Análisis del Soneto XII de Garcilaso de la Vega. V-1.Si para refrenar este deseo V-2.loco, imposible, vano, temeroso, V-3.y guarecer de un mal tan peligroso, V-4.que es darme a entender yo lo que no creo. V-5.No me aprovecha verme cual me veo, V-6.o muy aventurado o muy medroso, V-7.en tanta confusión que nunca oso V-8.fiar el mal de mí que lo poseo, V-9.¿qué me ha de aprovechar ver la pintura V-10.de aquél que con las alas derretidas V-11.cayendo, fama y nombre al mar ha dado, V12.y la del que su fuego y su locura V-13.llora entre aquellas plantas conocidas V-14.apenas en el agua resfriado? Estructura gramatical. El soneto se construye en base a una proposición de tipo condicional rodeando a una oración principal. Se podría esquematizar de la siguiente manera. La prótasis estaría delimitada por la extensión del primer cuarteto. Esta estructura, a su vez, se construye como una acumulación de subordinadas condicionales. Para visualizar esto hay que reponer desde el plano semántico el sentido de la conjunción “y” (v-3) leyéndola y categorizándola como “Si para”. Así nombraremos como A, a la estructura que va desde “Si para…”hasta “temeroso” (V-1-2). Y como B a la que va desde “Y (si para) guarecer”… hasta “no creo” (V-3-4) La oración principal será todo el segundo cuarteto. En donde notamos una particularidad. “No me aprovecha verme cual me veo” (V-5). En esta oración vemos la inclusión de dos signos de reflexibilidad, en “verme” y en “me veo” (V-5). Recordemos que el campo reflexivo se da cuando sobre quien recae la acción o a quien se destina, es idéntico a quien actúa como oficiante de tal acción. En esta duplicación, independientemente del nivel sintáctico que ocupen estas estructuras, notamos el carácter de introspección; de testigo y protagonista con la que se desenvuelve el Yo en el soneto. 1 Por ultimo la apódosis corresponde a los dos tercetos y no reviste, desde lo sintáctico mayores inconvenientes. Lo único a tener en cuenta que estos tercetos se coordinan mediante la conjunción Y, y dan dos estructuras que denominaremos C, desde “¿Qué…” hasta “dado” (V-9-11) y otra D desde “y la del...” hasta “resfriado?” (V1214) Los verbos que estarían conectando de alguna manera ambas mitades serían “ver” y “aprovechar”. Para clarificar este análisis trascribiremos nuevamente el soneto marcando las estructuras. Si para refrenar este deseo A loco, imposible, vano, temeroso, y guarecer de un mal tan peligroso, que es darme a entender yo lo que no creo. Apódosis (Hipótesis). B No me aprovecha verme cual me veo, o muy aventurado o muy medroso, Principal en tanta confusión que nunca oso fiar el mal de mí que lo poseo, (Entonces) ¿qué me ha de aprovechar ver la pintura de aquél que con las alas derretidas cayendo, fama y nombre al mar ha dado, y la del que su fuego y su locura llora entre aquellas plantas conocidas apenas en el agua resfriado? C Prótasis (Consecuencia). D Estructura Enunciativa. El Yo poético aparece explicito en el primer cuarteto mediante el pronombre “Yo” (v4), por el acusativo “me” (v-7), y por la conjugación verbal en la primera persona del singular: oso (v-7), poseo (v-8). Desde la mitad del primer terceto el Yo pasa a la función de testigo describiendo acciones de dos Tu plasmadas en sendos cuadros. Si bien la acción se centra en la experiencia personal del Yo (¿Qué me ha de aprovechar…), encontramos la utilización del demostrativo “aquel” (v-10) y del posesivo “su” (v-10) que nos marca un desplazamiento de la mirada. El soneto es de carácter abstracto; describe un estado emocional del Yo. 2 Léxico. Se podría decir que posee un dinamismo expresivo negativo, marcado por la utilización de adjetivos del tipo: loco, imposible, vano, temeroso, medroso. Todos éstos con una connotación negativa. Nivel Fónico. El soneto posee rima consonante: ABBA-ABBA-CDE-CDE. En cuanto a la acentuación, se apoya principalmente en la sexta sílaba, salvo en los versos 2, (“loco, imposible, vano, temeroso), en donde cada adjetivo posee una carga expresiva muy fuerte y se hace complicado visualizar en dónde está el acento principal del verso. Esto tal vez se deba a que se construye como una acumulación. En el verso 6 en donde vemos que se acentúa en la sexta y en la decima sílaba. Posiblemente por ser una disyunción. Y en el verso 10 en donde notamos el acento en la segunda y décima sílaba. Las vocales que