Racionalidad y acción humana; Jesús Mosterín

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Comentario sobre el texto de Jesús Mosterín de la obra Racionalidad y acción humana
I. Contextualización del texto
1.1 Tema del texto
El tema del texto es la convergencia cultural: <<En épocas pasadas coexistieron sobre la Tierra numerosas
culturas diferentes>> (líneas 9−10), <<asistimos en los dos últimos siglos a un progresivo e imparable proceso
de aculturación ecuménica, en que todos los pueblos del mundo dieron entrada −de mejor o peor gana, según
los casos− en sus propios sistemas socioculturales a crecientes proporciones de esta cultura occidental>>
(líneas 20−25).
Los conceptos fundamentales de este texto son:
a) Cultura: conjunto de aprendizajes que se adquieren socialmente.
b) Aculturación ecuménica: imposición de una cultura a nivel mundial.
c) Nuevos elementos culturales: partes integrantes de una cultura que aparecieron nuevos o que se
desarrollaron en gran medida y que dieron lugar a un cambio en ésta.
1.2 Estructura del texto
− Origen de la cultura: (párrafo 1)
<<A lo largo del tiempo, diversas poblaciones humanas que vivían en estado de relativo aislamiento
desarrollaron diversas culturas (o, como algunas veces también se dice, diversos sistemas socioculturales) con
las que lograron hacer frente al reto de sus diversos medios y consiguieron satisfacer con mayor o menor
fortuna sus necesidades.>> (líneas 2−8).
− Estado actual de las culturas: (párrafo 2)
a) Despunte de la cultura occidental: (líneas 9−19)
<<En efecto, a partir del siglo XVII se desarrollaron en Europa occidental unos nuevos elementos culturales
−la ciencia, la tecnología, la industria (en el sentido moderno de estas palabras)− que, al mismo tiempo que
vaciaron la cultura en que surgieron de gran parte de su antiguo contenido religioso, político y moral, le
proporcionaron un dinamismo y una eficacia incomparables.>> (líneas 12−19).
b) Hegemonía de la cultura occidental: (líneas 20−27)
<<asistimos en los dos últimos siglos a un progresivo e imparable proceso de aculturación ecuménica, en que
todos los pueblos del mundo dieron entrada −de mejor o peor gana, según los casos− a crecientes
proporciones de esta cultura occidental>> (líneas 20−25).
II. Comentario del texto
En este texto, dividido en dos párrafos, se trata el tema de la convergencia cultural. El primero de estos
párrafos es una pequeña introducción que sirve para situar al receptor en el tema propiamente dicho que se
desarrolla en el párrafo siguiente, ya que explica la situación cultural que se vivía en el pasado (aislamiento de
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los pueblos y diversidad de culturas como respuesta de cada grupo humano a las necesidades que se le
presentaban y como adaptación a los distintos medios en los que habitaban ) para después explicar su teoría
sobre la situación actual, en la que, poco a poco, todas esas culturas que existían antaño se han visto obligadas
a converger, en mayor o menor medida, en una sola: la occidental.
Las causas de este proceso que se está produciendo a nivel mundial son el gran despunte que sufrió la cultura
occidental en los últimos siglos, sobre todo a partir de la Revolución Industrial, que convirtió a estos países en
los más avanzados, por lo que desde entonces su cultura se ha ido extendiendo a todos los pueblos. Esto se
llevó a cabo principalmente mediante dos mecanismos: el primero consistía en la imposición de la cultura
occidental por la metrópoli en la época imperialista, en la que los países de Europa (fundamentalmente)
colonizaron grandes zonas de África, Asia y Oceanía, ya que consideraban a los pueblos sometidos como
inferiores, por lo que estaban en la obligación de culturizarlos. Esto llevó a crear una relación de dependencia
que lo único que consiguió fue que, mientras que los países colonizadores obtenían grandes beneficios
económicos, los países colonizados quedaban sumidos en una profunda crisis cultural, social, política y
económica que arrastran hasta nuestros días. El segundo mecanismo es un proceso mimético que se está
dando en las últimas décadas mediante el cual nuestro modo de vida está siendo adoptado por tenerse una
imagen de él, que nosotros mismos exportamos, de que es el más efectivo, correcto y productivo. Este proceso
mimético se debe a que, gracias a esos nuevos elementos culturales surgidos a mediados del siglo XVII, fruto
de una serie de cambios en el orden social y en el pensamiento que venían ya de la época renacentista, la
cultura occidental se convirtió en la más eficiente y la que más beneficios reportaba a ojos del mundo. Los
avances científico−tecnológicos que se sucedían de forma secuencial y el nacimiento de la industria, así como
el triunfo del capitalismo como sistema económico, consiguieron que Occidente se convirtiera en el icono de
la modernidad y modelo a seguir por muchos otros países, que adoptaron este sistema sin pensar en las
consecuencias que pudiera conllevar, tales como la pérdida de la propia identidad o las dificultades a nivel
social y económico que pudieran presentarse al llevar a cabo el cambio. Estamos, en ambos casos, ante un
proceso, como señala el texto, de aculturación ecuménica por parte de Occidente.
