sangre nuestra - La Izquierda Diario

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polÍtica
Fotografía: Matías Salazar
#NiUnaMenos
SANGRE NUESTRA
#NiUnaMenos se inspira en el verso de un poema de una escritora mexicana, que fue
violada y asesinada en represalia por su lucha por esclarecer los femicidios de Ciudad
Juárez. En Argentina, la movilización del 3 de junio de 2015 lo convirtió en el emblema
indiscutible de la lucha contra la violencia hacia las mujeres.
ANDREA D’ATRI
Especialista en estudios de la mujer.
“Ni una muerta más”, gritan en México las
mujeres cuando se movilizan contra los femicidios y la violencia machista. Esa frase se
la atribuyen a la escritora y activista Susana
Chávez, quien dedicó su corta vida a la lucha por el esclarecimiento de los femicidios
de Ciudad Juárez, donde residía. Susana fue
violada, asesinada y mutilada por tres hombres jóvenes, a la edad de 37 años. Su voz se
transformó en el emblema de las movilizaciones que tanto en México como en el resto del mundo, repudian la violencia contra las
mujeres. Su verso se convirtió en consigna y
también fue resignificado, transformándose
en “Ni una muerta más, ni una mujer menos”.
En Argentina, en marzo de 2015, un grupo
de escritoras, periodistas y artistas empezó a
gestar acciones para visibilizar esta violencia.
Inspirándose en la poetisa mexicana asesinada, convocaron con el lema #NiUnaMenos a
una maratón de lectura en una plaza de la Ciudad de Buenos Aires, junto con familiares de
víctimas. En esa fecha, coincidían en el horror,
el décimo aniversario de la desaparición de
la estudiante Florencia Pennacchi1 –de la que
aún se desconoce su paradero– y el hallazgo
del cadáver de Daiana García2, en una bolsa
de residuos, tirado en un descampado del conurbano bonaerense.
Los femicidios siguieron. Y se convirtieron
en un ahogo insoportable, hasta que el hartazgo encendió la chispa que dio lugar a la
multitudinaria movilización del 3 de junio.
En el mes de mayo, Chiara Páez, una adolescente embarazada fue masacrada por su novio en la provincia de Santa Fe. La periodista
Marcela Ojeda, de radio Continental, escribió entonces en su cuenta de Twitter “Mujeres, todas ¿no vamos a levantar la voz?
I dZ
Junio
Nos están matando”. Inmediatamente, su
mensaje se replicó en redes sociales, mientras sus colegas, en distintos medios masivos, empezaron a hablar del tema sin tapujos
ni recurriendo a las misóginas metáforas que
siempre usaron los periodistas para referirse
a los femicidios como “crímenes pasionales”.
Fabiana Tuñez, hasta entonces titular de la
ONG La Casa del Encuentro –que venía sosteniendo el único registro estadístico de femicidios en Argentina–, puso en marcha la
organización de la convocatoria, actuando
como nexo entre las periodistas, las organizaciones de mujeres y el propio gobierno de la
Ciudad de Buenos Aires, que en ese entonces
ocupaba el actual presidente Mauricio Macri.
Ni siquiera las convocantes esperaban la
multitudinaria movilización que terminó reuniendo a casi 300 mil personas frente al Congreso Nacional y otros tantos centenares de
miles en las plazas de casi todas las localidades del país. #NiUnaMenos instaló –como
nunca antes– el problema de la violencia contra las mujeres en la agenda política nacional
y convirtió a esa frase en una referencia ineludible en Argentina y el mundo.
2015: La explosión del hartazgo
En esa ocasión, las periodistas redactaron
un documento en el que se explayaban sobre
la violencia contra las mujeres, además de incluir una serie de reclamos a los tres poderes
del Estado. Inmediatamente, por la repercusión mediática que estaba teniendo la convocatoria en plena campaña electoral para las
presidenciales, los candidatos políticos empezaron a adherir, con el mismo formato en que
artistas, figuras conocidas y miles de personas
anónimas lo hacían en las redes sociales: una
foto personal sosteniendo un cartel que, impreso o escrito a mano, decía #NiUnaMenos.
