1 Tema 20 Dinámica y organización del poblamiento y el Sistema

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Tema 20 Dinámica y organización del poblamiento y el
Sistema urbano español
1Tipología y dinámica del poblamiento: rural y urbano
El poblamiento es la distribución de la población en el territorio. Existen
básicamente 2 tipos de núcleos de población, rural y urbana. Existen diversos criterios
para distinguir los núcleos rurales y urbanos: la población, la actividades económicas de
la población, la función que tiene en el territorio, la morfología y tipología urbana. De
este modo las ciudades son aquellos núcleos de población menores de 10 000
habitantes, los habitantes trabajan actividades económicas mayoritariamente del sector
secundario y terciario, las actividades económicas que desarrollan en ellas ( funciones)
son industriales y terciarias de alto nivel y presentan una morfología y tipología
caracterizados por calles anchas y edificios de varias plantas. Por su parte los núcleos
de población rurales son aquellos menores de 10 000 habitantes, considerándose
núcleos rurales en sentido estricto los inferiores a 2000 habitantes y núcleos
semiurbanos los comprendidos entre 2000 y 10 000 habitantes; en los que la población
se dedica sobre todo a actividades del sector primario, dependen de las ciudades para
satisfacer ciertas funciones, presentan una morfología y tipología caracterizada por
viviendas de menor altura y ausencia de grandes vías de comunicación.
La tipología del poblamiento rural responde a dos grandes modelos, disperso y
concentrado, con variedad de situaciones intermedias, que se distribuyen de forma
desigual por la geografía española. En el poblamiento disperso la casa rural está
rodeada de campos de cultivo, bosque o prados y separada de otras casas. Domina en la
periferia peninsular ( norte, Cataluña, Valencia, Murcia, Andalucía), Baleares, Canarias.
Presenta varias modalidades: disperso absoluto, que no incluye ningún tipo de
población agrupada, que es excepcional y se da en espacios reducidos de montaña
media basada e la explotación ganadera o agrícola-ganadera-forestal ( montaña
cantábrica, valle del Pas y prepirieno catalán); concentrado laxo, pequeñas agrupaciones
de casas formando aldeas, parroquias ( en torno a un iglesia parroquial), en que las
casas no están separadas de terrazgo pero están separadas unas de otras; disperso
intercalar, casas rodeadas de su propio terrazgo, diseminadas entre núcleos concentrados
primitivos: caserío vasco, masía catalana, cortijo andaluz. Por su parte, en el
poblamiento concentrado, las viviendas se disponen
unas junto a otras,
independientemente de la localización del terrazgo. Esta modalidad se extiende
prácticamente por todo el territorio peninsular, predominando los núcleos pequeños y
próximos entre sí en el interior septentrional de la Península ( Cuencas del Duero y Ebro)
y los núcleos medianos y grandes, distantes entre sí en la zona meridional y secanos del
Ebro, alcanzando su máxima ciudad en las “ agrociudades “ andaluzas. De acuerdo con
su plano, el poblamiento concentrado presenta dos modalidades: lineal con las casas
dispuestas a lo largo de una vía o carretera; apiñado, con las casas agrupadas en torno a
un núcleo, de forma irregular o más o menos regular.
Las transformaciones experimentadas por el poblamiento rural son varias. En el interior
peninsular se ha reducido el tamaño de los núcleos, a raíz del éxodo rural de la década de 1960,
que afectó en especial a los situados con pocos recursos o de difícil accesibilidad. En las costas
se ha desarrollado un poblamiento dedicado al ocio, que ha llenado el campo de urbanizaciones,
hoteles y chalets, con lo que se ha perdido el carácter agrario de los espacios afectados. En las
áreas periurbanas, el crecimiento demográfico y económico de la ciudad va incorporando a los
núcleos rurales próximos, que terminan por formar parte del continuo urbano.
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2. La red urbana y el territorio.
