Ambiente en Veracruz. Discurso vs Realidad Lilia América Albert La Jornada Veracruz, Junio 09, 2014 Según el artículo 4° de nuestra Constitución, “Toda persona tiene derecho a un medio ambiente sano para su desarrollo y bienestar. El Estado garantizará el respeto a este derecho. El daño y deterioro ambiental generará responsabilidad para quien lo provoque en términos de lo dispuesto por la ley”. Con esta base, establecida en nuestra Constitución, -que no por parchada es despreciable-, podemos tratar de evaluar lo que sucede con el ambiente en Veracruz, conforme a las declaraciones durante la conmemoración oficial del Día Mundial del Medio Ambiente y, en especial, en relación con lo que ocurre en la realidad. Así, el día 6 nos enteramos que, conmemorar esta fecha, la más alta autoridad del estado nos informó que Veracruz es líder en reforestación, primer lugar nacional en áreas privadas de conservación y líder nacional en políticas de cambio climático. También, que se apoyaría con una fuerte suma a un instituto de investigación ecológica y se dotaría de recursos a 30 proyectos bajo el enfoque de manejo integral de cuenca; de pasada, nos recordó que hace poco se creó la Comisión Veracruzana para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Covebio) lo que, de nuevo, coloca al estado en una posición de liderazgo evidente. En resumen, únicamente buenas noticias y, para algunos, muy buenas. A pesar de que todas estas noticias son importantes y positivas, lo más interesante es que no tocan ni de lejos problemas fundamentales del ambiente en Veracruz, tal como han sido resumidos por la autoridad federal en el tema, según la cual, los principales de estos problemas son: Manejo inadecuado de residuos sólidos urbanos (basura). Cerca de 50% de los residuos generados se deposita en tiraderos a cielo abierto o en rellenos que no cumplen con los requisitos técnicos para su adecuada disposición, lo que propicia riesgos para la salud de la población y los ecosistemas. Contaminación del agua. Las disposiciones normativas de regulación no se atienden adecuadamente y la operación de las plantas de tratamiento previo a las descargas de aguas residuales -industriales y domesticas- en muchos casos es ineficiente, lo que causa impactos adversos a la salud, a actividades económicas primarias como pesca, agricultura y el uso humano. Contaminación de agua y atmósfera por ingenios azucareros, industria cafetalera, granjas avícolas y porcícolas, la cual genera impactos a las aguas superficiales por escurrimientos, contaminación del suelo por la lixiviación de las sustancias fermentadas, así como contaminación de las aguas subterráneas y superficiales, generación de malos olores y focos infecciosos. Derrames de hidrocarburos. De la infraestructura petrolera del país, cerca de 30% pasa a lo largo del estado y los derrames son frecuentes, a lo que contribuyen el escaso mantenimiento de la red de ductos, los sabotajes, el robo -tomas clandestinas- de productos que circulan por los ductos, lo que causa contaminación de suelo y agua, afecta a la fauna silvestre y a las actividades primarias, en particular, la agricultura y la pesca. Si bien no son estos los únicos problemas ambientales del estado, bastan para confirmar que, quizá pensando que los veracruzanos vivimos en otro planeta y no nos damos cuenta de lo que ocurre en nuestro entorno o que no tenemos interés en este tema, el responsable del sector los omite al informar a la autoridad principal sobre la situación. Así, en diciembre pasado, durante su comparecencia ante el Congreso local, con motivo del III Informe del gobernador, esta autoridad le informó a los diputados locales que el actual gobierno “le apostó al medio ambiente y al desarrollo sustentable como fuente de cambio, transformación y progreso de estado” y que, “se ha avanzado con políticas públicas que han consolidado el liderazgo de Veracruz en el ámbito nacional e internacional en los rubros de cambio climático, reforestación, áreas naturales protegidas, educación ambiental, restauración de ecosistemas y procuración ambiental”. 1 Entonces omitió referirse a los estudios sobre la contaminación por mercurio en Coatzacoalcos, que se presentaron hace más de un año en Ginebra, y ni de lejos tocó los datos de Semarnat sobre los principales problemas ambientales del estado que se mencionaron antes. Todo lo cual coincide con lo que ahora se declara y festeja con motivo del Día Mundial del Ambiente por lo que se puede interpretar que la posición oficial es que todo está absolutamente bien, no hay problemas ambientales de ningún tipo y en Veracruz se cumple puntualmente con lo que especifica la Constitución. Sin embargo, esta posición olvida los numerosos y crecientes problemas socioambientales que proliferan en el estado. Un brevísimo recuento pasa por las represas (112, según se dice), con las que las comunidades potencialmente afectadas no están de acuerdo; la acumulación y manejo del coque del cual una autoridad dice que “no causa problemas” y, otra, que “no es peligroso, porque no aparece en los listados oficiales de materiales peligrosos”, lo cual seguramente genera una gran tranquilidad a los afectados por sus polvos y lixiviados; los numerosos pasivos ambientales del estado, empezando por los existentes en Coatzacoalcos y sus alrededores; la ineficacia oficial para eliminar los tiraderos a cielo abierto, etc., etc., etc. Esta discrepancia nos hace pensar que, en algún punto de las alturas del sector, predomina una esquizofrenia grave y creciente; es decir, un trastorno mental complejo que dificulta: (a) Establecer la diferencia entre lo que es real y lo que es irreal, (b) Pensar de manera clara, (c) Tener respuestas emocionales normales, (d) Actuar normalmente en situaciones sociales. Esta enfermedad se conoció originalmente como “demencia precoz” pero el psiquiatra suizo Bleuler, en 1911, consideró más apropiado darle el nombre de esquizofrenia para referirse a una escisión en la asociación de ideas o una retirada de la realidad y la vida social. El término en sí significa “mente dividida”. Las personas afectadas muestran un grupo de transtornos mentales crónicos y graves, caracterizados por alteraciones en la percepción o la expresión de la realidad. La esquizofrenia causa además un cambio sostenido de varios aspectos del funcionamiento psíquico del individuo, principalmente de la conciencia de realidad, y una desorganización neuropsicológica más o menos compleja, en especial de las funciones ejecutivas que lleva a una dificultad para mantener conductas motivadas y dirigidas a metas, y a una significativa disfunción social. Si éste es, efectivamente el caso, debemos preocuparnos muy seriamente, ya que las autoridades a cargo de cumplir con el artículo 4° y proteger nuestro ambiente estarían impedidas, como se dice arriba, de “Establecer la diferencia entre lo que es real y lo que es irreal” y “Pensar de manera clara”. Lamentablemente, no es la esquizofrenia la única patología que afecta a estas autoridades –a lo mejor, no únicamente a ellas- ya que también parecen haber desarrollado una interesante variedad de otras enfermedades; entre ellas, Alzheimer ambiental (trienal, sexenal o permanente), miopía, glaucoma –visión que se reduce crecientemente y sólo permite ver lo que está enfrente-, artritis grave y muchas más, que le impiden actuar conforme a sus responsabilidades constitucionales y deja que en Veracruz aumenten y se agraven problemas que cada vez será más difícil enfrentar. 2