Francesc Casanovas

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Francesc Casanovas
X aniversario de su muerte
revista de pensamiento cristiano - núms. 82 y 83 - II y III trimestre de 2012
Núms. 82 y 83 / II y III trimestre de 2012
Sumario
8€
3
Pórtico
4
La voz de los pastores
Mi testimonio de Francesc Casanovas
y del Seminario del Pueblo de Dios
Mons. Jaume Pujol Balcells
6
Francesc Casanovas, anhelo de formación
Mons. Joan-Enric Vives
7
Educar en la fe Mons. Romà Casanova
9
La voz del consiliario
Hacerse como niños Vicente M. Farré, pbro.
Entrevista a Lourdes Campi
10 Francesc siempre nos ha conducido al obispo
Joan Perera, pbro.
Pensamiento breve
15 Banquete de bodas Francesc Casanovas
Apuntes biográficos
16 Reseña de Francesc Casanovas
Xabier Segura, pbro.
19 «El amor es fuerte como la muerte»
Xabier Segura, pbro.
Edita y distribuye:
Edicions SP D
Seminario del Pueblo de Dios
C. Calàbria, 
 Barcelona
Tel.    
[email protected]
www.spdd.org
Dirección: Francesc Boqueras
Asesor: Joan Perera
Corrector: Xabier Segura
Secretaría y maquetación:
Carme Fainé
Impresión: Imprenta Barnola (Guissona)
ISSN: -
Depósito Legal: B--
Claves del pensamiento
25 El proceso del SPD desde su muerte
Joan Perera, pbro.
31 Las claves de su pensamiento Begoña Palau
35 Una escuela de vida Pere Fibla, pbro.
La voz de los carismas
38 Un amigo... con un carisma peculiar
Enrique Cambón, pbro.
46 El amor que ponemos en cada cosa
Carmelitas Descalzas de Vic
47 Un corazón libre y liberador Hno. Antoni Palom
La voz de la comunidad
49 El hombre de los pequeños detalles Ramon Sangles
52 Exigencia y misericordia Teresa Secall
55 Mis impresiones de Francesc
Manel Serradell, pbro.
58 Francesc y la mujer Gloria Torres
64 La obra de teatro y el director
Gabriel Palma de Lúquez
Pórtico
C
on motivo del décimo aniversario del fallecimiento del fundador del
Seminario del Pueblo de Dios, Francesc Casanovas, presentamos este
número monográfico sobre su persona. Además de nuestros colaboradores
habituales, esta vez han concurrido personas que han querido ofrecernos
generosamente sus escritos sobre él o sobre su tarea. Algunos le conocieron
personalmente, otros no. Las primeras palabras de este pórtico quieren ser un
agradecimiento muy sincero y expresivo para todos ellos.
Tres obispos nos han aportado sus escritos. Dos de ellos no conocieron a nuestro
fundador, y el tercero lo trató poco.
La voz del consiliario nos presenta la personalidad interior de Francesc, a quien
conoció mucho, desde antes de la fundación, y con quien inició en  la
experiencia de vida en común que se convertiría en el inicio del camino de esta
asociación. Los dos artículos de Xabier Segura son biográficos: uno desde el punto de
vista cronológico, y el otro a través de una interpretación simbólica de sus últimos
quince días, que resulta muy sugerente, ya que «en la muerte de la persona se nos da
a conocer sintéticamente el contenido de toda una vida».
En los escritos de algunos de los que fueron íntimos colaboradores de Francesc se
pueden encontrar las claves de su pensamiento, las bases de su pedagogía, sus
intuiciones en los campos de la antropología y de la eclesiología, y también los
motivos profundos del nombre de la comunidad fundada por él: Seminario del
Pueblo de Dios.
Algunos de los amigos que compartieron con él la fe y el amor a la Iglesia han
querido enviarnos relatos de sus experiencias: el presbítero Enrique Cambón,
miembro del Movimiento de los Focolares, el hermano de La Salle Antoni Palom, y
las Carmelitas Descalzas del Monasterio de Santa Teresa de Vic.
También aparecen en esta revista las primeras experiencias vividas junto a
Francesc por cuatro de sus primeros compañeros, que nos abren el corazón,
revelándonos lo más significativo que recibieron del fundador. Un quinto miembro
de la comunidad, que no le conoció personalmente, describe el relato de su
descubrimiento del fundador.
Finalmente, una entrevista a la actual presidenta de nuestra asociación, Lourdes
Campi, nos revela, con amplitud de miras y osadía, sus sentimientos profundos en
relación a Francesc, desde el conocimiento que ella tiene de nuestra historia
comunitaria a lo largo de los últimos diez años.
En definitiva, tenéis en vuestras manos un número doble de Cambio de
Mentalidad que quiere homenajear a Francesc Casanovas y dar a conocer su vida y su
pensamiento.
Joaquim Cebrián, pbro.
Vice-presidente del SPD
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cambio de mentalidad
La voz de los pastores
Mi testimonio
de Francesc Casanovas
y del Seminario del
Pueblo de Dios
Mons. Jaume Pujol Balcells
Arzobispo Metropolitano de Tarragona y Primado
N
o he tenido el gusto de
conocer personalmente
a Francesc Casanovas,
pero sí que he conocido y he tratado a Lourdes Campi, también
fundadora del Seminario del
Pueblo de Dios, y a algunos de
sus miembros. Y me viene a la
memoria el texto evangélico que
dice: «Por sus frutos los conoceréis» (Mt ,).
Y pienso que puedo decir, con
toda verdad y sencillez, que sus
frutos son excelentes.
Para mí fue una gran providencia del Señor, y un regalo del
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cambio de mentalidad
Año Jubilar dedicado a honrar
los  años del martirio del
obispo Fructuoso y sus diáconos
Augurio y Eulogio, conocer el
Seminario del Pueblo de Dios.
Después de una misa en la Catedral el  de julio de  con
un grupo que venía de la parroquia de San Luis Gonzaga de
Barcelona, hablé con el sacerdote que les acompañaba, Pere Fibla, y se me ocurrió preguntarle
si algunos miembros del Seminario del Pueblo de Dios no querrían venir al Monasterio de la
Virgen de la Sierra de Montblanc,
ya que la comunidad de Hermanas Clarisas, ya muy mayores,
habían decidido el traslado para
unirse a la comunidad clarisa de
Reus y dejaban el Monasterio y
el santuario para uso de la archidiócesis. La respuesta llegó pronto y desde entonces están allí desarrollando una gran tarea y un
proyecto de Seminario Laical.
He sido testigo en estos ya
cuatro años del amor y pasión
que Francesc Casanovas tenía, y
que ahora tiene Lourdes Campi,
por la Iglesia y por los que rigen
cada Iglesia particular, los obis-
pos. Más de una vez me han hecho sentir pequeño por sus expresiones y comentarios al
respecto. La idea de la formación
completa de los laicos, fruto del
Concilio Vaticano II, el Seminario Laical (así como surgió de
Trento el seminario para la formación de los sacerdotes).
La relación hombre-mujer,
con el sentido de hospitalidad y
la exquisitez diaria en el trato...
son actitudes y hábitos que no
surgen espontáneamente, que
hacen entender que detrás hay
un carisma, una manera de vivir
encarnada en los fundadores y
que han sabido transmitir a sus
seguidores.
Puedo decir que cuando he
ido al Monasterio de la Sierra de
Montblanc, y los dos días que
pasé en su casa de Camprodón
con otros obispos de Cataluña,
he estado muy a gusto. Me he
sentido querido y he podido moverme con libertad. He visto cómo se ora, se vive la liturgia, se
canta y se crea un clima sereno,
alegre, estimulante. El amor al
Señor, a la Virgen y a la Iglesia,
se vive de una manera, que podemos decir natural y sin artificios. Desde aquí agradezco su
trabajo y estoy seguro que veremos muchos frutos. l
Puedo decir que cuando pasé dos días
en su casa de Camprodón, con otros obispos de Cataluña,
estuve muy a gusto
El Sr. cardenal de Barcelona, Mons. Luis M. Sistach, y cinco obispos más de otras diócesis donde el SPD está presente,
durante una jornada de visita a la comunidad en la Casa de Convivencias de Camprodón, en septiembre de .
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cambio de mentalidad
Francesc Casanovas,
anhelo de formación
Mons. Joan-Enric Vives,
arzobispo de Urgell y co-príncipe de Andorra
N
o tuve mucho trato con
Francesc Casanovas
durante su vida y, por
lo tanto, poco puedo decir ahora
que se recuerdan los diez años de
su fallecimiento y que los buenos
amigos del Seminario del Pueblo
de Dios me piden algunas líneas
de recuerdo.
Sé que quiso dedicarse a Dios
desde muy joven, con una vida
consagrada por los votos de la
perfección, y que después de encontrarse con el carisma de los
Focolares y la gran personalidad
de Chiara Lubich y, aprendiendo
mucho de ellos, descubrió una
vía de fidelidad a la unidad, con
un gran anhelo de formación para todos los miembros del Pueblo
de Dios.
Amó a Jesucristo y la Iglesia,
con obediencia y fidelidad, y quiso que todos los cristianos se formaran en una escuela permanente de aprendizaje de la fe y del
seguimiento de Cristo, a semejanza de la formación que reciben
los candidatos al ministerio sacerdotal, en un «seminario» o lugar donde germinan las semillas
de la vocación cristiana. De ahí
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cambio de mentalidad
la fundación a su abrigo de una
asociación privada de fieles, el
«Seminario del Pueblo de Dios»,
que buscan la unidad, se unen al
Obispo y a la Diócesis donde están implantados, y promueven la
formación a fondo de todas las
vocaciones del Pueblo de Dios,
con un noble espíritu de fiel aplicación de las grandes intuiciones
del Concilio Vaticano II.
Me complace que los amigos
y discípulos de Francesc Casanovas mantengan viva la llama que
recibieron de su Fundador y continúen promoviéndola, diez años
después de su muerte, con fidelidad y con libertad, dentro de
nuestra Diócesis de Urgell, como
en otros lugares. Erigidos y
acompañados por el arzobispo de
Barcelona, donde fueron fundados, han ido difundiendo sus intuiciones en otras diócesis como
la nuestra.
Doy gracias a Dios y pido que
la fidelidad eclesial continúe
siendo su mejor distintivo. l
Educar en la fe
C
on motivo de los diez
años de la muerte de
Francesc Casanovas
Martí, fundador y primer presidente del Seminario del Pueblo
de Dios, me han pedido unas palabras sobre él, su persona y su
obra. No tuve la oportunidad de
conocerlo personalmente. Llegué
a la diócesis de Vic para recibir
la ordenación episcopal e iniciar
el ministerio de pastor de esta
Iglesia en septiembre del año
, cuando hacía un año de su
muerte. Pero antes de ir a Vic conocí a varias personas de la comunidad durante mi servicio en
la parroquia de Flix. Y ahora, co-
Mons. Romà Casanova,
obispo de Vic
mo obispo de Vic, tengo ocasión
de conocer a muchas personas
del Seminario del Pueblo de
Dios, tanto en mis contactos con
actividades diocesanas y propias
de la comunidad, como en el ser-
do expresar cómo veo a Francesc
Casanovas.
Francesc es para mí una persona misteriosa. Lo que me cuentan de él me crea a veces perplejidad. Veo en él cosas que no
acabo de entender. Hay actitudes
y comportamientos que me im«Quiero fijarme en dos
presionan positivamente y otros
de los aspectos que más
en los que no sé ver por ahora la
me llaman la atención:
parte positiva. Pero se descubre
educar en el servicio atento
en él el mérito de una obra que
y educar en el aprecio
en estos momentos manifiesta
a la Iglesia local»
una vitalidad y unos frutos de
vicio más cercano a mi persona ser vicio eclesial que hacen entrey en mi ministerio episcopal. ver una gran personalidad y una
Desde esta experiencia de los gran capacidad de educar a aquemiembros de la comunidad pue- llos jóvenes que a su alrededor
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Ü
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cambio de mentalidad
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realizaron una experiencia cristiana y eclesial. Sólo quiero fijarme en dos de los aspectos que
más me llaman la atención: educar en el servicio atento y educar
en el aprecio a la Iglesia local.
Por los hechos y las palabras de
los jóvenes de la comunidad, veo
que en la educación de Francesc
está el hecho de que ellos dediquen una gran atención al otro
y a lo que éste necesite. El servicio manifiesta la grandeza del
hombre y es el primero de los actos de la caridad. La espiritualidad cristiana encuentra en el servicio mutuo una expresión que
se hace diáfana en la presencia
de Cristo en medio de la comunidad. Francesc quería ser servido hasta el punto de que el otro
tenía que adivinar cuál era su necesidad. Él exigía al otro que sacara lo mejor de sí mismo, no
sólo sirviendo a otros, sino en-
trando dentro del otro, para llegar a descubrir lo que realmente
necesita. El servicio cristiano no
es posible desde la obligación del
esclavo, sólo tiene sentido cuando tiene su raíz en el amor. Y el
amor significa darse del todo al
otro. Querer lo que quiere el
amado.
Por las expresiones de sus discípulos y por la misma vida de la
comunidad del Seminario del
Pueblo de Dios, también descubro en su fundador un gran amor
a la Iglesia local y una intensa actitud de servicio a la misma, con
la característica de «morir al obispo», en el sentido de asumir la
voluntad del obispo y que no se
puede hacer nada fuera de la unidad con él, como garantía de dejar actuar a Dios y aceptar la voluntad divina más allá de los
proyectos humanos. En la homilía de la ordenación de un nuevo
El obispo es principio y fundamento visible de unidad
en cada iglesia particular
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cambio de mentalidad
presbítero de Vic y miembro de
esta comunidad, para expresar
con pocas palabras cómo entiendo el Seminario del Pueblo de
Dios, dije: «Esta comunidad
quiere ser fiel al don recibido en
el seno de la Iglesia, para estar al
servicio de la Iglesia local en
unión atenta y fiel al obispo diocesano».
Aquí veo dónde está la realidad propia, peculiar y de futuro
para el Seminario del Pueblo de
Dios. Todo lo que no sea este
«morir al obispo» no podrá dar
fruto auténtico.
Esta fue, en mi opinión, la intuición fundamental y verdadera
de Francesc para el Seminario
del Pueblo de Dios: la comunión
en la fe de la Iglesia, en los sacramentos de la Iglesia, en el seguimiento de Cristo según la Iglesia,
en la oración de la Iglesia. Y todo
esto, no en una iglesia abstracta,
ideal, desencarnada, sino
en la Iglesia de Cristo, entendida desde la visión
puesta de relieve en el Concilio Vaticano II: «Cada
uno de los obispos es principio y fundamento visible
de unidad en las respectivas Iglesias particulares,
formadas a imagen de la
Iglesia universal, en las
cuales y a base de las cuales
existe la Iglesia católica,
una y única.
Por ello, cada obispo representa a su Iglesia y, todos juntos con el Papa, toda la Iglesia, vinculada por
la paz, el amor y la unidad»
(Lumen Gentium ). l
La voz del consiliario
Hacerse como niños
Vicente M. Farré, pbro.
E
l evangelio propone que
nos hagamos como niños.
Un niño en el tiempo de
Jesús no tenía categoría social, menos que una mujer. El Maestro
plantea a sus discípulos que se
identifiquen con este ser humano
con mínima influencia social; ésta
debe ser la personalidad de sus seguidores.
Francesc Casanovas tenía
precisamente como lema
de su vida de fe este dicho
de Jesús a los discípulos:
«Os aseguro que, si no
cambiáis y no os hacéis
como niños, no entraréis en el reino de los cielos» (Mt ,). Contemplo
la vida de Francesc como un
testimonio luminoso de estas palabras de Jesús.
Si no cambiáis. El cambio es
interior: reorientar toda la vida de
cara a Dios, como lo único necesario. Esto quiere decir ser humilde para aceptar la propia miseria y abandonarse totalmente en
manos del Padre celestial.
Hacerse como niños no es comportarse de una manera infantil.
Significa, más bien, moverse interiormente con la libertad de los
hijos de Dios, con discernimiento,
sin aferrarnos a nada. Es saber dejar algo que nos llena y ocupa,
para coger algo mejor, que nos
hace progresar como hijos de
Dios; permanecer siempre en movimiento, sin estancarnos nunca.
Sólo así podemos entrar en el
reino de los cielos; pensando y sintiendo la vida de una manera nueva, acertando en el camino que
conduce a él.
«Hacerse como un niño» nos
hace ser aventureros, lanzados a
las cosas de Dios, confiados en él,
en sus planes. Supone aprender la
pillería del niño, que, con actitud
humilde, sabe ganarse la confianza del Padre Dios. Él, entonces,
sacia nuestros deseos con vistas a
llevar adelante la obra que nos encomienda. Finalmente «nuestra»
obra, puesta en las manos divinas,
se convierte en «capricho» suyo.
Por eso, con la actitud del niño
evangélico conseguimos todo lo
que nos proponemos.
Francesc Casanovas puso al
servicio de la Iglesia los dones con
los que el Señor le había agraciado. Lo hizo, concretamente, en una pequeña
comunidad, la cual, intentando imitar su espíritu de niño evangélico,
va desarrollando el cometido eclesial allí donde
los pastores la convocan.
La alegría y la sencillez del
niño no excluye la responsabilidad
ni el trabajo bien hecho; ambas cosas son necesarias para disfrutar de
la armonía de la vida: armonía en
la relación personal y con las cosas
que nos rodean. Todo ello, impregnado siempre de un metódico
pensamiento bíblico y eclesial, y
de buen humor. De este modo los
seguidores de aquel niño evangélico se esfuerzan por ofrecer al
mundo y a la Iglesia la mentalidad
nueva del evangelio. l
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cambio de mentalidad
Entrevista a...
Lourdes Campi
«Francesc
siempre
nos ha conducido
al obispo»
Lourdes Campi Sirvent está casada con Joan Roig, miembro del SPD, y es licenciada
en pedagogía. Francesc Casanovas la consideraba fundadora, con él, del SPD y es la actual
presidenta de la asociación.
La entrevista es de Joan Perera Faura
Querida Lourdes: ¿cómo está?
Estoy muy bien, gracias a Dios.
Hace poco leí en un periódico
que, estadísticamente, los creyentes son personas más felices
que los que no creen.
Yo puedo decir que soy muy feliz
formando parte de la Iglesia católica, que me lo ha dado todo.
Creer en Jesucristo es el don más
grande que he tenido.
Han pasado diez años desde
la «muerte» de Francesc. Diez
años, ¿son muchos o pocos?
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cambio de mentalidad
No sabría decir si son muchos o
si son pocos. La Palabra de Dios
dice que para el Señor tanto son
mil años como un día. Esto significa que el tiempo en sí es relativo, porque lo importante es
vivir intensamente el tiempo que
Dios nos da.
Lo que puedo decir es que estos
diez años, en el Seminario del
Pueblo de Dios, han sido intensos, tanto para la comunidad como para mí.
Hemos iniciado misiones nuevas, encomendadas por nuestros
pastores. Misiones que nuestro
fundador ya llevaba en el corazón y que en estos años se han
ido concretando.
También hay que decir que diez
años en la vida de una persona
son muchos, pero en la vida de
una institución no son tantos. A
menudo se necesitan años para
plasmar intuiciones.
También es necesaria la paciencia histórica para que las personas maduren y se les pueda encomendar aquellas misiones que
Dios tiene preparadas.
me dijo que era su discípula perfecta. Ya se puede imaginar que
esto me alegró mucho.
Todos estos años he trabajado
basándome en este conocimiento. No he intentado copiar lo que
Usted participó directamente él hacía, sino más bien «ponerme
en la fundación del Seminario en su interior» e identificarme
del Pueblo de Dios como caris- con su persona. Desde mi ser
ma. Estos años sin Francesc, ¿le mujer he querido hacerle presenhan aportado algún conocimien- te en todo lo que he hecho.
to de su persona y de su mensa- Quizás en esta experiencia he
descubierto aspectos de Francesc
je?
Todo el tiempo que estuve al con más profundidad. He entenlado de Francesc procuré «en- dido cosas que él hacía, que tal
trar» en su persona, en todos los vez cuando estaba entre nosotros
sentidos. Quise conocer su per- no captaba del todo. Él era el presonalidad de creyente y funda- sidente y pasaba delante. Después
dor. Esto significa estar atenta a cuando la comunidad me ha entodas sus manifestaciones y ex- comendado este servicio de pasar
presiones y querer captar hasta el delante, poniéndome en la piel
fondo sus enseñanzas. Una vez de quien preside, he tenido una
Lo más importante es que en todo este tiempo sepamos contemplar la acción que Dios ha hecho
en nuestra comunidad, para el
bien de la Iglesia.
mayor comprensión de sus sufrimientos y sus gozos.
Si ahora tuviera que resumir en
pocas líneas la aportación de
Francesc, ¿qué diría?
En pocas líneas es difícil decir la
aportación que ha hecho nuestro
fundador, pero intentaré resumir
su incidencia en las personas de
nuestra comunidad como personas de Iglesia. Yo diría que nos
ha dado la conciencia de la personalidad del obispo diocesano
como esposo de la Iglesia esposa.
Nos ha educado en esta conciencia esponsalicia. Conciencia de
convertirse en familia alrededor
del obispo, estando atentos a sus
necesidades para servir, en unidad con él, a la Iglesia diocesana.
Nos ha educado para estar pre-
Ü
Todo el tiempo que estuve al lado de Francesc quise conocer
su personalidad de creyente y de fundador
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cambio de mentalidad
Ü
parados y ofrecernos al obispo en
todo aquello que él pueda necesitar. Esto significa una formación humana, teológica, espiritual y profesional, que se produce
en el curso del proceso de nuestra escuela de formación.
Cuando muere un fundador,
suele plantearse un dilema sobre su mensaje: o «congelarlo»
o «adaptarlo» a los nuevos tiempos. ¿Usted de qué es partidaria?
Yo no sabría decir si se plantea
siempre este dilema en las instituciones religiosas. No conozco
a fondo este tema. Más bien
pienso que cuando muere un
fundador, sus seguidores se plantean ser fieles al don recibido.
