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HISTORIA, VIAJES, CIENCIAS, ARTES, LITERATURA
^ü
ITALIA. — Monte de los Capuchinos, cerca de Turin.
T. V. (pniMERA RiíniE). — T. I. (SEGUNDA síniE). — M
EL MUNDO ILUSTRADO.
642
VIAJE PINTORESCO DE LOS ALPES AL ETNA,
POR
C. STIELER, E. PAULUS Y W. KADEN.
LIBRO
DE
LOS
PRIMERO.
ALPES
AL
ARNO.
(CONTINUACIÓN).
CAPÍTULO Vir,
La parte de Italia situada entre los Alpes, los Apeninos y el Tesino, que hasta el año de 1859 formó con la
Liguria, la Saboya, Niza y la isla de Cerdeña, el reino
sardo, tomó el nombre de Piamonte, por estar situada
al pié de los montes. Muchas vicisitudes y trasformaciones ha experimentado este territorio. Dominado por
los romanos, recorrido en sus incursiones por los godos
y los longobardos, sojuzgado por Carlomagno, en 1003
pasó á poder de Humberto Biancamano , conde de
Saboya , quien heredó el condado de Turin por el
matrimonio de su hijo Odón con Adelaida de Susa; de
suerte que la dinastía de Saboya cuenta más de ocho
siglos de existencia. El marquesado de Susa, que comprendía gran parte del Pi-amonte, quedó reducido á más
estrechos límites; el de Ivrea fué cedido á la casa de
Saboya por el emperador Federico II (año 1248), y por
Enrique VII en 1313; el condado de Niza fuélo en 1338;
Milán hizo cesión de la señoría de Vercelli en 1427; el
condado de Asti pasó á manos de los duques de Saboya
en 1531; el marquesado de Saluzzo, disputado por
Francia, no fué obtenido completamente hasta 1588; el
ducado de Monferrato fué agregado en 1630; la Valsesia
en 1703; el condado de Arona y Domodossola en 1743;
las provincias de Alejandría, Tortona, Novara y Lomellina, desprendidas del ducado de Milán, en 1736; finalmente, la Liguria, en 1815, por el tratado de Viena.
La capital, primero del condado (año 1101) y luego
del ducado (1416) era Chambery, cuya categoría mantuvo
hasta el año 1553 en que Manuel Filiberto se estableció en Turin, recobrando gran parte del territorio
ocupado por Francia, la cual volvió á apoderarse de él
durante el reinado de Carlos Manuel I. El hijo segundo
de este duque, Tomás Francisco, fué el fundador de la
rama de Saboya-Carignano. Aliado con el Austria en
1703 Víctor Amadeo II, logró salir de la especie de tutela
en que Francia le tenia, tomando el título de rey y apoderándose de la Sicilia, que en 1720 cambió por el
dominio de la Cerdeña. A Carlos Manuel IV, despojado
de su reino por Francia (año 1798), sucedió Víctor
Manuel I que, gegun las estipulaciones del congreso
celebrado en Viena en 1815, recobró la posesión de sus
Estados, y por añadidura el dominio de Genova y de la
Liguria. Con Carlos Félix, hermano del precedente, se
extinguió en 1831 la antigua rama de la casa de Saboya,
y con Carlos Alberto (27 de abril de 1831) empezó á
empuñar el cetro la rama de Carig-nano. Después de
haber titubeado este príncipe entre las viejas y las
njuévas ideas, entró de Heno en las corrientes modernas
dátidiiy al pueblo una constitución aun vigente y ocupándose desde luego en la anhelada unidad de la Península.
El desastre de Novara, acaecido el 23 de marzo de 1849,
detúvole en el camino de las reformas, yendo á terminar
sus dias en el destierro después de haber traspasado sus
derechos á su hijo Víctor Manuel II, quien tuvo la for- •
tuna de ver á la Italia unida y dé recibirlas bendiciones
de todos los patriotas. Muerto Víctor Manuel en Roma
el 9 de enero de 1878, sucedióle su primogénito Humberto I, actual rey de -los italianos.
El Piamonte contiene 3.051,071 habitantes repartidos
en una superficie de 29,269 kilómetros cuadrados, estando
dividido administrativamente en las siguientes provincias: Turin, Alejandría, Novara y Cuneo. Su territorio
es rico e'n aguas; en sus confines nace el mayor rio de
Italia, el Po; al par que la cordillera de los Alpes le
atraviesa con los dos montes más altos de Europa: el
monte Blanco y el monte Rosa.
El dialecto piamontés tiene muchos vocablos parecidos al idioma francés. A las señoras, por ejemplo, se
las llama madama; pas equivale á non, etc. En el valle
de Pinerolo todavía existen los valdenses, secta protestante anterior á la Reforma, que fué perseguida y expulsada de sus valles, y de la que luego nos ocuparemos.
TURIN.
Nos encontramos á orillas del Po. De lo alto del monte
dei Cappuccini la mirada se detiene en la gran masa de
edificios asentados á sus pies. La oscura mole de la
ciudad con sus calles tiradas á cordel y cortadas en
ángulo recto, se abre acá y allá formando anchas plazas,
al paso que algunas cúpulas sobresalen de los techos de
las casas. Luego los edificios empiezan á escasear, y la
vista descubre grandes campos cubiertos de verdura,
ceñidos por una no interrumpida cadena de montes,
descollando entre todos el Monviso con su afilada aguja
y el monte Rosa, y en los espacios intermedios se adivinan mentalmente los valles alpinos que conducen á la
Saboya. El cierzo que azota el rostro es frío y penetrante ; ya no se siente aquel suave calor y aquel perfume á que nos hablan acostumbrado los países hasta ahora
recorridos í tanto el firmamento como la ciudad tienen
un aspecto serio y concentrado que embarga el ánimo.
Esta es la antigua residencia de los reyes sabaudios, la
capital del pequeño y batallador Piamonte, que revela
claramente el carácter de una gente templada en la
robustez y en la tenacidad de propósitos.
A pesar de que hasta la época de los romanos'fué
Turin una colonia bien fortificada, según se desprende
todavía de la disposición de sus vías, su importancia
histórica sólo data del siglo xi, cuando cayó en manos
de los duques de Saboya, que la convirtieron-en capital,
y ni por un momento dejó de serlo hasta la unificacioii
de Italia; de consígnente, pocas ciudades hay en el
mundo cuyos destinos estén más ligados con las tradiciones dinásticas como la en que nos ocupamos, ni que
ofrezcan tan marcado carácter de energía individual.
En efecto, la casa de Saboya ha dejado impresas sus
huellas en cada palmo de terreno de la ciudad de Turin;
no hay plaza, no hay monumento que no fiable de ella,
y ella es la que le ^da carácter. Cada callé recuerda
los nombres de Amadeo, de Manuel, de Filiberto, de
Carlos Alberto; en la arquitectura predominante, la del
siglo xviii, aparece el príncipe Eugenio; los templos,
las plazas públicas, nos recuerdan los reyes sabaudios,
Las múltiples innovaciones propias de los tiempos moderrios no han bastado á borrar aquella huella. Verdad
que Turin no ejerce la misma fascinación que otras
ciudades de la Península, encantadoras en medió de su
variada belleza; en ella todo rebosa franqueza y honestidad , de suerte- que en vez de entusiasmo el viajero
siente por la capital del Piamonte un especie de respeto.
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EL MUNDO ILUSTRADO.
Varias han sido las vicisitudes por que ha atravesado
en el trascurso de los sig-los la J-ulia Augusta Taurinonim de los romanos, que se dice fundada por los lig-urios. En tiempo de Aníbal (año 218 antes de Jesucristo),
fué tomada y saqueada, y Constantino la arrasó el
año 312 de nuestra era. Tuvo que sobrellevar las invasiones de los galos, fué colonia romana, luego cayó en
poder de los duques long-obardos y de los condes francos,
hasta que, como se ha dicho, la condesa Adelaida trajo en
dote á Odón el condado de Turin. Los franceses la ocuparon en 1536 y ía restituyeron en 1562 á Manuel Filiberto,
vencedor en la batalla de San Quintín, quien la hizo capital del Piamonte. En 1640 aquellos la tomaron por
hambre, auxiliados por las intestinas discordias, restableciendo en el trono á Madama Reale, que hizo su
entrada en Milán vestida de luto, dando á entender con
esto el pesar que le causaba una victoria alcanzada sobre
sus propios subditos. En 1706 volvieron á sitiarla los
franceses, y entonces fué cuando el intrépido Pietro
Micca, aplicando la mecha á una mina sepultóse bajo
las ruinas junto con el enemigo que iba á penetraren
.la ciudad, librándola por último del asedio el célebre
Eugenio de Saboya. En 1798 volvió á ser ocupada por
los franceses; en 1799 tomáronla los austro-rusos, y
un año más tarde Napoleón I, quien venció en Marengo
á los dos ejércitos aliados. Derribado del trono Bonararte en 1814, Turin volvió al dominio de la casa de
Saboya, habiendo sido capital del reino de Cerdeña
hasta el año 1859, y hasta 1865- del reino de Italia,
época en que cedió la primacía á Florencia.
La ciudad, como hemos manifestado, tiene aspecto
moderno: calles anchas, rectas, y algunas adornadas
con elegantes pórticos; casas cómodas, lindas plazas,
magníficos cafés, agua eñ abundancia. Casi todas las
ruinas d(i la antigüedad han desaparecido; de las cuatro
puertas que tenia sólo queda la llamada Palatina. Las
fortificaciones que en 1536 erigiera Francisco I, fueron
derribadas por los franceses en 1801, y por el sitio donde
estaba emplazada la célebre cindadela, demolida en 1857,
pasa la vía férrea. El Po divide la población en dos
partes desiguales, estando atravesado por dos puentes,
uno de hierro y el otro de piedra.
Las calles más importantes de Turin son la del Po, la
de Roma y la de. Doragrossa, en las cuales hay vestigios
de las antiguas vías militares romanas, que de aquí conducían á los montes. El punto donde convergen, la
magnífica plaza Castello, es un grandioso cuadrilongo
flanqueado de edificios levantados sobre elegantes pórticos, surgiendo en el centro de ella, aislado, él palacio
Madama, tétrica construcción de la "Edad Media recubierta en parte de hiedra y que más tiene aspecto de
fortaleza que de residencia real. Con todo, la fachada,
obra de Juvara, es moderna y puede considerarse como
uno de los mejores modelos arquitectónicos de principios del siglo xvm. Este palacio fué fortificado en
1416 por Amadeo VIII, y el nombre que ahora lleva
débelo á que después de la muerte de Carlos Manuel II,
su esposa la duquesa María Juana Bautista de Saboya
^emourñ(Madarni Reale), lo habitó; Da 1848 á 1865 el
Senado piamontés celebró sus sesiones en este edificio,
ocupado actualmente por varias oficinas públicas y por
el Observatorio astronómico.
El lado Norte de la plaza Castello carece de pórticos.
Una gran verja de hierro da entrada á la \lam&á&plaztiela
Real, en cuyo fondo se levanta el palacio del mismo
nombre, uno de los mejores que cuenta Türin. Sobre
dos pilares hay las estatuas de Castor y PoUux, y en la
verja vese reproducida la divisa de los príncipes de
Saboya, F, E, fl. T;, es á sabe?; foriii'fidg ejus Rodhxm
643
tenuit. En el vestíbulo, á la izquierda, hay la estatua
ecuestre de Víctor Amadeo I, primer rey de Cerdeña,
que le erigieron sus hijos: dicha estatua es de bronce y
el caballo de mármol, sirviéndole de palafreneros dos
esclavos, también de mármol. En Turin goza de mucha
celebridad este monumento, que todo el mundo conoce
por El caballo de mirmol. Otras estatuas y cuadros de
bastante mérito encierra este edificio, en cuya ala
Sureste hay la famosa Armería Real, una de las mejores
de Europa, á pe?ar de no ser muy abundantes los objetos
que encierra: vense allí armaduras completas, yelmos,
espadas, etc., etc., pertenecientes á los más ilustres
campeones, á contar del águila romana que llevaba la
octava legión hasta la espada que cenia Napoleón I en
la batalla de Marengo, y la de Carlos Alberto. Fundada
esta armería por Carlos Manuel I, fué pasto de las llamas,
pudiendo decirse de consiguiente que su verdadero orígen se remonta al reinado de Carlos Alberto (año 1833),
quien comisionó al conde Sayssel para que coleccionara
las mejores armas conservadas en los palacios reales y
en los arsenales del reino. Poco á poco fueron en
aumento sus colecciones, gracias á los objetos traídos
de Milán, de Brescia y de otros puntos de Italia, así
como de América.
En el piso inferior de la galería Beaumont, que así se
llama también la real armería, está situada la .Bí5Z?oíeca
Real, rica en obras modernas, contando 50,000 volúmenes, 2,000 ínanuscritos, preciosos dibujos de Leonardo
de Vinci, del Ticiano, de Miguel Ángel, de Rafael,
del Correggio, y varias cartas de hombres ilustres.
El Jardín Real, abierto para el público desde mayo á
fines de setiembre, contiene un valioso museo zoológico.
Del interior del palacio Real, sin bajar la escalera principal, puede penetrarse en la catedral de San
Giovanni, pasando por la capilla Regia y por la de las
S8. Sindotie; empero nosotros entraremos en ella por la
ancha escalinata de la plazuela de San Juan; La fábrica
duró de 1492 á 1498, y es de estilo del Renacimiento, ofreciendo poco de notable. En la capilla llamada
della SS. Sindone ó del Sudario, construida en el
Siglo XVII por el padre Guarini, hay los sepulcros de
algunos duques de Saboya. Los frescos de su bellísima
cúpula representan asuntos bíblicos, habiendo sido pintados en 1835 por Vacca, Fea y Gonin, por orden del rey
Carlos Alberto. En una gran urna de plata que hay en
el altar se conserva el sudario con que José de Arimatea
envolvió el cuerpo del Redentor después de su muerte,
célebre reliquia rescatada en tiempo de las cruzadas
por Godofredo, adquirida por el duque Luis de Saboya
en 1452, y cedida á Turin en 1694, á instancias de san
Carlos Borronleo. Los anales de esta catedral registran
un suceso notable y es que en ella, á la edad de diez y
seis años, Juan Jacobo Rousseau abjuró la religión protestante, convirtiéndose al catolicismo.
Más grandiosa que la iglesia de San Giomnni es la
dedicada á la Gran Madre de Dio, asentada en la derecha
margen del Po, imitación del Panteón de Roma y erigida
en 1818 por medio de suscricion pública en acción de
gracias por la vuelta.al Piamonte de Víctor Manuel I,
según recuerda la inscripción de la fachada.
Al Sur de la plaza de San Garlos, la mejor de la ciudad
arquitectónicamente considerada; hay los templos ^edXc&áoñ h San Carlos y k Santa Cristina: .h& fachada del
primero es debida á Grassi, y el bajo-relieve del frontis
representa á san Carlos en el acto de dar el pan eucarístico á Manuel Filiberto. En 1866 fué restaurada esta
iglesia. La fachada de la de Santa Cristina- es obra
de Juvara, y lí!-s; estatuas que Ift adornan déjense ¿
Tantftrdini,
644
EL MUNDO ILUSTRADO.
La iglesiadellaConsolataíormn tres cuerpos: 8antAnUn templo muy elegante es el llamado Valdense, consdrea, Santuario della Consolata y Sotterraneo de N. 8. delle truido según los planos de Formenti.
Grazie, los cuales se comunican entre sí. SanfAndrea
El palacio Carignano, imponente y barroco edificio
tiene cinco capillas, y fué reedificada en 1679 seg-un los debido al padre Guarini, tiene una preciosa fachada del
planos de Guarini, sobre las ruinas del templo que lado de la plaza Carlos Alberto, fachada que sólo data
existió hasta á fines del sig-lo x. Lo más notable que del año 187ry se diferencia totalmente del frontis princontiene es el órgano. El Santuario della Consolata, cipal, estando adornada con seis estatuas colosales que
cerrado por una
' ,
r e p r e s e n t a n : la
gran verja, tiene
Justicia, la Indusforma exágona y
tria , la Ciencia,
está adornado con
la Agricultura (la
columnas y premejor de todas),
ciosos mármoles.
la Ley y el Arte.
En la capilla abierDe 1848 á 1860 este
ta en 1861 vense
- palacio albergó en
las estatuas de Ma• • su seno á los diría Teresa y de
•' putados piamonteMaría Adelaida,
ses; de 1860 á 1865
consortes de Vícfué sede del pritor Manuel, obra
mer parlamento
de Vela. Por un
italiano, resonancorredor cuyas pado en él constanredes están cubiertemente la patriótas de ex-votos,
tica voz del conde
bájase á la Cripta
de Cavour y disde N. S. delle Gracutiéndose todas
zie, donde se conlas cuestiones que
serva una imagen
produjeron la unide Nuestra Señodad y la libertad de
ra muy venerada
la patria. Actualpor los piamontemente está instases, y que data del
lado en el palacio
año 1015. AmenaCarignano el Muzando el cólera á
seo de Historia NaTurin en 1835, el
tural, dividido en
consejo general de
dos secciones, la
la ciudad hizo un
geológica y la zoovoto á dicha imalógica, siendo nogen, y, al cabo de
tables en la primedos años se erigía
ra los fósiles del
en la plaza una
Piamonte [mastocolumna de granidontes y megateto con la efigie en
rios), y en la semármol de Nuesgunda las aves y
tra Señora Consolos insectos.
ladora y su Divino
El palacio del
Hijo, obra muy reduque
de Genova
comendable de Boha
servido
de mogliani.
rada
á
varios
prínLa iglesia de
cipes
y
soberanos,
San Massimo es de
y en 1854 falleció
estilo r o m a n o y
en él el duque de
quedó terminada
Genova,
hermano
en 1854. Contiene
del
rey
Víctor
Mapinturas al fresco
nuel.
