manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 1 Tratamiento de mantenimiento con metadona Manual de práctica clínica manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 2 Biblioteca de Catalunya. Datos CIP: Tratamiento de mantenimiento con metadona: manual de práctica clínica I Colom, Joan (Colom Farran), dir. II. Duro Herrero, Pilar, dir. III. Catalunya. Departament de Salut 1. Metadona - Uso terapéutico Edición llevada a cabo gracias a la colaboración de Laboratorios © Generalitat de Catalunya. Departamento de Salud Edita: Subdirección General de Drogodependencias Dirección General de Salud Pública Primera edición en castellano: Barcelona, mayo de 2009 Tirada: 1.000 ejemplares Depósito legal: B-18.174-2009 Revisión lingüística: Sección de Planificación Lingüística Diseño gráfico: Silvia Rotllant Maquetación: Leticia Sala Impresión: Gráficas Cuscó manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 3 Dirección JOAN COLOM FARRAN y PILAR DURO HERRERO Subdirección General de Drogodependencias Dirección General de Salud Pública Departamento de Salud Autores MONTSE ALMENDROS PLANA JOAN COLOM FARRAN Centro de Atención y Seguimiento de Drogodependencias. Premià de Mar Subdirección General de Drogodependencias Dirección General de Salud Pública Departamento de Salud MERCÈ ARMELLES SEBASTIÀ MARTA CORONADO PIQUERAS Departamento de Relaciones Farmacéuticas Lilly Subdirección General de Drogodependencias Dirección General de Salud Pública Departamento de Salud FANNY BATLLE BATLLE Unidad de Conductas Adictivas Servicio de Psiquiatría Hospital de la Santa Creu i Sant Pau FERRAN BOLAO BARÓ Servicio de Medicina Interna Hospital Universitari de Bellvitge EUGENI BRUGUERA CORTADA Servicio de Psiquiatría Hospital Universitari Vall d'Hebron JOSEP CADAFALCH ARPA Sección de Enfermedades Infecciosas Departamento de Medicina Interna y Complejo de Urgencias, Emergencias y Críticos (CUEC) Hospital de la Santa Creu i Sant Pau MIQUEL CASAS BRUGUÉ Servicio de Psiquiatría Hospital Universitari Vall d'Hebron Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) XAVIER CASTELLS CERVELLÓ Servicio de Psiquiatría Hospital Universitari Vall d'Hebron Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) CLAUDIO CASTILLO BUENAVENTURA Instituto de Atención Psiquiátrica, Salud Mental y Toxicomanías (IAPS)Hospital del Mar PILAR DURO HERRERO Subdirección General de Drogodependencias Dirección General de Salud Pública Departamento de Salud MIGUEL DEL RÍO MEYER Unidad de Drogodependencias Servicio de Psiquiatría Hospital Mútua de Terrassa JOSÉ A. DEL VILLAR RUIZ DE LA TORRE Servicio de Farmacia Hospital del Mar Instituto Municipal de Asistencia Sanitaria FRANCINA FONSECA CASALS Instituto de Atención Psiquiátrica, Salud Mental y Toxicomanías (IAPS)Hospital del Mar MONTSERRAT FUSTER CASAS Servicio de Medicina Interna Clínica Corachan Barcelona NORMA GARRIGA GARRIGA Consorcio de Educación de Barcelona JOSEP GUARDIA SERECIGNI Unidad de Conductas Adictivas Servicio de Psiquiatría Hospital de la Santa Creu i Sant Pau MICHAEL HERDMAN 3D Health Research, SL manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 4 RAQUEL IBARZ LÓPEZ CARLOS RONCERO ALONSO 3D Health Research, SL Centro de Atención y Seguimiento de Drogodependencias Vall d'Hebron Servicio de Psiquiatría Hospital Universitari Vall d'Hebron Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) JOSEP LLUÍS MATALÍ COSTA Servicio de Psiquiatría y Psicología. Hospital de Sant Joan de Déu Barcelona ANDRÉS MARCO MOURIÑO Centro Penitenciario de Hombres de Barcelona Secretaría de Servicios Penitenciarios, Rehabilitación y Justicia Juvenil Departamento de Justicia LLUÍS SAN MOLINA Servicio de Psiquiatría y Psicología. Hospital Sant Joan de Déu. Barcelona PILAR SARDÀ USTRELL Centro Penitenciario de Quatre Camins JOAQUIM M. SOLÉ MONTSERRAT JOSEP M. OLLÉ OLTRA Subdirección General de Drogodependencias Dirección General de Salud Pública Departamento de Salud Subdirección General de Drogodependencias Dirección General de Salud Pública Departamento de Salud PERE ANTON SOLER INSA MARTA PARDO GALLEGO Servicio de Psiquiatría y Psicología. Hospital de Sant Joan de Déu Barcelona M. CRISTINA PINET OGUÉ Unidad de Conductas Adictivas Servicio de Psiquiatría Hospital de la Santa Creu i Sant Pau JOSEP M. QUERALTÓ COMPAÑÓ Servicio de Bioquímica Hospital de la Santa Creu i Sant Pau Servicio de Psiquiatría Hospital Mútua de Terrassa JORDI TATO DOMINGO Unidad de Patología Dual Sagrado Corazón. Servicios de Salud Mental Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús MARTA TORRENS MÈLIC Instituto de Atención Psiquiátrica, Salud Mental y Toxicomanías (IAPS)Hospital del Mar JOAN TREMOLEDA SINTES LUIS RAJMIL Agència d'Avaluació i Tecnología i Recerca Mèdiques CatSalut. Servicio Catalán de la Salud JAUME ROIG LLAVERÍA Centro de Atención y Seguimiento de Drogodependencias Delta Centro de Salud Mental San Andrés Fundació Vidal i Barraquer JOAN TRUJOLS ALBET Unidad de Conductas Adictivas Servicio de Psiquiatría Hospital de la Santa Creu i Sant Pau Entidades colaboradoras AGENCIA DE EVALUACIÓN DE TECNOLOGÍA E INVESTIGACIÓN MÉDICAS 3D HEALTH RESEARCH, SL manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 5 Índice Prólogo 11 Presentación 13 Introducción 15 Capítulo 1. Descripción del proceso de elaboración del Manual de práctica clínica 1. Establecimiento del grupo de trabajo 2. Identificación y definición del ámbito del manual y elaboración del índice 3. Asignación de los capítulos a los expertos 4. Revisión de los capítulos para identificar puntos de conflicto o incertidumbre 5. Proceso de consenso para resolver los puntos conflictivos identificados 6. Inclusión de las recomendaciones y revisión final del manual 7. Revisiones del Manual de práctica clínica y nuevas acciones que habría que emprender 8. Recomendaciones I. Aspectos generales Capítulo 2. La eficacia de los tratamientos sustitutivos con opioides. Revisión de la evidencia científica 1. La disminución del consumo de opioides ilegales 2. Reducción de las conductas de riesgo para el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) 3. Disminución de las conductas ilegales 4. Disminución del riesgo de sobredosis mortal 5. Mejora de la calidad de vida relacionada con la salud 6. Retención en el tratamiento 7. Conclusiones 17 17 18 18 18 19 21 21 23 25 27 27 29 31 32 32 33 35 Capítulo 3. Fisiología y farmacología de la metadona 1. Farmacocinética 2. Interacciones farmacológicas en pacientes en tratamiento de mantenimiento con metadona 3. Efectos indeseables de la metadona 4. Conclusiones 37 38 Capítulo 4. Elaboración y presentaciones 1. Fórmulas para la elaboración de la solución de metadona 2. Normas para la elaboración de la solución de metadona 3. Conclusiones 49 51 53 55 39 47 47 5 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 6 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica II. Práctica clínica 57 Capítulo 5. Aspectos relacionados con las creencias y actitudes de los profesionales 1. Creencias sobre el proceso de admisión en el tratamiento de mantenimiento con metadona 2. Creencias sobre la supuesta homogeneidad de criterios en el seno del equipo 3. Creencias sobre el objetivo de la abstinencia 4. El marco terapéutico y las actitudes de los profesionales 5. Creencias sobre el mal pronóstico de quien ha fracasado en tratamiento de mantenimiento con metadona 6. Conclusiones 64 64 Capítulo 6. Admisión de los pacientes 1. Factores que intervienen en la elección 2. Criterios de inclusión 67 67 69 Capítulo 7. Recomendaciones para la dosificación de la metadona 1. Información que hay que dar al paciente sobre el tratamiento de mantenimiento con metadona 2. Características del caso que hay que tener en cuenta 3. Pacientes con más riesgo de intoxicarse con la metadona 4. Proceso de inducción 5. Dosis de mantenimiento 6. Utilización de las concentraciones plasmáticas de metadona para su dosificación 71 71 72 72 72 74 Capítulo 8. Control de tóxicos 1. Introducción 2. Estrategias 3. Aspectos preanalíticos 4. Aspectos analíticos 5. Aspectos postanalíticos: interpretación 6. Drogas individuales 77 77 82 83 88 93 96 59 60 61 61 63 74 Capítulo 9. Take home 1. Utilidad 2. Procedimiento 3. Riesgos del take home y su manejo 4. Criterios para conceder el take home 5. Dosis para dispensar 6. Motivos para retirar el privilegio del take home 103 103 104 104 105 106 107 Capítulo 10. Abuso de sustancias en tratamientos de mantenimiento con metadona. Manejo clínico 1. Heroína 2. Alcohol 109 109 110 6 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 7 Índice 3. 4. 5. 6. 7. Benzodiacepinas Cocaína Abuso de múltiples sustancias Monitorización y seguimiento Conclusiones Capítulo 11. Planificación del tratamiento, evaluación del progreso del paciente en tratamiento y valoración clínica continuada 1. Intensidad y duración del tratamiento 2. Motivación para el cambio frente a motivación para el tratamiento 3. Retención en el tratamiento 4. Prevención de recaídas 5. Implicación de la familia y de otros miembros significativos en el tratamiento Capítulo 12. Servicios asociados a los tratamientos de mantenimiento con metadona 1. Utilidad y necesidad de ofrecer servicios médicos y psicosocialesasociados a la dispensación de metadona 2. Tipos de servicios asociados a las terapias de mantenimiento con metadona 3. Aportaciones desde el modelo de reducción de daños relacionados con el consumo a las características generales de los servicios específicos o inespecíficos que atienden a drogodependientes 4. Conclusiones Capítulo 13. Atención orgánica 1. Introducción: actividades preventivas y terapéuticas de las enfermedadesrelacionadas con el consumo de drogas 2. Educación sanitaria 3. Tuberculosis 4. Infecciones de transmisión sexual (ITS) 5. Virus de la hepatitis A (VHA) 6. Virus de la hepatitis B (VHB) 7. Virus de la hepatitis C (VHC) 8. Tétanos 9. Infecciones bacterianas 10. Control médico de los pacientes seronegativos respecto del VIH 111 114 116 118 119 121 122 123 124 125 125 127 127 127 131 134 135 135 135 136 137 139 139 140 141 141 141 Capítulo 14. Manejo del dolor y otras situaciones especiales en pacientes en tratamiento de mantenimiento con metadona 1. Sobredosis de metadona 2. Manejo del tratamiento con metadona en situaciones especiales 143 145 147 Capítulo 15. Manejo del tratamiento del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) 1. Transmisión del VIH y metadona 2. Adherencia a los tratamientos antirretrovirales y metadona 3. Interacciones farmacológicas, metadona y antirretrovirales 149 150 150 151 7 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 8 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica Capítulo 16. Programa de atención a pacientes drogodependientes en tratamiento con agonistas opiáceos en las oficinas de farmacia 1. Competencias profesionales del farmacéutico de OF en la atención a los drogodependientes 2. Desarrollo de los tratamientos de mantenimiento con metadona en las OF 3. Estudio descriptivo de los pacientes en tratamiento de mantenimiento con metadona en las OF 4. Conclusiones 167 167 Capítulo 17. Desintoxicación y alta 1. Motivos para desintoxicarse de la metadona 2. La desintoxicación de metadona 3. Fase posterior a la desintoxicación 169 169 174 176 III. Poblaciones especiales 159 160 160 179 Capítulo 18. Atención a los pacientes con patología dual 1. Concepto de patología dual 2. Prevalencia de la patología dual 3. Diagnóstico 4. Pacientes en terapia de mantenimiento con metadona con psicosis 5. Pacientes en tratamiento de mantenimiento con metadona con trastornos afectivos 6. Pacientes en TMM con trastornos de ansiedad 7. Pacientes en tratamiento de mantenimiento con metadona con trastornos de personalidad 8. Conclusiones 181 181 181 181 182 Capítulo 19. Atención a la mujer embarazada 1. Objetivos 2. Recomendaciones del tratamiento de mantenimiento con metadona 3. Ventajas e inconvenientes de los tratamientos de mantenimiento con metadona en mujeres embarazadas 193 193 194 Capítulo 20. Jóvenes y tratamiento de mantenimiento con metadona 201 Capítulo 21. Tratamientos de mantenimiento con metadona en centros penitenciarios 1. Consumo de drogas y prisión 2. Políticas de tratamiento de drogodependencias en la prisión 3. Conclusiones 205 205 206 210 8 185 189 190 190 196 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 9 Índice IV. Normativa 211 Capítulo 22. Viajar con metadona 213 Capítulo 23. Legislación sobre los tratamientos de mantenimiento con metadona 1. Antecedentes 2. Normativa vigente 217 217 218 Capítulo 24. Metadona y conducción de vehículos de motor 221 Capítulo 25. Derechos de los pacientes 1. El consentimiento informado 225 227 Referencias 231 Anexo 1. Recomendaciones para la administración y el control de Metasedin® comprimidos para el tratamiento de mantenimiento con metadona 255 Anexo 2. Orden de 20 de febrero de 1991, reguladora de los tratamientos que contempla el Real decreto 75/1990, de 19 de enero 259 Anexo 3. Real Decreto 75/1990, de 19 enero, que regula los tratamientos con opiáceos de personas dependientes de los mismos 263 Anexo 4. Real Decreto 5/1996, de 15 de enero, sobre modificación del Real Decreto 75/1990, de 19 de enero, por el que se regulan los tratamientos con opiáceos de personas dependientesde los mismos, y de ampliación de su anexo 269 Anexo 5. Notificación de inclusión en tratamiento con agonistas opiáceos 273 Anexo 6. Lista mensual de usuarios en tratamiento con agonistas opiáceos 275 Anexo 7. Notificación de inclusión en tratamiento con agonistas opiáceos en oficinas de farmacia 277 Anexo 8. Hoja mensual de control del tratamiento con agonistas opiáceos 279 Anexo 9. Guía breve de los tratamientos de mantenimiento con metadona 281 9 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 10 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 11 Prólogo La magnitud de los problemas de salud generados por el consumo y la dependencia de drogas ha motivado que la Administración sanitaria catalana considere la prevención y el abordaje de las drogodependencias como un ámbito de intervención prioritaria, y de este modo queda reflejado en el Plan de salud de Cataluña. Clásicamente, en drogodependencias se han establecido tres niveles de actuación: las políticas de prevención comunitaria, las actividades asistenciales y la rehabilitación psicosocial. Las primeras tienen un marcado componente intersectorial, las actividades asistenciales están vinculadas a los centros de la Red de Atención a las Drogodependencias (XAD) y la rehabilitación tiene un evidente carácter comunitario. Actualmente, la incorporación de nuevos programas terapéuticos y de prevención para hacer frente a las nuevas adicciones y los nuevos patrones de consumo; la mejora del nivel de calidad, equidad y efectividad de los recursos asistenciales; el proceso continuo de formación de los profesionales, y el impulso de la investigación, son elementos indispensables para establecer estrategias dirigidas a reducir el impacto de las drogodependencias en la salud y mejorar la calidad de vida de la población. La mejora de la calidad es uno de los objetivos prioritarios de todos los servicios asistenciales. En consonancia con este objetivo, el Departamento de Salud impulsó en el año 2001 un proyecto de evaluación externa de la calidad de los centros de atención y seguimiento (CAS) de la XAD, con el fin de conocer la situación del sector, garantizar un nivel básico de calidad y servir de impulso para la mejora. Fruto de este proceso, que se llevó a cabo con la implicación de un gran número de profesionales del sector, se elaboró un documento de recomendaciones para el cumplimiento de los indicadores consensuados. La elaboración de protocolos sobre aspectos concretos de la asistencia fue considerada, entre otras recomendaciones, como un elemento de gran relevancia para mejorar la calidad de la atención, ya que el hecho de que las líneas de actuación consten por escrito permite simplificar y agilizar las tareas asistenciales, mejorar la seguridad al disminuir la posibilidad de errores y disminuir la variabilidad. Los manuales y las guías de práctica clínica van un paso más allá de los protocolos, ya que representan no sólo la recopilación de las actuaciones ante una situación determinada, sino que implican el consenso de profesionales de todo un sector que constituyen una referencia para la actuación ante una patología específica. El manual que tienen en las manos es el producto de todo un trabajo de consenso entre profesionales que trabajan día a día en el campo de las adicciones. Su publicación pretende ayudar en la práctica diaria a estos profesionales y contribuir al proceso de mejora de la actividad asistencial en los centros de atención a las drogodependencias, incorporando de forma decidida los principios bioéticos como reflejo del respeto a las personas. MARINA GELI FÀBREGA Consejera de Salud 11 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 12 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 13 Presentación En la segunda mitad de los años ochenta, con la aparición de la infección por el VIH y su elevada prevalencia en la población de consumidores de drogas por vía parenteral, se puso de manifiesto que las estrategias adoptadas hasta el momento para hacer frente al consumo de drogas ilegales podían tener el efecto paradoxal de contribuir a propagar la pandemia más que a controlarla. Este hecho impulsó un cambio en la política sanitaria en materia de drogodependencias. Si inicialmente el objetivo prioritario era la abstinencia completa de sustancias, la necesidad de minimizar los daños asociados al consumo impulsó nuevos programas, entre los cuales destacan los tratamientos de mantenimiento con metadona (TMM). Los tratamientos de mantenimiento con agonistas opiáceos han mejorado notablemente la calidad de vida de los pacientes, al incidir en la disminución de las conductas de riesgo asociadas al consumo, la mortalidad y la conflictividad legal relacionada con las drogodependencias. También han propiciado el control del consumo de opiáceos ilegales, así como la adaptación social y laboral de los pacientes. Son, por lo tanto, una alternativa eficaz tanto para el tratamiento de las drogodependencias, como para la reducción de los riesgos y daños asociados. En el proceso de mejora continua de la calidad de los servicios, se deben examinar y actualizar los procesos asistenciales y los resultados de los TMM en función de las revisiones sistemáticas basadas en la evidencia científica. En Cataluña, los TMM se ofrecen en la totalidad de centros ambulatorios de drogodependencias ampliamente distribuidos por el territorio. Con la experiencia obtenida en estos años de evolución, el volumen Tratamientos de mantenimiento con metadona. El Manual de práctica clínica pretende ser una herramienta útil para disminuir la variabilidad de la práctica clínica y garantizar un nivel óptimo de calidad y una mejora de la atención sanitaria. ANTONI PLASÈNCIA TARADACH Director General de Salud Pública 13 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 14 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 15 Introducción El desarrollo científico experimentado en los últimos años en el ámbito de las drogodependencias ha propiciado, por una parte, un avance importante en el conocimiento de la etiopatogenia de las conductas aditivas y, por otra, la aparición de prometedoras innovaciones terapéuticas. Uno de los retos actuales es la incorporación a la práctica clínica de los nuevos hallazgos según la evidencia científica disponible. Para llegar a este objetivo, aunque existen varios procedimientos, uno de los métodos cada vez más utilizados en otras áreas médicas es la elaboración de guías y manuales de práctica clínica. Estas publicaciones, que recogen la evidencia científica existente, junto con las recomendaciones de expertos, tienen como objetivo llegar a ser instrumentos útiles para mejorar la práctica clínica de los profesionales de la salud y para minimizar la variabilidad en la atención al paciente. El tratamiento de mantenimiento con metadona (TMM), si bien no representa una innovación terapéutica, ya que desde hace décadas constituye el procedimiento de elección para los pacientes dependientes de opiáceos que fracasan repetidamente en los programas libres de drogas, se caracteriza por una gran variabilidad en su aplicación clínica. La elaboración de protocolos y de directrices puede contribuir de manera notable a homogeneizar su práctica. En algunos países existen, desde hace tiempo, guías de práctica clínica sobre los TMM; en Cataluña, sin embargo, no contábamos hasta el momento con ninguna propia. La traducción de una guía ya existente, si bien podía representarun procedimiento rápido y asequible para disponer de este material, implicaba ineludiblemente la adaptación del contenido teniendo en cuenta las especificidades relacionadas con la normativa vigente y las características peculiares del entorno de nuestro país. Esta adaptación habría resultado muy costosa en tiempo y en esfuerzos. Por este motivo, la Subdirección General de Drogodependencias de la Dirección General de Salud Pública consideró más adecuada la elaboración de un texto propio adaptado a las nuevas necesidades y a las recomendaciones más actuales para el manejo de los pacientes en TMM. El manual que presentamos se ha hecho, pues, aplicando las normas básicas utilizadas para la elaboración de guías de práctica clínica, es decir, incluyendo la mejor evidencia posible sobre la base de revisiones sistemáticas de la literatura, con recomendaciones claras y cortas, y en ausencia de una evidencia fiable en la literatura, incorporando la opinión de expertos por medio de técnicas de consenso como el método Delphi. Por otra parte, el manual se ha ampliado con revisiones de cada tema para describir el marco en el que actualmente se desarrollan los TMM. En ediciones futuras, la publicación se ajustará más estrictamente al modelo de guía de práctica clínica, es decir, se obviará la información adicional y el formato será más corto y gráfico. Esperamos que este Manual de práctica clínica contenga toda la información necesaria para que los profesionales sanitarios que trabajan en los TMM pue15 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 16 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica dan optimizar su atención a los pacientes, y sirva para aclarar las dudas que puedan tener en cuanto a los aspectos relevantes de este tipo de tratamiento. Finalmente, queremos dar las gracias a todas las personas que han participado en la elaboración del manual por su dedicación y, sobre todo, por su entusiasmo en el siempre complejo proceso del consenso. JOAN COLOM FARRAN PILAR DURO HERRERO 16 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 17 Capítulo 1 Descripción del proceso de elaboración del Manual de práctica clínica JOAN COLOM FARRAN, MICHAEL HERDMAN, RAQUEL IBARZ LÓPEZ, LLUIS RAJMIL y PILAR DURO HERRERO Este manual desarrolla los aspectos más relevantes de la práctica clínica de los tratamientos de mantenimiento con metadona (TMM). Su objetivo es presentar a los profesionales sanitarios que trabajan con pacientes en TMM un texto de consulta que dé una respuesta rápida a las cuestiones que se plantean en su manejo diario, como las relacionadas con la dosificación y las interacciones farmacológicas del fármaco, los criterios para el take home, los aspectos legales del tratamiento, su situación en los distintos países del mundo o el procedimiento para el transporte de la metadona. También incluye recomendaciones sobre cada uno de los aspectos tratados con el fin de facilitar la toma de decisiones en la práctica clínica, la reducción de la variabilidad en la aplicación del tratamiento, el desarrollo de estándares de calidad asistencial y la mejora de los resultados (Woolf y col. 1999). El proceso de elaboración del manual se ha llevado a cabo según las siguientes pautas: 1. Creación de un grupo de trabajo. 2. Identificación y definición del ámbito del manual y elaboración del índice de capítulos. 3. Asignación a cada experto de los capítulos que va a desarrollar según su experiencia. 4. Revisión conjunta de los capítulos e identificación de los puntos de conflicto o incertidumbre. 5. Realización de un proceso de consenso para resolver los puntos conflictivos identificados. 6. Inclusión de las recomendaciones obtenidas en el proceso de consenso en la versión final del manual y revisión de todos los capítulos en el grupo de trabajo, con la inclusión posterior de las modificaciones con el consentimiento de los autores. 1. Establecimiento del grupo de trabajo El primer paso para la elaboración del Manual de práctica clínica del tratamiento de mantenimiento con metadona fue la creación de un grupo de trabajo constituido por expertos clínicos en TMM y expertos en metodologías de consenso. Uno de los criterios para la constitución del grupo fue la multidisciplinariedad a fin de que estuvieran representados los diferentes profesionales sanitarios que llevan a cabo los TMM. Así, el grupo estuvo integrado por psiquiatras, médicos, psicólogos, diplomados de enfermería, farmacéuticos e investigadores con experiencia en métodos de consenso. 17 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 18 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica 2. Identificación y definición del ámbito del manual y elaboración del índice Los temas que iban a tratarse fueron seleccionados por consenso entre todos los integrantes del grupo de trabajo, partiendo de una primera propuesta de los coordinadores, con el objetivo de abordar aspectos de actuación clínica, pero también aspectos legales y organizativos. 2.1. Elaboración del índice del manual A partir de los temas seleccionados, se elaboró el índice de capítulos que constituirían el cuerpo del manual. En total surgieron veinticinco capítulos divididos en cuatro bloques básicos: “Aspectos generales” (del capítulo 2 al 4), “Práctica clínica” (del capítulo 5 al 17), “Poblaciones especiales” (del capítulo 18 al 21) y “Normativa” (del capítulo 22 al 25). 3. Asignación de los capítulos a los expertos Una vez definidos, los capítulos se distribuyeron entre los profesionales del grupo de trabajo, de acuerdo con su experiencia y su interés, para su desarrollo. Se programaron reuniones mensuales para seguir el proceso de redacción y también para discutir el contenido del primer borrador de cada uno de los capítulos. Aunque no se ha hecho una revisión sistemática de cada apartado, puesto que no hay evidencia científica sobre todos los temas abordados, se ha pedido a los autores que la revisión bibliográfica aborde el análisis de la mejor evidencia disponible para apoyar las recomendaciones del manual y/o que se basen en revisiones sistemáticas recientes y, en general, en la evidencia más relevante sobre las materias tratadas. 4. Revisión de los capítulos para identificar puntos de conflicto o incertidumbre Las primeras versiones de los capítulos fueron revisadas por el grupo de trabajo con el fin de identificar los puntos de conflicto o de incertidumbre, especialmente aquellos capítulos que requerían ser sometidos a un proceso de consenso para poder llegar a recomendaciones claras para incluir en el manual. En algunos casos, no fue posible fundamentar las recomendaciones de los capítulos en los resultados de la revisión sistemática. Por este motivo, el grupo de trabajo responsable de la revisión del contenido elaboró un conjunto de recomendaciones relativas a algunos aspectos de los TMM sobre los que hay un nivel bajo de evidencia científica y/o un grado elevado de variabilidad en la práctica clínica. 18 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 19 Capítulo 1. Descripción del proceso de elaboración del Manual de práctica clínica 5. Proceso de consenso para resolver los puntos conflictivos identificados Las recomendaciones relativas a temas sobre los que hay un bajo nivel de evidencia científica y/o un grado elevado de variabilidad en la práctica clínica se sometieron a un proceso de consenso. Para llegar al consenso de aceptación de las recomendaciones se siguió el método Delphi. 5.1. Método Delphi: características generales El método Delphi utiliza un procedimiento, minuciosamente elaborado, para medir y promover el consenso entre expertos a través de la comunicación indirecta entre los participantes. Esta técnica consiste en remitir, en rondas sucesivas, una serie de cuestionarios por correo (en este caso, por correo electrónico), de las cuales se obtiene la información que constituirá la base de los cuestionarios siguientes. El método Delphi presenta tres características fundamentales: Respuestas anónimas Ninguno de los expertos consultados conoce las respuestas individuales del resto de participantes. Interacción y retroalimentación controladas De esta manera, los expertos van conociendo los distintos puntos de vista y pueden ir modificando su opinión. Respuesta del grupo en forma cuantitativa Posibilidad de indicar el grado de acuerdo obtenido para cada uno de los elementos introducidos. 5.1.1. Método Delphi El método Delphi consta de tres fases: Fase 1. Exploración del tema de discusión y elaboración de la primera versión del cuestionario de consenso. Fase 2. Entrega de la primera versión del cuestionario de consenso al grupo de expertos, para desarrollar, posteriormente, nuevas versiones del cuestionario en las que únicamente se incluirán los puntos que no hayan alcanzado un nivel de consenso aceptable en los cuestionarios anteriores. Fase 3. Evaluación de los resultados y, en este caso, selección definitiva de las recomendaciones que se incluirán en el manual. En el caso del desarrollo del Manual de práctica clínica, durante la fase 1, el grupo de trabajo elaboró un documento inicial en el que se detallaron los puntos que se consideraron susceptibles de ser sometidos a consenso, ante la falta de evidencia clínica y la conveniencia de hacer recomendaciones al respecto. 19 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 20 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica El documento inicial, con 33 temas, fue el primer paso para la elaboración de la primera versión del cuestionario de consenso. Para poder redactar los temas incluidos en el documento inicial de forma adecuada para el Delphi, así como para poder añadir otros aspectos que pudieran resultar importantes y susceptibles de ser sometidos a un proceso de consenso, se realizó una reunión con los expertos. A partir de la reunión de expertos, se eliminaron un total de 7 temas de los 33 propuestos en el documento inicial, además (a) se modificó el formato original de los 24 temas escogidos, (b) se conservó la formulación original de 2 y (c) se sugirieron 7 temas nuevos, de los cuales se aceptaron 6 para incluirlos en el cuestionario definitivo. En total, el cuestionario resultante constó de 32 puntos formulados en forma de recomendaciones, agrupadas en cuatro secciones distintas: • “Entrada, seguimiento y finalización en el tratamiento de mantenimiento en metadona” (16 puntos) • “Take home” (5 puntos) • “Embarazo” (3 puntos) • “Otros temas” (8 puntos) Las opciones de respuesta posibles fueron: • “Muy de acuerdo con que se incluya como recomendación” • “De acuerdo con que se incluya como recomendación” • “En desacuerdo con que se incluya como recomendación” • “Muy en desacuerdo con que se incluya como recomendación” El criterio que se utilizó para considerar que se había llegado a consenso o no en cada una de las recomendaciones se estableció a priori del análisis de los datos, y se definió que habría consenso en cada una de las recomendaciones cuando las parejas de respuestas “Muy de acuerdo-De acuerdo” o ”Muy en desacuerdoEn desacuerdo” acumularan al menos el 90% del total de respuestas. En la fase 2 del Delphi, el cuestionario se sometió a un amplio grupo de profesionales del campo de las drogodependencias, y al mismo grupo de trabajo. Así, contestaron un total de 44 profesionales con experiencia reconocida en el tratamiento de mantenimiento con metadona. Se buscó la multidisciplinariedad del grupo con el fin de garantizar la máxima representatividad. El grupo estuvo formado por médicos, enfermeras, psicólogos, farmacéuticos y trabajadores sociales, entre otros. A todos ellos se les envió por correo electrónico una carta de presentación en la que se les invitaba a participar. Una vez accedieron a participar, se envió otra carta explicando detalladamente el procedimiento que había que seguir y en la que se adjuntaba el cuestionario que había que rellenar. Se dio un margen de cinco días para devolver el cuestionario contestado. 5.1.2. Resultados del proceso de consenso Delphi En total se logró un consenso en 28 de los 32 puntos que se incluyen al final de los capítulos correspondientes. En la primera ronda del proceso, se alcanzó un 20 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 21 Capítulo 1. Descripción del proceso de elaboración del Manual de práctica clínica consenso en 17 de los 32 puntos; en la segunda ronda, se alcanzó un consenso en 7 puntos, y en la tercera ronda, se alcanzó un consenso en 4 puntos. Las rondas en las que se fueron consensuando los puntos se muestran en la tabla 1. Tabla 1. Número de recomendaciones consensuadas en el cuestionario Delphi por rondas Elementos de respuesta consensuada en el cuestionario Delphi 1.ª ronda 2.ª ronda 3.ª ronda Total Sección 1 9 3 2 14 Sección 2 2 2 1 5 Sección 3 3 - - 3 Sección 4 3 2 1 6 Total 17 7 4 28 6. Inclusión de las recomendaciones y revisión final del manual Se realizó una última reunión con los autores del manual con el objetivo de consensuar las recomendaciones propias de cada capítulo. Este proceso se llevó a cabo a través de grupos de discusión (establecidos según la temática de los capítulos) en los que los autores elaboraron las recomendaciones más destacables de cada capítulo. Al final de cada capítulo del manual constan estas recomendaciones. La última fase de la elaboración del manual consistió en una revisión exhaustiva de todos los capítulos por parte de los coordinadores. Todos los cambios propuestos fueron aprobados por los autores correspondientes. 7. Revisiones del Manual de práctica clínica y nuevas acciones que habría que emprender Ante los continuos avances científicos en el campo de las drogodependencias y de acuerdo con la medicina basada en la evidencia, el desarrollo de un manual como éste no puede constituir un proceso estático que finalice con su publicación y presentación, sino que debería contemplar la posibilidad de una actualización periódica para poder incorporar nuevas ideas y evidencias. Para este manual se prevé una actualización periódica cada cuatro años, a través de una revisión que se realizará sobre la base de las nuevas evidencias científicas disponibles. Uno de los objetivos de la publicación del Manual de práctica clínica es facilitar la toma de decisiones de los profesionales que llevan a cabo TMM y disminuir la variabilidad en su práctica clínica. Para valorar este efecto y, por lo tanto, el impacto del manual, se elaboró un cuestionario que recogía los 21 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 22 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica Figura 1. Esquema del proceso de elaboración del Manual de práctica clínica Revisión literatura. Diseño índice del manual (25 capítulos) Asignación/Elaboración de los capítulos por parte de 35 expertos Revisión de los capítulos: detección de 33 puntos de conflicto Metaplan con expertos y discusión de los 33 temas propuestos • • • • Se eliminaron 7 temas de la lista propuesta Se conservó la formulación original de 2 temas de la lista propuesta Se modificó el formato de 24 temas de la lista propuesta Se sugirieron 7 temas nuevos, de los que se aceptaron 6 para incluirlos en el cuestionario definitivo Desarrollo del cuestionario para el proceso de consenso Delphi Cuestionario Delphi: 32 elementos Sección Sección Sección Sección 1: 2: 3: 4: Entrada, seguimiento y finalización en TMM (16 elementos) Take home (5 elementos) Embarazo (3 elementos) Otros temas (8 elementos) Selección de participantes en el proceso de consenso Delphi (44 expertos) DELPHI Panel de expertos 22 + Respuestas al 1.er cuestionario + Lectura respuestas del grupo y comparación con las propias emitidas en la 1.ª ronda. + Respuestas al 2.º cuestionario + Análisis estadístico de las respuestas. + Incorporación resultados al 3.er cuestionario y envío 3.ª ronda 2.ª ronda 1.ª ronda Grupo coordinador + erEnvío del 1. cuestionario de consenso + Análisis estadístico de las respuestas. + Incorporación resultados al 2.º cuestionario y envío Informe final + Lectura respuestas del grupo y comparación con las propias emitidas en la 2.ª ronda. + Respuestas al 3.er cuestionario manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 23 Capítulo 1. Descripción del proceso de elaboración del Manual de práctica clínica aspectos más relevantes de los temas tratados en los distintos capítulos. Este cuestionario se entregó a una muestra representativa de profesionales de la Red de Atención a las Drogodependencias (XAD) antes de la publicación de la primera versión del manual y de nuevo al cabo de 18 meses. 8. Recomendaciones Al final de cada capítulo del manual, aparecen una serie de recomendaciones que fueron debidamente consensuadas durante una reunión con los autores de los capítulos. Las recomendaciones marcadas en color verde corresponden a las que surgieron y se consensuaron a través del método Delphi. En negrita se resaltan las recomendaciones basadas en la evidencia científica. El resto son acuerdos de los grupos de discusión de los autores durante la última reunión de trabajo. 23 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 24 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 25 I. Aspectos generales manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 26 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 27 Capítulo 2 La eficacia de los tratamientos sustitutivos con opioides. Revisión de la evidencia científica MARTA TORRENS MÈLICH y FRANCINA FONSECA CASALS Desde la introducción a mediados de los años sesenta, por Dole y Nyswander, de los tratamientos de mantenimiento de metadona (TMM), los programas sustitutivos con opioides se han convertido en una de las principales estrategias terapéuticas para el tratamiento de la dependencia de la heroína. Actualmente, se acepta que en los pacientes que siguen un TMM disminuyen el consumo de opioides ilegales, el riesgo de infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), las conductas ilegales relacionadas con el consumo y el riesgo de mortalidad, y también mejora la calidad de vida. Dado que la bibliografía disponible sobre los efectos beneficiosos de los TMM es muy amplia, a efectos de este manual los autores se han basado en los resultados obtenidos en una revisión exhaustiva de los artículos de revisión sistemática sobre la eficacia/efectividad de los TMM analizados con técnicas de metanálisis. Finalmente, se han incluido seis metanálisis (Caplehorn y col., 1996a; Glanz y col., 1997; Marsch, 1998; West y col., 2000; Barnett y col., 2001; Farré y col., 2002) que revisan la eficiencia / efectividad de los TMM en: • • • • • • La disminución del consumo de opioides ilegales. La disminución de las conductas de riesgo para el VIH. La disminución de las actividades ilegales. La disminución del riesgo de sobredosis mortal. La mejora de la calidad de vida relacionada con la salud (CVRS). La tasa de retención de los pacientes, ya que todos los efectos anteriores se obtienen mientras el paciente sigue en tratamiento. 1. La disminución del consumo de opioides ilegales La revisión de la evidencia científica sobre la efectividad de la metadona para disminuir el consumo de opioides ilegales (heroína) durante el tratamiento sustitutivo se ha llevado a cabo en varios metanálisis (Glanz y col., 1997; Marsch, 1998; Barnett y col., 2001; Farré y col., 2002). El metanálisis realizado por Glanz y col. (1997) se realizó en estudios clínicos aleatorizados controlados de la metadona frente al levoacetilmetadol (LAAM). El metanálisis de Marsch (1998) incluyó estudios no controlados (estudios de efectos de preintervención y posintervención o metadona frente a no tratamiento). En West y col. (2000) y Barnett y col. (2001), se incluyen ensayos clínicos aleatorizados controlados de metadona frente a buprenorfina. En el estudio clínico realizado por Farré y col. (2002) se han revisado todos los ensayos clínicos aleatorizados, controlados y doble ciego en los que se ha comparado la efectividad del TMM con respecto a la del placebo (Strain y col., 1993) en función de la dosis de metadona (Ling y col., 1976; 27 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 28 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica Johnson, 1992; Strain y col., 1993; Kosten y col., 1993; Banys y col., 1994; Ling y col., 1996; Schottenfeld y col., 1997; Strain y col., 1999) o con buprenorfina (a diferentes dosis) (Johnson y col., 1992; Kosten y col., 1993; Strain y col., 1994a;b; Ling y col., 1976; Schottenfeld y col.) o LAAM (Jaffe y col., 1977; Ling y col., 1976; Panell y col., 1977) sobre el consumo de opioides ilegales, evaluado mediante su determinación en controles de orina (véase tabla 1). Tabla 1. Características de los estudios incluidos para evaluar la eficacia de los tratamientos de mantenimiento con metadona sobre el consumo de opioides ilegales y la retención en el tratamiento Estudio Fármacos Dosis (mg/día) N.º Retención N.º (%) Uso de opioides ilegales N.º (%) Jaffe y col., 1972 Metadona LAAM 55 65, L/Mi/V 15 19 13 (87) 14 (74) 4 (27) 10 (53) Ling y col., 1976 Metadona Metadona LAAM 100 50 80, L/Mi/V 142 146 142 74 (52) 61 (42) 44 (31) 38 (27) 37 (25) 27 (19) Panell y col., 1977 Metadona Metadona LAAM 100 50 80, L/Mi/V 20 20 20 17 (85) 14 (70) 12 (60) Newman y col., 1979 Metadona Placebo 97 50 50 38 (76) 5 (10) Johnson y col., 1992 Metadona Metadona Buprenorfina 60 20 8 54 55 53 17 (31) 11 (20) 22 (42) 30 (56) 39 (71) 25 (47) Strain y col., 1993 Metadona Metadona Placebo 50 20 84 82 81 44 (52) 34 (41) 17 (21) 47 (56) 55 (67) 60 (74) Kosten y col., 1993 Metadona Metadona Buprenorfina Buprenorfina 65 35 6 2 35 34 28 28 Banys y col., 1994 Metadona Metadona 80 40 19 19 16 (84) 15 (79) Strain y col., 1994a Metadona Buprenorfina 67 11 27 24 16 (59) 13 (54) 16 (59) 13 (54) Strain y col., 1994b Metadona Buprenorfina 54 9 80 84 45 (56) 47 (56) 38 (48) 46 (55) Ling y col., 1996 Metadona Metadona Buprenorfina 80 30 8 75 75 75 39 (52) 30 (40) 26 (35) Schottenfeld y col., 1997 Metadona Metadona Buprenorfina Buprenorfina 65 20 12 4 28 30 29 29 18 14 16 10 Strain y col., 1999 Metadona Metadona 90 46 95 97 57 (60) 54 (56) 28 17 16 21 20 (64) (47) (55) (34) 13 21 17 22 (49) (47) (75) (71) (46) (70) (59) (76) 50 (53) 60 (62) manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 29 Capítulo 2. La eficacia de los tratamientos sustitutivos con opioides. Revisión de la evidencia científica Los principales resultados obtenidos se describen en la tabla 2 y se resumen en: • La metadona a dosis ≥ 50 mg/día es 2,4 veces más eficaz que el placebo y 1,7 veces más eficaz que la metadona a dosis < 50 mg/día a la hora de reducir el consumo de opioides ilegales. • La metadona a dosis ≥ 50 mg/día y la buprenorfina a dosis ≥ 8 mg/día presentan un riesgo similar de consumo de opioides ilegales. • La metadona a dosis ≥ 50 mg/día es 3,4 veces superior a la buprenorfina a dosis < 8 mg/día a la hora de reducir el consumo de opioides ilegales. • La metadona a dosis ≥ 50 mg/día es similar al LAAM en el consumo de opioides ilegales. • Las dosis de metadona < 50 mg/día no difieren del placebo en su eficacia a la hora de disminuir el consumo de opioides ilegales. Tabla 2. Eficacia de la metadona (≥ 50 mg/d), sobre el consumo de opioides ilegales; con la metadona (< 50 mg/d), buprenorfina (< 8 mg/d y ≥ 8 mg/d), LAAM y placebo (odds ratio e intervalos de confianza) Condiciones farmacológicas OR (95 % IC) Metadona ≥ 50 mg/d frente a placebo 2,44 (1,35-4,43) Metadona ≥ 50 mg/d frente a metadona < 50 mg/d 1,72 (1,26-2,36) Metadona ≥ 50 mg/d frente a buprenorfina < 8 mg/d 3,39 (1,87-6,16) Metadona ≥ 50 mg/d frente a buprenorfina ≥ 8 mg/d 0,08 (0,75-1,57) Metadona ≥ 50 mg/d frente a LAAM 0,72 (0,46-1,11) Así pues, y de acuerdo con los estudios disponibles en la actualidad, el mantenimiento con metadona a dosis ≥ 50 mg/día o con buprenorfina a dosis ≥ 8 mg/día es el tratamiento más eficaz para disminuir el consumo de opioides ilegales. 2. Reducción de las conductas de riesgo para el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) Uno de los hallazgos más relevantes desde el punto de vista de la salud pública e individual de los TMM ha sido su capacidad para disminuir la diseminación de la infección por el VIH. Éste es el principal motivo de la gran expansión que desde principio de los años 90 han experimentado los tratamientos con sustitutivos opioides en España y en la mayoría de los países europeos (Farrell y col., 2000). La efectividad de los TMM para disminuir las conductas de riesgo de infección por el VIH ha sido revisada en el estudio de Gibson y col. (1999) y analizada con técnicas de metanálisis por Marsch (1998). En el metanálisis de Marsch se incluyeron los estudios en los que se había administrado una dosis de mantenimiento de metadona diaria fija, independientemente del consumo ilegal 29 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 30 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica reciente, y acompañada de otros servicios auxiliares, como el de orientación (counseling). También se incluyeron los diseños experimentales en los que se comparó el TMM con un grupo de control formado por heroinómanos sin tratamiento, así como los estudios con diseño de evaluación pretratamiento y postratamiento de las diferentes variables. Se excluyeron los estudios que sólo comparaban las variaciones en las dosis y en los tipos de tratamiento. Los sujetos de los estudios incluidos en el metanálisis eran dependientes de opiodes, sin ningún otro diagnóstico psiquiátrico comórbido. La evaluación de las conductas de riesgo para el VIH se basó en el autorregistro de consumos endovenosos, de compartir material de inyección y de conductas sexuales de riesgo. Finalmente, el metanálisis incluyó ocho estudios: Abdul-Quader y col. (1987), Ball y col. (1991), Bellis (1993), Carballo-Dieguez y col. (1994), Longshore y col. (1993), Meandzija y col. (1994), Metzger y col. (1993) y Williams y col. (1992); cuyas características se incluyen en la tabla 3. El análisis mostró una reducción significativa en las conductas de riesgo para el VIH y una repercusión del efecto globalmente pequeño-moderado (r = 0,22). Así pues, todos estos datos confirman el efecto beneficioso de los TMM como estrategia para disminuir algunas conductas de riesgo de infección por el VIH. Tabla 3. Características de los estudios incluidos para evaluar la eficacia de los tratamientos de mantenimiento con metadona sobre las conductas de riesgo para el VIH Duración de la Medida intervención de evaluación (meses) Tamaño de la muestra Grupos de comparación Abdul-Quader y col., 1987 223 Distinta duración del tiempo en tratamiento Ball y col., 1991 388 Medidas pre y post admisión en TMM 12 Bellis, 1992 41 Medidas pre y post admisión en TMM Carballo-Dieguez y col., 1994 81 Estudio Consumo iv, Mediana = 58 compartir material de inyección r d Significación One tailed (p) 0,18 0,36 0,003 Consumo iv 0,16 0,32 0,001 12 Ingresos por prostitución 0,48 1,10 0,001 TMM frente a no tratamiento 1 Consumo iv 0,15 0,31 0,08 Longshore y col., 1994 Mediana = 315 TMM frente a no tratamiento 12 Compartir jeringas, n.º de parejas sexuales 0,12 0,24 0,015 Meandzija y col., 1994 424 TMM frente a no tratamiento 12 Consumo iv 0,21 0,43 0,0001 Metzger y col., 1993 227 TMM frente a no tratamiento No consta Compartir jeringas y conductas de riesgo 0,17 0,35 0,0049 0,23 0,48 0,01 Williams y col., 1992 30 98 Grupo en tratamiento continuado frente a grupo con tratamiento interrumpido Compartir Mediana = 39 jeringas, n.º de parejas manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 31 Capítulo 2. La eficacia de los tratamientos sustitutivos con opioides. Revisión de la evidencia científica 3. Disminución de las conductas ilegales Uno de los beneficios sociales relacionados con los TMM es su capacidad de disminuir la conflictividad legal relacionada con el consumo de heroína. También en esta variable nos basamos en el metanálisis realizado por Marsch (1998), en el que se revisaron 24 estudios que cumplían los criterios de inclusión y exclusión señalados en el apartado de disminución de las conductas de riesgo para el VIH. La evaluación de las conductas ilegales se basó en datos obtenidos de autorregistros y revisiones de las historias legales sobre el número de detenciones, ingresos en prisión y juicios pendientes. Los estudios se agruparon según el tipo de actividad ilegal evaluada: • Estudios en los que sólo se evaluaban los delitos relacionados con drogas (Dole y col., 1969; Cushman, 1971). • Estudios que evaluaban tanto los delitos relacionados con las drogas como los delitos contra la propiedad (Cleveland y col., 1974; DeAngelis y col., 1975/1976; Hunt y col., 1984a). • Estudios que evaluaban los delitos relacionados o no con las drogas (Dole, 1968; Cushman, 1972; Haymin, 1973; Lukoff y col., 1973; Edwards y col., 1975; Schut y col., 1975; Boudoris, 1976; Baile y col., 1986; 1991). Hay que indicar, además, que se excluyeron los estudios que no especificaban el tipo de delito (Jaffe y col., 1969; Perkins y col., 1970; DuPont y col., 1971; Gearing, 1971; Newman y col., 1973) (véase tabla 4). Tabla 4. Características de los estudios incluidos para evaluar la eficacia de los tratamientos de mantenimiento con metadona sobre las conductas ilegales Estudio Tamaño de Grupos de la muestra comparación Tipo de delito Duración de la intervención (meses) Medida de evaluación (n.º) r d Significación One tailed (p) Dole y col., 1969 28 TMM frente a no tratamiento Relacionado con drogas 7-10 Encarcelamiento 0,76 2.33 0,0000 Cushman, 1971 81 Pre y post admisión Relacionado con drogas 12 Detenciones 0,63 1.64 0,0000 Cleveland y col., 1974 230 Pre y post admisión Relacionado con drogas y contra la propiedad 12 Detenciones 0,20 0.42 0,001 DeAngelis y col., 1975/6 131 Pre y post admisión Relacionado con drogas y contra la propiedad 12 Detenciones 0,27 0.56 0,001 Hunt y col., 1984a 510 TMM frente a no tratamiento Relacionado con drogas y contra la propiedad - Actividad delictiva autodeclarada 0,21 0.44 0,0000 Dole y col., 1968 912 Pre y post admisión Con y sin relación con drogas 12 Detenciones 0,21 0.44 0,0000 Cuhsman, 1972 99 Pre y post admisión Con y sin relación con drogas 12 Detenciones 0,31 0.65 0,001 Haymin, 1973 416 Pre y post admisión Con y sin relación con drogas 12 Detenciones 0,26 0.54 0,0000 Lukoff y col., 1973 765 Pre y post admisión Con y sin relación con drogas 12 Acusaciones 0,13 0.27 0,0001 Edwards y col., 1975 75 Pre y post admisión Con y sin relación con drogas 12-18 Detenciones y condenas 0,18 0.37 0,05 Schut y col., 1975 65 Pre y post admisión Con y sin relación con drogas 28 Detenciones 0,38 0.83 0,001 Boudoris, 1976 107 Pre y post admisión Con y sin relación con drogas 12 Detenciones 0,17 0.34 0,04 Ball y col., 1986 y 1991 617 Pre y post admisión Con y sin relación con drogas 6-54 Actividad delictiva autodeclarada 0,12 0.25 0,0001 31 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 32 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica Los resultados obtenidos son los siguientes: • Los estudios que evaluaron sólo delitos relacionados con las drogas mostraron una repercusión importante (r = 0,70) del efecto del TMM sobre la disminución de estas actividades ilegales. • Los estudios que evaluaron tanto los delitos relacionados con las drogas como con la propiedad mostraron una repercusión moderada-pequeña (r = 0,23) del efecto del TMM sobre la disminución de los delitos relacionados con las drogas y contra la propiedad. • Los estudios que evaluaron los delitos relacionados o no con las drogas no encontraron resultados significativos del TMM sobre estas actividades ilegales, así que la repercusión del efecto es pequeña (r = 0,17). Como conclusión, y como era de esperar, se puede afirmar que la efectividad de los TMM es más evidente en los delitos relacionados con las drogas que con los que no lo están. 4. Disminución del riesgo de sobredosis mortal Los pacientes heroinómanos presentan un elevado riesgo de muerte. Antes de la diseminación de la infección del VIH, la principal causa del exceso de mortandad eran los episodios de sobredosis. La efectividad de los TMM sobre el riesgo relativo de muerte (no relacionada con el VIH) en los heroinómanos ha sido revisada y analizada por Caplehorn y col. (1996a). Se incluyeron, en este metanálisis, los estudios en los que se presentaban tanto datos sobre el riesgo de muerte de heroinómanos como del efecto del TMM sobre este riesgo. Los estudios incluidos fueron los siguientes: Gearing y col., 1974; Cushman, 1977; Gröndbladh y col., 1990; Poser y col., 1995; Caplehorn y col., 1996a. Los cinco estudios incluidos son estudios de cohorte de pacientes en TMM con diferentes grupos control (véase tabla 5). Los resultados combinados de estos estudios indicaron que el TMM reduce el riesgo relativo de muerte de los adictos en una cuarta parte, RR 0,25 (95% IC 0,19-0,33) porque reduce la probabilidad de morir por sobredosis. Así pues, los TMM disminuyen el riesgo de muerte en los pacientes heroinómanos. 5. Mejora de la calidad de vida relacionada con la salud La efectividad de los TMM sobre la calidad de vida relacionada con la salud (CVRS) se ha evaluado en estudios realizados por Torrens (Torrens y col., 1997, 1999). Se trata de estudios observacionales de evaluación preintervención y posintervención, y en algunos casos, con grupo de control sin tratamiento de mantenimiento. 32 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 33 Capítulo 2. La eficacia de los tratamientos sustitutivos con opioides. Revisión de la evidencia científica En el estudio de Torrens y col. (1997), se estudió una cohorte de 135 pacientes que iniciaron un TMM y fueron evaluados el 1.er, 3.er, 12.º, 24.º y 36.º mes después de haberlo iniciado. Además, también se evaluó a los pacientes que habían iniciado el TMM y lo habían abandonado después del primer año, comparando los resultados obtenidos en estos pacientes (que actuaron como grupo de control) con los de los demás pacientes que seguían con el TMM. La CVRS fue evaluada según la versión española estandarizada del Perfil de Salud de Nottingham (Alonso y col., 1994). Los resultados obtenidos mostraron una clara mejora de la CVRS en los pacientes que permanecían en TMM, con una repercusión del efecto de 1,15. Además, cuando al cabo de dos años se compararon los resultados, se observó que los pacientes que seguían en TMM presentaban una mejor CVRS que los que lo habían abandonado (t = 2,12; p < 0,02). 6. Retención en el tratamiento Los beneficios de los tratamientos sustitutivos sobre las diferentes variables, ya comentadas, dependen básicamente del mantenimiento del paciente en el mismo. Precisamente, la retención es uno de los puntos más importantes a la hora de evaluar cualquier tratamiento en medicina, pero en el caso concreto de las toxicomanías, se convierte en realmente importante, ya que uno de los principales problemas de muchos de los tratamientos diseñados para estos pacientes es su escasa capacidad de retención. Así, una de las principales causas del fracaso de muchos de los tratamientos con antagonistas como la naltrexona ha sido su escasa retención. Tabla 5. Características de los estudios incluidos para evaluar la eficacia de los tratamientos de mantenimiento con metadona sobre el riesgo de muerte de los dependientes de opiáceos Estudio Gearing y col., 1974 Cushman, 1977 Grupos de comparación Durante el TMM Duración del seguimiento Persona/año (años) Muerte Tasa Riesgo estimado RR, (95% IC) 14.474 110 7,6 0,27 (0,18 – 0,40) 1.170 33 28,2 1.623 25 15,4 291 14 47,1 1.143 16 14 1.406 80 57 1/2- 5 149 3 20 167 14 84 11-20 1.792 9 5 2.004 33 16,5 ≤≤ 6 Después del TMM Durante el TMM 0-10 Después del TMM Durante el TMM Gröndbladh y col., 1990 Después del TMM, sin tratamiento, en lista de espera Poser y col., 1995 Durante el TMM Caplehorn y col., 1996a Durante el TMM 8-21 0,25 (0,14 – 0,42) Sin tratamiento Después del TMM 0,32 (0,17 – 0,62) 0,22 (0,06 – 0,80) 0,30 (0,15 – 0,64) 33 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 34 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica En el metanálisis realizado por Farré y col. (2002) se han revisado todos los ensayos clínicos aleatorizados, controlados y doble ciego en los que se ha comparado la capacidad de retención en TMM respecto a la del placebo (Newman y col., 1979; Strain y col., 1993); en función de la dosis de metadona (Ling y col., 1976; Panell y col., 1977; Johnson, 1992; Strain y col., 1993; Banys y col., 1994; Ling y col., 1996; Schottenfeld y col., 1997; Strain y col., 1999); respecto a la buprenorfina (en diferentes dosis) (Johnson y col., 1992; Kosten y col., 1993; Strain y col., 1994a; b; Ling y col., 1996; Schottenfeld y col., 1997); y respecto al LAAM (Jaffe y col., 1972; Ling y col., 1976; Panell y col., 1977). Las características de estos estudios se describen en la tabla 1 de este capítulo. Los resultados obtenidos se pueden resumir en los siguientes puntos (véase tabla 6): • La metadona a dosis ≥ 50 mg/día es casi 9 veces más eficaz que el placebo y 1,3 veces más eficaz que la metadona a dosis < 50 mg/día a la hora de retener al paciente en tratamiento. • La metadona a dosis ≥ 50 mg/día y la buprenorfina a ≥ 8 mg/día presentan un riesgo similar de no retención en el tratamiento. • La metadona a dosis ≥ 50 mg/día es 2,7 veces superior a la buprenorfina a dosis < 8 mg/día a la hora de retener al paciente en tratamiento. • La metadona a dosis ≥ 50 mg/día es casi 2 veces superior al LAAM a la hora de retener en tratamiento. Tabla 6. Eficacia de la metadona (≥ 50 mg/d) sobre el fracaso en la retención en el tratamiento; comparación con metadona (< 50 mg/d), buprenorfina (< 8 mg/d o ≥ 8 mg/d), LAAM y placebo (odds ratio e intervalos de confianza) Condiciones farmacológicas OR (95% IC) Metadona > 50 mg/d frente a placebo 8,76 (3,82-20,07) Metadona > 50 mg/d frente a metadona < 50 mg/d 1,25 (0,94-1,67) Metadona > 50 mg/d frente a buprenorfina < 8 mg/d 2,72 (1,12-6,58) Metadona > 50 mg/d frente a buprenorfina > 8 mg/d 1,14 (0,83-1,59) Metadona > 50 mg/d frente a LAAM 1,92 (1,31-2,81) Así pues, y de acuerdo con los resultados de este metanálisis, el mantenimiento con metadona a dosis ≥ 50 mg/día o con buprenorfina a dosis ≥ 8 mg/día es el que retiene mejor al paciente en tratamiento. 34 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 35 Capítulo 2. La eficacia de los tratamientos sustitutivos con opioides. Revisión de la evidencia científica 7. Conclusiones En la actualidad, se dispone de una clara evidencia científica sobre la eficacia de los tratamientos sustitutivos con agonistas opioides (metadona, buprenorfina y LAAM) en la disminución del consumo de opioides ilegales y en la retención en el tratamiento, aunque con diferencias según la dosis y el fármaco utilizado. Además, los tratamientos con metadona como fármaco sustitutivo han demostrado la efectividad en la disminución de las conductas de riesgo para el VIH, en la reducción de la conflictiva legal con las drogas y en la mejora de la CVRS de los pacientes dependientes de opioides que siguen el tratamiento. NOTA: La Dra. Marta Torrens Mèlich ha recibido recientemente el Premio Nyswander-Dole, 2004 otorgado por la Asociación Americana para el Tratamiento de la Dependencia de Opiáceos. 35 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 36 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 37 Capítulo 3 Fisiología y farmacología de la metadona LUIS SAN MOLINA, MARTA PARDO GALLEGO y JOSEP LLUIS MATALI COSTA La metadona (6-dimetilamino-4,4-difenil-3-heptanona) es un opioide sintético, con actividad µ y propiedades farmacológicas cualitativamente similares a las de la morfina. Los efectos de la metadona, como en el caso de otros opioides, se relacionan fundamentalmente con su acción sobre el sistema nervioso central (SNC) y el periférico, así como con su capacidad para inducir la liberación de histamina. Tabla 1. Agonistas opioides Actividad intrínseca en cada tipo de receptor Mu (µ) Delta (δ) Kappa (κ) Heroína +++ + + Metadona +++ + + Morfina +++ + + Codeína + + + Buprenorfina ++ - -? Entre sus propiedades destaca la efectividad analgésica, la buena absorción por vía oral, la capacidad para suprimir de forma prolongada la sintomatología de abstinencia de opiáceos y la tendencia a mostrar efectos persistentes con la administración repetida. Los efectos mióticos y depresores de la función respiratoria pueden ser detectados hasta 24 horas después de una dosis única y, en algunos pacientes, con la administración repetida se observa una sedación significativa. Los efectos sobre la tos, la motilidad intestinal, el tono biliar y la secreción de hormonas pituitarias son cualitativamente similares a los de la morfina. Su actividad analgésica es debida casi totalmente a su contenido de enantiómero levo o l-metadona (R) que es de 8 a 50 veces más potente que el d-isómero (S). La d-metadona, además, carece de acción depresora sobre la función respiratoria o de riesgo de abuso, pero tiene actividad antitusígena. En toda Europa, excepto en Alemania, así como en los EE.UU., la metadona está comercializada exclusivamente en su forma racémica d,l metadona (R,S), es decir, una mezcla 50:50 de los 2 enantiómeros. 37 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 38 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica Tabla 2. Dosis equivalentes entre los distintos opiáceos y la metadona Opiáceo Dosis Dosis equivalente de metadona Diacetilmorfina 10 mg 10 mg Morfina 10 mg 10 mg Petidina 50 mg 5 mg Buprenorfina 0,2 mg 5 mg Pentazocina 25 mg 2 mg Dihidrocodeína 30 mg 3 mg Codeína fosfato 15 mg 1 mg Adaptado de Preston (1996) y Seivewright (2000) 1. Farmacocinética 1.1. Absorción, distribución y excreción La metadona se absorbe en el trato gastrointestinal, se detecta en plasma a los 30 minutos de la ingestión y llega a concentraciones máximas a las 4 horas. Tiene una biodisponibilidad (capacidad de entrada en el sistema sanguíneo) del 80% al 95%, si bien aproximadamente el 90% de la metadona se encuentra unida a las proteínas plasmáticas y, por lo tanto, la parte disponible en sangre es muy pequeña. La metadona es una sustancia lipofílica (llega con más facilidad al sistema nervioso central (SNC) a través de la sangre) y por lo tanto puede ser absorbida en poco tiempo por el SNC, aunque sólo penetra la metadona libre y lo hace lentamente, ya que la parte libre del plasma se tiene que sustituir continuamente por la parte de metadona ligada a las proteínas. Las concentraciones máximas en el cerebro se observan 1 o 2 horas después de la administración subcutánea o intramuscular, hecho que se relaciona con la intensidad y la duración de la analgesia. Después de la administración oral permanece en el estómago durante aproximadamente una media hora, por este motivo en caso de vómitos durante esta primera media hora pueden existir dudas sobre su absorción. Además, el paso en el intestino se puede retrasar, ya que los movimientos peristálticos se inhiben debido al efecto opioide y con frecuencia se reduce la velocidad de absorción del fármaco. Por este motivo, en algunos casos, el efecto máximo producido por la metadona se puede retrasar hasta 3 horas. Se metaboliza a nivel microsomal hepático por isoenzimas del citocromo P450, principalmente por la CYP2D6, CYP1A2 y CYP3A4. Sigue un proceso de N-desmetilación y posteriormente una ciclación que da lugar a los metabolitos EDDP (2-etileno-1,5 dimetil 3-3- difenilpirrolidina) y EMDP (2-etil-5-metil-33-difenilpirrolina). Los metabolitos principales resultantes de la metabolización son excretados por la orina y la bilis junto con pequeñas cantidades del compuesto no alterado. La cantidad de metadona excretada por la orina aumenta cuando ésta se acidifica. 38 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 39 Capítulo 3. Fisiología y farmacología de la metadona La velocidad del metabolismo de la metadona está mediatizada por la enzima CYP 3A4, lugar primario de desmetilación. La actividad de esta enzima está influida por factores genéticos y ambientales y por algunos fármacos; incluso, se ha descrito la posibilidad de inhibición de este subsistema por la misma metadona. La capacidad de la metadona para inhibir el citocromo P450 2D6 puede afectar el metabolismo de otros fármacos, como el propranolol, algunos opiáceos (codeína, dextrometorfano), ciertos antipsicóticos y algunos antidepresivos, que utilizan este sistema de biotransformación. Además, induce su propio metabolismo por activación de la enzima CYP 1A2. Llega a un estado de equilibrio, estado de concentración caracterizado por un nivel plano y constante con mínimas fluctuaciones (estado de equilibrio), después de algunos días de tratamiento con una administración diaria. Las fluctuaciones de la concentración en sangre son mínimas a lo largo del día y a menudo se sitúan por debajo del 50% de la concentración total. La metadona se une a las proteínas en varios tejidos, incluido el cerebro. Con la administración repetida se produce una acumulación gradual a nivel tisular. Cuando se interrumpe la administración, se mantienen concentraciones bajas en plasma, debidas a la liberación lenta producida a nivel extravascular; este proceso probablemente es el responsable del síndrome de abstinencia leve pero prolongado. La semivida plasmática es de 24-36 horas aunque aparecen importantes diferencias según la edad. 2. Interacciones farmacológicas en pacientes en tratamiento de mantenimiento con metadona Los sujetos en tratamiento de mantenimiento son una población en la que el estudio de las interacciones medicamentosas resulta de especial interés, ya que sus consecuencias pueden ser fundamentales para la adherencia al programa e, incluso, para la salud del paciente. Además, en este grupo la posibilidad de interacciones es elevada debido a la concurrencia de una serie de factores: • La ingestión de medicamentos no prescritos. • El consumo de otras sustancias que modifican el efecto de los fármacos (caso del alcohol). • El tratamiento concomitante de patologías asociadas, entre las que destacan por su alta incidencia las de origen infeccioso, particularmente la infección del VIH e infecciones asociadas, por la historia frecuente de conductas de riesgo. • La posibilidad, no desestimable, de coexistencia de lesiones en los órganos implicados en la eliminación de los fármacos del organismo, sobre todo del hígado, como consecuencia de su historia toxicológica (efectos hepatotóxicos de sustancias de abuso y adulterantes) o patológica (hepatopatías crónicas por infección vírica, cirrosis, etc.). 39 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 40 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica Todo ello justifica la necesidad de prestar una especial atención a las interacciones, así como a la aparición de efectos indeseables en estos sujetos. Se recomienda, por lo tanto, que ante la aparición de efectos inesperados en el tratamiento con metadona, siempre se investigue apropiadamente la existencia de una posible interacción farmacológica. Las interacciones más comunes observadas en la práctica son farmacodinámicas, debidas principalmente a la suma de los efectos de diferentes fármacos sobre el SNC, aunque también pueden presentarse interacciones farmacocinéticas importantes. 2.1. Interacciones farmacodinámicas de la metadona 2.1.1. Benzodiacepinas (BZD) Las BZD no parecen alterar el metabolismo de la metadona, aunque provocan una sedación pronunciada cuando se administran conjuntamente. Este efecto no es sorprendente si tenemos en cuenta que tanto la metadona como las BZD son depresores del SNC y se pueden sumar los efectos sedantes (Drummer y col., 1992). Aunque no existen estudios específicos sobre las interacciones entre la metadona y las BZD, las interacciones entre opiáceos y BZD se limitan a una suma de los efectos sedantes. Hay otros tipos de interacción, como la inducción a la inconsciencia por BZD, que puede ser inhibida por dosis bajas de naloxona, antagonista opiáceo, y potenciada por dosis bajas de fentanilo, agonista opiáceo. Apoyando la existencia de una interrelación entre estos fármacos, se ha demostrado experimentalmente que los agonistas benzodiacepínicos son capaces de atenuar algunos síntomas del síndrome de abstinencia a opiáceos, y que en esta acción puede haber una participación de otros sistemas (Valverde y col., 1995). 2.1.2. Antipsicóticos Las posibles interacciones en el tratamiento simultáneo con antipsicóticos y metadona son relativamente numerosas. Así, la inhibición de la motilidad gastrointestinal por los antipsicóticos con actividad anticolinérgica (fundamentalmente los neurolépticos clásicos, en especial las fenotiazinas) puede originar modificaciones en la absorción y, por lo tanto, en las concentraciones plasmáticas de otras sustancias de administración oral como la metadona. Igualmente, los antipsicóticos, por su carácter depresor del SNC, pueden aumentar la capacidad de otras sustancias depresoras del SNC, entre ellas los opiáceos. Por otra parte, determinados antipsicóticos que son metabolizados a través de la isoenzima P450 2D6, como haloperidol, perfenazina, risperidona y tioridazina, pueden ver inhibido su metabolismo por la metadona, con un posible aumento de sus efectos indeseables como consecuencia del incremento de las concentraciones plasmáticas. A pesar de ello, los datos clínicos disponibles son escasos. 