LA GESTIÓN DE CONFLICTOS: UN CAMPO EMERGENTE Josep Redorta Abogado-mediador Dr. en Psicología Social REDORTA, J. (2009) La gestión de conflictos: un campo emergente. Actas del XI Congreso Nacional de Psicología Social, Tarragona 2009. Publicación electrónica. ABSTRACT Se abordan las dificultades en la definición del conflicto. Se examinan las fuentes del conflicto y los elementos básicos que aparecen en la confrontación. Se acota el concepto y campo de acción de la gestión de conflictos con particular incidencia en el desarrollo de la mediación y la evolución en España. 1.- La problemática definición de conflicto Si nos referimos al conflicto en términos amplios puede ser relativamente fácil alcanzar un acuerdo en el concepto. Sin embargo, al intentar precisar nos damos cuenta inmediatamente de que estamos ante un constructo complejo. Moscovici (1981, 123-135) ha visto el conflicto embebido en la interacción, en los procesos de cambio y en la influencia afirmando: “Los procesos de influencia están directamente unidos con la producción y reabsorción de conflictos.” Este autor, un estudioso de los procesos de conflicto y consenso, ha sostenido también que “en 1 la medida en que los procesos de influencia social tienen lugar en el marco de una interacción en la que cada miembro del grupo tiene buenas razones para reducir o resolver el conflicto o el desacuerdo, estos procesos aparecen estrechamente emparentados con un proceso de negociación ( Moscovici, 1985, 82) Lewin (1973) en cita de E. Vendrell (1987, 13) afirmó que el conflicto debe concebirse psicológicamente “como una situación en la que fuerzas que se oponen de modo simultáneo entre sí y con igual intensidad, actúan sobre un mismo individuo.” También conceptualizó el conflicto a partir de una tendencia y la intervención de una fuerza inhibidora: “en general sobreviene una situación de conflicto cuando existe por un lado una tendencia a arriesgarse en una actividad (coger alimento) y de otro una fuerza opuesta a esta actividad.” (Lewin, 1972) también en cita de E. Vendrell. Esta concepción de Kurt Lewin, nos sitúa en el marco del conflicto intrapsíquico en la medida que no clarifica si las fuerzas a que se refiere, pueden ser internas o externas al individuo. En todo caso, un dilema interno en la medida en que se transmite a la interacción puede ser un conflicto, al menos, interpersonal. Deutsch (1973, 33) aclaró que: “el conflicto interno es una experiencia personal inevitable.” Sostiene que un conflicto ocurre cada vez que una actividad incompatible ocurre. Que estas acciones se pueden originar en una persona, grupo o nación. A continuación, define lo que entiende por incompatibilidad afirmando que: “una acción es incompatible con otra cuando previene, obstruye, interfiere, daña, o de alguna manera posteriormente la hace menos agradable o menos efectiva” (p.10). En 1986 Rubin, Pruitt y Hee (1994, 5) se preguntaban “What is conflict?” aportando a continuación una definición válida, en su 2 opinión: “El conflicto significa diferencia de intereses percibida, o una creencia (belief) que las partes en sus aspiraciones normales no pueden alcanzar simultáneamente.” Con esta idea, el conflicto se manifiesta ya de forma general en la interacción, en lo social, siempre más allá del individuo. Otra forma de aproximarse al conflicto es la Johan Galtung (1996, 70) quien distingue “disputa” que define como relativa a dos personas o actores que persiguen el mismo objetivo que es escaso. Distingue también “dilema” que lo refiere a una persona o actor que persigue un objetivo incompatible. Sigue distinguiendo “contradicción” para referirla a la dialéctica entre un objetivo deseado y la forma o sistema elegido para alcanzarlo. Finalmente, “conflicto” se refiere a las actitudes y asunciones personales más la conducta y las contradicciones en una tríada sólo abstraíble teóricamente y que tiene un nivel latente y otro manifiesto. Otros autores ofrecen su definición apoyándose en algún aspecto muy destacado. Así Freund (1983, 65) habla de: “la intención hostil a propósito de un derecho”, D. Tjosvold (1998, 285) recoge una línea de pensamiento que habla de: “intereses opuestos relativos a recursos escasos con objetivos divergentes y frustración”. Lewicki, Weis y Lewin (1992, 211) efectuaron una revisión en la que vienen a sostener que ninguna definición parece predominante