2.1 Factores históricos y económicos
Las ciudades no se encuentran aisladas en el territorio sino que se relacionan
entre sí formando sistemas urbanos. En un conjunto de ciudades o sistema de ciudades
relacionadas entre sí, no todas tienen la misma importancia sino se organizan
jerárquicamente siendo las de mayor nivel o jerarquía las que tienen mayor población y
aquellas que ejercen su influencia sobre un mayor territorio. Pues no olvidemos que en
las ciudades realizan unas actividades socioeconómicas o funciones urbanas que
influyen en un territorio o área de influencia. Por ejemplo en las ciudades de mayor
jerarquía se sitúan servicios muy especializados, como las universidades, a los que
acuden las personas que viven en el territorio del área de influencia de la ciudad.
El sistema de ciudades no es un sistema estático sino que se comporta de una
manera dinámica dependiendo de los distintos procesos económicos y decisiones
políticas de las distintas administraciones, que proporcionan factores nuevos de
localización, acelerando el crecimiento de algunas ciudades y frenando el de otras. Los
procesos que más han influido en el mayor o menor dinamismo de los diversos
subsistemas urbanos españoles son: el proceso de industrialización, el proceso de crisis
industrial y terciarización, el fenómeno del turismo, las políticas de localización
industrial y los efectos de la capitalidad y las reformas político-administrativas.
Durante la década de los años sesenta, la industrialización provocó un rápido
crecimiento en las ciudades vascas y catalanas, que se transmitió por los ejes cantábrico
y mediterráneo, y en, menor medida, en Madrid y su periferia. Pero al mismo tiempo
que este proceso de industrialización favorecía a las ciudades de estas regiones, actuaba
como factor retardador del crecimiento de las ciudades de las zonas menos
desarrolladas, cuyos recursos, especialmente la población, eran desviados hacia las
regiones más dinámicas, en forma de grandes contingentes de emigrantes.
La actividad turística, que se empezó a desarrollar en España a partir de los
años sesenta, ha modificado profundamente las redes urbanas de ciertas regiones
costeras, al provocar un resurgimiento económico basado en el sector servicios en
numerosas localidades que no fueron afectadas por el crecimiento urbano ligado a la
industrialización, como, por ejemplo, la evolución reciente de las redes urbanas de
áreas como Levante, la Costa del Sol o los archipiélagos canario y balear.
Las políticas de localización industrial fueron especialmente importantes en
los años sesenta y principios de los setenta, cuando se desarrolló la política de los polos
de desarrollo. Esta política llevaba consigo la adopción de una serie de medidas
encaminadas a frenar los procesos de aglomeración que se habían estado dando durante
los años de desarrollo industrial y favorecer la difusión del sector secundario en otras
áreas menos favorecidas. Pronto, esta política influyó notablemente en el desarrollo de
varias ciudades españolas como Vitoria, Valladolid, Burgos y Huelva, entre otras,
provocando una consecuencia positiva, la atenuación de los fuertes desequilibrios
espaciales nacionales y otra negativa, el paradójico aumento de los desequilibrios de los
sistemas provinciales al potenciar las capitales en detrimento de otras ciudades menores
de la propia provincia.
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Con la crisis industrial de los años setenta y la aparición de nuevas tecnologías
se produjo una pérdida notable de empleo industrial, a la vez que se aceleraba el proceso
de terciarización. La crisis industrial afectó de forma especial a la metalurgia, siderurgia
y la construcción naval, de tal manera que las ciudades más perjudicadas fueron las
regiones industriales del norte, especialmente Asturias y País Vasco. Por este motivo,
ciudades como Gijón, Bilbao o San Sebastián entraron en una fase de estancamiento,
mientras que las metrópolis nacionales y regionales de otras áreas soportan mejor los
efectos de la crisis industrial.
La descentralización político-administrativa contemplada en la Constitución
Española, ha supuesto una concentración de funciones administrativas en las
correspondientes capitales autonómicas. Estas capitales se establecieron en la mayoría
de los casos en ciudades ya importantes en sus respectivos subsistemas, normalmente
capitales de provincia, reforzando el carácter monocéntrico de ciertos subsistema
regionales como Cataluña, Aragón, Valencia y Andalucía. Pero en algunas comunidades
en las que existía una clara bipolaridad, tanto demográfica como funcional, se ha
establecido la capital autonómica en una tercera ciudad, de menor tamaño, lo que
supone un elemento decisivo y positivo para establecer un equilibrio en diverso
subsistemas urbanos regionales. Es el caso de Galicia, con Santiago de Compostela
frente A Coruña y Vigo; Extremadura, con Mérida frente a Cáceres y Badajoz o el País
Vasco, con Vitoria frente a Bilbao y San Sebastián.
