Discurso del Profesor Federico Mayor, Director - unesdoc

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DG/98/33
Original:
Español/francés/inglés
ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS
PARA LA EDUCACIÓN, LA CIENCIA Y LA CULTURA
Discurso
del Profesor Federico Mayor
Director General
de la Organización de las Naciones Unidas
para la Educación, la Ciencia y la Cultura
(UNESCO)
con motivo de la
entrega del Premio Simón Bolívar
UNESCO, 19 de octubre de 1998
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[El Director-General empieza su discurso en español]
"Volando por entre las próximas edades, mi imaginación se
fija en los siglos futuros, y observando desde allá, con
admiración y pasmo.me siento arrebatado y me parece que ya lo veo
en el corazón del universo".
Simón Bolívar, el paladín de la independencia, la libertad
y la dignidad de los pueblos de América, pronunció estas palabras
el 15 de febrero de 1819, ante el Congreso de Angostura. Su
exposición visionaria era la de un continente unido. El ideal
bolivariano de un mundo más libre, tolerante, solidario, justo
y desarrollado coincide cabalmente con los principios que
proclama la Constitución de la UNESCO y la Carta de las Naciones
Unidas. La realidad ejecutiva de esos ideales está representada
por miles de hombres y mujeres, que constituyen testimonios
vivientes, con frecuencia anónimos, de esfuerzo y de abnegación,
en aras del nuevo mundo que nos empeñamos en edificar
conjuntamente. Las dos personas que vamos a honrar hoy aquí
simbolizan como pocas esos valores éticos que son la esencia de
nuestra misión.
Señor Presidente de la Conferencia General,
Señor Presidente del Consejo Ejecutivo,
Doña Rigoberta Menchú, Premio Nobel de la Paz y
Embajadora de Buena voluntad de la UNESCO,
Señor Ministro y querido amigo don Miguel Angel Burelli
Señor Don Javier Pérez de Cuéllar, ex Secretario General de las
Naciones Unidas,
Distinguidos miembros del Consejo Ejecutivo,
Señores Delegados Permanentes, Embajadores y miembros del Cuerpo
Diplomático,
Señor Presidente Don Mário Soares y profesor Milad Hanna,
laureados en 1998 con el Premio Internacional Simón Bolívar,
Mis queridos amigos y colegas,
Señoras y señores,
Una vez más, me corresponde el honor de entregar el Premio
Internacional Simón Bolívar. Los galardonados de esta séptima
edición son dos figuras prominentes que el Jurado Internacional
del Premio, compuesto de personalidades representativas de
diferentes regiones del mundo, me recomendó designar. Con gran
satisfacción acogí la recomendación, tras las deliberaciones
efectuadas en la reunión internacional virtual de los días 22 y
23 de septiembre pasado. Acabamos de tener la experiencia de
intervenciones virtuales, por vídeo o por Internet, durante el
importante debate en el Consejo Ejecutivo consagrado a los
Derechos Humanos y al gran proyecto de la Ruta del Esclavo. En
aquella ocasión, los miembros del jurado intervinieron, unos en
la Sede, otros en distintas partes del mundo. Se encontraban en
la Sede, la Presidenta del jurado, que actuó de forma magistral,
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la Profesora Lourdes Arizpe, ex Subdirectora General de Cultura
y Don Francisco Kerdel Vegas, Embajador, Delegado Permanente de
Venezuela ante la UNESCO; el Embajador Mizio Kuroda nos hablaba
e intervenía desde Tokio, en Japón; el Ministro Bronislaw Geremek
- que hoy también ha participado en el Consejo Ejecutivo-, lo
hacía en aquella ocasión, no desde Varsovia, sino desde Nueva
York, donde asistía a la reunión de la Asamblea General de las
Naciones Unidas; y el Profesor Paulin Hountandjou, de Benin, nos
hablaba y emitía su opinión desde Johanesburgo, en África del
Sur.
