13. epilogo. el peso politico, economico y sindical del actual

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EPILOGO. EL PESO POLITICO,
ECONOMICO Y SINDICAL
DEL ACTUAL COOPERATIVISMO
AGRARIO
13.
La década de los setenta fue decisiva para el movimiento
cooperativo navarro. Una nueva generación de dirigentes
agrarios había hecho su aparición en las Juntas Rectoras. El
cambio general operado en España afectó y enlazó con los
sectores sociales y políticos navarros que promovían un sistema político de carácter democrático. La aparición de un sindicalismo agrario, unitario y democrático, potenciado y dirigido por esta nueva generación de cooperativistas, defendió
mediante la huelga y las manifestaciones sus reivindicaciones
específicas.
Era la primera vez que el cooperativismo navarro rechazaba el sistema político franquista, si bien este rechazo no se
hizo de manera explícita.
El papel de Amadeo Sánchez de Muniáin, que ya había
aparecido propuesto en las ternas de elegibles en 1969, y
José M.a Lander, secretario de UTECO en 1973 y presidente
en 1975, fiie muy importante, junto con el de otros muchos
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cuyo detalle resulta imposible de concretar, para entender
esta profunda transformación.
Agricultores y ganaderos navarros construyeron un
potente movimiento unitario basado en las Cooperativas, el
Sindicato y la Caja Rural, agrupando las diferentes corrientes
sociales y políticas existentes en el medio rural.
En unos años de profunda crisis social (huelgas generales,
lucha por la amnistía, etc.) el movimiento campesino navarro, cuya complejidad y variedad no es el objeto de nuestro
análisis, se sumó activamente a la lucha general antifranquista
en defensa de sus particulares reivindicaciones. En muy
pocos años se pasó de la supuesta -si seguimos la imagen
fabricada por la revista La Acción Social- adhesión incondicional a la persona de Franco a la huelga y la manifestación
reivindicativa. Las sucesivas «guerras» de la leche, el espárrago, el pimiento, el tomate, el maíz, etc., rompieron con la tradicional imagen que del hombre del campo se dio durante el
franquismo. Claro que la mayor parte de esta actividad se
canalizó.en un primer momento mediante el Sindicato, la
Unión de Agricultores y Ganaderos de Navarra, pero a partir
de 1976 a través de otras entidades diferentes, aunque eran
las mismas personas quienes integraban la dirección de las
luchas reivindicativas. La consolidación de ese amplio movimiento del campo navarro fue tal que integrantes del movimiento cooperativo fueron presentados en las diferentes candidaturas políticas de derecha e izquierda en las primeras
elecciones democráticas al Parlamento de Navarra en 1979.
Buena prueba de ello fue que el primer Diputado encargado de la Cartera de Agricultura, Pedro Sánchez de
Muniáin, fuera poco menos que representante de las organizaciones del campo navarro en una candidatura de derechas,
proponiendo además como su asesor al entonces gerente de
UTECO. Tras las elecciones de 1983 en Navarra, y una vez
que se formó el primer gobierno socialista navarro, el entonces presidente de UTECO Francisco San Martín, pasó a
desempeñar la misma Cartera de Agricultura; y también pro-
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puso como asesor de su departamento a un hombre vinculado al movimiento agrario, en este caso a la UAGN.
Esta realidad no es sino el reflejo de que en el movimiento cooperativo estaba presente todo el abanico ideológico y
político existente en el campo navarro. Era el representante
empresarial de la mayoría de los agricultores y ganaderos
navarros a la vez que seguía manteniendo una actividad sindical y reivindicativa desde la UAGN.
El movimiento cooperativo, con fracasos notables y una
situación financiera poco estable en años anteriores, ha
logrado ser la fuerza organizada de mayor entidad en el
campo navarro, con la que debe contarse para realizar cualquier proyecto agrario importante.
A ello se ha llegado después de muchos años de actividad
y de producirse un cambio en la mentalidad no sólo de los
dirigentes, sino de la mayoría de los agricultores.
Así pues, el cooperativismo de los años ochenta está
orientado hacia el desarrollo empresarial. Preocupa la gestión técnica y financiera, y la oferta de los servicios diversos
al campo navarro constituye una de las preocupaciones primordiales. Hay consciencia de la limitación de recursos del
cooperativismo, para el que no caben soluciones milagrosas,
precisando que se habla mucho de cooperativismo, pero son
pocos «los que entienden la cooperativa como lo que es: un ^royecto
de em^rresa comunitaria en el marco de una economía de mercado»
(1) . El cooperativismo es, pues, una manera de producir y
para argumentar su validez señalan que el cooperativismo
está asentado tanto en marcos políticos capitalistas como
marxistas.
