LA IMPORTANCIA DE CLINTON T. DUFFY EN LAS POLÍTICAS PENITENCIARIAS EN LA PENITENCIARÍA DE SAN QUINTIN. Clinton T. Duffy nació el 4 de agosto de 1898 en el pueblo de San Quintín, en una casa que se encontraba tan sólo a unas puertas de la entrada oriental de la reserva de la prisión de San Quintín. Se crió en el pueblo, asistió a la escuela secundaria de San Quintín durante ocho años y al de San Rafael para completar su educación secundaria. Su abuelo, Truman Dixon Palmer, fue Juez de Paz en San Pablo durante diez años. Su padre, William J. Duffy, fue empleado de la prisión durante 30 años. Duffy se casó con la hija de un viejo amigo de su papá llamada Gladys Carpenter, quien también creció en San Quintín. Su padre había sido el capitán de la Yarda. Clinton trabajaba para un Notario Público. No había ningún otro Notario Público disponible en las inmediaciones, incluso en la prisión, por lo que Duffy fue llamado a menudo a la oficina del Alcalde Holohan para realizar algunos trámites notariales de documentos. En una ocasión le escuché decir que a Warden Holohan le gustaría tener una persona libre para secretaria y que contrataría a una. Duffy le preguntó por el trabajo, fue contratado y se convirtió en un empleado del estado. El 1º de noviembre de 1929 se inició como secretario de la guardia, puesto que desempeñó durante 7 años. Warden Holohan señalaba que la parte más difícil de su trabajo consistía en presidir las numerosas ejecuciones que se llevaban a cabo en la prisión. En la mayoría de las ocasiones, pedía a Duffy que lo acompañara puesto que no quería ir solo. Holohan abogaba por la abolición de la horca y las ejecuciones, tratando de que fuera utilizada mejor la cámara de gas en el último de los casos. Con el tiempo, Duffy desarrolló una firme convicción sobre el tema de la pena de muerte y fue teniendo una postura muy decidida en contra de ella, postura en la que creyó y la cual siempre apoyó. En pocas palabras, su postura estaba basada en la creencia de que la pena de muerte no termina con el asesinato y que las víctimas generalmente son los pobres, los ignorantes y las personas menos favorecidas. Corte Smith, quien había sido alcalde de la prisión de Folsom, fue el nuevo alcalde de la prisión de San Quintín a partir de la renuncia de Holohan. Smith mantuvo al mismo secretario que había tenido en Folsom, por lo que Duffy se convirtió en secretario e historiador de la Junta de Directores de la prisión y fue uno de los secretarios de la Junta de Penas de Prisión y Libertad Condicional. En ese puesto duró cinco años. Después de meses enteros de audiencias sobre la brutalidad, la falta de programas constructivos, la mala alimentación, los asesinatos, etc., el Gobernador despidió al 1 Consejo de Prisiones, dejando únicamente a Duffy. Uno de los nuevos miembros del Consejo, consideraba que Clinton podría ser un muy buen elemento, al ser una persona que había nacido y se había criado en San Quintín, además de haber trabajado durante más de once años en la Administración de la Prisión. Así que mientras buscaban un nuevo Director para cubrir el cargo vacante, le propusieron hacerse cargo de la Prisión durante 30 días, a lo cual Duffy accedió, sintiéndose honrado, sorprendido y muy contento. El nombramiento era provisional, pues la elección de funcionarios para las prisiones, así como otros cargos, normalmente eran asignados de acuerdo a los deseos del Gobernador y al tráfico de influencias, por lo que el período de 30 días era suficiente para el Consejo. Clinton Duffy tenía mucha experiencia en cuanto a los prisioneros, pues se había criado entre ellos. Recordó muchas veces a su padre cuando le decía: “Estos hombres son seres humanos, son iguales al resto de nosotros. La única diferencia es que para su desgracia, han sido encarcelados. Estoy seguro que si les dieran una oportunidad y les ofrecieran ayuda, podrían redimirse.” Es difícil comprender lo importante que era el manejo de San Quintín en ese momento. Era el penal