dependiendo de los investigadores y de los métodos de conceptualización de las diferencias. Eduardo Infante, de la Universidad de Sevilla, efectuó un estudio sobre la definición de conflicto en el período 1933 a 1996, hallando 78 definiciones distintas y aplicando el denominado “cluster analysis” obtuvo interesantes conclusiones al respecto (Infante, 1998, 491). Se destaca que el conflicto es concebido mayoritariamente por los 3 autores como un: “proceso –producto subjetivo- cognitivo que implica percepciones de metas incompatibles por parte de, al menos, dos individuos”. Sin embargo, destaca que los conceptos de poder e interacción, aparecieron poco en las definiciones, elementos que ya hemos visto como consustanciales al conflicto. A partir de lo hallado en la investigación, Infante ofrece una nueva definición de lo que debe entenderse por conflicto interpersonal: “un proceso cognitivoemocional en la que dos individuos perciben metas incompatibles dentro de su relación de interdependencia y el deseo de resolver sus diferencias de poder." 2.- Dificultades de la aproximación psicosocial. Aún siendo la realidad del conflicto algo muy complejo, tanto en el sentido técnico del término como hemos estado viendo, como en el sentido más literal de la expresión, no por ello hemos de dejar de intentar comprenderlo y analizarlo. De hecho, la investigación científica es lo que pretende, con las herramientas que tiene a mano en cada momento histórico. Acercarnos al conflicto para comprenderlo, para estudiarlo, para extraer de él conclusiones útiles para la ciencia supone efectuar un esfuerzo al menos en una doble dirección: de un lado entendiendo que el fenómeno no puede ser aprehendido si no es desde una visión multidisciplinar muy amplia y de otro, aún acercándonos desde una disciplina concreta, que en nuestro caso es la psicología social, atendiendo a que cualquier disciplina tiene a su vez un nivel de desarrollo específico en un momento histórico determinado y sus propias contradicciones. El teórico del pensamiento borroso Bart Kosko (1995, 123) cita a Bertrand Rusell para ilustrar esta idea y pone en su boca esta afirmación: “todo es vago en un grado en que no te das cuenta hasta que intentas precisarlo.” 4 Esto es, exactamente, lo que ocurre con el estudio de los conflictos. De un lado existe toda una ciencia en construcción llámese “conflictología” como pretende la revista del mismo nombre, que afirma en su número nº 1 de abril de 2.000 que “Conflictología es un término muy claro. Etimológicamente¸ quiere decir “ciencia o conocimiento del conflicto”, sinónimo de lo que internacionalmente se reconoce como llámese Resolución de Conflictos” (Vinyamata, 2000, 3); “Análisis y Resolución de Conflictos” como pretende Alzate (1998, 16). O bien, reconociéndola por un constructo que nos parece más cercano al estado actual del avance de la ciencia y que es “Conflict Theory” en su expresión inglesa. Otros autores, como Schellenberg (1982, 7) reflejando el estado de la cuestión, se preguntaron en su día si no estamos ante una nueva disciplina dado que sus practicantes y estudiosos proceden de diversos campos disciplinares y aún no han perdido su propio origen. La respuesta a esta cuestión es afirmativa para Burton, Mitchell, Berkovitch y Banks en opinión de Ramón Alzate (1998, 19). Del conflicto existe una visión mucho más amplia que la psicosocial, por ejemplo la utilizada en cibernética para referirse a “conflictos entre sistemas”, en física para referirse a “fuerzas en conflicto”, en geología para explicar determinados fenómenos, en etología hablando de los “animales en conflicto,” etc., lo que esto evidencia es la amplitud del campo en que nos movemos. Así pues, adoptar una única perspectiva supone una autolimitación, que siempre debe ser tenida en cuenta en la interpretación de datos, pero que al mismo tiempo tiene la ventaja de tener clara la forma en que nos acercamos al conflicto. 