No creo que nadie, conscientemente, quiera congelar un carisma sabiendo que es un regalo
para la Iglesia. Más bien se quiere hacerlo fructificar. Y eso significa también luces y sombras
en la institución, como es propio
de toda realidad humana.
Cabe decir que en nuestro caso
no ha habido nunca este dilema.
Siempre hemos querido ir a fondo en todo lo que Francesc nos
ha transmitido.
Quizá no siempre lo hemos logrado. Estamos en camino para
hacer posible, con nuestra fidelidad, que el don que Dios ha dado
a Francesc ayude al progreso de
la historia de nuestra Iglesia, en
camino hacia la «talla perfecta»
de Cristo.
Teniendo en cuenta esto que usted ha dicho, ¿cómo ha madu-
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cambio de mentalidad
El matrimonio, Joan Roig y Lourdes Campi, conversando con Francesc
rado el Seminario del Pueblo de
Dios en estos diez años?
La falta del fundador es siempre
un «golpe» para sus seguidores.
En nosotros fue un impacto fuerte por la rapidez de su partida:
en quince días, ya no le teníamos
entre nosotros. Esto generó diversas reacciones.
En un primer momento, desconcierto. La comunidad ha hecho
después un buen proceso de maduración.
Lo que ha ayudado ha sido el hecho de encontrar un sentido simbólico a su traspaso. Creo que
esto nos ha situado y nos ha dado
luz para continuar la tarea encomendada.
Francesc siempre nos ha conducido al obispo. Y ha sido, precisamente, la relación de unidad
diocesana lo que ha dado estabilidad y madurez a nuestra comunidad. En ningún momento nos
hemos sentido desamparados o
sin norte. Al contrario, nos sentimos arraigados en nuestros
pastores y sostenidos por ellos.
¿Suplir a Francesc es difícil?
Es imposible. No creo que Dios
quiera que suplamos a nadie.
Cada uno de nosotros es un hijo
de Dios único y original que tiene un don para toda la Iglesia.
Dios, que tiene mucha imaginación y fantasía, nos ha hecho a
todos diferentes, con un rostro y
un modo de ser particular.
Yo no he pretendido nunca hacer
una tarea de suplencia. Me he situado frente a la comunidad en
primera persona sabiendo que yo
no soy Francesc, y no creo que
Dios me pida que haga las cosas
como él las hacía. No puedo suplirle pero, como he dicho antes,
he de llevar su espíritu a todas
partes.
Entrevista a Lourdes Campi
¿Usted añora a Francesc?
Mucho. Me gustaría mucho tenerle ahora a mi lado, ante mí.
Oír su voz, pasear juntos –como
hacíamos a menudo–, comer
juntos, disfrutar de un viaje y de
tantas otras cosas. A su lado he
sido muy feliz. Francesc me ha
dicho todo lo que una mujer desea escuchar de su amado. Añoro
esta declaración de amor diaria,
llena de gestos pequeños de vida
cotidiana. Francesc era muy romántico y hacía de cada momento una fiesta de amor nupcial.
Esto lo añoro mucho.
Cuando el Señor se lo llevó me
en fadé. No entendía porque
Francesc, con sesenta y tres años,
tenía que dejarme. Tampoco es
que ahora lo entienda mucho,
pero tengo que hacer como María: guardarlo en el corazón, y
que la Providencia me lo vaya explicando poco a poco.
Como presidenta, dígame por
favor ¿cuáles son las alegrías y
las tristezas de este cargo?
La alegría más grande es cuando
las personas que tengo encomendadas manifiestan su deseo de
servir a la Iglesia allí donde Dios
quiera. Esta disponibilidad para
no anteponer nada a Cristo me
llena de una profunda alegría.
La tristeza es cuando veo que
Dios no es amado. Cuando veo
que el amor fraterno va disminuyendo. Cuando los intereses personales pasan por delante de los
de Dios.
Mi comunidad me da más alegrías que tristezas. Dios me contenta mucho dándome muchas
satisfacciones; supongo que sabe
que quiero ser «contemplada»
por Él. Yo me dejo querer y agradezco más las buenas noticias
que las malas.
A usted, la encuentro moderna
y con empuje. ¿Ve puesta al día
a la Iglesia?
Deberíamos definir qué quiere
decir eso de «moderna». En cuanto al empuje, es lo que recibo del
Señor. Ya sabemos que a veces
nos lleva a lugares que no desearíamos, y nos pide hacer cosas
que nunca hubiésemos pensado.
Creo que la Iglesia siempre ha estado al día. No está sometida a
Ü
Francesc me ha dicho todo lo que una mujer desea escuchar de su amado
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13
cambio de mentalidad
Cuando nace un carisma
es nuevo, ciertamente
original, pero a la vez
también sabemos
que ha existido siempre
en la persona de Cristo.
Él es Alfa y Omega
Siempre es la Iglesia institución
(si entendemos la institución como aquel ente que forman los
obispos con el Papa) la que confirma el nuevo don que recibe un
fundador. El Papa o el obispo
son los que deben aprobar esa
nueva realidad naciente. Sin esta
aprobación jurídica no podemos
decir que aquel nuevo carisma
sea una realidad eclesial. Esto
nos hace ver cómo carisma e institución van unidos en la identidad de la fe de la Iglesia.
Ü
14
las modas ni depende de la opinión del momento. Es verdad
que, en cada momento histórico
la Iglesia debe tener el ingenio
para llegar al corazón de los
hombres y debe saber usar el lenguaje y los gestos adecuados para
regalar el tesoro que posee. Y eso
exige escuchar los signos de los
tiempos.
El mensaje, sin embargo, siempre
es el mismo: hacer crecer a Cristo
en cada hombre y en cada mujer
y así instaurar el Reino de Dios
en esta tierra, a fin de que todo
el mundo tenga lo que necesita
para ser feliz.
No hablo de una felicidad superficial, sino del cumplimiento de
los deseos más profundos del corazón del ser humano. Deseos de
unidad, de paz, de justicia.
II y III trimestre de 2012
cambio de mentalidad
Díganos, por favor, ¿qué le hace
más ilusión en este momento?
¿Cómo se combina la originali- Creo que ya lo he dicho antes:
dad de un carisma con lo que deseo ardientemente que la fe llealgunos llaman «Iglesia institu- gue al corazón de todos los homción»?
bres y mujeres del mundo para
Yo no trataría por separado estas que se haga realidad la paz en la
dos realidades: «carisma» por un tierra.
En el seno de nuestra comunilado e «institución» por otro.
Iglesia hay sólo una, como deci- dad, deseo que se haga realidad
mos en nuestra profesión de fe: el Centro Santa Clara, de Vic.
«Creo en la Iglesia una, santa, Un centro de pensamiento que
católica y apostólica.» Todos los queremos inaugurar, si Dios
carismas salen de la Iglesia y quiere, en poco tiempo.
vuelven a la Iglesia. Los carismas También me hace ilusión el proson dones que el Espíritu Santo yecto del Seminario Laical Dioregala a lo largo de la Historia de cesano, iniciado en las diócesis
Salvación para profundizar cada de Tarragona y de Valledupar
vez más el misterio de Jesucristo. (Colombia).
Cuando nace, un carisma es nue- Pido también para que se hagan
vo, ciertamente original, pero a realidad las intenciones del Santo
la vez también sabemos que ha Padre.
existido siempre en la persona de
¡Gracias, señora Lourdes!
Cristo. Él es Alfa y Omega.
Pensamiento breve
Banquete de bodas
El reino de los cielos es un banquete de bodas,
las bodas del Cordero con la comunidad de los salvados.
¡Es una fiesta!
Mentalicémonos de que estamos invitados
a gozar de plena libertad. Revistámonos de alegría pascual
y celebremos la alianza de amor eterno
entre Dios y su pueblo, redimido por el Hijo unigénito, Jesús.
Toda relación humana tiene que llenarse
de aquella nupcialidad que corresponde
a la nueva y eterna alianza.
Contemplación
• Tenemos que prepararnos bién para la fiesta del banquete que
dura para siempre. La fiesta no es transitoria; es una vocación de la
comunidad de los salvados. Lo propio de la fiesta es buscar el reino de
Dios, sabiendo que lo demás nos viene por añadidura.
• Para vivirla como vocación deben darse unos requisitos. Primero:
desear ser invitado. Segundo: tener listo el vestido de bodas. Tercero:
olvidarse de otros compromisos u obligaciones. Las aptitudes del
invitado forman parte esencial de la responsabilidad de participar del
banquete de bodas. Uno debe saber de qué se trata. Y, además, hay
que tender a buscar el último lugar, dejando la iniciativa a los novios
para que nos coloquen en el asiento que nos corresponde de la mesa
del convite.
• Los novios nos invitan a celebrar el amor eterno. Sería ridículo ir a
la fiesta por lo sabroso que tiene: rica comida, buenos vinos, algarabía
y baile. Todos estamos llamados a la nupcialidad de la nueva y eterna
alianza de Jesucristo y la Iglesia.
Francesc Casanovas
II y III trimestre de 2012
15
cambio de mentalidad
Apuntes biográficos
Reseña de
Francesc Casanovas
El autor, doctor en Teología, miembro del SPD,
nos presenta algunos aspectos esenciales de su vida
F
rancesc Casanovas Martí
nace en Barcelona el once
de septiembre de . Sus
padres son Francesc Casanovas
Viloca y Dolors Martí Castilla.
En el , movido por el deseo
de darse a Dios, quie-
re entrar en el Seminario, pero
su padre le pone la condición de
tener unos estudios. Elige, entonces, la carrera más corta: perito avícola. Finalmente, en el
, ingresa en los Dominicos
con diecinueve años con permiso paterno, porque la mayoría de
edad era a los veintiún años. Vive
cinco años en Cardedeu: uno de
noviciado, tres de filosofía y uno
de teología. Pero es invitado a dejarlo porque los superiores creen
que no es su vocación.
Entre los años  y 
hace el servicio militar en Pedralbes (Barcelona). Durante este
Xabier Segura, pbro.
tiempo visita al abad de Montserrat, Cassiá Just, que le aconseja no descartar el matrimonio
como vocación. El dos de mayo
de  conoce a Conchita Torres
en el tren de regreso de Montserrat. Estarán prometidos durante
tres meses, hasta que Francesc
comprende que su vocación no
es el matrimonio. Ese mismo
año inicia el noviciado en los Capuchinos de Arenys de Mar y
después se traslada a la comunidad de los Capuchinos de Sarriá
(Barcelona). Fue entonces cuando conoció el Movimiento de los
Focolares.
Conchita, Francesc y Vicenç Mª
16
II y III trimestre de 2012
cambio de mentalidad
Los primeros compañeros de Franc
rancesc
En , con veintinueve años,
el responsable de la Escuela Sacerdotal del Movimiento de los
Focolares le invita a formarse en
Grottaferrata (Roma), abandonando por su cuenta el convento
de los Capuchinos. Durante este
tiempo tiene la oportunidad de
conocer a la fundadora del Focolare, Chiara Lubich. Pero en septiembre de  también ha de
dejar el Movimiento.
A los treintaiún años vuelve a
Cataluña, y Mn. Vicenç M. Farré le acoge en la parroquia de San
Antonio, en el barrio de Llefiá
(Badalona). Ambos empiezan a
poner en práctica aquella forma
de vida evangélica que él había
aprendido en Italia. Poco a poco
se juntan al grupo varios jóvenes,
atraídos por su manera de relacionarse. Vicenç M. escribe al arzobispo de Barcelona, Marcelo
González, y le explica la nueva
experiencia que vive con Francesc
y con los primeros compañeros.
El obispo responde que quiere conocer personalmente a Francesc.
Durante la visita bendice aquella
incipiente experiencia de vida comunitaria y pide a Francesc que
se dedique a la formación de los
jóvenes, diciéndole: «Vuestra experiencia es como un seminario
para el Pueblo de Dios».
En mayo de  se abre en
Barcelona, en el Paseo de San
Juan, núm. , el primer piso de
vida en común para chicos. Al
cabo de un año se inicia la vida
comunitaria femenina en la calle
Valencia. Las primeras chicas
fueron Conchita Torres y Rosa
Campi. En  se abre el primer
piso de vida en común fuera de
Barcelona, en la ciudad de Vic.
Ese mismo año, en una peregrinación al santuario de Lourdes,
Francesc intuye que este «seminario» para el Pueblo de Dios tiene un segundo título: «Experiencia de María», porque siente la
llamada a revivir la experiencia
de María en relación a Jesús. Dos
años más tarde, en , inaugura la vida en común en la casa de
convivencias de Camprodón (Ripollés, provincia de Girona), que
es la actual sede de la escuela de
formación de la asociación.
En mayo de  el cardenal
Narcís Jubany aprueba y erige
canónicamente la comunidad
como pía unión (según el Código
de Derecho Canónico actual,
Francesc y el cardenal Narcís Jubany
«asociación privada de fieles») en
la archidiócesis de Barcelona. En
octubre de ese año Francesc publica el primer libro, titulado
Mentalidad Nueva. Y al año siguiente surge una nueva publicación, la revista de pensamiento
cristiano Cambio de Mentalidad.
También en ese mismo año funda el primer piso de vida en común fuera de Cataluña, en Bilbao.
En la década de los ochenta
destacamos la primera ordenación presbiteral y consiguiente
incardinación diocesana de un
miembro formado en la escuela
de formación de la asociación,
Melchor Querol, por el obispo
de Urgell, Mons. Joan Martí
Alanis. Era en mayo de .
En el contexto del gran regalo del Concilio Vaticano II, donde se pone de relieve el Pueblo
de Dios, Francesc se sintió impulsado a profundizar, también
por las circunstancias y personas
que aparecían en su vida, en dos
líneas: la relación hombre-mujer
dentro de la Iglesia y la comunión con sus pastores. Más que
querer conocer el papel de la mujer o del hombre, tenía la inquie-
Ü
La primera ordenación presbiteral
II y III trimestre de 2012
17
cambio de mentalidad
Ü
18
tud de descubrir el don que hay
en el encuentro hombre-mujer
en la Iglesia y en los diversos estados de vida. Rosa Campi, la
segunda chica de la comunidad,
es una figura clave, ya que tenía
una gracia especial en este aspecto, que todos reconocíamos.
En  Francesc publica un
libro fundamental, El paso, donde explica su fe pascual. Más
adelante este libro será completado con otros dos, La alegría y
La paz, los cuales forman la trilogía «La Pascua cristiana». Ese
mismo año Francesc, a petición
del obispo de Valledupar (Colombia), se anima a fundar comunidades en Latinoamérica.
En  inaugura en Camprodón el Aula de Teología Cantar
de los Cantares, con la intención
de reflexionar sobre el pensamiento teológico del carisma
fundacional. La revista de pensamiento teológico Sofía, creada
el año siguiente, será un espacio
de diálogo y reflexión eclesial.
En , en el pueblo de
Campelles (Vall de Ribes, provincia de Girona), el presidente
de la Generalitat y el obispo de
Urgell inauguran un proyecto
muy anhelado por Francesc: una
casa de espiritualidad y cultura
al servicio de la comarca y de la
Iglesia. El Casal San Martí –así
se llama el centro– quiere ser una
ventana abierta del pensamiento
cristiano en diálogo con la cultura actual.
El verano de , la comunidad celebra una gracia especial
que Francesc y Lourdes Campi,
hermana de Rosa, reciben de una
II y III trimestre de 2012
cambio de mentalidad
manera inesperada y sorprendente. Francesc lo explica como el
encuentro de «Él y Ella», ya que,
más allá de los nombres de las
personas, significa el don de la
unidad del hombre y la mujer como seguidores de Jesucristo, virgen, casto y obediente. Francesc
intuía una participación en la re- Rosa Campi
novación eclesial impulsada por
el Concilio. A partir de esta gracia, celebrada por la comunidad,
Francesc ve plasmadas sus intuiciones. Justamente el año siguiente, el  de diciembre de
, la comunidad celebró la
boda entre Carlos Sanchiz y Doxa Cabrera, como primer matrimonio formado en la escuela de
formación de la asociación.
En el año  se funda la
vida en común en la ciudad de Un grupo de jóvenes de Valledupar (Colombia)
Bonn (Alemania).
El  de julio de  muere
Francesc, de manera inesperada,
por una enfermedad de cáncer de
pulmón; contaba sesenta y tres
años de edad. El  de agosto de
ese mismo año moría Rosa Campi
a los cincuenta años, también por
enfermedad de cáncer.
El  de diciembre de ese año
se celebraba la Asamblea Extraordinaria, motivada por la defun- El matrimonio Carles y Doxa
ción del presidente, donde Lourdes
Campi fue postulada nueva presidenta, y aceptada por el cardenal
de Barcelona. l
Los miembros
internos del SPD
en el verano de 
«El amor es fuerte
como la muerte»
Xabier Segura, pbro.
Una sugerente reflexión sobre
el simbolismo de los últimos
días de Francesc Casanovas y
su paso hacia la casa del Padre
E
l  de septiembre de 
el mundo tomaba conciencia, sorprendido, de
los nuevos peligros y amenazas
que acechaban a una sociedad
orgullosa de su poder y sus avances tecnológicos, pero a la vez,
frágil e inmadura. Nuestra civilización occidental se estremecía
al verse reflejada en aquellas torres gemelas de Nueva York que
se hundían como dos piernas con
pies de barro que describe el profeta (cf. Dn ,-).
Ese mismo día Francesc Casa novas celebraba su último
cumpleaños: sesenta y tres años.
Después de comer comentó que
se encontraba cansado. Este cansancio, que a menudo manifestaba, fue el único síntoma de una
enfermedad que ya debía trabajar
en su interior y que no había sido
detectada en los análisis y controles de salud habituales. Esta
enfermedad le llevaría, diez meses más tarde, el  de julio de
, a fallecer en la Clínica de
la Alianza de Vic. El día anterior,
 de julio, intuyendo la gravedad del diagnóstico de cáncer de
pulmón, exhortaba a Rosa Campi, enferma terminal también de
cáncer, a vivir con alegría y ánimo confiado, sin tener miedo,
porque «los cristianos no moriremos».
Los casi quince días de su estancia en la Clínica de Vic se
convirtieron en un resumen del
sentido de toda su vida. A primeros de julio se manifestaron
los primeros síntomas. El día dos
se despertó por la mañana con
problemas de visión en un ojo.
Ese mismo día Rosa ingresaba
en el hospital de enfermos termi-
Francesc iba siempre
al frente y todos nosotros
encontrábamos en Rosa como
un acceso a Francesc desde
una dimensión femenina
nales de la Santa Cruz, de Vic;
ella se encontraba al final de un
proceso canceroso diagnosticado
cuatro años atrás.
Rosa fue para Francesc un
miembro eminente del SPD.
Desde el principio le ayudaba
muy directamente a llevar la comunidad. Francesc iba siempre
al frente y todos nosotros encontrábamos en ella, como un acceso a Francesc desde una dimen-
II y III trimestre de 2012
Ü
19
cambio de mentalidad
Así como Rosa significaba
para él la comunidad que
amaba, Lourdes era
la figura de la mujer
que le apoyaba
Ü
20
sión femenina. De este modo,
Francesc iba descubriendo que,
tal y como María es figura de la
Iglesia, la mujer creyente también participa de este carisma, y
a veces de una manera singular,
como en el caso de Rosa.
Francesc, que residía en Camprodón, quería ir a visitar a Rosa
y acompañarla en su ingreso hospitalario, pero tenía dificultades
de visión y le costaba caminar.
Le convencimos de que le convenía, en primer lugar, una visita a Urgencias, en Vic. El médico que le visitó dijo que había
que hospitalizarle inmediatamente. El mismo día, Rosa y
Francesc fueron hospitalizados
en Vic en dos hospitales diferentes, a diez minutos de distancia
el uno del otro. Francesc, entonces, se enfadó mucho y de una
manera extraña; esta inesperada
situación le impedía ir a ver a
Rosa para poder comunicarle algo muy importante: quería darle
testimonio de la fe pascual, y las
circunstancias se lo impedían.
Los últimos años de Rosa habían
sido, de pruebas y de oscuridad,
y Francesc deseaba comunicarle
el amor y el consuelo misericordioso del buen Dios.
Durante todos aquellos días
en la clínica, Francesc no desistió
nunca de ver a Rosa. Él no podía
ir, pero enviaba a sus mensajeros.
Algunos de nosotros, que la asis-
II y III trimestre de 2012
cambio de mentalidad
tíamos, le llevábamos de su parte palabras de consuelo cristiano.
Francesc se preguntaba a menudo por qué no podían encontrarse los dos, y decía: «Los enemigos
–refiriéndose al Espíritu del
Mal– no me dejan dar testimonio de la fe pascual a Rosa, que
es lo que ella ahora necesita».
Nosotros le ofrecimos una reflexión que le dejó pensativo: «El
regalo que tú quieres hacer a Rosa es vivir en tu propia carne con
esperanza pascual la misma enfermedad que ella sufre». Era como decirle: tú te identificas, en
relación a ella, con el gesto redentor del Señor.
Durante aquellos días en la
clínica, Francesc aceptaba la enfermedad como un regalo de
Dios y se mostraba cordial, lleno
de alegría y de buen humor con
todos, tanto con el personal del
centro como con los visitantes.
Días atrás había comentado a
Lourdes que no pensaba luchar
contra la enfermedad, que no
pondría trabas a Dios.
Lourdes es la hermana pequeña de Rosa. Entró en la comuni-
dad más tarde que ella. Francesc
también veía en ella un papel especial. Así como Rosa significaba para él la comunidad que él
amaba, Lourdes era para él figura de la mujer que le apoyaba (cf.
Gn ,), y así veía iluminada
desde la pascua la relación hombre-mujer como servicio a la comunidad y a la Iglesia.
El viernes  de julio le visitó
el arzobispo Joan Martí, obispo
de Urgell, con el que se reunió
con buen humor, y al que comentó el deseo de que, cuando
vistieran sus restos, no le pusieran una americana sino una túnica, para no pasar calor y estar
más cómodo. No perdió la ocasión de explicarle, una vez más,
el carisma del Seminario del
Pueblo de Dios y el regalo tan
grande que había recibido. Le
dijo que, para él, la presencia de
Jesús resucitado era más real que
la del mismo obispo que le escuchaba, y que no habría ningún
problema si «marchaba» ahora,
pues estaba Lourdes para continuar la tarea fundacional. También le dijo que, para él, morir
«El amor es fuerte como la muerte»
sería una ganancia, ya que quedaría definitivamente separado
del engaño y la mentira.