La
biblioteca
de Gonin, de Gasde este palacio es
taldi, de Morgari
Camino de Siiperga.
rica,
especialmente
y de Quarenghi, y
en
obras
militares.
esculturas modernas. Los cuatro Evangelistas de la
El
palacio
di
Cittá,
situado
en
la
plaza
del
mismo
fachada son obra de Albertoni.
nombre, donde se levanta el monumento dedicado á
San Domenico, situada en la calle de Milán, posee un Amadeo VI (el conde Verde), fué construido por Lancuadro de Guercino. Cerca de este templo habia el tri- franchi en 1659. Las dos estatuas existentes en medio
bunal de la Inquisición.
de las columnas de la fachada representan al príncipe
La iglesia llamada Corpus Domini, situada cerca de Eugenio de Saboya, y á Fernando, duque de Genova,
la catedral, debe su nombre á un milagro que se hermano de Víctor Manuel, y fueron regaladas á la
supone acaecido en 1453. En 1753 fué restaurado este ciudad de Turin por el caballero Mestrallet. El pórtico
templo, según los planos de Alfieri. Contiene algunas está adornado de mármoles y de frescos debidos á Morpinturas al fresco, obra de Vacca, y un bellísimo pavigari y á Lodi. En este edificio hay muchas inscripciomento.
nes patrióticas y las preciosas estatuas de Carlos Alberto.
EL MUNDO ILUSTRADO.
obra de Cauda, y de Víctor Manuel II, original de Vela.
En el archivo municipal, que está en el palacio di Cittá,
hay todas las actas redactadas desde el año 1404 hasta
648
nuestros dias. También encierra este edificio una biblioteca pública.
A corta distancia de la plaza del palacio di Citlá,
H s - n " •"!
Fuente en el jardín Real de Tiirin.
pasando por la calle Corte d'Appello, donde está emplazado el palacio que le da nombre (Curia Máxima), no
terminado, se encuentra el palacio Barolo, fabricado en
1692, célebre por haber vivido en él durante mucho
tiempo y fallecido en 31 de enero de 1854, Silvio Pellico.
En el palacio Alfnri, situado en la plaza de San Carlos,
el gran Vittorio escribió sus primeras tragedias, atado á
una silla, según él mismo confiesa en sus Memorias.
El palacio llamado delle Torri es el monumento más
antiguo de la ciudad de Turin, pues alg-unas de sus
secciones datan del siglo octavo. Las dos torres que
ostenta tienen diez y seis ángulos.
646
EL MUNDO ILUSTRADO.
Aunque el Piamonte no puede envanecerse de haber
producido un solo grande artista en pintura, en escultura, en arquitectura ó en música, en punto á letras
cábele la gloria de contar entre sus hijos á Alfleri, á
Silvio Pellico, alfilósofoGioberti, y á Massimo d'Azeglio,
pintor y.novelista.
En compensación de una tan completa esterilidad
artística y limitada producción literaria, el Piamonte ha
sido y es fecundo en hombres de -ciencia, entre los
cuales descuella el famoso matemático Lagrange.
Esto nb quiere decir, sin embargo, que falten en Turin
establecimientos dedicados á la enseñanza de la juventud y valiosas colecciones de objetos artísticos, mereciendo especial mención entre los primeros la Universidad, erigida en 1413 por orden de Víctor Amadeo II,
edificio con un bellísimo patio revestido de bajo-relieves,
inscripciones griegas y latinas y otras curiosas antigüedades. Su biblioteca encierra 200,000 volúmenes y 4,000
manuscritos, algunos de ellos preciosísimos.
En la Academia Aliertina, h que dio gran impulso
Carlos Alberto, hay la escuela de Bellas .Artes y una
buena colección de cuadros, grabados, libros y cartones.
El Museo Cívico, que'data del año 1863, contiene objetos de la Edad Media, tales como armas, bronces, monedas, mayólicas, etc., así como una interesante colección
de autógrafos de personajes ilustres y de patriotas, un
plano de Turin de la época de Manuel Filiberto, esculturas en madera y en marfil, cuadros modernos y otras
obras artísticas. En la galería inferior se guardan la
máquina qué^irvió para perforar el último diafragma
del túnel del ^ é j u s , una colección de armas de piedra,
de vasos en barro cocido prehistóricos, y el Bncentauro
que en 1731 mandó construir Carlos Manuel III en
Venecial
La Academia de Ciencias, uno de los centros de cultura
que más honran á Turin, encierra la Pinacoteca y el
Museo Egipcio. En la planta baja, á la derecha, puede
verse uria colección de esculturas egipcias, griegas y
romanas; en el primer piso hay una pequeña colección
de antig'üedades egipcias. El segundo piso contiene la
Pinacoteca ó galería de cuadros. El Museo Egipcio y de
antigüedades greco-romanas fué fundado por el rey
Carlos Félix, quien comisionó á Drovetti para que coleccionase los objetos relativos al Egipto.
Cerca -del edificio que sirve de Bolsa y en el emplazamiento (del convento de las Conversas, se levanta.el
Musej Ikdustrial Italiano, que data del año 1867 y contiene vaírias colecciones, una escuela industrial y una
escuela jagratia.
Los establecimientos de beneficencia de la capital del
Piamonte son asimismo notables. Bastará citar el Hospital MaijóT ó de San Juan, en el cual hay 557 camas. El
edificio tiene 120 metros.de largo por 87 de ancho.
La antigua Cindadela, de la que quedan escasos restos,
es el teatro donde llevó á cabo su hazaña el heroico
Pietro Micca, á quien se ha erigido un monumento en la
plaza que lleva su nombre y otro más modesto en el
patio de^yArsenal. Esta cindadela fué cárcel y tumba
del granthistoriador Pietro Giannone.
En el teMb'detrptaza Solferino se levanta el 4m»íí7,
gran mole que contiene un museo de armas, con puentes, barcos y herramientas; un depósito de planos en
relieve de las principales fortificaciones de Europa, un
^gabinete de historia natural, etc., etc.
SFo léj<» del Arsenal está, situada la antigua plaza de
•4ía»«*,:paaeo favorito de.los habitantes de Turin, barrio
e^léÍKfido nacido como poreucanto y cubierto de casas
de peeeeo,y4é palacios, entre ellos el que sirvió en 1880
para lafixposiejpqItaliana 4e pellas Artes. Desde este
sitio se disfruta del magnífico espectáculo que ofrece la
cordillera alpina.
Turin encierra diez teatros, á saber: el llamado Regio,
levantado en 1740 y restaurado en 1862, el cual tiene 50
metros de circunferencia, cinco órdenes de palcos y
puede contener 2,500 personas; el teatro Carignano,
erigido en 1752 según los planos del conde Alfieri, reedificado en 1787 después de un incendio', y que tiene 94
palcos y es capaz para 1,300 personas, habiéndose estrenado en él las tragedias de Alfleri; el teatro Gerbino, donde se representan comedias y que puede contener 2,000
espectadores; el teatro Víctor Manuel, en el que caben
4,500 personas; el Nacional, que casi siempre está cerrado; e\ Alfieri, capaz para 2,000espectadores;elScríbe,
dedicado á representaciones en francés, que tiene 97
palcos en cuatro órdenes y puede contener 1,400 personas ; el D'Angennes, que sólo puede acomodar 400 espectadores; el Rossini (800 personas), en el que casi siempre
trabajan compañías piamontesas; y finalmente, el Baile,
que sirve para espectáculos ecuestres.
Una de las cosas que más llaman la atención del
viajero que por primera vez visita á Turin, es el gran
número de monumentos al aire libre que encierra,,
siendo en este concepto la ciudad de Italia que más
cuenta. Además de los citados en el curso de este relato,
son dignos de veráe el dedicado á Manuel Filiberto,
vencedor en San Quintín, obra de Marocchetti, el cual
data de 1838 y se alza en la plaza de San Carlos; el
erigido por suscricion pública al éonde de Cavour en la
plaza Carlos Manuel 11, vulgarmente llamada plaza
Carlina, cuyo pedestal es de granito rojo de Baveno, con
adornos de bronce, siendo mármol el resto, y que se
debe á Dupré y costó á lo que parece más de 650,000
pesetas; el de Daniel Manin, costeado por italianos y
franceses y situado detrás del hospital de San Juan; el
dedicado al rey Carlos Alberto, obra de Marocchetti, que
se alza en la plaza Carlos Alberto y cuyas cuatro figura."?
alegóricas representan el martirio, la libertad, la justicia
y la independencia, y los cuatro moldados un granadero,
un lancero, un artillero y un henagliere, siendo esto lo
mejor de la obra; la estatua ecuestre del duque de
Genova, hermano de Víctor Manuel II y padre de la
reina Margarita, esposa del actual soberano de Italia, que
se levanta en la plaza Solferino; el dedicado al ejército
sardo, obra excelente de Vincenzo Vela, regalado por los
milaneses á Turin y que está colocado enfrente del
palacio Madama; el erigido á Massimo d'Azeglio, obra
muy recomendable de Balzico, que data del año 1873 y
se alza en la plaza Cario Felice; el de Alejandro Lamarmora, muerto en Crimea el año 1855, situado cerca de
la cindadela; el obelisco Siccardi, que tiene 22 metros
de elevación y está colocado en el centro de la plaza
Savoja, el cual fué erigido en memoria de la abolición
del Foro ó tribunal eclesiástico, propuesto al parlamento subalpino por Siccardi, ministro de cultos, en 9
de abril de 1850; la estatua de Gioberti, situada en la
plaza Carignano; en eljardin.dei Ripari los monumentos á los generales Pepe y Bava y á César Balbo; por
último, el monumento al monte Cenisio, que se alza
cerca de la estación de Susa y fué erigido en 1879 como
recuerdo del gran túnel que une Italia á Francia.
El cementerio de Turin, emplazado en el punto donde
antes habia un parque real, delicia de los príncipes de
la casa de Saboya y en el cual fué hospedado Torcuato
Tasso, quien tomó de aquel sitio idea para la fábula de
los jardines de Armida, ocupa un área de 114,629 metros
cuadrados. Su forma es octógona y está circundado de
un alto muro con nichos de estilo egipcio. En él descansan loe restos mortales de Silvio Pellico, de Buniva,
EL MUNDO ILUSTRADO.
introductor de la vacuna en el Piamonte; de Massimo
d'Azeg-lio, de Gioberti, de Pallestriniy de otros hombres
célebres.
Otros objetos dig-nos de mención encierra la ciudad
de Turin, entre ellos el célebre castello del Valentino,
fabricado en 1633 por Madama Reale María Cristina,
monumento que figura en la historia piamontesa como
morada de los príncipes de Saboya y que desde el año
1863 sirve para escuela de ing-enieros y como jardín
botánico; la Villa della Regina, situada cerca del templo
de la Gran Madre de Dios y fabricada en 1650 por orden
de Mauricio de Saboya, habiéndola Víctor Manuel II
destinado á Instituto para los hijos de militares muertos
en defensa de la patria; la Mole Antoniella, vasto edificio con una muy atrevida y alta cúpula, levantado
para servir de sinagoga y adquirido luego por el municipio para convertirle en Museo; el puente Mosca, construido en 1830 por el ingeniero de este apellido, el cual
para llevar á feliz término la obra tuvo que vencer no
pocas dificultades.
Las cercanías de Turin ofrecen algunos sitios deliciosos: tal es, más allá de la Villa della Regina, el
monte y la iglesia de los Capuchinos, y sobre todo, á
unas dos leguas de la ciudad, sobre la derecha margen
del Po, Siiperga, verdadero bosque de Bplonia de los
turineses, donde se alza la célebre l)asílica que guarda
los restos mortales de los príncipes de la casa de Saboya.
Este templo fué construido de 1718 á 1731 por Juvara, y
debe su origen á que Víctor Amadeo II, "en 2 de setiembre de 1706, hizo voto á la Virgen desde aquel sitio de
erigirle una basílica sí lograba vencer á los franceses,
contra quienes estaba guerreando: el enemigo tuvo que
levantar el asedio de Turin, y Víctor Amadeo, elevado
á la dignidad real, cumplió su voto, en memoria de lo
cual se canta un Te-Deum todos los años, el día 8 de
setiembre. La iglesia, precedida de una columnata, es
circular, y ocho pilastras sostienen su imponente cópula,
desde la cual se divisa un admirable panorama de los
Alpes. En lá cripta, á la que se desciende por una
ancha escalera, hay los sepulcros de muchos príncipes
de Saboya hasta el rey Carlos Alberto y el príncipe Odón,
hijo menor de Víctor Manuel II. Las tumbas de los
antiguos príncipes saboyanos hállanse en Alíacomha,
Saboya, y la de Víctor Manuel en el Panteón de Roma,
como para indicar los grandes destinos de esta familia,
que de Saboya se extendió al Piamonte y del Piamonte
k toda Italia. Detrás del templo existe un extenso seminario y una rica biblioteca.
Moncalieri, situado un poco más al Sur, sobre el
emplazamiento de la vía férrea de Genova y á orillas del
Po, es también un sitio de recreo muy frecuentado.'
Su magnífico palacio, fabricado en 1470 por el duque
Amadeo IX, fué completamente restaurado por orden de
Víctor Amadeo II, quien murió prisionero en él en 1732.
Stupinigi, inmediato á Moncalieri, es asimismo mansión real que ha presenciado las bodas de varios príncipes deja casa de Saboya, y en ella habitó Napoleón I.
El parque de este sitio de recreo es bellísimo.
Cerca de Rivoli, pueblo que está unido á la ciudad de
Turin por medio de un ferro-carril económico, surge un
palacio real sin terminar, pero de proporciones grandiosas y en elegante estilo del Renacimiento.
Asimismo son notables el palacio y el parque Üe
Racconigi, y el sitio de caza llamado Venaría, Reale,
donde iban á recrearse los príncipes de Saboya. El
palacio, fabricado por orden de Carlos Manuel IT, costó
cuatro millones de pesetas: destruido por los franceses
en 1706 mandólo reedificar Garlos Manuel III; luego los
framceses volvieron á arrasarlo, de suerte que actüat-
647
mente sólo quedan en pié la capilla, obra de Juva.ra, yel invernadero, que sirve de establo.
.
CAPITULO VIH.
REO DE VÍAS FÉRREAS PIAMONTESAS.
DE TUKIN Á LOS VALLIÍS DE AOSTA.
De Turin arrancan muchas vías férreas y traiífias: de
las primeras, además de las que se dirigen á'Mqdane, á
Susa y á Rivoli, las hay que van á Alejandría, y de ahí
á Genova y á Piacenza por la Italia Central ,"&^|Milan y
Venecia, á Savona, Mondovi, Chieri, Ivrea, Cuneo, Pinerolo, Biella, Saluzzo, Rivarolo y Lanzo, formando en
conjunto una intrincada red.
Antes de emprender la descripción de Génova-íy de su
ribera, que el lector nos permita conducirle á tifavés de
esa red para mostrarle, aunque sea rápidam^te, los
sitios y poblaciones más interesantes. Seguros estamos
de que aunque nos desviemos un tanto de nuestro itinerario, no ha de ser tiempo perdido el empleado] en este
viaje.
Tomando la vía férrea que de Turin se dirige já Ivrea,
después de atravesar el Dora Riparia llégase kJSeiíimo,
cuyo nombre indica que esta población dista sietp millas
romanas de Turin. De Settimo parte una tranyía para
Rivarolo, y en este punto hay coches que conducen á
Aglié, que'tiene un castillo y un parque real, á Gastellamonte y á Cuorgné.
i
En CMvasso, ciudad muy industriosa con 9j0(^ habitantes, en la que pueden verse las ruinas del antiguo
castillo de los Monferrato, se cambia de tren. LajS cimas
que aparecen detrás de los contrafuertes delq^ Alpes,
son las llamadas Gran Paraíso y monte Rosa, al Este.
Se atraviesan el territorio de Monianaro, en euya población se celebra una importante feria, la yilla de
Calusú, una de las más renombradas del Oanavesje, sobre
todo por su vino blanco, y otras poblaciones q^e nada
ofrecen de particular, y luego se penetra en Izrea (9,300
almas), capital del distrito y sede de un obispado, llamada antiguamente Eporedia. El año 100 antes de Jesucristo los romanos la colonizaron y fortificarqn para
resguardarse de los salassi, gentes aguerridas que habitaban los montes. Más tarde fué dominada por loa duques
longobardos y hasta por Berengarío II y por ^rduino,
que llegaron á ceñir la corona de Italia. Luego: !se hizo
independiente; pero minada por las intestinas discordias
y deseosos sus moradores de vivir tranquilostj en el
siglo XV solicitó formar parte de la casa de ^aboya.
