La medicina en Llerena en el siglo XVI

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La medicina en Llerena
en el siglo XVI
LUIS GARRAÍN VILLA
Cronista Oficial de Llerena
Cuando el escritor don Luis Zapata de Cháves redactó su libro de Cetrería en el último cuarto del siglo XVI, estando privado de libertad en la
localidad de Valencia de las Torres, a dos leguas de Llerena, con la añoranza
de no poder vivir en “la mejor casa de caballeros”, decía de su ciudad:
“Llerena, lugar nobilísimo, cabeza de la provincia de León en
Extremadura, situada en las raíces de Sierra Morena, feliz de sitio,
fértil de suelo, sano de cielo, soberbia de casas, agradable de calles,
abundante de hermosas, llena de caballeros y letrados y de tan raros
ingenios, que apenas necio podrá hallarse uno.”
La entonces villa llerenense comenzó a tener protagonismo a partir de
su reconquista en el siglo XIII, y aunque para algunos investigadores no tuvo
importancia como entidad poblacional, para otros fue pieza fundamental como
plaza principal en la conquista cristiana de toda la zona, estaba situada en
pleno Camino o Ruta de la Plata, que comunicaba Andalucía con Extremadura
y Castilla. Pelay Pérez Correa, Maestre de la Orden de Santiago, desde la
alcazaba reconquistada de Reina, comenzó a sentar las bases de la administración militar y civil de toda la comarca y también fue el primer impulsor de
lo que sería la Provincia de León de la Orden de Santiago en Extremadura, y
Llerena la población que ocupó la cabeza durante varios siglos.
Como es sabido, el Maestre Pérez Correa, está enterrado en el monasterio en el monasterio de Tentudía, a la izquierda del magnífico retablo de
azulejos del ceramista italiano, con residencia en Sevilla, Niculo Pissano.
Una muestra de su obra también la podemos disfrutar en Llerena en la capilla
del Prior o Bautismal de la Iglesia de la Granada.
Esta comarca del sur de Extremadura, como todos los territorios reconquistados, se encontraba despoblada, con unas inmensas áreas que había que
ocupar con familias dispuestas a explotar las ricas dehesas y tierras de calidad, haciéndolas producir y así, la corona podía recaudar los impuestos necesarios para su sustento.
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Llerena, poco a poco se fue convirtiendo en el centro natural de la comarca y sus muros alojaron a los más importantes Maestres de la Orden de
Santiago a partir del siglo XIII, que la eligen como residencia temporal. El
primero de ellos, el infante don Fadrique (1342-1358), hermanastro del rey
Pedro I el Cruel, que reconstruyó las murallas de Llerena y bisabuelo de Fernando el Católico. Le siguieron don Pedro Fernández Cabeza de Vaca (13821387). Don Enrique García Fernández de Villagarcía (1385-1387), que se
convirtió por decreto en el patrono de la capilla mayor de la iglesia de Santa
María de la Granada donde fue enterrado; previamente había construido su
castillo en la vecina localidad de Villagarcía de la Torre.
Don Lorenzo Suárez de Figueroa (1387 1409), que concedió licencia a
Llerena para celebrar las ferias de San Mateo el 21 de setiembre, construyó la
capilla de la Trinidad en la iglesia de la Granada, los bastimentos, terminó el
edificio destinado a Casa Maestral y el convento de Santa Elena. Fue enterrado en la iglesia de Nuestra Señora de la Granada.
Y el último de los Maestres de la Orden, don Alonso de Cárdenas (1480
1493), que estuvo casado con doña Leonor de Luna y que construyó la iglesia
de Santiago para su enterramiento y el de su familia, donde están sepultados.
Durante los años sucesivos a la reconquista, debido a la política de
repoblación que los monarcas impusieron en España, en Llerena se asentaron
numerosas familias judías. Estos clanes hebreos convirtieron a Llerena en un
población próspera y con unos niveles muy elevados en los sectores económicos y culturales, llegando incluso a existir una escuela de traductores, de la
que fue elegido el judío Gabriel Istruel como traductor de los contrato que los
Reyes Católicos firmaron en Granada con motivo de la expulsión de los musulmanes . Hacia el año 1479, el judío Rabí Mayr consiguió de los Reyes
Católicos eliminar la prohibición que existía en toda España de celebrar ferias y mercados. La aljama de Llerena la formaba casi 600 familias en torno a
la zona ocupada por la sinagoga (ermita de Santa Catalina) y la fuente pellejera.
