las riquezas agropecuarias y en su posición de
tránsito entre el Atlántico y el Altiplano. La frontera oriental era una línea discontinua que
iba desde Tarija hasta Córdoba, itinerario frecuentemente expuesto a las hostilidades de los
indígenas chaqueños. Para salvaguardar este camino surcado de haciendas, surgió la
necesidad de lograr una mejor y más segura comunicación entre el Tucumán y Potosí.
El siglo XVIII marcó el cambio en la política española con respecto al Chaco: de una táctica
de guerra defensiva se pasó a una ofensiva, con el propósito de asegurar una vía fronteriza
que frenara las movilizaciones chaqueñas hasta los centros poblados del Tucumán. Las
grandes "entradas" al Chaco tuvieron como objetivo primordial la ocupación de los límites
tucumano-chaqueños para asegurar la explotación agropecuaria y el abastecimiento del
mercado potosino (Cfr. Conti, 1989). Estas entradas masivas desplegaron la común
estrategia de amedrentar y desarticular las conformaciones tribales. El desplazamiento de
los pueblos y los choques entre parcialidades en el interior del Chaco resultaban favorables
a la política del grupo dominante. La enemistad creciente entre las diferentes naciones
4
El 23 de diciembre del año 1777, don Andrés Mestre, un militar de larga
actuación en las guerras europeas, se hace cargo de la gobernación del Tucumán,
designado por real decreto del 25 de marzo de 1776. Anteriormente se había
desempeñado como gobernador de Santa Cruz de la Sierra, lo cual lo hacía conocedor
de una zona largamente expuesta a los problemas de malformación jurisdiccionales.
El informe que Mestre eleva en 1778 detallaba un estado de "general desorden" en
toda la gobernación: deudas, falta de armamento y municiones, establecimientos de
misiones en miserable estado y vecinos envueltos en "continuos pleitos y
partidos". Las enormes distancias que mediaban entre las ciudades deriva en
propuestas de cambios de la estructura administrativa que habrán de sustanciarse
con la instalación del régimen intendencial (Cfr. Páez de la Torre, 1987).
8
indígenas era fomentada por la composición de ejércitos multiétnicos, constituidos por
indígenas de las reducciones, negros y mulatos.
A la llegada de los primeros expedicionarios, la vasta región del Chaco estaba habitada por
numerosas naciones indígenas nómades, cuyas principales fuentes de subsistencia eran la
caza, la pesca y la recolección de frutos. Las lluvias estivales los llevaban hacia el interior
del territorio, donde establecían sus tolderías, construidas con madera y paja. Estos grupos
aborígenes fueron absorbidos por el tronco étnico de la nación Tupí-guaraní que puebla,
hasta la actualidad, la región tropical y subtropical del centro del Continente Americano
(Cfr. Poderti, 1995b). Las etnias más representativas del Chaco centro occidental salteño
pueden clasificarse en dos grandes complejos: el Mataco-Mataguayo y el
Chiriguano-Chané, cada uno con sus respectivas parcialidades.
La denominación "mataco" es de origen español y designa al indio "malo" y "matador". El
nombre aceptado por los aborígenes es el de "wichí", que significa en su lengua, "el
hombre" o "la gente". Es el grupo mayoritario de la región del Chaco Gualamba,
clasificado antropológicamente como "cazador-pescador-recolector". La cosmovisión de
los wichi se encuentra en íntima consonancia con el entorno natural, por eso no se
encuentra presente en la conciencia mataca la noción de invención o innovación
tecnológica, pues todo les ha sido dado o ha sido causado por una intervención del poder de
los espíritus del monte. Esta es una de las claves necesarias para comprender la naturaleza
del impacto en el encuentro de los wichí con el hombre blanco (Rodríguez y Buliubasich,
1995: 369).
Los tobas, otro de los grupos pertenecientes al tronco étnico tupí-guaraní, constituyen un
conjunto heterogéneo de cazadores ecuestres del Chaco Central, que hablan lenguas afines
y habitan esa región desde antes de la invasión europea. "Toba", de acuerdo a la definición
étnica propuesta por Daniel Santamaría, es un vocablo guaraní o tokowit (autodesignación
de la lengua hablada)5. En el Tucumán Colonial los llamaban suri (de Juri o Xuri), nombre
que también alude al avestruz del Chaco, una corredora semejante al ñandú pampeano,
pero de menor tamaño y sólo con dos dedos en cada pata. De modo análogo, los Wichíes
llaman a los tobas "Wanhlai" (los hombres avestruces). También fueron llamados orejones,
por la costumbre de varones y mujeres de introducirse en perforaciones hechas en sus
orejas pedazos cilíndricos de madera, tan gruesos y pesados que éstas casi les llegan hasta
los hombros.
Estos cazadores y recolectores neolíticos se mezclan secularmente en muchos puntos de los
ríos Bermejo y Pilcomayo con pueblos chaquenses arcaicos, formando una sociedad
progresivamente heterogénea que reconoce los siguientes núcleos: 1) Toba-kokolot o
5
Esta lengua del tronco Guaykurú-Opaie, de la familia Macro-Pano, se
extendió entre los horticultores, cazadores y recolectores itinerantes del Chaco
Central que llegaron lentamente a las llanuras chaqueñas desde el sur, con
probable tradición norpatagónica (Cfr. Santamaría, 1995).
9
Cocolote en el Chaco Central, 2) Toba-Takshik en el Pilcomayo inferior, 3) Toba-Kómlek
en el territorio que media entre el Pilcomayo superior y el Bermejo superior, 4) Emok-Toba
en el Chaco Boreal y 5) un grupo de núcleos menores que reciben distintos nombres
históricos: lanyagachék, mogosma o natizana, chiroquina y tipacosik o dapicosik.
Cuando en los documentos coloniales se encuentra el término "toba", debe entenderse que
se refiere a los guerreros ecuestres que depredan eventualmente las haciendas y/o son
reducidos en ellas o en las misiones de la frontera del Bermejo. "Toba" se transforma, en la
escritura colonial, en una categoría social más que en una definición étnica: sólo la
percepción de lenguas distintas y dialectos afines les permite ensayar a los españoles esa
rudimentaria taxonomía étnica de "tobas" y "mocobíes", "matacos" y "chiriguanos" (Cfr.
Santamaría, 1995: 273-275).
Continuando con la perspectiva de los conquistadores, en tiempos de la dominación
española, estos indígenas del Chaco también eran clasificados en dos grandes grupos:
a) los guaycurúes, "indios" indómitos de tierra adentro,
protagonistas de malones que perseguían el objetivo de apoderarse de cabalgaduras y
ganado. El padre Morillo, en su diario de viaje de 1780, explica el significado del término:
"que a todos los de estas naciones llamamos los españoles Guaycurús, no porque haya
nación de Guaycurús, sino porque esta voz Guaicurú significa inhumanidad o fiereza" (en
De Ángelis, Pedro, 1910, IV: 215).
b) los fronterizos, "indios de a pie", que realizaban algunas
transacciones comerciales con los españoles de la frontera.
Todo lo que sabemos de estos "indios", nos llega a través de la visión parcializante del
discurso de un solo grupo, el del extranjero. De la voz del primitivo morador de estas
tierras sólo quedan vestigios, restos posibles de rastrear en las crónicas, diarios de viaje y
otros documentos del período (Cfr. Poderti, 1994).
Segundo escenario: La Puna.
La región de la Puna puede definirse como la prolongación del gran altiplano andino que se
extiende desde la hoya del lago Titicaca hasta el extremo noroeste de Argentina. Abarca el
sur de Bolivia, el norte de Chile y las porciones del macizo altiplánico que tradicionalmente
fueron llamadas la Puna de Jujuy y la Puna de Atacama. Está limitada al oeste por la
cordillera de los Andes y en su interior hay cordones montañosos orientados de norte a sur.
La región está constituida por un conjunto de elevadas mesetas con una altura media de
3.200 metros sobre el nivel del mar. El clima es riguroso y las escasas lluvias alimentan una
limitada cuenca hidrográfica. Estas condiciones naturales tan áridas determinaron la
distribución de las instalaciones humanas y las características del trabajo indígena durante
la conquista.
Con relación a las etnias que habitaban esta extensa región, Eric Boman y Erland
Nordenskiöld afirman que los restos de civilización encontrados en Atacama son idénticos a
los de la Puna, de manera que tanto los indios omaguacas, como los de Cochinoca,
10
Casabindo y Rinconada estarían integrados al grupo mayor de los "atacamas"6. Muchos
historiadores, siguiendo a los cronistas de la colonia, adscriben a gran parte de los
aborígenes jujeños a la nación "diaguita"; otros afirman que esas parcialidades pertenecen
a la rama de los "omaguacas"; mientras algunos prefieren no englobar a los habitantes de
esta extensa zona en una denominación general, y cuando se refieren a ellos los llaman por
sus nombres propios: omaguacas, ocloyas, cochinocas, casabindos, jujuies, osas y paypayas.
Lo que ha quedado claro para la investigación arqueológica y etnográfica es la huella de la
dominación incaica sobre los grupos étnicos de casabindos y cochinocas (Cfr. Vergara,
1961: 36-39).
Las encomiendas de esta zona se remontan a períodos tempranos en el proceso de conquista
territorial. Hacia 1540, el marqués Francisco Pizarro concedió una encomienda de indios
omaguacas al capitán Martín Monje, quien había llegado a América en el cuarto viaje de
Colón y, luego de pasar por Perú y Chile, se integró al grupo de los fundadores de Ciudad
de Nieva en 1561. En aquel momento, los indios encomendados del capitán Monje estaban
asentados en caseríos que se extendían de Norte a Sur. Cochinoca era un pequeño pueblo
de calles estrechas y viviendas bajas donde se establecían temporariamente algunos
españoles, con el fin de explotar los yacimientos mineros.
En abril de 1582, cuando Hernando de Lerma fundó la ciudad de Salta, incluyó dentro de
los límites de la nueva provincia a una extensa región habitada por "los indios de este valle
de Salta, y del Valle de Calchaquí, Tafí, Chicoana, Pulares, Cochinoca, Casabindo,
Humahuaca y Jujuy" (Cornejo, 1977: 99). Con el fin de consolidar y hacer perdurable el
destino de la nueva fundación, Lerma se propuso protegerla del ataque de los indígenas, y
en 1583 emprendió una campaña contra los indios cochinocas y casabindos, a los que se
relacionaba con "la belicosa tribu de los omaguacas". Algún episodio de los relatos de
aquella expedición señala que Hernando de Lerma, seguido por sus soldados, bajó al valle,
donde los naturales lo recibieron con tal lluvia de piedras y flechas, que se vio obligado a
retirarse (Cfr. Bidondo, 1980: 68). En 1595, el fundador de San Salvador de Jujuy, Don
Francisco de Argañarás, visitó la Puna para castigar a los indios que continuaban alzados
desde la fundación de Salta y habían matado a un fraile mercedario. Según se narra en la
Probanza de Méritos y Servicios de Argañarás, él los sometió y los entregó al cura de
Casabindo y Cochinoca para que los adoctrinase (Cfr. Carrizo, 1989: XX).
A principios del siglo XVII las parcialidades de cochinocas y casabindos pasan a formar
parte de la encomienda del Capitán Cristóbal de Sanabria, Teniente Gobernador de Jujuy,
quien explotaba allí un yacimiento aurífero. Estos grupos también estaban ocupados en la
producción de pólvora (Cfr. Palomeque, 1995: 23). Fray Reginaldo de Lizárraga, quien en
1600 pasó por las Salinas Grandes, también se refiere a la actividad de extracción de sal por
parte de los indios:
6
Según el criterio de los arqueólogos y etnógrafos suecos Erland
Nordenskiöld -quien visitó las Salinas Grandes y ascendió al Chañi en 1904- y Eric
Boman -que exploró gran parte de la Puna en ese mismo año-, los utensilios
hallados en las Salinas Grandes, Casavindo, Cochinoca y parte de Santa Catalina,
revelan que sus habitantes fueron los "atacamas", de la misma familia de los
pobladores de Calama, Chile (Cfr. Boman, 1992).
11
...a tres o cuatro jornadas de Talina, unas salinas en despoblado, las más famosas que
creo hay en el mundo, es un valle que debe tener más de tres leguas de ancho, y de
largo, según me informé, más de quince; la sal más blanca que la nieve de la cual se
aprovechan los indios Casavindos y Cochinocas y los de la provincia de Omaguaca. De
lejos, con la reverberación del sol, no parece sino río y a los que no la han visto
espanta, pensando han de pasar un río tan ancho... (Lizárraga, [1603?], 1928).
En 1654, la posesión de la encomienda de Casabindo y Cochinoca estaba en manos de Don
Pablo Bernárdez de Ovando. Poco tiempo después -en el marco del gran alzamiento
calchaquí protagonizado por el "falso inca" Pedro Bohorquez-, se produjo allí el reemplazo
del curaca Juan Quipildor por Pedro Avichocoar. El yerno de Ovando -Juan José Campero
y Herrera-, aumentó el poderío sobre estas tierras y obtuvo, en 1708, el título de Marqués
del Valle de Tojo. Así, a principios del siglo XVIII, las haciendas que poseía Campero de
Herrera se extendían desde la ciudad de San Bernardo de Tarija hasta la de San Salvador
de Jujuy y Yavi; y desde la Puna jujeña hasta el actual departamento salteño de Santa
Victoria (Cfr. Madrazo, 1982).
En ese momento, la vida religiosa en la Puna cobró singular impulso pues se levantaron
templos en las villas de La Rinconada y Santa Catalina, como también casas religiosas de
los jesuitas en Yavi, Cochinoca y Casabindo. El problema más denunciado por los
sacerdotes y misioneros no residía en las dificultades para la enseñanza de los indígenas,
sino en la lucha con los encomenderos, que ocupaban a los indios en trabajos alejados de
sus tierras de origen. Así lo observa el Obispo del Tucumán, Don Manuel Abad e Illana en
una carta dirigida al Rey, el 23 de agosto de 1768:
"Yo suplico a Vuestra Magestad con vista de todo lo dicho, si le merece alguna fé un
Obispo que ha sacrificado toda su gran robustez y la ha perdido por socorrer a estos
miserables indios, que mande abolir y anular todas las encomiendas conforme se
vayan vacando por muerte de los encomenderos: que todos los indios extrañados por la
avaricia de los encomenderos de natural, se restituyen a él, y que a estos se les deje en
libertad aunque con la debida sugeción. De este modo saca Vuestra Magestad a los
encomenderos del estado de la condenación en que están casi todos porque ninguno
hay que cumpla con su obligación. Solamente no me atreveré a decir esto del Marqués
del Tojo que tiene su asiento en Yavi, el último lugar de este Obispado, y no muy
distante del valle que da nombre a su Marquesado en el Arzobispado de la Plata"... (en
Larrouy, 1927,II: 286).
Ante la hostilidad del clima de la Puna, los encomenderos preferían establecerse en Salta,
Jujuy o en Tarija, y se trasladaban al Despoblado una o dos veces por año para percibir sus
rentas. Además llevaban con frecuencia a los indios para servir como mitayos en las minas
de Potosí y en otras actividades personales, lo que trajo como consecuencia la alarmante
disminución de la población indígena. Según manifestaba el mismo obispo Abad e Illana:
"los lugares que más indios envían son los de Humahuaca, Casabindo y Cochinoca, a
no ser estas poblaciones numerosas, ya se hubieran acabado mucho ha. Pero se
acabarán, porque los curas de dichos indios me han asegurado que nunca vuelven de
la mita tantos como fueron a ella (Cfr. Larrouy, 1927, II: 287).
12
Según los datos del censo de 1778, puede comprobarse que el 92 % de la población de la
Puna, en el último tercio del siglo XVIII, era indígena7.
La rebelión
7
El censo fue realizado por el Marqués del Valle de Tojo -quien obedecía
a una orden real-, y finalizó el 16 de enero de 1779, arrojando las siguientes
cifras:
Cochinoca: 2 clérigos; ningún español; 2106 indios; 16 mulatos, zambos, negros y
libres. Total 2124.
La Rinconada: 2 clérigos; 105 españoles; 1577 indios; 371 mulatos, zambos, negros
y libres. Total 2055.
Yavi: 2 clérigos; 5 españoles; 3066 indios; 7 mulatos, zambos, negros y libres.
Total: 3080
Santa Catalina: 2 clérigos; 23 españoles; 1659 indios; 184 mulatos, zambos, negros
y libres. Total: 1868.
Total de población indígena: 8408, sobre 133 españoles (Larrouy, 1927,II: 380).
13
Uno de los últimos episodios rebeldes dentro del gran ciclo de protestas andinas del siglo
XVIII es el protagonizado por José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru II8, cacique de
Tungasuca, Pampamarca y Surimana, de la provincia peruana de Tinta. El movimiento se
genera cuando, ante los abusos del Corregidor Arriaga y con el fin de abolir el tributo de la
mita, Túpac Amaru condena a Arriaga a morir en el cadalso. Muy pronto, la insurrección
contra los funcionarios del poder peninsular se propaga hasta la provincia de Chichas. El
foco principal era Chayanta, donde dominaban los hermanos Catari, quienes estaban
indignados por la indiferencia del virrey José de Vértiz y la audiencia de Charcas ante sus
reclamos por la mala administración del corregidor Alós.
8
El nombre proviene de dos voces de la
lengua quechua: "thupac" resplandeciente- y "amaru" -serpiente, culebra-. Sus padres eligieron este nombre
en el año de su nacimiento, 1738, tomándolo de otro Inca, quien encabezó la
resistencia en contra de la conquista española en el siglo XVI. Túpac Amaru I fue
descuartizado en 1572, en la plaza cuzqueña de Wacaypato, por orden del Virrey
Francisco de Toledo. En ese mismo lugar, dos siglos después José Gabriel Túpac
Amaru representaría el segundo acto de la tragedia de los Incas vencidos. Dentro
del pensamiento andino, el "thupaamaru" o serpiente resplandeciente, guarda
estrecha relación con la revuelta y la revolución (Cfr. Silverblatt, 1990: 143).
José Gabriel Condorcanqui Túpac Amaru descendía de una hija del último Inca Túpac
Amaru, llamada Juana Pilcoguanco. El apellido Condorcanqui proviene del matrimonio
de Juana Pilcoguanco con el cacique Diego Felipe Condorcanqui. Se supone que nació
en Surimana, provincia de Tinta, el 19 de mayo de 1738, que estudió en el Colegio
de Caciques de San Francisco de Borja en el Cuzco y que poseía amplia cultura para
su época (Cfr. Glave, 1982: 12).
14
Mientras los virreyes de Buenos Aires y de Lima trataban de sofocar la insurrección,
varias tentativas de los rebeldes habían fracasado, por errores de estrategia de los jefes en
quienes Túpac Amaru había delegado el poder militar. Él mismo tuvo que replegarse antes
de avanzar por segunda vez sobre la ciudad de Cuzco, dirigiéndose hacia la provincia de
Tinta, donde fue hecho prisionero y condenado a muerte con gran parte de su familia.
Algunos de sus seguidores -Diego y Andrés Túpac Amaru, Tomás Catari y su sucesor,
Tupac Catari9-, continuaron hostilizando las ciudades de Puno, Sorata y La Paz. Al pasar
la frontera de Salta, la insurrección había avanzado sobre la provincia de Chichas,
Suipacha, Cotagaita y Tupiza.
La rebelión se inició el 4 de noviembre de 1780 y se extendió hasta enero de 1782. La
duración de este movimiento rural masivo es proporcional a su nivel de organización. En
este sentido "es llamativo el hecho de haber continuado después de haber sido capturado el
mismo Túpac Amaru en abril de 1781 para ser ejecutado al mes siguiente en la ciudad de
Cuzco. Esto se relaciona con la alta calidad de Diego Cristóbal Túpac Amaru como caudillo
rebelde y la mudanza del cuartel general desde el pueblo de Tungasuca"... (Cfr. Mörner y
Trelles, 1985: 17). Durante esos dos largos años, el episodio encabezado por Túpac Amaru
en Tinta alcanzó las principales ciudades andinas:
... en 300 leguas que se cuentan de longitud, desde el Cusco hasta las fronteras del
Tucumán en que se contienen 24 provincias, en todas prendió casi a un tiempo el
fuego de la rebelión, bien que con alguna diferencia en el exceso de las crueldades
(Valcárcel, 1975: 101).
Repercusiones en el Tucumán
9
El verdadero nombre del caudillo altoperuano era Julián Apasa, indio
nacido en el pueblo de Ayoayo, provincia de Sicasica, que había sido sacristán,
mitayo y panadero. Su papel en la rebelión se inicia cuando Apasa intercepta una
carta de Túpac Amaru a Tomás Catari. Luego de oír el consejo del mestizo
Chukimamani, Julián Apasa asumió el rol de caudillo bajo el nombre de Túpac Catari
(en homenaje a Túpac Amaru y a Tomás Catari) y se autodenominó Virrey. Fray Matías
de la Borda lo describe "como de 30 años, vestido de uniforme, con una camisa de
terciopelo negro, su bastón y con mucho acompañamiento, a quien saludó en
castellano, y me reprendió, encargándome no hablase otra lengua que no fuese el
aymara, cuya ley tenía impuesta con pena de la vida" (Valcárcel, 1970: 282).
15
Para contrarestrar la propagación del movimiento -que en el Alto Perú respondía a las
estrategias desplegadas por el caudillo Tupac Catari y sus seguidores-, el virrey de Buenos
Aires mandó dos pequeños contingentes de soldados veteranos y, en febrero de 1781, al
teniente José Reseguín. En la Villa de Tupiza, el sargento criollo Luis Lasso de la Vega10 se
proclamó gobernador en nombre de Túpac Amaru, el 6 de marzo de 1781. Reseguín avanzó
hacia Tupiza y apresó a Lasso de la Vega y sus colaboradores (Cfr. Valcárcel, 1970: 286).
Sin embargo, cuando Reseguín creía pacificada la región, en la Gobernación del Tucumán
se sublevaron los indios tobas y matacos. Las acciones armadas se desarrollaron en dos
espacios: el Chaco y la Puna. En la primera época del movimiento insurreccional -marzoabril-, la ola rebelde se había extendido desde la reducción de San Ignacio hacia el oriente;
en el segundo momento, se propaga desde aquel centro hacia occidente, alcanzando los
pueblos de la Puna (Acevedo, 1965: 44).
En el primer escenario, el principal agente de la sublevación era el criollo José Quiroga,
soldado del fuerte del Río Negro. Los tobas atacaron los fuertes que protegían San Ignacio
y el fuerte de Ledesma. En ese momento, las fuerzas militares se encontraban realizando la
expedición a las márgenes del río Bermejo, pero, coincidentemente, un destacamento de
veteranos al mando del teniente coronel Cristóbal López -que había despachado el virrey
de Buenos Aires en socorro de la ciudad de Chuquisaca-, fue el encargado de contener el
furor de los indios, impidiendo el sitio del fuerte de Río Negro. En este primer momento de
la sublevación los matacos también se habían alzado, trasladándose hacia nuevos
establecimientos misionales fuera de la jurisdicción de Jujuy. La reducción de Santiago de
los Mocovíes no fue tomada, en parte, porque la enemistad de esos indios con los tobas no
lo permitió (Cfr. Acevedo, 1965: 42).
José Reseguín, en un parte dirigido al Virrey José de Vértiz en marzo de 1781, le informa
acerca del avance de la sublevación en el Tucumán:
Durante la marcha desde Jujui á Mojo, encontré al Marqués del Valle de Tojo, con
toda su familia, que iba fugitivo de su casa y hacienda, temeroso de los presentes
alborotos. A poca distancia me hizo avisar el cura de Cochinoca y Casabindo, lugares
pertenecientes al citado Marqués, que ambas poblaciones estaban sublevadas. El 14
encontré al cura de Santa Catalina, huido, y á poco rato supe que aquel lugar estaba
sublevado, y que se publicaban en él bandos y edictos en nombre de José Manuel (sic)
Túpac Amaru; lo mismo ha sucedido en las gobernaciones de Estarca y Tarina,
aunque el Gobernador de la última no ha querido admitirlos ni obedecerlos, y ha
logrado contener su pueblo (en De Ángelis, 1910, VIII: 512).
Un vecino de Jujuy, Don José de la Cuadra Fernández Ponce de León, en una carta
10
En marzo de 1781, el sargento mestizo Luis Lasso de la Vega se levantó
contra el corregidor García de Prado, quien se atrincheró en su domicilio para
defender sus riquezas. Según narra Valcárcel "Al volar el depósito de la pólvora y
caer un trozo de pared, penetró un indio al interior, degolló al corregidor y le
bebió mucha parte de su sangre. Lasso de la Vega tomó el título de Gobernador y
Capitán General de Túpac Amaru. Su secretario Aguirre, sujeto español y no de
común nacimiento, remitió de inmediato cartas y convocatorias solicitando hombres,
armas y víveres para constituir una fuerza poderosa que los libertase" (1970:
286).
16
dirigida a su amigo Juan Esteban Anchorena de Buenos Aires, en abril de 1781, traducía
los avances del movimiento rebelde en estos términos:
... ninguno de cuantos vivimos, ha estado excento de temer, por instantes, la pérdida de
la vida y el saqueo de cuanto posee. Al principio parecía que la rebelión estaba en los
pueblos de la Puna, confinantes con Lipez y Charcas, pero, poco a poco, se ha ido
esclareciendo, que al influjo de tan deplorable conducta, ha nacido de tres o cuatro
cholos, o mulatos que, recostados a la parte de los presidios y reducción de los indios
Tobas, ha conmovido los ánimos de estos y de otras naciones y los ha inducido a la
terrible crueldad de matar al teniente comandante don Francisco Rodríguez.... (en
Bidondo, 1980: 155).
En febrero de 1781, Juan Osorio, residente en el paraje llamado "Las Ozas", en las
cercanías de Zapla, efectuó una denuncia ante tres cabildantes de la ciudad de Jujuy. Esta
denuncia fue ratificada por Pedro Serrano, quien declaró que José Quiroga le había
manifestado "que venían en defensa de la gente baja, pues a todos los estaban matando en
esta ciudad (de Jujuy), para que tuviese esos menos vasallos el dicho rey Inca". Agregaba
Serrano que, habiendo sido invitado a participar en el alzamiento como "capitán" de los
indios, aceptó solamente para conocer sus intenciones y dar cuenta a las autoridades.
A fines del mes de marzo el Cabildo de Jujuy, alarmado ante la sublevación que
encabezaba Quiroga, junto a Gregorio Suárez y Basilio Erazo11, elevó una nota dando
cuenta de los hechos al virrey Juan José de Vértiz. La ciudad de San Salvador de Jujuy se
convulsionó por el alzamiento, organizándose sistemáticamente para la defensa: ..."fueron
cavadas trincheras, las milicias armadas con 60 bocas de fuego y un cañón colocado en la
entrada principal de la ciudad" (Bidondo, 1980: 156).
El coronel Gregorio Zegada12, Justicia Mayor de Jujuy y Gobernador de Armas de la
frontera, fue rápidamente comisionado por el Gobernador Andrés Mestre para sofocar a
los insurrectos en esos territorios, derrotando a un núcleo de sublevados del Chaco en la
serranía de Zapla, el 31 de marzo de 1781. Tomó como prisioneros a 27 de los sublevados,
11
La carta con la recomendación de captura de varios indios y criollos que
tomaron parte en la sublevación de los indios tobas, firmada por José de la
Cuadra, administrador General
de las Rentas de Tabacos, Naipes y Correos y
Alcalde Ordinario de Primer Voto de la ciudad de San Salvador de Jujuy, fechada el
15 de abril de 1781, se encuentra en el Archivo de Santiago del Estero y da
cuenta de los alcances de la sublevación y los contactos multiétnicos de la misma
en las descripciones minuciosas de los caudillos insurrectos: Jossef
Quiroga,criollo; Antonio Umacata, indio ladino; Gregorio Juárez, criollo de
Santiago del Estero; Basilio Eraso, natural de Estarca, de la provincia de
Chichas, mestizo amulatado; y Jossef Domingo Morales, alias Rojas, criollo (Cfr.
Anexos, III).
12
Gregorio de Zegada había nacido en Granada, España, en 1734 y muy joven
se había establecido en San Salvador de Velasco, en el valle de Jujuy. Allí se
dedicó a tareas rurales y perteneció a las milicias reales, tomando parte en
campañas contra los indígenas del Chaco. En 1777 alcanzó el grado de Teniente
Coronel y formó parte activa del Cabildo de Jujuy. En 1784 fue nombrado
Subdelegado de Guerra y Hacienda y más tarde de Justicia y Gobierno Integral de
Jujuy. Tuvo una participación clave en la industria azucarera de Jujy y promovió
la cría de la chinchilla. Falleció en Jujuy, en 1794 (Cfr. Poderti, 1995b).
17
sometiéndolos a un interrogatorio que logró desarticular su estrategia militar. Las
declaraciones de los núcleos alzados son informadas por el coronel Zegada a Mestre, el 1º
de abril de 1781:
Solo gobernarán los indios por disposición de su Rey Inca: cuyo maldito nombre ha
hecho perder el sentido a estos indios (en De Ángelis, 1910, XIII: 515).
Ante el peligro de nuevos ataques, Zegada pidió auxilios al gobernador Mestre, pero las
tropas resultaban insuficientes para rechazar los ataques en Salta y en el territorio de la
gobernación. En ese lapso se produjo la insubordinación de milicianos riojanos, salteños y
tucumanos. Las tropas de San Miguel de Tucumán se negaron a concurrir hacia Jujuy
para sofocar el levantamiento. Se produce aquí un enfrentamiento del grupo blanco -criollo
en su mayoría- de menor condición social (que era el integrante de la milicia) con el más
poderoso de los españoles peninsulares. El alzamiento jujeño inquietó a las autoridades de
Tucumán y el Procurador General solicitó al Cabildo, por medio del cura de la Iglesia
Matriz y de los conventos de la ciudad, que suprimiera las funciones religiosas que podían
dar a la "gente del pueblo" la oportunidad de incurrir en alzamiento contra las autoridades
(Cfr. Páez de la Torre, 1987).
Tanto en el Chaco como en la Puna, los movimientos rebeldes continuaban. A fines de junio
de 1781, Zegada regresaba del Chaco con quinientos hombres, después de haber recorrido
más de cien leguas. Sus tropas habían dado muerte al "capitán" Santiago, cacique rebelde,
y habían tomado más de un centenar de prisioneros, los que fueron confinados en la
reducción de San Ignacio de los Tobas.
Durante los primeros meses de 1781 la ola revolucionaria ya había tomado los pueblos de
Cochinoca, Santa Catalina y Rinconada, en la actual Puna jujeña (Cfr. Cháves, 1973).
Aún cuando estos pueblos habían sido exceptuados por el rey de la obligación de la mita dada la situación de exterminio que habían sufrido-, el crecimiento de los gravámenes y la
crisis económica de la región favorecieron la labor de los núcleos rebeldes. Una de las
situaciones económicas más perjudiciales para la población de esta zona era el cese de las
exportaciones a causa de la Guerra con Gran Bretaña. La ruta comercial del Alto Perú,
rica en metales y con un dinámico comercio mular, absorbía las consecuencias de esta
crisis (Bidondo, 1980: 154).
Desde mediados de 1780, los pueblos de la Puna ya conocían los pormenores de la
sublevación de Chayanta y los levantamientos de Potosí y Chuquisaca. En La Rinconada,
su gobernador indio -Manuel Callaguara-, alzaba el estandarte de la sublevación y se
proponía atacar la ciudad de San Salvador de Jujuy "para destruirla y matar a sus
pobladores". El sargento mayor Félix Apolinar Arias, de las milicias de Zegada, fue el
encargado de castigar los intentos de los rebeldes del Perú en Casabindo, Guaca, Yavi,
llevando prisioneros al indio Manuel Callaguara, y a Mariano, un hijo de éste. Ambos
fueron condenados a muerte el 28 de junio, junto a Sebastián Caocota y otros jefes
insurrectos. En ese momento, Túpac Amaru acababa de ser derrotado en Tinta y el
gobernador Mestre ordenaba celebrar, en su región, la victoria y la paz (Acevedo, 1965:
44).
18
Anatomía de la rebelión
La actitud represora encabezada por el virrey Juan José Vértiz en el Virreinato del Río
de la Plata fue tan cruel y violenta como en otras partes de América. El teniente coronel
José Reseguín desplegó una intensa actividad en los focos de la rebelión en el Alto Perú,
mientras que en la región del Tucumán le tocó actuar al gobernador Andrés Mestre. Este
último, en su carta al Virrey Juan José de Vértiz del 24 de abril de 1781, da cuenta del
alcance de las acciones en este escenario:
Estas novedades me hicieron apresurar mi salida de Salta, y habiendo llegado a ésta el
16, se me dió noticia que el comandante D. Cristoval López y Gobernador de armas D.
Gregorio Zegada, habían logrado avanzar á dichos Matacos y apresar el número de 65
bien armados, 12 pequeños y 12 mugeres, la vieja que traían por adivina, y que los
conducían a la ciudad.
Pero considerando el disgusto del vecindario, las ningunas proporciones de
asegurarlos y transportarlos al interior de la provincia, sin un crecido costo de la real
hacienda, y que en caso de traerlos era inevitable que escapándose uno ú otro se
volviesen á sus países y sirviesen estos de guía para conducir á los otros por estos
caminos que hasta hoy los tienen ignorados, con los que tendrían en continua
alteración esta ciudad, y finalmente que la intención de estos fué la de ayudar á los
Tobas, y poner en obra sus proyectos, incurriendo en la ingratitud que otras ocasiones,
sin hacer aprecio de la compasión con que se les ha mirado siempre, manteniéndolos
aún sin estar sujetos á reducción, y que su subsistencia sería sumamente perjudicial,
los mandé pasar por las armas, y dejarlos pendientes de los árboles en caminos, para
que sirva de terror y escarmiento á los demas; y se ha visto el fruto, pues los Tobas han
dado muestras de arrepentimiento, y se han vuelto la mayor parte de ellos á su
reducción (en De Ángelis, 1910, VIII: 518).
El gobernador Mestre ejecuta así la pena capital en más de noventa indígenas, incluidos
mujeres y niños. Además condena a muerte a diez presos criollos, mientras que recurre a la
medida de quintar veinte reos (ponerlos a levas en el ejército) y a otros dieciséis les manda
estampar a fuego la señal "R" (rebelde) en la mejilla. Las sentencias también ordenan que
los insurrectos sean degollados y que sus cabezas sean exhibidas en picotas en los distintos
establecimientos reduccionales. Asimismo se castiga a los soldados que desampararon los
fuertes y se unieron a los indios, mandando a que se los arcabucee por detrás "como
traidores del Rey y la patria" (Cfr. De Ángelis, 1910, VIII: 521).
Se determinó también que los cuerpos de los principales instigadores del movimiento -José
Quiroga y Domingo Morales, su segundo, fuesen atados a la cola de un caballo de albarda y
arrastrados por las cuatro esquinas de la ciudad de Jujuy. Después, se los ahorcaría y su
cabeza y manos serían cortadas y repartidas "para que la vista de este espectáculo sirva de
terror y ejemplo a todos los que, con tanta facilidad, se dejaron llevar de las falsas
persuasiones del citado Quiroga"13 (Acevedo, 1965: 42). La sentencia contra Quiroga y
Morales, programada para el 23 de abril de 1781, junto al arcabuceamiento de los otros
13
Oficio de Fernández Dávila al Gobernador Mestre, Jujuy, 3 de noviembre de
1781 (en Acevedo, 1965: 42).
19
insurrectos, se aplicó tiempo después, por encontrarse éstos prófugos al momento de la
condena, como se hace constar en una carta firmada por el gobernador14. En ese oficio,
Mestre tiene la certidumbre de que la tranquilidad no estaría instalada definitivamente
entre los tobas y matacos del interior del Chaco:
... como su natural inclinación a la libertad y el simulado odio que nos profesan no les
permite segura reconciliación, ya impresionados del eco que les ha hecho el nombre de
Tupaamaro, o persuadidos que el perdón que se les ofreció fuese cauteloso, les hizo
desamparar segunda vez (sic) la reducción y retirarse a los montes (Acevedo, 1965:
43).
A pesar de ser un virrey ilustrado, Vértiz no tomó ninguna medida, conforme al criterio de
la época, contra los excesos y la violación de Andrés Mestre al derecho indiano (Cfr. Lewin,
1976: 85-87).
La violencia de los actos represivos causó honda impresión en los grupos indígenas. El 7 de
abril de 1781, Don Nicolás Severo de Isasmendi informaba al Gobernador de Armas de
Salta que sus indios pulares encomendados se habían retirado a un cerro creyendo que los
españoles "se dirigían a pasar a cuchillo a todos los indios". La huida se había producido
por razones de seguridad, en la convicción de que se les unirían los indios de Atacama (Cfr.
Figueroa, 1984: 244; Madrazo, 1995: 149).
Un análisis de los testimonios que relevan las acciones represivas encabezadas por los
funcionarios coloniales, demuestra que el castigo corporal pulsa la historia de la rebelión.
Los descuartizamientos van seguidos de sentencias ejemplares que ordenan la exhibición de
diferentes partes de la anatomía de los sublevados. La mención, en los documentos del
período, acerca de los lugares en los que debían mostrarse estos sangrientos trofeos, ofrece
un mapa de la sublevación y un diseño de la articulación política, social y económica que
impulsaba el movimiento (Cfr. Anexos, VII). La dinámica del escarmiento pretendía
desarticular las redes prehispánicas que existían entre las comunidades del espacio andino
y que convivían conflictivamente con el sistema colonial.
Consecuencias de la sublevación
Desafiando la fuerza de la enérgica represión ordenada por las autoridades, la rebeldía
logró propagarse hacia zonas distantes:
La región andina, desde Jujuy hasta Mendoza, fue la que sintió más hondamente la
sacudida profunda emanada de Tinta. El movimiento rebelde fue en ella tanto más
intenso, cuando menos estaba alejado de su foco principal. Fuerte en las altiplanicies
14
En su carta fechada el 25 de junio de 1782, el gobernador Mestre afirma,
con respecto a la ejecución de Quiroga y Morales, que "ha quedado Jujuy tranquila
y libre del cuidado con que me temía el que pudiese dicho Quiroga continuar sus
ideas, juntando parciales, que no le faltarían por su calidad, por su propensión a
la novedad y al robo" (Acevedo, 1965: 42).
20
jujeñas, con su población indígena, ya antes de la conquista influida por la civilización
incaica, y débil en Mendoza, donde el grito libertador llegó ahogado, no tanto por la
lejanía, como por la falta de una capa social portadora directa y entusiasta de las ideas
reivindicadoras. Esa capa existía, en cambio, en la puna de Jujuy, donde los indígenas
padecían de los mismos males que sus hermanos de todas partes (Lewin, 1976: 77).
Como en las otras localidades de la región andina, en el Tucumán la rebelión de Túpac
Amaru convulsionó los cimientos del andamiaje colonial sobre el que descansaba una
sociedad multiétnica, en la que no sólo los indígenas se alzaron en protesta. El conflicto de
las castas predispuestas a buscar su libertad, se veía agravado por la situación de las
reducciones fronterizas luego de la expulsión de los jesuitas. Resulta paradigmático,
entonces, que haya sido justamente un establecimiento reduccional el foco principal en el
que se desató la rebelión en estos territorios del Virreinato.