5 Sin embargo, siquiera una única perspectiva sigue siendo excesivamente amplia para abordar un tema que es totalmente transversal. Fiske, Kitayama, Markus y Nisbett (1998) elaboraron un modelo para comprender mejor el paso de la realidad colectiva a la acción diaria. En el mismo se parte de la realidad colectiva que se canaliza a través de procesos psicosociales (lenguaje, sistema legal, etc.) para focalizarse todo en los mundos individuales (escuela, casa, lugar de trabajo, etc.) lo que a su vez origina nuevas estructuras psicológicas que son las que definen en último término la acción. Para comprender mejor esta acción resultante desde la perspectiva psicosocial nos ha sido útil reubicar la disciplina a partir de las ideas de Munné, F. (1996, 23-37) expuestas en su obra “Entre el individuo y la sociedad” y cuyo subtítulo “marcos y teorías actuales sobre el comportamiento interpersonal” ya nos orienta sobre su utilidad para el fin propuesto. El autor parte de la estructura epistemológica de la psicología social como ciencia sustantiva estableciendo los niveles de formalización de la misma y su mismo contenido. De todo esto se deduce fácilmente que si el conflicto ya es inabordable desde una única perspectiva disciplinar, cuando intentamos siquiera hacerlo desde la psicología social, conscientes de las limitaciones que vamos a encontrar, sucede que esta tiene ya disciplina dificultades intrínsecas en su desarrollo teórico y que además se halla íntimamente relacionada con otras ciencias. Es pues preciso asumir algunos riesgos teóricos. 3.- Algunos grandes marcos de análisis Para darnos una mayor idea de la complejidad de la tarea baste considerar algunos de los grandes marcos de análisis, de los diversos posibles, en la línea que nos hemos impuesto. Y es que no existe una 6 teoría general del conflicto, si bien algunos autores sostienen la necesidad de su existencia, por ejemplo Alzate (1998, 17) quien afirma: “creo que es necesaria una teoría general del conflicto no sólo para que nos ayude a explicar, predecir y tratar algunos elementos del comportamiento humano, sino porque además constituye la base para la comprensión de los conflictos particulares.” Frente a las dudas, propias del momento en que se está construyendo una nueva disciplina, sólo cabe recordar la importante contribución al campo del estudio de los conflictos que ha tenido y tiene la psicología. Vale la pena recordar que algunos grandes marcos de análisis del conflicto pueden ser construidos desde aportaciones muy significativas. Examinemos el siguiente cuadro: ALGUNOS GRANDES PROCESOS BÁSICOS DE CONFLICTO AUTOR TIPO DE CONFLICTO FREUD Conflicto entre el deseo y la prohibición. PROCESO RESULTANTE REPRESIÓN. DEFENSAS. (lucha por el deber) Conflicto entre el sujeto y DARWIN el medio. DIFERENCIACIÓN ADAPTACIÓN (lucha por existir) MARX Conflicto entre clases sociales. ESTRATIFICACIÓN SOCIAL. JERARQUIA. COMPARACIÓN SOCIAL. (lucha por la igualdad) PIAGET Conflicto en la toma de decisiones experienciales. RESOLUCIÓN DE DILEMAS. APRENDIZAJE. (lucha por ser) 7 Aunque estos no sean los únicos procesos de conflicto (su valor es aquí indicativo), sí configuran grandes formas de aproximarse al conflicto o, si se quiere, a algunos de los grandes conflictos a los que los humanos nos enfrentamos. 4.- Las fuentes del conflicto Preguntarse por las fuentes del conflicto es adentrarse primero en la filosofía, la religión y cuantas opiniones existen que pretendan dar cuenta de a que razón responde el ser humano. En tanto que somos incapaces de respondernos respecto al conflicto central, es decir el existencial, el de que somos y que significado tiene la vida, se hace difícil identificar los orígenes de los conflictos. En 1987 Vicens Fisas (1987, 178-179) efectuó un resumen amplio al respecto. Este autor al analizar las distintas escuelas que tratan de explicar el conflicto sostiene que sus puntos de vista son totalmente insuficientes para dar cuenta del fenómeno “conflicto”. Una forma práctica de resumir las visiones existentes históricamente sería la siguiente realizada por Wher en cita Hocker y Wilmot (1985, 6): a) El conflicto y la lucha son innatos en todos los animales incluyendo al hombre. b) El conflicto se origina en la naturaleza de las sociedades y depende de cómo se han estructurado. c) El conflicto es una aberración, una disfunción de los sistemas sociales. d) El conflicto ocurre porque es funcional para el sistema social. e) El conflicto ocurre porque se persiguen objetivos incompatibles. f) El conflicto es consecuencia de la pobre comunicación, mala percepción, defectuosa socialización y otros procesos inconscientes. 