IMPLICACIONES LABORALES EN EL MANEJO DE LA INFORMÁTICA GENÉTICA. José Dávalos* Año 2090. El honorable William Watson, WW, como lo llamaban afectuosamente sus amigos, estaba preocupado. Su empresa había declinado en la calidad de la producción y no sólo lo inquietaba la posibilidad de que disminuyera la demanda de sus productos o de que menguara su prestigio personal, sino que verdaderamente en el fuero interno, su conciencia lo acuciaba exigiéndole que procediera con máxima lealtad hacia sus clientes. Cumplir cabalmente era para él, antes que una cuestión económica o de reputación, un problema de conciencia. Se le ocurrieron varias soluciones que paulatinamente desechó por inviables. Una parecía ser la más práctica, aunque su aprovechamiento era a largo plazo. ¿Podría bastar la actual planta de trabajadores para, digamos, afrontar las necesidades de los próximos catorce años?. Aunque casi todo el proceso de fabricación era automático, en algunas fases aún se requería la intervención directa del empleado, con lo que se lograban resultados además de mejores a más bajo costo. Ahora era el momento para introducir mutaciones a los operarios que los hicieran más aptos para su labor, particularmente brazos más largos y mayor resistencia al * Profesor de Derecho del Trabajo en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México. 2 calor. Quizá convendría agregar, de paso, que necesitaran menos alimento; un cierto ahorro en este renglón no vendría mal. Estaba decidido. La alternativa más conveniente era solicitar al Departamento de Ectogenética la generación de nuevos trabajadores con las características apetecidas; mientras tanto había que aprovechar exhaustivamente las existencias disponibles y tratar de sacarles el mejor partido en cuanto a la calidad de la producción. William Watson se relajó satisfecho en su confortable sillón. Por fin había encontrado una salida apropiada: su conciencia estaba tranquila. ......................... Año 2002. El fantasioso relato anterior, que hoy calificaríamos peyorativamente de “ciencia ficción”, quizá algún día, que esperamos jamás llegue, sea considerado dentro de la literatura científica o premonitoria. Así suele acontecer. Narraciones que dos siglos atrás parecían inverosímiles, un siglo más tarde, el recientemente concluido siglo XX, se convirtieron en realidad sin gran pasmo de la comunidad, pues ante tantas y tan frecuentes maravillas, nuestra capacidad de asombro se ha ido reduciendo. 3 En el siglo XIX Julio Verne, el notable escritor francés, por cierto abogado, previó invenciones y acontecimientos científicos futuros que si bien en su época se tenían por improbables, al paso del tiempo se materializaron de tal forma que rebasaron con mucho, la imaginación del literato: el avión, el submarino, las naves espaciales... el viaje lunar partiendo de un lugar ubicado en la Florida (como verdaderamente ocurrió hacia fines de la década de los 70´s, con la elección de Cabo Kennedy como punto de partida). Un campo que ocasiona genuina preocupación en el momento actual, es el concerniente a la ingeniería genética y a los condicionamientos químicos, así como las torcidas aplicaciones a que podrían dar lugar con el transcurso de los años, cuando el evidente declive moral que sufre la población actual en muchos países, alcance niveles ínfimos, lo que infortunadamente no parece muy distante. Dentro de este fértil terreno para la imaginación, encontramos también el antecedente en la novela científica. Recordemos aquella sobrecogedora obra Un Mundo Feliz escrita por Aldous Huxley en 1931, en la que describía un mundo supremamente ordenado, que habitaba (dice el mismo autor en la obra secuencial Nueva visita a un Mundo Feliz) “una sociedad completamente organizada, el sistema científico de castas, la abolición del libre albedrío por el acondicionamiento metódico, la servidumbre hecha aceptable por dosis regulares de bienestar químicamente inducido y las ortodoxias incluidas en cursos nocturnos de enseñanza durante el sueño” (por hipnopedia).1 1 HUXLEY, Aldous., Nueva Visita a un Mundo Feliz., Origen Planeta. México, 1985. Pág. 11. 