dominan el soneto en su totalidad son las abiertas O y E. Recursos Estilísticos. Algunos recursos relevados son: Encabalgamiento: entre el verso dos y tres. Y entre el final del primer terceto y el comienzo del segundo. Perífrasis (consiste en designar de forma indirecta un concepto a través de un conjunto de sus características) en los dos tercetos, uno que designa a Ícaro y el otro a Faetón. Asíndeton: (omisión de conjunciones), en el verso 2. Prosopopeya: (consiste en atribuir a las cosas inanimadas o abstractas, acciones y cualidades propias de seres animados). En el verso 2, en “loco” y “temeroso”. Aliteración: (Repetición de un sonido). En el verso 5 “…verme cual me veo…” 3 Recursos semánticos. Hipertextualidad. Para ejemplificar su estado anímico, el Yo poético utiliza dos mitos que operan como reflejo de su confusión. Mitos de los que, por otra parte, no podrá sacar provecho. Uno de ellos es el de Ícaro1, en el primer terceto, y el de Faetón2, en el segundo. En ambos mitos el elemento común es la desmesura, la arrogancia y la soberbia: tanto Ícaro como Faetón actúan sin tener conciencia real de sus actos y por eso mueren. Así el soneto se construye como una advertencia y toma de conciencia sobre como un poeta debe refrenar sus deseos y pasiones, en este caso amorosas. Como característica a tener en cuenta vemos un doble juego en donde el soneto es hipertexto de estos cuadros. Y a su vez los cuadros son hipertextos de los relatos mitológicos (Hipotextos). Lo mismo ocurre en el plano lector: El Yo a causa de su confusión no puede leer correctamente los signos expresados en los cuadros. Y el lector, debe, para sacar provecho del soneto, leer el poema para enterarnos como el Yo necesita leer los signos de los cuadros. Así el soneto nos pone ante una doble problemática. La de decodificar el poema y el problema del Yo para decodificar correctamente una obra de arte pictórico. Tema del soneto. El tema del soneto es el conflicto entre el deseo amoroso3 y la razón. La pasión es el elemento que ofusca la mente del Yo. Y como consecuencia de ésta el Yo no puede aprovechar ningún ejemplo. En el primer cuarteto es en donde se nos marca las características de este deseo que siente el Yo. “Si para refrenar este deseo loco, imposible, vano, temeroso,” En el segundo nos marca cómo se ve el yo ante la situación de confusión. En cierta forma vemos un estatismo, primero por la utilización, en el primer cuarteto del verbo “refrenar” (v-1), y ya en el segundo por la disyunción: “o muy aventurado o muy medroso,” 1 Ver apéndice. Ídem. 3 Este es uno de los tópicos propios del renacimiento: el conflicto entre el deseo amoroso y la razón y los intentos de precisar qué es el amor y cómo se manifiestan sus aspectos contradictorios. 2 4 Entre la osadía y el temor solo queda la inmovilidad. Los dos tercetos operan como ejemplos que son imposibles de tomar, justamente por encontrarse en la misma situación que los protagonistas de éstos ejemplos, Ícaro y Faetón. Estas dos estructuras, que mantienen una misma línea de significación, están unidas por encabalgamiento y sirven como marco de reflexión para el Yo: ¿Qué me ha de aprovechar ver la pintura…” (V-9) Conclusión. Luego de este esbozo de análisis podemos decir que en todos los planos abordados (el sintáctico, el fónico y el semántico) se mantiene una coherencia que defiende y sostiene el tema central del soneto. Como hemos mencionado anteriormente la reflexión del Yo se denota en la utilización de los reflexivos, en el que es, para nosotros, el verso principal del soneto:”no me aprovecha verme cual me veo”. (V-5). El soneto nos muestra dos planos en los que el Yo se debate: la locura y la cordura. Estos conceptos se identifican en la obra en principio en la disyunción: “o muy aventurado o muy medroso,” (V-6). Aventurado representaría a la locura y medroso a la cordura. Estos conceptos se toman como absolutos, es decir que lo esencial para el Yo es mantenerse en un equilibrio entre ambos conceptos. En realidad el peligro es, también, caer en la cordura total. Todo el soneto esta dirigido hacia la locura. La cordura sólo puede identificarse por contraposición de conceptos que es necesario reponer. De este desequilibrio surge el mal del que se habla. Este mal irá cambiando su sustancia, por decirlo de alguna manera pasando desde la abstracción hasta los resultados