El día siguiente, sábado, por
la mañana, sufrió una embolia
cerebral. Según el comentario
del médico, podía haber muerto.
Él era muy consciente, porque
quería saber siempre la verdad de
lo que le pasaba. Así pues, se encomendó a Dios con paz y serenidad, pero al cabo de poco más
de una hora, se encontró mejor.
Por la tarde le visitó el obispo de
Vic, Mons. Josep Mª Guix, a
quien pudo explicar, por primera vez, el don de la relación hombre-mujer, recibido en la comunidad, y según lo iba intuyendo
a la luz de la Palabra y el Magisterio. Después el obispo le impartió su bendición. Así, Francesc, en los últimos momentos
de su vida hizo ofrenda del carisma y de la experiencia de la
comunidad a la Iglesia, representada por sus pastores.
En cuanto a su relación con
Rosa, todos aquellos días él manifestaba el apasionamiento de
Cristo-esposo por la Iglesia: su
Francesc con el obispo Josep M. Guix; detrás Lluís Girbau
único deseo era encontrarse con
ella, saber si estaba bien, si se dejaba llevar de una manera definitiva por el misterio misericordioso de Dios.
a pesar de su estado grave, se le
permitiera salir del Hospital de
la Santa Cruz para ir a visitar a
Francesc. En aquel último y ansiado encuentro, Francesc hizo
profesión de su fe en la resurrecEn los últimos moción, y le comunicó la confianza
mentos de su vida hizo
en el amor de Dios: «Estate tranquila, Jesús te vendrá a buscar».
ofrenda del carisma y de la
experiencia de la comunidad Francesc se hacía ofrenda de sí
mismo, haciéndose don para ella.
a la Iglesia, representada
En cierto momento le dijo: «Yo
por sus pastores
iré antes que tú». Rosa hizo un
El día antes de su muerte, el gesto de desaprobación, como si
domingo por la mañana, la Pro- no entendiera estas «exageraciovidencia hizo posible que a Rosa, nes». De hecho, ambos padecían
la misma enfermedad, pero ella
se encontraba al final de un proFrancesc con el arzobispo Joan Martí
ceso de tratamiento de más de
cuatro años y, a él, apenas se lo
acababan de diagnosticar.
Aquella noche recibió la visita de una chica de la comunidad,
a la que dijo: «Si hago el paso a
la casa del Padre, será para ser
mártir de la relación hombremujer. La última palabra la tiene
Dios». El simbolismo de Rosa
fue siempre muy intenso para
Francesc. Él deseaba ardiente-
II y III trimestre de 2012
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cambio de mentalidad
La relación hombre-mujer está
al servicio de la gloria de Dios,
por eso su contenido se resume
en la donación de vida hasta
la muerte, como en Jesucristo
Ü
22
mente entregar la vida por ella,
como un gesto redentor ante las
dificultades y pruebas de la vida.
Y después añadió una cita de san
Pablo: «De hecho, apenas encontraríamos alguien que quisiera
morir por un hombre justo; mejor dicho, quizá sí que alguien
estaría dispuesto a morir por un
hombre bueno. Pero Dios ha dado prueba del amor con que nos
ama en que Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos
pecadores» (Rm ,-).
Aquella noche Lourdes le velaba. Ella notó que, mientras
descansaba, hacía unos movimientos inusuales. Se acercó para
preguntarle si se encontraba bien.
Él comentó que estaba un poco
nervioso. Lourdes pensó que
nunca le había oído decir que estaba nervioso. Aquella noche vomitó sangre varias veces. También
varias veces dijo a Lourdes que
se encontraba en la agonía, pero,
con tal normalidad, que ella casi
ni se daba cuenta de que Francesc
II y III trimestre de 2012
cambio de mentalidad
agonizaba. Después él quedó inconsciente y ella temió lo peor.
Ni siquiera hubo tiempo de despedirse.
Al final el hombre queda solo
y desnudo ante Dios, y sólo sobresale el don de uno mismo.
Este es el misterio del amor loco
y apasionado de Dios por la humanidad al que estamos invitados de entrar: «Tanto amó Dios
al mundo que entregó a su Hijo
único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino
que tenga vida eterna» (Jn
,).
Con su muerte, Francesc
completaba el mensaje de la relación hombre-mujer, según el
designio de Dios, que él había
ido iluminando los últimos años.
La relación hombre-mujer –decía a menudo– no tiene finalidad
en sí misma, sino que está al servicio de la gloria de Dios, por eso
su contenido se resume en la donación de vida hasta la muerte,
como en Jesucristo.
Entre las . y las . horas
de la mañana Francesc hacía el
paso a la Casa del Padre. Él, que
había tenido siempre conciencia
de dar su vida por la comunidad
que tanto amaba, ahora podía
participar en plenitud de los sufrimientos redentores de Jesús,
según las conocidas palabras de
san Pablo: «Ahora estoy contento de sufrir por vosotros, y de
completar así en mi carne lo que
falta a los sufrimientos de Cristo
en bien de su cuerpo, que es la
Iglesia» (Col ,).
Aquella madrugada Lourdes
permaneció todavía unas horas
sola junto al cuerpo de Francesc,
hasta que llegamos algunos de la
comunidad. En ella todo era desconcierto y absurdo, desolación
y desánimo. Los que estábamos
allí, sin embargo, la interpelamos
a la luz del evangelio para contemplar a María al pie de la cruz,
que asume la nueva misión que
Jesús le confía antes de morir:
«Mujer, ahí tienes a tu hijo» (Jn
, ). Desde entonces ella se
lanza a la misión eclesial de acoger a los discípulos desolados y
temerosos. Lourdes hizo suya inmediatamente esta experiencia y,
uniéndose a la experiencia de
María al pie de la cruz, asumió
el nuevo rol de convocar maternalmente la comunidad de Francesc. Y así, ella nos convocó el
mismo día de la muerte de Fran-
«El amor es fuerte como la muerte»
cesc para exhortarnos y consolarnos.
El epitafio de la tumba de
Francesc recogía una frase central del Cantar de los Cantares:
«El amor es fuerte como la muer-
siempre había dado importancia
a la sabiduría y a la cultura. A
menudo nos decía: «Seremos santos si somos sabios, no al revés».
Dando a entender que la santidad
bíblica está vinculada al don de
Estela de luz
Hoy en la casa del Padre,
hay un gran gozo jubiloso.
El niño, que burló su cautiverio,
de un impulso en el atajo
se ha escapado hacia la fiesta.
Nos deja a todos mirando al aire,
con los pies en la tierra,
atentos al milagro encantador
de cada rostro:
presencia diáfana que pide
el alimento cada día,
sueño realizado que celebra
la Pascua en carne humana,
encuentro pleno de Él y Ella.
Y ahora que por fin ya conseguiste
tu obsesión
–ser uno con la trinidad divina–,
para los que te hemos conocido
y aún estamos cautivos,
eres y serás siempre
un sello grabado en el corazón,
una estela de luz que nos guía.
Manel Serradell
te» (Ct ,). Sólo el amor tiene la
palabra definitiva, nunca la
muerte.
La muerte de nuestro fundador ocurría el día  de julio, fiesta de san Buenaventura, obispo
y doctor de la Iglesia. También
esto resultaba simbólico. Francesc
la sabiduría, no es un «cumplimiento de la ley». Ser sabio para
conocer la «mentalidad» de Dios,
para disfrutar del don del discernimiento del Espíritu, para leer
los acontecimientos desde la mirada amorosa del Padre, buscando así en todo la verdad.
El primer escrito que recibió
Lourdes fue un poema de Manuel
Serradell, uno de los primeros
compañeros de Francesc, presbítero en Valledupar (Colombia)
(ver en el recuadro).
El día , fiesta de la Virgen
del Carmen, se celebraba el funeral en la iglesia del Monasterio
de las Carmelitas Descalzas de
Vic, con la comunidad religiosa
presente.
Una celebración presidida por
el obispo de Vic, concelebrada
por el arzobispo de Urgell y por
un grupo de sacerdotes y con la
participación de los miembros
del SPD, familiares y amigos. Se
hacían presentes los santos del
Carmelo, san Juan de la Cruz y
santa Teresa, que tanto habían
influido y acompañado la vida
de Francesc y el itinerario de la
comunidad. Los tres últimos
días había recibido la visita de
dos pastores de la Iglesia local, a
la que él había consagrado y presentado su carisma. El último día
recibió la visita de Rosa, por
quien él entregaba simbólicamente su vida. Aquella noche, en
la clínica, le veló Lourdes, que
luego, en diciembre de , sería elegida presidenta de la asociación.
En el funeral se proclamó, de
primera lectura, un fragmento
de la Primera Carta de san Pablo
a los Corintios (,-). Se trataba
de dar cumplimiento a su testamento espiritual, que pedía que
fuera leído este texto donde Pablo
explica que no ha usado el prestigio sino la fuerza de la cruz de
Cristo para anunciar el evange-
II y III trimestre de 2012
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cambio de mentalidad
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lio. Vicenç Maria Farré, cofundador de la comunidad y consiliario, hizo la homilía. Rosa
acogió con sorpresa la noticia de
la muerte de Francesc y quedó
muy impresionada. Durante
aquellos días decíamos a Clara,
para animarla: «Francesc se ha
unido a la experiencia de Jesúsesposo que da la vida para rescatar a la esposa, la comunidad, la
Iglesia. Él se ha avanzado y se ha
ido antes que tú para acogerte,
en nombre de Jesús, en el
Paraíso». A ella le confortaban
mucho estas palabras, y lo escuchaba en silencio.
Curiosamente, Rosa moría el
 de agosto de ese mismo año,
en la fiesta de santa Clara, casi
un mes después de Francesc.
Clara era el nombre que Francesc
le había dado años atrás para iluminar su misión, en referencia a
los dos jóvenes de Asís: Francesc
«Cristo amó a la Iglesia
y se entregó a la muerte por ella»
24
II y III trimestre de 2012
cambio de mentalidad
y Clara. El día de su muerte, su
rostro reflejaba paz y armonía.
Durante el verano fuimos reflexionando estos acontecimientos
desde la luz de la pascua del Señor. La comunidad vivía sosegada y en la paz de sabernos amados privilegiadamente por Dios.
Lourdes nos convocaba a menudo y nos hacía participar de su
experiencia a raíz de la muerte de
Francesc y de su hermana Rosa.
Fueron unos días especiales, llenos de consuelo.
Francesc nos deja un importante legado de reflexión y pensamiento. Él trató una gran variedad de temas eclesiales y
teológicos. Ahora nos toca a nosotros profundizar su obra y su
pensamiento. La vida de los fundadores en la Iglesia, como el
caso de Francesc, es como una
gran parábola con un mensaje
que sólo se explica del todo en el
momento final. De hecho, en la
muerte de la persona se nos da a
conocer sintéticamente el contenido de toda su vida.
Toda la vida de Francesc fue
muy simbólica. Tenía una personalidad llena de contrastes que
rompía moldes. Pero él se desvivía por la comunidad que el Señor le había puesto en las manos,
y aunque quizás no fuese del todo consciente, lo hacía siguiendo
el modelo del Esposo: «Como
Cristo amó a la Iglesia y se entregó a la muerte por ella.
Él ha querido santificarla purificándola con el baño del agua
y la palabra. Quería llevar a su
presencia una Iglesia gloriosa, sin
mancha ni arruga ni nada semejante: una Iglesia que fuera santa
e inmaculada » (Ef ,-). La
obsesión de Francesc fue, durante toda la vida, preparar una comunidad para el Esposo. l
Claves del pensamiento
El proceso
del SPD
desde su muerte
El autor, secretario técnico de Francesc durante doce años,
reflexiona sobre los últimos años de la comunidad
La muerte y la libertad
La muerte es la puerta a una
vida más plena. Obedece a una
ley de la naturaleza. Jesús habla
del grano de trigo: si quiere dar
fruto, debe morir. Y si no muere,
queda solo (cf. Jn ,). Si queremos fruto es necesaria una
muerte. Y esto forma parte de la
historia, donde todo nace y todo
muere.
Sin embargo, en la persona
humana, imagen de Dios, la
muerte está llamada a ser un acto
de libertad. En efecto, sólo el ser
humano puede ofrecer su vida
por un acto de libertad (defendiendo un ideal, buscando un
bien, etc.). No existen ideales,
por el contrario, en el reino animal-irracional, donde, en último
término, todo se mueve por obediencia al instinto de conservación, individual y de la especie.
La muerte de Francesc tiene
un gran componente de libertad,
más que de fatalismo biológico.
Él era por naturaleza aprensivo,
de modo que, tan pronto como
le subía un poco la fiebre o la
presión, se inquietaba y lo explicaba, lo que no dejaba de hacer
una cierta gracia. A lo largo de
su vida tuvo algunos problemas
de salud, y solía reaccionar con
nervios y temor. Pero, curiosamente, en su última enfermedad
no actuó de este modo, y el tumor maligno fue progresando en
su organismo hasta que, ya fatalmente, fue detectado por casualidad pocos días antes de su fallecimiento.
Según mi percepción, él aceptó esta enfermedad. No tanto como una decisión racional, sino
como algo que el cuerpo asimiló
sin poner resistencia. Él lo vivió
Joan Perera, pbro.
como una donación a la Iglesia,
pero no en general, sino concretada en aquellos hermanos y hermanas que habían participado de
aquella «historia de amor» del
SPD.
Francesc quiere contribuir así
a un progreso, sabe que sólo
«muriendo» se da fruto. La donación de la vida es el único gesto total y pleno, inapelable. Él,
que siempre tenía mucha necesidad de expresar lo que llevaba
dentro, sobre todo para conocer
la intención de Dios sobre el ser
humano, pudo expresarse totalmente con su muerte.
Lourdes, que ha sucedido a
Francesc en la presidencia de la
comunidad, ha manifestado desde el primer momento que todos
los miembros del SPD, entregándonos también por amor a la
Iglesia, debemos continuar el es-
II y III trimestre de 2012
Ü
25
cambio de mentalidad
Él siempre quería
entrar en la fiesta de la
presencia de Cristo
entre nosotros;
de ninguna manera
quería quedarse fuera,
ni quería que se
quedara fuera
ninguno de sus
seguidores
Ü
píritu investigador de
Francesc, este querer saber la intención de Dios
en cada cosa y darla a conocer.
Sería superficial considerar la defunción de Francesc simplemente como un final de etapa. Más
bien es un salto adelante, un crecer en conciencia e implicación.
En este sentido, no cabe la
melancolía o el pesimismo. Francesc ya no está aquí. Ha hecho
su viaje. Y nosotros tenemos que
hacer progresar todo lo que Francesc nos ha dejado, también su
pensamiento. Y hacerlo progresar para ofrecer el patrimonio de
la Iglesia y los creyentes en nuestro mundo.
La Secretaría Técnica
Francesc me pidió, hace concretamente veintidós años, que
le ayudara desde esta Secretaría.
Yo encontré este nombre un poco
rimbombante, pero me puse manos a la obra. De hecho, él lo
vinculaba al ministerio del diaconado (fui ordenado en  e
incardinado en la diócesis de Urgell, sirviendo en las parroquias
del Valle de Ribes).
La Secretaría Técnica, en el
interior del SPD, es una diaconía
26
II y III trimestre de 2012
cambio de mentalidad
para la formación permanente,
con vistas a ayudar al método,
rigor, y también la belleza de
nuestros escritos y obras, desde
el punto de vista de la profesionalidad.
De hecho, Francesc buscaba
la calidad en todo, pero no como
una perfección simplemente profesional, sino más sutil todavía:
como una expresión de madurez
humana que incorporase también la vida evangélica de cada
día.
Él era muy sensible a la calidad humana, al método, a la precisión. Las cosas hechas con dejadez –cosa distinta de
inmadurez–, hechas «de cualquier manera» por pereza e
insensibilidad, las abominaba.
Incluso le afectaban somáticamente: le producían nervios, mal
humor y tristeza. Quizá por eso
le fascinaba la parábola de las vírgenes prudentes y necias, donde
la llegada del esposo clarifica la
postura de cada una (cf. Mt ,). Él siempre quería «entrar» en
la «fiesta» de la presencia de
Cristo entre nosotros; de ninguna manera quería quedarse fuera,
ni quería que se quedara fuera
ninguno de sus seguidores.
Yo le ayudaba a organizar algunas cosas, como por ejemplo,
algún viaje, y veía cómo trabajaba con mucho cuidado y precisión, adaptándose a los anfitriones. Era bonito ver cómo se
concentraba mucho para que todo fuera exacto. Y estaba muy
contento cuando llegaba puntual, según el horario previsto.
Era una manera de decir: «Lo hemos preparado bien, ¿verdad?
Nos hemos esforzado, hemos llegado a la hora que habíamos dicho, y todo ha salido redondo».
En otros aspectos también se
cultivó mucho; por ejemplo, para
escribir correctamente en catalán
(en la escuela sólo había aprendido a escribir en castellano). Y
pedía ayuda, si era necesario, para que sus escritos no tuvieran
ninguna falta.
De hecho, tenía una especie
de sueño, de poder ofrecer una
alternativa para que los cristianos
incorporásemos a nuestro amor
cristiano un componente de profesionalidad y de cultura. Para él
el amor no era nunca miseria, de-
El proceso del SPD desde su muerte
jadez, suciedad o improvisación
irresponsable, sino belleza y resultados satisfactorios en cualquier tarea (sin dejar de ser amor
ni misericordia).
Deduzco de todo esto que era
un contemplativo. Me explico:
miraba las cosas intentando ver
lo que Dios veía. Y esto, que es
un gran don, también era, de hecho, una «tragedia». Tragedia
porque la persona se ve desgarrada, ya que se encuentra, por una
parte, conociendo la intención
de Dios, y, por otra, constatando
que esta intención de Dios no interesa en general, o provoca indiferencia.
Veo ilustrada esta «tragedia»
en el diálogo de Jesús con los fariseos sobre el matrimonio, cuando dice: «Moisés os permitió divorciaros de la mujer por vuestra
dureza de corazón. Pero al principio no era así» (Mt ,). Jesús
vive desgarrado conociendo, por
un lado, la intención de Dios
–«al principio»–, y constatando,
por otro, que el pueblo lo había
amañado para «normalizar» la
práctica contraria, hasta el punto de que la misma Ley lo permitía. La causa de este contraste,
como dice el evangelio, es «la dureza de vuestro corazón».
Me parece que Francesc, en
la profundidad de su corazón, se
guiaba por este conocimiento de
la intención de Dios que el Señor
le había regalado como una gracia. Pero también era una persona llena de sensatez, que se adaptaba –no sin sufrir el desgarro
que he comentado– a la realidad
prosaica de cada día y contando
con la libertad y la entrega de los
hombres y mujeres que le seguían.
En este sentido, es importante diferenciar la «intención», de
la «voluntad», tanto si se aplica a
Dios como a las personas. Por
experiencia sabemos que muchas
veces «deseamos» que aquellos a
quienes amamos tengan unas reacciones determinadas. Por ejemplo, unos padres desean que sus
hijitos, al saludar a sus abuelos,
les abracen espontáneamente y
les besen. Pero si, por cualquier
motivo, los niños no lo hacen,
entonces se lo indican, y los niños lo hacen por una obediencia.
Estos niños han cumplido la «voluntad» de sus progenitores, pero
no han realizado su «intención»,
que era el gesto espontáneo de
abrazar y besar a los abuelos. La
voluntad de los padres, en este
caso, es como un «mínimo» que
se impone para garantizar la educación y el respeto. Pero aunque
los hijos hayan cumplido esa voluntad, a los padres puede quedarles el dolor de ver que no se
ha realizado su intención, que es
que sus hijos hagan de corazón
el gesto propio del amor, que es
abrazar y besar.
Esto también lo podemos
aplicar a Dios: Él, en primer lugar, tiene una intención, y si esta
intención no se realiza, entonces
expresa una voluntad que se debe
obedecer. En este sentido, el profetismo bíblico expresa más en
conjunto la «intención» de Dios,
y la Ley expresa más la «voluntad». El profeta «sueña» realizar
lo que Dios desea, mientras que
las instituciones «mandan» que
se cumplan las leyes de Dios.
Francesc deseaba que nuestra
comunidad tuviera la característica de una caridad atractiva, una
caridad más profunda, que no
Ü
Para él el amor no
era nunca miseria, dejadez,
suciedad o improvisación
irresponsable, sino belleza
y resultados satisfactorios
en cualquier tarea
II y III trimestre de 2012
27
cambio de mentalidad
Ü
28
fuera simplemente «buena voluntad». Que diéramos importancia
a las pequeñas cosas, tal como él
nos enseñaba siempre. Para él eso
era como un sueño, sobre todo
en el mundo de hoy, en la Iglesia
de hoy.
La palabra «sueño» se utiliza
cuando, por ejemplo, un equipo
deportivo juega muy bien y gana
títulos, y todo el mundo queda
embobado, porque consigue hacer algo que no hace nadie, con
un juego que todo el mundo admira y aplaude.
Y Francesc «soñaba» que, por
ejemplo, la acogida de un huésped, la preparación de un encuentro o una comida, o la planificación de un viaje, se hicieran
de manera que el huésped se sintiera feliz, que el encuentro se
realizara con comodidad y alegría, que la comida fuese festiva
y bien cocinada, o que aquel viaje resultase un viaje «de placer».
Que las cosas se puedan realizar,
sin que nada distraiga de la intención con la que se han preparado. Que no suceda, por ejemplo, que el huésped no tenga
agua caliente por un descuido
del hospedero, o que la sala de
reunión esté fría, tanto de temperatura como de ambientación,
o que el arroz se pase, o que el
coche se averíe en medio del viaje porque en su momento no se
ha dado importancia a un ruido
o a una pequeña irregularidad.