Por aquellos años se vivía plenamente en Llerena una profunda integración de las tres culturales, la cristiana, la judía y la musulmana.
Tras el decreto de expulsión ordenado por los Reyes Católicos en 1492,
en Llerena se quedaron 125 familias judías que junto con Fregenal de la Sierra se convirtieron en los núcleos poblacionales de mayor número de cristianos nuevos o judeoconversos, muchos de ellos criptojudíos. La antigua sinagoga llerenense se convirtió en ermita con el nombre de Santa Catalina.
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Los personajes que más influyeron en dar a Llerena la hegemonía de la
zona fueron don Alonso de Cárdenas y el licenciado don Luis Zapata, a quienes se les debe, sin lugar a dudas el verdadero protagonismo a la hora del
establecimiento en Llerena del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición,
gracias a los contactos políticos del licenciado Luis Zapata, Consejero y asesor de los Reyes Católicos y también debido a la extensa población hebrea de
la Baja Extremadura. La jurisdicción territorial que ocupaba el citado Tribunal ha sido considerado por muchos historiadores como la institución que
formó la región extremeña. Ocupaba 42.260 kilómetros cuadrados, el tercero
de España en cuanto a extensión, e incluía los obispados de Ciudad Rodrigo,
Plasencia, Coria y Badajoz y ocupó en nuestra ciudad tres sedes permanentes,
la primera el palacio prioral en la calle Zapatería, la casa maestral en la calle
La Cárcel y por último, hasta su abolición en 1834, el Palacio de los Zapata,
hoy de Justicia en la calle Corredera.
Entre los procesos inquisitoriales más nombrados cabe destacar el iniciado contra los alumbrados o iluminados en la segunda mitad del siglo XVI,
amplia y detalladamente estudiado y analizado por el profesor Huerga. Este
movimiento herético, basado en la permisión de conductas no muy ortodoxas,
por lo general influenciadas por contactos sexuales algo escandalosos, se extendió por algunas zonas de nuestra región y fue perseguido con ímpetu por el
religioso fray Alonso de la Fuente, hasta lograr en 1570 un masivo proceso de
más de 50 herejes.
Desde comienzos del siglo XVI se produjo un gran aumento demográfico que se vio mermado en cierto modo por la emigración al Nuevo Mundo,
convirtiéndose no obstante, en el segundo mayor núcleo poblacional de
Extremadura en 1591, muy cercano a las diez mil almas, detrás de Badajoz
capital, que la superaba en apenas 200.
Muchas familias vivían amparadas por la clase burocrática e
institucional, la Mesa Maestral, el Santo Oficio de la Inquisición con más de
50 funcionarios, el Cabildo que contaba hasta con 9 escribanos o Notarios,
aparte de los alguaciles, regidores, etc. Pero fundamentalmente estaba el clero que lo componían 297 miembros a finales de la centuria del XVI, y que
dotaban de los servicios religiosos a las dos parroquias, Nuestra Señora de la
Granada y Santiago, y ocho conventos de Llerena, cuatro de monjas, Santa
Clara, Santa Ana, Santa Isabel y la Concepción , y cuatro de frailes, Santo
Domingo, San Francisco, San Sebastián y el de los Jesuitas.
El resto de la población estaba compuesto por artesanos y agricultores y
ganaderos, que convivían en zonas gremiales del casco urbano cuyas calles
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conservan actualmente sus antiguas denominaciones tras numerosas
rotulaciones sufridas a partir de la Segunda República Española. Entre ellas
están la calle Zapatería, Curtidores, Caleros, Ollerías, Armas, Cedaceros y
Bodegones.
HOSPITALES
Llerena tuvo en el siglo XV varios hospitales fundados generalmente
por las instituciones benéficas con el propósito de recoger pasajeros y peregrinos, curarles sus enfermedades y darles cobijo y manutención durante su
viaje.
A finales del siglo XV existían los siguientes:
- San Juan
- Santispíritu
- Santa María de los Pellejeros.
