Almas muertas

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 Cuando las parejas dispuestas para el baile empujaron a los demás hacia la pared, él, cruzando los brazos en la espalda, se quedó contemplándolas atentamente durante unos dos minutos. Eran numerosas las damas bien vestidas y a la moda, al mismo tiempo que otras se habían ataviado con lo que buenamente puede encontrarse en una ciudad de provincias. Los hombres, como sucede en todos los lugares, se clasificaban en dos grupos: unos eran jóvenes y no desperdiciaban la ocasión de galantear a las damas. De entre ellos, algunos habrían podido difícilmente ser distinguidos de sus cofrades petersburgueses: de se sentaban junto a las damas con idéntica negligencia, conversaban, al igual que ellos, en francés, y hacían reír a las damas de la misma manera que en San Petersburgo. Nikolai Gógol – Almas muertas Día del Libro 21 de abril de 2016 
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