Pero realizar este sueño exige
mucha disciplina y sacrificio,
tanto por parte del formador como de los discípulos, ya que las
cosas no se aprenden en un día,
II y III trimestre de 2012
cambio de mentalidad
sino insistiendo, repitiendo, aplicando una pedagogía doméstica
donde las personas se sientan
queridas y a la vez exigidas. Así
se va formando la persona. Una
mesa puesta correctamente, por
ejemplo, es fruto de que alguien
se ha dedicado a enseñar, con paciencia y constancia. «Nadie nace
enseñado», dice el adagio.
Francesc apostó por este estilo de vida, con valentía y constancia. Y con fe, porque cuando
nos formaba creía en nuestra capacidad de acoger las exigencias
que iban surgiendo. Creía que
éramos capaces de ver en esta acción suya un servicio y una obediencia, en definitiva, a Dios. Es
un rol de carácter profético, donde Dios empuja al profeta a actuar para provocar un crecimien-
to en los demás, aunque no todos
lo vean de la misma manera.
Francesc era valiente porque
no buscaba la aprobación de los
hombres sino la de Dios. Interpelando e interviniendo con su
propio estilo. Y luchando para
que su comunidad fuera una comunidad de personas normales
que saben por qué viven y por
qué trabajan.
Desde entonces hasta hoy
A raíz de su muerte apareció
un interrogante en amigos y conocidos del SPD: «¿Continuarán
las cosas como antes, funcionará
todo igual, o habrá un descalabro?». Al cabo de un tiempo manifestaban alegría al ver que todo
seguía igual, y que incluso algu-
El proceso del SPD desde su muerte
nas cosas –decían–, como las publicaciones, eran más exitosas. Y
elogiaban a Francesc porque
consideraban que eso era indicio
de haber impartido una buena
formación.
En efecto, es motivo de alabar
a Dios que, cuando en un grupo
una determinada persona puede
parecer imprescindible (visto
desde fuera), resulta que no lo es.
Dice mucho a favor de la pedagogía, de un trabajo a fondo, de
no haber «programado» las personas sino haberlas educado y
haber generado en ellas una racionalidad y una reflexión. De
otro modo las cosas no salen.
Francesc formaba las personas pensando en la capacidad de
solucionar todos los problemas.
Por un lado, con una competencia objetiva, como la que tienen
todos los profesionales en su
campo, y por otro, sin ser expertos en todo, como es natural, poniendo la caridad, de manera que
fomente la cultura del «vivir
bien», para que todas las cosas
den satisfacción, y un observador
pueda decir: «Esto está bien, es
auténtico, está pensado, hay gente que se ha dedicado a fondo».
Las personas vemos en seguida
si algo ha sido trabajado, reflexionado, o si se ha hecho superficialmente.
Con conciencia del don
que la Iglesia custodia,
Francesc fomentaba
un «savoir fair»
de ir por el mundo
Pero este patrimonio, esta formación, es muy frágil. Del mismo modo que una sola generación puede cambiar la lengua
materna de un pueblo, también
una sola generación puede dañar
el patrimonio de una formación
adquirida con un largo proceso.
Aumentar la civilización es un
proceso largo, porque significa
crear hábitos. Pero disminuirla
puede ser rapidísimo. Hay, por
tanto, un trabajo permanente de
objetividad, de profundización,
de diálogo, de formación, de manera que no quede en relieve un
solo aspecto (por ejemplo, que
una persona vale mucho para los
estudios o para una profesión o
para un ministerio), sino que aparezca la totalidad o integridad de
la formación.
Una integridad que incorpora
incluso la «imperfección». La
profesionalidad del «vivir bien»
asume también la imperfección
de las cosas, los defectos de las
personas y las cosas que no van
bien, para transformarlo todo en
una situación nueva donde todo
quede en armonía.
La verdadera cultura es admirada y alabada por creyentes y no
creyentes. San Pablo, crítico con
el paganismo, no deja de otorgar
a los no creyentes el papel de un
discernimiento objetivo: «Tenga
como un honor vivir en paz, ocuparos cada uno de su trabajo y
trabajar con las propias manos,
tal como os mandé. Así su comportamiento será bien visto de
los que no creen y no será necesario que dependa de nadie»
(Tes ,-).
Francesc quería educar personas agradables, capaces de conversar, con cultura, interesadas
por la marcha del mundo y de la
Iglesia. Cuando existe la cultura
del amor, se perciben a primera
vista una solidez y unos frutos.
Una cultura que puede ser vivida
por todos, no sólo por los creyentes, sino también por los ateos y
los agnósticos, que, reconociendo que no han recibido el don de
la fe, tal vez dirán: «Sois gente
muy agradable. Me gustaría ser
como vosotros».
La Iglesia muestra al mundo
la cultura del amor, ofreciendo
los tesoros humanos y divinos
que Cristo le ha confiado, como
aquel «padre de familia que saca
de su tesoro cosas nuevas y cosas
viejas» (Mt ,).
A veces los mismos cristianos
conocemos poco este patrimonio, o incluso pensamos que se
limita a ser un patrimonio cultural de música sacra, templos o
libros. Y es mucho más que eso,
ya que tiene una actualidad moderna y eficiente, con la clave para que todos los nobles deseos
humanos se realicen en su máximo exponente.
Con conciencia del don que
la Iglesia custodia, Francesc fomentaba un «savoir fair», de ir
por el mundo. No basta con ser
simplemente «buenos chicos». El
evangelio nos lleva a ser personas
abiertas, capaces de relacionarnos tanto con un pobre como
con un rico, con un enfermo, un
joven o un niño, y comunicar a
cada uno el don evangélico. Jesús
siempre ponía modelos de perso-
II y III trimestre de 2012
Ü
29
cambio de mentalidad
Hoy
Nuestro progreso debe ser
desarrollar y ofrecer la
cultura del amor
Ü
30
nas listas y ambiciosas, tanto en
sus parábolas como en sus gestos,
ofreciendo un mensaje que podía
ser comprendido y razonado porque era coherente.
Francesc parecía desconfiar
de los grandes «montajes» y se
concentraba en poner aquellos
fundamentos que después nadie
verá porque el edificio que hay
encima los tapa.
Nadie sabrá nunca cómo son,
pero están ahí. Este «limitarse a
los fundamentos» le situaba en
una sana distancia de las modas
y los criterios superficiales. De
hecho era un investigador, que
podía estar días y días dando
vueltas a un tema con vistas a
fundamentar una reflexión y una
vida.
II y III trimestre de 2012
cambio de mentalidad
Hoy el Seminario del Pueblo
de Dios sigue tomando conciencia de una misión de servicio eclesial, especialmente en el corazón
de la Iglesia: el misterio esponsal
de su comunión con Cristo, que
está plasmado en la comunidad
cristiana y el obispo que la preside. Con una expresión poética,
podríamos decir con Juan de la
Cruz: «Ya sólo en amar es mi ejercicio» (Cántico Espiritual). Como
los enamorados mueren de amor,
también los cristianos hemos de
morir de amor por Cristo. Es cierto que la Iglesia es una «familia
de familias», donde hay muchos
dones y carismas. Pero sin el
amor, como dice san Pablo a los
Corintios (cf. Co ), no sirven
de nada ni los carismas, ni la fe,
ni la donación. Todo, en la Iglesia,
tiene por último criterio el amor
enamorado entre Cristo y los creyentes.
Esto significa que todo trabajo por la propia «familia» y por el
propio carisma se orienta a esta
comunión con Cristo como Iglesia suya. El apóstol Pablo lo había
entendido en profundidad, y por
eso fue a Jerusalén a buscar la comunión eclesial. Él lo justificaba
diciendo: «Yo no quería correr o
haber corrido en vano» (Ga ,).
Fuera del desposorio de amor de
Cristo y la Iglesia, nuestro trabajo apostólico es infructuoso o incluso contraproducente.
Nuestro progreso debe ser desarrollar y ofrecer la cultura del
amor, pero un amor «enamorado», que incorpora toda la expresividad humana del amor. No nos
debe dar miedo, ya que tenemos
a lo largo de la historia ejemplos
constantes en los santos y santas
de ayer y hoy, personas enamoradas de Cristo y de la Iglesia. Y este
amor entre mujeres y hombres
creyentes es lo que genera el ambiente natural-sobrenatural que
caracteriza a los cristianos. Una
cultura donde no hay un aspecto
que destaque, sino que es un
«todo»: alegría y seriedad, austeridad y fiesta, disciplina y libertad, reflexión y espontaneidad.
Sería como una ópera, donde hay
mucha variedad de intervenciones, pero el resultado es un fuerte aplauso, una profunda identificación con el mensaje.
Pero, ya lo sabemos, un espectáculo tiene detrás de las tramoyas muchas personas atentas, que
se han preparado, que ejecutan su
labor con rigor y precisión. De
otro modo se provoca el ridículo
y la burla. Las cosas funcionan
porque hay personas que están en
vela y que van a fondo. Desde fuera se ve el resultado y el éxito, pero
detrás tiene que haber una consagración a una tarea, un proyecto. Por eso la tarea formativa
en el SPD debe continuar poniendo los fundamentos de una cultura del amor. Mediante la vida
en común, las reuniones, y, en el
aspecto intelectual, mediante el
Aula de Teología Cantar de los
Cantares, nuestra Escuela de Formación continúa investigando los
tesoros de la Iglesia y quiere ofrecer sus frutos, poniéndolos, como
hacían los primeros cristianos (cf.
Hch ,-), a los pies de los
apóstoles. l
Las claves
de su pensamiento
Begoña Palau
La autora, doctora en Sagrada Escritura, miembro del SPD, nos presenta los rasgos peculiares
del pensamiento de Francesc Casanovas
La caridad enamorada
Con este breve artículo quisiera dar unas impresiones sobre
Francesc Casanovas, concretamente desde la vertiente del pensamiento, ya que él ha sido un
hombre de reflexión. Él quiso
formular su reflexión con claridad y precisión, sobre todo a través de clases y conferencias.
En primer lugar, creo que ha sido
una persona contemplativa. Él
contemplaba el misterio que todo lo abarca, y desde la contemplación, quería ofrecer el mensaje que da respuesta a la persona
integral. Esto es básico, ya que
ha sido el motor de su investigación teológica.
Otro aspecto de su persona es
que siempre ha buscado una síntesis. El pensamiento puede resumirse y quedar condensado,
destilado en sentencias breves,
claras, comprensibles,
atractivas. El pensamiento de Francesc
discurría en espiral, en un estilo
«profético» que
hacía circular
los acontecimientos y las
ref lexiones
en profundidad, hasta
conseguir ex-
traer de ellos aquella intuición
que se va mostrando como intención de la Palabra de Dios.
Su reflexión ha sido siempre
comunitaria. Ir hasta el fondo de
una cuestión significa preguntarse y preguntarnos su sentido, su
luz, el secreto escondido que hace progresar hacia una madurez
humana. Al mismo tiempo,
Francesc no tenía miedo de permanecer en la soledad que suele
sufrir aquel que no se deja llevar
por las influencias y presiones externas sociológicas o culturales,
y expresaba de manera valiente
sus intuiciones más audaces. Una
personalidad llena de contrastes,
con muchos matices a veces sorprendentes.
Por todo ello es difícil sintetizar su pensamiento. Obser vando, sin embargo, tanto su vida
cotidiana como su obra, hay una
expresión suya que considero nuclear: «la caridad enamorada».
Ü
Su pensamiento discurría
en espiral, en un estilo «profético»,
que hacía circular los acontecimientos
y las reflexiones en profundidad
II y III trimestre de 2012
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cambio de mentalidad
Ü
32
La usaba muy a menudo, hasta
el punto de que algunos se preguntaban el motivo de esta insistencia: ¿Por qué añadir el adjetivo «enamorada» a la palabra
caridad? Quizás es una redundancia, pero sin ese adjetivo no
se puede entender la radicalidad
de la vida personal, comunitaria
y eclesial que Francesc deseaba
comunicar.
El «enamoramiento», añadido como cualidad indispensable
de la caridad, no tiene nada que
ver con unos sentimientos pasa-
Una de las intuiciones más
fuertes de Francesc es orientar
ese mismo deseo de unidad a la
Iglesia diocesana. A partir de
aquí Francesc hace suyas las
grandes intuiciones del Concilio,
remarcando una Iglesia de comunión y de fraternidad, donde
todo el mundo recibe la misma
dignidad en el Bautismo y cada
creyente tiene un servicio imprescindible a realizar de cara a
edificar la realidad visible del
Cuerpo de Cristo en medio de la
historia.
Francesc quiere hacer una
síntesis de la tradición de la Iglesia, que intentará expresar en el
ambiente de la pequeña comunidad por él iniciada. Comprende
la necesidad de espacios de vida
fraterna y comunitaria, donde
los catecúmenos se formen en la
radicalidad y la exigencia propias
de la vida evangélica. La vida de
familia, por lo tanto, es esencial,
según el estilo de aquel ambiente familiar que vivió Jesús, con
La vida de familia
José y María y con sus familiares,
El descubrimiento del tes- amigos y parientes, en el hogar
tamento de Jesús –«Padre, de Nazaret.
que todos sean uno» (Jn ,
Esta vida de familia tiene, sin
)– como ideal de la vida embargo, un estilo muy peculiar
cristiana es el centro de su iti- en el pensamiento de Francesc
Una ética del apasionamiento
nerario de fe: una experiencia de Casanovas, asumiendo la imporexige una vida de oración
unidad y de fraternidad.
tancia de haber sido creados
intensa, para saber responder
Francesc descubre la impor- hombre y mujer en el plan de salsiempre a la interpelación
tancia de la vida de familia den- vación. El hecho de que Jesús
del hermano
tro de la Iglesia, una familia al- convocara a hombres y mujeres
rededor de Cristo, unida no para ser discípulos suyos y forjeros y eufóricos que dependen sólo por un credo, sino también mar la comunidad de la Nueva
de las circunstancias y los estí- por un estilo de vida que subra- Alianza da a la Iglesia la responmulos exteriores. Se trata más ya el deseo de comunión con sabilidad de iluminar la relación
bien de un impulso que viene del todos los hombres y mujeres de hombre-mujer. La clave se enEspíritu Santo y que permite en- la tierra.
cuentra en la característica «vir-
II y III trimestre de 2012
cambio de mentalidad
trar en la dinámica del «celo divino», del apasionamiento del
Hijo que se entrega en la cruz sin
esperar que le conduzcan a ella.
El enamoramiento con que Francesc calificaba la caridad hace referencia al nervio que mueve todo acto de la vida cristiana, aquel
fuego que nace desde dentro y
que devora las entrañas para dedicarse al servicio de Dios y del
hermano. Una actitud que rehúye las experiencias a medias, la
tibieza engañosa disfrazada de
buenas costumbres, la indiferencia ante la realidad de los demás...
Este apasionamiento es el
que ha caracterizado las dos
dimensiones más claras de su
pensamiento: la antropología
y la eclesiología, ambas fundamentadas y orientadas a la comunión interpersonal, como
sacramento del misterio divino, relación trinitaria.
Las claves de su pensamiento
ginal» de la personalidad
de Jesús, unida a Dios Padre como absoluto, y al
mismo tiempo orientada
a vivir la filiación divina
en las relaciones humanas. A este tema dedicó
gran parte de su reflexión
antropológica.
El hombre como
ser relacional en lo
masculino-femenino
Desde el inicio de la
fundación, Francesc nos
ha ofrecido una pedagogía que aspira a alcanzar
lo que Pablo llama «la talla propia de la plenitud de Cristo» (Ef ,). Él entendía esta «talla» abarcando todos los aspectos
de la personalidad, iluminados
por la humanidad de Jesús. Por
eso consideraba muy importante
madurar y alcanzar la vida adulta, como hombres y mujeres responsables y, al mismo tiempo,
profundizando en la relación
hombre-mujer como purificación de egocentrismos y de concupiscencia.
Esta clave encuentra una sintonía y una inspiración en las reflexiones antropológicas del pensamiento de Juan Pablo II,
reflejadas en sus Catequesis sobre
el amor humano, y en otros documentos como Mulieris dignitatem. El cuerpo humano, creado por Dios con un significado
esponsalicio, según el Santo Padre, lleva siempre a la relación,
porque no tiene sentido fuera de
la comunicación interpersonal,
realidad que nos deja vislumbrar
mejor el misterio trinitario.
A partir de aquí, Francesc ve
la relación hombre-mujer como
fuente de espiritualidad, no porque esta relación sea un objetivo
en sí misma, sino porque es el
espacio celebrativo del amor que
nos viene de Dios. Ser, responsablemente, hombre ante la mujer
–hermana, esposa, etc. según los
estados de vida–, expresa el misterio de Cristo en su donación
total al Padre y en su entrega a
la humanidad, por la fuerza del
Espíritu. Ser responsablemente
mujer ante el hombre –también
hermano, o esposo, etc.–, implica abrirse al misterio de la vida
en la maternidad mariana de la
Iglesia.
La relación hombre-mujer en
Cristo contiene una gran disciplina de gestos y palabras, y a la
vez una cultura centrada en la
donación, donde cada pequeña
Francesc descubre la importancia
de la vida de familia dentro
de la Iglesia, una familia
alrededor de Cristo
acción es importante. Una ética
del apasionamiento exige una
vida de oración intensa, para saber responder siempre correctamente y con prontitud a la insinuación o la interpelación del
hermano.
La comunidad diocesana
en torno al pastor
F. Casanovas entiende muy
bien que el ambiente familiar de
Nazaret ha de ser vivido en la
casa paterna diocesana, formando comunidad de fe y amor alrededor del obispo. Por ello manifestaba que no tenía ningún
carisma de la relación hombremujer, ya que la relación hombremujer no tiene finalidad en sí
II y III trimestre de 2012
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cambio de mentalidad
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misma. Él la comprendía como
una pedagogía o una clave interpretativa de un misterio aún mayor, el de Cristo y la Iglesia.
Este misterio era el centro de
su interés constante, no tanto
desde una perspectiva abstracta
o general, sino desde la concreción de la vida eclesial en cada
Iglesia local. Le interesaba más
descubrir los vínculos de amor
que unen a la comunidad diocesana con su pastor, expresados
como una alianza nupcial entre
el obispo-esposo y la comunidad-esposa. Por eso le gustaba
esta definición de Iglesia: «La
Iglesia es una comunidad reunida en torno al obispo que celebra
la eucaristía».
El rasgo que sustenta y fundamenta esta unidad no depen-
de, por tanto, de las cualidades
humanas del obispo ni de la
asamblea, sino que se mueve en
el campo del amor y del «apasionamiento» (lo que él llamaba,
como hemos dicho, la caridad
enamorada). Francesc contempla
la figura del obispo como la del
esposo que satisface los deseos
más profundos de su esposa, la
comunidad. Porque ofrece, con
la gracia de su discernimiento, el
lugar que Dios da a cada uno. Y
comprende la figura de la diócesis como la «esposa enamorada»
que regala a Cristo su belleza,
adornada con el vestido delicado
de sus buenas obras.
El atractivo mutuo hace que
la comunión eclesial entre el obispo y la comunidad diocesana se
fundamente en el don, y no esté
supeditado a los factores humanos que podrían hacerla tambalear. La diócesis puede contemplar en el obispo la misma
humanidad de Cristo, sin espiritualismos y sin abstracciones,
porque conoce a fondo el sacramento que le constituye. Y el obispo puede fascinarse de la humanidad de la Iglesia, sin juicios y
sin incomprensiones. Es una realidad de fe, en la gracia de Dios,
capaz de transformar los corazones, conduciéndolos a una relación esponsal más plena y rica.
La vida de Francesc se caracteriza por este amor apasionado
a la Iglesia, un amor que hemos
recibido con gratitud como una
preciosa herencia que deseamos
que progrese y madure en comunión con nuestros pastores. l
Casanovas entiende muy bien que el ambiente familiar de Nazaret ha de ser vivido
en la casa paterna diocesana, formando comunidad de fe y amor alrededor del obispo
34
II y III trimestre de 2012
cambio de mentalidad
Una escuela
de vida
Pere Fibla, pbro.
El autor, capellán del Santuario de la Serra (Montblanc, Tarragona), sede del Seminario Laical
Diocesano, miembro del SPD, nos presenta el desarrollo de la escuela de formación según
las intuiciones fundacionales de Francesc
L
as intuiciones fundacionales de Francesc Casanovas
tienen como punto de
partida una atenta escucha de la
Palabra recogida en la Sagrada
Escritura y en la Tradición, y un
deseo de profundizar en las enseñanzas del Concilio Vaticano
II, sobre todo en lo que hace referencia a la denominada «eclesiología de comunión».
Esta vida de comunión debe
irse formando y modelando entre los bautizados, para que pueda progresar y madurar. Por esto
Casanovas se propone organizar
con el grupo inicial del SPD una
escuela de vida donde aprender
a poner en práctica el mensaje
del evangelio desde la perspectiva de la comunión fraterna.
El nombre de la asociación,
sugerido por el arzobispo de Barcelona, D. Marcelo González,
«Seminario del Pueblo de Dios»,
pone en relieve esta tarea de una
escuela de formación al servicio
del Pueblo de Dios.
Aquel grupo, en efecto, iba
teniendo una experiencia de lo
que es ser familia, hogar, y al
mismo tiempo se dejaba mode-
La Escuela de Formación prepara una comunidad-esposa
para el obispo-esposo
lar con la imagen recuperada
por el Vaticano II de una IglesiaPueblo de Dios. La Iglesia es
Pueblo de Dios porque, desde el
principio, el Señor convoca a
hombres y mujeres a formar la
familia eclesial, y en esta familia
los hombres y mujeres realizan
el proyecto de la creación, según
la vocación a ser imagen de
Dios.
Y «seminario» significa «hacer crecer» la semilla que hemos
recibido de Dios y de la Iglesia.
Es así como Francesc y sus
primeros compañeros fueron entendiendo aquello que Dios les
pedía: ser una escuela de formación para hacer crecer en cada
persona la semilla que Dios ha
puesto en nuestro interior, con el
bautismo.