Mário Alberto Nobre Soares es un hombre de todos los
combates en pro de los derechos humanos, la dignidad de los
pueblos, la justicia y la paz. Con apenas 19 años de edad, se
incorporó a las filas del Movimiento de Unidad Nacional AntiFascista. Luego, participó en el Movimiento de Unidad
Democrática. Al graduarse de abogado, se dedicó a la defensa de
los prisioneros políticos y denunció las arbitrariedades de la
dictadura imperante. Estas actividades le valieron doce arrestos,
la deportación sin juicio previo a Sao Tomé y más tarde el
exilio.
Durante los años que vivió exiliado aquí en Francia,
reanudó su carrera docente -había dirigido en Lisboa el Colegio
Moderno que creó su padre, y que hoy dirige su hija Doña Isabel,
que esta noche nos honra con su presencia y a quien me complazco
en expresar mi deferente homenaje-; esta actividad le llevó a
impartir cursos en las universidades de Vincennes y La Sorbona.
Al estallar la "Revolución de los claveles", en abril de
1974, el Dr. Soares se incorporó al movimiento transformador,
decidido a participar en el proceso democrático que se iniciaba.
En los meses que siguieron a la Revolución, el futuro de Portugal
no presentaba los mejores augurios. Sin duda la mayoría de la
población anhelaba un régimen de libertades públicas y de respeto
de los derechos humanos. Pero estas aspiraciones cívicas no
hallaban eco en las vetustas instituciones políticas entonces
vigentes. Este desfase entre la plenitud de una sociedad ansiosa
de renovarse y unas estructuras obsoletas, ponía de relieve la
necesidad de reformas profundas. El ambiente de conflicto social,
la
crisis
económica,
los
problemas
derivados
de
la
descolonización y las reivindicaciones corporativistas tampoco
contribuían a facilitar la tarea renovadora.
El propio Dr. Soares ha relatado más de una vez, en
párrafos llenos de colorido, los acontecimientos de aquellos
meses. En el "verano caliente" de 1975, ni siquiera los
observadores más optimistas pensaban que en Portugal sería
posible reformar pacíficamente las instituciones y organizar un
Estado de derecho en un ambiente de respeto y de concordia, en
el que el diálogo y la negociación sustituyeran al rencor y la
violencia.
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Sin embargo, los partidos políticos que habían aceptado las
reglas del juego democrático, lograron realizar con éxito la
difícil transición a un régimen de libertades y pluralismo
auténtico. Este triunfo de los ideales republicanos resonó con
fuerza en el mundo entero y ha sido durante mucho tiempo una
fuente inestimable de inspiración para quienes defienden estos
mismos valores. No cabe duda de que, en gran medida, este éxito
se debió, a la lucidez, a la habilidad política y al tesón de
Don Mário Soares.
Como Ministro de Asuntos Exteriores de tres gobiernos
provisionales, el Dr. Soares desempeñó un papel fundamental en
la descolonización de los países africanos sometidos al imperio
portugués. Las reuniones de Dakar, con el futuro presidente de
la República Popular de Cabo Verde, Arístides Pereira, y las de
Lusaka, con Samora Machel que llegaría a ser presidente de
Mozambique, propulsaron el llamado "espíritu de Bissau". Gracias
a este impulso, la antigua potencia colonial y las nuevas
repúblicas independientes se comprometieron a "asumir el pasado
y a extraer de él las lecciones que les permitieran marchar
juntas por la senda del progreso".
En calidad de Primer Ministro, del primer gobierno
democrático, Soares tuvo que hacer frente a la reinserción de los
"retornados" -casi un millón de portugueses repatriados de las
antiguas colonias africanas- así como a una situación económica
particularmente grave. En sus mandatos sucesivos, se aprobó la
legislación que echó las bases del Estado de derecho: el Código
Civil, la ley de separación de poderes y la reforma agraria,
entre otras. Durante la etapa que estuvo en la oposición, de 1978
a 1983, participó en la revisión de la Constitución, que
finalmente consagró la vigencia de un régimen pluralista y civil.
En enero de 1986, Mário Soares se convirtió en el primer
presidente elegido mediante sufragio universal directo en la
historia
del
país.
Este
mandato
popular
se
confirmó
clamorosamente con su reelección en 1991.