4 Huxley nos presenta, en el año 632 de la era fordiana (la nueva era en la que la cuneta de los años es “d.f.”, o sea después de Ford), un proceso de reproducción diferente del normal (por cierto muy próximo a algunos que ya se emplean). Es un sistema de reproducción no individual sino estandarizado, en línea: con provisión periódica de óvulos (a la temperatura de la sangre); de espermatozoides (a treinta y cinco, no a treinta y siete grados), etc. En “Un Mundo Feliz”, ya había posibilidad de manipulación para lograr que los individuos creados mediante reproducción asexual tuvieran ciertas características que los hacían aptos para determinadas labores, pero es interesante destacar que aún se requería de cigotos y ovarios, o sea no se trataba de una operación totalmente mecánica. El mundo feliz descrito no era algo inmediato; estaba ubicado en un futuro incierto y alejado, allá en el lejano siglo VII d.f.; resultaba amenazador pero ocurriría quién sabe cuando. Sin embargo, menos de tres décadas después, hacia 1958, Houxley relataba su Nueva Visita a un Mundo Feliz y hacía esta reflexión: “La pesadilla de la organización total, que yo situaba en el siglo VII después de Ford, ha surgido del inocuo y remoto futuro y nos está esperando ahí mismo, a la vuelta de la esquina”.2 A continuación, después de prometer que con posterioridad abordaría lo relativo a las técnicas de manipulación genética, concluía: “Por el momento fijemos nuestra atención en estas fuerzas impersonales que están haciendo al mundo tan 2 HUXLEY, Aldous., Op. Cit., Pág. 12. 5 extremadamente inseguro para la democracia y tan verdaderamente inhóspito para la libertad individual. ¿Qué son estas fuerzas? y ¿por qué la pesadilla proyectada por mí en el siglo VII d.f. ha avanzado tan rápidamente en nuestra dirección?. La contestación a estas preguntas debe comenzar donde tiene sus comienzos la vida de hasta la más civilizada de las sociedades: en el campo de la biología.”3 Ya en el ámbito puramente científico, la posibilidad del condicionamiento de los seres racionales y de los irracionales encuentra su precursor en el fisiólogo ruso (nacido en Rjazan) Iván Petrovitch Pavlov, cuyas aportaciones se consideraron de fundamental importancia en el estudio de la secreción de los jugos gástricos, aportaciones que lo llevaron a la formulación de la teoría de los reflejos condicionados, lo que le valió la recepción del premio Novel de Medicina en 1904. El estudio de los reflejos condicionados da la clave para inducir tanto el comportamiento animal como el humano. Quizá el más celebre de los experimentos de Pavlov, ejemplo clásico del reflejo condicionado, fue aquél en el que previamente a proporcionar alimento a una jauría, el investigador hacía sonar una campana, de modo que generó en los animales un mecanismo mental que asociaba ese sonido a la comida por recibir. Pavlov demostró la existencia de tal mecanismo mediante un experimento que consistía en simplemente sonar la campana, lo que bastaba para que los canes comenzaran la salivación que inicia el proceso digestivo: no era la vista o el olor de la vianda en sí la que excitaba la secreción, sino la onda sónica de la campana. 3 HUXLEY, Aldous.,Op. Cit. Pág. 16. 6 En nuestro tiempo la manipulación y la ingeniería genética han avanzado de modo asombroso, superando ampliamente planteamientos que hasta hace poco tiempo (digamos durante la primera mitad del siglo pasado) caían dentro del ámbito de la más pura ficción. Reseñaremos a continuación algunos de estos logros científicos. La fecundación artificial in vivo (método no natural para introducir el esperma al interior de los órganos genitales de la hembra), es utilizada con frecuencia tratándose de humanos y de manera sistemática para mejorar las especies animales, tales como bovinos, caprinos, ovinos, etc. En cuanto a la fecundación artificial in vitro (fecundación extracorpórea del óvulo, que después se implanta en la matriz de quien lo va a gestar), hace ya largo tiempo que se recurre a ella, originando lo que festivamente se denomina “bebés de probeta”. Muchos de los habitantes que pululan por el planeta, arribaron a él por este método. La fracción XI del artículo 40 de la Ley General de