Por otra parte, una de las consecuencias del levantamiento fue la progresiva cohesión social
de la clase más elevada en el gobierno. El patriciado de Salta y Jujuy se encargan de
destacar, en los informes y correspondencia escritos durante la rebelión, sus méritos, sus
sacrificios de lealtad y su heroicidad, con el fin de obtener privilegios especiales. De este
modo, los militares participantes en la lucha armada fueron recompensados con grandes
mercedes que contribuyeron a solidificar sus dominios en la última etapa de la conquista
territorial y religiosa15.
15
En este sentido, la actuación de Gregorio de Zegada en el sofocamiento
de los brotes rebeldes del movimiento tupamarista lo hizo merecedor de una extensa
merced de tierras chaqueñas otorgadas por el gobernador Mestre, como gratificación
de los servicios que prestara a la corona española. En esos territorios fue
establecida la misión de "Nuestra Señora de las Angustias de Zenta", de
importancia clave para la posterior fundación de la ciudad de San Ramón de la
Nueva Orán (Cfr. Poderti, 1995).
21
II. ACTORES DE LA REBELIÓN
..."los personajes actuaron de manera aparentemente
contradictoria, si se mira la historia desde la perspectiva del
estado y de los grandes programas sociales. Los aliados de ayer
se alinearon en bandos enfrentados. Los que debieron apoyar a
un bando, por su posición enfrentada al orden de cosas,
apoyaron a Rey y la continuidad. Los funcionarios reales y los
defensores del orden establecido, pusieron sus fuerzas en el lado
de la subversión. (...) La gran conclusión de nuestra historia
local es que la gente actuaba guiada por sus contradicciones
inmediatas. Que esas contradicciones, agudas en 1780,
coadyuvaron a que la guerra se desatara."
LUIS MIGUEL GLAVE
Los roles intercambiables
Algunas sublevaciones andinas registran casos de inversión de roles que alcanzan
connotaciones psico-sociales. Hay abundantes ejemplos en la rebelión de Túpac Amaru II y
en insurrecciones más recientes: en 1780, don Matheo Pumacahua de Cuzco fue el principal
opositor militar del jefe rebelde Túpac Amaru y en 1814 se hizo líder de la rebelión
patriótica. En la mayoría de los casos, aquellas actitudes que en apariencia son
humildemente pasivas esconden una resistencia potencial. El hecho de que los indios
aparezcan como actores y no solo como objetos en situación colonial ejemplifica un modelo
de estratificación interna de cada sociedad muy significativo de las acciones e intenciones de
los agentes y agencias de dominación durante el período colonial. Las capas superiores de
las antiguas comunidades aztecas e incas tenían una interacción mucho más diferenciada
con los españoles que las masas y los grupos marginados y sin estado. Túpac Amaru II,
como su antecesor del siglo XVI, recibió su educación y tuvo sus primeras experiencias
entre los españoles. Como regla general, las acciones colectivas fueron encabezadas por
individuos que tenían alguna experiencia del mundo no indígena (Cfr. Mörner, 1989: 163).
Las pautas de negociación discursiva entre los distintos sectores de la sociedad colonial se
manifiestan en la aparición de nuevas relaciones que sostienen los actores del momento:
22
A lo largo del siglo XVIII, en todas las áreas indígenas de la América española, el
poder local del sector de los caciques y principales se va debilitando progresiva pero
definitivamente ante el creciente empuje de los criollos y los indios enriquecidos,
favorecido por la reestructuración liberal de las colonias. En todo este período está en
juego la supervivencia de las subsociedades indígenas en tanto que colectividades
étnicas. Los caciques, temiendo el deterioro de su prestigio ante ambos interlocutores
(sus súbditos" indígenas y los representantes del poder colonial), optarán, según el
caso, por una mayor solidaridad con los indios campesinos o por la alianza definitiva
con el poder colonial (Lienhard, 1992: 73).
Los mecanismos que se activan en la sublevación de Túpac Amaru responden a un juego de
alianzas y factores de división que signarán el accionar de los diferentes actores. Así, los
eventuales aliados ven en la rebelión campesina una herramienta de provecho para los
sectores de poder, siempre y cuando el movimiento sea más o menos exitoso y no exceda
ciertos límites de comportamiento. Si el movimiento fracasa, los aliados por lo general
eligen el momento más apropiado para abandonar el movimiento y, a veces, hasta toman
parte activa en su supresión. Estas situaciones de ambivalencia se instalan en todos los
estratos de la sociedad y su observación analítica permite comprender en profundidad la
evolución de un movimiento cuyo objetivo inicial era el de cambiar la relación entre las
comunidades rebeldes y el mundo externo (Cfr. Mörner y Trelles, 1985).
La actitud del clero.
Al iniciarse la rebelión de Tinta existía una gran enemistad entre el poder eclesiástico y el
poder civil, a tal punto que, cuando se produce el movimiento rebelde, el clero adoptó dos
actitudes diferentes: la de repudiar abiertamente el movimiento y trabajar de manera
decidida en favor de las autoridades, o la de simpatizar con el movimiento. Esta división
interna entre los eclesiásticos es de muchísima importancia por cuanto sus miembros tenían
gran ascendiente sobre los indios, debido a un trato cotidiano más comprensivo que el de
los funcionarios civiles, y era común que las huestes rebeldes "se amansasen con la
predicación de los sacerdotes" (Valcárcel, 1975: 134). En este sentido, son significativas las
actitudes ambivalentes de muchos párrocos criollos de las aldeas que ocupaban posiciones
de autoridad local no muy fáciles de vigilar y que podían utilizar su papel de intermediarios
entre gobierno y rebeldes para asegurar su supervivencia (Cfr. Mörner y Trelles, 1985).
Los religiosos adversos al movimiento insurreccional permanecieron en sus curatos,
aceptando los riesgos consiguientes. Los que siguieron a las banderas rebeldes
permanecieron en sus Doctrinas y acataron las órdenes obispales, ayudando
disimuladamente al movimiento, algunos sin tomar público partido por no contradecir sus
votos y otros colaborando abiertamente con Túpac Amaru. La nómina de eclesiásticos
procesados en esta etapa es tan amplia, como la de frailes que trataron de contener los
excesos de los partidarios de la rebelión (Cfr. Valcárcel, 1975: 133-142).
Entre los religiosos que tuvieron una actuación descollante en el transcurso de la gran
sublevación se menciona al cura de Tarata, Mariano Moscoso y Oblitas16, quien colaboró
16
El doctor Ángel Mariano Moscoso y Oblitas, quien se desempeñara durante
treinta años como Cura de Tarata, parroquia del obispado de Santa Cruz de la
Sierra, es el mismo que se designa para ocupar el obispado de la diócesis del
Tucumán. Nombrado para este cargo eclesiástico por el Papa Pío VI en 1788, tomó
23
con los soldados de las milicias que sofocaban a los insurrectos. Otro cura párroco, el de la
villa de Laso, el Dr. José Dávalos, procuró aquietar a las tropas de Túpac Amaru. Mediante
súplicas no consiguió más que el permiso para dar sepultura a los cadáveres del corregidor
Prado y sus acompañantes. Sin embargo los indios desenterraron el cadáver de Prado y le
cortaron la cabeza para llevarla a la Audiencia de la Plata o dársela a su Inca (Cfr. De
Ángelis, 1910, VIII: 298-299).
Un papel protagónico le cupo al Obispo de Cuzco, Juan Manuel de Moscoso y Peralta, con
quien Túpac Amaru intercambió correspondencia clave en diciembre de 1780 y que, sin
dudas, es una de las figuras más polémicas de la rebelión. Aún cuando "la claque antiespañola de los criollos en torno al obispo Moscoso, al parecer logró eliminar las huellas de
sus actividades subversivas anteriores" (Mörner y Trelles, 1985: 18), en el transcurso de la
confrontación, Moscoso llegó a convertirse en un tenaz detractor de Túpac Amaru17. De
posesión de la diócesis en 1789 y tuvo una importante participación en el proceso
fundacional de la ciudad de San Ramón de la Nueva Orán en Salta (Cfr. Toscano,
1907: 466-472, Poderti, 1995).
17
Acerca del influjo del obispo Juan Manuel Moscoso y Peralta en la
concepción programática de Túpac Amaru, Lewin aclara: "Por de pronto, es indudable
que el obispo (peruano de nacimiento) y el inca Túpac Amaru II se conocían y
trataban. Además existe una amplía -pero tremendamente contradictoriadocumentación sobre el papel del diocesano cuzqueño en los acontecimientos
insurreccionales de 1780. Nosotros creemos que prueba cabalmente que el obispo,
aun cuando extremadamente adverso a los españoles europeos, no tenía ninguna
vinculación con el movimiento rebelde indígena"... (1976: 21).
Luis Miguel Glave, en su análisis de la figura del arequipeño y criollo obispo del
Cuzco, expresa: " Hay quienes abiertamente lo ubican como rebelde y hasta quienes
lo exculpan de toda participación, pasando por los que sugieren que sobre la
marcha cambió de bando (...) parece claro que era un hombre de su tiempo, envuelto
en el conflicto de poder que entonces se desató. Lo que está fuera de toda duda es
que una vez que la rebelión tomó las enormes dimensiones que le conocemos, Moscoso
hizo lo indecible por dejar claro su Realismo, en ese entender entonces es seguro
que no pondría entre los aliados del bando estatal a ninguno cuyo apoyo pudiera
estar en tela de juicio" (1992: 154-55).
24
una forma u otra, el obispo continuó participando activamente en los tramos finales del
conflicto generado ante los abusos de los representantes del poder peninsular, sugiriendo la
concesión de un indulto para Diego Túpac Amaru y sus seguidores, en enero de 1782 (Cfr.
De Ángelis, 1910, VIII: 349- 439). Esta oscilación entre diferentes roles dentro del
movimiento insurreccional se refleja en una carta dirigida por Moscoso al obispo de La
Paz, donde el primero explica los alcances de su participación en los hechos:
Reconociendo las ventajas del enemigo, y la debilidad de nuestras fuerzas [...] y que si
alguna vez se acordó algún expediente favorable a nuestra necesidad, nunca se
egecutó [sic]: no perdonando arbitrio, ni medio que contribuyese a defender la patria y
cortar la rebelión, me metí a soldado, sin dejar de ser Obispo: y así en lo más grave de
este conflicto, armé al clero secular y regular, como en el último subsidio, nombré al
Dean de mi catedral, D. Manuel de Mendieta, por Comandante de las milicias
eclesiásticas... (De Ángelis, 1910, XVIII: 446) *18.
Indios, corregidores, obispos y disfraces.
Los diferentes protagonistas de la sublevación entraman sus actuaciones para generar una
red textual con características novelescas. Uno de los personajes claves en la reconstrucción
del relato insurreccional es el del corregidor de Chayanta, Don Joaquín de Alós. Los textos
epistolares firmados por Tomás Catari describen sus desencuentros con el corregidor en
estos términos:
... a mi regreso encontré en mi provincia un corregidor ambicioso, de leónicas
entrañas, nombrado D. Joaquín Alós, quien paniaguado con un mestizo, nombrado
Blas Bernal, que obtenía mi empleo, consiguió ocultar los despachos superiores,
castigándome con crecidos tormentos de azotes, prisiones, ya en la cárcel de corte de la
Real Audiencia, consiguiendo ocultar mi justicia, mediante los depravados intentos y
cavilaciones de este corregidor, acreedor este al propio nombre de Lutero y Calvino (en
De Ángelis, 1910, VIII: 469).
Tomás Catari, indio principal del ayllu Collana, del pueblo de Macha, se presentó a fines
del año 1778 ante el Virrey de Buenos Aires. Luego de un viaje de 600 leguas llegó,
miserablemente vestido, para presentar quejas contra el corregidor Alós y su cobrador de
tributos, Blas Bernal.
Joaquín de Alós, de la orden de San Juan, había llegado de España para hacerse cargo de
la provincia de Chayanta pero a causa de sus actos hostiles contra los vecinos y naturales,
estaba bajo amenaza de muerte. Fue prevenido por el Rey para que tratase a los indios con
prudencia y sagacidad. La Real Audiencia de la Plata, con el fin de librar al corregidor del
peligro y apaciguar a los rebeldes, otorgó la libertad a Tomás Catari pero la situación
empeoró y Joaquín de Alós tuvo que huir de Chayanta, comisionando a Manuel de
Valenzuela para que cobrase los repartos de su provincia, recibiendo un porcentaje de los
mismos (Cfr. De Ángelis, 1910, VIII: 473-75).
De la segunda huida del corregidor se hace referencia en la Relación Histórica, en un
18
La negrita, en los casos marcados de aquí en adelante (*), es mía.
25
episodio ocurrido dentro de las jurisdicciones de la Gobernación del Tucumán. Allí se
narra que Don José Reseguín, cumpliendo órdenes del Virrey, salió de Buenos Aires el 19
de febrero de 1781, con el fin de incorporarse a las tropas del Puesto de los Colorados,
distante 460 leguas de la capital del virreinato. En el trayecto por Jujuy, Reseguín se
encontró con varios españoles fugitivos, quienes le daban novedades sobre los alcances de
la sublevación en las provincias de Chichas, Cinti, Lipes y Porco y de la huida de Joaquín
de Alós hacia Salta:
D. José Reseguín (...) recibida la instrucción del Virrey se puso en camino por la posta,
sin que lograsen detenerle los eficaces esfuerzos y ruegos que emplearon los vecinos de
Jujuy, y los de muchos españoles fugitivos, que por todo el camino encontraba(...), que
median hasta la villa de Potosí y ciudad de la Plata, cuya noticia confirmaba el
corregidor de Chayanta, D. Joaquín de Alós, que disfrazado de religioso franciscano,
iba huyendo por no caer segunda vez (sic) en manos de los sediciosos (en De Ángelis,
1910, VIII: 294) *.
En aquel clima de disfraces e intercambio de papeles, el obispo Moscoso presenta, en su
extensa carta dirigida al obispo de La Paz, el caso de un indio que se transforma en obispo:
En lo trágico de la escena, no solo se representó el papel de rey por Túpac Amaru, y de
virrey por Tupac Catari, sino también el de Obispo en Nicolás Villca, indio natural de
la hacienda de Pachamachay de la doctrina de Challabamba, jurisdicción de
Paucartambo, [...] situada en una montaña áspera e inaccesible. Se hizo obispo,
conformándose su circunspección, proceridad de su persona y calva estendida [sic]
desde el cráneo hasta el cerebro, que le hacía espectable con el carácter que figuraba,
según se me presentó. Se cactaba [sic] veneraciones de tal; besábanle las manos,
postrábanle la rodilla, distribuía bendiciones, y persuadía a los suyos, que los
eclesiásticos no hacían guerra, y solamente debían defenderse... (en De Ángelis, 1910,
VIII: 449). *
El tema del cambio de vestidos es un motivo corriente en los episodios de la sublevación. Así
cualquier traje es útil si se trata de salvar la vida:
Volvieron en tropel á la iglesia, y hallaron que los que habían quedado sacaban a D.
José Ibarguren, vestido de muger, trage que tomó para confundirse con el sexo, y
estando rezando con las demás, lo acusó un criollo. Acometiéronle furiosos, conocido
por los zapatos, y arrancándole de los brazos de su propia consorte, á quien el dolor
obligó a salir en seguimiento de su marido, y á quien consolaban los homicidas, con
decirle: 'no llóres, que nosotros no tenemos la culpa, porque estos lo egecutamos por
órden de D. Jacinto Rodríguez' (en De Ángelis, 1910, VIII: 288).
Jacinto Rodríguez, quien en un acto popular fuera nombrado Justicia Mayor de la villa de
Oruro, es un personaje que actúa como aliado de los indios y colabora con dineros del
erario para los fines rebeldes. En un momento genera una curiosa disposición:
D. Jacinto Rodríguez, convenido con la muger del capitán de aquellas milicias, D.
Clemente Menacho, intentaron que todos los españoles usasen el traje de los indios.
Salió de esta conformidad por las calles, vestido de terciopelo negro con ricos
26
subrepuestos de oro; amenazaba á todos serían víctimas de los rebeldes, sino le
imitaban, porque se persuadirían eran europeos, á que se convinieron por librarse de
la muerte, y en un momento logró la transformación que deseaba, adoptando los
hombres prontamente la camiseta ó unco de los indios, y las Señoras dejando sus
cortos faldellines aseados, vistieron los burdos y largos acsos de las indias (en De
Ángelis, 1910, VIII: 289)19.
La dinámica de disfrazar las fisonomías también se convierte en una estrategia válida para
que algunos grupos indígenas del noroeste argentino, en alianza con algunos criollos,
avancen en sus planes rebeldes:
...ayer tarde vino un mozo que habita en las Capillas, distante siete leguas de esta,
quien expresó haber el día antes ido á su casa, y de paso para la reducción, un hombre
á quien no conocía (pero era aindiado) y le previno que para el miércoles estuviese
dispuesto con sus caballos, y se disfrazase, untándose de barro la cara, pues él iba á
traer su gente, y entre ella á dichos indios... (en De Ángelis, 1910, VIII: 514).
Cacicas, guerreras y adivinas.
La actuación de las mujeres durante la sublevación es un elemento indicativo de la
transgresión social que se opera en tiempos de revuelta. Antes de la conquista española, las
reinas incas encabezaban una red política que conectaba a las mujeres de todo el imperio,
más la Corona impidió a las nativas nobles el ocupar cargos en las estructuras de gobierno
colonial establecidas para los descendientes de la élite incaica (Cfr. Silverblatt, 1990: 90).
Aún así, el recuerdo del rol femenino en la sociedad andina antes de la invasión extranjera
perduró entre las mujeres de la clase alta de la casta vencida. Esta identificación con la
19
La contraposición de modelos culturales pulsa constantemente los relatos
de la sublevación y contribuye a crear la otra versión de la historia. Así, en uno
de los informes elevado por Diego Cristóbal Túpac Amaru, fechado en Azangaro el 18
de octubre de 1781, él dice de los funcionarios españoles: ...porque estos
infelices, abandonando sus ánimas por su codicia, han tenido la desenvoltura y
arrojo de repartir por fuerza contra toda voluntad y razón, v.g., las bayetas y
cuchillos que valen á dos reales, los daban á peso, como la libra de fierro mas
inútil y perverso: y á esta semejanza los polvos azules, agujas de Cambray,
dedales alfileres, naipes, trompas, espejitos y sortijas de laton, que no sirven a
los naturales, y mucho menos los terciopelos y fardos, con otros efectos de seda y
de Castilla, que jamás visten los indios desdichados, que por lo regular viven
sugetos á vestir las jergas más ruines del Perú, á dormir en camas compuestas de
trapos, y comer ó sustentarse de raíces y alimentos los mas insípidos de sus
países (en De Ángelis, 1910, VIII: 417).
27
dinastía incaica femenina del pasado, habría de estallar en los movimientos políticos que
intentaban recrear en parte la organización social y política del imperio incaico. Las
mujeres de cuna noble jugaron un papel decisivo en las rebeliones andinas del siglo XVIII,
pero cobran singular importancia en la sublevación de Túpac Amaru, movimiento que fue
co-liderado por su esposa, Micaela Bastidas Puyucawa. Hija de Manuel Bastidas y de doña
Josefa Puyucawa, miembros de una familia tradicionalmente afincada en el pueblo de
Pampamarca, Micaela se había casado con Túpac Amaru a los 20 años. Tuvo tres hijos
varones con el lider: Hipólito, Mariano y Fernando, todos bautizados por el cura Antonio
López de Sosa, quien también había casado a Micaela y José Gabriel en Surimana.
Ella fue la principal consejera de Túpac Amaru, junto al Consejo de los Cinco, y su
incansable actividad para resolver problemas administrativos, catequizar a los caciques
remisos, impulsar la propaganda, incrementar la tropa o reunir informes sobre las
provincias amigas y contrarias, prueba lo acertado de su elección para el cargo de jefe
interino, puesto que ocupó mientras Túpac Amaru intentaba invadir las provincias del sur.
Micaela Bastidas tenía bajo su responsabilidad los traslados personales, los envíos de
mercancías y la expedición de salvoconductos y permisos especiales. Ella decidía acerca del
despacho de cartas y propaganda a los pueblos o jurisdicciones importantes. En momentos
claves de la sublevación, Micaela transmitió noticias captadas por sus espías acerca de
preparativos de las fuerzas militares de Lampa y Arequipa. El sistema de comunicaciones
entre Tungasuca y los pueblos del sur estaba compuesto por un servicio de chasquis a
caballo y arrieros que cargaban en su piaras los fusiles y cañones que debían ser
trasladados hacia los puntos de ataque.
Aunque ella misma, como cualquier otro jefe, acataba las órdenes de Túpac Amaru, su
temperamento la empujaba a efectuar críticas y retoques a los planes de su esposo, y le
reprochaba su excesiva confianza en momentos de peligro. Al comenzar la rebelión,
Micaela consideró que la ejecución del corregidor Arriaga era un hecho preventivo, por
cuanto éste pretendía asesinar a Túpac Amaru. Asimismo, cuando el caudillo trató de
marchar sobre el Cuzco doña Micaela consideró prematuro su avance, el que juzgó
adecuado que se realizara luego del triunfo de Sangarara. Este consejo fue desoído por
Túpac Amaru y los sucesos posteriores confirmaron lo acertado del plan de su esposa. Más
tarde, informada Micaela acerca de que algunos eclesiásticos escribían al obispo del Cuzco,
mandó cerrar sus iglesias para que no fueran utilizadas como centros de actividad
contrarevolucionaria. Su temperamento sanguíneo y su frecuente autorecriminación por
desaprovechar varias oportunidades de triunfo eran sus características personales más
destacadas. Afirmaba que toda violencia innecesaria era perjudicial para el prestigio del
movimiento y por ello, Micaela castigaba duramente a los jefes tupacamaristas que
cometían excesos. En su correspondencia, Micaela se dirigía a su esposo con el apelativo de
"muy querido Chepe", ostentando su faceta de compañera y amante.
Micaela Bastidas gozó de gran prestigio entre los suyos, como se desprende de la
correspondencia que con ella entablaron los caciques, gobernadores y particulares, en las
que se dirigen a la "Reina" para solicitarle consejo (Cfr. Valcárcel, 1975: 115). El episodio
de su muerte en la plaza del Cuzco, está teñido del horror que acompañó los
ajusticiamientos de los sublevados en aquella nublada jornada del 18 de mayo de 1781:
28
Luego subió la india Micaela al tablado, donde asimismo, á presencia del marido, se le
cortó la lengua, y se le dió garrote, en que padeció infinito, porque, teniendo el
pescuezo muy delgado, no podía el torno ahogarla, y fué menester que los verdugos,
echándola lazos al pescuezo, tirando de una y otra parte, y dándola patadas en el
estómago y pechos, la acabasen de matar... (en De Ángelis, 1910, VIII, 376).
Otra de las líderes destacadas en esta rebelión fue la cacica Tomasa Titu Condemayta,
quien durante la rebelión detentaba el cargo de jefe provincial de Acomayo, en el
departamento de Cuzco. A los cuarenta años ejerció el cacicazgo de Acos (Quispicanchis),
pueblo donde había nacido y en el que era propietaria de casas, chacras, animales y otros
bienes. Fue la persona de confianza de Túpac Amaru y Micaela Bastidas y su posición
acomodada favoreció su accionar estratégico en la causa revolucionaria. Además de ser
una activa planificadora y consejera del matrimonio Túpac Amaru en materia de estrategia
logística y militar, Doña Tomasa encabezó una brigada de soldados femeninos que
alcanzaron mucha fama al defender exitosamente el puente de Pilpinto, anexo del pueblo de
Accha Urinsaya (provincia de Paruro) de las tropas españolas (Cfr. Silverblatt, 1990,
Valcárcel, 1970). Su participación en el ejército insurgente y aquel memorable triunfo
armado femenino fue considerado una obra de la brujería dentro de la mentalidad de la
época. La cacica de Acos fue condenada al cadalso junto a los jefes principales en 1781
(Cfr. De Ángelis, 1910, VIII: 376).
Una mujer de gran importancia en las actuaciones revolucionarias fue doña Cecilia Túpac
Amaru, "la de los ojos negros penetrantes; la de la estatura pequeña y grácil" (Valcárcel,
1970: 139). Hija de Marcos Túpac Amaru y doña Marcela Castro, Cecilia nació en
Surimana y se había casado con Pedro Mendigure, uno de los principales capitanes de José
Gabriel. La prima hermana del caudillo tenía 26 años cuando se enroló en la causa de la
rebelión y, aunque no tomó parte en las expediciones militares, estuvo en Piccho cuando se
produjo el sitio de Cuzco. Su carácter y decisión se ponen de manifiesto en anécdotas como
la protagonizada en un ataque de artillería, cuando Cecilia culpó a Francisco Cisneros por
la desaparición de la pólvora y quiso castigarlo, intentando sacarle los ojos con una escoba
o con las manos. Su aversión hacia los españoles y los mestizos era proclamada
continuamente y su fidelidad al movimiento le llevó a pedir que, si era necesario,
ejecutasen a su marido si no ayudaba a su primo con la eficacia esperada. Mientras
repartía "plata y coca" a los indios que combatían contra los soldados enemigos, criticaba
enérgicamente a los funcionarios reales, afirmando que "por causa de los Corregidores ya
no tenía lana el pellejo en que dormían" (Valcárcel, 1970: 140). Cecilia Túpac Amaru era
considerada más peligrosa que Micaela Bastidas, sobre la cual ejercía continua influencia.
Fue humillada con la condena a prisión y destierro, previa pena de doscientos azotes en las
calles públicas de la ciudad -la que debió soportar sobre un burro aparejado y con medio
cuerpo al desnudo-, en compañía de Juan Bautista Túpac Amaru, medio hermano del
caudillo. No alcanzó a salir al destierro, pues murió a consecuencia de los maltratos en la
cárcel de Cuzco, el 19 de marzo de 1783.
En el Alto Perú otra mujer asume el papel de caudillo y lidera un segmento clave de la
secuencia revolucionaria: el sitio de la ciudad de La Paz. Para llevar a cabo esta misión,
mientras otros jefes alcanzaban distintas localidades andinas, Bartolina Sisa despliega una
inteligente estrategia ofensiva:
29
Quedaba la Paz, cercada por segunda vez por la famosa Bartolina, muger ó concubina
de Catari. Valiéndose del arbitrio empleado contra Sorata, los sitiadores hacen
represas en el río que pasa por la ciudad, y forman una inundación que rompe sus
puentes, y causa los mayores estragos. Tal vez hubiera tenido que ceder su intrépido
defensor Segurola, si no hubiese aparecido Reseguín, que venía á socorrerle con 5.000
hombres (en De Ángelis, 1910, VIII: 271).
La "virreina" Bartolina Sisa, compañera de Túpac Catari, era una chola de 26 años a
quien le tocó protagonizar también un destino trágico ligado al final de toda una familia
rebelde. En el momento más crítico del movimiento, parte de los indios solicitan una
amnistía y entregan a la esposa de Túpac Catari para obtener el perdón, "procurando de
este modo sanar un vicio con un crimen" (Valcárcel, 1970: 287). En la Plaza Mayor de La
Paz, Bartolina fue sacrificada junto a Gregoria Apaza, hermana de Túpac Catari, en 1782.
La primera llegó desde el cuartel con una soga al cuello, atada a la cola de un caballo y la
segunda vino montada en un burro. Las dos mujeres, caudillas del alzamiento indígena
fueron llevadas por las calles de la ciudad portando un aspa de palo, a modo de cetro en la
mano y coronadas con espinas, mientras los presos barrían con ramas el camino. Luego de
la horca, sus cabezas y manos fueron distribuidas por la región.
Mientras persistía la sedición, un jefe leal al Rey se afanaba para conseguir la paz a
cualquier precio. En este cometido, Reseguín descubría en los indios poderes
sobrenaturales, propósitos ocultos, falsas promesas de paz, maneras de actuar y astucia
para mantener a sus partidarios en la lucha sin perder de vista la esperanza del triunfo.
Entre los indígenas que solicitaban perdón se encontraba la joven Ana Huallpa. Reseguín
quedó impresionado con la claridad de su inteligencia, llegando a definir a esta mujer como
"otra doña Marina, a quien debió Cortés tantos aciertos" (Cfr. Valcárcel, 1970: 290).
En los actos armados protagonizados por las tropas leales al rey Carlos III, la participación
de las mujeres también es un hecho que impresiona a los cronistas de la sublevación:
Serían las 12 de aquel día, cuando se pusieron en marcha nuestras tropas, y llegando
al campo se presentó al Comandante un espectáculo agradable, que le anunciaba la
victoria, y fué reconocer que un crecido número de mugeres, mezcladas y confundidas
entre la tropa, deseaba con ansia entrar en función: este raro fenómeno, cuanto
lisonjeaba el gusto, arrancó lágrimas de aquel gefe, que egercitó toda su habilidad
para disuadirlas se apartasen de tan peligroso empeño, con el cual únicamente habían
conseguido ya una gloria inmortal, y aunque se les mitigó el ardor, nunca se pudo
lograr se retirasen, y permanecieron en el campo de batalla, ó bien para que su
presencia inspirase aliento á los soldados, ó para que sirviesen de socorro en cualquier
infortunio (en De Ángelis, 1910, VIII: 280).
La red de relaciones que se desarrolla durante la rebelión indígena es compleja. Así,
mientras algunas mujeres de la élite nativa fueron alabadas como heroicas participantes en
la lucha contra el régimen peninsular, otras fueron despreciadas por manipular las
instituciones coloniales en beneficio propio. Uno de los más duros ataques de los seguidores
campesinos de Túpac Amaru se materializó en la destrucción de las propiedades de Doña
Antonia Chuquicallata, una rica mujer de la nobleza nativa de Azangaro (Cfr. Silverblatt,
30
1990, 90-91).
Aún cuando algunas mujeres indígenas pudieron aprovechar los nuevos lugares sociales
asignados en la contienda, su historia representa un pequeño porcentaje de los pobladores
andinos. La violencia desatada tiene como blancos predilectos a las mujeres, tal como puede
leerse en muchas secuencias del movimiento:
...en efecto lo practicó el mismo Orellana hasta alguna distancia, para impedir los
daños que recelaban egecutasen con los indios de Icho de la jurisdicción de su
provincia, que no habían faltado desde entonces á la fidelidad: diligencia infructuosa,
pues cuando llegó á dicho pueblo, ya habían degollado á todas las indias, vengándose
con esta inhumanidad, de la fidelidad de sus maridos, que estaban alistados en Puno,
siguiendo constantemente las banderas de su legítimo Soberano (De Ángelis, 1910,
VIII: 334).
En el Tucumán, a las mujeres les correspondió ocupar el papel de víctimas de la crueldad y
la represión ordenada por el gobernador Mestre. Los informes dan cuenta del
ajusticiamiento de mujeres y niños, al tiempo que dejan entrever la organización social de
los grupos indígenas del Chaco, en los que se resalta la figura de la "vieja adivina" (De
Ángelis, 1910, VIII: 518), portadora de la sabiduría ancestral de su pueblo.
La construcción de la imagen de Túpac Amaru. Dramatización de la historia incaica
Franklin Pease ha destacado, dentro de los aspectos políticos de la rebelión, que la actitud
de autoproclamación real por parte de Túpac Amaru resultaba, a los ojos de los españoles,
más interesante -y más fácilmente sancionable- que la de proclamarse Inca. Pero debe
considerarse que Túpac Amaru se dirigía simultáneamente a públicos diferentes: sus
dirigentes y seguidores andinos junto a otros grupos a quienes debía hablar en distinto
lenguaje. Este problema ha derivado en posturas historiográficas que diversifican las
posiciones de los sublevados como "fidelistas" al rey y, simultáneamente, como portadores
de la expresión de rechazo hacia las autoridades locales de los corregidores. En este sentido
es interesante notar que, aunque la dirigencia de los movimientos del siglo XVIII estuvo
conformada mayormente por curacas -muchos de ellos descendientes de los incas del
Cuzco-, debe destacarse también la progresiva participación de mestizos y criollos en el
movimiento insurreccional, participación relacionada con la necesidad de sectores
dirigentes de la sociedad colonial de comandar la sublevación indígena. Túpac Amaru se
dirigía a mestizos y criollos, pero a lo largo de la cronología de su rebelión el acento andino
fue intensificándose y, con él, la utilización del término Inka para designar a su jefe. La
presencia de una ideología mesiánica constituye, según Franklin Pease, un telón de fondo,
del mismo modo que la presencia personalizada en la figura del Inca en las rebeliones de
esta centuria es evidencia y sustento de sus dirigentes. José Gabriel Túpac Amaru se
presentó públicamente como descendiente de los incas y, a la vez, como Inca. Tiempo antes
de alzarse en rebelión, él mismo había iniciado diferentes trámites administrativos y
judiciales20 para lograr el reconocimiento de su condición por parte de las autoridades
20
En 1777, Túpac Amaru llevó adelante un juicio contra las pretensiones de
la familia Betancur-Tupa Amaro, puesto que ambas familias se consideraban
descendientes de Felipe Tupa Amaro, último inca de Vilcabamba ejecutado en los
tiempos del virrey Toledo (Cfr. Pease, 1992: 318).
31
españolas (Cfr. Pease, 1992: 321-328).
La caracterización como Inca y Rey define la imagen de Túpac Amaru que se construye en
la escritura del momento, tanto en las cartas y edictos que él dirige a indios y a criollos,
como en la literatura pasquinesca. Los pasquines abundan en imágenes que buscan
legitimar o deslegitimar esa identidad real. La instalación de un contenido rebelde a partir
de la transgresión lingüística es uno de los principales mecanismos que vehiculizan la
proclamación de un soberano que ha de proteger los intereses de sus pares (Cfr. Godenzzi,
1995: 71):
El general Inca viva
jurémosle ya por Rey,
porque es muy justo, y de ley
que lo que es suyo reciba.
Todo indiano se aperciba
a defender su derecho
porque Carlos con despecho
los aniquila y despluma,
y viene a ser todo en suma
robo al revés y al derecho.
Tanto daño penetrado
vengarse a gasto cumplido
pues españoles han sido
autores del mal causado
morirán con el soldado
Alcaldes, Corregidores,
ricos, pobres, y Oidores.
O no he de ser Túpac Amaru.
(Godenzzi, 1995: 68).
Los pasquines de réplica dejan en claro la invasión de roles por parte de un advenedizo:
Es el caso y es muy raro
que un indio sin Dios ni ley
se propusiese ser Rey
por llamarse Tupamaro.
(Lewin, 1980).
Continuando con la compleja caracterización de los actores de la rebelión, una noticia
aparecida en un diario de Arequipa el 4 de enero de 1781 describe el atuendo real de Túpac
Amaru al entrar en Azangaro, el que incluye -curiosamente- una prenda propia de la
jerarquía episcopal:
Algunos que últimamente han llegado fugitivos de la provincia de Azangaro, aseguran
que cuando entró el rebelde en dicha provincia, traía a su lado cuatro hombres
enmascarados, los que no trataban con ninguno, y esta noticia se ha repetido, y
conviene con la que dio Zavala, y es como sigue: El ejército es muy considerable, y
fuera de la infantería, llevaba sobre mil hombres de caballería, españoles y mestizos,
32
con fusiles, y al lado izquierdo y derecho de Tupac-Amaru iban dos hombres rubios y
de buen aspecto, que le parecieron ingleses. Tupac-Amaru iba en un caballo blanco,
con aderezo bordado de realce, su par de trabucos naranjeros, pistolas y espada,
vestido azul del terciopelo, galoneado de oro, su cabriolé en la misma forma, de grana,
y un galón de oro ceñido en la frente, su sombrero de tres vientos, y encima del vestido
su camiseta, o unco, figura de roquete de obispo, sin mangas, ricamente bordado, y en
el cuello una cadena de oro, y en ella pendiente un sol del mismo metal, insignias de
los príncipes, sus antepasados (en De Ángelis, 1910, VIII: 350).
Esta escena, que constituye una dramatización acerca del poder y las características de la
función suprema en el estado incaico, se enmarca dentro de la tradición del homenaje
ritual Inca, que se actualizaba, según los cronistas, en ritos imperiales artísticamente
elaborados, destinados a glorificar la dinastía y a afirmar su origen celestial21. Algunas de
esas escenificaciones, como los autos sacramentales, tenían lugar en los atrios de las iglesias,
durante el tiempo de Corpus22.
El famoso drama quechua Ollantay (escrito hacia la segunda mitad del siglo XVIII), junto
a la Suma y narración de los Incas de Juan Betanzos (1548-56) y la Yntrución del Inga don
Diego de Castro Titu Cussi Yupangui (1570), también se recrean los motivos del homenaje
ritual Inca y dramatizan los conflictos de la resistencia antiespañola. Ninguno de estos
textos pertenecería a formas u obras teatrales semejantes al drama occidental. Esto se debe
a que, mientras el teatro occidental culto parece centrarse en los conflictos de conciencia
provocados por las circunstancias de la vida social y política, el espectáculo incaico tiende a
enaltecer la función del qapaq inca, a celebrar el presente dinástico y a actualizar la
armonía entre el sistema político del Tawantinsuyu y el sistema cósmico. Como acto ritual,
el espectáculo incaico no trabaja especialmente el "suspense" dramático, esencial en el
teatro europeo (Cfr. Lienhard, 1992: 152-153). Allí se sugieren, en el texto escrito, los
elementos visuales del espectáculo. Los homenajes rituales a los Incas articulaban cantares
21
El vigor de la cultura neoinca en el siglo XVIII se puede comprobar en
la violencia de su represión después de la derrota del levantamiento tupamarista.
La sentencia del visitador Areche contra Túpac Amaru es también una sentencia
contra la sociedad y la cultura neoinca. Se prohibe la producción de cualquier
signo que pueda recordar a los 'difuntos monarcas': trajes, ornamentos, retratos,
las 'comedias u otras funciones públicas de las que suelen usar los indios para
memoria de sus dichos antiguos incas', ciertos instrumentos musicales antiguos
como los pututos, etc. También se prohibe la firma de Inca, que 'hace infinita
impresión en los de su clase'. Túpac Amaru solía firmar: 'Don José Gabriel Tupa
Amaro Inca de la sangre real y tronco principal de los reyes', lo que implicaba
todo un programa político. Se exige, al mismo tiempo, una castellanización
acelerada de la población andina (Cfr. Lienhard, 1992: 74-75).
22
A este tipo de representaciones festivas pertenecen las obras de los
"Doce pares de Francia" o las peleas entre "Moros y Cristianos" que se encontrarán
en las danzas (taquis) indígenas que se ejecutan hacia 1610 en Cuzco. En 1559, el
Diario de Lima recoge la escenificación de una pelea entre reyes: ... salió el rey
Inca y peleó contra otros dos reyes hasta que los venció y cogió el castillo y
puesto todos dos reyes ofrecieron las llaves al Príncipe que iba en un carro
retratado; y salieron a la plaza todos los indios que hay en este reino, cada uno
con sus trajes; que fueron más de dos mil los que salieron que parecía la plaza
toda plateada de diferentes flores, según salieron los indios bien vestidos y con
muchas galas (en Flores Galindo, 1986: 65-66).
33
épicos con acompañamiento rítmico-musical, danzas guerreras, todas manifestaciones en
las que adquiría un lugar central la presentación de las imágenes de los Incas.
La solemne entrada de Túpac Amaru II en Azangaro constituye una imagen de alto
contenido mesiánico, que modeliza la entrada de Jesús en Jerusalén, antes de su sacrificio.