- Cuerpo de Dios
- Santa Catalina
- San Bartolomé
- Santiago
- San Cristóbal
- Santa María de Fuera
- La Caridad.
En el año 1530 sólo quedan cinco de ellos, tuvieron que unirse y
desparecer los que tenían peores edificios y no prestaban la asistencia sanitaria precisa. Todos estaban situados dentro del recinto amurallado y uno solo,
el de San Lázaro, en extramuros, en el camino de Reina.
A finales del XV, en una de las inspecciones realizadas por los visitadores
de la Orden de Santiago, se decía que: “los hospitales que agora ay en la
dicha villa son muy pobres, ansí de hedifiçios como de camas.... Se an dormido muchos por las calles debaxo de portales de la yglesia e otros de la
plaça porque no ay donde los acojan” 1.
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Añadimos además el mal estado de conservación de los edificios donde
se ubicaban. Esto provoca que algunos de ellos se unifiquen en un solo alojamiento, los de mejores proporciones para ofrecer unos servicios más adecuados.
Generalmente estaban dirigidos por el hospitalero, el capellán y los
voluntarios que prestaban ayuda humanitaria a los enfermos, siempre separados los hombres de las mujeres.
Los medios sanitarios con que contaban son fácilmente imaginables,
prueba de ello es la mención que hace un acuerdo del cabildo de 1590: “... en
dichos hospitales hay muchos enfermos y tienen falta de medicinas y de barberos que sangren a los pobres enfermos”2.
La importancia de estos hospitales venía dada por el número de camas
que tenían, y se diferenciaban unos de otros en función de ellas. La mayoría
se mantenían gracias a las limosnas o por la asignación de las instituciones
benéficas y de las cofradías, y de vez en cuando con alguna asignación económica aportada por el Cabildo, si bien la mayoría de las veces era en especie,
bien en granos o carne para el alimento de los enfermos.
Había algunos que tenían “camas armadas” o “camas de ropa”, que se
vestían con sábanas, almohadas y mantas, y otras con simples “jergones” en
unas condiciones lamentables, lo que provocó que los nueve hospitales fueran
poco a poco unificándose para poder prestar mejores servicios.
El primer hospital como tal fue el de la CONCEPCIÓN, fundado en el
año 1468, por doña Antonia Sánchez la Gallega, que tuvo que viajar tres
veces a Roma para conseguir del papa Inocencio VIII la bula correspondiente. Estaba situado junto a la iglesia que lleva su nombre. Hasta el año 1575 no
contó con camas vestidas.
1
PEÑA GÓMEZ, María del Pilar de la: Arquitectura y Urbanismo de Llerena, Universidad de
Extremadura, Ayuntamiento de Llerena, Cáceres, 1991, p. 294.
2
A.M.LL. Libro de acuerdos del Cabildo, año 1590.
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El de SANTISPÍRITU, o ESPÍRITU SANTO, fundado por el licenciado don Luis Zapata, frente a su casa principal. Durante mucho tiempo fue
el que mejor dotado estuvo por la importante asignación económica que dada
la familia del licenciado don Luis Zapata. Llegó a tener incluso una mujer
dedicada exclusivamente a labores de limpieza. Cada enfermo tenía asignada
una ración de pan, cuatro marevedíes y cama durante todo el tiempo que
estuviera ingresado. Un auténtico lujo para la época.
El HOSPITAL DE LA CARIDAD, fundado por los hermanos de la
Caridad detrás de la Iglesia de Santiago, con solamente tres camas, se mantenía de limosnas y no tenía rentas. Este es uno de los que más servicios prestó
en Llerena, amplió en varias ocasiones sus dependencias y estuvo acogiendo
enfermos hasta finales del siglo XVIII, porque a él se unieron otros hospitales de menor entidad.
El HOSPITAL DE SAN LÁZARO, estaba concluido en el año 1494.
A mediados del siglo XVI dejó de prestar su función sanitaria y pasó a ser
residencia de los franciscanos observantes que se trasladaron desde el convento de Santa Elena, situado en las afueras de Llerena, junto al camino de
Villagarcía. Durante algunos años sus enfermos se alojaron en el convento de
San Benito, también en extramuros de la población.