Salud define la fertilización asistida, como “aquella en que la inseminación es artificial (homóloga o eteróloga) e incluye la fertilización in vitro”. El crioalmacenamiento, que permite el congelamiento de embriones para su posterior utilización, es también un método al que se acude con alguna regularidad; el embrión puede conservarse en este estado durante corto tiempo (que suele estimarse en dos semanas) sin que corran peligro de alteración sus características genéticas. Igualmente el esperma humano puede ser congelado y ulteriormente empleado para la fecundación. En Francia, a partir de 1973, se instituyeron los 7 centros de estudio y conservación del esperma humano (por sus siglas CECOS), que son numerosos y se dedican exclusivamente al empleo de esperma congelado (al parecer, instituciones semejantes ya existían en los Estados Unidos de Norteamérica hacia los años 40´s). El “arrendamiento de vientre” y la “maternidad subrogada”, que son procesos extrasexuales de reproducción, suelen ser confundidos entre sí. Desde luego ambas denominaciones son jurídicamente absurdas (pues el vientre de la gestadora al no estar en el comercio, no puede ser objeto de contrato; los humanos siempre son sujetos, no objetos de las relaciones jurídicas), pero, en todo caso, el arrendamiento consistiría en la sola prestación del vientre para la gestación, en tanto que la subrogación implicaría, además, la aportación del óvulo a ser gestado. Lo cierto es que ambos fenómenos biológicos se efectúan en la mayoría de los países del mundo; podemos encontrar en revistas e internet anuncios ofreciendo óvulos de preciosas mujeres rubias, morenas, ojiazules, ojiverdes, según lo que desee el cliente (también los espermatozoides de apuestos varones se ofrecen a la venta sin mayor recato). La clonación es otro proceso de reproducción, que merece ser observado de manera particular. Se ha definido al clonaje como “el conjunto de técnicas genéticas usado para obtener copias exactas de un individuo. Se produce por la implantación de un núcleo de una de las células del individuo en un óvulo, al que hemos desprovisto previamente de su propio núcleo”.4 4 Diccionario Anaya de la Lengua. 8. Glosario de Términos Científicos y Técnicos. Cayfosa. Barcelona, España. 1991. Pág. 1059. 8 Podría representar determinadas ventajas la clonación de animales. Es cierto que actualmente mediante la inseminación artificial se puede lograr que las crías de vacas, borregos, cabras, etc., perpetúen características que ostentan sus progenitores, pero nada asegura que posean las calidades que hacen valiosos a esos ascendientes. En cambio, mediante la clonación se obtiene una réplica exacta del espécimen clonado; por ejemplo, tratándose de un caballo, su alzada, velocidad, porte, color oro viejo que tan singular resulta. Pero tratándose de seres humanos, no encontramos ninguna razón que justifique la clonación. La posibilidad de obtener mediante clonación reproducciones en serie de humanos, y de ahí a su condicionamiento y empleo como trabajadores en tareas específicas, aparentemente no hay gran trecho. ¿Y los escrúpulos que habría que vencer para proceder de esta manera? Es vana expectativa atenerse a estos supuestos escrúpulos, para adquirir confianza en el futuro de la humanidad. La clonación de humanos es en nuestros días una posibilidad real. El 13 de octubre de 1993, un grupo de científicos norteamericanos hizo publico que había logrado clonar un embrión humano, lo que no produjo gran impacto, porque un mes después anunció que había suspendido este ensayo por razones éticas. Mayor conmoción causó la noticia difundida el 8 de enero de 1998 por diferentes medios 9 de comunicación, sobre la afirmación del notable especialista Richard Seed acerca de que clonaría un ser humano.5 La clonación de la oveja Dolly (incontrovertible evidencia de que se pueden clonar mamíferos superiores), produjo una reacción mundial que en lo que concierne al tema se tradujo en la adopción por la UNESCO, el 11 de noviembre de 1997, de la “Declaración Universal sobre el genoma y los Derecho Humanos”, cuyo artículo 11 dispone: “No deben permitirse prácticas que sean contrarias a la dignidad humana, como la clonación con fines de reproducción de los seres humanos...”