Pero además, como en otros relatos y dramas en los que se ejercita el homenaje ritual, la
vestimenta del Inka deberá competir, en majestuosidad y riqueza, con la del monarca
español, como una forma de mostrar su poderío. Una de las representaciones de la figura
del Inca brindada por la iconografía de la época, de importancia clave para reconstruir
esta imagen de Túpac Amaru II, es el retrato pintado por Oblitas, en el que el jefe aparece
montado a caballo y ostentando las vestiduras reales del incario23.
23
Antonio Oblitas -cuzqueño criado en Arequipa-, era esclavo del
corregidor Arriaga. Él mismo colaboró en la causa de Túpac Amaru y fue el verdugo
de su amo en Tungasuca. Liberado de su esclavitud, el zambo pintó el retrato del
jefe rebelde en un rústico tablón de madera. Este cuadro fue hallado en Tinta,
colgado de una horca, cuando entró al pueblo el mariscal de campo José del Valle,
al mando de las tropas españolas. El retrato se extravió al remitirse los
expedientes del proceso, en siete cajones, a la metrópoli por la vía de Buenos
Aires. Existen descripciones del mismo, que coinciden en señalar que, en la
pintura, Túpac Amaru monta su caballo, al aire libre, luciendo las vestiduras de
Hijo del Sol y sus insignias de rey: el casco de plumas, la triple corona y la
borla colgante, el sol de oro sobre el pecho y en un puño el cetro erizado de
púas. Alrededor del jinete el pincel de Oblitas ha reproducido escenas de victoria
contra las tropas coloniales: "en la cabeza las insignias por ser las del Ynga
descendiente de sangre real, y havérselo mandado el Revelde, el bastón porque
continuamente lo cargaba; que al lado está la expedición á Sangarara,
representando la Yglesia quemada con las llamas que salían de ella, y varios
muertos, y otros a quienes desnudaron; al otro [lado] la cárcel de Sangarara, y
los Yndios quemándola, y otro Yndio agarrando por los cabellos al Carcelero;
arriba un quitasol con que andava continuamente" (en Valcarcel, 1970: 77).
34
Durante el período independentista se representa en el Coliseo de Buenos Aires la obra
titulada La rebelión de Túpac Amaru, atribuida al conocido dramaturgo criollo Luis
Ambrosio Morante, -quien había nacido en Montevideo y poseía indudable ascendencia
indígena- y era autor de diversas piezas que se estrenaron en ese teatro, considerado un
verdadero escenario de la Revolución. La rebelión de Túpac Amaru tiene la influencia
francesa y el inconfundible contenido patriótico-revolucionario que caracterizan a las obras
de las primeras décadas del siglo XIX. Consta de cinco actos y está escrita en verso. Un
comentario del periódico "El Argos", el 2 de junio de 1821, expresa que la pieza "se
atribuye a Morante" (en el libreto figuran las iniciales L. A. M), aunque "parece francesa".
Sin embargo, Ricardo Rojas sostiene que la obra no es la traducción y versión de una obra
francesa. Morante contaba con la información brindada por el Inca Garcilaso de la Vega y
el deán Gregorio Funes y, por lo tanto, la obra podría corresponderle por completo a este
autor central en el teatro de la emancipación (Rojas, 1948/9).
Los personajes principales del texto son Túpac Amaru, Micaela Bastidas y Santelices,
mientras que en un plano secundario se encuentran el visitador Arriaga, el Corregidor, y el
jefe indígena Catari, entre otros. Santelices, hijo criollo del corregidor español, recrimina a
su padre su empeño por reprimir la rebelión indígena:
"No queráis pertinaz y alucinado
que vuestro nombre sea eternamente
inscripto en el detall de los tiranos"
Una vez iniciado el enfrentamiento, el Corregidor cae en manos del Túpac Amaru y éste se
propone ajusticiarlo. Su mujer, Micaela Bastidas se lo reprocha enérgicamente:
"Teneos...
(Inca Túpac Amaru! (Qué!
)Tú hablas de la virtud y asesinar pretendes
al padre de tu amigo?
Quien se jacta descender desde Manco
no es posible que con la crueldad pacte alianza."
La actitud de Micaela Bastidas con respecto al Corregidor, presenta una dosis de
ingenuidad en la esposa que aún no alcanza a comprender, desde su exagerado idealismo
humanista, que el Corregidor se apresurará a incorporarse a sus fuerzas para destrozar a
quienes acaban de perdonarle la vida. La caracterización estética del personaje femenino,
ajustada a los condicionamientos de la época postvirreinal, entra en colisión con los
testimonios historiográficos sobre esta mujer de actuación fundamental en la lucha rebelde
(Cfr. apartado anterior).
Túpac Amaru acepta dejar en libertad al corregidor, y la Bastidas exclama jubilosa:
"Ved, amigos,
una lección de las heroycas almas"
Más adelante, Catari destaca el triunfo de la revolución de los americanos a partir de la
sublevación indígena:
35
")No abatieron del Anglo la soberbia
haciendo que los trate como a iguales
y respete su augusta independencia?"
Dando pie a Micaela Bastidas para completar la idea:
"(Oh! Nord-Americanos
(Oh, mis héroes!
(Nuestros modelos en tamaña empresa!
Como vos detextamos los tiranos;
como vos detextamos las cadenas;
como vos aspiramos a ser libres."
En la culminación dramática, el joven Santelices se incorpora a las filas rebeldes y jura
luchar por "la Libertad del Sud". Túpac Amaru, caracterizado como "el Inca", lo recibe
con alborozo y exalta su gesto en la vibrante estrofa final:
"Ven. Este último rasgo te declara
la igualdad con nosotros. (Compañeros!
Hagamos ver a cuantos nos degradan
lo que pueden los Sud-Americanos
cuando la libertad sus brazos arma."
(Ordaz, 1980/6: 325-326).
Como puede observarse, el texto es sugerente y tiene un final triunfante, al presentar la
derrota de las fuerzas indígenas sobre los ejércitos coloniales. Según Ordaz, "en situaciones
tan difíciles para la patria, llegar hasta el bien conocido desenlace trágico del alzamiento
del Inca de Tungasuca hubiese provocado desaliento y desorientación entre los
espectadores, y Morante procuró siempre afirmar la fe y acrecentar la esperanza de una
América del Sur libre y cumpliendo sus propios destinos." (Ordaz, 1980/6: 327).
La rebelión de los pasquines
Como actores protagónicos de la rebelión, los pasquines también ocupan un lugar
importante dentro de los discursos y actos de rebelión anticolonial. La producción de
pasquines es significativa y vasta en la segunda mitad del siglo XVIII y está conformada
por un conjunto de textos escritos anónimos, que da cuenta de los procesos revolucionarios
y emancipadores en las colonias americanas. Desde el punto de vista formal, los pasquines
son escritos breves, en prosa o en verso -generalmente octosílabos- que hacen uso de un
lenguaje sencillo, claro y conciso. En el léxico utilizado se marca, con frecuencia, la
voluntad de transgredir las normas del buen uso del lenguaje (expresiones irreverentes,
insultos, coprolalia, etc), como acompañamiento necesario de los contenidos rebeldes y los
efectos subversivos de estos textos:
Me cai...go en la buena unión
de españoles y franceses;
me cai...go trescientas veces
en la gran expedición;
36
me caigo en el espadón
y en la trinchera también
Me caigo en todo ese tren
de morteros y cañones
y me caigo en los mandones,
por siempre jamás, amén
(en Godenzzi, 1995).
Algunos de estos pasquines eran acompañados de dibujos que representaban de un modo
grotesco a autoridades españolas, sentadas sobre burros y en camino a la horca.
Desde el punto de vista semántico, los pasquines revelan una estructura elemental que
organiza el significado de estos textos. La idea de "tiranía" resume la situación colonial
denunciada constantemente, la que se expresaba a través de la imposición de nuevos
gravámenes, alcabalas, quintos, establecimientos de aduanas, estancos, etc. La "tiranía",
personificada por el visitador, los corregidores, los aduaneros y demás autoridades que
introducen cargas insoportables para sus súbditos, se opone a la unidad semántica "buen
gobierno", que tiene como promotores a un soberano de estas tierras (un nuevo Inca), quien protege los derechos de sus "paisanos" americanos"-, o bien al Rey de España, a
quien se supone defensor de los vasallos y dador de las leyes justas. De ahí que algunos
pasquines se presenten como "fidelistas" y otros como "separatistas". También hay
pasquines que oscilan entre una y otra postura, reflejando el estado de ánimo de los
criollos:
El regente es botarate
El virrey un elemento
Cada oidor un zumento
y el acuerdo un disparate.
No hay quien ate, ni desate
Ningún con juicio sospeche
todos con cursos de leche
y para decirlo más claro
Se cagará Tupac Amaro
En ellos, Lima y Areche...
Si vence Tupac Amaro
Malo, malo, malo
Si el visitador
Peor, peor, peor
y en questa indiferencia
El virrey y la ciudad
paciencia, paciencia, paciencia...
Exmo. Señor
A vuestra Excelencia toca
declarar quién es peor
)Si Tupac Amaro
o el Visitador?
El rechazo a la tiranía en la mayor parte de los pasquines significa rebelarse contra las
37
autoridades coloniales, desconociendo su legitimidad e intentando su eliminación si
persisten las injusticias. Por ello es insistente la exhortación para dejar de lado la pasividad
e indolencia y comenzar a desencadenar acciones concertadas que transformen la sociedad.
Desde este punto de vista, los pasquines no sólo son anuncios, señales o signos de situaciones
revolucionarias, sino que resultan también actos de condena, amenazas de muerte,
declaratorias de acciones violentas o bien se traducen directamente en actos de agitación,
persuación, enfurecimiento, puesta en aprietos e intimidación (Cfr. Godenzzi, 1995). Cada
pasquín llega a ser entonces un verdadero "acto de rebelión", lo que ha motivado que
muchas veces se haya nominado a la sublevación de Túpac Amaru como "la rebelión de los
pasquines".
En un rápido recorrido, puede repasarse el accionar de estos "auténticos manifiestos
revolucionarios" -como los llama Lewin (1967)- en las diferentes zonas del arco andino. El 5
de noviembre de 1766 aparecieron en Santiago de Chile varios pasquines en contra del
establecimiento del estanco del tabaco, suscitándose temor en las autoridades. El 4 de
marzo de 1780, en La Paz, aparecen pasquines que preceden el motín del 12 de marzo de
1780, en los que los conspiradores obligaron a las autoridades a prometer la suspensión del
establecimiento de la aduana. En Arequipa hubo un fuerte movimiento de protesta en
contra de los gravámenes aduaneros. Entre el 1 y el 14 de enero de 1780 aparecieron varios
pasquines que forzaron al corregidor a publicar un bando en el que se suprimía la Aduana.
En el Cuzco se forma un núcleo de rebeldes, dirigidos por Lorenzo Farfán de los Godos,
grupo que se manifestó a partir de pasquines hasta que sus integrantes fueron apresados y
condenados a muerte. En Cochabamba los movimientos se iniciaron el 6 de abril, con la
aparición de tres textos que también obligaron a suspender, en Cabildo Abierto, el régimen
aduanero. En otras ciudades y pueblos peruanos aparecieron escritos subversivos contra
los impuestos y gabelas. En Buenos Aires, hacia 1779, también se generaron pasquines en
contra de la elevación de la tasa de las alcabalas (Cfr. Anexos, VI).
La presencia de pasquines en las distintas poblaciones andinas significa un signo
inequívoco de la existencia de un núcleo revolucionario. Estos textos son en sí mismos actos
de insurgencia política, y su decir es también un hacer, por cuanto implican un programa
de reorganización política de la sociedad, propuesta en la que participan diferentes sectores
de la sociedad colonial. Por su naturaleza, el pasquín es un espacio escriturario que permite
la alianza, la expresión o el rechazo de los distintos grupos y personas participantes:
indígenas, criollos, españoles y hasta el mismo Rey (Godenzzi, 1995).
38
III. UN OLVIDADO MANUSCRITO DE SALTA
...El Rey lo diputó para venir aeste Reyno del Perú a componer las
alteraciones presentes de Joseph Miguel Túpac Amaru, y como en estas
tierras tiene gran parte el Estado Eclesiástico, lo obligaron a aceptar la
dignidad Episcopal del Obispado de Arequipa que estaba vacío, para
deste modo ser mas atendido de los Ministros que no atienden al pobre
frayle. El Rey le dio 42 mil pesos para su vestuario y conducción: de
Madrid caminó a Lisboa, dessa vino a Río de Janeiro en donde se
consagró, de aquí por Santa Catalina, Río Grande a Montevideo: su
equipage mandó por Cabo de Hornos a su obispado...
(Manuscrito del Convento de San Francisco)
En el año 1993, en el transcurso de una investigación sobre textos fundacionales en la
región del noroeste argentino24, encontramos en el Archivo del Convento de San Francisco
de Salta una hoja suelta, archivada en una carpeta con documentación diversa (Cfr.
Anexos, I). Las características del texto nos tentaron a realizar una versión paleográfica
con el fin de desentrañar algunos aspectos de suma importancia para los estudios sobre la
escritura de este período (Cfr. Poderti, 1995a). La contextualización del manuscrito y las
derivaciones que surgen de su entretejido historiográfico y literario son los principales
temas de este capítulo.
El documento ha funcionado así como eje motivador para ahondar en las circunstancias
de un momento clave en la historia de Latinoamérica. Las sucesivas relecturas del
manuscrito permiten relevar la actitud de los distintos actores sociales -como la del clerofrente a los procesos de rebeldía de las principales ciudades del arco andino, uniendo dos
puntos distantes y a la vez contiguos en la secuencia histórica de la sublevación: Arequipa y
Salta. Estos dos espacios, como los otros mencionados en el manuscrito, habrán de
24
Proyecto de investigación "Textos fundacionales en el NOA: historia y
literatura, dependiente del CONICET, (Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas), Secretaría de Ciencia y Tecnología, República Argentina.
39
configurar los centros simbólicos de una vasta zona que se fue encendiendo,
paulatinamente, con la fuerza de la protesta generada en los sectores marginados de la
sociedad colonial.
El manuscrito del Convento de San Francisco
La costumbre vigente en las instituciones religiosas era la de llevar, en sus libros de
información interna, una relación de los sucesos del pasado que tuvieran alguna conexión
con hechos de la vida conventual de ese momento. Como se desprende del uso de tiempos
verbales y de la remisión historiográfica precisa, se puede afirmar que el manuscrito se
refiere a un acontecimiento inmediatamente posterior al estallido revolucionario gestado en
la provincias peruanas: la visita de un obispo hacia fines del año 1782 o principios de 1783
al Convento de San Diego de Salta.
En las primeras líneas puede leerse la enumeración de algunos funcionarios y personal de
servicio, probablemente de una delegación que se hospedara en el convento. Luego
continúa la descripción de otra comitiva de religiosos entre los que se encuentra un obispo,
cuya figura resulta, en suma, atractiva y enigmática. La descripción, tipo predominante en
el texto, tiene características literarias, intensificadas por el tono irónico desplegado a
través del comportamiento semántico de los adjetivos:
Es de notar que este obispo solo tenía de obispo el sombrero negro aforrado de verde, y
una crus pequeña pendiente de cuello por pectoral, en todo lo demás, era un pobre
frayle capuchino con barba de palmo y medio, el hábito mui angosto, color de
chocolate, descalso en todo, con solo unas suelas que resguardavan las plantas de los
pies, y en todo parecía en esqueleto tapado con el pobre hábito franciscano (folio 1).
Para remarcar el carácter enigmático del religioso visitante, se hace constar que el mismo
no había anunciado su llegada, que permaneció hospedado en la Capilla de San Francisco
Solano y que, al partir, dejó una limosna de 32 pesos. El tema del pobre fraile, cuya alta
investidura no es reconocida por los religiosos del convento, se relaciona con motivos
mítico-legendarios como el del peregrino o el dios que llega a los pueblos disfrazado de
pobre ermitaño, tradición incansablemente recreada desde la mitología griega en
adelante25.
25
Con referencia al motivo del peregrino que no es reconocido en su
identidad real, Ovidio, al referirse al lago de Frigia, relata que Júpiter y
40
De la breve reseña sobre el pasado del obispo resulta que éste ha sido hijo del marqués de
González, que ha servido como militar en los Reales Ejércitos y que, por su condición
religiosa, habría renunciado a los honores militares -no así a los sueldos de brigadier vivo
en Indias-. Se hace alusión a diversos acontecimientos históricos en los que este personaje
ha tomado parte, como un combate en el morro de la Habana, donde los ingleses luchan
contra el Ejército de Murcia. El religioso había estado en Italia, Filipinas, Cartagena de
Indias, España, México, Menorca y finalmente llega a los Reinos del Perú "para componer
las alteraciones" causadas por José Gabriel Túpac Amaru. En su itinerario de viaje el
obispo recorre las ciudades de Madrid, Lisboa, Río de Janeiro, Santa Catalina, Río
Grande, Montevideo, Cabo de Hornos, Chuquisaca, Potosí, Buenos Aires y Salta. Desde
ese último punto proseguirá por Chuquisaca, Potosí, Oruro, La Paz y Cuzco hasta llegar a
Arequipa, su distrito episcopal (folio 1 vta.).
El Convento de San Diego de Salta
La Iglesia de San Francisco, de donde proviene el manuscrito, fue fundada en el año 1572,
obedeciendo a las reales órdenes de fundar conventos franciscanos en las Indias
Occidentales y principalmente en la provincia del Tucumán. Esta iglesia debió ser de barro
y cañas, como las de su época, aunque en 1674 fue reedificada (Cfr. Auspurg y Solá, 1982:
94-98). Con el florecimiento de la vida conventual, durante el siglo XVII se emprende la
construcción de grandes edificios. La tercera iglesia de San Francisco, cuya piedra
fundamental se colocó el 17 de setiembre de 1759, fue inaugurada oficialmente el 30 de
julio de 1769. Esta nueva construcción incluía nueve capillas y, sobre el lado sur de la
iglesia, numerosas habitaciones para los religiosos. En el año 1759, la comunidad
franciscana de Salta tenía once sacerdotes que se dedicaban a la evangelización en tiempo
Mercurio llegaron al lugar en figura humana, disfrazados de peregrinos, pidiendo
posada de puerta en puerta, servicio que les era negado en todas partes, excepto
en la morada de Filemón y Baucis. Por otra parte, relatos de diferentes
tradiciones culturales recogen el motivo del anciano desconocido que llega
pidiendo alimento y no es atendido, resultando ser el mismo Dios. La crónica de
Guamán Poma de Ayala y la relación de Santa Cruz Pachacuti, también se hacen eco
de ese tópico legendario al relatar que, según los antiguos, Dios visitaba a los
indios disfrazado de pobre ermitaño (1980). Relatos de este tipo perviven hasta
hoy en literaturas como la peruana (José María Arguedas) y en la leyendas que se
refieren a destrucción de ciudades y a castigos ejemplares (Cfr. Reyes Gajardo,
1968). En el corpus legendario del noroeste argentino, este tópico, que reconoce
sustratos orientales y occidentales, aparece en las leyendas sobre poblaciones
sepultadas, como las de la ciudad de Esteco (Cfr. Poderti, 1997).
41
de profundos cambios políticos y de paulatino despoblamiento de las reducciones
misioneras (Cfr. Pistoia, 1989: 58-74).
En el año 1778, la familia religiosa del convento de Salta estaba formada por el superior,
dos predicadores y cinco profesores. Hacia 1798 había en el convento 14 frailes, como
resultado de un trabajo emprendido a fines del siglo XVII y afianzado en la primera mitad
del XVIII. Según relata Pistoia:
Las comunidades, con su cultura y formación religiosa, supieron campear el temporal
de las repercusiones de la sublevación de Túpac Amaru en 1780 y de la Revolución
Francesa en 1789. Cultura y formación que hicieron de la provincia franciscana de la
Asunción una de las más prometedoras de la orden (1989: 62).
El establecimiento de los Misioneros de Propaganda Fide en la ciudad de Salta fue posible a
partir de la cesión del antiguo Convento de San Francisco, perteneciente a la provincia
argentina de la Asunción de la Virgen del Río de la Plata. En mayo de 1856 el Dr. Isidoro
Fernández, fiscal de la diócesis de Salta, presentó al papa Pío IX la petición para fundar un
colegio de religiosos de Propaganda de los Reformados de San Francisco de Asís, en el
antiguo convento de San Francisco (Pistoia, 1989: 75).
Durante el período en el que fechamos el manuscrito, se encontraban en Salta misioneros
franciscanos de la rama de "La Recoleta". La misma se había originado en España, en el
siglo XVII, cuando San Pedro de Alcántara realizó la reforma de las constituciones y fundó
el grupo con el fin primordial de un regreso a la observancia más estricta de los preceptos
de la orden.
Arequipa en el siglo XVIII
Así describía a la ciudad de Arequipa y a sus habitantes Guamán Poma de Ayala, a
principios del siglo XVII:
La dicha ciudad de Arequipa la fundó el teniente general don Francisco Pizarro
siendo Papa Paulo, emperador y rey don Carlos, esta dicha ciudad tiene muy nobles
caballeros y vecinos y soldados, gran servidor de Dios y de Su Majestad, y no ha
habido sospecha en ellos ni pleito ni mentira, revuelta, y tienen iglesias y conventos
muy aderezados y con toda policía y cristiandad, humildes y bien criados, temerosos de
Dios y de la justicia y de Su Majestad; y tienen mucha caridad y amor de prójimos y la
tierra de buen temple, abundancia de comida, mucho pan y mucho vino, y poca carne
y mucha fruta, y rica gente de plata de Potosí y de oro de Carabaya, y amigo de los
pobres, todos se quieren como hermanos así españoles como indios, negros... *
Pero la sociedad idealizada por el cronista se modificaría sustancialmente, como los otros
escenarios andinos, a partir de las reformas borbónicas que promovieron una apertura
económica que acarrearía consecuencias en los terrenos social y étnico. Las presiones
fiscales y los cambios en el orden de la producción, el trabajo y el comercio trajeron
aparejada la integración creciente del campesinado al mercado y el principio del proceso de
desintegración de la sociedad indígena, que respondió en repetidas ocasiones a las
agresiones de la sociedad dominante.
42
La diócesis de Arequipa -cuyo obispado ocupaba el religioso del texto que presentamosestuvo desde un primer momento situada en la línea de levantamientos. Según se consigna
en la documentación de la época, la rebeldía arequipeña se había manifestado en enero de
1780, a través de pasquines colocados en las puertas de las principales iglesias (Cfr.
Godenzzi, 1995: 65), como forma de protesta ante el aumento de gravámenes y el
establecimiento de la aduana propiciados por el visitador José Antonio de Areche. Aunque
en muchas ciudades peruanas se habían producido desórdenes, en ninguna alcanzaron las
proporciones que se registraron en Arequipa26. Uno de los movimientos más importantes
fue el de la ciudad de Misti, allí donde la aduana fue cerrada ante los ataques de criollos e
indígenas (Cfr. Cháves, 1973: 47-53). Los motines de Arequipa a comienzos de 1780
ofrecieron el testimonio más persuasivo de la compleja situación que se gestaba entre las
diferentes clases sociales. Sin embargo
..."los eventos arequipeños distan mucho de ser una mera protesta antifiscal. Fue una
clara expresión de antagonismos de clase. Los que no tenían recursos, los pobres,
atacaron a los 'ricos'. Fue un frente de grupos diversos, que incluyó un contingente de
indios de las parroquias, clientes de los muleros y transportistas que se alzaron y que
eran sus patrones y socios. Indios y mestizos que acudían por igual a las tabernas y
chicherías de la ciudad, comunicaron el sentir de un inicio de hostilidades y la
oportunidad de descargar una furia que se acumulaba por décadas" (Glave: 1996).
Los primeros atisbos de la sublevación de Túpac Amaru tuvieron, en este clima de
descontento, importante repercusión entre los habitantes de esta provincia del Perú. Según
consigna Valcárcel (1975) Arequipa se convirtió en refugio de los insurrectos que huían por
el sur.
En un edicto dirigido por Túpac Amaru a sus vasallos de Arequipa, fechado el 23 de
diciembre de 1780, éste declara sus intentos independentistas, prometiendo que "en breve
se verán libres del todo", refiriéndose a las "amenazas hechas por el reino de Europa". La
autenticidad de esta pieza documental es refrendada, según Lewin (1980), en el contenido
26
... en tal distrito el corregidor no sólo había hecho tres
repartimientos de mercancía en dos años, distribuyendo bienes a los mestizos que
vivían en las haciendas así como a las comunidades indias, sino que también había
tratado de poner a mestizos, mulatos y cholos como tributarios indios, pidiendo a
los curas párrocos que revisaran el registro bautismal con objeto de precisar la
situación étnica correcta de los individuos sospechosos. Pronto las cárceles
estuvieron llenas de infortunados que no podrían cubrir el costo de todas estas
exacciones. (...) El resultado de toda esa presión fiscal fue un motín popular,
movimiento inspirado en parte por la élite local, ayudada por los franciscanos,
motín en que las casas de la aduana fueron quemadas hasta los cimientos, y su
director tuvo que huir de la ciudad para salvar la vida (Brading: 1991).
43
de un pasquín aparecido en aquella ciudad como réplica al citado edicto:
Y pues el indio ha exhortado
a criollos, atrevido
a seguir el vil partido
que alevoso ha fraguado
para que entienda el alzado
que a todas luces se engaña,
criollo es el que desengaña
y exhorta a la necia plebe
que sólo conocer debe
por Padre y Rey al de España
(Lewin, 1980: 3; Godenzzi, 1995).
En abril de 1781, un oficio del visitador general José Antonio de Areche al Virrey de
Buenos Aires le participa la prisión de Túpac Amaru y la pacificación de las provincias de
Condesuyo, Arequipa, Chumbivilcas y Tinta, entre otras (Cfr. De Ángelis, 1910, VIII: 367).
El obispado de Arequipa.
En la segunda mitad del siglo XVIII, el obispado de Arequipa se encontraba visiblemente
desarticulado a raíz de las reiteradas renuncias de varios prelados, situación que hacía
dificultoso el gobierno eclesiástico de la diócesis. La problemática socio-cultural del
momento obligaba a los obispos a intervenir en la vida cotidiana de las ciudades,
promoviendo campañas en pos de la moralidad suntuaria en los vestidos de las damas de
Arequipa y Moquegua, tratando de sanear aquel ambiente un tanto paganizado del siglo
XVIII27.
Otro debate que se instaló al promediar la centuria se basaba en el plan, propuesto al Rey
por el decimocuarto obispo, Jacinto Aguado, que esgrimía la conveniencia de que los
obispos no fueran "hijos de la tierra, sino importados de España, porque los nativos
carecen de salud y de libertad de actuar, por las muchas relaciones que les atan." (Egaña,
1966: 859). Luego de graves conflictos con las autoridades locales, Aguado tuvo que salir de
la ciudad, entregando sus poderes al cabildo.
Diego Salguero, el decimoquinto obispo de Arequipa falleció en 1769, luego de cinco
años de episcopado y le sucedió el Dr. Juan Manuel Moscoso y Peralta, quien permaneció
allí hasta 1770. Manuel Abad e Illana -hasta ese momento Obispo de Córdoba del
Tucumán-, se hizo cargo de esta sede en 1772. Su celo lo movió a remontar la problemática
27
El prelado Juan Cavero de Toledo, ya en el año 1734, había expedido un
auto que condenaba las modas de las mujeres de la diócesis, argumentando en contra
de "los faldellines altos, mangas de camisa remangadas, cuellos tan abiertos que
traen los brazos y pechos desnudos, haciendo ostentación de la deshonestidad". En
estos casos las penas se extendieron, "por cooperación", a los maridos y aún a
los sastres (Egaña, 1966: 857).
44
afrontada por los obispos anteriores, en el sentido de exigir que los curas no permitiesen
que los caciques tuvieran indias jóvenes de servicio o emitir prohibiciones acerca de los
lujosos vestuarios femeninos, pero sus intentos fueron frustrados por los mismos
corregidores y ciudadanos. Luego de la visita de Areche, el ambiente se iba condensando en
la ciudad y en la provincia. Para entonces, el obispo ya advertía al virrey Guirior acerca del
clima de revueltas que iba en aumento:
No quiero repetir a V. E. lo que sabrá muy bien, es a saber, los grandes trabajos que
suceden y tememos sucedan con los indios. Hasta ahora han sido corderos; ya van
comenzando a ser leones, y, si nos acometen, o moriremos indefensos, o nos
entregaremos a discreción. Fuerza es, pues, armarse; Arequipa no cuenta con más de
100 escopetas, y ésas de particulares... (en Egaña, 1966: 860).*
Hacia 1778 el obispo ya había solicitado que se admitiera su renuncia a la mitra, favor que
no se le concedió. Abad e Illana falleció en Arequipa el 1 de febrero de 1780.
El humilde obispo
Sucedió, como decimoséptimo obispo de Arequipa, el fray capuchino Miguel González (o
de Pamplona), uno más en la serie de obispos ultramarinos renunciantes. Los datos que la
historia nos provee coinciden con la descripción del obispo protagonista del documento que
estudiamos:
... de familia de título, marqués el padre de González, y la madre marquesa de
Burgueto; dióse el vástago a las armas en su primera juventud, hasta que, cansado de
sus galones de coronel, hízose fraile en Guastalla (Méjico). De sacerdote volvió a
España y, tras una excursión misionera por Marruecos, regresó a Nueva Granada.
Otra vez navegaba hacia España cuando, prisionero de los corsarios ingleses, fue
llevado a Londres, hasta que, liberado, pudo presentarse en Madrid (Egaña, 1966:
861).
Según relata el manuscrito, durante el año 1782 o hacia principios del siguiente, el Obispo
González pasó por la ciudad de Salta y se hospedó en el Convento de San Diego. Sin
embargo la historiografía eclesiástica poco dice de esta circunstancia:
Inquieto viajero, sorprendióle la mitra de Arequipa, y, sin poder alejarla, la hubo de
ceñir cuando en Río de Janeiro le consagró el obispo don José Mascarenhas
Castelblanco, el 30 de junio de 1782. Desde Buenos Aires, por tierra, atravesando el
Alto Perú, en febrero de 1783, entraba en Arequipa, con sus sesenta y cuatro años de
edad (Egaña, 1966: 862).
El pontificado de Fray Miguel fue breve, pues en 1785 pidió que se le exonerase de su cargo,
nombrando un auxiliar para la sede28. En los primeros meses de 1786 salió de su ciudad y,
28
Acerca de las circunstancias que pudieron determinar el rechazo del
fraile al desempeño de altas jerarquías eclesiásticas, los datos registrados por
el secretario del obispo en un libro conservado en el archivo arzobispal de
Arequipa ("Razón de lo que se va despachando por la secretaría de cámara")
permiten esclarecer que el retiro de fray Miguel estuvo acompañado de una
autorecriminación por haber aceptado un obispado para el cual ni su edad ni su
preparación anterior le capacitaban (Egaña, 1966: 862).
45
por La Paz, bajó a Arica para navegar hasta Lima. Aunque el virrey de Croix dudaba en
concederle la salida hacia la península, el obispo atravesó el mar en diciembre de 1786,
mientras en sentido contrario navegaba una real orden que disponía que se quedara en
Arequipa hasta la llegada de su sucesor.
Le sucedió Pedro José Chávez de la Rosa, oriundo de Cádiz, quien llegó a su distrito
episcopal en 1788, habiendo sido promovido a la sede sudperuana en 1786, por el papa Pío
VI. Comparada con la obra de Chávez, de memoria imperecedera en la historia de la
sociología peruana, las gestiones de los obispos anteriores parecen deslucidas y carentes del
empuje reformador que caracterizó la misión del inteligente prelado. Los intentos de
unificación del cabildo, la reforma de las monjas de Santa Catalina y la campaña de
saneamiento moral de la sociedad, en contra de las lujosas indumentarias de las mujeres,
fueron también los desafíos de su gobierno29 y demuestran que los objetivos perseguidos
por sus antecesores imponían la presencia de un prelado dispuesto a enfrentarse con las
jerarquías eclesiásticas y las autoridades civiles del momento. Sin embargo, también
Chávez se agregó a la nómina de obispos renunciantes en 1804, y se instaló en Cádiz hasta
sus últimos días.
Fray Miguel González, el humilde obispo de nuestro manuscrito, falleció en su convento de
Madrid, el 1 de marzo de 1794. Sobre los pormenores de su corta gestión Antonio de Egaña
comenta:
Bien hubiera querido fray Miguel sosegar los ánimos, ya excitados por el caso Túpac
Amaru; reformar a los sastres arequipeños y a las dueñas encopetadas disciplinarlas
un tanto, y no menos a las monjas de Santa Catalina; girar una amplia visita pastoral
y reducir a las viudas y doncellas mendicantes en el hospicio de pobres de la capital
episcopal; que el público ayunara con motivo del terremoto de 1784, cuando él
personalmente, cargado con pesada cruz y descalzo, presidió la procesión de
penitencia en su ciudad y se proponía subir al airado Misti y celebrar allí una misa;
pero, no logrando su propósito, hizo que se colocase en la boca del cráter una cruz de
hierro. Hermosas iniciativas del prelado y realidades también hermosas, como la
fundación de los capuchinos en Arica (1784), matizaron este corto pontificado...
29
El espíritu reformista que sostuvo el obispo Chávez en relación a las
tres preocupaciones mayores de su antecesor son detalladas por Egaña: "Hubo de
entender en la reforma de su cabildo, dividido desde la salida del obispo fray
Miguel por la elección del provisor (...)
Pero todavía mayores problemas le
crearon las monjas de Santa Catalina, cuya reforma había intentado su predecesor
(...) Entre estas revueltas de sacristías y conventos, Chávez se mantuvo digno y
justo; celoso contra las demasías del lujo femenino, cerró las puertas de los
templos a los indumentos indignos"... (1966: 864-65).
46
(Egaña, 1966: 862).
Escindido entre la virtud y sus secretas limitaciones, el obispo González no logró cumplir el
mandato real. Cabe preguntarse si, de haber estado presente en el fuego más intenso de la
rebelión, el fraile Miguel elegiría repudiar el movimiento o tal vez, convocando su pasado
militar, se hubiera sumado a las fuerzas insurrectas para combatir contra la injusticia y el
caos social.
47
IV. LA IMAGEN DEL INCA EN EL PENSAMIENTO ANDINO
Los recuerdos orales se presentan con una temporalidad propia y
diferente de la histórica, con categorías individuales, mas no
personales, sino ejemplares. Pero si los hombres andinos -como todos
los que participan de las culturas tradicionales- no podían ofrecernos
una visión histórica del comienzo de la dominación española y del
tiempo posterior, sí podían reaccionar y reaccionaron dando su imagen
a través del mito y del movimiento mesiánico que encierra en sí los
primeros elementos de una historicidad...
FRANKLIN PEASE
Relatos orales e historiografía andina
Las culturas narrativas orales utilizan historias de acción humana para guardar, organizar
y comunicar su saber. En estas culturas, la narración se identifica como una estructura
depositaria capaz de reunir gran cantidad de conocimientos populares en manifestaciones
relativamente sustanciales y perdurables, sujetas a la repetición. De hecho, una cultura
eminentemente oral desconoce la trama lineal climática y larga, al modo de una epopeya o
novela, pero puede organizar la narración más breve con un clímax implacable. Durante
mucho tiempo, la palabra "leyenda" ha designado a una actividad semiritual y, a la vez,
una "narración no acreditada históricamente". Esta significación de la leyenda como
noticia de acontecimientos del pasado que carece de documentación histórica, destrona a
esta forma del universo de lo "verdadero". Según Jolles, en muchos casos la "Historia"
parece actuar como enemiga de la leyenda; la amenaza, la persigue, la calumnia e
interpreta equivocadamente sus palabras:
Partiendo de una actividad mental, lo que en otra actividad mental era positivo, se
convierte en negativo, lo que fue verdad, se convierte en falsedad. La tiranía de la
"Historia" llega a afirmar que la leyenda no existe y que no es otra cosa que un muy
tímido peldaño preliminar con respecto a la "historia" misma (1977: 65).
Sin embargo, debe tenerse en cuenta que la historiografía occidental surge, en parte, del
entramado que la historia compartió con la literatura y el discurso más arcaico del mito
(Cfr. White, 1992: 62). En este sentido, es interesante recordar la observación de Raúl
Dorra, acerca de que Herotodo -el Padre de la Historia- llamaba historia (indagación) a la
parte miscelánea de su obra, mientras que a la sección que hoy llamaríamos historiográfica
-a la narración de hechos pasados- le llamaba logoi (dichos). De modo que lo que para
48
nosotros es historia, para él era "leyenda", en la medida en que las leyendas son el
resultado de un "decir", no de un "leer" (Dorra, 1995).
Muchos de los relatos legendarios relevados entre las comunidades del noroeste argentino
constituyen importantes eslabones en el proceso de articulación de las tradiciones populares
con la historia (Cfr. Poderti, 1997). Las primeras leyendas de América se gestan en el
momento mismo del encuentro entre diferentes tradiciones culturales. El aura de misterio
que envolvía al continente recién descubierto generó leyendas como las del Paitití, el
Dorado y el Amazonas (Cfr. Levillier, 1976). La leyenda del Paitití creó un espacio
imaginario en la geografía andina del descubrimiento y la conquista de América e implicó
un desarrollo significativo de la cartografía. Junto a los cálculos que pretendían,
rigurosamente, precisar las formas y dimensiones de los nuevos territorios, surgió una
geografía imaginaria, especie de horizonte onírico de los conquistadores. El ámbito del
Paitití nació como resultado del entrecruzamiento entre tres tradiciones culturales: la
dualidad andina, los sueños de los españoles y los mitos tupíguaraníes. Su localización,
durante el siglo XVII, se identifica con un ambiente selvático. Es el ámbito del Paraíso
Terrestre, que ocupa un lugar preponderante en el imaginario colonial. La selva, de ser un
espacio imaginario de la utopía andina, se convirtió en el epicentro de un movimiento social
que fortaleció la verosimilitud del Paitití y alentó a los rebeldes de Huarochirí, en 1750.
Treinta años después Túpac Amaru se proclamará soberano del Gran Paitití.
Estos y otros tantos relatos generados en los distintos momentos de la colonización
permiten el encuentro entre la memoria y lo imaginario en lo que Flores Galindo llama la
"utopía andina" (1986). En la memoria oral el recuerdo adquiere las dimensiones de mito.
En este sentido, los relatos sobre Inkarrí se integran a ese cúmulo de manifestaciones de la
cultura popular andina. En general, los diferentes relatos del ciclo mítico de Inkarri
relevados en el arco andino, coinciden en narrar que los conquistadores cercenaron la
cabeza del Inca, que desde entonces está separada de su cuerpo. Cuando ambos se
encuentren terminará ese período de desorden, confusión y oscuridad que iniciaron los
europeos, y los hombres andinos (los runas) recuperarán su historia30. El carácter
mesiánico de los relatos populares vinculaba claramente a la imagen del Inca con la ciudad
del Cuzco, cuya función como ciudad sagrada estaba ya recuperada en el siglo XVIII. Otras
manifestaciones de este mesianismo son mencionados en la documentación colonial: antes
de 1750 se informaba sobre una profecía atribuida a Santa Rosa de Lima, en la cual se
anunciaba que en dicho año se devolvería el Perú a sus legítimos dueños, los incas31. Al
30
Una concepción similar a la de Inkarri parece haber inspirado ese relato
quechua titulado "El sueño del pongo", de José María Arguedas (1986: 257-266), en
el que un colono de hacienda, humillado por un terrateniente, se imagina cubierto
de excrementos. El relato culmina con el señor a sus pies, lamiéndolo. Esta
inversión de la realidad es el viejo y universal sueño del campesino que espera
"que algún día la tortilla se vuelva". Pero en los Andes, donde los conflictos de
clase se confunden con enfrentamientos étnicos y culturales, todo esto parece
contagiado por una intensa violencia (Cfr. Flores Galindo, 1986: 21-22).
