rrillas, que aprovecharon su conocimiento d

Anuncio
Guerra de guerrillas contra el invasor francés
ISABEL PÉREZ PÉREZ
La peculiar invasión napoleónica tuvo como consecuencia el surgimiento de las guerrillas, que aprovecharon su conocimiento del terreno para sorprender al enemigo,
dispersarlo, cortar sus comunicaciones y suministros y atacar su retaguardia. Una táctica que precisaba de enclaves geográficos propicios para las emboscadas y de núcleos y rutas estratégicas que permitieran a los del terreno abastecerse y escapar con
rapidez. Con todo esto a su favor, también Teruel fue capaz de burlarse del ejército más poderoso de Europa.
Durante la guerra, en el escenario turolense coincidieron dos actores, uno francés
y otro español, cuyos destinos se cruzaron permanentemente. El francés es el general
Louis Gabriel Suchet, al mando del ejército de Aragón, quien, a lo largo de la contienda, conquistó, entre otras plazas, Lérida, Tortosa, Tarragona y Valencia. El español
es Pedro Villacampa, de quien se dice que tuvo más de 30 acciones de guerra sin
ser nunca derrotado. Tantas veces intentó el francés atraparlo sin éxito que, según
las crónicas, incluso quiso sobornarlo.
Las guerrillas del general Villacampa se
acuartelaron en el Santuario de la Fuensanta,
desde donde hostigaron a las tropas de Suchet.
Pedro Villacampa y Maza de Lizana nació en Laguarta (Huesca)
en 1776. Queriendo hacer carrera
militar ingresó a los 17 años en
los Voluntarios de Aragón y participó en la guerra contra la Convención, para, comenzada la
Guerra de la Independencia, luchar en la defensa de Zaragoza y
de Tudela. Ascendido a mariscal
de campo, en 1809 recibió en encargo de organizar el ejército de
Aragón a la derecha del Ebro.
Aunque siempre se negó a que lo
llamasen guerrillero, con tácticas
guerrilleras se movió con pasmosa facilidad por las tierras de Calatayud, Cariñena, Teruel, Albarracín, el Bajo Aragón o Molina.
Siempre con Suchet enfrente o
detrás, fue muy hábil lanzando
ataques contra los franceses y
muy escurridizo cuando se volvían contra él, hasta el punto de
que lo apodaron Villaescapa.
Algunos de los encuentros más
célebres entre el francés y el es-
De la Historia
133
pañol tuvieron lugar en torno al santuario de la Fuensanta de Villel, lugar elegido
por Villacampa como cuartel cuando, en la Navidad de 1809, Suchet, obsesionado
con tomar Valencia, ocupó Teruel y Albarracín y lo forzó a abandonar su base de
Orihuela del Tremedal. Su nuevo puesto le permitiría pasar rápidamente a Teruel o
a Cuenca, cortar las comunicaciones entre Zaragoza y Valencia y, por lo tanto, desgastar la retaguardia francesa. Suchet se lo temía, de modo que, cuando en febrero
de 1810 partió hacia Valencia, decidió cubrirse mandando atacar a Villacampa. El altoaragonés preparó su emboscada en Villel el día 16: dispersó a sus hombres por los
altos de Cerroqueso, Olmeda, Verdinales, Samagudo y Villastar, pero los franceses
no cayeron en la trampa, atacaron sus flancos y le forzaron a la retirada. Lejos de
amilanarse, Villacampa recuperó Teruel en los días posteriores, cercó a los franceses en el Seminario, atacó su base de Albentosa e interceptó algunos convoyes. Con
ese panorama en la retaguardia, Suchet desistió de la toma de Valencia y decidió volver, restablecer las comunicaciones y asegurar la baja Cataluña.
Al poco tiempo, las incómodas acciones de Villacampa
en la línea Teruel-Zaragoza y
las zonas de Montalbán y Andorra provocaron otra reacción francesa. El 12 de noviembre de 1810, el general
polaco Chlopicki marchó
hacia Villel. Villacampa lo esperó con sus tropas escalonadas en las cercanías del Santuario y durante dos horas le
hizo frente con tal tenacidad
que, aunque huyera, el
mismo Chlopicki admitió su
admiración por el aragonés.
Villacampa pasó parte del
año 1811 en tierras castellanas, unido a El Empecinado, y
acudió a la defensa de Valencia para contener, una vez más, a Suchet. La ciudad fue finalmente ocupada y el ejército español vencido, pero Villacampa escapó. Retomó las acciones en Aragón y en
1813 fue el primero en entrar en la capital del Turia cuando Suchet la evacuó.
Conocido retrato del general napoleónico Louis
Gabriel Suchet.
Acabada la guerra, Villacampa siguió huyendo: como a otros convencidos liberales,
Fernando VII lo persiguió y encarceló. Sólo durante el Trienio Liberal le permitieron
ejercer de capitán hasta que, con la entrada de los Cien Mil Hijos de San Luis –Suchet venía entre ellos–, tuvo que escapar a Túnez. En 1833 pudo volver y reintegrarse en el ejército, pero le impidieron luchar en las guerras carlistas. Nombrado capitán general, fue senador desde 1843 y murió en 1854.
134
Comunidad de Teruel
Descargar