Mitos y omisiones de los defensores del fracking

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Mitos y omisiones de los defensores del fracking
00:17 23/09/2013
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MARISTELLA SVAMPA (*) y ENRIQUE VIALE (**)
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Con enormes recursos económicos, un gran poder de lobby, con la complicidad de los gobiernos y bajo el
siempre legitimado envase del "conocimiento CIENTÍFICO", LAS EMPRESAS petroleras están desplegando una
serie de acciones y relatos donde ocultan copiosa y fundada información que cuestiona la técnica del fracking y
minimizan las expresiones y trabajos de las asambleas ciudadanas, organizaciones sociales e investigadores
independientes.
En esta línea, en una nota colectiva publicada por este diario ("Las Heras, el terremoto que no existió") nos
acusan deDIFUNDIR falsos diagnósticos respecto de un sismo ocurrido en Las Heras, en julio de este año,
reproducido por diferentes MEDIOS DE COMUNICACIÓN. Sin embargo, no compartimos en absoluto tal
acusación ya que dicha información fue producida por el Centro Nacional de Información de Terremotos del
Servicio Geológico de Estados Unidos, una fuente reconocida y confiable, que al parecer –según proponen los
autores– difundió "información errónea" en su sitio web. Tampoco confirmamos que el sismo hubiera sido
provocado por los pozos de fracking: sólo establecimos la posibilidad de que pudiera tratarse de un sismo
inducido, al tiempo que manifestamos nuestra preocupación de que éste se registrara en una zona de "baja
sismicidad", donde nunca había sucedido un acontecimiento similar, cerca de los únicos tres pozos de fracking
que hay en Santa Cruz.
Más allá de eso, lo cierto es que la información científica disponible plantea la relación entre sismicidad y
fracking. Por ejemplo en ARKANSAS, una región geológicamente estable de ESTADOS UNIDOS, desde que
comenzaron las operaciones de fractura hidráulica se registraron más de 1.200 temblores, todos de menos de
4,9 grados de intensidad. Tal como documenta el técnico y geógrafo Roberto Ochandio, con vasta trayectoria en
el campo del petróleo, "cuando dejó de hacerse estimulación hidráulica, la cantidad de temblores se redujo
inmediatamente en dos tercios. De acuerdo al Servicio de Geología de Arkansas, las operaciones de fractura se
llevaban a cabo sobre una falla geológica estructural. Como consecuencia se presentó un juicio de clase contra
las compañías que perforan por gas en el centro de Arkansas".
Recientemente Raúl Estrada Oyuela, miembro de la Academia Argentina de Ciencias del Ambiente, escribió que
"el Departamento del Interior de los Estados Unidos señala que, desde que comenzaron los registros en 1776,
el pueblo de Youngstown, Ohio, nunca había experimentado movimientos sísmicos pero que, a partir de enero
de 2011, se registraron 109 temblores y que nuevas investigaciones revelan que pueden ser consecuencia de la
explotación de hidrocarburos no convencionales" ("Clarín", 18/9/2013). En suma, la relación entre sismicidad y
fracking no es ninguna fabulación ecologista y suponemos que tampoco producto del error informativo de uno o
varios centros científicos estadounidenses. Sucede que LOS DEFENSORES del fracking buscan
sistemáticamente no sólo minimizar los riesgos ambientales, ignorando la información científica existente, sino
también pretenden aplicar el principio ambiental precautorio al revés de lo que establece la legislación: ya que
es quien introduce una actividad o sustancia en la sociedad quien debe probar la inocuidad de la misma sobre
los ecosistemas y la salud de las personas. De no poder hacerlo, se dispara este principio ambiental que obliga
a las autoridades a no permitir la actividad hasta que esta incertidumbre esté resuelta.
Por otro lado, entre los mitos y falacias que difunde la industria petrolera se perciben diferentes estrategias. Esto
sucede en Neuquén y Río Negro, provincias en las cuales ya se está explotando gas no convencional con la
metodología del fracking. Así, en Neuquén predomina la estrategia nacional: después de la bochornosa
aprobación del convenio de la provincia con YPF que, de la mano de Chevron, abre la puerta al ingreso masivo
del fracking en Vaca Muerta, el gobierno nacional y el neuquino se abocaron a bombardear a la población
con PUBLICIDAD acerca de las bondades de la explotación de hidrocarburos no convencionales, negando y
omitiendo los riesgos ambientales del fracking o de la "estimulación hidráulica". Esto hicieron tanto YPF como el
Instituto Argentino de Gas y Petróleo (IAPG) –entidad que representa a las patronales del petróleo y el gas,
entre las cuales están Chevron, YPF, Esso, PAE, Repsol, Techint, Siderca– a través de costosas solicitadas en
los principales medios del país.
