ORQUESTA NACIONAL DE ESPAÑA Josep Pons, director I Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791) Concierto para violín y orquesta núm. 2, en Re mayor, K 211 Allegro moderato Andante Rondeau: allegro Frank Peter Zimmermann, violín Wolfgang Amadeus Mozart Concierto para violín y orquesta núm. 3, en Sol mayor, K 216 Allegro Adagio Rondeau: allegro Frank Peter Zimmermann, violín II Juan Crisóstomo Arriaga (1806-1826) Sinfonía en Re mayor Adagio - Allegro vivace Andante Minuetto Allegro con moto Concierto 23 - Ciclo I. 19, 20 y 21 de mayo de 2006 Viernes 19 de mayo de 2006, a las 19:30 h. (ONE 4684) Sábado 20 de mayo de 2006, a las 19:30 h. (ONE 4685) Domingo 21 de mayo de 2006, a las 11:30 h. (ONE 4686) Auditorio Nacional de Música (Madrid). Sala Sinfónica. Notas al Programa Pertenecer a esa categoría que agrupa a los niños prodigio, parece ser un nexo común que relaciona las figuras de Wolfgang Mozart y Juan Crisóstomo Arriaga, por mucho que su trayectoria cronológica y su proyección histórica sean muy distintas. Valga también como referencia anecdótica que comparten el hecho de haber nacido bajo el paraguas acuariano, lo mismo que Mendelssohn, Schubert o Claudio Arrau, todos ellos talentos precoces. La psicología parece valorar en el campo del prodigio a aquellos fenómenos con cocientes (que no coeficientes como equivocadamente se afirma) intelectuales excepcionales que se manifiestan desde niños. Aunque pueden aplicarse al mundo de las artes visuales y escénicas, parecen mostrarse con mayor claridad en tres terrenos: las matemáticas, el ajedrez y la música. En parte son frutos de ese talento seguramente innato pero también, de un adiestramiento adecuado. Aunque el tiempo no acaba de saber juzgar bien o mal a Leopold Mozart, es innegable que era un buen pedagogo que percibió la capacidad de su hijo para manipular sonidos desde su más tierna infancia. Otra cosa es que, convertido en un espectáculo casi circense, implique juzgar a su manager como posible inductor del infantilismo emocional del autor de “Don Giovanni”. También el padre de Arriaga fue músico, organista de la iglesia parroquial de Berriatúa. Y lo mismo que la hermana de Mozart mostró aptitudes similares, el de Arriaga fue un considerado intérprete del violín y la guitarra. Pero la distancia en realizaciones entre uno y otro, reflejan los diferentes niveles de sus aprendizajes. A los once años, fecha en la que Arriaga escribe su primera, e inconsecuente, obertura, la simplísima Nada y mucho, Mozart ya había llevado a cabo obras tan ambiciosas como su ciclo de sonatas para violín y piano K 26 a 31 o la cantata Die Schuldigkeit des resten Gebots. En todo caso, no se puede dudar de que ambos estaban dotados de unas cualidades excepcionales para la música. Y hay un elemento 4 común en el programa de hoy: aproximadamente ambos debían tener unos 19 años cuando dieron a luz sus respectivas aportaciones. Wolfgang Amadeus Mozart Concierto para vilolín y orquesta núm. 2, en Re mayor, K 211 Concierto para violín y orquesta núm. 3, en Sol mayor, K 216 En el caso de los conciertos de Mozart, es evidente que el piano ocupó el mayor protagonismo de su vida, especialmente en la década de 1780 y su proyección vienesa, pero no se puede negar su trascendencia como violinista acentuada en las décadas anteriores. No olvidemos que realizó labores de concertino en la orquesta de la corte de Salzburgo y tuvo la oportunidad en un número considerable de ocasiones de aparecer como solista, algo que podemos constatar en 1777 en Augusburgo y Munich, dentro de la larga gira que también le llevaría a Mannheim y Paris. Podemos recordar, sin ir más lejos, la carta enviada a su padre desde Ausburgo -por cierto, ciudad natal de su progenitor-, donde con acentos muy precisos criticaba los niveles de interpretación de la orquesta de esa ciudad y comentaba cómo había afrontado un concierto de violín de Vanhal -un importante compositor contemporáneo, famoso como contrabajista- así como uno propio, el conocido como Concierto de Estrasburgo que suele atribuirse, indistintamente, a uno de los que