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Relación de mi padre, el Dr. Emilio Mira y López, con el psicoanálisis.
(Lectura en la mesa redonda sobre la introducción del psicoanálisis en
Catalunya, celebrada en el Palau de la Virreina el sábado 7 de octubre del 2006,
enmarcada dentro de las conmemoraciones del 150 aniversario del nacimiento de
Sigmund Freud).
Es muy conocida la afirmación de que tres de las figuras que más han
influido en la historia de la humanidad fueron Marx, Freud y Einstein y a pesar de
que sus campos de actuación fueron distintos, hubo entre ellos
grandes
coincidencias: los tres nacieron en el siglo XIX, en la Europa Central, nutridos en la
cultura germánica de la época, procedentes de familias judías de clase media, y sin
embargo librepensadores. Pero su mayor coincidencia fue que justamente por la
originalidad y grandeza de sus teorías tuvieron gran cantidad de seguidores pero
también gran cantidad de detractores, muy especialmente los dos primeros.
Centrándonos en la figura de Sigmund Freud, el homenajeado en esta
ocasión, y focalizando el caso en España, podemos decir que la discusión sobre sus
teorías comenzó
entre los años 20 y 30, siendo mucho mayor el número de
detractores que el de admiradores.
Había habido algunos antecedentes, pues en febrero de 1893 una traducción
de sus Estudios sobre la histeria, escritos en colaboración con Breuer, había sido
publicada (sin que constara el nombre del traductor) por la Revista de Ciencias
Médicas de Barcelona y también en la Gaceta Médica de Granada. Pero la
publicación pasó ignorada, sin repercusión ninguna. En 1909 un español Miguel
Gayarre publicó un trabajo titulado “La génesis sexual del histerismo y de las
neurosis en general“ conteniendo crítica feroz a la teoría freudiana; Ortega y Gasset
publicó
aspectos
entre
1910 y 1915 dos trabajos que contenían referencias a ciertos
de la teoría psicoanalítica, referencias formuladas con mucha mayor
serenidad y objetividad. Finalmente, cabe recordar la publicación en 1922 de las
Obras Completas de Freud, realizadas en traducción al castellano por LópezBallesteros, quien sacrificó la exactitud y fidelidad al original de la misma en pro de
la elegancia literaria, llegando incluso a intercalar frases o comentarios de cosecha
propia.
En Catalunya dos figuras se interesan vivamente por las nuevas teorías:
Ramón Sarró, quien escribe en 1925 a Freud solicitándole le someta a un análisis,
pero este lo deriva hacia una discípula
con lo cual Sarró regresa molesto y
decepcionado – y mi padre, el Dr. Emilio Mira y López, quien, después de haber
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dictado ya un curso sobre psicoanálisis ese mismo año en la Academia de Ciencias
Médicas, en junio de 1926 publica en la revista “Monografíes Mèdiques” Any 1 nº2 ,
(recién nacida publicación mensual dirigida por Jaume Aiguader i Miró), su trabajo
dividido en dos partes: en el referido nº 2 la primera parte: “El psico-anàlisi”
precedida de un elogioso prólogo del Dr. Manuel Moragas y al mes siguiente, en el
nº 3 de la misma la segunda parte “Aplicacions pràctiques del psico-anàlisi“. En el
prólogo del Dr. Moragas escrito a la primera parte dice “Monografies Mèdiques ha
tingut el gran encert de dedicar el segon de llur naixenta i ja valuosa collecció a “El
Psico-anàlisi”, i el Dr. Mira, els coneixements del qual en la matèria es demostraren
ben palesament i d’una manera brillant en les conferències que sobre l’esmentat
tema donà a darreries del curs passat
a l’Acadèmia i Laboratori de Ciències
Mèdiques de Catalunya, ha reixit en la seva tasca i ens ha donat una obra
mereixedora del nostre agraïment” y en otro párrafo dice “cal felicitar-nos de la
publicació del recent llibre del Dr. Emili Mira. Era ja hora que la nostra literatura
s’incorporés al modern corrent mundial que ha proporcionat a Freud nombrosos
deixebles i seguidors que han estudiat les seves obres i les han divulgades en llurs
respectius paísos”.
En 1935, estando ya en su año lX, la referida revista dedica sus números 2 y
3 unificados en un solo volumen a publicar una segunda edición, corregida y
aumentada por su autor, titulada La Psicoanàlisi, totalizando 136 páginas
precedidas de una introducción a la 2da edición, dividida en XIV capítulos, el último
de los cuales se titula ”La nostra opinió de la psicoanàlisi”. Ese capítulo ocupa una
página y media y en él tras formular algunas críticas concluye que todo esto no ha
de llevarnos a negar el valor primitivo del método psicoanalítico. Y afirma “No
caiguem, doncs, en un optimisme exagerat per la nova doctrina pero no fem tampoc
el sord a la seva veu. Els fets sempre seràn fets, i la nova doctrina n’ha demostrat
definitivament uns quants d’irrefutables en l’oscur terreny de la psicología”.