Todavía al presente sú territorio lleva el noj|ibre de
Canavese. En esta ciudad empieza á ser navegable el
Dora Baltea, que el canal de Ivrea pone en comunicación
con Sesia, cerca de Vercelli. La situación de ;|vrea es
muy pintoresca, pues está empláíiada sobre fa pendiente de una colina coronada por un m a g n í i c ^ castillo
{Casiellazzo), que tiene cuatro altísimas torres y ahora
sirve de.cárcel. Junto al castillo se alza la catedral,
edificio que data de la Edad Media, pero reedificado en
1855, y que se supone ocupa el lugar de un templo dedicado á Apolo. En la plaza de Ivrea existe un antiguó
sarcófago, y en las cercanías pueden verse restos de
murallas. Merece citarse el carnaval de Ivrea, llamiado
del Starlo, en cuya ocasión los habitantes todos sé engalanan con los más extraños disfraces. Los últvnKis'dias de
fleiStá el dominio de la ciudad está e» m*Kós dé un
general en jefe, que en compañía del ayudante gen^tíly
^e\ tenitnte, \oA.(i9. elegidos por el pueblo, vigilan ^ r a
64§
fít MUNDO ILÜSfÜÁÜO.
que no se altere el orden público. Los tres ostentan
un gorro frig-io. Esta costumbre es antiquísima.
A corta distancia de Ivrea hay el lago de San José,
con las ruinas de un convento.
La diligencia para Aosta sigue el Dora Baltea por
entre montes, hasta el término del -viaje. A la derecha,
sobre una altura, está situado el castillo de Montallú,
con una linda cascada, viéndose en los picos de las colinas otros castillos ruinosos. Pasados los pueblos de Borgofranco, Settimo, Vittone y Carema, llégase á Poní
Saint Martin, población situada á 369 metros sobre el
nivel del mar, donde empieza el espléndido XiolU de
Puerta Palatina, en Turin.
Aosta. Cerca de San Martin se atraviesa el Lesa, que baja
del monte Rosa, y el valle llíimase de Gressoney ó Val
Lesa. Desde San Martin toda la población de estos valles
habla el idioma francés, y en Gressoney, que dista cinco
horas de aquel, hay establecida una colonia alemana.
El atrevido puente tendido sobre el Lesa es obra de
romanos.
Atravesado Donna: la nueva via sigue el Dora y pasa
á alguna distancia del pueblo de Bard, sobre el cual, á
391 metros de elevación, está colocado el fuerte de Bard,
que defiende la entrada de los valles de Aosta. En 1252
fué tomado este castillo por Amadeo IV, después de un
interminable asedio; en 1800 cortó el paso durante ocho
diasal ejército francés que bajaba del San Bernardo para
ayudar á Massena, sitiado en Genova por los austríacos.
Napoleón hizo colocar un cañón sobre el monte Albaredo,
EL MUNDO ILUSTRADO.
que domina el fuerte, y lo bombardeó: caballos é infantes pasaron por las laderas del monte siguiendo un sendero abandonado, y cubierto de estiércol el camino y
trabadas las ruedas de la artillería, también log-ró pasar.
En 1815 el rey de Cerdeña hizo restaurar este fuerte, que
habia sido destruido en parte por los franceses.
A la izquierda se extiende el valle de Camporciero,
con su curiosa pirámide de Grivola; un camino llamado
de la caza Real, mandado abrir por Víctor Manuel para
cazar el revezo, conduce del valle á la Fmestra Camporciero y á la g-arganta de Cogne (2,800 metros).
En Yerres, lugar situado á la entrada del valle de
Challant, se habla mejor el francés que en los demás
puntos que acabamos de recorrer. En una altura existen
649
las pintorescas ruinas del castillo de Challant, desde las
cuales la vista abarca un panorama encantador.
Aquí el valle se ensancha y pasa por el admirable coto
de Montjovet, en una de cuyas cimas divísase el ruinoso
castillo de San Germán: una lápida indica que los romanos tuvieron intención de abrir este paso, pero no lo
fué hasta el año 1791, durante el reinado de Carlos
Manuel III. El Dora se despeña á pico formando varias
pintorescas y murmuradoras cascadas. Desde la ruta se
divisa el pequeño lugar de Montjovet, lo cual presta
mayor animación y encanto al cuadro. En San Vincent
hay dos hospederías, donde se alojan los enfermos que
van á tomar sus aguas minerales. Atravesado el puente
de Salassino, que está colocado sobre una profunda gar-
Moncaliiíi'i.
ganta, á la derecha aparece la villa de Clialillon, que
tiene un elevado arco de puente romano y un castillo
edificado en 1419. Al Norte de este pueblo desemboca el
valle Tournanche, recorriendo el cual y pasando por
el lugar del mismo nombre y la Slrelta di 8. Teodulo,
llégase á Zermalt, perteneciente al cantón de Valais
(Suiza).
Chamhaxe, asentada sobre una colina, tiene fama por
su vino moscatel. Desde esta población se divisan las
nevadas cimas de la cadena del monte Rosa, los Gemelli
á la derecha, el monte Cervino y la garganta de San
Teodulo á la izquierda; al Oeste los tres picos del Ruitor,
y en la desembocadura del valle el pintoresco castillo
del Fénix.
Después de Chambave aparece Niis, á mitad camino
de Chatillon y Aosta, á la izquierda del valle del Fénix,
en cuyo fondo se levanta la ^ecm di Nona (3,165 metros).
Ñus, sede de antiguos barones, es actualmente un pueblo
mísero, donde pueden verse las ruinas de un castillo.
T . V . (PRIMERA SERIE). — T . I. (SEGUNDA SERIE). — 82.
Pasado Ñus se encuentra Villefranche, desde cuyo
punto un sendero conduce al castillo de Quarto, asentado
sobre la cúspide de la montaña y trasformado en hospital.
Siguiendo la margen izquierda del Dora Baltea, en tres
cuartos de hora se llega á Aosta, ciudad con 7,800 habitantes, capital de la provincia de Aosta, laAíiguStaProstoria de los romanos, que servia de morada á los salassi.
Cuenta la historia que Terencio Varron vendió al mejor
postor en Ivrea, en clase de esclavos, á treinta y seis mil
de esos salassi, prisioneros de guerra. Augusto pobló
con tres mil pretorianos el campo fortificado, dándole el
nombre de Ángnsta, gracias á lo cual no tardó en convertirse en una ciudad. En el centro hay la plaza Carlos
Alberto con el nuevo municipio. Aosta tiene aspecto
romano y de la Edad Media. Cerca de la antiquísima
puerta Este ó Arco de la Trinidad, existen los restos de
un teatro. Los muros que rodean á la ciudad que nos
ocupa, demuestran la importancia que tenia en tiejnpo
650
EL MUNDO ILUSTRADO.
vola (3,970 metros) y forma una masa de elevados ventisqueros dominados en el centro por el altísimo Oran
Paraíso (4,045 metros), es decir, por la más elevada
montaña de los Alpes Grayos, de la cual proceden los
ventisqueros de Montandayné, Mont-Corvé y Lausqneour.
La cima del monte fué hollada por vez primera en 1860,
por los intrépidos viajeros Cowell y Dundas. En el
valle Savaranche solía acampar Víctor Manuel, pues
abundan en él los revezos.' Trátase de elevar al rey
galantuomo un monumento en medio de aquellos mares
de hielo.
El valle de Cogne es sin disputa el más bello de todos
por la grandiosidad del paisaje, conteniendo mineral de
hierro, cobre, cobalto y sulfuro de plata. Situado entre
Val Savaranche y Aosta, al Oeste se alza la atrevida
pirámide de Gil vola; luego aparecen el Gran Paraísoy los
ventisquero i que, prolongándose al Este, sépáranle del
valle del Orco en el distrito de Ivrea. Saliendo de Aosta
en dirección del valle de Cogne, después de atravesar el
Dora llégase á Aimamlle, desde cuyo castillo la vista
abarca un panorama encantador. Pasando por algunos
pueblecillos el viajero penetra en Cogne, y al Noroeste
de este lugar se extiende una cadena de montes, cuyas
vertientes forman valles secundarios como el de Fénix,
el de Champ du Prale y el de Camporciero.
A la izquierda del Dora Saltea hoy varios pasos que
LOS VALLES DE AOSTA Y EL GRAN PARAÍSO.
conducen á Saboya y á Suiza, siendo los más frecuentaRecorriendo el camino que de Ivrea conduce á Aosta, dos el grande y el pequeño San Bernardo.
ya hemos mencionado algunos valles que contribuyen á
El valle de Conrmayenr está limitado por el monte
formar los grandes de Aosta ó del Dora Saltea. Figu- Blanco, y desde él, por la vertiente saboyana, bájase á
rando esta comarca entre las mejores del universo, vale Chamounix. Cerca de este valle está situada la AlUe
la pena de que la describamos, aunque sea rápidamente, Blanche, cubierta de nieve todo el año.
áfinde que el lector pueda formarse una idea general y
Desde el valle de Ferret, partiendo de Murgex y Courexacta de ella.
mayeur por la garganta de Ferret, se baja á Martigny,
Estos valles están encerrados por una especie de cua- cantón del Valais. Desde la cima del Cramont (2,731 medrilátero de montañas. Forman el lado meridional gar- tros) el viajero divisa un espléndido panorama.
gantas que de los Alpes Grayos corren entre los ríos
El Valpellina figura entre los más notables de la
Orco y Dora hasta Ivrea; el lado occidental constitúyenlo serie. Dejando Chantillón y Zermatt se atraviesa el
los Alpes Grayos desde las fuentes del Orco hasta el curioso ventisquero de San Teodulo. Los picos más immonte Blanco; el lado septentrional los Alpes Peninos portantes de este valle son el Weisshorn, y al Oeste el
desde-el monte Blanco al monte Rosa; el lado oriental, monte Cervino, magnífica pirámide de 4,482 metros de
un contrafuerte que, ramificándose del monte Rosa, elevación. Al Este hay el monte Breithorn (4,148metros),
entre el Sesia y el Dora, se encamina á la columna di y los ventisqueros del monte Rosa (4,638 metros).
Mondarone, sobre Ivrea.
El valle TournancAe se confunde con el anterior y está
El valle de Aosta, tan rico en aguas, en montes, en limitado por el monte Cervino y por la cordillera de
aires purísimos, en paisajes ya tristes, ya risueños, pero ventisqueros del monte Rosa.
siempre grandiosos, está habitado ppr gran número de
El talle C/iallant empieza en Verres, viéndose en el
cretinos afectados de paperas enormes, los cuales forman fondo de él los ventisqueros de Verra y de Ajas dominamuy doloroso contraste con las galas de la Naturaleza.
dos por el Breithorn, el Zwillinge y el Lyskamm, mienEl Dora Saltea nace entre el monte Blanco y el Gran tras que los collados de Finestra, de Aventina y la Cima
San Bernardo, y caracoleando en medio de estos valles, Blanca le ponen en comunicación con el valle Tournanpor cuyo motivo llevan también el nombre del rio, los che. El Rothorn se eleva entre Val Challant y el valle de
divide casi por mitad. Vamos á recorrer los principales, Gressoney ó Val Lesa. Los nombres alemanes de Weisssiguiendo el curso del Dora Saltea.
Breit y Roth-Horn derivan de la colonia tudesca estaA la derecha del rio ábrese el mlle Chrisanche, pinto- blecida cerca de Gressoney.
Traducido y adicionado por .
resco en la parte inferior y agreste y triste en la supe(Continuará).
MARIANO BLANCH.
rior, cubierta de despojos de los montes inmediatos. Las
cruces desparramadas, son pruebas fehacientes de las
continuas desgracias allí acaecidas. Inmensos ventisCONSTANTINOPLA,
queros cierran este valle, dominado por la uái^MíZZe de
la Sassiere (3,708 metros).
El valle de Rhemes se abre debajo de Villanova, termiEDMUNDO DB AMIOIS.
nando en un vasto anfiteatro cerrado por los ventis(jueros
^^ÍFiCO dil Qfand Apparei (3,657 metros).
(COKTTMUACION).
El -00116 Savaranche empieza, como el anterior, en
DOLMA BAGCÉ.
Vulanpva, estando separado de él, á la derecha por montañas y ventisqueros, mientras que á la izquierda otra
El sultán vá todos los viernes á orar en una de las
cordillera le separa del valle de Cogne. Esta cadena de mezquitas de Constantinopla.
montes se prolongra por medio de la Áigmlle de la GfriNosotros tuvimos ocasión de verle un día que se dirigió
de los romanos: diclios muros forman un rectángulo de
724 y 572 metros de lado. Es digno de mención un arco
de puente antiguo, colocado sobre el Buttier ó Bontaggio,
rio que cerca de Aosta se pierde en el Dora; y también
es bellísimo el Arco triunfal, con diez columnas de
mármol corintio y ninguna inscripción. La iglesia de
San Orso, edificio de estilo gótico, con un pórtico de los
primeros tiempos de Roma, guarda el monumento erigido al duque Tomás de Saboya, muerto en 1232. En Aosta
existe una campana que, según se dice, sirvió en 1541
de asilo á Calvino para librarse de sus perseguidores.
En la catedral se conserva un recuerdo de su fuga.
Desde Aosta puede el viajero emprender varias é importantes excursiones alpinas, siendo además punto de
enlace de las vías que conducen á Suiza y á Saboya.
De Turin á Aosta los excursionistas pueden tomar, en
vez del camino por nosotros recorrido, otra vía: de Turin
los coches llevan al viajero á Pont; de este punto á Ronco
y á Campiglia el viaje dura tres horas y media; en otras
tres horas llégase á la garganta de la Arietta (2,844
metros), se atraviesa un pequeño ventisquero y al cabo
de cuatro horas y media se penetra en Cogne, magnífico
valle donde se levanta la citada pirámide de Grivola.
Cogne sólo dista seis horas de Aosta.
651
EL MUNDO ILUSTRADO.
á la mezquita de Abdul-Medg-id, situada en la orilla
europea del Bosforo, cerca del palacio imperial de Dolma
Bagcé.
Para dirigirse á diclio punto desde Galata, se pasa por
el populoso cuartel de Topliané, entre una gran fundición de cañones y un vasto arsenal; se recorre todo el
arrabal musulmán de Funduclú, que ocupa el lugar del
antiguo Aianteion, y se sale á una plaza espaciosa,
abierta hacia el lado del mar, al otro lado de la cual, á
lo largo de la orilla del Bosforo, se levanta el famoso
palacio residencia de los sultanes.
Es la más inmensa mole de mármol que reflejan las
aguas del estrecho desde la colina del Serrallo á la boca
del mar Negro, y sólo puede abarcarse en conjunto,
pasando delante de él embarcado en caique. La fachada, que se extiende en una longitud de cerca de media
milla italiana, miraháciael Asia, y desde gran distancia
se ve blanquear sobre el azul del mar y el verde oscuro
de las colinas de la orilla.
En rigor no es un verdadero palacio, puesto q-ue no
existe en el vasto edificio un exclusivo concepto arquitectónico; las distintas construcciones que lo constituyen se
hallan desligadas, mezclándose en ellas con nunca vista
confusión el estilo árabe, el griego, el gótico, el turco,
el romano, el del renacimiento; y con la majestad de los
palacios reales de Europa, la gracia casi femenil de los
moriscos alcázares de Sevilla y de Granada. Más bien
que «palacio» podría llamarse «la ciudad imperial,»
como acontece con el del emperador de la China; y más
bien que por las dimensiones, por la forma, parece que
deba estar habitado no por un solo monarca, sino por
diez reyes amigos ó hermanos que pasen cu él el tiempo
en la ociosidad y los placeres.
Visto desde el Bosforo ofrece una serie de fachadas de
templo ó de teatro, sobre las cuales se contempla una
indescriptible profusión de adornos, arrojados al acaso,
como dice un poeta turco, cual por mano de un loco,
que traen á la memoria las fabulosas pagodas indias, y
de los cuales es imposible apartar la mirada en cuanto
se pone'en ellos la vista, semejando la reproducción de los infinitos caprichos amorosos y espléndidos de los príncipes desenfrenados que viven dentro
de sus muros. AUi se ven luengas liileras de columnas dóricas y jónicas, ligeras como astas de lanza;
ventanas encuadradas por cornisamentos festoneados, y
columnillas acanaladas; arcos cuajados de flores y de
follaje, que ondean y se encorvan sobre puertas cubiertas de delicados encajes; gentiles miradores con
antepechos calados y esculpidos; trofeos, rosetones,
hojarasca; guirnaldas que se anudan y entrelazan;
caprichos de mármol que se posan sobre los cornisamentos, á lo largo de las ventanas, en derredor de todos
los relieves; uim red de arabescos que se extiende desde
las puertas á los frontones; un florecimiento, una pompa,
una abundancia, una frescura y lozanía de líneas y de
g-alas arquitectónicas, que comunican á cada uno de los
pequeños palacios de que se compone el gran edificio
multiforme, toda la apariencia de una prodigiosa labor,
nimia y finísimamente cincelada. Imagínese que no es
posible atribuir el primitivo pensamiento á un simple
arquitecto armenio, sino á un sultán enamorado que
vio en sueños, en tanto dormitaba entre los brazo.s de la
más bella y ninhiciOSU (lo KUS illnülltes, aquella encantadora mansión míis que de hombres propia de hadas.
