El Futuro de la Cultura en el Mundo No

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El Futuro de la Cultura en el
Mundo No-Hegemónico
Conferencia del Secretario Municipal de Cultura de São
Paulo, Celso Frateschi.
El 29 de mayo de 2007
temas del artículo / innovación tic,s transversalidad
“El tema del día es extremamente instigador, interesante, incluso porque,
si analizamos la actual conjetura e incluso la estructura con que se
mueven las cosas en el mundo contemporáneo, notamos que ella se
mueve y es determinada exactamente por una relación en que la
hegemonía tiene papel preponderante.
Vivimos en un mundo donde las reglas están establecidas de una forma
vertical, donde las cosas se mueven a partir de reglas, patrones y
paradigmas establecidos por determinados grupos, por determinadas
naciones, que ejercen, sí, una hegemonía determinante en el mundo
contemporáneo.
Pensar, por tanto, en el futuro de la cultura en un mundo no-hegemónico
requiere un ejercicio de imaginación. El propio hecho de pensarse un
mundo no-hegemónico ya le da existencia de alguna forma, aunque no
concretamente. Es verdad que las relaciones establecidas en el mundo
contemporáneo generan un conflicto, una dialéctica, también muy
interesante, en que las dinámicas culturales que no den espacio para
manifestarse buscan ese espacio y cuestionan esa hegemonía.
Esa preocupación, que mueve el propio Fórum Cultural Mundial de São
Paulo es la misma que mueve el fórum de autoridades locales que
generó la Agenda 21, de la cual voy a usar una parte de mi tiempo para
por lo menos leer los principios. Está claro que eso motiva una reacción
en los grupos hoy completamente confinados en las periferias del mundo
y en las periferias de las periferias del mundo. Esa hegemonía que hoy
domina el mundo contemporáneo hace con que dinámicas extremamente
interesantes no dejen de existir. Ellas existen y se afirman a cada día. La
acciones que notamos en las periferias de las grandes ciudades, no sólo
las culturas tradicionales, que van perdiendo sus características, sus
particularidades, sino también la cultura contemporánea, dejan de
moverse a partir de esa presión hegemónica, que, sabemos todos, tiene
una motivación de mercado, de imposición de productos tanto culturales
como no-culturales, de formas de vivencia, de convivencia, de vestir, de
comer, de lo más particular a lo más general. Mejor dicho, existe una
imposición.
No se puede pensar en romper esa hegemonía sencillamente eliminando
el propio concepto de hegemonía. En verdad, hay un movimiento,
principalmente en el caso muy particular de Brasil, que es de un péndulo,
donde esa hegemonía muda de un lado al otro, sin grandes alteraciones
significativas en la base del problema. Si hacemos un corte del área
cultural y analizamos la segunda mitad del siglo pasado, notamos ese
péndulo oscilando entre un estatismo autoritario y un neoliberalismo
radical, donde la hegemonía de las acciones culturales pasa de las
manos del Estado para las manos de las empresas privadas y del
llamado tercer sector.
Notamos que no se consigue transformar nada radicalmente en la base
de la pirámide, en la base del problema. Es un poco la discusión muy
importante aquí en el país, aquí en São Paulo, el péndulo entre Estado y
empresa privada, entre el estatismo y el liberalismo, o sea, es una cosa
completamente superada, pero es muy difícil que ese avance críe otro
paradigma. Quizá la superación de esa hegemonía o de ese mundo nohegemónico pase por la creación de nuevos paradigmas, por otras
hegemonías, hasta que lleguemos a un mundo no-hegemónico, o, en
nuestro caso aquí, creándose espacios públicos de diálogo, como fue un
poco la propia experiencia de este Fórum, para el cual la sociedad civil y
los poderes públicos se sentaron y crearon otra dimensión de
organización que favoreció y permitió su realización, o por una
experiencia quizá más radical como nos propone Ranner Muller,
creándose sencillamente islas de desorden en ese mar de marasmo
capitalista, donde sea posible crearlas, o quizá las dos cosas. Muchas
personas están pensando en esa cuestión cultural, en esa cuestión de la
hegemonía.
Varios foros están siendo creados en todo el mundo; estamos en un
momento de acumulamiento de conocimiento, de discusión en ese área
cultural. Este foro es un paso más dentro de ese acumulamiento, pero ya
ocurrieron otros, extremamente importantes: el Fórum Social Mundial, el
Fórum de Autoridades Locales, el Fórum de Barcelona.