31
Según Millones, el nombre de Santa Rosa aparece asociado a profecías de
gran resonancia popular. En 1759, el indígena Antonio Calvo "seducía a sus
congéneres con vanas razones diciéndoles entre otras cosas que Santa Rosa había
pronosticado que en el año 50 volvería el Imperio del Perú a sus legítimos dueños"
(Vargas Ugarte 1956: 248). El tema fue tomado con seriedad por las autoridades que
49
momento de divulgarse la profecía aludida, circularon proclamas que exhortaban al
levantamiento indígena, en las que se indicaba la existencia de planos que señalaban los
lugares de reunión y donde debían ser capturados los españoles. Hacia 1776 un grupo de
personas anunciaban, en los caminos de Arequipa, la pronta finalización de los tiempos del
gobierno español en los Andes, afirmando que los incas volverían a gobernar.
Pronosticaban que el hecho anunciado ocurriría en el inmediato "año de los tres sietes
(1777) y que las órdenes para el alzamiento definitivo provendrían de la ciudad de Cuzco.
Estas informaciones resultan sintomáticas del ambiente mesiánico que preexistía a la
sublevación de Túpac Amaru II, y coincidían en referir la presencia de santos católicos
cuyas profecías avalaban los pronósticos, como Santa Rosa de Lima32, San Luis Beltrán y
San Francisco Solano (Pease, 1992: 320-322).
Cosmovisión incaica
En las crónicas coloniales el Inca es identificado como el "hijo del sol" y su carácter
sagrado se asienta en las genealogías de reyes que, a partir de Manco Cápac, gobernaron el
Cuzco y su creciente imperio. La tradición oral andina presenta al Inca como un ser que
sacralizaba a toda persona u objeto que tenía contacto con él. Los primeros cronistas
incluyeron en sus relatos informaciones acerca de la existencia de depósitos especiales que
conservaban las piezas de ropa que el Inca había empleado. También relataban cómo las
mujeres de los incas recogían hasta los cabellos que se les caían. De este modo, el Inca era
presentado como un mediador entre el mundo de las divinidades y el mundo de los
hombres. Algunas versiones recogen la imagen del Inca negociando conquistas y arbitrando
en los conflictos entre distintos grupos étnicos.
ejecutaron a Calvo y a cinco de los más implicados. La situación se repite en 1776
en Urubamba, en el corregimiento del Cuzco. Una vez más los indígenas o mestizos,
ante la inminencia del año de los tres sietes y como reflejo de las condiciones
que provocaron la sublevación de José Gabriel Condorcanqui, empezaron a prepararse
para el cumplimiento de las profecías de Santa Rosa. Transcurrido el año 1777 la
expectativa no se diluyó y los acontecimientos de Huarochirí en 1783 (Hidalgo,
1983:122) constituyen el testimonio de lo que parece haber sido un rezago de las
acciones de Túpac Amaru II (Cfr. Millones, 1993: 187).
32
Según subraya Franklin Pease, es interesante la mención a Santa Rosa
dentro de estos relatos proféticos, sobre todo si se recuerda que, una centuria
antes, el curaca Jerónimo Lorenzo Limaylla había presentado a las autoridades
metropolitanas un pedido para crear una orden nobiliaria para "descendientes de
ingas y moctezumas", precisamente bajo el patrocinio de Santa Rosa (Pease, 1992:
321).
50
El Inca también aparece en las crónicas del siglo XVI como el "donador" del maíz y
patrocinador de la agricultura, explicitandose que durante la vigencia de los incas se
extendió la frontera agrícola del maíz. También era considerado "dueño" de los minerales:
los mitos recogidos en la región sur del Perú actual afirman que, luego de la invasión
española, el Inca se fue al subsuelo, llevándose a sus tres mujeres: una de oro, otra de plata
y otra de cobre. Otro aspecto de la imagen del Inca es que la población andina le entregaba
gente que trabajaba para él, bajo el régimen de la mitta. Las tareas de centenares de
hombres se circunscribían a "hacer paredes" (edificios, caminos, depósitos, canales,
andenes, etc.). En los mitos recogidos por la etnología contemporánea, el Inca es presentado
como un personaje que hacía que las piedras se movieran y que las paredes se ordenaran
por sí mismas. La tradición andina también atribuye al Inca la capacidad de entregar la
tecnología y el agua, o distribuir el ganado, la ropa y otros productos agrícolas de
importancia, como el maíz y la coca.
En suma, el Inca presidía un gigantesco complejo de redistribución que organizaba la mano
de obra de los numerosos grupos integrados en el Tawantinsuyu, contando para ello con
una administración no tan numerosa como creyeron los cronistas, pero que se extendía a lo
largo del amplio territorio andino y estaba en manos de los curacas, los señores étnicos de
los Andes.
Con respecto a la legitimidad de la genealogía y los derechos dinásticos incaicos, la
tradición oral andina posterior a la invasión europea ha considerado siempre como Inca a
Atahualpa, en contra de las versiones generalizadas de los cronistas, quienes lo habían
presentado como ilegítimo y usurpador, mientras concedían a Huáscar el derecho al
poder33. Convertido en emperador, dueño de un imperio que los españoles conquistaron,
33
La versión clásica de los cronistas distinguía dos líneas genealógicas:
la de la nobleza "de sangre" y la "de privilegio", división que reproducía el
modelo de las dirigencias europeas de entonces. La primera se originaba en
señoríos ancestrales y parentelas de reyes, y la segunda era el producto de la
generosidad real al pagar los servicios prestados a las diversas causas en las que
una Corona se comprometía. Así, los nobles de sangre son, en las crónicas, los
parientes del Inca reinante y sus sucesores Este razonamiento permitía a los
cronistas establecer la ilegitimidad del gobernante que hallaron los españoles en
los Andes, pues solamente de esta manera podían considerarlo un tirano en su
sentido renacentista, detentador ilegal de un poder usurpado por la fuerza y cuya
presencia hacía legítima la conquista española. De esta manera, la invasión
europea podía ser interpretada como una gesta destinada a restituir la libertad a
un pueblo sometido al yugo injusto (Pease, 1992: 72).
51
para los cronistas el Inca se transforma en un símbolo del Tawantinsuyu. El rol de este
personaje en la historia occidental de los Andes es el de encabezar la versión de un pasado
glorioso: el origen de toda forma de vida, el héroe mesiánico de cuya reconstrucción
depende la regeneración del cosmos, el sinónimo del mundo "ordenado" quebrado por la
invasión española. Según las modernas versiones del mito de Inkarrí, el Inca se ha llevado
el orden al subsuelo, junto con la riqueza y la esperanza (Pease, 1992: 65-72).
Las leyendas del Rey Inca
Para comprender el alcance y la difusión de los motivos legendarios es necesario registrar el
trazado de un vasto territorio sobre el cual se asentó el imperio de los Incas. El
Tawantinsuyu se extendía sobre las regiones central y norte chilena y sobre la Puna de
Atacama. Tupac Yupanqui, hijo de Pachacutec, gobernó entre los años 1470 y 1488.
Durante ese período y el de su sucesor, Huayna Capac, se efectivizó el dominio del
Tucumán. Según los cronistas, Viracocha, vencedor del país de los collas, había llegado
hasta el pueblo de los Charcas, donde recibió a una delegación que iba a ofrecerle su
anexión voluntaria al imperio. Los detalles de esta ceremonia son recogidos por Ricardo
Rojas, en su relectura de Garcilaso y otros "tantos libros raros o curiosos que tratan de
América":
Los embajadores calchaquíes entregaron, en señal de acatamiento, maíz de sus
campos, lana de sus huanacos, miel de sus montes. Así quedó incorporado a los
dominios del Inca nuestro Tucumán, con el nombre que ellos le dieron. La
jurisdicción peruana, tan hermosamente ganada por el Cuzco sobre el Tucumán
(Rojas, 1912: 68).
Los conquistadores españoles del siglo XVI se sirvieron de las rutas indígenas y
especialmente de las incásicas, reafirmadas por Tupac Yupanqui y Huayna Capac . En los
últimos años, las investigaciones etnohistóricas han aportado elementos fundamentales
para los estudios sobre las etnias del área andina central y sus sistemas de vinculación (Cfr.
Mulvany de Peñaloza, 1986).
52
Este estudio de los relatos legendarios sobre el Rey Inca en el Tucumán se centra en un
corpus de narraciones orales recogidas recientemente en la localidad de Coranzuli, en el
departamento de Susques, situado al noroeste de la provincia de Jujuy (Cfr. Terrón de
Bellomo, 1995). El motivo de la inversión de papeles es el motor fundamental de estas
narraciones que intentan recomponer el ciclo mítico andino. En este universo conceptual, la
conquista significó un "pachacuti", es decir la inversión del orden. El cosmos se dividía en
dos: el mundo de arriba y el mundo de abajo; el cielo y la tierra. El orden del cosmos se
repetía en otros dos niveles. De hecho, la capital del imperio del Cuzco -como otras
ciudades del Perú- estaba dividida en dos barrios, el de arriba y el de abajo. La división en
mitades caracterizaba la visión dual, en la que las partes opuestas eran necesarias entre sí34.
Como se comprueba a través de la pervivencia de este cúmulo de relatos de Inkarrí, la
muerte de Atahualpa no fue fácilmente olvidada. Capturado en noviembre de 1532, fue
condenado al garrote en julio de 1533. La primera mención en los documentos acerca de la
idea del Inca se encuentra referida, curiosamente, no a un indio, sino a un español. En
1548, Gonzalo Pizarro, en plena rebeldía, entra al Cuzco organizando a sus hombres para
enfrentar a la corona, y se dice que los indios lo aclamaban llamándolo Inca. A partir de
allí, muchos fueron los intentos por recomponer la dinastía real perdida. Las grandes
sublevaciones andinas, como las conspiraciones, conatos o rebeliones fallidas, de una u otra
manera, han pretendido invocar la memoria de los incas, en lugares tan diferentes como
alejados: Quito, Lima y el Tucumán. El levantamiento Calchaquí, en el que entra en escena
el falso Inca Bohorquez, o la rebelión de Túpac Amaru han sido generadas por esta
necesidad de encarnar en un ser cuasi divino la conciencia de armonía social.
La concepción cíclica de los acontecimientos se genera en momentos de crisis de las
sociedades andinas. Entre 1560 y 1570, ante la propagación de epidemias mortales, algunos
profetas nativos anuncian el próximo retorno de las antiguas divinidades andinas. Hacia
1590, los indígenas interpretan el alcance de otra violenta epidemia como una venganza de
las huacas, cuyo culto había sido descuidado en favor del Dios de los blancos. En 1600,
durante el terremoto en Arequipa se vuelven a adorar las huacas y hacen sacrificios para
liberarse del mal. Más tarde, en 1780 se produce el gran movimiento insurreccional de
Túpac Amaru II, que encarnó la figura del mesías para los indígenas. En 1811, durante
una gran sequía en Lincay surge un nuevo culto de crisis (Cfr. Terrón de Bellomo, 1995).
Este resurgimiento de la figura del Inca en tiempos de catástrofe, responde a la necesidad
34
Estas inversiones
se insertaban en la vida cotidiana y tenían un
momento privilegiado para su realización: las fiestas populares. En los carnavales
europeos el orden se invertía: los de abajo se adueñaban de las plazas públicas y
se abría paso a la abolición de todas las jerarquías (Cfr. Bajtín, 1987). El
carnaval, como elemento central de la cultura popular evitaba los riesgos de la
confrontación abierta, pero también mantuvo vivas las utopías prácticas en América
(Flores Galindo, 1986: 26).
53
de crear mecanismos de defensa ante las situaciones adversas. En esos momentos históricos
se abandona el culto al Dios cristiano de los españoles y se vuelve al culto originario de las
huacas. Esta oposición semántica se estructura sobre un eje temporal sobre el cual se
ubican los diferentes elementos y actores en conflicto:
ANTES
VS.
DESPUÉS
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------Incas
vs.
Españoles
orden
vs.
caos
riqueza
vs.
pobreza
huacas
vs.
Dios cristiano
La transgresión impuesta por la llegada de los españoles busca ser contrarrestada por el
accionar de un héroe, el Inca, quien es capaz de devolver a su pueblo las condiciones de
vida que gozaran en el pasado. Las expectativas indígenas centradas en el regreso del Rey
Inca significan el resurgimiento de una nueva era que se proyecta hacia el futuro. Los
relatos legendarios funcionan, en este sentido, como un mecanismo de resistencia étnica y
social.
Las leyendas que toman como personaje central la figura del Rey Inca hacen confluir, en
una misma textura, lo individual y lo colectivo, la oralidad y la escritura, articulando una
versión de los hechos del pasado andino que demuestra la capacidad de las culturas nativas
para resignificar su propia historia. Así, la violencia de la desaparición del Rey Inca
deviene, en el nivel discursivo, en un modelo que no hace diferencia entre los modos de
representación históricos y literarios, con el fin de restaurar la justicia esperada por los
indígenas. Esta combinación simbólica se manifiesta, en las narraciones que reactualizan el
ciclo mítico del Rey Inca, en algunas marcas significativas:
a) Reconocimiento de diferentes períodos temporales o eras. Los relatos recorren los distintos
momentos de eclosión del culto nativo y sus protagonistas, en un movimiento de
periodización históriográfica que intenta ser sistematizado desde una concepción mítica. En
esta superposición bicultural de dos formas de relato -el cíclico y el lineal- queda
demostrada la convivencia de elementos de raigambre prehispánica junto a los modelos de
construcción de la historia europeos. De allí que en muchos relatos una edad nueva
sustituya a otra, desarticulándose momentáneamente el círculo del eterno retorno:
El Rey Inca Manco. Ese es otra generación. Ese lo han muerto los españoles cuando
vinieron. Porque el Rey Inca Manco Capac, ese era rico, ese un hombre que ha nacido
de una pobre, pero no carnal, sino espiritual, por la gracia de Dios en espíritu. Se ha
criado en el vientre de la moza (en Terrón de Bellomo, 1995: 107).
Antes del descubrimiento de Sudamérica, sería el Rey Inca, tenía nombre el Rey Inca,
yo no sé, de Machu Pichu, otro era Tupac Amarú, puede ser, como estos se cambiaban
siempre los años, venía otro, otro. El otro es Atahualpa. Ese era los Reyes Inca de acá
54
de antes (ibidem, 115).
b) El Rey Inca conoce donde se atesoran las riquezas que pertenecen al pueblo, pero al ser
muerto los minerales se esconden debajo de la tierra. Se instala así un nueva etapa en el ciclo
de la "rebelión de los objetos"35, motivo que aparece en varios relatos cosmogónicos de
Mesoamérica. En la cosmovisión andina, el dios Viracocha mantiene su esencia dual
reinaugurando el itinerario cíclico orden-caos. En este ritmo, las instancias se suceden como
grandes capítulos de reestructuración ambiental, en los que las riquezas y bienes pueden
aparecer a flor de la tierra u ocultarse, según el devenir de los ciclos divinos:
... Y la riqueza estaba a flote de tierra. Donde quiera sacaba oro, plata, lo que quería.
Por eso los españoles se han venido, en cuanto han descubierto, se han venido a sacar
el oro. Aquí en la cordillera cuantas minas no hay que ha dejado todo. Pero el oro lo
sacaba como maíz. Claro que el Rey estaba vivo y la riqueza a flor de tierra. El era el
dueño de las riquezas, el Rey manda. El manda toda la riqueza. Igual tiene que ser,
supongamos en España, el Rey manda. El rey manda todas las riquezas. Por eso hay
oro, hay todo. Pero está la riqueza encima, porque está el Rey. Así como Inglaterra,
todas esas partes, hay muchas naciones que maneja el Rey. Entonces la riqueza está
encima. Y si aquí hubiera estado vivo nuestro Rey Inca, hoy somos... Aquí no se iba a
conocer la pobreza. Todos tenemos oro, todo mineral a flote. Y le hubieran dejado que
viva, por supuesto que hubiera sido. Y bueno, entonces, Francisco Pizarro ha venido
con setenta soldados y le han querido llevar y él no quería ir. Para bautizarlo lo
querían llevar. Y no, no quería ir, porque no quería. Entonces ofreció el oro, para que
en fin, recompensara que lo dejen ahí. Y no lo han querido dejar, lo han tenido que
matar. -Si no vas te matamos. Y bueno, lo mataron. Y ese instante que lo mató se
perdió la riqueza adentro (ibidem, 116).
35
El motivo, tomado de la cultura maya-quiché, se recrea a partir de una
situación que sobreviene dentro de los ciclos de formación del mundo (Popol Vuh,
1985 [s. XVI]). Este episodio, que se reitera en los relatos cosmogónicos de otras
áreas de Mesoamérica como la región andina, transmite la actitud fundamental del
mundo indígena en tiempos de crisis. El cosmos está expuesto al libre juego de
fuerzas como el agua -que puede dar frutos o inundar la tierra-, el viento, el
abismo o el fuego. La cosmogonía andina enfrenta lo positivo con el caos porque el
orden y el caos son opuestos originales que plantean en el plano conceptual la
oposición conciencia/inconciencia. El dios Viracocha mantiene su esencia dual y
envía a sus hijos para ordenar ese "hervidero espantoso" que es el mundo.
55
c) Los límites espaciales sobre los que se extiende el reinado del Inca. Éstos se circunscriben a
la región andina, y especialmente a una extensa zona configurada como el ámbito del
Tucumán colonial, cuya ruta principal era el camino real, eje de las culturas incaica,
adoptado por los españoles36:
En el cerro Collamboy era el paradero. Ahí en la cordillera de Chile, en la frontera de
Chile, allí tiene otro paradero. También tiene otra ciudad grande tamaño. Pero todos
los cerros ha dominado él. Ha dado límites, todo eso ha dejado limitado el Rey Inca.
Los mojones hasta ahora están parados, los mojones que ha dejado. Ha dejado el Rey
Inca limitado todo. Como ser Salta, Jujuy, Tucumán, Catamarca, todos sus valles
están limitados por el Rey Inca Manco y que hizo a la parte de la parte de nosotros, los
dueños somos de Sudamérica, los españoles todo, más que aclarar en el mapa y listo
por donde cuerta [corta], cuerta. Por eso todo ha quedado limitado por el Rey Inca. Lo
dejó en ese libro. El Redotero (sic). Y de ahí lo han copiado, por donde separa Chile,
por donde separa la Argentina, así sucesivamente. Es un libro grande que alzan ocho
hombres. Ese libro grande que lo llevaron los españoles. Y no sé si está en Buenos
36
En este punto es oportuno aclarar que en el siglo XVII era ya visible
que muchas de las antiguas rutas de los incas se habían destruido por desuso y la
consiguiente falta de mantenimiento. La desaparición de la mecánica redistributiva
del Tawantinsuyu y la sustitución por un régimen de mercado que privilegiaba la
explotación minera, estableció otras pautas de diseño del espacio colonial. El
país andino veía trasladado su eje fundamental a la costa y a sus nuevas ciudadespuertos, y así adquirieron mayor importancia las rutas transversales que
comunicaban ciertos puntos neurálgicos enclavados en los Andes (Huancavélica,
Cuzco, Potosí) con los puertos a través de los cuales se exportaba la nueva
riqueza minera. Los Andes comenzaron así a mirar hacia el mar. La administración
española impuso la ruta del Pacífico a pesar de que, desde el siglo XVI, Juan de
Matienzo ya había propuesto la ruta atlántica del Río de la Plata como la de mayor
importancia y rentabilidad. Esta fue inaugurada y transitada, desarrollándose
ciudades importantes en el camino que conducía a Buenos Aires (Salta, Tucumán,
Córdoba, etc.). Sólo muchos años después esta ruta fue admitida, y su desarrollo
en el siglo XVIII coincidió con la creación del virreinato de Buenos Aires y la
declinación del universo comercial del Pacífico. Antes de que esto ocurriera, la
ruta del altiplano hacia el Sur sirvió para la introducción de mulas que venían
desde el Tucumán y constituyeron un importante ciclo en el comercio colonial (Cfr.
Pease, 1992: 251).
56
Aires, o está en el extranjero (ibidem, 125).
d) Los motivos de Inkarrí se integran a estas manifestaciones orales andinas: los
conquistadores cercenan la cabeza del Inca, iniciando un período de desorden natural que
persiste hasta la actualidad:
El Rey Inca vivía por acá, cerca de esto. Era una persona, pero no vivía así como en
una ciudad. El tenía parece un palacio en un cerro. Ahí vivía. (...) Entonces vino el
Rey de España para llevarlo aquí donde estaba él. Él, dice, se enterró en una campana
grande. Dice que tenía una salida para arriba de la campana. Dice que le ha dicho: Que le lleven mi cabeza, mi cuerpo no. Entonces se metió en la campana él y sacó la
cabeza por arriba de la campana y era una campana pesadísima, que nadie lo podía
alzar. Y la campana que seguía ajustando el cuello. Y justo el cuerpo quedó abajo de la
campana y la cabeza encima. Y la cabeza lo llevaron. Le cortó la cabeza directamente
con una sola campana se iba ajustando poquito a poco hasta cortarlo totalmente
(ibidem, 117).
Cuando lo mataron desapareció la cabeza, se fue al Cerro Licancaur en Chile. Es un
cerrito que parece una pirámide. En el corazón de ese cerro dice que está la cabeza del
Rey Inca. Hasta ahora (ibidem, 112).
El descuartizamiento de Túpac Amaru y su familia, así como la posterior distribución de
las distintas partes de sus cuerpos en las ciudades donde se habían propagado los focos
insurreccionales tiene, obviamente, una finalidad de escarmiento y castigo ejemplarizante,
pero también es un intento simbólico de anular la posibilidad de concreción del mito
incaico. La cabeza de José Gabriel Túpac Amaru fue enviada a Tinta, un brazo a
Tungasuca, el otro a Carabaya, una pierna a Santa Rosa (Lampa), y la otra a
Chumbivilcas; el cuerpo fue enviado junto al de su mujer al cerro de Picchu (Cuzco), para
ser quemado y sus cenizas arrojadas al río Watanay (Cfr. Anexos, VII). Se recomendó
también que fuera extinguida toda su descendencia hasta la cuarta generación. "De este
modo acabaron José Gabriel Túpac Amaru y Micaela Bastidas, cuya soberbia y arrogancia
llegó a tanto, que se nominaron reyes del Perú, Chile, Quito, Tucumán y otras partes, hasta
incluir el Gran Paitití, con otras locuras á este tono" (Cfr. De Ángelis, 1910, VIII: 377-379).
Resistencia y Tradición
Los relatos legendarios sobre el Rey Inca relevados en comunidades del noroeste argentino,
evidencian la continuidad del pensamiento prehispánico. En el siglo XVIII la imagen del
Inca se identifica con la de un héroe mesiánico, encarnada en Túpac Amaru II, pero visible
en todos los movimientos rebeldes de la centuria. Inkarrí, en este contexto, es el autor del
orden y el fundador tradicional cuya misión es la de reconstruir el mundo andino, sumido
en el caos luego de la invasión europea. "La descripción de la Conquista 'vista por los
indios' conduce a encontrar supervivencias de ella en el folklore actual. El análisis de éste
revela una lógica estructural actualizada por un tipo específico de praxis con la finalidad de
producir una reestructuración imaginaria." (Wachtel, 1976: 319).
Aunque la superioridad del español convirtió a las etnias autóctonas en pueblos
desposeídos de gran parte de sus prácticas culturales, es interesante marcar que el lugar de
enunciación desde el que se recrean estos relatos coloca en un mismo nivel a invasores e
57
invadidos. El Rey Inca es tan poderoso como el Rey de España, y el enfrentamiento entre
estos personajes se desarrolla a partir de una relación de paridad. Este plano de
significaciones, que pulsa gran parte del pensamiento andino a partir de la Colonia, es el
que permanecerá en la base de las grandes rebeliones del siglo XVIII, como la encabezada
por el Inca Túpac Amaru II, en la que el discurso rebelde supone el re-conocimiento de los
valores que otorgan a los pueblos aborígenes su derecho a la existencia.
En la subconciencia de los vencidos, la aventura y desventura de Túpac Amaru,
habiendo sido entonces una visión del pasado, lo fue también del futuro, porque este es
el papel del mito en las situaciones de crisis. Dirigido hacia los días que vendrán, la
rebelión del pueblo indígena fue también un claro retorno al mundo anterior. Esta
paradoja histórica y ahistórica, este eterno retorno, este casamiento escatológico del
cristianismo y tradición original oscura, es también el camino y el refugio de los que
padecen y de aquellos que, aplastados por la historia, vuelven sus ojos a otros tiempos,
a otros días en que incluso las piedras mandaban como dioses menores
(Tizón, 1989).
Aún vencidos por las armas y en situación colonial, los pueblos indígenas manifiestan una
intensa fidelidad a su tradición, actitud que esconde una forma de resistencia pasiva. La
tradición es un modo de rechazo silencioso y obstinado, pero renovado en cada generación.
El discurso legendario revela una dialéctica compleja, en la que la fidelidad indígena a las
antiguas costumbres se enfrenta y mixtura con el horizonte de las prácticas colonizadoras,
revelando los juegos de poder y de resistencia:
El Rey Inca era como una persona, igual, igual que Nuestro Señor Jesucristo.
También tenía sus discípulos que lo acompañaban pués. Claro, tenía sus discípulos,
doce discípulos. Igual el Rey Inca tenía sus peones".
Dios es poderoso, pero el Inca también es poderoso. Aunque le han cortado la cabeza,
pero él no ha muerto. (...) Y nuestro Señor Jesucristo también le han muerto. El para
Salvador. Por fe, por la gracia de Dios, por la gracia del Padre, ha crecido en la Virgen
María y ha nacido. Pero espíritu fue, lo han crucificado, lo han clavado, el vino. A los
tres días ha resucitado y ha vuelto a ascender a los cielos. El Rey Inca ha crecido en el
vientre de la humanidad para dominar los cerros, para dominar todo lo que hay en el
mundo entero (Terrón de Bellomo, 1995: 120, 121).
58
V. PERSPECTIVAS
...Los iniciados -que eran los burgueses de nuestro siglo- ejecutaron a
Luis XVI porque sabían que estaban en la verdad (...) La muerte del
rey no fue un crimen, sino un acto de fe. La destrucción del rey y de las
cosas de la aristocracia, puso en vigencia la revelación que habían
sufrido los revolucionarios. Claro que en América ese tipo de
revelación no pasó nunca a mayores, porque siempre careció
posteriormente de vigencia. En todos los casos se trataba del hedor que
ejercía su ofensiva contra la pulcritud y siempre desde abajo hacia
arriba. Arriba estaban las pandillas de mestizos que esquilmaban a
pueblos como los de Bolivia, Perú o Chile. En la Argentina eran los
hijos de inmigrantes que desbocaban las aspiraciones frustradas de sus
padres. Contra ellos luchaban los de abajo, siempre en esa oposición
irremediable de hedientos contra pulcros, sin encontrar nunca el
término medio. Así se sucedieron Tupac Amarú, Pumacahua, Rozas,
Peñaloza, Perón como signos salvajes. Todos ellos fueron la
destrucción y la anarquía, porque eran la revelación en su versión
maldita y hedienta: eran en suma el hedor de América (...) Y es que el
hedor tiene algo de ese miedo original que el hombre creyó dejar atrás
después de crear su pulcra ciudad.
RODOLFO KUSCH
Rebelión y escritura
El clima de rebelión que recorre todo el siglo XVIII es la respuesta a una presión tributaria
acentuada, fruto de las reformas del régimen borbónico. En el contexto de toma de
conciencia "andina" que supone esta cadena de movimientos insurreccionales, los textos
escritos plantean en términos críticos la relación entre la República de los Indios y la
República de los españoles. La dicotomía "tiranía" vs. "buen gobierno", como
reivindicación básica que ha pulsado gran parte de la producción generada en el Nuevo
Mundo a partir de la conquista hispánica, se manifiesta en los textos de este período pasquines, edictos, bandos, memoriales, cartas-, los que demuestran las alianzas de los
grupos coloniales. Estas relaciones plantean un incipiente desarrollo basado no tanto en las
necesidades de la metrópoli, sino en los requerimientos culturales de las sociedades de
América. La derrota de Túpac Amaru fue la puerta abierta para que los criollos del
virreinato peruano pudieran ligarse al movimiento independentista que patrocinaban las
burguesías exportadoras y latifundistas del norte y sur americanos, de carácter étnicoracista, de contenido colonial y forma burguesa-nacional:
59
Esto exacerbó las contradicciones interétnicas y el paradigma colonial se transcribió
estructuralmente como la pauta del progreso; entonces, la relación del campesinado
indígena con la nueva estructura política -la República- se convirtió en "problema del
indio", lo que en la instancia real no expresa otra cosa que los conflictos derivados de
la explotación agraria... (Lumbreras, 1990: 63).
La escritura de este período refleja el enfrentamiento de distintos modelos culturales, que
tejen alternativas discursivas construidas a partir de las interacciones sociales, de las
consecuencias de la vida cotidiana y de las imposiciones históricas que recaen sobre los
distintos actores de estos acontecimientos de insurgencia política. El prestigio que
encerraba la escritura para los europeos se instala en la producción de la rebelión. Desde
las primeras instancias de la conquista se había operado entre los indígenas una innegable
fascinación por la escritura europea, fascinación que agilizaría la reestructuración de los
canales comunicativos en América. A los ojos de los conquistadores, la escritura
simbolizaba, actualizaba o evocaba -en el sentido mágico primitivo- la autoridad de los
reyes españoles, poder legitimado a su vez por otras 'escrituras', que expresaba, en última
instancia, la voluntad divina. Esta hipótesis está acreditada por una observación del Inca e
historiador Titu Cusi Yupanqui, para quien los indios andinos se sorprendieron viendo a
los españoles "a solas hablar en paños blancos", es decir, leer en sus papeles. De este modo,
la cultura gráfica europea suplanta, en términos de dominación, la predominantemente
oral de los indios. "Al interiorizar, a partir de su propia percepción el 'fetichismo de la
escritura' introducido por los europeos, los autóctonos se convertirán en sus víctimas"...
(Lienhard, 1992: 30). Esta experiencia es corroborada en las palabras de José Reseguín, en
una carta al Virrey Juan José de Vértiz que da cuenta de las relaciones escritura-poder que
se instalan en el discurso de los vencedores:
Incluyo a V.E. algunos papeles que he aprendido (sic) esparcidos por los
sublevados, y me quedo con los que pueden servir para la formación de la
causa; y como estos indios se conmueven con tanta facilidad a vista de
cualquier papel, pienso escribir a todos los gobernadores, segundas y curacas
de los pueblos de esta provincia, exhortándoles á que sean leales vasallos de S.
M., y que prendan a cualquiera que se presente con semejantes papeles, y que
me lo traigan asegurado... (en De Ángelis, 1910, VIII: 512-13) *.
Rebelión y utopía
La idealización de la sociedad inca que había pulsado la historia americana desde el siglo
XVI, permite la reinstalación de la utopía andina en la figura de Túpac Amaru II, quien
constituye el símbolo de la reconstrucción de las sociedades indígenas con el apoyo de los
otros sectores sociales: criollos, mestizos, negros y aún españoles. El mito de Inkarrí
expresa, bajo el simbolismo de la resurrección del cuerpo del Inca, un proyecto de
integración geográfica y social dentro de un programa político anticolonial y con ciertos
ingredientes nacionalistas (Cfr. Burga, 1990: 29). La utopía es una dimensión que nace del
esfuerzo del mundo andino por comprender el proceso de conquista colonial, integrando los
proyectos de doblegar tanto la dependencia como la fragmentación. Pero la idea del regreso
del Inca no apareció de manera espontánea en la cultura andina, ni se trató de una
respuesta mecánica a la dominación colonial; en la memoria, previamente, se reconstruyó el
pasado andino y se lo transformó para convertirlo en una alternativa del presente (Cfr.
60
Flores Galindo, 1989).
El mito indígena del Inca en el Tucumán ya se había instalado cuando, en 1656, un andaluz
llamado Pedro Chamijo puso en marcha la idea de liberación. Este personaje encarnó el
nombre de Huallpa Inca y persuadió a los calchaquíes de que él era realmente el monarca
indígena que venía a acabar con el dominio de los blancos para devolverles su libertad (Cfr.
Herren, 1992; Piossek Prebisch, 1990). El falso Inca Pedro Bohorquez personificó, al
mismo tiempo, los proyectos del mundo indígena calchaquí y del orden español colonial37.
El proceso de imaginación y de invención dentro de dos mundos fue una más de las
estrategias de estos grupos para garantizar sus reivindicaciones del momento. Los
españoles empiezan a elaborar su propia imagen de los indígenas calchaquíes, imagen
unida a la leyenda del Gran Paitití (Hoops, 1991). En ese contexto, la resistencia en la
encomienda de Casabindo y Cochinoca en Jujuy, encabezada por el Curaca Juan
Quipildor, es demostrativa de la búsqueda de la independencia étnica, búsqueda que se
materializa en procesos de alianza tácita con los encomenderos para poder continuar
utilizando las tierras comunitarias.
37
Para lograr convencer a los pobladores de la región calchaquí de que era
descendiente de los incas, Pedro Bohórquez se había asentado en sus experiencias
previas en la región de los "Andes de Jauja", en el virreinato peruano, zona en la
que se había centrado la sublevación de Juan Santos Atahualpa. El reconocimiento
de su autoridad en la región del noroeste argentino puede vincularse, según
Franklin Pease, con la generalización, aun en aquellos territorios apartados del
Tawantinsuyu meridional, de una imagen que anunciaba el retorno del Inca,
considerado ahora como un héroe mesiánico. Bohórquez mantuvo la dirigencia
calchaquí hasta que fue apresado y ejecutado en Lima, en 1666 (Pease, 1992: 316317).
61
Ciento treinta años después del estallido calchaquí, al producirse la convocatoria de Túpac
Amaru II, las reservas étnicas de las tierras altas y su capacidad de lucha estaban
considerablemente desarticuladas. Sin embargo, en Cochinoca y Casabindo se reinstala el
conflicto más decidido. En el noroeste argentino, los levantamientos indígenas posteriores a
la sublevación de 178138, responden a un conjunto de estrategias localizadas que
demuestran la permanencia del ideal de la independencia étnica, aún cuando los planteos
"siempre fueron acotados y ceñidos a las posibilidades que ofrecía la situación de pacto o
aceptación condicionada del dominio colonial". Esta zona de los Andes es testigo de un
largo proceso de sujeción indígena que culmina con la desarticulación definitiva producida
en el siglo XIX (Madrazo, 1995: 148-152). Las modificaciones generadas por el impacto
industrial, la incorporación de la mano de obra aborigen en los ingenios y obrajes del
noroeste argentino, junto a las transformaciones demográficas y ambientales, son algunas
de las causas que impiden a los pueblos aborigenes intentar alguna forma de
reorganización que les permita retornar a sus bases ancestrales de sustento económico39.
Durante el siglo XVIII, el proceso de consolidación de la utopía adquiere una dimensión
panandina. Su territorio comprende desde Quito a Tucumán, un territorio dilatado pero
no continuo. No todos esperan el regreso del Inca, sino sólo sectores, núcleos, segmentos de
esa sociedad colonial que abriga la esperanza de hacer una revolución y expulsar a los
españoles. Así, la representación de la muerte de Atahualpa es uno de los motivos centrales
que transportan la utopía andina desde la Colonia hasta la actualidad (Cfr. Flores Galindo,
38
En el período nacional se producen varios levantamientos indígenas: en
Cochinoca los indios asumen la defensa de la tierra y el control de las extensas
Salinas Grandes, con cuyo producto se acrecentaban las actividades del trueque y
el comercio mercantil. En 1833, el cacique Catacata denunciaba la falta de
protección de la legislación vigente en lo concerniente a los derechos indígenas.
En 1872, algunos grupos indígenas solicitaron tierras en Casabindo y Cochinoca,
argumentando que las mismas pertenecían a las antiguas comunidades indígenas y no
a los descendientes de los marqueses de Tojo. A partir de este reclamo se
suscitaron conflictos desde Humahuaca hasta Yavi, con apoyos de Santa Victoria
(Salta) y Bolivia. El gobernador Sánchez de Bustamante actuó en defensa de los
indígenas, enfrentándose a los principales terratenientes de la Puna.
En el
desarrollo de estos episodios puede leerse, según Madrazo, el peso de las razones
históricas, demográficas y organizativas (desmembramiento inicial)- que
singularizan al Noroeste argentino dentro de los Andes (Cfr. Madrazo, 1990 y 1995:
149).
39
Los poemas del libro Luna Muerta -dedicado a los indios del Chaco de
Salta- del escritor salteño Manuel J. Castilla, ofrecen un testimonio de la
existencia trágica de estos indígenas en nuestro tiempo: "Los matacos no pueden
trabajar y por eso/ vienen desde la loma a vagar por el pueblo./ Andan como
soldados y si rompen la fila/ se desbandan callados igual que las hormigas./ Uno
va al almacén y otro queda mirando/ para ver si al primero le dan algún mandado./
Si consiguen dinero compran una sandía/ la parten y reparten sentados en
cuclillas./ Y mientras ellos comen esa carne encendida/ y el mediodía deshoja sus
rosas amarillas,/ me figuro que tienen en la mano y la miran/ una tajada roja del
sol del mediodía./ En la estación arrumban su miseria y sus cuerpos/ y se quedan
de pronto como mirando lejos./ Si no fuera que a ratos se paran o se sientan/ se
los confundiría con pedazos de leña. /(El aire trae de lejos el rumor de una
sierra/ y el sol funde lingotes de oro sobre la acera)./ Cambian unas palabras en
su lengua y yo pienso/que si yo fuera luna sabría ese secreto." (Castilla, 1984:
80)
62
1989; Millones, 1992).
Rebelión e independencia
Los ideales tupamaristas provocaron apuradas reformas al sistema colonial y, pocos años
más tarde, los protagonistas de las causas emancipadoras de América se apoyaron en los
mismos pilares ideológicos. Hacia fines del siglo XVIII y principios del XIX, la
trascendencia del movimiento encabezado por Túpac Amaru es recuperada por algunos
hombres claves en el proceso independentista americano: el ecuatoriano Francisco de
Santacruz y Espejo, el mendocino Juan José Godoy, el peruano Juan Pablo Viscardo
Guzmán, el bogotano Antonio Nariño y el caraqueño Francisco de Miranda. La generación
del movimiento de Mayo también se ha de sumar a la nómina: Rodríguez Peña, Castelli,
Paso, Mariano Moreno, Belgrano, entre otros cuyo accionar doctrinal y político estaba
teñido de la reivindicación de los derechos sociales indígenas. En el grupo de libertadores
que promueven el ideal incaico, debe incluirse a Simón Bolívar, quien en la carta profética
de Jamaica ataca las grandes lacras del régimen indiano: la esclavitud y el tributo (Cfr.