más grande de América y una de las prisiones más notorias. El papel de Duffy y la autoridad que tuvo en ella fue mucho más importante de lo que parecía. Su papel era tener el control absoluto de la regulación, acción y vidas de miles de hombres. Puso sus propias reglas y planeó una rutina espiritual, religiosa e intelectual para ellos en la que se programaba su recreación, su salud y su futuro mismo. Era un hombre consciente de su gran responsabilidad, viendo el deber que tenía, no como el de ser un guardián, sino como un hombre con la capacidad y el poder para planificar y poner en práctica un programa de rehabilitación. Cada vida que se logró salvar, fue una victoria tanto para el hombre, como para el gobierno, pues, después de todo, el 95% de los prisioneros serían liberados en algún momento de la prisión. En sus primeros 30 días como director, abolió todas las formas de castigo corporal y desmanteló el calabozo, quitando también las herramientas de castigo como eran los látigos. Habló con los guardias de la prisión y el oficial para presentar las nuevas reglas a seguir. Cualquier persona que no las siguiera, sería despedida, por lo que el Capitán de la Yarda fue despedido dado que animaba la brutalidad. Duffy no tenía el apoyo de fuentes políticas, pero el Consejo de Directores de Prisiones sintió el cambio en la atmósfera de la prisión, tanto entre los internos como en los empleados. Sabían que el hombre que buscaban como Director, ya se encontraba manejando el puesto. Desde el momento en que Duffy lo había tomado, toda la atmósfera de la prisión había comenzado a cambiar, ya no había riñas internas y la gente le era leal pues era un hombre justo que había llevado la esperanza a la 2 prisión y estaba dispuesto a tratar con los prisioneros. El Consejo de Administración nombró a Duffy finalmente como Director permanente pues no haberlo hecho de esa manera, hubiera sido motivo para un motín, por lo que se convirtió en el guardián permanente de San Quintín, en un puesto que manejó durante once años y medio. Comenzó a trabajar en planes para la mejora del sistema educativo, lo que significaba que la educación tenía que ser para muchas personas que ni siquiera sabían leer ni escribir, para los que no habían terminado la primaria o la secundaria y para otros que estaban un poco más preparados y podían estudiar alguna carrera universitaria. Dejó que los internos se expresaran, lo cual no era algo a lo que estuvieran acostumbrados. Duffy les ofrecía la oportunidad de formar un futuro que antes no hubieran podido tener, se sentía obligado a que cada hombre que saliera en libertad de la prisión, saliera como un mejor hombre del que había llegado ahí. Se introdujeron muchas de las reformas que propuso: se cambiaron las duchas para que en lugar de utilizar agua de mar, utilizaran agua dulce; se inició un comité interno que fuera representante de los prisioneros; se concretó el sistema educativo, tanto en los niveles primarios como en la formación profesional; se introdujeron cursos de la universidad a través de la ayuda a distancia del Marin Junior College; comenzó un centro de orientación, se abolió el uso de números en la ropa y comenzaron a utilizarse los nombres de cada hombre; fue el primero en poner a trabajar a los presos con el material de guerra, lo cual más tarde fue utilizado también en otras prisiones; se recuperaban grandes cantidades del material de los restos de Pearl Harbor como eran el alambre, el aluminio, el cobre, el caucho y el acero traído de Hawai. Era un trabajo duro y meticuloso, pero el recuperar esos materiales fue algo muy valioso que ayudó a más de un hombre a sentirse inspirado y salir de la cárcel como una persona rehabilitada. Así mismo, creó un programa para el suministro de fabricación de la Armada. Otro logro importante en la prisión, fue la instalación de una planta de tratamiento de aguas residuales que sustituía la descarga de aguas residuales en la bahía. Se refería a ellos como hombres, no