cicatrices irreversibles

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rx | cirrosis hepática
El hígado puede tardar entre 3 y 4 horas
en metabolizar una copa de vino
Cirrosis hepática
Cicatrices
irreversibles
Caracterizada por el daño que produce en los tejidos del hígado, esta
enfermedad crónica, cuya causa más frecuente en Occidente es el
consumo excesivo de alcohol, debe mantenerse bajo estricto control
médico para evitar complicaciones severas
Javier Graterol García
Definida como el endurecimiento progresivo del hígado debi-
do a la acumulación de colágeno, que sustituye el tejido sano
por cicatrices, la cirrosis hepática es una enfermedad crónica
irreversible que comienza cuando las células del hígado, llamadas hepatocitos, mueren en un proceso conocido como
necrosis, el cual es activado por diversos agentes causales.
Si bien los hepatocitos se regeneran, la cicatrización excesiva (fibrosis) produce nódulos en el hígado que reducen
su capacidad de funcionamiento. “La fibrosis hace que las
células dejen de cumplir su trabajo porque rompe sus canales de comunicación con los vasos sanguíneos”, explica
el internista y gastroenterólogo Saturnino Fernández.
En alerta
La mayoría de los pacientes no presenta síntomas durante la fase inicial (llamada “cirrosis compensada”), en la
cual el hígado es capaz de ejercer sus funciones a pesar
de los daños causados por la cicatrización. Sin embargo,
los especialistas aseguran que es fundamental realizar el
diagnóstico en esta etapa primaria, porque de esa manera
se puede administrar un tratamiento para frenar el avance
de la enfermedad.
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En la fase avanzada, asegura la internista, gastroenterólogo y hepatólogo Lucy Dagher, “el hígado ha agotado
su potencial de reparación y regeneración”. Además, no
es capaz de realizar su trabajo de filtrado de la sangre y
procesamiento correcto de los nutrientes. En esta etapa
pueden presentarse síntomas como pérdida de peso, náuseas, cansancio, somnolencia, falta de apetito, dolor de
estómago, pérdida de la libido, hematomas y hemorragia
digestiva. “Esto habla de descompensación, y, una vez que
aparece, aumenta la mortalidad”, indica Dagher.
Los especialistas precisan que en la fase avanzada es posible advertir, además, crecimiento de las glándulas lacrimales, aparición de arañas vasculares en la piel, aumento
del volumen del abdomen por acumulación de líquido,
irregularidades menstruales en la mujer y crecimiento de
los senos en el hombre.
Las evaluaciones por imágenes (tomografía, ecografía,
resonancia magnética) y los análisis de sangre también
revelan signos de la cirrosis: “el paciente puede tener las
transaminasas alteradas, las plaquetas bajas, los tiempos
de coagulación modificados y la bilirrubina alta”, subraya
Fernández.
cirrosis hepática | rx
Consumo nocivo de alcohol
Según la Sociedad Venezolana de Gastroenterología, consumir entre 30 y 80 gramos
de alcohol al día (cerca de un litro de vino u ocho botellas de cerveza de 12 onzas) puede
potenciar el riesgo de sufrir cirrosis hepática. Por razones genéticas, las mujeres son más
sensibles que los hombres a los efectos dañinos del alcohol, pues la enzima encargada
de degradarlo en el organismo (alcohol deshidrogenasa) es menor en ellas.
Enemigos silenciosos
Son múltiples los agentes causales que pueden dañar el
hígado. Todos actúan de manera silenciosa y, si no se tratan,
pueden llevar a la pérdida del órgano.
Alcohol. Su consumo excesivo es la causa más frecuente
de cirrosis en el mundo occidental. En Venezuela, según datos del Hospital Universitario de Caracas, aproximadamente
50% de los pacientes que acuden a consulta por problemas
hepáticos tienen al alcohol como agente causal. La gran
cantidad de bebida ingerida hace trabajar en exceso a los
hepatocitos para eliminar las toxinas, causando lesiones
severas en el hígado.
Hepatitis B. De carácter viral, la hepatitis B, por lo general,
mejora de manera espontánea. Sin embargo, cuando el organismo es incapaz de erradicar el agente infeccioso, se vuelve
crónica y puede provocar cirrosis, pues el virus se une a los
hepatocitos y daña su ADN, desencadenando el proceso de
fibrosis característico de la enfermedad.
Hepatitis C. Similar a la hepatitis B, esta enfermedad ataca
los linfocitos y hace que se produzca una sustancia llamada
“factor de necrosis tumoral”, que daña los hepatocitos y
acelera la fibrosis. La mayoría de los pacientes presenta
síntomas 10 años después de haber contraído la hepatitis
C, cuando el hígado ya está severamente afectado.
