TEMA 4: LA ENCARNACIÓN DEL HIJO DE DIOS1 Jesús nació hace más de dos mil años. Pero, ¿es posible conocer realmente a una persona que vivió y murió hace tanto tiempo? Para responder esto acudimos a la comunidad de fe y amor que el mismo Jesús fundó: la Iglesia. La rica tradición oral y escrita de la que disponemos sobre Jesús, cuya fuente principal es el Nuevo Testamento, nos permite conocer la vida de Jesús, así como su pasión, muerte y resurrección. En este tema conoceremos la Tierra de Jesús, las circunstancias históricas de su nacimiento y el misterio de la Encarnación. También trataremos lo que sucedió en esos treinta años de los que no nos hablan los evangelios y que conocemos como "la vida oculta de Jesús". Jesús nos quiere enseñar que durante su vida oculta en Nazaret permanece en el silencio de una existencia ordinaria. Nos permite entrar en comunión con Él a través de una vida cotidiana llena de oración, sencillez, trabajo, amor a la familia. La obediencia es el eje central durante este tiempo que estuvo sometido a María y José, su padre legal (Compendio nº 104). 1. LA TIERRA DE JESÚS Jesús vivió en Palestina, en el extremo oriental del Mediterráneo, que hace dos mil años formaba parte del Imperio Romano. Era un territorio pequeño y pobre comparado con la grandeza de Roma. Estaba sometida al poder del emperador romano, que era Augusto cuando nació Jesús y Tiberio cuando fue crucificado, treinta y tres años después. Tenía fama de ser una provincia problemática y difícil de gobernar. El centro religioso y social era el Templo de Jerusalén, maravilla arquitectónica y lugar sagrado del pueblo judío. Por razones históricas, los judíos estaban diseminados por todo el mundo romano y había sinagogas en muchas ciudades del Imperio. Todos los años, miles de judíos viajaban a Jerusalén para celebrar la fiesta de la Pascua. La tierra de Palestina en tiempos de Jesús tenía tres territorios principales: - Galilea: Situada en el sur, es la región de Palestina más rica por la fertilidad de su tierra, la abundancia de lluvias y la suavidad del clima. Su paisaje es verde, con bosques y árboles frutales, además de pastos para los ganados. El lago Tiberiades (también llamado Generasert o mar de Galilea) ofrece pesca abundante. La capital era Séforis, una ciudad griega que no es citada en los evangelios. Jesús pasó su infancia y juventud en Nazaret; y vivió en Cafarnaúm la mayor parte del tiempo de su actividad pública; las multitudes le seguían por las orillas del lago, donde enseñaba y hacía milagros. Los doce apóstoles eran casi todos galileos. - Judea: Ubicada en el sur de Palestina, es más seca y pobre en recursos naturales que Galilea, pero era el centro cultural, político y religioso de toda Palestina por tener como capital a Jerusalén, ciudad del templo y sede del 1 Apuntes elaborados a partir de los libros de texto de religión católica de la editorial Casals en sus distintas ediciones. Esta redistribución de temas y contenidos se hace para facilitar el trabajo en el aula y optimizar los recursos. Se ha usado también el Catecismo YouCat. Sanedrín. Estaba gobernada por un representante de Roma, un procurador, que residía en Cesarea Marítima, aunque subía con frecuencia a Jerusalén. Había presencia de soldados romanos. En el territorio de Judea se encuentra también Belén, donde nació Jesús. - Samaria: Se encuentra situada entre Galilea y Judea. Su capital era Sicar. La aversión entre judíos y samaritanos era grande y muy antigua, tanto por razones religiosas como políticas. Un judío piadoso jamás hacía negocios con samaritanos y se consideraba impuro por el solo hecho de tocarlo, aunque fuera por accidente. 