Celebración de 15 años de la Ley de Protección al Trabajador

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Señor Presidente de la República don Luis Guillermo Solís Señor Ministro de Trabajo don Víctor Morales Señor Magistrado don Orlando Aguirre Señor Presidente del BCCR don Olivier Castro Señor Superintendente de Pensiones don Edgar Robles Señores Directores de ACOP Sra. Presidente de la Junta de Protección Social doña Delia Villalobos Señoras y señores: Gracias a todos. Gracias Sr Presidente don Luis Guillermo Solís por su generoso reconocimiento a la promulgación de esta fundamental reforma social. Esta celebración de los 15 años de vigencia de la Ley de Protección al Trabajador reviste particular importancia porque para las naciones es importante reconocer y celebrar sus éxitos –no vivir solo hurgando en sus falencias y problemas. Es importante destacar que con previsión, liderazgo y acción conjunta sí se pueden resolver los problemas, por difíciles que sean. Hacerlo da ímpetu para afrontar los retos siempre presentes en una sociedad dinámica. Y los problemas a los que hace frente la Ley de Protección al Trabajador eran de muy difícil solución y de gran importancia para la justicia social, ya que un buen sistema previsional es elemento indispensable para ésta. Aquí es necesario tener presente que, como muchos de los mejores momentos de nuestra historia, el perfilado de nuestro sistema previsional es el resultado de un proceso de evolución cooperativa que ha contado con el aporte de muchos gobiernos de diferentes banderías. La visionaria y previsora reforma social del Presidente Calderón Guardia en los cuarentas, estableció la CCSS y con ella el Régimen de Pensiones de Invalidez, Vejez y Muerte. En la Administración de Don Mario Echandi se aprobó constitucionalmente su universalización y se generaron rentas para darle financiamiento. Con el establecimiento de Asignaciones Familiares en el Gobierno de Don Daniel Oduber se incorporó la moción del diputado Calderón Fournier para crear el Régimen de Pensiones No Contributivas en favor de las personas en situación de pobreza que no disfrutaran de pensión. En 1947 don Alberto Martén para facilitar la capitalización de los trabajadores y evitar conflictos creó el Movimiento Solidarista, y en el gobierno de don José Joaquín Trejos se propició la capitalización de los trabajadores con el establecimiento del Banco Popular. Otras iniciativas que se propusieron para enfrentar los problemas del sistema de pensiones, del auxilio de cesantía, del bajo ahorro y la muy baja participación de los trabajadores en los procesos de capitalización no fueron aprobadas. Pero dejaron su huella. En 1968 se había dado la iniciativa de don Francisco Morales para crear un Sector de Economía Laboral con la cesantía, y había habido otras iniciativas respecto a la transformación de la cesantía de don Enrique Guier, de don Alfonso Carro, de don Alberto Martén y de don Armando Arauz y de transformación del sistema de pensiones de los Doctores Trejos Escalante y Guzmán Mata. Yo mismo había propuesto en los ochentas un sistema de participación de los trabajadores en los dividendos de las empresas: todas estas y otras iniciativas buscaban resolver algunos de los problemas mencionados, y generar ahorro y participación empresarial de los trabajadores. La falta de solución en los campos mencionados y la transformación de nuestra población con su envejecimiento, hacían mucho más serios sus problemas hacia adelante, pues una proporción menor de trabajadores debería sostener el Régimen de IVM de la CCSS. Por eso estos temas fueron parte importante de la temática nacional en 1998 cuya solución ameritaba y amerita una visión de futuro compartida, trascendiendo banderías. Y por eso al convocar al Proceso de Concertación Nacional, al día siguiente de las elecciones, se incluyeron entre sus diez puntos centrales los temas de pensiones y de transformación de la cesantía. En cuanto a las primeras, los objetivos que propusimos a la Concertación Nacional fueron asegurar el financiamiento a largo plazo, ampliar su cobertura, ligar los beneficios a los aportes de cada cual en los casos de personas con empleo fijo o con ingresos suficientes, mejorar la supervisión para fortalecer la seguridad del sistema, proteger los recursos frente a futuras necesidades y carencias