forman parte del programa de hoy. Frente a la casi treintena de conciertos que escribió para pianoforte, apenas dedicó cinco al violín solista, que pueden llegar a siete si apreciamos como propia la atribución del K 190 para dos violines, a veces también considerado de Leopold Mozart así como la excepcional Sinfonía Concertante, donde el violín comparte protagonismo con la viola. Los cinco 5 conciertos presentados en este ciclo, afrontados por Frank Peter Zimmermann, pueden ser considerados como un bloque relativamente homogéneo teniendo en cuenta que su primer protagonista fue Antonio Brunetti a quien, en una primera instancia, Mozart pareció apreció pero al que valoró posteriormente con palabras muy crueles. Brunetti había nacido en Nápoles y pasó por diferentes cargos en la ciudad de Salzburgo hasta sustituir al propio Mozart como konzertmeister, durante en la etapa en la que el autor de Cosí se desplazó a Mannheim y Viena. Hay que recordar que Brunetti se casaría con la cuñada de Michael Haydn, hermano de Josef. En general, en la provinciana vida musical salzburguesa se tenía de Brunetti un concepto poco positivo, tal como nos tranmisten las impresiones del propio Mozart o las de un competente músico como Franz Xaver Kolb. Por cierto, las cartas de Mozart nos permiten darnos una idea aproximada del tipo de música que se hacía en Salzburgo a la que Mozart le daba un nivel mínimo frente a las calidades de Mannheim o Paris. Durante algún tiempo se consideró que los cinco conciertos eran del mismo año, pero la musicología ha rastreado que, entre el Primero, en Si bemol mayor y el Segundo, en Re Mayor, hay dos años de distancia. Ello supone el paso de 1773 a 1775, plena madurez en el desarrollo de su autor. Contemporáneo del primero es el motete Exultate, Jubilate, que cantara el célebre castrato Venancio Rauzzini en la iglesia de los teatinos de Milán. Del segundo, sin embargo, lo es la primiere de La finta giardiniera, un salto cualitativo en su concepción operística y del encaro de Il re pastore, para la visita oficial a Salzburgo del Archiduque Maximilian Franz. La seguridad de Mozart se traslada a los conciertos y el propio Frank Peter Zimmermann, protagonista del evento de hoy, celebraba la sorprendente capacidad evolutiva en obras tan inmediatas. De hecho, los otros cuatro restantes apenas se distancian un mes. Mozart completó su Segundo concierto en torno a junio de 1775 y lo escribió para una orquesta típica que incluye oboes, trompas y cuerda. El primer movimiento comienza con un arpegio descendente 6 que entona toda la orquesta, seguido por una figura complementaria. El solista entra con el mismo tema que llama la atención de los oyentes antes de embarcarse en el tema secundario. La mirada al barroco resulta inevitable en el segundo movimiento, con ese aire de romanza que cede el total protagonismo al solista, y donde oboes y trompas tienen una pequeña parte, que apenas va más allá de establecer el marco armónico de la composición. Culmina el concierto en un rondó de una gran claridad de texturas y que se inicia con un tema chispeante entonado por el solista, luego repetido por la orquesta. El formato del Concierto en Sol Mayor es, sin embargo, más ambicioso y, en general, el equilibrio entre movimientos es más afortunado. Por cierto, el tema principal del Allegro aparece en la ópera, más arriba citada, Il re pastore. La conexión entre estas obras y la ópera es claramente perceptible, sobre todo en el tratamiento del violín, emparentado con la voz, y el acompañamiento. No es de extrañar que los temas de ambos conciertos sean tan próximos a las arias. Juan Crisóstomo Arriaga Sinfonía en Re mayor Aunque Juan Crisóstomo Arriaga no ha sido el único músico español cuyos prodigios fueron dados a conocer desde niños, al menos sí es el más emblemático. Coincidiendo con el bicentenario de su nacimiento en Bilbao, su presencia es manifiesta en nuestros programas. Antes nos referíamos al caso de Mozart y es evidente que hay una distancia enorme, por trascendencia geográfica, entre el Salzburgo de mediados del XVIII, cruce de caminos de Centroeuropa musical y al aislado Bilbao de principios del XIX. Pero la capital vasca contaba con algunos maestros de prestigio que le aportaron las bases y la vida musical mostraba las limitaciones provincianas aunque sin estar al margen de las corrientes. La verdad es que los primeros años de Arriaga muestran, en todo caso, que ofrece aspectos propios de un autodidacta. 