En poco menos de un mes, prácticamente no
quedaba nadie en la Argentina que no conociera esta campaña o la convocatoria prevista
para el 3 de junio.
Entonces, las organizadoras, aprovechando la coyuntura política, decidieron armar un
pliego más conciso de reivindicaciones, con
el objetivo de exigir un compromiso público a
todas las fuerzas y candidatos que se presentaban a la contienda electoral. La periodista
Florencia Etcheves, del canal TN del Grupo
Clarín, decía
Entre tanto apoyo aparecieron los políticos. ¿Y por qué no?, dijimos. En un reclamo social no se pone molinete o derecho de
admisión, pero en el caso de ellos la foto no
alcanza, a ellos –a todos– les cabe el compromiso de tener el tema en agenda de campaña.
Así fue como, resumido en cinco puntos, las
periodistas exigieron a los políticos la implementación del Plan Nacional de Acción para la Prevención, Asistencia y Erradicación de
la Violencia contra las Mujeres que está contemplado en la Ley 26.485, pidiendo que se
cumpla integralmente, con monitoreo y presupuesto. También solicitaban que haya patrocinio jurídico gratuito para que las víctimas
de violencia tuvieran garantizado su acceso a
la Justicia y que se unifiquen las causas de los
fueros civil y penal, para agilizarlas; que se estableciera un registro estadístico oficial único
del Estado; que se garantizara la educación sexual integral en todos los niveles y en todo el
país acorde a la ley que rige desde 2006 y que
se protegiera a las víctimas que denuncian.
La polarización política instalada por la
campaña electoral y el descontento que ya
se sentía con el gobierno de Cristina Fernández, sumado al amplio espacio que el Grupo
Clarín le dio a la convocatoria en todos sus
medios gráficos, televisivos y radiofónicos,
generó suspicacias entre las organizaciones
kirchneristas. Algunos sectores consideraban
que la movilización era, veladamente, una
manifestación opositora al gobierno. Incluso
atinaron a contraponer otra convocatoria en
las puertas de los Tribunales, señalando que
la Justicia era la institución ante la cual había
que plantear los reclamos. La masividad alcanzada y la espontaneidad que desató la viralización de la convocatoria, desbordando a
las propias organizadoras y a todas las agrupaciones que participaron de manera organizada, superaron esas primeras apreciaciones
del entonces oficialismo y lograron la unidad
que se expresó el 3 de junio en todo el país.
Las mujeres de la Campaña Nacional por
el Derecho al Aborto aprovecharon la repercusión de la convocatoria para visibilizar también las cifras de mujeres muertas
por las consecuencias de los abortos inseguros y clandestinos. “Sin derecho al aborto, no
hay ni una menos”, señalaron. Mientras tanto, la adhesión de políticos de la derecha, del
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secretario de Seguridad de la Nación Sergio
Berni, de jerarcas de la Iglesia Católica o personajes mediáticos reconocidos por el uso
misógino que hacen del cuerpo de las mujeres y del humor machista en sus productos
televisivos, generaron un debate en las redes
sociales. ¿Eso prestaba una ayuda a que la
convocatoria se hiciera más masiva o la hipocresía de estos personajes la invalidaba? Algunos grupos feministas e incluso personas
reconocidas explicaron públicamente por qué
no iban a sumarse a la movilización, fundados en esto. Otras agrupaciones, mayoritariamente de la izquierda partidaria, señalamos la
hipocresía y el doble discurso de los funcionarios y políticos, de la jerarquía eclesiástica
y de la plana mayor de las fuerzas policiales
y represivas del Estado, como también de los
grandes empresarios mediáticos, tanto del
oficialismo como de los partidos del régimen
que se encontraban en la oposición. Y buscamos una fórmula para visibilizar que los
femicidios no solo tienen responsables individuales, sino que son el último eslabón de
una larga cadena de violencias contra las
mujeres de la que son responsables las instituciones del régimen político del Estado capitalista. En esa oportunidad, Pan y Rosas y
el PTS en el Frente de Izquierda desplegamos
una intensa actividad en todo el país previa
a las concentraciones del 3J. Más de 20 mil
trabajadoras, trabajadores y estudiantes participaron de charlas debates, radios abiertas,
difusión del proyecto de Plan de Emergencia contra la violencia hacia las mujeres del
diputado Nicolás del Caño, pero fundamentalmente haciendo su propia campaña de carteles y fotos de adhesión que inundaron las
redes sociales y generan generaron inquietudes y reflexiones nunca antes polanteadas en
esos ámbitos.