40 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 41 Capítulo 3. Fisiología y farmacología de la metadona 2.2. Interacciones farmacocinéticas de la metadona 2.2.1. Antidepresivos Si consideramos, en primer lugar, los antidepresivos tricíclicos clásicos, se ha podido constatar que la metadona puede aumentar las concentraciones plasmáticas de la desipramina, e incluso duplicarlas (Maany y col., 1989). Entre los diferentes ISRS, aquellos sobre cuya asociación con la metadona tenemos más información son la fluvoxamina y la fluoxetina, posiblemente por su amplia utilización. La fluvoxamina incrementa de manera marcada las concentraciones de metadona, hasta el punto de que, al suprimir bruscamente el antidepresivo, puede aparecer un síndrome de abstinencia a opiáceos. La asociación con fluoxetina ocasiona un cierto incremento en las concentraciones plasmáticas de metadona que, sin embargo, es de menor magnitud que en el caso de la fluvoxamina y, por lo tanto, es improbable que tenga una repercusión clínica importante. También es posible la relación inversa, ya que la metadona puede inhibir el citocromo P450 2D6 de una forma más marcada en los usuarios de metadona que en el resto de la población. Por lo tanto, puede alterar el metabolismo de los antidepresivos que utilizan este sistema, como la amitriptilina, la clorimipramina, la imipramina, la maprotilina, la fluoxetina, la paroxetina, la mianserina, la trazodona y la venlafaxina, y contribuir a una respuesta exagerada o a una toxicidad inesperada de estos fármacos. Tabla 3. Interacciones entre fármacos antidepresivos y metadona Fármaco Mecanismo de acción Efecto Recomendación Fluoxetina Inhibición enzimática Ligero aumento MTD Sin relevancia clínica Fluvoxamina Inhibición enzimática Aumento MTD y SAO Disminuir dosis MTD Desipramina Inhibición enzimática Aumento desipramina Disminuir dosis desipramina Imipramina Inhibición enzimática Aumento MTD Disminuir dosis MTD Nortriptilina Inhibición enzimática Aumento MTD Disminuir dosis MTD Maprotilina Inhibición enzimática Aumento MTD Disminuir dosis MTD Clomipramina Inhibición enzimática Aumento MTD Disminuir dosis MTD Sertralina Inhibición enzimática Ligero aumento MTD Sin relevancia clínica Paroxetina Inhibición enzimática Ligero aumento MTD Sin relevancia clínica Citalopram Inhibición enzimática Ligero aumento MTD Sin relevancia clínica Abreviaturas: (MTD) metadona, (SAO) síndrome de abstinencia a opiáceos 41 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 42 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica 2.2.2. Litio Dado el estrecho margen terapéutico del litio, cualquier interacción farmacocinética en la que pudiera verse implicado este fármaco tiene especial importancia. Existen, sin embargo, pocos datos clínicos que nos permitan prever los efectos del tratamiento con sales de litio sobre el tratamiento con metadona o viceversa. 2.2.3. Antiepilépticos Algunos fármacos antiepilépticos como los barbitúricos (fenobarbital, metilfenobarbital y primidona), la carbamazepina y la fenitoína son inductores del citocromo P450. Como consecuencia, las concentraciones de metadona pueden verse reducidas en el caso de uso simultáneo. Este hecho se traduce en una disminución de su efecto, que llega en ocasiones a tener relevancia clínica, al aparecer síntomas de abstinencia y ser necesario un aumento de la dosis del opiáceo (Tong y col., 1981; Liu y col., 1984; Saxon, 1989). Entre los fármacos citados destaca la fenitoína, que usada durante el TMM puede desencadenar síntomas de abstinencia de difícil control por su gran intensidad, incluso en casos de aumento sustancial de la dosis de metadona. Entre los mecanismos con trascendencia clínica implicados en el aumento de la eliminación de la metadona por fenitoína no sólo participa la aceleración del metabolismo del opiáceo por inducción enzimática, sino también el aumento de la excreción urinaria del metabolito principal de la metadona por este fármaco. Así, para evitar la aparición de SAO al final del día en sujetos que toman simultáneamente fenitoína, puede ser necesaria la administración de metadona dos veces al día. Otra opción es cambiar la estrategia terapéutica antiepiléptica. Entre los antiepilépticos clásicos, el ácido valproico no tiene efecto inductor enzimático. Contrariamente, presenta incluso un efecto inhibidor enzimático que tiende a aumentar la fracción libre y los efectos de otros fármacos, pero que no parece afectar a los agonistas o antagonistas opiáceos. Por eso, en caso de ser necesario el tratamiento antiepiléptico en una persona en TMM, el ácido valproico podría ser una alternativa y de hecho una elección. Se ha demostrado que la sustitución de fenitoína por valproico permite una reducción rápida e importante de la dosis de metadona. A pesar de todo, se debe tener en cuenta la aparición de posibles efectos secundarios hepáticos graves e importantes debidos a este compuesto, que pueden sumarse a una afectación hepática previa. Otra posibilidad terapéutica es la utilización de alguno de los nuevos antiepilépticos, en especial la vigabatrina, la lamotrigina o la gabapentina, los cuales presentan un perfil farmacocinético totalmente diferente. Estos fármacos prácticamente no están sujetos a metabolización hepática y no se han descrito efectos sobre el metabolismo hepático. Por este motivo serían, en principio, más seguros desde el punto de vista farmacocinético. Su reciente introducción en el mercado farmacéutico justifica parcialmente la inexistencia de descripciones clínicas de reacciones con opiáceos. 42 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 43 Capítulo 3. Fisiología y farmacología de la metadona Tabla 4. Interacciones entre fármacos anticonvulsivantes y metadona Fármaco Mecanismo de acción Efecto Recomendación Fenitoína Inducción enzimática Disminución MTD Aumentar dosis MTD Fenobarbital Inducción enzimática Disminución MTD Aumentar dosis MTD Carbamazepina Inducción enzimática Disminución MTD Aumentar dosis MTD Valproato sódico No Lamotrigina No Vigabatrina No Gabapentina No 2.2.4. Antituberculosos La rifampicina produce una inducción rápida del citocromo P450 y disminuye las concentraciones plasmáticas de metadona un 70%. La semivida plasmática de la metadona no se modifica, pero disminuyen las concentraciones plasmáticas y el área bajo la curva (AUC). En consecuencia, puede aparecer un síndrome de abstinencia, cuyos primeros síntomas se detectan a partir de la primera semana de tratamiento concomitante (Borg y col., 1995). La rifampicina no altera la cinética de la metadona (Brown y col., 1996). 2.2.5. Fármacos contra el VIH La terapia contra el VIH se basa en la administración de inhibidores de la transcriptasa inversa y de inhibidores de la proteasa (IP). En la tabla 5 se detallan los fármacos contra el VIH, comercializados en España, por su mecanismo de acción. 2.2.5.1. Inhibidores de la transcriptasa inversa análogos de los nucleósidos (ITIN) Los análogos de la transcriptasa inversa no son metabolizados por el sistema enzimático P-450. La zidovudina y el abacavir son glucoronizados y la didanosina, la estavudina, la zalcitabina y la lamivudina se eliminan por excreción renal. La zidovudina no afecta al metabolismo de la metadona, pero sí ocurre a la inversa. Así, la metadona, por su capacidad inhibitoria de la glucoronoconjugación, incrementa el AUC de la zidovudina un 43% (Schwartz y col., 1992). Además, en otro estudio se constató que el aclaramiento renal de la zidovudina disminuía un 45% en presencia de metadona (McCance-Katz y col., 1998). Recientemente se ha comprobado que, en presencia de la metadona, el AUC de la didanosina disminuye un 41% y en el caso de la estavudina un 27%, posiblemente por una reducción de la velocidad de absorción y un aumento durante el primer paso (Rainey y col., 1999). 43 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 44 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica Tabla 5. Clasificación de los fármacos antirretrovirales Mecanismo de acción Principio activo Inhibidores nucleósidos de la transcriptasa inversa (INTI) Zidovudina (AZT) Estavudina (d4T) Didanosina (ddl) Zalcitabina (ddC) Lamivudina (3TC) Inhibidores no nucleósidos de la transcriptasa inversa (INNTI) Nevirapina (NVP) Delavirdina (DLV) Efavirenz (EFV) Inhibidores de proteasa (IP) Abacavir (ABV) Indinavir (IDV) Ritonavir (RTV) Saquinavir (SQV) Nelfinavir (NFV) 2.2.5.2. Inhibidores de la transcriptasa inversa no análogos de los nucleósidos (ITINN) Los inhibidores no nucleósidos de la transcriptasa inversa se metabolizan en la CYP3A4 y, por lo tanto, existe un riesgo potencial de interacciones con la metadona. La nevirapina es inductora de este isoenzima y desencadena un síndrome de abstinencia a opiáceos (SAO) en pacientes con el VIH en tratamiento crónico con metadona. Los primeros síntomas de abstinencia se manifiestan ya desde la primera semana del inicio de la terapia con nevirapina y disminuyen al incrementar la dosis diaria de metadona. Cuando se interrumpe la terapia con nevirapina, la actividad de la isoenzima CYP 3A4 se recupera al nivel de preinducción en 14 días, y por este motivo es conveniente monitorizar las concentraciones de metadona para prever una sobredosificación (Altice y col., 1999). La delavirdina es inhibidora y el efivarenz es inductor/inhibidor de este citocromo. También se han comunicado casos de deprivación opiácea con efivarenz (Pulido y col., 1999). 2.2.5.3. Inhibidores de la proteasa (IP) Los inhibidores de la proteasa también son metabolizados primariamente, igual que la metadona, en la isoenzima CYP 3A4 (Woody y col., 1997). El ritonavir fue uno de los primeros en ser estudiados. Los primeros estudios in vitro evidenciaron una inhibición de la N-desmetilación de la metadona, por lo que existiría un riesgo potencial de que se produjeran interacciones clínicamente relevantes derivadas de un incremento de sus concentraciones plasmáticas (Iribarne y col., 1998). Por otra parte, la administración de ritonavir a voluntarios sanos provocó una disminución del AUC y de las concentraciones plasmáticas máximas de metadona, del 36% y 38% respectivamente, sin 44 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 45 Capítulo 3. Fisiología y farmacología de la metadona modificar la semivida plasmática (Hsu y col., 1998). Esta discrepancia entre los estudios in vitro e in vivo parece indicar que el ritonavir tiene propiedades inductoras enzimáticas, además de su carácter inhibidor del metabolismo. Actualmente, se cree que los efectos del ritonavir están condicionados por la CYP 3A4 de la que es inhibidor. En un estudio realizado en pacientes con VIH en TMM (Beauverie y col., 1998), las concentraciones de metadona en estado estacionario no se modificaron después de añadir a la terapia indinavir y saquinavir, sino que, después de la adición de ritonavir y nelfinavir, las concentraciones de metadona disminuyeron entre un 40% y un 50%. Tabla 6. Interacciones entre fármacos antiVIH y metadona Fármaco Mecanismo de acción Efecto Recomendación Zidovudina (AZT) Inhibición glucoronoconjugación ↓ Monitorizar toxicidad hematológica AZT Didanosina (ddI) ↓ Absorción y efecto primer paso ↓ ↓ ddI ↓ Estavudina (d4T) ↓ Absorción y efecto primer paso ↓ ↓ d4T Sin relevancia clínica Ritonavir (RTV) Inducción/inhibición enzimática Posible ↓ MTD o SAO Monitorizar eficacia/toxicidad MTD ↓ MTD o posible SAO Monitorizar eficacia MTD ↓ MTD Abacavir (ABV) Inducción enzimática Indinavir (IDV) No Nelfinavir (NFV) Inducción enzimática Saquinavir (SQV) No dosis ddI ↓ dosis MTD Nevirapina (NVP) Inducción enzimática ↓ MTD o SAO ↓ dosis MTD Delavirdina (DLV) Inhibición enzimática ↓ Monitorizar toxicidad MTD ↓ dosis MTD Efavirenz (EFV) Inducción/inhibición enzimática Posible ↓ o MTD MTD Monitorizar eficacia/toxicidad MTD ↓ Abreviaturas: (MTD) metadona, (SAO) síndrome de abstinencia a opiáceos. Por otra parte, hay que considerar que cuando un paciente en mantenimiento con metadona inicia un tratamiento con fármacos contra el VIH, algunos de los efectos secundarios de estos fármacos pueden inducir erróneamente a creer que el paciente presenta síntomas de abstinencia. En general, puede aparecer sintomatología gastrointestinal muy inespecífica, como náuseas, vómitos, diarrea y dolores abdominales, con todos los IP y los inhibidores no nucleósidos de la transcriptasa inversa. Además, con este último grupo puede aparecer insomnio que el paciente interpreta como una infradosificación de metadona. De las reacciones adversas en los inhibidores no nucleósidos de la transcriptasa inversa es común la erupción cutánea, que suele aparecer durante las 3-6 primeras semanas de tratamiento, y, además, el efivarenz puede desencadenar alteraciones en el SNC, como ansiedad, trastornos del sueño, irritabilidad y déficit de atención. 45 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 46 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica 2.2.6. Alcohol Estudios experimentales demuestran que el consumo crónico de alcohol reduce tanto el AUC como la semivida plasmática de la metadona y, por lo tanto, sus efectos farmacológicos. Contrariamente, la intoxicación aguda por alcohol provoca una inhibición de las enzimas microsomales hepáticas que potencia los efectos de la metadona. 2.2.7. Fármacos interdictores del alcohol. Disulfiram El uso del disulfiram para el tratamiento del alcoholismo, asociado al tratamiento sustitutivo con metadona, puede suponer la aparición de alguna sintomatología de abstinencia, ya que aumenta ligeramente la excreción urinaria del metabolito activo de la metadona. Parece suficiente una estrecha vigilancia clínica sin que haya que ajustar la dosis (Schlatter y col., 1999). Tabla 7. Fármacos contraindicados en tratamientos de mantenimiento con metadona por precipitar la abstinencia Fármaco Acción farmacológica y uso Naltrexona Bloqueo de los efectos opioides/antagonista opioide utilizado en el tratamiento del alcoholismo y la dependencia de opiáceos Buprenorfina Agonista parcial Butorfanol Medicamento analgésico con actividad antagonista opioide Pentazocina Agonista parcial Tramadol Analgésico sintético (no se considera un antagonista opioide, pero disminuye las concentraciones de opiáceos) Naloxona Antagonista opioide. Revierte los efectos opiáceos/tratamiento de la intoxicación aguda por opiáceos Tabla 8. Fármacos que pueden disminuir las concentraciones plasmáticas de la metadona o sus efectos 46 Fármaco Acción farmacológica y uso Barbitúricos Hipnosedantes/anticomiciales Carbamazepina Anticomicial, eutimizante y neuralgia del trigémino Alcohol Depresor del SNC Fenitoina Anticomicial Rifampicina Tuberculosis Acidificadores urinarios Mantienen el calcio soluble, vitamina C manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 47 Capítulo 3. Fisiología y farmacología de la metadona Tabla 9. Fármacos que pueden aumentar las concentraciones plasmáticas de la metadona o sus efectos Fármaco Acción farmacológica y uso Amitriptilina Tratamiento de la depresión y la ansiedad Cimetidina Antagonista H2 para el tratamiento del ulcus gástrico o duodenal y del reflujo gastroesofágico Diazepam Tratamiento de la ansiedad y miorrelajante Etanol Consumo agudo Fluvoxamina ISRS/tratamiento de la depresión y del trastorno obsesivo Ketoconazol Antifúngico Alcalinizadores urinarios Tratamiento de la litiasis renal 3. Efectos indeseables de la metadona Los efectos indeseables son similares a los de la morfina. En general, son mínimos y relativamente tolerables, destacan el estreñimiento (en el 20% de los pacientes persiste incluso después de tres años de haber iniciado el tratamiento) y el aumento de la sudoración (50% de los pacientes). También puede producir linfocitosis y aumento de las concentraciones plasmáticas de prolactina, albúmina y globulinas. Los pacientes incluidos en TMM desarrollan una tolerancia parcial a los efectos de náuseas, anoréxicos, mióticos, sedantes, depresores respiratorios y cardiovasculares de la metadona. En algunos pacientes, la tolerancia a la metadona se desarrolla más lentamente que a la morfina, especialmente por lo que respecta a los efectos depresores. Esto puede estar relacionado en parte con los efectos acumulativos del compuesto o de sus metabolitos. 4. Conclusiones Según la literatura científica, el perfil farmacológico de la metadona, caracterizado por la buena absorción por vía oral y la estabilidad de las concentraciones plasmáticas, después de repetir la administración sin tener síntomas de abstinencia durante un intervalo de un día entre las dosis, determina que se emplee extensamente como tratamiento sustitutivo de mantenimiento en la dependencia de opiáceos. 47 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 48 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 49 Capítulo 4 Elaboración y presentaciones JOSÉ A. DEL VILLAR RUIZ DE LA TORRE El clorhidrato de metadona, (6-dimetilamino-4,4-difenil-3-heptanona) fue sintetizado por primera vez en Alemania en 1938, en I.G. Farbenindustrie (Hoechst-am-Main) por Max Eisleb y Gustav Schaumann, recibiendo el número inicial Hoechst 10.820 y el nombre de Polamidon. Era uno de los resultados del esfuerzo por conseguir analgésicos potentes de forma sintética, sin tener que depender de la extracción de morfina de su fuente natural, la planta adormidera (Papaver somniferum). Ésta era cultivada y convertida en opio en zonas que, para la Alemania de la Segunda Guerra Mundial, resultaban de acceso problemático debido al corte de las vías de suministro por parte de los aliados.1 El clorhidrato de metadona es un compuesto racémico. En Alemania se utiliza la forma –l, que es de 8 a 50 veces más activa que la –d. En otros países, entre ellos EE.UU. y España, se utiliza la forma racémica (d,l), por lo que, a igualdad de peso, esta última es mucho menos activa. Una situación que habría que tener en cuenta sería la del paciente que tuviera que realizar desplazamientos entre países que utilicen diferentes enantiómeros y, por lo tanto, diferentes potencias de acción para un mismo peso de producto. La forma d-metadona conserva acción depresora respiratoria significativa y la capacidad adictiva, pero no posee actividad antitusiva. La forma racémica (d,l) es un polvo blanco de sabor fuertemente amargo, soluble en agua (12 g /100 ml), menos soluble en alcohol y prácticamente insoluble en éter o glicerol. Para tratamiento de mantenimiento, las preparaciones farmacéuticas se presentan preferentemente en forma líquida (solución, jarabe) o sólida (comprimidos, cápsulas). En la bibliografía internacional, en general, se hace referencia a la preparación oral líquida con más frecuencia que a la sólida. Ello se debe, probablemente, a que con la forma líquida resulta más fácil administrar una amplia gama de dosificaciones y, por otra parte, a que es menos susceptible de tráfico ilegal que la forma sólida. La administración de metadona por vía oral en forma sólida (comprimidos) es una alternativa que puede ser útil para determinados pacientes (ver especificaciones en el anexo 1: Recomendaciones para la administración y el control Una versión novelesca supone que el nombre DOLOPHINE, que recibió el fármaco inicialmente, derivaba del propio nombre de Adolph Hitler. Resulta más plausible la etimología del nombre a partir de las raíces latinas correspondientes a “dolor” y “fin”. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, Alemania entregó su industria, patentes y nombres registrados a los aliados. La factoría Hoecht quedó en manos estadounidenses. La compañía estadounidense Eli-Lilly eligió el nombre de Dolophine para su metadona. Alrededor del mundo otros nombres fueron elegidos libremente por las compañías químico-farmacéuticas que tuvieron acceso a las patentes alemanas, difundidas por los estadounidenses. 1 49 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 50 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica de Metasedin® comprimidos para tratamientos de mantenimiento con metadona). La preparación líquida de metadona clorhidrato para administración oral tiene, por su parte, diferentes versiones, que van desde la simple disolución del principio activo en agua hasta las más sofisticadas, con edulcorantes, saborizantes, conservantes, estabilizadores de pH, etc. En este sentido, la Farmacopea Americana (USP 23) admite dos forma de solución de metadona oral, una con 10 mg/ml (1%) y otra con 1 mg/ml (0,1%). Así mismo, existen otras formulaciones que pueden encontrarse en la Farmacopea Británica (BP), Extra Pharmacopea Martindale, British Formulary, etc. La elección de una u otra formulación dependerá de: 1) las circunstancias en las que se pretenda administrar y 2) las posibilidades reales de elaboración. Por ejemplo, si por las características de fabricación y distribución se prevé que pasarán más de 4 semanas desde la elaboración de la solución hasta su consumo por el paciente, habrá que añadir conservantes a la preparación. Ello conlleva estabilizar el pH para evitar la alcalinización que producen los conservantes más habituales, como los de la familia de los parabenos (parahidroxibenzoatos de metilo, etilo, propilo…), ya que el clorhidrato de metadona no es estable por encima de pH 6. En este caso, por tanto, la formulación será más compleja. Por otra parte, la concentración de la solución estará en relación con el tipo de paciente (en mantenimiento estable, en disminución lenta, en régimen de dosis baja...) y con las características de prescripción, dosificación/dispensación y número de pacientes incluidos en el programa. Así, por ejemplo, para un grupo numeroso de pacientes con dosis estables, cercanas a la media de 70-80 mg/día (o superiores), pueden utilizarse concentraciones de intermedias a altas (5 mg/ml; 10 mg/ml). De esta forma, se necesita elaborar un menor volumen total de solución y el error que se pueda cometer con los medios manuales o automatizados de dosificación es menos apreciable. Éste sería el caso de programas amplios (más de 50 pacientes por día en el mismo punto de dispensación). En el otro extremo, es decir, en grupos reducidos de pacientes con dosis en disminución paulatina o dosis estables bajas (menos de 20 mg/día), éstos pueden beneficiarse de soluciones de concentración baja (1 mg/ml; 2 mg/ml). De esta forma se necesitan mayores volúmenes de solución total, pero quedan compensados por un número de pacientes reducido y por la mayor exactitud en la dosificación requerida por las dosis bajas. Éste sería el caso de programas en pequeños centros, oficinas de farmacia y subgrupos de pacientes en dosis decrecientes dentro de programas más amplios. En la práctica, en nuestro entorno nos encontramos con distintos enfoques y versiones de la solución de metadona. 50 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 51 Capítulo 4. Elaboración y presentaciones 1. Fórmulas para la elaboración de la solución de metadona A modo de orientación, se proponen dos fórmulas de la "Solución oral de metadona clorhidrato". La primera es la más sencilla y es la adoptada por el Plan Municipal de Mantenimiento con Metadona de Barcelona desde 1991. No contiene conservantes. Tabla 1. Solución oral de metadona clorhidrato (elaboración sin conservantes) Composición para 1 ml Producto Metadona clorhidrato Aspartamo Agua destilada Peso Proporción 5 mg* 2,5 mg Hasta 1 ml Al 0,5% Al 0,25% Se añadirán al agua 2 gotas de lejía comercial** por litro antes de disolver la metadona. Esta proporción no modifica de forma apreciable el pH. En cambio, el cloro libre residual es un medio adicional de protección durante la fabricación, el envasado y el transporte que a las pocas horas se extingue. Nota: A temperatura ambiente la disolución se realiza mejor con agitación continuada (1.000 - 1.500 rpm durante unos 10-15 minutos). ** Concentración empleada por el Plan Municipal de Mantenimiento con Metadona de Barcelona ** Lejía calificada como "apta para desinfección de agua" Se ha escogido el aspartamo como edulcorante sintético, cuyo uso ha sido aprobado en alimentación por varios organismos internacionales (FDA, OMS, etc.). La proporción en la que aparece en la fórmula es la adecuada para simular el sabor del jarabe simple. No aporta calorías a la mezcla. Sin embargo, por su composición (un péptido formado por una molécula de ácido aspártico y otra de fenil-alanina) está contraindicado en pacientes con fenilcetonuria.2 Comercialmente el aspartamo se presenta en dos versiones: en polvo y en forma de granulado. Aunque este último tarda algo más en disolverse, resulta más cómodo durante su manipulación, pues presenta una menor tendencia a producir aerosoles que la presentación en polvo. A pesar de ello, se recomienda pesar y manipular las sustancias con protección de mascarilla y guantes. Esta fórmula tiene una estabilidad química de varios meses. Sin embargo, al no incluir conservantes, se aconseja no emplearla más allá de las 3 semanas de su preparación, pues podría producirse un desarrollo microbiológico. De todas formas, en condiciones de manipulación higiénicas, solamente cabe esperar una cierta contaminación por hongos y mesófilos. La utilización de azúcar comercial (sacarosa), si bien es la forma del “jarabe” tradicional, presenta los problemas de su inconveniencia en diabéticos, cuya frecuencia en la población general es incomparablemente más alta que la fenilcetonuria, además de producir depósitos (cristalizaciones) que pueden impedir el funcionamiento normal de los dispositivos de dispensación. 2 51 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 52 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica La adición de zumos reduce la estabilidad a una semana, por lo que se lleva a cabo justo antes de su administración al paciente. Igualmente debe tenerse en cuenta a la hora de preparar varias dosis para take-home. Se recomienda guardar la solución en frascos de color topacio, al abrigo de la luz y en sitio fresco. También se considera conveniente guardarla en la nevera en zonas o épocas de temperatura cálida, tanto para favorecer su conservación como para evitar evaporaciones, con el consiguiente aumento de concentración del preparado. Es necesario precisar que esta alternativa de fórmula sin conservantes forma parte de un programa (Àrea de Salut Pública de l'Ajuntament de Barcelona) que incluye la elaboración de la solución de metadona cada 15 días, en cantidades ajustadas a los consumos previstos para ese período, con lo que se evita que queden restos de solución (se consume la totalidad de un lote antes de comenzar el siguiente), al mismo tiempo que todo el consumo se produce dentro de un margen de seguridad más que suficiente (inferior a tres semanas), como se ha comprobado mediante los controles químicos y microbiológicos correspondientes.3 Por otra parte, esta cadencia favorece un control del circuito (comprobaciones, documentación legal, etc.) con una periodicidad razonable para programas extensos. La segunda versión que presentamos es uno de tantos ejemplos de la fórmula que incluye conservantes, estabilizadores de pH, saborizantes y colorantes. En estas condiciones, la caducidad se prolonga hasta 4 meses. Tabla. 2. Solución oral de metadona clorhidrato (con conservantes) Basada en: Ching MS y col. Aust. J Hosp Pharmacy 1989;19(3):159-161 Composición para 100 ml Producto Metadona clorhidrato O bien otras alternativas Peso Proporción 500 mg 100 mg Al 0,5% Al 0,1% 200 mg 1.000 mg Al 0,2% Al 1% Esencia de limón 0,2 ml Jarabe simple 0,3 ml Glicerina 10 ml Parabenos (metil+propil paraben) Ácido cítrico Agua destilada/desmineralizada 0,1 % 1g Hasta 100 ml La adición del ácido cítrico provee el pH necesario para la estabilidad de la metadona, ya que, caso de no hacerse así, ésta podría precipitar por el efecto de elevación de pH que provocan los parabenos. Caducidad: 4 meses Certificado de acreditación n.º 227/LE459. Análisis químicos y microbiológicos en productos agroalimentarios y aguas, otorgado por la Entidad Nacional de Acreditación (ENAC), conforme a los criterios de la norma UNE-EN ISO/IEC 17025:2000. 3 52 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 53 Capítulo 4. Elaboración y presentaciones 2. Normas para la elaboración de la solución de metadona 2.1. Higiene y seguridad Como toda preparación galénica de administración oral, durante la elaboración se deben tomar las precauciones adecuadas para evitar la contaminación con gérmenes patógenos. El local destinado a su fabricación (y a la de cualquier otra forma galénica) debe estar convenientemente diferenciado de otras actividades del servicio de farmacia u oficina de farmacia que la elaboren. No se permitirá comer ni fumar en este local. Se cuidará de la limpieza del suelo, mesas de trabajo y paredes alicatadas mediante el empleo de agua adicionada de lejía comercial (100 ml de lejía comercial con/sin detergente, 80 g de Cl libre/litro, para un cubo de agua de 8 litros). Frecuencia: suelo y poyatas, antes y después de cada fabricación, y las paredes una vez por semana. El material de preparación (matraces, varillas, agitadores, embudos, etc.) deberá ser cuidadosamente limpiado y, justo antes de su utilización, enjuagado con solución de lejía en agua, dejándolo unos minutos para que se escurra, sin secarlo. Una vez acabada la elaboración, se procederá de manera idéntica guardando el material en lugar preservado del polvo. De igual forma deben tratarse los envases de almacenamiento y/o transporte del preparado, así como las partes de los dosificadores/dispensadores (manuales o automáticos) que estén en contacto con la solución de metadona. El personal encargado de la elaboración se lavará las manos antes del proceso y se cubrirá según las normas de buena elaboración, con bata reservada para esta actividad, gorro, guantes, mascarilla y cubre-zapatos. Es especialmente indicado pesar las sustancias (metadona, aspartamo) y manipularlas durante la preparación con guantes y mascarilla. La puerta, las ventanas y el aire acondicionado que hubiera en el local de elaboración permanecerán cerrados durante el proceso. Se deberá evitar que haya movimiento de entradas y salidas de personas durante el proceso, así como estar en el local con ropa de calle. 2.2. Envasado y etiquetado En frascos o contenedores de color topacio u opacos, previamente desinfectados con la solución de lejía antes reseñada. Cada unidad se deberá etiquetar convenientemente para su correcta identificación con: nombre del producto, concentración de la solución, lote de fabricación, fecha de caducidad, nombre del farmacéutico garante, localización del centro elaborador y la leyenda: “Medicamento estupefaciente. Manténgase fuera del alcance de los niños. No apto para fenilcetonúricos”. 53 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 54 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica 2.3. Transporte En los casos en que el local destinado a la dispensación esté lejos del centro preparador, se pondrá especial atención en embalar los envases o colocarlos de modo que se eviten roturas o fugas de líquido. Será conveniente el sellado de los envases, de modo que se pueda demostrar su integridad al finalizar el transporte. Se evitará que durante el transporte el preparado se vea expuesto a temperaturas elevadas. 2.4. Conservación (Ver este apartado en las especificaciones de cada fórmula propuesta). 2.5. Control de calidad de producto acabado Según la United States Pharmacopea (USP), se admite una variación en la concentración final de la solución de metadona del ± 10%. Sin embargo, una elaboración cuidadosa, contando con los elementos de control de peso y volumen adecuados, da concentraciones finales con variaciones de menor rango que ± 5%. Por otra parte, se debe procurar una variación más reducida para evitar problemas de dosificación que puedan ser percibidos por el paciente (en especial por dosis insuficiente). Así, la concentración final deberá establecerse con un margen máximo de entre 4,75 y 5,25 mg/ml (de 95% a 105%). Analíticamente se determinará la concentración final mediante espectrofotometría ultravioleta (292 nm) frente a un patrón de metadona ClH. El Plan Municipal de Mantenimiento con Metadona de Barcelona tiene protocolizado que cada lote de solución de metadona pase un control de calidad de producto acabado, mediante analítica cuantitativa y control microbiológico, según normas US Pharmacopea. ADVERTENCIA En el período transcurrido desde la primera publicación del documento Tractament de manteniment amb metadona. Manual de pràctica clínica (2005) hasta esta versión del mismo en castellano, ha avanzado considerablemente la cultura y la legislación a propósito de fórmulas magistrales elaboradas en oficinas de farmacia y servicios de farmacia hospitalaria. En este sentido, remitimos al lector a la primera edición revisada y actualizada del Formulario Nacional (FN), editada por el Ministerio de Sanidad y Consumo en 2007, en donde se incluye una fórmula de solución de metadona, al 1%, en agua y sin conservantes, con una caducidad de 30 días. Así mismo, el FN describe ampliamente los Protocolos Normalizados de Trabajo (PNT) en los laboratorios de preparación de fórmulas magistrales, con las particularidades debidas a cada forma farmacéutica que haya que preparar (en nuestro caso: solución oral). Debemos expresar que las descripciones sobre fabricación, control, envasado, transporte, etc. de solución de metadona que se incluyen en este capítulo son las que se han venido utilizando de 54 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 55 Capítulo 4. Elaboración y presentaciones forma básica en los últimos años. Se ha considerado positivo mantenerlas en esta edición, pues creemos que servirán como información necesaria y complementaria para este caso particular de la solución oral de metadona, de la que, como ya se ha explicado, se tienen más de 15 años de experiencia práctica en un programa de mantenimiento considerado uno de los más extensos de Europa. 2.6. Control legal Como cualquier otra preparación medicamentosa elaborada como fórmula magistral, la solución oral de metadona requiere ser preparada por, o bajo el control directo de, un farmacéutico, quien actuará como garante de la misma. Así mismo, dado que la metadona está incluida en la lista de estupefacientes, un farmacéutico será el responsable de su adquisición, almacenamiento, elaboración y dispensación. Por ello, deberá llevar a cabo un sistema de respaldo documental de todos los movimientos que experimente esta sustancia mientras esté bajo su responsabilidad. 3. Conclusiones La experiencia de más de 15 años de funcionamiento del Plan de Mantenimiento con Metadona del Ayuntamiento de Barcelona, que asiste a más de 2.000 pacientes diarios y que ha suministrado cerca de 10 millones de dosis en este período, nos lleva a plantear las siguientes consideraciones: • La elaboración de la solución de metadona debe llevarse a cabo teniendo en cuenta las normas de higiene y seguridad adecuadas a la normativa actual de elaboración de fórmulas magistrales. • Es aconsejable un grado de consenso en los criterios aplicados a la preparación de la metadona oral en solución, pues cuando el paciente, por razones diversas, tiene que cambiar de su centro de dispensación habitual a otro que emplea otra fórmula de la solución, suele manifestar reacciones negativas y, sobre todo, inseguridad en el tratamiento debido al cambio de sabor, aspecto, etc. de la preparación. Precisamente por las características de estos pacientes, vale la pena disminuir los factores que puedan ser motivo de rechazo del tratamiento o causa de discusión con el médico prescriptor o el personal de dispensación. • Se considera más práctico utilizar una única concentración, pues facilita su correcto seguimiento y control y se evitan confusiones. Por las razones antes apuntadas y por la experiencia observada (también en otros países) resulta muy útil una concentración que podríamos considerar intermedia, como la de 5 mg/ml. De esta forma se manipulan volúmenes de solución razonablemente manejables y el grado de error habitual en el proceso de dosificación es aceptable. • La adición de conservantes puede obviarse si la preparación se administra al paciente dentro de las tres/cuatro semanas (máximo) que siguen a su pre55 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 56 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica paración y siempre que ésta cumpla con la aplicación de los protocolos de fabricación e higiene correspondientes durante la manipulación, envasado, almacenamiento y dispensación. • En el momento de la administración y para dar a todos los pacientes un volumen final similar, de manera que no perciban diferencias en la cantidad de la solución de metadona, ésta se mezcla con zumos de frutas naturales o preparados sintéticos con saborizantes. Son estos preparados los que disminuyen la estabilidad de la medicación, por lo que las mezclas con zumos deben consumirse dentro de la semana que sigue a su preparación. 56 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 57 II. Práctica clínica manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 58 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 59 Capítulo 5 Aspectos relacionados con las creencias y actitudes de los profesionales MIGUEL DEL RÍO MEYER y PERE ANTON SOLER INSA El estudio de la correlación entre las variables sociodemográficas de los pacientes en TMM y sus progresos durante el tratamiento conduce a escasos resultados, que son, además, de escasa aplicación práctica debido a que suele tratarse de variables sobre las que tenemos un margen limitado de intervención. En cambio, los trabajos que analizan el impacto de factores relacionados con el tratamiento –como, por ejemplo, la adecuación de la dosis, la accesibilidad del centro o la diversidad de los servicios ofrecidos– sobre sus resultados son más esperanzadores, pues su conocimiento nos permite incidir en aspectos concretos de la intervención y mejorar su efectividad. El mantenimiento con metadona comporta, más allá del efecto farmacológico, una relación entre el paciente y varios miembros del equipo que puede prolongarse durante años, a lo largo de los cuales hay que establecer una relación de cooperación encaminada a mejorar el bienestar físico, psicológico y social del paciente. Durante este periodo, pueden tener lugar descompensaciones psiquiátricas, situaciones de crisis psicosocial, recaídas en el consumo y fluctuaciones en el grado de motivación por la abstinencia de drogas. El paciente puede vivir conflictos de lealtad entre la población más próxima al ambiente de consumo y los valores defendidos por los profesionales del programa, y puede sentirse incomprendido o rechazado por sus interlocutores en el TMM. Es responsabilidad de los profesionales adaptar con empatía sus actitudes a las circunstancias y necesidades del paciente, combinar el respeto del marco terapéutico con la flexibilidad necesaria para adecuar las respuestas a cada situación, y evitar proyectar sobre el paciente la responsabilidad de los fracasos con tópicos como "todavía no está preparado para el tratamiento" o "está poco motivado". Citando a Payte: "la promoción de un ambiente agradable y acogedor en el que los pacientes sean tratados con dignidad, respeto y empatía constituye una estrategia de retención eficaz y sin costes que con frecuencia se pasa por alto. En un buen programa debería reinar el afecto, tendría que representar un «puerto seguro» en un proceso de rehabilitación que suele comportar cambios radicales del estilo de vida. Según comunican los mismos pacientes, esta estrategia tan simple y obvia no se aplica de manera generalizada" (Payte y col. 1992). El objetivo de este capítulo es profundizar en los distintos aspectos subjetivos relacionados con las creencias y actitudes de los profesionales, y su influencia en la naturaleza de su relación con los usuarios y la evolución de los tratamientos. 59 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 60 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica 1. Creencias sobre el proceso de admisión en el tratamiento de mantenimiento con metadona La frecuencia de abandono del tratamiento en su proceso inicial ha sido motivo de preocupación en el ámbito de la salud mental en general, y especialmente en el de las adicciones (Miller, 1985; Stark, 1990). Esta preocupación coexiste con la creencia de que el proceso de admisión en el TMM contribuye a consolidar la motivación por el tratamiento y así mejorar sus resultados, si bien no hay ninguna evidencia de que ello sea así. También se cree que el proceso de admisión tendría que permitir al equipo confirmar la indicación del tratamiento. Sin embargo, los motivos para rehusar la admisión en el TMM de un dependiente de opiáceos parecen cada vez más discutibles. Por ejemplo, Bell y col. (1992) analizaron la evolución de 58 pacientes rechazados en la preadmisión a TMM y descubrieron que, al cabo de 2-3 años, sólo dos mantenían una abstinencia estable, mientras que 30 habían sido finalmente admitidos en un TMM y 3 habían muerto. Concluían afirmando que los criterios restrictivos aplicados en este caso sólo habían servido para diferir la entrada de los pacientes en el circuito terapéutico y agravar así su situación. Los criterios de admisión en el TMM han evolucionado de las restricciones a la flexibilidad, y a estas alturas se recomienda un acceso rápido y simple (Langrod, 1992). Se evoluciona desde un sistema en el que se exige al paciente que se adapte al modelo terapéutico para poder beneficiarse del mismo, hasta otro en el que es el marco terapéutico el que se adapta gradualmente a las posibilidades y necesidades del paciente. Varios estudios han objetivado hace años las ventajas de una fácil accesibilidad al TMM. En un análisis de la evolución de 351 pacientes incluidos en el Treatment Outcome Prospective Study (TOPS), Condelli (1993) halló una correlación entre la facilidad de acceso al TMM y la retención en el tratamiento. Yancovitz y col. (1991) llegaron a conclusiones similares en un estudio prospectivo aleatoritzado que incluyó a 301 pacientes procedentes de una lista de espera para TMM y distribuidos en dos grupos: uno con acceso inmediato a un TMM con servicios mínimos (una entrevista mensual), y el otro mantenido durante 30 días en lista de espera y con entrevistas con el equipo terapéutico y controles de orina. Observaron, en los integrantes del primer grupo, un descenso significativo del consumo de heroína a los 30 días y, al compararlos con los del segundo grupo que entraron en TMM, una retención en el tratamiento significativamente superior a los 16 meses. En otro estudio, Bell y col. (1994) compararon 89 pacientes admitidos según un proceso simplificado con otros 74 pacientes admitidos siguiendo el proceso habitual. Encontraron en estos últimos un riesgo doble, tanto respecto al abandono en los primeros 400 días, como respecto al consumo de heroína durante los 6 primeros meses. Por su parte, Maddux y col. (1995) distribuyeron a 186 pacientes de forma aleatorizada en dos grupos con el fin de comparar los efectos de una admisión rápida en TMM (1 día) con los de una admisión lenta (14 días). Observaron una tasa de abandono significativamente 60 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 61 Capítulo 5. Aspectos relacionados con las creencias y actitudes de los profesionales mayor entre los admitidos en 14 días, mientras que la retención posterior fue similar entre los que iniciaron el tratamiento. Concluyeron que se podía reducir el abandono en la fase de admisión mediante un proceso simplificado, sin que éste afectara negativamente a la posterior retención en el tratamiento. 2. Creencias sobre la supuesta homogeneidad de criterios en el seno del equipo En la actualidad ya se acepta que aspectos del TMM, como la filosofía del programa, su política y sus objetivos, tienen influencia en el proceso del tratamiento y, por consiguiente, en sus resultados. Según Lowinson y col. (1992), un TMM de calidad tendría que guiarse por políticas y procedimientos claros y coherentes, conocidos y comprendidos por todos los miembros del equipo. Sin embargo, es frecuente que haya una cierta confusión sobre los objetivos del centro y discrepancias poco explícitas entre los miembros del equipo con respecto a la filosofía del tratamiento. Nurco y col. (1987) hallaron divergencias en función del grado de cualificación de los profesionales, y sugirieron la necesidad de destinar mayores esfuerzos a la elaboración de una "cultura de equipo" más coherente. Fomentar una "cultura de equipo", entre otras cosas, con una mejor definición de los objetivos del programa. En un estudio de las creencias y actitudes de 177 profesionales tratados en 14 TMM de Nueva York, Caplehorn y col. (1997) encontraron una correlación entre la actitud favorable a la penalización del consumo de drogas y la orientación hacia la abstinencia, y destacaron el hallazgo de que, aunque el objetivo oficial de los 14 centros era proporcionar un mantenimiento indefinido con metadona, el personal menos cualificado tendía a apoyar las políticas orientadas a la abstinencia. El estudio multicéntrico de Ball y col. (1991) destacó la correlación entre la retención en un TMM y variables como la claridad en la definición de políticas y procedimientos, así como lo que podríamos denominar la “retención, o fidelización, de los profesionales”. Es probable que aspectos como una incoherencia de filosofías de tratamiento, el síndrome de desgaste profesional (burnout) y una elevada rotación de determinados miembros del equipo estén relacionados entre sí y se asocien con una mayor rigidez en el trato con los pacientes y una menor retención de los mismos en tratamiento. 3. Creencias sobre el objetivo de la abstinencia Aunque no hay ninguna evidencia a favor de acelerar el proceso hacia la abstinencia de metadona, persiste todavía una diferencia considerable entre programas y profesionales con respecto a considerar la abstinencia de cualquier opiá61 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 62 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica ceo como un valor intrínsecamente bueno, hasta el punto de constituir un objetivo prioritario. Por ejemplo, un análisis de las actitudes de los terapeutas de distintos TMM de Nueva York mostró que un 25% era contrario al concepto de mantenimiento a largo plazo y cerca de la mitad mantenía una posición ambivalente (Magura y col., 2001). En un estudio multicéntrico sobre 172 TMM, D'Aunno y col. (1992) descubrieron que uno de cada dos centros animaba a los pacientes a desintoxicarse ya en el transcurso del primer semestre de tratamiento, mientras que sólo un 25% se lo planteaba a partir de los 12 meses de tratamiento. Un equipo australiano elaboró una escala con el objetivo de analizar estos aspectos y evaluó, en 10 TMM, las creencias y actitudes de sus profesionales en relación con el uso de drogas ilícitas, el objetivo de la abstinencia, el recurso a penalizaciones en varios supuestos y los conocimientos teóricos sobre la metadona. Se encontró con una correlación entre la reprobación del uso de drogas y la tendencia a priorizar la abstinencia como objetivo, dos variables que resultaron ser independientes del nivel de conocimientos sobre los efectos de la metadona. Por otro lado, buena parte de los considerados bien informados sobre los beneficios de la metadona en el ámbito de la reducción del consumo de drogas, criminalidad y riesgo de muerte, se manifestaron contrarios al mantenimiento indefinido de este tratamiento (Caplehorn y col., 1996a). Los autores concluyen con la hipótesis de que tanto los objetivos terapéuticos como el recurso a estrategias punitivas se basan más en las creencias personales sobre el uso de drogas que en evidencias científicas. Hay que basarse en criterios científicos, y no en opiniones personales, a la hora de considerar la abstinencia como objetivo. Un estudio del impacto de las actitudes de 10 médicos privados sobre la retención de 280 pacientes en mantenimiento con metadona mostró una correlación entre la orientación del médico hacia la abstinencia y el riesgo de abandono del tratamiento en los 900 primeros días (Caplehorn y col., 1996b). En la misma línea, el análisis de la puntuación media obtenida por los equipos de 6 TMM mediante "la escala de orientación hacia la abstinencia" mostró que los que tendían a promover la abstinencia presentaban una retención significativamente menor (Caplehorn y col., 1998). Estos hallazgos condujeron a los autores a concluir que, ya se trate de profesionales individuales o de equipos profesionales, la filosofía favorable a la abstinencia de metadona se traduce en ambos casos en una menor retención en el tratamiento. Rosenbaum (1985) analizó la filosofía de tratamiento dominante en una serie de TMM y los agrupó en tres tipologías: el modelo médico, el liberal y el reformista. Si el modelo médico se basa en la hipótesis de una alteración del sistema endorfínico y el liberal defiende sobre todo la libertad individual y los principios éticos de autonomía y justicia, el reformista entiende el papel del TMM como un primer paso hacia el objetivo de la abstinencia. Las evidencias en contra de este último modelo hacen aconsejable que cada equipo profesional, en un intento por definir unos objetivos coherentes, elabore una toma de posición común ante esta cuestión. 62 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 63 Capítulo 5. Aspectos relacionados con las creencias y actitudes de los profesionales 4. El marco terapéutico y las actitudes de los profesionales Un TMM es, ante todo, un servicio ofrecido por profesionales a un colectivo de ciudadanos y ciudadanas en el marco de unos determinados límites. En este encuentro, que en principio se plantea horizontalmente, el profesional tiene que cultivar con el paciente una relación de respeto mutuo y cooperación. Se han observado mejores resultados en la medida en que los profesionales son accesibles a los pacientes y la relación entre unos y otros se desjerarquiza (Ball y col., 1991). En definitiva, se trata de que los profesionales trabajen “por” y “con” los pacientes, más que “en” o “para” los pacientes, y evidentemente eviten hacerlo "contra" ellos. Hay que favorecer la relación horizontal y desjerarquizada entre profesionales y pacientes. Si nos inspiramos en el modelo de promoción de la salud, se trata de responsabilizar a la ciudadanía de la propia salud y debemos tener en cuenta, citando a Ashton, que "en el deseo de que la población tenga una mayor responsabilidad sobre la propia salud, todavía es necesario reconocer la relación que existe entre conductas de riesgo y falta de poder" (Ashton y col., 1988). A veces, la relación entre profesionales y pacientes puede derivar hacia una relación vertical en la que el profesional destina más tiempo y energía al control y aplicación de penalizaciones que a la cooperación y la búsqueda de soluciones constructivas. Ello se manifiesta a través de actitudes rígidas por parte del profesional, a las que, a su vez, el paciente responde con un abandono o con comportamientos hostiles y poco responsables, lo que los británicos denominan suspension of rationality (Stimson y col., 1991) y que no hace sino confirmar la necesidad de reforzar el control y las penalizaciones. Es entonces cuando aparecen calificativos como el de programas de "alta exigencia", que resulta una incongruencia en el marco de un servicio que tendría que definirse por lo que ofrece y no por lo que “exige”. Este tipo de funcionamiento coercitivo se ve favorecido por una filosofía orientada a la abstinencia, la sobrecarga de trabajo, una formación insuficiente del personal y una definición poco clara de los objetivos y procedimientos del programa. Si éstos están mal definidos, surgen prácticas confusas e incoherentes entre las intervenciones de distintos miembros del equipo, y es fácil que normas de funcionamiento útiles y necesarias, como cuestiones de horarios, de espacio y de conductas inaceptables en el centro, vayan más allá de su función como marco de referencia para convertirse en un fin en sí mismo. Es conveniente que los equipos definan respuestas claras ante situaciones de violencia o de amenaza de violencia, aunque siempre convendrá privilegiar la respuesta constructiva a los problemas que sobrevengan. Magura y col. (1998) realizaron un estudio retrospectivo sobre 1.206 pacientes en TMM y observaron una retención significativamente más elevada en aquéllos con un mayor índice de respuestas constructivas en caso de aparición de problemas. 63 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 64 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica En relación con otras normas, hay que aclarar que se trata más bien de una limitación del programa que de un elemento terapéutico. Por ejemplo, la asociación entre accesibilidad al TMM y mejores resultados queda avalada por varios trabajos y tendría que considerarse un criterio de calidad de un programa; las inevitables limitaciones que deban imponerse por cuestiones prácticas se presentarán como una limitación de las prestaciones ofrecidas y de su calidad, no como un elemento pedagógico con el que se sanciona a quien no las respeta. En la cuestión de la formación, hay que resaltar la necesidad de fomentarla entre los profesionales más próximos al paciente y en contacto cotidiano con él. Lowison y col. (1992) destacan el papel esencial del acto de dispensación de metadona en el proceso terapéutico, subrayan la importancia de la relación entre el paciente y el personal de enfermería, y recomiendan a los directores de programa que favorezcan este proceso. También es cierto que quien se encuentra en primera línea de acceso al centro, como un auxiliar clínico o un administrativo, puede tener un papel determinante en la dinámica que se genera entre usuarios y equipo. Como suele pasar en los servicios, con mucha frecuencia son los profesionales menos cualificados los que se encuentran “al frente”, mientras los más experimentados son promovidos a otras funciones en las se alejan del contacto con los clientes. En consecuencia, convendría favorecer la formación del personal menos cualificado y más próximo a los pacientes, e implicarlo en la elaboración de la "cultura de equipo", sus objetivos y procedimientos. 5. Creencias sobre el mal pronóstico de quien ha fracasado en tratamiento de mantenimiento con metadona Tanto los profesionales como los propios pacientes pueden considerar que el fracaso en anteriores intentos, siguiendo una determinada modalidad terapéutica –incluido el TMM–, contraindica un nuevo intento en la misma modalidad. Exceptuando los casos en los que la metadona no conviene por razones farmacológicas, no hay ninguna evidencia de que un fracaso previo reduzca la indicación del TMM. La recomendación general es facilitar al máximo la readmisión en TMM de un paciente que haya fracasado en anteriores intentos (Payte y col., 1992). 6. Conclusiones El tratamiento en TMM comporta, además del efecto farmacológico, una relación de años de duración con varios miembros del equipo profesional, cuyas creencias y actitudes tendrán una notable influencia en los resultados. A menudo hay discrepancias entre las evidencias científicas y las opiniones de los profesionales. Las creencias y actitudes en torno a aspectos como la accesibilidad al tratamiento, la abstinencia de metadona como objetivo del trata64 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 65 Capítulo 5. Aspectos relacionados con las creencias y actitudes de los profesionales miento o la facilidad en ser readmitido en TMM, tienen repercusiones en los resultados. La heterogeneidad de criterios entre los miembros del equipo y la confusión que genera pueden convertir el marco terapéutico en un fin en sí mismo más que en un instrumento. En consecuencia, conviene que los equipos destinen un esfuerzo al desarrollo de una "cultura de equipo", a la formación de los profesionales, y en particular los que mantienen más contacto con los pacientes, y a la elaboración de procedimientos claros, coherentes e integrados para todos los miembros del equipo, basados en evidencias científicas y no en opiniones. Recomendaciones 1. Es necesario favorecer la formación del personal que mantiene más contacto con los pacientes, implicarlo en la elaboración de la “cultura de equipo”, así como en sus objetivos y procedimientos. 2. El marco terapéutico debe adaptarse gradualmente a las posibilidades y necesidades del paciente. 65 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 66 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 67 Capítulo 6 Admisión de los pacientes JORDI TATO DOMINGO Las intervenciones orientadas a la abstinencia, los programas de sustitución y las estrategias de reducción de riesgos constituyen la base de los tratamientos que se ofrecen a los consumidores de opiáceos ilegales. La admisión en TMM se inicia con la aceptación por parte del paciente del plan terapéutico o de trabajo que le propone el terapeuta. Esta propuesta es, según su criterio, la mejor opción de tratamiento para el paciente en aquel momento, y también la más viable. Este proceso de elección, habitual en la práctica diaria y que se efectúa de forma casi automática, se complica enormemente cuando se intenta redactar en una guía de tratamiento, debido al elevado número de factores implicados y a la falta de criterios consensuados que lo faciliten. La aceptación del tratamiento por parte del paciente, en numerosas ocasiones, es un proceso a largo plazo que requiere coherencia en las informaciones facilitadas por los profesionales de los distintos equipos y centros en los que el paciente pueda ser atendido. Por estas razones, creemos necesario unificar por consenso los criterios con los que indicamos cada una de las intervenciones. 1. Factores que intervienen en la elección Para definir los criterios de indicación para cada intervención, hay que considerar los factores que intervienen en la elección. Factores que intervienen en la elección del tratamiento: Tipo de demanda Recursos del paciente Grado de cobertura de los objetivos del tratamiento 1.1. El tipo de demanda No hay mejor tratamiento que aquel que se puede poner en práctica y el paciente, si es competente, escoge. Corresponde al terapeuta facilitar información suficiente y de forma comprensible al paciente para que éste pueda tomar una decisión sobre su futuro tratamiento. A veces, los pacientes acuden a los centros con una idea premeditada de la intervención que quieren realizar, y no aceptan ningún tipo de negociación. A menudo, están en contra de los TMM, de los que dicen que "son otra dependencia" y que "es peor el síndrome de abstinencia de la metadona que el de la heroína". Suelen realizar sus demandas en las primeras visitas al centro, en 67 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 68 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica las que, debido al desconocimiento mutuo, no contamos con su confianza pero sí sufrimos su recelo. En estos casos, la necesidad de mantener el contacto nos obliga a sacrificar, casi sin resistencia, nuestra indicación terapéutica a favor de la demanda. En otras ocasiones, la resistencia del paciente es menor, o la demanda coincide con nuestras propuestas. De todos modos, en todos los casos, y aunque no se haya aceptado nuestra indicación, es aconsejable dar información sobre los TMM y explicar las razones por las que se los ofrecemos; de esta forma, preparamos al paciente para futuras intervenciones, que se concretarán según la evolución de los acontecimientos. 1.2. Los recursos del paciente Llevar a la práctica cada intervención requiere esfuerzo, aptitudes y actitudes que deben ser evaluadas y tenidas en cuenta en el momento de realizar la propuesta de tratamiento. Un estado mental u orgánico comprometido limita la realización de determinadas intervenciones, que exigen un gran esfuerzo por parte del paciente, y favorece otras, que facilitan el tratamiento de la patología psiquiátrica concomitante o alivian el sufrimiento físico. Habrá que tener en cuenta, en cada paciente, los recursos personales para tolerar el malestar de la desintoxicación, la pérdida transitoria de libertad durante los ingresos (unidad de desintoxicación hospitalaria y comunidad terapéutica) o simplemente la frecuentación diaria a los centros de tratamiento en la inducción del TMM. Así mismo, evaluaremos los recursos externos –sociales y familiares– de los que dispone, los cuales aunque no limiten determinadas intervenciones, pueden facilitar otras. Al evaluar la capacitación del paciente, lo haremos considerando su historial de tratamientos previos y los resultados obtenidos. Los sucesivos fracasos en una intervención orientada a la abstinencia, además de agotar al paciente, desaconsejan insistir en su uso. 1.3. El grado de cobertura de los objetivos del tratamiento También tendremos que evaluar el grado en el que cada una de las intervenciones consigue: • Retener al paciente en el tratamiento y en contacto con el centro. • Evitar el consumo de opiáceos ilegales. • Disminuir la morbilidad y mortalidad que origina la dependencia. El grado de consecución determinará el resto de intervenciones y permitirá el tratamiento integral del paciente, contribuyendo así al objetivo principal: optimizar la calidad de vida de los pacientes. 68 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 69 Capítulo 6. Admisión de los pacientes 2. Criterios de inclusión De acuerdo con el Real Decreto 5/1996, en el Estado español, el único requisito legal para ser incluido en un TMM es el diagnóstico de dependencia de opiáceos. La inclusión en metadona está indicada en todos los pacientes dependientes de opiáceos que soliciten tratamiento, excepto aquellos que hagan petición expresa de una intervención destinada a la abstinencia, que evaluemos capacitados para intentarlo y cuyas experiencias anteriores no la desaconsejen. Las intervenciones destinadas a la abstinencia quedan reservadas para los pacientes que las pidan, y también para aquellos que soliciten la interrupción del tratamiento con metadona. Las estrategias de reducción de riesgos se ofrecen a todos los usuarios del centro. Para la inclusión de un paciente en TMM, varios profesionales deben rellenar una serie de documentos (contratos y normas, tanto del programa como del centro, notificaciones de inclusión, informes, recetas de estupefacientes, etc.) que establece la organización de los centros de atención y seguimiento (CAS). Es necesario que la realización de las visitas de estos profesionales no retrase el inicio del TMM y, por lo tanto, se recomienda agruparlas en el tiempo o posponer las intervenciones que no sean estrictamente necesarias. Si, a pesar de todo, no es posible iniciar el TMM el mismo día, conviene valorar la posibilidad de ofrecer al paciente una alternativa terapéutica al consumo de opiáceos ilegales hasta su inclusión en el programa. Los retrasos en la inclusión de los pacientes en TMM, además de mantener los riesgos inherentes al consumo activo, se han relacionado con más abandonos y expulsiones del tratamiento, y con un mayor consumo de heroína en los 6 primeros meses del TMM, Bell (1994). Una vez decidido el plan terapéutico con el paciente, conviene informarle, verbalmente y por escrito, sobre el TMM, así como sobre las peculiaridades y características de la metadona como fármaco y de sus efectos en el individuo. 69 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 70 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica Recomendaciones 1. La inclusión en TMM debería producirse en el plazo máximo de una semana después de la indicación de tratamiento. 2. Antes de iniciar el tratamiento con metadona, hay que confirmar el diagnóstico de dependencia de opiáceos en muestras biológicas (por ejemplo, la orina) si hay dudas sobre la presencia de una dependencia real. 3. Hay que facilitar, en la medida de lo posible, la readmisión en TMM después de un abandono. 4. Hay que facilitar información suficiente de forma comprensible para que el paciente pueda tomar una decisión sobre su futuro tratamiento y sobre su plan terapéutico. 5. Es conveniente informar al paciente por escrito sobre las peculiaridades y características del programa, de la metadona como medicamento y de sus efectos en el individuo. 70 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 71 Capítulo 7 Recomendaciones para la dosificación de la metadona MARTA TORRENS MÈLICH La eficacia del TMM depende, en gran medida, de la dosis administrada, y por eso es importante una correcta dosificación del tratamiento. El proceso de inducción al tratamiento es especialmente relevante, porque presenta un riesgo de muerte que puede ser hasta siete veces superior al riesgo de antes de iniciar el tratamiento. Pero después de la estabilización, durante las primeras dos semanas de tratamiento, el riesgo de muerte por sobredosis disminuye sustancialmente en comparación con el riesgo previo al inicio del tratamiento. De los factores que intervienen en el riesgo de muerte durante el proceso de inducción del tratamiento, Humeniuk y col. (1999) destacan: • factores relacionados con la farmacología de la metadona, tanto farmacocinéticos como farmacodinámicos; • el consumo concomitante de otras drogas; • la interacción con otros medicamentos. Por eso, antes de iniciar el TMM, se recomienda: (1) informar al paciente sobre aspectos del TMM, (2) valorar las características del caso que se deben tener en cuenta e (3) identificar al paciente con riesgo de intoxicación con metadona. Posteriormente se procederá a: (4) la inducción del TMM y (5) la estabilización del TMM. 1. Información que hay que dar al paciente sobre el tratamiento de mantenimiento con metadona Es muy importante explicar claramente al paciente qué es la metadona, cuáles son sus características farmacológicas y en qué consiste el TMM. La información tiene que incluir los siguientes puntos: • La metadona tarda de 2 a 3 horas hasta que tiene su efecto máximo. • La metadona se acumula durante un tiempo y presenta los mayores efectos a partir del tercer y quinto día de iniciado el tratamiento, a pesar de mantener una dosis fija (por eso los aumentos de dosis se tienen que hacer cada 3-5 días). • Si se toman drogas durante el TMM, sobre todo opiáceos ilegales, alcohol, benzodiacepinas y cocaína, aumenta el riesgo de intoxicación aguda con consecuencias graves (sobredosis). • Hay medicamentos que interfieren con la metabolización de la metadona, provocan cambios en su concentración plasmática y, por lo tanto, facilitan el riesgo de aparición de intoxicación o de abstinencia. 71 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 72 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica 2. Características del caso que hay que tener en cuenta A la hora de iniciar un TMM, hay que tener en cuenta los siguientes puntos: • Confirmar el diagnóstico de dependencia de opiáceos: mediante historia clínica y, si hace falta, mediante determinaciones seriadas de opiáceos en orina. • Valorar la tolerancia farmacológica a los opiáceos que presenta el paciente. La forma más habitual de determinar la tolerancia se establece mediante la historia clínica, teniendo en cuenta: tiempo de consumo, vía de consumo, antecedentes de sobredosis, etc. También son informativos los antecedentes contrastados de las dosis de mantenimiento utilizadas en TMM previos. • Valorar los antecedentes médicos (infección VIH, hepatitis B y C y tuberculosis) y los antecedentes psicopatológicos (impulsividad), así como si el paciente toma otros medicamentos que puedan interferir con el tratamiento con metadona. • Identificar a los pacientes que tengan más riesgo de intoxicarse con la metadona. 3. Pacientes con más riesgo de intoxicarse con la metadona Los pacientes con más riesgo de intoxicación con metadona son: • Pacientes que se visitan por primera vez y de los que no podemos contrastar la información que nos dan. • Policonsumidores de sustancias. • Pacientes que presentan una enfermedad respiratoria clínicamente importante. • Pacientes que presentan una enfermedad hepática clínicamente importante. • Pacientes que toman medicamentos que inhiben el CYP3A4. En todos estos casos, no está contraindicada la metadona, pero sí que la inducción del tratamiento se hará de forma todavía más esmerada, con estricta: evaluación del enfermo a las 2 o 3 horas de la administración de la dosis, durante las 5 primeras dosis de metadona, con el fin de detectar signos y síntomas de toxicidad, y no se tendría que aumentar la dosis en los primeros 5 días. 4. Proceso de inducción Para calcular la dosis inicial de metadona se deben tener en cuenta los siguientes factores: • La heroína ilegal varía en pureza según el lugar y el momento. • Las características farmacológicas de la metadona. • Demasiada cantidad de metadona puede ser mortal, pero poca, probablemente, no será efectiva y también puede dar lugar a complicaciones 72 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 73 Capítulo 7. Recomendaciones para la dosificación de la metadona mortales. Los pacientes que empiezan con una dosis de metadona demasiado alta pueden intoxicarse y morir, pero si la dosis es demasiado baja y el enfermo presenta abstinencia, puede causar el consumo de opioides ilegales (heroína) u otras sustancias (BZD) para mejorar la sintomatología, y la mezcla de la metadona con estas otras sustancias puede producirle también la intoxicación y la muerte. De acuerdo con varias guías de tratamiento de metadona (The UK Guidelines, 1999; Humeniuk y col., 1999; Verster, 2000) se realizan las recomendaciones siguientes: • En general, la dosis inicial estará entre los 10 y los 30 mg/día. Sin embargo, si la tolerancia a los opiáceos es alta se pueden utilizar dosis de entre 25 y 40 mg/día, y si la tolerancia es baja o dudosa se utilizan dosis de 10 a 20 mg/día. Si la dosis inicial es baja (10 mg) después de unas horas (34) se pueden añadir pequeñas dosis de metadona según la gravedad de los síntomas de abstinencia. • Se recomienda mantener al paciente en observación durante unas horas (2-3) después de la primera dosis con el fin de observar si aparecen signos de intoxicación. • Se recomienda empezar el TMM por la mañana, y si puede ser a comienzo de la semana (si el centro está cerrado durante el fin de semana), para que cuando aparezcan las concentraciones de metadona más altas, el centro esté abierto y el personal pueda intervenir, si hace falta. • El paciente tendrá que acudir cada día al centro a tomar la dosis de metadona hasta que se establezca la dosis de estabilización. Los incrementos de dosis de metadona hasta llegar a la estabilización se tienen que hacer de un máximo de 5 a 10 mg/día y sin pasar de 20 mg a la semana. • Habitualmente, las dosis de estabilización se sitúan entre los 50 y los 120 mg/día, aunque hay personas que se pueden mantener con dosis más bajas, y otras que necesitarán dosis superiores. • El tiempo necesario para llegar a la estabilización puede ser de seis semanas o más. Tabla 1. Proceso de inducción al tratamiento de mantenimiento con metadona Período Dosis (mg) Observaciones Si la tolerancia es baja o dudosa: dosis inicial de 10 - 20 mg. Si la tolerancia es alta: dosis inicial de 25 - 40 mg. 1.er día 10 - 40 mg Cada 3 - 5 días Aumentar 5 - 10 mg/día hasta la dosis de estabilización* Observar al paciente durante 2 - 3 h para detectar signos de intoxicación, y si hay signos de abstinencia a opiáceos, añadir dosis suplementarias según la tabla 2. No aumentar más de 20 mg a la semana. * La dosis de estabilización es la que permite que no haya síntomas de abstinencia a opiáceos ni deseo de consumo sin que aparezcan signos de sobredosificación (miosis, sedación, etc.). 