. Se dirá que ir más allá de donde hasta ahora se ha llegado, trasponiendo incluso los límites del respeto a la dignidad humana, es algo imposible de ocurrir, porque siempre habrá un imperativo ético que frene cualquiera inclinación en ese sentido y se imponga a las conciencias. Abrigar una esperanza así, equivale a olvidar la historia. Lamentablemente los seres humanos de todos los tiempos han prescindido de cualquiera consideración moral, filosófica o religiosa, cuando de satisfacer su ambición se trata. En la antigüedad el genocidio era una práctica común. David (el rey), Alejandro Magno, los romanos mismos, pasaron a cuchillo pueblos enteros. En la Edad Media (¡en nombre de Cristo!) las siete cruzadas (entre 1097 y 1270) llevaron su mensaje 5 Periódico UNO MAS UNO, 8 de enero de 1998. Cultura. Pág. 27. 10 de muerte y desolación al Medio Oriente: fueron inmolados los habitantes de numerosas poblaciones indiscriminadamente, esto es, sin distinguir edad o sexo. Más recientemente, cuando la conquista, surgió la “Leyenda negra de España”, llamada así por la brutalidad exhibida por los conquistadores, quienes hasta negaron que los aborígenes tuvieran alma, para así fundar el desconocimiento de su calidad humana y poder explotarlos sin responsabilidad alguna, como se aprovecha a los animales; también de esta época data la entronización en América de la esclavitud de africanos: otra iniquidad más. No vayamos muy atrás. A mediados del siglo XX, un pueblo culto y sensible como el alemán, patria de notables filósofos (Hegel, Kant, Schopenhauer), músicos (Beethoven, Wagner), poetas (Goethe, Schiller), pintores (Durero, Rubens), científicos (Planck, Von Braun), etc., bajo la hipnosis de un lider vesánico y esquizofrénico como era Hitler, se dio a la tarea de sojuzgar al mundo, pretextando que tenía derecho a ello en su carácter de raza superior. Hitler supo imbuir este modo de pensar en sus seguidores. De acuerdo al testimonio de Hermann Rauschning, Hitler pensaba que hacia la década de los 30´s del pasado siglo, se estaba viviendo la época del gran cambio, “la bisagra de los tiempos”. El Führer, dice Rauschning, “se había forjado una mística biológica o, si se quiere, una biología mística que formaba la base de sus aspiraciones... La creación (afirmaba Hitler) no ha terminado, por lo menos en lo que concierne al hombre. Del punto de vista biológico, el hombre llega, claramente, a una fase de metamorfosis. Ya se está esbozando una nueva variedad de hombre, en el sentido científico y natural de una mutación. La antigua especie humana entró ya en el estadio de la decadencia 11 y de la supervivencia. Toda la fuerza creadora se concentrará en la nueva especie. Las dos variedades evolucionarán rápidamente divergiendo en sentido opuesto. La una desparecerá, mientras que la otra se desarrollará y superará de mucho al hombre actual. De buena gana yo daría a esas dos variedades los nombres de Hombre-Dios y de Animal-Masa... En los momentos actuales, toda política que carece de base o finalidades biológicas es política ciega...”.6 Hitler anunciaba en estas frases su propósito de exterminio que no quedó en meras palabras. Toda una nación lo siguió en la aventura que tan cara costó en vidas y riqueza a la propia Alemania y, desde luego, a los países agredidos; entre estos últimos destaca el judío, víctima de genocidio. El ser humano parece inmune al cambio moral no obstante el paso de los milenios; es capaz de sacrificar sin sonrojo a sus semejantes si ello representa una ganancia. ¿Podemos asegurar o siquiera suponer que en el futuro no repetirá esa actitud?. Vale la pena comentar lo siguiente: según noticia difundida por los medios de comunicación masiva, a la fecha la ingeniería genética ha logrado la clonación de sólo partes del ser humano (el higado, los riñones, un pie), con los que podría establecerse algo así como una “refaccionaria” de órganos y miembros, para el caso de ser requeridos ante su ausencia o deficiencia funcional en el cuerpo del futuro receptor. Esta nueva posibilidad es casi una promesa de inmortalidad. 