Chávez, 1973: 265-300).
Una tendencia significativa dentro del proceso de construcción de las nacionalidades es la
recuperación de figuras que instruyen una dimensión colectiva coherente con el imaginario
de los sectores populares. Se desarrolla así una isotopía que conecta dos figuras claves en el
proceso independentista: Túpac Amaru-Bolívar, línea que reconoce su génesis de
desarrollo historiográfico a partir de los contenidos de la carta escrita por Juan Bautista
Túpac Amaru a Bolívar el 15 de mayo de 182540. En esa misiva, el anciano que regresaba de
su largo destierro, felicitaba al "Genio del Siglo de América" por continuar la obra de su
hermano José Gabriel Túpac Amaru41:
40
Ese mismo año, poco después de recibir la carta de Juan Bautista Túpac
Amaru, Simón Bolívar escribe desde el Cuzco: "He llegado ayer al país clásico del
Sol de los Incas, de la fábula y de la historia. Aquí el sol verdadero es el oro;
los incas son los virreyes o prefectos, la fábula es la historia de Garcilaso, la
historia la relación de la destrucción de los indios por Las Casas. Abstracción
hecha de toda poesía, todo me recuerda altas ideas, pensamientos profundos, mi
alma está embelezada por la presencia de la primitiva naturaleza, desarrollada por
sí misma, dando creaciones íntimas sin mezclar algunas de la obras extrañas, de
los consejos ajenos, de los caprichos del espíritu humano, en el contagio de la
historia de los crímenes y de los absurdos de nuestra especie. Manco Capac, Adán
de los indios, salió de su Paraíso Titíaco y formó una sociedad histórica, sin
mezcla de fábulas sagradas o profanas." (en Astesano, 1979: 190).
41
Según Valcárcel, Juan Bautista Túpac Amaru fue una figura casi anónima
durante la rebelión. Su participación se circunscribe al período final del
movimiento, cuando Túpac Amaru estaba próximo a ser traicionado. Juan Bautista fue
condenado en 1781 y salvó su vida acogiéndose a un perdón general pero fue
sentenciado nuevamente en 1783 y debió salir del Cuzco desterrado. En ese año
viajó a España, donde permaneció como prisionero durante cuarenta años. A mediados
de 1813, casi treinta años después del destierro, Juan Bautista trabó amistad con
el fraile agustino Marcos Durán Martel, con quien emprende el regreso a América en
1822. Juan Bautista tenía entonces 75 años de edad. Transcurridos 70 días de
penosa navegación arribaron a Buenos Aires. Allí, un antiguo compañero de exilio Juan Bautista Azopardo- le brindó alojamiento y logró el apoyo del Estado para que
obtuviera casa y una pensión de 30 pesos mensuales durante el tiempo que
permaneciese en territorio argentino, con la sola condición de escribir sus
Memorias de puño y letra (Valcárcel: 1975: 231-232).
63
Si ha sido un deber de los amigos de la Patria de los Incas, cuya memoria me es la más
tierna y respetuosa, felicitar al Héroe de Colombia y Libertador de los vastos países de
la América del Sur, a mí me obliga un doble motivo a manifestar mi corazón lleno del
más alto júbilo, cuando he sido conservado hasta la edad de ochenta y seis años, en
medio de los mayores trabajos y peligros de perder mi existencia, para ver consumada
la obra grande y siempre justa que nos pondría en el goce de nuestros derechos y
nuestra libertad; a ella propendió Don José Gabriel Tupamaro, mi tierno y venerado
hermano, mártir del imperio peruano, cuya sangre fue el riego que había preparado
aquella tierra para fructificar los mejores frutos que el Gran Bolívar había de recoger
con su mano valerosa y llena de la mayor generosidad... (Astesano, 1979: 189).
En Argentina, la figura del Inca reaparece en el siglo XIX, durante el ciclo de la declaración
de la Independencia, en 1816. Las figuras prominentes del proceso emancipatorio, como
San Martín, Belgrano, Pueyrredón y Güemes42 -éste último de actuación clave en la guerra
gaucha del noroeste argentino-, fueron quienes promovieron el modelo de monarquía
incaica. Entre la documentación que tiene como tema principal la intención de reconstruir
la dinastía incásica se encuentra una proclama a los peruanos, firmada por Martín Güemes
y fechada en Jujuy, el 6 de agosto de 1816, en la que expresa:
...)Si estos son los sentimientos generales que nos animan, con cuánta más razón lo
serán cuando, reestablecida muy en breve la dinastía de los Incas, veamos sentado en
el trono y antigua corte de Cuzco al legítimo sucesor de la corona? (en Güemes, 1982,
3: 473)43.
42
En lo que respecta a los vínculos familiares y económicos durante el
tiempo del Virreinato en la región andina, debe tenerse en cuenta que la actividad
económica de Túpac Amaru y su familia era el arrieraje. Tinta estaba situada a
mitad de camino entre Lima y Buenos Aires, por donde pasaba la principal vía de
comunicación del virreinato y en esa ruta, el arrieraje era uno de los negocios
más importantes (Cfr. Glave, 1982: 14). En este sentido, es importante repasar la
relación que hace Eduardo Astesano: "Dado lo reducido de la sociedad virreinal,
estas familias importantes estaban ligadas entre sí por vínculos variados. Los
porteños eran vecinos de pocas cuadras. Los comerciantes enlazaban sus giros en
ataduras que nunca se podrán poner totalmente en descubierto. Lo mismo sucedía a
lo largo del Virreynato. )Hasta dónde las recuas de mulas de Juan Bautista y su
hermano no se vincularon en Salta con las de Güemes Montero, o no llegaron a
Córdoba para cargar los géneros de Castilla de don Domingo Belgrano? (Astesano,
1979: 50).
43
Resulta interesante repasar la actuación de algunos miembros de la
familia de Martín Miguel de Güemes durante la rebelión. Su padre, don Gabriel
Güemes Montero, se desempeñaba como Tesorero Ministro Principal de Real Hacienda
cuando se desató la sublevación en el Noroeste argentino. Su proceder durante
estos momentos en defensa de los intereses reales es resaltado por el Intendente
Gobernador y Capitán General de la provincia de Salta, don Andrés Mestre: "Como
tan amante al Soberano, dio [Gabriel Güemes Montero] también pruebas de buen
vasallo cuando la sublevación de la plebe en Jujuy, pues aunque incesante de día
en el trabajo de su oficina, velaba de noche sobre las armas todo el tiempo que
estuvo sitiada de los rebeldes, turnando con los demás principales vecinos,
haciendo rondas con sus dependientes, defendiéndose con ellos en la parte de la
trinchera que le tocaba, animando a la fidelidad a los desconfiados,
convenciéndolos con sus razones, disuadiéndolos de las malas intenciones que
encubrían mucho que se les conocía deseo de reunirse a los insurgentes y
asistiendo a los Cabildos y Consejos de Guerra a que era llamado para acordar con
su prudencia el mejor éxito que al fin se consiguió, tocándole mucha parte a este
64
buen Ministro de la pacificación del Perú (en Güemes, 1982, 7: 126-127).
Otro familiar de Martín Miguel de Güemes, don Juan Manuel de Güemes y Hesles,
Contador Oficial Real de las Cajas de Carangas (Oruro), fue muerto en un cruento
episodio del año 1781 por los indios leales a Túpac Amaru (Cfr. Cornejo, 1971: 13,
De Ángelis, 1910, VIII: 507).
65
La reinstalación de la corte del Inca fue tema de varias cartas entre Güemes y Belgrano,
durante el año 1816 (Cfr. Güemes, 1982, 3). Sin embargo, la idea de restauración del
reinado Inca, propuesta por el General Manuel Belgrano y acogida en el Congreso de
Tucumán, se desvaneció, aún cuando seis años más tarde desembarcaría en el Río de la
Plata Juan Bautista Túpac Amaru, medio hermano de José Gabriel, quien regresaba de su
exilio de treinta y cinco años en las prisiones africanas de Ceuta44 (Cfr. Astesano, 1979:
137). La llegada de Juan Bautista se produjo en 1822, un año después del estreno, en
Buenos Aires, de la obra de teatro La rebelión de Túpac Amaru, de Luis Ambrosio
Morante.
Rebelión e inversión de papeles
44
Recién llegado a Buenos Aires, Juan Bautista Túpac Amaru presentó una
larga solicitud relatando su infausta odisea e implorando la protección del
Gobierno. Esta solicitud, patrocinada por Juan Bautista Azopardo, fue acogida por
un decreto del Secretario de Gobierno Bernardino Rivadavia, el 24 de Octubre de
1822. Las Memorias del dilatado cautiverio de Juan Bautista en Ceuta fueron
publicadas en 1824, por la Imprenta de los Niños Expósitos. Juan Bautista Túpac
Amaru falleció el 2 de setiembre de 1827 y fue sepultado en el cementerio de La
Recoleta, Buenos Aires (Astesano, 1979: 190).
66
El desarrollo de las acciones en el marco de la gran rebelión de Túpac Amaru en la zona
andina advierte una serie de mecanismos que constituyen una reflexión dramatizada acerca
de los complejos juegos de poder gestados por los protagonistas de la sociedad colonial. La
personalidad de Túpac Amaru y la estratagema que opera en su polifacético discurso
convierten a la escritura de este período en depositaria de una gestión que nada tenía que
ver, en principio, con el propósito de romper los lazos con España. A la motivación
indigenista, las convicciones antiesclavistas45 y sus intereses reivindicatorios del incanato le
seguirá un sentido de integración peruana, variando el objetivo inicial de justicia social
hacia una clara posición independentista. En este entrecruzamiento de los diversos
intereses de castas, los indios y otros grupos no privilegiados buscan romper con el yugo
peninsular. Un grupo intermedio, predominantemente criollo, aspira a reformas que pasen
por un gobierno virreinal propio, sin desconocer la autoridad del Rey (Valcárcel, 1975).
Así, los diferentes intereses sociales se incrustan en el discurso de Túpac Amaru, quien,
mientras manifestaba su calidad de Inca ante los indígenas, cuando se dirigía a los criollos
o a los funcionarios seculares y religiosos adoptaba una táctica diferente. En sus cartas
convocatorias y edictos dirigidos a los indios, José Gabriel Túpac Amaru declaraba haber
sido encargado por reales cédulas -como "Inca del tronco principal"- de suprimir la mita,
los repartos y los empleos del Corregidor. Cuando se dirigía a los mestizos y criollos
abandonaba la estrategia simplista utilizada en las cédulas reales y se presentaba como el
Inca que asumía la defensa de sus hermanos de raza y de todos los naturales del Perú -en el
amplio sentido geográfico de la época (Lewin, 1980: 3).
La lógica discursiva de los textos tupamaristas insinúa, por un lado, la encarnación a
ultranza de la "voluntad del rey" y, por otro, el carácter "mesiánico" de su movimiento. A
partir de su argumentación, la violencia ejercida contra los funcionarios locales del mismo
rey no merecía castigo alguno, sino que era digna de premio real. Representante
autoproclamado de Dios y del rey en el Perú, Túpac Amaru II parece inscribirse en las
pautas de comportamiento andinas que sugiere el encabezado de sus cartas y manifiestos:
"Indio de la sangre real de los Incas". En una advertencia dirigida a los moradores criollos
del Cuzco, Túpac Amaru se dirige a ellos con la intransigencia que solían ostentar los Incas
frente a sus adversarios (Cfr. Lienhard, 1993: 178-179).
Otro aspecto significativo del discurso de Túpac Amaru está integrado por la influencia
ideológica de los Comentarios Reales del Inca Garcilaso de la Vega46. El líder rebelde
45
El 10 de noviembre de 1780, Túpac Amaru dicta su "Bando de libertad de
los esclavos" documento de fundamental importancia en la historia de la
esclavitud. Cabe recordar que esto ocurre antes de la Revolución Francesa, en un
momento en el que la abolición de la esclavitud era considerada todavía una
utopía. El riesgo espiritual de Túpac Amaru al declarar la libertad de los
esclavos que se enrolaran en sus ejércitos indica un avance ideológico, un toque
de modernidad desusado para la época. Representa la socialización de los medios de
producción, ya que el negro era el equivalente de la máquina en estas regiones.
46
Túpac Amaru había adquirido una colección de las obras de Garcilaso,
impresas por Andrés González Barcia en 1723-24, según constaba en las aduanas
españolas del puerto del Callao. En 1782 las autoridades españolas consideraban el
peligro político que representaba la obra del Inca Garcilaso, porque restituia el
pasado incaico, el rol mesiánico del Inca y además incluía, en el prólogo firmado
por Gabriel de Cárdenas, el relato de una profecía recogida por Sir Walter Raleigh
en el siglo XVI, donde se mencionaba el apoyo inglés que lograría devolver a los
incas su lugar en el gobierno del Perú (Pease, 1992: 324).
67
encontraba, en el contenido confesionalmente católico y en las ideas elevadas acerca del rol
de los incas, un respaldo para su táctica política aceptable para la Iglesia y concordante con
la atmósfera que se respiraba en la época (Cfr. Lewin, 1980).
Asimismo, la rebelión indígena incorporó contradicciones que reflejaban la ambigüedad de
un movimiento de masas dirigido por los privilegiados. El fin de los abusos coloniales podía
dar lugar a una sociedad más equitativa, pero la sociedad que la élite imaginaba seguía
siendo jerárquica, manteniéndose los privilegios derivados de su pasado incaico y del
detestado régimen hispánico (Cfr. Flores Galindo, 1976).
En ese mundo colonial fragmentado, el personaje del humilde fraile que llega a Salta
vistiendo el hábito capuchino es un símbolo de los papeles que desempeñaron el clero y los
otros sectores sociales en el espacio revolucionario. El ambiente en el que se halló inmerso el
obispo González se presentaba especialmente dúctil a las alianzas de entre las distintas
élites y masas rurales.
Algunos aspectos de las rebeliones andinas delatan, en la interacción de los diferentes
sectores sociales en juego, el fenómeno de la inversión de papeles, costumbre conocida en
los carnavales europeos (Cfr. Mörner, 1989). En esta atmósfera de transgresiones y
permutaciones los actores se escinden y confunden: obispos que parecen pobres frailes,
indios que se vuelven obispos, obispos que se transforman en soldados, mujeres que son
reconocidas como jefes militares de la revolución, funcionarios despiadados que esconden
su identidad debajo de un hábito franciscano...
Además de la obra de Garcilaso, el proceso de idealización de la sociedad inca se
manifiesta en otros cronistas como Cabello Balboa, Anello Oliva, Martín Morúa,
Santacruz Pachacuti y Guamán Poma. En estos textos se intenta una reivindicación
de lo indígena, difundiendo una visión contraria a la que promoviera el Virrey
Toledo en el siglo XVI. Garcilaso escribe una versión cuzqueña de la historia
inca, en la que se presenta una sociedad sin mal, sin explotación, sin injusticias
y donde el Inca actuaba como un buen y paternal gobernante. Se construye así una
imagen histórica que integrará el imaginario colectivo de los diferentes sectores
indígenas. A diferencia de Garcilaso, la crónica de Guamán Poma de Ayala es en sí
una forma de fundamentar la legitimidad de las noblezas de origen pre-inca para
asumir el control del gobierno local dentro del contexto colonial, proponiendo una
separación de la República de Indios y la de Españoles. En esa idea de devolver el
poder a las verdaderas aristocracias indias reside la dimensión política y utópica
de Guamán Poma (Cfr. Burga, 1990: 81-82).
68
La historia también abre paso a la ficción y estos paralelismos inauguran la posibilidad de
que, en este clima de roles intercambiables, tal vez la misteriosa figura del obispo del
manuscrito de Salta hubiera podido corresponder con la de un fugitivo que, impostando la
personalidad de religioso, huía de la sublevación y de la muerte...
69
BIBLIOGRAFÍA
1. Estudios:
ACEVEDO, Edberto Oscar
1960 "Repercusión de la sublevación de Túpac Amaru en el Tucumán", en Revista de
Historia de América, México: Instituto Panamericano de Geografía e Historia, NE
49, Junio de 1960.
1965
La Intendencia de Salta del Tucumán en el Virreinato del Río de la Plata, Mendoza:
Universidad Nacional de Cuyo, Facultad de Filosofía y Letras, Instituto de Historia.
ADORNO, Rolena
1986 "Literary production and suppression: reading and writing about amerindians in
colonial Spanish America", en revista Dispositio, Michigan: Universidad de
Michigan, vol. XI, NE 28-29.
ALONSO, Ricardo
1995 Diccionario minero. Glosario de voces utilizadas por los mineros de Iberoamérica,
Madrid: Museo Nacional de Ciencias Naturales - Consejo Superior de
Investigaciones Científicas, Monografías.
ANÓNIMO
1985 Popol Vuh o Libro del Consejo de los Indios quichés [s. XVI], Buenos Aires:
Sudamericana (Trad. Miguel Angel Asturias y J. M. González de Mendoza).
ARCHIVO DE SANTIAGO DEL ESTERO
1929 Revista del Archivo de Santiago del Estero, Santiago del Estero: ASE, NE 20.
ARGUEDAS, José María
1986 Los ríos profundos. Cuentos escogidos, Chile: Ayacucho, Prólogo: Mario Vargas
Llosa.
ASSADOURIÁN, Carlos, et. al.,
1992 Historia argentina, Buenos Aires: Paidós.
ASTESANO, Eduardo
1979 Juan Bautista de América, Buenos Aires: Castañeda.
AUSPURG, Jorge y SOLÁ, Miguel
1982 Arquitectura Colonial de Salta, Salta: Cuadernillos "Pax et Bonvm".
BAJTÍN, Mijail
1987 La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento, Madrid: Alianza.
70
BAYER, Osvaldo
1996 "Indios y quebrados", en Diario Página 12, Buenos Aires, 27 de enero.
BAZÁN, Armando Raúl
1986 Historia del Noroeste Argentino, Buenos Aires: Plus Ultra.
BERNAL, Irma
1984 Rebeliones indígenas en la Puna, Buenos Aires: Búsqueda-Yuchán.
BIDONDO, Emilio
1980 Historia de Jujuy, Buenos Aires: Plus Ultra.
BOMAN, Eric
1992 Antigüedades de la región andina, Jujuy: Universidad Nacional de Jujuy. Primera
versión al español de la edición original en francés de 1908.
BRADING, David A.
1991 Orbe indiano. De la monarquía católica a la república criolla, 1492-1867, México:
Fondo de Cultura Económica.
BURGA, Manuel
1988 Nacimiento de una utopía: muerte y resurrección de los Incas, Lima: Instituto de
Apoyo Agrario.
1990
"La región andina: integración, desintegración. )Historia hacia adentro o historia
hacia afuera?" y "La emergencia de lo andino como utopía (siglo XVII)", en Los
Andes: el camino del retorno, Quito: ABYA-YALA.
BUSTO, José Antonio del
1981 José Gabriel Túpac Amaru antes de su rebelión, Lima: Pontificia Católica del Perú.
CARRILLO, Joaquín
1877 Jujui, provincia federal arjentina. Apuntes de su historia civil, Buenos Aires.
CARRIZO. Juan Alfonso
1989 Cancionero popular de Jujuy, Jujuy: Universidad Nacional de Jujuy.
CASTILLA, Manuel J.
1984 Obras Completas, Buenos Aires: Corregidor, Tomo I (Poesía).
CONTI, Viviana
1989 "Prólogo" a Entradas al Chaco, Jujuy: Universidad Nacional de Jujuy.
CORNEJO, Atilio
1934 Apuntes históricos sobre Salta, Buenos Aires: Ferrari Hnos.
1971
Historia de Güemes, Salta: Agrupación Tradicionalista "Gauchos de Güemes",
71
Segunda Edición.
1977
"La fecha de la fundación de Salta", Separata de Investigaciones y Ensayos, Buenos
Aires: Academia Nacional de la Historia, NE 22.
CHÁVES, Julio César
1972 Túpac Amaru, Buenos Aires: Asunción.
DE ÁNGELIS, Pedro
1910 Colección de obras y documentos relativos a la Historia antigua y moderna de las
provincias del Río de la Plata, Buenos Aires: Lajouane & Cía. Editores, Tomos IV y
VIII.
DORRA, Raúl
1995 "Grafocentrismo o fonocentrismo (perspectivas para un estudio de la oralidad)",
Conferencia de las II Jornadas Andinas de Literatura, Tucumán: JALLA, en
prensa.
DURAND, José
1974 "El influjo de Garcilaso Inca en Túpac Amaru", en Realidad Nacional, Lima:
Retablo de Papel.
DURAND FLÓREZ, Luis (editor)
1980 Colección documental del bicentenario de la revolución emancipadora de Túpac
Amaru, Lima: Comisión Nacional del Bicentenario de la Rebelión Emancipadora de
Túpac Amaru, tomos I-V.
EGAÑA, Antonio de
1966 Historia de la Iglesia en la América Española. Desde el descubrimiento hasta
comienzos del siglo XIX. Hemisferio Sur, Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos.
FIGUEROA SOLÁ, Eulalia
1984 "La etapa del apogeo salteño", en Estudio socio-económico y cultural de Salta,
Salta: Universidad Nacional de Salta, Tomo III, área histórica.
FLORES GALINDO, Alberto
1976 "Túpac Amaru y la sublevación de 1780", en Flores Galindo, et. al., Túpac Amaru
II, 1780. Sociedad colonial y sublevaciones populares, Lima: Retablo de papel.
1986
Europa y el país de los incas: la utopía andina, Lima: Instituto de Apoyo Agrario.
GALEANO, Eduardo
1991 Memoria del fuego (II) Las caras y las máscaras, México: Siglo XXI editores.
GARCILASO DE LA VEGA, el Inca
1943 Comentarios reales [1609], Buenos Aires: EMECÉ.
72
GLAVE, Luis Miguel
1982 La rebelión de Túpac Amaru, Cuzco: Centro de Estudios Rurales Andinos
"Bartolomé de las Casas".
1992
Vida, símbolos y batallas. Creación y recreación de la comunidad indígena. Cusco,
siglos XVI-XX, Lima: Fondo de Cultura Económica.
1996
"The 'Republic of Indians' in revolt (c.1680- c.1790), en Salomon, Frank y
Schwartz, Stuart (eds.) The Cambridge History of the native peoples of the
Americas, South American Volume (s), en prensa.
GODENZZI, Juan Carlos
1995 "Discursos y actos de rebelión anticolonial: textos políticos del siglo XVIII en los
Andes", en César Itier (compilador), Del siglo de oro al siglo de las luces. Lenguaje
y sociedad en los Andes del siglo XVIII, Cuzco: Centro de Estudios Rurales Andinos
"Bartolomé de las Casas".
GONZÁLEZ, Pedro
1993 "El marquesado de Tojo. De San Bernardo de Tarija a San Salvador de Jujuy", en
Revista Claves, NE 24, Año II.
GÜEMES, Luis
1982 Güemes documentado, Buenos Aires: Plus Ultra, tomos 3 y 7.
HERREN, Ricardo
1992 Indios carapálidas, Buenos Aires: Planeta, Serie "Memoria de la Historia".
HIDALGO, Jorge
1983 "Amarus y cataris. aspectos mesiánicos de la rebelión indígena de 1781 en Cuzco,
Chayanta, La Paz y Arica", Revista Chunqará, Arica, Chile: Universidad de
Tarapacá, NE 10.
HOOPS, Terry
1991 "Colonialismo, resistencia y la invención de la etnicidad en los Andes argentinos: el
caso del falso Inca", trabajo presentado en las reuniones anuales de la Asociación
Americana de Antropología, Chicago (Trad. Patricia Hoops).
JOLLES, André
1971 Las formas simples, Santiago de Chile: Editorial Universitaria.
KUSCH, Rodolfo
1977 El pensamiento indígena y popular en América, Buenos Aires: Hachette.
1986
América profunda, Buenos Aires: Bonum.
LARROUY, P. A.
73
1927
Documentos del Archivo de Indias para la Historia del Tucumán, Tolosa:
Imprimerie et Librairie Edouard Privat, Tomo Segundo.
LEONI PINTO, Ramón
1994 "La historia oral en el noroeste argentino", en Revista Diálogos, NE 6.
LEVENE, Ricardo, et. al.
1938 Historia de la Nación Argentina (desde los orígenes hasta la organización definitiva
en 1862), Buenos Aires: Imprenta de la Universidad, Vol. IV.
LEVILLIER, Roberto
1976 El Paitití, el Dorado y las Amazonas, Bs. As.: EMECÉ.
LEWIN, Boleslao
1967 La rebelión de Túpac Amaru y los orígenes de la Independencia en Hispanoamérica,
Buenos Aires: Sociedad Editora Latino Americana S.E.L A, Tercera edición
ampliada.
1970
Túpac Amaru, Montevideo: Colección los Nuestros.
1976
La insurrección de Túpac Amaru, Buenos Aires: Editorial Universitaria.
1980
"Significado de la rebelión de 1780 encabezada por Túpac Amaru", diario La
Nación, Domingo 12 de octubre, 4a. Sección, p. 5.
LIENHARD, Martin
1992 La voz y su huella. Escritura y conflicto étnico-cultural en América Latina, 14921988, Lima: Horizonte.
1993
"Nosotros hemos resuelto y mandamos... Textos indígenas destinados a los extraños",
en Revista de Crítica Literaria Latinoamericana, Lima, Año XIX, NE 38.
LIZÁRRAGA, Reginaldo de
1928 Descripción Colonial [1603], Buenos Aires: Librería La Facultad, Tomos I y II.
LIZONDO BORDA, Manuel
1941 Historia del Tucumán (siglos XVII y XVIII), Tucumán: Universidad Nacional del
Tucumán.
1952
"Investigadores e historiadores. Documento y tradición oral", en Norte Argentino,
119, Tucumán, III, pp. 22-23).
LÓPEZ BARALT, Mercedes
1987 El retorno del Inca Rey: mito y profecía en el mundo andino, Madrid: Playor.
LUMBRERAS, Luis G.
1990 "Consideraciones preliminares para la crítica de la razón colonial", en Los Andes:
74
el camino del retorno, Quito: ABYA-YALA.
LUNA, Félix
1996 Historia Integral de la Argentina, Buenos Aires: Planeta, Tomo I.
MATA DE LÓPEZ, Sara
1990 "Estructura agraria. La propiedad de la tierra en el valle de Lerma, valle Calchaquí
y la frontera este (1750-1800)", en Revista Andes, Salta: CEPIHA, Centro
Promocional de Investigaciones en Historia y Antropología, Facultad de
Humanidades, Universidad Nacional de Salta, NE 1.
MADRAZO, Guillermo
1982 Hacienda y encomienda en los Andes. La Puna argentina bajo el marquesado de
Tojo. Siglos XVII-XIX, Buenos Aires: Fondo Editorial.
1995
"Historia de un despojo: el indigenado del noroeste argentino y su transformación
campesina", en Revista Andes, Salta: CEPIHA, Centro Promocional de
Investigaciones en Historia y Antropología, Facultad de Humanidades, Universidad
Nacional de Salta, NE 6.
MARIÁTEGUI, José Carlos
1969 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana, Lima: Biblioteca Amauta. 16a
Edición.
MILLONES, Luis
1992 Actores de altura, Lima: Horizonte.
1993
"Poemas y canciones en honor de Santa Rosa: profecías del pasado, voces del
presente", en Revista de Crítica Literaria Latinoamericana, Lima, Año XIX, NE 37.
MÖRNER, Magnus
1989 "Los indios como objetos y actores en la historia de Latinoamérica", en Revista
Anales, Gotemburgo: Instituto Iberoamericano, Universidad de Gotemburgo, NE
1.
MÖRNER, Magnus, TRELLES, Efraín
1985 Dos ensayos analíticos sobre la rebelión de Túpac Amaru en el Cuzco, Estocolmo:
Universidad de Estocolmo, NE 2.
MULVANY DE PEÑALOZA, Eleonora
1986 "Nuevas evidencias de la ocupación incaica en el valle de Lerma", en Revista
Runa. Archivo para las ciencias del hombre, Buenos Aires: Instituto de Ciencias
Antropológicas - Universidad de Buenos Aires, Vol. XVI.
ONG, Walter J.
1993 Oralidad y Escritura. Tecnologías de la palabra, México: Fondo de Cultura
Económica.
75
O'PHELAN GODOY, Scarlett
1988 Un siglo de rebeliones anticoloniales. Perú y Bolivia 1700-1783, Cuzco: Centro de
estudios Regionales Andinos Bartolomé de Las Casas.
ORDAZ, Luis
19801986 "Nacimiento del Teatro", en Historia de la literatura argentina. I. Desde la Colonia
hasta el Romanticismo, Buenos Aires: Centro Editor de América Latina.
PÁEZ DE LA TORRE, Carlos (h)
1987 Historia de Tucumán, Buenos Aires: Plus Ultra.
PALOMEQUE, Silvia
1995 "Intercambios mercantiles y participación indígena en la 'Puna de Jujuy' a fines del
período colonial", en Revista Andes, Salta: CEPIHA, Centro Promocional de
Investigaciones en Historia y Antropología, Facultad de Humanidades, Universidad
Nacional de Salta , NE 6.
PAZ, Gustavo
1995 "Tierra y resistencia campesina en la Puna de Jujuy. 1875-1910", en Revista Andes,
Salta: CEPIHA, Centro Promocional de Investigaciones en Historia y
Antropología, Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Salta , NE 6.
PEASE, Franklin
1991 Los últimos incas del Cuzco, Madrid: Alianza Editorial.
1992
Perú. Hombre e historia entre el siglo XVI y el XVIII, Lima: Edubanco, II.
PIOSSEK PREBISCH, Teresa
1990 Pedro Bohorquez. El Inca del Tucumán, Tucumán: Ed. de la autora.
PISTOIA, Benito Honorato
1989 Los franciscanos en el Tucumán y en el Norte Argentino. 1566-1973, Salta: Talleres
Gráficos Diario El Tribuno.
PODERTI, Alicia
1994 "La voz de los vencidos en cinco diarios de viaje del siglo XVIII", en Revista
Anales, Instituto Iberoamericano de la Universidad de Gotemburgo, NE 5-6.
1995a Textos del Tvcvmán Colonial, Salta: CIUNSa. - Universidad Nacional de Salta.
1995b San Ramón de la Nueva Orán: una ciudad, muchas historias, Salta: Fundación
Banco del Noroeste.
1997
El rostro legendario de la historia. La leyenda como fuente para la historia del
noroeste argentino, México: Morphé.
76
POMA DE AYALA, Felipe Guamán
1980 Nueva Coronica y Buen Gobierno, [1615], México: Siglo XXI. Eds. John Murra y
Rolena Adorno, con traducciones de Jorge L. Urioste, 3 vols.
REYES GAJARDO. Carlos
1968 La ciudad de Esteco y su leyenda, Tucumán: Universidad Nacional de Tucumán.
RODRÍGUEZ, Héctor, BULIUBASICH, Catalina
1995 "Degradación ambiental y conflicto étnico en el sector nororiental del Chaco
salteño", en Revista Andes, Salta: CEPIHA, Centro Promocional de Investigaciones
en Historia y Antropología, Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de
Salta , NE 6.
ROJAS, Ricardo
1912 Blasón de Plata, Buenos Aires: Siberio.
19481949 Historia de la literatura argentina, Buenos Aires, Losada.
ROWE, John
1976 "El movimiento nacional inca del siglo XVIII", en Flores Galindo, Túpac Amaru II1780. Sociedad colonial y sublevaciones populares, Lima: Retablo de Papel.
SANTAMARÍA, Daniel
1995 "Las relaciones económicas entre tobas y españoles en el Chaco occidental, siglo
XVIII" en Revista Andes, Salta: CEPIHA, Centro Promocional de Investigaciones
en Historia y Antropología, Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de
Salta, NE 6.
SILVERBLATT, Irene
1990 Luna, sol y brujas. Género y clases en los Andes prehispánicos y coloniales, Cuzco:
Centro de Estudios Regionales Andinos "Bartolomé de las Casas".
STERN, Steve J.
1987 "The Age of Andean Insurrection, 1742-1782: A Reappraisal", en Resistance,
Rebelion, and Consciousness in the Andean Peasant World. 18th to 20th centuries,
Madison: U of Wisconsin Press.
SZEMINSKI, Jan
1983 La utopía tupamarista, Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú.
TERRÓN DE BELLOMO, Herminia
1995 Continuidad de la memoria. Relatos orales de Jujuy, San Salvador de Jujuy,
Universidad Nacional de Jujuy.
TIZÓN, Héctor
1989 "Prólogo" a José Gabriel Túpac Amaru, Jujuy: Universidad Nacional de Jujuy.
77
TOSCANO, J.
1907 El primitivo obispado del Tucumán y la Iglesia de Salta, Buenos Aires: Biedma e
Hijo.
UNIVERSIDAD NACIONAL DE JUJUY
1989 José Gabriel Túpac Amaru, Jujuy: Universidad Nacional de Jujuy, (reedición de la
Colección de Pedro De Ángelis. Prólogo de Héctor Tizón).
VALCÁRCEL, Daniel
1946 Rebeliones indígenas, Lima: PTCM.
1970
Túpac Amaru. El revolucionario, Lima: Moncloa Campodónico, colección Tiempo.
1975
La rebelión de Túpac Amaru, México: Fondo de Cultura Económica.
1977
Túpac Amaru, precursor de la independencia, Lima: UNMSM.
VARGAS UGARTE, Rubén
1956 Historia del Perú. Virreinato (siglo XVIII) 1700-1790, Librería e Imprenta Gil S.A.
VERGARA, Miguel Angel
1961 Orígenes de Jujuy (1535-1600), Jujuy: Gobierno de la Provincia de Jujuy, 2da.
edición.
WATCHEL, Nathan
1976 Los vencidos. Los indios del Perú frente a la conquista española, Madrid: Alianza.
WHITE, Hayden
1992 El contenido de la forma. Narrativa, discurso y representación histórica, Barcelona:
Paidós.
2. Archivos consultados
ASE
Archivo de Santiago del Estero (Argentina)
ABHS Archivo y Biblioteca Históricos de Salta (Argentina)
ACSF
Archivo del Convento de San Francisco (Argentina)
AHPJ
Archivo Histórico de la Provincia de Jujuy (Argentina)
AGN
Archivo General de la Nación (Buenos Aires, Argentina)
78
ANEXOS
I. Versión paleográfica y descripción del documento del Convento San Francisco.
El folio manuscrito ha pertenecido, indudablemente, a uno de los libros del Convento de
San Diego de Salta, al que nos referimos anteriormente. El papel es de filigrana liso, de
conservación regular, con marcas horizontales que revelan que, durante tiempo
pronunciado, el documento fue archivado como rollo plegado. La interlínea es de
aproximadamente 7 milímetros y la tinta es negra. El texto ostenta pocas abreviaturas -las
corrientes del siglo XVIII- y está escrito en letra humanística o itálica, con caligrafía clara,
propia de la escritura procedente del ámbito eclesiástico. La conservación del documento es
regular, puesto que el papel está muy deteriorado en sus bordes superior, inferior y lateral
derecho. Los rasgos grafológicos coinciden con los del Padre Francisco Pacheco Borges,
encargado de redactar los libros del convento hacia fines del siglo XVIII, como se deduce
de un análisis comparativo con otra documentación encontrada en el mismo Archivo.
La copia paleográfica del documento responde a las normas de transcripción vigentes,
aprobadas en la Reunión Interamericana de Archivos, Washington, 1915. Por lo tanto se
han desarrollado las abreviaturas, se ha mantenido la puntuación indispensable para la
interpretación del texto, se ha conservado el valor fonético de las formas manuscritas, se ha
respetado la acentuación original, restituyendo los acentos en las palabras cuyo sentido lo
requerían. Asimismo se ha remitido, mediante signos topográficos, a las características
semánticas del original, respetándose la composición gráfica, las sangrías y espacios
significativos. Para hacer más ágil la lectura del texto, se han anotado por aparte las
equivalencias ortográficas, morfológicas y las abreviaturas empleadas.
[Folio 1]
[roto] Don Joseph Pérez, Clérigo presbítero natural de los Abojarras, en el Reyno de
Granada.
[roto] ayuda de Cámara, o mayordomo: Don Pedro Ordiguiandi, natural de Navarra la
baja; un cocinero; un médico; y tres criados.
Se hospedaron, esa vez, su Señoría
Il[us]t[rísi]ma, su confesor y compañero lego en la celda de nuestros Provinciales. Su
secretario y Clérigo Condatario, en la de nuestros secretarios: los demás en otra celda.
Su Il[us]t[rísi]ma dixo missas dos días en la celda ó capilla de San Francisco Solano.
Es de notar que este Obispo solo tenía de Obispo el sombrero negro aforrado de verde,
y una crus pequeña pendiente del cuello por pectoral, en todo lo demás, era un pobre
frayle capuchino con la barba de palmo y medio, el habito mui angosto, color de
chocolate, descalso en todo, con solo unas suelas que resguardavan las plantas de los
pies, y en todo parecía un esqueleto tapado con el pobre hábito franciscano.
Fue hospedado con la desencia y manutención correspondiente, no obstante
lo repentino de su llegada, y satisfacción de frayle Francisco. Agradeció, este señor el
hospedage con benignidad, y al salir deste conv[en]to encargó aesse Prelado dos
79
missas resadas, y dio de limosna treinta y dos pesos.
Día 23 deste mes salió su Il[us]t[rísi]ma desse conv[en]to, dándonos su bendición, lo
acompañó la comunidad hasta la orilla desta ciudad, y desde ally lo acompañó un
religioso hasta la distancia de media legua, y siempre a pie, y después lo alcansó su
familia. Ninguna persona seglar lo acompañó, salvo D[o]n Lorenzo Rico forastero,
pues éste sabe de atenciones.