El HOSPITAL DE SAN MARÍA DE LOS PELLEJEROS, llamado
así porque se erigió junto a la plaza donde se situaba la Fuente Pellejera. Las
crónicas de los visitadores de la Orden de Santiago nos decían que era uno de
los más antiguos de la población. A mediados del siglo XVI se trasladó a la
calle de los Maestros, hoy calle Maesso, junto a la plaza de España. Al poco
tiempo se anexionó al de la Caridad.
HOSPITAL DE LA CRUZ, situado en la calle Santa Catalina y ocupó
unas casas adosadas a la ermita de la Vera Cruz, y que hasta la expulsión de
los judíos en 1492 fue la sinagoga de Llerena. Lo fundó doña Inés Álvarez en
el año 1559 y estuvo abierto hasta el año 1672, que se unió a los del Espíritu
Santo y el del Dulce nombre de Jesús.
HOSPITAL DEL DULCE NOMBRE DE JESÚS, situado en la calle
Santiago, próximo a la Iglesia de su nombre y fundado por Juan Domingo de
Castro en 1575. Las obras se demoraron casi cincuenta años, porque hasta
1624 no presta realmente la asistencia necesaria a los enfermos, con la llegada a Llerena de la Orden de San Juan de Dios.
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Algunos de estos hospitales estuvieron atendidos por importantes médicos de la época cuya obra ha perdurado hasta nuestros días. Vamos a hacer
una breve reseña biográfica de alguno de ellos.
FRANCISCO DE PEÑARANDA
Francisco de Peñaranda, fue el ocultador de la biblioteca de Barcarrota,
entre cuyos ejemplares se encontraba una edición inédita de “El Lazarillo de
Tormes”, impresa en Medina del Campo en 1554, y un ejemplar del “Alboraico”, texto redactado por un judío converso, al que me atrevería poner nombre, Gabriel Istruel. Esta biblioteca la adquirió la Junta de Extremadura y
constituye uno de los fondos históricos más importantes de la Biblioteca General de nuestra Comunidad Autónoma.
Entre 1488 y 1490, vio la luz en Llerena el médico Francisco de
Peñaranda, hijo del bachiller Gonzalo Sánchez Ramos y de Mencía González,
judíos reconciliados y censados por los inquisidores en 1497. Fue el primogénito y único varón de cinco hermanos que nacieron con el sambenito y que
vivieron en aquella Llerena que estaba siendo especialmente controlada por
la inmensa institución de control religioso y también político-social del Santo
Oficio de la Inquisición.
Nuestro personaje, el sanador Peñaranda, convivió en Llerena con otros
hebreos bien conocidos por los historiadores especialistas en desvelar los avatares de la finalización de la Edad Media y la entrada la Moderna.
En aquella misma época nos encontramos en la villa llerenense a Gabriel
Israel, también conocido su apellido como Ystruel, traductor de otras lenguas
e intérprete de moriscos, nombrado expresamente por los Reyes Católicos
para intervenir en la redacción de los contratos suscritos por la Corona y los
vecinos de Murcia y Granada. Israel mantuvo pleito con otro traductor de
Málaga reclamándole algunos libros que estaban en su poder. ¿A alguien le
puede caber alguna duda de los libros que formaban la biblioteca de Gabriel?.
Puede alguien pensar que este judío no tuvo en sus manos el “Libro del
Alboraique”, incluso, podemos pensar, ¿pudo ser el autor?.
Gracias al formidable trabajo de investigación del profesor don Fernando Serrano Mangas, sabemos que Francisco de Peñaranda contrajo matrimonio en Llerena con Guiomar Enríquez, también de origen judeoconverso, según relataron sus familiares en unas pruebas documentales que obran en un
pleito instruido en la Casa de la Contratación y el Consejo de Indias de Sevi-
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lla entre 1544 y 1546, con motivo de la herencia del hijo primogénito de
Peñaranda llamado Hernando Enríquez, fallecido en Perú. Fruto de dicho
matrimonio nacieron también Juan Sánchez, Leonor Enríquez, Ana Enríquez
y otro hijo cuyo nombre se desconoce3.