2. ¿POR QUÉ EL VERBO SE HIZO CARNE? El Verbo, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, se hizo carne para redimirnos del pecado y darnos ejemplo de vida, es decir, para reconciliarnos del pecado con Dios, para hacernos conocer su amor infinito, para ser nuestro modelo de santidad y hacernos “partícipes de la vida divina”. a) Reconciliarnos del pecado con Dios. Por el pecado original toda la humanidad había quedado enemistada con Dios, nuestra naturaleza enferma necesitaba ser curada. Dios, que nos veía caminar en la tiniebla y caer en el mal, sintió tanta lástima de los hombres que decidió enviar a su único Hijo para salvarnos. b) Hacernos conocer su amor infinito. Es tanto el amor que Dios nos tiene que no dudó en darnos a su Hijo, sabiendo que los hombres le íbamos a crucificar. “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo, para que todo el que crea tenga la vida eterna” (cfr. Jn 3,16) c) Ser nuestro modelo de santidad. Jesucristo se nos presenta como el camino a seguir “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14, 6). Es modelo vivo de las bienaventuranzas y de la ley nueva que Él predicó. Jesús es el Amor que se ofrece para llevarnos al Padre. d) Hacernos “partícipes de la naturaleza divina”. Los hombres al entrar en comunión con Jesucristo y al recibir su filiación divina nos hacemos hijos de Dios por el Bautismo. Decía San Atanasio que el Hijo de Dios se hizo Hombre para hacernos Dios. 3. LA ENCARNACIÓN DEL HIJO DE DIOS La palabra “Encarnación” quiere decir que el Hijo de Dios tomó nuestra carne, esto es, se hizo hombre. La Iglesia nos dice que por este misterio se unen de un modo admirable la naturaleza divina y la naturaleza humana de Jesús en la única Persona divina del Verbo, la segunda persona de la Santísima Trinidad: el Hijo. Con esto queremos decir que Jesús tiene dos naturalezas: la divina y la humana, unidas sin mezcla ni confusión en una sola Persona y ésta divina. El Hijo de Dios se hizo Hombre en el mismo instante en que la Virgen le dijo al Arcángel San Gabriel: “Hágase en mí según tu Palabra” (Lc. 1, 38). Jesús se formó en las entrañas de la Virgen con su cuerpo y su alma; el Misterio se realizó cuando a ese cuerpo y a esa alma se unió el Hijo de Dios, de modo que el que antes era sólo Dios, sin dejar de serlo, quedó hecho Hombre. 4. JESÚS, VERDADERO DIOS Y VERDADERO HOMBRE El hecho de que el Hijo de Dios se encarnase en el seno de la Virgen María no significa que sea en parte Dios y en parte hombre. Jesucristo se hizo verdadero Dios y verdadero hombre. La Iglesia fue atacada ante esta verdad durante los primeros siglos y tuvo que defenderla frente a las herejías que se planteaban. Estas herejías se defendieron en los Concilios Ecuménicos. En los Evangelios se nos confirma cómo Jesucristo es verdadero Dios, entre otras cosas, en su poder de hacer milagros. En multitud de pasajes se muestra como Señor del tiempo. Posee un conocimiento completo del pasado y del futuro que se revela incluso en pequeños detalles. Tiene un poder absoluto sobre los elementos de la naturaleza: la gravedad terrestre, el agua, el viento, las plantas... Anticipó la negación de Pedro, el tipo de muerte de algunos de sus discípulos, la suya propia y su resurrección. Y aparece como verdadero Hombre en muchas manifestaciones: nació y vivió en familia, trabajó, tuvo hambre y sed, se cansó, lloró, etc. 5. LOS NOMBRES DE JESÚS A lo largo del Nuevo Testamento a Jesús se le denomina con diversos nombres que nos ayudan a conocer mejor su persona, su misión redentora y su mensaje de salvación. Estos nombres son principalmente cuatro: Esta palabra hebrea significa “Dios salva”. En el anuncio de Gabriel a María, el ángel le da el nombre