Es importante que existan más y más espacios de discusión para que
podamos tener un acumulamiento suficiente para dar un salto en esa
discusión. En uno de esos procesos hubo uno, poco más organizado,
que fue el Fórum de Autoridades Locales, que juntó una cantidad
significativa de alcaldías y de gobiernos locales y propuso un documento
para servir de agenda de discusión para la humanidad. La idea de esas
autoridades es colocar la cultura en un primer plano de discusión, como
fue colocado, en la década pasada, para la cuestión de la ecología.
Voy a usar mi tiempo para leer y consagrar en este foro por lo menos los
principios de la Agenda 21 de la Cultura: un compromiso de las ciudades
y de los gobiernos locales para el desarrollo cultural. Los principios son
los que siguen:
• La diversidad cultural es el principal patrimonio de la humanidad. Es el
producto de miles de años de historia, fruto de la contribución colectiva
de todos los pueblos por medio de sus lenguas, imaginarios, tecnologías,
prácticas y creaciones. La cultura adopta formas distintas que siempre
responden a modelos dinámicos de relación entre sociedades y
territorios. La diversidad cultural contribuye para una existencia
intelectual afectiva, moral y espiritual, satisfactoria de la Declaración
Universal de UNESCO sobre la Diversidad Cultural, artículo 3, y
constituye uno de los elementos esenciales de transformación de la
realidad urbana y social.
• Existen claras analogías políticas entre las cuestiones culturales y
ecológicas: tanto la cultura como el medio ambiente son bienes comunes
de la humanidad; la preocupación ecológica nace de la constatación de
un modelo de desarrollo económico excesivamente predador de los
recursos naturales y de los bienes comunes de la humanidad. Rio de
Janeiro, 1992, Alborgue 1994, Johannesburgo, 2002, constituyeron los
principales marcos de un proceso que intenta dar respuesta a uno de los
desafíos más importantes de la humanidad: la sostenibilidad ecológica.
La situación actual presenta evidencias suficientes de que la diversidad
cultural en un mundo se encuentra en peligro debido a una
mundialización estandardizadota y exuberante. UNESCO afirma: “Fuente
de intercambios, de innovación y de creatividad, la diversidad cultural es
para el género humano tan necesaria como la diversidad biológica para
la naturaleza” (también de la Declaración Universal de UNESCO sobre la
Diversidad Cultural, artículo 1).
• Los gobiernos locales reconocen que los derechos culturales hacen
parte indisociable de los derechos humanos y hacen como referencia
básica la Declaración de los Derechos Humanos, de 1948, el Pacto
Internacional Relativo de los Derechos Económicos y Sociales Cultural,
de 1966 y la Declaración Universal de UNESCO sobre la Diversidad
Cultural, de 2001. En ese sentido, se ratifica que la libertad cultural de los
individuos y de las comunidades es condición esencial de la democracia;
ninguna persona puede invocar la diversidad cultural para atentar contra
los derechos humanos garantizados por el derecho internacional ni para
limitar su alcance.
• Los gobiernos locales se constituyen como agentes mundiales de
primer orden en cuanto defensores y promotores del avance de los
derechos humanos. Además de eso, son portavoces de la ciudadanía
mundial y se manifiestan a favor de sistemas e instituciones
internacionales democráticos. Los gobiernos locales trabajan
conjuntamente en red, intercambiando prácticas y experiencias y
coordinando sus acciones.
• El desarrollo cultural se apoya en la multiplicidad de los agentes
sociales. Los principios de un buen gobierno incluyen la transparencia
informativa y la participación ciudadana en la concepción de las políticas
culturales, en los proceso de tomadas de decisiones y en la evaluación
de los programas y proyectos.
• La indispensable necesidad de crear las condiciones para la paz debe
caminar juntamente con las estrategias de desarrollo cultural. La guerra,
el terrorismo, la opresión y la discriminación son expresiones de la
intolerancia que deben ser condenadas y erradicadas;
• Las ciudades y los espacios locales son ambientes privilegiados de
elaboración cultural en constante evolución y constituyen los ámbitos de
la diversidad creativa, donde la perspectiva del encuentro de todo aquello
que es diferente y distinto, procedencias, visiones, edades, géneros,
etnias y clases sociales hace posible el desarrollo humano integral. El
diálogo entre identidad y diversidad, individuo y colectividad, se revela
como herramienta necesaria para garantizar tanto una ciudadanía
cultural planetaria como la supervivencia de la diversidad lingüística y el
desarrollo de las culturas.
• La convivencia en las ciudades implica un acuerdo de
responsabilidades conjunta entre ciudadanía, sociedad civil y gobiernos
locales. El ordenamiento jurídico resulta fundamental, pero no puede ser
la única forma de regulación de la convivencia en las ciudades. Como
afirma la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en el artículo
29, el individuo tiene deberes para con la comunidad, fuera de la cual no
es posible el libre y pleno desarrollo de su personalidad.