Delante de ella so extiende una hilera de soberbias
pilastras de mármol blanco, entre las cuales se levantan
doradas cancelas, que forman un delicadísimo entrelazado de ramas y de flores, y que vistas de lejos semejan
sutilísimo encaje que el viento deba arrebatar. Amplias
gradinatas de mármol conducen desde la puerta hasta
la orilla perdiéndose en el mar. Todo es blanco, fresco,
nítido, como si el palacio se hubiese terminado ayer. El
ojo del artista verá en él sin duda alguna mil errores de
gusto y de armonía, pero el conjunto de aquella mole
desmesurada y riquísima, la impresión que produce
aquella línea inmensa de regias moradas blancas como
la nieve, cinceladas cual joyeles, encuadradas en aquel
verde, reflejándose en aquellas aguas, da una idea tal
de poder, de misterio y de amor, que casi acaba por
hacer olvidar la colina del antiguo Serrallo. Los que han
tenido la dicha de penetrar en aquellas mansiones,
dicen que el interior corresponde á la fachada; que lo
con.stituyen luengas hileras de salas pintadas al fre.sco
con asuntos fantásticos y alegres colores; con puertas
de cedro y anacardo esculpidas y ornamentadas de oro,
que abren sobre interminables corredores iluminados
con luz por demás suave, desde los cuales se pasa k
otras salas, teñidas de color de fuego, por medio de la
luz que penetra al través de los rojos cristales que cierran
Familia turca.
las filigranadas cnpulillas, y á gabinetes de baños que
parecen abiertos en una sola pieza de mármol de Paros;
y de aquí á aéreas azoteas suspendidas sobre jardines
misteriosos y bosquecillos de cipreses y de rosas, desde
los cuales, á lo largo de extensos pórticos moriscos se
distingue el azul del cielo; y ventanas, azoteas, kioscos,
glorietas, todo rebosa de flores, y de aromas; por todas
})artes se oye el rumor apacible del agua que al brotar
en forma de surtidores juguetones, y al caer sobre el
mármol en forma de menuda y blanda lluvia, refresca
el ambiente, y por todas partes se distinguen las vistas
deliciosísimas y siempre variadas que ofrece el Bosforo,
cuyas brisas deleitosas difunden un perfume marino,
embriagador, á todos los ángulos de las regias habitaciones.
En el lado que mira á Funduclú existe una puerta
monumental, sobrecargada de ornamentación. Por ella
debía .salir el .sultán y atravesar lueg-o la plaza.
No existe en la tierra monarca alg-uno que dispong-a
de una plaza tan bien dispuesta para salir solemnemente
de su alcázar. Desde el pié de la colina di.^tinguese á
uno de los lados la puerta del palacio, que parece el arco
de triunfo de una reina; en el otro se levanta la graciosa
mezquita de Abdul-Medgid, flanqueada por dos gentiles
alminares; en frente el Bosforo, más lejos, las colinas
652
EL MUNDO ILUSTRADO.
pabellones; de vaporcillos cuajados de pasajeros, que
parecen flotantes canastillos llenos de flores; de bastiquintas, ofreciendo el aspecto de una gran ciudad ador- mentos asiáticos de antig-uas y peregrinas formas; de
lanchas del Serrallo; de chalupas señoriles; de bandadas de
pájaros que al volar rozan la
movible superficie: una belleza
rebosante de alegría y de vida,
ante la cual el extranjero que
aguarda la salida del cortejo
imperial, no tiene más remedio que imaginarse un sultán
hermoso como un ángel y sereno como un niño.
Media hora antes estaban ya
en la plaza dos hileras de soldados vestidos á la zuava, que
debian formar cordón, al paso
del sultán, delante de un millar de curiosos. Nada más
extraño y abigarrado que el
concurso que, por punto general, se ve en semejante ocasión
y con tal motivo. Veíanse
aquel dia, paradas aquí y allá,
varias magníficas carrozas cerradas, ocupadas por turcas «de
la primera señoría,» guardadas
por eunucos gigantescos á calaallo, inmóviles como postes
junto á las portezuelas; algunas damas inglesas en carretelas descubiertas; varios grupos
de viajeros con los indispensables anteojos en bandolera,
entre los cuales distinguí el
perdurable conquistador de la
fonda de Bizancio , venido acaso, ¡cruelj para fulminar una
mirada de triunfo sobre su poderoso é infeliz rival.
Entre la muchedumbre se
distinguían algunas figuras si
no desgreñadas , cabelludas ,
que llevaban un álbum debajo
del brazo y que reputé pintores movidos por el deseo de
dibujar á hurto la faz imperial. Al lado de la música militar se veia una francesa, hermosísima mujer, vestida de
una manera un tanto extravagante y un mucho exagerada
y de ademan y aspecto resueltos, que permanecía en primera fila, y debia de ser una
aventurera cosmopolita encaminada á Constantinopla con
el decidido propósito de dar en
ojos al gran señor, puesto que
se le leía en el rostro «el rebosante júbilo del más alto intento.» Habia también algunos
^ • • : ( - • I
de aquellos antiguos turcos,
subditos fanáticos y su.spicaces
nada para un dia de fiesta; más lejos aun, la riente que jamás faltan á presenciar los pasos de su sultán,
majestad de Scutari, con su corona de fúnebres cipreses; movidos por el deseo de asegurarse por vista de ojos
y entre las dos orillas un continuo cruzarse de barcos de de que goza vida y salud para gloria y prosperidad
vela; de buques de guerra sueltos al aire los pintados del universo; y el sultán se ofrece todos los viernes á las
del Asia, tapizadas de verde, y matizadas de infinitos
colores por los kioscos, los palacios, las mezquitas y las
EL MUNDO ILUSTRADO.
653
miradas del público, á fin de proporcionar á su buen
pueblo una prueba manifiesta de su preciosa existencia
curiosidad y satisfacción que se explican teniendo en
cuenta que puede acontecer, como varias veces ha acontecido, que en virtud de una interesada conjuración
cortesana, se g-uarde secreto respecto de la muerte natural, ó violenta, del jefe del imperio. Además formaban
parte del concurso numerosos mendig-os, barbilindos
j,
,. . ,
,.
,
Esclava africana.
parsería teatral constituida por la muchedumbre de
Constantinopla. Todas las cabezas se perfilaban sobre el
azul del Bosforo, y probablemente todas las bocas pronunciaban idénticas palabras.
Porque es de saber que precisamente por aquellos días
se comenzaba á hablar de las extravagancias de AbdulAziz. Sin recato alguno hacíanse leng-uas las gentes de
su insaciable sed de dinero, y el pueblo decía:—Mahamud ávido de sangre; Abdul-Medgid, de mujeres; AbdulAziz, de oro.—Cuantas esperanzas hiciera concebir el
día en que, príncipe imperial, derribando un buey de
un tremendo puñetazo, exclamaba:—De esta suerte
aniquilaré la barbarie,—habíanse completamente desvanecido. La inclinación á una vida sencilla y morige-
Vendedor de ijcpinos.
musulmanes, eunucos desocupados y derviches. Entre
éstos llamóme la atención un viejo desemejante de elevada estatura y de mirada feroz é imperturbable fisonomía, que con expresión siniestra tenia clavada la mirada
hacia la puerta del palacio, y presumí que estuviese
aguardando al sultán para plantádsele delante y decirle
á las barbas como el derviche de las Orientales al bajá
Alí de Tepeleni:—¡No eres más que un perro; un maldecido!—Pero la verdad es que de estos sublimes atrevimientos, no se ha dado ejemplo desde el famoso sablazo
de Mahamud acá. Finalmente habia varios g-rupos de
mujerzuelas turcas, que formaban bando aparte, semejando reuniones de máscaras, y la acostumbrada com-
* fr;'íi
Georgiana.
654
EL MUNDO ILUSTRADO.
rada, de que diera pruebas en los primeros años de su
reinado, amando, según se decia, á una sola mujer, y
reduciendo extraordinariamente los enormes gastos del
Serrallo, no eran ya más que un grato recuerdo. Acaso
hacia también años y más años que habia dado de mano
á aquellos estudios de legislación, de arte militar y de
literatura europea, de que tan tristes augurios se hicieran, cual si de ellos hubiese dependido la completa
regeneración del imperio. Mucho tiempo hacia que sólo
en su persona se ocupaba.
Un dia y otro dia se hacían lenguas las gentes de
sus intemperancias para con el ministro de Hacienda, que no queria ó no podia darle todo cuanto dinero
deseaba. A la observación más insignificante de parte
de su servidor, tirábale al mal aconsejado ministro
lo primero que se le venia á las manos, y por fin
y remate, con cuanta voz habia en su pecho, soltábale
la antigua fórmula del juramento musulmán: «Por el
Dios creador del cielo y de la tierra, por el profeta
Mahoma, por las siete variantes del Coran, por los ciento
veinte y cuatro mil profetas de Dios, por el alma de mi
abuelo y por el alma de mi padre, por mis hijos y por
mi cimitarra, tráeme dinero, ó hago plantar tu cabeza
sobre el remate del más elevado de los alminares de
Stambul.» Por fas ó por nefas volvia invariablemente al
mismo cantar hasta conseguir su intento, y el dinero
adquirido por medio de tales extorsiones, ó lo amontonaba y lo guardaba bajo siete llaves como pudiera
hacerlo el avaro más vulgar, ó lo derrochaba á manos
llenas en caprichos y antojos pueriles. Hoy le daba por
los leones, mañana por los tigres, y enviaba al África y
á las Indias compradores con carta blanca: más tarde,
y durante treinta dias consecutivos, los jardines imperiales resonaban con una misma palabra incesantemente
repetida por quinientos papagayos: un dia le acometía
el furor por los carruajes y por los pianos, que hacia
tocar apoyados en las espaldas de cuatro esclavos; en
otra ocasión la manía que le dominaba eran las riñas de
gallos, á cuyo espectáculo asistía con frenético entusiasmo, colgando por su propia mano una medalla del
cuello del vencedor, y desterrando al vencido al otro
lado del Bosforo: acometíale más tarde la pasión por el
juego, por los kioscos, por los cuadros... díjérase que la
corte había vuelto á los tiempos del primer Ibrahím, y
sin embargo el desgraciado príncipe no encontraba paz
ni sosiego, no hacia más que pasar de un tedio devorador, á una inquietud desastrosa, vivía triste y receloso,
y parecía que presintiera el espantoso fin que le esperaba.
Antojábasele á veces que debía morir envenenado,
y desconfiando de todo el mundo, durante largo período
alimentábase únicamente con huevos cocidos: acometido
en otras ocasiones por el terror del incendio, hacia quitar
de sus aposentos todos los objetos de madera, sin perdonar siquiera los marcos de los espejos. En la época á
que nos referimos, precisamente, decíase que por miedo
al fuego, leía durante la noche á lá luz de una vela
puesta dentro de una jofaina llena de agua. Y no obstante estas locuras, de las cuales decíase que era la
causa principal una causa que no hay para que decir,
conservaba toda la fuerza imperativa de su antigua
voluntad, y sabia hacerse obedecer, y hacia temblar á
los más osados.
La única persona que ejercía dominio en su voluntad era su madre, mujer de índole vana y altanera,
que en los primeros, años de su reinado hacia cubrir
de tapicf^ de brocado las calles por donde pasaba su
hijo al dirigirse á la mezquita, regalándoselos al otro
dia á los esclavos encargados? de quitarlos. Pero aun en
medio del desorden de su vida tormentosa, entre uno y
otro de sus grandes caprichos, tenia también Abdul-Aziz
antojos pueriles, tales como el de poseer sobre una puerta
determinada, una pintura al fresco, de naturaleza muerta, con tal ó cual fruta y tal ó cual flor, de esta ó de
aquella manera combinadas, y advertía cuidadosamente
al pintor hasta los más insignificantes detalles, y se
pasaba á su lado las horas muertas contando las pinceladas , cual sí no tuviese en el mundo otra cosa en que
ocuparse.
Estas y otras extravagancias, propagadas, sabe Dios
cómo, por las mil bocas del Serrallo, eran en la ciudad
el asunto de todas las conversaciones, y acaso por entonces se estaban tendiendo ya los primeros hilos de la
conjuración que dos años pasados lo derribó del trono.
Su caída, como dicen los musulmanes, estaba escrita, y
con ella la sentencia que después fué pronunciada respecto de él y respecto de su reino, que por lo demás no
difiere mucho de la que podría dictarse respecto de la
casi totalidad de los sultanes que han gobernado en estos
últimos tiempos. Príncipes imperiales, inclinados a l a
civilización europea, merced á una educación superficial
pero variada y libre, y al entusiasmo generoso de la
juventud deseosa de novedad y de gloría, fantasean, antes
de subir al trono, grandes proyectos de reformas é innovaciones, formando el propósito firme y sincero de dedicar
á la realización de tan noble, empresa las fuerzas todas de
su existencia, siquiera ésta deba ser una serie no interrumpida de trabajo, de lucha y de privaciones; mas
pasados algunos años de reinado y de luchas estériles,
rodeados de innumerables obstáculos, cohibidos por las
tradiciones, las costumbres y la rutina; contrariados
por los hombres y las cosas; asustados ante la magnitud
de la empresa, abandónanla descorazonados para buscar
en los placeres lo que no pueden alcanzar por medio de
la gloria, y entregados completamente á la molicie y á
la sensualidad, van olvidando dia tras dia hasta el recuerdo de sus primeros propósitos, y perdiendo hora tras
hora hasta la conciencia de su propio envilecimiento.
Así se explica que cada vez que sube al trono un nuevo
sultán, se hagan, y no sin fundamento, los más risueños
pronósticos, á los cuales, casi siempre y sin hacerse esperar mucho, sigue un triste desengaño.
Traducido del italiano por
CAYETANO VIDAL DE VALENCIANO.
¡Continuará).
VALLE TRANQUILO.
DESVENTURAS
DE UNA COLONIA
DE INSECTOS,
pon EL
DR. ERNESTO CANDÉZE.
(CONTINUACIÓN).
CAPTTU LO
XX.
Regreso al pais natal.
El dia siguiente, al caer de la tarde volvemos á encontrar á nuestros delegados tendidos al abrigo de una hoja
de bardana, en una de las zanjas del camino cuya existencia les reveló Lucano.
El sitio donde están descansando no dista mucho de
la haya á cuyo pié les hemos visto instalarse.
Por la mañana se despidieron de Filo, que al fin y al
cabo se queda en la comarca. El bueno del hidrófilo se
empeñaba en acompañarles, para no pasar plaza de
EL MUNDO ILUSTRADO.
pusilánime, pero informados de lo que sucedía por Lamia
y habiendo deliberado un momento, sus codeleg-ados
convinieron en que le era imposible emprender aquel
viaje. Mucho les costó, sin embargo, vencer la resistencia de Filo, ya que las reconvenciones de su amigo
Lamia hablan avivado su amor propio.
—¿Qué vá á decirse de mí? repetía. ¿Supongo que no
querréis deshonrarme, eh ?
A pesar de todo, Pusy instó más y más, y nuestros
insectos dejáronle triste pero no convencido, maldiciendo
de su constitución que no le permitía intentar aquel último esfuerzo. Afortunadamente los dos.grillos quedábanse con él para consolarle.
Proferidas las últimas frases de afecto y las promesas
de no olvidarse, propias de semejantes casos, los delegados, bajo la dirección del lucano, emprendieron su
marcha por entre el monte tallar, y al cabo de algunas
horas de penoso viaje se encontraron mano á mano con
la ancha y poderosa calzada que, según el guia, habla
de conducirles directamente á su país.
Lucano se despidió de sus compañeros, deseándoles
buena fortuna en el resto del viaje.
A fin de no tener un mal encuentro en el camino, ya
que la ruta frecuentada por los hombres no les ofrecía
las seguridades apetecidas, nuestros insectos se detuvieron hasta que cerró la noche.
¿Pero dónde está Marca? ¿Por qué no vá con ellos?
¡ Ay! La pobre Marca, mutilada horriblemente, pues á
pesar de haber salido con vida de la catástrofe tiene
aplastadas tres de sus patas, no ha podido emprender un
viaje que ha de durar varios dias, viéndose por lo tanto
obligada, como Filo, á quedarse en tierra extraña. Vive
en compañía de los grillos, quienes han prometido cuidarla y protegerla. Excusado nos parece decir cuánto
sintió Sepp tener que despedirse de su buena amiga.
Respecto á los demás miembros de la expedición que
se encontraron en el teatro de la catástrofe, nada se sabe
de ellos; es presumible que han perecido.
Macaón también ha desaparecido. ¿Le habrá sucedido
alguna desgracia? ¿Se ha olvidado de sus compromisos?
Con todo, no hay que preocuparse mucho de su suerte,
pues como mariposa, es un ser volátil.
—Creo, observó Lamia, que hablaba con sinceridad
cuando prometió servirnos de guia durante nuestro viaje
de regreso, y tengo tanto más motivo para suponer esto
cuánto que su oferta fué espontánea.
—i Bah! contestó Lucano, ¿merecen gran crédito por
ventura las palabras de una mariposa?
—Su promesa fué sincera, replicó Lamia; nadie la
obligaba á darse á conocer; por lo tanto, sigo creyendo
que habrá experimentado algún contratiempo, cosa á
que está más expuesta una mariposa que nosotros.
—Ahora no se trata de juzgar sus hechos, sino más
bien de pasarse de sus servicios.
—Tenéis razón. ¿Cómo hemos de aprovecharlos no
estando aquí?
—Ha cerrado la noche; la luna asoma su pálido rostro
y vá quedando desierta la calzada. ¿No seria conveniente
emprender la marcha?
—Adelante, dijo Lamia poniéndose en pié.
Sepp no había tomado parte en la conversación trabada entre sus amigos, lo cual era de extrañar tratándose
de un ser generalmente tan comunicativo y jovial. Dijérase que estaba triste y abatido.
—¿Qué tiene Sepp que no despega los labios? preguntó por lo bajo Pusy á Lamia.
—¡Oh! lo ignoro; hallábase muy conmovido al despedirse de Marca: ¿no lo notasteis?
—Sí por cierto, ¿y la causa de ello?...
655
—Desde los primeros dias de nuestro viaje Sepp mostró
señalada predilección por Marca, habiéndose cimentado
esta amistad cuando la aventura de marras, es decir,
cuando fueron cogidos por el naturalista.