Interpelados por su testimonio, jóvenes diversos se incorporan a la incipiente comunidad. Algunos se encuentran
apartados de la Iglesia. Se constata una gracia peculiar: cuando
II y III trimestre de 2012
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cambio de mentalidad
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36
Concilio Vaticano II», que culminó con la exhortación apostólica post-sinodal Christifideles
Laici, firmada el  de diciembre
de , fiesta de la Sagrada Familia.
En estos dos documentos
mencionados Francesc se encontraba plenamente identificado:
— en Mulieris Dignitatem veía anunciado aquello que llevaba
en su interior sobre la relación
hombre-mujer;
— en Christifideles Laici enPere Fibla impartiendo una clase de formación
contraba expuesta la misión de
estos jóvenes entran en el amEn la década de los años formar a los laicos que tanto le
biente del amor recíproco, se ochenta algunos acontecimien- motivaba.
sienten atraídos espontáneamen- tos eclesiales influyen notablePrecisamente, en torno a estas
te a amar a la Iglesia y al obispo. mente en las intuiciones de nues- fechas, (del -- hasta el -Es como si, por un don de Dios, tro fundador. Por un lado, la ) los miembros del Seminario
aquel ambiente formativo pre- carta apostólica Mulieris Digni- del Pueblo de Dios celebraron
parase una comunidad-esposa tatem, firmada por el papa Juan una asamblea, en la que Francesc
para el obispo-esposo.
Pablo II el  de agosto de . planteó esta cuestión: la Escuela
Francesc los introduce en la Y, por otro lado, en octubre de de Formación, ¿para qué y para
vida eclesial a partir de la con-  se celebra el Sínodo de Obis- quién prepara miembros?
vivencia, la oración, el trabajo, pos sobre «la vocación y la misión
La conclusión fue que había
el compromiso misionero... con de los laicos en la Iglesia y en el tres modalidades de escuela: la
vistas a dar testimonio de la re- mundo, a los veinticinco años del catequética, el seminario laical
surrección del Señor. Surge así
una escuela de vida y de reflexión que prepara la comunidad para dar testimonio de la
unidad eclesial que preside el
obispo.
Precisamente en los estatutos
de la comunidad, en el apartado
que habla de las finalidades de la
asociación, leemos lo siguiente:
«Ofrecer a todos una Escuela
Permanente de Formación para
el fomento y cultivo de la vocación cristiana en el seno de la
pastoral de conjunto de la Iglesia
diocesana señalada por el Ordinario del Lugar».
Una celebración en el Santuario, presidida por el arzobispo Jaume Pujol
II y III trimestre de 2012
cambio de mentalidad
Una escuela de vida
diocesano, y la escuela institucional:
— La escuela catequética, que
forma personas vinculadas a las
parroquias, dirigida por el párroco. Los «alumnos», viviendo en
sus casas, participan de la vida
parroquial y arciprestal, y se ponen a disposición del párroco.
— El seminario laical diocesano, que forma personas vinculadas a la diócesis, presididas por
el obispo; sería una institución
diocesana a la que el SPD aporta
la pedagogía, con una estructura
y una fisonomía propia, dada por
el obispo de cada lugar. Los alumnos participan mayoritariamente
de la vida en común en el centro
designado por la diócesis.
— La escuela institucional,
que forma a los miembros de la
asociación, los cuales se ponen a
disposición de la Iglesia mediante las diversas misiones que el
SPD tiene asignadas por los obispos diocesanos.
Cada una de estas escuelas remarca un aspecto concreto de la
comunión diocesana.
La primera expresión de un
Seminario Laical Diocesano se
desarrolló durante el año  en
Valledupar (Colombia). Y veinte
años después (el ), la archidiócesis de Tarragona acogió
también esta iniciativa.
También durante el año 
el SPD adquirió el Convento de
Santa Clara de Vic, como futura
sede del Aula de Teología Cantar
de los Cantares, un centro de
pensamiento para trabajar e investigar en la mentalidad nueva
del evangelio.
Vista de la entrada a la futura sede del Aula de Teología
Cantar de los Cantares, antes del inicio de las obras
De esta manera aquella semilla que Francesc plantó e hizo
crecer en un grupo de jóvenes iba
dando fruto, gracias a la acción
del Espíritu en la Iglesia. El pe-
queño «seminario del Pueblo de
Dios» continúa ofreciéndose al
obispo para que así pueda irse
manifestando la fisonomía nupcial de la Iglesia. l
Otra vista del ATCC
II y III trimestre de 2012
37
cambio de mentalidad
La voz de los carismas
Un amigo...
con un carisma peculiar
Enrique Cambón, pbro.
El autor, sacerdote diocesano argentino, doctor en filosofía, teología y ciencias de la educación,
profesor emérito en instituciones universitarias de América Latina y Europa, autor de numerosas
publicaciones en diversos idiomas. Actualmente forma parte del centro internacional de sacerdotes
diocesanos focolarinos inspirados en la espiritualidad de la unidad, y es miembro del centro de
estudios del Movimiento de los Focolares, colaborando especialmente en el ámbito
de las ciencias sociales. Es director de la revista de vida eclesial Gen’s y docente en
el Instituto Universitario Sophia (Incisa in Valdarno - Florencia, Italia).
Un amigo entrañable
límites... Pero como se trata de
un amigo especial, que tanto
Ante todo Francesc era un «dio que hablar», en quien se ha
amigo, un entrañable amigo de inspirado tanta gente durante su
toda una vida. Y a los amigos se vida y después de ella, y me han
les quiere, más allá del lugar que pedido que narre algo de mi exocupan, de su trascendencia so- periencia con él, lo hago con mucial e histórica, de las obras más cho gusto y con toda sencillez,
o menos grandes que realizan, de recordando algunos aspectos de
sus cualidades y sus inevitables su figura y de su pensamiento
38
II y III trimestre de 2012
cambio de mentalidad
que me parecen importantes y
que hemos compartido vivencialmente.
Francesc era una persona con
una gran dosis de originalidad,
e incluso diría de genialidad: por
su inteligencia, por su modo de
vivir la radicalidad del cristianismo y de reflexionar sobre él, por
su manera de transmitir su visión
de la vida, de ir más allá de ciertas formalidades y usanzas tradicionales sin romper la comunión con la Iglesia, uniendo de
manera a veces sorprendente, novedad profética y sentido de responsabilidad.
Era un artista en la manera
de percibir la belleza del evangelio en la historia humana. Preciso
y determinado al impulsar su encarnación en realizaciones concretas. Creativo en el buscar el
designio de Dios sobre las situaciones y las personas, y sabio para
expresarlo. Éstas y otras características que mencionaré brevemente a continuación, no son un
panegírico hagiográfico. Son características que encuentran su
«demostración» en centenares y
centenares de conversaciones
grabadas y filmadas, fotos y escritos suyos, que se han conservado. Pero que se manifiestan,
sobre todo, en la obra que fundó
y que nos ha dejado: el Seminario
del Pueblo de Dios (SPD).
dad y capacidad, y por consiguiente la cosa decayera.
«¡Esperemos que no!», fue su respuesta sencilla y esperanzada.
La realidad le está dando razón. Quienes le han seguido no
pueden «copiar» su personalidad
y sus particularidades. No es posible hacerlo con ningún carismático ni fundador. Cada ser
humano es, en cierto sentido, irrepetible, y uno mismo no puede
darse ciertas cualidades sólo porque lo desea. Pero este nuevo organismo que nació en la Iglesia
a través suyo, puede continuar
poco a poco desmenuzando, comentando, explicitando. No sólo
por la riqueza de lo que ha transmitido, sino también porque su
pensamiento puede resultar un
tanto hermético para quien no lo
ha conocido personalmente y no
ha compartido su experiencia.
De hecho frecuentemente, al
leer la revista Cambio de Mentalidad, lo primero que hago es ver
las fotografías. No por la mera
satisfacción de reconocer a quienes ya conozco o comenzar a ver
los rostros de aquéllos que todavía no he conocido. Sino porque
Francesc era una persona con una gran dosis de originalidad,
e incluso diría de genialidad
Francesc y su
«familia espiritual»
Un día de hace muchos años,
en una de nuestras tantas caminatas en el contexto de los maravillosos paisajes suizos, viendo
su peculiar modo de razonar y
de moverse, le comenté –con una
cierta dosis de imprudencia juvenil– que esperaba que una vez
que él hubiera partido de esta
vida, no desapareciera la obra
que estaba comenzando. Mi temor era que quienes lo seguían
no tuvieran su misma originali-
sus inspiraciones, la luz que él
transmitía, su estilo de vida, la
profundidad y modernidad de su
presentación del cristianismo...
Una impresión que tengo,
siempre que leo sus escritos, es
que no son de facilísima comprensión. Quizás por eso quienes
hoy componen el SPD los van
esos rostros y la relación entre las
personas que se advierte en las
fotos, «explican» cuanto la revista contiene de escrito.
Más aún, me atrevo a decir
que quien no haya tenido un
contacto personal con el SPD difícilmente entenderá sus escritos.
Si no se conoce la experiencia
II y III trimestre de 2012
Ü
39
cambio de mentalidad
escritos también sirven porque
son un modo de comunicación;
sobre todo sirven «después»,
cuando ya se ha conocido y uno
ha quedado, de algún modo, «tocado» por la vida. Los escritos
son útiles para explicitar esa vida
en sus diversas facetas y contenidos, para reflexionarla mostrando su validez cultural, sus fundamentos, sus motivaciones, sus
perspectivas sociales.
Reciprocidad
con el Movimiento
de los Focolares
Francesc era un hombre que
no tuvo miedo de cambiar, en la
búsqueda de su lugar en la vida
y su destino. Dominicos, capuchinos, focolarinos... Todo luego
que está detrás, sólo leyéndolos, institución porque atraen gente fue capitalizado y en la obra eclepueden parecer tal vez, en el me- y con frecuencia aportan una bri- sial que dejó se descubren aspecjor de los casos, profundos o ac- sa de aire fresco y renovador, pe- tos positivos de cada una de estas
tuales, llenos de frescura eclesial ro en el fondo inofensivas, que experiencias suyas.
Respecto al Movimiento de
y de una concepción del mundo no merecen un gran interés de
los Focolares u Obra de María,
atrayente, contagiadores con su parte de los intelectuales, etc.
De hecho Francesc, más que Francesc siempre expresó claraespiritualidad, que responde a la
sensibilidad actual, simpáticos, ideas (¡que las dejó, y muchas!), mente que allí se encontraba la
encantadores... Pero difícilmente transmitió un estilo de vivir, de raíz, el origen esencial de cuanto
se captará su lógica y su profun- acogerse recíprocamente entre él ofrecía. Pero, a sus seguidores,
didad sapiencial y existencial. personas y grupos, de escuchar, no se limitó a legarles los concepLos escritos, por sí solos, difícil- de ver la realidad, de gozar, de tos de Chiara Lubich, sino sobre
mente provocan una conversión. ser felices... Y todo esto, más que todo quiso transmitirles la realiLa reflexión y las experiencias de en los escritos, se capta en la vida, dad de la espiritualidad que ese
vida que se recogen en sus publi- en el contacto directo, viendo las carisma vehicula, especialmente
caciones pueden incluso parecer, miradas, las sonrisas, los abrazos, el modo de vivir la comunión.
a quien las lee «desde fuera», ino- la alegría sincera, el clima de la
He escuchado a focolarinos,
centes o espiritualistas, expresión comunidad en sus más variadas después de haber tomado conde una de tantas comunidades manifestaciones, el tipo de silen- tacto con alguna comunidad o
nuevas que van naciendo en el cio que se da en sus clases, char- ambiente del SPD –aún reconocristianismo con toques de vida las o conversaciones, en la unción ciendo que se trata de carismas
evangélica y llenas de buena vo- sin pesadez ni tedio de su oración distintos–, comentar: «Después
luntad, que le vienen bien a la y sus liturgias. Por supuesto, los de estar con ellos, me he sentido
«Mira Francesc: de ti, en el futuro, podrán decir muchas cosas,
estar de acuerdo contigo o no, pero lo que nunca podrán decir
es que no has sido honesto, sincero, transparente»
Ü
40
II y III trimestre de 2012
cambio de mentalidad
Un amigo... con un carisma peculiar
más focolarino». Se advierte en
una y otra obra una misma «cualidad» de vida. Por eso no es extraño que en la relación entre
ambas se dé no sólo sintonía, gozoso reconocimiento, sino incluso una sana emulación y un enriquecimiento recíproco.
También ha habido períodos
de incomprensión entre el Movimiento de los Focolares y la comunidad del SPD que, por supuesto –lo tengo muy presente
porque he recibido con frecuencia sus confidencias–, en ciertos
momentos provocaba sufrimiento y desconcierto en Francesc y
sus amigos. El Movimiento de
los Focolares, que tiene como un
aspecto fundamental de su espiritualidad y de su experiencia a
nivel mundial el diálogo «a 
grados» con toda clase de personas, ideologías, religiones, culturas... parecía que «alejaba» al
SPD, o al menos que no fomentaba el contacto y un diálogo
profundo y consumado.
Cuando me fui enterando, le
comenté a Francesc la impresión
que me daban esas dificultades:
«Creo que la Providencia se está
sirviendo de esta situación paradójica para que crezcáis según el
designio de Dios sobre vosotros.
Sucede algo así como la experiencia de los padres con los hijos: hay que aceptar recíprocamente, a medida que los hijos
crecen, una cierta distancia e incluso separación, para que puedan madurar, hacer su propia experiencia, encontrar su propia
identidad. Verás que cuando hayáis crecido, no “a la sombra” y
de algún modo “reproduciendo”
al Movimiento de los Focolares,
sino siendo más plenamente vosotros mismos, se producirá el
encuentro y el diálogo. Y será
una bendición recíproca, porque
podréis ofrecer vuestra propia
experiencia de un modo más
completo y comprensible».
En efecto, así ha comenzado
a suceder en estos últimos tiempos. Estuve presente cuando hace unos años se encontraron algunos responsables del SPD con
responsables del Movimiento de
los Focolares. Fue un encuentro
extraordinario. Francesc ya había partido para el Paraíso y
Chiara Lubich vivía un período
de enfermedad, por lo cual no
pudo estar presente. Pero quien
la sustituía en ese momento no
dejaba de exclamar: «Éste era el
momento justo para habernos
encontrado. Es algo maravilloso
el encuentro entre estos dos carismas. Aquí están presentes los
dos fundadores, aunque no estén
físicamente...»
Una honestidad y transparencia que pueden provocar
incomprensión
Esto me da ocasión de comentar otra característica típica de
Francesc. Una vez al año se citaba con los responsables del Movimiento de los Focolares en Cataluña para compartir la vida del
SPD, para ponerles al tanto de
las novedades, tratando incluso
Ü
Respecto al Movimiento
de los Focolares u Obra
de María, Francesc siempre
expresó claramente
que allí se encontraba la raíz,
el origen esencial
de cuanto él ofrecía
II y III trimestre de 2012
41
cambio de mentalidad
Ü
de escucharles por si tenían alguna indicación, sugerencia o
impresión que quisieran ofrecer
a su vez. Recuerdo un cierto desconcierto que solían vivir Francesc y quienes lo acompañaban,
después de algunos de estos encuentros. Porque aún recibiéndoles con amor fraterno, tratando
de comprenderlos, de captar con
interés cuanto les iban comunicando… los responsables del
Movimiento no se pronunciaban. Por mi parte, no conseguía
«consolar» a Francesc, comentándole que, de algún modo, les
comprendía. En ese silencio, que
a él le hacía sufrir, yo veía algo
positivo: ¿Quiénes eran ellos para sentirse en condiciones de indicar una línea, eventualmente
de corregir lo que no les parecía
del todo adecuado? Se trataba de
caminos distintos. ¿Quién les
había dado autoridad o «gracia
de estado» para pronunciarse respecto a la vida y el pensamiento
del SPD?
Y, más de una vez, agregué:
«Mira, Francesc, de ti en el futuro podrán decir muchas cosas,
estar de acuerdo contigo o no,
pero lo que nunca podrán decir
es que no has sido honesto, sincero, transparente». Porque con
una actitud «políticamente correcta», hasta diría mayormente
pedagógica, Francesc habría podido decir las cosas de modo más
gradual, o más comprensible para sus interlocutores. Pero no se
le podía pedir a un carismático
y «artista» como él la capacidad
de encontrar siempre las palabras
ponderadas, equilibrio y propiedad en el expresarse, mesura en
el donar sólo aquella parte que el
otro era capaz de captar... No hubiera sido él mismo si hubiera tenido la habilidad de ofrecer todo
eso al mismo tiempo. Su don era
«provocar» en el sentido más positivo de la palabra, estuviera delante de quien estuviera: un obispo, un abad benedictino, un
párroco, un grupo de familias,
personas lejanas de la Iglesia institucional, cristianos fervorosos...
o focolarinos.
Ofrecía la experiencia y la reflexión que en él y su gente se iba
manifestando, tal cual era, con
su novedad y aporte, pero también con los descubrimientos e
intuiciones en cierta medida inéditos, y por consiguiente con el
riesgo de no ser comprendido del
todo e inmediatamente. Por otro
lado es la suerte que les cabe, como bien muestra la historia, a
quienes de algún modo tienen
un carisma profético.
La relación hombre-mujer
Una «caridad enamorada», me parece
una óptima «fórmula breve» que encierra el conjunto
de sus intuiciones, experiencias y reflexiones
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II y III trimestre de 2012
cambio de mentalidad
Desde los primeros momentos en que un sacerdote y algunas
chicas y muchachos comenzaron
a seguirlo y a entregarse junto
con él a la vida del evangelio, formando una comunidad con novedades y acentuaciones propias,
comprendieron que su vocación
era ponerse al servicio de las
Iglesias locales y de sus respectivos obispos. Y así lo hicieron.
Pero un día me contaron que un
obispo les había dicho: «Vuestra
verdadera novedad es la relación
Un amigo... con un carisma peculiar
De izquierda a derecha: Gloria Torres, Enrique Cambón y Lourdes Campi
hombre-mujer». Quería decir: el
modo de concebir y vivir la relación hombre-mujer.
Creo que la relación entre las
dos «mitades» de la humanidad,
hombres y mujeres, es todavía
una de las llagas más grandes que
vive la humanidad. Al nivel de
los mayores problemas que atraviesan nuestro tiempo. La relación hombre-mujer no sólo es todavía, bajo ciertos aspectos,
absurda y anacrónica (como la
discriminación de la mujer, su sometimiento y marginación, la
violencia machista, etc.). Más terrible todavía –y tal vez sea la raíz
de todo– me parece la falta de
comprensión recíproca, el escaso
conocimiento que existe, hablando globalmente, entre hombres y
mujeres con sus peculiaridades
típicas, con su genio propio. Con
todos los pasos que la humanidad
ha dado al respecto, el crecimiento de paridad entre ambos sexos,
la superación de costumbres in-
civiles y bárbaras, incluso la libertad sexual que se abre camino en
gran parte del mundo, parecería
lógico que se diera un conocimiento más claro y abierto entre
hombre y mujer. Y sin embargo,
están lejos de comprenderse de
manera más integral y recíprocamente satisfactoria. No es aquí el
lugar para hacer una descripción
sociológica o un análisis más amplio de este fenómeno, pero está
a la vista de todos.
Frente a esta situación, que
tiene que ver con la vida de la
humanidad pero también del
cristianismo, Francesc era lúcidamente consciente de la fuerza
y la potencia de atracción que
constituye la sexualidad, a la cual
toda la vida y reflexión del SPD
ha ido dando un tipo de respuesta que siempre me pareció innovadora, respondiendo a los signos de Dios que se manifiestan
en los signos de los tiempos. Un
modo de concebir la sexualidad
que supera tantos modos deshumanizadores e insuficientes en
que es vivida, también dentro de
buena parte del cristianismo, entre los extremos de una escondida morbosidad y un espiritualismo deformante. A través de la
historia se han dado y siguen
dándose distorsiones, sexofobia,
horrores y errores terribles en
este campo. Pues bien, pienso
que toda la vida y el pensamiento de este fundador y de su comunidad han sido y siguen siendo una permanente indagación
en este campo, con una posición
en cierta medida de pioneros, de
frontera, abriendo caminos liberadores, sanadores, y moviéndose con sabiduría y equilibrio dentro de lo que hoy constituye la
ortodoxia oficial de la moral católica.
No soy yo, por supuesto,
quien debe describir más ampliamente este aspecto. Es el
SPD que debe continuar explicitándolo y formulándolo. Y lo
hacen no sólo con la vida y la luz
del carisma que han recibido,
sino también con estudios serios,
confrontándose, expresándose
culturalmente a través de tesis
universitarias, de encuentros, de
cursos, de su «centro de pensamiento», de la revista de investigación y cultura Sofia... Es un
fenómeno que merece atención.
Veo positivo que hayan ido trabajando «silenciosamente», un
tanto «escondidos» en su pequeñez numérica. Pero si tienen algo
que ofrecer –y estoy convencido
de que lo tienen–, saldrá a la luz
y constituirá una aportación
II y III trimestre de 2012
Ü
43
cambio de mentalidad
Ü
para la experiencia y el pensamiento del cristianismo y de la
humanidad.
Una «caridad enamorada»
De los libros de Francesc publicados en castellano encuentro
determinante El Paso. Un concepto fundamental que desarrolla en esta obra es el de «caridad
enamorada», que estoy persuadido que dará lugar a numerosos
estudios en el futuro. Me parece
una óptima «fórmula breve» que
encierra el conjunto de sus intuiciones, experiencias y reflexiones
sobre las relaciones interpersonales y específicamente sobre la relación hombre-mujer.
No he citado hasta ahora ningún texto explícito, pero deseo
recoger ahora uno de otro escrito suyo que, en este campo, constituye una síntesis con una pluralidad de significados: «José y
María son la primera célula de la
Iglesia de Jesús. Son la referencia
para vivir la virginidad esponsalmente y el matrimonio virginalmente. Son modelo de Iglesia
porque gozan de la presencia de
Jesús, plenitud de Dios. Él y Ella
no se necesitan, pues con Dios
tienen bastante. ¡Se encuentran!