Con algo más de veinte años se trasladó a Barcarrota, usando la profesión de bachiller en artes, imprescindible para acceder al título de medicina,
materia en la que posteriormente se licenció en Salamanca, donde aparece
inscrito en los libros de matrícula y graduado el 3 de julio de 15264.
Tras ejercer la medicina durante varias décadas en Barcarrota, quedó
viudo entre los años 1546 y 1557, y a principios de este último año marchó de
una manera precipitada a Olivenza, entonces portuguesa, para seguir ejerciendo su profesión, no sin antes haber ocultado en una alacena del doblado
de su domicilio parte de su biblioteca, solamente los ejemplares que pudieron
ocasionarle algún problema con los inquisidores por la censura a los que
tenían sometidos estas publicaciones.
Nunca pudo pensar el médico Peñaranda de libros que casi cuatrocientos cincuenta años después, iban a aparecer tal y como los escondió.
Debemos agradecer al profesor Serrano Mangas sus muchas horas de
trabajo e investigación para desvelar la verdadera procedencia de la biblioteca barcarroteña, depositada actualmente en la Biblioteca General de
Extremadura. Con su obra “El secreto de los Peñaranda. Casas, médicos y
estirpes judeoconversas en la Baja Extremadura rayana. Siglos XVI y XVII”
nos aporta una abrumadora serie de datos fehacientes que demuestran que la
citada colección no pudo pertenecer a nadie más que a un criptojudío, a un
hombre culto y dedicado a la medicina, con nombre y apellido, FRANCISCO
DE PEÑARANDA, al que hoy, Llerena le tiene dedicada una calle.
3
SERRANO MANGAS, Fernando: El secreto de los Peñaranda. Casas, médicos y estirpes
judeoconversas en la Baja Extremadura rayana. Siglos XVI y XVII. Hebraica Ediciones, Madrid,
2003, pág. 32.
4
Ibidem, p. 34.
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LUIS DE LEMUS
El licenciado Luis de Lemus, también conocido como Lemos, fue un
famoso e influyente médico que residió en nuestra ciudad durante la segunda
mitad del siglo XVI. Tuvo su domicilio en la calle Santiago, en la casa número 16.
Estuvo casado con doña Inés de Prado y dos hermanas de ésta, doña
Isabel de Prado y doña María Manuel fueron monjas en el convento de Santa
Calara de Llerena. Habían nacido en Jerez de los Caballeros, hijas del capitán
Bartolomé Núñez y de Mayor Fernández.
El licenciado Lemus había llegado a Llerena procedente del convento
de San Marcos de León donde ganaba “300 ducados en dinero y otros provechos”, según consta en el acuerdo del cabildo de Llerena en reunión celebrada el día 27 de mayo de 1582, por el que el regidor Pedro de la Fuente propuso
que se le subiese el sueldo; entre otras cuestiones dice del licenciado que es:
“... muy famoso médico y a sido catedrático en la Universidad de
Salamanca y han tenido y tienen muy principal opinión en su facultad y
hoy día y de ordinario en las escuelas de Salamanca cuando se lee medicina se acata y alega aún el dicho licenciado Lemus y sus obras están
impresas y no hay médico en reino ni fuera de él que no las tiene y las
tienen en mucho aprecio, ...”5.
Hubo diversidad de pareceres entre los regidores del cabildo en cuanto
a la subida de sueldo, y se hizo constar expresamente que cuando se le contrató debía cumplir con las siguientes exigencias:
“... que a de aliviar y asistir en esta villa como en su casa y no
salir de ella ni de sus términos sin licencia del ilustre cabildo de esta
villa y su fuere a visitar algún enfermo limitado que sea con licencia de
la justicia y de un regidor solamente o dos. Item que ha de mirar a los
pobres enfermos de la cárcel y hospitales de esta villa sin interés alguno
e con que a los enfermos que se llamare ha de hacer las visitas necesarias
y acostumbradas y si hubiere necesidad particular tal que la requiera
verse de noche lo hará ...”6.
5
A.M.LL. Libro de acuerdos, domingo 27 de mayo de 1582.
6
A.M.LL. Libro de acuerdos, 2 de julio de 1582.