2016: La misma violencia, nuevos reclamos
El reciente 3 de junio, nos encontró con una
coyuntura política muy diferente. Un nuevo
gobierno que, a seis meses de su asunción, atraviesa un primer momento de cuestionamiento y baja de su popularidad por los despidos,
la inflación, los “sinceramientos” tarifarios y
otras medidas de ajuste que están golpeando
el bolsillo del pueblo trabajador. Con ese telón de fondo, el horror de los femicidios no cede: desde el 3 de junio de 2015 hasta mayo de »
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polÍtica
2016, otras 275 mujeres fueron asesinadas por
la violencia machista, razón por la cual 216 niñas y niños perdieron a su madre.
El colectivo de periodistas que había organizado la primera movilización, histórica, de
#NiUnaMenos se dividió alrededor del posicionamiento frente al gobierno actual. Algunas entendieron que, con el gobierno de
Mauricio Macri, los ataques a los derechos
de las mujeres se profundizan: no se cumplen los protocolos de atención de abortos
no punibles en los hospitales, se desmantelan programas de atención en salud sexual y
reproductiva o se achica el presupuesto destinado a proteger a las víctimas de violencia,
la Justicia condena más fuertemente a una joven pobre acusándola sin pruebas de haberse
practicado un aborto, que al responsable político de la masacre de diciembre de 2001. Las
otras consideraban que no había que politizar
ni partidizar la protesta. Enfrentadas o divididas por lo que popularmente se ha denominado “la grieta”, entre las que son más afines
al kirchnerismo y quienes simpatizan con el
actual oficialismo u otras variantes no kirchneristas de centro y centroderecha, el colectivo #NiUnaMenos no pasó la primera prueba.
La movilización fue organizada por las periodistas críticas del gobierno actual, junto con
la colaboración de decenas de organizaciones
de centroizquierda, populistas y de la izquierda, lo que hizo que las columnas organizadas con mayor presencia en la movilización
porteña fueran –como lo señaló el diario Página/12– la del Frente para la Victoria y la
del Frente de Izquierda, mayoritariamente integrada por centenares de militantes del PTS
de Myriam Bregman y Nicolás del Caño y la
agrupación de mujeres Pan y Rosas.
Sangre
nuestra
Por Susana Chávez Castillo
Sangre mía,
de alba,
de luna partida,
del silencio.
de roca muerta,
de mujer en cama,
saltando al vacío,
Abierta a la locura.
Sangre clara y definida,
fértil y semilla,
sangre incomprensible gira,
sangre liberación de sí misma,
sangre río de mis cantos,
mar de mis abismos.
Sangre instante donde nazco adolorida,
nutrida de mi última presencia.
Los grandes grupos mediáticos afines al gobierno no promovieron esta convocatoria
con el mismo énfasis que lo hicieron el año
pasado y que consiguió que en aquella oportunidad hubiera una concurrencia mayor.
Sin embargo, ante la inevitabilidad de que la
movilización sería un hecho, comenzaron a
mencionarla pocas horas antes del inicio. Lo
mismo hizo el gobierno nacional que lanzó
un spot televisivo sobre violencia de género,
realizado por el ministerio de Desarrollo Social que preside Carolina Stanley.