7 Por otro lado, las dos generaciones que hay entre el salzburgués y el bilbaíno son evidentes. Ya se aprecia en lo que queda de su ópera, compuesta en plena adolescencia, Los esclavos felices, de la que tristemente y por descuido sólo nos ha llegado poco más que su obertura y que, por el carácter de ésta, deja vislumbrar innumerables méritos. También de esa época es su Stabat Mater, obra que le serviría para presentar al Conservatorio de París para su ingreso. Allí recibiría clases de Guerin, Fétis y el propio Cherubini, director del centro. Fétis, una de las mejores fuentes para valorarlo, señalaba que “sus progresos fueron prodigiosos, menos de tres meses le bastaron para adquirir un conocimiento perfecto de la armonía, y al cabo de dos años no tenía ninguna dificultad en el contrapunto y la fuga. Los progresos de este joven músico en el arte de tocar el violín no fueron menos rápidos, la naturaleza lo había organizado para hacer bien todo lo concerniente a la música”. En todo caso no se sabe mucho de su estancia en París. Se conocen algunas obras escritas -entre ellas la Sinfonía y los tres cuartetos- y que obtuvo un segundo premio en contrapunto y fuga. También conocemos su vinculación con algunos salones parisinos y su relación personal con el pianista riojano Pedro Albéniz (a no confundir con el autor de Iberia) quien dio testimonio de su muerte, probablemente por tuberculosis acusándola a sus esfuerzos en el conservatorio. También trabó contacto con el célebre compositor y pedagogo Manuel García, una de las figuras más importantes de la época. Por cierto, este tenor, que también estrenaría El barbero de Sevilla rossiniano, pidió la posibilidad de presentar la ópera de Arriaga por el que mostraba un gran aprecio aunque no sabemos si llegó a hacerlo en alguna ocasión. Además de los tres cuartetos, Arriaga llevó a cabo en los últimos meses antes de su muerte la Sinfonía que figura en el programa. Es una obra que se valora más por su calidad intrínseca que por su innovación. Estamos ante una composición en cuatro movimientos al modo clásico, si bien la elección de modo, Re 8 menor, parece vincularlo al mundo pre-romántico. De hecho tiene muchos elementos en común con las creaciones de sus maestros, especialmente Cherubini. Haydn subyace en sus raíces porque su contemporáneo Beethoven ni siquiera puede ser tomado en consideración. El primer tiempo viene precedido por un Adagio con un carácter dramático que precede a un estupendo Allegro vivace, lleno de fuerza. Posteriormente sigue un movimiento lento, un Andante donde el espíritu lírico se aprecia. Todavía se decanta Arriaga por el Minuetto clásico (cuando Beethoven apostaba por el scherzo), muy breve y que apenas tiene un carácter de transición. Culmina con un Allegro con moto, un fragmento brillante y que habla, en muchos aspectos, de la tragedia que supuso para la música el prematuro fallecimiento de Arriaga con que sólo hubiera sobrevivido los mismos años que su colega salzburgués. Luis G. Iberni 9 Biografías JOSEP PONS Director Nacido en Puig-Reig (Barcelona), Josep Pons está considerado como uno de los directores españoles más representativos del momento. Director Titular y Artístico de la Orquesta Nacional de España, ha sido protagonista en dos de los proyectos musicales más interesantes acontecidos recientemente en el panorama nacional: la Orquesta de Cambra Teatre Lliure y la Orquesta Ciudad de Granada. Es además Principal Director Asociado del Gran Teatro del Liceo y fue Director Musical Ejecutivo de las Ceremonias Olímpicas de Barcelona 92. Paralelamente a su actividad como titular, Josep Pons es continuamente invitado por orquestas internacionales, habiendo dirigido durante los