73 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 74 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica Tabla 2. Dosis adicionales de metadona según la gravedad del síndrome de abstinencia a opiáceos Gravedad del síndrome de abstinencia Ligera Dosis adicional No metadona Moderada (dolores musculares, dilatación pupilar, náuseas, bostezos) 5 - 10 mg Grave (vómitos, erección de los folículos pilosos, taquicardia, hipertensión arterial) 20 - 30 mg 5. Dosis de mantenimiento No hay una dosis de metadona que sea óptima para todos los pacientes (Ward y col., 1998; Leavitt y col., 2000; APA, 2001). En general las dosis ≥ 50 mg/día son las más eficaces. La dosis de mantenimiento adecuada de metadona es la que consigue: prevenir el inicio del síndrome de abstinencia a opiáceos (SAO) durante 24 horas, eliminar el deseo (craving) de heroína y bloquear los efectos euforizantes de la heroína. Las dosis de mantenimiento de metadona habituales están entre los 50 y los 120 mg/día, pero hay personas que se pueden mantener con dosis más bajas, y otras que necesitarán dosis superiores (hasta 1.200 mg/día). Si la dosis diaria alta no prevé la aparición del síndrome de abstinencia a opiáceos durante el periodo de 24 horas entre dos dosis, hay que investigar si el paciente toma simultáneamente drogas o fármacos que produzcan inducción enzimática o si metaboliza la metadona más rápidamente de lo habitual. En estos casos, se puede fraccionar la dosis de metadona y administrarla cada 12 horas, intentando poner los mecanismos más adecuados para evitar que haya desvío de la metadona al mercado ilegal. Con el fin de controlar el espacio QT, hay que realizar ECG periódicos si se utilizan dosis de metadona superiores a 200 mg/día, sobre todo si el paciente recibe otros tratamientos (especialmente antirretrovirales y/o antipsicóticos). 6. Utilización de las concentraciones plasmáticas de metadona para su dosificación Hasta ahora no hay medidas objetivas que permitan decidir cuál es la dosis más adecuada de metadona para cada paciente (Leavitt y col., 2000). La medida más estudiada, en este sentido, ha sido la determinación de las concentraciones plasmáticas de metadona. Pero los diferentes estudios realizados no han mostrado resultados definitivos, de manera que no hay evidencia clara de la existencia de un nivel de concentración plasmática de metadona clara como referente en la dosificación de la metadona. No se ha descrito una buena correlación entre una determinada concentración de metadona y la respuesta terapéutica (Ward y col., 1998; Torrens y col., 1998; Eap y col., 2000). La elevada variabilidad individual en las tasas de metadona (R)/(S) en sangre 74 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 75 Capítulo 7. Recomendaciones para la dosificación de la metadona (rango 0,63-2,4) sugiere que medir los enantómeros de la metadona puede ser más fiable que determinar las concentraciones totales. Se ha descrito una asociación significativa de la concentración plasmática de (R) metadona con la respuesta terapéutica (controles de orina negativos los dos meses previos), que apoya la indicación de determinar las concentraciones plasmáticas de (R)-metadona si hay una ingesta continua de opiodes ilegales. Aunque para obtener cualquier concentración de (R)-metadona, las dosis teóricas de metadona racémica pueden variar en un rango de entre 1 a 17 veces (Eap y col., 2000). Así pues, la determinación de las concentraciones plasmáticas de metadona en global o de sus formas racémicas, en particular, tampoco se ha demostrado que aporte datos objetivos que permitan adecuar las dosis de metadona. Preguntar al paciente su opinión sobre la dosis de metadona que se le administra es, hoy por hoy, la mejor manera para adecuar la dosis de mantenimiento. Por otra parte, ante la ausencia de interacciones farmacológicas, hay una buena correlación entre la dosis de metadona administrada y la concentración plasmática, por lo que la monitorización de las concentraciones de metadona puede ser útil para evaluar el cumplimiento del tratamiento y para evaluar si el paciente toma extradosis de metadona o, si al contrario, toma menos dosis que la administrada, lo que permite la detección del desvío de la dosis de metadona (en parte o totalmente) al mercado ilegal (Torrens y col., 1998). Recomendaciones 1. Antes de iniciar un TMM se recomienda: 1) informar al paciente sobre aspectos del TMM; 2) valorar las características del caso con respecto a la confirmación del diagnóstico de dependencia de opiáceos, tolerancia en los opiáceos, antecedentes médicos y psicopatológicos y otros tratamientos farmacológicos; 3) identificar al paciente con riesgo de intoxicación con metadona. 2. La inducción del tratamiento se hará con mucha más precaución en los pacientes con más riesgo de intoxicarse con la metadona, como los que se visitan por primera vez y de los que no podemos contrastar la información que nos dan, los policonsumidores de sustancias, los que presentan una enfermedad respiratoria y/o hepática clínicamente importante y los que toman medicamentos que inhiben el CYP3A4. 3. Durante el proceso de inducción, y según la valoración del equipo sanitario, es recomendable que el paciente asista diariamente al centro dispensador a tomar la metadona hasta que se haya determinado la dosis de estabilización. 4. Excepto en el caso de SAO manifiesto, se recomienda esperar un mínimo de 3 días antes de cada aumento de la dosis. 75 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 76 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica 5. Las dosis de mantenimiento de metadona habituales oscilan entre los 50 y los 120 mg/día, pero hay personas que se pueden mantener con dosis más bajas, y otras que necesitarán dosis superiores (hasta 1.200 mg/día). 6. La monitorización de las concentraciones plasmáticas de metadona puede ser útil para evaluar el cumplimiento del tratamiento y para evaluar si el paciente toma dosis extra de metadona o si, por el contrario, toma menos dosis de la administrada, lo que permite la detección de desvío de la dosis de metadona (en parte o totalmente) al mercado ilegal. 76 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 77 Capítulo 8 Control de tóxicos JOSEP M. QUERALTÓ COMPAÑÓ 1. Introducción En los TMM se suelen realizar determinaciones analíticas de metadona para verificar el cumplimiento del tratamiento y determinaciones analíticas de otras sustancias para verificar la ausencia de consumo. En general, las situaciones clínicas en las que puede ser útil la determinación analítica de drogas de abuso son (Peat y col., 1998): (a) Cuando hace falta una indicación de que se ha producido exposición a una sustancia: • Con el fin de confirmar objetivamente el consumo (ocasional o crónico) de drogas por el paciente; • Con el fin de monitorizar el cumplimiento de las restricciones; • Para comprobar el abuso continuado de drogas ilícitas; • Para detectar la presencia de drogas de abuso al ingreso urgente en el hospital; • En otras aplicaciones, como forenses, laborales, etc. (b) Si hay que demostrar la correspondencia entre la presencia de la sustancia en el organismo y los efectos fisiológicos o conductuales que presenta un paciente. (c) Cuando hay que ayudar a tratar una sobredosis. La selección del espécimen que hay que analizar y de los procedimientos analíticos, así como la interpretación de los resultados obtenidos, dependen en gran medida del propósito de la determinación analítica. La selección de las sustancias objeto de determinación analítica está condicionada sobre todo por la epidemiología del consumo local. Ocasionalmente, sin embargo, puede ser interesante incluir “nuevas” sustancias con el fin de obtener información de tipo epidemiológico o clínico, antes de tomar una decisión final sobre la conveniencia de hacer exámenes sistemáticos de esas sustancias. El repertorio actual ofrecido por la mayor parte de los laboratorios incluye las determinaciones de anfetaminas, éxtasis (MDMA), barbituratos, benzodiacepinas, benzoilecgonina (metabolito de la cocaína), cannabinoides, etanol, metadona y opiáceos. Menos frecuente es la determinación de buprenorfina, fenciclidina, y LSD. Todavía menos habitual es la determinación de gamma - hidroxibutirato y ketamina. La respuesta a la cuestión clínica “¿Se ha producido un consumo de una determinada sustancia?” es “sí” o “no” consecuencia de un resultado analítico categórico “positivo” cuando supera un umbral y “negativo” (en el sentido de negación, no en el de inferior a cero) cuando no llega (figura 1). Éste es un resultado “cualitativo”, por oposición a los resultados “cuantitativos”, en el que además de identificar la presencia de una sustancia, se establece la 77 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 78 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica cantidad o la concentración. Pero para detectar el consumo de una determinada sustancia no hay que cuantificarla. Los métodos basados en el inmunoanálisis son adecuados para reconocer la presencia de una o varias sustancias en líquidos biológicos. Esta inespecificidad tan conveniente para identificar sustancias o grupos de sustancias los hace poco adecuados para una cuantificación exacta. La cuantificación puede ser un proceso analítico largo y costoso, que requiere, por ejemplo, cromatografía, que supone una calibración previa. Además, la interpretación de la cuantificación debe tener presente las posibles interacciones farmacológicas entre distintas sustancias y metabolitos (potenciación, antagonismo, etc.), la tolerancia y la idiosincrasia. Concentración Figura 1. Evolución de la presencia de una sustancia de abuso en orina con respecto al tiempo Límite de detección A Límite de detección B Días La utilización de un límite de decisión alto (como el “A”) limita la “positividad” de la orina en el tiempo pero asegura más positivos ciertos que el límite más bajo (“B”), que prolonga el tiempo durante el cual el resultado será positivo pero que tiene un mayor riesgo de incluir más “falsos positivos”. Algunas sustancias, como la cocaína, tienen una presencia muy efímera en la circulación y en el organismo. Sólo se pueden detectar los metabolitos. Otras sustancias, como la heroína, tienen metabolitos activos y es conveniente que estén determinados conjuntamente (especialmente si hay cuantificación). Por esta razón, las determinaciones de drogas de abuso se hacen de sustancias originales (por ejemplo, metadona), de grupos de sustancias (por ejemplo, anfetaminas) o de metabolitos (por ejemplo, benzoilecgonina). 1.1. Versatilidad Algunos grupos de fármacos van incorporando nuevos miembros continuamente, como las benzodiacepinas. Los procedimientos inmunoanalíticos utilizados en el cribado puede que no sean capaces de reconocer nuevas moléculas. Es conveniente consultar periódicamente con los responsables del laboratorio las reactividades cruzadas de los inmunoanálisis utilizados. Esta dificultad es menos problemática en los métodos cromatográficos, aunque en la etapa de preparación del espécimen, el pH, el solvente o la columna de extracción en fase sólida pueden excluir algún compuesto de interés. Los factores que hay que tener en cuenta a la hora de establecer un programa de determinaciones analíticas para detectar consumo de drogas de abuso, 78 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 79 Capítulo 8. Control de tóxicos dependerán de las características farmacocinéticas de la sustancia –que veremos más adelante–, del individuo y de las posibilidades económicas de quien tiene que afrontar el gasto. La tabla 1 presenta algunos valores farmacocinéticos. Tabla 1. Algunas características farmacocinéticas de las sustancias de abuso determinadas más comúnmente en el laboratorio con finalidad de cribado Anfetamina Metanfetamina Anfetaminas Barbitúricos Presencia en orina después del último consumo 4 - 24 h 9 - 24 h A las 24 h: 30 - 40% Orina alcalina: 2% 2 - 4 días 1 - 2 días (acción rápida) 15 - 20 h ~ 0,05 ml/min./kg 1 día (acción lenta) 50 - 120 h ~ 0,06 ml/min./kg 2 - 3 semanas 4-5d 0,5 - 5 ml/min./kg (consumo crónico) Buprenorfina 3 días 4 - 6 semanas 2-4h Consumo ocasional Cannabinoides Eliminación Éxtasis: MDMA, MDA, MDEA (dosis terapéutica) Benzodiacepinas Semivida - 14 - 38 h 3 - 4 días Hasta 5 días Consumo moderado Hasta 10 días Consumo crónico Hasta 28 días Etanol 2 - 14 h Depende de la dosis 2 - 12 h Fenciclidina 7 - 16 h - 14 - 30 días LSD 3-4h - 3-4h Metabolito de la cocaína 2-5h 25 - 45 ml/min./kg 2 - 4 días 15 - 60 h 1 - 2 ml/min./kg 3 - 4 días Codeína 2-4h 10 - 15 ml/min./kg Hasta 2 días Morfina 2-4h 15 - 20 ml/min./kg 2 - 3 días Heroína 1 - 1,5 h 15 - 20 ml/min./kg 2 - 3 días 8 - 24 h 15 ml/min./kg 6 h - 2 días Metadona Opiáceos Propoxifeno El factor individual es muy relevante porque incluye tanto las características farmacogenéticas del paciente como los hábitos tóxicos: la cantidad de sustancia, la frecuencia y el modelo de consumo. Además, es razonable que el número y la frecuencia de las determinaciones sean mayores en los momentos iniciales o agudos del tratamiento que en periodos de continuidad o de estabilidad. 1.2. Frecuencia de las determinaciones No menos importante son los aspectos económicos y de disponibilidad de las determinaciones. Esta disponibilidad suele ser una consecuencia directa de 79 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 80 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica los recursos económicos. Los costes del laboratorio son la suma de los costes fijos (personal facultativo, técnico y administrativo, instrumentación analítica e informática, mantenimiento, infraestructura) y variables (reactivos y material de obtención de espécimen). 1.3. Límites de decisión Si no se ha producido consumo de una determinada sustancia, en los líquidos biológicos (generalmente, orina) no aparecerá esa sustancia. Ocasionalmente, la inespecificidad de los procedimientos analíticos puede manifestar una señal, generalmente muy débil, que es necesario no confundir con la presencia de la sustancia. Si se ha producido un consumo, la sustancia estará presente en los líquidos biológicos en concentraciones que dependen del momento en el que se hace la observación. Primeramente, en cantidad creciente hasta llegar a un máximo, y a partir de este momento, en cantidades progresivamente menores, hasta alcanzar un límite donde la señal analítica es indistinguible de lo que aparece cuando no hay sustancia y que, como decíamos antes, no siempre es una señal “cero”. Es decir, la presencia de la sustancia en los líquidos biológicos será detectada siempre que la cantidad presente supere los límites de detección del método analítico. Tabla 2. Límites de decisión propuestos para el cribado de algunas sustancias o grupos de sustancias en orina Cribado DOD Confirmación DHHS Europa 1.000 µg/L 300 µg/L DOT 1992 DHHS Europa SAMHSA 1.000 µg/L Anfetamina 500 µg/L 500 µg/L 500 µg/L Metanfetamina 500 µg/L 500 µg/L 500 µg/L 200 µg/L Anfetaminas MDMA 200 µg/L MDA 200 µg/L MDEA Secobarbital 200 µg/L 200 µg/L n.i. 200 µg/L n.i. Butalbital 200 µg/L n.i. Amobarbital 200 µg/L n.i. Pentobarbital 200 µg/L n.i. Barbitúricos 50 µg/L 50 µg/L 20 µg/L 150 µg/L 300 µg/L 300 µg/L 25 µg/L 25 µg/L 20 µg/L Cannabinoides THC-COOH Cocaína Benzoilecgonina Fenciclidina LSD LSD 0,5 µg/L n.i. 300 µg/L 300 µg/L 15 µg/L 15 µg/L 15 µg/L 100 µg/L 150 µg/L 150 µg/L 25 µg/L 25 µg/L 0,2 µg/L n.i. 300 µg/L 300 µg/L 10 µg/L n.i. Codeína 2.000 µg/L 300 µg/L Morfina 4.000 µg/L 300 µg/L 6-acetil morfina 300 µg/L Opiáceos 300 µg/L DoD: Departamento de Defensa de los EE.UU. DHHS: Departamento de Sanidad y Bienestar de los EE.UU. Europa: consenso de expertos europeos (De la Torre y col., 1997). SAMHSA: Administración Federal de los EE.UU. de sustancias de abuso y salud mental. 80 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 81 Capítulo 8. Control de tóxicos Para evitar la falsa identificación de consumos, declarar “positivos” resultados por demasiados próximos al límite de detección, y la falsa ignorancia de declarar “negativos” resultados demasiados alejados de la señal del límite de detección, se han alcanzado varios consensos. Se declara resultado positivo cuando la señal que corresponde a una concentración (límite de decisión) es lo suficiente alta para no ser alcanzada debido a posibles artefactos metodológicos, y bastante baja para detectar la presencia de sustancia consumida horas o días antes de obtener el espécimen. El límite de decisión de un resultado positivo es, por lo tanto, de gran importancia: si se pone demasiado alto el umbral, muchos consumos no serán detectados; si se pone excesivamente bajo, no se distinguirá un consumo antiguo de uno más reciente (De la Torre y col. 1997). La tabla 2 recoge varios criterios sobre los límites de decisión. Los resultados “positivos” quieren decir concentraciones en la orina por encima de un umbral establecido por consenso (por ejemplo, metadona 300 mg/l). Hay que tener presente que la determinación analítica busca detectar una cantidad mínima (en orina) que refleje el hábito de consumo, pero no la adicción. La figura 2 representa distintas situaciones (consumo esporádico, consumo repetido y consumo masivo) y su observación analítica. Concentración Figura 2. Detección de distintos modelos de consumo Límite de decisión Días Los modelos “A”, “B” y “D” corresponden a consumos únicos de cantidades decrecientes de la sustancia analizada. Según la cantidad consumida, la detección será más prolongada (o no lo será de ninguna manera). El modelo “C” corresponde a un consumo moderado pero repetido. Si la determinación se hace los días 1 y 3, y se prescinde del resultado cuantitativo (es decir, sólo se tiene en cuenta el resultado “positivo”), la conclusión es indistinguible del modelo “A” y “B”. 1.4. Integración entre la clínica, el laboratorio y la administración institucional La producción de resultados de laboratorio tiene indudablemente una vertiente industrial. Gracias a ello, se pueden producir cantidades enormes de información con los niveles de calidad más deseables y unos costes razonables. Pero la actividad del laboratorio no puede limitarse a esta industria, porque tanto la base de los exámenes que realiza como la trascendencia de la información producida 81 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 82 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica son los pacientes y su salud. Por lo tanto, nunca se denunciará lo bastante el error de considerar la actividad del laboratorio aislada del contexto clínico y sanitario. La determinación de drogas de abuso no es una excepción. De las relaciones fluidas entre los médicos clínicos y el laboratorio dependen: (a) la actualización en el repertorio analítico; (b) el acuerdo en el tiempo de retorno de los resultados para que sean realmente útiles; (c) la rápida, eficaz y eficiente solución de los conflictos puntuales en ciertos resultados; (d) la forma y el estilo de suministro de resultados; (e) la fiabilidad de la cadena de custodia. Por otra parte, de las relaciones fluidas entre el laboratorio y la administración dependen: (a) la optimización de los recursos personales, materiales (instrumentales y fungibles) e informáticos; (b) la agilidad en la adquisición y el mantenimiento o sustitución de material con mejores prestaciones y mejor relación calidad precio. 2. Estrategias Los usuarios de este servicio de laboratorio son los médicos clínicos que tratan a pacientes consumidores de drogas y unidades psiquiátricas de centros de desintoxicación y rehabilitación. Los servicios proporcionados por los laboratorios son de dos tipos: (a) cribado y (b) confirmación. 2.1. Cribado Las determinaciones analíticas con finalidad de cribado deben tener una alta sensibilidad, ser rápidas y sencillas, para poder procesar gran cantidad de espécimen. Los inmunoanálisis satisfacen estos requisitos. Algunos están diseñados para detectar grupos específicos de sustancias, por ejemplo, los de las benzodiacepinas. Para identificar exactamente la sustancia consumida hay que realizar exámenes más específicos. Otros inmunoanálisis son específicos de un compuesto, por ejemplo, de la benzoilecgonina (Baugh y col., 1991). Como veremos más adelante, estos métodos utilizan anticuerpos que ocasionalmente pueden reaccionar con sustancias no necesariamente pertenecientes al grupo diana y dar una respuesta positiva falsa. 2.2. Confirmación Idealmente, todos los resultados positivos de un cribado tienen que comprobarse con un método diferente al utilizado en el cribado que, esencialmente, sea altamente específico. Los métodos cromatográficos son los más utilizados para esta finalidad, ya que, además, permiten la identificación de las sustancias consumidas o sus metabolitos. La Asociación Americana de Ciencias Forenses (AAFS) y la Sociedad de Toxicólogos Forenses (SOFT) dan las siguientes recomendaciones para el análisis confirmatorio: • Tienen que estar basados en principios físicos o químicos distintos a los utilizados en el primer proceso analítico. 82 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 83 Capítulo 8. Control de tóxicos • Tienen que presentar una especificidad analítica superior a la del primer procedimiento. • Su límite de detección tiene que ser igual o inferior al del primer procedimiento. • Siempre que sea posible, se utilizará espectroscopia de masas. • Si se utiliza la misma técnica, hay que utilizar derivados diferentes. • Hay que utilizar una técnica distinta si la cuantificación se usa como confirmación. • Si es posible, hay que utilizar un espécimen distinto al utilizado en el primer procedimiento. • Si es necesario, se utilizará una alícuota del espécimen utilizado en el primer procedimiento. • No se utilizará nunca el mismo extracto del primer procedimiento. 3. Aspectos preanalíticos 3.1. Responsabilidad en la fase preanalítica La fase preanalítica de la determinación de drogas de abuso incluye los procedimientos, procesos y manipulaciones de la obtención, transporte y eventual almacenamiento del espécimen antes de ser analizado. Habitualmente están implicadas varias personas o departamentos, como el lugar de obtención de espécimen, el sistema de transporte hasta el laboratorio y el propio laboratorio. El centro de obtención de espécimen es responsable de: • Disponer de personal entrenado y conocedor tanto del proceso como de la significación de la determinación e interpretación de la presencia y concentración de drogas de abuso en espécimen biológico. • Los procesos de recogida o extracción de espécimen, identificación, embalaje y documentación adecuada. • La seguridad del personal y de los pacientes. • Las características de confidencialidad y privacidad de la obtención de espécimen. • El inicio de la cadena de custodia y otras medidas, con el fin de evitar la adulteración del espécimen. El transportador es responsable de: • Cumplir los requisitos de transporte: básicamente, la temperatura y el tiempo máximo para entregar el espécimen al laboratorio. • Continuar la cadena de custodia. El laboratorio es responsable de: • La recepción del espécimen: verificando la integridad y la documentación que se acompaña. • El almacenamiento (si hace falta) hasta el momento de la determinación analítica. • Finalizar la cadena de custodia verificando su integridad. 83 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 84 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica 3.2. Solicitud El espécimen, bien tapado e identificado (nombre, código numérico institucional –por ejemplo, número de historia– y fecha de obtención) tiene que ser enviado al laboratorio acompañado de una solicitud. Hay que tener en cuenta que el laboratorio debe rechazar cualquier espécimen que no esté identificado de acuerdo con sus normas. Las solicitudes de análisis pueden ser convencionales, escritas en papel, o informatizadas. En cualquier caso, hay que tener presente que la identificación del paciente y las determinaciones solicitadas tienen que estar perfectamente claras y que eso debe combinarse con un respeto escrupuloso a la privacidad de las personas afectadas. 3.3. Tipo de espécimen 3.3.1. Orina La orina es el tipo de espécimen más utilizado en el cribado y el más efectivo para monitorizar el consumo, pero tiene el inconveniente de presentar poca correspondencia con los efectos de este consumo. La recogida de orina es un proceso fácil, no invasivo, que proporciona cantidades apreciables de espécimen; se utiliza desde hace mucho tiempo, lo cual permite disponer de una gran experiencia. Hay numerosas técnicas comerciales disponibles para el examen de orina con finalidades de cribado. No obstante, se trata de un espécimen que no siempre refleja la concentración en sangre (y todavía menos en los lugares de actuación) y que puede manipularse para conseguir resultados falsos (Winecker y col., 1998). La recogida de orina se realiza en contenedores de plástico (normalmente, de 100 ml de capacidad) no usados, que raramente causan problemas, y sin ningún conservante. Algún conservante podría interferir en los procedimientos analíticos. Con el fin de evitar la adulteración, la recogida debe realizarse bajo supervisión directa del personal sanitario, por lo cual se considera un espécimen intrusivo. También hay que evitar que el paciente tenga a su alcance agua (al menos, no agua caliente), jabón o productos químicos con los que pueda manipular el espécimen. Por eso es conveniente que el agua del lavabo contenga desinfectantes de color intenso, por ejemplo, azul. En cualquier caso, el espécimen obtenido sin la supervisión visual directa del personal no será analizado. La obtención del espécimen debe efectuarse con la supervisión, por ejemplo, de un/a enfermero/a, para evitar la manipulación, pero hay que respetar la privacidad individual. Si hay que enviar el espécimen de orina a un laboratorio externo, es conveniente dividir el espécimen en dos alícuotas, conservando una por si fuera necesaria una comprobación posterior. 84 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 85 Capítulo 8. Control de tóxicos 3.3.2. Sangre, plasma y suero La sangre (el plasma o el suero) es un espécimen con un alto valor interpretativo, ya que posee una mejor correspondencia de los resultados analíticos con los efectos, por ejemplo conductuales, del consumo reciente y es potencialmente poco manipulable. Tiene el máximo interés en el estudio farmacocinético. No obstante, es un espécimen invasivo y de limitada cantidad, por lo que requiere la presencia (y el tiempo) de personal experto, lo que, añadido al material de extracción, encarece el proceso. Además, exige procedimientos analíticos laboriosos y complicados, con el consecuente retraso en la emisión del informe analítico. Las determinaciones en sangre o plasma (si son posibles) son adecuadas para estudios farmacocinéticos. Los contenedores para la recogida de espécimen de sangre completa o plasma llevan anticoagulantes (EDTA, heparina de litio), de los que no se han descrito, por ahora, interferencias en los procedimientos analíticos. Los contenedores para espécimen de suero pueden llevar hielos separadores de silicona para facilitar la decantación, de los que tampoco se han descrito, hasta ahora, interferencias con la determinación analítica. Suele preferirse el plasma por la posibilidad de ahorrar unas cuantas horas, las necesarias para que se forme el coágulo y conseguir el suero. 3.3.3. Sudor El sudor es un espécimen que se recoge de forma no invasiva, en un parche que el paciente lleva durante una semana o más. Permite detectar el consumo realizado 3-4 semanas antes. Se utiliza en programas de rehabilitación en un régimen de pocas visitas clínicas. Presenta la limitación de que la cantidad de espécimen recogida es pequeña, lo que implica procedimientos analíticos laboriosos. Aunque no hay la misma experiencia que con la orina, parece que puede producir resultados falsos positivos que comprometen la fiabilidad (Cone y col., 1994; Fogerson y col., 1997; Huestis y col., 2000; Joseph y col., 1999; Kintz y col., 1996a; Kintz y col., 1996b; Kintz y col., 1998; Pacifici y col., 2001). 3.3.4. Cabello El cabello es un espécimen que permite un estudio histórico del consumo según el segmento analizado, teniendo en cuenta que crece a un ritmo de 2-3 mm al día, de forma que refleja consumos efectuados meses antes. Se trata de un espécimen poco sensible a la manipulación (aunque sí a la contaminación), de obtención poco invasiva o “intrusiva”, aunque requiere bastante cantidad de cabello, no uno solo. Pero la preparación preinstrumental del espécimen suele ser laboriosa y el tiempo de respuesta, por lo tanto, largo. Además, faltan materiales de control o referencia que faciliten la validación y estandarización de los métodos (Segura y col., 1999; Wilkins y col., 1996; Goldberger y col., 1998; Magura y col., 1992; Marsh y col., 1994; Marsch y col., 1995). 85 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 86 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica 3.3.5. Saliva y líquido bucal Se trata de un espécimen de obtención fácil y no invasiva, con pocas posibilidades de adulteración: el líquido bucal se recoge con una escobilla entre la mejilla y la encía. No es exactamente saliva, sino una mezcla de contenidos bucales y circulatorios. Aunque existe la posibilidad de contaminación bucal. Además, las concentraciones suelen ser inferiores a las de sangre u orina, lo cual acorta el periodo de tiempo durante el que las sustancias son detectables, aproximadamente el mismo tiempo que el plasma, menos de 24 h (Lynn y col., 1976; Mucklow y col., 1978; Wolf y col., 1991; Bermejo y col., 2000; Ortelli y col., 2000). Los exámenes comerciales que utilizan saliva como espécimen son todavía poco sensibles y en general poco utilizados. La Food and Drug Administration (FDA) ha aprobado el QED. la determinación de alcohol, y hay un examen específico in situ (Intercept). 3.3.6. Aire espirado El aire espirado es un espécimen no invasivo, sin embargo, limitado tanto a sustancias volátiles (alcohol) como a la disponibilidad de instrumentos de medida. Las determinaciones en cabello son para estudiar consumos antiguos y tienen más relevancia en estudios forenses. 3.4. Transporte, almacenamiento y estabilidad del espécimen Cuando las determinaciones se realizan en el laboratorio local, no suelen plantearse problemas de estabilidad porque las determinaciones analíticas son realizadas inmediatamente cuando llegan al laboratorio. Pero cuando el espécimen se envía a laboratorios externos o tiene que almacenarse durante mucho tiempo, estos aspectos son más críticos. Aunque no se han descrito interferencias importantes cuando el espécimen de orina se ha mantenido unos cuantos días a temperatura ambiente (20-25 °C), es preferible mantenerlo refrigerado (2-7 °C) si no es posible el análisis inmediato. La fenciclidina o el LSD en orina guardada a temperatura ambiente o, mejor, refrigerada, se mantiene inalterable hasta tres meses. La morfina, que es el opiáceo que hay que detectar en los inmunoanálisis de cribado y en muchas confirmaciones, es todavía más estable en orina y se puede encontrar a concentraciones constante un año después de guardarla. El ácido THC-carboxílico, metabolito diana de muchos procedimientos analíticos para detectar el consumo de cannabinoides, se conserva en orina refrigerada o congelada 1-2 años. En este caso, el problema principal puede ser la absorción del recipiente de plástico y la acumulación de la sustancia en la espuma producida por agitación del espécimen. Ésta no es una regla general: por ejemplo, algunos metabolitos de las benzodiacepinas son poco estables en orina (Frings y col., 1972; Moody y col., 1999; Wolff y col., 1990). 86 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 87 Capítulo 8. Control de tóxicos El espécimen de sangre completa presenta el inconveniente del deterioro de la matriz. En espécimen de plasma o suero, los barbitúricos se pueden conservar unos 2 meses a 4 °C. Algunas benzodiacepinas son muy lábiles en sangre (clordiacepóxido, las que tienen grupos NO) y deben guardarse refrigeradas o congeladas protegidas de la luz como máximo una semana. Otras, como el diazepam o el flurazepam, son estables durante meses. La cocaína en sangre es muy lábil especialmente si el pH no se ha acidificado expresamente, lo que permite detectarla si se conserva refrigerada o congelada hasta 3 semanas. La benzoilecgonina en orina, en cambio, es más resistente. El etanol en sangre puede ir evaporándose progresivamente en contenedores mal cerrados o si no están bastantes llenos, y queda una cámara de aire entre el líquido y el tapón; puede oxidarse en acetaldehído o puede ser consumido por microorganismos. También los microorganismos pueden aumentar la concentración por metabolismo de glucosa, ácidos grasos o aminoácidos. No es extraño, por lo tanto, observar como después de un tiempo, bastantes especímenes presentan una disminución de la concentración, otros un aumento y en unos pocos permanece constante. Los cambios se pueden evitar durante semanas refrigerando o utilizando conservadores, como el fluoruro de sodio, que evitan la contaminación. En orina, la producción de etanol microorganismos sólo sucede en los casos poco frecuentes en los que coinciden altas concentraciones de glucosa y contaminación con bacterias o levaduras. También se minimiza con fluoruro de sodio o refrigerando el espécimen, que puede conservarse así hasta un mes. Si la determinación no se realiza cerca del lugar donde se recoge la orina, el traslado hasta el laboratorio debe efectuarse en condiciones técnicas y de seguridad bien establecidas. 3.5. Adulteración del espécimen El riesgo de impostura en el espécimen es un hecho real y constante (Baiker y col., 1994; Cody y col., 2001; Cone y col., 1998; Edwards y col., 1993; Mikkelsen y col., 1988; Johnson y col., 1990). Los individuos sometidos a control o cribado pueden intentar influir en el resultado por sustitución o destrucción del espécimen, dilución o por utilización de otros interferentes in vivo o in vitro (Winecker y col., 1998): • Sustituyendo la orina propia por la de otra persona o por la suya de un momento en el que no consumía ninguna sustancia. • Invalidándola haciendo desaparecer el espécimen (por ejemplo, pinchando con una aguja el contenedor). • Diluyendo el espécimen en agua camuflada o presente en el lugar de obtención de espécimen o ingiriendo grandes cantidades de agua antes de la obtención del espécimen. Esta intervención se puede sospechar cuando la coloración de la orina es especialmente clara y puede confirmarse cuando la concentración de creatinina o la osmolalidad están muy por debajo del límite de referencia. 87 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 88 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica • Adulterando el espécimen con productos domésticos (jabón, detergentes, sales y ácidos) o farmacéuticos (colirios) que lleven disimulados (por ejemplo, en las uñas) o que encuentren en las salas de obtención de espécimen (por ejemplo, el jabón de lavarse las manos). • Adulterando el espécimen con productos farmacéuticos o dietéticos ingeridos tiempo antes de la obtención del espécimen, como el aumento del pH de la orina por ingestión de bicarbonato, consiguiendo al mismo tiempo aumentar los efectos farmacológicos y disminuir las posibilidades de detección, por ejemplo, de anfetaminas. Para evitar estas imposturas en el espécimen de orina, existen varios procedimientos. Por ejemplo: • Utilizar un testigo directo de la recogida de orina, aunque esta intrusión pueda ser molesta para ambas personas. • Obtener el espécimen de forma totalmente aleatoria de forma que sea imposible predecir el momento en el que se solicitará un espécimen. • Poner colorantes en el jabón o el agua que estén al alcance de los donantes de espécimen. • Impedir el acceso a los procesos de identificación, embalaje y transporte a los donantes de espécimen. • Medir la temperatura del espécimen, que inmediatamente después de la obtención de la orina tiene que ser próxima a los 36 °C. • Medir la osmolalidad, creatinina o pH. • Medir la presencia de productos adulterantes en la orina. 4. Aspectos analíticos Las exigencias de sensibilidad y especificidad analíticas dependen de la finalidad de la determinación analítica. La sensibilidad analítica (más rigurosamente, la detectabilidad) es la propiedad de un procedimiento analítico de reconocer la presencia de una sustancia. La detectabilidad se cuantifica como el “límite de detección”. El límite de detección del método refleja una propiedad clave en el cribado: depende del tipo de espécimen y de otras sustancias, como pueden ser los surfactantes, que intervienen en la formulación de los reactivos. Es el principal factor para establecer el tiempo durante el que la sustancia de abuso será detectada en la orina, el tiempo durante el que la orina será “positiva”. Hay que tener presente que la detectabilidad puede variar entre lotes de reactivos producidos por un mismo fabricante. La especificidad de un procedimiento analítico es la propiedad de un procedimiento analítico de dar respuesta con una sola especie química y, por lo tanto, de estar exento de interferencias por otras sustancias, aunque sean estructuralmente parecidas. La especificidad puede estar limitada por factores como la similitud estructural (a veces intencionadamente), por la inespecificidad de los anticuerpos utilizados en los inmunoanálisis o por la existencia de ruido de fondo importante. 88 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 89 Capítulo 8. Control de tóxicos 4.1. Inmunoanálisis Los inmunoanálisis son la familia de métodos analíticos más utilizada en el cribado del consumo de drogas de abuso. Fundamentalmente porque son rápidos, relativamente baratos y permiten automatizar el proceso de un gran número de exámenes, no requieren pretratamiento y detectan la sustancia y los conjugados sin exigir etapas de separación adicionales. Se basan en la competencia por un anticuerpo contra las sustancias de abuso, presentes en el espécimen o añadidas (sin embargo “marcadas” con el fin de poder diferenciarlas) en la mezcla de reacción. La tecnología de los inmunoanálisis tiene tres aspectos: (a) el desarrollo de anticuerpos; (b) el mecanismo de reacción con la sustancia y el trazador; (c) el mecanismo de detección del marcador. El anticuerpo es producido por un animal (anticuerpo monoclonal) o por un cultivo celular (anticuerpo monoclonal) en respuesta a un estímulo antigénico. Las drogas de abuso son modificadas previamente para que puedan desencadenar la producción de anticuerpos. La mayor parte de los inmunoanálisis utiliza el principio de la unión competitiva entre el antígeno de la muestra y el antígeno marcado con un trazador. Los marcadores (isótopos radiactivos como el 125I, enzimas como las deshidrogenasas que utilizan en las reacciones que catalizan la conversión de NAD en NADH, sustancias fluorescentes como la fluoresceína, o partículas con la superficie impregnada de moléculas, etc.) y, por lo tanto, el procedimiento para detectarlos, da nombre a las distintas clases de inmunoanálisis. Si, con el fin de medir la fracción de anticuerpo unida al antígeno, es necesaria una etapa de separación previa a la detección del trazador, el procedimiento se denomina inmunoanálisis heterogéneo, y si no es necesaria, inmunoanálisis homogéneo. Los inmunoanálisis homogéneos ofrecen la gran ventaja de poder ser automatizados con facilidad para procesar muchas muestras en poco tiempo y consumir poco reactivo. En la tabla 3, se presenta esquemáticamente alguno de estos inmunoanálisis, acompañados del nombre del fabricante. 4.1.1. Radioinmunoanálisis (RIA) En el RIA, el marcador de la sustancia que se introduce en la mezcla de reacción es un isótopo radiactivo (125I o 3H). El hecho de manipular este tipo de sustancia es una de las principales desventajas. No tanto por el peligro de utilizar sustancias radiactivas, ya que la radioactividad es muy pequeña, sino por la cantidad de medidas burocráticas y de seguridad que hay que implementar. Técnicamente, son inmunoanálisis no homogéneos, de difícil automatización completa. Sin embargo, se trata de procedimientos con límites de sensibilidad muy bajos, lo suficiente como para poder hacer determinaciones plasmáticas (Cleeland y col., 1976; Armbruster y col., 1992). 89 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 90 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica Tabla 3. Resumen de algunas características de los inmunoanálisis más utilizados en el cribado de sustancias de abuso en orina Procedimiento analítico Ejemplo de fabricante Roche Diagnostic Systems Heterogéneos Radioinmunoanálisis (RIA) Diagnostic Products Co ® Abuscreen Coat-A-Count Comentarios Interés casi histórico, ya que, por el tiempo de obtención de resultados y los requisitos burocráticos de apertura y mantenimiento de instalaciones radioactivas, cada vez se utiliza menos. Al ser utilizado desde hace mucho tiempo, se conocen bien las virtudes (estabilidad y robustez) y limitaciones (sensibilidad a adulterantes). Pueden utilizar muchos analizadores corrientes en un laboratorio de química clínica. Dade Behring EMIT Microgenics CEDIA Pueden utilizar muchos analizadores corrientes en un laboratorio de química clínica. FPIA Utiliza los instrumentos del fabricante, mejor adaptados a pequeñas cargas de trabajo o toxicología clínica. Muy estable y resistente a los adulterantes. ONLINE Muy estable. La adaptación a los instrumentos del fabricante hace que sea muy utilizada en grandes laboratorios. Enzimoinmunoanálisis (EIA) Homogéneos Fluoroinmunoanálisis (FIA) Abbott Inhibición de la aglutinación de micropartículas Roche Diagnostic Systems 4.1.2. Inmunoanálisis enzimático (EIA): Técnica inmunoanalítica de multiplicación enzimática (EMIT) El EMIT fue la primera alternativa a la RIA. En el EMIT, el marcador es una enzima. La actividad de esta enzima unida a la molécula de sustancia que se quiere analizar se inhibe porque el centro catalítico queda bloqueado cuando se les une un anticuerpo. La presencia de la sustancia en la muestra del paciente compite por el anticuerpo y, por lo tanto, libera moléculas enzimáticas de la inhibición, restaurándose la reacción enzimática. La actividad enzimática genera un cambio de color, proporcional a la concentración de droga, que puede registrarse espectrométricamente. Al no ser una técnica isotópica, está libre de todas las limitaciones de la RIA. Por ejemplo, el hecho de poder automatizarse para ser homogénea y utilizar enzimas con actividad fácilmente medible en instrumentos y analizadores presentes en muchos laboratorios clínicos, hizo de esta técnica un procedimiento muy popular desde su comercialización, a pesar de no tener la misma detectabilidad que la RIA (Allen y col., 1981; Drost y col., 1982; Ferrara y col., 1978; Fletcher 1981; Kim y col., 1976; Poklis y col., 1994). 90 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 91 Capítulo 8. Control de tóxicos 4.1.3. Inmunoanálisis enzimático (EIA): Técnica de la enzima ligada por inmunoabsorción (ELISA) El ELISA es un inmunoanálisis con marcador enzimático que, en lugar de ir disuelto, está inmovilizado en las paredes de un pozo de una placa de plástico, donde tiene lugar la reacción. El producto final se lee en un instrumento especial, cuya presencia es frecuente en muchos laboratorios clínicos. La ventaja sobre otros métodos es la favorable detectabilidad que suelen presentar (Aoki y col., 1996; Laurie y col., 1989; Kerrigan y col., 2001). 4.1.4. Inmunoanálisis enzimático (EIA): Inmunoanálisis de donante de enzima clonada (CEDIA) El CEDIA es un inmunoanálisis homogéneo basado en la ß-galactosidasa de E. coli modificada por ingeniería genética para que se produzca en dos fragmentos inactivos. Estos fragmentos se combinan para formar la enzima activa. La droga de la muestra compite con la droga unida a uno de estos fragmentos inactivos por el anticuerpo. Si hay droga en la muestra, se unirá al anticuerpo y liberará conjugada para que puedan unirse y rehacer la actividad enzimática (Armbruster y col., 1995; Henderson y col., 1986; Kopetzki y col., 1994; Meatherall y col., 1998; Spanbauer y col., 2001). 4.1.5. Inmunoanálisis fluorescente (FIA): Inmunoanálisis de fluorescencia polarizada (FPIA) En el FPIA, el marcador es la fluoresceína. Las moléculas en solución rotan a una velocidad relacionada con sus dimensiones: las moléculas grandes (por ejemplo, el complejo anticuerpo-droga-fluoresceína) giran más lentamente que las más pequeñas (como la droga-fluoresceína). La radiación emitida por el trazador después de que se le excite rota rápidamente y hace que retenga poca polarización (vibración de la radiación en un solo plano) en comparación con la lentitud del complejo anticuerpo-trazador. Esta diferencia hace posible distinguir entre complejos, sin tener que separarlos físicamente (Caplan y col., 1989; Fraser y col., 1995; Schwarzhoff y col., 1993; Von Meyer y col., 1997). 4.1.6. Inmunoanálisis turbidimétrico: Interacción cinética de micropartículas en solución (KIMS) La tecnología KIMS mide los cambios en la transmisión de la radiación (450 y 600 nm) producidos por la competencia entre droga no ligada y droga ligada a micropartículas activadas. A los inmunoanálisis de inhibición de la aglutinación de micropartículas se les han atribuido menos interferencias; cuando las tienen, es más bien por presentar falsos positivos que falsos negativos (Hailer y col., 1995; Moody y col., 1995; Kintz y col., 1995). 4.2. Cromatografía La cromatografía es la familia de métodos más utilizada en la confirmación de resultados. Consiste en la percolación (proceso consistente en hacer pasar 91 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 92 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica repetidamente un solvente a través de la capa de sólido para extraer los componentes solubles) de una fase líquida o gaseosa a lo largo de una fase estacionaria (sólida o líquida) que impregna un soporte inerte. Consta de dos etapas principales, separación e identificación, que pueden complementarse con una tercera, cuantificación. Previamente, en caso de espécimen biológico complejo, es necesario un pretratamiento y, ocasionalmente, una desconjugación. Se trata de conseguir la especificidad analítica mediante la mejora de las técnicas de extracción, optimizando las fases estacionarias y móviles, la derivación y la detección. La presencia de sustancias no buscadas en la muestra que se analiza se traduce en la aparición de picos cromatográficos no deseados que afectan a los resultados. Algunos detectores permiten esquivar más o menos esta limitación, pero sólo la espectrometría de masas consigue una identificación final. Los métodos cromatográficos tienen como ventajas la flexibilidad (un instrumento sirve para determinar muchas sustancias), la posibilidad de determinar metabolitos de las sustancias consumidas y el bajo coste de los reactivos utilizados. Pero técnicamente es una tecnología más difícil, porque hace falta eliminar constituyentes de la muestra con pasos de purificación largos, delicados y, muchas veces, específicos para la sustancia que se quiere separar. Ello conlleva lentitud en la realización de las determinaciones o, lo que es lo mismo, una limitación en el número de muestras procesadas en un instrumento. A estas desventajas se une la necesidad de personal técnico altamente cualificado y el coste de los instrumentos. 4.3. Técnicas cromatográficas 4.3.1. Cromatografía en capa fina (TLC) La cromatografía en capa fina consiste en la separación de sustancias en placas recubiertas de un material inerte (silicio) donde se dispone el extracto de la muestra. Una mezcla de solventes orgánicos (la fase móvil) se desplaza por capilaridad a través del silicio, lo que permite que las distintas sustancias se separen según las interacciones con los solventes. Finalmente, las sustancias separadas se identifican visualmente por la distancia recurrida y por la coloración al exponerlas a sustancias reveladoras (Rajananda y col., 1985; McIntyre y col., 1976; Michalek y col., 1980). 4.3.2. Cromatografía de gases (CG) La mezcla de sustancias en estado de vapor se desplaza transportada por un gas inerte (por ejemplo, helio) a través de una columna de una fase móvil (silicona, por ejemplo) con la que interacciona y que impregna un soporte inerte (las paredes de la columna). Una vez separadas, las distintas sustancias se manifiestan al pasar por un detector. El tiempo transcurrido entre la introducción en la columna y la aparición en el detector (tiempo de retención) identifica la sustancia. Eso quiere decir que si dos sustancias tienen el mismo tiempo de retención no serán diferenciadas y se detectarán como un pico único. 92 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 93 Capítulo 8. Control de tóxicos La posibilidad de modificar la temperatura a la que se realiza la separación y la variedad de detectores permiten que sea una técnica muy flexible (Chen y col., 1994). El detector de ionización de llama (FID) ha ido dejando paso a los espectrómetros de masas. 4.3.3. Cromatografía líquida de alta resolución (HPLC) La cromatografía líquida de alta resolución ha ganado popularidad, y la aplicación de detectores de espectroscopia de masas iguala las capacidades de la CG. La fase móvil es una mezcla de solventes que transportan el extracto de muestra a través de una columna de fase móvil consistente en material que interacciona por absorción (fase directa) o que incorpora grupos químicos de longitud, radicales y polaridad variable para interaccionar con las diferentes sustancias (fase inversa). La utilización de gradientes de solventes y detectores cada vez más sofisticados mejora la selectividad de la técnica. La identificación también se realiza por comparación del tiempo de retención con el de un patrón. Los detectores convencionales de espectrometría visible o fluorimétrica también irán dejando paso a los espectrómetros de masas. Como los detectores espectrométricos no son destructivos de la molécula, como el detector de ionización de llama (FID) de la cromatografía de gases, existe la posibilidad de detener el proceso y registrar un espectro de absorción de la molécula a paso por el detector. Este procedimiento permite, en muchas ocasiones, una identificación complementaria de la molécula (Westerling y col., 1995). 4.3.4. Espectroscopia de masas (MS) La detección de sustancias después de la separación cromatográfica por MS es sinónimo de identificación definitiva. Una vez separadas, las moléculas son bombardeadas por electrones que las rompen en diferentes fragmentos iónicos (siempre los mismos para la misma molécula) que son “filtrados” por un sistema magnético. Por lo tanto, la presencia de fragmentos característicos proporciona una identificación inequívoca y segura de la sustancia, a menos que la mezcla sea de enantiómeros, moléculas idénticas (con la misma masa molecular) pero distinta orientación óptica de parte de la molécula (por ejemplo, la metadona R y S) (Angelo y col., 1999; Beck y col., 1991; Rudaz y col., 1999; Pham-Huy y col., 1997; Foster y col., 2000; Eap y col., 2000). Sin embargo, se trata de un equipamiento muy costoso tanto de adquisición como de mantenimiento (recambios, gases) y que exige una habilidad por parte del personal técnico muy por encima la media (Cone y col., 1991; Lin y col., 1994). 5. Aspectos postanalíticos: interpretación 5.1. Determinaciones cualitativas Los resultados del cribado suelen notificarse como “negativos” o “positivos” si el resultado analítico está por debajo o por encima de un valor discriminante 93 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 94 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica prefijado (Stitzer, 1984). Los factores principales que determinan que un resultado sea “positivo” o “negativo” son: • el límite de detección del procedimiento analítico que expresa la “detectabilidad” (ocasional y erróneamente se ha designado esta propiedad como “sensibilidad analítica”); • la dosis de sustancia consumida; • el tiempo transcurrido entre el consumo y la obtención del espécimen; • la frecuencia de consumo. Los resultados notificados como “positivos” indican la presencia de sustancia en la orina en el momento de la obtención. Sin embargo, no notifican ni miden la toxicidad (“influencia” de la sustancia), ni la forma o vía de consumo, ni la cantidad, ni el tiempo que hace que se ha consumido. Un resultado “positivo” indica la presencia de la sustancia en la orina, pero no indica ni el momento ni la cantidad del consumo, ni tampoco indica adicción. Los resultados notificados como “negativos” indican la ausencia de cantidades significativas en la orina en el momento de la obtención. Esta circunstancia se da cuando no hay consumo de sustancia, pero también cuando hay consumo pero (a) se ha utilizado un método analítico con un límite de detección más alto que el de la concentración en orina, un método “poco sensible”; (b) la cantidad consumida es pequeña; (c) ha transcurrido demasiado tiempo desde el consumo; (d) el consumo es muy poco frecuente; (e) el espécimen ha sido adulterado. Los límites de decisión el cribado recomendados por distintos organismos se presentan en la tabla 1, donde también se indican los límites de decisión, de confirmación y los tiempos aproximados de presencia de la sustancia en orina. Habitualmente, los límites de decisión están por encima de los límites de detección de los procedimientos analíticos. Cuanto más altos sean, más “insensible analíticamente” será el procedimiento; inversamente, cuanto más bajo, más “sensible”, pero aumentará el riesgo de incluir falsos positivos, como puede ser un positivo a opiáceos después de comer pan con semillas de adormidera. 5.2. Determinaciones semicuantitativas Los procedimientos analíticos por cribado de grupos de sustancias (opiáceos, benzodiacepinas, cannabinoides, etc.) utilizan anticuerpos con una deliberada inespecificidad para que puedan reconocer los miembros de la familia. Aunque en el proceso de conseguir el anticuerpo, la inmunización se efectúa con una sola sustancia (morfina, nordiazepam, ácido tetrahidrocannabinoico, etc.). Con esa sustancia se calibra la determinación y con esta calibración se calcula una “concentración aparente” de sustancia que sirve para decidir si supera o no el umbral establecido para el “resultado 94 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 95 Capítulo 8. Control de tóxicos positivo”. Ahora bien, el anticuerpo reconoce con diferente eficacia los distintos miembros de la familia. Esta característica puede ser expresada como “reactividad cruzada” del anticuerpo. En las tablas 4 y 5, se presentan algunas de las reactividades cruzadas informadas por los fabricantes de reactivos de inmunoanálisis comerciales de metadona y benzodiacepinas, como ejemplos de determinación específica de una sustancia (metadona o su metabolito EDDP) o de un grupo de sustancias. Si la sustancia presente en la orina fuera única, y no una mezcla de metabolitos con diferente respuesta para el anticuerpo, mantendría una relación directa con el resultado del inmunoanálisis (la lectura que proporciona el instrumento). Pero como la proporción de metabolitos presentes en la orina es variable y la afinidad del anticuerpo también puede variar ligeramente de un lote a otro, es muy arriesgado aceptar esta “concentración aparente” como la concentración real de un metabolito. Casi todos los programas de cribado utilizan métodos inmunológicos. La reactividad cruzada de los anticuerpos utilizados es propia de cada método. El responsable de los exámenes de laboratorio puede resolver cualquier duda en lo referente a la exactitud de estos exámenes y su correcta interpretación. En caso de hacerse un seguimiento seriado en un mismo individuo, se puede utilizar esta concentración aparente para aproximar conclusiones sobre el consumo de una determinada sustancia. Si se trata de un consumo ocasional, la concentración diaria disminuirá progresivamente. Si se trata de un consumo intermitente, la concentración mostrará alternancia de máximos y mínimos. Esta aproximación se puede ver complicada por el hecho, mencionado antes, de la variabilidad en la composición de la orina, que puede ser especialmente marcada en función del ritmo individual de eliminación, ingestión de líquidos, dieta, ejercicio, y el efecto del estrés sobre la función renal. Un procedimiento para controlar parcialmente esta variabilidad es determinar simultáneamente la creatinina en orina, que generalmente se elimina de forma bastante constante, y considerar la evolución de los valores del cociente de concentraciones de sustancia y de creatinina. 5.3. Determinaciones cuantitativas Las determinaciones cuantitativas (generalmente plasma, suero o sangre completa) pretenden relacionar los efectos con la concentración o establecer las variables cinéticas de la sustancia. Por lo tanto, se interpretan desde el punto de vista farmacodinámico o farmacocinético, como cualquier otro producto. En estos casos, la especificidad metodológica o la exactitud analítica se habrán investigado previamente. 95 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 96 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica Tabla 4. Límites de detección y reactividad cruzada de algunos inmunoanálisis para al cribado de la metadona en orina, expresada en porcentajes, según la información proporcionada por el fabricante Límite de detección l-α-Acetilmetadol (LAAM) KIMS 66 µg/l CEDIA EDDP 100 µg/l 77 0 AMIA (TRIAGE) 300 µg/l FPIA (ADx) 100 µg/l 26 d-β-Acetilmetadol 14 l-β-Acetilmetadol 13 Amitriptilina 0,3 Benzfetamina 0,2 Clorfeniramina 0,3 0,2 Clorpromacina 0,1 0 Dextrometorfano 0,2 0 Difenhidramina 0,4 0 l-α-Dinoracetilmetadol 0 0 0 Doxilamina 0,2 0 d-Propoxifeno 0,2 0 EDDP 0,1 100 0,003 0 EMDP 0,1 0,004 0,003 0 Hidroximetadona 54 Imipramina 0,3 0 Meperidina 0,2 0 Metadona (300 µg/l) 100 l-α-Noracetilmetadol Prometazina 48 0,016 0,001 2,7 100 100 0 0 6. Drogas individuales 6.1. Anfetaminas Con la denominación genérica de anfetaminas se agrupan una serie de sustancias simpaticomiméticas: d-anfetamina, d-metanfetamina, d,l-anfetamina. Algunos inmunoanálisis comerciales pueden ofrecer reactividad considerable con algunos derivados, como el 3,4-metilendioximetanfetamina (MDMA) y el 3,4-metilendioxianfetamina (MDA), por lo cual el resultado será positivo si se ha consumido cualquiera de estas sustancias. Es posible que también presenten reactividad con aminas simpaticomiméticas con aplicaciones terapéuticas, como la efedrina y la pseudoefedrina, y otras moléculas, como la ranitidina, aunque se han hecho grandes esfuerzos por evitar esta reactividad cruzada. A las tres horas de un consumo de anfetaminas, empiezan a aparecer en la orina. A las 24 h ya se ha excretado del 30% al 40% de la dosis consumida. Ahora bien, con orina alcalina, sólo se elimina un 2%, lo que hace posible un resultado negativo. A las 48-72 h del consumo, no quedan generalmente restos de anfetaminas. 96 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 97 Capítulo 8. Control de tóxicos Tabla 5. Límites de detección y reactividad cruzada de algunos inmunoanálisis para el cribado de benzodiacepinas en orina, expresados en porcentajes KIMS 100 µg/l FPIA 40 µg/l Alprazolam 135 20 α-Hidroxialprazolam 99 Glucuronato de hidroxialprazolam 81 Bromazepam 78 Límite de detección Clobazam Clonazepam 56 AMIA (TRIAGE) 300 µg/l CEDIA 10,8 /12,8 µg/l CEDIA hs* 10,8 /12,8 µg/l 67 205 220 75 188 167 75 100 20 75 110 104 4 43 62 59 20 86 140 7-Aminoclonazepam 71 96 Cloracepato de potasio 79 Clordiacepóxido 45 5 Desmetilclordiacepóxido 30 5 6 84 75 24 13 16 Demoxepam 59 10 15 14 19 Diazepam 127 20 86 247 154 N-Metiloxazepam 58 Nordiazepam 100 100 100 211 173 Oxazepam 53 20 43 107 125 38 0,5 25 40 100 220 239 20 86 135 109 Oxazepam glucoronato Estazolam Flunitrazepam 59 7-Amino-flunitrazepam 99 Desmetilflunitrazepam 53 3-Hidroxiflunitrazepam 24 Flurazepam 86 20 Desalquilflurazepam 52 20 Didesetilflurazepam 68 Hidroexityilflurazepam 93 189 195 210 173 40 145 101 55 122 115 75 1,4 45 4 165 138 20 135 118 100 100 20 Halazepam Lorazepam 44 20 Lorazepam-glucoronato Lormetazepam Medazepam 34 Desmetilmedazepam 23 Midazolam 81 Nimetazepam 67 86 20 40 Nitrazepam 67 7-Acetamidronitrazepam 0,1 7-Aminonitrazepam 35 20 40 83 Oxaprocin Pinazepam 87 Prazepam 69 Temazepam 20 20 Temazepam glucoronato Triazolam 88 α-Hidroxitriazolam 84 20 1,9 2 184 116 55 144 93 60 1,3 25 75 191 217 43 193 155 Nota: Información proporcionada por los fabricantes. * El CEDIA-hs (alta sensibilidad) se diferencia del CEDIA en la utilización de ß-glucoronidasa previa a la determinación para hidrolizar los metabolitos conjugados con glucoronato y permite evidenciar el consumo de sustancias como lorazepam, lormetazepam, oxazepam y temazepam, que se eliminan por orina en una gran proporción unidas a esta molécula. 97 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 98 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica 6.2. Barbituratos La duración de los efectos de los numerosos miembros de este grupo de sedantes e hipnóticos va de 15 minutos a 24 h y permite clasificarlos en varias categorías: barbitúricos de acción ultracorta (como el tiopental o el pentotal), corta (pentobarbital), intermedia (butalbital) o larga (fenobarbital). El metabolismo es más extensivo en los de acción más corta y el tiempo de detección más prolongado en los de acción larga: hasta una semana después de la administración estándar. Aparte del control terapéutico de algunos miembros de esta familia (fenobarbital en la epilepsia, tiopental o pentobarbital en la prevención de convulsiones postraumáticas), el interés de la determinación analítica de barbitúricos está en la posibilidad de que sean usados para adulterar otras drogas de abuso. Hace muchos años, hubo una polémica sobre la estabilidad de los barbitúricos en espécimen biológico, especialmente en sangre, un hecho importante en toxicología forense. La opinión actual es que son muy estables (Levine y col., 1984). 6.3. Benzodiacepinas Este grupo de tranquilizantes está formado por muchos miembros y todavía más metabolitos (muchos son también activos). Una de las principales dificultades del cribado de benzodiacepinas en orina está en la adecuación de los anticuerpos de los inmunoanálisis comerciales a los fármacos utilizados por los pacientes. Algunas benzodiacepinas presentan largas vidas medias, de hasta 45 días. Según la cantidad y el tiempo de consumo, pueden ser detectadas en la orina incluso seis semanas después del último consumo. La determinación cuantitativa de benzodiacepinas en sangre no es muy frecuente por la dificultad de separar los diversos metabolitos y la difícil correspondencia con los efectos clínicos. Como ocurre con los barbituratos, se ha demostrado una buena estabilidad de las benzodiacepinas en líquidos biológicos (Levine y col., 1983), aunque puede ser ligeramente menor en aquéllos que, como el clordiacepóxido o el nitrazepam, contienen un grupo N-óxido en la estructura molecular. 6.4. Buprenorfina Muchos inmunoanálisis comerciales para el cribado de opiáceos no presentan reactividad cruzada con este opioide sintético. Su detección requiere un procedimiento específico, sensible a la buprenorfina y los metabolitos. Está presente en la orina 2-4 días después del último consumo terapéutico. En personas que abusan, se mantiene mucho más tiempo según la cantidad consumida. 6.5. Cannabinoides El ∆9tetrahidrocannabinol (∆9THC) es el constituyente más importante de más de 60 sustancias parecidas (cannabinoides) que se encuentran en distintas concentraciones en las hojas, flores, savia y semillas de la planta del cáñamo. 98 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 99 Capítulo 8. Control de tóxicos La absorción por inhalación es rápida (minutos) y más lenta por vía oral (1-3 horas). El principal metabolito, el ácido tetrahidrocannabinoico, sintetizado en el hígado y presente en orina pero no en sangre, es el objetivo de los anticuerpos de los inmunoanálisis utilizados en los métodos de cribado. La liposolubilidad de los cannabinoides facilita la distribución por el tejido adiposo, especialmente en consumidores crónicos, desde donde se liberan lentamente. Esto hace que se detecten en orina desde una hora a varias semanas después de un consumo. La cantidad total de cannabinoides presentes en la orina depende de la cantidad total consumida, la frecuencia del consumo, la velocidad de liberación desde el tejido adiposo y el tiempo transcurrido desde el consumo. Hay que tener presente que la eliminación puede ser errática, de forma que un mismo paciente presente orinas “negativas” a los pocos días del consumo, seguido de resultados “positivos” y que hasta unas 4 semanas no se estabilicen los resultados “negativos”. La estabilidad del ácido tetrahidrocannabinoico en orina es de años si se filtra, se conserva con acida de sodio y se congela. Si el espécimen se mantiene a temperatura ambiente, se produce una pérdida importante por absorción en el cristal o plástico de los contenedores y en la espuma producida por agitación intensa del espécimen (Dextraze y col., 1989) y puede llegar a ser de un 25% a un 70% en especímenes refrigerados una semana y en especímenes dejados a temperatura ambiente dos días. La posibilidad de que la inhalación pasiva se pueda traducir en un resultado “positivo” en la orina parece remota. Las experiencias publicadas hacen referencia a situaciones en las que la densidad de humo en el aire era tan grande que los sujetos necesitaban gafas de protección para evitar la irritación ocular del humo. Sin embargo, sólo se observaron débiles concentraciones en orina recogida antes de que transcurrieran cinco horas desde la exposición. 6.6. Cocaína La cocaína tiene una vida media plasmática muy corta (algunos minutos) y es metabolizada en el hígado casi completamente en benzoilecgonina, el metabolito diana de los inmunoanálisis comerciales. Por lo tanto, la determinación en orina es la única posibilidad apropiada. La benzoilecgonina puede detectarse en la orina desde las 2-4 h del consumo hasta 48 h después del mismo. Aunque en consumos prolongados o de grandes dosis la determinación puede ser positiva hasta 10 días después del último consumo. Mientras que la cocaína es altamente inestable (especialmente en sangre, debido al pH, las esterasas y la temperatura, entre otros factores), la benzoilecgonina es más estable y sólo se ha descrito una pérdida media del 19% en muestras congeladas durante un año (Romberg y col., 1994). 6.7. Etanol El hígado metaboliza el etanol a una velocidad constante (0,15 g/l por hora) por encima de la cual se acumula y se manifiestan los efectos tóxicos. La 99 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 100 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica determinación en sangre o plasma se realiza con fines legales. Las concentraciones que se encuentran pueden tener más o menos relación con los efectos conductuales del paciente, aunque la tolerancia, por ejemplo, introduzca una enorme variabilidad en esta relación. El cribado se puede realizar utilizando el aire espirado con instrumental específico, o la orina. El etanol aparece en la orina a las pocas horas del consumo y los resultados aparecen como positivos unas cuantas horas, según el consumo. En el estado postabsortivo inmediato, la concentración en orina puede ser hasta tres veces superior a la plasmática. La interpretación requiere prudencia: se puede producir etanol de forma natural (especialmente en mujeres) e in vitro después de almacenar el espécimen si hay gérmenes que pueden metabolizar glucosa en etanol, como E. coli, C. albicans, etc. (Ball y col., 1979). La utilización de conservantes puede prevenir esta formación. Además, siempre existe el riesgo de contaminación con productos utilizados en las maniobras de obtención del espécimen. La determinación de etanol en orina debe restringirse a programas de desintoxicación y rehabilitación en los que se prohíba estrictamente el consumo de alcohol y haya sospechas de que se ha quebrantado la norma. El cribado es de utilidad dudosa y los resultados pueden ser equívocos: el etanol no es una sustancia ilegal y el resultado positivo no indica abuso. Estudios de estabilidad del etanol en sangre no han hallado pérdidas significativas cuando la muestra se conserva con fluoruro sódico y congelada (Chang y col., 1984; Brown y col., 1973; Winek y col., 1983). En orina se han encontrado pérdidas medias de un 4,5% al cabo de un año de conservación (refrigeradas y conservadas con fluoruro) (Neuteboom y col., 1989). La mayor parte de los métodos analíticos se basa en la reacción del etanol con la alcohol deshidrogenasa, una reacción sencilla, rápida y fácil de automatizar; o en la cromatografía de gases. 