2.2 Los desequilibrada distribución de los núcleos urbanos.
El sistema urbano español es periférico, bicéfalo y se organiza en susbistemas
urbanos. Veamos el primer aspecto. La distribución espacial de las aglomeraciones
urbanas españolas muestra de manera clara una desigualdad notable entre el centro
peninsular y las áreas costeras, debido a que en las zonas litorales se dan una funciones
económicas más abundantes y variadas que en los espacios del interior. Así, se observa
un anillo de ciudades sobre la periferia peninsular, mientras que Madrid aparece
rodeado por un espacio central poco urbanizado. Este aspecto todavía es más claro si
analizamos la distribución de las principales ciudades españolas de más de 250 000
habitantes pues tan solo dos ( Madrid y Valladolid) se encuentran en la Meseta que, sin
embargo, ocupa casi la mitad del territorio nacional.
Si nos fijamos en la jerarquía urbana según el tamaño de la población, el mejor
modelo es aquel que presenta una estructura piramidal: el número de ciudades de cada
nivel tiende a aumentar a medida que se reduce el tamaño de las ciudades. Pero esto no
ocurre en el sistema urbano español donde la gradación no es progresiva. Así, hay una
dualidad en la cúspide del sistema de ciudades español con dos áreas urbanas, Madrid
( 5.7 millones de habitantes) y Barcelona ( 4.8 millones), ampliamente destacadas del
resto ( Valencia, que es la tercera en importancia apenas llega al millón y medio de
habitantes). Además, hay un escalón importante entre ciudades con una población en
torno a los 400 000 habitantes, como Palma de Mallorca y otras con 700 000 como
Zaragoza.
3. Funciones urbanas y área de influencia
Las funciones urbanas son las actividades socioeconómicas que desempeñan las
ciudades para satisfacer las necesidades económicas y sociales del territorio que
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constituye su área de influencia. Ciudades primarias son aquellas que se especializan en
actividades del sector primario, como las agrociudades andaluzas, manchegas,
murcianas y levantinas y las ciudades mineras asturianas. Ciudades secundarias son
aquellas especializadas en la industria, como las primeras ciudades que se incorporaron
a la revolución industrial en País Vasco, Asturias y Cataluña o muchas de las que
forman parte de las áreas metropolitanas. En otros casos están especializadas en la
construcción, como ocurre con las ciudades de gran dinamismo económico,
demográfico o turístico. Ciudades terciarias son las especializadas en servicios, que son
las actividades que mejor definen el rango de una ciudad y su papel en la organización
del espacio, como las grandes metrópolis nacionales. Estos servicios pueden ser
comerciales, administrativos, culturales, sanitarios, religiosos o turísticos.
Por las funciones que desempeñan hacia el exterior, las ciudades se consideran
lugares centrales que abastecen de bienes y servicios a un área más o menos extensa
denominada área de influencia. Esta será mayor cuanto más diversas y especializadas
sean las funciones urbanas. El sistema urbano español se acerca bastante al modelo
teórico de Christaller según el cual una ciudad ejerce influencia sobre un espacio
hexagonal. Así, Madrid es el lugar central principal y su influencia se extiende por toda
España, en la periferia se sitúan los núcleos que le siguen en influencia ( Barcelona,
Valencia, Sevilla, A Coruña, Bilbao) y a una distancia intermedia se encuentran las
ciudades de rango menor ( Burgos, Zaragoza, Murcia, Granada) y después los núcleos
de influencia menor.
4. La actual conformación del sistema urbano español.
4.1 La jerarquía urbana
Las ciudades del sistema urbano no tienen todas la misma importancia sino que
hay unas de mayor importancia o jerarquía dependiendo de su tamaño, la funciones que
desempeñan y el área de influencia. En España podemos distinguir tres niveles en la
jerarquía urbana: metrópolis nacionales, metrópolis regionales, metrópolis
subregionales ciudades medias, ciudades pequeñas o villas.
