1. La Revelación de Dios

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Universidad Don Bosco
Introducción a la Teología
P. Rafael Sánchez
Tema 1—U1:
Elementos introductorios. Aproximación al concepto de teología.
Revelación, fe y teología1
1. La revelación de Dios
2. La Historia concreta de la Revelación de Dios en Cristo
3. Teología y teologías
Introducción
Para entrar en el mundo de la teología necesitamos acercarnos al punto de partida
principal: la Revelación. Por eso desarrollaremos primero algunas ideas importantes
sobre la revelación y la fe; porque sólo desde estos elementos fundamentales
podemos llegar a hablar de teología. Es decir, sólo podremos hablar sobre Dios si
antes entendemos lo que Dios no ha hablado.
1. La Revelación de Dios
A Dios nadie le ha visto (Jn 1,18; 1Tm 6,16). No podemos ver la esencia misma de Dios
con los ojos del rostro o de la mente. Olvidar este principio nos puede llevar a dar
lugar a formas antropomórficas de concebir la revelación; puede dar lugar a confundir
a Dios con sus mediaciones, de suerte que se confunda a Dios con la traducción
humana de lo divino.
El misterio se revela permaneciendo escondido. Dios es apertura y comunicación,
“diálogo”. Si Dios es acción de conocimiento y de amor (en el interior de sí mismo y
hacia lo otro-que-no-es-Dios), quiere decir que eso “otro” está relacionado con él y
puede reconocer las huellas del Amor cuando ese Amor da testimonio de sí mismo.
(cfr Is 45,15).
Dios para comunicarse necesita un interlocutor cuya dimensión sea análogamente
espiritual, inteligente y amante: de ahí la importancia de considerar al hombre como
imago Dei capaz de recibir esa comunicación de Dios.
Revelación es por tanto: comunicación del infinito Amor a su imagen creada, humana.
La estructura más sencilla de revelación imaginable: la palabra de Dios dirigida a los
profetas (Ej: Ez 11,14; 14,9; 15,1). “Dios habló por medio de los profetas” (Hb 1,1).
1
J. M. ROVIRA BELLOSO, Introducción a la Teología, Madrid: BAC, 1996, pp. 3-46.
Pero Dios más que comunicar palabras a los hombres, se comunica a sí mismo: su
Voluntad, su Palabra, su Amor. «Se ha revelado el amor de Dios» (Tit 2,11)2.
El Dios que se revela es un Dios «personal», inteligente, libre y amante: Personal
aplicado a Dios quiere decir que Dios se comunica, entiende y ama, con Palabra de
Verdad y con Aliento de Amor.
El ámbito en el que se manifiesta Dios es doble: el escenario de la Creación y el drama
de la Historia: el templo del cosmos y el acontecer en el que el hombre es el sujeto de
la acción y Dios es el peso suave del amor providente (Cfr. DV 3).
La creación del ser intelectual y amante, imagen de Dios, establece la posibilidad de la
revelación divina. Esta dimensión antropológica (capacidad o apertura humana a lo
divino que quiere dársele) constituye la posibilidad real de la revelación de Dios al
hombre.
La acción de Dios desborda toda mediación religiosa: es más grande que cualquier
área confesional. El Verbo de Dios ha asumido como carne suya la mediación de
Cristo, y Cristo ha asumido y amado a la Iglesia hasta presentársela a sí mismo sin
mancha ni arruga (Ef 5,27). Sin embargo, respecto al área eclesial se da el fenómeno
del Deus semper maior: Dios es mayor incluso que las mediaciones visibles por El
mismo elegidas.
La revelación trinitaria: en el Cristianismo el hombre tiene un modo de recibir a Dios
correlativo al modo divino de comunicarse. La Trinidad «económica» ha movido a la fe
cristiana a creer y a expresar con lenguaje siempre deficiente que en Dios mismo,
Amor infinito y Acción por excelencia, se pronuncia la Palabra eterna y se expresa el
Espíritu de Amor que une al Padre con la Palabra.
La Revelación en sentido estricto -—como comunicación personal y absolutamente
gratuita de Dios— coincide con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. La Revelación es esta
Trinidad personal dándose a los hombres en la Encarnación del Hijo, en la Cruz y en la
donación del Espíritu por Jesús glorioso. Por eso, por ser un acto de donación personal
y divina, la revelación es gratuita e imprevisible, no necesaria: ya que pudo no darse.