Hígado graso. La acumulación de grasa en el hígado
(esteatohepatitis no alcohólica) es más común en personas obesas o con sobrepeso y suele presentarse sin ningún
síntoma. Este trastorno produce resistencia a la insulina y
promueve la liberación de sustancias inflamatorias tóxicas que dañan las células hepáticas. De no tratarse, puede
provocar cirrosis.
Enfermedades hereditarias y autoinmunes. Se han determinado algunas causas hereditarias como la hemocromatosis (acumulación de hierro) y la enfermedad de Wilson
(exceso de cobre). Otro factor desencadenante de la cirrosis
es la hepatitis autoinmune, que se produce cuando el sistema inmunitario ataca las células del hígado y causa su
inflamación.
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Riesgo múltiple
Cuando la sangre no puede fluir fácilmente a través del
hígado pueden aparecer algunas complicaciones:
Ascitis. Se produce por la acumulación de líquido en la
cavidad peritoneal. Puede causar fiebre y dolor abdominal.
Si no se trata a tiempo, aumenta el riesgo de una peritonitis
bacteriana.
Hemorragia. El aumento de la presión en la vena porta
(encargada de llevar la sangre hasta el hígado) hace que
el organismo busque nuevos canales, formando várices.
Cuando la presión es muy alta, estas várices se rompen
y causan hemorragias en el estómago, el esófago, el duodeno o el recto. Ese riesgo aumenta cuando el deterioro
del hígado impide que éste produzca factores coagulantes.
Infecciones. Las proteínas que ayudan a eliminar bacterias están disminuidas en pacientes con cirrosis, pues el
hígado no las produce o lo hace en cantidades insuficientes,
aumentando el riesgo de sufrir infecciones.
Encefalopatía. Ante la incapacidad del hígado de ejercer su función de filtrado, las sustancias dañinas prove-
Frenar el avance
Los especialistas ofrecen algunas recomendaciones para frenar
el avance del daño detectado en el hígado:
• Evitar el consumo de alcohol.
• Restringir la ingesta de carnes rojas y de alimentos ricos
en sodio.
• Limitar los alimentos irritantes: con picante y con muchos
condimentos.
• No ingerir medicamentos sin supervisión médica.
• Prevenir la deshidratación.
• Disminuir el consumo de sal.
• Realizar ejercicio físico con regularidad.
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nientes de la digestión, con alto contenido de nitrógeno,
pueden llegar al cerebro y provocar encefalopatía. Sus
síntomas son mareos, cambios de humor, confusión y
alteración del sueño.
Cáncer. Entre 5 y 10% de las personas con cirrosis hepática desarrolla hepatocarcinoma, según datos del Instituto
Nacional del Cáncer de Estados Unidos. Más de 90% de
los tumores hepáticos malignos ocurre en personas con
cirrosis, asegura la Asociación Española para el Estudio
del Hígado. El cáncer se produce como consecuencia del
aumento del ritmo de regeneración de los hepatocitos, que
provoca modificaciones en su ADN y propicia la formación
de focos pretumorales.
Sustituto hepático
Cuando el hígado ya no es capaz de realizar sus funciones
vitales, la única opción de supervivencia para el paciente
es un trasplante, aseguran los especialistas. En Europa,
alrededor de 58% de los trasplantes hepáticos registrados
entre 1998 y 2005 tuvieron como causa la cirrosis.
Según la Asociación Española para el Estudio del Hígado,
los pacientes trasplantados tienen 70% de probabilidades
de supervivencia a los 5 años y 60% a los 10 años. No obstante, los especialistas advierten que el trasplante no es una
garantía de que el paciente no volverá a sufrir de cirrosis
u otros trastornos hepáticos. “Algunas enfermedades pueden aparecer nuevamente en el hígado trasplantado, como
la hepatitis autoinmune o la hepatitis C”, explica Dagher.
•
F u e n t e s c o n s u lta d a s
ºLucy Dagher, internista, gastroenterólogo y hepatólogo. Servicio de Gastroenterología
y Hepatología. Centro Médico Docente La Trinidad.
º Saturnino Fernández, internista y gastroenterólogo, profesor de la cátedra de Clínica
Gastroenterológica. Hospital Universitario de Caracas.
º Enfermedades hepáticas. Ramón Planas y Javier Salmerón. Publicaciones Permanyer. España (2007).
º Sociedad Venezolana de Gastroenterología.
ºAsociación Española para el Estudio del Hígado.
ºNational Digestive Diseases Information Clearinghouse.
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