8 g) El conflicto es un proceso que pasa en todas las sociedades y en todas existe una regulación del mismo. Sin embargo, aunque parece que todas estas visiones contienen algo de verdad, éste es uno de los temas ciertamente delicados por su complejidad. Es por ello que hemos acudido a Hobbes. Es decir, hemos acudido a una opinión de siglos atrás que probablemente siga siendo válida: “en la naturaleza del hombre encontramos tres causas principales de disensión. la primera es la competencia. En segundo lugar, la desconfianza; y en tercer lugar, la gloria”. (Hobbes, 1648/1999, 115). A esto reducía Hobbes las grandes fuentes del conflicto. Y, por referirnos ahora a un autor moderno, Fisher (2000, 169) al hablar de las fuentes del conflicto intergrupal, con cita de Katz, cita las diferencias económicas, divergencias en valores y en el poder como fuentes básicas de los conflictos. A todo esto añade el propio autor las diferencias en las necesidades humanas. No obstante, Fisher en 1994 (Vide Fisher, Kopelman y Scheider, 1994, 109) que los siete elementos de una situación de conflicto son los intereses, las opciones para satisfacerlos, la legitimidad, la relación entre las partes, la comunicación, los compromisos potenciales y las alternativas a la solución negociada. Un resumen de utilidad podría ser el siguiente cuadro elaborado a partir de las ideas de estos autores y que hemos adaptado en función de nuestra revisión y experiencia empírica. 9 ELEMENTOS BÁSICOS QUE APARECEN EN LA CONFRONTACIÓN PODER NECESIDADES Capacidad Búsqueda de de Coacción Satisfactores VALORES Creencias Centrales INTERESES PERCEPCIÓN Y COMUNICACIÓN Objetivos Deseados Interpretación y Expresión Este cuadro no agota las fuentes del conflicto, pero tiene la ventaja de su simplicidad y de recoger con carácter general los elementos en que se ubican las más importantes. 5.- El concepto de gestión de conflictos Hablar de “gestión de conflictos” es situarnos en la traducción de la expresión inglesa “conflict management.” Es entrar en un campo donde las definiciones no concuerdan y donde a menudo se habla de “conflict resolution” para referirnos a la misma cosa. Así por ejemplo en una revisión del tema reciente efectuada por Jeong, H. (1999, 390) se afirma: “no hay una definición precisa del concepto de gestión y resolución de conflictos”. 10 Un importante esfuerzo en este campo de la definición es preciso reconocerle a Douglas H. Yarn (1999). Su reciente “Dictionary of Conflict Resolution” publicado en 1999 significa una muy importante contribución al campo de las definiciones y al sentido que hay que atribuir a los conceptos. Otra importante contribución a este campo viene de la mano de Deutsch y Coleman (2000) quienes en el año 2.000 han compilado en U.S.A. el primer “Handbook of Conflict Resolution: theory and practice” donde se repasa en detalle, a través de los trabajos de distintos autores, el estado actual del desarrollo del campo de la gestión de conflictos. El concepto de gestión de conflictos debe ser examinado desde la perspectiva de la intervención. Sea o no sea resolución de conflictos, lo que nos interesa es que hacer en situaciones concretas desde el punto de vista de quien es llamado, sin hallarse involucrado en el mismo, para manejar ese conflicto. O, también, en la perspectiva de como manejar más eficientemente los conflictos en los que nos hallamos implicados. Podemos afirmar que, en líneas esenciales, la intervención en conflictos sigue la pauta que ya resumiera Moore (1995, 30) en la siguiente figura: 11 CONTINUO DE MÉTODOS DE ADMINISTRACIÓN Y RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS Como puede verse claramente, en un continuo entre la evitación del conflicto y su resolución por medio de la violencia, se sitúan las más importantes figuras en resolución o gestión de conflictos. Y, aunque en el ejemplo de Moore sólo se citan específicamente hasta ocho figuras o formas de intervención en resolución de conflictos (como la negociación o la mediación), la O.N.U. tiene reconocidas hasta 19 figuras distintas muchas de las cuales son combinaciones de las principales citadas por Moore. 6.