últimos meses a la Orquesta Sinfónica Gotemburgo, Orquesta Nacional de Francia, Orquesta de Cámara de Radio Holanda, Orquesta de la Radio de Frankfurt y a la Tokyo City Philharmonic. Compromisos inmediatos incluyen debutes con la Royal Flemish Philharmonic, Orquesta Sinfónica de Malmö, Orchestre de Paris y Melbourne Symphony. Además, dirigirá de nuevo a las Filarmónicas de Radio France y Rotterdam, la Orquesta de Cámara de Lausanne y a la Deutsche Kammerphilarmonie Bremen. Desde 1995 ha dirigido numerosas producciones operísticas: II barbiere di Siviglia, The Light House, La voix humaine, The turn of the screw, Orfeo, Pepita Jiménez, Atlántida, La vida breve, Alahor in Granata, La flauta mágica, Oedipus Rex… En el Liceo ha protagonizado los estrenos de D.Q. (Turina - Fura dels Baus) y La Fatucchiera (Cuyàs). En el campo discográfico goza de gran prestigio por la cantidad y calidad de sus grabaciones (Diapason d´Or, Choc de la Musique, CD Compact Awards, Tèlèrama, ffff, Grand Prix du Disque de la Academie Charles Cross, etc.). En la edición 1996 de los Cannes Classical Awards obtuvo el Premio de los Editores por la grabación de Pepita Jiménez. Entre sus grabaciones más recientes se encuentran un CD dedicado a Ginastera y otro a la música de Nino Rota. Numerosas distinciones, entre las que destaca el Premio Nacional de Música 1999 (Ministerio de Cultura), dan crédito a su ya dilatada carrera. 10 FRANK PETER ZIMMERMANN Violín Nacido en 1965 en Duisburg, Alemania, comenzó a tocar el violín a la edad de cinco años, debutando en concierto con orquesta a los diez. Desde que finalizó sus estudios con Valery Gradov, Saschko Gawriloff y Herman Krebbers en 1983, Frank Peter Zimmermann actúa regularmente en las principales salas y festivales de Europa, Estados Unidos, Japón, América del Sur y Australia. Entre sus últimos compromisos destacan conciertos con la Sinfónica de Boston y Paavo Berglund, Sinfónica de Chicago con Manfred Honeck, Filarmónica de Los Ángeles y Antonio Pappano, Sinfónica Nacional de Washington con Leonard Slatkin, Filarmónica de Berlín bajo la dirección de Bernard Haitink, Orquesta Gewandhaus de Leipzig dirigida por Charles Dutoit, la Philarmonia con Wolfgang Sawallisch y la Sinfónica de la Radio de Baviera y Mariss Jansons. En febrero de 2003 Frank Peter Zimmermann y la Filarmónica de Berlín dirigida por Peter Eötvös ofreció el estreno mundial del Concierto de violín ‘en sourdine’ del compositor Matthias Pintscher, el cual ha tocado también con la Orquesta de Paris bajo la dirección de Christoph Eschenbach, la Orquesta de Cleveland dirigida por Franz Welser-Möst y la Sinfónica de la BBC con Jukka-Pekka Saraste. Al margen de sus muchos compromisos orquestales Frank Peter Zimmermann aparece en recital en todo el mundo, interpretando repertorios clásico, romántico y del siglo XX con gran éxito de público y crítica. Desde 1998 es acompañado con regularidad por el italiano Enrico Pace. Otros músicos con los que frecuentemente colabora son Heinrich Schiff y Christian Zacharias. Frank Peter Zimmermann ha recibido el Premio del Accademia Musicale Chigiana, Siena y el Rheinischer Kulturpreis. Frank Peter Zimmermann ha grabado para EMI Classics los conciertos de Berg, Beethoven, Brahms, Dvorak, Glazunov, Mendelssohn, Mozart, Prokofiev, Ravel (Tzigane), Saint-Saëns (Núm. 3), Sibelius, Stravinsky, Tchaikovsky y Weill. En recital y junto con el pianista Alexander Lonquich ha grabado la integral de las sonatas de Mozart y Prokofiev, un CD con obras de Ravel, Debussy y Janacek y un CD con obras de los compositores del Groupe des Six. Su CD de las 6 sonatas para violin solo de Eugène Ysaye fue recibido con inmejorable crítica. Como parte del ciclo dedicado a Ligeti, Teldec Classics lanzó un disco incluyendo el concierto para violin de Ligeti junto con el ASKO Ensemble y Reinbert de Leeuw en Octubre de 2002. Muchas de las grabaciones arriba citadas han recibido prestigiosos premios a lo largo de todo el mundo. Frank Peter Zimmermann toca un Stradivarius de 1711, que perteneció a Fritz Kreisler, cedido por Westdeutsche Landesbank. 11