La estrategia en Río Negro es diferente, ya que no sólo se minimizan los riesgos ambientales, también se niega
el hecho en sí mismo, aun si con ello saltan las contradicciones y se evidencian las omisiones. Contradicciones:
mientras el gobernador Weretilneck sostiene que no hay fracking en Allen, el senador Pichetto afirma que
"NUESTRAprovincia no tiene Vaca Muerta, no hay que hacer un sistema de extracción petrolera con el
mecanismo de fracking, ha habido a lo mejor algunas experiencias que se han hecho en uno o dos pozos de
Allen, pero de ninguna manera el sistema petrolero rionegrino es un sistema que no use los métodos
convencionales" (Noticiasnet.com.ar). O sea, a diferencia del gobernador, el senador Pichetto confirma lo que
vienen denunciando los vecinos de Allen: ya se hizo fracking en una o dos chacras. Esto efectivamente sucedió
hacia el 15 de agosto, cuando una flota de 25 camiones de gran porte, transportado arena y sustancias
químicas, ocupó la planta de la ex cooperativa Millacó y se desplazó luego a la zona de chacras, en la costa del
río. Y por lo que evidencia tanto el movimiento incesante de camiones como los dictámenes ambientales a los
que pudimos acceder, esto sólo es el comienzo…
Omisiones: la empresa Apache, en una reciente solicitada, no niega que se haga "estimulación HIDRÁULICA" o
sea fracking. Como otras empresas, minimiza el impacto ambiental, la utilización del agua, las sustancias
químicas peligrosas, la ocupación de tierras… También omite información crucial, entre ella, que en Allen hay
por lo menos 160 pozos de gas, que la progresión fue en aumento en los últimos tres años, que a través de
contratos de servidumbre que incluyen de 1 a 1,5 hectáreas se realiza una utilización intensiva del territorio, a
través de plataformas multipozos (casi siempre asociadas a la explotación de gas no convencional); que no se
sabe a dónde va a parar el fluido de retorno… Pero además de información engañosa y deficiente, en su
solicitada Apache no dice que en Allen lo que se explota es tight gas o gas de arenas compactas, el cual,
aunque difiere del shale gas de Vaca Muerta, es también gas no convencional y requiere de una metodología
similar para su extracción.
Además, más allá del Valle de Río Negro, Apache ya tiene otros frentes de conflicto. En Zapala, donde llevó a
cabo el primer pozo de fracking del país, la empresa ingresó sin la autorización de la comunidad mapuche Gelay
Ko y actualmente está acosando a la comunidad Wincul Newen, para realizar tareas de exploración sísmica en
la ZONA de Portezuelo.
Por último, desde los oficialismos y las empresas los discursos afirman que la actividad hidrocarburífera no
tendría impacto sobre las economías regionales preexistentes. Pero, como lo muestra la experiencia, lo que
sucede es todo lo contrario: la avanzada extractiva produce la dislocación del tejido económico y social previo.
Esto incluye, además de la dimensión ambiental, otras vinculadas al estilo y calidad de vida, ya que allí donde
irrumpen las actividades extractivas a gran escala se consolidan fuertes estructuras de desigualdad: el
"derrame" económico beneficia a unos pocos, los alquileres y el costo de la vida se disparan al ritmo de los
sueldos de los trabajadores petroleros o mineros; las localidades se convierten en pueblos-campamentos o en
ciudades-commodity; se exacerban los problemas ligados a la prostitución, a la trata, a la inseguridad, a la
adicción... Tal como lo ilustran de modo doloroso varias ciudades del sur, entre ellas Comodoro Rivadavia,
debemos pensar entonces la contaminación no sólo como un proceso ambiental sino también como algo más
amplio y global que incluye la esfera social, económica y cultural. Algo que nos interroga, sin duda, acerca de si
ése es el tipo de sociedad que queremos construir para nosotros y las futuras generaciones.
(*) Investigadora y escritora, Conicet
(**) Presidente de la Asociación Argentina de Abogados Ambientalistas
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