Las metrópolis son las ciudades que es encuentran en la cima de la jerarquía del
sistema urbano. Su población supera los 250 000 habitantes. Desempeñan funciones
más especializadas y diversificadas que las restantes ciudades, relacionadas con el
sector terciario de mayor nivel y con la industria ( cada vez en mayor medida de alta
tecnología). Su área de influencia es amplia. Dentro de las metrópolis existe una
jerarquía con dos varios niveles. Por un lado las metrópolis nacionales, las áreas
metropolitanas de Madrid y Barcelona. Su población supera los 4 millones y cuentan
con las funciones más diversificadas y servicios muy especializados. Su área de
influencia se extiende por todo el territorio nacional y se encuentran estrechamente
relacionadas con otras metrópolis mundiales, actuando como enlace entre el sistema
urbano europeo y global y el español y local. Son el centro de una densa red de
transportes y comunicaciones que les permite comunicarse de forma rápida con el resto
del sistema urbano español y mundial. Las metrópolis regionales son las áreas
metropolitanas de Valencia, Sevilla, Bilbao, Málaga, Zaragoza. Tienen una población
que oscila entre1.5 millones y 500 000 habitantes y cuentan con servicios de alto rango,
especialmente administrativos y comerciales. Tienen un área de influencia regional y
mantienen relaciones intensas con las metrópolis nacionales. Son el centro económico
de sus respectivas comunidades autónomas concentrando importantes industrias y
servicios comerciales y financieros. Las metrópolis subregionales o regionales de
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segundo orden, como Valladolid, Oviedo, Murcia, Alicante, La Coruña, tienen
población entre 500 000 y 250 000 habitantes y todavía cuentan con funciones y
algunos servicios especializados ( universidad) para su provincia. Su área de influencia
es subregional o regional en el caso de comunidades autónomas uniprovinciales.
Mantienen relaciones intensas con las correspondientes capitales regionales o son
capitales de espacios regionales poco extensos.
Un segundo escalón, por debajo de los distintos tipos de metrópolis, lo
constituyen las ciudades medias. La mayoría con capitales de provincia no incluidas en
los apartados anteriores. Su población está en torno a los 250 000 -500 000 habitantes y
sus funciones son principalmente terciarias, pero menos especializadas: el comercio y
servicios de ámbito provincial ( administrativos, educativos y sanitarios). aunque
algunas de ellas pueden tener determinadas especializaciones industriales ( Avilés,
Ponferrada) portuarias ( Algeciras) o universitarias ( Salamanca). Algunos ejemplos de
este tipo de ciudades son Segovia, Burgos, Ourense, Logroño, Ciudad Real, Castellón y
Jaén. Son puntos terminales de una densa red de autobuses que las comunican los
pueblos próximos. Un tercer nivel lo constituyen las ciudades pequeñas o villas, que
tienen una población de menos de 50 000 habitantes como Astorga. Sus funciones son
mucho menos especializadas ( administrativas, comerciales) y son nodos de transporte
para cada comarca y su área de influencia es comarcal. ,
4.2 El significado de los subsistemas regionales
En la distribución espacial de las ciudades españolas se conforman una serie de
ejes con distintas características. El eje atlántico gallego, que se extiende por las áreas
litorales y prelitorales occidentales de Galicia ( Ferrol, A Coruña, Santiago de
Compostela, Pontevedra, Vigo) donde se sitúan las aglomeraciones urbanas más
importantes de la región y por el que se distribuyen las principales vías de
comunicación. Ourense y Lugo, aunque más alejadas geográficamente de este eje,
también participan del dinamismo poblacional y económico del mismo por el hecho de
ser capitales de provincia. El eje cantábrico abarca el espacio comprendido entre la
región urbana central asutriana ( Oviedo-Gijón-Avilés) y Pamplona, con ciudades como
Santander, Bilbao, Vitoria, San Sebastián e Irún, con ramificaciones hacia el interior en
las ciudades de León, Burgos y Logroño. El eje mediterráneo oriental o eje levantino es
el eje urbano más importante de España. Se extiende desde Girona hasta MurciaCartagena y está conectado a través del valle del Ebro con el eje cantábrico. El
subsistema andaluz se conforma sobre dos ejes: el eje litoral desde Huelva hasta
Almería y el eje que va desde la costa atlántica hasta Jaén a través del valle del
Guadalquivir.
