El pecado de la soberbia

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LA RAÍZ DEL PROBLEMA
POR QUÉ PECAMOS Y CÓMO PODEMOS SUPERARLO
El pecado de la soberbia
Introducción
 La soberbia es un pecado:
“Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los
humildes” (Stgo. 4:6).
“Seis cosas aborrece Jehová, y aun siete abomina su alma: Los ojos altivos, la lengua
mentirosa, las manos derramadoras de sangre inocente…” (Prov. 6:16-17).
 La soberbia se menciona en varios catálogos de pecado:
“murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos,
inventores de males, desobedientes a los padres” (Rom. 1:30).
“Pues me temo que cuando llegue, no os halle tales como quiero, y yo sea hallado de
vosotros cual no queréis; que haya entre vosotros contiendas, envidias, iras,
divisiones, maledicencias, murmuraciones, soberbias, desórdenes” (2 Cor. 12:20).
“Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios,
blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos” (2 Tim. 3:2).
 La soberbia es el génesis de la caída:
“Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu”
(Prov. 16:18).
 La solución divina:
“Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que
no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con
cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno” (Rom. 12:3).
“Unánimes entre vosotros; no altivos, sino asociándoos con los humildes. No seáis
sabios en vuestra propia opinión” (Rom. 12:16).
I. Un alto concepto de sí
 Soberbia: Altivez, vanagloria, arrogancia, orgullo.
 La soberbia nos hace pensar que no podemos caer: “Así que, el que piensa estar
firme, mire que no caiga” (1 Cor. 10:12; cf. Mat. 26:33-35).
 La soberbia nos roba la humildad y dependencia (Sal. 8:3-4; Luc. 18:13-14).
 La soberbia nos hace pensar que las reglas de Dios no se aplican a nosotros:
“Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas; pues
en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo
mismo” (Rom. 2:1; Rom. 2:21-24).
II. Aprender la humildad
 Debemos recordar lo que Dios quiere de nosotros (1 Cor. 6:19-20; Mat. 5:3; Stgo.
4:6; 1 Ped. 5:5).
 Debemos recordar nuestro lugar (2 Cor. 12:11; 1 Cor. 12:11-14)
 Debemos temer a Dios (2 Cor. 5:11).
Conclusión
 La soberbia es una “puerta de entrada” pecaminosa, que se abre para más y más
transgresiones.
 Para superar esto, debemos aprender la humildad.
 No tenga un concepto de sí más alto que el que debe tener.
 Reconozca el peligro de caer de la gracia y evite diligentemente la tentación.
***
Por Josué Hernández
www.JosueEvangelista.com
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