- La mediación No obstante, lo que deseamos destacar es la idea que en el ámbito de la gestión de conflictos la clave central de todo, el arco de la bóveda, es lo que se ha llamado por Six (1997, 17): “el ámbito de 12 intervención del tercero”. En resumen, y siguiendo la doctrina jurídica podemos afirmar que existen dos grandes líneas de intervención en conflictos: a) La heterocomposición Cuya idea central reside en que un tercero toma una decisión respecto a como resolver el conflicto: un juez, un árbitro, el rey, el jefe de la tribu, etc. Supuesto en el que se supone que este tercero tiene capacidad de decisión y de ejecutar lo decidido. b) La autocomposición Supuesto en que son las partes las que arreglan entre ellas sus diferencias y si interviene un tercero, éste no tiene capacidad decisoria sino capacidad de influencia limitada. De entre las figuras de particular interés en el campo de la autocomposición de los conflictos la negociación y la mediación aparecen como de las más importantes. Aunque Yarn (1999, 274) cita hasta siete definiciones distintas y hace múltiples matizaciones, la idea se comprende mejor si nos remitimos a la función del mediador. No obstante, deseamos destacar que la mediación como ”técnica de resolución de conflictos” funciona apoyada sobre dos grandes ejes el poder y confianza. Se pretende que las partes en conflicto utilicen al máximo su propio poder y sus recursos y que el mediador se mantenga en lo posible neutral e imparcial, esto hace que se piense que mientras las partes son “propietarias” de su conflicto, el mediador lo es del proceso de resolución de acuerdo con esas mismas partes. La confianza se construye desde la voluntariedad con que las partes entran en el proceso de gestión del conflicto, hasta la confidencialidad 13 que se otorga a lo tratado en el proceso o a la propia expectativa de la actividad que se reputa del mediador. La mediación puede ser vista como un proceso de desbloqueo de un conflicto a través de la intervención de un tercero que se remite a la propia capacidad de las partes para hallar la solución de sus dificultades. Sin embargo, todos los mediadores experimentados y la misma investigación han dado importancia crucial y creciente a un aspecto del problema: el análisis del conflicto. Es decir, la composición de lugar que se hace el mediador respecto de lo que está ocurriendo. El siguiente cuadro refleja los fundamentos de la mediación: FUNDAMENTOS DE LA MEDIACIÓN “Empowerment” (entre las partes) PODER Imparcialidad y Neutralidad (hacia las partes) FUNDAMENTOS Voluntariedad CONFIANZA Confidencialidad Proactividad 14 7.- Visión general de la evolución del campo de la gestión de conflictos El campo de la resolución de conflictos es un campo en la más absoluta emergencia de forma que es preciso plantearse si no estamos ante un nuevo movimiento social. De hecho, en 1.993, Peter Adler, publica un libro en Estados Unidos bajo el significativo título de “The future of Alternative Dispute Resolution: reflections on ADR as a Social Movement”. En cualquier caso, nos estamos refiriendo a nuestra cultura más próxima, la de los países occidentales para dar cuenta de un movimiento que afecta a toda América, a toda Europa con especial incidencia de manera reciente en los Países del Este y a Australia. Las incidencias en la cultura oriental y africana son muy poco conocidas, aunque sí es cierto que la “mediación” se conoce y se practica también en estas áreas de forma muy vinculada a diversas culturas autóctonas. No sólo la mediación. También el arbitraje es particularmente útil y desarrollado en estas áreas y podemos decir que casi siempre es una función del poder. En todos lados el poder dirime conflictos y cuando no existe una estructura judicial determinada, al menos tal como nosotros la conocemos, aún es más cierta esta afirmación. Finalmente, la mediación ha podido observarse en los primates, tal y como refleja Waal (1989, 237) por lo que, en conclusión, estamos ante formas de intervención en los conflictos que tienen carácter universal y un cierto enraizamiento en la naturaleza más profunda. Sin embargo, sí es cierto que todo esto no empieza a tener una incidencia y un desarrollo renovado hasta los últimos veinte años. Seguimos el análisis de Singer (1996, 11-29) para dar cuenta del 15 proceso en los Estados Unidos donde se inicia este movimiento tal y como hoy lo venimos conociendo. De acuerdo a esta autora, los métodos de que disponían los norteamericanos para resolver sus conflictos están sufriendo una silenciosa revolución. No sólo se están implementando sistemas para resolver conflictos al margen de los tribunales, sino también para complementar o reemplazar la función de éstos en determinados asuntos. Para darse cuenta de la importancia de esto, Singer (1996, 11) cita a