fiscales, y promover un manejo que maximizara el beneficio de este ahorro para la economía nacional. En relación a la cesantía propusimos como objetivos convertirla en un beneficio que se percibiese sin importar la razón por la cual finalizaba la relación laboral, garantizar que el trabajador percibiría la ayuda con independencia de los avatares de su patrono y lograr una ruptura del tope. Pero todo eso, a su vez, no debía convertir a la cesantía en una carga inmanejable para los patronos. Además, perseguíamos contribuir a mejorar la participación de los trabajadores en la creación y manejo del ahorro nacional. No fue fácil llegar a un acuerdo. Había legítimos intereses contrapuestos entre grupos de trabajadores sindicalistas y solidaristas que demandaban soluciones diferentes. Los patrones deberían aumentar sus cotizaciones, y sabemos que eso siempre genera oposición. Algunas instituciones públicas deberían sacrificar ingresos. Las fuerzas conservadoras deberían aceptar cambios en la operación de los fondos de pensiones y la participación de operadoras privadas. Se requería fortalecer los poderes de la CCSS para cobrar las cuotas de la seguridad social y extender la cobertura de IVM con los trabajadores independientes. Se tenía que establecer un sistema centralizado de declaración y cobro de recursos de diferentes instituciones (SICERE) para disminuir el costo de operar el sistema. Venciendo esos obstáculos y anteponiendo el interés general a los intereses particular, la Concertación Nacional alcanzó un consenso sobre ambas reformas. Esos mismos sectores participaron activamente en el proceso de plasmar esos acuerdos generales en una propuesta específica de legislación, principalmente en el Consejo Superior del Trabajo. El proceso legislativo fue inusualmente expedito para una ley de esta magnitud, y el 24 de enero de 2000 se aprobó la Ley de Protección al Trabajador, que se sancionó el 16 de febrero de ese mismo año. Los pasos siguientes no eran tampoco fáciles. Rodolfo Piza desde la Presidencia de la CCSS fue esencial para que se pudiera poner en funciones el SICERE. La Supen, bajo las gestiones de Olivier Castro, Javier Cascante y Edgar Robles como Superintendentes, ha sido valiosísima para la inscripción masiva de trabajadores y la regulación de las operadoras de pensiones. Claro no pueden dejar de mencionarse las operadoras de pensiones como actores fundamentales para que el sistema opere. La ley aprobada fortaleció el sistema de pensiones preexistente (IVM), manteniéndolo como un fondo de reparto, basado en la solidaridad social y operado por la CCSS. Creó una segunda pensión para todos los trabajadores sin costo adicional para ellos, redistribuyendo cargas sociales ya existentes y con un aumento en la contribución patronal. Consolidó el sistema complementario de pensiones voluntarias. Permitió en esos dos últimos pilares la creación de operadoras privadas con base en esquemas de capitalización del aporte de cada individuo. Además se universalizó la cobertura de las pensiones no contributivas para los adultos mayores pobres, generando nuevas fuentes de recursos para darlas a quienes carecían de ellas. Se garantizó que se recibiese parte de la cesantía sin importar la causa de cese de la relación laboral. Se rompió parcialmente el tope de este auxilio y, además, se utilizó los recursos girados mensualmente para crear ahorro de largo plazo. Los dos fondos con los que opera la Ley de Protección al Trabajador ya el pasado setiembre significaban un 45% de todos los fondos de pensiones y sigue creciendo su participación. Desde su creación, la Ley ha significado un aumento de esos recursos de 13,6 puntos porcentuales del PIB, lo que es muy considerable. Esto se ha dado sin que disminuya el aporte de los otros sistemas, que en conjunto han aumentado 3,1 puntos porcentuales del PIB, en su mayor parte por el crecimiento del sistema de Capitalización Colectiva del Magisterio Nacional. Aún con los efectos adversos de la crisis financiera internacional, el ahorro nacional como proporción del ingreso disponible ha aumentado desde la vigencia de la Ley de Protección al Trabajador en un 28,4%. Es difícil imaginar cual habría sido la situación financiera nacional sin la Ley de Protección al Trabajador que con sus recursos ha permitido al gobierno financiar su déficit financiero