de su concreción en el Yo. V-4.”Que es darme a entender yo lo que no creo.” El mal es engañarse a sí mismo. En este verso que surge como una sentencia vemos el carácter abstracto. Ya en el verso ocho, notamos como el Yo sufre la concreción de este primer mal: “fiar el mal de mí que lo poseo”, es decir, no dar crédito a estar atrapado por un mal. Esta concreción de la que hablamos utiliza como elemento conector a la confusión, que es, justamente, lo que provoca no aceptar el mal que “lo” posee. Por otro lado el mal se provoca por el deseo irreprimible y los dictados de la razón que se contraponen. De esta manera entre el Yo y el deseo hay un vacío, generado por el mismo escepticismo del Yo. Otro tema presente es el del arte como instancia superadora de la teoría platónica: el arte no enseña. Platón reconocía que el arte ocupaba un lugar singular en la actividad del hombre que según su punto de vista no se tenía que reducir a la contemplación estética sino que debería estar al servicio de la educación y la moral. Implicaría la idea de que el 5 arte no es bueno. Por eso los ejemplos no sirven. En esta concepción el arte no es subsidiario de una idea y no es pedagógico. En cuanto al carácter renacentista de la obra podemos decir que en ésta el mundo antiguo sirve como un horizonte, pero no implica tomar su ejemplo al pie de la letra. Se admira la tradición y la historia, pero se resignifica porque está cargada de una nueva experiencia. Para concluir podríamos hacer una división en el soneto marcada por la experiencia que equivaldría a los dos cuartetos y otra referida al modelo a seguir, al mito y la tradición denotada en los tercetos. Ambas partes se conectan mediante la confusión y el Yo se desdobla en un “aquel”. De locura y cordura en la primera parte pasamos a fuego y agua en la segunda como símbolos equivalentes. En resumen el soneto intenta decirnos que si la vida no puede enseñar (los dos cuartetos), mucho menos lo podrán hacer los ejemplos (los dos tercetos). 6 Apéndice. Ícaro. En la mitología griega, Ícaro, hijo de Dédalo, arquitecto que construyó el Laberinto de Creta, fue encarcelado por el rey Minos junto con el padre en una torre. Consiguieron escapar de la prisión, pero no podían salir de la isla porque el rey tenía controlado todos los barcos. Entonces, Dédalo se puso a construir alas para él y su hijo para salir de la isla volando. Empezó con plumas pequeñas, que fue fijando con otras cada vez más grandes, para lograr alas de mayor tamaño. Cuando terminó su trabajo, las probó en vuelo y le enseñó a hacerlo a su hijo. Cuando estuvieron listos los dos, Dédalo le advirtió a su hijo que no volara demasiado alto, pues los rayos del sol le dañarían las alas; tampoco demasiado bajo, porque la espuma del mar las mojaría. Así fue cómo se largaron a volar. El joven Ícaro se entusiasmó y comenzó a ascender como si quisiera llegar al Paraíso. Pasó, entonces, lo que tenía que suceder: las alas se comenzaron a destruir, el sol ablandó la cera que pegaba las plumas, Ícaro agitaba sus brazos pero igual perdía altura, hasta que cayó al mar. Su entusiasmo le hizo perder de vista la limitación de su condición humana. Faetón. Faetón era el hijo del dios Apolo. Presumido como él era, alardeaba siempre entre sus amigos que era hijo del mismísimo dios Sol. Como ellos no lo creían, un día Faetón fue adonde su padre, quien le prometía que le concedería lo que él le pidiera, que después sabría que era montar en su carruaje (el Sol). Aunque Apolo intentó disuadirle de mil maneras, Faetón estaba encaprichado con demostrarle a sus amigos de quién era hijo, por lo que se subió. Una vez en el carruaje, no fue capaz de dirigir a los caballos que tiraban de él y se descontroló por completo. Primero subió demasiado arriba, enfriando la superficie terrestre, y luego descendió tanto que quemó la mayor parte de las tierras de África, más a sus pobladores, cuya piel se volvió negra. Zeus, que no podía permitir que aquel desastre continuara, no le quedó más remedio que lanzar un rayo contra el carruaje. Faetón cayó en picada al río Erídano y se ahogó, como sol que cae del cielo y se ahoga en el agua. Su amigo Cicno se apenó tanto que los dioses lo convirtieron en cisne. Sus hermanas, las helíades, también se apenaron y fueron transformadas en alisos o álamos, y según Virgilio, sus lágrimas se convirtieron en ámbar. 7