DV 2: «Dispuso Dios en su sabiduría revelarse a Sí mismo y dar a conocer el misterio de su voluntad,
mediante el cual los hombres, por medio de Cristo, Verbo encarnado, tienen acceso al Padre en el
Espíritu Santo y se hacen consortes de la naturaleza divina. En consecuencia, por esta revelación, Dios
invisible habla a los hombres como amigos, movido por su gran amor y mora con ellos, para invitarlos a
la comunicación consigo y recibirlos en su compañía. Este plan de la revelación se realiza con hechos y
palabras intrínsecamente conexos entre sí, de forma que las obras realizadas por Dios en la historia de
la salvación manifiestan y confirman la doctrina y los hechos significados por las palabras, y las
palabras, por su parte, proclaman las obras y esclarecen el misterio contenido en ellas. Pero la verdad
íntima acerca de Dios y acerca de la salvación humana se nos manifiesta por la revelación en Cristo, que
es a un tiempo mediador y plenitud de toda la revelación».
2
Todo esto no impide que en la Creación tengamos ya una primera manifestación de
Dios que nos dice, como en una parábola o analogía, cuán alto es su amor.
Acontecimiento y Palabra anticipan en el tiempo y en el espacio humano los dones de
Dios que se revela: Escatología incoada.
2. La Historia concreta de la Revelación de Dios en Cristo
La teología cristiana es ciencia de la Revelación de Dios en Cristo:
«Habría que entender por “revelación” el acontecimiento salvífico de la auto
comunicación de Dios, que empieza con la creación, se establece de nuevo en la
historia de Israel, alcanza su consumación en la persona, vida, ministerio, muerte,
resurrección [de Jesucristo] y envío del Espíritu de Jesucristo (el Verbo de Dios
encarnado), y por obra del mismo Espíritu Santo conduce a la comunión liberadora
con Dios»3.
Nos lo dice también DV 4:
«Después que Dios habló muchas veces y de muchas maneras por los Profetas,
"últimamente, en estos días, nos habló por su Hijo". Pues envió a su Hijo, es
decir, al Verbo eterno, que ilumina a todos los hombres, para que viviera entre
ellos y les manifestara los secretos de Dios; Jesucristo, pues, el Verbo hecho
carne, "hombre enviado, a los hombres", "habla palabras de Dios" y lleva a cabo
la obra de la salvación que el Padre le confió. Por tanto, Jesucristo -ver al cual es
ver al Padre-, con su total presencia y manifestación personal, con palabras y
obras, señales y milagros, y, sobre todo, con su muerte y resurrección gloriosa
de entre los muertos; finalmente, con el envío del Espíritu de verdad, completa
la revelación y confirma con el testimonio divino que vive en Dios con nosotros
para librarnos de las tinieblas del pecado y de la muerte y resucitarnos a la vida
eterna.
La economía cristiana, por tanto, como alianza nueva y definitiva, nunca cesará,
y no hay que esperar ya ninguna revelación pública antes de la gloriosa
manifestación de nuestro Señor Jesucristo (cf. 1 Tim., 6,14; Tit., 2,13)».
Por tanto Jesucristo es el ápice más alto en el panorama procesual revelatorio.
Jesucristo es la el centro y la cumbre de la revelación. El paradigma de la revelación
está en su muerte y resurrección.
El acceso que podemos tener a esa revelación se da sólo si nos sumergimos en él como
creyentes y si recibimos de Jesucristo el mismo Espíritu de Verdad y Amor.
La resurrección o el futuro de Dios anticipado en lo humano: Pero este futuro se
anticipa ya en nuestro mundo y en nuestro tiempo presente: la Cruz de Cristo ha sido
el punto límite y el punto abierto a través del cual ese núcleo del Reino de Dios que es
3
P. EICHER, Diccionario de conceptos teológicos, II (Barcelona 1990), p.386.
Cristo glorioso se ha introducido en este mundo para anticipar la nueva creación, el
reino de Dios en el Espíritu Santo que nos ha sido dado como gracia y como
anticipación de la gloria que esperamos. Literalmente, el futuro de Dios se ha
anticipado (escatología anticipada, por Cristo Jesús). Esta es la revelación cristiana: la
anticipación del futuro de Dios en el hombre y en el tiempo de la Iglesia.
Desde el punto de vista antropológico, la resurrección representa la participación más
alta posible en la vida de Dios que puede recibir el hombre. Toda la vida de Jesús tiene
unidad a la luz de la Resurrección.
El motivo para creer en la Resurrección de Jesús es la fe apostólica. Es escuchando a
los testigos como llegamos a creer, pues la fe viene de escuchar la palabra de los
Apóstoles. Es una elección positiva de la persona. La fe, como fruto de nuestra decisión
personal, nos abre los ojos para descubrir las razones interiores al hecho de creer.