Este encuentro comporta la fruición de la presencia trinitaria de
Dios-amor en Cristo» (Pensamientos , febrero de , con
el respectivo comentario).
Otras de nuestras charlas,
siempre agradables y enriquecedoras, las hemos tenido caminando por otro lugar especialmente
bello y querido por Francesc: los
44
II y III trimestre de 2012
cambio de mentalidad
Castelli Romani, en los alrededores de Roma. En una de esas
«conversaciones peripatéticas»
me explicaba aspectos particularmente humanizadores de su experiencia y de su pensamiento, y
trataba de traducirme una expresión que usaba en catalán. Le parecía que no conseguía encontrar,
como sucede frecuentemente con
las traducciones, un equivalente
apropiado en castellano. Me contó que acababa de decirle a un
obispo de Cataluña que, en el
fondo, toda la vida del SPD se
podía expresar diciendo que deseaban simplemente «vivir bien y
hacer vivir bien a los demás».
Viendo que no le satisfacía del todo esta formulación, le pregunté
si quería decir que su experiencia,
con el lenguaje evangélicamente
«desestabilizador» que solía usar,
podía traducirse como «pasárselo
bien». No le gustó, porque era
una expresión que podía parecer
superficial e incluso confundir,
como si se tratase de ser unos «vividores», un tanto hedonistas...
Recientemente recibí una de esas
páginas que publica regularmente el SPD con un breve texto de
Francesc glosado por algunos de
sus miembros más competentes
y maduros, y creo que han encontrado la locución justa. Lo
han llamado «pasarlo bien», pero
no en sentido superficial, sino como expresión del «anhelo humano de vivir a pleno pulmón» en
sintonía con el proyecto de Dios
sobre la humanidad (cf. Pensamientos , octubre de ). Ésta
era una característica de la vida y
la luz que irradiaba Francesc.
Una demostración práctica de
que el cristianismo es capaz de
hacer que la condición humana
merezca la pena ser vivida.
Y no por ello se convierte en
una existencia menos seria y responsable, porque él sabía muy
bien que «el paso» necesario para
vivir como resucitados es la cruz
transformada en posibilidad de
nuevo amor. Recuerdo una vez
que me decía que lamentaba
cuando encontraba cristianos
que no eran felices, que se les notaba en el rostro y en su persona
que vivían una «alegría de Jesús
abandonado». Con esta expresión quería significar que encontraba en estas personas una «alegría» forzada, voluntarista, con
poca frescura y gozo...
Al respecto, muchas veces tuve ocasión de hablar con él sobre
la importancia del abandono que
vivió Cristo en la cruz, como la
más alta lección y medida del
amor que nos enseñó Jesús con
sus palabras y su vida. Se trata
de una de las realidades que
Francesc recibió como herencia
de Chiara Lubich. Una vez le hice un comentario al respecto, pero él me corrigió. Recuerdo claramente cómo mi orgullo quiso
rebelarse, con una reacción del
tipo: «¿Pero, qué se cree? ¿Me
quiere enseñar a mí, que fui de
algún modo un guía en sus primeros pasos cuando encontró el
carisma de la unidad? ¿Quiere
saber más que yo? Al menos tendremos el mismo nivel de comprensión, que no se ponga a enseñarme...» Afortunadamente no
seguí este tipo de insensata resis-
Un amigo... con un carisma peculiar
tencia interior, y «vaciándome»
conseguí escucharle, poniendo
sincero interés por comprender
lo que me decía. Aquí lo importante no es repetir textualmente
cuál era su enseñanza, sino el hecho de que fue uno de esos momentos iluminadores, que me hizo descubrir un aspecto de la
realidad «pascual» de la existencia humana que, hasta entonces,
no había comprendido y que me
marcó para el resto de mi vida.
Fue para mí una experiencia
aleccionadora de cuánto es importante una auténtica humildad para que pueda darse una
verdadera (y clarificadora) comunión entre las personas.
Debo concluir. Francesc era
un hombre lleno de humanidad
y sembrador de una humanidad renovada por el evangelio
del ágape y de la comunión.
Esto se advierte, frecuentemente con fascinación, al encontrarse con la comunidad que ha
dejado. Si la Imitación de Cristo
hacía propio el dicho pesimista
de Séneca: «Todos los días fui
entre los hombres y volví menos hombre», dando como único remedio para que ello no suceda la oración (Primer libro,
XX, ), muchos de los que hemos tenido contactos profundos con el SPD podemos decir
lo contrario: cada vez que estuve entre ellos he salido sintiéndome mejor, viendo con otros
ojos la historia, por haber tocado un fragmento de humani-
dad que, con sus límites y normales confl ictos y dificultades,
se mueve en la dirección del designio de Dios.
Realmente el Espíritu dona
sus carismas según las necesidades de los tiempos. Si desde lo
que san Pablo llama el «hombre
viejo», cualquier pesimismo resulta comprensible respecto a los
seres humanos, desde el «hombre nuevo» que se deja guiar por
la sabiduría agápica del evangelio, es posible apostar a la probabilidad (no u-tópica sino etero-tópica) de que es posible
rea lizar, no sólo en las relaciones
interpersonales sino también a
nivel social y cultural, las mejores y más bellas potencialidades
del ser humano. l
Francesc era
un hombre lleno
de humanidad,
sembrador
de una
humanidad
renovada
por el evangelio del
ágape
y de la comunión
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cambio de mentalidad
El amor que ponemos
en cada cosa
Carmelitas Descalzas de Vic
Las Carmelitas Descalzas del Monasterio de Santa Teresa de Vic nos ofrecen su reflexión
en base a su larga amistad con Francesc Casanovas
H
ace diez años del paso
hacia la Casa del Padre
de Francesc Casanovas
Martí, fundador del Seminario
del Pueblo de Dios y buen amigo
de nuestra comunidad. Recordamos muy bien aquella fecha del
 de julio de . Hacía días
que seguíamos su enfermedad y
rezábamos por él. El Señor permitió que su funeral se celebrara
en nuestra iglesia, el día , festividad de la Virgen del Carmen,
y que nosotras pudiéramos participar.
En los inicios de la fundación
del SPD vino a nuestro Monasterio a encomendarnos aquel
nuevo proyecto. Y ahora, al final
de su vida, quería que también
estuviéramos presentes. En medio del dolor de los miembros del
SPD se respiraba una profunda
paz y mucha serenidad.
Francesc amaba y valoraba la
vida contemplativa. Era, en me-
dio del mundo, un contemplativo. Por eso era tan fácil hablar
con él de oración, de la Iglesia, de
la Trinidad...
Y, como ocurre con todas las
personas que viven en intimidad
con el Señor, era muy responsable
en la misión que le había encomendado. Volaba muy alto y, a la
vez, era muy concreto en las pequeñas cosas de cada día. Por
ejemplo, cuando se iba, siempre
dejaba ordenadas las sillas de la
sala. ¡Con qué elegancia hacía las
cosas más sencillas! Llegaba siempre muy puntual a la hora que
habíamos quedado. Era también
muy respetuoso con nuestra manera de vivir.
Esta misma estima y discreción las vemos también en los
miembros del SPD y, en especial,
en su fundadora junto a Francesc,
Lourdes. Siempre que lo hemos
necesitado, nos han ayudado y
han colaborado con nosotras.
Una chica, que era miembro del
SPD, ingresó en nuestro Monasterio, y en todo momento ellos se
han mostrado respetuosos con
nuestra manera de actuar, nunca
se han interferido en nada. Al
contrario, siempre le han animado a ser fiel a la vocación carmelitana, desapareciendo ellos para
que se realizara sólo la obra de
Dios.
Ahora, tras diez años de su fallecimiento, vemos también con
gozo cómo muchos de sus miembros están al servicio de las diferentes diócesis. Están contentos
allí donde los obispos les piden.
Hacen tareas que pueden parecer
sencillas, y hacen también otras,
importantes. Sin embargo, ellos
saben que en la Iglesia, tal como
se lo enseñó Francesc, lo importante es el amor que ponemos en
cada cosa, el deseo de servir y de
vivir en la unidad de los hijos de
Dios. l
Volaba muy alto y, a la vez, era muy concreto en las pequeñas cosas de cada día
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II y III trimestre de 2012
cambio de mentalidad
Antoni Palom,
hermano de La Salle
Un corazón
libre y liberador
El autor, buen amigo de Francesc, nos ofrece su testimonio personal
F
rancesc y yo fuimos compañeros de clase en nuestra infancia en La Salle
Condal de Barcelona. Pero no sabría decir gran cosa de aquel
tiempo, ahora ya muy lejano.
El Francesc que conozco lo
descubrí en agosto del año 
como un verdadero amigo, hermano, maestro y diría, incluso,
«profeta». La jugada, por su parte… ¡fue genial!
Una muerte en unas circunstancias muy desagradables de un
hermano de La Salle, muy amigo
mío y del SPD, me sumió en una
gran tristeza. En medio de aquella oscuridad necesitaba buscar
la luz. Luís Girbau, sacerdote y
miembro de la asociación del
SPD, me dijo que en Camprodón,
donde la comunidad tenía una
casa de convivencias, podría en-
contrar un rayo de esa luz que
buscaba.
Dicho y hecho. Justo al llegar
a la plaza de Santa María de este
pueblo del Ripollés, la primera
imagen fue la de una acogida espléndida. Me acompañaron a la
por bellísimos parajes y cercanías
de Camprodón. La conversación
fue muy interesante. Nos abrimos de corazón el uno al otro.
Hablamos de la Iglesia, de la vida
religiosa, etc. Nos decíamos:
«Existe la voluntad y la valentía
para afianzar entre todos a la Esposa de Cristo que tanto amaNuestra amistad me ha ido
mos». A partir de ese día, entre
comunicando como por
él y yo se estableció una amistad
«ósmosis» un amor mayor y
más auténtico a mi vocación que iba a perdurar a lo largo del
tiempo.
de hermano de La Salle
El once de septiembre, día nacional de Catalunya, que coincihospedería que tenían, en la calle día con el cumpleaños de FranFreixenet, que se encontraba en cesc, me invitó a participar de un
plena fiebre constructora. Allí sa- encuentro comunitario. En el
ludé a Francesc y, a continua- momento de la comida, con gran
ción, sin muchos preámbulos, sorpresa por mi parte, me nomcomo si nos conociéramos de to- bró miembro «honoris causa» del
da la vida, me invitó a dar un Seminario del Pueblo de Dios.
paseo en un Suzuki descapotado Fue una manera simpática de
II y III trimestre de 2012
Ü
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cambio de mentalidad
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mostrar, simbólicamente, que él
me abría de par en par las puertas de su familia eclesial. Yo, sin
dejar mi pertenencia a la familia
lasaliana, había entrado en la intimidad de su comunidad.
Desde entonces, esta amistad
nuestra me ha ido comunicando,
como por «ósmosis», un amor
mayor y más auténtico a mi vocación de hermano de La Salle.
Me ha ayudado a descubrir un
sentido más profundo de la vida
de comunidad, me ha hecho ver
la responsabilidad de la misión
que se nos encomienda; en fin,
me ayuda a saber ir por la vida
sembrando esperanza y un poco
de «sano» escándalo, al estilo del
Señor Jesús.
Tuve el privilegio de ser invitado a participar de un cursillo
... él me abría de par en par las puertas de su familia eclesial
de los miembros de la comunidad
en su casa de Camprodón. Para
mí fue una fiesta, un refrigerio.
Él me daba sus publicaciones, algunos escritos internos, me dedicaba sus libros. Siempre se mostraba muy generoso en todo.
Quería que conociera a todos
los miembros de la comunidad, que hablara con ellos:
Gloria, Manel, Rosa... Él
quería compartir conmigo
todo lo que tenía. Todo es
tuyo –me decía–, porque
todo lo recibo como un don
de Dios.
A menudo me invitaba a
reuniones comunitarias,
siempre que me fuera posible
y no interfiriera el ritmo de
mi comunidad. También
pasé una Semana Santa en
Camprodón. Recuerdo, especialmente, la estancia de
mi antigua comunidad de la
Barceloneta en la hospedería
Freixenet de Camprodón. Todo
fueron atenciones y mil detalles.
Francesc poseía un corazón
libre que contagiaba libertad. Tenía una honda conciencia de saberse hijo amado y mimado por
Dios y me parece que era esta
conciencia lo que le hacía experimentar una gran libertad: si somos hijos de Dios en Jesús, no
debemos tener miedo de nada ni
de nadie. Tenía un espíritu de
«niño evangélico» que estaba deseando descubrir la novedad de
Dios en cada circunstancia de la
vida.
¡Gracias, Francesc, por tu
franca amistad! A mí también
me has transmitido un nuevo estilo de vida: vivir el momento
presente con la valentía de un niño confiado y lleno de esperanza
ante el mañana. l
Tenía una honda conciencia de saberse hijo amado
y mimado de Dios y me parece que era esta conciencia
lo que le hacía experimentar una gran libertad
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II y III trimestre de 2012
cambio de mentalidad
La voz de la comunidad
El hombre de
los pequeños detalles
Ramon Sangles Moles,
director de la revista «Llengua Nacional», miembro del SPD
T
uve la suerte de conocer a Francesc cuando aún no había ningún piso abierto de la
comunidad. Cuando eran, sencillamente
unos cinco o seis miembros que se reunían para
compartir sus vivencias. Fue en la segunda reunión
que se hizo fuera de Barcelona, concretamente en
Castellterçol. Cuando entré en vida comunitaria
ya había pasado un año y medio de este encuentro
y ya estaba abierto el primer piso. Hablamos del
año , y yo tenía veinticuatro años. De los nue-
ve años que viví en vida comunitaria, cinco los
pasé junto a Francesc; los otros cuatro restantes
con Vicente Mª, en la parroquia de Santa Clara
del barrio de La Morera (Badalona).
Yo, por definición o por naturaleza, soy pájaro
de bosque. No en vano viví hasta los doce años en
el campo, sin conocer ninguna ciudad, sin ir al
colegio, guardando vacas, comiéndome pájaros y
productos arrancados directamente de la tierra,
trabajando en el barro, esparciendo estiércol, lavándome sólo una vez cada medio año en un charco de un pequeño torrente... A los trece años me
puse a trabajar en un taller de motos, y a los dieciocho años entraba en el Seminario Conciliar de
Vic, cansado de tanto trabajar y porque oí decir
que los únicos que no trabajaban en esta vida eran
los curas y los guardia civiles. En el Seminario recibí una buena formación, y fue justo antes de comenzar los estudios de Teología en Barcelona que,
a través de uno de los que ya eran seguidores de
Francesc (un amigo del Seminario de Vic, Luis
Girbau), entré en la comunidad.
Siempre he pensado que el paso por el Seminario
del Pueblo de Dios dio una orientación totalmente nueva en mi vida. Mi estancia de nueve años
empezó a hacerme concebir el mundo de otra manera, a pesar de que me costara asimilar la disciplina de la vida en común y necesitara recibir a
menudo avisos y consejos. A veces hacía bien las
cosas más por simple disciplina que por conven-
II y III trimestre de 2012
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cambio de mentalidad
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50
cimiento. Reconozco que los responsables de la
formación tuvieron mucha paciencia conmigo, y
les estoy inmensamente agradecido,
aunque, por mi forma de ser, me sentía
a menudo vigilado y me veía imposibilitado para seguir las exigencias de aquella vida.
Digo todo esto para que se vea que
no soy ningún buen ejemplo de vocación a la vida contemplativa, si bien puedo estar horas y horas en perfecto silencio y siguiendo al pie de la letra las más
rígidas disciplinas.
Entonces, ¿por qué, no obstante estas miserias, digo que me siento un
hombre afortunado de haber podido estar mucho tiempo junto a Francesc?
Desde el primer momento vi en él un
hombre que sabía lo que quería y que lo
daba todo para que pudiera realizarse. Mirando a
Francesc a la ligera, o queriendo escapar, como en
mi caso, de su insobornable trayectoria hacia aquel
«que todos sean uno» de Jesús (Jn ,), él podía
parecer una especie de dictador o vividor o un
hombre insensible a las particularidades de cada
uno. Pero luego, yendo más a fondo, o mejor dicho, dejando los prejuicios y con el deseo de tomar
el recto camino, se llegaba a un conocimiento de
este hombre que te daba ganas de besarle la mano
por el trato personalizado y exquisito que tenía
contigo. A mí ciertamente me hizo pasar por el
aro, pero también debo confesar que nunca he recibido de nadie unas miradas tan llenas de amor
y de compasión como las que él me prodigó.
Era exigente y metódico. ¡Claro que sí! En caso
contrario, todos aquellos primeros seguidores hubiéramos sucumbido a otras ofertas más fáciles de
seguir. Con Francesc siempre se podía hablar, y él
quería entrar en el corazón de las personas, con
ingenio y sirviéndose de los mil detalles de la caridad, que él llamaba «caridad enamorada». Pero
era enemigo de las habladurías y del chisme, de
los personalismos, de las conductas poco claras,
de la pereza, del orgullo y de la tibieza; él quería
personas apasionadas y enamoradas a su alrededor.
II y III trimestre de 2012
cambio de mentalidad
El paso por el Seminario del Pueblo de Dios dio
una orientación totalmente nueva a mi vida
A Francesc le gustaba la fiesta, el ocio, pasear, estar al día en el arte y en la cultura, pero sobre todo
estar al corriente de cómo la Iglesia iba progresando, las novedades que ofrecía y los problemas que
sufría. Pronto me di cuenta de que él todo lo enfocaba a servir a la Iglesia y sólo a ella, en cualquier
lugar y como fuera. Por eso su objetivo y el de sus
seguidores era entrar en contacto con los ambientes parroquiales que teníamos al alcance. Y a menudo venían sacerdotes a comer o cenar en alguna
de nuestras comunidades.
Francesc era el hombre de los pequeños detalles. Todo lo «conocía» a través de la experiencia y
de las huellas que los actos y los hechos dejaban
en torno suyo: olfateaba, preguntaba, indagaba...
No se conformaba con cualquier cosa y todo lo
quería tener controlado y bien atado. La verdad es
que a veces nos enfrentábamos porque yo le decía
que se complicaba demasiado la vida. No hace falta decir que estas palabras le sacaban de quicio y,
mirándome por encima de las gafas, me respondía: «Si quiero amar, ¿cómo quieres que no me interese por ello?».
A Francesc le gustaba ser amigo de todos y le
gustaba hablar con todos (con el portero, con la
vendedora y con el cartero). Sin embargo, descu-
El hombre de los pequeños detalles
brías que su mente siempre tenía un hilo conectado con el Trascendente. Era hombre de oración,
de meditación y de reflexión. A menudo, yo quedaba sorprendido de que, siendo él tan exigente,
no me reprendiera más, viendo que yo en determinadas cosas no daba la talla. Y es más sorprenFrancesc todo lo «conocía»
a través de la experiencia y de las huellas que
los actos y los hechos dejaban en torno suyo:
olfateaba, preguntaba, indagaba...
dente aún que, ante ciertas sugerencias mías, obedeciera como el niño más bien educado del
mundo. ¡Qué contraste! ¡Un buen mandón y un
perfecto obediente!
En resumidas cuentas, es admirable haber empezado una obra como la que, sin vacilar y con
mucha sabiduría, sacó adelante. No hace falta decir que siempre tuvo al lado unas personas de mucha talla, que le ayudaron y sirvieron en mil cosas
y que, haciendo piña, le fueron extrayendo un caudal de doctrina para una nueva mentalidad dentro
de la clerecía y para todo el pueblo creyente. De
entre estas personas que tuvo a su lado, destaca
Lourdes Campi, compenetrada totalmente con su
alma, tras un proceso de más de diez años. Quedó
claro que uno sabía ganarse al otro a pulso.
Y muy pronto, en vida de Francesc, con Lourdes
a su lado, se vieron unos frutos nunca imaginados
pero muy esperados. Con palabras mías, yo diría
que Lourdes supo suavizar a Francesc, le enamoró, e hizo que Francesc se endulzara y fuera extrayendo de su corazón bellas palabras de sabiduría. A su vez, Francesc depositó toda su vida, alma
y proyectos en ella, de modo que, al faltar él, se
ha visto claramente que es ella quien con más nitidez le representa en todo lo referente al carisma
del SPD.
Desde que Lourdes Campi, también nacida en
montaña y conociendo bien el oficio de pastora,
es presidenta del SPD (pronto serán diez años), en
esta comunidad ha habido una explosión de vida
que en tiempo de Francesc estaba sólo latente.
Diríamos que en vida de Francesc se sembró la
semilla, se abonó y se hizo germinar, y ahora, ya
con unos vástagos bien crecidos, muchos segadores pueden llevar ya las gavillas a la era y elaborar
un buen pan. l
Siempre se podía hablar, y él quería entrar en el corazón de las personas, con ingenio
y sirviéndose de los mil detalles de la caridad, que él llamaba «caridad enamorada»
II y III trimestre de 2012
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cambio de mentalidad
Exigencia y misericordia
Teresa Secall,
médico, miembro del SPD
Le conocí en  en uno de los centros que el
Seminario del Pueblo de Dios lleva en Barcelona.
Cuando nos saludamos y se enteró de mi profesión
de médico me dijo que él tenía un carácter neurótico y obsesivo: «Venga, ya tienes mi diagnóstico;
así te ahorras trabajo». Lo dijo con un tono jovial
y con picardía infantil, como un guiño a la ciencia
que yo representaba.
De entrada Francesc parecía, como se suele decir, una persona «políticamente incorrecta», y la
primera impresión podía provocar rechazo o sorpresa. Después he ido comprendiendo que él tenía
una verdadera alergia a presentarse ante la gente
con la aureola de fundador ejemplar. Quizá por
eso rehuía el dar una «buena imagen» de sí mismo,
quizás llevado, también, por una interpretación
literal de lo que dice el evangelio: «No digáis a nadie maestro o padre o guía...» (cf. Mt , ss).
Aparte de esto, él también tenía su idiosincrasia y
su temperamento.