Señoras y señores:
A lo largo de su dilatada carrera política, Mário Soares ha
dado muestras fehacientes de su vocación internacional. Al tiempo
que mantenía los lazos con las ex-colonias portuguesas de África,
trabajó arduamente a fin de estrechar los vínculos de su país con
el resto del continente europeo. En 1985, le correspondió el
honor de firmar el tratado de adhesión, por el que Portugal se
incorporó a la Comunidad Europea. En calidad de vicepresidente
de la Internacional Socialista, ha presidido las comisiones
encargadas del Cercano Oriente y de América Latina. En fecha
reciente, encabezó la misión que examinó el problema del
terrorismo en Argelia. El Secretario General de las Naciones
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Unidas recibió hace poco el informe final de este equipo de
trabajo.
La última etapa de este recorrido vital sui generis, es la
Fundación que Mário Soares decidiera crear en 1991. En esa
institución, el Presidente nos deja las vías de acceso más
relevantes a la Historia Contemporánea de Portugal. Más de dos
millones de documentos de su archivo personal, perfectamente
clasificados, que se encuentran a la disposición de los
estudiosos de este período. En contraste con el secreto que suele
prevalecer en los medios políticos, Mário Soares nos abre la
totalidad de su escritorio --desde la humilde estafeta del
estudiante opositor de los años cuarenta, hasta los elegantes
portafolios del Presidente de la República--. Es una lección más
de inteligencia y dignidad, de quien ha sabido encarnar como
pocos las ansias de libertad de un pueblo, de una época, de una
transparencia particular. Mário Soares es, pues, un ciudadano del
mundo, como lo acredita su ejecutoria y el crecido número de
universidades que le han otorgado doctorados honoris causa. A
este respecto deseo decir que tuve el gran honor, la gran
satisfacción, tanto humana como académica, de ser su padrino en
la Universidad de Evora, cuando se le confirió este galardón.
Ha recibido decenas de premios y reconocimientos, tanto de
Gobiernos como de organismos internacionales. Entre los más
destacados, citaré el Premio Internacional de Derechos Humanos,
otorgado por las Naciones Unidas en 1977 y el Premio Robert
Schumann, que la Comunidad Europea le concedió el año pasado.
Señoras y señores:
Tengo el honor de conocer desde hace muchos años al
Presidente Soares, tantos años como le admiro. Es un líder
ejemplar. Tiene sin embargo un secreto. Es un secreto a voces.
Se llama María Jesús, su mujer y cómplice en su lucha incansable
en favor de la dignidad humana. Vaya a ella, a través de su hija,
nuestra felicitación y abrazo.
[Le Directeur général continue en français]
Monsieur le Président,
Mesdames, Messieurs,
Le deuxième lauréat, le professeur Milad Hanna, est le fils
d'une des civilisations les plus anciennes du monde. Il se sent
l'héritier de l'Egypte des dynasties pharaoniques, de l'Egypte
hellénistique, de l'Egypte romaine, de l'Egypte arabe, de
l'Egypte africaine et méditerranéenne. Bref, il se sent
l'héritier de l'Egypte pluriculturelle, et prône l'unité
nationale dans le respect des différences.
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C'est en prison, où il est jeté pour délit d'opinion, qu'il
a trouvé les piliers de son identité culturelle et ceux de tout
son peuple. Dans cette prison, il n'est pas tombé en dépression,
en désespoir ou en haine. Il est tombé en réflexion. Et là, au
plus profond de son être, il a découvert que le respect et
l'acceptation de l'autre, en Egypte, était un phénomène courant
de la vie quotidienne, bien avant la proclamation de la
Déclaration universelle des droits de l'homme.
Les écrits du Professeur Hanna font de lui un des champions
"bolivariens" de la liberté, de l'indépendance et de la dignité
humaine. C'est en 1957 qu'il commence à s'inquiéter des
conséquences de l'urbanisation croissante, notamment pour la
préservation de l'environnement et du patrimoine archéologique.
Il a revendiqué le droit des citoyens aux revenus modestes
d'habiter un logement adéquat moyennant un loyer modique,
suggérant des solutions telles que la subvention des loyers et
la taxation des résidences de luxe par un impôt de solidarité
sociale. L'aggravation de la situation du logement dans les
années 1970 l'incite à tirer la sonnette d'alarme auprès des
pouvoirs publics.