• El patrimonio cultural tangible e intangible es un testimonio de la
creatividad humana y sustrato de la identidad de los pueblos. La vida
cultural contiene simultáneamente la riqueza de poder apreciar y
acumular tradiciones de los pueblos, con la oportunidad de permitir la
creación, y la innovación de sus propias formas. Esta característica
deshecha cualquier modalidad de imposición de patrones culturales
rígidos.
• La afirmación de las culturas, así como el conjunto de las políticas que
fueron puestas en práctica para su reconocimiento y viabilidad,
constituye un factor esencial en el desarrollo sostenible de las ciudades y
territorios, en el plan humano, económico, político y social. El carácter
central de las políticas públicas de cultura es una exigencia de las
sociedades del mundo contemporáneo. La calidad del desarrollo local
requiere la imbricación entre las políticas públicas, sociales, económicas,
educativas, ambientales y urbanísticas.
• Las políticas culturales deben encontrar un punto de equilibrio entre el
interés público y privado, vocación pública e institucionalización de la
cultura. Una excesiva institucionalización o la excesiva prevalencia del
mercado como único distribuidor de recursos culturales comporta riesgos
y levanta obstáculos al desarrollo dinámico de los sistemas culturales. La
iniciativa autónoma de los ciudadanos, individualmente o reunidos en
entidades y movimientos sociales, es la base de la libertad cultural;
• La adecuada valoración económica de la creación y difusión de los
bienes culturales, de carácter aficionado o profesional, artesanal,
industrial, individual y colectivo, se convierte en el mundo
contemporáneo, en un factor decisivo de emancipación, de garantía de la
diversidad y, por tanto, en una conquista del derecho democrático de los
pueblos a afirmar sus identidades en relación entre las culturas. Los
bienes y servicios culturales, tal como afirma la Declaración Universal de
UNESCO, sobre la Diversidad Cultural, artículo 8, en la medida en que
son portadores de identidad, de valores y sentido, no deben ser
considerados como mercancías o bienes de consumo como los demás;
es necesario destacar la importancia de la cultura como factor de
generación de riqueza y desarrollo económico.
• El acceso al universo cultural y simbólico en todos los momentos de la
vida, desde la infancia a la vejez, constituye un elemento fundamental de
formación de la sensibilidad, de la expresividad, de la convivencia y de la
construcción de ciudadanía. La identidad cultural de todo individuo es
dinámica.
• La apropiación de la información y su transformación en conocimiento
por parte de los ciudadanos es un acto cultural, por tanto el acceso sin
distinciones a los medios de expresión, tecnológicos y de comunicación y
la constitución de redes horizontales fortalecen y alimentan la dinámica
de las culturas locales y enriquecen el acervo colectivo de una sociedad
que se basa en el conocimiento.
• El trabajo es uno de los principales ámbitos de la creatividad humana. A
su dimensión cultural debe ser reconocida y desarrollada. La
organización del trabajo y la implicación de las empresas en la ciudad o
en el territorio deben respetar esa dimensión como uno de los elementos
fundamentales de la dignidad humana y del desarrollo sostenible.
• Los espacios públicos son bienes colectivos que pertenecen a todos los
ciudadanos. Ningún individuo o grupo puede verse privado de su libre
utilización dentro del respeto de las normas adoptadas de cada ciudad.
Al leer esos principios de la Agenda 21, mi intuito es hacer con que eso
continúe a repercutir, muy basado en un poema de un poeta judío,
Yohuda Amishai, que lo voy a leer ahora. El poema se intitula: El rayo de
la bomba era…
El rayo de la bomba era 30 centímetros y el rayo de su alcance efectivo,
7 metros, conteniendo 4 muertos y 11 heridos e, alrededor de ellos, en un
círculo mayor, de dolor y tiempo, están esparcidos dos hospitales y un
cementerio. Pero la chica enterrada en el lugar de donde vengo, a unos
cien kilómetros de aquí, aumenta mucho el círculo,
y el hombre solitario llorando esa muerte en las provincias de una tierra
del Mediterráneo, incluye en el círculo todo el mundo y van a emitir el
plantear de huérfanos que alcanza el trono de Dios, y va más allá y
amplía el círculo para el sinfín y para el sin Dios .
Leí este poema creyendo que, así como el rayo de la bomba era,
también el rayo de la idea, el rayo del embate, del debate, ha de ser…”
Forum cultural mundial Brasil 2004
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