4.3 La integración en el sistema urbano europeo.
Europa es el continente más urbanizado del mundo, cerca de tres cuartas partes
de su población vive en ciudades. Las ciudades europeas se integran en un gran sistema
urbano caracterizado por su densidad y el predominio de ciudades de tamaño medio
( metrópolis regionales) y de pequeñas ciudades que conforman este sistema junto con
las grandes metrópolis europeas. Dentro del sistema de ciudades europeo podemos
distinguir cuatro grandes ejes: la dorsal europea, el arco mediterráneo, el arco atlántico
y los sures. La dorsal europea se extiende desde el Sureste de Gran Bretaña hasta el
noroeste de Italia y conforma el núcleo del sistema urbano europeo. El arco
mediterráneo o “ Cinturón del sol” o Sunbelt es de desarrollo más tardío pero en estos
momentos es un área pujante y de gran crecimiento. Comprende las ciudades del
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Levante español, el sur de Francia enlazando con el norte de Italia y Roma. En este
sistema se integra Madrid. En gran medida son ciudades que deben su importancia al
gran desarrollo industrial y a la concentración de actividades de servicios. En el arco
mediterráneo abundan ciudades medias que están viviendo un notable crecimiento
gracias a las actividades turísticas. El arco atlántico, también denominado los
“ Finisterres” se desarrolla desde Lisboa hasta el sur de Inglaterra, y engloba la vertiente
cantábrica española y parte del oeste francés. Su densidad urbana es muy inferior a la de
los ejes anteriores y las ciudades que lo conforman apenas participan en el sistema
mundial de ciudades. El principal problema que presentan es su situación periférica,
alejada de los grandes centros de decisión. Su gran fachada marítima puede
proporcionarle en el futuro una importancia estratégica a sus ciudades en los sectores
económicos relacionados con el transporte y las comunicaciones. De características
semejantes a la anterior, las ciudades, el subisistema de los “ sures” sus ciudades
tampoco están bien integradas en los grandes ejes europeos ni poseen una participación
relevante en el sistema mundial de ciudades. Este espacio periférico comprende el sur
de la península ibérica, ciudades del sur de Italia y las ciudades griegas.
5. La desequilibrada estructura del poblamiento en Castilla y León.
La intensa urbanización de Castilla y León en la segunda mitad del siglo XX
tuvo diferente alcance en sus ciudades. El crecimiento fue especialmente intenso en las
ciudades donde se establecieron los polos de desarrollo del desarrollismo, como
Valladolid y Burgos, pero fue mucho menor en otras como Soria, Zamora, Palencia o
Ávila que perdieron población por la emigración a otras regiones de España.
El sistema de ciudades de Castilla y León es monocéntrico, con una gran
metrópoli subregional que es Valladolid cuyo peso dentro de la Comunidad se ha
acentuado en la España de las Autonomías. En la jerarquía de la red urbana de Castilla y
León podemos apreciar varios rangos: hay una metrópoli subregional, Valladolid, que
extiende su área de influencia por casi toda la Comunidad Autónoma, ciudades medias
que ejercen su área de influencia a nivel provincial ( las capitales de provincia) y
núcleos urbanos que ejercen su área de influencia en el ámbito comarcal como
Ponferrada, Miranda de Ebro, Aranda de Duero. Pero faltan ciudades de ámbito
comarcal que permitan acceder a los servicios especializados ( comerciales, sanitarios,
financieros, culturales ) a los habitantes del medio rural. Ello se debe en buena medida
al declive de las antiguas ciudades cabeceras de comarca como Béjar, Medina de
Rioseco, Villalón, Benavente, etc...
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