como los contras o los presos, y les decía que su trabajo se trataba de tenerlos bajo custodia hasta que su tiempo terminara en la prisión. Les hacía saber que habría disciplina y que tendría ayuda para cumplir su trabajo por parte de guardias armados, y que si en cualquier momento se intentaba utilizar a rehenes para protegerse y tratar de salir antes de tiempo, los guardias tenían la orden de disparar a matar incluso si el rehén fuera él mismo. Este y otros mensajes, se quedaron en palabras pues los hombres entendieron bien su lenguaje. Muchos se asombraron y pensaron que era un hombre imprudente cuando Duffy caminaba entre cientos de prisioneros sólo y sin guardaespaldas. Se detenía a hablar con ellos e incluso escuchaba sus problemas y escribía algunas notas al respecto. La persona estaba segura que su problema sería atendido más adelante, ningún otro 3 Director había tenido esta actitud y durante su servicio, no hubo ningún acto de violencia. Durante toda su trayectoria como Director, y desde los inicios, su esposa Gladys actuaba como su consultor y le daba un apoyo cariñoso. Cuando se instaló en la cárcel un sistema cerrado de comunicación, Gladys instaló un programa semanal para los internos y fue muy bien recibido por ellos. El tema fue Tiempo en Mis Manos. Duffy continuó el uso de “Campos de Honor” o “Campos de Primer Camino” iniciado por James A. Warden Johnston. Consistía en que algunos hombres de la prisión que eran cuidadosamente seleccionados eran llevados a algunos campamentos en los que se les ponía a trabajar en los caminos estatales. Además de tener la oportunidad de estar en la naturaleza y disfrutar del hermoso paisaje, el preso tenía la oportunidad de reducir su tiempo a servir a la mitad, en la medida que hiciera este servicio. Fueron trabajos que tuvieron mucho éxito y se extendieron. Durante la Segunda Guerra Mundial, en el período de producción intensiva de alimentos, se establecieron algunos campamentos para el trabajo agrícola, pero eran mucho más difíciles de manejarse y algunos no tuvieron éxito. Más tarde, los reclusos fueron enviados también a combatir incendios forestales en las montañas, momento en que se distinguieron por su valentía y su gran lealtad. Cuando Duffy terminó su periódo como Director, las reformas hechas en San Quintín se convirtieron en un modelo de criminología avanzada. Continuó trabajando en el campo de la Criminología, fue parte de la Junta de Autoridad de los Adultos durante cinco años, la cual sucedió a la antigua Junta de Directores de Prisiones y a la Junta de Libertad Condicional. Después de su retiro, viajó por todos los Estados Unidos y otros países dando conferencias sobre el sistema penal y seguir hablando en contra de la pena capital. Fue Presidente Nacional de la Fundación Siete Pasos, que era una organización formada por Bill Sands, un ex recluso de San Quintín, con el propósito de ayudar a los ex convictos después de salir de prisión. Sands también escribió un libro titulado “Mi sombra corrió rápido” en el que da los créditos a Duffy por su completa rehabilitación. Duffy publicó varios libros. El primero se tituló “La Historia de San Quintín”. Fue publicado en 1950. Una película, “Duffy de San Quintín” fue lanzada en 1954, destacando muchas de las reformas que introdujo. El papel fue interpretado por Paul Kelly, quien, por cierto, había sido un preso en San Quintín varios años antes. Gladys Duffy también escribió un libro llamado “Guardianes de la Esposa” que fue publicado en 1959 y se relaciona con su vida en San Quintín. El segundo libro deDuffy fue preparado por Al Hirshberg y publicado en 1962 con el título de “88 hombres y 2 mujeres”. El título es el número de ejecuciones que se 4 llevaron a cabo durante los once años y medio en que ejerció su puesto en San Quintín. En 1965 publicó otro nuevo libro llamado “Sexo y Crimen”. Su último libro fue publicado en 1977 y se tituló “Heroína a San Quintín”, escrito en colaboración con Eva Irene Linkletter. 5