6.8. LSD Los efectos alucinógenos del consumo de dosis tan pequeñas como 5 mg de ácido lisérgico se producen a los pocos minutos de la ingestión y pueden durar hasta 12 horas. Las concentraciones tan bajas esperadas en la orina hacen que sea difícil disponer de métodos que detecten la presencia de la sustancia más de 48 horas después del consumo. La orina mantenida tres días a temperatura ambiente experimenta una pérdida del 20%, pero refrigerada es estable al menos 3 meses (Francom y col., 1988; Ratcliffe y col., 1977). 6.9. Metadona y metabolitos de la metadona La metadona es un opioide que no reacciona con los anticuerpos de los inmunoanálisis comerciales para detectar la presencia de opiáceos, que tampoco presentan reactividad cruzada con sus metabolitos. Está comercializada la posibilidad de determinar por inmunoanálisis específico la 2-etilidina1,5-dimetil-3,3,difenil pirrolidina (EDDP) con el fin de verificar que la meta100 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 101 Capítulo 8. Control de tóxicos dona presente en la orina no sea producto de una adición fraudulenta. La ausencia tanto de metadona como de EDDP es indicadora de falta de cumplimiento del tratamiento en los últimos 3 o 4 días. La ausencia del metabolito y la presencia de metadona indican fraude. Una cantidad muy elevada de metabolito llevaría a pensar que el paciente es un metabolizador rápido de metadona. Después de la administración, metadona y EDDP pueden detectarse en la orina de 3 a 10 días si el tratamiento ha sido prolongado (Girod y col., 2001). 6.10. Opiáceos: morfina, codeína y metabolitos La determinación de opiáceos incluye la detección de miembros de esta familia, como la morfina y sus metabolitos, heroína, codeína y dihidrocodeína. Habitualmente, los inmunoanálisis están diseñados para que queden fuera de la detección la metadona, la buprenorfina y el dextropropoxifeno, pero no distinguen la morfina de la codeína ni sus derivados glucoronados. Por lo tanto, un resultado “positivo” al cribado de orina puede ser debido tanto al consumo de codeína como de heroína o morfina. Existe la posibilidad de que algunos análogos de la morfina, como la folcodina, o los antagonistas de los opiáceos, como la nalorfina, la naloxona y la nalbufina, puedan interferir en la determinación. El analgésico dextropropoxifeno puede ser determinado con inmunoanálisis específicos. La morfina se absorbe rápidamente, se metaboliza extensa y rápidamente y se elimina durante los 2-3 días posteriores al consumo, tanto en forma de morfina (en proporción muy pequeña) como de sus metabolitos, especialmente la morfina-3-glucuronato. En líquidos biológicos y tejidos, es altamente estable (Stevens, 1984). La heroína (diacetilmorfina) es rápidamente convertida en 6-monoacetil-morfina y ésta en morfina. La detección específica de 6-monoacetil-morfina, presente en pequeñas cantidades en la orina, permite establecer que el consumo ha sido de heroína. La codeína, presente en antitusígenos y analgésicos, se convierte, en parte y entre otros metabolitos, en morfina, y a los 2-3 días del consumo la morfina3-glucoronato es el metabolito predominante en la orina, por encima de la propia codeína. El consumo de importante cantidades de semillas de amapola puede producir un resultado “positivo”, especialmente si la orina ha sido recogida pocas horas después del mismo (ElSohly y col., 1990). Para evitar este problema se ha propuesto elevar el umbral a 2.000 µg/l o determinar la monoacetilmorfina (MAM) en los especímenes positivos, usando un límite de decisión de 10 µg/l (Peat y col., 1998; Fed Register, 1995). 101 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 102 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica Recomendaciones 1. Utilizar la orina como sistema analítico más práctico para el cribado de la abstinencia del consumo reciente de sustancias de abuso. 2. La frecuencia de las determinaciones dependerá de la sustancia, el tiempo en el programa y los objetivos clínicos. No se considera necesaria más de una determinación cada 3 días. 3. El circuito desde la recogida (supervisada) del espécimen hasta el análisis tiene que garantizar la correcta identificación, embalaje, documentación, transporte, confidencialidad y privacidad de la obtención. 4. En los laboratorios, preferentemente certificados o acreditados, los costes pueden ser más asequibles, y ofrecen la posibilidad de comprobación de resultados por otras metodologías. 5. Los métodos de detección in situ son fiables, pero más costosos; deben reservarse para situaciones especiales. 6. El tiempo de retorno de los resultados del laboratorio no debe superar las 48 horas. 102 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 103 Capítulo 9 Take home CLAUDIO CASTILLO BUENAVENTURA En cualquier tratamiento farmacológico, la obtención del medicamento se realiza a través de la oficina de farmacia, y es el paciente quien controla la posología indicada por el médico. En el caso de la metadona, y debido a las características de la patología que trata (pérdida del control en el consumo de opiáceos), la dispensación se realiza habitualmente en centros específicos donde el médico y el equipo de enfermería controlan la posología y la dispensación. Esta restricción en los tratamientos con agonistas opiáceos se recoge, normalmente, en una normativa de cumplimiento obligatorio, en la que también se prevé la posibilidad de llevarse la dosis a casa (take home). En algunos países, esta normativa puede llegar a prohibir esta posibilidad, mientras que en otros hay mucha flexibilidad y se equipara la prescripción de metadona con la de cualquier otro fármaco. 1. Utilidad 1.1. Atraer y favorecer la retención de los pacientes en el programa de tratamiento El take home es valorado muy positivamente por los pacientes (Chutuape, 1998). Es un elemento que puede hacer que un paciente se decida a iniciar el tratamiento, y parece que durante los primeros meses tiene un papel muy importante en la retención dentro del programa (Rhoades, 1998). Asimismo, se ha demostrado que los tratamientos de mantenimiento con metadona (TMM) que no permiten la dispensación de dosis para llevarse retienen menos a los pacientes (Pani, 1996). 1.2. Incentivar y mantener la abstinencia en el consumo de heroína y otras sustancias El take home forma parte de las condiciones de un contrato de contingencias que se pacta al iniciar el TMM. Generalmente, los centros de tratamiento prevén la posibilidad de dispensar dosis de metadona para llevarse a casa como incentivo para conseguir y mantener la abstinencia en el consumo de heroína. Algunos estudios lo avalan como instrumento para conseguir la abstinencia en el consumo de otras sustancias, no relacionadas con los opiáceos, durante el tratamiento con metadona. Hay trabajos publicados en los que los pacientes consiguen la abstinencia para la cocaína (Chutuape y col., 1999a; Schmitz y col., 1998), las benzodiacepinas (Chutuape y col., 1999 b) y también los derivados del cannabis (Calsyn y col., 1999). 103 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 104 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica 1.3. Normalizar un tratamiento farmacológico Facilita el proceso de rehabilitación del paciente al proporcionarle una mayor autonomía personal. Los tratamientos de mantenimiento con metadona deberían contemplar, en general, la posibilidad de que el paciente pudiera llevarse dosis a casa, ya que es una estrategia que mejora la retención y la abstinencia. 2. Procedimiento Antes de iniciar el tratamiento, y como parte del contrato terapéutico, se debería informar al paciente, verbalmente o por escrito, de la posibilidad de este “privilegio”, de las condiciones para obtenerlo y de las causas que pueden motivar su retirada. Antes de iniciar el programa, el paciente tendría que estar informado de la posibilidad del take home y de las condiciones que deberá cumplir para obtenerlo. 3. Riesgos del take home y su manejo 3.1. Desviación al mercado ilegal Parece inevitable que una parte de la metadona que se entrega a los pacientes acabe en el mercado ilegal (Fountain y col., 2000). Afortunadamente, la metadona no tiene el atractivo de otros opiáceos debido a las propias características de la sustancia, que actúa de forma lenta y no produce una sensación de euforia inmediata. Sin embargo, hay que tomar algunas medidas de prevención para reducir la proporción de metadona desviada al mercado ilegal. La toma de la dosis correspondiente, el día que el paciente va a recoger su prescripción semanal, dificulta que el paciente pueda reducir la dosis por su cuenta para comerciar con la que sobra. Si no es posible que el paciente tome alguna dosis en el centro, se puede realizar alguna detección de metadona en la orina, aunque esto sólo confirmará que el paciente toma la dosis, pero no si la toma entera. 3.2. Utilización por vía endovenosa La inyección endovenosa de la metadona líquida preparada para el consumo oral no es una práctica infrecuente en otros países (Felder y col., 1999). Sin embargo, en nuestro país no hay casuística publicada y la impresión general es que existen pocos casos. Probablemente, la manera más práctica de evi104 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 105 Capítulo 9. Take home tarla sea añadiendo zumo a las dosis que se dispensan para llevarse. Además, se puede retirar el privilegio del take home a los pacientes sobre los que recaigan sospechas de inyectarse las dosis, haciendo que la toma de metadona se realice en el centro, en presencia de un/a enfermero/a. 3.3. Sobredosis del paciente No se puede olvidar que el consumo de cualquier otra sustancia depresora del SNC, empezando por los demás opiáceos, facilita la aparición de sobredosis, si bien lo que ocurre más a menudo es que el paciente ingiera en una toma más de una de las dosis de metadona que se le han suministrado. Se da sobre todo cuando el paciente todavía no está estabilizado y, por lo tanto, no es aconsejable proporcionar dosis para llevarse a casa a pacientes que estén en proceso de inducción o que realicen consumos importantes de benzodiacepinas o de cualquier otro depresor del SNC. Para prevenir las muertes por sobredosis, se ha llegado a proponer la formación de familiares o compañeros de pacientes de riesgo en la utilización de naloxona como antídoto (Strang y col., 1999). 3.4. Intoxicación de alguna de las personas que conviven con el paciente Los casos más habituales son las intoxicaciones accidentales de niños que conviven con pacientes que toman metadona (Li y col., 2000). Siempre que se entreguen dosis para llevarse a casa, es importante insistir en que se guarden en un lugar seguro, fuera del alcance de los niños. Otra medida preventiva que se ha adoptado en casi todos los CAS es la dispensación de estas dosis en recipientes con sistemas de apertura de seguridad para niños. 4. Criterios para conceder el take home Existen algunos criterios comunes para conceder dosis para llevarse a casa. No obstante, hay matices que diferencian a los centros y que dependen de la filosofía del TMM y de la disponibilidad de recursos (posibilidad de realizar controles de orina para varias sustancias, posibilidad de dispensar metadona los fines de semana y festivos, etc.). 4.1. Abstinencia en el consumo de heroína Éste es el criterio más compartido, aunque hay diferencias con respecto al tiempo de abstinencia exigido antes de empezar a dar dosis para llevarse a casa. El tiempo de abstinencia que se pida al paciente vendrá determinado por la detección de sustancias en la orina, y puede ir desde la detección de un único control de orina negativo para la heroína en la primera semana, hasta la exigencia de varios meses de orinas limpias. 105 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 106 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica En general se aconseja un mínimo de 4 semanas de abstinencia, ya que es el tiempo que tarda la metadona en estabilizar sus niveles plasmáticos en el periodo de inducción. Aunque algunos centros realizan controles de orina únicamente a los pacientes que solicitan dosis de metadona para llevarse a casa, la mayoría lo hace de manera rutinaria a todos los pacientes que están en tratamiento, y es aconsejable mantener estos controles como referencia a lo largo de todo el programa, aunque sea con una periodicidad mensual (Chutuape y col., 2001). El privilegio de llevarse dosis a casa tendría que estar supeditado a la constatación de la abstinencia mediante la detección de opiáceos en orina. 4.2. Abstinencia de otras sustancias Según el grado de exigencia del programa, se puede incluir la abstinencia en el consumo de cocaína, benzodiacepinas e, incluso, cannabis. En nuestro medio hay pocos centros que pidan la abstinencia de otras sustancias como requisito para conceder dosis para llevarse, aunque, como ya hemos mencionado, hay estudios que avalan su utilidad. 4.3. Dificultad de desplazamiento del paciente En los casos en los que el paciente tenga limitaciones de movilidad física y no se cuente con programas de dispensación domiciliaria, se buscará un responsable del tratamiento que acuda al centro a recoger las dosis correspondientes. En este apartado también se pueden incluir a los pacientes que, por su actividad laboral, no puedan acudir al centro durante el horario de apertura. El tratamiento tiene que interferir lo menos posible en las actividades adaptadas y normativas del paciente. 4.4. Desplazamientos temporales Aunque actualmente la red de centros dispensadores en España y en gran parte de Europa facilita el traslado temporal de pacientes en metadona, a veces, si el paciente lo justifica y el lugar donde se desplaza no lo permite, se dispensan dosis para llevarse. 5. Dosis para dispensar Los centros que pueden dispensar metadona durante los fines de semana plantearán esta estrategia empezando a dar las dosis para el fin de semana, y posteriormente, y en la medida en que el paciente alcance los objetivos planteados, ampliarán el número de dosis que el paciente puede llevarse. 106 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 107 Capítulo 9. Take home Se aconseja llegar a un máximo de siete días, sobre todo si la metadona que se dispensa es líquida, con el fin de garantizar la asepsia y la estabilidad de la sustancia. La disponibilidad de presentaciones, como los comprimidos, permite plantear la dispensación para muchos más días. Aunque la dispensación de dosis para más de siete días, con criterios laxos, aumenta la posibilidad de desviación hacia el mercado ilegal y de episodios de sobredosis en individuos que no están en tratamiento (Heinemann y col., 2000), hay algún estudio que observa buenos resultados en pacientes muy estabilizados a los que se administra metadona con periodicidad mensual a través de sus médicos de cabecera (Schwartz y col., 1999). 6. Motivos para retirar el privilegio del take home 6.1. Consumo de heroína detectado en controles de orina Si el objetivo inicial del take home es conseguir la abstinencia, en caso de reaparición del consumo, se puede plantear la retirada de este privilegio hasta lograr otra vez la abstinencia. Esta medida puede funcionar durante los primeros meses de tratamiento; sin embargo, parece poco útil en pacientes que ya llevan años dentro del programa, y hay que recurrir a otro tipo de estrategia. Las sospechas de consumo ante la aparición de signos de intoxicación, aun con controles de orina negativos, también pueden motivar una retirada del privilegio. La retirada del take home tiene que plantearse con una finalidad terapéutica (incentivar la abstinencia, administrar otros tratamientos supervisados, etc.) para evitar su consumo endovenoso y su desviación al mercado ilegal. 6.2. Sospecha de desviación al mercado ilegal Las pérdidas reiteradas e injustificadas de dosis dispensadas, la detección de heroína en la orina y la reticencia a tomar alguna dosis en el centro pueden hacer sospechar de la desviación de metadona al mercado ilegal. La toma supervisada de alguna dosis o la detección de metadona en orina son métodos sencillos que pueden ayudar a reducir el riesgo de desviación de metadona al mercado ilegal. 6.3. Uso por vía endovenosa Ya sea porque el paciente lo comente o porque el personal del centro lo sospeche. 107 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 108 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica 6.4. Necesidad de administrar un tratamiento farmacológico de forma supervisada En pacientes reticentes a tomar otros tratamientos farmacológicos (tuberculostáticos, psicofármacos, antirretrovirales, interdictores, etc.) puede ser de gran utilidad retirar el take home y administrar estos tratamientos junto con la metadona de forma supervisada. Recomendaciones 1. Al inicio del tratamiento, se recomienda no facilitar take home hasta que hayan transcurrido un mínimo de 2 semanas de abstinencia. 2. En caso de abuso de otras sustancias (cocaína, depresores del SNC, etc.) hay que valorar detenidamente los pros y contras de mantener el take home, y puede estar indicado un retorno a la dispensación diaria. 3. Según la estabilidad del preparado, no se facilitará take home para más de 15 días. 4. En caso de sospecha de uso endovenoso, se recomienda que se diluyan las dosis de take home (teniendo en cuenta que la estabilidad de esta disolución es de 10 días, como máximo). 5. Debería efectuarse un control aleatorio de los pacientes con take home prolongado mediante pruebas de orina para comprobar que estén tomando la metadona y que no la estén desviando al mercado ilegal. 6. Los TMM deben ofrecer, en general, la posibilidad de que el paciente pueda llevarse dosis a casa. 7. Hay que procurar que el tratamiento interfiera lo menos posible en las actividades adaptadas y normativas que realiza el paciente. 8. Se aconseja dispensar las dosis de metadona en forma líquida en recipientes con sistema de apertura de seguridad para niños. 108 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 109 Capítulo 10 Abuso de sustancias en tratamientos de mantenimiento con metadona. Manejo clínico FANNY BATLLE BATLLE y JOSEP GUARDIA SERECIGNI A pesar de que el tratamiento de mantenimiento con metadona ha demostrado su eficacia en la dependencia de opiáceos para disminuir el consumo de heroína, mejorar la salud y el funcionamiento social, y reducir la actividad delictiva y las conductas de riesgo para el VIH, una gran parte de los pacientes en tratamiento mantiene el consumo de opiáceos ilegales y de otras sustancias psicoactivas. El consumo de una o más sustancia ilegales, aparte de la heroína, antes de iniciar el tratamiento es referido por más del 60% de los pacientes en metadona y se estima que el consumo, durante el tratamiento, sigue entre el 20% y el 70%. El abuso o la dependencia de benzodiacepinas (BZD), cocaína, alcohol y otras sustancias en TMM es un problema grave, por la frecuencia y por la gravedad de las consecuencias. Los pacientes en TMM que abusan de otras sustancias tienen más probabilidades de ser dados de alta del tratamiento precozmente, de estar implicados en conductas de riesgo y, en general, de obtener peores resultados en el tratamiento que los que sólo abusan de los opiáceos. Los motivos que llevan a los dependientes de opiáceos a consumir otras sustancias son muy variados; por ejemplo, el consumo de alcohol y BZD cuando no disponen de opiáceos, para el autotratamiento de síntomas de angustia o depresión, para compensar los efectos agudos o las complicaciones crónicas de la dependencia de opiáceos o para potenciar los efectos reforzadores de otras sustancias. 1. Heroína En el estudio de Baltimore (Brooner y col., 1997), un 60% de los pacientes en TMM seguía consumiendo heroína durante el tratamiento con metadona, aunque la cantidad y la frecuencia del consumo eran claramente inferiores a los niveles previos a la entrada en el programa. Los factores que influían en el consumo mencionado eran la dosis de metadona, la duración del tratamiento y la tolerancia de los clínicos ante estos consumos. En un estudio realizado en Bilbao (Iraurgi y col., 2002), en el que se examinó el grado de consumo de heroína y cocaína por parte de 367 pacientes en TMM, la heroína era consumida alguna vez por un 72,9%, de forma continua por un 9% y con una alta frecuencia por un 27,4%. No está claro por qué algunos pacientes continúan consumiendo heroína durante el TMM. Se sugieren varias hipótesis, como no haber llegado a una dosis capaz de controlar el SAO o la búsqueda de efectos psicoactivos que la metadona no les proporciona. Sí que parece clara, sin embargo, la relación 109 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 110 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica entre este consumo y el de cocaína, porque está descrito que los pacientes que consumían cocaína durante los tres meses anteriores al inicio del TMM tenían seis veces más probabilidades de consumir heroína que los que no consumían (Stitzer y col., 1999). Se ha sugerido que se utiliza la cocaína para precipitar sensaciones que la metadona no produce y después se consume heroína para reducir la disforia cocaínica (Iraurgi y col., 2002). 1.1. Tratamiento Si el consumo de opiáceos persiste durante el TMM, en primer lugar, habrá que valorar el aumento de la dosis de metadona. En caso de que esta medida no sea efectiva, habrá que estudiar la existencia de posibles interacciones farmacológica, determinar las concentraciones plasmáticas de metadona y realizar urinoanálisis periódicos de otras sustancias, especialmente de cocaína, vista la estrecha relación entre el consumo de cocaína y de heroína. Los tratamientos que han reducido con éxito el consumo de cocaína han observado una reducción también en el consumo de heroína, lo que apunta a que el consumo continuado de heroína puede ser abordado indirectamente por intervenciones dirigidas a la reducción del consumo de cocaína (Stitzer y col., 1999). 2. Alcohol La prevalencia del consumo excesivo de alcohol en pacientes en TMM es elevada. Es más frecuente en hombres, y los pacientes que abusan del alcohol suelen presentar también consumo de benzodiacepinas (Stastny y col., 1991). El alcohol en administración aguda produce inhibición de las enzimas microsomales hepáticas y potencia los efectos de la metadona. Pero su consumo crónico conduce a una disminución progresiva de las concentraciones plasmáticas de metadona, con una pérdida del efecto agonista opiáceo de la metadona. Por otra parte, el consumo de heroína y alcohol acostumbra a tener una relación inversa a lo largo de la evolución personal de la drogodependencia. Por eso, se ha sugerido que el aumento de consumo de alcohol está relacionado no sólo con el efecto del TMM, sino también con la reducción o el abandono del consumo de heroína (Anglin y col., 1989). El consumo de alcohol entre los dependientes de opiáceos está asociado a problemas de salud, aumento de la mortalidad y trastornos de conducta; además de los problemas por lo común asociados al alcohol, como desmayos (blackouts), conductas violentas y agresivas, detenciones, accidentes, pérdida del trabajo, deterioro físico y mental y deterioro de las relaciones familiares (Stitzer y col., 1999). Se han establecido correlaciones entre las concentraciones plasmáticas de etanol y las tasas más altas de absentismo del TMM y depresión. Dado que los tests de detección de alcoholismo, como el MAST, han demostrado también una buena correlación con los niveles de alcoholemia, éstos pueden ser buenos predictores del absentismo clínico en pacientes en TMM (Bickel y col., 1993). 110 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 111 Capítulo 10. Abuso de sustancias en tratamientos de mantenimiento con metadona. Manejo clínico 2.1. Tratamiento En los pacientes dependientes de opiáceos que además presentan dependencia de alcohol, se recomienda la estabilización del consumo de opiáceos con el TMM y la integración en programas normalizados de tratamiento del alcoholismo (Kipnis y col., 2001). Estos últimos incluirían terapia cognitiva y conductual, terapia para incrementar la motivación del paciente e intervenciones farmacológicas. Entre los fármacos para la dependencia del alcohol, encontramos: • El disulfiram, que ha sido ampliamente utilizado en el tratamiento del alcoholismo, puede ser de gran ayuda para el paciente en TMM que se muestre dispuesto a abandonar completamente el consumo de bebidas alcohólicas. Una vez hecho el tratamiento de desintoxicación de alcohol, se puede iniciar el tratamiento con disulfiram 250 mg/día, asociado al TMM. Hay que tener en cuenta que la administración de disulfiram puede aumentar ligeramente la excreción urinaria del metabolito activo de la metadona (Schlatter y col., 1999). • El acamprosato es un fármaco que ha demostrado su eficacia en el tratamiento del alcoholismo. No hay estudios en TMM. • La naltrexona, en el caso de los TMM, está contraindicada, ya que es una antagonista de los receptores opiáceos. En los pacientes que presentan dependencia de alcohol, se recomienda la estabilización del consumo de opiáceos con el tratamiento de mantenimiento con metadona y la integración en programas normalizados de tratamiento del alcoholismo (Kipnis y col., 2001). 3. Benzodiacepinas Entre los policonsumidores, las BZD se utilizan habitualmente de forma no prescrita para atenuar los efectos indeseados de otras drogas, como la intoxicación por cocaína o metanfetamina, para mitigar la sintomatología de abstinencia de la heroína o para potenciar los efectos deseados de la metadona o de otras sustancias (Smith y col., 1997; Wesson y col., 1997; Fraile, 2000). Según algunos autores, no parece que las BZD modifiquen el metabolismo de la metadona, pero aumentan sus efectos sedantes, y su consumo, asociado a la metadona, comporta un elevado riesgo de depresión respiratoria (Rogers y col., 1997), sobre todo cuando se asocia al consumo de alcohol u otros fármacos depresores del SNC (Barret y col., 1996; Williamson y col., 1997). Los problemas asociados al consumo de BZD incluyen: sedación, deterioro de la memoria, sobredosis y dependencia de BZD. A pesar de que una sobredosis de BZD no suele ser mortal, si se añade una sustancia sedante (metadona y/o alcohol) sí puede serlo. Las BZD son sustancias halladas frecuentemente en los análisis toxicológicos de las víctimas por suicidio o en caso de tentati111 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 112 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica vas. El riesgo de suicidio tiene que ser valorado y monitorizado en pacientes en TMM que tomen BZD (Stitzer y col., 1999). Tabla 1. Complicaciones asociadas al consumo de BZD • Sedación • Sobredosis, intencionada o accidental, que combinada con metadona y/o alcohol puede ser mortal • Deterioro de la memoria • Dependencia de BZD • Síndrome de abstinencia a BZD Varios estudios muestran que los pacientes en TMM dependientes de BZD tienen una mayor probabilidad de tener conductas de riesgo, como la inyección de heroína, mayor consumo de cocaína, compartir jeringas, etc. (Darke y col., 1993). Sufren también más síntomas de ansiedad y depresión, todo ello asociado a una peor respuesta al tratamiento (Darke y col., 1994). En algunos estudios, los pacientes que tomaban BZD presentaban un aumento progresivo de la dosis de metadona. Los pacientes que toman BZD tienden a pedir un aumento de la dosis de metadona (Baño y col., 2001). 3.1. Tratamiento En primer lugar, hay que estabilizar las dosis de metadona y BZD, generalmente con una BZD de larga acción (clonazepam y diazepam), y posteriormente iniciar una reducción paulatina de la dosis. Los pacientes que presentan abuso o dependencia de BZD requieren la estabilización del consumo de opiáceos con el TMM y también de las dosis de BZD. Posteriormente, se puede iniciar una reducción progresiva de las dosis de BZD, que puede ser más rápida durante la primera semana y tiene que ir seguida de una reducción muy lenta durante las 3 semanas siguientes (Murphy y col., 1991; Smith y col., 1997). El protocolo de desintoxicación de BZD se establece en función de la gravedad de la dependencia y del tipo de BZD consumida, teniendo en cuenta las siguientes recomendaciones: a) Desintoxicación de BZD de acción prolongada; por ejemplo, diazepam o cloracepato: disminución del 25% de la dosis diaria a la semana, durante 68 semanas (Murphy y col., 1991). b) Desintoxicación de BZD de corta duración: sustituir (dosis equivalentes) la BZD consumida por otra de vida media larga, y luego disminuir gradualmente las dosis de esta última de forma similar a la descrita anteriormente (Smith y col., 1997). 112 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 113 Capítulo 10. Abuso de sustancias en tratamientos de mantenimiento con metadona. Manejo clínico c) Desintoxicación de BZD de gran potencia (alprazolam, flunitrazepam, etc.): • Se aconseja usar clonazepam como sustitutivo para la desintoxicación porque es un potente anticomicial (Rivotril®. Comprimidos de 0,5 o 2 mg y solución 1 mg/10 gotas). • Si la dosis equivalente de clonazepam es superior a 8 mg, se aconseja, al inicio, dividir la dosis cada seis horas. • Muchas veces, hay que alargar las pautas de disminución gradual. Esta disminución lenta no garantiza que no aparezcan síntomas de abstinencia molestos, pero previene la aparición de los síntomas más graves, como las convulsiones y los síntomas psicóticos. d) Si el paciente tolera mal la desintoxicación, existen las siguientes posibilidades: • Realizar disminuciones semanales menores. • Añadir un anticonvulsivante (ácido valproico, topiramato, gabapentina, oxcarbacepina, etc.). Se excluye la carbamacepina porque presenta interacciones farmacológicas con la metadona. • Valorar tratamiento con antipsicóticos sedantes a bajas dosis, antidepresivos y/o antihistamínicos, como hipnóticos. e) Si se prevé que el síndrome de abstinencia puede ser grave, el paciente toma dosis muy altas (dosis iguales o superiores a 60 mg de diazepam o su equivalente) y/o tiene otras adicciones o patologías asociadas, se recomienda su hospitalización. La desintoxicación hospitalaria puede llevarse a cabo más rápidamente con la reducción de la dosis inicial de un 10% a un 20% cada día. Para hacer el tratamiento de desintoxicación de BZD, se recomienda la hospitalización completa si el paciente toma dosis equivalentes a 60 mg/día de diazepam y, especialmente, si también presenta dependencia fisiológica del alcohol. 3.2. Enfoque no farmacológico Se recomienda: • Información a los familiares e implicación de los mismos. • Urinoanálisis periódicos de otras sustancias. • Control de las distintas fuentes de suministro de recetas de BZD e información a los distintos médicos implicados. • Psicoterapia individual y/o grupal para controlar los síntomas de abstinencia tardíos y la prevención de recaídas. • Tratamientos cognitivos y conductuales que enseñen tácticas para neutralizar la ansiedad, el miedo anticipatorio o el insomnio. La mayoría de los pacientes en TMM no es consciente de los riesgos de sobredosis y dependencia que comporta el abuso, solo o concomitante, de BZD y alcohol. Es importante una información adecuada sobre los riesgos de la dependencia de BZD y sus consecuencias (Ross y col., 2000). 113 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 114 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica 3.3. Consumo asociado de BZD y alcohol En caso de consumo de BZD y alcohol (OH), se recomienda realizar la desintoxicación con una benzodiacepina de acción larga (Fraile, 2000), usando preferentemente clonazepam si la BZD objeto de abuso es el alprazolam. A veces, es difícil saber las dosis que consumen los pacientes. Si sospechamos de un consumo muy alto, es útil una pauta de clonazepam de 8-10 mg/día (de 20 a 25 gotas cada seis horas) y esperar un día o dos, para que el paciente esté estable, antes de empezar la desintoxicación. Otra pauta, también usada para la desintoxicación de alcohol, es suministrar 20 mg de diazepam cada dos horas hasta que el paciente esté sedado levemente. La dosis total necesaria para inducir esta sedación leve se considera la dosis inicial. Después de la estabilización, durante un día o dos con esta dosis, se puede iniciar una disminución del 5% al 10% diario (Fraile y col., 2000; Hyman, 1990). 4. Cocaína La cocaína disminuye el efecto de la metadona (Hunt y col., 1984). Su consumo durante el TMM es un factor de riesgo de recaída en el consumo de heroína u otras sustancias como el alcohol y/o BZD (Baño y col., 2001). La adicción a la cocaína en los pacientes en TMM es una complicación de gran relevancia por su alta prevalencia y la gravedad que conlleva. Según Kosten y col. (1992), el 60% de los dependientes de heroína que están en TMM consumen cocaína. Además, varios estudios tienden a señalar que en los TMM la sustancia se suele administrar por vía endovenosa, lo que acostumbra a ser consecuencia de hábitos previos adquiridos durante la adicción a la heroína. En un estudio de Iraurgi y col. (2002), la cocaína era consumida en alguna ocasión por un 46%, de forma continua por un 10,8% y con una frecuencia alta por un 20,9%. El consumo de cocaína en los TMM está estrechamente ligado al consumo de heroína, lo que sugiere que las vías neuroquímicas y/o metabólicas están involucradas en la atenuación de los efectos de la metadona por la cocaína. Tabla 2. Complicaciones asociadas al consumo de cocaína • Hipertensión severa, accidentes vasculares cerebrales, infartos de miocardio, arritmias. • Aumento de conductas de riesgo para el contagio de enfermedades infecciosas. • Abortos espontáneos. • Muertes por traumatismo o agresiones (homicidio, suicidio, accidentes, etc.). • Patología psiquiátrica grave (ansiedad, crisis de pánico, depresión, ideas de suicidio, delírium, psicosis, etc.). • Consumo de otras drogas: alcohol, BZD, heroína, etc. • Abandono de tratamientos y controles médicos: TMM, antirretrovirales, etc. 114 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 115 Capítulo 10. Abuso de sustancias en tratamientos de mantenimiento con metadona. Manejo clínico Si se comparan los fenómenos asociados al consumo de cocaína con los objetivos terapéuticos de los TMM, se deduce que la adicción a la cocaína reduce gravemente la eficacia de esta modalidad de tratamiento. 4.1. Tratamiento La mayoría de las intervenciones son inespecíficas y suelen aplicarse siempre que peligra la viabilidad del TMM. Dentro de estas intervenciones inespecíficas están: la confrontación, el incremento no contingente de la dosis de metadona y los contratos de contingencias farmacológicos y no farmacológicos dirigidos a reducir el consumo de cocaína. Los tratamientos específicos escogidos para tratar el abuso de cocaína en TMM son los mismos que han sido utilizados en los cocainómanos que no sufren dependencia de opiáceos (desipramina, bromocriptina, bupropion, fluoxetina, IRSS, olanzapina, etc.). Los fármacos ensayados en los pacientes en TMM deben tener, además, la característica de no interaccionar significativamente con la metadona. Actualmente, no se dispone de un tratamiento farmacológico satisfactorio para la dependencia de cocaína. No existe un tratamiento farmacológico eficaz para el tratamiento de la dependencia concurrente de opiáceos y de cocaína. Las medidas inespecíficas para tratar la adicción a la cocaína durante los TMM tienen una eficacia parcial, pero no son incompatibles con las intervenciones específicas. El Departamento de Salud de EE.UU. recomienda combinar todas las intervenciones que se consideren más adecuadas para el tratamiento de cada paciente. La realización de ensayos clínicos controlados ha permitido determinar, con mucha exactitud, el rendimiento terapéutico de las intervenciones específicas. La administración de antidepresivos, convenientemente monitorizada, debido a sus interacciones con la metadona, puede ser muy útil para el tratamiento de la dependencia de cocaína en pacientes que están deprimidos. Los errores por exceso son preferibles a los errores por defecto, ya que la depresión es un predictor de adicción a la cocaína en los TMM. El trastorno antisocial y la politoxicomanía son también fenómenos que se asocian con frecuencia a la dependencia de cocaína en los TMM, y son predictores de mala respuesta a las intervenciones farmacológicas específicas. Es importante identificar de forma rápida, por medio de urinoanálisis, a los consumidores de cocaína. Como primer paso, hay que intensificar el consejo (counseling) y la vigilancia de consumos con urinoanálisis, y añadir intervenciones motivacionales más intensivas mediante incentivos negativos y positivos (Sitzer y col., 1999). Los clínicos deben recordar que los pacientes en TMM que se inyectan cocaína tienen un riesgo alto de contagio de VIH y de múltiples y graves patologías orgánicas y psiquiátricas, y que el compromiso en un TMM puede comportar un descenso del consumo de cocaína y la disminución de otras conductas de riesgo, aunque no se consiga la abstinencia completa (Stitzer y col., 1999). 115 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 116 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica 4.2. Abuso asociado de cocaína y alcohol Los pacientes que se encuentran en TMM y consumen cocaína suelen abusar también del alcohol para aumentar el efecto reforzador positivo y/o para aliviar el malestar residual posterior al consumo de cocaína. El tratamiento del abuso del alcohol, en estos pacientes, debe tener en cuenta esta función modulatoria del alcohol (Magura y col., 2000). Las personas que abusan de la cocaína y del alcohol acostumbran a presentar una menor implicación en el TMM y su retención en tratamiento suele ser menor (Rowan-Szazl y col., 2000). En un estudio realizado con 409 dependientes de heroína que consumían cocaína e iniciaron TMM, se comprobó que, particularmente, presentaban un mayor consumo de alcohol, más delincuencia, más signos de alteración psicológica y mayor riesgo de contagio del VIH los que consumían la cocaína en forma de crack (Grella y col., 1995). Por lo tanto, el consumo de cocaína y alcohol entre los pacientes en TMM va asociado a un mayor riesgo de transmisión del VIH. Algunos programas han desarrollado grupos de entrenamiento en estrategias, con la finalidad de reducir las recaídas, mejorar la retención y disminuir las conductas que aumentan el riesgo de contagio del VIH (Schilling y col., 1995). El disulfiram puede ser un fármaco eficaz para el tratamiento del abuso de cocaína en pacientes en TMM, incluso en los que no presentan un abuso asociado de alcohol. El disulfiram inhibe la enzima dopamina beta-hidroxilasa que interviene en la síntesis de catecolaminas y activa el paso de dopamina a noradrenalina. Su efecto de disminución de la síntesis de noradrenalina y de una disponibilidad mayor de dopamina puede estar relacionado con una reducción del deseo (craving) de cocaína. Tras el abandono de la cocaína, se acostumbra a producir un estado de hipodopaminergia, que puede estar relacionado con la “necesidad” de volver a tomar cocaína. Los pacientes en TMM tratados con disulfiram presentaron una reducción de la cantidad y la frecuencia del consumo de cocaína significativamente mayor que los tratados con placebo. Además, el consumo de alcohol fue mínimo, independientemente de que el paciente tomara disulfiram o placebo (Petrakis y col., 2000). 5. Abuso de múltiples sustancias Los problemas asociados al consumo de varias sustancias suelen ser más críticos si los pacientes presentan abuso de cocaína, alcohol, opiáceos y benzodiacepinas, ya que las consecuencias médicas y psicosociales acostumbran a ser más severas que si el abuso es de una única sustancia (Kosten, 1991). El abuso de múltiples sustancias hace que se mezclen los síntomas de intoxicación y abstinencia, lo que dificulta el diagnóstico y complica el tratamiento o los tratamientos de desintoxicación. Los síntomas de abstinencia de cocaína (hipersomnia, depresión, letargia, etc.) pueden enmascarar los síntomas de abstinencia de hipnosedantes y/o de alcohol. Por eso, se aconseja que durante la desintoxicación de BZD/OH, los síntomas de abstinencia de 116 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 117 Capítulo 10. Abuso de sustancias en tratamientos de mantenimiento con metadona. Manejo clínico BZD/OH se evalúen por medio de un control de los signos vitales: frecuencia cardíaca, presión arterial y temperatura (Fraile, 2000). El diagnóstico de dependencia de cocaína, sedantes o alcohol al iniciar el TMM aumenta la probabilidad de consumo de las sustancias mencionadas durante el tratamiento. Tienen, por lo tanto, validez predictiva para su consumo y, en el caso de la cocaína, también pueden predecir el abandono precoz del TMM (Kidorf y col., 1998). En un estudio comparativo entre pacientes en TMM y otros drogodependientes que no estaban en tratamiento, efectuado en Nueva York, la conducta violenta relacionada con la heroína era menos frecuente en los pacientes en TMM; sin embargo, la violencia relacionada con la cocaína o el alcohol no presentaba diferencias entre los drogodependientes en TMM y los no tratados (Spunt y col., 1990). Estos resultados sugieren que el TMM no consigue reducir la violencia cuando los pacientes presentan abuso de cocaína y/o de alcohol. 5.1. Tratamiento del abuso de varias sustancias El tratamiento de los pacientes que abusan de varias sustancias, como cocaína, alcohol, opiáceos y benzodiacepinas, requiere combinaciones específicas de varias opciones terapéuticas, como la psicoterapia de prevención de recaídas, dirigida a detectar y evitar (o afrontar) los estímulos condicionados a las diversas drogas, asociada a farmacoterapia (Kosten, 1991). El paciente que abusa de varias sustancias puede sentirse motivado para cambiar, pero su motivación puede centrarse sólo en una sustancia, que es la que él relaciona con sus dificultades, y puede no ser consciente del problema que también tiene con las demás sustancias. Por lo tanto, su evaluación diagnóstica debería aclarar de qué sustancias se siente motivado a reducir el consumo o bien qué sustancias dejará de tomar. Dado que el consumo de múltiples sustancias aumenta el riesgo de recaída, el programa de tratamiento debería estar orientado a la retirada de todas las sustancias, aunque insistir desde el principio en la abstinencia universal podría minar el buen cumplimiento del programa terapéutico. Puede ser más operativo establecer una secuencia de etapas progresivas, en la dirección deseable, pero siempre valorando y reconociendo como mejora la buena implicación del paciente y la superación de cada etapa; empezando por objetivos parciales y poco ambiciosos, y aumentando progresivamente el nivel de exigencia. El tratamiento inicial de los pacientes que abusan de varias sustancias, como cocaína, alcohol, opiáceos y benzodiacepinas, debe focalizarse en las áreas de mayor riesgo y preocupación, como pasar de la vía intravenosa a la vía oral, estabilizar las dosis, tratar los problemas médicos y psiquiátricos que supongan un riesgo vital para el paciente o un riesgo para la seguridad de los demás, etc. (Miller col., 1996). El paciente dependiente de opiáceos que también presenta dependencia de otras sustancias suele tener una evolución más favorable cuando se esta117 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 118 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica biliza con metadona y se desintoxica de las otras sustancias que cuando se desintoxica de todas ellas. Es preferible hacer estos cambios en régimen de hospitalización completa, en una unidad especializada en conductas aditivas, sobre todo cuando el paciente presenta dependencia fisiológica del alcohol y de las benzodiacepinas, situación que requiere la administración de una pauta decreciente de fármacos hipnosedantes. El tratamiento de los pacientes que abusan de varias sustancias (cocaína, alcohol y BZD, además de los opiáceos) requiere, muchas veces, la hospitalización en una unidad especializada en drogodependencias La hospitalización permite, además, profundizar en la evaluación diagnóstica de la polidependencia, de los trastornos psiquiátricos y médicos asociados, del grado de conciencia del problema y de la motivación para cambiar con respecto a las otras sustancias que está tomando el paciente. También facilita la práctica de exploraciones complementarias, de tipo analítico general, con determinación de concentraciones plasmáticas de fármacos y de sustancias en la orina, radiografías de tórax, ECG, EEG, evaluación de personalidad, deterioro cognitivo, etc. 6. Monitorización y seguimiento Las recaídas en pacientes policonsumidores tienen un elevado riesgo de sobredosis. La determinación de sustancias en la orina es un procedimiento útil para la detección del consumo de sustancias y la prevención de recaídas. Si el paciente acude tres veces por semana a tomar la metadona, se le puede recoger una muestra de orina para la determinación de sustancias y administrar, al mismo tiempo, disulfiram u otros fármacos (si están indicados y con su consentimiento). En cambio, los regímenes en los que se acude con menor frecuencia a tomar la metadona no permiten hacer el seguimiento necesario en estos casos. Si el paciente presenta signos de intoxicación o de abstinencia, es conveniente: • Determinar clínicamente a qué tipo de sustancia o sustancias son debidos los signos de intoxicación o de abstinencia. • Practicar una detección de alcohol en el aire espirado (alcohotest) y de otras sustancias en sangre o en la orina, para confirmar la hipótesis diagnóstica clínica. • Determinar la concentración plasmática de metadona. • Ingresar al paciente si presenta riesgo de abstinencia severa o sobredosificación, con el fin de tratar la abstinencia o retirar determinadas sustancias, respectivamente. 118 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 119 Capítulo 10. Abuso de sustancias en tratamientos de mantenimiento con metadona. Manejo clínico 7. Conclusiones Una gran parte de los pacientes en TMM presenta abuso de otras sustancias, entre las cuales hay que tener en cuenta especialmente las benzodiacepinas (BZD), el alcohol y la cocaína. Además, existe la posibilidad de que alguno de ellos siga autoadministrándose también heroína. Los pacientes en TMM presentan una elevada prevalencia de abuso de alcohol, que suele ir asociado a un mayor riesgo de tener amnesias circunscritas, conductas violentas y agresivas, accidentes, progresión más rápida de las infecciones (VIH, VHC) y deterioro de la salud corporal y mental y de las relaciones familiares. Los pacientes que se inyectan cocaína tienen un elevado riesgo de contagio de enfermedades infecciosas (VIH, VHC), así como de graves enfermedades médicas y psiquiátricas. El abuso de BZD produce sedación, deterioro de la memoria, mayor riesgo de sobredosis (accidentales o intencionadas) y mayor riesgo de muerte por sobredosis. El abuso simultáneo de BZD y alcohol en los TMM conlleva un mayor riesgo de sufrir crisis convulsivas y delirium por abstinencia aguda, y requiere un tratamiento de desintoxicación en régimen de hospitalización completa. Si los pacientes en TMM siguen presentando abuso de cocaína por vía intravenosa y también de alcohol y BZD, es posible que no se consigan reducir las tasas de conducta violenta ni tampoco de contagio de enfermedades infecciosas, como se puede llegar a conseguir en los TMM cuando el paciente deja de utilizar la vía intravenosa y no abusa de alcohol ni de BZD. Por estos motivos, es importante hacer un tratamiento del abuso de otras sustancias en los pacientes que se encuentren en TMM y presenten abuso de otras sustancias. Recomendaciones 1. En caso de politoxicomanía, se recomienda no excluir al paciente del TMM y efectuar un abordaje específico de las distintas dependencias. 2. Durante el proceso de inducción en TMM de pacientes policonsumidores, es recomendable aumentar el control, sin descartar la conveniencia de la hospitalización en algunos casos. 3. En caso de policonsumo durante el TMM, hay que valorar el incremento de la dosis de metadona. 4. Hay que hacer un tratamiento específico del abuso o de la dependencia de otras sustancias, teniendo en cuenta las posibles interacciones de los fármacos con la metadona (por ejemplo, contraindicación de la naltrexona en el caso de abuso del alcohol). 5. El tratamiento de los pacientes que abusan de varias sustancias (cocaína, alcohol y BZD, además de los opiáceos) requiere, muchas veces, la hospitalización en una unidad especializada en drogodependencias. 119 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 120 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 121 Capítulo 11 Planificación del tratamiento, evaluación del progreso del paciente en tratamiento y valoración clínica continuada JOAN TRUJOLS ALBET La planificación del tratamiento es la agenda resultante del proceso de evaluación, y consiste, esencialmente, en una serie de objetivos terapéuticos con los correspondientes procedimientos diseñados para su consecución. El terapeuta y el paciente tienen que desarrollar conjuntamente una lista de objetivos terapéuticos y su priorización. Es importante que tanto el paciente como el terapeuta reconozcan que el plan terapéutico es dinámico y que puede ser revisado consensuadamente en función de la evolución del paciente. Los objetivos terapéuticos y las intervenciones que no estén orientados a las necesidades ni a la disposición motivacional del paciente en su proceso de cambio no son efectivos. Una vez iniciado el TMM, es necesaria una evaluación continua o, para determinados aspectos, al menos periódica, del trastorno adictivo, de la patología orgánica y psíquica, así como de la esfera sociolaboral. Asimismo, la realización periódica de controles de tóxicos permitirá detectar consumos de sustancias psicoactivas no referidos por el paciente, facilitando así la obtención de uno de los criterios llamados duros –logro de la abstinencia de la droga diana y disminución del consumo de otras sustancias–, con el fin de evaluar la efectividad del TMM. Sin embargo, la valoración del resultado terapéutico del TMM debe centrarse también en la apreciación subjetiva, por parte del paciente, de la respuesta o cambio producido. Así pues, la evaluación de los resultados en la práctica asistencial tiene que incluir indicadores basados en las vivencias del paciente, porque éstas no necesariamente coinciden con las medidas o estimaciones objetivas realizadas por los clínicos. Se recomienda que la valoración del resultado terapéutico del tratamiento de mantenimiento con metadona se centre también en la apreciación subjetiva, por parte del paciente, de la respuesta o del cambio producido, incluyendo, por lo tanto, indicadores basados en sus vivencias. Con el fin de delimitar únicamente dos ámbitos de valoración, que deberían ser evaluados periódicamente, se tienen en cuenta los indicadores de normalización de vida cotidiana y CVRS, y las valoraciones sobre la satisfacción con el tratamiento recibido. De todas maneras, hay muy pocos TMM que evalúen la CVRS (Torrens y col., 1997;1999) y la satisfacción de los pacientes con el tratamiento recibido (Pérez de los Cobos y col., 2002), a pesar de la importancia 121 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 122 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica y validez de estos factores, no sólo como variables de resultado o como medidas de calidad del servicio, sino también, y muy especialmente, como variables facilitadoras de la adherencia y el cumplimiento del programa por parte del paciente. Si consideramos que este grado de aceptabilidad puede afectar al cumplimiento del TMM, la satisfacción con el programa es una de las variables mediadoras que podrían modular, en parte, la efectividad del TMM. Así que, a pesar de la probable influencia de la satisfacción con el tratamiento recibido en el seguimiento adecuado de los TMM, esta variable o, más genéricamente, la perspectiva de los propios pacientes, no ha sido considerada como una contribución relevante para la implementación o evaluación de los TMM. La total ausencia, en la práctica, de referencias a la percepción que tienen los propios pacientes en TMM de este enfoque resulta todavía más sorprendente si consideramos que esta modalidad de tratamiento es una de las más investigadas y, especialmente, que una de las características definitorias de los planteamientos de la reducción de daños, y de las intervenciones que en ellos se fundamentan, es la incorporación de la voz de los protagonistas reales –los pacientes reconocidos como interlocutores válidos– en la definición, implementación y evaluación de estrategias y programas, con el objetivo de que respondan a las necesidades de los usuarios. Así pues, si se conoce el grado de satisfacción de los pacientes con los TMM, se podrá interpretar con mayor corrección la efectividad e intentar implementar medidas que la optimicen. 1. Intensidad y duración del tratamiento Aunque parecen estar fuera de duda la eficacia, efectividad y eficiencia de los TMM, no hay referencias claras sobre cuál tiene que ser su duración óptima (Ward y col., 1998). De hecho, incluso en el caso de pacientes que han conseguido mediante el tratamiento de mantenimiento un grado satisfactorio de estabilización y equilibrio psicosocial, la opción de un mantenimiento indefinido puede considerarse válida. Asimismo, el tiempo mínimo recomendable de permanencia en el programa puede estimarse en 2 años. No obstante, tanto si se trata de pacientes estabilizados que, de acuerdo con sus terapeutas, optan por finalizar el mantenimiento con metadona, habiendo realizado cambios significativos en su estilo de vida y habiendo llegado a unos nivel óptimos de integración psicosocial, como si se trata de pacientes que deciden, en contra del consejo de sus terapeutas, finalizar el tratamiento; el número de pacientes que solicitan desintoxicarse de la metadona o abandonan el TMM no es irrisorio. El proceso presenta unas dificultades que limitan considerablemente tanto el número de pacientes que finalizan con éxito el periodo de desintoxicación como la proporción de los que consiguen mantener la abstinencia y unos niveles satisfactorios de integración psicosocial. En relación a la intensidad del TMM, se puede afirmar que hay prácticamente tantos tipos de TMM como programas en funcionamiento. Sin embargo, parece que existe un cierto consenso en que la mera dispensación de meta122 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 123 Capítulo 11. Planificación del tratamiento, evaluación del progreso del paciente en tratamiento y valoración clínica continuada dona (sin servicios asociados) únicamente es efectiva para una minoría de pacientes (esencialmente, en el caso de pacientes con una prolongada evolución favorable en el TMM o, en el caso de intentar optimizar la disponibilidad y accesibilidad –siempre deseables– de estos programas, en un marco de limitación de recursos) y que hay una relación dosis-respuesta entre la intensidad (servicios implementados además de la dispensación) del tratamiento con metadona y su efectividad (McLellan y col., 1993), aunque la relación coste-efectividad en los programas con una gran diversidad de servicios complementarios no está demostrada (Avants y col., 1999; Kraft y col., 1997). El consejo (counseling) con relación al trastorno por dependencia y el abordaje de la patología orgánica y la psicopatología, deseables en el mismo programa, tienen que considerarse como requisitos mínimos indispensables. Sin embargo, es de especial relevancia considerar las necesidades y la motivación de los pacientes con relación a estos servicios complementarios (un número no despreciable de usuarios de TMM no desea estos servicios), y las características de personalidad y/o psicopatológicas, como, por ejemplo, la ansiedad social generalizada, que pueden condicionar una respuesta más satisfactoria en el caso de un tratamiento de menor intensidad (Avants y col., 1998). 2. Motivación para el cambio frente a motivación para el tratamiento Cuando se considera el tema de la motivación personal del paciente, hay que distinguir, como mínimo, a pesar de los posibles puntos de intersección, entre la motivación para el cambio de una determinada conducta (por ejemplo, abandonar o disminuir el consumo de una sustancia psicoactiva concreta o evitar conductas de riesgo) y la motivación para el tratamiento. De hecho, también puede ser útil discriminar la motivación hacia un determinado TMM de la motivación con respecto a otro TMM concreto, ya que la motivación de un paciente varía en función no sólo del objetivo, sino también del tipo e intensidad de la intervención terapéutica. Parece necesario evaluar la disposición motivacional para el tratamiento de mantenimiento con metadona. La percepción que tiene un paciente concreto de la adecuación de un determinado tratamiento a sus necesidades puede definirse como la motivación hacia dicho tratamiento. Así, un paciente que esté motivado hacia un determinado tratamiento no tiene por qué presentar forzosamente unos niveles suficientes de motivación para el cambio. Así pues, y sobre la base de la argumentación precedente, parece necesario evaluar la disposición motivacional (Carey y col., 1999; Connors y col., 2001) para el TMM, ya que es posible encontrar pacientes en TMM que tengan unos objetivos, a corto y medio plazo, que no coincidan con la abstinencia total de opiáceos no prescritos o de otras drogas ilegales, como deja patente un número creciente de publicaciones científicas (Koester y col., 1999) y nuestra experiencia cotidiana. 123 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 124 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica Las motivaciones para realizar un TMM pueden ser, pues, muy diversas. Un TMM errático, desde el punto de vista clínico, puede ser considerado útil por el propio paciente para su necesidad de controlar algunas de las diferentes consecuencias negativas derivadas del consumo de heroína (por ejemplo, la disminución de la probabilidad de experimentar problemas legales, al posibilitar el mismo TMM mantener un menor consumo de heroína, etc.). Asimismo, un TMM abandonado al cabo de pocas semanas o meses podría ser un intento o prueba piloto para “conocer el terreno” antes de desarrollar el compromiso de iniciar otro TMM con un objetivo de abstinencia. La evaluación de la disposición motivacional del paciente para el TMM puede ayudar a discriminar si las dificultades o complicaciones que se presenten, o incluso el abandono de los programas, pueden, en algunos casos, tener su origen en motivaciones o consideraciones idiosincrásicas hacia el TMM, alejadas de los objetivos más habituales de los clínicos. Asimismo, en estos casos se manifiesta la utilidad de intervenciones como la entrevista motivacional (EM). La EM (Miller y col., 1999) es un planteamiento concreto del proceso de interacción comunicativa con el paciente. Su objetivo es facilitar y optimizar la actitud, disposición o motivación del paciente para el cambio. La EM está diseñada específicamente para tratar la ambivalencia y la progresión del paciente a lo largo del contínuum motivacional. Los cinco principios básicos de la EM son los siguientes: a) expresar empatía, b) promover la disonancia cognitiva, c) evitar la confusión y la confrontación, d) dar la vuelta a la resistencia y e) fomentar la autoeficacia. La efectividad de esta técnica, contrastada en el caso de distintas conductas aditivas, empieza a ser igualmente demostrada dentro del ámbito de los TMM (Saunders y col., 1995). 3. Retención en el tratamiento La retención o permanencia del paciente en el TMM es la condición necesaria, aunque no suficiente, para posibilitar una respuesta favorable al tratamiento, y la mayoría de las intervenciones están orientadas a favorecer su consecución. De hecho, la retención en el tratamiento depende, en última instancia, de la percepción que tiene el propio paciente de las ventajas de iniciar y mantenerse en el tratamiento. Con el objetivo de favorecer y aumentar la retención, se recomienda lo siguiente (Glezen y col., 1999; Rodríguez-Martos, 1994): • Facilitar la accesibilidad y la rápida admisión al programa. • Horarios amplios que no obstaculicen la realización de otras actividades del paciente. • Garantizar que el paciente reciba la dosis de metadona que necesite. • Ofrecer servicios de alta calidad, cohesionados en un contínuum. • Asegurar el acceso del paciente al equipo terapéutico, sobre todo a su terapeuta de referencia. • Evitar la masificación y los entornos estigmatizantes. • Asegurar el entrenamiento y formación adecuados del personal. 124 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 125 Capítulo 11. Planificación del tratamiento, evaluación del progreso del paciente en tratamiento y valoración clínica continuada 4. Prevención de recaídas Si el paciente sigue el TMM pero no deja de consumir heroína u otras sustancias psicoactivas, cuya abstinencia se había pactado en el plan terapéutico, se suele intervenir para incrementar el grado de abstinencia. Las intervenciones más frecuentes son las siguientes: • En el caso de consumo continuado de heroína, aumento de la dosis de metadona. Normalmente se incrementa 5-10 mg en el transcurso de una o dos semanas. • Instauración de un tratamiento farmacológico específico para reducir o eliminar el consumo de sustancias. Por ejemplo, disulfiram si se da abuso de alcohol. • Técnicas de prevención de recaídas: basada en los principios de la teoría del aprendizaje social de Bandura, la prevención de recaídas (Marlatt y col., 1985) tiene como objetivo facilitar que cualquier individuo implicado en el proceso de cambio de una conducta aditiva pueda preveer, evitar y/o afrontar la recaída en la conducta que intenta modificar. Se basa en la combinación de técnicas de entrenamiento en estrategias para afrontar situaciones de riesgo (cuyo objetivo es capacitar al individuo para identificar y afrontar estados emocionales negativos, conflictos interpersonales y presiones sociales, entre otros), en procedimientos de reestructuración cognitiva (diseñados para conceptualizar el proceso de cambio como un proceso de aprendizaje, facilitar el desarrollo de estrategias cognitivas que permitan controlar el deseo y/o el impulso de realizar la conducta que se desea modificar y reestructurar las reacciones cognitivo-afectivas ante un error en el proceso de cambio), y en estrategias de reequilibrio del estilo de vida (diseñadas para fortalecer la capacidad global de afrontar situaciones adversas y disminuir la frecuencia y/o intensidad de las situaciones de riesgo). El desarrollo de programas específicos de prevención de recaídas en el marco de los propios TMM y con pacientes motivados para la abstinencia puede ser de especial utilidad (Abbott y col., 1999; Weddington, 1990-91). 5. Implicación de la familia y de otros miembros significativos en el tratamiento La importancia de la inclusión de la familia en el tratamiento de las adicciones no deja lugar a dudas, hasta el punto de que para determinadas escuelas de pensamiento psicológico, se convierte en el foco de interés terapéutico primordial. Éste es el caso, por ejemplo, de la escuela relacional sistémica. En el caso de los TMM, se ha demostrado eficaz la inclusión de miembros significativos no consumidores en el proceso de tratamiento (Kidorf y col., 1997) y varios tipos de enfoque familiar (Catalano y col., 1999; Stanton y col., 1997). Sin embargo, si consideramos aspectos relativos a la disponibilidad asistencial y, seguramente, de coste-efectividad, es recomendable la inclusión de la familia, previo consenso del paciente, en grupos terapéuticos, que se forman 125 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 126 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica paralelamente al proceso del tratamiento de los pacientes. A través de estos grupos terapéuticos, conducidos con un estilo semidirectivo, en una atmósfera no culpabilizadora y con un enfoque psicoeducativo, se informa a los familiares de la naturaleza del trastorno por dependencia, de las características del TMM y de los elementos que constituyen el proceso de cambio. Recomendaciones 1. Hay que reconocer a los pacientes como interlocutores válidos a la hora de diseñar programas que respondan a sus necesidades. 2. Se recomienda dejar claros, durante el tratamiento, cuáles son los objetivos del programa y los de los pacientes. 3. Es recomendable la jerarquización de los objetivos terapéuticos junto con el paciente, y el reconocimiento del plan terapéutico como dinámico y revisable consensuadamente en función de la evolución del paciente. 4. El consejo (counseling) en relación con el trastorno por dependencia y el abordaje de la patología orgánica y psicopatológica son elementos recomendables en cualquier TMM. 5. En el caso de pacientes que no han asistido a las visitas en los últimos 6 meses, habría que valorar la evolución del caso. 6. Puede ser un planteamiento correcto mantener de forma indefinida el TMM, incluso en pacientes que han conseguido una buena integración psicosocial. 126 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 127 Capítulo 12 Servicios asociados a los tratamientos de mantenimiento con metadona JOAN TREMOLEDA SINTES 1. Utilidad y necesidad de ofrecer servicios médicos y psicosociales asociados a la dispensación de metadona Una dosis de metadona por sí misma no tiene efectos mágicos sobre la personalidad de un usuario de drogas, su capacidad de afrontar los conflictos o problemas, la manera de relacionarse con su realidad cotidiana, su situación laboral o social, ni sobre la capacidad para mejorar su responsabilidad hacia la propia salud y protección del VIH y otras enfermedades (Sorensen, 1996). La utilidad de los mantenimientos con metadona se ha relacionado con el efecto farmacológico de la metadona a las dosis recomendadas y con factores que dependen de la filosofía y del funcionamiento del programa (ver tabla 1). El efecto farmacológico de la metadona es útil cuando sirve para conseguir la estabilización biológica y para reducir el consumo al inhibir los síntomas de abstinencia, inhibir el deseo de consumir (craving), bloquear el efecto euforizante de la heroína y mejorar estados de ánimo (frecuentemente depresivos). No se ha relacionado claramente la utilidad del mantenimiento con metadona con variables de la población atendida (sociodemográficas, de historia toxicológica, etc.). Los mantenimientos con metadona asociados a servicios complementarios médicos y psicosociales también se han mostrado, en general, más útiles que otros programas de tratamiento para los pacientes con dependencia de opiáceos (Programa libre de drogas y Programa de tratamiento con antagonistas) y más útiles que la simple dispensación de metadona (Kraft, 1998; Iruín y col., 2001; Mattick y col., 2001; Rounsanville y col., 2000; Sees y col., 2000). Es recomendable conseguir mantener un equipo multidisciplinar estable y accesible a los pacientes. 2. Tipos de servicios asociados a las terapias de mantenimiento con metadona En la tabla 2, se describen los servicios que se pueden ofrecer a los usuarios de los mantenimientos con metadona para abordar los distintos trastornos que persisten y/o aparecen o se detectan durante el tratamiento, relacionados con el consumo o no (Baile y col., 1991; Farrell y col., 1994; Gibson y col., 1998; Haddad y col., 2000; Insúa, 1999; Jaffe y col., 1998; Kraft, 1998; Knobel, 1999; Latowsky y col., 1995; Maddux y col., 1995; Marsch, 1998; Trautmann y col., 1994; Stanton y col., 1997; Thomson y col., 2001). 127 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 128 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica Tabla 1. Factores de la estructura y el funcionamiento de los programas relacionados con la retención y la utilidad de los tratamientos de mantenimiento con metadona Destacan, por facilitar la individualización de las intervenciones y la estabilización psicosocial, los siguientes (Ball y col., 1991; Caplehorn y col., 1998; Farrell y col., 1994; Fernández y col., 2001a; Iriun, Kraft, 1998; Magura y col., 1998; Marsch, 1998; Rounsanville y col., 2000; Sees y col., 2000): a) Los criterios abiertos y flexibles en la estructura del TMM (modelo del TMM médico y/o liberal): • Procedimiento de acceso al TMM rápido y simple. • Larga duración del tratamiento: orientación a mantenimiento indefinido. • Dosis altas individualizadas. • Horarios adaptados a las actividades de los usuarios. • Proximidad geográfica de los dispensadores al lugar de residencia de los usuarios. • Posibilidad de llevarse las dosis a casa (take home). b) La existencia de un equipo multidisciplinar accesible y estable, con actitudes favorecedoras de cambios: • Continuidad contractual. • Formación continuada, apoyo técnico y emocional, con especial importancia en el personal que tiene más contacto con los usuarios (dispensadores). • Coherencia en el equipo respecto a los objetivos y procedimientos. • Respuestas constructivas en caso de aparición de problemas (no sancionadoras). • Oferta de servicios sin condicionamientos previos (modelo de aceptación en lugar de “exigencia”). • Desjerarquización de la relación terapéutica y oferta de servicios en un marco de respeto mutuo, colaboración y promoción de la responsabilidad del usuario en la propia salud. • Flexibilidad del programa, con ajustes individualizados que permitan a los usuarios controlar el ritmo de la abstinencia. c) La accesibilidad y la calidad de los servicios médicos y sociales asociados al dispensador: • Oferta accesible de servicios médicos y otros programas de reducción de daños. • Oferta de psicoterapias, psicoeducación y consejo (counseling). • Acceso o presencia de programes de inserción laboral y social. • Acceso a terapia familiar y mejora de la red de apoyo. • Participación de usuarios y ex usuarios del programa (educación entre iguales). Es recomendable individualizar la oferta de servicios a los pacientes en función de las necesidades o problemas detectados y de la evolución del proceso terapéutico personal, e incorporar sus opiniones y decisiones. Los servicios que se ofrecen pueden estar directamente vinculados al dispositivo asistencial-dispensador o utilizar programas externos, ya sean específicos para la población drogodependiente o dirigidos a la comunidad en general; en este último caso, se consigue: optimizar recursos ya existentes y “normalizar” la atención a los usuarios de drogas utilizando servicios comunitarios. 