Hasta tal punto preocupaba que todas las cooperativas
asumieran el funcionamiento empresarial que el presidente
José M.a Lander lo propuso literalmente en la Asamblea
General:
^i> LAS^T, i-io-i9so.
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«En algunos sitios todavía no está clara la conciencia de que la cooperativa es una em^iresa, una em^ri-esa
que debe competir en el mercado libre, y por tanto debe
tener las mismas armas que la empresa privada; ^or un
lado debe tener una financiación adecuada en la que no
se abuse del crédito».
La estabilidad de UTECO como empresa pasaba por la
capitalización de la misma con recursos propios, «^iorque
UTECO nunca será una em^rresa fuerte si depende totalmente de créditos» (2).
La cooperativa debía funcionar como una empresa
desde el punto de vista de la gestión. Pero ^dónde está la
diferencia entre una empresa privada y una cooperativa?: en
los fines. Para la empresa privada el beneficio era su objetivo
básico. En la cooperativa lo principal no era el beneficio,
sino asegurar una renta, tanto económica como social, para
el cooperativista. Sin embargo, la obtención de beneficios
era clave para asegurar el fortalecimiento de las Cooperativas (3).
Esta preocupación técnico-empresarial resultó patente en
la confección de la revista, dirigida sobre todo a dar orientaciones técnicas y ofrecer datos o presentar informes sobre la
situación de la agricultura en otros países. Para ello, en
noviembre de 1980 la revista pasó a ser mensual, recordando
que «el cometido a cumplir desde esta ^ublicación debe ser eminentemente divulgativo, acercando realidades distantes al riropio punto de
partida de la agricultura, al hombre que realiza diariamente las
tareas y que no tiene por qué hacer experimentación o investigación
de temas ^rojiios» (4) .
Esta visión empresarial se plasmó en el cambio de nombre de UTECO, que pasó a llamarse «Agropecuaria de Navarra,
(2) Act. Junt. Gen. UTECO, 1980.
(3) LASN, septiembre 1981.
(4) LASN, noviembre 1980.
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Sociedad Cooperativa Limitada» (UTECO) en 1981, bajo la presidencia en el Consejo Rector de Francisco San Martín. [Ver
documento n.° 9]
En la Asamblea de 1982 se confirmó el asentamiento económico de UTECO, que pasó de 35 millones de pérdidas en
1978 a 24 millones de beneficio en 1982, según expresó el
gerente de la entidad Fernando Ibarra.
Durante estos últimos años el cooperativismo navarro ha
sufrido grandes transformaciones y ha intentado hacer de las
explotaciones familiares auténticas empresas competitivas.
Las circunstancias económicas de tipo general han influido
en la toma de esa nueva orientación, que aún retomando
conceptos ya conocidos en años y épocas anteriores como
rentabilidad adecuada de las explotaciones, saneamiento
financiero, comercialización de los productos, etc., han
adoptado un nuevo contenido en la diferente situación económica, social y política generada a partir de 1975. Fruto de
este nuevo crecimiento cooperativo ha sido la creación de las
diferentes Cooperativas de sector cereal, porcino, vacuno,
etc., servicios técnico-comerciales, estructuración de los Institutos Técnicos de Gestión, formación de nuevas cooperativas
locales, aparición de EVENSA, inauguración de nuevos locales para UTECO y Caja Rural, continuación de los servicios
de distribución de abonos y producción de piensos por
medio de CACECO, que aumentó las cantidades totales
tanto en kilogramos como en pesetas a pesar de problemas
coyunturales como escasez de materias primas y aumento de
precios, hasta la necesaria capitalización de UTECO tras la
definitiva eliminación de la vieja deuda de COVINA.
Estos objetivos han aparecido junto a una insistente llamada a la participación, tanto en las Asambleas locales como
en las generales de UTECO, para que los agricultores y ganaderos salgan de su apatía y opinen sobre los problemas que
les afectan. Este mensaje ha sido continuamente repetido en
todos los informes de las Juntas Rectoras en Asambleas Generales Ordinarias y Extraordinarias, y si bien se ha seguido en
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líneas generales por las cooperativas locales, tampoco ha
estado exento de tensiones. La fuerza de UTECO ha estado
en la solvencia financiera de la Caja Rural, que en buena
armonía aportó los créditos y préstamos necesarios para acometer los diversos proyectos. A su vez UTECO ha tenido una
correspondencia en la fuerza sindical de la UAGN, potencial
que se traslucirá en el peso decisivo ejercido por estos entes
en los diversos organismos del poder político provincial, en
cuyo organigrama correspondiente al sector agrícola y ganadero encontraremos hombres ligados directamente al cooperativismo navarro.
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