Circunstancias desse S[eñ]or Obispo
Esse Señor es quarto, tercero, segundo, y nieto, y hijo de condes y marqueses: por
muerte de su Padre heredó esse Señor el Marquesado de Gonsales en el mesmo Reyno
de su patria: militó en los Reales Exercitos de S.M.C. y llegó a ser Coronel del
Regimiento de Murcia. Renunció el honor militar en el rey, y el marquesado en su
segundo hermano, y año 1751 entró a la religión capuchina de N[uestr]o P[adr]e
S[a]n Francisco de Italia: a los seis meses de professo, huvieron ascensos en ottro
exército, y como por avido no lo avian anotado fue promovido al grado de Brigadier, lo
que entendido p[o]r el S[eño]r Rey D[o]n Fernando 6E mandó se le remitiera la
patente de tal Brigadier, y que resolviera; respondió por gracia, q[u]e q[uan]do [roto]
renunció los honores y bienes que podiera tener el [roto] pero [roto] la Iglesia Santa, y
El Rey le dieron [roto] y así [roto]
[Folio 1 vta.]
que admitía el honor de Grado, sin exersicio, y sin sueldo [roto] hermano que le
socedió en el marquesado era también militar, y [roto] en el Morro de la Habana
q[uan]do los Ingleses la combatieron por los años 1762; de cuya gran defensa hasta
morir le concedió S.M.C. el honor de Conde del Asalto, y como no lo podía gozar el
que lo ganó con perder la vida en la gerra , passó al tercero y último hermano la
herencia del marquesado de Gonsales, que renunció nuestro obispo, el otro
marquesado por muerte de la madre dellos, y el condado ganado en el [roto] Esse
tercero hermano, en este año 1782 el [Governador y Capi] [tachado] Teniente General
del Real Exercito, Governador y Capitán General de toda Cataluña. Nuestro Obispo en
la orden nunca tuvo oficio, porque los [omitió] [tachado] repugnó, solo si pretendió,
desde Italia, ir a milliones de infieles, no lo consiguió por opo[tachado]sición del
Duque de Parma, y la Princesa de Asturias no admitió obispado en Italia siéndole
ofrecidos: fué mandado a España por asumptos graves de su religión, los que evacuó
con felicidad: fue mandado p[o]r el Rey a Filipinas y Cartagena de Indias con 42
religiosos en calidad de Presidente, y los puso en milliones, fundó un Hospicio con
quatro religiosos, celebró ally Capítulo Provincial, en Cartagena, regressó a España
en donde su hospicio fue confirmado por El Rey en calidad de cov[roto] como [?] en el
Reyno de México y lo anexó, se sucitó discordia entre dos Obispos en puntos de
jurisdición, con Breve Pontificio lo mandó El Rey D[o]n Carlos en calidad de Nuncio
Apostólico avilitar ally cinco obispados con facultad de remitir obispo a Europa, todo
se compuso, y dando la vuelta segunda ves a España, dió buena cuenta de su comisión,
los 37 religiosos que trajo a Indias en esta segunda venida, los colocó en milliones que
fueron de Jesuitas: fue electo vic[ari]o G[ene]ral del Exército q[u]e iba contra
Menorca, lo que no se verificó, porq[u]e El Rey lo diputó para venir aeste Reyno del
Perú a componer las alteraciones precentes de J[ose]ph Miguel Tupac Amaru, y como
en estas tierras tiene gran parte el Estado Eclesiástico, lo obligaron a aceptar la
80
dignidad Episcopal del Obispado de Arequipa que estava vacío, para deste modo ser
mas atendido de los Ministros que no atienden al pobre frayle. El Rey le dio 42 Mil
pesos para su vestuario y conducción: de Madrid caminó a Lisboa, dessa vino a Rio de
Janeiro en donde se consagró, de aquí por S[an]ta Catalina - Rio Grande á
Montevideo: su equipage mandó por Cabo de Hornos a su obispado [roto] B[ueno]s
Ay[re]s gastó 15 dias hasta esta ciudad, p[o]r la posta con dos carreton [roto]: va a
Chuquisaca, Potosí, Oruro, Paz y Cusco [roto] y dara la buelta á Arequipa.
[roto]
[sobre el margen izquierdo, en forma vertical] Desde B[ueno]s Ay[re]s empeso
adevengar todas las rentas de su obispado q[u]e son secenta mil pesos, y los sueldos de
brigadier vivo en Indias [raya de cuatro cm.].
Equivalencias
adevengar: a devengar
aesse: (contracción) a ese.
aeste: (contracción) a este.
aforrado: forrado.
alcansó: alcanzó.
ally: allí.
asumptos: asuntos.
avian: habían.
avido: habido.
avilitar: habilitar.
buelta: vuelta.
crus: cruz.
dellos: (contracción) de ellos.
descalso: descalzo.
desse, dessa: (contracción) de ese, de esa.
deste, desta: (contracción) de este, de esta.
desencia: decencia
dixo: dijo.
empesó: empezó
equipage: equipaje.
esse: ese.
estava: estaba.
exersicio: ejercicio.
Exércitos: Ejércitos.
frayle: fraile.
gerra: guerra.
governador: gobernador.
hospedage: hospedaje.
huvieron: hubieron.
jurisdición: jursidicción.
mesmo: mismo.
milliones: millones.
missas: misas
mui: muy.
ottro: otro.
passó: pasó.
podiera: pudiera
precentes: presentes.
professo: profeso.
quando: cuando
quarto: cuarto.
quatro: cuatro.
regresso: regreso.
81
resguardavan: resguardaban.
Reyno: reino.
secenta: sesenta.
socedió: sucedió.
sucitó: suscitó.
ves: vez.
Abreviaturas empleadas en el documento:
Bs. Ays.: Buenos Aires
Convto.: Convento
Dn.: Don
Gral.: General
Iltma.: Ilustrísima
Jph.: Joseph (José)
NE: Nuestro
Pe: Padre
porqe.: porque
pr: por
qdo: cuando
qe: que
S.M.C.: Su Majestad Católica.
Sn.: San
Sor: Señor
Sta: Santa
Vico: Vicario
82
II. Cronología de la sublevación de Tupac Amaru en los Andes y su proyección hacia los
tiempos independentistas.
26/XI/1776
Antonio de Arriaga es nombrado corregidor de Tinta.
22/VII-18/XII/1777
José Gabriel Tupac Amaru presenta recursos ante la Real Audiencia de Lima.
1778
Tupac Amaru retorna a Cuzco.
2/X/1780
Tupac Amaru intenta levantarse, pero desiste.
X/1780
A la gobernación del Tucumán llegan noticias de la sublevación de Chayanta y de los
levantamientos en Potosí y Chuquisaca.
4/XI/1780
Tupac Amaru da su grito de rebelión y apresa al corregidor Arriaga.
10/XI/1780
El corregidor Arriaga es ejecutado en la plaza de Tungasuca.
12/XI/1780
Llegan noticias de la rebelión al Cuzco, y su corregidor -Fernando Inclán Valdez
adopta medidas defensivas, mientras las provincias comienzan a recibir los Bandos de
Tupac Amaru.
16/XI/1780
Tupac Amaru expide su bando antiesclavista, el primero en la historia del Perú, dando
la libertad a los esclavos, desde el anexo del Señor de Tungasuca (lo propio harán San
Martín en 1820 y Castilla en 1854).
18/XI/1780
Se produce la victoria de Sangarara sobre el ejército de los corregidores.
7/XII/1789
Tupac Amaru pasa La Raya e invade territorio de la jurisdicción del virreinato del Río
de la Plata.
14/XII/1780
Sale de Lima el ejército pacificador al mando del mariscal de campo José del Valle,
acompañado por el visitador José Antonio de Areche como representante del virrey
Jáuregui. La Audiencia de Charcas da cuenta al rey de la sublevación de Tinta.
20/XII/1780
Tupac Amaru ordena la marcha sobre el Cuzco.
2/I/1781
Comienza el cerco del Cuzco.
9/I/1781
Tomás Catari es muerto por los hombres del corregidor Manuel Alvarez Villarroel.
10/I/1781
Retirada de Tupac Amaru.
25/II/1781
Llegan al Cuzco las tropas de Lima.
II/1781
En el paraje llamado "Las Ozas" de Jujuy (Gobernación del Tucumán) los cabildantes
son anoticiados de que José Quiroga, Gregorio Suárez y Basilio Erazo vienen "en
defensa de la gente baja y de los vasallos del rey Inca".
3/III/1781
En Tupiza el sargento criollo Luis Lasso de la Vega se proclama gobernador en nombre
de Tupac Amaru. En la Puna jujeña circulan escritos en favor del mismo en la zona de
Rinconada, Cochinoca, Santa Catalina y Casabindo.
5/III/1781
26/III/1781
Tupac Amaru envía una carta al visitador Areche, quien le contesta el 12 de ese mes.
Una nota del Cabildo de Jujuy, dirigida al virrey Juan José de Vértiz, ratifica la
denuncia acerca de la sublevación que comanda José Quiroga en Jujuy.
83
31/III/1781
El comandante militar de la ciudad de Jujuy sale con sus soldados en busca de los
sublevados del Chaco, derrotándolos en las cercanías de Zapla y tomando 27
prisioneros.
6/IV/1781
Tupac Amaru es capturado por su subordinado, el traidor mestizo Francisco Santa
Cruz, en el pueblo de Langui, y es entregado a los realistas.
1E/IV/1781
La rebelión ya se ha instalado en los pueblos de la Puna de Jujuy, en el Tucumán,
conmoviendo los ánimos de los indios Tobas, quienes matan al teniente comandante
Francisco Rodríguez. Una carta del comandante militar Gregorio Zegada informa el
levantamiento de núcleos rebeldes en el Chaco a las órdenes del mestizo José Quiroga.
12/IV/1781
Diego Cristóbal Tupac Amaru, caudillo sucesor de Tupac Amaru II es derrotado en el
combate de Layo.
21/IV/1781
El gobernador Mestre firma la sentencia que condena a ser arcabuceados por la
espalda, por traición al Rey, a diez de los cabecillas; a otros veintiuno los manda
quintar y a los restantes a ser marcados a fuego con una "R" en el rostro. Estos últimos
son condenados, además, a cinco años de trabajos forzosos en las obras públicas.
4/V/1781
Tupac Amaru, cargado de cadenas, entra en la ciudad del Cuzco.
15/V/1781
Se pronuncia la sentencia contra Tupac Amaru y sus partidarios.
18/V/1781
Se produce el suplicio de José Gabriel Tupac Amaru, su esposa Micaela Bastidas, hijos
y principales seguidores, en la plaza cuzqueña del Wacaypata.
28/VI/1781
18/VII/1781
Zegada regresa del Chaco, luego de haber dado muerte al "capitán Santiago"-cacique
rebelde- y tomado más de un centenar de prisioneros, los que fueron confinados en la
Reducción de San Ignacio de los Tobas. En La Rinconada de la Puna, su gobernador
indio, Manuel Callaguara, se apresta a atacar la ciudad de Jujuy, pero es derrotado y
condenado a sufrir la misma suerte que los jefes rebeldes del Chaco.
En el Cuzco se lleva a cabo una nueva ejecución de los partidarios de Tupac Amaru.
13/XI/1781
Tupac Catari muere despedazado por cuatro caballos.
26/I/1782
Diego Cristóbal entra en Sicuani para firmar el armisticio.
19/VII/1782
Muere Diego Cristóbal Tupac Amaru en la plaza del Cuzco.
28/XI/1782
Entran en Lima los prisioneros desterrados del Cuzco.
XI/1783
Es condenado al destierro Juan Bautista Tupac Amaru, medio hermano del jefe
rebelde, y es trasladado a España.
12/VI/1816
El general Manuel Belgrano propone ante el Congreso de Tucumán la conveniencia de
una monarquía incaica como forma de gobierno.
1820
La revolución liberal de Del Riego otorga la libertad a los americanos apresados por
delitos políticos, entre ellos a Juan Bautista Tupac Amaru.
3/VIII/1822
Zarpa hacia América el barco que lleva a Juan Bautista Tupac Amaru, luego de 40
años de prisión y destierro.
1822
Juan Bautista Tupac Amaru desembarca en Buenos Aires y recibe ayuda del Presidente
Rivadavia.
1824
Se publican las Memorias de Juan Bautista Tupac Amaru, en Buenos Aires.
15/V/1825
Juan Bautista Tupac Amaru escribe desde Buenos Aires su carta a Simón Bolívar, el
84
"libertador del Perú", que se encontraba en el Cuzco.
2/IX/1827
Fallece Juan Bautista Tupac Amaru, el último exponente de la realeza incaica.
85
III. Carta con la recomendación de captura de varios indios y criollos que tomaron parte en la
sublevación de los indios tobas, firmada por José de la Cuadra, administrador General de las
Rentas de Tabacos, Naipes y Correos y Alcalde Ordinario de Primer Voto de la ciudad de San
Salvador de Jujuy, fechada el 15 de abril de 1781, que se encuentra en el Archivo de Santiago
del Estero (en Revista del Archivo de Santiago del Estero, 1929, NE 20).
"Dn. Josef de la Quadra, Administrador Gral. de las
Rs. Rentas de Tabacos, Naipes y Correos; Alcalde
Ordinario de Primer Voto de esta ciudad de S.
Salvador de Jujuy, sus términos y Jurisdizn. pr. Su
Magestad que Dios Gue.
A Vmd. los SS. Alcaldes Ordinarios de la Santa hermandad, Probincial, Pedáneos y demás
Jueces de la Ciud. de Sn. Tiago y su Jurisdizon. hago saber como en la presente ocazión se
halla esta Ciud. atribulada a causa de la conspirazon. de los indios Tobas acaudillados de
los proprios Christianos qe. serbían de partidarios en los presidios de las fronteras de la
plebe y otros más qe. combocaron sus parciales, pa. el fin de destruir y matar los Españoles
de ésta y hacer partibles los caudales; siendo los principales caudillos Jossef Quiroga,
Antonio Omacata, Gregorio Juarez, Basilio Eraso, Jph. Domingo Morales (alias Rojas); y
como se han consetuado perdidos, assí pr. qe. les han faltado sus combocados y la gente
auxiliante que esperaban de su clase, como pr. la llegada de los soldados veteranos han
profugado ó desamparado a sus aliados indios Tobas, dexando infestados a los pagos con la
perniciosa cizana de su iniquidad. Por lo tanto, y para conseguir a estos caudillos y
aplicarles las penas condignas a semejante dilito, a Vms. Exorto y requiero, en nombre de
Su Magestad (que Dios Gue.) y de la mía, ruego y encargo qe. siendo con esta reconbenidos
manden solicitar con toda exactitud, sin omitir diligena. alguna, a los predhos. caudillos y
mandarlos presos con buena guardia y custodia a esta Carcel Pública y pa. su aprehensión
acertiba se hace relazon. de la fizonomía, edades y cuerpo de estos malbados, y és la
siguiente:
1E) -Jph. Quiroga es alto, de cuerpo flaco, cari largo, pelo propio de color medio amarillo,
alto, ojoso, muy dro. en el modo de pararse; de edad de cuarenta años al parecer.
2E) -Antonio Umacata indio, pelo propio, de edad de quarenta y cinco años, poco más o
menos, picado de viruelas; ojos chicos, grueso de cuerpo; la cara medio redonda, de
mediana estatura; no muy ladino en el hablar Castellano; anda con poncho de pala,
balandrán entre fino con zapatos y con copas de plata.
3E) -Gregorio Juarez, criollo, de Santiago del Estero, alto, de cuerpo moreno, flaco, picado
de viruelas, pelo propio, ojos grandes, tiene una cicatriz en la cara de cortadura; de edad al
parecer de quarenta años.
4E) Basilio Eraso, natural de Estarcca, de la Provinza. de Chichas, mestizo amulatado; sin
pelo, medio vijoso; aunqe. muy hablador es nada ladino; la cara larga y flaca, y anda
descalzo; de edad, según su aspecto de treinta y cinco años; muy coquero.
86
5E) Jossef Domigo Morales (Alias Rojas), de estatura mediana, ñato; de cara blanca, pelo
propio; cara redonda; medio coto; de edad de veinticinco a treinta años. En cuya
conformidad Vma. mandarán cumplir y executar todas sus partes ésta mi carta
requisitoria, pr. ser en servicio de ambas magestades y quietud de la República, que en
hacerlo assí cumplirán con lo que, en fuerza de sus empleos son obligados; qe. al tanto
queda este Juzgado a practicar, siempre qe. las suyas bea en justicia, la qual mediante es
fha. en Jujuy y Abril 15 de 1781, pr. ante el Escribano de Cavdo. que de ello da fée.
[Firmado] Joseph de la Quadra
Por Mandto. de Su Mrcd.
Manuel de Borda.
Esnco. Pubco. y de Cavdo.
87
IV. LEYENDAS DEL REY INCA (corpus de relatos orales recogido por la Dra. María Beatriz
Scheloto, y publicados en Revista Mytológicas. Las versiones que transcribimos son las
reproducidas por Herminia Terrón de Bellomo, 1995).
"El Rey Inca", Versión 1:
"El Rey Inca Manco. Ese es otra generación. Ese lo han muerto los españoles cuando
vinieron. Porque el Rey Inca Manco Capac, ese era rico, ese un hombre que ha nacido de
una pobre, pero no carnal, sino espiritual, por la gracia de Dios en espíritu. Se ha criado en
el vientre de una moza y ya hasta su término que va a nacer el Rey Inca. Pero no en casa de
su padre ni de su madre no quería. Se ha enfermado la moza en el campo, yendo a pastar
las ovejas, las llamas, así en los cerros. Le han agarrado un dolor y lo ha echado nomás la
chico. No ha sentido mucho dolor. Le ha dejado al chiquito, ha cavado tierrita, dice que no
quería ir el changuito. Dijo: No, no voy. Nació hablando, recién nacido pero hablando. Le
avisó a su mamita: -No voy a la casa, yo no quiero, a mi abuelo no lo quiero ver, no tanto
que no verlo, no, no. -Usted dejemé aquí mamá y mañana venís de vuelta, yo voy a estar
aquí. Ha arrancado unos yuyitos, pajitas, lo ha hecho un nidito, y ha dejado tapando con su
rebozo, y encima lo ha puesto con pajita como le ha dicho. El niñito lo ha dejado y se ha ido
a su casa y ha llegado por la tarde. Y ha llegado medio otra laya la moza, como enferma
así. Le ha preguntado su papá: -Y por qué está usted otra laya, y que te ha pasado? -Así
estoy, me he enfermado, me he enfermado arriba en el campo, ahí he dejado al chiquito, no
quiere venir, no quiere hacer nada, no quiere venir. De eso estoy así, estoy penosa, tengo
pena de guaguita. -Pero )por qué no las traído carajo? yo te lo reto bien. -Bueno, vamos a
tener que madrugar mañana temprano. Ahora está noche. -)Adónde vamos a ir esos
cerros? )Adónde vamos a ir? -No, yo mañana recién voy a ir, ha dicho su mamá. Bueno,
dicen que ha ido, se ha pegado una madrugada, se han ido, se han ido, se han ido arriba del
cerro llevándose a pastorear a los ciénagos, por ahí a la vega, por ahí se ha enfermado.
Se ha ido, se han ido. Ya dice que estaba llegando. Y estando ya cerquita, se ha levantado
ha tirado unas pajitas, dice que se ha tapado todo, dice que ha tirado, dice que se ha parado
ahí. Se ha pegado la disparada, cerro arriba. Fuera, el abuelo fuera, el pobre por atrás. )Qué iba a hacer? No lo ha podido agarrar, que ha sido más ligero que otra cosa. Se ha ido
el cerro. -Pucha, carajo, )quién es ese entonces, quien es esa guagua? )Por qué está
disparando aquí? )Por qué está andando? No sé así ha nacido hablando, andando y
hablando. Y bueno, ahora qué hacemos. -Bueno, lo esperemos ya vendrá. Dice que ha ido
por atrás el abuelo. Se ha ido, se ha ido, que va a hacer... Dice que ha ido. -Bueno carajo,
entonces mañana yo voy a traer live, voy a traer el lazo para enlazarlo, espiando voy a
llegar aquí. Usted de otro lado, yo de otro lado. Usted lo has agarrao, usted sola y yo voy a
venir por tu atrás o si no yo voy a venir por otro lado, lo agarrás, no lo largás a la guagua.
No lo largás hasta que yo llegue ahí. Y lo vamos a llevar a la casa.
Entonces han hecho así, se han ido a la casa de su papá. -Usted te vas a la tarde con las
ovejas y mañana así vamos a aguardar más tarde. No dice que no ha venido nada. No ha
venido nada. No ha venido. Ha esperado la mamá ahí con las ovejas y se hizo tarde y se ha
ido a su casa- -No aparece nada, no ha venido nada, dice que ha dicho. -Bueno, mañana
vamos a madrugar, entonces usted te vayas temprano, te vas derechí ahí de donde ha
salido, el nido, y yo me voy a ir por otro lado. Voy a llevar el lazo para enlazarlo y lo vamos
a traer para acá, a pillar. Usted llegás y si está, lo agarrás bien, no lo largás. Llevate una
88
soga, lo atás las patitas, bien lo atás, bien atado que esté ahí. Y bueno, así dice que han
hecho. Ha llegado allá la mamá. No hay nada, no hay nada. Nada, Y bueno, que va a hacer,
no hay ni rastrito. No hay nada. Entonces, está sin comer, nada. Ha dicho: -Yo voy a ir a la
casa y voy a volver vueltas más tarde. Usted va a estar aquí nomás. Por ahí, andá a gritarlo,
andá a buscarlo por ahí. Si parece lo hacés agarrar y no lo haces largar hasta que yo llegue.
Yo voy a traer un poco de café, comida, cualquier cosa o asado, cualquier cosa para que
comamos. -Bueno, se ha ido. Su papá se ha ido a su casa rápido. pronto nomás ya voy a
volver. Voy a buscar de comer y vengo. Se ha ido. Las ovejas me las echás para acá. las
ovejas para acá las eché y acá han de venir, de estar a la vega y usted quedate aquí. No te
muevas ya aparecerá. Y bueno, en cuantito se ha ido viejito, se ha perdido cuesta abajo, ya
estaba bajando del cerro. Ya está viniendo el changuito. Ha llegado, se ha agarrado de su
mamita, se ha mamado bien. Tenía hambre. Le ha dicho. -Ahora tu abuelo tiene que venir
trayendo comida, trayendo lazo para enlazarte, para llevarte, sogas para atarte los piecitos.
-Si, yo estoy sabiendo ya que es lo que está pasando. Yo estoy sabiendo bien. Yo voy a
mamar bien y a más ratito me voy. Ya me voy. No voy a estar aquí. Y si pregunta: -)Ha
venido? -De vuelta se ha ido al cerro. Se ha ido al cerro. -Mañana voy a volver de vuelta. Mi
abuelo ya no va a venir nada. Usted nomás vas a venir mañana. Entonces se ha ido. -Usted
quedate aquí con tus ovejas tranquila. Dígale: -Se ha ido al cerro otra vez. -A mi no me
halla nadie. -Mañana si te volvés, te volvés mamita, solita te has de venir a pastar tus
ovejas.
Ha llegado. Ahí había estado parado el changuito en su nidito. Parado, mirando. Bueno,
vení mamita, ahora sí. Ahora sí mamita. Dice que está cruzando una honda. Una honda
dice que está cruzando. Ahora sí, mamita aquí traigo las dos piñas de oro, tamaño piñas de
oro. Dice que le ha traído, dice que le ha dado a su mamita, ahora sí, ahora sí yo me voy del
todo. Dame tu pecho, voy a mamar todo. Ha acabado de mamar, así, así. Ahora ya no se va
a juntar la leche, no te va a doler, no vas a hacer nada ya. Ahora yo me voy del todo
mamita. Estas dos piñas de oro llevate a tu casa y con este vas a vivir hasta fin de tu vida
mamita. No te va a faltar nada. Yo soy el Rey Inca, tengo que dominar los cerros. Yo tengo
gente, tengo peonada para dominar los cerros. Tengo que andar cerro por cerro, tengo que
limitar los cerros. Tengo que mensurar, no se que será. Todita parte, todo el mundo entero,
tengo que separar los pueblos, las naciones , las repúblicas, todo, todo. Tengo 12 peones. Yo
tengo que vivir... en los cerros nomás voy a vivir. Yo cuando llegue con mis peones allá, yo a
la tierra lo hago hablar. Llego allá, lo hago trabajar a los peones, le hago rayar la tierra y
sale el agua de por si, hago rayar la tierra y hecho maíz, siembro maíz, repollo, todo lo que
yo quiera comer. Sembraba, al otro día para almorzar está todo, toda al orden. Bueno, así
mamita. Ya sabía. -Usted no tenga pena por mí, nada, nada. Usted viví tranquila, va eso
que te estoy dejando mamita, eso te dura hasta el fin de tu vida, mamita. Adiós, se ha
despedido y se ha ido.
Y bueno, después de eso cuando ha venido los españoles, entonces la plata, estando a flor
de tierra el oro, la plata y todo, todo mineral que hoy se encuentra en la profundidad de la
tierra. Pero esos años han quedado así. La plata esta a flor de tierra. Esta zona, Sudamérica
que dicen, era rico, rico, riquísimo. Porque el Rey Inca, ese el que estaba dominando,
estaba a su cargo las riquezas, todo. Entonces, cuando lo hallaron al rey español, no se qué,
han venido buscando al Rey para matarlo el Rey Inca Manco Capac. Lo han engañado, lo
han engañado, lo han de tierra- Aquí en Collhuaima, el Collamboy decimos un cerro, yo he
subido tres veces ese cerro. Ahí en ese cerro está el campamento. Todos bancos de piedra.
Lindos bancos señor, hecho de piedra nomás, allí tiene el pozo de agua, un pozo grande.
89
Bien pircado con piedra cuadrada, bien trabajada. Pero flor de agua. Fuera que se dice
limpia y limpia, toda la vida limpia. Ahí yo he tomado he hecho café. Todos hemos tomado
ahí y hemos salido bien. Se llama cerro Collamboy, está cerca de aquí. Ahí tiene su
campamento de años, en ese cerro había parado de la plata y el oro. Si, ahí está depósito.
Tiene su depósito ahí. Bajo la tierra, en el corazón del cerro está pues. Pero vas a tener que
salir a flor de tierra. Todo. Tiene que aprovechar eso la humanidad porque Dios ha puesto
todas las riquezas, Dios ha puesto para que, para el consumo de la generación humana. Por
eso tiene su tiempo. De un momento a otro va a aparecer el Rey Inca. O sino de por sí va a
salir. Cuando ya es el tiempo, el mineral se va a poner a flor de tierra, cualquiera lo va
hallar, como siempre van a hallar. Cuando sea el tiempo, va a aparecer la plata, va a
aparecer el oro. Los tiraditos a flor de tierra que han quedado son chiquititos, eso claro hay
en todas partes" (Informante: Nicolás Llampa).
"El Rey Inca", versión 2:
"El era un hombre capacitado y poderoso aquí en la tierra. Aquí en esta zona hacía
cualquier cosa él. Y más manejaba la plata y el oro. Era, digamos, rico. Dice que usaba
ojotas de cuero, con la quinoa y escarpines que son una medias con dos talones y con dos
dedos; el dedo mayor calza solo. Y todo de barracán, la ropa que uno usa en el campo, todo
hecho por las propias manos de él, lo fabricaba. Lo hacía el hilo y lo tejía. También usaba
como arma la boleadora y lo honda de hilo. La boleadora también le decimos live, es como
un lazo y tiene una piedra envuelta en cuero a la punta. Algunas veces estás dos a la par,
algunas una. El resto es de hilo de llama o de oveja o de cuero trenzado. Eso generalmente
lo usaba la gente para cazar directamente. Uno la tira así y se envuelve en el cuello. Las
ojotas con quinoa son más incaicas y todo de cuero, no como ahora hacemos de goma. De
cuero de llama, de vaca, siempre lo hacían de la parte del cogote porque es más duro.
Después siguió viviendo a través de muchos años. Antes que puso su tesoro de oro y plata
que está aquí en el Cerro Collamboy, lo sacó la cabeza al Cerro Granada. Este cerro dice
que era muy caprichoso, porque era rico, tenía la plata y el oro en él. Pero el Rey lo pedía,
le decía que lo dé. Porque él conversaba con los cerros como estar conversando con
cualquier otra persona. Entonces, dice que el Inca le dijo a este cerro, a ver si me das tu
riqueza, me das una parte. El no lo quería todo. Como todos los otros cerros eran buenos lo
daban. Este cerro no, si la riqueza lo tengo yo como te voy a dar. )Por qué te tengo que dar
yo la riqueza? No te doy. Entonces el Rey Inca decidió sacarle la cabeza. Ya le había
anunciado que iba a sacarle la cabeza. Y salió en un cerro que está al frente del Cerro
Granada, Cerro Lajas se llama. Salió de arriba de ese cerro y dice que tenía una piedra de
oro y otra piedra de plata y entonces lo pegó un hondazo y le sacó la cabeza al cerro y se
apoderó de todas las riquezas que tenía. Prácticamente es decir como que lo ha muerto.
Entonces la cabeza dice que lo tiró allá al medio del Campo de Ciénaga, donde es la Mina
Pan de Azúcar ahora. Por eso dice que tiene mineral ahí, igual que el Granada. El Inca
andaba de cerro en cerro. El no se quedaba, quizás en un pueblo... el andaba de cerro en
cerro, conversaba con los cerros. Donde llegaba hablaba con el cerro y le decía que se abra,
que él quiere estar adentro a dormir. Entonces tenía que abrirse. Todos lo obedecían a él.
El Guairazul también dice que era desobediente. Bueno, dice que antes no era su
descansadero, nada, nada. Sabrá ser su camino que él andaba por ahí. Entonces a veces
saben hacer la burla. Cuando él viene, sabía que iba a venir, dice que los cerros estaba todo
abierto. Y cuando él ya pasaba, se cerraba otra vez, no lo dejaba pasar. Y él le había dicho.
Porque varias veces ya lo había visto que lo desobedecía los cerros. Entonces, él agarró un
90
día, fue de Incahuasi al frente, es un bordito cualquiera, le dicen Abra de Casabindo. Y ahí
hay dos apachetas. Y de ahí dice que ha mirado para abajo y estaba todo cerrado por
donde ahora es la casa de Santos Puca, por ahí estaba todo cerrado. También dice que tiene
que agarrar una piedra de plata y tiene que tirar un hondazo, hizo pedazos... Dice que han
ido a aterrizar las piedras donde que es mi casa, donde es la casa de Doña Elvira, toda esa
parte. Dice que el Inca lo hizo, porque él se cerraba. Y entonces tiró esa piedra para el
frente y él hizo su descansadero ahí en la Encrucijada de Cuevas donde hay figuras. Ahí en
la casa de don Santo Puca, ahí en la esquinita nomás. Ese lugar se llama Encrucijada de
Incahuasi, ahí es su descansadero, ahí nomás llagaba cansado llegaba ahí y descansaba. Allí
hay pinturas, en forma de petacas, llamas, ovejas, perritos, de todo. No hay nada más de
piedras o cosas de la casa del Inca. El Inca llegaba en un cerro y tenía todo hecho. Por
afuera nada. Está todo adentro del cerro. Y después han hecho cosas pero ya la gente como
nosotros, antiabuelos, los abuelos. No los antiguos.
Cuando los españoles llegaron a esta tierra el Rey Inca vivía. Los españoles lo castigaron
al Inca porque era rico, lo querían sacar la plata y el oro. Y había una reina que lo quería
conocer al Rey Inca. Pero lo pillaron y lo mataron y él ya había escondido la plata y el oro.
Cuando lo mataron desapareció la cabeza, se fue al Cerro Licancaur en Chile. Es un cerrito
que parece una pirámide. En el corazón de ese cerro dice que está la cabeza del rey Inca.
Hasta ahora. En el cerro Kebar, al frente de Olacapato, dicen que tiene un tapado también
el Inca. Eso es ahora la provincia de Salta. El Inca dominaba cualquier cantidad, en
Bolivia, Chile. Era poderoso y también se hacía una honda especial. pero siempre lo hacía
de hilo trenzado. La honda yo creo que tenía que ser más gruesa, más grande, todas cosas
por el estilo, más especial.
Las labores las dejó el Rey Inca. Como ser tenemos copiando la honda de hilo que
usamos nosotros, las chuspas, las coqueras, ojotas, fajas y varias cosas más. También como
ser el chulo que es como un pasamontañas o pasacerros. Después las comidas. Por supuesto
él ya comía con sal, no como los antiguos. Le gustaba mucho el trigo, la quinoa, todo como
comían los antiguos, nada más que él comía con sal. La calapurca era una comida especial
para hacer un convido a la tierra, a la Pacha.
El Inca era como cualquier persona, tenía su ganado, su riqueza. Iba de cerro en cerro.
Le gustaba mucho challar a la Pachamama. No challaba un poquito como nosotros y
challamos a un ojo de agua y llevamos un poquito de coca, y alcoholcito. El challaba en
grande, porque cuando tenía que challar a la Pachamama por lo menos le ponía cuarenta,
sesenta kilos de coca. Antes decíamos fardo o tambo que tienen veintidós kilos. Tiraba el
Inca dos, tres fardos de coca, una bordalesa de alcohol, son doscientos, doscientos cincuenta
litros de alcohol. La bordalesa es de vidrio y cubierto encima por madera, como si fuera un
canasta más o menos. El lo entregaba todo para tierra. Entregaba quizás diez, veinte llamas
vivas. Challaba en grande. Yo pienso que el challaba mucho porque él conseguía muchas
riquezas. El era rico de los ricos. El challaba con fe. Así tiene que ser para que sea válido. Si
uno challa sin fe mejor lo hagamos nada y queda ahí. Puede venir malo porque es como si
te estarías burlándote. El administraba bien su ganado, lo pastoreaba. Lo quería más a las
llamas que a todo.
Incahuasi es la casa del Inca., donde hay pinturas que las pintó el Inca para que en
cualquier momento el que reconozca, para que vea que era su paradero ahí, su casa
digamos. Por eso las pintó. Las pinturas de Encrucijada de Incahuasi lo mismo. Como le
acabo de decir ese cerro era desordenado, no le hacía caso, se burlaba del Rey. Entonces
después de hacerle pedazos, el lo hizo su descansadero ahí. Ahí descansaba entonces. El
91
cerro ése tiene que estar abierto en cualquier momento. Ojalá él no esté, si está lejos, el
cerro estaba abierto. Entonces como era su descansadero, dejó dibujando ya más gente,
petacas, ahí en la peña. Y está hasta ahora. El Inca venía por la Encrucijada de Incahuasi
también. Claro, se llama igual, pero queda en medio de la montaña, es lejos. Después
llegaba al Cerro Collamboy adonde tenía su tesoro, su riqueza. Parece que salía de la zona
de Casabindo. Yo creo que debe haber por ahí algún lugar que lo utilizaba el Inca"
(Informante: Natividad Quispe).
"El Rey Inca", Versión 3:
"Antes del descubrimiento de Sudamérica, sería el Rey Inca, tenía nombre el Rey Inca,
yo no sé, de Machu Pichu, otro era Tupac Amarú, puede ser, como estos se cambiaron
siempre los años, venía otro, otro. El otro es Atahualpa. Ese era los Reyes Inca de acá de
antes. Cuando viene el primero no sé. Ellos vivían claro todo esto Sudamérica, todo. Como
después Colón ha descubierto Sudamérica. Y desde allí han venido los españoles y ellos han
habitado, han llevado todo el oro. Ha quedado ahora sí, pero después lo han muerto al Rey
Inca. Se han metido las riquezas al centro de la tierra, ya no ha quedado al aire, así a flote
del pies de uno, ya no ha quedado. Eso fue cuando lo han matado al Rey Inca. Porque el
Rey era dueño y Jefe de todas las riquezas. Como lo han matado al Rey, las riquezas están
adentro de la tierra. De eso ahora no hay oro, no se consigue como antes han sacado.
Venían los españoles, nuchos trabajos han dejado ellos antes que le han derrotado, trabajos
en minas, minas explotadas, así como Mina Pirquitas.
El era moro, no conocía bautismo, no conocía religión, nada. Entonces los españoles lo
querían llevar para bautizarlo, porque no era bautizado, era moro. No conocía bautismo,
nada. No se oleaba ni se bautizaba. Así que ahí lo querían llevar a España y el no quería ir.
También les ofreció oro, todo. Cuando quieran para que se lleven los españoles y que lo
dejaran tranquilo ahí. El les ha ofrecido para que lo dejen. Entonces pueda llevar todo el
oro, unos bloques de oro, grandes, puro, puro. Y él, claro, lo hacía para no ir a España,
para no bautizarle, los otros lo querían llevar.
Entonces Pizarro, con setenta soldados ha venido a pillarle a... El andaba disparando de
un cerro a otro, por no hacerse pillar. Pero lo han pillado. Entonces lo han querido llevar y
él no quería. Les ha ofrecido el oro, cuanto quieran. No, no, y lo han matado. Y cuando lo
han matado la riqueza se ha perdido adentro de la tierra. Ya no ha quedado nada afuera. Y
esas barras de oro. Ellos creían que se lo iban a llevar eso. Tampoco, se ha perdido todo. De
todas riquezas. El era todo de Sudamérica, es dueño y Jefe de todo Sudamérica, de todas
estas naciones sudamericanas. Era el dueño, dueño de todas las riquezas. Porque el Rey
Inca habrá estado como en España, como en España tiene su Rey. Y bueno aquí también él
habrá sido el que manda las riquezas. Claro, así es. El ha muerto y las riquezas se han
perdido dentro de la tierra. Y ahora ha quedado nada, ni esas que estaba viendo, esas
barras de oro que había ahí, que le ha mostrado él, así como estamos conversando. Usted
los españoles y yo el rey Inca. Entonces yo le digo: -bueno, acá llévese todo lo que quiera.
Barras de oro, bloques. Llevesé cuanto ustedes quieran y denmé a mí. Yo no voy. Él era
igual a nosotros eso sí, era quichuista, lo que hablan en Bolivia. O aymará también hablan
en Bolivia. Ese era quichuista, no era castellano. Era quichuista, hablaba en quichua, así
como ha quedado la República Boliviana. Quedó con ese legado, con ese idioma. Lo demás
era igual que como Bolivia, como nosotros, igual. tenía pueblos, ciudades, todo. Y la riqueza
estaba a flote de tierra. Donde quiera sacaba oro, plata, lo que quería.
Por eso los españoles se han venido, en cuanto han descubierto se han venido a sacar el
92
oro. Aquí en la cordillera cuantas minas no hay que ha dejado todo. Pero el oro lo sacaba
como maíz. Claro que el Rey estaba vivo y la riqueza a flote de tierra. El era dueño de las
riquezas, el Rey manda. El manda toda la riqueza. Igual tiene que ser, supongamos en
España, el Rey manda. El Rey manda todas las riquezas. Por eso hay oro, hay todo. Pero
está la riqueza encima, porque está el Rey. Así como Inglaterra, todas esas partes, hay
muchas naciones que maneja el rey. Entonces la riqueza está encima. Y si aquí hubiera
estado vivo nuestro Rey Inca, hoy somos... Aquí no se iba a conocer pobreza. Todos
tenemos oro, todo mineral a flote. Y le hubieran dejado que viva, por supuesto que hubiera
sido. Y bueno, entonces, Francisco Pizarro ha venido con setenta soldados y le han querido
llevar y él no quería ir. Para bautizarlo lo querían llevar. Y no, no quería ir, porque no
quería. Entonces ofreció el oro, para que en fin, recompensara que lo dejen ahí. Y no lo han
querido dejar, lo han tenido que matar. Si no vas te matamos. Y bueno, lo mataron. Y ese
instante que lo mató se perdió la riqueza adentro" (Informante: Eugenio Llampa).
"El Rey Inca", versión 4:
"El Rey Inca vivía por acá, cerca de esto. Era una persona, pero no vivía así como en
una ciudad. El tenía parece un palacio en un cerro. Ahí vivía. El Rey de España quiso venir
a verlo a él, o llevarle que vaya a conocer por sus pagos de España. Hay un cerro que se
llama Lips. Ahí parece que ha sido su palacio donde vivía más. Después aquí hay otro
cerro, el Collamboy se llama. También parece que ha sido otro que vivía ahí en esa parte.
El Rey de España quiso venirle a llevar. Ha venido sí, hace muchos años será y él no quiso
ir, no quiso ir lo mismo. Parece que no le gustaba o no se que, como era rey, decía una cosa
y decía no.
Entonces vino el Rey de España para llevarlo aquí donde estaba él. El, dice, se enterró
en una campana grande. Dice que tenía una salida para arriba de la campaña. Dice que le
ha dicho: -Que se lleven mi cabeza, mi cuerpo no. Entonces se metió en la campana y él
sacó la cabeza por arriba de la campana y era una campana pesadísima, que nadie lo podía
alzar. Y la campana que seguía ajustando el cuello. Y justo el cuerpo quedó abajo de la
campana y la cabeza encima. Y la cabeza lo llevaron. Le cortó la cabeza directamente con
una sola campana se iba ajustando poquito a poco hasta cortarlo totalmente. Y lo llevaron
para España. Como era un Rey tenía muchas cosas, muchas riquezas. Todo eso quedaron
ahí adentro pues, ahí murió el Rey y la campana sólo dice que se perdió para la tierra así,
se entró, se entró. Y quedó enterrado digamos, sepultado ahí adentro. Y todas sus riquezas
creen que está en esos cerros.