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LUIS GARRAÍN VILLA
Pasados unos años y a punto de cumplir el contrato que tenía suscrito
con los regidores de Llerena, el licenciado Lemus comenzó a tener ofertas
para prestar sus servicios médicos en otros lugares de la región, y el cabildo,
preocupado con perder a uno de sus más importantes médicos, acordó en la
reunión celebrada el viernes, 8 de setiembre de 1585 para aumentarle el sueldo. Decía lo siguiente:
“En este día los dichos señores, justicia y regimiento dijeron que
en esta villa está por médico el licenciado Lemus, a quien con licencia de
su majestad de los propios de ella se le dan cada un año de salario doscientos ducados la cual se acaba y fenece dentro de cuatro o cinco meses
porque a su noticia es venido que al dicho licenciado Lemus se le hace
instancia por la ciudad de Mérida y por el Duque de Berganza, para que
se vaya de esta villa a asistir en algunas de esas partes, ofreciéndole muy
buenos salarios, lo cual si el dicho licenciado aceptase sería de mucho
daño y perjuicio de los vecinos de esta villa y su comarca por razón de no
haber en toda ella médico de las letras y partes del dicho licenciado
Lemus, el cual desde que reside en esta villa a hecho muchas y buenas
curas que en el tiempo que en ella hubo peste asistió en ella curándola y
a los pobres con mucho cuidado en cuyo servicio murió su mujer e hijos
que murieron de la dicha enfermedad por lo cual teniendo consideración
al bien de esta república acordaron que se suplique a su majestad y a los
señores de su real consejo sean servidos prorrogar al dicho licenciado
Lemus el salario que hasta aquí se le ha dado de 200 ducados cada año
por otros seis años más que corran y se quede desde el día que fenece y se
acaban los cuatro años que su majestad le hizo merced de dar la dicha
licencia”7.
Es evidente que aceptó la prórroga de su contrato porque unos años
después, compareció ante el escribano Luis González para otorgar un poder y
solicitar le enviasen unos libros que había mandado imprimir en Salamanca,
prueba de ello es el poder que otorgó en esta ciudad en el año 1589, en los
términos que siguen:
“Sepan quantos esta carta vieren como yo, el licenciado Luis de
Lemus, médico, vecino de la villa de Llerena, otorgo que doy ... y bastante poder como lo tengo y se requiere al bachiller Ambrosio de Brito, mé-
7
A.M.LL. Libro de acuerdos, del 8 de septiembre de 1585.
LA MEDICINA EN LLERENA EN EL SIGLO XVI
209
dico estante y residente en la ciudad de Salamanca, para que pueda pedir
a los herederos de Cornelio Bojardo, impresor de libros, difunto, vecino
que fue de la dicha ciudad, en reclamación de la impresión de unos libros
que quiso imprimir”8.
En el año 1593 Luis de Lemos seguía residiendo en Llerena, había
solicitado un préstamo a doña Jerónima Delgado, ésta se lo reclamó, y firmó
como fiador don Antonio Núñez Ramírez, abuelo de la poetisa Catalina Clara. El préstamo fue por la compra de 69 vacas que hizo al platero Cristóbal
Gutiérrez. Este documento está fechado el 23 de junio de 15939.
Falleció en el año 1605 y sus restos reposan en la iglesia del convento
de Santa Clara. La lápida que recuerda su enterramiento ha sido localizada
durante las recientes obras de pavimentación de la iglesia. Es de mármol
blanco y tiene esculpido el siguiente texto:
“SEPULTURA DEL LICENCIADO LUIS DE LEMOS, CATEDRATICO EN SALAMANCA I DE SU MUGER DOÑA INES DE PRADO I
SUS HEREDEROS. 1605”.
ALONSO NÚÑEZ
El doctor Alonso Núñez, nació en Llerena e 1559, hijo del boticario
Juan Núñez y de María Sánchez. Tenían su tienda-botica en la plaza de España, en la casa que actualmente está señalada con el número 19. Durante el
proceso de reforma de la plaza del año 1586, don Antonio Carrasco García,
cita en varias ocasiones que la casa del boticario Juan Núñez se encontraba
junto al portal de la cárcel, entre la de las casas y tienda de Alonso López,
zapatero, y las casas y tiendas de Diego Vaca10. En otros documentos del
Archivo Histórico Municipal, dice que dicha casa estaba situada al lado de la
casa del sacristán Bartolomé Román.