— ¡Ah!
—La cosa es bien clara.
—¿Y de ahí su preocupación?...
—Qué duda cabe. Tal vez preferirla dejarnos y quedarse en este país.
— ¡Vaya! Esto equivaldría á una traición.
— ¡Oh! dijo apresuradamente Lamia, lo que acabo de
indicar sólo es suposición mia.
—Si es que está triste por esto ó lo de más allá, replicó
Pusy, yo no he de meterme en sus asuntos; mas si piensa
dejarnos... trataré de indagar lo que hay sobre el particular interrogándole.
La plática de los dos insectos se prolongó un buen
rato: Sepp seguíales silencioso y á cierta distancia. Poco
tardó en llegar la pequeña comitiva á la altura del
muro, en cuyo punto el camino formaba dos brazos, uno
de los cuales torcía á la izquierda y seguía la cresta del
dique, mientras que el otro proseguía directamente
sobre la vertiente del valle, paralelo á la margen derecha. Nuestros insectos se empeñaron en esta última
ramificación.
La luna alumbraba brillantemente la calzada, reinando
el mayor silencio; de suerte que nuestros conocidos
hubiesen marchado á sus anchas si en ciertos puntos no
les opusiera un obstáculo muy penoso una densa polvareda que á veces les envolvía casi por completo. Pusy y
Lamia marchaban siempre adelante, seguidos á cierta
distancia por Sepp, que iba rezagado. Llegó el momento en que los de la vanguardia tuvieron que detenerse, pues habían perdido de vista á su compañero.
Trascurrieron quince minutos, y Sepp no llegaba.
-^¡Es singular! dijo Pusy, tiene tiempo sobrado de
haberse reunido con nosotros.
Retrocedieron los dos coleópteros, lanzando un grito
de vez en cuando para advertir á Sepp.
—Subamos sobre este montón de piedras, propuso
Lamia á su compañero; desde aquí abarcaremos mejor
el terreno con la mirada.
Dicho y hecho: desde su atalaya escudriñaron á su
sabor una gran extensión de la blanca y empolvada vía.
—Allí está, dijo Pusy, que tenia muy buena vista;
pero... ¡no me engaño, no; retrocede!
—Yo nada veo, repuso Lamía.
—Sí, sí, allá abajo, muy lejos... aquel punto negl-o...
— ¡Ah! Tenéis razón, ya lo veo. Se aleja. ¿Y creéis
que sea Sepp?
—Él mismo. ¡Traidor! ¡Huye!
Lamia se sonrió disimuladamente.
— ¡Ah canalla! ¡Bandido! ¡cobarde! ¡Si estuvieses á
mí alcance! aulló Pusy en el colmo de la desesperación,
—Al paso que vá difícil será alcanzarle. •
— ¡Abandonarnos de esta suerte!
—Dejadle, Pusy, dejadle; nada sacareis con irritaros.
Me daba en el corazón que estaba maquinando algo
parecido á lo que acaba de suceder.
—¡Sepp! ¡Sepp! vociferó Pusy enfurecido.
Un gemido respondió á estas palabras.
—No es Sepp el que huye, no, dijo Lamía; acabo de
percibir su voz cerca de aquí.
—También me ha parecido oír algo que tiene semejanza con la voz de Sepp, profirió Pusy; no hay duda,
está aquí cerca.
656
EL MUNDO ILUSTRADO.
¡Perdona, amigo mió!... Tal vez logremos reanimarle...
—Veamos lo que es.
Los dos coleópteros desandaron el camino andado. ¡Si sólo fuese un desmayo! Ayudadme á levantarle,
Lamia.
Poco duró su incertidumbre.
—Cuanto intentemos es inútil, repito. ¿No veis que
— ¡Hele aquí! exclamó repentinamente Lamia. ¡Vaya!
está muerto?
¡ está patas arriba!
Pusy estaba inconsoEn dos zancadas se puSÍ;^__^"""^''^^*
lable
, pues estimaba á
sieron al lado de su com"^^^^=^í4C_-^'
Sepp.
AI pesar que su
pañero.
muerte
le causaba agre—¿Qué hay, Sepp? pregábase
el
sentimiento de
g-untó Pusy reconociendo
haber
sospechado
de su
á su amig-o. ¿Por qué no
adhesión,
y
no
cesaba
de
avanzáis? ¿Estáis herido?
sincerarse en voz alta,
—Ha llegado mi última
cual si su infortunado
hora, Pusy, dijo Sepp con
amigo estuviese en estavoz apag-ada... Siento aldo
de oir sus palabras.
go, no sé cómo expli—Más
vale, Pusy, dijo
carlo... una especie de
Lamia,
que
nos alejemos
abotagamiento en todos
de
este
sitio,
supuesto que
los miembros, una debies
imposible
devolver la
lidad general que vá en
vida á Sepp. No somos
aumento... Nada, que ha
más que dos, y conviene
llegado mi última hora,
recordar que nuestra mino hay duda.
sión aun no está terminada, que interesa en gran ma— ¡Será posible!
—Desde la maldita explosión... he .'•entido dolores nera á nuestros conciudadanos saber cuanto antes lo
vagos en la cabeza... Creia que se calmarían... al con- que hemos visto y oido. Por lo tanto, pongámonos en
trario, cada vez estoy peor... la recaída... digo yo. Si marcha.
Esto dicho, los dos coleópteros prosiguieron su camino.
volvéis á ver á Marca, decidla que... decidla que...
Sepp cesó de hablar. Durante un momento agitó sus
patas, luego las a'argó en una convulsión suprema. Un
segundo después estaba inmóvil.
— ¡Sepp! gritó Pusy; ¡Sepp, mi buen amigo! ¡Esto no
puede ser! ¡Vamos, Lamia, socorrámosle!...
—Todo es inútil, está muerto.
— ¡Muerto! ¡Y yo que há poco le acusaba! ¡Sepp! ¡Sepp!
A partir del muro la ruta descendía imperceptiblemente hasta el fondo del valle, cuyo nivel en dicho sitio era,
como hemos dicho antes, unos sesenta metros más bajo
que el lago. En sus márgenes se levantaban algunas
C3SÍ1S, largos cobertizos, grandes edificios, sirviendo las
primeras de morada á los obreros constructores de la
muralla, y los cobertizos y edificios í)ara guardarlos
materiales que una obra tan colosal requería.
Aquel era un paso bastante difícil para nuestros insectos, ya que á cada instante podian salir los hombres de
sus casas ó de los almacenes de depósito y pisotearlos.
Al pasar por enfrente de una de las últimas viviendas,
muy contentos por no haber encontrado á nadie, oyeron
ruido detrás de ellos, y cuando se volvían para saber
quien lo producía, una ancha pata cayó sobre Lamia,
dejándole como clavado en el suelo.
Ante tan inesperada agresión el Capricornio se apresuró á poner en lugar seguro sus patas y sus antenas,
es decir, ocultólas debajo de su cuerpo, y en semejante
postura aguardó á ver lo que sucedía.
Paulatinamente su cuerpo fué cobrando mayor libertad, acabando por desprenderse de la pata que le tenia
asido. Entonces vio que tenia que habérselas con un gato.
¿Qué intenciones llevaba aquel gato?
Después de dejar en libertad al coleóptero, el felino
retrocedió algunos pasos, agazapóse y empezó á mirar
fijamente á su víctima.
Lamia permaneció inmóvil y lanzó una mirada en
torno suyo, para saber lo que habla sido de Pusy, al que
vio no lejos de allí, metido hasta el pescuezo en el polvo
blanco de que estaba cubierto el camino, y medio muerto
de miedo.
El gato seguía mirándole con fijeza, escena que se
prolongó más de un cuarto de hora. No son para dichas
las sensaciones que experimentó Lamia durante estos
quince minutos. Parecíale que levantado del suelo flotaba muellemente en el espacio; que los dos ojos que
ante él brillaban echaban chispas; luego, en vez de dos
EL MUNDO ILUSTRADO.
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T V (PHIMKIU SÉHIE) — T. 1 (SEGUNDA SERIE). — B3.
658
EL MUNDO ILUSTRAUO.
ojos vio tres en forma de triáng-ulo; mf's tarde divisó
cuatro que empezaron á dar vueltas formando una especie de círculo luminoso, del que no tardaron en brotar
cohetes brillantes y tan deslumbradores que le cegaron...
Figurábasele que á su alrededor todo danzaba vertig-inosamente y que era arrastrado en aquel torbellino...
Después sintió en las extremidades un entorpecimiento
acompañado de punzadas, entorpecimiento que fué en
aumento hasta invadir todo el cuerpo... después... perdió
los sentidos.
¡Lamia estaba hipnotizado!
Lo que después aconteció jamás lo hubiera sabido si
Pusy no se lo contara.
Al perder el conocimiento había caido de lado: entonces el g-ato se arrojó sobre él, cogióle con dos de sus
patas é irguiéndose le lanzó al aire, repitiendo la operación dos ó tres veces, que sólo interrumpía para herir
con sus uñas al infeliz coleóptero, al que estrujaba y
martirizaba de mil modos, cobrando afición á este suplicio á medida que el tiempo trascurría.
Esa gimnasia involuntaria, que por otra parte ningún
daño produjo á Lamia gracias á la solidez de sus articulaciones y de sus tegumentos, terminó de una manera
bastante inesperada. Hé aquí lo que sucedió:
Brincando el gato de aquí para allá tocó con una de
sus patas á Pusy, que rodó por el suelo á cierta distancia. Maquinalmente el cárabo se enderezó y su brillante
coraza reflejóse en el polvo. Esto le vendió. En el acto
el maldito gato, abandonando á Lamia, se precipitó
sobre nuestro amigo Pusy, con la intención manifiesta
de tratarle de la misma suerte que á su compañero;
.empero el felino no habla contado con la huéspeda ó sea
con los medios de defensa propios de nuestro valiente
cárabo.
Aprovechando el momento en que el gato bajaba la
cabeza para olfatearle, arrojóle en las narices un chorro
del cáustico é infecto líquido que los cárabos tienen
siempre reservado para hacerse respetar de sus enemigos.
A tan ardiente contacto el curioso felino dio un gran
brinco y echó á correr estornudando estrepitosamente.
Pusy se mantuvo inmóvil un buen rato; luego, viendo
que el gato no volvía á aparecer, encaminóse al sitio
donde yacía Lamia.
El Capricornio estaba tumbado con las patas y las
antenas íelajadas. A primera vista su amigo creyó que
habla muerto, pues tenia todo el aspecto de un cadáver.
— jLamia! gritó empujándole, ¡hola. Lamia!
Pero Lamia no se movía. Con todo, no se veía en su
cuerpo ni herida ni magulladura.
Pusy cogió una de sus antenas y después de sacudirle
sin resultado tres ó cuatro veces consecutivas, le llevó
arrastrando hasta una de las zanjas del camino, para
que no corriese peligro mientras duraba su desmayo, sí
es que desmayado había.
Nosotros podemos asegurar que el Capricornio no estaba muerto, ni siquiera herido, sino que se encontraba
en un estado de anonadamiento, de insensibilidad extraña, llamado hipnotismo, en el que cae cualquiera
que mire con fijeza durante mucho tiempo algún objeto
brillante colocado á corta distancia de los ojos, estado
análogo al magnetismo, al que están sujetos tanto los
anímales como el hombre.
Poco á poco Lamia recobró sus sentidos. Al.despertar
miró como absorto cuantos objetos le rodeaban, sin
exceptuar á Pusy; luego se palpó el cuerpo y todos sus
miembros, preguntando á su amigo lo que había sucedido y por qué se encontraba en aquel sitio. El pobre
nada recordaba.
Contento el cárabo viéndole libre del peligro que
corriera, después de preguntarle sí le dolía alguna parte
del cuerpo, relató bromeando la aventura en que acababa
de figurar, las cabriolas que liabia liecho entre las patas
del gato y el ardid empleado para alejar á éste. Como
entrambos coleópteros nada sabían de los extraños
efectos que produce la fascinación hipnótica, no podían
darse cuenta de cómo era que no estando herido ni
teniendo la menor contusión, se había dormido Lamia
liasta el punto de no tener conciencia de las violentas
sacudidas que experimentara su cuerpo, siendo así que
lo natural era que estuviese despierto y muy despierto.
—De todos modos, dijo Pusy, lo esencial es que no
hayáis sufrido ningún daño. Ahora lo que conviene
hacer es huir en seguida, pues aquí corremos peligro.
Inmediatamente los dos coleópteros se orientaron y
volvieron á proseguir su camino á marchas dobles.
La noche terminó sin más contratiempo, y lo mismo
sucedió la siguiente; no así durante la tercera, pues
hubo una alarma.
Encontrábanse nuestros viajeros á la sazón cerca del
bosque de petasítas por donde habían transitado todo un
día con sus compañeros durante el viaje de ida, y mientras Lamía comunicaba sus impresiones á Filo, vieron
en el mismo camino que recorrían y á cierta distancia,
una tenue espiral de humo azulado que se elevaba hacia
el firmamento.
Semejante aparición les hizo detenerse, pues en
aquel momento recordaron la explosión de los barrenos,
á la que precediera un fenómeno parecido al que tenían
ante los ojos.
Estuvieron aguardando por espacio de una hora, y
viendo que nada acontecía, se encaminaron tranquilamente al montecillo de donde salía el humo.
—Creo que nada debemos temer, dijo Lamía; el humo
que nos ha asustado proviene de una hoguera apao-ada.
—¿Una hoguera? preguntó Pusy, ¿qué queréis decir?
—¿Acaso no habéis visto ninguna hoguera?
—No.
—Las hogueras alumbran de noche, producen calor á
toda hora y generalmente despiden humo
—¡Ah!
—Esto es cosa de los hombres. Sólo ellos pueden crear
á voluntad por este medio la luz y el calor.
EL MUNDO ILUSTRADO.
Pasy y Lamia se acercaron, no sin recelo, al montón
de cenizas todavía humeantes que habia á orillas del
camino, últimos restos de una hog-ucra encendida pocas
horas antes.
Ya hemos visto que el Capricornio conocía el poder
que tienen los.hombres de producir el fuego, cuyas propiedades tampoco ignoraba; pero á este respecto su
compañero estaba mucho mes atrasado que él. Esto fué
motivo para que, á despecho de las advertencias de
Lamia, el hidrófilo se empeñara en pasar por encima
del montón de cenizas á fin de ver de más cerca el humo
que despedía, de lo que resultó que hundiéndose hasta
la cabeza por poco deja allí sus patas.
Sólo algunas horas de marcha quedaban á los viajeros
para llegar á los límites de la Roca Negra; gracias á la'
regularidad del camino, que ofrecía muchos menos
obstáculos que el que siguieron á la ida, pensaban recorrer la última etapa en una noche.
Nada ocurrió durante ella que digno de contarse sea;
á la mañana del cuarto dia encontráronle en los límit' s
de su comarca. Sólo les faltaba atravesar una zona de
setos y de maleza y una faja de césped para llegar al
fondo de la torrentera, siendo ésta la sección más dificultosa del camino: con todo, salvaron los obstáculos
sin ninguna dificultad, y después de una jornada fatigosa abandonaban el monte tallar, penetrando en un
cómodo sendero que habia de llevarles directamente á
las cercanías de la Roca Negra.
— ¡Estamos en casa! exclamó Pusy dando un brinco,
acción que las circunstancias justificaban plenamente,
pues no podían menos de mostrarse contentos los dos
mensajeros al llegar al término de su viaje después de
las mil penalidades que hablan sufrido.
Trniliiciilo del francé.e pnr
MAUIANO
IÍI.ANCH.
(Continuará).
HISTORIA NATURAL DEL HOMBRE,
D. JCAN MONTSERRAT Y ARCH8.
LOS MESTIZOS DE LA MICRONESIA.
{CONTINUACIÓN).
Relaciones sociales.
Confunde al observador europeo que visita aquellos
parajes ver á los naturales tan incultos y atrasadísimos
en civilización, en posesión de una organización focial
ciertamente la mes complicada que el hombre haya
podido imaginar, y que varía de una isla á otra, pero
que se observa en todas partes con igual escrupulosa
minuciosidad. Mucho falta conocer todavía respecto á
este y á otros puntos en las diferentes islas, pero lo
observado en los grupos que hasta ahora se han podido
estudiar, basta para colocar aquel orden social entre los
fenómenos etnológicos más interesantes y más extraños.
El profesor Semper, que permaneció con este objeto diez
meses en las islas Palau, es quien ha estudiado mejor
este particular. Viene después de él el naturalista
polaco Juan Kubary, que lo estudió en las Carolinas, en
especial en la isla del centro, Mortlock, y en el grupo
llamado de Ebon, y finalmente ha publicado datos interesantes y minuciosos Francisco Hernsheim respecto á
estas costumbres en las islas de Marshall. Siendo imposible reunir estas descripciones en una sola, las consideraremos separadamente, empezando por las islas de
659
Marshall, donde se presentan las relaciones sociales relativamente más sencillas, pero donde choca luego la
rigorosísima división de la población en categorías, lo
que prueba que la análoga separación en clases en las
naciones civilizadas europeas está muy lejos de ser
un fenómeno particular á ellas y que más bien es un
resto de nuestra primitiva rudeza.
En las islas de Marshall se divide la población en los
siguientes estados ó brazos: 1.° Los armidvones ii cayures, ó sea la clase pobre, que no posee propiedad;
2.° los leadagedages, que pueden poseer, y á los cuales
han de obedecer y mantener los primeros ; 3." los h(dages, que se componen de los hermanos é hijos del rey, y
4." este iiltimo ó irod, que manda á todos y particularmente á los hadcgedoges.