128 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 129 Capítulo 12. Servicios asociados a los tratamientos de mantenimiento con metadona Tabla 2. Servicios y actividades asociados a los tratamientos de mantenimiento con metadona 1. Servicios que hay que ofrecer ante la persistencia del consumo de heroína o de otros opiáceos – Consejo (counseling) de orientación al tratamiento. – Consejo (counseling) en reducción de daños asociados al consumo y acceso a material preventivo (PIJ, preservativos, etc.). – Educación entre iguales y grupos de apoyo. – Intervenciones terapéuticas y/o de prevención de las recaídas si el consumo se relaciona con estados emocionales disfóricos, psicopatología o condicionantes ambientales. 2. Servicios que hay que ofrecer ante la decisión de realizar una desintoxicación del tratamiento de mantenimiento con metadona – Psicoeducación individual y/o grupal. – Prevención de recaídas individual y/o grupal. – Entrenamiento en estrategias de afrontamiento y habilidades sociales. – Grupos de apoyo entre iguales (educación entre iguales, actividades recreativas, etc.). – Seguimiento de la abstinencia con atención a los cambios emocionales (disfóricos, depresivos). – Política especial de readmisión ante una recaída (acceso fácil y rápido). 3. Servicios para detectar la patología orgánica (asociada o concomitante al consumo de drogas). 4. Servicios para detectar, afrontar y tratar la psicopatología relacionada o concomitante a la dependencia: – Cribado diagnóstico de TM y T de la personalidad. – Intervenciones terapéuticas específicas indicadas. – Tratamiento del miedo específico a la desintoxicación (expectativas negativas, ansiedad anticipatoria y conducta de evitación). – Detección y tratamiento de estados emocionales disfóricos y depresivos relacionados con el mantenimiento del consumo y con las recaídas. – Se recomienda abordar la patología dual de forma conjunta. 5. Servicios para detectar, afrontar y tratar otros problemas que pueden ser objeto de atención clínica (DSM-IV) y que pueden condicionar la utilidad de las diversas intervenciones terapéuticas o de atención, así como la evolución y el pronóstico del paciente: 5.1. Factores psicológicos que afecten el estado físico: – Consejo (counseling). – Terapia de apoyo – Grupos de apoyo y de autoayuda 5.2. Problemas de relación (paternofiliales, de pareja, entre hermanos, etc.): – Terapia familiar – Mediación familiar 5.3. Servicios para afrontar y tratar los problemas relacionados con el abuso o la negligencia: – Intervenciones terapéuticas específicas – Grupos de apoyo y de autoayuda 5.4. Problema biográfico, de identidad o de aculturación: – Terapia familiar – Intervenciones terapéuticas específicas – Grupos terapéuticas, grupos de crecimiento personal – Grupos de apoyo y de autoayuda – Habilidades sociales – Orientación y apoyo en la mejora de la red social – Agentes de salud, mediadores culturales 5.5. Duelos (adaptación a múltiples pérdidas: de personas, proyectos, capacidades, etc.): – Intervenciones terapéuticas específicas – Grupos de apoyo y de autoayuda – Consejo (counseling). – Terapia de apoyo 5.6. Problema académico, laboral o de integración social: – Orientación y apoyo para la formación y la ocupación – Programas prelaborales y de apoyo a la búsqueda de empleo – Comunidades terapéuticas y otros recursos residenciales de reinserción – Recursos sociales básicos (comida, vivienda, ropa, higiene, etc.) – Asociaciones de afectados, agentes de salud, etc. 6. Servicios para detectar, afrontar y tratar los problemas legales (civiles o penales): – Asesoramiento y orientación jurídica (civil o penal) – Servicios y programas específicos del Departamento de Justicia – Medidas alternativas a la privación de libertad y medidas de seguridad 129 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 130 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica La colaboración entre servicios implica llegar a un consenso y asumir la misma filosofía para mantener la coherencia en la atención, facilitar la accesibilidad y asegurar la continuidad asistencial de los usuarios. Eso supone para los servicios: • Acercar, flexibilizar y agilizar los procedimientos de acceso a los servicios (desde el acceso a un laboratorio de extracción de sangre al acceso a un programa de reinserción). • Acordar la definición de cuáles son “los problemas” que hay que abordar, cuáles los objetivos generales que hay que alcanzar (reducción de daños, mejora de la calidad de vida y, si es posible, superación de la dependencia) y cuál es la metodología posible desde cada servicio. • Acordar como facilitar el proceso de cambio y “evitar provocar más daños con las intervenciones sin coordinación”, tanto a los usuarios como a los profesionales de los servicios (cronificación de los problemas, utilización y saturación de recursos, confusión en las funciones de cada servicio, ruptura de la continuidad asistencial, traspaso de la responsabilidad de un servicio a otro, “rueda de derivaciones” por dificultades en el acceso a los servicios, líneas de intervención opuestas o incompatibles, etc.). Es recomendable flexibilizar la estructura y el funcionamiento del tratamiento de mantenimiento con metadona para mejorar la retención y la utilidad. Los criterios de acceso a los servicios ofrecidos y el manejo de otras situaciones relacionadas con el mantenimiento con metadona (el funcionamiento del centro y el acceso a los profesionales, llevarse dosis a casa, cambios de dosis, etc.) deben definirse en cada programa en función de su filosofía (según el modelo médico y/o liberal), los objetivos acordados con el usuario (individualizados), los objetivos hacia la comunidad (generales, institucionales) y los recursos disponibles. Es recomendable integrar y/o ofrecer en el mantenimiento con metadona servicios médicos, psicológicos y sociales de calidad y de fácil accesibilidad. Tomar metadona no tiene que excluir el acceso a otros servicios, especialmente de reinserción o mejora de la salud. La limitación a los servicios puede venir dada por las mismas indicaciones de acceso del servicio, pero no por seguir un tratamiento prescrito e indicado. En algunos programas concretos se han utilizado aspectos estructurales de los programas (como llevarse dosis a casa) en el marco de un contrato de contingencias para conseguir los cambios acordados. En general, utilizar medidas punitivas ante la persistencia del consumo de drogas se basa más en creencias personales que en evidencias científicas. Es recomendable evitar las medidas punitivas para afrontar las recaídas o los consumos esporádicos y mantener los límites necesarios y explicitados para el funcionamiento del servicio. 130 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 131 Capítulo 12. Servicios asociados a los tratamientos de mantenimiento con metadona La desintoxicación se puede intentar, ofreciendo los servicios necesarios para aumentar las posibilidades de éxito, si la indicación es individualizada, después de un periodo significativo en mantenimiento con metadona con abstinencia de los opiáceos ilegales, y si se cumplen los siguientes puntos: • Una alta motivación y una demanda específica de terminar el mantenimiento con metadona. • Una buena integración y una estabilización socioeconómica. • Se descarta la presencia de fobia a la desintoxicación. • Una buena red social que apoya la abstinencia. • Estrategias de afrontamiento de situaciones de riesgo o disforia razonables y capacidad para planificar cuestiones de futuro. • Una política especial para facilitar la admisión al mantenimiento con metadona de los pacientes que recaen. • Apoyo de otros usuarios que han dejado con éxito el mantenimiento con metadona. • La reducción es flexible, ajustada individualmente. • La posibilidad de mantener el contacto con los pacientes desintoxicados y motivarlos a utilizar servicios de apoyo, si es necesario. 3. Aportaciones desde el modelo de reducción de daños relacionados con el consumo a las características generales de los servicios específicos o inespecíficos que atienden a drogodependientes En estos momentos, se acepta que tenemos que aprender a convivir con las drogas y que tenemos que pasar de un modelo médico asistencial basado en el tratamiento individualizado de las enfermedades (que veía la drogodependencia como enfermedad y la abstinencia como curación) a un modelo de salud más preventivo e integral, basado en la reducción de los riesgos y los daños relacionados con el consumo, y en la atención a la drogodependencia como una enfermedad que puede ser crónica. Eso supone cambios en la definición de los problemas que hay que atender, en los objetivos de la atención a los usuarios, en la metodología que hay que utilizar y en la actitud y la relación de los profesionales con los usuarios de drogas (ver tabla 3) (Ball y col., 1991; Caplehorn y col., 1998; Erickson, 1999; Gibson y col., 1998b; Insúa, 1999; Langton, 2000; Latowsky, 1995; RTM-II). Los daños y riesgos relacionados con el consumo de drogas (incluido el desarrollo de una dependencia) dependen del efecto farmacológico de la sustancia y de la vía de consumo, y, sobre todo, de la forma como se consume (patrón), que están relacionados con factores del medio en el que se consume y factores de la persona consumidora: psicopatología asociada, factores de la personalidad y habilidades desarrolladas, información y creencias, actitudes y emociones, disponibilidad de las sustancias en las distintas formas de presentación y vías de consumo, integración social o marginación, reacción de la red de referencia ante el uso de drogas y /o la presencia de problemas, la existencia de posibles alternativas a las funciones que ocupa el consumo, etc. 131 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 132 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica Tabla 3. Características generales de los servicios asociados 1. Incorporar la filosofía de la reducción de daños relacionados con el consumo de drogas (no incorporar únicamente las actividades o los programas). Esto supone aceptar: – Que el consumo de drogas no implica siempre, necesariamente, la aparición de problemas en los usuarios. – Que los riesgos asociados al consumo de drogas son tan importantes o más que la adicción a una sustancia. – Que los riesgos y los daños, frecuentemente, están más relacionados con hábitos y patrones de consumo, características de la persona o del medio donde se consume, que con el efecto de la droga en sí. – Que los objetivos y las intervenciones en la atención a las personas drogodependientes deben individualizarse y diversificarse aceptando las diferentes necesidades y objetivos de los distintos usuarios. – Que la atención debe ampliarse al consumidor problemático de drogas (con demanda explícita de atención o no), no solamente a los adictos que la solicitan o a los potenciales consumidores. – Que la abstinencia de todas las drogas, incluyendo la metadona, no suele ser un objetivo inicial útil para muchos pacientes con dependencia a opiáceos, ni para afrontar algunos de los problemas relacionados con el consumo. – Que reducir los daños médicos y psicosociales asociados al consumo de drogas ha llegado a ser uno de los objetivos principales para la salud pública en general (por los costes personales y sociales asociados). 2. Incorporar los objetivos derivados de la filosofía de la reducción de daños relacionados con el consumo de drogas (en nuestro medio). Esto supone: – Establecer contacto con el mayor número posible de usuarios para ofrecer información y servicios. – Incrementar la retención en tratamiento. – Disminuir la morbimortalidad. – Reducir o minimizar el deterioro social. – Mejorar la calidad de vida de los usuarios. 3. Utilizar modelos de relación con los usuarios y estrategias en la intervención terapéutica coherentes con la filosofía y los objetivos para reducir los daños. Esto supone: – Establecer una relación con los usuarios basada en el “modelo de aceptación de los usuarios de drogas”. – Acordar intervenciones flexibles y adaptadas a la situación particular de cada usuario. Los planes terapéuticos surgen de una actitud de diálogo entre el profesional y el usuario (relación cooperativa e igualitaria): escuchar, ajustar la oferta a la demanda. El usuario pasa de ser objeto del proceso terapéutico a ser un sujeto activo, tanto en la definición de los objetivos como en la manera de llevarlos a cabo. 4. Crear servicios abiertos, amigables, accesibles, no censuradores de actitudes y conductas que personalmente no gusten, que estén cerca de los usuarios y de su cultura (no pedir que los usuarios se adapten a la cultura del servicio). Esto supone: – Incorporar a usuarios y ex usuarios a los equipos asistenciales. – Que los políticos y gestores escuchen a los usuarios para planificar. – Un cambio en la percepción del usuario de drogas: de verlo como una persona a quien el consumo incapacita para tomar decisiones racionales a verlo como una persona con responsabilidad que puede tomar decisiones a pesar del consumo. – Reconocer que pueden producirse cambios positivos para la persona a pesar de persistir el consumo; aceptar que cada persona tiene libertad para modificar su estado de conciencia (los profesionales no pueden decir qué es bueno o malo). – Desarrollar programas de trabajo para reducir daños en la calle y en los lugares no institucionalizados donde se producen conductas de riesgo relacionadas con el consumo de drogas (o la salud en general). – Facilitar la accesibilidad. – Utilizar el consejo (counseling) para ayudar al usuario a potenciar sus recursos internos y desarrollar formas para adaptarse mejor a sus circunstancias actuales, según sus necesidades, sus realidades y sus objetivos. – Utilizar técnicas motivacionales para promover y facilitar cambios deseados. – Utilizar el acompañamiento terapéutico como un recurso complementario a la psicoterapia, que prevé la necesidad de una presencia en la cotidianeidad de la vida del usuario para afrontar con él las dificultades concretas en el contexto de una estrategia terapéutica. 132 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 133 Capítulo 12. Servicios asociados a los tratamientos de mantenimiento con metadona A menudo no es tan importante “qué” se consume sino “cómo” se consume y “quién” consume. El “problema” principal que hay que abordar es el patrón de consumo (la relación de una persona con una sustancia en un medio determinado) y no cualquier consumo. Para desarrollar eficazmente una política de reducción de los daños relacionados con el consumo, es necesaria la continuidad asistencial de los usuarios atendidos y la colaboración coherente entre servicios “específicos” en la atención a los drogodependientes y los servicios sanitarios y sociales “no específicos o normalizados” (sin renunciar a los encargos y a las funciones específicas). La colaboración entre servicios y continuidad asistencial de los usuarios supone llegar a un consenso y asumir la misma filosofía para mantener la coherencia en la atención, facilitar la accesibilidad, facilitar el proceso de cambio y “evitar más daños” a los usuarios y a los propios profesionales (cronificación de los problemas, consumo de recursos y saturación, confusión en las funciones de cada servicio y sobrecarga de demandas, ruptura de la continuidad asistencial, traspaso de la responsabilidad de un servicio a otro, “rueda de derivaciones” relacionadas con dificultades en el acceso a los servicios, líneas de intervención opuestas o incompatibles, etc.). La relación con los pacientes desde distintos servicios, basada en el “modelo de aceptación de los usuarios de drogas”, reconoce al usuario de drogas como una persona con derechos y responsabilidades (derecho a escoger cómo quiere vivir, si quiere ayuda y de qué tipo), y ofrece servicios sin condicionantes previos ni exigencias (salvo los límites propios del servicio), flexibles, adaptados a las distintas circunstancias que pueden presentar los usuarios (individualización), adaptados a los espacios en los que se encuentran los usuarios y favorecedores de la accesibilidad. Este tipo de relación se ha demostrado útil para aumentar la captación de pacientes nuevos al tratamiento y usuarios que tienen especial dificultad para acceder a los servicios convencionales, para aumentar la retención y para potenciar la participación de los usuarios en el diseño de los proyectos terapéuticos, lo que incrementa su responsabilidad hacia su propia salud. En la tabla 2, se describen algunas características generales de los servicios asociados, específicos o no, que pueden servir para alcanzar los objetivos propuestos. Los profesionales tenemos que aprender a convivir con los consumos de los pacientes dentro del proceso de cambio que supone iniciar un mantenimiento con metadona, sin dejar de reconocer los riesgos y posibles daños de los consumos (intentando evitarlos o disminuirlos con intervenciones y programas que han demostrado su utilidad) ni de valorar los efectos y significados que tienen los consumos en relación con los objetivos consensuados con el propio usuario para la mejora de su salud y calidad de vida, y en relación con los demás trastornos o problemas que presenta. Es recomendable evitar que el uso de metadona sea un criterio de exclusión en sí mismo para el acceso a programas o servicios de reinserción o mejora de la salud. 133 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 134 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica 4. Conclusiones El capítulo resalta la utilidad y la necesidad de ofrecer servicios médicos, psicológicos y sociales asociados a la dispensación de metadona para afrontar, paliar o resolver problemas y trastornos que presentan los usuarios en mantenimiento con metadona. Los servicios que se ofrecen, propios del dispensador o existentes en la comunidad, deben enmarcarse en la aplicación individualizada de intervenciones y actividades basadas en el objetivo de reducir los daños en usuarios de drogas, y en la relación con los usuarios derivada del “modelo de aceptación de los consumidores de drogas”. La retención y la utilidad de los mantenimientos con metadona pueden relacionarse con los criterios abiertos y flexibles del programa, la existencia de un equipo multidisciplinar accesible y estable con actitudes favorecedoras de cambios, y la accesibilidad y la calidad de los servicios médicos y psicosociales asociados al dispensador. La utilidad de la metadona como sustancia en el tratamiento puede ser reforzada o disminuida por estos factores relacionados con la estructura y el funcionamiento del programa en el que se materializa la prescripción y dispensación. Los servicios –sean propios del dispensador o de otras instituciones de la comunidad– ofrecidos para afrontar los distintos trastornos, relacionados con el consumo o concomitantes, que persisten a pesar de estar en mantenimiento con metadona y/o que aparecen o se detectan durante el tratamiento, deben estar coordinados e intervenir de forma coherente con objetivos y metodologías consensuados (aclarando los límites y las funciones de los servicios, compartiendo la visión de que la persona drogodependiente tiene que participar activamente en su proceso de tratamiento –por lo tanto, ser escuchada– y que a menudo sus problemas van más allá de los directamente relacionados con el efecto químico de la sustancia, y asumiendo que muchas veces es necesaria una red de recursos de apoyo para activar y desarrollar los recursos propios de la persona atendida). Recomendaciones 1. Promover la utilización de recursos y servicios “externos y no específicos” en la atención a los drogodependientes en mantenimiento con metadona, asegurando la continuidad asistencial coherente (filosofía y objetivos consensuados con los servicios) y la normalización en la atención a las personas usuarias de drogas. 2. Diseñar el mantenimiento con metadona con: – Criterios abiertos y flexibles. – Equipos multidisciplinares estables y accesibles. – Servicios médicos y psicosociales accesibles de calidad. 3. Incorporar en el funcionamiento de los profesionales y equipos el “modelo de aceptación de los usuarios de drogas” en la relación con los usuarios de los mantenimientos con metadona, y los objetivos y la metodología para la reducción de daños. 4. Iniciar el TMM aunque no exista la posibilidad inmediata de prestar servicios asociados. 134 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 135 Capítulo 13 Atención orgánica FERRAN BOLAO BARÓ 1. Introducción: actividades preventivas y terapéuticas de las enfermedades relacionadas con el consumo de drogas Entre otras características, los TMM, además de los beneficios que producen respecto a la dependencia de opiáceos, tienen una gran capacidad de retención de los pacientes dentro del sistema sanitario normalizado, lo que permite llevar a cabo actividades preventivas y terapéuticas para mejorar la calidad de vida y el nivel de salud, y reducir las elevadas tasas de morbimortalidad. 2. Educación sanitaria Debemos tener presente que un número considerable de pacientes en TMM seguirá consumiendo drogas de una forma más o menos esporádica. Esto obliga a dar mensajes preventivos, de forma continua, sobre la utilización más segura de la vía parenteral, que recomendarán evitar el uso compartido de cualquier material de inyección, reforzarán la utilización de material de inyección estéril, aconsejarán el abandono de la vía parenteral planteando alternativas a esta vía de consumo y estimularán la adopción de hábitos de vida saludables. Aparte de todo esto, no hay que olvidar en estos pacientes la necesidad de realizar intervenciones educativas relacionadas con una conducta sexual más segura, recomendar el uso de preservativos, enseñar cómo se utilizan correctamente, averiguar qué obstáculos impiden su utilización y, si es posible, facilitar el acceso a los mismos. La mayoría de las recomendaciones mencionadas, conocidas como “reducción de daños” han sido dirigidas y evaluadas en individuos con dependencia a la heroína; la irrupción, en los últimos años, de la cocaína en este escenario y, sobre todo, su utilización por vía parenteral, puede disminuir la eficacia de estas medidas (adopción de menores medidas de protección asociadas a drogas estimulantes). En los pacientes con infección por el VIH, conviene reforzar la necesidad de realizar controles médicos periódicos, y, en caso de que realicen tratamiento antirretroviral, habrá que realizar intervenciones dirigidas a conseguir la máxima adherencia al tratamiento. También hay que conocer las interacciones que pueden tener algunos fármacos antirretrovirales con la metadona, siendo necesario el ajuste de las dosis de este fármaco para favorecer, de esta manera, la adherencia al tratamiento antirretroviral y evitar situaciones de riesgo. Otro tema que hay que considerar es la información sobre los recursos comunitarios, como: puntos de intercambio de jeringas, centros de atención primaria, organizaciones no gubernamentales, oficinas de farmacia, etc. 135 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 136 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica 2.1. Diagnóstico y estadiaje de la infección por el VIH El consumo de drogas por vía parenteral ha sido la práctica de riesgo observada con más frecuencia en los pacientes diagnosticados del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida) en nuestro país. A pesar de eso, no disponemos de datos referentes a la prevalencia de la infección por el VIH entre el colectivo de usuarios de drogas por vía parental (UDVP), pero parece que en los últimos años se ha producido un descenso. Al inicio de un tratamiento con metadona, es aconsejable realizar los análisis serológicos respecto al VIH si el paciente no ha sido diagnosticado previamente. En los pacientes con una serología VIH negativa, será necesario repetirlos periódicamente cada 3-12 meses en función de las prácticas de riesgo. El manejo de los pacientes con infección por el VIH se describe en otro capítulo de este manual. La monitorización de la incidencia de la infección por el VIH entre el colectivo de usuarios de TMM puede ser un buen indicador de la eficacia del programa. 3. Tuberculosis En las últimas dos décadas, se ha producido un incremento de la tasa de incidencia de tuberculosis que se ha relacionado con la epidemia del sida, siendo el colectivo de UDVP el más afectado (Friedman, 1996). Entre los UDVP, la positividad a la reacción tuberculínica es muy frecuente. Hay que tener en cuenta también las limitaciones de las pruebas cutáneas en los individuos con infección por el VIH, por la posibilidad de que éstos presenten alergia cutánea. Una problemática añadida en los últimos años, sobre todo en otros países (como los EE.UU.), que de momento no nos ha afectado, es la aparición de pacientes con tuberculosis multirresistente, lo que comporta un incremento de los gastos ocasionados por la enfermedad, así como una mortalidad muy elevada. La aparición de formas de tuberculosis multirresistentes se ha relacionado básicamente con el mal cumplimiento del tratamiento tuberculostático. En este sentido, la elevada prevalencia de infección tuberculosa entre el colectivo de UDVP de nuestro entorno hace necesario diseñar estrategias que permitan asegurar un correcto cumplimiento de las pautas de tratamiento de la tuberculosis y de las de profilaxis. Los TMM, por su capacidad de retención de los pacientes dentro del medio sanitario, son básicos para alcanzar estos objetivos, ya que permiten realizar el tratamiento para la tuberculosis de forma directamente supervisada, con lo que se consigue su correcto cumplimiento y la curación del paciente. Respecto a la profilaxis química de la tuberculosis, hay que recomendarla a todo paciente UDVP que tenga un test de Mantoux positivo, es decir, si el diámetro de induración es igual o superior a 5 mm, independientemente de la edad del paciente, habiendo descartado previamente la existencia de una tuberculosis activa. En los pacientes con infección por el VIH, se considera positiva cualquier mínima reacción de induración al test de la tuberculina, y en dichos casos hay que recomendar siempre la profilaxis, independientemente de la edad del paciente. Desde los TMM, sería conveniente realizar una bús136 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 137 Capítulo 13. Atención orgánica queda activa de los posibles casos de tuberculosis. También habría que potenciar la coordinación entre los TMM y los centros de diagnóstico y tratamiento de tuberculosis, con el fin de asegurar el correcto cumplimiento terapéutico. Ante un paciente que requiriera tratamiento o profilaxis de la tuberculosis y estuviera en tratamiento con metadona, tendríamos dos posibilidades de actuación: • Supervisar de forma continua el cumplimiento terapéutico y suministrar la medicación necesaria. En estos casos, la observación de la coloración de la orina en pacientes que toman RFP, o el test de Eidus-Hamilton en orina en los que reciben isoniacida (INH), puede ayudar a conocer el grado de cumplimiento terapéutico. • Realizar el tratamiento directamente supervisado, con los profesionales del centro supervisando todas y cada una de las tomas del tratamiento. El tratamiento directamente supervisado es la alternativa más atractiva, ya que permite un control mucho más eficaz del cumplimiento terapéutico. De todos modos, los regímenes clásicos de tratamiento de la tuberculosis dificultan la asistencia diaria de los pacientes al centro de metadona durante 9 o 12 meses. Existen estudios que han demostrado la eficacia tanto de tratamientos como de profilaxis para tuberculosis en regímenes intermitentes con 2 o 3 tomas a la semana; la aplicación de estos regímenes terapéuticos facilitaría, a buen seguro, su realización desde los centros de metadona. Las terapias intermitentes, sin embargo, tienen ciertas limitaciones y no se pueden utilizar en caso de que el tratamiento emplee fármacos de segunda línea, debido a la toxicidad o las resistencias. Los regímenes de tratamiento intermitente siempre deben realizarse de forma directamente supervisada. También hay pautas de profilaxis antituberculosa más cortas que las convencionales, que pueden facilitar los regímenes directamente supervisados, pero tienen el inconveniente de que incluyen RFP, que acarrea importantes interacciones con la metadona y dificulta su utilización. En las tablas 1 y 2, se describen algunas alternativas para el tratamiento y la profilaxis de la tuberculosis que pueden ser utilizadas en pacientes UDVP (American Thoracic Society, 1994; CDC, 1993; Generalitat de Catalunya, 1994). 4. Infecciones de transmisión sexual (ITS) Entre los UDVP, suele darse con relativa frecuencia el intercambio de sexo por drogas o dinero, lo que provoca que las ITS sean frecuentes en este colectivo y aumente el riesgo de transmitir y contraer la infección por el VIH (CDC, 1998). Desde los TMM, habría que fomentar las estrategias de diagnóstico precoz y tratamiento correcto de las ITS o, al menos, dirigir a estos pacientes a otros dispositivos que las pudieran realizar. 137 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 138 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica Tabla 1. Alternativas en el tratamiento y la profilaxis de la infección tuberculosa Tratamiento* Opción 1 INH + RFP + PRZ diariamente durante 2 meses, seguido de: INH + RFP diaria o 2-3 veces a la semana durante 4 meses. En zonas donde no existe evidencia de que la resistencia primaria a INH es < 4%, hay que añadir ETB o EST al tratamiento inicial hasta que se documente la sensibilidad a la INH y RFP. Opción 2 INH + RFP + PRZ + EST o ETB diariamente durante 2 semanas, seguido de 6 semanas con los mismos fármacos 2 veces a la semana y seguido de 4 meses de INH + RFP dos veces a la semana. Opción 3 Tratamiento en la infección por el VIH# INH + RFP + PRZ + ETB o EST 3 veces a la semana durante 6 meses. Las opciones 1, 2 y 3 se pueden utilizar, pero habrá que mantener la última fase del tratamiento hasta completar 9 meses. Profilaxis Opción 1 Opción 2 Opción 3 INH diariamente durante 6 meses.** INH 2 veces a la semana durante 6 meses.** RFP + PRZ 2 semanas durante 2 meses. INH: isoniacida. RFP: rifampicina. PRZ: pirazinamida. EST: estreptomicina. ETB: etambutol. ** En todos los casos, los tratamientos intermitentes deberán realizarse siempre en régimen de tratamiento directamente supervisado. ** En los pacientes con infección por el VIH, se recomienda una duración de 12 meses, y en los UDVP, una de 9 meses. # En los pacientes con infección por el VIH y severa inmunosupresión (CD4 < 100/mm3), se han descrito fracasos con el tratamiento intermitente de 2 veces por semana; por lo tanto, en estos casos, es aconsejable hacer tratamiento diario durante la primera fase intensiva y seguir con un régimen diario o bien 3 veces por semana. Tabla 2. Dosis recomendadas de fármacos tuberculostáticos en adultos Dosis diaria Dosis en régimen de 2 veces a la semana* Dosis en régimen de 3 veces a la semana* Isoniacida (mg/Kg) 5 Máximo 300 mg 15 Máximo 900 mg 15 Máximo 900 mg Rifampicina (mg/Kg) 10 Máximo 600 mg 10 Máximo 600 mg 10 Máximo 600 mg Pirazinamida (mg/Kg) 15 - 30 Máximo 2 g 50 - 70 Máximo 4 g 50 - 70 Máximo 3 g 15 - 25 50 25 - 30 15 Máximo 1 g 25 - 30 Máximo 1,5 g 25 - 30 Máximo 1,5 g Fármaco Etambutol (mg/Kg) Estreptomicina (mg/Kg) * En todos los casos, los tratamientos intermitentes deberán realizarse siempre en régimen de tratamiento directamente supervisado. 138 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 139 Capítulo 13. Atención orgánica Aparte de las ITS, hay que tener en cuenta que las mujeres UDVP presentan frecuentes trastornos del ciclo menstrual, embarazos no planificados y patología genital, razones por las cuales es conveniente realizar exploraciones ginecológicas periódicas y tests de embarazo. 5. Virus de la hepatitis A (VHA) La infección por el VHA suele tener una prevalencia más elevada entre los consumidores de drogas que entre la población general. El contagio orofecal es uno de los posibles mecanismos de contagio, ya que a veces la droga se transporta en el recto (CDC, 1991). En los pacientes UDVP está recomendada la vacunación para el VHA (CDC, 1996). La prevalencia de infección por el VHA en la población general de nuestro entorno se incrementa de forma muy manifiesta con la edad. Hace tiempo que existen indicios de que la presencia de una hepatopatía de base incrementa el riesgo de que, en caso de presentar una hepatitis por el VHA, ésta tenga un peor pronóstico. En un estudio reciente, se ha detectado una elevada mortalidad producida por la hepatitis por el VHA entre los pacientes con hepatitis crónica por el virus de la hepatitis C (Vento, 1998). Con estos datos, resulta razonable recomendar la vacunación entre este colectivo. El cribado prevacunal no resulta imprescindible, pero sí que lo es en aquellas poblaciones en las que se sospeche de una elevada prevalencia de infección por el VHA. La vacuna para el VHA produce un elevado índice de respuesta, que se acerca al 100%, aunque en los individuos con infección por el VIH suele ser menor. Se recomienda administrar una dosis inicial de 1.440 U, seguida de una segunda y última dosis en los 6-12 meses siguientes; puede administrarse conjuntamente con la vacuna para la hepatitis B. 6. Virus de la hepatitis B (VHB) La infección por el VHB es muy frecuente entre el colectivo de UDVP y, al igual que con la infección por el VIH, parece que su prevalencia ha disminuido en los últimos años. Los programas de vacunación dirigidos al colectivo de UDVP siempre han tenido la dificultad de lograr un correcto cumplimiento y la correcta finalización de las pautas de vacunación. En este sentido, las terapias de mantenimiento con metadona tienen la ventaja de facilitar el cumplimiento de la vacunación en un porcentaje muy elevado de pacientes. 139 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 140 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica La vacuna recombinante para el VHB es muy inmunógena, y en más del 90% de los individuos que han recibido tres dosis, se detectan anticuerpos protectores (Ac. HBs ≥ 10 UI/l); en pacientes inmunodeprimidos o en aquéllos que presentan hepatopatía crónica, la eficacia de la vacuna se reduce hasta el 50% - 60%. La realización de un cribado prevacunal no es necesaria, aunque en este colectivo de pacientes, con una elevada prevalencia de infección por el VHB, puede resultar más económico hacerlo, ya que ello evitaría numerosas vacunaciones innecesarias. Hay distintas recomendaciones respecto a las pautas de vacunación; quizás la más aconsejable es la que propone la administración de una dosis de vacuna en los meses 0, 1 y 2, seguida de una dosis final entre los 6 y 12 meses, con lo que se alcanza más rápidamente el efecto protector de la vacuna (CDC, 1991). 7. Virus de la hepatitis C (VHC) La patología relacionada con el VHC posiblemente se convertirá en los próximos años en uno de los principales problemas de salud entre la población de UDVP. La prevalencia de infección por el VHC entre la población de UDVP de nuestro entorno es muy elevada, en torno al 80% - 90%. En la mayoría de los casos, la infección aparece en las primeras semanas o meses de consumo por vía parenteral, debido a su elevada capacidad de contagio por vía hemática y su amplía difusión entre el colectivo de UDVP; eso hace que los mensajes preventivos en el colectivo de UDVP a menudo no lleguen a tiempo para evitar la infección. Hay datos contradictorios respecto a la efectividad de los TMM para conseguir reducir la incidencia de la infección por el VHC. En cualquier caso, hasta que no se disponga de una vacuna eficaz, habrá que insistir en la conveniencia de evitar compartir cualquier utensilio empleado para la inyección de drogas (agua, agujas, jeringas, filtros y cucharas), prácticas de backloading, etc. (Hagan y col., 2000). También habrá que recomendar evitar sustancias hepatotóxicas, como el alcohol, ya que es sabido que empeora el pronóstico de la hepatopatía. La perpetuación del consumo parenteral también resultará perjudicial, ya que es posible que se produzcan reinfecciones por el VHC. Es aconsejable realizar una monitorización de la infección por el VHC, con una serología periódica en aquellos pacientes seronegativos que persistan en el consumo parenteral, y con determinaciones regulares de la función hepática en los pacientes con infección por el VHC, para valorar la conveniencia de realizar tratamiento respecto al VHC. La terapia combinada con α-interferón + rivabirina consigue unas respuestas entre el 40% y el 60% de los casos. Actualmente, disponemos de un nuevo tipo de interferón, el peg-interferón, que se administra una vez a la semana y parece tener una efectividad más elevada. Es sabido que en la coinfección del VHC con el VIH, la hepatopatía suele tener un curso más acelerado; por otra parte, no parece que en estos pacientes haya una menor respuesta al tratamiento. En estos momentos, existe una cierta polémica sobre la conveniencia o no de ofrecer tratamiento a los UDVP. La utilización de sustancias hepatotóxicas y el mantenimiento del consumo parenteral, con el consiguiente riesgo de reinfección, 140 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 141 Capítulo 13. Atención orgánica son factores que desaconsejan el tratamiento (Davis y col., 2001). Por otra parte, el tratamiento con metadona puede ser un buen instrumento para conseguir la estabilización de estos pacientes y hacerlos tributarios de recibir tratamiento. 8. Tétanos El tétanos es una enfermedad que se observa con escasa frecuencia en estos pacientes, aunque se ha relacionado tradicionalmente con el consumo por vía parenteral. La mayoría de casos estaba relacionada con mujeres, con una menor inmunización, y con la inyección subcutánea de drogas. Es muy recomendable que los pacientes UDVP reciban una correcta inmunización respecto al Clostridium tetani siguiendo las mismas pautas que se utilizan en la población general. 9. Infecciones bacterianas Las infecciones causadas por bacterias, a menudo microorganismos que colonizan la piel, como Staphylococcus aureus, han sido las más frecuentes y características entre los UDVP. Las más comunes afectan al sitio de la venopunción en forma de celulitis, abscesos cutáneos, tromboflebitis supuradas, fascitis y miositis, y otros tipos pueden afectar a órganos distantes por diseminación hematógena de la infección, como las endocarditis, osteocondritis, etc. La utilización de material de inyección estéril y las medidas higiénicas en la práctica de la venopunción reducen la incidencia de estos procesos. Recientemente, en algunos países del norte de Europa, se ha descrito una entidad clínica entre los UDVP que cursa con rabdomiolisis y fracaso multiorgánico con una mortalidad muy elevada, en torno al 50%. Estos casos se han relacionado con una infección por Clostridium novyi y la inyección intramuscular de heroína. 10. Control médico de los pacientes seronegativos respecto del VIH En nuestro entorno, hay numerosos recursos para la atención y el seguimiento de las personas infectadas por el VIH, donde se desarrollan actividades asistenciales y preventivas, y sería conveniente una coordinación entre el centro de metadona y estos otros recursos para reforzar el cumplimiento de las visitas y de los tratamientos propuestos. Por otra parte, los recursos para realizar de forma sistemática actividades preventivas entre el resto de pacientes UDVP suelen ser insuficientes, a pesar de su importancia. Los TMM podrían ser el ámbito idóneo para desarrollar estas actividades preventivas (Selwyn, 1993). 141 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 142 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica Recomendaciones 1. Realizar cribados de enfermedades de transmisión sexual, infección por el virus de la inmunodeficiencia humana, infección y enfermedad tuberculosa. 2. Vacunar contra la hepatitis B y el tétanos. 3. Siempre que sea posible, y especialmente en los pacientes en los que se prevea un mal cumplimiento de los tratamientos tuberculostáticos, habrá que realiza dichos tratamientos de forma directamente supervisada. 4. Dar mensajes preventivos en relación con el consumo de riesgo (utilización de material de inyección estéril, medidas higiénicas en la venopunción, etc.) y las conductas sexuales (utilización del preservativo, etc.). 5. Informar sistemáticamente de los recursos y programas sanitarios de interés, por ejemplo: centros de atención primaria, programa de intercambio de jeringas, unidades médicas de VIH, etc. 142 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 143 Capítulo 14 Manejo del dolor y otras situaciones especiales en pacientes en tratamiento de mantenimiento con metadona FERRAN BOLAO BARÓ La metadona posee un efecto analgésico muy potente y es un fármaco muy utilizado en pacientes con dolor crónico por cáncer u otros motivos. Además, tiene una ventaja sobre otros opiáceos, ya que bloquea el receptor N-metil-Daspartano (NMDA), lo que explicaría su potente efecto analgésico en pacientes que no responden a otros opiáceos agonistas µ. En estos casos, y a diferencia de su utilización como tratamiento para la dependencia de opiáceos, la metadona se tiene que administrar cada 6-8 horas o, incluso, cada 4 horas para conseguir su efecto analgésico. El dolor agudo o crónico en los pacientes con TMM, o con antecedentes de dependencia de drogas, a menudo no recibe una correcta evaluación ni un correcto enfoque terapéutico. Este hecho está relacionado con varios factores. Existe la falsa creencia de que los pacientes en mantenimiento con metadona que presentan dolor ya reciben una analgesia suficiente y que no son necesarias otras medidas analgésicas; por otra parte, los pacientes en TMM presentan una tolerancia que hace perder el efecto analgésico del fármaco. Además, hay estudios que detectan un umbral más bajo en la percepción y la tolerancia al dolor en los pacientes en TMM. No existe un protocolo establecido para el manejo del dolor en estos pacientes, pero sí una serie de recomendaciones que hay que tener en cuenta (Scimeca, 2000): a) Dosificación de la metadona: La dosis de metadona debe ser la adecuada. Una dosis subóptima con la presencia de una mínima sintomatología de abstinencia y/o ansia de consumir (craving) hará muy difícil el manejo del dolor, y el incremento de las dosis de metadona no suele ser efectivo para conseguir el efecto analgésico. La utilización de dosis de metadona que produzcan un bloqueo completo de los receptores µ, habitualmente 80-120 mg al día o superiores, hará que, en caso de ser necesarios otros agonistas opiáceos, éstos no presenten el efecto euforizante que los caracteriza. b) Uso de otros opiáceos: Debido a la tolerancia a los opiáceos y al umbral más bajo en la percepción del dolor, en caso de ser necesaria la utilización de otros opiáceos, éstos a menudo deberán utilizarse a unas dosis más elevadas de las habituales. Si hay que utilizar otros opiáceos como analgésicos, son de elección los que sean agonistas µ puros, como el cloruro mórfico, soluciones orales de morfina o parches de fentanilo. Habitualmente, el uso de otros opiáceos, como la morfina, no producirá la necesidad de incrementar las dosis de metadona cuando ésta sea retirada. 143 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 144 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica c) Contraindicaciones: Estará contraindicada la utilización de fármacos con efecto antagónico µ, como la pentazocina, la buprenorfina, el tramadol, la naloxona y otros, ya que pueden provocar sintomatología de abstinencia. Deberá evitarse el uso de fármacos como la meperidina y el propoxifeno, ya que son necesarias dosis muy elevadas, con el riesgo de severos efectos secundarios. d) Otros enfoques: También hay que tener en cuenta la posibilidad de utilizar fármacos no opiáceos, como los antiinflamatorios no esteroidales, antidepresivos tricíclicos, antiepilépticos, corticoides y anestésicos locales. Los antidepresivos tricíclicos y antiepilépticos como la gabapentina son de gran utilidad en el manejo del dolor de origen neuropático. Estos fármacos deben utilizarse a las mismas dosis y con las mismas pautas que se utilizan en los pacientes sin dependencia en opiáceos. Medidas psicoterapéuticas y otras medidas físicas, como la acupuntura y la electroestimulación, pueden ser beneficiosas sobre todo en situaciones de dolor crónico. e) Presencia de patología dual: En caso de existir patología psiquiátrica, el correcto enfoque facilitará el tratamiento del dolor (por ejemplo, la ansiedad a menudo acompaña al dolor en estos pacientes; su correcto tratamiento mejorará el manejo del dolor). f) La relación médico-paciente: Es conveniente que el tratamiento del dolor recaiga en un solo facultativo para evitar la sobremedicación e interacciones farmacológicas no deseadas por un uso poco controlado de fármacos. Es muy deseable una estrecha comunicación con el paciente, dándole información sobre las posibilidades terapéuticas y el tratamiento que seguirá. El dolor agudo o crónico es una patología frecuente en los pacientes con drogodependencia y un mal enfoque terapéutico puede propiciar conductas de riesgo y recaídas. En pacientes adictos a opiáceos que no estén en TMM para el tratamiento del dolor, hay que tener en cuenta su situación: • Pacientes sin dependencia activa: es preferible evitar la utilización de opiáceos y, en caso de ser necesario, utilizar inicialmente fármacos con efecto agonista parcial, como la buprenorfina, pentazocina y otros, sin olvidar que un mal control del dolor puede conducir a una recaída en la adicción. • Pacientes con tratamiento con antagonistas opiáceos, como la naltrexona: está contraindicado el uso de opiáceos y habrá que recurrir a otras alternativas terapéuticas; si éstas no tuvieran éxito y fuera necesario el uso de opiáceos, habría que retirar la naltrexona y esperar 2-3 días antes de utilizarlos. • Pacientes con una dependencia activa a opiáceos: para estos pacientes, el contacto con el medio sanitario, por un síntoma como el dolor, puede ser una buena oportunidad para ofrecer un tratamiento de su dependencia con 144 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 145 Capítulo 14. Manejo del dolor y otras situaciones especiales en pacientes en tratamiento de mantenimiento con metadona metadona, con el apoyo analgésico necesario, a fin de mejorar la situación del paciente. En pacientes sin dependencia activa, es preferible evitar la utilización de opiáceos, y en pacientes en tratamiento con antagonistas opiáceos como, por ejemplo, la naltrexona, está contraindicado el uso de opiáceos. 1. Sobredosis de metadona La metadona es un fármaco que puede utilizarse con mucha seguridad cuando hay una tolerancia bien establecida a los opiáceos. En los últimos años, se han descrito casos de muertes por sobredosis en los que la metadona se ha visto mayoritariamente implicada de forma directa. El periodo de inducción y el uso de la metadona de forma irregular o ilegal han sido unas de las circunstancias más relacionadas. La utilización de alcohol y/o benzodiacepinas en combinación con la metadona también puede favorecer la aparición de una sobredosis. Una sobredosis de metadona es una emergencia médica que se acompaña de disminución de la conciencia, coma, depresión respiratoria y miosis; esta última puede faltar si existe un consumo asociado de otras sustancias, como la cocaína, o bien en presencia de anoxia cerebral. Los tratamientos de mantenimiento con metadona, sobre todo si utilizan dosis elevadas, se han mostrado eficaces para reducir la mortalidad por sobredosis de opiáceos entre sus usuarios. Las características farmacológicas de la metadona, con una vida media larga y con una gran variabilidad individual (de 24 a 50 horas o más), hacen que el manejo de una sobredosificación presente diferencias importantes respecto al clásico manejo de las sobredosis por heroína. Una dosis de 40 mg, o incluso inferior, en un individuo sin tolerancia a los opiáceos puede bastar para producirle la muerte por depresión respiratoria; en un niño, dosis mucho más pequeñas pueden tener consecuencias mortales si no se realiza un tratamiento adecuado. La ingesta accidental de metadona por parte de un individuo que no tome opiáceos de forma continua, es decir, sin tolerancia, es una situación que requerirá una asistencia muy urgente. Al cabo de unas 4 horas de la ingesta, tendremos el pico máximo de niveles plasmáticos, pero los síntomas de intoxicación pueden aparecer mucho antes; estas concentraciones plasmáticas de metadona pueden tardar más de 72 horas en desaparecer. Habrá que ser extremadamente cauteloso y actuar con gran rapidez si quien ingiere la metadona de forma accidental es un niño. 145 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 146 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica La metadona se elimina por metabolización hepática mediante el citocromo P450 y sus isoenzimas, y existe una gran variabilidad individual en la actividad de éstos, lo que condicionará importantes diferencias individuales en su larga vida media. El tratamiento de la sobredosis de metadona consiste en el apoyo ventilatorio y en la administración de naloxona (Sporer, 1999). Se recomienda una dosis inicial de 0,4-0,8 mg –o más elevada– de naloxona por vía intravenosa, intramuscular o subcutánea; en caso de falta de respuesta, se pueden repetir nuevas dosis de 1 a 2 mg al cabo de 5 minutos. Posteriormente, y debido a que la naloxona tiene una vida media muy corta, se tendrá que instaurar una perfusión continua de naloxona a unas dosis de 0,3-0,4 mg por hora y administrar bolos suplementarios si es necesario. La dosis de la perfusión deberá ajustarse al ritmo necesario para mantener un estado de alerta y evitar la administración de más bolos. En estos pacientes, la utilización de dosis elevadas de naloxona no comportará ningún riesgo de presentar sintomatología de abstinencia. Puede ser necesario mantener la perfusión de naloxona durante 24-72 horas o más, y al retirarla deberá hacerse con mucha cautela. Es aconsejable reducir progresivamente la perfusión, con una estrecha vigilancia del estado de conciencia y la función respiratoria. Una vez que la naloxona haya sido completamente retirada, habrá que continuar con esta estrecha vigilancia durante 12 o 24 horas más; puede ser de utilidad un pulsioxímetro para monitorizar las saturaciones de oxígeno y detectar situaciones de desaturación por depresión respiratoria. Se han descrito casos de muerte por depresión respiratoria que han ocurrido horas después de la retirada de la naloxona (Hendra, 1996). En los casos en que, después de la ingesta de la metadona y con una estrecha vigilancia, no hayan aparecido síntomas de depresión respiratoria ni de intoxicación por opiáceos, habrá que tener al paciente bajo vigilancia durante las 6 horas siguientes a la ingesta. La ingesta accidental de metadona por parte de un individuo que no tome opiáceos de forma continua, es decir, sin tolerancia, constituye una situación que requiere una asistencia muy urgente. Los pacientes que estén en tratamiento con dosis elevadas de metadona o que tomen de forma continua elevadas cantidades de otros opiáceos, tendrán una elevada tolerancia a los opiáceos, y una sobredosis de metadona puede tener un pronóstico más benigno. En estos casos, la utilización de naloxona sólo estará indicada si aparecen síntomas de intoxicación por opiáceos, y habrá que tener a estos pacientes bajo vigilancia durante las 6 horas siguientes a la ingesta. Si se detecta disminución de conciencia, con riesgo de depresión respiratoria, habrá que actuar de igual forma que en los pacientes sin tolerancia a los opiáceos y con las mismas precauciones en el momento de retirar la naloxona. En estos pacientes, también habrá que tener la precaución de ajustar muy bien las dosis de naloxona que se utilicen, ya que el margen terapéutico entre los efectos beneficiosos para contrarrestar la intoxicación y 146 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 147 Capítulo 14. Manejo del dolor y otras situaciones especiales en pacientes en tratamiento de mantenimiento con metadona la aparición de sintomatología de abstinencia es muy pequeño. La aparición de sintomatología de abstinencia en estas situaciones puede comportar el riesgo de una alta voluntaria del servicio de urgencias, con la posibilidad de que se produzca una depresión respiratoria al cabo de un rato. También se han descrito situaciones de arritmias, convulsiones y agitación. En estos pacientes, también hay que tener en cuenta la posibilidad de una intoxicación por varias sustancias, como benzodiacepinas, alcohol, cocaína, etc. En los casos en que se sospeche de una intoxicación por benzodiacepinas, puede ser necesaria la administración de flumazenil. En caso de dependencia a las benzodiacepinas, esto puede estar contraindicado, por el elevado riesgo de que aparezcan convulsiones. En los casos de intoxicación por varias sustancias, el apoyo ventilatorio y hemodinámico son fundamentales, así como el tratamiento sintomático de las complicaciones que se presenten. 2. Manejo del tratamiento con metadona en situaciones especiales 2.1. Pacientes con hepatopatía crónica o insuficiencia hepática Como la metadona se metaboliza por vía hepática, en caso de insuficiencia hepática, podría ser necesaria una disminución de las dosis de metadona. De todos modos, habrá que orientarse por la clínica que presente el paciente. En caso de no detectarse sintomatología de sobredosificación de opiáceos, en principio no será necesaria ninguna modificación de la dosis. Ante un paciente con disminución de la conciencia por encefalopatía hepática, es aconsejable retirar la metadona y cualquier otro fármaco depresor del SNC y reiniciar la metadona a dosis bajas si aparece sintomatología de abstinencia. 2.2. Pacientes con insuficiencia renal En pacientes con insuficiencia renal, aunque realicen tratamiento de diálisis, no será necesaria ninguna modificación de las dosis de metadona. 2.3. Pacientes con imposibilidad de ingesta por vía oral Ante situaciones en las que el uso de la vía oral esté contraindicado, como en cirugía reciente, pancreatitis, etc., habrá que realizar el tratamiento de metadona por vía parenteral. En estos casos, pueden utilizarse ampollas de metadona (metasedin) por vía subcutánea y las dosis serán un 30%-50% de las que se utilizaban por vía oral. En estos casos, también es conveniente repartir estas dosis en 3-4 tomas al día. 147 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 148 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica Recomendaciones 1. Es conveniente que el tratamiento del dolor recaiga en un solo facultativo para evitar sobremedicaciones e interacciones farmacológicas no deseadas por un uso poco controlado de fármacos. 2. El incremento de las dosis de metadona no suele ser suficiente, y hay que utilizar otros opiáceos como analgésicos, recomendándose los agonistas µ puros, como el cloruro mórfico, soluciones orales de morfina o parches de fentanilo. 3. Está contraindicada la utilización de fármacos con efecto antagonista µ, como la pentazocina, buprenorfina, tramadol, naloxona y otros, ya que pueden provocar sintomatología de abstinencia. 4. En la atención a pacientes en TMM con sobredosis, hay que descartar la implicación de otras sustancias como benzodiacepinas, alcohol, cocaína, etc. 5. En el manejo de la sobredosis por metadona, debido a sus características farmacológicas -con una vida media larga-, hay que utilizar naloxona en perfusión. Hay que estar alerta a la aparición posterior de SAO. 6. Ante un paciente con disminución de la conciencia por encefalopatía hepática, es aconsejable retirar la metadona y cualquier otro fármaco depresor del SNC, y reiniciar la metadona a dosis bajas si aparece sintomatología de abstinencia. 148 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 149 Capítulo 15 Manejo del tratamiento del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) MONTSERRAT FUSTER CASAS y JOSEP CADAFALCH ARPA En el año 1981, se describieron en EE.UU. los primeros casos de una nueva enfermedad que incidía preferentemente en homosexuales y que cursaba con una profunda alteración de la inmunidad; los pacientes morían de infecciones oportunistas y tumores de aparición inusual, hasta entonces, en la población general. Ya han pasado más de 20 años y se ha confirmado el carácter epidémico de esta nueva enfermedad infecciosa y se ha corroborado su elevada mortalidad. La pandemia adquiere proporciones alarmantes principalmente en países del África subsahariana, donde la enfermedad se transmite fundamentalmente por vía sexual. Se estima que la infección por el VIH adquirida por el uso compartido de material de inyección entre usuarios de drogas representa entre el 5% y el 10% del total de infectados. Esta vía de contagio es predominante en determinados países europeos, especialmente los de la cuenca del Mediterráneo, y actualmente algunos países de la antigua Unión Soviética y de Europa del Este están experimentando un incremento. En nuestro país, la prevalencia de infección del VIH en el colectivo de ADVP oscila entre el 40%-60%. Esta prevalencia se ha estabilizado en los últimos años, y simultáneamente se ha observado un incremento de la transmisión por vía heterosexual. Los pacientes ADVP infectados por el VIH responden a los tratamientos antimicrobianos y, más específicamente, a los fármacos antirretrovirales de manera análoga a los pacientes con infección de otro grupo de riesgo. Sin embargo, existen algunos aspectos diferenciales, como el consumo de opiáceos per se, los cambios de conducta y de estilo de vida inherentes a la adicción, y la coexistencia frecuente de trastornos psicopatológicos subyacentes, que pueden interferir en el cumplimiento terapéutico. Con la introducción de los tratamientos antirretrovirales de alta eficacia (Highly Active AntiRetroviral Therapy), se ha modificado la historia natural de la enfermedad y se han reducido, así, significativamente, los nuevos casos de SIDA y la mortalidad global por la infección del VIH. El tratamiento de mantenimiento con metadona constituye la alternativa terapéutica más realista a los programas libres de drogas. En este capítulo, trataremos de abordar las características específicas del tratamiento con metadona en la población afectada por el virus, las implicaciones en el cumplimiento de los tratamientos antirretrovirales y, por último, las interacciones farmacológicas más frecuentes. 149 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 150 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica 1. Transmisión del VIH y metadona El estudio realizado por el Plan Nacional sobre Drogas en 1990 determinaba que la antigüedad en el uso de la vía intravenosa y el hecho de compartir el material de inyección mantienen una relación directa con el riesgo de infección por el VIH, mientras que las relaciones sexuales (con la excepción de la relación homosexual entre hombres) tienen un papel secundario. El TMM parece tener, en general, un efecto beneficioso, ya que disminuye proporcionalmente el número de infectados por el VIH al reducir las prácticas de riesgo por vía parenteral y facilitar, así, un nivel superior de contención de los pacientes; de esta manera, permite un diagnóstico más precoz y una mejora en el manejo clínico y terapéutico. La revisión de resultados de varias cohortes, respecto a las características óptimas del tratamiento con metadona, presenta resultados diversos. Langendham y col. (2001) muestran resultados de la Cohorte de Ámsterdam desde 1985 hasta 1997 en la que se observa un descenso significativo del número de venopunciones por paciente y día, a pesar de que la dosis de metadona utilizada no adquiría un valor significativo. Por otra parte, Caplehorn y Bell (1991) demuestran en su estudio que los pacientes con dosis superiores a 80 mg/día tenían el doble de posibilidades de alcanzar la abstinencia en el consumo de heroína. Kwiatkowski y col. (2001) comparan en su trabajo las conductas de riesgo entre los adictos que siguen un mantenimiento con metadona y los que no lo siguen, y concluyen que aunque la metadona implique un número menor de venopunciones, no reduce otras conductas de riesgo, como compartir el material de inyección. Compton y col. (1995), según una revisión de seis publicaciones del National Institute on Drug Abuse (NIDA), y también Torrens y col. (1991) confirman la tendencia a un aumento de nuevas infecciones entre los consumidores de cocaína, ya que presentan una personalidad antisocial que condiciona el incremento de conductas de riesgo para la transmisión del VIH. El análisis univariado confirma que el abuso de cocaína va ligado a un mayor número de venopunciones compulsivas y a la práctica de relaciones sexuales sin preservativo. Por su parte, Margolin y col. (1997), tras una revisión de los pacientes que consumen cocaína en el marco de un tratamiento con metadona, sugieren la necesidad de desarrollar nuevos enfoques terapéuticos de carácter motivacional, que aborden circunstancialmente la problemática psicosocial, como coadyuvantes al tratamiento farmacológico. 2. Adherencia a los tratamientos antirretrovirales y metadona Para optimizar la eficacia de los tratamientos antirretrovirales y, especialmente, la terapia Highly Active AntiRetroviral Therapy (HAART), se estima que el cumplimiento terapéutico tiene que ser superior al 90%. Desafortunadamente, de forma análoga a lo que sucede con otras enfermedades crónicas, el cumplimiento real no supera el 70%. Esto es determinante en la aparición de resistencias virales que llevan al fracaso terapéutico. 150 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 151 Capítulo 15. Manejo del tratamiento del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) Los estudios genotípicos de resistencia permiten revelar la existencia de virus con distintos grados de resistencia a los fármacos antirretrovirales. La poca adherencia a los tratamientos tiene pues implicaciones pronósticas y está relacionada con la progresión clínica del SIDA. En los estudios de adherencia a los tratamientos en pacientes que siguen tratamiento de mantenimiento con metadona (TMM), la persistencia de venopunciones es el único factor significativo (p > 0,5) asociado a la disminución del cumplimiento terapéutico. Entre otros predictores de mala adherencia, están también: un bajo nivel de educación y la presencia de psicopatología asociada, depresión, politoxicomanía y abuso de alcohol. La aparición de efectos adversos relacionados con la interacción de los antirretrovirales y la metadona puede constituir también un factor de poca adherencia. Los métodos para evaluar la adhesión van desde el recuento de comprimidos y sistemas de monitorización electrónica (los chips en los envases) hasta la valoración clínica y la información del propio paciente. Este último es el método más empleado y menos costoso: preguntar sobre las dosis olvidadas la semana anterior a la visita, generalmente, aporta suficiente información. En determinados grupos de más riesgo, la terapia supervisada del tratamiento antirretroviral, habitualmente en monodosis y administrada conjuntamente con la metadona, puede ser una alternativa eficaz. En este contexto, el interés del clínico por simplificar el tratamiento antirretroviral y la necesidad de garantizar su eficacia han propiciado la realización de numerosos estudios farmacocinéticos con análogos nucleósidos inhibidores de la transcriptasa inversa, como estavudina (d4T), lamivudina (3TC), didanosina (ddl), y tenofovir, con no nucleósidos, como nevirapina (NVP) y efavirenz (EFV), y con inhibidores de la proteasa como atazanavir que pueden administrarse en una sola toma al día. Se están desarrollando algunos estudios con abacavir (ABV). También entre los IP, la asociación de SQV gel blando y RTV a dosis bajas consigue niveles farmacológicos que avalan su uso en monodosis. 3. Interacciones farmacológicas, metadona y antirretrovirales En el sistema enzimático, el citocromo P-450 está ubicado en los microsomas hepáticos y tiene un papel esencial en el metabolismo de múltiples fármacos. Consta de 11 familias de enzimas, entre las cuales CYP1, CYP2 y CYP3 son las familias más relevantes en el ser humano. Estas familias se dividen en subfamilias con proteínas específicas (p. ej., CYP3A4). Los fármacos pueden clasificarse como inhibidores o inductores del citocromo P-450. Los que inhiben el citocromo P-450, que suelen hacerlo por una acción competitiva y reversible, pueden ocasionar la disminución del aclaramiento de otro fármaco que se metabolice por el mismo sistema enzimático, y, por lo tanto, se producirá un aumento de sus niveles plasmáticos. Por otra parte, los fármacos inductores del sistema P-450 aumentarán el metabolismo hepático de otras drogas, con la correspondiente disminución de su concentración plasmática. 151 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 152 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica La metadona se une en un 60%-90% a las proteínas plasmáticas y es metabolizada en el hígado por las enzimas del sistema P-450, fundamentalmente por la isoenzima CYP3A4. Algunos de los fármacos antirretrovirales son metabolizados por el mismo sistema, de tal forma que la administración simultánea con metadona puede producir aumentos o descensos de sus niveles plasmáticos, provocando, así, intoxicaciones agudas (sobredosis) o bien síndrome de abstinencia a opiáceos (SAO). La administración simultánea de tres o más antirretrovirales, o su administración con otros fármacos utilizados con frecuencia en pacientes ADVP, como los anticonvulsivantes, la rifampicina y la carbamazepina, también puede incrementar o disminuir los niveles plasmáticos de los antirretrovirales, provocando un aumento de su toxicidad, en el primer caso, o niveles infraterapéuticos, en el segundo. A continuación, detallaremos las interacciones farmacológicas conocidas entre la metadona y los fármacos antirretrovirales, utilizados actualmente. 3.1. Metadona e inhibidores de la transcriptasa inversa, análogos de los nucleósidos (INTI) Los análogos de la transcriptasa inversa no son metabolizados por el sistema enzimático P-450. La zidovudina y el abacavir son glucoronizados y la didanosina, la estavudina, la zalcitabina y la lamivudina (3TC) se eliminan por excreción renal. La relación metadona-zidovudina es la más estudiada. McCance y col. (1998) muestran que el tratamiento crónico con metadona incrementa el AUC de zidovudina un 29% y un 41%, según si se administra por vía oral o intravenosa. Schwarts y col. observaron un incremento del 43% del AUC de la zidovudina. Este efecto es debido a la inhibición de la glucoronoconjugación de la zidovudina. Como medida de precaución, para evitar la posible toxicidad hematológica de la zidovudina a dosis altas, se recomienda no administrar dosis superiores a 500 mg/día en pacientes tratados con metadona. Los estudios farmacocinéticos, realizados en pacientes tratados con metadona y en voluntarios sanos, mostraron disminuciones del AUC del 63% por didanosina y del 25% por estavudina. Asimismo, las concentraciones máximas plasmáticas (c. máx.) se redujeron un 66% y un 44% por didanosina y estaduvina, respectivamente. Ello probablemente se deba a un descenso de la biodisponibilidad oral de estos antirretrovirales a causa del enlentecimiento de la movilidad intestinal provocada por la metadona. Todos estos porcentajes no representan una interacción significativa y no se recomienda modificar la dosis de estos antirretrovirales; como mucho, evitar su administración simultánea, sobre todo de didanosina. La administración simultánea de abacavir y metadona, aunque muestra una reducción media del AUC del 41%, en la práctica diaria no necesita correcciones terapéuticas. Los estudios farmacocinéticos presentados en la 2.ª Conferencia IAS (2003) muestran que la administración de tenofovir y metadona no afecta a los niveles plasmáticos de la metadona (Smith y col., 2003). 