Estando en la comunidad, formando un solo cuerpo.
¿Cómo conocieron y vivieron los Apóstoles el hecho de la Resurrección:
- El signo que da lugar a la tradición del sepulcro vacío (Jn 20,8).
- Los signos de las apariciones en Judea (Lc 24,36-53; Jn 20,19-29), en Galilea
(Mt 28,16-20).
- El signo memorial de la fracción del pan (Hch 2,42).
- La dinámica de la promesa al cumplimiento.
- La luz del Espíritu Santo, recibida en Pentecostés.
El contenido del kerigma en Hch 2,32: Jesús vive, ha sido elevado a la derecha del
Padre y nos da su Espíritu Santo.
3. Teología y teologías4
La Teología no puede olvidar que su punto de partida está en la iniciativa de Dios. W.
Beinert lo ha dicho con una frase incisiva: El hombre dice su teología porque,
previamente, Dios ha tomado la Palabra y ha hablado. De manera que la teología tiene
dos realidades previas: la revelación de Dios que toma la iniciativa y la fe por la
que el hombre se adhiere a Dios que se revela.
La acción de Dios es el acontecimiento de la fe objetiva (fides quae) que desperatará la
fe subjetiva (fides qua) de las personas creyentes.
El acontecimiento narrado y así se transmite, también es contemplado y
conceptualizado por quien busca entender en claroscuro su inteligibilidad
escondida. Pues bien: la narración es ya teología, como es así mismo teología el
intento humilde, arriesgado, siempre inacabado de conceptualizar el misterio.
4
J. M. ROVIRA BELLOSO, Introducción a la Teología, Madrid: BAC, 1996, pp. 47-77.
A) Aproximación al concepto de teología
¿Por qué hay teología en el cristianismo?: El punto de partida es que el cristianismo se
desarrolla en la historia como acontecimiento y como doctrina (cfr. Jn 3,16). La
doctrina supone un acontecimiento que puede ser compartido. La doctrina depende
del acontecimiento.
Por la necesidad de dar cuenta narrativamente del acontecimiento de la fe y la
necesidad de expresar conceptualmente lo que significa este acontecimiento, en
sí y para nosotros.
Creer y saber:
Anselmo de Canterbury y Ricardo de San Víctor, teólogos del siglo XII, siguiendo a San
Agustín, creyeron que la inteligencia que acompaña la fe podía descubrir las razones
necesarias que vertebran el misterio creído, y que se inscriben y se ocultan en él. El
Vaticano I llama ratio fide illustrata y, viceversa, intelligentia fidei a esa claridad,
otorgada por Dios en la fe, que ayuda a entender el misterio ya sea por analogía
con las cosas que conocemos, ya sea por el nexo que los misterios tienen entre
sí, ya sea por la relación que tienen con nuestro fin último.
W. Pannenberg: el papel principal de la teología es explicar racionalmente los
contenidos de la fe en Dios a los creyentes de la comunidad y a los increyentes
del mundo. Sin embargo afirma que debe ser la razón sola, sin tener la fe como
premisa…
Un concepto estricto de teología:
San Agustín: es el hablar humano acerca de Dios. Ciencia de la revelación de Dios.
B) Un poco de historia del término:
El término “teología” en los Padres de la Iglesia:
Origenes: la teología como conocimiento cristiano de Dios
Hay que destacar la distinción que hace Eusebio de Cesarea: Teología y economía.
Teología sería el conocimiento de Dios Uno y Trino en sí mismo, mientras que la
economía o divina dispensación sería el conocimiento de Dios que se ha manifestado
en su imagen: Jescucristo.
De la economía se llega a la teología5. Sobre todo cuando se formula el dogma
clásico de la Santísima Trinidad.
R. Fisichella nos dice:
5
J. WOLINSKI, «De la Economía a la “Teología”», en B. SESBOÜÉ – J. WOLINSKI, El Dios de la Salvación,
Historia de los Dogmas, Paris: Desclée, 1994, pp.143-185.
«El fundamento y centro de la teología es la revelación de Dios en Jesucristo. Su
objetivo particular es la inteligencia crítica del contenido de la fe para que la
vida creyente pueda ser plenamente significativa»6.
El término ha tenido una evolución. No es de origen cristiano, pero poco a poco se
incorporó en el uso cristiano. Para Clemente de Alejandría, theologhía será el
“conocimiento de las cosas divinas”; para Orígenes indica la verdadera doctrina sobre
Dios y sobre Jesucristo como salvador. Y Eusebio de Cesarea fue el primero que dio el
título de theologos al evangelista Juan, por haber escrito en su evangelio una doctrina
eminentemente sobre Dios. Por eso, desde Eusebio, theología indicará la verdadera
doctrina, la cristiana, que se opondrá a la falsa doctrina enseñada por los paganos7.