que deberá poner a su Hijo: Jesús, del hebreo Jeshua: “Dios que salva” (Lc. 1,35). A lo largo de toda la historia de Israel, en el Antiguo Testamento, Dios ha ido JESÚS progresivamente preparando este plan de salvación. En el nombre de Jesús, los discípulos hacen milagros porque todo lo que piden al Padre en su Nombre, Él se lo concede. En nuestra vida cristiana usamos con mucha frecuencia el nombre “Jesús”: en el Avemaría, en las oraciones que terminan con la frase “por Jesucristo Nuestro Señor”, en el Señor mío Jesucristo… Viene del griego, de la palabra Mesías y significa “Ungido”. En el Antiguo Testamento, los sacerdotes y reyes eran ungidos con aceite por los profetas para consagrarlos a su misión. Sabemos que Samuel ungió al rey Saúl y más tarde a David. Jesucristo es el CRISTO Ungido porque en Él se cumplió la esperanza mesiánica de Israel en su triple función de sacerdote, profeta y rey. Pedro confiesa que Jesús es el Mesías (Mt. 16,23). Jesús es el ungido por excelencia, por su unión con el Padre y el Espíritu Santo. Esto se manifiesta en el Bautismo cuando se oye la voz del Padre y el Espíritu Santo desciende sobre Cristo, que recibe el bautismo de manos de Juan. Significa la relación única y eterna de Jesucristo con su Padre Dios. En el Antiguo Testamento este título es dado a los ángeles, al pueblo elegido, a los hijos de Israel y a sus reyes. A todos ellos Dios los reconoce con el título de “hijos de Dios”, manifestando así la HIJO ÚNICO filiación adoptiva para con ellos. En el Nuevo Testamento Jesucristo aparece, no sólo como el Hijo de Dios, sino como Hijo único porque ya no se trata de una filiación adoptiva sino de ser hijo según la naturaleza, por eso en el Credo afirmamos: “de la misma DE DIOS naturaleza del Padre”. Ante el Sanedrín, Jesús es interrogado: “Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios?” y contesta: “Vosotros lo decís: Yo soy” (Lc. 22,70). centurión, al ver cómo moría Jesucristo en la cruz, afirma: “Verdaderamente Éste era Hijo de Dios” (Mc. 15,39). El Viene de la palabra griega Kyrios. En el Antiguo Testamento se usaba para designar la divinidad del Dios de Israel. En el Nuevo Testamento muchas personas llaman a Jesús con este nombre de “Señor”: Tomás, en el encuentro con Jesús resucitado dice: “Señor SEÑOR mío y Dios mío” (Jn. 20,28). Juan, al reconocer en la orilla a Jesús, también después de su resurrección, exclama: “¡Es el Señor!” (Jn. 21,7). La liturgia durante el tiempo de Adviento espera la venida de Jesús Niño diciendo: “¡Ven, Señor!”. Este nombre indica la soberanía divina de Cristo. 6. JESÚS SE HACE COMO UNO DE NOSOTROS a) Anunciación El nacimiento de Jesús es humano. Jesús nació de una mujer llamada María, aunque el origen más profundo de Jesús está en Dios mismo. Dios pedirá la colaboración libre y generosa de una criatura humana para llevar a cabo su plan de salvación. Antiguamente había llamado a Abraham, a Moisés o David y ahora se fija en una joven, que había elegido y preparado desde siempre para que fuese la Madre del Salvador. Su concepción fue fruto de la acción del Espíritu Santo. La fuerza del Altísimo cubre a María con su sombra y fecunda sus entrañas. Por eso la criatura que nace de Ella viene del Espíritu Santo. Ella, con fe y confianza, acogió así el anuncio de Dios: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra” b) Nacimiento y presentación en el templo Jesús es, desde el primer instante, el principio de la nueva creación que empieza con la encarnación del Hijo de Dios. San Lucas presenta a Cristo profundamente vinculado a la historia de la humanidad y no sólo a la del pueblo judío. El personaje que encabeza la genealogía de Jesús es Adán. La