152 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 153 Capítulo 15. Manejo del tratamiento del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) 3.2. Metadona e inhibidores de la transcriptasa inversa no análogos a los nucleósidos (INNTI) Los INNTI son potentes inductores del sistema enzimático P-450. Su uso en la terapia antirretroviral se ha incrementado notablemente durante los últimos años como alternativa a los IP. La administración simultánea con metadona requiere una monitorización clínica durante las primeras semanas de tratamiento. Varios estudios han demostrado la aparición del síndrome de abstinencia a opiáceos (SAO) durante la administración simultánea de nevirapina y efavirenz en los pacientes tratados con metadona. Dichos estudios se ven apoyados por determinaciones farmacocinéticas de los niveles plasmáticos de metadona, con reducciones del AUC del 50% aproximadamente. El SAO se inicia generalmente durante la segunda semana del tratamiento y coincide con la consecución del steady-state de nevirapina o de efavirenz. En todos los trabajos se recomienda anticiparse a estos efectos para evitar el abandono del tratamiento antirretroviral o recidivas en el consumo de heroína. Hay que informar al paciente y al centro de dispensación de metadona de la posible interacción, para poder aumentar progresivamente la dosis de metadona. La escalada de la dosificación, que puede llegar a alcanzar aumentos de hasta el 100% de la dosis inicial, se llevará a cabo en función de la sintomatología del SAO. Clarke y col. (2001) recomiendan en sus trabajos escaladas de aproximadamente el 20% de la dosis inicial, aunque puede llegar a ser recomendable una escalada inicial superior para prevenir el abandono del paciente o el consumo de heroína. A veces, cuando la dosis requerida sea superior a 150 mg/día, puede ser recomendable fraccionar la dosis en dos tomas diarias. El efavirenz actúa sobre el SNC y provoca insomnio, cefaleas y ansiedad. Estos síntomas se observan durante la primera semana de tratamiento y en la mayoría de los pacientes remiten espontáneamente. Generalmente, estos síntomas, valorados por personal experto en drogodependencias, se pueden diferenciar del SAO, pero pueden ser entendidos de una manera mucho peor por el paciente y eso aconseja una monitorización precoz y frecuente. Podemos resumir afirmando que los síntomas neurológicos que se presentan durante la primera semana son atribuibles al efavirenz, y se resuelven espontáneamente, aunque a veces es necesario añadir un ansiolítico. Los síntomas del SAO son esperables a partir del 5.º o 7.º día de tratamiento y pueden requerir cambios en la dosis de metadona. La delavirdina es un inhibidor del sistema CYP3A4, por eso es de esperar que su administración conjunta con la metadona ocasione aumentos en sus niveles plasmáticos. La delavirdina, finalmente, no ha sido aprobada para su uso comercial y, por lo tanto, no hay datos clínicos disponibles. 153 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 154 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica 3.3. Metadona e inhibidores de la proteasa (IP) Los IP son inhibidores de la enzima CYP3A4, por este motivo es de esperar que su administración provoque aumentos de los niveles de metadona cuando se administren conjuntamente. Sin embargo, los estudios in vivo e in vitro han mostrado resultados contradictorios. Los estudios in vitro muestran una mayor potencia inhibitoria de RTV y, en mucha menor proporción, de IDV y SQV. Sin embargo, la determinación de los niveles plasmáticos realizada en voluntarios sanos y en pacientes tratados con metadona muestra reducciones del 40%, aproximadamente, de RTV y del 50% de NFV. No se observaron cambios en los niveles de IDV y SQV. Se han publicado casos esporádicos de SAO atribuibles a RTV. Probablemente, estos resultados contradictorios se explican por la actuación de otras enzimas implicadas en el metabolismo de la metadona. El NFV se utiliza con frecuencia en la práctica diaria en los pacientes que siguen un programa de metadona y, a pesar de los datos farmacocinéticos antes mencionados, se obtiene una buena tolerancia. En la 9.ª Conferencia Europea de Sida (2003), se presentaron datos de un estudio multicéntrico (estudio NEMESIA), el cual mostró que, aunque la administración concomitante de NFV y metadona ocasionara un descenso de los niveles plasmáticos de metadona del 37%, ningún paciente presentaba signos objetivos de SAO ni necesitó incrementos significativos de la dosis de metadona (Marco y col., 2003). Además, su administración simultánea contrarresta los efectos secundarios gastrointestinales de ambos fármacos (estreñimiento y diarrea), por eso suele ser bien aceptado por los pacientes. En ocasiones puede ser preciso el uso de dos IP en los tratamientos de la infección del VIH. No hay datos disponibles sobre todas las posibles combinaciones y, además, las dosis utilizadas no son las mismas en todos los casos. Sí que tenemos datos de la combinación de RTV 400 mg/SQV 400 mg administrados cada 12 horas, y aunque muestren reducciones del AUC del 20% de la metadona, no tienen relevancia clínica. En resumen, podemos aconsejar el uso concomitante de metadona con IDV, SQV y NFV y RTV como potenciador de otros antirretrovirales (babydose). El RTV debería evitarse a dosis completas, no sólo por su interacción con la metadona, sino también con un gran número de BZD utilizadas con frecuencia en estos pacientes. 154 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 155 Capítulo 15. Manejo del tratamiento del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) Recomendaciones 1. Las interacciones farmacológicas de algunos antirretrovirales con la metadona deben tenerse en cuenta de forma anticipada para evitar abandonos del tratamiento. Es primordial que el paciente esté informado y que se establezca un seguimiento más cuidadoso para efectuar las modificaciones pertinentes de las dosis de metadona. 2. Observación y notificación de las posibles interacciones entre la metadona y los nuevos antirretrovirales. 3. Enfatizar el correcto cumplimiento de las pautas antirretrovirales, teniendo en cuenta que preguntar al paciente sobre las dosis olvidadas la semana anterior a la visita aporta suficiente información y es el método de evaluación de la adherencia menos costoso. 4. En determinados grupos de más riesgo, la terapia supervisada del tratamiento antirretroviral, habitualmente en monodosis y administrada conjuntamente con la metadona, puede ser una alternativa eficaz. 155 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 156 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 157 FÁRMACOS ANTIRRETROVIRALES INHIBIDORES DE LA TRANSCRIPTASA INVERSA (ANÁLOGOS DE LOS NUCLEÓSIDOS) Nombre Genérico Comercial Influencia comida Dosis Efectos secundarios Hipersensibilidad: náuseas, vómitos, fiebre, malestar general, erupción cutánea. Posible reacción mortal si se reintenta en tratamiento. Abacavir (ABV) Ziagen Ninguna 300 mg/12 h Didanosina (ddI) Videx En ayunas < 60 kg: 250 mg/día > 60 kg: 400 mg/día Pancreatitis Neuropatía periférica Náuseas y/o diarrea Estavudina Zerit Ninguna > 60 kg: 40 mg/12 h < 60 mg: 30 mg/12 h Neuropatía periférica Lamivudina (3TC) Epivir Ninguna 150 mg/12 h 300 mg/día Buena tolerancia Zalcitabina (ddc) Hivid Ninguna 0,750 mg/8 h Aftas orales. Neuropatía periférica. Pancreatitis Retrovir Ninguna 250 mg/12 h Anemia, neutropenia. Náuseas, insomnio, cefalalgia Combivir Ninguna 300 mg AZT/12 h 150 mg 3TC/12 h Anemia, neutropenia. Náuseas, insomnio, cefalalgia Viread Ninguna 300 mg/día Zidovudina (AZT o ZDV) Zidovudina + 3TC Tenofovir Zidovudina + Lamivudina + Abacavir 300 mg ZDV/12 h Trizivir Ninguna 150 mg 3TC/12 h 300 mg ABC/12 h Buena tolerancia Hipersensibilidad al abacavir: fiebre, rash cutáneo, vómitos, náuseas, malestar general INHIBIDORES DE LA TRANSCRIPTASA INVERSA (NO ANÁLOGOS DE LOS NUCLEÓSIDOS) Nombre Influencia comida Genérico Comercial Efavirenz (EFV) Sustiva Ninguna Nevirapina (NVP) Viramune Ninguna Delavirdina (DLV) Rescriptor En ayunas Dosis Efectos secundarios 600 mg/día (por la noche) Mareos, insomnio, sueños “anómalos”, rash cutáneo 100 mg/12 h x 10 d Rash cutáneo seguir 200 mg/12 h Hepatotoxicidad 400 mg/12 h Rash cutáneo Hepatotoxicidad 157 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 158 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica INHIBIDORES DE LA PROTEASA Nombre Influencia comida Dosis Efectos secundarios Genérico Comercial Amprenavir (AMP) Agenerase Con alimentos bajos en grasas Atazanavir (ATV) Reyataz Ninguna Lopinavir (LPV/r) Kaletra Ninguna Crixivan En ayunas y 1 hora antes de las comidas Nelfinavir (NFV) Viracept Después comidas Saquinavir (SQV/s) Invirase Después comidas Saquinavir (SQV/h) Fortobase Después comidas 1.600 mg/12 h Buena tolerancia Norvir Después comidas Parestesias orales, 600 mg/12 h dislipemia, hepatotoxicidad Indinavir (IND) Ritonavir (RTV) 1.200 mg/8 h Rash cutáneo, náuseas, vómitos 400 g/día Hiperbilirubinemia no conjugada 400 mg + Buena tolerancia 100 mg RTV Náuseas o diarrea leve 800 mg/8 h Náuseas, cólicos nefríticos 1.250 mg/12 h Diarreas 600 mg/8 h Buena tolerancia Directrices para el uso de fármacos antirretrovirales y metadona elaboradas por la Comisión sobre Prácticas Clínicas para el Tratamiento de la Infección VIH del Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos (DHHS) y la Fundación Henry J. Kaiser Family (febrero de 2002). Indinavir Ritonavir Saquinavir Nelfinavir Amprenavir Lopinavir Atazanavir Sin cambios Disminuye 37%. Puede ser necesario aumentar la dosis de metadona Sin datos Disminuye 50% sin relevancia clínica Sin datos Disminuye 53%. Puede ser necesario aumentar la dosis de metadona Sin datos Nevirapina Delavirdina Efavirenz Disminuye los niveles de metadona de forma significativa No comercializado Disminuye los niveles de metadona de forma significativa Zidovudina Estavudina Didanosina Tenofovir Sin cambios Sin cambios Sin cambios Sin cambios 158 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 159 Capítulo 16 Programa de atención a pacientes drogodependientes en tratamiento con agonistas opiáceos en las oficinas de farmacia MERCÈ ARMELLES SEBASTIÀ Actualmente, son muchos los países que autorizan la metadona para el tratamiento de la dependencia en opiáceos, pero no todos coinciden en la estrategia de distribución y dispensación de este medicamento. En este sentido, y analizando únicamente países de nuestro entorno socioeconómico y cultural, observamos que Estados Unidos, Dinamarca, Finlandia, Suecia, Francia, Alemania, Grecia y Portugal han adoptado una legislación restrictiva y la metadona sólo se puede dispensar en unidades especializadas donde se trata a pacientes drogodependientes (Caplehorn, 1991). En cambio, otros países como Canadá, España, Italia, el Reino Unido, Bélgica, Holanda, Irlanda, Austria y Australia han impulsado una estrategia basada en la opinión de algunos expertos y organismos como el National Health Institute (NIH) de Estados Unidos (Caplehorn, 1991; Collège des Médecins du Québec, 2000; Reisinger, 1995; Ward, 1992), que recomienda una legislación más amplia, que incremente las posibilidades de obtener metadona por parte del paciente que entra en un TMM (tratamiento de mantenimiento con metadona). Los objetivos de esta estrategia son los siguientes: tratar al dependiente de opiáceos como una persona que sufre una enfermedad, es decir, como un paciente, y considerar el tratamiento con metadona igual que cualquier otro tratamiento farmacológico; con la finalidad de conseguir su normalización, desde un punto de vista sanitario y social. La actuación de las oficinas de farmacia (OF), en el marco de los tratamientos de mantenimiento con metadona, permite incrementar la cobertura y la accesibilidad y, al mismo tiempo, mejorar la percepción social y la calidad de vida de los pacientes. Un estudio retrospectivo publicado en Australia (Gaughin y col., 1998), en el que se llevó a cabo un seguimiento durante 10 años de pacientes drogodependientes, llegó a la conclusión de que los pacientes que recibían el tratamiento con metadona en una OF presentaban unas tasas de retención en el programa superiores a los pacientes que obtenían la metadona en centros sanitarios especializados. También en España, en concreto en la ciudad de Valencia, se ha observado un buen cumplimiento terapéutico de los pacientes drogodependientes que realizaban un tratamiento farmacológico en una OF (Salar y col., 2000). Éstas y otras experiencias no publicadas apuntan a que las OF son un buen lugar para dispensar la metadona a los usuarios que se encuentren en un TMM, ya que son centros sanitarios que por su elevado número y su amplia dispersión geográfica facilitan la disponibilidad del tratamiento, la seguridad de que la metadona dispensada no está adulterada y el acceso a un profesional sanitario, el farmacéutico. 159 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 160 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica 1. Competencias profesionales del farmacéutico de OF en la atención a los drogodependientes El farmacéutico es un profesional sanitario que tiene atribuidas –de acuerdo con la Ley de Ordenación Farmacéutica de Cataluña–, entre otras, las siguientes funciones: • La adquisición, custodia, conservación y dispensación de medicamentos y productos sanitarios. • La elaboración de fórmulas magistrales y preparados oficinales de acuerdo con los procedimientos y los controles de calidad establecidos. • La colaboración en el control del uso individualizado de los medicamentos, con el fin de detectar las reacciones adversas que se puedan producir y notificarlas a los organismos responsables de farmacovigilancia. • La colaboración con la administración sanitaria en la información a los usuarios del sistema sanitario sobre el uso correcto del medicamento. • Actuar en coordinación con el área básica de salud y el equipo de atención primaria. De acuerdo con este texto, las OF actuarán como centros sanitarios autorizados para el tratamiento de pacientes en TMM, con las siguientes actividades: Relativas al medicamento: • Adquisición, custodia, almacenamiento y conservación de la metadona. • Elaboración de fórmulas magistrales y preparados oficinales. • Dispensación de la solución de clorhidrato de metadona. Dirigidas al paciente: • Supervisión de la administración del tratamiento. • Seguimiento individualizado del tratamiento farmacológico: detección de problemas relacionados con los medicamentos (PRM). • Educación sanitaria sobre aspectos de su enfermedad y deshabituación. Los farmacéuticos son profesionales sanitarios con competencias sobre adquisición, custodia, conservación y dispensación de medicamentos, e información y educación sanitaria de los pacientes. 2. Desarrollo de los tratamientos de mantenimiento con metadona en las OF Las OF, como centros sanitarios ampliamente distribuidos por toda la geografía catalana, desarrollan una notable tarea en la captación y el mantenimiento de pacientes en los TMM. El programa de atención a pacientes en tratamiento de mantenimiento con agonistas opiáceos en las OF en Cataluña se desarrolla mediante la colaboración de tres instituciones, el Departamento de Salud (DS), a través de la Subdirección General de Drogodependencias y de la Dirección General de 160 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 161 Capítulo 16. Programa de atención a pacientes drogodependientes en tratamiento con agonistas opiáceos en las oficinas de farmacia Recursos Sanitarios (DGRS), la Agencia de Salud Pública de Barcelona y el Consejo de Colegios Farmacéuticos de Cataluña, que forman la Comisión de Seguimiento de los TMM prevista en la orden, de 20 de febrero de 1991, reguladora de los tratamientos que prevé el Real Decreto 75/1990, de 19 de enero. Para incorporar las OF al programa de TMM, en 1998 se firmó un convenio de colaboración entre el DS, el Servicio Catalán de la Salud y el Consejo de Colegios Farmacéuticos de Cataluña. Este acuerdo tiene como objetivos principales: • Facilitar el cumplimiento del tratamiento por parte de los pacientes, al mejorar la accesibilidad al mismo. • Optimizar la colaboración de los farmacéuticos en la atención sanitaria a este tipo de pacientes. • Mejorar la percepción social del paciente drogodependiente, al equiparar su tratamiento con cualquier otro, lo que puede reducir su estigmatización social. Entre los objetivos específicos de este programa conviene destacar: • Incrementar la cobertura de los TMM. • Disminuir las listas de espera de pacientes que quieren ser incluidos en el TMM. • Intentar modificar las conductas de riesgo de los pacientes drogodependientes mediante la educación sanitaria realizada por el farmacéutico. • Ubicar los TMM en centros sanitarios comunitarios más próximos a la población. 2.1. Inclusión de pacientes en el tratamiento de mantenimiento con metadona La población que podría beneficiarse de este programa sería la siguiente: • Pacientes de la red de atención a las drogodependencias (XAD) estabilizados en el tratamiento con metadona y con una buena adaptación psicosocial. • Pacientes en TMM con prescripción y seguimiento del tratamiento por parte de médicos privados autorizados. Por lo tanto, el acceso de pacientes a este programa se produce mediante la derivación a la OF desde la XAD, y en muchos casos, atendiendo a su propia demanda. 2.2. Exclusión de pacientes del programa Hay que realizar una evaluación individualizada de cada paciente, considerando determinadas características psicopatológicas y/o alteraciones conductuales, para decidir cuándo no se le incorporaría a los TMM desarrollados desde las OF. 2.3. Derivación de pacientes al programa Una vez realizada la valoración clínica de cada caso por parte del equipo sanitario correspondiente e indicada la dispensación del tratamiento con metadona en una OF, el médico prescriptor informará al paciente de las características del programa en las OF, de manera que el paciente pueda dar su consentimiento informado al tratamiento y comprometerse a cumplirlo mediante la firma del contrato terapéutico. 161 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 162 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica Seguidamente, pondrá a disposición del paciente una lista actualizada de farmacias autorizadas para realizar el programa, para que pueda escoger una para la realización del tratamiento. El médico prescriptor contactará personalmente con el farmacéutico responsable del programa de la OF escogida para solicitar la admisión del caso. En caso afirmativo, tendrá que enviar al farmacéutico la siguiente documentación: • Notificación de inclusión en tratamiento con agonistas opiáceos en la OF. • Prescripción de la pauta terapéutica de mantenimiento con metadona mediante receta oficial de estupefacientes. • Copia del contrato terapéutico firmado por el paciente. • Historia clínica resumida del paciente. Si el paciente procede de la XAD, el médico tendrá que rellenar una orden médica oficial que se deberá renovar mensualmente. Con esta orden médica, el paciente acudirá a la OF el primer día de tratamiento. 2.4. Actuaciones del farmacéutico de OF en un tratamiento de mantenimiento con metadona Cuando el paciente llegue a la OF, y antes de darle de alta en el TMM, el farmacéutico deberá verificar que la documentación presentada sea correcta y, si el paciente proviene de uno de los centros de la XAD, que la prescripción contenga los siguientes datos: a) Del paciente: • Nombre y apellidos • Año de nacimiento • DNI/código de identificación personal b) Del médico prescriptor: • Nombre y apellidos • Número de colegiado y colegio profesional • Dirección, teléfono y población donde ejerce • Fecha de la prescripción • Firma c) De la prescripción: • Solución acuosa oral de clorhidrato de metadona • X mg/envase unitario • Número de envases unitarios (máximo 30 y escrito en letras) • X mg cada 24 horas • Prescripción reiterada Si el paciente es tratado por un médico privado, la receta de estupefacientes debe renovarse cada mes, y siempre que haya un cambio en la dosificación. Si la documentación no es correcta, se derivará al paciente al centro de procedencia para corregir los posibles errores o deficiencias. Si toda la documentación es correcta, se da de alta en el TMM de la OF y se notifica a la Subdirección General de Drogodependencias del DS, con el impreso oficial. 162 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 163 Capítulo 16. Programa de atención a pacientes drogodependientes en tratamiento con agonistas opiáceos en las oficinas de farmacia El farmacéutico tiene que escribir el DNI del paciente, o de la persona autorizada a recoger el tratamiento, en el dorso de la receta. También debe firmar y sellar la receta, y anotar la fecha de la primera dispensación. Después de cada dispensación, el farmacéutico tendrá que registrar, en la hoja de control mensual de metadona de cada paciente, los mg de clorhidrato de metadona dispensados. En esta misma hoja, en el apartado correspondiente al día, también deberá anotar la siguiente información: • Día del mes • Dosis prescrita (mg) • Dosis dispensada (mg) • Número de lote • Firma del paciente (opcional) • Incidencias. Si el paciente se lleva tratamiento para más de un día, se hará constar la dosis total dispensada. El farmacéutico hará constar la receta en el libro recetario y en el libro de estupefacientes. Si el médico considera oportuno cambiar la dosis de metadona, deberá hacerlo constar por escrito. La preparación de la solución de metadona se tiene que ajustar a los criterios de elaboración de formulación magistral consensuados en el convenio suscrito entre el DS, el Servicio Catalán de la Salud y el Consejo de Colegios Farmacéuticos de Cataluña, en el publicado Formulario Nacional (Orden SCO/3262/2003, de 18 de noviembre) y en el Real Decreto 175/2001, de 23 de febrero, por el que se aprueban las normas de correcta elaboración y control de calidad de fórmulas magistrales y preparados oficiales. 2.5. Etiquetado del take home De acuerdo con el Real Decreto antes mencionado, a los pacientes que, siguiendo la pauta de dispensación establecida por el médico responsable del tratamiento, se lleven la solución de metadona a casa para más de un día (take home), se les dispensarán las dosis para llevar en frascos de plástico opaco o de color topacio, de 50 ml, cerrados con un tapón precinto y una etiqueta con la siguiente información: • Denominación de la fórmula magistral tipificada • Composición cualitativa y cuantitativa completa • Forma farmacéutica, vía de administración y cantidad dispensada • Número de registro en el libro recetario • Fecha de elaboración y de caducidad • Condiciones de conservación • Nombre y número de colegiado del prescriptor • Nombre del paciente • OF dispensadora (denominación, dirección y número de teléfono) • Advertencia: Mantener fuera del alcance de los niños 163 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 164 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica 2.6. Información al paciente En el mismo decreto antes mencionado, se establece que el farmacéutico tiene que proporcionar al paciente información oral y escrita, necesaria y suficiente, para garantizar la correcta identificación, conservación, utilización y cumplimiento del tratamiento prescrito, ajustándose a lo que se establece en el Formulario Nacional. Una vez preparada la solución, hay que rellenar la hoja de control mensual y tramitar el alta del paciente a la Subdirección General de Drogodependencias del DS. A partir de este momento, el farmacéutico es responsable de la supervisión del tratamiento, de la detección de problemas relacionados con la medicación (PRM) y de verificar las visitas de seguimiento al CAS (centro de atención y seguimiento), mediante las sucesivas entrevistas que tendrá con el paciente. El protocolo que siguen las OF que quieren participar en el TMM se describe en la figura 1. 2.7. Autorización de OF para participar en los tratamientos de mantenimiento con metadona Los farmacéuticos comunitarios que quieran participar en los TMM tendrán que cursar una solicitud de autorización a la Subdirección General de Drogodependencias del DS. La documentación que debe adjuntarse al expediente de solicitud es la siguiente: 1. Datos identificadores de la OF: • Número y dirección 2. Datos identificadores del/de los farmacéutico/s titular/es: • Nombre y número de colegiado 3. Datos identificadores del personal en plantilla de la OF: • Nombre y titulación • Nombre y modalidad de colegiación, en caso de ser farmacéuticos 4. Memoria descriptiva sobre el TMM que se quiere desarrollar, haciendo constar: • Horario de dispensación • Número de usuarios al que se prevé poder atender • Actividades complementarias que se quieren llevar a cabo, además de la dispensación de agonistas opiáceos 5. Plano de las instalaciones de la OF en el que se haga constar: • Superficie total de la OF • Distribución de espacios entre la zona de recepción y revisión de mercancías, zona de almacenamiento y reposición, laboratorio de farmacotecnia y control y despacho del farmacéutico o zona que permita una atención farmacéutica personalizada • Descripción física detallada del equipamiento del laboratorio de farmacotecnia y control donde se elaboren las soluciones de agonistas opiáceos, así como los dispositivos de seguridad para conservar la medicación elaborada y las materias primas necesarias • Descripción física detallada de la zona donde deba realizarse la dispensación de la medicación, así como del acceso a esta área 164 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 165 Capítulo 16. Programa de atención a pacientes drogodependientes en tratamiento con agonistas opiáceos en las oficinas de farmacia Figura 1. Protocolo del tratamiento de mantenimiento con metadona en las oficinas de farmacia Contacto con el centro de procedencia (CAS, médico privado) Recepción del paciente Verificación de la prescripción y de la documentación adjunta Está todo correcto No Dirigir al paciente al CAS Sí Notificación a la Subdirección General de Drogodependencias Alta en el TMM Dispongo de la solución Elaboración de fórmulas magistrales No Sí Envío a la Subdirección General de Drogodependencias Rellenar la hoja de control mensual Revisión del tratamiento Detección de PRM Verificación de las visitas de seguimiento en el CAS Se lleva el tratamiento a casa No Supervisión de la dosis y próxima cita Sí Supervisión de la dosis, entrega de las demás y próxima cita 165 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 166 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica • Sistema de archivo de la documentación relativa a los pacientes incluidos en el TMM • Sistema de comunicación establecido entre el farmacéutico y el médico responsable del paciente • Copia de los dos últimos recibos de entrega de las recetas de estupefacientes al colegio de farmacéuticos correspondiente, declaración del último semestre de la dispensación de estupefacientes y, si es necesario, las dos últimas hojas de declaración trimestral de suministro de estupefacientes a depósitos de medicamentos Esta documentación es examinada por la Comisión de Seguimiento prevista por el Real Decreto 75/1990, de 19 de enero, que debe emitir un informe, para lo cual puede solicitar y tener en cuenta informes emitidos por la Subdirección General de Evaluación e Inspección de Asistencia Sanitaria del DS. A partir del informe favorable de dicha comisión, el director general de la DGSP publica una resolución que autoriza a la OF a entrar en el TMM. La resolución de autorización tiene una vigencia máxima de 2 años y se puede renovar antes de que finalice dicho periodo. En caso de incumplimiento de alguno de los requisitos antes mencionados, se puede denegar la autorización a la OF para poner en práctica los TMM. Todos los documentos que hagan referencia a la adquisición, preparación, dispensación y administración de metadona deberán conservarse durante un plazo de 2 años, de acuerdo con el Real Decreto 2829/1977, de 6 de octubre. 2.8. Revocación de la autorización De acuerdo con lo establecido por el artículo 8 de la orden, de 20 de febrero de 1991, se podrá revocar la autorización de cualquier OF autorizada si se demuestra el incumplimiento de cualquiera de los requisitos necesarios para su autorización, o bien por razones sanitarias o sociales que así lo recomienden. Concretamente, se tienen en cuenta los siguientes criterios: • Iniciar la dispensación de agonistas opiáceos a pacientes drogodependientes sin tener toda la documentación establecida. • No cumplir la pauta de prescripción y dispensación establecida. • Incumplir la normativa vigente de elaboración y dispensación de medicamentos. • Incumplir la normativa vigente de control de estupefacientes y psicotrópicos. • No observar las medidas de seguridad adecuadas en la custodia de los estupefacientes elaborados en la OF. • No garantizar la confidencialidad de los datos de los pacientes en tratamiento. • No informar a la Subdirección General de Drogodependencias de los tratamientos que se llevan a cabo. • No facilitar la información necesaria que solicite el médico responsable del tratamiento para realizar un seguimiento. • Impedir la actuación inspectora. 166 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 167 Capítulo 16. Programa de atención a pacientes drogodependientes en tratamiento con agonistas opiáceos en las oficinas de farmacia 3. Estudio descriptivo de los pacientes en tratamiento de mantenimiento con metadona en las OF En Cataluña, en el año 2002, según los datos que constan en el registro de la Subdirección General de Drogodependencias, había más de 500 pacientes en tratamiento que eran atendidos en 183 OF autorizadas. 4. Conclusiones Los TMM en OF han incrementado la cobertura de centros sanitarios donde se puede dispensar la metadona, posibilitando, de esta manera, el aumento de pacientes que pueden acceder a este tratamiento. Analizando algunos resultados publicados, se puede decir que los TMM en OF pueden incrementar la adherencia a los TMM por parte de los pacientes adictos a opiáceos. Es conveniente que la Comisión de Seguimiento de los Tratamientos con Agonistas Opiáceos siga evaluando las solicitudes de autorización de las OF que atienden a pacientes drogodependientes en TMM. Es aconsejable que los farmacéuticos comunitarios que atienden a personas con dependencia de opiáceos posean conocimientos específicos sobre drogodependencias para prestar una mejor asistencia sanitaria a estos pacientes. Las OF tienen que coordinarse con el resto del equipo asistencial para proporcionar una atención integral a la población usuaria de los TMM, tal como prevé la Ley 31/1991, y si detectan PRM asociados a este tratamiento, deben comunicarlo a los sistemas de farmacovigilancia establecidos. Recomendaciones 1. Hay que evaluar de manera individualizada la conveniencia de derivar a las OF a los pacientes con determinadas características psicopatológicas o alteraciones de conducta. 2. Es aconsejable, para garantizar una buena asistencia sanitaria, que los farmacéuticos comunitarios que realizan TMM posean conocimientos específicos sobre drogodependencias. 3. Se constata la necesidad de coordinación entre los farmacéuticos de las OF y el resto de niveles asistenciales, especialmente con los centros prescriptores. 4. El farmacéutico debe supervisar periódicamente el cumplimiento del TMM. 167 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 168 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 169 Capítulo 17 Desintoxicación y alta MIQUEL DEL RÍO MEYER y PERE ANTON SOLER INSA La efectividad del TMM está bien documentada, como se ha mostrado en anteriores capítulos; a pesar de ello, no se ha establecido la duración óptima que debería tener un TMM (Duro y col., 1993) y, por el momento, seguimos sin disponer de criterios claros sobre las condiciones idóneas para proceder a una retirada del tratamiento o, incluso, si existe realmente una razón para hacerlo (Latowsky, 1996). Por otra parte, tanto el entorno de los pacientes como ellos mismos, o los profesionales que los atienden, pueden anteponer, tácita o explícitamente, el objetivo de la abstinencia de metadona a objetivos mucho más importantes relacionados con la calidad de vida. Magura y col. (2001) han realizado un metanálisis de una treintena de estudios publicados desde el año 1966, en el que se analiza la evolución de los pacientes que acaban su tratamiento, bien por llegar al término del período previsto por el programa, bien por decisión propia u otros motivos. La literatura analizada muestra un elevado índice de recaídas en el consumo –incluso entre aquellos pacientes que se desintoxican de forma programada tras haber alcanzado un grado satisfactorio de rehabilitación psicosocial– y una mayor incidencia de mortalidad, recaídas y condenas entre los que interrumpieron el tratamiento, ya fuera por decisión propia o por decisión del centro. Finalmente, es frecuente que aquellos que terminan el tratamiento acaben siendo admitidos de nuevo en el TMM. Entre sus conclusiones, estos autores destacan el hecho de que, en la mayoría de los casos, los terapeutas de los pacientes que acabaron el tratamiento no los consideraban preparados para hacerlo. Por ello, en este capítulo, se hará más hincapié en el análisis de las razones que conducen a poner fin al tratamiento, que en la pauta farmacológica que debe seguirse para hacerlo. Hay que tener presente que, de momento, seguimos sin disponer de criterios claros para indicar una retirada del tratamiento de mantenimiento con metadona. 1. Motivos para desintoxicarse de la metadona 1.1. Por parte del paciente 1.1.1. Deseo legítimo de liberarse de un tratamiento crónico Entre las razones que justifican el deseo de poner fin al tratamiento con metadona, Rosenbaum (1991) destaca las siguientes: • La recompensa que supone el sentimiento de liberación, tanto en el aspecto físico como social. 169 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 170 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica • La libertad de desplazamiento. • Librarse de la sensación de embotamiento que puede asociarse al efecto de la metadona. • Liberarse de la dependencia de opiáceos. • El reconocimiento social y el incremento de la autoestima, obtenidos por el hecho de haber finalizado el tratamiento. • Mayor entrega al cuidado de los hijos. • Incremento de posibilidades en el ámbito laboral. Sin embargo, incluso en el caso de los pacientes que pueden considerarse rehabilitados, conviene destacar que el hecho de poner fin al tratamiento conlleva sus riesgos. En la revisión ya mencionada de Magura y col. (2001), la mayoría de los pacientes que inician un final programado del TMM lo abandona antes de completar la desintoxicación, mientras que una elevada proporción de los que la completan recae en el consumo de heroína. De un modo general, se consideran factores favorables a la desintoxicación: la abstinencia de heroína y otras drogas, la estabilidad laboral y la vinculación a esferas sociales ajenas al consumo de drogas. Ball y col. (1991) mencionan como predictor de buenos resultados en la desintoxicación la regularidad, tanto en la toma de la metadona como en el seguimiento terapéutico. Rosenbaum (1991) se refiere a la noción de “carrera del toxicómano” y destaca que los pacientes profundamente hastiados de todo lo que representa el consumo de drogas y que tienen el sentimiento de encontrarse en una nueva fase de su vida cuentan con una importante ventaja en caso de proceder a una desintoxicación. Hay que considerar como factores favorables a una desintoxicación: el mantenimiento de la abstinencia de heroína y otras drogas, la estabilidad laboral y la vinculación a esferas sociales ajenas al consumo de drogas. Ante un paciente que reúna –al menos en parte– estos criterios, que se considere preparado para desintoxicarse de la metadona y que desee hacerlo esgrimiendo legítimas razones, como las ya expuestas, se recomienda mantener un espíritu de cooperación, aceptar su objetivo y proponerle una reducción lenta según la pauta recomendada más adelante. 1.1.2. Idealización de la abstinencia de opiáceos En otros casos, la abstinencia de la metadona aparece como un objetivo poco realista. En ausencia de alguno de los factores favorables mencionados, la decisión de abandonar el tratamiento parece más bien una decisión impulsiva que, con frecuencia, pretende romper la sensación de estancamiento de pacientes que siguen el tratamiento sin progresar en otros aspectos fundamentales de su vida. Este estancamiento es atribuido a un pasado de toxicomanía que, a su vez, se relaciona con el TMM; se puede llegar a idealizar, entonces, la abstinencia de la metadona, como si con ello se pudiera romper con ese pasado y librarse de sus consecuencias. En ciertos casos, ocurre que 170 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 171 Capítulo 17. Desintoxicación y alta el sujeto persiste en el consumo de drogas, pero espera alcanzar la abstinencia una vez desintoxicado de la metadona. Obviamente, estos casos requerirán nuestra mayor dedicación para ayudar al paciente a fijarse objetivos más realistas y a comprender que no existen razones válidas para suponer que la abstinencia de la metadona comporte una mejora de su situación. Si a pesar de todo persiste en su decisión de desintoxicarse, sólo se puede recomendar negociar un compromiso con él, en el que la reducción de la dosis sea lo más lenta posible, siempre con la esperanza de que con el tiempo acabe desistiendo de su empeño. En la medida en que los factores favorables mencionados estén ausentes, hay que intentar negociar con el paciente objetivos más realistas y, si persiste en su deseo de desintoxicación, negociar una pauta de reducción cuanto más lenta mejor. 1.1.3. Presión del entorno En determinados casos, la familia y, finalmente, el propio paciente confunden el TMM con una fase activa de drogadicción. El usuario se encuentra siguiendo un tratamiento a largo plazo, expuesto diariamente a signos más o menos explícitos de desaprobación. Ésta puede dirigirse a su inactividad profesional, a las amistades que le rodean, a comportamientos más vinculados a su psicopatología o a la sensación global de fracaso, aspectos que la familia puede atribuir a su dependencia de la metadona. Bajo esta presión, el paciente puede tomar la decisión de lanzarse a una desintoxicación prematura y de alto riesgo, decisión que puede argumentar recurriendo a algunas de las razones mencionadas para justificar un deseo legítimo de poner fin al tratamiento. A pesar de todo, en ausencia de los factores favorables mencionados, corresponde al profesional detectar las razones subyacentes y proponer estrategias que favorezcan cambios de actitud en la familia. Resultará útil mantener el contacto con miembros de la familia, informarles sobre las características del tratamiento y valorar los progresos del paciente y el apoyo del entorno. Con frecuencia, este tipo de intervención bastará para que el deseo urgente de desintoxicarse caiga progresivamente en el olvido. Hay que implicar a la familia si sospechamos que desaprueba el tratamiento y eso provoca que el paciente decida abandonarlo. 1.1.4. Decisión impulsiva de abandonar el tratamiento de mantenimiento con metadona relacionada con trastornos psiquiátricos asociados Estos casos suelen relacionarse con trastornos de personalidad del cluster B (en especial, antisocial, límite e histriónico). Pueden corresponder a pequeños conflictos objetivamente irrelevantes con algún miembro del equipo, que 171 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 172 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica requerirán ser valorados, en general a posteriori, para evitar que una reacción impulsiva se traduzca en una desintoxicación inoportuna. También puede darse el caso de que trastornos del eje I se traduzcan en la decisión de abandonar el tratamiento. Un paciente en fase hipertímica puede presentar un exceso de autoconfianza y sobrestimar sus posibilidades; por el contrario, una fase depresiva con baja autoestima puede conducir a una pérdida de esperanzas en el tratamiento y a la decisión de abandonarlo. Estos casos deben ser identificados para tratar rápidamente la patología psiquiátrica concomitante. 1.1.5. Deseo legítimo de alejarse de un espacio en el que se concentran usuarios próximos a la escena consumidora Algunos pacientes que se encuentran en una fase avanzada del proceso de rehabilitación desean liberarse del mantenimiento con metadona no tanto porque esté realmente indicado terminar el tratamiento, como por su legítimo deseo de alejarse del ambiente de usuarios más próximos a la escena de consumo. En estos casos, más que optar por una desintoxicación que puede resultar prematura, convendrá que el propio programa estudie otras alternativas, como la dispensación en farmacia, la prescripción de la metadona por parte del médico de familia o la existencia de horarios destinados a pacientes en fases más adelantadas del proceso. 1.1.6. Incompatibilidad con otras actividades integradas socialmente En ocasiones, el propio TMM y sus condicionantes interfieren en uno de sus objetivos principales, la inserción socioprofesional. Si es cierto que en todo TMM debe hacerse un esfuerzo por mejorar su accesibilidad geográfica y horaria, también lo es que siempre tendrá unas limitaciones que pueden interferir en las actividades profesionales, formativas o sociales de un paciente. Antes de resignarse a una desintoxicación prematura, convendrá esforzarse en buscar soluciones creativas que hagan compatible el tratamiento con tales actividades, como ofrecer dosis para llevarse, proponer horarios más accesibles o una dispensación en farmacia. 1.1.7. Intolerancia a la metadona Como ya se ha mencionado en otros capítulos, los efectos secundarios de la metadona pueden resultar excesivos para determinados pacientes. Dichos efectos no deberían condenarles a una elección dicotómica entre consumo y abstinencia. En caso de que mediante un ajuste del tratamiento (disminución o fraccionamiento de dosis) no se obtenga una mejor tolerancia, habría que considerar la opción de ensayar el mantenimiento con otros opiáceos, como la morfina o la buprenorfina. 172 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 173 Capítulo 17. Desintoxicación y alta 1.2. Desintoxicación de la metadona por iniciativa del centro 1.2.1. Fracaso del tratamiento por persistencia de la adicción Aunque es cierto que se ha planteado la desintoxicación en los pacientes que persisten en una politoxicomanía grave, la literatura indica que los pacientes con una mala evolución tienen mejor pronóstico si siguen vinculados al TMM que si son dados de alta; de modo que ésta no es una opción recomendable. En principio, la persistencia del consumo debería sugerir la necesidad de más prestaciones en cuanto a apoyo psicológico, social y, eventualmente, psicofarmacológico. La desintoxicación de la metadona no es recomendable en los pacientes que persisten en una politoxicomanía grave. 1.2.2. Sanción por un comportamiento que transgrede las normas del centro Lógicamente, hay comportamientos que los profesionales del centro no pueden tolerar y, en casos extremos, la sanción última por comportamientos graves como la violencia o el tráfico de drogas será el alta administrativa. Estas situaciones extremas resultan siempre muy delicadas y acarrean dudas medicolegales. En general, conviene que esta decisión se tome con buen juicio y teniendo en cuenta los siguientes aspectos: • La actitud de los profesionales, el grado de amabilidad y cortesía con el que tratan a los pacientes y el ambiente que cultivan en el centro pueden propiciar en mayor o menor medida comportamientos provocadores o violentos. • Los comportamientos provocativos y la violencia suelen aparecer de forma gradual, raramente lo hacen de un modo totalmente imprevisible. Resulta fundamental dedicar el tiempo necesario a valorar los pequeños actos de provocación –que a menudo se pasan por alto por falta de disponibilidad o de reflejos– para prevenir transgresiones mayores que sobrepasen los límites. • La creciente prevalencia de patología dual en los TMM hace más frecuente la aparición de crisis violentas atribuibles a trastornos psiquiátricos, en general, y a trastornos psicóticos, en particular: estos casos requerirán ayuda profesional y no la supresión de un tratamiento que resulta indicado. Hay que prevenir los actos provocadores que puedan conducir a un alta administrativa. Si, a pesar de la aplicación correcta de las recomendaciones precedentes, un paciente atenta contra el marco terapéutico y sobrepasa los límites tolerables, la expulsión del centro es el último recurso posible. En estos casos se recomendará: • Explicar con claridad los motivos de la decisión tomada por el equipo. • En la medida de lo posible, aplicar dicha sanción con carácter temporal y ofrecer nuevas oportunidades de tratamiento después de un plazo definido. 173 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 174 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica • Ofrecer el traslado a otro centro o, de no ser factible o no quererlo el paciente, una desintoxicación en forma de reducción rápida de la dosis de metadona. El traslado de los pacientes a otro TMM tiene la ventaja de no interrumpir el tratamiento; sin embargo, y dado que nos referimos a casos graves, se trata de una solución delicada que en ningún caso debe tomarse bajo la presión o las amenazas del paciente; se presentará como una propuesta constructiva y se velará por garantizar al centro que tome el relevo un margen de acción suficiente para plantear al paciente las condiciones en las que acepta el traslado. Si finalmente el traslado se realiza, conviene dejar clara la duración de la medida y las condiciones en las que se podrá negociar el retorno al programa inicial. En el caso extremo de una expulsión del centro, como respuesta a comportamientos violentos o provocadores, hay que explicar con claridad los motivos de la decisión tomada por el equipo y plantearse la posibilidad del traslado a otro tratamiento de mantenimiento con metadona. Si el traslado no fuera factible, hay que ofrecer una desintoxicación en forma de reducción rápida de la dosis de metadona. 1.2.3. Elaboración de un final de tratamiento Se puede dar el caso de que, tras un largo periodo de estabilización, un paciente haya alcanzado los objetivos médicos, psicológicos y sociales propuestos pero se muestre reticente a terminar el tratamiento aunque el equipo terapéutico lo considere indicado. Conviene, entonces, que el equipo aborde con el paciente las reticencias o los temores que pueda tener en relación con la abstinencia de la metadona y, en caso de elaboración de un proyecto de desintoxicación lenta, ofrecerle las máximas garantías de apoyo y readmisión en el tratamiento en caso de fracaso. 2. La desintoxicación de metadona Si el paciente y el equipo acuerdan proceder a una desintoxicación de la metadona, conviene seguir las siguientes recomendaciones: • Negociar un ritmo de reducción lento. Teniendo en cuenta la larga vida media de la metadona, el efecto de una reducción puede aparecer transcurridos más de siete días. En consecuencia, no habría que realizar reducciones de la dosis de metadona más frecuentemente que una vez a la semana. Hay que valorar con el paciente la necesidad de adaptar en todo momento el ritmo de reducción de la dosis en función de su respuesta a la misma y, en todo caso, especificar que si la desintoxicación fracasa se le ofrecerá la posibilidad de un retorno al programa de mantenimiento. • Durante el proceso de desintoxicación, hay que evitar caer en el error de pensar que se trata de un paciente “bien conocido” y estabilizado y, por ello, 174 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 175 Capítulo 17. Desintoxicación y alta mantener un seguimiento espaciado. Todo lo contrario: se trata de una fase del tratamiento muy delicada en la que conviene reforzar el aprendizaje de las técnicas de prevención de recaídas y mantener un estrecho seguimiento que permita una rápida identificación de signos de abstinencia, del incremento de la apetencia por opiáceos –la llamada ansia (craving)– o de la aparición del “síndrome afectivo orgánico”, que se ha asociado a la desintoxicación de la metadona (Kanof y col., 1993; Latowsky, 1996) y cursa con disforia, insomnio, pérdida del apetito y síntomas de abstinencia subjetivos. Puede ser útil la participación en un grupo terapéutico para pacientes que se encuentren en esta fase y que combine la autoayuda, la información sobre los riesgos y efectos de la propia desintoxicación y la prevención de recaídas. • Una reducción de la dosis a un ritmo desconocido por el paciente puede tener ciertas ventajas, ya que se ha comprobado que, incluso los pacientes que se desintoxican voluntariamente, magnifican los síntomas de abstinencia que anticipan (Eklund y col., 1997). Esta modalidad, que sólo debe adoptarse de manera consensuada y revocable, puede proteger a ciertos pacientes de la anticipación de los síntomas de la abstinencia. • El ritmo de reducción deberá adaptarse a cada paciente. Payte y col. (1992) recomiendan una reducción inferior al 10% de la dosis precedente, con un intervalo de 10-14 días entre cada disminución. Esta modalidad supone un periodo aproximado de un año para la desintoxicación de una dosis diaria de metadona de 100 mg. Partiendo de esta base, el ritmo de desintoxicación puede aumentarse o reducirse en función de la respuesta del paciente, con una frecuencia máxima de una reducción por semana. A medida que progresa la desintoxicación y disminuye la saturación de los receptores opiáceos, es frecuente la aparición de un ansia (craving) creciente que conlleva un riesgo de recaída en el consumo de opiáceos o en el abuso de otras sustancias. Payte y col. (1992) sugieren la existencia de un umbral individual para cada paciente a partir del cual se desencadena este fenómeno; consideran que para su superación se requiere de un gran esfuerzo por parte de los profesionales y del propio paciente, y muchas veces un ritmo más lento en la reducción de la dosis. Se ha propuesto la utilidad, en esta etapa, del tratamiento coadyuvante con agonistas α-2 adrenérgicos del tipo de la clonidina (Duro y col., 1993). • En líneas generales, la desintoxicación rápida en el medio hospitalario sólo está indicada en los casos en que resulte indispensable como paso previo a un proyecto terapéutico incompatible con el mantenimiento de la metadona o su reducción a un ritmo lento (por ejemplo, el ingreso en una comunidad terapéutica o un cambio geográfico considerado beneficioso para el paciente y su terapeuta). No hay ninguna evidencia científica favorable a una desintoxicación hospitalaria de la metadona, y, en general, se trata de una indicación más relacionada con la impaciencia y la idealización del paciente que con criterios clínicos y científicos. En caso de que la evolución de un paciente en TMM sea tan poco satisfactoria que resulte necesario un ingreso en comunidad terapéutica, siempre será preferible que en ella se pueda mantener o reducir lentamente la dosis de metadona. En este caso, puede juzgarse necesario un ingreso hospitalario previo para la desintoxicación de otras sustancias y la estabilización de la dosis de metadona. 175 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 176 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica 3. Fase posterior a la desintoxicación Una vez completada la desintoxicación, conviene mantener un seguimiento estrecho del paciente, durante el que puedan consignarse las dificultades que vayan apareciendo, se refuerce la prevención de recaídas y se identifiquen los signos del llamado “síndrome de abstinencia tardío” (Latowsky, 1996). También en esta fase puede resultar muy adecuada la intervención grupal. McAuliffe (1990) comparó en un estudio aleatorizado la evolución de un grupo en un programa estructurado de seguimiento (3 horas semanales durante 6 meses, en una combinación de sesiones terapéuticas y de autoayuda) con otro grupo de control al que se ofreció asistencia en caso de que los pacientes la solicitaran; observaron que el grupo experimental obtenía mejores resultados en los ámbitos de la prevención de recaídas, laboral y de reducción de la delincuencia. Este autor subraya la eficiencia de este tipo de intervención, en la medida en que cada recaída que se evita permite evitar un nuevo tratamiento. Wermuth y col. (1987) propusieron un modelo de “red de rehabilitación” que incluía terapia individual y grupal, grupos de autoayuda y otros servicios focalizados en cuestiones como la identidad de ex toxicómano, el aislamiento y lo que denominaron el “síndrome postmetadona”, de unos seis meses de duración y caracterizado por la vulnerabilidad y las fluctuaciones del humor; incluso sugirieron la opción de asignar a un miembro del equipo la responsabilidad de organizar el programa de postdesintoxicación. A modo de conclusión, la desintoxicación de la metadona debe plantearse como una etapa del proceso, debe entenderse la fase siguiente como una etapa de alto riesgo y es conveniente desarrollar modelos de intervención intensiva que permitan completar el tratamiento con éxito (Hoffman y col., 1994). 176 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 177 Capítulo 17. Desintoxicación y alta Recomendaciones 1. Durante el periodo de retirada del TMM, no deberían hacerse reducciones de la dosis de metadona más frecuentemente que una vez a la semana. 2. En régimen ambulatorio, durante el periodo de retirada del TMM, habría que reducir la dosis en un porcentaje inferior al 10% de la dosis precedente hasta los 10 mg. 3. Desde el punto de vista clínico, la edad no debería ser un criterio de exclusión. 4. No se aconseja una retirada rápida en medio hospitalario, salvo en los casos en que el proyecto terapéutico lo requiera. 5. Hay que considerar como factores favorables a una desintoxicación el mantenimiento de la abstinencia de heroína y de otras drogas, la estabilidad laboral y los vínculos con esferas sociales ajenas al consumo de drogas. 6. Es conveniente que los equipos definan respuestas claras ante situaciones de violencia o amenaza de violencia. 7. En caso extremo de una expulsión del centro, como respuesta a comportamientos violentos o provocadores, hay que explicar con claridad los motivos de la decisión tomada por el equipo y plantearse la posibilidad del traslado a otro TMM. Si el traslado no es factible, hay que ofrecer una desintoxicación en forma de reducción rápida de la dosis de metadona. 8. Una vez finalizada la desintoxicación, se recomienda un estrecho seguimiento del paciente para prevenir recaídas. 177 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 178 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 179 III. Poblaciones especiales manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 180 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 181 Capítulo 18 Atención a los pacientes con patología dual CARLOS RONCERO ALONSO, EUGENI BRUGUERA CORTADA y MIQUEL CASAS BRUGUÉ 1. Concepto de patología dual Se define la patología o el trastorno dual como la existencia simultánea de trastornos psiquiátricos clásicos y trastornos por abuso o dependencia de sustancias. La comorbilidad entre los trastornos psíquicos y las drogodependencias es un fenómeno muy común, que puede ser comprobado por los profesionales de forma clara e inequívoca. Sin embargo, es frecuente que los pacientes con trastornos psiquiátricos no sean diagnosticados de abuso de sustancias, que no se prescriba un tratamiento específico y que los que siguen tratamiento por dependencia de sustancias no reciban tratamiento para los trastornos mentales. 2. Prevalencia de la patología dual La detección de los trastornos psiquiátricos en los pacientes con dependencia de opiáceos es, en ocasiones, muy complicada. Asimismo, el tratamiento y el manejo de estos pacientes son más complejos que los de los trastornos psiquiátricos clásicos y las adicciones por separado (Laudet y col., 2000). En los pacientes con dependencia a opiáceos que siguen un TMM, la comorbilidad detectada con otros trastornos psiquiátricos varía ampliamente: desde el 47% (Brooner y col., 1997) hasta el 80% en estudios previos (Rounsaville y col., 1982). Las diferencias en los datos de prevalencia pueden ser debidas a diferencias metodológicas de los distintos estudios epidemiológicos (momento en el que se realiza la entrevista diagnóstica, instrumento diagnóstico utilizado, características de la muestra, etc.). 3. Diagnóstico Aunque en estos momentos no haya ningún instrumento que valore específicamente la psicopatología asociada a los pacientes que siguen tratamiento de mantenimiento con agonistas opiáceos, existen varios instrumentos que evalúan la psicopatología que presentan los pacientes dependientes de opiáceos. El “Psychiatric Research Interview for Substance Abuse and Mental Disorders” de Hasin y col. (1996) es una entrevista semiestructurada que permite detectar trastornos psiquiátricos en población toxicómana. Inicialmente se desarrolló para realizar el diagnóstico con criterios DSM-III-R, aunque posteriormente se adaptó a los criterios diagnósticos del DSM-IV (Hasin y col., 1998). Se está realizando su validación en nuestro medio. Los primeros informes sobre esta validación documentaban la adecuada validez de la entrevista para la detección de 181 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 182 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica esquizofrenia, trastornos de ansiedad con agorafobia y fobia social (Serrano y col., 2001). Los informes más recientes señalan una mayor utilidad de este instrumento, en comparación con el SCID-IV, para diagnosticar trastornos mentales en adictos, especialmente depresión mayor y TLP (Torrens y col., 2004). El problema de la entrevista es el excesivo tiempo que se necesita para aplicarla, lo que dificulta su uso en la práctica clínica diaria. El “SCID-Substance Abuse Comorbilidity” (SCID-SAC) (Nunes y col., 1996) es una entrevista estructurada que se centra en la cronología del uso y la abstinencia de drogas. Se diseñó para detectar problemas afectivos y de ansiedad en pacientes en tratamiento con metadona. Utiliza criterios del DSM-III-R (parcialmente también los del DSM-IV) y clasifica los trastornos en primarios o secundarios, siguiendo un criterio puramente cronológico. Para realizar la entrevista breve es necesaria una hora, por lo que es poco aplicable en la práctica clínica diaria. 4. Pacientes en terapia de mantenimiento con metadona con psicosis 4.1. Prevalencia de la esquizofrenia La esquizofrenia constituye uno de los varios tipos de psicosis, cuya característica fundamental es la pérdida del sentido de la realidad, los delirios, las alucinaciones y un pensamiento anormal. La prevalencia de la esquizofrenia en pacientes dependientes de opiáceos es difícil de valorar, ya que los opiáceos pueden presentar efectos beneficiosos sobre las psicosis y enmascarar los síntomas de la esquizofrenia (Pérez de los Cobos y Casas, 1992). El uso de opiáceos como tratamiento para la psicosis ya era conocido por los alienistas clásicos. En épocas recientes, se propusieron sustancias opiáceas, como la metadona, como fármacos con efecto antipsicótico. Esta opinión se fundamentaba en la capacidad de la metadona de incrementar los niveles de prolactina (Gold y col., 1978). Se cree que la prevalencia de la esquizofrenia en dependientes de opiáceos podría ser similar a la encontrada en la población general (próxima al 1%). En nuestro medio, se diagnosticó esquizofrenia en un 1,4% de los pacientes dependientes de opiáceos que acudían a un programa de tratamiento con naltrexona (Ochoa, 1996) y trastornos psicóticos en un 11,8% de los pacientes que seguían TMM (Fernández y col., 2001). En distintos estudios, se ha observado una prevalencia de esquizofrenia en pacientes dependientes de opiáceos que varía del 0% al 5% (Limbeck y col., 1992). La prevalencia del uso de heroína en los pacientes esquizofrénicos es del 2% (Shaner y col., 1993) y la del abuso de opiáceos a lo largo de su vida, del 11,4% (Regier y col., 1990). No parece que esté aumentando el consumo de opiáceos en los pacientes esquizofrénicos. En el periodo comprendido entre 1988 y 1996, no se detectaron cambios significativos en el porcentaje de pacientes con esquizofrenia o trastorno esquizoafectivo que presentaran consumo de opiáceos detectados mediante urinoanálisis en los servicios de urgencias (Patkar y col., 1999). 182 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 183 Capítulo 18. Atención a los pacientes con patología dual La comorbilidad de esquizofrenia con trastornos adictivos está asociada a un mayor incumplimiento terapéutico, una alta incidencia de discinesia tardía y un mayor número de ingresos hospitalarios. También se ha relacionado con el uso de dosis más altas de neurolépticos y con la aparición de un mayor número de casos refractarios al tratamiento con neurolépticos (Batel, 2000; Laudet y col., 2000). 4.2. Tratamiento Está bien documentado que, en ocasiones, las adicciones se infratratan en pacientes esquizofrénicos, incluso con un diagnóstico claro, posiblemente por pensar que un trastorno puede ser secundario al otro (Batel, 2000). Los TMM están especialmente indicados en psicóticos que consumen opiáceos (Ochoa, 2001), y se puede recomendar el incremento de la dosis de metadona debido a su posible efecto antipsicótico (Brizer y col., 1985), además de añadir antipsicóticos o aumentar la dosis (Ávila y Álvarez, 1999). No hay evidencias procedentes de ensayos clínicos controlados y aleatorios de la utilidad de fármacos neurolépticos en pacientes en TMM. La tabla 1 muestra la clasificación de los neurolépticos utilizados con mayor frecuencia para tratar las psicosis. Como se puede ver, aparecen neurolépticos típicos o clásicos y nuevos o atípicos. Tabla 1. Clasificación de los neurolépticos Neurolépticos típicos o clásicos Fenotiazinas (clorpromazina, flufenazina, trifluoperazina, tioridazina) Neurolépticos nuevos o atípicos Clozapina Quetiapina Butirofenonas (haloperidol, droperidol) Olanzapina Risperidona Tioxantenos (zuclopentixol) Amisulpride Otros Los neurolépticos típicos o clásicos, como el haloperidol, se han utilizado clásicamente para el tratamiento de los síntomas psicóticos, y clínicamente no se duda de su eficacia. Los adictos a opiáceos presentan hipersensibilidad a algunos efectos secundarios de los neurolépticos clásicos, como la acatisia, para cuyo tratamiento se han utilizado muy a menudo antiparkinsonianos (Ochoa, 2001). Sin embargo, estos fármacos pueden convertirse en sustancias de abuso. Además, los neurolépticos de alta potencia, como el haloperidol, pueden provocar síndrome de abstinencia después del inicio del tratamiento (Ávila y Álvarez, 1999). Se recomienda tratar a los pacientes duales con las nuevas generaciones de antipsicóticos (clozapina, risperidona, olanzapina y quetiapina) (Ochoa, 2001), con actividad sobre el sistema serotoninérgico y mejor perfil de efectos secundarios, como fármacos de primera elección (Rubio y col., 2001; Ochoa, 2001). 183 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 184 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica Se puede recomendar el uso de los antipsicóticos atípicos como fármacos de elección en los pacientes en TMM con psicosis (especialmente los más contrastados en la clínica diaria: olanzapina, risperidona, quetiapina, a las dosis habituales). Tampoco existen ensayos controlados y aleatorios que valoren específicamente la utilidad de estos nuevos fármacos antipsicóticos en el control de la sintomatología psicótica en pacientes en TMM. En un estudio abierto de 6 meses de duración con 180 pacientes dependientes de opiáceos que presentaban patología psicótica (Casas y col., 2001), la risperidona se mostró útil en el control de los síntomas psicóticos y en la disminución del consumo de opiáceos y fue bien tolerada. En el subgrupo de pacientes que seguían TMM, no se detectaron diferencias en los parámetros de seguridad y tolerancia. Sin embargo, hay un informe de la posible precipitación de un síndrome de abstinencia por risperidona a dosis altas, que remitió al retirar el fármaco (Wines y col., 1999). Los principales estudios existentes (Rubio y col., 2001) coinciden en afirmar que los antipsicóticos atípicos en esquizofrénicos que consumen tóxicos son fármacos eficaces para la reducción de la sintomatología positiva y negativa y, además, son bien tolerados (especialmente fármacos como la clozapina, la risperidona y la olanzapina). Las dosis requeridas en los estudios son similares a las utilizadas en pacientes esquizofrénicos sin abuso de sustancias. Estos resultados contrastan con los de otros estudios donde se señala que los pacientes diagnosticados de esquizofrenia y abuso de drogas reciben mayores dosis de antipsicóticos típicos y presentan más efectos extrapiramidales (Seibyl y col., 1993). A pesar de haberse relacionado el uso de clozapina con la posible disminución del deseo de consumir (Buckley, 1998) y de haberse descrito que el uso de drogas, excepto la cafeína, no influye negativamente en el fármaco (Buckley y col., 1994); en la actualidad, el uso de la clozapina está reservado a los esquizofrénicos resistentes a otros neurolépticos. Es necesario realizar los mismos controles hematológicos y de seguimiento protocolizados por las autoridades sanitarias (analíticas de sangre durante las primeras 16 semanas, y posteriormente mensuales); por lo tanto, no es un fármaco de uso habitual. 4.3. Antipsicóticos, neurolépticos y tratamiento antirretroviral Es frecuente que los pacientes en TMM sean seropositivos para el VIH y reciban tratamiento con antirretrovirales. Estos fármacos pueden interaccionar con los antipsicóticos. En algunos casos es necesario utilizar dosis menores, e incluso puede ser que las habituales estén contraindicadas. La clorpromacina, la perfenacina, la tioridacina, el haloperidol, la risperidona y la olanzapina no interaccionan con los IP plasmáticos, excepto con RTV. Este fármaco inhibe el metabolismo de los antipsicóticos, por lo que aumenta la concentración de dichos fármacos y del pimozide (Mateu y col., 2000). Por otra parte, se han descrito interacciones de la clozapina con zidovudina, didanosina, zalcitabina, lamivudina, estavudina, que pueden potenciar su toxicidad hematológica. Está contraindicada la utilización de RTV debido al aumento de la concentración (Mateu y col., 2000). 184 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 185 Capítulo 18. Atención a los pacientes con patología dual 5. Pacientes en tratamiento de mantenimiento con metadona con trastornos afectivos 5.1. Depresión mayor 5.1.1. Prevalencia de la depresión mayor La depresión mayor es un estado emocional caracterizado por sentimientos de tristeza permanente, desvalorización, desánimo, pérdida de la esperanza y de interés en las actividades cotidianas. La depresión mayor es el segundo diagnóstico en los pacientes en TMM, es más frecuente en mujeres y presenta una prevalencia que varía desde el 15,8% (Brooner y col., 1997) hasta el 58% (Milby y col., 1996). Otros estudios de pacientes dependientes de opiáceos admitidos a tratamiento han documentado prevalencias del 30% para depresión mayor y del 2% para distimia (Ahmad y col., 2001). En nuestro medio, se ha descrito una prevalencia de los trastornos afectivos próxima al 30% (Fernández y col., 2001). 