C) Una fe, varias teologías
1) Según la perspectiva desde la que se conciba la revelación de Dios, tendremos un
modelo u otro de teología. Por ejemplo:
 Revelación concebida de un modo mántico, como inspiración a través de
sueños o de trances provocados por el poder de Dios: repercute en las
narraciones veterotestamentarias en las que domina el poder amante de Dios
desplegado en una situación conflictiva vivida por el justo.
 Revelación concebida como encuentro con Dios, por ejemplo con los Patriarcas:
da lugar a la corriente personalista que traspasa toda la tradición judía, hasta el
cristianismo con las apariciones del Resucitado.
 Revelación como entrega de un memorial por parte de Dios: da lugar a una
perspectiva de teología simbólica que desembocará en la oración y en los
sacramentos cristianos.
 Revelación como manifestación de la voluntad de amor de Dios que sostiene el
obrar del hombre: alumbrará la perspectiva teológica presidida por la llamada
imperativa de Dios que constituye al hombre y a la mujer como sujetos éticos.
 Revelación como presencia del Espíritu de Dios en los profetas, hasta que éstos
llegas a identificarse con la Palabra de Dios que ilumina una situación humana:
tendremos el tipo más común de revelación, entendida como comunicación de
la Palabra y del Espíritu de Dios a los profetas.
2) También se puede descubrir en el NT distintas cristologías, dependiendo de la
faceta de la vida de Jesús en la que se fundamenta. Ejemplo:
 Cristología de la predicación: corpus paulinum
 Cristología especulativa histórico-escatológica: 4º Evangelio, ¿Lucas?
 Cristología mesiánica, centrada en el Jesús histórico: Mateo, Marcos, Lucas
6
R. FISICHELLA et al., «Teología», en R. LATOURELLE – R. FISICHELLA, Diccionario de Teología
Fundamental, Madrid: San Pablo, 1992, p. 1411.
7
Cfr. Idem.
 Cristología centrada en Cristo como Señor y Eschaton
eternidad de Dios: Apocalipsis.
inscrito ya en la
3) También puede hacerse la siguiente clasificación8:
 Cristología del «maranatha» o de la parusía: Jesús portador de la salvación
futura como Señor del futuro (Credo de la tradición Q, tradición de Marcos)
 Cristología del «theois aner»: Jesús taumaturgo divino (tradición galilea, con
proyección cristiana posterior en los evangelios de Marcos y de Juan)
 Cristologías sapiensiales: Jesús sabiduría preexistente, encarnada, humillada,
exaltada (Filipenses, Colosenses)
 Cristologías pascuales: Jesús muerto y resucitado…
4) La gran ventaja que ofrece la diversidad de teologías del NT consiste en que la
diferente letra que las diversifica queda compensada por el único Espíritu que las hace
inteligibles y que las reúne en un único acorde: Jesucristo.
A lo largo de la historia, de acuerdo a la finalidad, los objetivos y los métodos, de
acuerdo al espacio y al tiempo, han surgido distintos tipos de teología:
D) Diversas teologías en la historia
1) Teología patrística (s. II-VIII): las obras de los padres de la Iglesia normalmente
nacen en ocasión de de un hecho circunstancial: la aparición de una herejía o la
necesidad de aclarar una cuestión relativa a la fe.
2) Teología monástica (s. IX-XII): escuelas bíblicas, dialécticos, que usan la razón
humana y filosófica e las afirmaciones de la fe.
3) Teología escolástica (s. XIII-XV): la teología se convierte en ciencia, usando la
filosofía aristotélica. Tiempo de las grandes Summae y de las Quaestiones disputatae,
con método dialéctico. Despertar de las universidades.
4) Teología controversística (s. XVI): con la intención de combatir la herejía
luterana.
5) Teología postridentina. La «segunda» escolástica: es la teología académica,
comentando la Summa Theologiae de Santo Tomás. Comienza a hablarse de teología
histórica.
6) Teologías del siglo XIX
8
E. SCHILLEBEECKX, Jesús. La Historia de un viviente, Madrid: Cristiandad, 1981, p. 373. Citado por ROVIRA
BELLOSO J. M., Introducción a la Teología, Madrid: BAC, 1996, p. 57.