Tocqueville que escribió hace 150 años: “en los Estados Unidos no existe apenas una cuestión política que no se dirima antes o después en los tribunales”. Pero, no sólo las cuestiones políticas están tan influidas, la misma cultura de los mass media nos da una idea clara de la importancia que en la vida social tiene el derecho y su forma de intervenir en las situaciones de conflicto. Pero, el sentido práctico de los norteamericanos les ha llevado a cuestionarse este sistema. Cita la autora a Derek Bok, decano de la facultad de derecho de Harvard, para señalar hacia: “un sistema judicial sembrado de las esperanzas defraudadas de aquellos que lo encuentran demasiado difícil de comprender, demasiado quijotesco para imponer respeto y demasiado caro para resultar práctico” (Singer, 1996, 16). Ante esta situación, es lógico que el conjunto de prácticas que traten de resolver conflictos por otras vías se desarrolle fuertemente. Las siglas Alternative Dispute Resolution (ADR) hacen fortuna en todo el país y se expanden hacia fuera con fuerza inusitada. Hoy afectan a todos los órdenes sociales: la familia, la escuela, la vida comercial, el barrio, la salud, etc. y va ganando más adeptos. 16 De Estados Unidos, se extiende a Canadá y Latinoamérica. Iniciándose a mediados de los años ochenta la importación de estas técnicas en Europa Occidental, primero a través de Canadá donde la cultura francesa influye en el aculturamiento más próximo de la mediación como técnica, formándose los primeros mediadores. Luego, se expande por los países de habla inglesa y posteriormente por América del Sur, con especial relevancia en Argentina, donde el sistema judicial estaba en aquel entonces ya en franca quiebra, al decir de algunos juristas argentinos. Podemos pues situar el origen del movimiento en los Estados Unidos y por oposición al sistema judicial, con una rápida expansión por todo el mundo y todos los ámbitos de la vida social. 8.- Evolución en España El autor publicó en 1.996, con datos referidos a 1.995, un trabajo (Redorta, 1.996) sobre este tema y a cuyas fuentes y análisis nos referimos en este apartado. En cualquier caso, de manera ahora resumida, se planteaba en este estudio si estábamos ante una moda o algo más profundo y cual podría ser la situación de futuro a partir de la situación de aquel momento. Se repasaba la incidencia de la Recomendación del Consejo de Europa R86(12) con el fin de que los países miembros potenciaran el uso de vías conciliatorias. Un estudio efectuado por el Instituto Suizo de Derecho Comparado, validando la mediación como técnica, algunas opiniones cualificadas francesas y particularmente el cambio de 17 contexto que ya se intuía a favor de la mediación. En concreto se destacaba: a) La aceleración de procesos sociales b) La multiplicación de conflictos c) La inadecuación de la respuesta judicial clásica d) La defensa de la privacidad como valor e) La incidencia de la complejidad A título de ejemplo, se citaba que en 1.995 la voz “mediación” no existía en la biblioteca del Colegio de Abogados de Barcelona, con 700 años de antigüedad y 300.000 volúmenes. Sin embargo, luego de repasar institucional aspectos tales como la mediación y su fracaso relativo, el uso multiforme de figuras de ADR en la práctica existente, el colapso judicial y la emergencia de nuevas experiencias así como la ausencia de mediadores, se destacaban aquellas experiencias de futuro como el “Programa de Mediación en Justicia Juvenil de Catalunya”, el “Tribunal Laboral de Catalunya” o el “movimiento Elkarri” ya en el País vasco y también el estado de la investigación, prácticamente muy limitada a Santiago y Oviedo. No obstante, se anunciaba que estamos ante una nueva profesión y que los cambios serían muy inmediatos y acordes con los nuevos valores que la mediación venía a aportar al sistema de resolución de conflictos. Estos últimos cinco años han traído a España un desarrollo notable de la mediación. Baste decir que, actualmente y en toda España, hay 18 universidades que están haciendo formación de postgrado. Se están abriendo centros de práctica particularmente en el campo de la 18 familia, donde se ha regulado en diversas figura legal. Diversas profesiones: regiones autonómicas la trabajo social, psicología, pedagogía, sociología, ciencias políticas y derecho, en especial se están interesando por el tema e iniciando un proceso de