A los cayures sólo se les permite una mujer; las
demás clases son polígamas y tienen por lo común de
dos á tres mujeres. El rey ó irod tiene el derecho, si se
le antoja, do tomar á sus inferiores la mujer, pero un
leadagedag no puede hablar con ninguna mujer del
rey ni menos visitarla, y cuando el irod se ausenta
para hacer un viaje sin sus mujeres, han de abandonar
también la isla todos los leadagedages y budages, escepto
de estos últimos los mismos hijos del rey. Cuando un
individuo de una de las clases superiores echa su mujer
á la calle, cosa que se ve cada dia, mientras no haya
hijos, no puede tomarla por mujer ningún hombre de
las clases inferiores, pero todo hombre inferior puede
casarse con la hija de un hombre de categoría superior,
con lo cual aquel entra en la categoría de la mujer. El
sucesor del rey no es el hijo sino su hermano menor,
que tiene también la obligación de casarse con todas las
mujeres de su predecesor. Poco recomendables son las
relaciones entre los dos sexos, puesto que mucho antes
de entrar en la pubertad ya las tienen muy íntimas los
muchachos con las muchachas, y hasta que se casan
pueden éstas hacer lo que les dé la gana : vicios contra
el orden natural son la cosa más corriente. Es muy raro
que tengan hijos las naturales de aquellas islas mientras
son jóvenes; sólo cuando empiezan á volverse viejas y
feas cumplen con el deber de su sexo, porque no teniendo
familia son arrojadas de la casa. El adulterio se castiga
con gran rigor, y en las vecinas islas de Gilbert basta
que entre uU hombre en la choza habitada por las mujeres cuando éstas duermen separadas, para atraerles el
castigo. Con todo, sólo .=on disolutas las mujeres casadas de la clase más inferior; las otras viven honestamente y guardan fidelidad á su marido, á pesar de
haber gozado de plena libertad cuando solteras. En todo
el archipiélago mulgrave reoiben las mujeres muy buen
• trato y su influencia llega á veces á ser considerable ; su
^situación no tiene nada de penosa ni de oprimida, y sus
obligaciones se reducen ai cuidado de la casa. En
Ratak existe la costumbre de matar muchas criaturas
cuando nacen, poi'quo á escepcion de la clase distinguidaninguna mujer puede tener más de tres hijos, y
para prevenirlo usan en las islas de Gilbert medios
artificiales. Los naturales de Ponapéson, según Kubary,
bestialmente sensuales y cometen en este concepto mil
extravagancias, y como puede ya inferirse del estado
salvaje de aquella gente, no tienen en su concepto
ningún valor el amor y la honestidad tales como nosotros los comprendemos, como tampoco saben lo que es
sentimiento ni incliuacion mutua entre las personas, y
de consiguiente ignoran también lo que es honor y
pudor. Esto no quiere decir que estén dominados por
los sentimientos opuestos; muy al contrario, jamás se
les ve hacer gestos indecentes ni en general salir de los
límites del decoro, lo que ha engañado á, muchos obser-
LA PESTE EX RÜSU.
__CT-ADRO DE EDUAIÍDÜ
(Véas« la página 671).
Lowy,
GC)2
EL MUNDO ILUSTRADO.
valoras liaciénloles tomar la aparente moralidad por
verdadera; y por otra parte es un grave error, que según
Finsch convienf» mucho desvanecer, creer, conforme se
hace en tantas obras, que la primitiva pureza de costumbres ha desaparecido gradualmente entre estos
salvajes á medida que ha aumentado su trato con los
europeos, puesto que queda probado que nunca tuvieron
ni supieron lo que nosotros entendemos por moralidad
y decoro.
El principio fundamental de la org-anizacion ?ocial en
todas las islas de Marshall y de las Carolinas, esceptuando únicamente Yap, es el reconocimiento de la
afinidad en la línea materna. E! mismo principio prevalecía antes también en la Pulinesia, donde era preferida
la descendencia materna: las dignidades, inclusiva la de
cacique, pasaban al hermano como de la mi^ma madre
y no al hijo del difunto. Esta organización pudo conservarse y se ha conservado en efecto en su mayor
pureza en las islas centrales de las Carolinas, la> de
Mortlock, atendido que allí cada tribu disponía de bastante terreno para sostenerse aislada. Allí no se han
mezclado todavía las diferentes tribus para preparar la
formación de un pueblo ó estado, como se observa en
Palau y Ponapé, ó para dar lugar k que una tribu ó sus
caciques se sometieran á otras, como sucede en las islas
de Marshall.
En las do Mortlock se llama al hermano ó á la hermana
pui, puim, puin, etc., pxiin á toda persona cuya madre
tiene afinidad de sangre con su ÍT'ÚÍVL ,-^ p%iiptii {\ toda
parentela materna. Los parientes del lado del padre no
sonpidpui (no son parientes). La palabra puipui representa de consiguiente la consanguinidad, es decir, la
tribu, y sobre ello están basadas todas las relaciones
sociales de aquellos naturales. Pertenecen á la tribu
los individuos de ambos sexos que pueden derivar y
probar por medio de la Iridie ion su linaje de una
misma mujer, fundadora ó hija de la tribu, y por esta
razón se consideran consanguíneos y como hermanos
todos los miembros de una tribu, que no deben unirse
sexualmente ni dañarse ni perjudicarse moral o físicamente. Estos lazos y^ obligaciones de consanguinidad
no los puede destruir ni el tiempo ni la distancia,
ni las divisiones geográficas. Dos Estados ó naciones
de aquellos isleños pueden estar ert guerra, pero los
combates sólo se efectúan entre aquellas tribus que no
reconocen lazos de parentesco; si por ejemplo hay guerra
entre dos islas habitadas cada una simultáneamente por
dos tribus A y B, combatirá la tribu A de la una con la
tribu B de la otra, y la A de ésta luchará con la B de la
primera: esto es todo. Lo que han dicho y supuesto
algunos, de una división en categorías, clases, asociaciones misteriosas, en las Carolinas,, es pura fábula.
Cada tribu se considera dueña y propietaria de un territorio, que defiende contra todo ataque de fuera, formando de esta .suerte un Estado separado, y si esta
misma tribu adquiere ó posee terreno suficiente en
otra isla, se forma allí otro pequeño Estado independiente del primero, pero siempre consanguíneo. La
conservación y duración de la tribu resultan así en
extremo precarias, puesto que para lograr sucesión ha
de entrar en contacto con otra tribu no consanguínea,
para casar allí sus hijas y buscar en ella sus esposas, y
cuanto más numerosa será la población femenina en
una tribu tanta más probabilidad tendrá ésta de conservarse, porque tantos más casamientos y sucesión habrá.
Con esto queda también explicada la deferencia de que
entre aquellos salvajes goza la mujer, puesto que la
más anciana es considerada como cabeza social de toda
la tribu, y tratada con el respeto consiguiente.
Esta posición preferente y la influencia de la mujer y
particularmente de la más vieja en la tribu, no son en
todas las Carolinas exactamente las mismas, y según
parece rígense por ciertas condiciones estipuladas
al reunirse varias tribus en Estados. La mujer más
anciana, sin embargo, lleva siempre el mismo título de
cacique que el jefe político masculino. En las islas Palau
tiene la mujer más anciana, la reina de las mujeres,
una corte ó consejo llamado nipah el dil, compuesto de
cierto número de estas mujeres caciques, de grande
influencia en aquella sociedad.
El jefe político de la tribu es el varón más anciano de la familia más antigua, que le reconoce por
su somil ó cacique , y éste llama á todos los miembros
de la tribu sin distinción de sexo ni de edad, pui, es
decir, consangxiineo, hermano ó hermana. Cuando el
cacique muere, le sucede su hermano, y á falta de é.ste
su pariente más próximo varón. Cuando la familia más
antigua se extingue, ocupa su puesto la que la sigue en
antigüedad, y a.^í sucesivamente, por manera que la
dignidad de caciqu-^ puede llegar en ciertos casos al
individuo más ínfimo de la tribu. Cada aldea representa
á una pequeña tribu ó familia que ha ido perdiendo sus
hijos varones (por casarse en otras tribus) y que ha conserva 'o del tronco común á las mujeres. Las diferentes
poblaciones consanguíneas reconocen á una de sus localidades como domicilio de la familia principal, de la
cual salen los caciques, y según lo dicho puede llegar
lacada una de estas poblaciones ó aldeas, cuyo grado y
e.- calafon en el parentesco de toda la tribu están exactamente determinados, á ser la principal, caso de extinguirse las familias ó aldeas que están por delante de ella
en dicha escala de parentesco. Todas las tribus generales
poseen un territorio dividido en pequeñas comunidades,
cada una de las cuales forma una agrupación ó aldea
que llaman keij; el territorio que le pertenece, esto es,
el país de cada comunidad junto con la población ó key
se llana bey, de manera que la tribu está dividida en
líyí? y el territorio de la misma en beyes: en cada bey
gobierna un somol ó cacique, que es siempre el hombre
de más edad de la familia. Teniendo las aldeas ó beyes
su diferente categoría en el parentesco que une toda la
tribu, resulta que la del cacique principal ó key somol
es la primera. La disposición de cada aldea da lugar á
entender que en cada una como en toda la tribu han de
considerarse ambos sexos como hermanos de sangre; el
cacique ó jefe de la aldea duerme en una casa ó choza
grande con todos los varones de la comunidad; esta
casa, llamada Le-fel, está rodeada de chozas pequeñas
donde hacen vida separada las mujeres de la comunidad
ó familia, y si son casadas, por supuesto que con hombres
de otras tribus, viven allí con ellos; de modo que estas
agrupaciones no son verdaderamente aldeas compuestas de vecinos y de familias, sino simplemente morada
de una familia en la cual existe una valla insuperable
entre los miembros varones y hembras, y las costumbres y tradiciones de esta gente tienden á hacer
todo contacto entre ambos sexos de la misma tribu y
familia imposible. En las chozas particulares no duerme
nunca el hermano con la hermana bajo el mismo techo;
el hijo vá á dormir en el/e/, y la muchacha queda con
su madre en la choza ó im. Ninguna mujer de un bey
puede entrar en el/eZ ó casa del cacique y de los hombres,
ni la misma mujer del cacique. Esta prohibición no
reza, empero, con las mujeres de otras tribus. Esta tendencia ó afán de mantener separados los dos sexos en
una tribu, ha tenido naturalmente una grandísima
influencia en la vida y organización social de estos salvajes, dando lugar desde luego á una serie de prohibi-
RL MUNDO ILUSTRADO.
ciones y costumbres meticulosas, á primera vista depresivas para la mujer, como si ocupara un luo-ar inferior
al de los hombres; así por ejemplo no debe estar la
casada al lado de su propio hermano hallándose presente su marido, y si aquel está sentado no puede tocarle
con la mano. Si encuentra á su hermano sentado á la
orilla del mar ha de invitarle á levantarse, para poder
pasar ella, y si él no lo hace ha de pasar la mujer con el
cuerpo inclinado hacia delante. El origen de estas leyes
se debe haber perdido, pues si se pregunta á los naturales de Mortlock el porqué de tanto rig-or, contestan
que la mujer es inferior al hombre y que éste morirla si
la hermana ('e la tribu ocupase un lugar más elevado
que él. Como este rigor empero no se extiende á las
mujeres procedentes de otríis tribus, sean esposas ó
hijas de éstas, salta á la vista que sólo debe su origen al
propósito de oponerse á la unión ilegal entre hermanos, y que las mujeres de otras tribus se miran como no
pertenecientes á la familia y si como extrañas y huéspedes temporales. En las familias de los caciques es
donde se observan con más minuciosidad y rigor estas
prescripciones, porque la mujer del cacique no puede
entrar en la choza de éste ni cuando está ausente. Por
supuesto que consideran como el mayor de los crímenes
la unión sexual entre los miembros de cada tribu, crimen
que encontrarla en el acto su castigo, que no es otro que
la muerte, pues todos los hombres se levantarían para
vindicar su ley fundamental ofendida.
Otra consecuencia del principio de consanguinidad es
que los hombres de cada tribu, á fin de disfrutar de la
sociedad del bello sexo ó para elegirse esposa, han de
ir á otra tribu y vivir así, en gran parte, ausentes de su
pueblo natal. A esto se agrega que los hombres i!e edad
madura que se casan han de vivir en la tribu de la
mujer y cultivar sus tierras, mientras que los productos
de su propiedad en su localidad ó patria suelen también
pa.sar á manos de la familia de su mujer. En cambio no
tienen obligación ninguna los jóvenes que recorren
completamente libres las aldeas extrañas en busca de
una esposa; allí se les ve acicalados para producir una
impresión favorable en las muchachas de la tribu, esperando impacientes la noche y la salida de la luna para
asistir al unir ó reunión que la población de aquellas
aldeas celebra á menudo en la playa, y en la cual toman
parte los jóvenes de ambos sexos, cantando y bailando
hasta la madrugada. En estas tertulias los elegantes
mortloqueses colman á las niñas de regalos; en ellas
los que podríamos llamar Tenorios ganan sus laureles,
y allí se estipulan casi todos los matrimonios. Hay que
saber que entre aquella gente, ó por lo menos en la tribu
de los sopunes, es una muchacha considerada virtuosa
mientras no haya tenido que ver con un hombre de su
tribu, haya hecho por lo demás lo que quiera con hombres de otras tribus, guardando por esto siempre el
decoro, se entiende, que se observa tan minuciosamente,
que no se permite al forastero la menor libertad ni
siquiera una expresión algo libre, ni pronunciar las
palabras ombligo, vientre, cmtxivou (hinsak, 6 aroar),
que es la sayita, por lo dem^s demasiado corta para
cubrir lo que se proponen, que llevan las mujeres; pero
si el kinsak ó aroar están en tierra ó en otra parte que
no sea el cuerpo, no es indecoroso nombrarlos. En presencia de un consanguíneo ó comiembro de tribu no está
permitido hablar mal de ninguna mujer, y toda indirecta
maliciosa es considerada como una ofensa mortal. El
padre cuya hija se desmoraliza no puede hablar de ello
á su mujer para que preste su concurso á corregirla,
porque madre é hija son de una misma tribu y no se
puede hablar mal á la una de la otra, ni jamás apelará
663
allí una madra á la autoridad paterna para corregir la
hija, ni una hermana descubrirá los secretos de la otra.
Una vez casada, no cede la mujer de las islas de Mortlock
á ninguna de las islas vecinas en su conducta matrimonial, que es ejemplar. Las casadas fon fieles, amantes
y solícitas para con los hijos y el esposo, y ariscas con
los extraños.
Los hombres ejecutan el trabajo que les incumbe, y el
mismo cacique cultiva con su propia mano sus campos
de taro, cuyo cultivo es considerado como un arte en
que no todos son maestros. El cacique es el administrador del territorio de la tribu, repartido entre los diferentes keyes ó agrupaciones que la componen; el terreno
sobrante es propiedad del key ó aldea principal, ó sea
del primer cacique. El terreno ó bey de cada agrupación es á su vez administrado por el hombre de más
edad ó cacique de la localidad, mientras vaya cumpliendo.sus deberes respecto á su superior, entregándole
por ejemplo puntualmente las primicias de los frutos, y
obedeciendo sus órdenes; pues en caso contrario tiene
el cacique principal el derecho de nombrar en su lugar
á otro hombre del bey. Sólo del terreno de su propio bey
puede disponer el cacique principal y aun con consentimiento de los suyos. Así distribuye la tierra á las mujeres de la aldea, y un trocito á cada uno de sus hijos,
pero como estos últimos no pertenecen á la tribu, resultarla una disminución progresiva de la propiedad común
en favor de la otra tribu de donde es hijo el marido si el
cacique de esta otra tribu no compensara la distribución
hecha á favor de sus descendientes en la otra con una
donación de terreno equivalente, que después del reparto
hace á la primera; y como los varones de cada tribu
se casan por lo común siempre en la misma tribu
vecina, i'esultan estos.repartos á los hijos del cacique
por un lado, y la donación compensadora del cacique
de la otra tribu, un mero simulacro, y la propiedad
de cada tribu queda siempre igual. Los jefes ó caciques
de cada bey imitan al cacique principal y reparten
también á sus hijos piezas del terreno del común; pero
para hacerlo necesitan obtener el permiso de su superior
jerárquico.
• .
•
En algunas obras se ha dicho que sólo los polinesios
empleaban el tab%i, interdicto ó veda pronunciado por su
sacer.lote-rey para proteger y amparar contra cualquiera
mano enemiga á determinadas personas, animales,
plantas, cosechas ú otras cosas; pero esto es un error,
conforme ya vimos al hallar la misma costumbre en
las Nuevas Hébridas y en las islas de Viti, donde la
llaman (ambu; y lo mismo se encuentra, sólo que con otro
nombre, en las Palau, donde se llama b'ul, en las Carolinas, y hasta, aunque menos generalizado, según Semper,
entre tribus malayas. Así no es extraño que tambien^'se
u.ieesta veda solemne en las islas Carolinas llamadas de
Mortlock. Allí corresponde al cacique, además de la
administración del territorio de la tribu, el derecho de
vedarlo, pronunciando el puauu ó sea interdicto, desde
cuyo momento nadie toca á los frutos que lleva. Este
acto, lejos de ser obra de un mero capricho del cacique,
es siempre motivado por alguna consideración en favor
del bien general, como cuando veda los cocoteros, que
es el interdicto más usual, pero del cual quedan esceptuados los árboles de esta clase que rodean la casa: éste
suele dictarse cada año en la época de la cosecha del
fruto del árbol del pan, para que los habitantes no
malgasten los cocos cuando les sobra aquel, originando
así una carestía y hambre en la tem]orada de los
vientos del Norte, cosa que previene la veda , que dura
de tres á cuatro meses, en cuyo tiempo se vá reuniendo
un número de cocos que bastan para mantener el pueblo
664
EL MUNDO ILUSTRADO.