Años yo me acuerdo cuando era... tenía yo mis veinticinco años, mi papá vivía. Ha
venido uno de San Antonio de los Cobres, era cuando esto era gobernación . San Antonio
de los Cobres era la capital de esta pago. El vino y su gente aquí se han ido. Ha salido en
busca de las riquezas del rey. Ha salido al cerro grande Collamboy. Bueno ahí salieron
varias personas de aquí, así con el Jefe este que vino. Fueron hasta el pie del cerro, unos a
mula, otros a pie. Y ahí se alojaron. Y nada, todo tapado. Todo peña, todo cerro, no se ve
nada, nada. Todo tapado, todo, todo. Nada. El cerro no los deja. Algunos han llegado sano,
otros han venido también hasta el cerro, por ahí. De aquí han ido y ya podían más. Les
daba la puna, se enfermaban, tenían dolor de cabeza, vómitos. Pero ha llegado algunos. Mi
papá llegó hasta él algo. Y un jefe de ellos que venía, también ha llegado hasta la cima. Ahí
han recorrido todo eso. pero algunos se han quedado durmiendo ahí arriba enfermos o, en
fin, así. Claro, sea puna. Que sabrá ser. El cerro no permite, que no quiere dar una cosa.
Aquí los cerros estaban dominador por ese Rey. Eran como una persona los cerros, por eso.
93
Y así ve. Así volvieron. No sacaron nada, nada. Eso dominaba todo, era el Rey de aquí de la
Puna. Dominaba todo, dominaba los cerros, dominaba todo lo que existe. Había muy pocas
personas en ese tiempo, pero había" (Informante: Victoriano Urbano).
"El Rey Inca", versión 5:
"El Rey Inca era rico, conversaba con los cerros, hablaba con los cerros, le gustaba
mucho la challa, challaba mucho a Pachamama, se entraba en el corazón de cualquier
cerro. El hablando ordenaba que un cerro se abra y él entraba tranquilo y el cerro tenía
que abrirse. Salía, todos los cerros, todas las peñas, todas esas cosas tenían que hacerle caso
a él. Después el Rey Inca era rico en plata y oro, más que todo. Después ningún otro
mineral. El estaño, como ser el antimonio, todos esos minerales no tocaba él. únicamente él
tocaba la plata y el oro. Le gustaba challar a la Pachamama para tener más hacienda. Y lo
que más le gustaba tener era la llama que otra hacienda. Usaba ojotas, escarpines, no
conocía zapatos. Después de ropa, todo quebracho. Quebracho es hecho aquí en el campo.
Se ataba el pantalón con paja, no con cinto. Pantalón de barracán, cotón que se hace con
picote. Sombrero de oveja, ovejón" (Informante: Natividad Quispe).
"El Rey Inca y sus peones":
"El Rey Inca era como una persona, igual, igual que Nuestro Señor Jesucristo. También
tenía sus discípulos que lo acompañaban pués. Claro, tenía sus discípulos, doce discípulos.
Igual el Rey Inca tenía sus peones. Así que el rey Inca tenía sus peones. Los peones
trabajaban, mojones, eso trabajaban, eso sembraban. Por ejemplo, hoy día puede llegar a
este cerro el Rey Inca y quiere dormir ahí. A la tierra lo hace hablar y la tierra y la tierra se
pone a la orden y él hace trabajar ahí, hace sembrar para almorzar mañana, los choclos, los
repollos, las lechugas, todo lo que él quiere comer. Amanece listo para servir nomás.
Cocinar y servir. Así, así" (Informante: Nicolás Llampa).
"El Rey Inca era poderoso":
"El Rey Inca tiene poder. Tiene poder, igual que Dios y un espíritu pués. Tiene poder,
Tiene poder, igual que Dios. Dios es poderoso, pero el Inca también es poderoso. Aunque le
han cortado la cabeza, pero él no ha muerto. La sangre se ha tornado igual nomás, de la
sangre que lo han degollado, de ahí nomás dice que se ha tornado y se ha perdido. Así que
éste se ha metido en los cerros y ahí está su término. pero cuando ya sea su término, ya va
poner la plata arriba para que aproveche la humanidad. De la sangre nomás dice que se ha
tornado otra vez al mismo cuerpo que tenía el Rey Inca, al mismo cuerpo. Igual, igual. Ese
era poderoso él. Solamente él solo; eso nadie lo tiene. Y no hay nadie. En la tierra, un
hombre poderoso como es nuestro Señor Jesucristo, Jehová, Dios, que creó los cielos y la
tierra. En la tierra no hay un hombre que ha creado. En la tierra, de la parte del ser
humano no es nada, nada. Todo Dios lo creó. El cielo, la tierra y todo lo que hay. El sol, la
luna y las estrellas. Dios ha creado. Todo, todo. Y nuestro Señor Jesucristo también le han
muerto. El para Salvador. Por fe, por la gracia de Dios, por la gracia del Padre, ha crecido
en la Virgen María y ha nacido. Pero en espíritu fue, lo han crucificado, lo han clavado, el
vino. A los tres días ha resucitado y ha vuelto a ascender a los cielos. El Rey Inca ha crecido
en el vientre de la humanidad para dominar los cerros, para dominar todo lo que hay en el
mundo entero. Para limitar, en fin, todos los límites dejar ya limitado, por dónde, por
dónde. Nada más que para tirar el hilo y listo. Y así como Chile, la Argentina, Chile con
Bolivia. El cerro de Zapaleri se llama, ahí están los tres mojones de fierro con las latas"
94
(Informante: Nicolás Llampa).
"El poder del Rey Inca en la palabra":
"El poder del Rey Inca estaba en la palabra. El hablaba tan solo con la tierra. Con el ser
nosotros no, tan solo tenía sus peones, sus discípulos nada más. Y él hablaba con la tierra
para que sus peones no sufran no a dónde. A la tierra lo ordenaba y la tierra obedecía, así
con la fuerza, la fortaleza, la tierra sabrá tener que hacer madurar en una noche por eso al
otro día ya tenía todo para almorzar. Porque él dominaba la tierra. Como él ha dicho, dice
que ha dicho su mamá: -Yo tengo que dominar los cerros, yo tengo que dominar la tierra,
tengo que dominar todo, todo estaba a la orden del rey Inca. la tierra, los cerros, estaba a la
orden de él pués. Todos le obedecía. -Ahora que salga agua-. Pués el agua tenía que salir
(Informante: Nicolás Llampa).
"La honda del Rey Inca para dominar los cerros":
"El Inca tenía la honda. Un cerro que por ejemplo, sí a este cerro quiere subir arriba y
no le da lugar, entonces agarraba una piedra él, una piedrita le ponía en el honda y lo tira
bien. Lo tira bien al cerro, lo destroza de un hondazo. Este se llama la honda, es como un
arma ventajosa. Habrá sido de hecho de piedra a lo mejor de cogote de vicuña. Así, así.
Nosotros también, aquí hacemos honda. Tenemos para hondar las ovejas, las cabras, todo
de hilo. Hay que tirarlo, cae la piedra, las ovejas se asustan y ya se vuelven. Así pués: igual.
Y si lo llegamos a pegar a la oveja también lo quiebra la patita, la manito, algo. )No ve que
la piedra tiene fuerza también? O lo puede matar también de pedrada en la cabeza. Y
aquella que tenía el Rey Inca no. Era expresamente para dominar los cerros. Para poner
orden. Algunos son malos porque son muy ricos. Con las riquezas. Tiene mucha chinchilla,
tiene mucho oro, tiene mucha plata y otros minerales más. De eso no sabrán querer
dejar..." (Informante: Nicolás Llampa).
"La honda del rey Inca":
"Cuando el Rey Inca era chiquito, cuando ya ha nacido, ha dicho a su mamá: -Yo me
voy a los cerros, a dominar los cerros. Yo tengo que dominar todo, todos los cerros. Tengo
que dominar. Aquí está el poder, aquí está el poder, aquí tengo el poder. Esta hondita es el
poder. Con este honda y los cerros que no me permiten subirlo, alguna cosa, yo agarro una
piedra y lo pongo en la honda, le pego un hondazo y lo deshago todo. Una honda
especialmente para dominar los cerros" (Informante: Nicolás Llampa).
"El Rey Inca ha establecido los límites":
"En el cerro Collamboy era el paradero. Ahí en la cordillera en Chile, en la frontera de
Chile, allí tiene otro paradero. También tiene otra ciudad grande tamaño. pero todos los
cerros han dominado él. Ha dado límites, todo eso ha dejado limitado el Rey Inca. Los
mojones hasta ahora están parados, los mojones que ha dejado. Ha dejado el Rey Inca
limitado todo. Como ser Salta, Jujuy, Tucumán, Catamarca, todos sus valles están
limitados por el Rey Inca Manco y que hizo a la parte de la parte de nosotros, los dueños
somos de Sudamérica, los españoles todo, más que aclarar en el mapa y listo por donde
cuerta [corta]. Por eso todo ha quedado limitado por el Rey Inca. Lo dejó en ese libro. El
Redotero. Y de ahí lo han copiado, por donde separa Chile, por donde separa la Argentina,
así sucesivamente. Es un libro grande que alzan ocho hombres. Ese libro grande que lo
llevaron los españoles. Yo no sé si está en Buenos Aires, o está en el extranjero. No sé.
95
Quién sabe. Eso no estoy seguro. Pero se la han llevado al Redotero. Y por eso )qué les ha
costado a la gente?. Nada más que aclarar el mapa. Pero ya estaban, los límites ya estaban
trazados. El ha dejado todo arreglado el Rey Inca. Habrás hecho escritos, éste es Coranzulí,
que separa con Toro, con Susque, así Rinconada. Todo limitado por el Rey Inca. Los
mojones están para comprobación. Todo ha dejado arreglado" (Informante: Nicolás
Llampa).
"Incahuasi":
"Ese cerrito de la Encrucijada de Incahuasi era muy desordenado con el Rey Inca. El
Inca cuando estaba por pasar, se abría todo. Quedaba un campo, entonces él pasaba.
Cuando pasaba ya se cerraba otra vez. Como él conversaba con los cerros, las peñas, todas
esas cosas, varias veces le ha dicho: -No te vayas a cerrar cuando yo vaya a pasar ni nunca
más. Y le ha prometido de no cerrarse. Pero ha agarrado un momento que se ha cerrado lo
mismo. Claro, desobediente, igual que el cerro Granada. Hay un lugar de Incahuasi más
abajo, que se llama Abra de Casabindo. Es un bordito cualquiera. De ahí lo ha visto que
estaba cerrado. Entonces lo ha hondeado con la piedra de plata que él tenía. Porque él tenía
una piedra de plata y otra de oro en su bolsillo cargando. Le ha pegado y le ha hecho, le ha
desparramado todo, todo en esa parte de la zona de Guairazul. Y entonces, para que no
siga insistiendo más, él lo ha hecho su descansadero ahí, donde es la casa de Santos Puca a
la vueltita, ahí es la Encrucijada de Incahuasi. las piedras de plata y de oro que (el tiraba, él
sabía dónde estaban! Iba y las recuperaba. Para tirar usaba su honda y la piedra también.
Si se lo das a cualquiera, a mí o a cualquier otro, no creo que sea capaz" (Informante:
Natividad Quispe).
"El Inca y el cerro Collamboy":
"Adentro del cerro Collamboy está su riqueza. Y arriba hay una piedra cuadrada del
tamaño de una puerta. Y hay borronéandose unas letras. No sé en que idioma sabe estar
escrito casi lleno de piedra. Nosotros tenemos entendido que está escrito por el Rey Inca.
Después hay bancos de piedra, todos ya viejos. También hay una casita de piedra que se
está cayéndose. Es bien bravo para subir ese cerro muy punoso. Cuando está así raso, en
seguida se arma un nubladito y ya viene el viento y castiga con todo. Y si en tiempo de
verano nos agarra una tormenta, con truenos, que uno... cosa que quede atemorizado.
Prácticamente para subir ese cerro uno tiene que decidirse ya, y si te morís, bueno. pero
gracias a Dios, nosotros hemos subido y hemos bajado bien. Hay nieve ahí. Invierno y
verano continuamente. Para el Inca no era difícil porque él hacía y deshacía las cosas con
los cerros. En el corazón del cerro está la riqueza del Rey Inca. Todo el lugar arriba del
cerro, es del tamaño de una casa" (Informante: Natividad Quispe).
"El Inca y el cerro Granada":
"El cerro Granada el Rey Incaico le han cortado la cabeza, lo ha tirado a Pan de Azúcar.
El cerro León que se llama ahí, ese es la cabeza de este cerro. pero toda su riqueza que tenía
aquí el cerro Granada, dice que ese cerro tiene un montón de riqueza hasta ahora. Esto que
viene a caer aquí en Pirquitas, dice que son ramitas, así como venitas. El tesoro, el tronco
del mineral, que está aquí en Pirquitas, dice que está en el cerro Granada. Eso está dicho
por los yunga de antes que sabían andar por aquí. Estos son como unas ramitas, venitas
que vienen a caer aquí en Pirquitas. Ahí está todo el tesoro como un queso. Esa riqueza es
de este cerro. Todos los cerros tenían sus riquezas. El cerro Collamboy, el Sipisaime, el
96
Granada, sucesivamente así todos los cerros tenían sus riquezas. Si no que a él lo daban sus
riquezas. Si no que a él lo daban su riqueza, únicamente. le daban el oro y la plata al Rey
Inca. Tampoco le pedía todo, le pedía un poco. Tanto de oro y nada... más. Tanto de plata,
lo que necesita.
Este cerro Granada dice que era muy caprichoso. Ha dicho: -No, cómo te voy a dar si a
mí me cuesta tener. Yo no te doy. Y dice que lo insistió mucho: -Abrite para dormir yo
aquí adentro en el corazón de vos. El cerro tampoco. Dice: -No yo no me abro, yo soy dueño
de hacer todo lo que se me da la gana porque yo no soy el dueño. Entonces el día que ya se
encontró embroncado el Rey Inca, ha salido allá, al frente de otro cerro, no sé como se
llama el cerro ese, Lajas, creo que es. Sí, Lajas. Y lo tiró un hondazo justo a la cabeza a Pan
de Azúcar. El cerro, claro, la cabeza enterita ha ido a pararse a medio del campo de
Ciénaga Grande. En el corazón del cerro León, dice que ahí está el tesoro del Incaico, la
riqueza más que Pan de Azúcar. Pan de Azúcar dice que únicamente sus ramas, sus vetitas,
poquito, unas venitas chicas, nada más. Igual que Pirquitas tiene venitas chicas que vienen
de Granada" (Informante: Natividad Quispe).
"El Rey Inca instituyó el Challaco":
"El Rey Inca challaba mucho, muchísimo challaba. El, los estilos del Rey Incaico, de ahí,
de esa vez, dice que han quedado ya los estilos de challar, de la challa de todo en general.
Challan. Porque el Rey Inca dice que utilizaba eso. Y cuando más, entonces los cerros lo
daban a él. Todo" (Informante: Natividad Quispe).
"Las labores del Rey Inca":
"El Rey Inca hablaba en quechua y hacía los cerros, a la tierra y también para darse
cuenta un poco más bien, de que él cuando a un cerro le decía: -Bueno, abrite, yo quiero
dormir adentro. El cerro tiene que abrirse, estaba a disposición de él. Por eso de ahí ha
venido todas sus labores, esas labores todo que el Rey Inca ha como inventado, ha hecho
todas esas cosas. De ahí ya ha quedado así. Esas otras labores liso, no, no. Eso no ha dejado
él. El ha dejado esas labores más lindos, hermosos que son así. Finos. Cosas de vicuña,
plata, oro. Eso dejó el Rey Inca. Todo eso. Eso era el Rey Inca, de él. Me parece que no era
de él, sino que lo que sacaba era de él. Porque todo generalmente lo tenían los cerros. pero
él sacaba y ya era de él" (Informante: Natividad Quispe).
"El Rey Inca y la Pachamama":
"Para la Pachamama es agradable lo del Rey Inca. No es lo mismo llevarle a la
Pachamama un poco de coca en una bolsa de nylon, que llevarle en una chuspa. Ante la
Pachamama él sabía bien como hacer. El Inca dejó las labores de las chuspas, las fajas,
coqueras, hondas, sogas. Todas esas cosas inventó el Rey Inca. El tenía también plata y oro
y cuando él decía a un cerro que lo dé. El cerro lo tenía que dar. A donde quiera era su
casa pero más a donde están las pinturas. Donde se llama Incahuasi son casa del Inca.
Cuando yo era chico lo conocía por Rey Incaico. Mi abuelo me decía que incaico quiere
decir las labores de las cosas que él ha dejado para utilizar en las costumbres de la tierra, la
Pachamama. Incaico quiere decir labores" (Informante: Natividad Quispe).
V. Partes e informes de militares encargados de sofocar la rebelión de Tupac Amaru en
diversas localidades la provincia de Tupiza y del actual noroeste argentino. Correspondencia
del Gobernador de la Intendencia de Salta del Tucumán, D. Andrés Mestre, dirigida al Virrey
97
Vértiz, con noticias sobre la sublevación y sentencias ejemplares contra los reos (en De
Ángelis, 1910, VIII).
- Parte de D. José Reseguín al Virrey de Buenos Aires, sobre la sublevación de la provincia de
Tupiza.
Exmo. Señor:Señor: El día 13 alcancé el destacamento de D. Sebastián Sánchez, y á causa de la
sublevación de esta provincia, no seguí la posta hasta la ciudad de la Plata. Unido á la
tropa, tomé el mando de ella, y continué la marcha hasta el pueblo de Mojo, en que llegué el
16 a medio día; enél supe todas las circunstancias de la sublevación de este pueblo, acaecida
la noche del 6 al 7, en que los amotinados incendiaron la casa del Corregidor, D. Francisco
Xavier de Prado, le quitaron la vida, y al siguiente día continuaron con tanta inhumanidad,
que obligaron á desenterrar el cadáver, le sacaron de la iglesia y le cortaron la cabeza, é
intentaron llevarla á la ciudad de la Plata. Pero el indio gobernador del pueblo de Santiago,
Agustín Solís, se la quitó y le enterró en la iglesia de su pueblo, con la debida solemnidad.
También fueron víctimas del furor de los sublevados las vidas de D. Luis Velasco, escribano
del Corregidor, la de D. Francisco Serdio, y la de D. Salvador Pasi, hacendado de Salo, á
quienes también robaron todas sus haciendas y bienes.
Durante la marcha desde Jujuy á Mojo, encontré al Marqués del Valle de Tojo, con toda
su familia, que iba fugitivo de su casa y hacienda, temeroso de los presentes alborotos. A
poca distancia me hizo avisar el cura de Cochinoca y Casabindo, lugares pertenecientes al
citado Marqués, que ambas poblaciones estaban sublevadas.
El 14 encontré al cura de Santa Catalina, huido, y á poco rato supe que aquel lugar estaba
sublevado, y que su publicaban en él bandos y edictos en nombre de José Manuel TupacAmaru: lo mismo ha sucedido en las gobernaciones de Estarca y Tarina, aunque el
Gobernador de la última no ha querido admitirlos ni obedecerlos, y ha logrado contener su
pueblo.
Toda esta fermentación, y el haber adquirido noticias de que uno de los Cataris quería
invadir esta provincia con un cuerpo considerable de indios, me hicieron determinar la
detención de la marcha, y concebir la idea de contener a los rebeldes, hasta que D. Ignacio
Flores, (á quien he despachado un expreso) me avise de lo que debo egecutar: con la
consideración de que, siendo toda la provincia paso preciso para los correos y demás
viageros de Jujui á Potosí y la Plata, se interceptaba enteramente la comunicación, y se
imposibilitaba poder dar á V.E. los avisos necesarios, y el paso de los víveres que de
continuo caminan á las dos ciudades citadas, si los amotinados se apoderaban del tránsito.
Atendiendo, pues, a todas estas circunstancias, y á la necesidad que hay de mantener libre
la comunicación, resolví ponerme en marcha para el Tambo de Moraya, á donde llegué el
mismo día 16 por la tarde, y teniendo allí anticipadas la caballerías necesarias que me
facilitó el citado pueblo de Mojo, se mudaron las en que íbamos montados; y forcé una
marcha de diez leguas para amanecer el 17 sobre este pueblo, que hice cercar con cuatro
partidas mandadas por oficiales, á fin de que no saliese ni entrase nadie, mientras
sorprendía con lo restante de la tropa á los principales agresores del levantamiento. En
efecto, antes de la diez del día se había conseguido prenderlos todos, y he mandado á D.
Santiago Moreda les forme sumaria en términos militares, por carecer este pueblo de
sugeto que pueda hacerla con las circunstancias de la justicia ordinaria.
Por D. Juan Domingo de Reguera, que ha llegado ahora fugitivo, y por otros avisos, acabo
98
de saber que Damaso Catari se hallaba en el Ingenio del Oro, distante nueve leguas de este
pueblo, y que ha saqueado los minerales de Vetillas, Tatasi, Portugalete y Chocaya, y que
en estas correrías ha muerto hasta once personas: pero que habiendo sabido la llegada de
tropa, le iban abandonando sus secuaces, y se disponía á hacer fuga con los pocos que le
quedaban, por lo que he dispuesto salga inmediatamente D. José Villar con 15 hombres de
tropa veterana y 40 de la companía de la villa de Tarija, y también el Sargento Mayor del
regimiento de esta villa, con gente de su cuerpo, para que por distintos caminos se reúnan y
procuren la aprensión del citado Catari, le destruyan la poca gente que le acompaña, y
recuperen, si es posible, la plata y alhajas que haya robado.
Incluyo á V.E. algunos de los papeles que he aprendido esparcidos por los sublevados, y
me quedo con los que pueden servir para la formación de la causa; y como estos indios se
conmueven con tanta facilidad á vista de cualquiera papel, pienso escribir á todos los
gobernadores, segundas y curacas de los pueblos de esta provincia, exhortándoles á que
sean leales vasallos de S. M., y que prendan á cualquiera que se presente con semejantes
papeles, y que lo traigan asegurado, porque de lo contrario experimentarán el rigor de las
armas del Soberano; con lo que espero hacer aprensión de los autores de ellos, pues con
solo saber estaba el destacamento inmediato, se han presentado muchos, y me los han
entregado voluntariamente.
También he mandado formar inventario de los bienes que se han podido recoger del
difunto corregidor, los que depositaré en poder de D. Manuel Montellano, vecino minero de
este pueblo, para que sea responsable de todo, cuando V. E. disponga lo que se debe
egecutar con ellos, y remitiría á V. E. copia de dicho inventario, á no ser que no haya
podido concluirse.
De todo tengo dado parte á D. Ignacio Flores, preguntándole lo que quiere que haga con
los reos aprendidos; y en caso sea conveniente pase adelante, la detención solo habrá
consistido en cuatro días, pues he mandado seguir los equipajes á Santiago de Cotagaita,
con 50 hombres, al cargo de D. Joaquín Salgado, á fin de que si acaso debe marchar la
tropa, pueda en un día llegar á dicho pueblo, y continuar á la ciudad de la Plata.
Desde luego tengo la satisfacción de poder participar a V.E. que con solo estas
disposiciones he podido contener se sublevasen los pueblos de Mojo, Talina, Tarija,
Santiago y los restantes de la provincia y comunidades de indios inmediatas á esta villa, las
cuales estaban en el crítico instante de seguir el pernicioso egemplo de las demás, por lo que
espero que V. E. tendrá á bien la detención que hago en este pueblo, y me aprobará la
conducta que he seguido, habiéndome parecido todo preciso en las actuales circunstancias.
Acaban de avisarme que los indios de los Altos quieren juntarse y venir á liberar los reos
que tengo asegurados; y sin embargo de que estoy persuadido no se han de atrever á
semejante atentado, por el respeto que tienen á la tropa, tomaré las mayores precauciones
para evitar todo insulto, y en caso que lo intenten y viese podían hacer fuga por algún
accidente, mandaré que les quiten la vida antes que puedan recobrar la libertad.
Inmediatamente que reciba la respuesta de D. Ignacio Flores, me arreglaré á sus
disposiciones, y continuaré avisando á V. E. las resultas.
Deseo que Dios guarde la vida de V. E., los muchos y felices años que deseo. Tupiza, 18 de
Marzo de 1781.
Exmo. Señor. -Señor.
JOSÉ RESEGUÍN
99
Exmo. Señor D. Juan José de Vértiz.
D. José de Reseguín, Teniente de Dragones, Comandante en Gefe del cuerpo de esta clase
destinado a la plaza de Montevideo, y comisionado por el Superior Gobierno de Buenos Aires
a la pacificación de las provincias sublevadas del Perú.
Hago saber, que habiendo llegado a esta villa de Tupiza con una porción de gente, de la
que ha dispuesto pase a la ciudad de la Plata, el Exmo. Señor D. Juan José de Vértiz y
Salcedo, Virey Gobernador y Capitán General de las provincias del Río de la Plata, & c.,
para establecer la quietud y sosiego de las que estuviesen conmovidas y sublevadas, siendo
una de ellas esta de Tarija y Chichas, hallo conveniente hacer saber a los Gobernadores,
curas, segundas y demás habitantes de los pueblos de su jurisdicción, se mantengan sin la
menor novedad en sus respectivos domicilios, continuando las tareas, faenas y trabajos, a
que se dedicaban antes de los presentes alborotos, porque de lo contrario experimentarán el
más severo castigo. Asimismo mando, que á cualquiera individuo que se presente aseguren
y pongan a mi disposición, a fin de evitar en adelante, que estos mal intencionados
aprovechen la ocasión de sorprender y seducir los ánimos sencillos de los indios, robar las
haciendas y cometer muchos atentados atroces, dignos de la mayor pena. Así también les
hago saber, que las tropas y armas del Rey no vienen con otro objeto que el de disipar las
presentes turbaciones, castigar á los culpados, y restablecer en todas partes el buen orden y
administración de justicia. Por lo que encargo a todos muy particularmente no tengan el
menor recelo, ni abandonen sus habitaciones a la aproximación de dichas tropas, y les
exhorto por el presente, a que se mantengan leales vasallos de S. M, porque se así no lo
egecutaren, experimentarán los más terribles efectos de severidad, trasladándome
inmediatamente con fuerzas competentes, para dar el merecido castigo a lo que no diesen
entero cumplimiento a cuanto en este se previene. Dado en la villa de Tupiza, a 20 de Marzo
de 1781.
JOSÉ RESEGUIN
-Representación
Los oficiales, vecinos y habitantes de esta provincia, ya consideramos a V.S. bastante
impuesto el lamentable estado en que la tienen constituida los alborotos, muertes y
latrocinios de algunos indios incógnitos, que se han introducido en distintos curatos de esta
jurisdicción, derramando cartas sediciosas, publicando bandos y órdenes, en nombre del
principal rebelde, José Gabriel Túpac Amaru: llegando la avilantez de éstos, hasta plantar
100
horcas en el pueblo de Estarca, para ajusticiar en ellas a todos lo que, como fieles vasallos y
buenos servidores de nuestro legítimo Soberano, no adhiriesen a las ideas de aquel cabeza
de rebelión, que se conoce a primera vista, no son otras que anhelar a la subversión de este
reino, y colocarse violentamente en la posesión de él.
Pero, aunque a la comprensión de V.S. nada de esto se encubre, hallándonos noticiosos de
la próxima marcha que resuelve egecutar a la ciudad de la Plata, dejando esta provincia,
que es el antemural y precisa entrada del Perú, abandonada y expuesta a la discreción del
enemigo, que situado en los pueblos minerales de Ubina, Chocalla, Tatasi, Esmoraca, Santa
Catalina, la Rinconada, Lipez y Atacama, después de haber dado muerte a los jueces y
principales vecinos de dichos pueblos, se mantienen vigilantes, esperando se retire V.S. con
la tropa de su mando, para entrar a fuego y sangre en esta villa y resto de la provincia,
haciéndonos víctimas de su rigor, se nos hace preciso, como buenos servidores y fieles
vasallos del Rey Nuestro Señor, representar a V. S., que es muy de su obligación el amparar
con las armas del Soberano esta provincia, pues de los contrario, las reales rentas de
tabacos, alcabalas y correos, se miraban abandonadas, sus administradores expuestos a
perder por faltarnos las armas y pertrechos necesarios, para juntar ejército y ponernos en
campaña, nos será preciso abandonar nuestros domicilios y preciosos bienes, por conservar
la vida, sin embargo de que el celo de la honra de Dios, y defensa de los dominios de S. M.,
nos precisa a mantenernos firmes, indefensos, y el derecho natural de conservar la vida, nos
conducirá, no a separarnos del servicio de S. M., y sí a abandonar la provincia, dejando el
egercicio de azogueros y trabajo de minas, de que tanto beneficio le resulta al real erario; e
incorporándonos en la tropa del mando de V. S., caminaremos a su destino, donde daremos
las mas acrisoladas pruebas de nuestra fidelidad y amor al Soberano.
El perjuicio que, de abandonar V. S. a esta provincia, resulta a S. M., por todo evento es
bien conocido, pues por el ramo de tributos, se pierden anualmente más de 20,000 pesos, y
por los quintos y ramos correspondientes al trabajo de minas de oro y plata, de 50.000
pesos: y por lo tocante al ramo de alcabalas, renta de tabacos y correos, bien considerable
cantidad de pesos. De manera que, así en el embolso de real hacienda, como en el de los
particulares fieles, vendrá S. M. a ser perjudicado en más de un millón de pesos
anualmente; y no es de menos consideración, el que V. S. tenga presente, ser este el tránsito
preciso, por donde pasa el correo de Buenos Aires al Perú, y por donde se conduce el
situado para dicha ciudad de Buenos Aires, y todo el comercio de aquella con las provincias
de la sierra: de modo que, esta es la única y precisa puerta para internarse a todo el Perú,
porque aquí igualmente se han de conducir los auxilios de víveres para las plazas de Potosí
y Chuquisaca, las que, abandonada esta provincia, quedaron en asedio, expuestas
totalmente a que por hambre se entreguen al enemigo.
La mente del Exmo. Señor Virey no debemos persuadirnos que sea precisamente el que
V. S. se presente en Chuquisaca, habiendo primero urgencia de mayor atención que
remediar: pues para estos casos, que son los no prevenidos, consideramos le de a V. S. las
facultades necesarias para operar según su sabio conocimiento y pericia militar tuviese por
conveniente.
El celo de la honra de Dios, y el culto de la sagrada religión que profesamos, es uno de los
puntos que V. S. debe fijar la atención, pues es notorio que los indios rebeldes, sin reparo a
lo sagrado de los templos y ministros de Jesu-Cristo, se arrojen intrépidos a la profanación
de ellos, como lo han egecutado en dicho pueblo de Chocalla, degollando dentro de la
misma iglesia a D. Francisco Javier Carbonell, y en esta de Tupiza, sacando del sepulcro el
cadáver del corregidor, y cortándole la cabeza; y en el de Tatasi prendieron al cura de
101
aquella doctrina, y teniéndolo de rodillas, amenazaron con el cuchillo su garganta, hasta
que a fuerza de ruegos y clamores consiguió lo dejasen con vida, habiéndole intimado salga
de aquella doctrina a destierro formal, y no administrase el pasto espiritual a sus feligreses.
Tenemos por infalible que inmediatamente a su partida, mas enconados los ánimos de los
rebeldes, siguiendo sus políticas perniciosas de alzarse en el mando, avasallen esta
provincia, y embarazen enteramente el tránsito de ella: pero no dudamos que hecho cargo
V. S. de los graves motivos que le precisan a mantenerse en esta provincia, hasta nueva
órden del Exmo. Señor Virey, suspenda la resolución de su marcha, o a lo menos, caso de
verificarla, deje un destacamento de tropa veterana para custodiar esta jurisdicción, con
cuyo respaldo no nos será dificultoso, a los gefes de esta provincia, mantener la milicia en el
mejor pie, obediencia y servicio del Soberano. Más si despreciando nuestra representación
y las fuertes causas que le hacemos presentes, la abandonase, no seremos en ningún tiempo
responsables al Rey ni a Dios de la pérdida de esta provincia y abandono de la religión,
quedándonos con un traslado para hacer presente, en caso necesario al Soberano y al Señor
Virey, que de nuestra parte hemos cumplido lo que somos obligados, y protestamos hacer a
V. S. responsable de todos los daños y perjuicios que a S. M se le sigan por abandonarla,
teniéndola en el día bajo su protección.
Nuestro Señor guarde a V. S. muchos años. Tupiza, y Marzo 17 de 1781.
Antolín de Chabarri.-Manuel de Montellano.-Pedro Pizarro Santander.-José León de los
Ríos.-José Dávalos.-Pedro Julián Calvete.-Ramón Ignacio Dávalos.-José de Burgos.-Alberto
Puch.-José Martínez.-Felipe Aranibar.
-Partes de oficio del Gobernador de Salta D. Andrés Mestre al Virrey de Buenos Aires, sobre
la revolución de su Provincia.
Exmo. Señor:Señor: Los alborotos del Perú se hicieron al cabo trascendentales á mi provincia, en
términos que los egemplares de Paria, Lipez y Tupiza, como tan inmediatos, han llegado á
la inteligencia de los Tobas, fronterizos del Río Negro, jurisdicción de la ciudad de Jujuy, y
102
habiendo hecho alianza con los Matacos, han resuelto atacarla, para cuyo logro han puesto
sitio al Fuerte con ánimo de rendirlo por asedio. Esta novedad, y la de la moción de los del
Casco, me ha puesto en precisión de despachar al Río del Valle una competente guarnición
de milicianos para contener cualquier insulto, poniendo los destacamentos
correspondientes en las bocas de las quebradas por donde puede introducirse el enemigo,
quedando de resguardo en esta ciudad, el corto número de vecinos y forasteros que
contiene. Como esté en estas ocupaciones divertida la gente, no me resolví á despachar
socorro á Jujuy, recelando que con esta noticia intentasen los indios descuidarnos y
acometer por esta parte: cuya reflexión me obligó á remitir el día de ayer los 200 vallistas y
santiagueños, y hacer propio al comandante D. Cristoval López, para que anticipase la
compañía de granaderos á fin de auxiliar á dicha ciudad, y que sosegado este tumulto y
socorrido el Fuerte, pasasen á su destino.
Las cartas del Gobernador de armas D. Gregorio Zegada, las del Cabildo y Oficiales
Reales, aseguran el peligro; mucho más temible por la unión de las gentes de la Isla y
Carril, que influidas de las ofertas de los indios, parece se han conjurado, según dan á
entender, veinte y siete hombres, que prendió por este mismo recelo. Igualmente se ha
acreditado ser el principal caudillo un José Quiroga, á quien no pudo aprender, y que el
nombre del rebelde Tupac-Amaru ha hecho en los indios tal impresión, que no habrá como
disuadirlos de otro modo que con el castigo. En esta inteligencia, y la de las prevenciones
que se me hacen en las adjuntas, espero tenga V. E. á bien mi determinación, pues estando
el fuego á las puertas, es indispensable cortarlo para que no penetre: me avise de quedar
con los 100 hombres que espero aun de Valle y Rioja para cualquier acaso, pues de la
ciudad del Tucumán no hago cuenta, en vista de lo sucedido.
Nuestro Señor guarde á V.E. muchos años. Salta, y Abril 3 de 1781.
ANDRÉS MESTRE
Exmo. Señor Virrey D. Juan José de Vertiz.
MUY SEÑOR NUESTRO.Con motivo de los presentes acaecimientos en todo el reino parece que ha sido
trascendental, no solo á la mucha gente plebeya de que se compone esta ciudad, sino
también á los indios que están en las inmediatas reducciones, pues aunque las primeras
noticias que tuvimos no nos enviaron la mas cierta especie para el asenso, pero como en la
actualidad no son despreciables ningunas, se hicieron algunas diligencias, con las que
hemos venido á conocer la preparación en que se halla esta gente para invadir esta ciudad
pasado mañana miércoles, aunada toda la gente de Perico, Isla y Carril con los indios
Tobas, quienes se hallan ya fuera de su reducción encubiertos en los montes del Pongo y sus
inmediaciones, y se dice esperar tres naciones mas, bárbaras, con quienes han hecho
alianza, y se han pactado á juntarse en un cierto punto de reunión para dar el ataque en el
citado día.
Todo esto se ha sabido por haberlo revelado uno de los mismos indios Tobas por un
recado que le mandó al Maestro Albarracín, en que le prevenía no se retirase á Jujuy,
porque en su hacienda se libraría: y aun por este conducto, como por otros, ha podido
averiguar este eclesiástico la certidumbre del acaso, y acaba de llegar á darnos esta noticia
103
que, junta con otros antecedentes que hemos tenido, se hace preciso darle todo crédito; y
mas cuando ayer tarde vino un mozo que habita en las Capillas, distante siete leguas de
esta, quien expresó haber el día antes ido á su casa, y de paso para la reducción, un hombre
á quien no conocía (pero era aindiado) y le previno que para el miércoles estuviese
dispuesto con sus caballos, y se disfrazase, untándose de barro la cara, pues él iba a traer su
gente, y entre ella á dichos indios. Esto nos tiene con un continuo sobresalto; y justamente
recelosos de que acontezca algo, lo ponemos en noticia de V. S. para que vea el mejor modo
de auxiliar esta ciudad, y que sea con la mayor prontitud, pues la gente que acá tenemos
sabe V. S. que es muy poca: y como nos recelamos de que sea general la conjuración, no
podemos hacer venir á toda la del campo, porque sería peor entrar al enemigo en casa.
Estas consideraciones deben mover á V. S. á tomar el mas pronto remedio, que ya no
puede ser otro sino mandar alguna gente y municiones, pues de todo carecemos, como
también de armas, porque en la revista que se hizo de ellas, no llegan á sesenta las que se
hallan corrientes. Todos estos son motivos que no tienen sobresaltados, y solo esperamos el
remedio y auxilio de la mano de V. E.
Nuestro Señor guarde á V. S. muchos años. Ciudad de Jujuy, 26 de marzo de 1781.
B. L. M.. de V. S. sus mejores servidoresDr Tadeo Davila. - José de la Cuadra.- Tomas del Incla. - Diego de la Corte. -Ignacio de
Mendizabal, Prior General.
Señor Gobernador y Capitan General, D. Andrés Mestre.
MUY SEÑOR MIO DE MI MAYOR APRECIO:En este instante recibo la que incluyo á V. S., del Comandante del Río Negro, por la que
se impondrá de la necesidad que tiene de socorro, pues se halla amenazado de los Tobas,
quienes han hecho alianza con los Matacos: estando V. S. cierto que esta alianza para
sedición tan fatal que vemos, estaba fraguada con esta canalla sobre mes y medio hace, y en
todos estos contornos se halla gente dispuesta para agregarse á los Tobas, luego que tengan
noticia de su venida, que creo no pase de mucho tiempo, pues con el motivo de la citación
que yo hice, para que fuesen de socorro á dicho fuerte de Río Negro, á cuatro hombres por
compañía, y ver que muchos me fallaron, fuí averiguando cual era la causa, y que se habían
retirado en los montes por partidos, reuniéndose de 40 y 50, y se mantienen escondidos
para salir luego que tengan noticia, pues ellos mantienen sus correspondencias secretas
muy corrientemente.