Estudió medicina en Granada y Salamanca, fue discípulo de don Juan
Bravo de Piedra Hita, y ejerció su profesión por primera vez en Plasencia
como médico personal del Obispo don Pedro González de Acebedo.
8
A.M.LL. Protocolo de Luis González, año 1589.
9
A.M.LL. Protocolo de Luis González, obligaciones y contratos de 1593.
10
CARRASCO GARCÍA, Antonio: La plaza mayor de Llerena y otros estudios. Ediciones Tuero,
Madrid, 1985, p. 23.
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LUIS GARRAÍN VILLA
Sus primeros años de profesión los ejerció en Llerena, y mantenía su
casa morada en la calle de Santiago, según se desprende de los sucesivos
censos poblaciones que con motivo de los repartimientos de alcabalas se realización en Llerena entre los años 1579 a 1597, que se desplaza definitivamente a Sevilla11.
Dado su prestigio y teniendo en cuenta las necesidades que Llerena
tenía de buenos médicos durante los primeros años del siglo XVII, el Cabildo
acudió a él en los términos siguientes: “... Acordose que la villa, que por
cuanto esta villa está muy falta de médico y aunque se ha hecho muchas
diligencias muchos días ha para traer un médico a esta villa de fama y por
dicho día se ha muerto del doctor Garfias, se acuerda que el señor Pedro de
Paz y Mendoza, escriba a la ciudad de Granada al doctor Sorapán, médico,
para si quiere venir a esta villa y que así mismo esta villa escriba a Sevilla al
doctor Alonso Núñez que es natural de esta villa y muy grande médico, para
que por su orden se busque un médico que convenga a esta villa, y se le
comete para que escriba esta carta al señor Diego Arias. ...”12.
Unos días después, de nuevo los miembros del cabildo volvieron a tratar el tema para lograr un médico para atender las necesidades de la entonces
populosa Llerena. El 18 de junio de 1614, acuerdan lo siguiente: “... Tratose
que por cuanto por muerte del doctor Garfias, médico, se ha escrito al doctor Sorapán, médico, que reside en la ciudad de Granada, y asimismo al
doctor Núñez, médico que reside en la ciudad de Sevilla, para que el dicho
doctor Sorapán venga a esta villa, o el dicho doctor Alonso Núñez, como
natural de ella, que busque médico que convenga para que cure en esta villa,
por la gran necesidad que en ella hay de médico, respecto de que aunque
había otro que era el doctor Vizcaino, éste de seis días a esta parte se ha ido
y ausentado y es fama se va a Indias, de manera que hoy no hay más que
cirujanos, que lo más del tiempo, asisten a curar los enfermos de las villas y
lugares de la comarca y por no haber en esta villa otro que lo pueda hacer,
porque el dicho doctor Sorapán, o el médico que hubiere de enviar, que han
11
A.G.S. Expedientes de Hacienda, leg. 119.
12
A.M.LL. Acuerdo del Cabildo de 21 de mayo de 1614, fol. 37.
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211
de ser cualquiera de ellos, se acuerda conceder de salario al médico que
viniere 600 ducados de salario al año....”13.
Dos años después, en 1616, nuestra ciudad continuaba con el mismo
problema, y el cabildo, reunido el 24 de marzo, decía: “... se dio una carta del
doctor Alonso Núñez, por la que dice que en la ciudad de Sevilla hay un
médico de opinión y fama, con quien ha tratado que se venga a esta villa. Se
da comisión a don Lorenzo de Figueroa para que escriba a Sevilla y se informe sobre ello. ...”14.
Siendo vecino de Sevilla no perdía su contacto con Llerena, mantenía
ciertas relaciones de amistad y confianza con algunas personas de Llerena,
como el mercader don Gaspar Rodríguez y su esposa doña María González,
hasta tal punto que el día 28 de mayo de 1619, el doctor, siendo vecino de
Sevilla, en la colación de San Alfonso, otorgó poder a favor del citado mercader, para que pudiera obligarle, como fiador, hasta cuantía de 4.000 reales, en
la deuda que el apoderado mantenía con el también mercader González
Hernández de Córdoba, vecino de dicha ciudad de Córdoba15.