Ahora me doy cuenta que, atrayéndome
hacia su persona,
me iba conquistando para Jesús
A
ntes de conocer a Francesc ya había leído
algún escrito suyo y escuchado alguna
conferencia. Me di cuenta enseguida que
se trataba de un personaje singular, no tanto porque había fundado una comunidad, sino por su
original personalidad y por ser un poco extravagante. Su paso por mi vida lo considero muy importante, ya que me ayudó a descubrir los horizontes de la verdad cristiana.
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II y III trimestre de 2012
cambio de mentalidad
Yo venía del mundo agnóstico y me había alejado de la Iglesia hacía ya mucho tiempo. Pero este
hecho no le condicionó nunca. Al contrario, siempre me acogió y me abrió de par en par las puertas
de su comunidad. No veía en él ninguna actitud
de querer «catequizarme», aunque, tal vez sin darme cuenta, me iba introduciendo en la fe de la
Iglesia, adaptándola a mi lenguaje y a mi bagaje
cultural.
En una ocasión me dijo: «Perdona los
signos pobres de la comunidad». Esto me
impresionó, porque en aquel momento
me parecía muy bella su comunidad.
Era como decirme: «Si encuentras
hermosa la comunidad no la idealices, porque, de hecho, ha sido construida sobre los fundamentos de la
Sabía sacar afuera los valores de
cada uno, poniendo al mismo
tiempo al descubierto aquellas
tendencias al engaño que atenazan
nuestra libertad
debilidad de sus miembros. Sólo Dios, que es amor,
puede hacerla bella».
Francesc pisaba en suelo firme, no vivía de fantasías. Yo veía en él un conocimiento profundo de
las personas. A menudo hacía a primera vista una
radiografía del otro, de su mundo interior; sabía
sacar afuera los valores de cada uno, poniendo al
mismo tiempo al descubierto aquellas tendencias
al engaño que atenazan nuestra libertad. El trato
con él era siempre exquisito y muy humano, con la
intención de hacer aflorar lo mejor de cada uno.
Él tenía conmigo una relación muy acogedora,
incluso, de cierto romanticismo. Era un hombre
educado y galante, que te hacía sentir mujer. Desde
mi posición de no creyente yo tenía muchos prejuicios sobre la gente de Iglesia. Por ejemplo, las
personas célibes me parecían un poco distantes o
neutras; entonces seguramente debía confundir el
celibato con un individualismo pertinaz. Él, sin
embargo, me parecía una persona cordial y acogedora. Era célibe y, sin embargo, sus gestos tenían
un «aire amoroso».
Se me presentaba con el estilo de un novio que
va a buscar la novia. Ahora me doy cuenta de
que, atrayéndome hacia su persona, me iba conquistando para Jesús. En el fondo yo ya lo sabía,
y me dejaba conquistar. Sabía que él me abría las
puertas al amor que no pasa nunca, un amor que
no puede provenir de los hombres sino única-
mente de aquel Dios que, poco a poco, me iba
seduciendo.
Después me fui integrando en la Escuela de
Formación de la comunidad, y mi vida dio un giro
muy grande. Iba descubriendo la presencia del
Señor dentro de mí, y la Iglesia era, cada vez más,
mi verdadera familia.
Recuerdo una anécdota de aquel tiempo.
Éramos un grupo que íbamos a celebrar la misa.
Al llegar a la iglesia vi que Francesc se sentaba solo,
en actitud de oración. Mi primer impulso fue ir a
sentarme a su lado, pero pensé que quizás le molestaría. Sin embargo, me acerqué con timidez. De
repente, volviéndose, levantó sus manos y me cogió las mías, como invitándome a sentarme a su
lado. Se trata, si queréis, de un gesto sencillo y pequeño. Pero yo, desde mi ser mujer, lo interpreté
como un signo de acogida y confianza. Estos gestos me hacían comprender que, cuando Jesús dice
«amaos los unos a los otros como yo os he amado»,
se trata de un amor total y eterno, que va más allá
de los gustos personales y de la propia psicología
y que abarca toda la persona. Yo notaba que, en el
amor de Jesús, nuestro encuentro se parecía un
poco a aquella relación tan especial de Jesús con
las mujeres de su tiempo.
También recuerdo otro hecho. De vez en cuando Francesc llevaba pajarita. Yo le veía muy guapo
con esta pieza y se lo había dicho algunas veces.
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cambio de mentalidad
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Con ocasión de una conferencia que tenía que hacer se puso traje y corbata. El día anterior, habíamos quedado que le acompañaría a la sala donde
tenía que hablar. De repente, cuando me vio, hizo
un gesto como quien se acuerda de algo importante, y me dijo: «¡Ay, pero si a ti te gusta que lleve pajarita!». Y sin esperar ni un segundo se volvió
para cambiarse. Este gesto me pareció propio de
un hombre galante y, al mismo tiempo, humilde,
que se desvive por hacer feliz al otro, contentándole con aquello que le agrada. Ciertamente, vivir
así hace de la fraternidad una delicia.
Sin embargo, Francesc siempre me dijo la verdad. Junto a un trato exquisito, no dejaba de decirme aquellas carencias que veía en mi vida, y algunas veces manifestándose con claridad y cierta
dureza.
En una ocasión me dijo: «A ti te pasa que a menudo te comportas como una niña mimada, que
busca sólo que la quieran, pero cuando se trata de
amar tú, te cansas pronto». Sus palabras me dejaban pensativa. Pero después me hacían ver que tenía que madurar como persona y como cristiana.
Notaba por su parte una exigencia muy fuerte con
vistas a poner mis fundamentos en la cruz de
Cristo, no tanto en mis sentimientos o sensaciones
del momento.
Estas experiencias, llevadas a la práctica, me
hacían descubrir que el evangelio es un excelente
tratado de psicología humana. Llevando a la práctica la manera de vivir que nos propone Jesús, maduramos como personas y queda sana la mente y
el alma.
De Francesc he aprendido a hablar claro y a
decir las cosas por su nombre. Lo que puede ayudar al hermano a crecer en la fe es darle la verdad
como un regalo, tal cual es, aunque a veces pueda
hacerle daño, en un primer momento. Esta es la
pedagogía que yo recibí de Francesc, de la cual estoy muy agradecida: la exigencia de un padre y la
misericordia de un esposo. Él era, a la postre, un
hombre de contrastes muy fuertes: por un lado era
muy exigente, en cuanto a la vida del evangelio
que él anhelaba engendrar en nosotros y, por otro,
era muy acogedor y humano, mostrando siempre
una gran misericordia y perdón. l
La pedagogía que yo recibí de Francesc, de la cual estoy muy agradecida,
fue la exigencia de un padre y la misericordia de un esposo
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II y III trimestre de 2012
cambio de mentalidad
Mis impresiones
de Francesc
Manel Serradell Adell, pbro.,
miembro del SPD
La primera imagen que recuerdo
de Francesc
Era el martes día  de julio del año . La
primera imagen que tengo de Francesc es la que
me quedó grabada cuando le saludé por primera
vez en el recibidor del piso de la comunidad, en el
Paseo de San Juan, en Barcelona: fue un sencillo
saludo de despedida, que apenas duró medio minuto. Vi a un hombre gordito que respiraba paz y
felicidad, un hombre respetuoso y libre, que iba
con un delantal de cocina y que ofrecía amistad,
sin distancia. Intuí que allí había un regalo para
mí. Es una imagen que desde entonces permane-
ce dentro de mí, aunque hayan transcurrido más
de cuarenta años.
Yo venía de una larga búsqueda, que en aquellos momentos llamaba «desesperanzada». Desde
los quince años hasta los veintiuno, que tenía entonces, había buscado en vano una respuesta al
sentido de la vida. Ni en el Seminario ni en la
Universidad había encontrado lo que buscaba. Un
amigo me habló de una comunidad nueva, que
hacía poco que había empezado, con gente un poco
extraña, entre la que estaba también Luis, un amigo común de tiempo atrás. El caso es que me picó
la curiosidad y quise ver de qué se trataba. Por eso
había ido a conocerles.
Al día siguiente,  de julio, volví a llamar a la
puerta de la nueva comunidad. Estábamos sentados en la sala-comedor Francesc, Luis y un servidor. En dos días era ya la tercera vez que visitaba
la comunidad; quería saber si allí había una respuesta o no a mis inquietudes. Recuerdo que les
decía: «Yo puedo creer, y deseo creer, en el amor
mutuo, entendido como donación sin reservas, al
cien por cien, tal como vosotros decís. No es fácil,
pero vale la pena, porque, si es posible vivir así, es
la única respuesta válida a muchos porqués de la
humanidad. Pero hay una cosa que no entiendo:
dos personas que no creen en Dios, ¿pueden vivir
este mismo amor? ¿Qué tiene que ver Dios y la
Iglesia con todo esto?».
Ante mi pregunta Francesc no se quedó corto.
Primero pidió el Nuevo Testamento y fue derecho
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cambio de mentalidad
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a buscar el texto de la primera carta de san Juan,
donde dice: «Dios es amor». Después de leer estas
palabras añadió: «Este es el Dios en el que nosotros creemos». Por unos instantes me quedé pensativo, y finalmente respondí que, si era así, no
había ningún problema, ya que cada vez que ellos
dijeran «Dios» yo haría la traducción y diría
«amor». Lo que me sorprendió fue que Francesc a
continuación me planteó de improviso: «¿Qué dificultad tienes para venir a vivir aquí con nosotros?». Después de pensarlo un poco vi que no había ninguna, y que era ya lo único que me faltaba
por averiguar: si todo eran sólo palabras o si la realidad concordaba con lo que me decían. Dicho y
hecho. Quedamos que, al cabo de dos días Francesc
pasaría a buscarme en coche y cargaríamos los paquetes para trasladarme a vivir con ellos
Un hombre que tenía prisa
por llevar adelante la obra de Dios
Ahora, con este hecho y con la perspectiva que
ofrece la distancia en el tiempo, veo cómo desde
el primer momento Francesc tenía prisa por llevar
adelante la obra de Dios. Era muy listo y perspicaz
ante las oportunidades que se le presentaban.
Una de las cosas que recuerdo de aquellos inicios es la constante creatividad con que se movía.
Cada día era nuevo; mejor dicho, cada momento.
Francesc siempre perseguía algo. Los estudios, el
trabajo, la casa, la cocina, el apostolado, la oración,
la comunicación, la relación con la familia, con
algunos sacerdotes y con otras personas de Iglesia,
etc. El ritmo de vida era intenso. La comunidad
iba iniciando su camino y todo estaba por hacer.
No faltaban tampoco los momentos de esparcimiento. En cada comida surgía alguna pregunta
que llevaba a profundizar en algún punto; preguntar el porqué de cada cosa era una manera de aprender de los pequeños acontecimientos de cada día
y ayudarnos a progresar.
La comunidad iba creciendo en número, ya que,
en los inicios, cada año abríamos un nuevo piso
de vida comunitaria. Pero el número de personas
no era lo que más preocupaba a Francesc. Él que-
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II y III trimestre de 2012
cambio de mentalidad
Él quería que fuéramos personas maduras,
humanamente y en la vida evangélica
ría que fuéramos personas maduras, humanamente y en la vida evangélica, y era muy intransigente
con algunas de nuestras actitudes infantiles, con
las que tenía que batallar a menudo.
Una comunidad original,
con chicos y chicas
La comunidad iba madurando paso a paso. Un
factor importante en la vida de la comunidad, ya
desde los inicios, fue la presencia de chicos y chicas. Francesc siempre dio a ello mucha importancia, como signo de normalidad en la relación.
Francesc decía que, así como tradicionalmente se
afirmaba que «entre santa y santo, pared de cal y
canto», en nosotros debía ser diferente: «Entre santa y santo, el Espíritu Santo». En lugar de reprimir
la relación entre las personas de ambos sexos, él
Mis impresiones de Francesc
buscaba armonizarla con la presencia de Dios, a
fin de madurar y vivir con un verdadero amor, liberados de cualquier apoyo o dependencia. Y eso
también significaba purificación, ya que los sentimentalismos pegajosos, de los que él era un acérrimo enemigo, llevan hacia un «amor posesivo»
que esclaviza, y se convierten en un egoísmo peor
que ningún otro, pero camuflado con el nombre
falso del amor.
a ser consciente de ello hasta el año , diez años
después (cuando Francesc ya nos había dejado hacía tres años), quizá porque vivía lejos -estuve casi
veinte años en Valledupar (Colombia) ayudando
a fundar nuestra presencia allí- o por otros motivos, que ni yo mismo sé.
La reflexión que hago es que ya no podemos
hablar más de «un» fundador, sino de un «hogar»
fundacional (Francesc y Lourdes), donde la comunidad ha reconocido una gracia que nos encamina
a vivir y profundizar los Desposorios de Cristo y
El regalo que Dios tenía preparado
de la Iglesia en todos los estados de vida. Un hoEste proceso de crecimiento hacia la madurez, gar, signo y portador del amor trinitario en el que
que va configurando la vida de la comunidad, es Dios nos ha pensado desde siempre, al crearnos,
la preparación necesaria que abona el terreno para hombres y mujeres, a su imagen y semejanza.
que llegue el día en que la comunidad pueda acoger el regalo que Dios tenía preparado, tanto para Una presencia pascual
Francesc como para toda la comunidad. Este re- y un don para la Iglesia
galo vino en el momento menos esperado, pero
también el más oportuno, en la persona de Lourdes
Es probable que el legado de Francesc tarde aún
Campi. La Asamblea General de la comunidad del en ser conocido en la Iglesia, y más aún en ser asimes de agosto del año  es el punto de referen- milado. De momento nos toca custodiarlo y hacia. La novedad que aporta este momento es muy cerlo vida para que no se pierda.
grande. De hecho, yo puedo decir que no empiezo
De hecho, Francesc, aunque se nos fue el año
, actualmente está más
presente que nunca en la comunidad. Así lo experimento en mí mismo y en la relación con los hermanos y
hermanas que hemos convivido con él, e incluso con
algunos que ni siquiera le
han conocido personalmente. Es una presencia muy
real, que se expresa en el estilo de la comunidad. Es
una huella, para entendernos, como la del amor, que
se expresa de mil formas diversas con plena libertad,
pero de la que se capta en
seguida la autenticidad. Es,
en definitiva, como un moMi primera imagen es la de un hombre respetuoso y tor que no se puede detener hasta que no haya llelibre que ofrecía amistad, sin distancia
vado a su término el objetivo anunciado. l
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cambio de mentalidad
Francesc y la mujer
Gloria Torres Riera,
miembro del SPD
La autora, entrevistada por Francesc Boqueras, es la primera mujer que formó parte del
grupo inicial que más tarde se denominaría Seminario del Pueblo de Dios. Ella conocía a
Francesc desde el año 1964. Su testimonio, por tanto, nos ayuda a comprender mejor el
proceso de la comunidad desde sus inicios
¿Cuál ha sido, a tu entender, el papel de la mujer en los inicios de la comunidad?
Desde el primer momento la presencia de la
mujer ha influido mucho en el desarrollo de la comunidad. Durante el primer año el grupo estaba
formado por hombres y por una sola mujer. Pero
ya desde entonces intuimos la importancia del papel femenino.
El Concilio Vaticano II, con su puesta al día
–aggiornamento–, incorporó la visión bíblica de
la Iglesia como Pueblo de Dios. Así propiciaba
nuevas formas de vivir la fe, y fueron surgiendo
comunidades de base y movimientos de signo laical formados por creyentes de todo tipo: hombres
y mujeres, casados y célibes, etc. Nosotros nos encontrábamos en medio de aquel nuevo resurgir.
¿Aportó alguna novedad el hecho que yo fuera
la única mujer en medio de aquel grupo de jóvenes? Supongo que sí. Y diré algún motivo concreto. Por ejemplo, yo iba descubriendo que Dios me
había regalado cada uno de aquellos nuevos hermanos para que los quisiera con amor fraterno,
58
II y III trimestre de 2012
cambio de mentalidad
pero que a la vez yo no pertenecía a ninguno de
ellos, porque sabía que era propiedad del único esposo: Jesús. Este matiz de universalidad me gustaba mucho, porque me hacía disfrutar de un trato concreto con cada uno, con una relación sana,
respetuosa y desasida. Me atraía muchísimo la relación transparente y acogedora que me ofrecían
aquellos jóvenes que se habían reunido en torno a
Francesc. Sólo conocía a Francesc, desde hacía cinco años. Aún así, con todos parecía que fuéramos
hermanos, y me explicaban cómo vivían la fe, que
empezaban a poner en práctica de una manera
nueva entre ellos, a través de pequeños detalles.
Yo, que provenía de un ambiente marcadamente
religioso, abrí mi corazón a una vivencia de la fe
que para mí era desconocida. Me encontraba muy
bien, y cada vez pasaba más ratos con ellos. Casi
sin darme cuenta me caían de las manos otras cosas que había considerado intocables, tiempo atrás,
por ejemplo el teatro.
Recuerdo que Francesc se «desvivía» por nosotros; él procuraba crear un ambiente de familia
donde destacaba, no tanto el hecho de ser hombres
o mujeres, casados o solteros, sino el ser hijos de
Dios reunidos en su amor. Entender esto es importante para no distorsionar aquellos orígenes.
Quiero decir que, aunque éramos conscientes de
la importancia de la relación hombre-mujer, nuestras conversaciones buscaban sobre todo profundizar la experiencia personal y comunitaria de
Dios-amor, como centro de nuestra vida, y nos
explicábamos «experiencias»: episodios cotidianos
de querer vivir el Mandamiento Nuevo de Jesús,
el amor mutuo.
Algunos domingos por la tarde, cuando todavía no habíamos iniciado la vida comunitaria, nos
reuníamos en casa de mis padres. Allí conversábamos, mientras yo iba cosiendo calcetines o botones de las camisas de los chicos. Antes, esto no
lo hubiese hecho nunca. No me hubiese encontrado nadie en casa un domingo por la tarde, y menos todavía... ¡cosiendo! Al atardecer, después de
despedirnos, experimentaba dentro de mí, como
un fuego de plenitud que me recordaba la escena
de los discípulos de Emaús. Debía ser la presencia
del Señor, que también quemaba nuestros corazones, como los de aquellos discípulos.
Te ibas integrando en aquel grupo de jóvenes cristianos que no tenían ni nombre ni una organización
precisa. Pero, en aquel tiempo, ¿no
te ibas a casar?
Sí. En efecto, después de conocer
a Francesc el año  –fue como un
noviazgo de tres meses y después él
decidió entrar en los capuchinos–, estuve comprometida durante dos años
con un chico, compañero de trabajo
de mi padre. Pero cuando faltaban
unos meses para la boda dejamos esa
relación, de mutuo acuerdo, ya que
no iba muy bien. A partir de entonces yo me encontraba decaída y tenía
el ajuar a punto para poder montar un
hogar de una manera sencilla.
Haber conocido y querido a Francesc y, más
tarde, conocer aquel grupo de jóvenes que habían
comenzado a vivir una atractiva experiencia con
Vicenç M. Farré en la parroquia de San Antonio
de Llefià, en Badalona, me abrió de nuevo los ojos
a la vida y a la esperanza. Así, a medida que me
iba comprometiendo con ellos, decidí ayudarles
a montar el primer piso de vida en común, en
Barcelona, con mi ajuar: de una sábana de matrimonio hice dos individuales; del vestido de novia,
unas cortinas preciosas, y con la hucha para el
viaje de bodas pagamos la factura de algunos muebles.
Hacia mayo de , se iniciaba la vida en común masculina. Pero las mujeres, tardasteis todavía más para vivir juntas en un piso...
Sí, el hecho es que aquel primer año iba aumentando el número de chicos que entraban a vivir en
comunidad, pero yo continuaba sola. Iba a trabajar y dormía cada día en casa de mis padres. Por
la tarde pasaba muchos ratos con los chicos, y también los fines de semana. Me iba consolidando en
la experiencia iniciada.
Ü
Me atraía muchísimo la relación transparente
y acogedora que me ofrecían aquellos jóvenes que
se habían reunido en torno a Francesc
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cambio de mentalidad
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60
Dentro del segundo año
llegó Rosa Campi y pudimos
abrir así el primer piso de chicas, que estaba a unos cinco
minutos del piso de los chicos.
Los fines de semana recibíamos visitas de otras chicas, y
así aquel grupo inicial empezó
a presentar una fisonomía más
completa que permitía un trabajo más esmerado de formación humana y cristiana,
orientado por Francesc.
La única chica del principio dio lugar a la comunidad Él nos ayudó mucho a tener el corazón virgen únicamente para Jesús
de mujeres. De alguna manera, aquello que yo había recibido desde el comien- como si fuéramos una sola mujer. Teníamos que
zo, lo tenía que transmitir a las chicas nuevas que ser honradas con el compromiso de generosidad y
iban llegando. En la nueva situación íbamos des- novedad que nos había congregado. Francesc nos
cubriendo la universalidad del trato entre todos. ayudaba mucho a poner unas buenas bases.
No era cuestión de ir detrás de aquel chico que te
caía más simpático. Lo importante era centrar la
¿Cuál era, entonces, su pedagogía con vosopropia vida en Jesús y, a partir de aquí, presentar- tras, las mujeres?
Él estaba convencido del papel esencial de la
nos a cada chico siendo una «virgen pura», como
nos dice san Pablo (cf. Ef ,ss). Así cada chica mujer en la comunidad eclesial. En algunas cuesprocuraba relacionarse con cada uno de los chicos, tiones actuales, como el acceso de la mujer al misiendo presencia de aquel «cuerpo» formado por nisterio ordenado, no se entretenía; sobre todo por
todas las chicas; no buscando un particularismo, su fidelidad al Magisterio. Y también porque lo
sino en nombre de la comunidad de chicas y sien- importante para él, más que saber lo que «tiene
que hacer» o lo que «puede hacer» la mujer, era
do expresión de la unidad de todas ellas.