5.1.2. Tratamiento de la depresión mayor Hay varios estudios que evalúan el tratamiento con distintos fármacos antidepresivos, aunque existen muy pocos ensayos clínicos controlados. La tabla 2 muestra la clasificación de los distintos tipos de fármacos antidepresivos. Tabla 2. Clasificación de los antidepresivos Antidepresivos tricíclicos Doxepina Desipramina Imipramina Amitriptilina Antidepresivos tetracíclicos Mianserina Maprotilina Trimipramina Clomipramina Nortriptilina Antidepresivos inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) Fluvoxamina Fluoxetina Paroxetina Inhibidores de la monoaminooxidasa (IMAO) Reversibles: Moclobemida Irreversibles: Tranilcipromina Isocarboxazida Fenelzina Sertralina Citalopram Otros Mirtazapina Nefazodona Venlafaxina Trazodona Bupropion Reboxetina Amineptina Viloxacina La mayoría de los estudios controlados se han realizado con antidepresivos tricíclicos, posiblemente por su presencia desde hace más tiempo en la farmacopea. La doxepina se mostró útil en varios estudios controlados y aleatorios frente a placebo. El estudio más numeroso incluía a 46 pacientes con depresión y ansiedad que seguían TMM y recibían una dosis media de 200 mg/día (Titievsky, 1982). Aunque se puede recomendar la doxepina con un grado A, puesto que hay evidencias de su resultado en al menos un estudio controlado y aleatorio, en la práctica clínica habitual es muy infrecuente su uso. 185 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 186 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica La desipramina se ha estudiado en pacientes en TMM, en un ensayo doble ciego frente a doxepina en la década de los ochenta (Woody y col., 1982), detectándose que la metadona puede aumentar sus niveles plasmáticos (Maany y col., 1989). Este fármaco fue retirado en nuestro medio hace años, por lo que actualmente no tiene interés clínico. La imipramina se puede recomendar con un grado A, puesto que hay evidencias de sus resultados en al menos un estudio controlado y aleatorio. Inicialmente, Kleber y col. (1983) publicaron un estudio abierto, con 17 pacientes en TMM, en el que se describen mejoras en el estado de ánimo y en el abuso de drogas. También en el estudio preliminar de Nunes y col. (1991), con 17 pacientes en TMM y depresión crónica, la imipramina demostró que mejoraba los síntomas depresivos y reducía el consumo en el 54% de los casos. Como el número de pacientes era reducido, posteriormente se realizó un estudio con otra muestra de 137 pacientes, 84 de los cuales completaron el tratamiento. La imipramina a dosis máximas de 300 mg ha demostrado ser un antidepresivo eficaz en pacientes con depresión que reciben metadona. También podía reducir el abuso de sustancias, aunque este efecto no está totalmente demostrado (Nunes y col., 1998). La imipramina fue superior al placebo en algunas medidas autoinformadas de uso de sustancias y en el ansia de consumir (craving), aunque pocos pacientes presentaron urinoanálisis negativos. Los pacientes que no respondieron no presentaban diferencias sociodemográficas y la dosis de metadona que recibían era similar, si bien tomaban más BZD y alcohol. Existen menos evidencias científicas de la eficacia del tratamiento con los nuevos antidepresivos inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), que sí han contrastado su utilidad en la población general. Estos fármacos presentan un mejor perfil de efectos secundarios y en la clínica diaria son ampliamente utilizados para el tratamiento de la sintomatología depresiva de estos pacientes. Es conocida la importante sensibilidad e intolerancia a los efectos secundarios de los pacientes dependientes de opiáceos, por lo que con el uso de estos fármacos se puede facilitar la adhesión al tratamiento. Sin embargo, no podemos olvidar las posibles interacciones con las distintas isoenzimas responsables del metabolismo de la metadona. Los antidepresivos tricíclicos han demostrado su utilidad en estudios experimentales. Sin embargo, hay que recomendar los ISRS como primera elección debido a un mejor perfil de interacciones y de efectos secundarios. Los ISRS son atractivos por su baja toxicidad y el bajo potencial de abuso. Hay que tener en cuenta las posibles interacciones farmacocinéticas entre algunos ISRS y la metadona. La interacción más importante se produce con la fluvoxamina. Este fármaco incrementa los niveles plasmáticos de la metadona, existiendo la posibilidad de aparición de sintomatología de abstinencia al retirarlo (Moreno y col., 1999). También parece existir un incremento leve de los niveles de metadona cuando se administra fluoxetina, aunque no parece tener una repercusión clínica importante (Moreno y col., 1999). De los ISRS, el más estudiado es la fluoxetina. Este fármaco es bien tolerado en los pacientes en TMM (Baño y col., 1999). Sin embargo, los datos sobre su eficacia son contradictorios. En una muestra de 22 sujetos, la fluoxetina 186 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 187 Capítulo 18. Atención a los pacientes con patología dual disminuyó los síntomas depresivos en pacientes en TMM con depresión, sin poder ser concluyentes los datos sobre el consumo de otras sustancias (Petrakis y col., 1994). No obstante, en un ensayo controlado con fluoxetina –utilizando una dosis media de unos 50 mg al final del estudio– frente a placebo, realizado posteriormente por el mismo grupo con una muestra de 44 pacientes en TMM con depresión, no se hallaron diferencias significativas en los pacientes tratados con fluoxetina. Los autores avisan de las precauciones con las que debe interpretarse este hallazgo, vista la heterogeneidad de la muestra, la elevada respuesta a placebo y la existencia de diferencias significativas cuando se analizaron sólo los pacientes con depresión mayor (Petrakis y col., 1998). Dean y col. (2002), en un estudio doble ciego con fluoxetina 20 mg frente a placebo en el que participaron 49 pacientes con puntuaciones superiores a 21 en el Beck Depression Inventory, e incluidos en un TMM como mínimo 3 meses antes, tampoco detectaron efectos diferenciales de la fluoxetina sobre los síntomas depresivos. En este trabajo, se describe la asociación lineal negativa entre la dosis de metadona y la puntuación en las escalas de depresión, y la relación positiva entre la mejora de estas puntuaciones y la disminución del consumo de BZD. Los autores concluyen que en estos pacientes la fluoxetina no sería útil, aunque hay que tener en cuenta que la dosis utilizada está en el umbral inferior de la recomendada. En nuestro medio, Landabaso y col. (1995), en una muestra de casos y controles de 54 pacientes en TMM o en programas libres de drogas, administraron a un subgrupo de cada muestra tratamiento con ISRS (fluoxetina 20 mg/día o paroxetina 20 mg/día). Los grupos que recibieron tratamiento presentaron mejoras en el estado afectivo. Se valoró la disminución de la sintomatología con la escala HAM-D durante 6 semanas. La mejora no fue estadísticamente significativa, aunque los autores señalan que eso podría ser por baja n y por la no exclusión de pacientes que presentaban bajas puntuaciones inicialmente. De la sertralina, hay un estudio no controlado (datos no publicados, citados por Nunes, 1996) que señala su utilidad como fármaco antidepresivo en esta población. El mismo grupo de autores describe el aumento de los niveles de metadona al administrar sertralina, por lo que podría ser útil monitorizar sus niveles plasmáticos (Hamilton y col., 2000). Con el resto de fármacos ISRS no se conocen, hasta la fecha, estudios controlados. La evidencia clínica sugiere que pueden ser útiles a las dosis habituales en el tratamiento de depresión en estos pacientes. 5.1.3. Otros antidepresivos De la mirtazapina, hay estudios descriptivos no experimentales, de hasta 10 meses de seguimiento, que sugieren su utilidad en la mejora de síntomas depresivos en pacientes en TMM con síndrome depresivo. La dosis pautada fue de 60 mg/día y fue bien tolerada (Zueco, 2002). Con nefazodona, hay un informe de su posible utilidad en 4 pacientes que no tuvieron respuesta con otros antidepresivos (Hamilton, 1998). Sin embargo, 187 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 188 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica hay que tener precaución debido a los raros cuadros descritos de hepatoxicidad; por eso, este fármaco se ha retirado de la farmacopea. No hay estudios específicos sobre el tratamiento de las depresiones resistentes en TMM. En los pacientes con trastornos relacionados con sustancias, en general, se ha recomendado seguir los protocolos habituales de potenciación: combinación de fármacos y posible uso de TEC. En estos pacientes, puede ser recomendable realizar un ingreso para reconsiderar el diagnóstico e iniciar los tratamientos. 5.2. Trastorno bipolar 5.2.1. Prevalencia del trastorno bipolar El trastorno bipolar es un trastorno caracterizado por cambios en el estado de ánimo que van desde la manía, que es un sentimiento de bienestar exagerado, hasta la depresión. Los pacientes bipolares, con comorbilidad con abuso de sustancias, tienen un peor curso de la enfermedad, son más resistentes al tratamiento (Hilty y col., 1999) y presentan más incumplimiento terapéutico. Son frecuentes la presencia de manía disfórica con síntomas mixtos y la necesidad de realizar más hospitalizaciones (Sherwood y col., 2001). 5.2.2. Tratamiento del trastorno bipolar No hay estudios específicos sobre el tratamiento del trastorno bipolar en pacientes dependientes de opiáceos que siguen TMM. La literatura recomienda incluir a los pacientes bipolares que consumen varias drogas en programas que incluyan rehabilitación psicosocial y terapia cognitiva específica, y se proponen los grupos de los 12 pasos. Datos preliminares apuntan a la posible utilidad del valproato en estos pacientes (Brady y col., 1995a). El uso de interdictores como el disulfiram o fármacos antagonistas debe considerarse en pacientes dependientes de sustancias (Hilty y col., 1999). Uno de los tratamientos utilizados con más frecuencia en el tratamiento del trastorno bipolar es el litio. En los pacientes que abusan de sustancias, se ha descrito una peor respuesta al litio (Brady y col., 1995b). Existe la hipótesis de que este fármaco puede modificar varias acciones de algunos opiáceos (Moreno y col., 1999); además, el litio tiene un estrecho margen terapéutico, por lo que es importante realizar controles exhaustivos del cumplimiento terapéutico y evitar hipodosificaciones e hiperdosificaciones. La carbamazepina es un fármaco utilizado en el tratamiento del trastorno bipolar que puede provocar inducción hepática y aparición de sintomatología de abstinencia, por lo que suele ser necesario incrementar la dosis de metadona. El ácido valproico no parece afectar el agonismo o antagonismo de los opiáceos; por ello, se ha recomendado como tratamiento antiepiléptico en pacientes en TMM (Moreno y col., 1999). 188 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 189 Capítulo 18. Atención a los pacientes con patología dual 6. Pacientes en TMM con trastornos de ansiedad 6.1. Prevalencia de los trastornos de ansiedad El trastorno de ansiedad es un trastorno caracterizado por un patrón de preocupación y ansiedad sobre varios acontecimientos o actividades. Es frecuente la existencia de sintomatología ansiosa en el paciente dependiente de opiáceos que sigue TMM, la cual puede estar relacionada con el frecuente uso de sustancias estimulantes (cocaína, etc.). La prevalencia de trastornos de ansiedad en pacientes que siguen TMM varía del 8,2% (Brooner y col., 1998) al 19,1% (Fernández y col., 2001). Para algunos autores, el trastorno más frecuente es la fobia simple, que aparece en el 3,5% de los casos (Brooner y col., 1998). Sin embargo, Ahmad y col. (2001) detectaron comorbilidad con ansiedad generalizada (4%), fobias (4%) y trastorno de pánico (2%). Otros estudios señalan la existencia de síntomas de ansiedad en pacientes dependientes de drogas, fundamentalmente opiáceos, en el 32,3% de los hombres y el 17,5% de las mujeres (Marsden y col., 2000). 6.2. Tratamiento de los trastornos de ansiedad En la población general, el uso de benzodiacepinas (BZD) está recomendado para el tratamiento de estas patologías. Sin embargo, en los pacientes en TMM hay que tener especial precaución, dada la importante comorbilidad de dichos pacientes con el abuso y/o dependencia de estas sustancias. Los pacientes en TMM que abusan de BZD tienen significativamente más psicopatología y alteración anímica (Gelkopf y col., 1999). La metadona puede potenciar el efecto sedante de las BZD. El alprazolam puede potenciar los efectos euforizantes de la metadona; el clonazepam también puede interaccionar con la metadona (Ávila y Álvarez, 1999). Las BZD preferidas por los pacientes en TMM son el flunitrazepam y el diazepam (Moreno y col., 1999), y las más utilizadas para conseguir efectos euforizantes son el flunitrazepam, el diazepam, el lorazepam y el triazolam, aunque también existen comunicaciones sobre el clonazepam y el alprazolam relacionadas con sobredosificaciones, y de este último, incluso, casos letales a dosis bajas. Por este motivo existe una preocupación creciente por su consumo en los pacientes en TMM. Se han propuesto medicamentos no benzodiacepínicos para el tratamiento de la sintomatología ansiosa cuando esté desaconsejado el uso de BZD. En este sentido, hay informes de estudios descriptivos no experimentales que sugieren la utilidad de fármacos como la gabapentina en la desintoxicación y sustitución de BZD en pacientes que siguen TMM (Zueco y col., 2001). También se han propuesto fármacos antidepresivos con perfil sedativo en el control de la sintomatología ansiosa. En un estudio observacional, la mirtazapina ha demostrado ser útil y bien tolerada en la reducción del consumo de BZD en pacientes dependientes de opiáceos incluidos en TMM (Zueco, 2002). 189 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 190 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica 7. Pacientes en tratamiento de mantenimiento con metadona con trastornos de personalidad 7.1. Prevalencia de trastornos de personalidad Los trastornos de personalidad se caracterizan por establecer un patrón permanente de experiencia interna y de comportamiento que se aparta acusadamente de las expectativas de la cultura del sujeto. El intervalo de variación de la prevalencia de los trastornos de personalidad en pacientes dependientes de opiáceos es enorme y se sitúa desde el 35% (Brooner y col., 1997) hasta el 60%-70% (San Narciso y col., 2000; Gutiérrez y col., 1998; Cacciola y col., 1996; Fernández y col., 2001) o incluso más. El trastorno de personalidad que se presenta con mayor prevalencia es la personalidad antisocial. Se detecta, aproximadamente, entre el 25% y el 50% de los pacientes (San Narciso y col., 2000; Cervera y col., 1997; Brooner y col., 1997; Cacciola y col., 1997; García y Ezquizaga, 1992; Rounsaville y col., 1982), y la prevalencia del trastorno límite de la personalidad se sitúa entre el 7,6% y el 34% (San Narciso y col., 2000; Cervera y col., 1997; Cacciola y col., 1996; García y Ezquizaga, 1992; Rounsaville y col., 1982). 7.2. Tratamiento del trastorno de personalidad En un estudio abierto en pacientes adictos a opiáceos con trastornos de personalidad, se ha recomendado su inclusión en TMM, en lugar de la desintoxicación, al presentar mejor evolución (Cervera y col., 1997). Por lo tanto, la presencia de trastorno de personalidad recomendaría la inclusión o el mantenimiento del tratamiento con metadona. Los pacientes con trastorno antisocial se pueden beneficiar del tratamiento con metadona, lo que reduce el uso de sustancias de una manera comparable al resto de trastornos de personalidad, aunque los pacientes del cluster B (trastorno personalidad antisocial, límite, histriónico y narcisista) presentan mayor grado de abandono (Cacciola y col., 1996). No hay ensayos clínicos controlados específicos sobre el tratamiento con otros fármacos del trastorno de personalidad en pacientes en TMM. Sin embargo, hay informes de la utilidad, series de casos o notas clínicas, de los antipsicóticos atípicos a dosis bajas en el tratamiento de la agresividad y las conductas impulsivas en pacientes con trastorno de personalidad que abusan de alcohol y drogas (Rubio y col., 2001), aunque algún estudio ha señalado la no disminución del consumo de cocaína en pacientes dependientes de opiáceos, en TMM, cuando recibían tratamiento con antipsicóticos atípicos (Grabowski y col., 2004). 8. Conclusiones Como se ha ido reseñando, son muy escasos los estudios controlados que abordan específicamente esta cuestión. La mayor parte de la información, la 190 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 191 Capítulo 18. Atención a los pacientes con patología dual obtenemos de estudios descriptivos no experimentales, principalmente de series de casos. Otra fuente de información es la extrapolación y la inferencia de la utilidad de los tratamientos cuando se han utilizado en el tratamiento de trastornos similares relacionados con otras drogas o en población general psiquiátrica. Tampoco podemos olvidar el uso que se hace, en estos momentos, en la clínica diaria. Por este motivo hay que subrayar que, en el estado actual del conocimiento, las recomendaciones deben darse, salvo en las excepciones reseñadas, con un nivel de evidencia B o C (por lo tanto, la contundencia con la que pueden darse las recomendaciones es relativa y debe estar sujeta a revisión permanente). Antes de pautar un tratamiento, es importante valorar la posible aparición de efectos secundarios, que habitualmente son mal tolerados en estos pacientes y facilitan el abandono del tratamiento, ya de por sí elevado. Cuando se plantea el tratamiento, no se puede olvidar que este tipo de paciente tiene una alta comorbilidad con enfermedades médicas (hepatitis, VIH, etc.). En los pacientes con VIH/sida, hay que utilizar fármacos con pocos efectos anticolinérgicos para evitar el estreñimiento y la sequedad de las mucosas, que facilita la infección por cándida. Hay que tener precaución con los fármacos antipsicóticos bloqueantes de la dopamina, debido al mayor riesgo de aparición de efectos extrapiramidales. Considerando el estado actual de los conocimientos, en todo cuadro psicótico deben prescribirse fármacos antipsicóticos o neurolépticos a dosis terapéuticas. No está contraindicado ningún psicofármaco. Teniendo en cuenta las posibles interacciones y la escasa tolerancia de estos pacientes a los efectos secundarios, puede recomendarse el uso de los antipsicóticos atípicos como fármacos de elección en los pacientes en TMM con psicosis (especialmente los más contrastados en la clínica diaria: olanzapina, risperidona, quetiapina, a las dosis habituales) y esperar a que en el futuro se desarrollen ensayos clínicos controlados que confirmen la impresión clínica y los informes incipientes actuales. Los antipsicóticos atípicos a dosis bajas pueden ser de utilidad para reducir la agresividad y las conductas impulsivas. La intoxicación por opiáceos rara vez produce síntomas psicóticos, y si aparecen se producen en el contexto de la retirada de fármacos agonistas o en el periodo de abstinencia. Los síntomas de abstinencia pueden quedar enmascarados o no aparecer los síntomas típicos; hay informes que recomiendan la reintroducción del agonista opiáceo o la retirada más lenta (Levinson y col., 1995). Deben tenerse en cuenta las posibles interacciones con los fármacos antirretrovirales (en el caso de ser necesarios). A pesar de que los antidepresivos tricíclicos hayan demostrado su utilidad en estudios experimentales y que otros antidepresivos hayan demostrado su utilidad en algunos informes, hay que recomendar los ISRS como primera elección debido a un mejor perfil de interacciones y de efectos secundarios. 191 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 192 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica Considerando la ausencia de información específica cuando un paciente presenta un trastorno bipolar, se aconseja seguir las recomendaciones generales para el tratamiento de este trastorno, con las precauciones señaladas anteriormente. Se desaconseja el uso de BZD ante la sospecha clínica de riesgo elevado de que el paciente incumpla las recomendaciones de dosis y posologías, o cuando haya historia de abuso o dependencia de BZD. Si juzgamos clínicamente necesario su uso, hay que recordar las posibles interacciones y la potenciación de los efectos secundarios. Recomendaciones 1. En los pacientes con patología dual que estén en TMM, es fundamental realizar el tratamiento específico de los trastornos psicopatológicos concomitantes. 2. Cuando exista indicación de tratamiento con antipsicóticos, los antipsicóticos atípicos deben ser los fármacos de elección. 3. Los antidepresivos tricíclicos han mostrado su utilidad en estudios experimentales. Sin embargo, los ISRS tienen un mejor perfil de interacciones y de efectos secundarios. 4. Se desaconseja el uso de BZD cuando se sospeche que existe un riesgo elevado de incumplimiento de las recomendaciones de dosis (y posologías) o cuando haya historia de abuso o dependencia de BZD. 5. En pacientes con trastorno de personalidad adictos a opiáceos, se recomienda su inclusión y mantenimiento en TMM. 6. Como tratamiento farmacológico del trastorno bipolar, se pueden utilizar los eutimizantes habituales, aunque se ha descrito una peor respuesta al litio. 7. En pacientes con depresiones resistentes en TMM, se ha recomendado la combinación de fármacos y el posible uso de TEC. También puede ser conveniente realizar un ingreso para revisar el diagnóstico e iniciar el tratamiento. 192 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 193 Capítulo 19 Atención a la mujer embarazada M. CRISTINA PINET OGUÉ Aunque tradicionalmente se ha considerado el embarazo como un periodo de bienestar psíquico, los datos reales demuestran que no es una situación fisiológica que tenga un efecto protector sobre la salud psíquica y, además, puede resultar estresante y comportar riesgos en mujeres vulnerables. El hecho de que la drogadicción sea un problema crónico, como también lo son en estos momentos la mayoría de las complicaciones de la infección por el VIH, y que la calidad de vida de los sujetos afectados haya mejorado de manera sustancial, hacen que se produzca un aumento del número de gestaciones en mujeres drogodependientes. La gestante drogodependiente se considera de alto riesgo debido a las múltiples complicaciones médicas y obstétricas que puede presentar (ver tabla 1, modificada de Kaltenbach y col., 1997). Todo esto, unido a la disponibilidad de más recursos terapéuticos y a un mejor control sobre otras patologías psiquiátricas, concede más importancia a la confección de protocolos y estrategias de tratamientos multidisciplinares consensuados entre los distintos profesionales a los que corresponde cada caso. Tabla 1. Complicaciones causadas por el consumo de opiáceos Complicaciones médicas VIH Hepatitis aguda y crónica Endocarditis Desnutrición Anemia Enfermedades de transmisión sexual Hipertensión Complicaciones obstétricas Aborto espontáneo y parto prematuro Retraso del crecimiento intrauterino Insuficiencia placentaria, desprendimiento placentario Rotura prematura de membranas Incremento del riesgo de distrés fetal Muerte intrauterina Complicaciones perinatales Síndrome de abstinencia neonatal 1. Objetivos El primer objetivo ante una paciente adicta a opiáceos y embarazada es conseguir la adherencia al tratamiento para favorecer su asistencia periódica, con el cumplimiento más estricto posible de las visitas obstétricas generales. 193 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 194 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica Durante el seguimiento, el clínico tiene que diseñar un plan terapéutico que prevea la estabilización en varios ámbitos (Robador y col., 2001): • Mejorar la salud maternofetal, llevando a cabo un estrecho seguimiento del embarazo, con control de los síntomas de abstinencia y de intoxicación, y procurando, si es necesario, un tratamiento farmacológico para evitar la supresión brusca de las sustancias de abuso. • Controlar o disminuir los factores de riesgo, la infección del VIH y la posible transmisión maternofetal. • Revisar la farmacoterapia que puedan seguir estas pacientes, con efectos potencialmente peligrosos para el feto. • Detectar otras patologías psiquiátricas que puedan presentarse y que, en algunos casos, implicarán un deterioro severo de las relaciones familiares, y, fundamentalmente en el caso que nos ocupa, un deterioro de la capacidad de procurar atenciones prenatales y postnatales. • Unificar los criterios de tratamiento de la mujer adicta a heroína embarazada, y considerar las posibilidades más adecuadas de tratamiento, los riesgos de la desintoxicación y de los programas libres de drogas, y la conveniencia de la terapia de mantenimiento con metadona. • Realizar un seguimiento de las posibles alteraciones en el recién nacido. Más del 60% de los recién nacidos de madres dependientes de opiáceos presentan síntomas de abstinencia neonatal. 2. Recomendaciones del tratamiento de mantenimiento con metadona El tratamiento de mantenimiento con metadona, o TMM, ha sido recomendado en el abordaje de la dependencia de opiáceos en mujeres embarazadas desde principios de los 70, puesto que es la forma más saludable de llevar el embarazo para la mujer y siempre es la mejor para el hijo (California Society of Addiction Medicine, 1998). La mujer embarazada en TMM suele vivir en unas condiciones socioeconómicas más estables, muestra una reducción de la conducta antisocial y autodestructiva y mejora las atenciones prenatales, así como la asistencia postnatal a las visitas de control. Sin embargo, el TMM durante el embarazo sigue siendo objeto de controversia. Algunas revisiones actuales nos muestran que, aunque el mantenimiento con metadona sea el tratamiento más habitual en mujeres embarazadas, quedan dudas sobre su eficacia y sus beneficios en las mujeres que siguen consumiendo drogas ilegales, sobre la posibilidad de desintoxicación, sobre la dosis más adecuada y también sobre la severidad de la sintomatología de abstinencia del recién nacido. Además, las consecuencias perinatales y el desarrollo de los fetos después de la exposición intrauterina también son motivo de preocupación, igual que la falta de guías específicas de tratamiento en esta población (Wang, 1999). Los aspectos más contrastados son los siguientes: • Cuanto antes entre la embarazada en un programa de metadona, mejor será la evolución, considerando el descenso del consumo de otros opiáceos, de 194 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 195 Capítulo 19. Atención a la mujer embarazada cocaína y también la adherencia al tratamiento y a los controles de tóxicos en orina (Jarvis y col., 1999). • Las intervenciones psicosociales específicas para mujeres con hijos y el uso de incentivos mejoran la participación en el tratamiento y la retención de estos programas (Van Beusekom y col., 2001). • La desintoxicación de opiáceos no se aconseja en el periodo anterior a la semana 14, debido al elevado riesgo de aborto, ni tampoco después de la semana 32, por el estrés fetal y el riesgo de parto prematuro (Kaltenbach y col., 1997). Si fuera necesario proceder a la desintoxicación, ésta deberá ser realizada por médicos experimentados, e idealmente tendrá lugar bajo la dirección de una unidad equipada con medios de control fetal, con el fin de interrumpirla en caso de que se provoque estrés fetal o riesgo de parto prematuro. La reducción máxima de la dosis diaria tendría que ser de 2,5 a 10 mg cada 1 ó 2 semanas, dependiendo de la respuesta de la mujer (Kaltenbach y col., 1997). • Las mujeres que escogen la desintoxicación durante el embarazo normalmente son las más difíciles de manejar, tanto en los aspectos médicos como en los sociales y psicológicos. • La dosificación de la metadona todavía es un punto conflictivo. Parece claro que los niveles subóptimos se asocian a una peor evolución y al consumo de drogas ilícitas, con los consiguientes riesgos tanto para la mujer como para el feto. Todos los autores están de acuerdo en la importancia de administrar la “dosis más baja” de metadona, pero suficiente para reducir de forma significativa el consumo de drogas ilícitas (Van Beusekom y col., 2001). La contrapartida de las dosis altas es el aumento del riesgo del síndrome de abstinencia neonatal. Así pues, la dosificación deberá encontrar el punto medio entre una dosis baja y una demasiada alta, y ser suficiente para garantizar una disminución significativa del consumo de otras drogas. Las mujeres que ya están en TMM al quedar embarazadas pueden seguir, inicialmente, con la misma dosis; mientras que las mujeres que no hayan iniciado el tratamiento deben ser evaluadas previamente para valorar su estado de salud y el grado de dependencia. La dosis inicial recomendada es de 10-20 mg/día, efectuando ajustes individualizados en función de las reacciones observadas. Si existen síntomas de abstinencia, se administrarán dosis suplementarias cada 4-6 horas. En la mayoría de los casos, se consigue un control adecuado al cabo de 48-72 horas con una dosis diaria de 20 a 35 mg/día. En la embarazada sin tratamiento previo, hay que iniciar el tratamiento con metadona a dosis bajas (10-20 mg) y aumentar la dosis hasta conseguir el control de la sintomatología de abstinencia y acabar con el consumo ilegal. 195 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 196 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica Muchas mujeres requerirán aumentos de la dosis a lo largo del embarazo (entre 10 y 30 mg). Para valorar la dosis más adecuada, se siguen los mismos criterios que con el resto de adictos: hay que prevenir la aparición de síntomas de abstinencia y la apetencia por los opiáceos, así como conseguir el bloqueo de los efectos euforizantes. La dosis “más baja posible” puede variar entre los 35-80 mg/día, dependiendo de la duración de la adicción, el metabolismo individual y los tratamientos asociados (Kaltenbach y col., 1997). Dentro de este mismo punto, hay que considerar los cambios farmacocinéticos en la metadona dependientes del embarazo. En los estudios, constan notables diferencias tanto interindividuales como intraindividuales. Para una misma dosis administrada, la concentración plasmática es más baja durante el embarazo que después del parto. Esta disminución de la metadona disponible parece ser debida a varios factores, entre los que destacan el incremento del volumen sanguíneo, el aumento del reservorio tisular para el almacenamiento de metadona, y el metabolismo de la placenta y del feto (Kaltenbach y col., 1997). La metadona presenta, en las embarazadas, una constante de eliminación significativamente más elevada, una menor vida media y un aclaramiento significativamente más alto que en las no embarazadas. Todos estos factores nos llevan a considerar la necesidad de incrementos de dosis e, incluso, la disminución de los intervalos de dosificación durante todo el embarazo (Humenink y col., 1999). Los beneficios de la dosificación fraccionada sólo parecen hacerse evidentes durante el último trimestre, con controles positivos para opiáceos significativamente menores, lo que podría interpretarse como una dosificación más cómoda. La comprensión de estos cambios específicos del embarazo es extremadamente importante, ya que las mujeres mantenidas con metadona desarrollan muy a menudo signos y síntomas de abstinencia que van en aumento a medida que avanza el embarazo; por este motivo, la mujer embarazada puede tener un mayor riesgo de uso de otras drogas como mecanismo de compensación de unos niveles sanguíneos menores. La lactancia materna es también uno de los aspectos no resueltos en el TMM. Algunos autores la defienden como medida para disminuir el síndrome de abstinencia neonatal (SAN), por el paso de la metadona a la leche materna; otros argumentan que la cantidad de metadona excretada es insuficiente para prevenir la abstinencia. No se observan efectos adversos atribuibles a la metadona excretada en la leche, y por ello se valora que no debe desaconsejarse la lactancia, ni siquiera en mujeres que tomen dosis altas (Van Beusekom y col., 2001). Resumiendo, hay que recomendar la lactancia materna a las mujeres estabilizadas en metadona, siempre que no existan otras contraindicaciones. 3. Ventajas e inconvenientes de los tratamientos de mantenimiento con metadona en mujeres embarazadas Las principales ventajas de los TMM en el embarazo sobre las que existe consenso clínico son las siguientes (Drugs in pregnancy, 2001): 196 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 197 Capítulo 19. Atención a la mujer embarazada • Mantenimiento de una dosis de metadona estable diaria; en contraposición a los niveles sanguíneos fluctuantes, experimentados tanto por la madre como por el feto, con el consumo de heroína. • Embarazos más prolongados, con menos complicaciones obstétricas y niños con más peso para la edad gestacional que los de poblaciones similares sin tratamiento. Algunos estudios muestran que dosis altas de metadona durante el tercer trimestre se asocian a un aumento de la circunferencia craneal del feto; eso muestra tanto el aumento de la duración de la gestación como una mejora del crecimiento general, y se relaciona, al mismo tiempo, con un desarrollo neuroconductual más favorable (Van Beusekom y col., 2001). • Disminución significativa de la posibilidad de exposición fetal a drogas y contaminantes. • Acceso de la mujer a atención prenatal, educación parental y apoyo psicológico, muy importante en una población estigmatizada y con poco respaldo. El principal inconveniente de los TMM es la aparición del SAN, que aumenta en frecuencia y en gravedad en los tratamientos con dosis altas (Ziegler y col., 2000). El SAN es mucho más intenso en los niños nacidos de madres en tratamiento con metadona que en los nacidos de madres consumidoras únicamente de heroína. La duración de los ingresos hospitalarios y del tratamiento de los niños de madres en metadona aumenta de manera significativa a dosis altas de metadona (Van Beusekom y col., 2001). La mayoría de los bebés nacidos de madres en tratamiento con metadona experimenta alguna forma de SAN (ver tabla 2), generalmente dentro de las primeras 72 horas después del parto. Este síndrome se describe como un trastorno generalizado que conlleva signos y síntomas de irritabilidad del sistema nervioso central (SNC), disfunción gastrointestinal, distrés respiratorio y sintomatología neurovegetativa. Tabla 2. Signos y síntomas del síndrome de abstinencia neonatal (SAN) A. Síntomas comunes B. Síntomas menos comunes Temblores Ligeros, inducidos por estimulación Ligeros, de aparición espontánea Marcados, inducidos por estimulación Marcados, de aparición espontánea Crisis de llanto, en tono agudo Llanto continuado, en tono agudo Estornudos Aumento del tono muscular Succión frenética del puño Regurgitación Sueño postprandial inferior a 3 horas Sueño postprandial inferior a 2 horas Sueño postprandial inferior a 1 hora Frecuencia respiratoria superior a 60 por minuto Mala alimentación Reflejo de Moro hiperactivo Deposiciones blandas Sudores Excoriaciones Erupciones Dificultad respiratoria nasal Bostezos frecuentes Fiebre inferior a 38,5 º Frecuencia respiratoria superior a 60 por minuto Reflejo de Moro marcadamente hiperactivo Vómitos en proyectil o a chorro Deposiciones líquidas Fiebre superior a 38,5 º Deshidratación Convulsiones generalizadas 197 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 198 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica El estado de abstinencia del recién nacido cambia en función de varios factores, como el tipo de drogas consumidas por la madre, las características del parto, la madurez y el estado nutricional del bebé, y la presencia de otras enfermedades (Kaltenbach y col., 1997). El estado puede ser leve y pasajero, aparecer con retraso o presentar un aumento progresivo, manifestarse de forma intermitente o presentar una evolución bifásica, con una reacción de abstinencia subaguda. Aunque el SAN puede ser más acentuado y/o prolongado por la metadona que por la heroína, se puede tratar satisfactoriamente mediante la farmacoterapia adecuada. Para la monitorización del recién nacido, se recomienda el uso de un sistema de escalas de abstinencia para evaluar la aparición, progresión y disminución de los síntomas de abstinencia (Finnegan, 1990). El recién nacido siempre está expuesto al síndrome de abstinencia neonatal, por lo tanto, es preciso un control estricto del recién nacido después del parto. Una última cuestión son las características neurológicas y de comportamiento del recién nacido en abstinencia de opiáceos. En el comportamiento de los bebés recién nacidos de mujeres dependientes de opiáceos, se han hallado diferencias. En general, los bebés se muestran más irritables y menos afables, presentan más temblores y un aumento del tono muscular, con una menor respuesta a los estímulos visuales y una menor capacidad de mantener la atención (Kaltenbach y col., 1997). Es frecuente que la alimentación se vea dificultada por estos cambios conductuales que, en última instancia, pueden provocar un empobrecimiento de la relación madre-hijo. Este hecho podría constituir el efecto perinatal más insidioso y devastador de la toxicomanía (Hoegerman y col., 1990). Recomendaciones 1. El TMM es el tratamiento de primera elección en mujeres embarazadas con dependencia a opiáceos y consumo activo. 2. En la gestante drogodependiente en TMM, habría que valorar el aumento de la dosis de metadona ante cualquier consumo de heroína. 3. Se recomienda favorecer la retención en TMM durante el periodo de un año después del parto. 4. En general, no se aconseja la desintoxicación de opiáceos durante el embarazo; si fuera necesaria, habría que realizarla siempre durante el segundo trimestre, con una monitorización estricta. 5. Se recomienda la lactancia materna a las mujeres estabilizadas en metadona, siempre que no existan otras contraindicaciones. 198 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 199 Capítulo 19. Atención a la mujer embarazada Figura 1. Algoritmo de actuación Adicta a opiáceos embarazada Tratamiento previo TMM Consumo activo de opiáceos ilegales Mantener la misma dosis Recomendar TMM Dosis mínima eficaz Valorar el aumento y/o fraccionamiento de dosis en el tercer trimestre PARTO Síndrome de abstinencia neonatal Revisión de las dosis de metadona Lactancia materna Posibilidad de disminución 199 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 200 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 201 Capítulo 20 Jóvenes y tratamiento de mantenimiento con metadona PILAR DURO HERRERO y MARTA CORONADO PIQUERAS En los últimos años, ha aumentado la edad media de las personas que inician tratamiento por heroína como sustancia principal de consumo. El número total de menores de 19 años que iniciaron tratamiento por heroína en 2003 fue de 39 casos en toda Cataluña, lo que representa el 1,6% del total de inicios de tratamiento por heroína. El consumo de heroína en la población general, y en concreto en los jóvenes, es minoritario. La última encuesta escolar en Cataluña realizada en 2002 mostraba que un 0,3% de los jóvenes entre 14 y 18 años refería haber consumido alguna vez en la vida heroína, un 0,2% en el último año y un 0,05% en el último mes. El consumo de drogas en la adolescencia constituye un tema de especial interés para las políticas sanitarias. La promoción de la información y la educación sanitaria sobre el consumo de drogas dirigida a la población general, pero especialmente a jóvenes y adolescentes, es una de las intervenciones prioritarias recogidas en el Plan de Salud 2002-2005 de la Generalitat de Cataluña. Las intervenciones con adolescentes consumidores deben tener en cuenta, además del tratamiento específico de la drogodependencia, el momento evolutivo en el que se encuentra el joven. La dinámica familiar, el entorno social más próximo, el rendimiento escolar, las relaciones con los iguales y la posible necesidad de protección son aspectos que hay que analizar en el abordaje del joven consumidor. Tradicionalmente, los modelos de tratamiento se han centrado en población adulta y no en adolescentes. Hay que evitar la aplicación directa de estos modelos, que en algunos de sus aspectos no son adecuados para el joven; promover una prematura independencia y autonomía de los padres, por ejemplo, puede estar en algunos casos contraindicado. En el caso de los consumidores de heroína, hay que considerar, además y de manera especial, el papel de las terapias de mantenimiento con metadona y los dilemas éticos que plantea su indicación. El mantenimiento con agonistas opiáceos no se considera, en general, un tratamiento de primera elección en el caso de los jóvenes, ya que es poco probable que presenten un consumo de opiáceos problemático, de larga evolución y con una tolerancia significativa (Preston, 1997; Verster, 1999). A pesar de ello, hay que tener presente que, como en el caso de los adultos, excesivas restricciones en la prescripción de metadona pueden favorecer el fracaso terapéutico, reforzar futuras recaídas y prolongar el curso de la adicción, ya que repetidas desintoxicaciones no siempre son efectivas (Hopfer, 2000). Las publicaciones existentes sobre el TMM en adolescentes son escasas, ya que la mayoría de los estudios excluyen a los menores de 18 años (Ward, 1996; Hser, 2001). Sin embargo, parece razonable pensar que se pueden extrapolar los resultados obtenidos en adultos, tanto en lo que respecta a la efectividad del TMM en la reducción del consumo de opiáceos y la actividad delictiva, como en la obtención de beneficios para la salud y el logro de una ele201 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 202 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica vada retención en tratamiento. Por lo tanto, es de esperar que los jóvenes también puedan beneficiarse de esta modalidad terapéutica. Los programas libres de drogas en comunidad terapéutica, con una permanencia mínima de seis meses, son la modalidad de tratamiento en la que, al parecer, se obtienen mejores resultados. Sin embargo, son necesarios más estudios en este grupo de población para llegar a conclusiones determinantes (Hopfer, C.F, 2002). Los puntos clave en el debate ético y moral sobre el TMM para jóvenes son, por una parte, el propio objetivo del tratamiento, es decir, la reducción de daños o la abstinencia, y por otra, su duración. El tratamiento de sustitución con metadona en adultos ha mostrado sus beneficios más como tratamiento a largo plazo que como tratamiento de corta duración y, en general, está orientado más a la disminución de los daños asociados a la adicción que a la abstinencia. En contraposición, las decisiones en la planificación del tratamiento en gente joven son por definición decisiones a corto plazo, puesto que su propia condición de jóvenes es limitada en el tiempo y la historia de la adicción suele ser corta; por lo tanto, el primer objetivo es la abstinencia. Por todo ello, el tratamiento de mantenimiento con metadona en gente joven no debe constituir una primera elección terapéutica, y en caso de estar indicado, debería formar parte de un plan terapéutico integral que incorporara todas las intervenciones (educativas, psicoterapéuticas y otras) indicadas para cubrir sus necesidades específicas. Si bien esta recomendación es aplicable en el abordaje del adulto drogodependiente, la naturaleza de estas intervenciones y su peso en el tratamiento tienen necesariamente una mayor importancia. La normativa vigente en nuestro país sobre los tratamientos de mantenimiento con agonistas opiáceos no establece ninguna restricción por criterios de edad y, por lo tanto, se puede indicar este tratamiento a un menor si existen criterios clínicos para hacerlo. Tampoco determina la necesidad de contar con el consentimiento informado de los padres, y, por lo tanto, éste sólo es obligatorio en los supuestos que prevé la Ley 41/2002, de 14 de noviembre, Básica Reguladora de la Autonomía del Paciente y de Derechos y Obligaciones en Materia de Información y Documentación Clínica, es decir, si el paciente menor de edad no es ni intelectual ni emocionalmente competente para comprender el alcance de la intervención. A pesar de ello, es conveniente contar con el consentimiento de los padres o tutores, y en caso de no poder obtenerlo, sería aconsejable pedir una segunda opinión médica relativa a la indicación del tratamiento en el joven. Conclusiones Teniendo en cuenta la relativa falta de evidencia y la limitada experiencia en el tratamiento de mantenimiento con metadona en menores, los retos en su aplicación son considerables e incluyen aspectos éticos, legales y de buena práctica clínica. Además, los profesionales responsables de estos tratamientos tienen 202 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 203 Capítulo 20. Jóvenes y tratamiento de mantenimiento con metadona que estar capacitados no sólo para prescribir metadona, sino también para valorar los problemas particulares de los jóvenes, como el consentimiento para el tratamiento, la responsabilidad de los padres o la necesidad de protección. Aunque la investigación sobre la utilización de metadona en gente joven sea escasa, un número sustancial de profesionales está prescribiendo metadona a menores de 18 años. Es necesaria, por lo tanto, la estandarización del tratamiento, con la elaboración de protocolos de prescripción, la especificación de competencias, la claridad en los objetivos y la planificación del cuidado integral del joven, que debe incluir –además de los aspectos relacionados con el propio tratamiento– intervenciones especificas, según sus necesidades. Recomendaciones 1. Atención del adolescente consumidor en centros, programas o espacios especialmente diseñados. 2. Valoración global de las necesidades del menor, según su madurez, la situación familiar y el riesgo de daños relacionados con las drogas. 3. Enfoque integral y multidisciplinar de la problemática del adolescente. 4. Implicación en el tratamiento de un familiar responsable, siempre que sea posible. 5. En caso de menores de 18 años, es recomendable informar a la familia sobre la situación. 6. Diagnóstico de la dependencia de opiáceos en el menor según los criterios generales de dependencia. 7. Aunque el tratamiento de mantenimiento con metadona no deba considerarse de primera elección en los jóvenes consumidores de opiáceos, tampoco debe descartarse esta indicación terapéutica. 8. Pedir el consentimiento informado de los padres para el tratamiento de mantenimiento con metadona, siempre que el menor no sea capaz ni intelectual ni emocionalmente de comprender el alcance de la intervención o cuando sea menor de 16 años. 9. En caso de no contar con el consentimiento de los padres o tutores, aunque el menor sea capaz intelectual y emocionalmente y sea mayor de 16 años y, por lo tanto, legalmente pueda dar su consentimiento para el tratamiento; es aconsejable solicitar una segunda opinión médica para confirmar la indicación del tratamiento de mantenimiento con metadona y consultar el caso a la fiscalía. 10. En caso de no contar con el consentimiento de los padres o tutores, registrar en la historia clínica los criterios por los que el médico considera que el menor es maduro para dar el consentimiento al tratamiento. 203 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 204 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 205 Capítulo 21 Tratamientos de mantenimiento con metadona en centros penitenciarios ANDRÉS MARCO MOURIÑO y PILAR SARDÁ USTRELL Desde el punto de vista de la seguridad ciudadana o de la salud pública, es imposible analizar la evolución del consumo de heroína en España y el de su tratamiento sin tener presente el rol de la institución penitenciaria (lugar de estancia periódica de numerosos drogodependientes en nuestro país desde la década de los ochenta) y el de la intervención asistencial de los servicios sanitarios penitenciarios. 1. Consumo de drogas y prisión A pesar de su trascendencia, no existe ningún registro fiable –debido, sobre todo, al consumo oculto– que permita saber con exactitud cuántos heroinómanos hay en Cataluña, en el resto del Estado o en la Unión Europea. Algunas estimaciones calculaban hace pocos años que en España había entre 100.000 y 200.000 consumidores de heroína, aunque es posible que estas cifras se hayan reducido debido a la pandemia del sida. Algunos indicadores indirectos (solicitudes de tratamiento, admisiones hospitalarias, muertes por reacción adversa aguda, etc.) parecen apuntar a una disminución de la incidencia y la prevalencia del consumo de heroína. Saber cuántos usuarios de drogas intravenosas (UDI) ingresan en prisión es una cuestión también difícil de precisar con exactitud, aunque un estudio realizado en Madrid en 1990 estimaba que el 52% de los UDI tenía antecedentes penitenciarios (Zunzunegui y col., 1993), y otro estudio realizado en pacientes con sida de la ciudad de Barcelona (Caylà y col., 1995) confirmó, unos años después, que el 50% de los UDI diagnosticados de sida había ingresado, al menos en una ocasión, en una cárcel española. Generalmente, los drogodependientes ingresados en centros penitenciarios tienen estancias cortas e ingresos repetidos, ya que suelen ser condenados por delitos contra la propiedad. El elevado coste de la heroína y de otras sustancias de abuso y su carácter ilegal [el 68,9% de los UDI con sida del centro penitenciario de hombres de Barcelona admitía gastar en 1994 más de 14.000 pesetas diarias en la compra de esta sustancia cuando estaba en libertad (Caylà, 1995)] explica, al menos en parte, las reiteradas actividades delictivas de un gran número de drogodependientes con el fin de obtener dinero para mantener su adicción; así como su participación, directa o indirecta, en el mercado de distribución y tráfico de sustancias, que en 1999 generó en España 89.994 detenidos (Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, 2000). 205 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 206 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica Respecto al consumo de sustancias dentro de la cárcel, se ha podido comprobar la reducción del uso de drogas, sobre todo endovenoso, en los ingresados en prisión, pasando del 40% de UDI activos en 1990 al 20% en 2000. En esta reducción están implicados presumiblemente varios factores, entre los que cabe citar la mayor percepción de riesgo asociado al uso intravenoso (que ha originado cambios en el patrón de consumo) y la extensión de los programas de mantenimiento con metadona, que han demostrado su eficacia no sólo en la disminución del hábito de compartir material de inyección, sino también en la reducción del uso de heroína (Marco y col., 1995) y posiblemente en el descenso de actividades delictivas que ocasionan ingresos en prisión. 2. Políticas de tratamiento de drogodependencias en la prisión El Plan Nacional sobre Drogas, los planes autonómicos e, incluso, algunos planes municipales se implementaron a partir de 1985 y en años posteriores (Miranda y col., 1996). Dichos planes apostaron inicialmente por estrategias de intervención orientadas y basadas, casi exclusivamente, en la ley del todo o nada y el criterio de “tolerancia cero”. Se tardó tiempo en reconocer que sanitariamente algunas formas de consumo eran más seguras que otras y que, por lo tanto, era posible reducir al menos una parte sustancial del daño asociado al consumo de drogas sin necesariamente eliminar o, incluso, reducir el consumo en sí (Trujols y Marco, 1999; CCSA, 1996). Paralelamente, el diseño de programas asistenciales para la atención de drogodependientes en prisiones comenzó también en los últimos años de la década de los ochenta y, como ocurría extrapenitenciariamente, la oferta se basó inicialmente en los modelos “libres de droga”, ya fueran ambulatorios (habitualmente realizados de forma conjunta por profesionales intrapenitenciarios y extrapenitenciarios) o de estancia en comunidad terapéutica por aplicación del reglamento penitenciario de 1981. Más tarde, la oferta se amplió con la utilización de recursos ajenos a la prisión (centros de día e instalaciones de reinserción social, básicamente) e, incluso, (como ha ocurrido en Cataluña) con la implantación de comunidades terapéuticas en el espacio de la prisión, con un funcionamiento prácticamente independiente de ésta. Aunque los programas asistenciales para drogodependientes se hayan diversificado y ampliado, los centros penitenciarios históricamente se han mostrado, como era previsible, incapaces de dar respuesta a una población que, en 1991, estaba formada en más del 50% por consumidores de heroína y/o cocaína (Marco, 1991) y que, además, presenta estancias cortas. Sólo un tercio de la población reclusa infectada por el VIH, por ejemplo, permanece actualmente en “la Modelo” de Barcelona a los seis meses de su ingreso (Marco y col., 2002), lo que dificulta enormemente la intervención terapéutica. 206 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 207 Capítulo 21. Tratamientos de mantenimiento con metadona en centros penitenciarios 2.1. TMM, prisión y sida La epidemia del sida fue el principal motivo por el que la Administración pública española permitió la implementación de los TMM. En las naciones industrializadas, como España y el resto de la Europa occidental, Estados Unidos, Canadá y Australia, las tasas de infección por el VIH en los reclusos han sido un reflejo de las tasas de infección por el VIH observadas en los UDI de la comunidad en donde se encontraba la cárcel (Edwards y col., 1999; OMS, 1992; Dolan y col., 1999; Van Haastrecht y col., 1998; Pérez-Agudo y col., 1998; Pallás y col., 1999; Carpenter y col., 1999; Dean-Gaitor y col., 1999; Stark y col., 1997; Dufour y col., 1996). En España, en estos momentos, menos del 10% de los reclusos está infectado por el VIH, aunque hay centros con prevalencias más altas (Pérez-Agudo y col., 1998; Marco y col., 1998) porque acogen habitualmente a un mayor porcentaje de pacientes drogodependientes. La prevalencia de infección por el VIH en los UDI españoles presos oscila, sin embargo, entre el 47%-67% (Pérez-Agudo y col., 1998; Marco y col., 1998; Martin y col., 1998) y los consumidores más antiguos presentan tasas más elevadas (Payas y col., 1999). La prevalencia global de infección por el VIH en los internos catalanes y del resto del Estado se ha reducido enormemente, pero aún es la más alta de los países desarrollados. Uno de los temas más controvertidos es la posibilidad de transmisión del VIH intrapenitenciariamente, especialmente a través del uso compartido de material de inyección. A este respecto, un estudio multicéntrico penitenciario reciente (Marco y col., 1999) muestra que la inclusión de los internos en TMM era un factor protector de seroconversión al VIH. 2.2. Tratamientos con metadona en instituciones penitenciarias Los tratamientos con metadona no empezaron a aplicarse hasta 1992, año en el que se implementó un programa piloto en el centro penitenciario de hombres “la Modelo” que, después de sus satisfactorios resultados (Marco y col., 1995), se extendió al conjunto de las prisiones catalanas y prácticamente a todas las del resto del Estado. Actualmente, en Cataluña hay más de 1.000 internos en TMM, y en algunas cárceles, como en “la Modelo”, esta proporción es aún más elevada. Los tratamientos con metadona, además de ser seguros y eficaces, han mostrado una extraordinaria utilidad, ya que permiten dar una respuesta inmediata a la demanda de gran parte de los heroinómanos internados, estabilizan su conducta y les atraen a la red sociosanitaria normalizada, intrapenitenciaria y extrapenitenciaria. Por este motivo y otros, los TMM desarrollados en las cárceles de Cataluña se han destinado especialmente a la captación y retención de pacientes y a la reducción de la morbilidad y mortalidad asociada a la dependencia de la heroína. Se enmarcan, por lo tanto, en los denominados programas de baja exigencia o programas de bajo umbral, hasta el punto de que la mera solicitud por parte del paciente constituye habitualmente, por sí misma, un criterio de admisión en el programa. Se ha observado, no obstan- 207 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 208 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica te, que algunos pacientes solicitan la admisión como factor atenuante para causas judiciales. En estos casos, o en otros similares, se recomienda, antes de iniciar el tratamiento con metadona, confirmar el diagnóstico de dependencia de opiáceos en muestras biológicas (por ejemplo, en orina) si existen dudas sobre la existencia de una dependencia real. Cuando los criterios de ingreso en TMM son claros, la inclusión debería producirse de forma rápida, preferiblemente en uno o dos días, y nunca debería superar el plazo máximo de una semana después de la indicación del tratamiento. Tampoco es infrecuente la solicitud de ingreso en TMM de internos policonsumidores o con tratamiento farmacológico que puede afectar a la metabolización de la metadona. En el caso de consumo de otras sustancias, dicho consumo no puede ser motivo de exclusión de TMM, sino de enfoque específico. Cuando haya tratamientos farmacológicos que puedan alterar la metadona (por ejemplo, algunos fármacos antirretrovirales u otros) es recomendable aumentar el control, ya sea durante el proceso de inducción o en el momento de la indicación y prescripción de estos fármacos. Los criterios de funcionamiento de los TMM aplicados a las prisiones tienen algunas particularidades derivadas del encarcelamiento (dispensación diaria y supervisada, frecuentes traslados entre cárceles –y, consecuentemente, cambios de profesionales–, priorización del deseo de libertad sobre el de salud, alejamiento de la familia, pocas e inestables perspectivas laborales, etc.) que dificultan el proceso terapéutico y lo hacen complicado y diferente. Técnicamente, sin embargo, no difieren mucho de los programas aplicados extrapenitenciariamente. Son programas poco rígidos, con controles analíticos de orina escasos y con expulsiones que ocurren sólo de forma excepcional, como corresponde a programas de baja exigencia. En la mayoría de los casos, el tiempo mínimo recomendable de permanencia en TMM es de dos años sin consumo. Pero la duración del tratamiento en ocasiones está mediatizada por las creencias del paciente o por las influencias del entorno y del grupo familiar. A veces hay abandonos voluntarios, y después de un periodo de recaída en el consumo de heroína, se produce una solicitud de reingreso en tratamiento, que se aconseja realizar rápidamente y que el equipo terapéutico debe entender como una opción idónea después de una sobreestimación previa de la capacidad de control y no como una conducta voluble del drogodependiente. Como ocurre a menudo con los TMM de baja exigencia, la intervención en el medio penitenciario se ha medicalizado en exceso por varias razones (baja demanda de otras atenciones y, en ocasiones, escasa predisposición de otros servicios a implicarse en este tipo de intervenciones). Presumiblemente, una mejor oferta –en cantidad y calidad– de servicios (sociales, psicológicos, familiares y legales) puede generar una mayor eficacia, como se ha observado en algunos trabajos publicados (Joe y col., 1991; McLellan y col., 1993), y deberían hacerse esfuerzos para poder ofrecer estos servicios. De igual manera, habría que potenciar la coordinación intrapenitenciaria y extrapenitenciaria, ya que es habitual el traspaso de pacientes entre ambas redes asistenciales. En la figura 1, puede observarse el circuito de ingreso y mantenimiento en programa aplicado en las cárceles de Cataluña. 208 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 209 Capítulo 21. Tratamientos de mantenimiento con metadona en centros penitenciarios Figura 1. Circuito de ingreso y mantenimiento en TMM en los centros penitenciarios de Cataluña Consumidor de heroína Usuario TMM extrapenitenciario Consumidor de heroína No usuario TMM extrapenitenciario INGRESO EN PRISIÓN Revisión médica a las 24 h, apertura historia clínica TMM del centro penitenciario Continuación TMM Oferta TMM Contrato terapéutico Dispensación diaria supervisada Control y seguimiento del paciente Inicia tratamiento Fase de inducción y fase de estabilización Estabilización LIBERTAD Continuidad en el TMM Con recurso externo Derivación Recurso comunitario Sin recurso externo Dispensador externo CP hombres 209 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 210 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica 3. Conclusiones El desarrollo de los TMM en instituciones penitenciarias ha seguido, en definitiva, un modelo paralelo al del medio extrapenitenciario, con cierto retraso en algunas comunidades autónomas (CC.AA.) y con un mayor desarrollo, como es el caso de Cataluña, en otras (De la Fuente, 2001). El número de personas que se han beneficiado de este tipo de intervenciones ha sido enorme, aunque en los últimos años tiende a estabilizarse e incluso a dar síntomas de lenta, pero progresiva reducción en la incidencia. Los TMM aplicados en las cárceles son técnicamente similares a los que se desarrollan extrapenitenciariamente, pero a veces con una inferior oferta de servicios (sociales, laborales, psicológicos, familiares, etc.) –los cuales convendría potenciar– y condicionados por el hecho del encarcelamiento, que complica mucho más el proceso terapéutico. Debe mejorar también la coordinación intrapenitenciaria y extrapenitenciaria, ya que el traspaso de pacientes es muy frecuente entre ambas redes. En ocasiones, aunque cada vez en menor número, el problema ha sido garantizar que una persona en programa dentro de la cárcel pueda seguir el tratamiento de forma inmediata tras la excarcelación. Para evitar estas situaciones, en Cataluña se creó un centro de coordinación que garantiza esta continuidad del tratamiento hasta que el ex recluso es derivado a un centro externo de dispensación (Tarrés y col., 1998), hecho que suele producirse en un plazo inferior a cinco días. Sería conveniente que iniciativas como ésta, u otras que aseguren la continuación del TMM después de la excarcelación, se aplicaran en otras CC.AA., de modo que se evitaran situaciones anómalas que puedan ocasionar recaídas en el consumo en pacientes previamente en tratamiento. Recomendaciones 1. Los TMM en los centros penitenciarios son programas de baja exigencia o de bajo umbral, destinados principalmente a la captación y retención de pacientes y a la reducción de la morbimortalidad asociada a la dependencia de heroína. 2. La solicitud de reingreso en tratamiento, después de un periodo de recaída en el consumo de heroína, tiene que ser rápido y entendido por el equipo terapéutico como la opción idónea. 3. Hay que potenciar la coordinación intrapenitenciaria y extrapenitenciaria, ya que es habitual el traspaso de pacientes entre ambas redes asistenciales. 210 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 211 IV. Normativa manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 212 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 213 Capítulo 22 Viajar con metadona MONTSE ALMENDROS PLANA Los TMM son actualmente los tratamientos más utilizados en la adicción a opiáceos, y la metadona está incluida en las listas de medicamentos de aproximadamente 35 países (Gerlach, 1997). La expansión de estos programas y el aumento del número de personas que los siguen hacen que se plantee cada vez más la situación de usuarios que necesitan transportar la medicación por desplazamientos, ya sea por motivos laborales o de ocio. Para una persona en TMM, viajar puede constituir un problema, dada la variabilidad de la legislación que regula este tipo de tratamiento en cada país. En muchos de ellos, la prescripción de metadona no está permitida, y en algunos ni siquiera lo está su importación. Por otra parte, no todos los que prohíben su prescripción prohíben la entrada del fármaco, siempre que se cumplan los requisitos legales de prescripción del país de origen. Si tenemos en cuenta las normativas nacionales e internacionales sobre la fiscalización de estupefacientes, existen dos vías para continuar el TMM cuando se viaja fuera de España: a) Transporte de la sustancia por el mismo paciente en cantidad suficiente para continuar el tratamiento durante la estancia en el país de destino El transporte de opiáceos, y por tanto de metadona, está sometido a fiscalización nacional e internacional, según los artículos de las Naciones Unidas de dos tratados internacionales (la Convención Única de Estupefacientes de 1961, enmendada por el protocolo de 1972, y el Convenio sobre Sustancias Psicotrópicas de 1971). Ninguno de dichos tratados contempla la situación especial de una persona que desee transportar un estupefaciente que le ha sido prescrito para su tratamiento. Para corregir esta carencia, los cinco estados que firmaron el Acuerdo de Schengen en 1985 (Alemania, Francia, Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo) y los 23 que se han ido adhiriendo hasta 2007 (Austria, Bulgaria, República Checa, Chipre, Dinamarca, Eslovaquia, Eslovenia, España, Estonia, Finlandia, Grecia, Hungría, Islandia, Italia, Letonia, Lituania, Malta, Noruega, Polonia, Portugal, Rumania, Suecia y Suiza) aplican las medidas previstas en su artículo 75, sobre transporte de estupefacientes y/o sustancias psicotrópicas para residentes de los estados Schengen que viajan a otro estado miembro y están sometidos a un tratamiento médico. Este artículo prevé que si una persona residente en un estado Schengen, como España, en tratamiento con metadona desea viajar a otro estado que también haya firmado el acuerdo, pueda transportar su medicación para un período inferior o igual a 30 días, previa expedición del permiso correspondiente. El permiso se debe solicitar a la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios del Ministerio de Sanidad y Consumo, teléfono 91 822 53 68. Este procedimiento requiere un tiempo de tramitación, por lo 213 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 214 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica que es aconsejable que el paciente realice los trámites con cierta antelación. Si el destino es un país no firmante del acuerdo Schengen, deberá adjuntarse a la solicitud un certificado médico en el que conste que el viajero está en tratamiento con metadona. b) Inclusión del paciente en un programa de metadona del país de destino El contacto con el centro/programa del país de destino lo puede realizar directamente el centro de referencia o la persona que desee viajar, o también puede gestionarse a través de los planes autonómicos sobre drogas: • Integración temporal de un paciente en un programa del país de destino mediante contacto directo con los centros. Los centros de un país solicitan, por teléfono, fax o carta, la integración circunstancial de su paciente en un programa de otro país con las garantías de identificación oportunas. • Integración temporal de un paciente en un programa del país de destino mediante la gestión de los planes autonómicos sobre drogas. Es necesario facilitar la siguiente información: – Número de personas y destino (país y ciudad) – Nombre y apellidos del/de los paciente/s – Dosis de metadona que toma el paciente en la actualidad – Periodo exacto de duración del viaje – Dirección, teléfono, fax y nombre del responsable del centro en el que se encuentran en tratamiento los pacientes que deseen viajar. Si una persona en TMM quiere viajar, es importante que lo comunique al centro donde le dispensan la medicación con la mayor antelación posible, ya que los trámites requeridos para continuar el tratamiento en el país de destino no son inmediatos. A continuación, se facilitan algunas direcciones de interés donde se puede consultar la legislación vigente en varios países. En el caso de la primera dirección, Euro-Methwork, aparece toda la información referente a países europeos. La segunda, Indro, contiene información sobre 150 países del mundo, y la entidad de contacto de cada uno suele ser el consulado o la embajada. 1. Euro-METHWORK es una red europea con sede en Amsterdam. Ha creado el Methadone Assistance Point (MAP), donde se puede encontrar un mapa de Europa que permite seleccionar la información por países y en el que aparecen las ciudades más importantes con sus puntos de prescripción y/o dispensación de metadona detallados. La dirección es: www.quest4quality.nl/euromethwork/ 2. INDRO ha editado una guía sobre Regulación para viajar para pacientes en tratamiento con metadona, con información sobre 150 países, sobre las posibilidades de mantener el tratamiento en el país de destino, la prohibición o no de entrar en el país con la medicación del país de origen, y con direcciones de contacto de interés. INDRO publicó en verano de 1996 una 214 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 215 Capítulo 22. Viajar con metadona guía en alemán (Gerlach, 1996), y ahora es la primera vez que se edita una guía en inglés. La persona y la dirección de contacto son: Sr. Ralf Gerlach INDRO e.V. Bremer Platz 18-20 48145 Münster (Alemania) Teléfono: +49 (0) 251- 60123 Fax: +49 (0) 251- 666580 E-mail: [email protected] Para cualquier información, puede consultar: http://www.indro-online.de/travel.htm 215 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 216 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 217 Capítulo 23 Legislación sobre los tratamientos de mantenimiento con metadona PILAR DURO HERRERO y NORMA GARRIGA GARRIGA 1. Antecedentes El marco legislativo que regula los tratamientos de mantenimiento con agonistas opiáceos es determinante para su desarrollo. Según la evolución de la normativa, en nuestro país, podemos diferenciar tres grandes periodos con respecto a las características de estos tratamientos: antes de 1985, de 1985 a 1990 y de 1990 a la actualidad. En España, no hubo una regulación específica sobre los tratamientos con agonistas opiáceos dirigidos a pacientes drogodependientes hasta el año 1983. A pesar de ello, la Ley 17/1967, de 8 de abril, por la que se actualizaron las normas vigentes sobre estupefacientes, hacía referencia a estos tratamientos, ya que el artículo 27.1 establecía que sólo los servicios del Órgano Técnico de Sanidad podían autorizar dosis extraterapéuticas de estupefacientes a toxicómanos en una pauta de deshabituación. Los pacientes debían disponer de un carné de extradosis de vigencia bimensual, el cual se solicitaba al Servicio de Control de Estupefacientes de dicho órgano técnico, adjuntando un certificado médico que confirmara el diagnóstico de dependencia de opiáceos. La prescripción de metadona en aquellos momentos estaba prácticamente limitada a la práctica médica privada, y su administración se realizaba en las oficinas de farmacia en forma de comprimidos o inyectables. En el mes de mayo de 1983, se promulgó la primera Orden Ministerial para regular los tratamientos con metadona dirigidos a toxicómanos dependientes de opiáceos. En aquel momento, quedó establecido que, a diferencia del periodo anterior, la metadona sólo podía ser prescrita en forma de solución extemporánea, quedando prohibida la utilización de inyectables y de formas orales no líquidas. Además, los tratamientos debían llevarse a cabo en el marco de una pauta de deshabituación justificada mediante la definición de un plan terapéutico individual por parte del facultativo responsable del caso. En aquellos momentos, la expedición del carné de extradosis por parte del Servicio de Control de Estupefacientes estaba condicionada a la presentación, desde los Servicios de Salud Publica, de la solicitud del mismo junto con el plan terapéutico individual y los informes trimestrales de la evolución del tratamiento. La dispensación se realizaba en las oficinas de farmacia. La desviación hacia el mercado ilegal, que ya se había observado anteriormente, continuaba en ascenso. En el año 1985, se publicó la Orden del Ministerio de Sanidad y Consumo, de 31 de octubre, por la que se regulaban los tratamientos de deshabituación con metadona dirigidos a toxicómanos dependientes de opiáceos, estableciendo un nuevo marco jurídico que preveía la participación de las distintas comunidades 217 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 218 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica autónomas (CC.AA.) en la planificación y la organización de los tratamientos de mantenimiento con metadona. Para ello, establecía la constitución por parte de cada comunidad autónoma de un órgano colegiado, una comisión territorial, con competencias para emitir informes sobre las solicitudes de autorización de centros, para aprobar planes terapéuticos individuales y para coordinar y evaluar la información relativa a los TMM de la comunidad. Además, esta orden, complementada con una resolución posterior de noviembre del mismo año, reguló aspectos de gran relevancia para llevar a cabo este tipo de programas, al determinar los centros que podían desarrollarlos, los criterios de inclusión en tratamiento, los límites de la dosificación y los criterios para llevarse la medicación a casa, entre otros. Los criterios establecidos eran los siguientes: • Los tratamientos sólo podían realizarse en centros autorizados. • El plan terapéutico individual tenía que ser aprobado por una comisión territorial. • Las pautas de dosificación debían establecerse intentando la estabilización a las dosis mínimas necesarias y en ningún caso podían ser superiores a 40 mg/día, excepto en caso de autorización expresa de la comisión territorial. • La asistencia del paciente al centro debía ser diaria durante los tres primeros meses de tratamiento, incluidos los festivos, y transcurrido este tiempo, se podía facilitar la medicación, como máximo para 3 días, con una autorización previa de la comisión territorial y nunca con una dosis superior a 15 mg/día. • Los criterios de inclusión, muy estrictos, eran los siguientes: – Ser mayor de 18 años. – Dependencia de opiáceos de al menos tres años de evolución. – Complicaciones orgánicas graves. – No concomitancia con politoxicomanías graves (alcohol, fármacos, etc.). – Ausencia de patología psiquiátrica grave. – Garantía de haber realizado al menos dos tratamientos libres de drogas. En Cataluña, la Orden de 10 de enero de 1986 del Departamento de Sanidad y Seguridad Social, modificada por la Orden de 3 de julio del mismo año, estableció las condiciones para crear la Comisión para el Tratamiento de Deshabituación con Metadona de Toxicómanos Dependientes de Opiáceos. 