6 RAUSCHNING, Hermann. Hitler me dijo. Publicaciones Cruz O., S.A. México. 1998. Pp. 245, 247 y 249. 12 Desde el punto de vista ético este proceder implicaría el sacrificio de un óvulo fecundado (por tanto de un ser humano en su primera etapa, la de la formación del embrión, puesto que supone ya ocurrida la unión de los gametos femenino y masculino). Desde el ángulo puramente científico, el adelanto alcanzado en la manipulación genética, hace ver que es posible el desarrollo de únicamente ciertas partes del organismo. Esto último nos inclina a pensar que, potencialmente, se dispone de las técnicas para dotar a nuevos seres de características especiales, que podrían hacerlos singularmente aptos para determinadas tareas: quizá el empleado soñado por algunos patrones esté escondido en estas alteraciones biológicas; tendrá aspecto monstruoso por la enormidad de sus brazos, la pequeñez de su cabeza u otras peculiaridades. Uno de los reparos que podría formularse respecto a la creación de humanos en serie, robotizados y alterados biológicamente, transgénicos; repetimos, una de las objeciones podría ser que ¿quién iba a consentir el empleo de sus óvulos o espermatozoides para fines como el indicado?. La verdad es que los “bancos” de espermatozoides y óvulos ahora existentes despersonalizan la procedencia de unos y otros, por lo que su utilización no requiere mayor consentimiento del donante, una vez que han sido donados (o cedidos, de acuerdo con la figura legal instituida en el lugar y tiempo en que la cesión tenga lugar). Pero además ya no es necesaria la formación del cigoto, como todavía vimos que ocurre en la fantasía de Huxley, pues en el caso de la clonación de la oveja Dolly, simplemente se obtuvo el núcleo de una célula de la borrega clonada y se implantó 13 en el óvulo de otra, que la gestó. Por cierto, es curioso advertir que las dos ovejas que intervinieron (la donadora del núcleo celular y la gestadora) eran hembras; es decir, puede haber plena reproducción sin la intervención de un macho. Por otra parte, cada vez se avanza más en el método reproductor conocido como ectogénesis, que consiste en la gestación completa del ser humano fuera del cuerpo femenino, esto es en instrumentos de laboratorio, lo que aún no se ha podido obtener, pues ha faltado el instrumento idóneo para llevar a cabo todas las funciones de la placenta. Ante este impedimento (cuya superación es previsible en un futuro relativamente próximo), se han intensificado las investigaciones sobre la “gestación inter-especie”, referente a la transferencia de embriones humanos a úteros de animales, para el desarrollo de la gestación.7 En cierta medida y de otra manera, ya está aconteciendo el condicionamiento de las naciones a una determinada ubicación dentro de la organización mundial. En nuestros tiempos, la lucha entre patrones y trabajadores, la lucha de clases, se ha trasladado al plano internacional; existen países empresarios (las empresas son trasnacionales) y países siervos (dedicados enteramente a la maquila). Lo grave es que esta distinción se va polarizando más cada día; algunos Estados no sólo aceptan sino promueven su condición de maquiladores. La formación de cuencas económicas y la situación geográfica de los pueblos suele ser determinante para su destino. 7 Cfr. Leonor Taboada. La maternidad Tecnológica: de la Inseminación Artificial a la Fertilización in Vitro. Editorial Icara. Barcelona. España. Pág. 53. 14 Si el futuro depara por razones económicas, el destino de patrones o trabajadores a los países, algo habrá que hacer recurriendo al Derecho, para evitarlo. No es posible admitir que grandes sectores de la humanidad sean condenados a la injusta situación de subordinados laborales para siempre. Pero aceptar la mutación biológica de seres humanos para sacrificarlos en aras del interés mercantil, de la ganancia, es absolutamente inicuo. El Derecho debe levantar una barrera infranqueable y debe hacerlo cuanto antes, para que el adelanto tecnológico no lo deje atrás. La mayor responsabilidad del jurista actual es velar por la salvaguarda de las generaciones venideras. ¡No permitamos que la ciencia avance más rápidamente que la conciencia!