Los indios Tobas han esparcido la voz por su intérprete y caudillo José Quiroga,
cristiano, que se ha aliado con ellos, diciendo que á los pobres quieren defenderlos de la
tiranía del español, y que muriendo estos todos, sin reserva de criaturas de pechos, solo
gobernarán los indios por disposición de su Rey Inca: cuyo maldito nombre ha hecho
perder el sentido á estos indios, pues muchos de mediana comodidad, y que lo pasaban muy
bien, se han hecho á la parte de los Tobas, creyendo este desatino y otros semejantes.
Antes de ayer en la noche, 30 de Marzo, me dieron noticia como se hallaban escondidos en
Sapla 60 hombres que se iban juntando de todas estas inmediaciones para unirse con los
indios Tobas; y ayer á las ocho de la mañana fuí á ver si podía tomarlos y solo 27 pude
pescar, y dos más que se me huyeron cerro arriba, y dieron aviso á otra cuadrilla que se
hallaba allí inmediata, la que se me escapó sin poderlo remediar, porque el cerro es tan
montuoso que se hace intransitable, y he tenido noticia tiraron para Salcedo, extraviando
caminos en busca de los Tobas para ampararse de ellos, porque ya estas gentes contemplan
104
Jujuy y los Fuertes por suyos: con cuyo motivo, de estos veinte y siete reos hemos
averiguado la trama que tienen urdida dichos Tobas; y aunque yo he deseado el salir por si
podía lograr el lance de darles un buen avance y castigar su insolencia, me ha sido
imposible por no desamparar la ciudad, y porque contemplo están divididos los Tobas en
dos trozos, para luego que yo saliese dar avance á esta ciudad. Por lo que si V.S. gusta
mandar la tropa miliciana y veterana para su auxilio, y que tanto que las cargas se
preparan yo hiciese una salida á dicha reducción y castigar la insolencia del enemigo,
dándome V. S. 50 ó 60 de los veteranos, mediante á que dichos Tobas se hallan auxiliados
de los Matacos, espero en Dios se conseguirá el fin: por lo que si V. S. determina, puede dar
órden para que mañana caigan dichos 50 veteranos al Pongo, en donde yo los esperaré para
tomar la madrugada, y pasado mañana 3 del corriente, estar temprano en el Fuerte, que si
lograra la fortuna de hallarlo sitiado de los Tobas y Matacos, entrarles yo de atras y darles
una buena descarga, en cuya virtud puede V. S. ordenarme lo que fuere de su agrado, en
inteligencia de que sacrificará mi vida gustoso en servicio de Dios y del rey.
Sale el portador á las 5 de la tarde, y le encargo que á las 10 esté ahí, para que mañana á
las 12 del día á mas tardar esté de vuelta y pueda yo caminar al Pongo á esperar á dichos
veteranos que con estos y el vecindario espero en Dios tendrán castigo. Asimismo conviene
el que V. S. proporcione el que mañana estén en esta ciudad los veteranos para su defensa,
pues de lo contrario se esponía la ciudad á una ruina por tener el enemigo en casa.
Nuestro Señor guarde á V. S., muchos años. Jujuy, y Abril IE. á las cinco de la tarde.
B. L. M. de V. S. su mas atento y rendido servidor.
GREGORIO DE ZEGADA
Señor Gobernador y Capitán General D. Andrés de Mestre.
SEÑOR:Habiendo precedido la muestra de armas en la Rioja para la remesa de los 50 hombres que
V.S. me pidió, como me hallase informado aguardaban este acto para rebelarse, arbitré en
aquel público antes de pasar á otra cosa, y dije al Cabildo que estaba presente: Hago saber
á VV. SS. muy ilustre Cabildo, Justicia y Regimiento, como estoy cierto que la gente presente,
pretende esta vez rebelarse contra las órdenes del Exmo. Señor Virrey, y de su Señoría el
Señor Gobernador y Capitán General de esta provincia: Por tanto, de parte del rey Nuestro &c
(Dios le guarde) le exhortaba y requería, y de la misma, como su Gobernador de armas, le
rogaba y encargaba estuviera á la vela, tanto para el auxilio necesario, cuanto para certificar
todo lo que acaeciera. Y luego vuelto al pueblo, dije al concurso, que pena de la vida, traidor
al Rey, el que una palabra hablase contra lo recomendable del asunto, y que el que fuese fiel
vasallo, cayese tras mí como un rayo contra el que demostrara la mínima resistencia. Y como
esta resolución los sujetase, pude sin perdida de tiempo apartar la compañía: pero luego no
sé por que influjo, pasando yo á darles cuartel, costó triunfo para que me siguieran,
pretestando no poder caminar hasta que no les hiciera el gusto de darles capitan á su
contento, y de todos los que les nombraba ninguno les agradaba, sino de los sujetos que
estaban empleados en servicio de la República, y sino que yo caminara, que entonces
morirían con gusto á mi lado, hasta que en estos términos me ví precisado á complacerles, y
tomaron conmigo la ruta sin la menor novedad, con particular obediencia y mejor órden
hasta llegar á esta jurisdicción del Tucumán, en donde los del motín los habían relajado en
105
tanta manera, que hasta la ciudad tuvieron el atrevimiento de quitarme el camino por dos
ocasiones y embarazándome las aceleradas marchas. Y como mis palabras fuesen
persuasivas y eficaces á desvanecer los malos consejos y darles valor, y no tuviesen la
misma queja de mí, pude pasarlos adelante hasta los Nogales con 21 hombres mas que ese
día me alcanzaron de un lugar que llaman el Pantano, fingiendo haber sido mandados citar
por su Cabildo de la Rioja, y que como buenos servidores de S. M., habían salido en mi
alcance, de contado sin bajar á la ciudad, y era el caso de que como algunos vinieron en mi
marcha de los suyos, se arrojaron de mano armada á volverlos, y lo han conseguido
fácilmente, porque como los primeros se hallasen esperando solamente un fomento de estos,
se unieron de contado para egecutar su motín, y fué de esta forma.
El día de ayer por la mañana en el dicho lugar de los Nogales, que ya se habían sosegado
las nubes de dar agua para poder pasar adelante, vino á mi toldo un Juan Días, uno de los
dichos 21 que me alcanzaron, y ha sido notado de antemano de cabeza de motín, y me dijo
como la gente pretendía desamparame, y era su sentir se hiciera chasque á V. S.
incontinente, participándole para que tomara las providencias más útiles á su remedio, y en
el interín parase la marcha en las Trancas, lo que me asentó, y agradecí su comedimiento. Y
sin embargo lo comuniqué a mis oficiales y les pareció bien, y aconsejaron fuese el chasque
el mismo Juan Díaz: con este me puse á escribir y entreguéle el pliego cerrado, leyéndole su
contesto, presentes dos soldados, que me pidió para que le acompañaran; y cuando se
despidió y salió resultó el motín, que los atajaron, quitaron el pliego y mas lo apresaron, y
puéstoles guardias, que aunque esto fué fingido, porque resultó ser unos, pasaron á
amarrar á unos y otros de mis oficiales, y dándoles golpes y empujones los botaban por el
suelo con tal iniquidad que el referirlo todo sería un proceder infinito, y luego pasaron á mí
y pretendieron botarme el toldo encima, si no salía y volvía con ellos, porque así convenía, y
el común lo decía con estas y otras iniquidades é insolencias, hasta que salí, y esforzado
gané una casa inmediata y empecé á predicarles fervoroso; y sin embargo que conocían su
desatino, y las razones mías que los convencía, no hubo que tratar se sugetaran ni menos
me permitieron pasar adelante con algunos que me siguieran voluntarios ó me dejaran solo,
sino que por fuerza había de volver con ellos, y algunos ya se acercaban como haciendo la
demostración de agarrarme, hasta que temeroso de algún absurdo suyo, monté en mula, y
dije, el que quisiera sígame para adelante, y tomando el camino me cercaron de tal suerte,
que á pechadas me quitaron del camino y volvieron para atrás, y hasta aquí llevo
experimentando lo que Dios es servido, con el desórden que puede V. S. considerar.
Señor: estaba escrita á deshoras de la noche porque no me dan lugar para cosa alguna, y
á todas horas y aún caminando vengo con centinelas de vista, esperanzado en encontrar
algún sujeto á quien recomendarle bajo de todo sigilo. Luego que lleven á la Rioja,
pretendo, buscar alguna resistencia de hombres voluntarios que me sigan, y caminar por la
parte de San Carlos, en cuyo inter podrá V. S. ordenarme lo que podré egecutar con esta
gente, si viva á muerta la deberé aprender, haciéndome de alguna gente y armas ventajosas,
pues al presente caresco de uno y otro.
Cerca de los Manantiales del Tucuman, el día de ayer por la tarde, nos encontraron los
soldados que van llamados para entregar las casacas y armas, y juntándose con los que me
llevan preso, se dieron unos alaridos de vivas, que no había como sufrir, y luego viéndome á
mi, á mi Maestre de Campo y Ayudante, me pifiaron con decir: aquí están los cautivos; y
me hallo tan sumamente avergonzado, que no sé como desviarme de esta gente, porque no
me dan lugar el mas mínimo, y voy gobernado por ellos como les dá la gana.
El biscocho sobrante de vuelta no los veo tocar, á excepción de las mulas, que supongo las
106
tiran á fundir, según corretean en ellas, y hasta aquí no me han dicho que mira tienen en
razón al dinero recibido de sueldo anticipado, según mandó V. S. En logrando la ocasión de
liberarme de este cautiverio, comunicaré á V. S. por extenso el estado de las cosas, y con la
sumario informar de lo acaecido para resguardo de mi honor y conducta.
Nuestro Señor guarde á V. S. muchos años. Río de Arnillas y Abril 6 de 1781.
Señor.- B. L. M. de V. S., su atento súbdito y apasionadoJUAN JOSÉ DE VILLAFAÑE Y DAVILA
Señor Gobernador y Capitán General, D. Andrés Mestre.
EXMO. SEÑOR:Señor: Por la última que escribí á V. E., con inclusión de varias cartas del Cabildo,
Gobernador de armas y Oficiales de esta ciudad, se impondría de la situación en que se
hallaba, y que la mayor parte de la gente estaba rebelada, y tan en favor de los indios que
los empeñaron á poner en egecución el proyecto de rendir el fuerte del Río Negro, y pasar
inmediatamente á tomarla, cometiendo los execrables insultos que premeditaron. Para
reparar este peligro libré las correspondientes órdenes, para que se averiguase de qué
sugetos procedía este atentado, interín yo daba las convenientes disposiciones de que llegase
á tiempo un competente socorro; pero como este me fuese imposible anticiparlo con la
gente de Salta por estar divertida en la fortaleza del Chaco y otras quebradas, donde debía
poner la mayor fuerza para resistir las invasiones de estos indios que se hallaban
conmovidos con la noticia de la sublevación de Tupac-Amaru, y armándose me fué forzoso
acudir al asilo de los veteranos, que los consideraba en marcha desde el Tucuman, para que
doblasen las jornadas despaché al Corregidor de Chayanta, Capitán del ejército D. Joaquín
Alos, que se hallaba en Salta, para que expresase al Comandante D. Cristoval Lopez la
urgente necesidad que había de que adelantase la compañía de granaderos, á fin de
contener el furor de los indios y crecido número de cristianos que había entre ellos. Y con
efecto fué tan eficaz su diligencia, que en tres días y medio caminaron 80 leguas, y
habiéndose internado hasta el Río Negro con las dos compañías de milicianos de Santiago,
llegaron á tan buen tiempo, que impidieron la reducción del fuerte que estaba cercado,
cuyo comandante se hallaba determinado á entregarse por habérsele desertado la mayor
parte de los partidarios que tenía de dotación pasando estos á la facción de los indios, y se
consiguió introducirles socorro; y avanzandoá los indios mataron hasta 9, entre ellos dos
cristianos de los rebeldes, y solo con la desgracia de haber muerto el capitán de las
compañías de Santiago D. José Antonio Gorostiaga de un golpe de lanza, á los cuatro días
de su herida.
Como esta función fuese antes del amanecer, tuvieron tiempo á propósito para hacer fuga
y refugiarse con la espesura de un monte que dificultó la aprensión: y sin embargo que se
hicieron varias diligencias para hacerlos salir, no pudo conseguirse, porque quedaron tan
escarmentados que ninguna oferta fué bastante á reducirlos. Quedando encargado el
doctrinero en volverlos á reducción, se puso la tropa en marcha para esta ciudad: pero á
pocas leguas que caminamos les alcanzó chasque del comandante del Fuerte para que
retrocediesen, por haber llegado una manga de indios Matacos que venían convocados de
los Tobas para unírseles y verificar sus primeras intenciones.
Estas novedades me hicieron apresurar mi salida de Salta, y habiendo llegado á esta el 16,
107
se me dió noticia que el comandante D. Cristoval López y Gobernador de armas D.
Gregorio Zegada, habían logrado avanzar á dichos Matacos y apresar el número de 65 bien
armados, 12 pequeños y 12 mugeres, la vieja que traían por adivina, y que los conducían á
la ciudad. pero considerando el disgusto del vecindario, las ningunas proporciones de
asegurarlos y transportarlos al interior de la provincia, sin un crecido costo de la real
hacienda, y que en caso de traerlos era inevitable que escapándose uno ú otro se volviesen á
sus países y sirviesen estos de guía para conducir á los otros por estos caminos que hasta
hoy los tienen ignorados, con los que tendrían en continua alteración esta ciudad, y
finalmente que la intención de estos fué la de ayudar á los Tobas, y poner en obra sus
proyectos, incurriendo en la ingratitud que otras ocasiones, sin hacer aprecio de la
compasión con que se les ha mirado siempre, manteniéndolos aún sin estar sujetos á
reducción, y que su subsistencia sería sumamente perjudicial, los mandé pasar por las
armas, y dejarlos pendientes de los árboles en caminos, para que sirva de terror y
escarmiento á los demás: y se ha visto el fruto, pues los Tobas han dado muestras de
arrepentimiento, y se han vuelto la mayor parte de ellos á su reducción.
Concluía esta diligencia, llamé los autos que se siguieron á 30 cristianos criollos y
avecindados en esta jurisdicción, por cuyas confesiones resulta probada la sublevación, y
averiguado el proyecto de atacar á Jujuy y apoderarse de las familias y caudales. En cuya
vista, con dictamen y parecer de mi Asesor Dr. Tadeo Davila, se condenaron á diez y siete á
muerte en los términos que V. E. por la copia de la sentencia adjunta, cuya justicia se
egecutó ayer 23, quedándome el desconsuelo de no haber podido merecer al principal
caudillo Quiroga, autor de esta máquina, á un Suáres, y á un Eraso, quienes andan
prófugos, segun se dice, separados de los indios por el recelo que es regular tengan de ellos
por haberlos seducido: pero se han despachado las correspondientes requisitorias en su
solicitud, y hallados, procederé conforme á su mérito, como también á los demas que se
vayan aprisionando.
Estos alborotos, y la poca defensa que puede hacer esta ciudad, así por su corto número
de vecinos, como por la poca satisfacción que se tiene del comun de los moradores de su
jurisdicción, y el fundando temor de juzgarse entre los indios hasta 200 ó mas criollos, me
ha precisado á dejar de guarnicion 100 milicianos del Valle: los 50 en el Fuerte del Río
Negro, y los otros 50 en esta ciudad, que irán mensualmente relevándose, pues de otro
modo no será fácil resistir cualquiera avenida, y presumo que el miedo haga desamparar á
muchos sus casas y trasladarse á otra ciudad.
Bien considero, Exmo. Señor, necesita esta plaza una compañía de veteranos que la
custodie por ser fuerza precisa, pero reflexionando el destino que llevan, o me he
determinado á tomar resolución, y aunque V. E. me reconviene que, conteniendo mi
provincia el número de 20.000 individuos de armas, se admira como no puede sacarse el
necesario para su defensa, debo representar que solo la experiencia y conocimiento de su
condición y calidad, podría acreditar la ninguna confianza que nos prometen, y que á
proporción es muy corto el de los sugetos de estimación y vergüenza que sepan servir al
Rey, y los demás nos hacen tener mas cuidado que los enemigos, sin saber en que consiste la
alteración que ha causado á la gente común el maldito nombre de Tupac-Amaru.
Yo he tomado cuantas providencias me han parecido útiles, á proporcionar las mejores
defensas, y aseguro á V. E. que mi pensamiento está en continua guerra para recapacitar
los medios mas ventajosos á sostener una resistencia capaz de escarmentar al enemigo: pero
es poca la gente de honor, y muchos los parajes á que necesita destacarse. Por fin he puesto
200 hombres en la frontera del Chaco, y el fuerte bien municionado: envié 50 á la
108
Quebrada de Toro, y otros tantos á la de Calchaquí para el resguardo de aquellas bocas; y
en fuerza de la convocatoria que hizo Damaso Catari á los pueblos de Rinconada,
Cochinoca, Santa Catalina y Casavindo (de que me dió noticia el cura D. José Torino),
despaché 100 hombres al mando del Sargento Mayor D. Apolinario Arias para que los
corriese, y que dando vuelta, viniese á parar hasta la boca de Chichas, á fin de que este
refuerzo amedrente á los naturales de dichos pueblos, que sin embargo la prisión de dicho
Catari pudieran incomodarnos.
No puedo menos que hacer presente á V. E. el particular mérito que ha contraído en esta
ocasión el Comandante D. Cristóval Lopez, tanto por el empeño que se reconoció en la
marcha que hizo desde Tapia á Jujuy, como en el avance del fuerte del Río Negro, que dista
de esta 23 leguas: cuyo anhelo y acertadas disposiciones redimieron á estos moradores del
furor de los indios y rebeldes, que por instantes esperaban su último fin. Y habiéndole
dejado el mando de las armas de esta ciudad al capitán D. Mariano Ibañez, que se adelantó
á prevenir las provisiones para la marcha, le desempeñó con honor, tomando las
precauciones convenientes á la ciudad, instruyendo, lo mejor que prometía la brevedad del
tiempo, á la guarnición miliciana que quedó, en el manejo de las armas.
Aquí quedan quince hombres con un sargento enfermos, que pasarán con el primer
destacamiento que venga, si hubiesen restablecido. Una compañía que esperaba del partido
de Belen, jurisdicción del Valle, se alzó con insolencia, y otra de la Rioja que llegó hasta
Tapia, jurisdicción del Tucumán, se volvió a egemplo de los Tucumanos, cometiendo las
iniquidades que V. E. verá por la adjunta, cuyos hechos harán creer á V. E. que aunque
tiene 20.000 hombres la provincia, son los mas de esta naturaleza, é inclinados á la libertad
y flojera, de que provienen los mayores daños.
Nuestro Señor guarde la importante vida de V. E. muchos años. Jujuy, y Abril 24 de
1781.
B. L. M. de V. E., su mas atento respetuoso servidorANDRES MESTRE
Exmo. Señor Virrey D. Juan José de Vertiz.
SEÑOR TENIENTE D. MANUEL PADILLA.
Muy Señor mío: -Hoy hacen tres días que he llegado de la reducción de Santa Rosa, y de
las demas de su circuito, donde he hallado mil novedades de los indios, las que me han
puesto en grandísimo cuidado, mayormente la de los Atalias, donde han llegado doce indios
de tierras adentro, con la novedad que toda la indiada de adentro se halla haciendo flechas
y otras armas en abundancia: y dicen estos indios que han sabido que las de adentro
caminan río arriba á dar socorro al Rey Inca, todo lo cual lo certifica la carta que escribió
el P. Lapa á D. Rafael Bacher, dando aviso de dicha novedad ó alboroto: á mas que á mi me
consta de vista todo lo dicho. Pero como no hay que fiar en la verdad de ellos, pueden
correr esta voz siniestra para mejor lograr sus traiciones en estas fronteras, con la corta
inmediación de 14 leguas líquidas, las que para ellos son 14 cuadras, según se ha reconocido
en las averías que han hecho actualmente: pues en una noche han logrado matar en
distancias mas latas, según tenemos visto en las dos que han habido estos días, hechas por
los indios de Santa Rosa. Y haciéndoseme presente el gran cargo en que me dejó Su Señoría
de Capitán Comandante de estas reducciones, le supliqué que para el cumplimiento de
109
dicho cargo era preciso se me agregase las compañías de Quiles, Cortaderas y Tajamar,
para con ellas apaciguar cualquier disturbio ó alboroto que entre dichas reducciones
pudieran haber: por lo que, teniendo noticia cierta que se halla compañía de Vd. citada
para socorro para el Río del Valle, he hallado por conveniente que dicha compañía no
camine, para que yo auxiliado de ella y de las demas agregadas á mi cuerpo, pueda
apaciguar y contener los atrevidos impulsos de dicha indiada; siendo preciso para ello que
luego de vista esta, la encomiende al Sargento mayor D. Juan Vidal y Linares, quien,
inteligenciado de su contenido, determine lo que hallare por conveniente, dándome pronto
aviso para mi gobierno, de la que dejo un tanto para lo sucesivo en todo acontecimiento.
Yo celebraré que Vd. se mantenga disfrutando del cabal beneficio de la salud, la que
ofrezco á su disposición para que me mande en esta Hacienda del Remate, y Marzo 28 de
1781 años.
B. L. M. de Vd., su mas apasionado servidorPEDRO CORBALAN.
Sentencia contra los reos de la población de Jujuy.
D. Andrés Mestre, Coronel de los Reales Egércitos, Gobernador y Capitán General de
esta Provincia del Tucumán: -Habiendo visto los autos que se han seguido por las justicias
de esta ciudad, por la general sublevación que se ha experimentado en la mayor parte de la
gente ordinaria, quienes sedujeron á los indios de la reducción de San Ignacio de Tobas,
para que la invadiesen; lo que de facto hubieran practicado á no haber advertido las
disposiciones en que se hallaban otros vecinos para contrarrestar sus fuerzas: sin embargo
de que dichos autos no se hallan conclusos por los términos de derecho: pero atendiendo á
que en causas de esta naturaleza, en que se ejecuta el castigo para que sirva de ejemplar, se
contenga la sublevación, no se deben guardar aquellos trámites, sino sentencia, en vista de
sus confesiones, las que se hallan tomadas, y por lo que de ellas resulta: -FALLO, que debo
condenar y condeno á muerte á los siguientes, que fueron los convocadores; unos y otros
que voluntariamente se dieron á la parcialidad de los indios para ayudarles á verificar el
proyecto de degollar á todos los vecinos de esta ciudad, sin excepción de ninguno, sino
solamente á los del sexo femenino: cuales son, Lorenzo Serrano, Juan de Dios Maldonado,
Francisco Rangel, Melchor Ardiles, Diego Avalos, Mariano Galaza, Francisco Ríos, Juan
José Almasan, Andres Lopez, Juan Asencio Mendoza: quienes por la imposibilidad que hay
en esta de ejecutar la sentencia que corresponde a sus delitos, serán arcabuceados por
detras como traidores al Rey y la Patria. Por lo que serán sacados á uno de los cantones de
esta ciudad, y en las esquinas por donde se transitasen, se publicará su delito y sentencia
que se les impone por voz de pregonero: y puestos en dicho cantón en la mayor forma que
se dispusiere, se egecutará en ellos esta sentencia y cortándoles las cabezas, serán llevadas,
la de Francisco Rangel y Melchor Ardiles, al fuerte del Río Negro, y se pondrán en los
cubos, para que este espectáculo sirva de escarmiento á todos los demas partidarios que se
hallan en dicho fuerte, de donde se desertaron estos dos reos para unirse con los indios.
Asimismo, la de Juan de Dios Maldonado y Andres Lopez se pondrán en dos picotas que
se fijarán en dicha reducción de indios Tobas, donde igualmente eran soldados, y
desampararon su plaza para unirse á dichos indios.
Igualmente, la de José Aleman se llevará al Fuerte de Ledesma, y se colocará en la propia
conformidad; y las restantes, dejándose una en la picota, que se dispusiere donde se hiciere
la justicia, y otra en el rollo de la plaza de esta ciudad, se repartirán por todos los caminos
110
de esta circunferencia, poniéndose á dos leguas de distancia en los árboles mas
prominentes, para que este objeto sirva de recuerdo al castigo que merecen semejantes
delitos.
Asimismo ordeno á los restantes que se hallan presos en esta ciudad, que son: Manuel
Romero, Miguel Gerónimo Mamaní, Martín Vidaurre, Estevan Juarez, Joaquín Jurado,
José Toro, Norberto Martínez, Juan Valdivieso, Manuel Flores, Bartolo Ríos, Mariano
Basualdo, Bernando Surapurá, Lorenzo Umacuta, Agustín Sanchez, Bernardo Chaparro,
Manuel Bejarano, Francisco Miranda, Nicolás Mansilla, Diego Taristolas, Melchor Cruz y
Fernando Rivas, usando de mi conmiseración, á que sean quintados; y con los cuatro que
de los veinte saliesen condenados, se egecutará lo mismo que con los anteriores, y se
llevarán sus cabezas al parage de Sapla, que era el que tenían destinados para sus juntas, y
donde fueron presos: y á los 16 restantes se les pondrá una señal en el carrillo, que deberá
ser de una R, que indica rebelde ó rebelado; la que se hará á fuego para que le sirva de
memoria su delito, y para otros se conozca su traición. Y mas los condeno á que sirvan por
espacio de cinco años en las obras públicas de esta ciudad, y que cuando no las haya, sean
conducidos al presidio del Río Negro, ú otro que sea mas conveniente, hasta que cumplan el
término asignado.
Que así lo pronuncio y firmo con mi Teniente y Justicia Mayor, definitivamente
juzgando, en 21 días del mes de Abril de 1781 años; y ante el presente Escribano de
Cabildo, quien le hará saber á los reos esta sentencia.
ANDRÉS MESTRE.
Dr. Tadeo Dávila. -Ante mí, Manuel de Borda, Escribano Público y de Cabildo.
111
VI. Algunos pasquines de la rebelión de Tupac Amaru ( en Godenzzi, 1995; Lewin, 1967 y
1980; Valcárcel, 1970; Glave, 1982).
"El regente es botarate
El virrey un elemento
Cada oidor un zumento
y el acuerdo un disparate.
No hay quien ate, ni desate
Ningún con juicio sospeche
todos con cursos de leche
y para decirlo más claro
Se cagará Tupac Amaro
En ellos, Lima y Areche...
Si vence Tupac Amaro
Malo, malo, malo
Si el visitador
Peor, peor, peor
y en questa indiferencia
El virrey y la ciudad
paciencia, paciencia, paciencia...
Exmo. Señor
A vuestra Excelencia toca
declarar quién es peor
)Si Tupac Amaro
o el Visitador?
(colocado en el palacio del virrey, Lima, 1780).
"Quito y Cochabamba se alzó,
y Arequipa )por qué no?
la necesidad nos obliga
a quitarle al aduanero la vida
y cuantos le den abrigo."
(colgado en la puerta de la catedral de Arequipa, 2 de enero de 1780).
"Tinta en sangre,
Cuzco en pena,
Lima en armas
por mar y tierra"
"Y pues el Indio ha exhortado
a criollos, atrevido,
a seguir el vil partido
que alevoso se ha fraguado
para que entienda el alzado
que a todas luces se engaña
criollo es el que desengaña
112
y exhorta a la necia plebe
que sólo conocer debe
por padre y Rey al de España"
(Arequipa, 1781).
"Ya el Cuzco y Arequipa
Con La Paz y Cochabamba
Al ver tanto latrocinio
Con pretexto de Aduana,
Esforzados han resuelto
Defenderse con sus Armas
Potosí lo ha intentado,
Y en su lealtad tan rara,
Ha sido por esperar
Que dé un grito Chuquisaca."
(aparecido en la ciudad de La Plata, Audiencia de Charcas, en marzo de 1780).
"Oh! Señor, no aspiramos a otra cosa que a aliviar el pesado yugo, que de tanta
contribución nos oprime. Resuélvase V.E. a disipar toda nueva imposición Corte el orgullo
a un Intendente, ruina de la Corona y sus Vasallos, y de este modo logrará V.E. la
satisfacción de que todos nos sacrificaremos gustosos en la lamentable tragedia que se le
prepara. Salta, Córdoba y Buenos Aires. (aparecido en Buenos Aires, [1781?], fragmento).
"El General Inca viva
jurémosle ya por Rey,
porque es muy justo, y de ley,
que lo que es suyo reciba.
Todo indiano se aperciba
a defender su derecho
porque Carlos con despecho
los aniquila y despluma,
y viene a ser todo en suma
robo al revés y al derecho
Tanto daño penetrado
Vengarse a gusto cumplido
pues españoles han sido
Autores del mal causado
Morirán con el soldado
Alcaldes, Corregidores
Ricos, pobres, y oidores
O no he de ser Tupac Amaru"
(Audiencia de Chuquisaca, 22 de Marzo de 1782).
"Me cai...go en la buena unión
de españoles y franceses;
me cai...go trescientas veces
en la gran expedición;
113
me caigo en el espadón
y en la trinchera también
Me caigo en todo ese tren
de morteros y cañones
y me caigo en los mandones,
por siempre jamás, amén"
"Aduaneros tenemos,
con nuevas pensiones
que las sufran aquellos
que son sin calzones"
"Dos limeños qué bajeza!
y un vizcaíno saramullo
que parece ojo de c...
persisten en esta empresa"
"Ya en el Cuzco con empeño quieren sacudir, y es ley,
el yugo al que es dueño
levantarse americanos!
tomen armas en las manos,
y con osado furor,
maten sin temor
a los ministros tiranos!
(Oruro, abril de 1781).
"En Paucartambo el hermano
puso un sitio formidable,
mar se le hizo inexpugnable,
porque estaba en buena mano.
Y así viendo aquel tirano
aunque de sus iras ciego,
que aún ardiendo en tanto fuego
no se ablanda la lechuga
entregándose a la fuga
tomó las de Villa Diego."
(referido a la actuación de Diego Cristóbal, primo hermano de Túpac Amaru, frente al jefe
realista Pérez Lechuga).
"Es el caso y es muy raro
que un indio sin Dios ni ley
se propusiese ser Rey
por llamarse Tupamaro".
.
"También el jefe sagrado
de su Ilustre clerecía,
levantó una compañía
para servir al estado,
114
y después de haber librado
otras armas más terribles
echó mano a las visibles,
y en continua centinela
con la inculpable tutela
hizo sus armas terribles."
(volante rimado que alude a la formación de milicias por parte de los eclesiásticos. Las
"armas más terribles" se refieren a la excomunión).
"Prepárate Ugarte
que queremos coronarte"
(Pasquín aparecido la víspera del grito de Tinta, en Cuzco, aludiendo a la relación entre
Túpac Amaru y una minoría de prominentes cuzqueños, como la familia Ugarte).
")Muera el Corregidor y los Regidores!
que no defienden la ciudad
de los rigores con que la afligen
con estancos, aduana, nuevos impuestos, padrones,
revistas, quintos y tantas garruminas.
Y muera tanto ladrón como aquí se nos mete."
(Pasquín colocado en una calle cuzqueña el 19 de enero de 1781).
"Fue a sacudir los collados;
los halló ya despoblados
de la milicia española,
porque Oré, Zata y urbiola
que eran los corregidores
prevenidos de temores
habían raspado la bola."
(versos satíricos que narraban los sucesos de la rebelión).
"La ciudad determinada
a castigar la traición
destacó un escuadrón
de lucida gente armada.
En Sangara atacada
por el rebelde y traidores,
entre sustos y temores,
los soldados perecieron,
porque a la iglesia se fueron
antes de ser matadores."
(Texto que se refería a las ciudades atacadas -en primer lugar se alude a la ciudad de
Cuzco- donde luchaban los ejércitos de Túpac Amaru y las milicias eclesiásticas).
")Arriaga porqué murió?
sus autos lo han publicado.
Murió por guardar la ley,
115
luego es bienaventurado".
(Versos oficialistas que justifican el accionar del Corregidor Arriaga, enviado al cadalso
por Túpac Amaru).
"mostrando por ejemplares
que quien es Mata Linares
es también mata traidores."
(rimas que aluden al oidor Matalinares, quien mandó a ejecutar las sentencias contra
Túpac Amaru y su familia, en Cuzco).
116
VII. Principales ajusticiados en la plaza del Cuzco, el 18 de mayo de 1781 y distribución de
las distintas partes de sus cuerpos (en De Ángelis, 1910, VIII: 377-378).
José Gabriel Túpac Amaru.
Micaela Bastidas, su mujer.
Hipólito Túpac Amaru, su hijo.
Francisco Túpac Amaru, tío del primero.
Antonio Bastidas, su cuñado.
La cacica de Acos.
Diego Verdejo, comandante.
Andrés Castelo, coronel.
Antonio Oblitas, verdugo.
Tinta
La cabeza de José Gabriel Túpac Amaru.
Un brazo a Tungasuca.
Otro de Micaela Bastidas, idem.
Otro de Antonio Bastidas, a Pampamarca.
La cabeza de Hipólito, a Tungasuca.
Un brazo de Castelo, a Surimana.
Otro a Pampamarca.
Otro de Verdejo, a Coparque.
Otro a Yauri.
El resto del su cuerpo, a Tinta.
Un brazo a Tungasuca.
La cabeza de Francisco Túpac Amaru, a Pilpinto.
Quispicanchi
Un brazo de Antonio Bastidas, a Urcos.
Una pierna de Hipólito Túpac Amaru, a Quiquijano.
Otra de Antonio Bastidas, a Sangarará.
la cabeza de la cacica de Acos, a idem.
La de Castelo, a Acamayo.
Cuzco
El cuerpo de José Gabriel Túpac Amaru, a Picchu.
Idem el de su muger con su cabeza.
El brazo de Antonio Oblitas, camino de San Sebastián.
Carabaya
Un brazo de José Gabriel Túpac Amaru.
Una pierna de su mujer.
Un brazo de Francisco Tupac Amaru.
Azangaro
Una pierna de Hipólito Tupac Amaru.
117
Lampa
Una pierna de José Gabriel Túpac Amaru, a Santa Rosa.
Un brazo de su hijo a Iyabirí.
Arequipa
Un brazo de Micaela Bastidas.
Chumbivilcas
Una pierna de José Gabriel Túpac Amaru, en Livitaca.
Un brazo de su hijo, a Santo Tomás.
Paucartambo
El cuerpo de Castelo, en su capital.
La cabeza de Antonio Bastidas.
Chilques y Masques
Un brazo de Francisco Túpac Amaru, a Paruro.
Condensuyos de Arequipa
La cabeza de Antonio Verdejo, a Chuquibamba.
Puno
Una pierna de Francisco Túpac Amaru, en su capital.
NOTA: -Fernando Túpac Amaru de 10 1/2 años, e hijo de José Gabriel, fue pasado por
debajo de la horca, y desterrado por toda su vida a uno de los presidios de Africa.
118
INDICE DE ILUSTRACIONES
I. El Virreinato del Río de la Plata (1776) (en Bazán, 1986).
II. Posible ubicación de los pueblos aborígenes en Jujuy durante el período colonial (en
Bidondo, 1980).
III. Escudo de nobleza de la familia Túpac Amaru, aprobado por Real orden del rey de
España, en 1545 (en Astesano, 1979).
IV. Escenario de la sublevación de Túpac Amaru (en Universidad Nacional de Jujuy, 1989).
V. Retrato de Túpac Amaru (en Chávez, 1973).
VI. Pasquín colocado en la calle San Roque del pueblo de Lambayeque, el 27 de abril de
1781, contra el corregidor Pedro Arjona (en Glave, 1980).
VII. Piedra de la tercera fundación de la Iglesia de San Francisco de Salta (en Auspurg y
Solá, 1982).
VIII. Dibujo y descripción de la ciudad de Arequipa, inserta en la Nueva Coronica y Buen
Gobierno de Felipe Guamán Poma de Ayala (1980).
IX. Reproducción facsimilar de la hoja suelta perteneciente al Archivo del Convento de San
Francisco de Salta.
X. Rúbrica de José Gabriel Túpac Amaru, tomada del Archivo General de Indias de Sevilla
(en Valcárcel, 1970).
XI. Reproducción de la primera página de las Memorias de Juan Bautista Túpac Amaru,
en la edición de la Imprenta de los Niños Expósitos, Buenos Aires, 1824 (en Astesano, 1979).
119
DETALLE DE ANEXOS
I. Versión paleográfica y descripción del documento del Convento San Francisco de Salta.
II. Cronología de la sublevación de Túpac Amaru en los Andes y su proyección hacia los
tiempos independentistas.
III. Carta con la recomendación de captura de varios indios y criollos que tomaron parte en
la sublevación de los indios tobas, firmada por José de la Cuadra, administrador General
de las Rentas de Tabacos, Naipes y Correos y Alcalde Ordinario de Primer Voto de la
ciudad de San Salvador de Jujuy, fechada el 15 de abril de 1781, que se encuentra en el
Archivo de Santiago del Estero.
IV. Leyendas del Rey Inca.
V. Partes e informes de militares encargados de sofocar la rebelión de Túpac Amaru en
diversas localidades del Tucumán. Correspondencia del Gobernador de la Intendencia de
Salta del Tucumán, D. Andrés Mestre, dirigida al Virrey Vértiz, con noticias sobre la
sublevación y sentencias ejemplares contra los reos.
VI. Pasquines de la rebelión de Túpac Amaru.
VII. Principales ajusticiados en la plaza del Cuzco, el 18 de mayo de 1781 y distribución de
las distintas partes de sus cuerpos.
120
INDICE GENERAL
PRELIMINARES ..............................................................................................
I. SALTA Y EL TUCUMÁN EN TIEMPOS DE LA REBELIÓN
La provincia del Tucumán ....................................................................
El Chaco Gualamba y sus habitantes .................................................
Segundo escenario: la Puna .................................................................
La rebelión .............................................................................................
Repercusiones en el Tucumán .............................................................
Anatomía de la rebelión .......................................................................
Consecuencias del levantamiento ........................................................
II. ACTORES DE LA REBELIÓN
Los roles intercambiables ......................................................................
La actitud del clero ................................................................................
Indios, corregidores, obispos y disfraces .............................................
Cacicas, guerreras y adivinas ................................................................
La construcción de la imagen de Túpac Amaru. Dramatización
de la historia incaica ..............................................................................
La rebelión de los pasquines ................................................................
III. UN OLVIDADO MANUSCRITO EN SALTA
El manuscrito del convento de San Francisco ...................................
El Convento de San Diego de Salta ....................................................
Arequipa en el siglo XVIII ..................................................................
El obispado de Arequipa ......................................................................
El humilde obispo ..................................................................................
IV. LA IMAGEN DEL INCA EN EL PENSAMIENTO ANDINO
Relatos orales e historiografía andina ................................................
Cosmovisión incaica ..............................................................................
Las leyendas del Rey Inca ..................................................................
121
Resistencia y tradición .........................................................................
V. PERSPECTIVAS
Rebelión y escritura .............................................................................
Rebelión y utopía .................................................................................
Rebelión e independencia ...................................................................
Rebelión e inversión de papeles .........................................................
BIBLIOGRAFÍA .............................................................................................
ANEXOS ...........................................................................................................
INDICE DE ILUSTRACIONES ...................................................................
DETALLE DE ANEXOS ..............................................................................
122
123
Descargar