2. Normativa vigente Cuatro años después, la aparición del sida obligó a reconsiderar algunos de los enfoques terapéuticos de las terapias de mantenimiento con metadona, que, en algunos aspectos, habían resultado muy restrictivos. Con esta finalidad se dictó el Real Decreto 75/1990, de 19 de enero, por el que se regulaban los tratamientos con opiáceos de las personas dependientes. La normativa de enero de 1990 (modificada en alguno de sus artículos; primeramente en el mes de septiembre del mismo año, y posteriormente en 218 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 219 Capítulo 23. Legislación sobre los tratamientos de mantenimiento con metadona el año 1996), actualmente vigente, superaba sobradamente la regulación anterior y establecía un marco de actuación mucho más amplio. Los puntos principales eran y son los siguientes: • Prevé la utilización de otros opiáceos –además de la metadona– en tratamientos de mantenimiento, y aunque prioriza la utilización de la solución oral extemporánea, no excluye otras presentaciones. • Los tratamientos tienen que ser realizados por centros o servicios sanitarios autorizados, aunque de forma excepcional también prevé que puedan ser prescritos por facultativos no integrados en centros o servicios acreditados. • La comisión debe emitir informes relativos a las solicitudes de autorización de centros, pero no tiene la función de aprobar planes terapéuticos individuales. • Como criterio de inclusión, únicamente se exige el diagnóstico confirmado de dependencia. • La dosificación no se regula, al ser considera sujeta a criterio clínico. En Cataluña, la normativa vigente, que despliega la normativa básica anteriormente citada, es la Orden de 20 de febrero de 1991 reguladora de los tratamientos que prevé el Real Decreto 75/1990, de 19 de enero. 219 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 220 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 221 Capítulo 24 Metadona y conducción de vehículos de motor JOAQUIM M. SOLÉ MONTSERRAT y JOSEP M. OLLÉ OLTRA El considerable número de personas que actualmente está en tratamiento con metadona ha generado una serie de cuestiones acerca de los efectos de esta sustancia sobre la capacidad de conducir vehículos de motor, acerca de estas personas y acerca del riesgo de accidentes (De Gier, 2003). Si bien hay cierto acuerdo de que conducir bajo los efectos de las drogas y el alcohol es un riesgo inaceptable, existen distintas opiniones sobre el hecho de que las personas en situación de tratamiento sustitutivo con metadona conduzcan u obtengan el carné de conducir (Krüger, 2003). En la actualidad, hay un amplio consenso en considerar que los programas de tratamiento con metadona tienen efectos beneficiosos sobre la salud física y mental de los pacientes, ya que permiten la abstinencia o la disminución del uso de otras sustancias, a la vez que constituyen una herramienta de normalización. Se entiende que esta situación se relaciona con la integración sociolaboral de los pacientes y no se vincula tanto con contextos lúdicos y recreativos, como sucede con algunas sustancias de abuso (Bello y col., 2002). Por otra parte, varios estudios sobre indicadores de normalización social consideran un requisito necesario la posesión del carné de conducir para alcanzar los estándares adecuados (Battista, 1999). Así pues, se plantea un enorme dilema, ya que, por un lado, los pacientes son tratados con metadona de acuerdo con las guías de práctica clínica con el objetivo de la máxima normalización posible, y, por otro lado, la mayor parte de la legislación y las normativas de los distintos países son restrictivas en cuanto a la conducción y al uso de sustancias. Este dilema todavía se complica más si se prevé la existencia de pacientes con patología dual, que, además del tratamiento con metadona, tienen prescritos otros tratamientos, como tratamientos con antipsicóticos, antidepresivos o ansiolíticos (De Gier, 2003). A pesar de este estado de la cuestión, los estudios realizados para evaluar el efecto del tratamiento con metadona sobre la capacidad de conducción no son muchos y, además, las metodologías utilizadas y las variables que hay que evaluar no han sido homogéneas. En este sentido, los estudios realizados han sido fundamentalmente de tipo epidemiológico y experimental (Simpson y col., 1992). Con respecto a los epidemiológicos, prioritariamente son de dos tipos (Simpson y col., 1992): 1. Descriptivos: Su objetivo es evaluar la magnitud del problema. 2. Analíticos: Intentan determinar los factores de riesgo implicados en los accidentes. Hasta la fecha, se han publicado tres estudios de cohortes. En ninguno de los tres había diferencias significativas en cuanto a la frecuencia de accidentes de 221 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 222 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica sujetos en tratamiento con metadona respecto a la de conductores de la población general (Babst y col., 1973; Blomberg y col., 1974; Maddux y col., 1977). Los estudios experimentales, iniciados a partir del año 1975, pretenden describir los efectos que las diferentes dosis de metadona tienen sobre determinadas variables psicomotoras implicadas en la conducción de vehículos de motor (European Monitoring Centre for Drugs and Drug Addiction, 1999; Berghaus, 2002). Estos estudios experimentales son controlados en distintas situaciones (Vermeeren, 1995): 1. La aplicación de tests de respuesta psicomotora en el laboratorio. 2. El uso de simuladores de conducción en el laboratorio. 3. La conducción de vehículos en un circuito cerrado. 4. La conducción de vehículos en situación de tráfico real. Las variables evaluadas son, entre otras, el tiempo de reacción respecto al de aceleración, la desaceleración y otras situaciones imprevistas, la velocidad de anticipación, el seguimiento de una trayectoria, el nivel de vigilancia, etc. (Vermeeren, 1995; Berghaus, 2002; Rothenberg, 1997; Rothenberg, 1980a; Rothenberg, 1980b; Appel, 1982). Las condiciones experimentales son diversas: grupos experimentales abiertos, grupo experimental y grupo de control, dosis y tiempos de evolución del tratamiento con metadona diversos, etc. (Vermeeren, 1995). Algunos estudios calibran los efectos negativos de esta sustancia en la conducción, pero otros evalúan modificaciones positivas de parámetros específicos de la aptitud para conducir (European Monitoring Centre for Drugs and Drug Addiction, 1999; Berghaus, 2002; Rothenberg y col., 1997; Curran y col., 2001). Las distintas condiciones experimentales evaluadas han sido las siguientes: a) Dosis única de metadona en personas sin ningún antecedente de uso de sustancias. Estos estudios, que han utilizado dosis de metadona de entre 10 mg y 20 mg, han mostrado un incremento del tiempo de reacción, una disminución de los movimientos de seguimiento horizontal de una trayectoria y una disminución de la vigilancia en los sujetos del estudio (Rothenberg y col., 1997; Rothenberg y col., 1980a; Rothenberg y col., 1980b; Jasinski y col., 1986). b) Dosis única de metadona en usuarios crónicos de opiáceos. Los efectos observados en la situación experimental anterior no han sido confirmados en los usuarios crónicos de opiáceos. Se propone como posible explicación la presencia de tolerancia (Rothenberg y col., 1997; Curran y col., 2001). c) Efectos de la metadona en pacientes en programa de mantenimiento. No se han observado desviaciones significativas en los resultados de los tests realizados (Kelley, 1978; Moskowitz y col., 1985; 16). d) Capacidad de conducción de pacientes en tratamiento de mantenimiento con metadona, en comparación con grupos de control abstinentes. En este tipo de estudios, los resultados obtenidos han sido muy variados e incluso contradictorios. Así, algunos estudios reportan que los pacien222 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 223 Capítulo 24. Metadona y conducción de vehículos de motor tes en tratamiento de mantenimiento con metadona obtienen peores resultados en varios parámetros neuropsicológicos y psicomotores (mantenimiento de la atención, latencia de la respuesta, procesamiento de la información, memoria visual y verbal a corto plazo, memoria visual y verbal a largo plazo, resolución de problemas, control del movimiento, memoria de trabajo, toma de decisiones, metamemoria, agudeza visual, acomodación, visión periférica, etc.) que los grupos de control. En otros estudios, los pacientes en tratamiento de mantenimiento con metadona, incluso, obtienen mejores resultados que los grupos de control (Moskowitz y col., 1985; Gritz y col., 1975; Appel, 1976; Grevert y col., 1977; Kubitzki, 1997; Staak y col., 1993; Dittert y col., 1999; Specka y col., 2000; Darke y col., 2000; Mintzer y col., 2002; Hauri-Bionda y col.,1998). e) Comparación de las habilidades de conducción de pacientes con poco tiempo de tratamiento con metadona y pacientes de larga evolución en el tratamiento. Los pacientes de larga evolución en el tratamiento, y con dosis elevadas, obtendrían peores resultados en parámetros de memoria de procesamiento (Grevert y col., 1977). En conclusión, los resultados de los diferentes estudios no parecen aportar una evidencia sustancial de que la metadona modifique algunas funciones importantes para una conducción segura (De Gier, 2003). No obstante, la importante diversidad de los sujetos incluidos en los estudios y la falta de una metodología estandarizada para los distintos estudios experimentales obligan a ser prudentes en la generalización de los resultados (Krüger, 2003). Se sugiere que las condiciones necesarias para que un paciente en TMM pueda conducir sin riesgo se dan si el paciente se implica en el tratamiento de forma responsable y si se abstiene del consumo de otros medicamentos no prescritos, o de drogas y alcohol, de forma absoluta (Battista, 1999). La mayor parte de los autores recomiendan que el carné de conducir de estos pacientes tenga una validez temporal limitada y que los pacientes sean sometidos a valoraciones periódicas de aptitudes (Mørland y col., 2002; De Gier, 2002). La legislación española vigente, en concreto el Real Decreto Legislativo 339/1990, de 2 de marzo, por el que se aprueba el texto articulado de la Ley sobre Tráfico, Circulación de Vehículos de Motor y Seguridad Vial (cap. 1, art. 12.1 y 12.3), así como el Real Decreto 13/1992, de 17 de enero, por el que se aprueba el reglamento general de circulación para la aplicación y el desarrollo del texto articulado de la Ley sobre Tráfico, Circulación de Vehículos de Motor y Seguridad Vial (cap. 4, art. 21; cap. 5, art. 27 y 28), prohíbe la circulación por las vías objeto de la legislación sobre tráfico, circulación de vehículos de motor y seguridad vial del conductor de vehículos de motor, ciclomotores y bicicletas cuando éste ha ingerido o incorporado en su organismo dro223 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 224 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica gas tóxicas o estupefacientes, o se encuentra bajo los efectos de medicamentos o de otras sustancias que alteren el estado físico o mental apropiados para conducir sin peligro. Además, se establece la obligatoriedad de someterse a pruebas para la detección de sustancias estupefacientes, psicótropos, estimulantes u otras sustancias análogas cuando concurran determinadas circunstancias. Las infracciones al precepto legislativo tienen consideración de muy graves (Ley 5/1997, de 24 de marzo, de reforma del texto articulado de la Ley sobre Tráfico, Circulación de Vehículos de Motor y Seguridad Vial). En cuanto a la obtención de la autorización administrativa para conducir, el Real Decreto 772/1997, de 30 de mayo, por el que se aprueba el Reglamento General de Conductores, señala la necesidad de realizar pruebas de aptitud psicofísica, con el objeto de comprobar que no exista enfermedad o deficiencia que pueda suponer incapacidad para conducir, asociada, entre otros, a trastornos mentales y de la conducta o a trastornos relacionados con sustancias. El Real Decreto 1110/1999, de 25 de junio, por el que se modifica el artículo 41 del Reglamento General de Conductores, aprobado por el Real Decreto 772/1992, de 30 de mayo, prevé el procedimiento para la declaración de pérdida de vigencia de la autorización administrativa para conducir cuando el sujeto no cumple algunos de los requisitos que sobre conocimientos, habilidades, aptitudes psicofísicas o comportamientos se exigen para otorgar dicha autorización. 224 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 225 Capítulo 25 Derechos de los pacientes JAUME ROIG LLAVERIA La infección por VIH condicionó la aparición de nuevas estrategias de contención del problema generado por la epidemia de heroína y aceleró la constatación de las insuficiencias en las estrategias de abordaje existentes, como el Programa Libre de Drogas (PLD). Los programas de sustitución se implementaron con el objetivo de reducir los daños generados por el consumo. El consumo ha sido y está estigmatizado por el hecho de deteriorar la personalidad, restringir la libertad y alterar las relaciones sociales. La primera actitud ante este fenómeno ha sido la condena y el rechazo. El toxicómano había sido considerado culpable de una situación amenazante y se le habían ofrecido dos alternativas: la reinserción social mediante el abandono del consumo o la consideración de marginado o paria social. La vía de control mediante drogas de sustitución ha sido factible cuando las consecuencias de la marginación han empezado a plantear problemas graves de seguridad y salud pública. En estos momentos, se empieza a aceptar socialmente que tratamos un fenómeno extremadamente complejo, en el que intervienen factores genéticos, biológicos, sociales, laborales, culturales, etc., que complica mucho la distribución de responsabilidades y exige un mayor respeto social para los afectados. Lejos de estigmatizarlos, hace falta una integración; respetarlos en sus derechos y ayudarlos si lo solicitan y es posible. Se trata de una nueva actitud y exigencia ética. La legislación española siempre ha considerado objeto de sanción penal la producción y el tráfico de drogas ilegales. Las normas reguladoras de los programas de sustitución empezaron con un carácter muy restrictivo, pero en la actualidad se han implementado de una manera generalizada. Así, nos encontramos con muchas personas que no pueden o no quieren abandonar el consumo de drogas y no por eso debemos dejar de luchar por conservar su calidad de vida y su dignidad. El principio básico de toda la vida moral reside en el respeto a la dignidad inherente a todo ser humano (aunque sean muy recriminables sus acciones). Por este motivo, no podemos condenar a las personas dependientes de opiáceos y castigarlas con la “no asistencia”, ni considerar la abstinencia como condición previa al inicio de cualquier actividad asistencial. Una actitud responsable respecto al tema de las drogas supone aceptar un cierto grado de dolor, frustración y fracaso como elementos ineludibles de la vida. Cuando nos encontramos con personas dependientes que quieren y pueden abandonar el consumo, podemos ayudarlas con todos los medios con los que contamos; pero en el caso de las que no pueden o no quieren abandonar su dependencia, tenemos que respetarlas como personas que son y cuidarlas, intentando conservar su calidad de vida en la medida de lo posible. 225 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 226 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica Debemos asegurarnos de que todos los usuarios que entren en un TMM tengan un conocimiento detallado de la sustancia que tomarán (consentimiento informado) y también creemos que lo más ético es que el usuario conozca la dosis de metadona que tomará. Es importante ir reflexionando sobre algunas cuestiones que se plantean en los centros de tratamiento y que no están resueltas como, por ejemplo: ¿pueden existir motivos para negar la inclusión de un paciente en un TMM?, ¿es ética la existencia de las listas de espera?, ¿son justas las expulsiones de un TMM por razones no médicas? Las siguientes recomendaciones están extraídas del Seminario Interdisciplinario de Expertos realizado en 1998 por la FAD: • Los tratamientos de sustitución constituyen una alternativa terapéutica tanto para el tratamiento de las drogodependencias como para la reducción de riesgos y daños asociados. Con los conocimientos actuales, estos tratamientos son formas eficaces e imprescindibles de asistencia a muchos drogodependientes. En algunos casos, pueden ser la alternativa más eficaz. Los tratamientos deberían ser, pues, una terapéutica accesible a cualquier persona que los necesitara. • La eficacia de estos tratamientos tiene que valorarse por los beneficios que aporta a la propia persona dependiente. De ahí la importancia de que se realicen siempre con el consentimiento informado y voluntario de las personas. • Secundariamente, este tipo de tratamiento puede generar beneficios de diverso orden para la colectividad (mayor control de los problemas de salud pública, mejora del orden social, manejo más adecuado de ciertas enfermedades infecciosas, etc.). Pero la búsqueda de beneficios para la estructura social no tiene que anular el respeto a los derechos humanos de los drogodependientes. • La instrumentación de los programas de sustitución no debería limitarse, en lo posible, a la mera dispensación del fármaco, sino que debería ir acompañada de todas las demás medidas de tipo psicológico, social y de apoyo que permitan el mejor desarrollo de la vida social y humana de esas personas, la conformación de un mejor proyecto de integración de la libertad personal y, si es posible, la eliminación de la situación de dependencia. • La incorporación del doble objetivo de estos programas en un único modelo de compromiso asistencial, referido a personas en situaciones muy diversas, crea la necesidad de individualizar los planteamientos terapéuticos. • El desarrollo estratégico de estos programas tiene que estar determinado por los objetivos anteriormente expuestos. Dichos objetivos son los que deben marcar las exigencias de dotación de personal, servicios y medios. • Los programas de sustitución tienen que establecerse incluso cuando no sea posible cubrir todas las exigencias expuestas anteriormente. La mera estrategia de sustitución tiene efectos beneficiosos en muchos casos, aunque no sea posible complementarla con un apoyo psicológico, social y humano adecuado. No obstante, aunque la estrategia de sustitución mediante la dispensación controlada del fármaco tenga en estos casos precisos un efecto terapéutico, hay que trabajar para que la asistencia del drogodependiente cubra objetivos 226 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 227 Capítulo 25. Derechos de los pacientes • • • • • más amplios e integrales, y abarque aspectos psicológicos, sociales, laborales y familiares. De hecho, no cubrir estos objetivos más amplios, cuando así lo demanda y requiere la situación del sujeto, es un déficit asistencial importante que hay que evitar. En cualquier caso, los programas de sustitución tampoco pueden verse, por la misma razón, como la solución definitiva de los problemas de la drogodependencia, ni de la infección por el VIH/sida entre usuarios de drogas. Para el adecuado cumplimiento de todos los objetivos anteriores, son indispensables la evaluación y la reevaluación, cuanto más completas mejor, de todos y cada uno de los programas y del cumplimiento de sus objetivos, huyendo de maximalismos y diferenciando niveles de intervención. Esta evaluación no debe limitarse al cumplimiento de objetivos respecto a los destinatarios de los programas, sino que debe tener en cuenta el impacto y los posibles efectos indeseables sobre los implicados, sobre el entorno y sobre terceras partes afectadas. Habrá que valorar continuamente estos posibles efectos indeseables. Como en todo recurso asistencial, y en coherencia con las responsabilidades sociales de cualquier intervención humana, en los programas de sustitución deben respetarse unos límites en la asistencia, límites que nunca tienen que estar marcados por intenciones sancionadoras de cara al sujeto, sino por la defensa de los intereses del bien común. Los programas de sustitución son justificables éticamente aunque no haya problemas asociados tan graves como el del VIH/sida. No obstante, en las circunstancias actuales, la implantación y la accesibilidad a estos programas y a todos los que persiguen también una reducción real de los riesgos y daños asociados constituyen una prioridad preventiva y terapéutica de primer orden. El rechazo absoluto e indiscriminado a los programas de sustitución debe considerarse no sólo técnicamente incorrecto sino también éticamente inadecuado o imprudente. 1. El consentimiento informado El documento de consentimiento informado (DCI) informa a los pacientes de la naturaleza, los objetivos, los riesgos y los beneficios de los procedimientos diagnósticos y terapéuticos convenientes para su caso, para que puedan tomar las decisiones más adecuadas y de manera libre. La dimensión ética de la relación médico-paciente requiere, primeramente y junto con el aspecto técnico, un trato humano basado en la libertad de decisión del paciente, con un conocimiento previo del riesgo que la decisión conlleva. El DCI garantiza al paciente su derecho de autonomía personal y de decisión sobre su propio cuerpo. 1.1. Definición, importancia e implicaciones del DCI El DCI es el cumplimiento por parte del médico de la exigencia de dejar constancia escrita de la explicación que ha facilitado a un paciente a fin de que éste 227 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 228 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica emita un consentimiento válido en relación con las decisiones clínicas que se le aplican. Los médicos tienen la obligación, por lo tanto, de prestar una asistencia técnica de calidad, así como de respetar y proteger el resto de los derechos que, además del derecho a la vida y a la integridad física y psíquica, puedan verse afectados por la prestación de la asistencia (libertad religiosa, intimidad, imagen, autonomía, etc.). Esta exigencia garantiza al paciente el derecho de autonomía personal y de decisión sobre su propio cuerpo. Por consiguiente, la importancia del DCI radica en el hecho de ser una actividad y una prueba del cumplimiento de la obligación de informar sobre cualquier aspecto y de no tratar a ningún paciente sin su autorización previa. Asimismo, tiene el efecto jurídico de trasladar la responsabilidad al paciente y, por lo tanto, determina su obligación de tolerar los daños que se deriven de la aparición de cualquier circunstancia o hecho asistencial previsible pero inevitable ligado a su proceso patológico o a la intervención médica aplicada, de los que ha sido previamente informado con constancia en el DCI. El paciente tiene derecho a acceder a su historia clínica y a decidir sobre las actuaciones clínicas que le afectan, después de haber recibido la información adecuada sobre el proceso, los riesgos típicos y personalizados, las molestias, los posibles efectos secundarios, la posología y las características de la sustancia. ¿DE QUÉ hay que informar? Según la ley, la información tiene que incluir los riesgos típicos y los personalizados, las molestias y los posibles efectos secundarios. La información debe ampliarse, lo máximo posible, si la intervención médica tiene una finalidad no curativa, o si el binomio beneficios que esperan obtenerse y riesgos de la intervención es similar. En el resto de situaciones, los requerimientos de extensión y contenido de la información se relativizan proporcionalmente a la necesidad clínica de la intervención, llegando a la situación de urgencia en la que no se requiere ningún tipo de información previa. ¿CÓMO se tiene que informar? Es imprescindible que toda la información se exprese y se redacte en un lenguaje asequible y comprensible para el paciente. Hay que considerar que la relevancia estadística no se corresponde con la relevancia clínica, y que ésta es la única que el paciente puede valorar. ¿CUÁNDO debe utilizarse? Es necesario que los médicos entiendan que la historia clínica sigue siendo el lugar físico por antonomasia para registrar los procesos de información y consentimiento. Es recomendable que los médicos adquieran el hábito de incluir en las hojas de evolución clínica las anotaciones y los comentarios que hacen a sus pacientes, ya que las hojas tienen valor probatorio a efectos jurídicos. 228 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 229 Capítulo 25. Derechos de los pacientes Por consiguiente, se puede concluir que un formulario escrito de DCI, independiente de las hojas de evolución clínica (historia clínica), deberá utilizarse siempre que se realicen procedimientos invasivos o que supongan riesgos e inconvenientes notorios y previsibles, susceptibles de repercutir de forma importante en las actividades de la vida cotidiana; por ejemplo, la prescripción de un interdictor, etc. 1.2. Consejos prácticos ¿Cómo debe ser un documento de consentimiento informado para tener en cuenta todos los requerimientos legales y jurídicos? • Se aconseja no utilizar impresos. En caso de hacerlo, deben adaptarse a las situaciones más habituales en nuestro ámbito laboral (prescripción de metadona) y estar consensuados por todo el equipo terapéutico. • Se aconseja la incorporación del texto del DCI al ordenador personal del médico. • El texto del DCI debe individualizarse para cada paciente, y su contenido debe complementarse según los datos que consten en la historia clínica correspondiente. • El contenido (extensión) de la información médica que se incorpore debe ajustarse a las recomendaciones vigentes detallas en este capítulo. • En ningún caso se incluirán en el DCI cláusulas de exoneración de la responsabilidad. 229 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 230 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica Figura 1. Algoritmo de actuación en el proceso de información en la relación médico-paciente MÉDICO PACIENTE Escuchar y colaborar de forma activa Para detectar las necesidades Para expresar necesidades Lenguaje comprensible Gradualidad en la información El derecho / la libertad a limitar la cantidad de información que recibe el médico En la cantidad que el paciente vaya asumiendo Según la patocronia de la enfermedad Proceso de información Vivir el proceso como una obligación ética y no como una obligación moral Vivir el proceso como necesario, para conseguir el objetivo terapéutico y garantizar su autonomía Registro de la información y consentimiento Actitud positiva del paciente a aceptar las propuestas Historia clínica Aceptación y decisiones coherentes con las indicaciones facultativas DCI Firma del DCI La información y el derecho a ser informado no se agotan con la emisión ni la firma del DCI. 230 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 231 Referencias ABBOTT PJ, MOORE B, DELANEY H, WELLER S. 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Actas Esp Psiq 2002; 30(6):337-342. 254 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 255 Anexo 1 Recomendaciones para la administración y el control de Metasedin comprimidos para el tratamiento de mantenimiento con metadona Introducción Actualmente existen comercializadas tres presentaciones de Metasedin comprimidos aptas para su uso en tratamientos de mantenimiento con metadona en dosis de medias a altas, en forma oral sólida: Metasedin 30 mg comp. Envase clínico de 800 comprimidos Metasedin 40 mg comp. Envase clínico de 800 comprimidos Metasedin 5 mg comp. Envase clínico de 100 comprimidos La aplicación de Metasedin en comprimidos para el mantenimiento de drogodependientes a opiáceos requiere tener en cuenta ciertas consideraciones para su correcto uso, desde el punto de vista técnico, y para su mejor control legal como estupefaciente. Se ha considerado oportuna la inclusión de estas recomendaciones para facilitar la correcta dosificación y normalizar el sistema de uso y control de esta especialidad. Las recomendaciones están especialmente dirigidas a los prescriptores de metasedin en régimen de mantenimiento y a los que llevan a cabo la dispensación, ya sea en medio hospitalario o en los centros de dispensación. Los comprimidos de Metasedin® 30 y 40 mg están ranurados para facilitar su fraccionamiento y permitir una gama más amplia de dosis mediante las diferentes combinaciones de comprimidos enteros y fraccionados. El laboratorio fabricante ofrece una tabla para facilitar la dosificación de Metasedin® desde 15 mg hasta 150 mg, con incrementos de 5 mg, utilizando combinaciones de comprimidos enteros y fraccionados. El fraccionamiento manual de comprimidos, como ya se ha demostrado en diferentes estudios, produce con frecuencia porciones desiguales y provoca la adopción de medidas para la conservación de las fracciones no utilizadas. Para evitar el uso de mitades de comprimidos y reducir, tanto como se pueda, las posibilidades de error se propone una tabla de dosificación calculada de forma que no se manejen fracciones de comprimido en ningún caso. 255 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 256 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica Tabla 1. Equivalencias entre metadona solución y metasedin‚ comprimidos Metadona ClH Solución 0,5% Dosis ml 5 mg Metasedin‚ comprimidos 2,5 mg 0,5 1/2 - - 5 mg 1 1 - - 10 mg 2 2 - - 15 mg 3 3 (1/2)* - 20 mg 4 4 - (1/2)* 25 mg 5 5 (1)* - (1/2)* 30 mg 6 35 mg 7 40 mg 8 45 mg 9 1 1 50 mg 10 2 1 55 mg 11 3 1 60 mg 12 65 mg 13 70 mg 14 75 mg 15 80 mg 16 85 mg 17 90 mg 18 95 mg 19 100 mg 20 105 mg 21 110 mg 22 115 mg 23 120 mg 24 125 mg 25 130 mg 26 135 mg 27 140 mg 28 145 mg 29 150 mg 30 155 mg 31 160 mg 32 165 mg 33 170 mg 34 175 mg 35 180 mg 36 185 mg 37 190 mg 38 30 mg 40 mg 1 1 1 1 2 1 1 2 1 1 1 1 2 1 2 3 1 3 2 1 1 1 2 1 1 2 1 2 3 1 3 3 1 1 1 1 3 1 2 2 2 2 1 3 1 3 4 1 4 3 1 1 2 3 2 2 3 2 3 1 4 Los comprimidos se pueden triturar y/o disolver en agua o zumo de frutas. * Excepcionalmente, sólo en el caso de que no se disponga de la presentación de comprimidos de 5 mg. Por otra parte, para una dosis de 25 mg o inferiores, es más adecuada la dispensación en solución. 256 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 257 Anexo 1. Recomendaciones para la administración y el control de Metasedin® comprimidos para el tratamiento de mantenimiento con metadona Tabla 1. Equivalencias entre metadona solución y metasedin‚ comprimidos (continuación) Metadona ClH Solución 0,5% Dosis ml 5 mg Metasedin comprimidos 30 mg 40 mg 195 mg 39 1 1 4 200 mg 40 205 mg 41 210 mg 42 215 mg 43 220 mg 44 225 mg 45 230 mg 46 235 mg 47 240 mg 48 245 mg 49 250 mg 50 255 mg 51 260 mg 52 265 mg 53 270 mg 54 275 mg 55 280 mg 56 285 mg 57 290 mg 58 295 mg 59 300 mg 60 305 mg 61 310 mg 62 315 mg 63 320 mg 64 325 mg 65 330 mg 66 335 mg 67 340 mg 68 345 mg 69 350 mg 70 355 mg 71 360 mg 72 365 mg 73 370 mg 74 375 mg 75 380 mg 76 385 mg 77 390 mg 78 395 mg 79 400 mg 80 5 1 5 3 1 1 1 3 3 3 2 4 2 4 1 5 1 5 6 1 1 1 1 6 3 4 3 4 2 5 2 5 1 6 1 6 7 1 1 1 1 7 3 5 3 5 2 6 2 6 1 7 1 7 8 1 8 3 1 1 1 6 3 6 2 7 2 7 1 8 1 8 9 9 1 3 1 1 1 7 3 7 2 8 2 8 1 9 1 9 10 Los comprimidos se pueden triturar y/o disolver en agua o zumo de frutas. 257 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 258 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica Tabla 1. Equivalencias entre metadona solución y metasedin‚ comprimidos (continuación) Metadona ClH Solución 0,5% Dosis ml 5 mg Metasedin comprimidos 405 mg 81 1 410 mg 82 415 mg 83 420 mg 84 405 mg 81 410 mg 82 415 mg 83 420 mg 84 425 mg 85 430 mg 86 435 mg 87 440 mg 88 445 mg 89 450 mg 90 455 mg 91 460 mg 92 465 mg 93 470 mg 94 475 mg 95 480 mg 96 485 mg 97 490 mg 98 495 mg 99 500 mg 100 505 mg 101 510 mg 102 515 mg 103 520 mg 104 525 mg 105 530 mg 106 535 mg 107 540 mg 108 545 mg 109 550 mg 110 30 mg 10 3 1 8 2 9 10 3 1 1 8 3 1 1 40 mg 8 3 8 2 9 2 9 1 10 1 10 11 1 11 3 1 1 1 9 3 9 2 10 2 10 1 11 1 11 12 1 1 1 1 12 3 10 3 10 2 11 2 11 1 12 1 12 13 13 1 3 11 1 3 11 2 12 1 2 12 1 13 Nota: hay que recordar que los comprimidos de Metasedin® de 30 y 40 mg son solubles (se pueden administrar diluidos fácilmente en agua o zumos). En cambio, los comprimidos de Metasedin® 5 mg no son solubles, por lo cual, al ponerlos en agua o zumos dejan el residuo de excipientes insolubles. La aparición de este residuo, sin embargo, no altera la dosis preparada. 258 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 259 Anexo 2 Orden de 20 de febrero de 1991, reguladora de los tratamientos que contempla el Real decreto 75/1990, de 19 de enero Extracto Artículo 1. Objeto. Constituye el objeto de la presente Orden regular los tratamientos dirigidos a personas toxicómanas dependientes de opiáceos que se lleven a cabo con cualquiera de los principios activos incluidos en el anexo del Real Decreto 75/1990, de 19 de enero, en aquellas pautas en que su duración exceda de veintiún días. Artículo 2. Centros o Servicios de tratamiento. 1. Los tratamientos podrán realizarse solamente en Centros o Servicios sanitarios o sociosanitarios públicos o privados sin ánimo de lucro. 2. Sin perjuicio de lo que establece el apartado anterior, para poder llevar a cabo los tratamientos regulados por esta Orden, se podrán autorizar servicios en los Centros penitenciarios y, excepcionalmente, en otros Establecimientos de carácter no estrictamente sanitario. 3. En todo caso, cualquiera que sea la naturaleza del Centro, Establecimiento o Servicio dentro de los grupos señalados en los apartados anteriores, quedarán sujetos al procedimiento previsto por la presente Orden. Artículo 3. Prescripción, elaboración, conservación, dispensación y administración. 1. Los tratamientos a los que hace referencia esta disposición sólo podrán prescribirse por los facultativos médicos de los Centros y Servicios de tratamiento autorizados. 2. La elaboración, cuando proceda, de la medicación empleada por estos tratamientos, así como la conservación, dispensación y administración, dispensación y administración de los mismos, se llevarán a cabo en los Servicios farmacéuticos de los Centros autorizados de acuerdo con lo que prevé el artículo anterior y, en su defecto, en las unidades que a tal efecto creen el Departament de Sanitat i Seguretat Social, el Servicio Catalán de Salud, el Instituto Catalán de Salud, o en las oficinas de farmacia autorizadas para esta función. 3. A los efectos de lo que prevé el apartado anterior, los Centros autorizados para el tratamiento que no tengan consideración de Centros hospitalarios y en consecuencia, no cuenten con Servicios farmaceúticos hospitalarios podrán tener, previa autorización del Director general de recursos Sanitarios, un depósito de medicamentos que deberá cumplir con los requisitos que prevé el anexo de la presente Orden. 259 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 260 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica 4. La conservación, dispensación y administración de la medicación estarán sujetos a la normativa vigente sobre estupefacientes. 5. La Dirección general de recursos Sanitarios ejercerá, en el ámbito de sus competencias, la vigilancia y control sobre la elaboración, cuando proceda, la conservación, dispensación y administración de este tipo de medicamentos. Artículo 4. Creación de la Comisión de seguimiento de los tratamientos que contempla el Real decreto 75/1990, de 19 de enero. De conformidad con el artículo 4º del Real Decreto 75/1990, de 19 de enero, se crea, adscrita a la Dirección General de recursos Sanitarios del Departament de Sanitat i Seguretat Social, la Comisión de seguimiento de los tratamientos que contempla en el Real decreto 75/1990, de 19 de enero, cuyos miembros será los siguientes: a) Presidente: el director del órgano técnico de drogodependencias. b) Vocales: Un representante de la Dirección General de Recursos Sanitarios; un representante designado por la Administración Central, al que hace referencia el artículo 4º del real decreto 75/1990; y tres personas, de reconocida experiencia en materia de drogodependencia, designadas por el Conseller de Sanitat y Seguretat Social. c) Secretario: lo nombrará el Conseller i Seguretat Social de entre los tres expertos designados por el mismo. Artículo 5. Funciones de la Comisión. 1. La Comisión tendrá las siguientes funciones: a) Emitir informes relativos tanto a las solicitudes de autorización, y si procede sobre las revocaciones, que presenten los Centros o Servicios que prevé la presente Orden. b) Coordinar y evaluar la información sobre la materia objeto de sus competencias. c) Crear, a partir del “Documento de notificación” al que se refiere el artículo 10.2 de esta Orden, un Registro de pacientes. d) Dirimir las controversias que en particular surjan en cuanto a la interpretación y aplicación de esta disposición, y en general, del resto de normativa vigente sobre este tipo de tratamientos. e) Facilitar al departament de Sanitat i Seguretat Social toda la información disponible que éste solicite. f) Todas las otras que se consideren necesarias para el cumplimiento de la presente Orden. 2. En todos los casos se preservará la confidencialidad de los datos incluidos en el registro de pacientes. Artículo 6. Régimen de funcionamiento de la Comisión. 1. La Comisión fijará sus normas de funcionamiento interno y se reunirá, convocada por su Presidente, en sesiones de carácter ordinario y extraordinario. a) Las sesiones ordinarias se llevarán a cabo una vez al mes. 260 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 261 Anexo 2. Orden de 20 de febrero de 1991, reguladora de los tratamientos que contempla el Real decreto 75/1990, de 19 de enero b) Las sesiones extraordinarias se convocarán a instancia del Presidente o cuando lo soliciten, al menos, cuatro miembros de la Comisión. 2. Con el fin de asesorar a la Comisión en todo lo que se crea conveniente, podrán asistir a sus reuniones las personas que, a título individual o en representación de Entidades interesadas en la materia, determine el Presidente. Artículo 7. Procedimiento de autorización. 1. Las solicitudes de autorización de los Centros, Servicios y Establecimientos que quieran llevar a cabo tratamientos con los principios activos citados por el artículo 1º de esta Orden, así como los que los elaboren, conserven, dispensen y administren, deberán estar presentadas de forma conjunta por sus responsables ante el Director general de Recursos Sanitarios. 2. Los escritos de solicitud deberán adjuntar o hacer constar, en su caso, la siguiente documentación: a) Nombre y dirección del Centro o Servicio donde se lleve a cabo el tratamiento, así como la dependencia patrimonial y, si procede, funcional de éste. b) Nombre, dirección, número de colegiado, certificación de la experiencia profesional y título de especialista, en su caso, del responsable médico de los programas de tratamiento. c) Memoria en la que se describan los programas de tratamiento que se pretendan aplicar, incluyendo los criterios sobre indicaciones de los mismos, la duración aproximada prevista y las actividades complementarias a los tratamientos. d) Modelo de documento empleado para fijar los compromisos que adquiera el Centro, Establecimiento o Servicio y la persona que desea seguir el tratamiento. e) Enumeración de los medios materiales y personales del laboratorio, propio o de referencia, donde se efectúen el diagnóstico analítico y el seguimiento y control terapéutico de las personas en tratamiento. f) Servicio farmacéutico u oficina de farmacia encargados de la elaboración, dispensación y administración, así como el nombre y número de colegiación del farmacéutico responsable de la elaboración. g) Descripción física de los locales e instalaciones donde se deban llevar a cabo la elaboración, conservación, dispensación y administración de los medicamentos. 3. Para otorgar la autorización será preceptivo el informe favorable de la comisión que prevé el artículo 5º 1a) de la presente Orden. Podrán ser tenidos en cuenta, igualmente, los informes que emitan las respectivas delegaciones territoriales del Departament de Sanitat i Seguretat Social. 4. Con el fin de poder llevar a cabo los tratamientos, será necesario que la resolución que dicte el Director general de Recursos Sanitarios autorice al Centro o Servicio donde éstos se han de efectuar y al Servicio o Establecimieto farmacéutico que tiene encargada la elaboración, dispensación y administración de los medicamentos. 261 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 262 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica La citada resolución debe emitirse en el plazo de tres meses desde la presentación de la solicitud. En caso de resolución de resolución expresa en el plazo indicado, la solicitud se entiende desestimada. Artículo 8. Revocación de la autorización. 1. Cuando se tenga constancia del incumplimiento de esta norma o del resto de la normativa existente sobre la materia, o cuando razones de índole sanitaria o social lo aconsejen, se procederá a revocar la autorización. 2. En estos casos, será perceptivo el informe de la comisión que prevé el artículo 5º1a) de esta Orden. Artículo 9. Requisitos de la admisión a tratamiento. 1. La inclusión en los programas de tratamiento regulados por esta norma exigirá un diagnóstico previo confirmado de dependencia de los opiáceos y haber realizado, como mínimo, un tratamiento con otra modalidad terapéutica. 2. No obstante, podrán ser incluidas en estos programas de tratamiento las personas dependientes de los opiáceos que, aun no cumpliendo los requisitos del apartado anterior, se encuentren en alguno de los siguientes supuestos: a) Haber contraído la infección por el virus de inmunodeficiencia humana. b) Estar afectados por una patología orgánica severa. Artículo 10. Documento de notificación. 1. El responsable médico del Centro Establecimiento o Servicio autorizado deberá informar a la Dirección General de Recursos Sanitarios, con una periodicidad mensual, de los tratamientos que se hayan realizado. 2. La citada información se instrumentará mediante un “documento de notificación”, en el que deberán constar los siguientes datos: El número de pacientes en tratamiento, con el número de historia clínica, sexo y código de identificación del sistema de información sobre drogodependencias de los mismos, indicando las fechas de alta y baja y los motivos de éstas; el principio activo empleado, así como la vía de administración y su dosis media. DISPOSICION DEROGATORIA Se deroga la Orden del Departament de Sanitat i Seguretat Social de 10 de enero de 1986 (“DOGC” nº 651, de 19 de febrero de 1986) y todas las otras disposiciones de rango igual o inferior a la presente Orden que se opongan o la contradigan. DISPOSICIONES FINALES Primera.- Se faculta al Director general de Recursos Sanitarios para adoptar las medidas oportunas para el desarrollo y cumplimiento de la presente Orden. Segunda.- Esta Orden en vigor al día siguiente de su publicación en el “Diari Oficial de la Generalitat de Catalunya”. 262 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 263 Anexo 3 Real Decreto 75/1990, de 19 enero, que regula los tratamientos con opiáceos de personas dependientes de los mismos Real Decreto 75/1990, de 19 enero, que regula los tratamientos con opiáceos de personas dependientes de los mismos Capítulo I. Disposiciones generales Artículo 1.º Objeto. Constituye el objeto de la presente norma regular los tratamientos con los principios activos que se incluyen en la lista del anexo al presente Real Decreto, cuando se prescriban para el tratamiento de la dependencia de opiáceos en aquellas pautas cuya duración exceda de veintiún días. Art. 2.º Centros o Servicios de tratamiento. 1. Los tratamientos a que hace referencia la presente norma serán realizados únicamente por Centros o Servicios sanitarios públicos o privados sin ánimo de lucro, debidamente acreditados para ello por los órganos competentes de la Administración Sanitaria de la Comunidad Autónoma correspondiente o, en su caso, por los órganos competentes del Ministerio de Sanidad y Consumo. 2. A los efectos que establece el presente Real Decreto, y siempre que se considere oportuno, las autoridades sanitarias de aquellas Comunidades Autónomas que tengan atribuciones en esta materia o en su caso, el Ministerio de Sanidad y Consumo, a través de sus órganos competentes, podrán acreditar servicios en Centros penitenciarios o en otros establecimientos de carácter no estrictamente sanitario. Art. 3.º Prescripción, elaboración, conservación, dispensación, administración y formulación. 1. La prescripción de los tratamientos regulados en la presente norma será realizada por los facultativos de los Centros o Servicios acreditados. 2. La medicación utilizada para estos tratamientos será elaborada, cuando proceda, conservada, dispensada y administrada por los servicios farmacéuticos de los Centros acreditados, de acuerdo con lo previsto en el artículo 2.º o, en su defecto, por los órganos competentes del Ministerio de Sanidad y Consumo o por las oficinas de Farmacia acreditadas al efecto. 3. En todo caso, la elaboración, conservación o dispensación de la medicación a que hace referencia el apartado anterior estará sujeta a la normativa vigente sobre estupefacientes, quedando sometida al control de la Dirección General de Farmacia y Productos Sanitarios. 263 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 264 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica 4. Los medicamentos utilizados para estos tratamientos serán prescritos, formulados, dispensados y administrados en solución oral extemporánea, siempre que sea posible. Capítulo II. Comisiones de acreditación, evaluación y control de Centros o Servicios Art. 4.º Constitución de las Comisiones. 1. Para el ejercicio por las Comunidades Autónomas de lo establecido en el presente Real Decreto se tendrá en cuenta: a) En aquellas Comunidades Autónomas donde no se ha establecido todavía ninguna Comisión de acreditación, los órganos competentes fijarán su composición y régimen de funcionamiento, incorporando, en todo caso, algún miembro en representación tanto de los Planes Autonómicos sobre Drogas como de la Administración Central. b) En las Comunidades Autónomas en las que ya se encuentran establecidas, al amparo de la Orden de 31 de octubre de 1985 (RCL 1985\2681 y APNDL 1975-85, 5045), los órganos competentes podrán modificar la composición y normativa reguladora de las mismas, adaptándola a las directrices del presente Real Decreto. 2. Las Comisiones deberán quedar constituidas en un plazo no superior a dos meses a partir de la publicación del presente Real Decreto. Art 5.º Facultades. Las Comunidades Autónomas fijarán las facultades que tendrán las Comisiones en su ámbito territorial. Entre éstas habrán de figurar las siguientes: 1. Emitir informe en relación con las solicitudes de acreditación presentadas por los Centros o servicios ante el órgano competente de la Administración Sanitaria. 2. Coordinar y evaluar la información sobre la materia objeto de sus competencias. 3. Suministrar a los órganos competentes de la Administración Sanitaria de la Comunidad Autónoma correspondiente o, en su caso, a los órganos competentes del Ministerio de Sanidad y Consumo la información que les sea solicitada, de tal forma que se garantice siempre la confidencialidad de la misma. 4. Establecer un registro de pacientes, con mecanismos que garanticen el derecho a la confidencialidad. La información mínima que debe contener se prevé en el artículo 10. Capítulo III. Acreditación de los Centros o servicios Art. 6.º Criterios generales para la acreditación de Centros o Servicios de tratamiento. 1. El responsable del Centro o Servicio sanitario que desee obtener acreditación para realizar tratamientos con los principios activos a que hace referencia 264 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 265 Anexo 3. Real Decreto 75/1990, de 19 enero, que regula los tratamientos con opiáceos de personas dependientes de los mismos el artículo 1 de la presente norma remitirá a las autoridades sanitarias de la Comunidad Autónoma correspondiente o, en su caso, a los órganos competentes del Ministerio de Sanidad y Consumo, la solicitud con la información que les sea requerida. 2. Las Comisiones de Acreditación, Evaluación y Control de Centros o Servicios emitirán informe sobre la solicitud de acreditación realizada por los responsables de los Centros o Servicios. El informe emitido deberá ser favorable para que pueda otorgarse la acreditación. 3. Sin perjuicio del régimen de funcionamiento que fijen en cada caso las Comunidades Autónomas, y a efectos de la emisión del informe citado en el número anterior, las Comisiones deberán tener en cuenta los criterios siguientes: a) La consecución de un equilibrio entre la demanda y la oferta de este tipo de servicio asistencial en el área territorial correspondiente. b) La prioridad para la acreditación de los Centros o Servicios sanitarios de titularidad pública. c) La experiencia en el tratamiento de toxicómanos por parte del equipo del Centro o Servicio. d) La existencia de adecuación entre los recursos disponibles y los objetivos propuestos. Art. 7.º Tiempo de vigencia de la acreditación. Las autoridades de las Comunidades Autónomas o, en su caso, los órganos competentes del Ministerio de Sanidad y Consumo, previo informe de la Comisión, podrán acreditar Centros de tratamiento y oficinas de farmacia por un período no superior a dos años. La renovación de la acreditación tendrá que ser solicitada antes de que expire dicho período. Art. 8.º Revocación de la acreditación. Las autoridades de las Comunidades Autónomas o, según proceda, los órganos competentes del Ministerio de Sanidad y Consumo, previo informe de la Comisión, podrán revocar la acreditación cuando se evidencie ausencia de cumplimiento de la presente norma o de aquellas que la desarrollen y cuando razones de índole sanitario o social así lo aconsejen. Capítulo IV. Admisión a tratamiento Art. 9.º Admisión a tratamiento. 1. A efectos de la inclusión en los programas de tratamiento regulados por la presente norma se exigirá previamente diagnóstico confirmado de dependencia a opiáceos y haber realizado al menos un tratamiento en otra modalidad terapéutica. Podrán ser solicitados por las Comisiones documentos acreditativos del cumplimiento de tales requisitos. 2. Sin perjuicio de lo dispuesto en el párrafo anterior, podrán ser incluidas en estos programas de tratamiento aquellas personas dependientes de opiáceos 265 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 266 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica que no cumplan las condiciones exigidas, siempre y cuando hayan contraído la infección por el Virus de la Inmunodeficiencia Humana o se encuentren afectados por patología orgánica severa. Capítulo V. Notificación Art. 10. Notificación. El responsable facultativo del Centro o Servicio acreditado para realizar los tratamientos regulados en el presente Real Decreto informará trimestralmente a la Comisión o, en su caso, a los órganos competentes del Ministerio de Sanidad y Consumo, del número de pacientes en tratamiento, señalando también los inicios, interrupciones y finalizaciones de los mismos que se hayan producido, así como las razones que los justifican y los opiáceos empleados. Esta información es considerada como mínima y cada Comisión Autonómica de Acreditación podrá solicitar información adicional. Disposición Adicional Los Centros o Servicios que han sido acreditados al amparo de la Orden de 31 de octubre de 1985 (RCL 1985\2681), reguladora de los tratamientos de deshabituación con metadona, se consideran, asimismo, acreditados para los tratamientos con los principios activos incluidos en la lista del anexo de este Real Decreto, salvo en aquellas Comunidades Autónomas en las que las normativas que lo desarrollen dispongan lo contrario. Disposición Derogatoria Quedan derogadas: la Orden del Ministerio de Sanidad y Consumo de 31 de octubre de 1985 («Boletín Oficial del Estado» número 269 de 9 de noviembre) (RCL 1985\2681 y APNDL 1975-85, 5045), «por la que se regulan los tratamientos de deshabituación con metadona dirigidos a toxicómanos dependientes de opiáceos»; la Resolución de 22 de noviembre de 1985 («Boletín Oficial del Estado» del 27) (RCL 1985\2811 y APNDL 1975-85, 5045 nota), de la Dirección General de Salud Pública sobre «dosificación y criterios de aplicación de los tratamientos de metadona a toxicómanos dependientes de opiáceos», y cuantas otras disposiciones de igual o inferior rango se opongan a lo establecido en este Real Decreto. Disposición Final El presente Real Decreto entrará en vigor el día siguiente de su publicación en el «Boletín Oficial del Estado». Anexo Lista de principios activos sometidos a lo dispuesto en el Real Decreto por el que se regulan los tratamientos con opiáceos de personas dependientes de los mismos Buprenorfina. Metadona. Butorfanol. Morfina. 266 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 267 Anexo 3. Real Decreto 75/1990, de 19 enero, que regula los tratamientos con opiáceos de personas dependientes de los mismos Codeína. Noscapina. Dextropropoxifeno. Opio extracto. Dihidrocodeína. Pentazocina. Etilmorfina. Petidina. Folcodina. Tilidina. Afectado por: • Real Decreto 5/1996, de 15 enero (RCL 1996\576) - art. 1.1: modifica art. 3.2 art. 1.3: modifica art. 9 - art. 2º: añade disp. adic. 2ª - art. 3: mo-difica Anexo • Real Decreto 1131/1990, de 14 sep-tiembre (RCL 1990\1920) - modifica art. 3.º.3 • Orden de 2 abril 1990 (LRM 1990\37) - Disp. adic.: aplica. • Orden de 15 mayo 2000 (LG 2000\196) - desarrolla. • Resolución de 22 noviembre 1985 (RCL 1985\2811) - derogado. • Orden de 31 octubre 1985 (RCL 1985\2681) - derogado. 267 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 268 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 269 Anexo 4 Real Decreto 5/1996, de 15 de enero, sobre modificación del Real Decreto 75/1990, de 19 de enero, por el que se regulan los tratamientos con opiáceos de personas dependientes de los mismos, y de ampliación de su anexo Real Decreto 5/1996, de 15 de enero, sobre modificación del Real Decreto 75/1990, de 19 de enero, por el que se regulan los tratamientos con opiáceos de personas dependientes de los mismos, y de ampliación de su anexo La experiencia acumulada a lo largo de cinco años de vigencia del Real Decreto 75/1990, de 19 de enero, ha demostrado el acierto y la oportunidad de su promulgación como lo demuestra tanto el creciente número de personas afectadas por drogodependencias que se han ido incorporando a programas de sustitución con opiáceos, como el también creciente número de centros que disponen de este tipo de programas para el tratamiento de aquellas personas, habiendo superado el carácter restrictivo de la normativa anterior. No obstante ello, se han puesto también de manifiesto algunas dificultades, en cuanto a la estricta aplicación y operatividad de alguna de sus disposiciones, particularmente en cuanto parece exigir la presencia de un profesional farmacéutico hasta en la fase de tratamiento referida a la administración de la medicación. Igualmente, durante los últimos años ha quedado demostrada la eficacia de este tipo de tratamientos para el control de las patologías infecciosas asociadas, particularmente del VIH como problema grave de salud pública, con lo que se hace preciso proceder a una ampliación y diversificación de los dispositivos asistenciales competentes para llevar a cabo aquellos, posibilitándose la participación en los mismos no sólo de los centros o servicios acreditados para ello, sino también de aquellos facultativos singularmente considerados que soliciten la correspondiente acreditación. Finalmente se considera preciso revisar los requisitos establecidos en el artículo 9 del Real Decreto 75/1990, para la admisión a este tipo de tratamiento, en el sentido de que constaba la existencia de personas que aun no habiendo realizado un tratamiento en otra modalidad terapéutica son tributarias de una indicación de tratamiento con opiáceo. Asimismo suprimir la excepción contenida en el apartado 2 del mismo artículo parece aconsejable, dada la potencialidad preventiva de estos tratamientos en cuanto a la transmisión de la infección por VIH en aquellos individuos que son todavía negativos, pero usuarios de drogas por vía parenteral. Por otra parte, la reciente aparición en los mercados farmacéuticos internacionales de un nuevo producto, como el LAAM (Levo alfa acetilmetadol), con eficacia ya contrastada en varios países en el tratamiento de los adictos a la heroína, y cuya principal ventaja sobre la metadona, radica en que no requiere 269 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 270 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica una administración diaria como ocurre con esta última, hace que sea necesario proceder a su inclusión en la lista de principios activos que como anexo recoge la norma de referencia. La presente norma se dicta al amparo de lo previsto en el artículo 149.1.1. y 16. de la Constitución, al participar sus preceptos de la naturaleza de normas básicas en materia de sanidad o bien constituir legislación sobre productos farmacéuticos, materia de la exclusiva competencia estatal. Todo ello, no obstante, debe entenderse sin perjuicio de las facultades de que disponen las Comunidades Autónomas para promulgar la oportuna normativa de desarrollo en el ejercicio de sus competencias. En su virtud, a propuesta de los Ministros de Justicia e Interior y de Sanidad y Consumo, de acuerdo con el Consejo de Estado y previa deliberación del Consejo de Ministros en su reunión del día 12 de enero de 1996, dispongo: Artículo 1. 1. Se modifica el apartado 2 del artículo 3 del Real Decreto 75/1990, de 19 de enero, quedando redactado de la siguiente forma: “2. La medicación utilizada para estos tratamientos será elaborada, cuando proceda, conservada y dispensada por los servicios farmacéuticos de los centros acreditados, de acuerdo con lo previsto en el artículo 2. En defecto de los mismos, así como también en el supuesto previsto en la disposición adicional segunda, dicha medicación será elaborada, cuando proceda, conservada y dispensada por los órganos de la Administración sanitaria competente o por las oficinas de farmacia acreditadas al efecto. El control de la administración de la indicada medicación será llevado a cabo por profesionales del equipo sanitario que reúnan los requisitos exigidos por las normas vigentes en cada Comunidad Autónoma”. 2. Se modifica el artículo 9 del Real Decreto 75/1990, de 19 de enero, quedando redactado de la siguiente forma: “A efectos de la inclusión en los programas de tratamiento regulados por la presente norma se exigirá previamente diagnóstico confirmado de dependencia a opiáceos. Podrán ser solicitados por las Comisiones documentos acreditativos del cumplimiento de dicho requisito”. Artículo 2. Se añade al Real Decreto 75/1990, de 19 de enero, como disposición adicional segunda, el texto siguiente: “Disposición adicional segunda. 1. No obstante lo dispuesto en los artículos 2.1 y 3.1 del presente Real Decreto, los órganos competentes de la Administración sanitaria de las Comunidades Autónomas correspondientes podrán otorgar, con carácter excepcional, autorización para la prescripción de los tratamientos regulados en esta norma a aquellos facultativos no integrados en centros o servicios acreditados que lo 270 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 271 Anexo 4. Real decreto 5/1.996, de 15 de enero, sobre modificación del real decreto 75/1.990, de 19 de enero,... soliciten ante dichos órganos aportando, además de la correspondiente solicitud, la información adicional que les sea requerida. 2. La concesión de la autorización a que se refiere el apartado anterior deberá contar previamente con el informe favorable de la Comisión de acreditación, evaluación y control de centros y servicios de la Comunidad Autónoma correspondiente, teniendo en cuenta los criterios establecidos en el artículo 6.3 de este Real Decreto, siendo su régimen de vigencia y, en su caso, de renovación el establecido por el artículo 7. 3. Los facultativos que obtengan la correspondiente autorización quedarán sometidos a las mismas obligaciones que establece el presente Real Decreto respecto a los centros y servicios acreditados con el mismo fin, pudiendo las autoridades de las Comunidades Autónomas no renovar la autorización, cuando no resulte oportuna su continuación, o revocarla en los supuestos que establece el artículo 8”. Artículo 3. 1. Se adiciona a la lista de principios activos sometidos a lo dispuesto en el Real Decreto 75/1990, de 19 de enero, recogida como anexo de éste, el denominado Levo alfa acetilmetadol (LAAM). 2. No obstante lo establecido en el apartado anterior, la prescripción,conservación, dispensación y administración del citado principio activo en los tratamientos regulados por el Real Decreto 75/1990, de 19 de enero, quedarán condicionadas a la inscripción de la especialidad que contenga dicho principio activo en el Registro Comunitario de Medicamentos o en el Registro de Especialidades Farmacéuticas del Ministerio de Sanidad y Consumo. Disposición final única. El presente Real Decreto entrará en vigor el día siguiente al de su publicación en el “Boletín Oficial del Estado”. Dado en Madrid a 15 d enero de 1996 Juan Carlos R. El Ministro de la Presidencia ALFREDO PEREZ RUBALCABA 271 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 272 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 273 Anexo 5 Notificación de inclusión en tratamiento con agonistas opiáceos 273 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 274 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 275 Anexo 6 Lista mensual de usuarios en tratamiento con agonistas opiáceos 275 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 276 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 277 Anexo 7 Notificación de inclusión en tratamiento con agonistas opiáceos en oficinas de farmacia 277 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 278 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 279 Anexo 8 Hoja mensual de control del tratamiento con agonistas opiáceos 279 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 280 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 281 Anexo 9 Guía breve de los tratamientos de mantenimiento con metadona XAVIER CASTELLS CERVELLÓ y PILAR DURO HERRERO Proceso de inducción al tratamiento de mantenimiento con metadona Período Dosis (mg) Observaciones Si la tolerancia es baja o dudosa: dosis inicial de 10 mg-20 mg. Si la tolerancia es alta: dosis inicial de 25 mg-40 mg. 1.er día 10-40 mg Cada 3-5 días Aumentar 5-10 mg/día hasta la dosis de estabilización** Observar al paciente durante 2-3 h para detectar signos de intoxicación. En el caso de abstinencia a opiáceos, añadir dosis suplementarias.* No aumentar más de 20 mg a la semana. Ver el capítulo 2 ** En caso de sintomatología de abstinencia, aumentar la dosis 5 mg-10 mg. En caso de sintomatología grave, aumentar 20 mg-30 mg. ** La dosis de estabilización es la que permite que no haya síntomas de abstinencia a opiáceos ni deseo de consumo sin que aparezcan signos de sobredosificación (miosis, sedación, etc.). Equivalencias de opiáceos Opiáceo Buprenorfina Buprenorfina Codeína fosfato Codeína Dextropropoxifeno Diacetilmorfina Diacetilmorfina (en dosis única) Diacetilmorfina Diacetilmorfina (en dosis única) Dihidrocodeína Hidrocodona Hidromorfona Hidromorfona Levorfanol Levorfanol LAAM Metadona Morfina*** Morfina (en dosis única) Morfina retard Morfina Morfina (en dosis única) Petidina o meperidina Petidina o meperidina Oxicodona Oxicodona retard Pentazocina Tramadol Tipo de equivalencia Vía SOISA DAE DAE DAE sl iv po iv SOISA SOISA SOISA SOISA SOISA DAE DAE DAE DAE DAE SOISA SOISA SOISA SOISA SOISA SOISA SOISA DAE DAE DAE DAE DAE DAE iv iv pulm. pulm. po po po iv po iv po iv po po po iv iv po iv po po po po Dosis diaria de opiáceo en mg equivalente a 1 mg diario de metadona po 0,2 0,02 - 0,03 3 - 20* 1 - 15* ND 2-3 1 36 12 10 - 15 5 0,75 0,15 0,2 0,1 1 - 1,2** 1 6 3 6 4,5 1,5 45 10 - 15 2,5 - 3 2 12,5 1 - 1,2 Adaptado de Preston (1996), Seivewright (2000), Ballantyne (2003), White (2002) y Seidenberg (2000). SOISA: dosis equivalente para un efecto de saturación opioide inhibidor del síndrome de abstinencia. DAE: dosis analgésica equivalente. sl: sublingual; iv: intravenosa; po: vía oral; pulm: vía pulmonar, fumada; ND: no disponible. No se ha encontrado ninguna equivalencia directa con la MTD. * Las cifras de bioequivalencia son muy variadas entre las fuentes consultadas. ** Bioequivalencia con LAAM/48 h. *** La dosis equianalgésica iv entre la morfina y la MTD es de 1; por este motivo, en muchos tratados aparece esta cifra como dosis de SOISA. 281 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 282 Tratamiento de mantenimiento con metadona. Manual de práctica clínica Interacciones farmacológicas de Desipramina niveles plasmáticos del antidepresivo Mon Fluoxetina Poca Paroxetina niveles plasmáticos MTD Este niveles plasmáticos MTD Prob Posi Fluvoxamina ↓ Fenobarbital ↓ niveles plasmáticos MTD ↓ SAO Carbamazepina Antiepilépticos niveles plasmáticos MTD ↓ Barbitúricos Obse ↓ ISRS Efecto ↓ ADT Fármaco Fenitoína ↓ niveles plasmáticos MTD SAO ↓ ↓ niveles plasmáticos MTD SAO ↓ Aumento de la concentración plasmática de dextrometorfano ↓ do Alt Debe do Alt ↓ Sin r Antitusígenos Dextrometorfano Anticoagulantes orales Acenocumarol Aumento del efecto anticoagulante con el consecuente aumento del riesgo de hemorragia Mon Antifúngicos Fluconazol ↓ niveles plasmáticos MTD Rele Antagonistas H2 Cimetidina ↓ niveles plasmáticos MTD. Intoxicación por MTD Sust Rifampicina Tuberculostáticos Rifabutina Se re Mon Didanosina ↓ concentración de didanosina (ddI) Mon Estavudina ↓ concentración d'estavudina (d4t) Rele niveles plasmáticos zidovudina Ritonavir ↓ niveles plasmáticos MTD SAO moderada-severa generalmente en la 2.ª semana de tratamiento ↓ ↓ niveles plasmáticos MTD SAO ↓ ↓ niveles plasmáticos MTD Nelfinavir ↓ niveles plasmáticos MTD Amprenavir Lopinavir ↓ ↓ niveles plasmáticos MTD No evidencia de SAO ↓ ↓ niveles plasmáticos MTD SAO Para más información sobre el mecanismo de acción, véase el texto del capítulo 3. 282 do Zidovudina Inhibidores Nevirapina de la transcriptasa inversa no análogos de los nucleósidos Efavirenz (NNRTI) Inhibidores de la proteasa (IP) do ↓ Inhibidores de la transcriptasa inversa análogos de los nucleósidos (NRTI) ↓ niveles plasmáticos MTD SAO ↓ ↓ niveles plasmáticos MTD SAO ↓ do do Sin r do Se h do manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 283 Anexo 9. Guía breve de los tratamientos de mantenimiento con metadona armacológicas de la metadona Monitorización de los niveles plasmáticos de desipramina Poca relevancia clínica Estereoselectividad hacia la (R) MTD Probablemente se trate del ISRS con más interacciones con la MTD. Posible SAO si se interrumpe el ISRS. Posible intoxicación por MTD cuando se introduce la fluvoxamina ↓ ↓ dosis MTD Alternativa terapéutica en caso de epilepsia ác. valproico Debe evitarse la coadministración ↓ dosis MTD Alternativa terapéutica ác. valproico ↓ Sin relevancia clínica establecida Monitorización del tiempo de protrombina y ajustar la dosis de acenocumarol según el tiempo Relevancia clínica NO establecida Sustituir la cimetidina por ranitidina o por un inhibidorde la bomba de H+ ↓ dosis MTD ↓ dosis MTD Se recomienda no administrar dosis superiores a 500 mg/día de ZDV en pacientes tratados con metadona. Monitorizar el estado clínico y la concentración de zidovudina. Monitorizar el estado clínico y aumentar la dosis de didanosina, si es necesario. Relevancia clínica NO establecida ↓ dosis MTD ↓ dosis MTD Sin relevancia clínica ↓ dosis MTD Se ha observado en la administración conjunta con abacavir ↓ miento Observaciones dosis MTD 283 manual_metadona 4/5/09 07:54 Página 284