LOS N I Ñ O S . - ¡ B u e n o s d i a s !
(Véase la página 071).
EL MUNDO ILUSTRADO.
LOS N I Ñ O S . — ¡Buenas n o c h e s !
(Véase la página 6"71).
T. V. — (pniMEiiA sÉniE). — t. t. (SEGUNDA séniE). — SI
66b
666
EL MUNDO ILUSTRADO.
en la época de mayor escasez. Otro motivo para" el interdicto es la muerte de algún miembro de la tribu ó de
otra persona que ésta quiere honrar. Esta manifestación
de afecto puede ser general para toda la isla ó limitada
á un distrito, y durar más ó menos tiempo. Los cocos
que en este espacio se van acumulando se regalan á los
parientes del difunto. Cuando hay que llevar luto nacional ó comunal por varios muertos, se hacen suceder uno
á uno por el orden de la importancia que tenian para
la tribu las personas fallecidas. Estas vedas piadosas
llevan el nombre de la persona en cuya memoria se
observan, y corresponden á lo que en Europa llamamos
luto de la corte y duelo nacional. Con ellas quieren
tranquilizar á los espíritus de !os muertos, á fin de que
aumenten el número de las divinidades buenas; otras
veces se hacen por política, para demostrar sus sentimientos amistosos las tribus entre sí llevando luto por
el cacique ú otra persona querida de éstas; si por ejemplo fallece el cacique de los ues ó de los sores, llevará
rigoroso luto la tribu de lo.s sopunes, mandará los cocos
acumulados como muestra del duelo á la tribu á la cual
pertenecía el difunto; mientras que é?ta, sensible k la
atención, responde con otro regalo adecuado. Además
de estos lutos más ó menos generales, se pone en interdicto la tierra ó propiedad particular cuando muere el
que la cultivaba, y hasta que el cacique lo determina
nadie puede pisarla. El puauu más rudo sigue á la
muerte del cacique de la tribu; toda ella queda en
interdicto é incomunicada; el extranjero que osara traspasar las señales del puauu plantadas en los limites del
territorio de la tribu en luto, pagaría su atrevimiento
irremisiblemente con la vida.
A pesar de tener asegurada la subsistencia el cacique
por las tierras que cultiva la gente de su bey, y para él
en particular sus mujeres, contribuye además todo el
resto de la tribu á su sostenimiento; sólo que en vista de
la producción limitada remiten los diferentes beyes sus
contribuciones en productos del campo en ciertas épocas
del año, con el carácter de contribuciones formales.
Todos los miembros de la tribu tratan al cacique con el
mayor respeto y como el primero de entre ellos, pero sin
hacerle demostraciones ningunas exteriores ni especiales, y sin que el jefe se distinga por el traje en nada de
los demás.
Las mujeres del cacique tratan á su marido y éste á
ellas lo mismo que los demás isleños. Si bien ocupa el
cacique el primer puesto en la tribu, que gobierna casi
en absoluto dentro de los usos establecidos, no tiene el
derecho de vida y muerte, por la razón de que todos los
miembros de la tribu se consideran como consanguíneos
y no pueden lastimarse entre sí; sólo en el caso de que
uno se comportara tan mal que resultase indigno de
pertenecer á la familia, podría ser sentenciado á muerte.
Otra cosa es el derecho de castigar á algún ladroncillo
pillado infraganti, ó algún culpable de otras maldades;
á estos adminfttra el cacique su correspondiente vapuleo
en el sitio mismo del delito.
La gran influencia que el cacique ejerce en la tribu
se funda principalmente en las creencias religiosas de
aquella gente, para la cual son divinidades los espíritus
de sus mayores; y naturalmente, consideran las divinidades del cacique principal, las almas de sus ascendientes, como las principales de toda la tribu, y como estas
divinidades protegen en primer lugar á su descendiente,
claro está que han de vengar terriblemente toda falta y
ofensa cometida directamente contra él. Esta sola razón
tiene suficiente fuerza en un pueblo salvaje é ignorante
para sostener incólume la autoridad del cacique. Cuando
un natural de las islas de Mortlock cae enfermo, lo
primero que hace es invocar á sus propios dioses, los
espíritus de sus antepasados y mayores; sí no hay
mejora, se consultan entre sí los parientes y tratan de
indagar la causa del mal, que podrá ser alguna falta ó
delito cometido por el paciente y que ha quedado oculto:
acaso retuvo en la pesca un pescado grande para sí, ó
faltando á la veda ó puauu cogió algunos cocos ó cometió
otras maldades por el estilo. Si resulta así, no queda ya
más recurso que invocar las divinidades principales de
la tribu, es decir, las del cacique, y como esto no puede
hacerse sin el permiso de éste, hay que obtenerlo con
regalos después de haberle confesado el delito y pedido
su perdón. Cumplido todo esto invoca el cacique mismo á
sus divinidades y comunica su intención á los parientes.
No son menos curiosas las relaciones sociales y gobierno en las Carolinas orientales ó sean las islas Palau.
Las primeras palabras que allí se aprenden, porque se
oyen ácada instante, son miígiily tocoi, que significan respectivamente mal vso y buen uso. La primera se pronuncia
cuando se hace ó dice algo inconveniente, que choca
con las costumbres, y de consiguiente con la moral establecida en aquellas islas, pues por depravadas que sean
allí las costumbres referentes al comercio entre los dos
sexos, son sin embargo muy rigorosas tocante á los
puntos de su etiqueta enteramente aristocrática. Como
en una sociedad tan primitiva, de ideas éticas muy
embrionarias y confusas, no cabe tampoco legislación,
no pueden imperar y observarse otras reglas de conducta
que la costumbre y el uso establecido.
J U A N MO.STSEBRAT Y A H C H S .
(Conlinuará).
REVISTA CIENTÍFICA.
Los inventos no son puntos sueltos de la atmósfera de
la ciencia; hay entre ellos encadenamientos, imperceptibles á veces, pero de consistencia bastante para que el
arrastre de los unos por los otros pueda producirse:
además, pues hemos hablado de la atmósfera de la
ciencia, cuando ésta se presenta despejada en algún
trecho deja ver astros que el anteojo más lince no había
percibido, siendo digno de mención que, tal como acontece en la atmósfera que nos envuelve, si aparece un
astro, se divisan miles y miles á su alrededor; ó ninguno
ó muchos.
Hoy en la atmósfera de las invenciones dominan los
globos, ya lo indicamos en la anterior revista: como si
estuviésemos convencidos de que el aire ha de ser nuestra habitación más ó menos temporal, parece que queremos enterarnos de lo que en ella sucede; pudiéramos
decir que tomamos vistas. MM. Duté Poitevín y Du
Hauvel, comisionados por la sociedad francesa de Navegación Aérea, han efectuado recientemente una ascensión provistos de ingeniosos aparatos con el objeto de
estudiar la formación de las nubes. Dedúcese de las
observaciones que han podido hacer acerca de ese huésped de la atmósfera, con quien será preciso congeniar y
apañarse, ya que üo hay medio de hacerle desocupar la
habitación, ni aun con la ley de deshaucio: L° que las
nubes se forman en las zonas en que se mezclan dos
capas de aire saturadas de humedad; 2." que dichas
nubes nacen en la capa caliente y se disuelven en la
capa fría que toma parte en la mezcla; 3.° que siguen la
dirección de la zona de aire en que la temperatura es
más elevada, y 4.° que los vientos observados en la superficie del suelo no son más que efectos de reacción del
viento principal.
Otro globo experimental se ha elevado en los Estados
EL MUNDO ILUSTRADO.
667
Unidos, en el que iban para tomar apuntes cinco periodistas , dirigido por el profesor King-: subió sólo un
Pues hemos hablado de Franklin y de sus compañekilómetro y, al descender, por poco toma un baño en el
Mississippi, de lo cual pudo librarse soltando el lastre que ros, bueno será dar á conocer que un barco de los que
á prevención llevaba, quedando empero en proyecto se dedican á la pesca de la ballena, acaba de remontarse,
al mando del capitán Adams, á gran altura hacia el
gran parte de los experimentos que deseaban verificar.
En Londres, conmovidos aun por la catástrofe del polo Norte, donde ha adquirido la certeza, por datos de
¡Paladino, en que pereció, ó por mejor decir, desapareció un esquimal, quien lo sabia por relación de su padre,
Mr. Powell, se ha celebrado una reunión de aereonau- que diez y siete marineros blancos se hablan refugiado
tas y personas dedicadas á la ciencia, á fin de discutir allí en una choza, y que de entre ellos catorce hablan
los preparativos para un viaje en g-lobo á través de la sucumbido á las fatigas, quedando tres que murieron
Mancha; el g-lobo será de modelo nuevo en que la g-utaper- también al querer arribar á la bahía de Hudson: esto
chareemplazará ala seda, demasiado sensible á las bri- ha dado lugar á que en los Estados Unidos se organice
bas: Mr. Simons es el jefe designado para dicha expedi- una nueva expedición en busca de los restos de Frankción. El globo seguirá la misma dirección que el SalOr- lin, que tantas nuevas víctimas han causado. La marcha
dino; si verdaderamente lo realiza, será el medio infalible se ha fijado para el próximo mayo.
de dar con el infortunado Mr. Powell, y de ganarse el
premio ofrecido por su hallazgo.
¿Quién en este mundo no lleva su correspondiente
Pero la expedición más interesante, la que puede ser
de grandes resultados y cuya sola idea alboroza el carga? Ann los más descansados, los que blasonan de
ánimo, es la que se proyecta para llegar, ver y palpar no apurarse por nada, de echar sobre los demás el peso
el rebuscado polo Norte. El sistema de embarcaciones de sus negocios, de huir de cargas concejiles y de no
está mandado recoger; probado está que no hay medio, haber querido llevar sobre sus hombros la cruz del macon ellas, de atravesar las barreras de hielo que cual trimonio, no pueden sustraerse del trabajo de aguantarlñ,
murallas del polo mundano, se oponen á todo ataque correspondiente columna de aire atmosférico: en 16,447
pedestre; llenas están las relaciones de viaje á los kilogramos se evalúa la presión barométrica que pesa
polos de la tierra, de desastres sin cuento entre los que sobre una persona de mediana corpulencia: esta presión
descuella el nombre de Franklin y sus compañeros. no es sin embargo constante, variando con la altura y
Pues bien , tanteando otro medio más expuesto quizá, por distintas otras causas.
El anterior preámbulo es para venir á hablar del
pero evidentemente más rápido, el comandante inglés
Mr. Cheyne está preparando hace ya más de dos años estudio que Mr. Baldwin Latham ha hecho acerca de la
una expedición en globos. La mitad de los gastos los influencia del peso del aire en la salida de los manansufragará Inglaterra, y los Estados Unidos la otra mitad. tiales, ó como se dice en términos científicos, en el
Los globos serán en número de tres y al buque expe- gasto. Indújole á practicar dicho estudio, lo que aprendicionario se dará el nombre de Grinnell, el infatigable dió de algunos molineros establecidos en las riberas de
organizador de las expediciones al polo, el que entregó un rio, los cuales pronosticaban con certeza las lluvias
á Hall la bandera que Wilkes habia desplegado en las por el incremento de las aguas del cauce, antes de que
regiones antarticas y Haven Kane y Hayes en las borea- la lluvia cayera, se entiende. Mr. Latham emprendió en
les; cada globo irá provisto de un trineo, de un bote y consecuencia una serie de observaciones, ya aforando
de víveres para cincuenta dias; un hilo telegráfico, que rios, ya fijando los distintos niveles del agua en los
se irá tendiendo á medida que se vaya alejando, man- pozos, ya midiendo el producto de los manantiales, de
tendrá una constante comunicación con el punto central las que dedujo que cuando hay un descenso de presión
de partida; el gas hidrógeno para hinchar los globos barométrica, hay un aumento de caudal en los cauces
se extraerá de los grandes depósitos de carbón que el debido á la mayor salida ó gasto de los manantiales, así
capitán Nares descubrió en su invernada de 1875 á 1876 como elevación de nivel de los pozos; y que, inversamená 496 millas del polo ó sea á 750 kilómetros, poco más que te, á mayor presión, el agua desciende ó disminuye: la
de Barcelona á Madrid; desde este punto, con viento favo- explicación es sencillísima. Sobre el agua, como sobre
rable, puede llegarse al polo en un dia. El depósito de el ser humano, como sobre todo cuanto hay en la capa
carbón hallado por el célebre jefe del Discovery, no es terrestre, pesa la columna barométrica ó atmosférica;
por otra parte el único en aquellas regiones, y á falta de si el peso á soportar es considerable, así como el hombre
él fuera fácil encontrar otros aun debajo de la nieve, lo se encoge bajo fuerte carga, el agua desciende de nivel
que demuestra que no siempre en la larga vida del en los pozos, comprimiendo por comunicación los gases
mundo ha reinado allí la misma temperatura: el profe- en otro punto: si se trata de la corriente de un rio, el
sor Norkdenskjold ha señalado también en sus cartas movimiento se retarda, y si de salida de manantial por
de viaje varios otros yacimientos de aquel combustible. un agujero, influye también dificultando su alumbraEl punto de partida será Nueva-York; los globos cos- miento: en el caso de un descenso de presión es inútil
tarán 20,000 dollars, y el gasto total de la expedición se decir que se verifica el fenómeno contrario.
estima en 80,000.
*
Según cree el comandante Cheyne la región polar está
En la clase de Geografía me enseñaron que el Himaformada por un núcleo de hierro que no se presta á la
navegación. Algo aventurada es la afirmación; por lo laya era la montaña más alta del mundo: en esta condemás, el mencionado director opina que los aereonau- vicción estaba, cuando leí no hace mucho que se habia
tas no sentirán frío si el viaje se realiza en el mes de junio, descubierto otra montaña más elevada á la que se
conforme al programa itinerario, y que más bien expe- habia dado el nombre de Hércules; y en este momento
rimentarán las molestias del calor. Los expedicionarios acabo de enterarme de una notable obra en dos volúmeserán diez y siete, á los que se agregarán tres esquimales. nes de Mr. Medlicott sobre la geología de la India, en la
Procuraremos tener á los lectores de EL MUNDO ILUS- cual asevera que las fuerzas que obraron en la erección del
TRADO al corriente de las vicisitudes de viaje tan inte- Himalaya, seguían en actividad, como lo comprueban los
continuos terremotos que en su base se manifiestan: quizá
resante.
i AHORA VIENE ! —
CUADRO DE W. AMBERG.
(Véase la página 6111.
EL MUNDO ILUSTRADO.
670
dicho monte se haya enterado de la supremacía adquirida
por el Hércules, y todo sea efecto de una cuestión de
competencia de montañas: es probable que no haya querido resignarse á bajar del enorme pedestal en que durante sigilos se ha asentado.
M E L C H O R DK P A L A U .
10 fie marzo de IHÍ-S.
UN CAZADOR FURTIVO,
LA ZORRA.
(Véase el grabado de la página 657.
No injustamente la mayoría de los hombres que han
podido apreciar las cualidades instintivas del pequeño
mamífero cuyo nombre encabeza estas líneas, le han dado
el sobrenombre de astuto sobre todos los demás animales
de su clase. En efecto, ya sea atento á su propia conservación, ya llevado por un celo extraordinario en procurarse una pieza que halag-ue sus apetitos ó satisfag-a
las necesidades de su prole, la zorra noche y día vigila
para poner lazos á su contrario, ó bien para lanzarse
sobre él cuando tiene la cuasi seguridad de vencer, y
rara vez quedan frustrados sus planes.
Un distinguido naturalista alemán, después de habernos hecho una elocuente pero exacta pintura de este
carnicero entre los de su clase, aunque sin nombrarle,
exclama por fin: «¿Quién ha de ser sino la zorra, este
animal que tantas dotes atesora, que los poetas antiguos
y modernos nos pintan como el más astuto, atrevido y
sanguinario de todos los ladrones y asesinos irracionales? Cuando el sol corre á su ocaso en invierno, y la
niebla ó la nieve borran "todas las formas de los cuerpos
animados ó inanimados, sale ella de su guarida para
cruzar el bosque y el llano en busca de botín, bebiendo
los vientos, á paso lento, sin dejar escapar movimiento
alguno, ni de los copos de nieve que se desprenden por
su propio peso, ni de la desecada hoja que el aire frió
hace caer. Nada deja escapar á su codicia, ya sea débil
ratón ó pajarito aterido y mucho menos un conejo ó
una liebre que, á pesar de su ligereza, acaban por ser
víctimas de la astucia de la zorra que se burla de todas
las LEYES y SOCIEDADES protectoras de caza y pesca.
¡Cuántas veces el fatigado caminante, semi-perdido en
intrincada vereda de solitario bosque, oye repentinamente lastimero chillido interrumpir el silencio que
reina en torno suyo, y es que la liebre acaba de ser
víctima de la zorra que por horas enteras la ha estado
persiguiendo!»