con el ahorro de los trabajadores por la inversión en bonos de ambos Fondos. Con la LPT cambió radicalmente el sistema previsional costarricense. Se cuenta ahora con un sistema que reúne las ventajas de la solidaridad para las personas con menos recursos en su ancianidad, con las garantías de una pensión adecuada al nivel de vida alcanzado al tiempo de retiro y la seguridad de la protección de los recursos capitalizados en la cuenta personal del trabajador. Las cuentas individualizadas a nombre de los trabajadores no solo los protegen de la voracidad fiscal, sino que además y -­‐como desde un inicio se pretendió-­‐ crean una verdadera cultura de ahorro y consciencia de la riqueza del trabajador que con la Ley de Protección al Trabajador se va acumulando. Persisten, sin embargo, importantes desafíos cuya solución llaman al aporte de las autoridades actuales. Como lo ha venido señalando la SUPEN, ha habido falencias en la administración del régimen de IVM. Conforme el régimen de reparto de IVM vea decrecer el beneficio otorgado en proporción al salario, aumentará el peso relativo del ingreso por las pensiones del régimen complementario obligatorio de la LPT. Pero siempre urge terminar el análisis en proceso de IVM para adoptar medidas que lo rescaten. Algunos de los nuevos recursos para el sistema no contributivo, como la lotería electrónica, tardaron mucho en ser puestos en operación, y además la focalización de esas pensiones hacia las familias pobres no ha sido rigurosa. Según un reciente estudio de Pablo Sauma y Juan Diego Trejos en 2012 el Régimen de Pensiones no contributivas disminuyó la pobreza en 1,6 puntos porcentuales del PIB, pero casi una cuarta parte de esas pensiones fueron a hogares no pobres. Si se focalizaran adecuadamente, disminuiría la pobreza en 0,4 puntos adicionales. También es preciso poner límites a las pensiones y a sus incrementos anuales, de regímenes especiales que usufructúan de recursos públicos pagados por toda la población, que conforman regímenes de privilegio y evitar así la injusticia de estos pagos estrafalariaos. Adicionalmente es necesario por justicia y por conveniencia nacional aprobar un proyecto de ley que yace en la Asamblea Legislativa. Si al llegar un trabajador a la edad de retiro extrae todos sus fondos no paga impuesto de renta. Pero si decide convertir el fondo acumulado en una pensión con pagos mensuales, como es el espíritu de la ley, Hacienda le hace pagar el impuesto sobre la renta, por una interpretación fiscalista y contraria al bienestar de los retirados y de la sociedad en su conjunto. Aquí tiene el Gobierno de la República una gran oportunidad para contribuir al fortalecimiento de nuestro sistema previsional, con una ley sencilla y de alto contenido social. Finalmente estimo necesaria una fuerte campaña de SUPEN y las Operadoras cuando se dan los períodos de cinco años para retiro del Fondo de Capitalización para promover que los trabajadores mantengan el ahorro y así logren una mayor pensión al tiempo de retiro. La Ley de Protección al Trabajador ha sido, en verdad, de enorme beneficio para los trabajadores de Costa Rica. Y aún mayores ventajas les brindará en el futuro. Por respeto a los límites de tiempo quedo en deuda con los muchos costarricenses que con sus conocimientos y esfuerzos hicieron realidad la Ley de Protección al Trabajador, incluidos el Sr Ministro de Trabajo de entonces y de ahora y de don Ronulfo Jiménez aquí presentes. Es una reforma de gran calado que mejoró las relaciones obrero-­‐
patronales, trajo justicia y equidad al anteriormente regresivo sistema de pensiones, anticipó evoluciones de la solidaridad costarricense y financia nuestro desarrollo económico. Es un ejemplo iluminador de la capacidad previsora que ha caracterizado a nuestra evolución nacional y que nos singularizó en el pasado, y ojalá lo haga de nuevo en el futuro. Gracias a la Supen, a las operadoras y a usted Señor Presidente por esta merecida celebración de la Reforma Social de nuestro tiempo. Pero muy en especial gracias a todos quienes hicieron posible esta revolución social del Siglo XXI con sus aportes para la aprobación de la Ley de Protección al Trabajador y a quienes la mantienen operando tan eficientemente. Este aniversario es justo motivo de celebración nacional. 
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