De hecho, también tengo que decir que, en saber quién es ella en la Iglesia: qué significa la feaquellos inicios, la relación entre nosotras, las chi- minidad, en orden a la relación hombre-mujer, secas, no era todo «de color de rosa». Se tenía que gún el designio divino.
pulir mucho y fundamentar bien, porque a menuQuizás por ello, porque consideraba determido salían a la luz rivalidades, celos, incomprensio- nante nuestro papel para el progreso de la comunes, etc. Era esencial el compromiso de amar a nidad, era muy exigente con nosotras. Él nos ayuDios por encima de todo, aunque esto comporta- dó mucho a tener el «corazón virgen» únicamente
ra lágrimas y purificación. Sabíamos que no po- para Jesús. Pienso que aquella exigencia fue esendíamos ir a buscar nada en los chicos –y menos cial y muy oportuna. De lo contrario el grupo naaún consuelo–, si entre nosotras no había una ex- ciente no se hubiera fundamentado bien en la cruz
periencia de unidad, fruto del amor. No les podía- de Cristo, y nuestra relación hubiese sido causa de
mos ofrecer una verdad a medias: los habríamos fracasos y distracciones.
distraído del Señor, podíamos haberles hecho un
Francesc nos hablaba de la «mujer fuerte» –es
mal. Ellos tenían que recibir de nosotras la cohe- una expresión muy bíblica–, mirándonos y obsersión de nuestro grupo, nuestra comunión de vida, vándonos. La mujer engendra el bien y comunica
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cambio de mentalidad
Francesc y la mujer
bienestar a la familia, pero también puede engendrar el mal a su alrededor. Evidentemente, estas
cosas también las hace el ser humano masculino.
Pero una mujer que se entrega del todo a Dios y a
los hermanos manifiesta una potencia y una influencia muy grandes, y una gran capacidad de
hacer progresar al hombre que se le encomienda,
y el hogar que juntos comparten.
Recuerdo que Francesc buscaba siempre expresiones populares para resumir su reflexión. Y nos
aplicaba esta máxima: «Una familia es lo que son
sus mujeres».
Francesc intuía que el varón necesita en la
Iglesia la interpelación de la mujer para poder sacar afuera los tesoros o dones que Dios le confía.
Y le gustaba esta frase bíblica: «No
es bueno que el hombre esté solo.
Le haré una ayuda que le apoye»
(Gn ,).
¿Podrías poner un ejemplo de
su pedagogía con las chicas?
Recuerdo que cuando ya éramos cinco chicas viviendo juntas,
pasamos por un momento de crisis.
No discutíamos pero nos ignorábamos y cada una iba por su cuenta, sin tener en cuenta a las otras.
A mí esta situación me hacía sufrir
–la comunidad me había confiado
la responsabilidad del grupo–, pero
no sabía cómo romper aquel hielo,
aquella frialdad entre nosotras.
Un día Francesc nos avisó por teléfono que venía a visitarnos. Se presentó con Manel y, después
de preguntarnos cómo estábamos y de escucharnos, nos dijo que él, como responsable de la comunidad ante la Iglesia, consideraba que nosotras
vivíamos al margen de los objetivos de vida evangélica que nos habíamos propuesto. Y nos invitó
a reflexionar sobre la llamada que Jesús nos había
hecho, proponiéndonos una verdadera conversión.
Nos dijo que si no éramos capaces de hacer esta
reflexión era mejor cerrar el piso y que cada una
volviera a su casa.
Nosotras quedamos sorprendidas. Pero durante los días siguientes cada una fue reflexionando
y reaccionando muy positivamente, por lo que, en
nuestro interior, tomamos nuevamente la decisión
de seguir a Jesucristo con firmeza, con el deseo de
darnos generosamente y gratuitamente a los hermanos que Dios había convocado en su presencia.
Su gesto con nosotras tuvo un tono de cierta dureza. Yo veía en Francesc al hombre que buscaba
la Verdad y que no se dejaba llevar por sentimientos fáciles o por pactismos. Tengo que decir que
un hombre así atrae mucho a la mujer.
Francesc, que nos iba siguiendo muy de cerca,
a los quince días nos invitó a celebrar festivamente con los chicos aquella novedad de vida que ha-
Lo importante para él, más que saber lo que
tiene que hacer o lo que puede hacer la mujer, era
saber quién es ella en la Iglesia
bía nacido entre nosotras, deseándonos mucha felicidad dentro del plan que Dios tenía reservado
para cada una. Aquella experiencia nos marcó profundamente y significó un paso decisivo en la consolidación de la comunidad femenina.
Chicos y chicas, ¿os enamorabais?
Sí, claro, son cosas normales en un grupo hu-
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cambio de mentalidad
Francesc intuía que el varón
necesita en la Iglesia la interpelación
de la mujer para poder sacar afuera
los tesoros o dones que Dios le confía
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mano formado por hombres y mujeres.
Pero había entre nosotros una actitud muy
importante, que ayudaba a poner las cosas
en su lugar. Se trataba de «poner en común» la propia vida entre los miembros
de la misma comunidad, ya sea de hombres o de mujeres. No sólo era un poner
en común los bienes materiales, sino también la experiencia y la reflexión de cada uno. Nadie
te obligaba, pero terminaba siendo una necesidad
vital, porque experimentábamos una liberación interior muy grande.
Tú podías enamorarte de alguien, pero el hecho de compartirlo con el propio hogar y su responsable, exponiendo las cosas con sencillez, te
liberaba de muchos fantasmas y te ayudaba a madurar como persona.
Otra cosa ha sido el noviazgo, encaminado al
matrimonio, tal como ha ocurrido alguna vez, y
que siempre hemos respetado y acompañado como
signo precioso del amor del Señor a su Iglesia.
El problema era reservarse egoístamente para
uno mismo las cosas, que puede acabar en soberbia
o incomunicación. Cada uno tiene su personalidad
y talante, pero eso no tiene nada que ver con encerrarse y quedar aislado de los hermanos y hermanas
de la comunidad. Creo que estamos hechos para
comunicarnos. Era también una manera de vivir
la pobreza que nos pide Jesús: «Bienaventurados los
pobres en el espíritu...» (cf. Mt ,ss).
Pienso que Francesc, con respecto a estos temas, tenía un buen discernimiento, que nos ayudaba a separar el trigo de la paja. Nos decía que
no perdiéramos el tiempo con superficialidades:
es comprensible que te guste un hermano o una
hermana de comunidad pero, ¿por qué este hecho
te ha de impedir hacer la voluntad de Dios? ¿Por
qué un «enamoramiento» te debe distraer de hacer
la tarea encomendada con profesionalidad y responsabilidad? Si un hermano te distrae –nos de-
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cambio de mentalidad
cía–, cuando veas que pasa por la acera derecha,
tú vete y pasa por la izquierda. Esto se lo inspiraba un dicho de Jesús: «Si el ojo derecho te es ocasión de pecado, sácatelo tíralo...» (cf. Mt ,-);
más te vale ser coherente con la decisión que has
tomado, y alejarte de la distracción, aunque a uno
le parezca buena, que no alejarte de Jesús y descuidar la misión que la Iglesia te encomienda.
Francesc en estas cosas era muy claro: si una relación te distrae, es mejor renunciar ipso facto.
Para acabar, Gloria, ¿cómo resumirías el papel
de la mujer en la vida de Francesc?
Aclaro, en primer lugar, que la meta de la vida
de Francesc no fue la de buscar una mujer. Durante
su juventud tuvo algunas oportunidades de casarse, pero siempre se orientó hacia la vida religiosa.
A mí me gusta decir que le vi siempre con una
actitud muy «honrada con Dios». Y en este contexto aparece la investigación del papel de la mujer y de la relación hombre-mujer en la Iglesia.
En una primera etapa, con mi presencia inicial,
la convivencia entre chicos y chicas era una novedad, y aprendíamos a conocernos y a querernos,
desde la mentalidad del evangelio. Era el momento de profundizar en la vida de familia que siempre nos ha caracterizado, de montar nuevos pisos,
de iniciar estudios en la universidad y toda clase
de trabajos en el mundo laboral, etc.
Esta etapa se caracterizó por la alegría que vivíamos, a pesar de las muchas dificultades de los
inicios. Había mucha alegría y un constante com-
Francesc y la mujer
partir las experiencias. Teníamos una conciencia
muy grande de ser convocados por Jesús para estar con Él, según aquella frase evangélica: «Donde
hay dos o tres reunidos en mi nombre, yo estoy
allí en medio de ellos» (Mt ,). Y era esta presencia festiva del Señor entre nosotros la que anhelábamos comunicar a las muchas visitas que recibíamos en casa, sobre todo los fines de semana.
En una segunda etapa se remarcó más la purificación y la profundización de la relación entre
nosotros. La comunidad había crecido en número
y vivíamos en ciudades y pueblos diversos, trabajando, estudiando, haciendo apostolado, formando a aquellos que llegaban a nuestra escuela de
formación, etc. La mujer de la comunidad tiene
una misión pedagógica en orden a educar a sus
miembros, como identidad humana y cristiana.
Del mismo modo que en una familia la madre
atiende al crecimiento humano de los hijos, de una
manera análoga la mujer ejerce en el seno de la comunidad cristiana un magisterio en relación a los
seguidores de Jesús.
La comunidad de chicas que se iba formando
incidía en la convivencia fraterna e iban saliendo
a la luz algunas preguntas que quizás no habíamos
formulado nunca, pero que estaban en nuestro interior: ¿Cuál es el sentido profundo de la diferen-
cia entre hombres y mujeres? ¿Cuál es el papel de
la mujer en la Iglesia? ¿Por qué el atractivo entre
un hombre y una mujer a menudo acaba siendo
causa de conflictos o dificultades? ¿Cuál es el núcleo de la intención de Dios al crear al hombre y
la mujer? La respuesta a estas preguntas nos llevaba siempre al mismo punto: hay que volver a la
inocencia bautismal. Solamente si nos hacemos
«niños» según el evangelio podemos entrar en la
relación hombre-mujer del Reino.
Así comprendíamos qué quiere decir amarse
con un corazón limpio, sin buscar apoyos ni dependencias. Creo que, en esta etapa, nos identificábamos mucho con aquello que escribe el apóstol
Pedro: «Vosotros os habéis purificado obedeciendo
la verdad y ahora podéis practicar un amor sincero. Amaos los unos a los otros intensamente y con
un corazón limpio, puesto que habéis sido engendrados de nuevo, no de una semilla corruptible,
sino de una que es incorruptible: la palabra de Dios
viva y eterna» (Pe ,-).
La tercera y última etapa es más de recoger frutos, puesto que después del balbuceo y sufrimiento de los inicios, cuando todos éramos jóvenes e
inexpertos, fuimos creciendo y poniendo más experiencia y raíces en nuestras vidas. Y los frutos
nos conducen, sobre todo, a la misión eclesial, allí
donde la comunión con nuestros pastores nos lleva. Después de la muerte
de Francesc, sabemos –porque él había
insistido en esto– que la relación hombre-mujer no tiene finalidad en sí misma, sino que sirve para alabar a Dios
y celebrar su amor. l
Sabemos –porque él
había insistido en esto–
que la relación hombremujer no tiene finalidad en
sí misma, sino que sirve
para alabar a Dios y
celebrar su amor
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cambio de mentalidad
La obra
de teatro
y el director
Gabriel Palma de Lúquez,
miembro del SPD
«G
abriel –me dije a mí mismo–, parece
que estés viendo una obra de teatro.
Estas personas se mueven expresando algo especial». Tenía sólo catorce años cuando
fui invitado a un encuentro que convocaba el Seminario del Pueblo de Dios en mi ciudad natal,
Valledupar (Colombia), en una de las parroquias
que el obispo les había encomendado.
Las personas que participaban en el encuentro
se saludaban con mucha alegría, tenían cara de
contentas y se escuchaban con atención. No me
pareció ver nada fingido, más bien se expresaban
con naturalidad, sinceridad y armonía. Era como
si me encontrara en medio de una obra de teatro
y como si todos aquellos jóvenes fueran los actores. «Si hay actores –pensé–, también debe haber
un director, ¿verdad?».
Aquella experiencia marcó profundamente mi
vivencia de fe, a pesar de mi juventud. El ambiente que vi entre aquellos jóvenes hizo nacer en mí
el deseo de conocer más a fondo la causa de aquella alegría tan peculiar: «Es la alegría que siempre
he deseado. Pero, ¿cómo se consigue? Gabriel –me
decía–, tienes tan sólo catorce años, ¿qué quieres
de la vida, tan joven? Todo llega un día u otro».
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cambio de mentalidad
La formación cristiana que he recibido
me ha enseñado a interpretar mi «papel»
en el teatro de la vida
Movido por este atractivo pedí poder participar en la comunidad. Un día, en uno de los encuentros nos dijeron que nos proyectarían un vídeo donde el fundador del Seminario del Pueblo
de Dios, el Sr. Francesc Casanovas, nos iba a dirigir unas palabras. «¿El fundador? ¿Para nosotros?
¿Un tal Francesc?» Muchas preguntas, y yo sin saber muy bien qué era un «fundador ». Al terminar
de ver el vídeo, pensé: «Ya sé quién es el “director”
de la obra de teatro».
Con el paso del tiempo he ido tomando conciencia de que aquella definición que me había hecho de la personalidad de Francesc, como director
del «teatro», no era del todo exacta, ya que este papel lo hace Jesús en su Iglesia. Sin embargo esta
idea me ayudó, en aquel primer momento, a entender los matices de una persona que había escogido a Dios como el todo de su vida, y que tenía
conciencia de haber recibido un don de parte de
Dios que quería ofrendar a la Iglesia.
Aquel día el detalle más significativo para mí
fue constatar que las palabras que nos decía el
«fundador» las veía expresadas en los gestos de la
comunidad que nos acogía, en Valledupar.
Después de ver el vídeo notaba que sus palabras
no me dejaban indiferente: su humanidad, la claridad y el convencimiento con que hablaba de las
vivencias del ser humano, su pensamiento que
abarcaba realidades humanas, espirituales, eclesiales. ¿«Por qué esta persona tiene una palabra que
resuena tan fuerte dentro de mí? Esto es propio de
un artista: alguien que ha captado el mensaje de
Dios y es capaz de ofrecerlo a todo el mundo, como
lo hace un pintor, que pinta un cuadro expresando un tema con imágenes y figuras, y todo el mundo se deleita en ellas».
Más adelante, ya un poco más mayorcito, me
invitaron a vivir un tiempo de vida en común, para
irme formando en la vida cristiana. Poco a poco
iba naciendo dentro de mí el deseo de conocer más
a fondo el «fundador». De momento, sin embargo,
la distancia tenía dimensiones oceánicas. Se trataba de aprovechar las conversaciones del hogar para
ir sabiendo más cosas sobre él, su experiencia y carisma, y yo preguntaba cosas de vez en cuando.
También disfrutaba mucho cuando nos enviaban
alguna charla suya, con imagen o sonido grabados. Sus palabras me animaban, no sólo a conocer
más a fondo la vida de la comunidad, sino tam-
bién a enamorarme cada vez más de la Iglesia de
Jesucristo.
Un buen día –yo tenía diecisiete años– el responsable de nuestra comunidad nos reunió y nos
comunicó la noticia de la muerte de Francesc, su
paso a la casa del Padre. «¿Y ahora qué? –me dije–
Ya no tendremos las palabras de este hombre y se
acabará todo. ¡Con la ilusión que tenía en conocerle personalmente!»
Me impactó mucho cómo los miembros de la
comunidad acogían aquella noticia luctuosa, y
cómo nos invitaban, a los más jóvenes, a vivirla
con fe pascual: Francesc ya disfruta de la presencia de Dios en el Paraíso. Se recordaba que, a menudo, había dicho: «Los cristianos no moriremos,
porque, por el misterio de la Pascua de Jesús, ¡ya
hemos resucitado y estamos salvados!». Enseguida
comprendí que Francesc, a pesar de su partida,
estaba presente en su comunidad y que su pedagogía continuaba expresándose a través de sus
miembros.
Hace cerca de nueve años que vivo en Cataluña,
invitado por la comunidad a continuar la formación iniciada en Valledupar. Apenas llegar, fui a
saludar a Lourdes Campi, fundadora junto a
Francesc y recién elegida presidenta de la comunidad en ese momento. En aquel saludo recibí de
parte de ella una mirada serena y profunda que decía más
que mil palabras. Reconocía
en su personalidad el contenido de aquel mensaje que había
recibido desde el comienzo.
Ahora, sin embargo, era como
si yo entrara a formar parte de
«la obra teatral». Creo que
Francesc me hubiera mirado
igual que ella, y me hubiese
aceptado para formar parte del
grupo de sus «actores».
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Sus palabras me
animaban a enamorarme
cada vez más de la Iglesia
de Jesucristo
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cambio de mentalidad
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En la formación cristiana que he recibido a lo cada hermano una relación artística, como la que
largo de todos estos años, he visto siempre la pe- yo, desde el principio, había identificado en la perdagogía que Francesc nos ha transmitido. Es una sona de Francesc. Esto se traduce en el hecho de
pedagogía que ha hecho surgir en mí, «mi perso- saber dirigir la palabra adecuada a cada persona,
nalidad en el Señor», enseñándome a interpretar tener los sentidos bien abiertos para ver qué necemi «papel» en el teatro de la vida. Un ejemplo de sita y ofrecerle lo mejor, etc.
Hace tres años que soy miembro del SPD y vivo
ello es mi trabajo actual de cocinero en la comunidad. Antes la cocina era para mí un hobby, has- en la casa de convivencias de Camprodón (Ripollés,
ta que los hermanos me propusieron estudiar co- provincia de Girona). Aquí tenemos una oportucina, con vistas a hacer un servicio concreto a la nidad de oro para ofrecer gestos de acogida a los
comunidad. Ahora, no sólo cocino sino que ense- demás, preparando la casa con todo detalle para
ño también a cocinar en nuestra escuela de forma- los huéspedes, ofreciendo los diversos espacios para
ción, donde damos formación cristiana y también que todos se encuentren bien y tengan lo que nehumana.
Hay algo de Francesc que a mí personalmente me entusiasma: él quería
que sus «actores» fueran muy exigentes
consigo mismos. Esta exigencia se refiere a las cosas más humanas y concretas:
ir a fondo con las cosas que haces, ser
profesional con el trabajo encomendado, tener amplitud de miras, concentración y responsabilidad, etc. Es decir, el
cristiano debe ser un hombre o una mujer como es debido, ambicioso porque
va a fondo en todo, trabajador y apasionado en lo que emprende; todo lo contrario de la tibieza o la mediocridad. Si
no hay profesionalidad podemos deformar el evangelio y hacer que sea un espiritualismo desencarnado. Veo que la
pedagogía de nuestro fundador nos lleNo traté personalmente a Francesc, pero lo he reconocido
va a ser conscientes de que cada uno lleen la pedagogía y en la vida de la comunidad que él dejó
va un tesoro en su interior, que debemos
sacar fuera para poder regalarlo a los hermanos, para que lo disfruten. Pero eso sólo es po- cesitan. Igualmente, cuando estoy en la cocina me
sible si, desde nuestra libertad, lo damos todo y hago a menudo esta pregunta: «¿Cómo se movería
nos damos del todo.
aquí un artista?». Y, dentro de las diversas posibiNo me ha sido fácil vivir esta experiencia, por- lidades que ofrece este espacio, procuro ofrecer
que yo, de pequeño, era más bien perezoso y dor- aquellos gestos que muestren el contenido de lo
milón. Poco a poco esta pedagogía fue arrancando que queremos vivir.
de mí gestos nuevos. En un primer momento teEn fin, no traté personalmente a Francesc, pero
nía que hacerme violencia, por culpa de cómo me tengo la certeza de que aquel hombre que tanto
había acostumbrado a hacer las cosas. Pero una ansiaba conocer lo he reconocido en la pedagogía
vez te has lanzado, nace en ti el deseo de ofrecer a y en la vida de la comunidad que él dejó. l
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cambio de mentalidad
Máster en
Diálogo
interreligioso, ecuménico y cultural
Cursos 2012-2013, 2013-2014
Modalidad presencial y virtual
La Universidad Ramon Llull (URL) y el Instituto Superior de
Ciencias Religiosas de Barcelona (ISCREB) ofrecen un título
común de Máster en diálogo Interreligioso, ecuménico y cultural
De forma presencial (tardes, de 18.30 a 21.00 horas) o virtual (por internet)
El Programa del curso, coordinado por el Dr. Antoni
Matabosch (ISCREB) y por el Dr. Xavier Marin (URL), se
propone conocer la especificidad de las aportaciones de
las diversas tradiciones espirituales para captar los puntos
de confluencia así como la originalidad de cada tradición
religiosa estudiada y también reflexionar sobre las claves
del diálogo interreligioso y intercultural
I n f o r m a c i ó n:
Instituto Superior de Ciencias Religiosas de Barcelona (ISCREB)
[email protected] / www.iscreb.org
Facultad de Psicología, Ciencias de la Educación y del Deporte Blanquerna
[email protected] / www.blanquerna.url.edu
M a t r i c u l a c i ó n:
Del 4 al 25 de septiembre de 2012
Instituto Superior de Ciencias Religiosas de Barcelona (ISCREB)
Diputació, 231. Barcelona. 93 454 19 63. Horario: 17.00 a 21.00h.
H o r a r i o l e c t i vo p r e s e n c i a l:
Días laborables
De 18.30 a 21.00 horas
Las clases se impartirán en la sede del ISCREB
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cambio de mentalidad
Casal Sant Martí
Campelles
Casa de espiritualidad y de cultura al servicio de la
pastoral diocesana y comunidades parroquiales
ACTIVIDADES VERANO 2012
Agosto
✒ XI Simposio de espiritualidad: La formación en la vida cristiana
✒ VIII Jornadas científicas: Ciencia y naturaleza
✒ III Jornadas de estudio sobre el hombre: Masculinidad y feminidad, a la
búsqueda de su sentido
✒ Espacio abierto para familias
✒ Jornadas culturales: Lengua y cultura de Cataluña
Septiembre
✒ I Convivencias para gente adulta: Madurez y plenitud
✒ II Convivencias para gente adulta: Ser adulto, ser un don
Exposiciones
✒ Montserrat Rovira (1-20 julio)
✒ Ingrid Garcia Moya / Elena Ledesma / Victoria Valle / Antonio Alcón (5-22 agosto)
✒ Josep Trilla (25 agosto-18 septiembre)
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cambio de mentalidad
972 72 72 88 - 692 603 180 / [email protected] / www.spdd.org
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