En el año 1620, en plena cúspide de la fama en el campo de la medicina
sevillana, fue llamado a la Corte del rey Felipe IV para ocupar el cargo de
médico personal del monarca.
Desde Madrid mostró su devoción por la Virgen de la Granada y aportó
como limosna la suma de 500 ducados en reales para la obra del retablo que
estaba confeccionando el entallador Jerónimo Velázquez y decorando Francisco de Zurbarán.
En su época estuvo considerado como el médico más célebre de la historia y fue autor de varias obras, entre ellas, la más famosa: “Parecer del
doctor Alonso Núñez, Médico de su señoría Don Pedro González de Acebedo,
Obispo de Plasencia, en que se declara que enfermedad sea la que de presente da a los niños en esta ciudad y otros pueblos de la comarca, a lo cual el
vulgo llama “garrotillo”, de qué causa procede y como se ha de curar”,
publicado en Plasencia en el año 1605. Un año después hizo en Salamanca
13
A.M.LL. Acuerdo del Cabildo de 18 de junio de 1614, fol. 43 vtº.
14
A.M.LL. Acuerdos del Cabildo del 24 de marzo de 1614, fol. 178.
15
A.M.LL. Protocolo de Agustín Rodríguez, años de 1618 a 1622, leg. 53, folio 153.
212
LUIS GARRAÍN VILLA
otra edición en castellano para que pudiera servir a todos los galenos y ser
aprovechada mejor.
Otra de sus obras fue “De pulsuun esentia, differentiis, coquitione,
causis, el pronostico, liber unus in quinque sectiones divisus. Authore
Illephonso Nunesio Clarisimi Domini D. Petri de Acebede Sanctae Eclesiae
Placentinae episcupi dignisimi, medico. (Salmantiae M.D.C.V.I.)”
Y la tercera obra conocida lleva por título “De gaturis el fancium
ulceribus anginosis, vulgo garrotillo”, publicada en Sevilla en 1615, dedicada a don Fernando Enríquez de Rivera, duque de Alcalá16.
SORAPÁN DE RIEROS
Iván Sorapán de Rieros Nació en la localidad cacereña de Logrosán en
1572. Dada la proximidad con Guadalupe de joven ingresa en la escuela de
Medicina, Cirugía y Farmacia del Real Monasterio de Guadalupe. Terminado
sus estudios ejerce como Médico y Familiar del Santo Oficio de la Inquisición
de Llerena. Posteriormente se traslada a Granada donde también ejerce en la
Real Chancillería.
En los archivos municipales de Llerena tenemos constancia de su prestigio y buen hacer en varios ocasiones, porque al dejar su oficio el cabildo le
hace sucesivos requerimientos para que vuelva a ejercer en ella debido a la
falta de médicos para atender a los hospitales llerenenses.
Nos ha dejado su obra principal llamada “MEDINA ESPAÑOLA CONTENIDA EN PROVERBIOS BULGARES DE NUESTRA LENGUA. Muy
provechosa para todo género de estados, para Philósofos y Médicos. Para
Theólogos y Juristas, para el vuen regimiento de la salud y más larga vida”.
Quiso Sorapán que esta edición fuera un libro científico en el más amplio sentido humanista y renacentista del momento y fue adoptado como libro
de texto en la escuela de medicina de Granada.
En esta obra se refiere en repetidas ocasiones a Extremadura. Cuando
aborda los lugares más sanos y convenientes de España para la salud nos
dice: “Pero aviendo de seguir la razón, que esta es la que fuerza el entendi-
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DÍAZ Y PÉREZ, Nicolás: Diccionario histórico, biográfico de autores, artistas y extremeños
ilustres. Pérez y Boix, Editores, Madrid, 1884, p. 162.
LA MEDICINA EN LLERENA EN EL SIGLO XVI
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miento al conocimiento de la verda, nos ha parecido que es Extremadura la
región que debe ser elegida entre las demás como más útil y conveniente para
vivir vida sana y larga.”
Fue publicada en Granada en el año 1616, en la imprenta de Martín
Fernández Zambrano.
En el año 1979 se publicó por la desaparecida Institución Cultural Pedro de Valencia una edición facsímil.
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LUIS GARRAÍN VILLA
BLANCA
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