historia de Adán es la historia de la humanidad rota, caída en el pecado y, con Jesús, se inicia una nueva humanidad (Lc 3,23-24; 37-38). Hasta Jesús esta raza humana procede de Dios, pero ha caído en el pecado. Jesús es el Salvador de todos los hombres. Viene a redimir al hombre para que éste pueda ser realmente el “hijo de Dios”. San Lucas narra con gran sencillez este acontecimiento. Sucedió en tiempos del emperador de Roma, César Augusto, Jesús nació en un tiempo, en un lugar y con unas circunstancias concretas: en Belén y en una cueva donde se recogía el ganado, pues no había sitio en la posada (Lc. 2, 1-7). Al lugar del nacimiento acudieron pastores del contorno y magos lejanos, convocados por Dios a través de signos maravillosos. Como todo judío recién nacido, cuando cumplió ocho días el Niño fue circuncidado, según el ritual judío y le pusieron por nombre Jesús. A los cuarenta días del nacimiento, Jesús fue presentado en el Templo. Un anciano justo y piadoso, llamado Simeón, acudió también al Templo, movido por el Espíritu Santo. Expresa con un cántico, conocido con el nombre de “Nunc dimittis”, la alegría de haber reconocido al Mesías. 7. EL NIÑO DIOS EN EL TEMPLO DE JERUSALÉN. LA VIDA OCULTA Como era costumbre, los judíos subían a Jerusalén todos los años, en el día solemne de la Pascua. Jesús, cuando cumplió los doce años, por primera vez subió a la fiesta. Esta es la última escena que el evangelista Juan narra de la infancia de Jesús y donde escuchamos las primeras palabras del Señor. Jesús se presenta en el Templo como “profeta e hijo de Dios” en medio de sabios doctores y especialistas de la Ley. Destacamos tres características en este relato: a) Inteligencia extraordinaria. Conoce la Escritura de tal manera que deja admirados a los especialistas de la Ley. b) La relación de Jesús con María y José. En medio de la tristeza y preocupación ante la “pérdida” del Niño, da a entender que su Padre es Dios y debe obedecerle .Aquí se manifiesta su origen divino c) La relación de Jesús con su Padre Dios. Es el centro del mensaje: Jesús tiene que estar en la casa de su Padre. “María y José no entendieron”. Pero María y José estaban a su lado incondicionalmente: esto es la fe. La misma fe a la que estamos llamados hoy. Aunque no entendamos, hemos de fiarnos pues lo que Dios quiere es lo mejor para nosotros. Jesús vuelve junto a ellos inmediatamente y continúa así su vida oculta y silenciosa hasta los 30 años. 8. LA VIRGEN MARÍA, MODELO DEL CREYENTE Jesús se parecería físicamente a su madre. Es posible que tuviera gestos y maneras de expresarse característicos de Ella. Y, si la vida del cristiano consiste en conocer, imitar y amar a Jesús, quien mejor puede enseñarnos es su madre, María. Aunque los evangelios no se refieren muchas veces a la Virgen, sabemos que estuvo junto a su hijo durante toda su vida en Nazaret y en su vida pública, desde el primer milagro en las bodas de Caná hasta la crucifixión en el Calvario. En este momento, Jesús dio a su madre como madre a cada discípulo y a toda la Iglesia: “Ahí tienes a tu madre” (Jn 19, 26-27) La Virgen María ayudó a la Iglesia naciente a mantener la fe y el ánimo en los momentos difíciles que siguieron a la muerte del Señor, cuando todo parecía perdido. Parece razonable pensar que Pedro y los demás Apóstoles se dejaron guiar pos su sabiduría y por su ejemplo cuando la Iglesia era tan pequeña que sus miembros cabían todos en una habitación. También hoy, María sigue siendo para los cristianos una madre amorosa que dirige nuestros pasos hacia su Hijo. Representa el modelo perfecto de todas las virtudes cristianas: amor a la Cruz, humildad, oración y docilidad a la voluntad de Dios.