Creemos que el lector verá con agrado los siguientes
datos que tomamos principalmente de la excelente obra
de Jonathan Franklin (Vida, de los animales) respecto al
cuadrúpedo que nos ocupa :
« La zorra es un cazador y un corredor de primer orden.
Si alguna vez busca la miel y las uvas, es más bien
como golosina; si desentierra y masca algunas raíces es
para distraer su hambre, esperando mejor bocado; si
habita un domicilio subterráneo, es porque no tiene ni
la estatura ni la fuerza del lobo.
»La zorra está menos bien armada que el tejón para
abrirse una madriguera; pero á la inferioridad de los
instrumentos suple con la superioridad de la inteligencia. Si no es tan buen albañil, en desquite se muestra
mejor arquitecto. Muchas veces deja á otros el cuidado de
completar el trabajo; lo más que hace es perfeccionarlo. Cuando quiere establecerse en una comarca, visita
todas las gazaperas de los conejos que halla en ella,
y después de un examen minucioso y repetido de su
situación, de sus disposiciones interiores, se apropia
la que más le conviene; entonces la ensancha, la acomoda á sus necesidades y la dispone á su gusto. Muchas
veces no le basta una puerta á su morada: las precauciones que toma para que en caso de peligro pueda salir,
son admirables; dijérase pi'ecede una inteligencia superior á la de un ser irracional. La zorra no sólo tiene gran
cuidado en conservar debidamente el interior de su
morada donde reposa y cuida de sus hijos, sino que
vigila atentamente cuanto puede interesarle á su alrededor. Examina las malezas cercanas, los sitios cubiertos, y los árboles huecos donde pueda esconderse en
caso necesario. Constantemente vigilando, inspecciona,
observa, reconoce sin cesar el país; es quizás todavía
un animal más eminente como estratégico que como arquitecto.
»Tanta circunspección justifica bien la reputación de
sagacidad de que, en todo tiempo, ha gozado la zorra.
Los fabulistas han tenido el derecho de hacer de ella el
símbolo de la malicia y de la artimaña; no obstante
nótese que en todos sus actos obedece tanto á la necesidad, como al instinto que le aconseja no dejar perder
ocasión para aprovechar las circunstancias favorables
que se le presentan. No siempre es la insaciable sed de
sangre lo que le impulsa á la matanza, como se observa
en un gran número de carniceros; casi siempre su
propia necesidad ó la de su numerosa prole, son la causa
impulsiva de sus actos.»
Citemos algunos hechos particulares que no pueden
dejar ninguna duda sobre la inteligencia, si podemos
llamarla así, de la zorra. El viajero Steller, que fué arrojado por un naufragio á la isla de Behring con algunos
compañeros, refiere así las malas pasadas que les jugaban estos animales: «Eran tan ingeniosos en sus robos,
que hacían rodar á lo lejos nuestros toneles de provisiones, de los que sacaban después las carnes con tanta
destreza, que apenas se podía notar el hurto cometido.
Si poníamos en una fo3a profunda los productos de
nuestras cacerías, lograban siempre desenterrarlos; y
si, por el contrario, los colocábamos al extremo de una
percha muy elevada, excavaban la tierra y derribaban
nuestra rústica columna con todo cuanto contenia.»
Willis refiere que una zorra, que acechaba á un pavo de
Indias posado en un árbol elevado, empezó á dar vueltas
alrededor del pié del árbol con íina rapidez extrema; el
ave, siguiendo con atención aquel movimiento circular
y continuo, quedó pronto presa del vértigo y cayó en
la boca de su enemigo.
¿Debemos dar fe á ciertas anécdotas que, si fueran
ciertas, pondrían el colmo á la reputación de la zorra y
nos obligarían á reconocerle el talento de fingir la muerte
para salvar la vida? Refiere La-Vallée en su curioso libro
La caza en despoblado en Francia, que un obrero, atravesando un terreno cubierto de maleza, vio una zorra tendida cuan larga era al lado de un zarzal. El hombre la
cogió por la cola, la balanceó en el aire y después la dejó
en el suelo. El animal no dio el menor signo de vida.
Encantado de su hallazgo, el obrero echó la zorra sobre
una de sus espaldas y prosiguió su camino. De repente
sintió que le mordían por detrás: arrojó lejos de sí todo
lo que llevaba para hacer cara al enemigo que acababa
de atacarle; con gran sorpresa no vio más que la zorra,
que saltando sobre sus piernas echaba á correr al galope
hacia el bosque.
Otra vez, entrando una criada en el corral de su
alquería, vio á todas las aves degolladas, tendidas en el
suelo, y, en medio de ellas una gran zorra que también
parecía muerta.—Evidentemente el glotón, habiéndose
hartado de volatería, habrá llegado á reventar. Está
671
EL MUNDO ILUSTRADO.
bien,—dijo la criada, creyéndose bienveng-ada, y arrojó
el cuerpo del ladrón sobre un montón de estiérco-1. La
zori-a se levantó en seguida, saltó por la tapia del corral
y desapareció.
Si bien naturalmente muy montaraz, la zorra cogida
joven se domestica fácilmente. No siempre sabe resistir al deseo de tomar algunas veces las de Villadiego, pero vuelve por sí misma á la casa de su
dueño. El capitán Lyon refiere que tenia una zorra muy
familiar y notablemente inteligente. Como todas las
personas que querían verla la tiraban de la cadena para
hacerla salir de su cajón, el animal halló el medio de
librarse de tan frecuentes importunidades. Cuando se
retiraba al fondo de su cajón, no olvidaba tomar la
cadena entre sus dientes, conservándola fuertemente
apretada: ningún curioso se atrevía á disputársela y de
este modo el animal permanecía tranquilo. Un farmacéutico alemán tenia una zorra joven que habia enseñado para la caza: el animal buscaba, daba el aviso
como un perro y volvia dócilmente al llamamiento de
su amo. Su único defecto consistía en no haber podido
renunciar á sus instintos de merodeo. Durante muchas
semanas tuvo en alarma á todos los mercaderes de
huevos de la población. Una revendedora que, en los dias
de mercado se establecía en la plaza junto á la fachada
de una casa, vio un dia desaparecer un buen número
de sus huevos colocados en una cesta á s u lado. Al
mercado siguiente estuvo alerta, vigiló de cerca su cesta,
no vio nada sospechoso, y no obstante la cesta de los
huevos se vació. Creyóse ser aquello un milagro ó un
sortilegio. Pero la verdad fué al fin reconocida: el
ladrón no era otro que la zorra del farmacéutico, la que
iba á esconderse en el tragaluz de una bodega que habia
detrás de la revendedora; desde allí adelantaba la cabeza entre los pies de la mujer, y, oculta por su vestido,
cogia la presa y volvia á agazaparse en su escondrijo.
Debemos confesar que después de tales hechos nos sentimos menos dispuestos á acusar á Esopo, La Fontaine
y otros fabulistas por haber calumniado á la zorra.—S.
pues el dia siguiente despejóse del todo la incógnita.
Papá habia asistido á una reunión que interesaba á los
propietarios del pueblo y á la que fué llamado para
ayudar á ventilar con sus mayores luces el asunto, es
decir, el reparto de la contribución territorial. Al medio
dia volvió á casa en compañía del incógnito: era el
nuevo secretario del ayuntamiento de la próxima villa,
á quien el de la aldea habia propuesto se encargase
también de su mal pagada secretaría, y que una vez por
semana venia al pueblo para desempeñar su cometido.
El pobre hombre jamás llegó á saber que durante
cuarenta y ocho horas habia sido el héroe de una novela.—R.
LA PESTE EN RUSIA.
(Véase el grabado de las [júginas 660 y 661).
Hace unos dos años que toda Europa temblaba á la
siguiente noticia, estampada en los periódicos: «¡ La peste
negra está en Rusia!» Tratábase de aquella misma peste
de que hablan las crónicas de la Edad Media, la cual en
pocos meses redujo la población europea á la mitad,
dejando aldeas y hasta ciudades enteramente desiertas.
Últimamente nos libramos con el susto; pero en el
Mediodía de Rusia, hacia el Asia, donde la miseria, la
ignorancia y el desaseo tienen por auxiliares un clima
inclemente y vastas extensiones de páramos, el terrible
azote se cebó de una manera cruel en la infeliz población, no habiendo traspasado aquellos límites gracias á
los esfuerzos del gobierno ruso.
El grabado inserto en las páginas 660 y 661 de EL
MUNDO ILUSTRADO representa una escena de esta plaga.
Los voraces cuervos acuden presurosos al sitio donde
yace tendida una pobre mujer luchando con las ansias
de la muerte. ¡Infeliz madre é infeliz hijo!—R.
LOS NIÑOS.
¡AHORA VIENE!
(Véase el grabado de las páginas 668 y 669¡.
¡Gran acontecimiento! Por la carretera ó calle Mayor
del pueblo donde ha ido á veranear una familia de la
vecina capital, pasa un forastero, bien ageno de sospechar que en la pequeña quinta situada á la derecha
del camino viven dos muchachas deseosas de distraerse
de la monotonía que para ellas tiene aquel rincón. Es la
segunda vez que el incógnito personaje pasa por allí;
las niñas, resueltas á observarle sin ser vistas, se asoman
á la puerta: la más joven lleva en brazos al perrito
gruñón y con un gesto le impone silencio, mientras que
la mayor trata de indagar si realmente se dirige por
aquel lado el forastero. ¡Ahora viene! exclama al cabo de
algunos momentos de ansiedad, y como gamos desaparecen ambas y se colocan detrás del emparrado. Pero la
maldita casualidad ha querido que el joven, pues joven
habia de ser forzosamente el paseante, volviese la cara
al llegar cerca de la quinta, atraído por algún objeto
que le llamaría la atención, de suerte que las muchachas
se han quedado con su curiosidad, lo que no las priva
de hacer mil comentarios sobre las prendas personales,
posición y demás peculiaridades del misterioso individuo.
Sin embargo, poco duró la ansiedad de las niñas.
(Véanse los grabados de las páginas 664 y 665).
¡Bien venidos sean los niños!
Los niños son tan necesarios como el aire y la luz: los
niños son la alegría del hogar, la fiesta de la vida.
Una casa sin niños es un dia sin sol, un verjel sin
flores.
Los niños embellecen la existencia: ellos son las mejores galas con que puede adornarnos-la Naturaleza.
Un niño es un ser sagrado: representa un mundo de
esperanzas, un tesoro de ilusiones, un cúmulo de promesas halagadoras; todo un ilimitado porvenir.
Nos aproximamos á los niños con la misma emoción
con que nos acercaríamos al cerrado álbum del destino.
El niño exalta nuestra imaginación, como la exalta lo
misterioso, lo indescifrable, lo desconocido.
La vida de un niño debe sernos muy querida, porque
al troncharse se marchitan en él quizás las semillas de
grandes ideas y grandes cosas, quizás el germen de más
perfectas generaciones.
La niñez es siempre encantadora: la infancia y la
ancianidad se buscan como el acero y el imán. Cuando
llegamos á la senectud, con el corazón lleno de decepciones, la infancia nos extasía por su inocencia y candor.
¡ Qué contraste tan sorprendente presentan el hombre y
el niño! Ofrecen un contraste moral más visible que
todos los contrastes que aparecen en la creación.
672
EL MUNDO ILUSTRADO.
El niño es un ser que rie, el hombre un ser que
Hora: el niño rie siempre; su llanto es una nueva forma
de la risa, porque, aunque haya lágrimas en sus ojos,
jamás las hay en su corazón. Las lág-rimas que vierte el
niño no son más que sonrisas cristalizadas; las lágrimas
que vierte el hombre son g-otas candentes que abrasan
cual chispas de fuego.
Frecuentemente se encuentra más amargura y dolor
en la risa del hombre que en el llanto del niño: las lágrimas del niño son ligera nubécula que todos miran
sin temor; la risa del hombre puede ser siniestra cual el
rugido de la tempestad.
¡Amemos á los niños! Ellos son muchas veces el eslabón que faltaba en la rota cadena de la vida conyugal.
Los niños regeneran cual purifica una brisa celestial:
hay pocos hombres que no dejen de serlo al ceñir la
diadema paternal; hay pocos seres abyectos á los cuales
no ennoblezca el Masón de la paternidad.
Los niños suavizan nuestro carácter, ellos saben con
sus gracias desarrugar el más adusto ceño. Las miradas,
las sonrisas, las lágrimas, las maneci-tas de los niños,
son acariciadoras; y no hay alma bastante dura y fria
que sea insensible á esas caricias.
Hay que amar mucho á los niños.
¡Acariciemos, amemos á los niños, pero no los corrompamos !
Quererles mucho es fácil, saber quererles ofrece algunas dificultades.
Educar mal á un niño es labrar su desventura: la indiscreta tolerancia con los defectos de los niños es una
culpa que más tarde tendremos que reprocharnos.
¡Qué desconsolador, qué humillante debe ser para una
madre, el oirse de un hijo la siguiente frase!
Hago d usied responsable de mis defectos, ¿por pié no
me educó usted mejor?
¡Qué rubor debe sentir la madre que ha merecido tal
acusación! ¡Cuan perturbada debe sentir su conciencia!
La madre debe ser la educadora de los niños; el Eterno
le ha confiado tan augusta misión y faltará á su deber
sí cede este derecho á manos mercenarias.
Nadie conoce al niño cual su madre; hay entre ellos
un hilo misterioso, una corriente simpática que atrae
uno á otro.
i Sólo la madre posee una magia secreta que le permite comprender al balbuciente niño, sólo ella conoce
más tarde la clave de los. enigmas del corazón del
hombre I
La misión de la madre, tan digna, tan elevada, tan
santa, tan sublime, es muy difícil de llenar cumplidamente.
La madre debe ser un límpido espejo donde vean sus
hijos reflejadas todas las virtudes que ella les recomiende. Para que la palabra de una madre no quede desautorizada, tiene que enseñar con el ejemplo la moral que
está encareciendo.
Los hijos son muy severos para juzgar á su madre, y
lo son porque la desean perfecta.
El hombre más indiferente y despreocupado se enorgullece de tener una madre virtuosa.
¡Procuremos que sean buenas nuestras acciones para
que las copien nuestros hijos!
Los niños tienen el don de imitar cuanto ven, y
además son siempre muy lógicos.
No hag'ais lo que no queráis que hagan vuestros hijos,
pues con espontánea ingenuidad os contestarán al ser
reprendidos: «Mamá lo hace.» Y si queréis desorientarles, añadiendo: «Mamá puede hacerlo,» replicará una
niña inteligente y traviesa: «Cuando yo seré mamá también podré hacerlo, ¿verdad?»
Los niños poseen una inflexible lógica que asombra.
Há pocos dias oí el siguiente diálogo entre una niña de
cinco años y una señora que no sabia hacerse amar de
los niños:
—Lolita, ¿quieres venir á mi casa?
—No señora.
—¿Por qué?
—Porque no quiero.
—Te daré una muñeca.
—Ya tengo una muy bonita.
—Así tendrás dos.
—Si yo no quiero dos, me basta una.
—La que yo te daré será mejor que la tuya.
—Poco me importa que sea mejor, porque como quiero
mucho á mi muñeca, siempre me parecerá más linda la
mia que la que usted me regale.
Ante tales razones la señora se declaró vencida y la
niña triunfó. Nada se podia oponer á las razones de
aquella razonadora de cinco años.
En muchas casas se mira á los niños cual si fueran
masas inertes, y se habla de todo en presencia de ellos,
sin comprender que en aquellas tiernas inteligencias
dotadas de gran memoria todo se graba, siendo repetido
más tarde. Es una imprudencia que suele proporcionar
disgustos y serios compromisos.
Es preciso que los padres sean prudentes en sus conversaciones ante los niños, para que éstos conserven la
inocencia, con la cual prolongan su infancia.
¡Es tan hermosa, tan pura la mañana de la vida!
Ha dicho Víjctor Hugo: «Los dias de la existencia de
los niños son guirnaldas de flores primaverales enlazadas: ¡oh padres! no las deshojéis antes que lo haga la
mano del tiempo.»
Educad bien á los niños y trabajareis en pro del perfeccionamiento de la humanidad. Tratad á los niños con
ternura, pero no les toleréis sus defectos: procurad aplicarles siempre con oportunidad el castigo merecido por
sus faltas.
Los niños tienen más desarrollado el espíritu de justicia que los hombres: cuando un niño recibe un castigo
merecido lo sufre con resignación; pero si se le castiga
sin motivo se ensoberbece.
¡Sed justos con los niños! No empleéis el rigor para
corregirles.
Los niños son seres delicados como las aves y las
plantas. ¿Qué seria el mundo sin niños, pájaros y flores?
Los niños ahuyentan nuestros pesares: ya rian ó lloren
son graciosos siempre. ¡ Cuan amenos son! ¡Qué variedad
de expresión y actitudes sorprendemos en ellos!
Contemplad los grabados de las páginas 664 y 665, y
os entretendréis un rato con sus graciosos gestos.
Los niños rien siempre al amanecer, son alondras que
aman la luz, el sol, el día: la noche ejerce triste influencia en los niños y les inspira miedo.
Con gran talento ha interpretado .el artista la expresión de los niños en la hora de la luz y en la hora de las
sombras.
Un niño está siempre taciturno en el momento de dar
las ¡ Buenas noches!
¡Cuan juguetón y sonriente se muestra al exclamar:
¡Buenos dias!
CONCEPCIÓN GIMBNO DE FLAQUKR.
Masnou, marzo de 1882.
Reservados todos los derechos de propiedad artística y literaria. - Queda heclio el depósito que ínarca la ley.
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