Escuela de Tübingen: valorizan la tradición mediante el retorno a los santos
Padres, que contempla la Iglesia como comunidad de fe centrada en Cristo vivo
y que supera el sabor a racionalismo.
La Escuela Romana: fuerte inclinación al intelectualismo, valoró tanto la
función de la razón en el interior de la fe.
J. H. Newman: valora la intuición que surge de la investigación metódica de los
signos que llevan al sentido (“gramática del sentimiento”); con él adquiere
vigencia y relieve el método inductivo aplicado a la teología.
7) Teología neoescolástica: elevó el tomismo al rango de teología perenne.
8) Teologías del siglo XX
 La crisis modernista: deseo de libertad total, sentimiento subjetivo,
autenticidad; crítica demoledora, contraria al convencionalismo de la
sociedad burguesa.
 «Nouvelle Théologie»: hacia finales de la S. Guerra mundial; intento de
situar los hitos del pensamiento teológico en su propio marco histórico que
explica y de alguna manera relativiza ese pensamiento, porque lo pone en
relación con la cultura de su tiempo, y – lo que es más importante para el
tema de Dios – entendiendo la revelación mucho más como historia y
automanifestación que como sistema de ideas transmitidas por Dios al
hombre.
 Teología de la «muerte de Dios»: intento de una amalgama de cristianismo y
ateísmo.
E) Teologías diversas por su finalidad
1) Teología fundamental: no sólo entendida en la línea de pura apologética sino
como obra de “la recta razón que demuestra los fundamentos de la fe” (DS 3019). La
teología fundamental surge como “respuesta a los nuevos planteamientos de la
modernidad que marcan decisivamente la teología y la Iglesia hoy” (Salvador PiéNinot). Se sitúa por tanto en la frontera entre fe y razón, entre revelación y el sujeto
que la recibe, y tiene por cometido garantizar la credibilidad y, por tanto, la
razonabilidad de la fe.
Por tanto, “dar razón de la esperanza” (1Pe 3,15).
2) Teología «positiva»: los ejes señalados por san Agustín: buscamos en las
Escrituras cuál es nuestra fe (teología positiva) y luego buscamos la verdad que
impide dudar incluso a los raciocinadores (teología reflexiva o especulativa). La
teología positiva se pregunta, entonces, cuál es la fe de la Iglesia, qué es lo que
creemos.
El adjetivo positivo va relacionado a un tema de estudio objetivo, de un texto, bíblico,
patrístico, de un teólogo o del magisterio.
3) Teología sistemática: se pregunta cuál es el significado de lo que creemos. Es un
nivel de pensamiento más sintético que analítico. Es un nivel más alto, racional y
sintético. Se trata, pues, de entender el significado y la conexión de los artículos de la
fe entre sí. En su sentido más específico se esfuerza por penetrar el sentido global e
inteligible de aquellos dogmas que la Iglesia cree, organizándolos alrededor de una
síntesis racional.
a) Teología narrativa: primer estadio o esbozo de la teología sistemática,
porque a ella conduce. Quiere expresar de modo más sencillo el núcleo
central de la revelación de Dios en Cristo. Es el lenguaje del acontecimiento,
capaz de expresar los hechos y las palabras de la revelación. La narración
trata de atestiguar el acontecer revelador, evitando así que quede reducido
a un sistema de verdades abstractas. El lenguaje es intelectual y testimonial,
es transmisión de una noticia, es eficaz.
b) Teología de la Palabra: llamada también teología kerigmática; nace en el
contexto de la teología dialéctica (K. Barth), la cual muestra la imposibilidad
de hablar de Dios a no ser partiendo de la misma palabra que Dios dirige a
los humanos. Se llama teología dialéctica porque aquí se juega la infinita
trascendencia de Dios en contraste con su cercanía a la humanidad que
escucha su Logos.
La teología de la Palabra está totalmente basada y pendiente del anuncio de
la fe (kerigma), cuyos efectos provocadores de la respuesta de la fe los
continúa esta teología. Su material de estudio es la Palabra de Dios centrada
en la proclamación central de la fe: Cristo – Palabra de Dios – se ha
encarnado, ha muerto y ha resucitado.
«Como teólogos debemos hablar de Dios; pero somos hombres y, como
tales, no podemos hablar de Él. Hemos de saber ambas cosas: nuestro deber
y nuestro no poder, y así dar gloria a Dios. Esa es nuestra tribulación»9.
9
K. BARTH, Das Wort Gottes und die Theologie (Munich 1924), p. 158. Citado por J.M. ROVIRA
BELLOSO, Introducción a la Teología, Madrid: BAC, 1996, p. 76.
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