debate y formación respecto a como incorporar esta técnica. Asimismo, se han organizado algunos congresos para debatir de forma multidisciplinar el desarrollo de este campo. Para captar con mayor rapidez la idea de que existe un amplio movimiento tendente a cambiar un determinado estado de cosas, es bueno de entrada referirnos a los datos publicados por el Centro de Investigaciones Sociológicas en el año 1.998 (C.I.S, 1998). De acuerdo a esta fuente, sólo un 10% de españoles opinan que la justicia va bien. El resto entre regular, mal y muy mal, considerando que entre ”mal “ y “muy mal “ el porcentaje es del 57%. Un 75% de los españoles preferirían llegar a un acuerdo aunque tuvieran que ceder. De hecho, únicamente un 16% pondría un asunto en manos de un abogado. Ante una situación como la descrita por los escuetos hechos, lo que parece evidente es que existe una demanda social de cambio. Para aclarar más este punto vamos a servirnos de las palabras de una reconocida jurista: Manuela Carmena, magistrada y miembro del Consejo General del Poder Judicial, que en 1.997 publicó el libro “Crónica de un desorden, notas para reinventar la Justicia”. Dice Carmena (1997, 17): “Que duda cabe que todo lo relativo a la Justicia está hoy en tela de juicio. La Justicia es uno de los aspectos del poder que menos ha evolucionado a lo largo de la historia. Es lógico, por tanto, que nuestro mundo –complejo, nuevo, diverso- la ponga constantemente en cuestión.” Y, sigue afirmando (p. 29): “La sociedad actual nada tiene que ver con la del siglo XIX que se refleja 19 en las grandes leyes procesales”. Y, luego, más adelante (p.132): “Todo el ordenamiento jurídico está tan desplazado de la realidad, que resulta difícil encontrar en él un instrumento útil para la resolución de los conflictos entre los derechos y los deberes. Ese arbitraje en que, al fin y a cabo, consiste la intervención de un tercero, queda ahogado por el cúmulo de burocracia y rutina a que estamos acostumbrados y que nos ha hecho olvidar el móvil utilitario del Derecho.” Dicho en nuestras palabras, el orden jurídico, el que venimos conociendo, se apoya en grandes leyes del siglo XIX, sin que el siglo XX haya sido capaz de rectificar su inercia. El siglo XXI tiene planteados otros retos muy analizados por Manuel Castells (1999) en su trilogía “ La era de la informacion” a la que nos remitimos. esto es de esta manera, es pausible Si que pueda surgir algo alternativo a lo existente. El autor ya analizó ante el I Congreso Internacional de Mediación Familiar en Barcelona (Redorta 1999, 212220), el proceso de cambio en la profesión de la abogacía, la crisis de modelos, las relaciones entre mediación y sistema judicial, los roles posibles del abogado ante este nuevo fenómeno, su relación con otras figuras de resolución de conflictos, las ventajas de la mediación respecto del litigio, el análisis de Gottheil (1996) respecto a los nuevos valores que aporta la mediación a la resolución de conflictos y la importancia de las nuevas habilidades exigidas a los profesionales con detalle de las mismas. El breve resumen de todo lo allá expresado es que estamos ante un panorama caótico del servicio de la Administración de Justicia, ante un mundo no ya cambiante, sino cambiado y que se está extendiendo un movimiento de reflexión y acción con ideas propias. Las características esenciales de este movimiento entiendo que son: 20 a) Rapidez de implementación Aunque los usuarios finales aún desconocen excesivamente el campo de la gestión de conflictos, cada vez se abren nuevas áreas de intervención, nuevas expectativcas y proyectos. b) Ausencia de políticas globales No se han implementado campañas de orientación a los usuarios futuros de servicios, ni existe actualmente en la Administración una idea mínimamente clara de que hacer ante el fenómeno. c) Multidisciplinariedad El fenómeno afecta a todas la profesiones de ayuda y aún las vinculadas a la actividad económica particularmente en el campo de la gestión. d) Proceso convergente con otros países La incidencia de recomendaciones de la Unión Europea favoreciendo la implentación de la mediación, la facilidad de información que proporcionan las nuevas tecnologías y las propias tendencias social hacen que estemos ante un cada vez más fenómeno global y más extenso. BIBLIOGRAFÍA CITADA ADLER, P. 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