En 1978 paraît son livre: "I want Shelter", qui provoque
son emprisonnement. Libéré en 1981, il est nommé, trois ans
après, président de la Commission du logement de l'Assemblée du
peuple. Ses prises de position et ses écrits ont suscité de
nombreuses polémiques. Et ses propositions de loi, destinées à
améliorer le sort de la population marginale vivant dans les
cimetières et les bidonvilles, ont été rejetées.
J'ai eu le privilège de recevoir des mains du Professeur
Hanna, pendant la Conférence de Stockholm sur les politiques
culturelles, un livre lumineux et inspirateur: "Towards a bright
milennium". En le parcourant, j'ai admiré l'intellectuel
optimiste et engagé,
l'humaniste authentique et l'homme de
culture, qui poursuit la quête incessante d'une culture de paix
agissante dans le comportement quotidien de l'être humain.
Le professeur Hanna, qui assume également la présidence du
Comité de la culture scientifique du Conseil supérieur de la
culture en Egypte, a fait le choix du dialogue en ce qui concerne
les questions sociales et culturelles d'envergure internationale.
Après l'effondrement des blocs, il ne cesse de prôner sa
conviction la plus intime: l'acceptation de l'autre, avec ses
différences, est le passage obligé vers un avenir de cohabitation
pacifique à l'intérieur d'une societé et entre les sociétés.
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[The Director-General continues in English]
This afternoon, when I
my office, he told me that a
perhaps in few weeks he will
subject matter is precisely
had the pleasure of meeting him in
new book is now ready. He added that
be able to give me that book, whose
this recognition of others.
In his unfailing attitude of comprehension, of openness
towards others, Professor Hanna is an example for the present
days. He constantly tries to give a hand to those who are in
urgent need. It is for this reason that I am so delighted to have
here today a man who represents a living example of tolerance.
As you know, at the initiative of UNESCO, the General Assembly
proclaimed 1995 the United Nations International Year of
Tolerance. It was a way for all the UN system and the
international community to celebrate the 50th anniversary of the
foundation of the United Nations.
[Le Directeur général termine en français]
Monsieur le Président de la Conférence générale,
Monsieur le Président du Conseil exécutif,
Monsieur le Ministre,
Monsieur l'Ambassadeur,
Mesdames, Messieurs,
Vous avez bien voulu, Monsieur le Président du Conseil
exécutif, faire un geste significatif pour marquer le vingtième
anniversaire de la création du Prix international Simón Bolívar
et je vous en remercie. En vingt années d'existence, ce Prix n'a
perdu ni de sa pertinence, ni de son prestige, bien au contraire.
Pour la pertinence, il suffit de rappeler les thèmes du débat qui
vient d'avoir lieu - droits de l'homme, éducation aux droits de
l'homme, esclavage. Pour le prestige, il suffit de constater le
nombre et l'excellence des candidats présentés, originaires des
cinq régions du monde. Je dois toutefois exprimer, à ce propos
un regret: que les candidatures féminines ne soient pas plus
nombreuses. Vous me demandez souvent, Monsieur le Président du
Conseil exécutif, de vous faire rapport sur la participation des
femmes à la mise en œuvre du Programme. Ici, parmi toutes les
candidatures présentées ne figurait qu'une seule femme. Dans ces
conditions, il est aisé d'imaginer comme les choix qu'ont dû
faire les membres du jury ont été embarrassants.
Chers lauréats, vous méritez la meilleure récompense à
laquelle aspirait Bolívar, le titre de "bon citoyen".
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Cher Mário Soares, c'est avec un grand plaisir que je vous
remets le Prix international Simón Bolívar 1998.
[Le Directeur général lit le texte du diplôme et remet le chèque,
la médaille et le diplôme au lauréat.]
Dear professor Hanna, it is with great pleasure that I
award you the 1998 Simón Bolívar Prize.
[Le Directeur général lit le texte du diplôme et remet le chèque,
la médaille et le diplôme au lauréat]
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