Este marco arrojó como resultado una movilización con características también diferentes a la del año pasado. A diferencia de
aquella oportunidad, esta vez tuvieron más
protagonismo las agrupaciones estudiantiles, feministas, sindicales, la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto, los centros
de estudiantes, los sindicatos, las organizaciones no gubernamentales y los partidos
políticos. Si bien miles de personas marcharon espontánea e independientemente, el peso que tuvieron las organizaciones
en preparar la convocatoria, difundirla y garantizar su masividad fue mayor al del año
pasado. Y esto también se expresó en el programa que levantaba la movilización. A diferencia del año pasado, esta vez se sumó la
exigencia de libertad para Belén, la joven tucumana condenada a 8 años de prisión acusada de practicarse un aborto, que nunca se
probó. También sonó fuerte el reclamo de
legalización del aborto, causa de la muerte
de casi 300 mujeres cada año, víctimas de
las consecuencias de los abortos inseguros
y clandestinos. La herida abierta de la violencia contra las mujeres, que no puede cicatrizar ante la falta de políticas para paliar
siquiera mínimamente sus consecuencias, se
transformó en un canal de expresión del descontento con el gobierno y las medidas de
ajuste, tarifazos y despidos que afectan a las
familias trabajadoras.
Fue destacada la participación mayoritariamente juvenil. Estudiantes de escuelas secundarias, institutos y universidades de la Ciudad
de Buenos Aires y el conurbano, marcharon
con sus carteles confeccionados los días previos, improvisados en el momento, con leyendas pintadas en su ropa o en sus rostros.
En muchas instituciones educativas se dictó
asueto para que estudiantes y docentes pudieran concurrir a la movilización, después de
varios días en los que se organizaron debates,
charlas, proyecciones para reflexionar sobre
la violencia machista.
que la violencia contra las mujeres es una
violación de esos derechos y que eso es un
asunto que amerita la implementación de políticas sociales. Para instalar ese amplio consenso, colaboró incluso el apoyo inicial hasta
de aquellos que, cínicamente, son responsables de las políticas públicas o de la reproducción de la misoginia en los grandes medios
de comunicación de masas. Como señala Inés
Pousadela,
… tal como es planteada, en efecto, la
disyuntiva coloca a todos los actores en un
solo bando, dejando desierto el lado opuesto
del campo político. Pues ¿quién podría (declarar públicamente) estar de acuerdo con los
asesinatos de mujeres?3
Aunque claro está, como bien señala también la autora, este consenso es superficial ya
que, aunque se comparte el rechazo de la violencia de género, no sucede lo mismo con la
lectura sobre cuáles son las causas que la originan, las políticas que habría que implementar para combatirla, etc.
De todos modos #NiUnaMenos no solo ha
instalado el tema de la violencia contra las
mujeres a un nivel de masas nunca visto, ha
generado este consenso lábil pero extendido
que repudia la violación de nuestros derechos
humanos elementales, sino que demuestra
además –especialmente para la izquierda–
que es necesario más que nunca hacer realidad lo que decimos en nuestra consigna “Si
tocan a una, nos organizamos miles”: organizar una fuerza militante de centenares de miles de mujeres dispuestas a darle combate al
machismo y a los gobiernos, la justicia y las
instituciones que lo perpetúan, lo legitiman y
lo reproducen. Porque el radical cambio social que exige la eliminación de todas las formas de opresión de género, no provendrá –ni
aún en el mejor de los casos en que se atendieran las demandas mínimas que exige el
movimiento actual– de algunas medidas paliativas de los gobiernos, reformas legislativas
discutidas en los parlamentos o el aumento
del poder punitivo del Estado para aquellos
que violaran tales derechos.
Apostar al desarrollo crítico de este masivo movimiento de repudio a la violencia de
género y al mismo tiempo, al surgimiento de
sectores del mismo con una orientación anticapitalista, que confíe solo en sus propias
fuerzas en la lucha por una sociedad liberada de todas las formas de explotación y opresión, es nuestro desafío.
Amplio consenso y perspectivas
Las respuestas por parte de los tres poderes del Estado siguen ausentes. Ni siquiera algunas cuestiones mínimas fueron resueltas,
como la constitución de un registro estadístico único y oficial de femicidios. Sin embargo, #NiUnaMenos consiguió instalar en el
sentido común de la sociedad, que los derechos de las mujeres son derechos humanos;
1. Desaparecida el 16 de marzo de 2005.
2. Su cuerpo fue encontrado el 14 de marzo de
2015.
3. Inés Pousadela, “#NiUnaMenos: La violencia
contra las mujeres en la agenda progresista latinoamericana”, 10/11/2015 disponible en www.sinpermiso.info.
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