La idea general que pretende dar a conocer el autor con este texto es una crítica a este fenómeno de
imposición de la cultura occidental. Considera que la cultura es algo propio de cada población humana (<<a lo
largo del tiempo, diversas poblaciones humanas []desarrollaron diferentes culturas [] con las que lograron
hacer frente al reto de sus diversos medios>>) y, por tanto, un elemento diferenciador y enriquecedor que no
se debe someter ni desterrar completamente en favor de una cultura extraña aunque ésta sea más avanzada y
dinámica. Además, también opina que la cultura occidental no es tan buena como gran parte de la población
mundial cree, porque, al mismo tiempo que ganamos terreno en numerosos campos del saber, fuimos
perdiendo en otros (<<se desarrollaron en Europa occidental unos nuevos elementos culturales −la ciencia, la
tecnología, la industria[]− que, al mismo tiempo que vaciaron la cultura en que surgieron de gran parte de su
antiguo contenido religioso, político y moral, le proporcionaron un dinamismo y una eficacia
incomparables.>>). Elementos como la religión y la moral desempeñaron un papel importantísimo a lo largo
de toda nuestra historia, puesto que constituyen la base de nuestra cultura, por lo que negarlos supondría una
ruptura con nuestro pasado y con nuestros orígenes.
También cabe destacar que en el texto se incluyen en la cultura occidental países como Rusia, China,
Australia y Japón, que en sus orígenes pertenecían a una cultura radicalmente opuesta pero que, debido a
diversas circunstancias, no sólo han sabido adaptarse a este nuevo sistema sociocultural de forma
notablemente satisfactoria, sino que incluso se han convertido en agentes activos de esta aculturación de la
que en su día fueron objeto.
III. Valoración del texto
En líneas generales, el texto de Jesús Mosterín refleja de forma más o menos objetiva el panorama
sociocultural mundial actualmente, donde cada vez hay menos diversidad cultural debido a que una cultura se
ha distinguido como dominante sobre el resto, que poco a poco va desapareciendo. Pero después también deja
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entrever su opinión ante este fenómeno de imposición de la cultura occidental, que parece que está alcanzando
su culminación en estos últimos años con la llamada globalización, impulsada de una forma extraordinaria
gracias al desarrollo de las tecnologías de la información y, sobre todo, la comunicación, ante la cual expresa
su desacuerdo por la pérdida de los valores fundamentales, aunque también le reconoce su mérito por su gran
eficacia.
Desde el punto de vista filosófico, se puede catalogar a este autor dentro de la concepción no progresista de la
historia, ya que no considera que todas las culturas estén convergiendo en una que suponga una mejora en la
vida humana, y además sostiene la idea de que, a pesar de la gran cantidad de avances tecnológicos que se
están dando, este desarrollo no supone un verdadero progreso para la humanidad, puesto que este desarrollo
no fue acompañado de un crecimiento moral y humano, en numerosas ocasiones este desarrollo científico,
tecnológico, económico ha servido para posibilitar nuevas formas de destrucción y opresión más efectivas,
muchas veces para imponerse una cultura sobre otra.
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