La guerra civil estallada en 1936 interrumpe todo, y la forzada emigración de
mi padre – como tantos otros representantes de la ciencia y la cultura de la
República española - determina que su nombre sea tan vilipendiado y difamado en
la nueva España franquista como
apreciado y valorado en el extranjero,
especialmente en América entera, de norte a sur, donde es constantemente
convidado por sus universidades para dictar cursos y donde sus libros –
desaparecidos de las bibliotecas españolas – alcanzan
numerosas ediciones.
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Hasta principios de este siglo XXI se siguieron reeditando algunos en Argentina y
todavía actualmente se reeditan en Brasil, pues no hay psicólogo, psiquiatra,
pedagogo, o simple maestro que no los haya leído y admirado. Yo prefiero dejar
para el enfoque mucho más documentado y calificado del Doctor Juan Campos el
tema de la actuación de mi padre en relación a las teorias freudianas en Barcelona
hasta el exilio, ya que el Dr. Campos la ha investigado hasta el punto que
demuestra la existencia de su libro “Del somni de Irma al somni de Mira ¿somnis
professionals” y de sus artículos sobre el tema en los boletines de la SEPTG, y
centrarme en lo único que estoy capacitada, que es resumir su actuación en ese
sentido desde nuestra salida del país en febrero de 1939.
Su interés por el psicoanálisis no decae: así, ya exiliado en Argentina, publica
en Buenos Aires “Los fundamentos del psicoanálisis” (Ed. Americalee, 1943) y 20
años más tarde “Doctrinas psicoanalíticas. Exposición y valoración crítica”.
(Kapelusz, 1963). Pero hay un dato más interesante aún:
Ese mismo año de 1963 Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de
Cuyo, (provincia argentina de Mendoza) lo invita a dar en noviembre un curso de de
conferencias sobre temas diversos y público diverso (médicos y estudiantes de
medicina, maestros y pedagogos, y también público general). Él que, como es
sabido, residía desde 1946 en el Brasil, acepta encantado. Pero en el momento de
partir el Ministerio de Relaciones Exteriores Argentino le niega el visado de entrada
al país, por causa no solo de estar usando su nacionalidad cubana, sino por haber
ido varias veces a la isla convidado por medios universitarios, pero la última de
ellas por el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos. Numerosos amigos
argentinos mueven contactos y ejercen influencias, y finalmente logran que se
conceda el famoso visado. Viajó y tuvo que condensar en una semana (de viernes
22 a viernes 29 m los 12 temas anunciados que estaban dirigidos tanto a médicos
como a estudiantes de medicina como a maestros, lo que tuvo que resolver dictando
sus conferencias mañana y tarde ante públicos diferentes y en locales diferentes.
Este esfuerzo sobre un corazón cansado por una vida superactiva determinó que un
mes más tarde de su regreso al Brasil le sobreviniese el infarto que le causó
finalmente la muerte el 16 de febrero de 1964. De esas 12 conferencias póstumas el
Profesor Omar Lazarte, que fue quien gestionó la invitación, me hizo llegar en 1996
seis textos que habían sido grabados por una alumna de la Facultad y después
transcritos al papel por ella misma. Entre ellas se encuentra “El psicoanálisis
freudiano ortodoxo, exposición y valoración crítica” ofrecida como conferencia
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pública en el Aula Magna la mañana del sábado 23 de noviembre y “El
neopsicoanálisis, exposición y valoración crítica”, a la misma hora y el mismo lugar
el lunes 25.
Esas conferencias fueron revisadas y reescritas por mí, y las hice editar en
forma de un librito sencillo que titulé “Cinco conferencias” (porque la sexta, sobre “El
examen de ingreso en la Facultad de Medicina” me fue enviada con posterioridad) .
Un año más tarde fueron reeditadas en edición conjunta por la Universidad de
Barcelona, y la UNED de Madrid, con presentación de los respectivos Rectores y
prólogo del Profesor Enrique Lafuente, del Departamento e Psicología de la UNED,
quien trabajó junto conmigo en una segunda revisión más exhaustiva. El libro salió
bajo el título “Psicología y Medicina – últimas conferencias de Emilio Mira y López” y
se puede encontrar todavía en las librerías de ambas universidades.
Hacia el final de esa conferencia sobre el Psicoanálisis ortodoxo freudiano que yo considero una verdadera joya - hay un párrafo que no puedo dejar de citar,
que es el siguiente:
“Pero una cosa, evidentemente, quiero decir: todas las historias, no solo de la
psicología dinámica, sino de la psicoterapia, cuando sean escritas de aquí a varios
siglos por los historiadores del futuro, serán divididas en dos períodos
fundamentales: antes y después de Freud. Y eso, para mí, es el mayor homenaje
que se puede presentar a un hombre de ciencia: el que haya producido, inclusive
equivocándose, una tal reacción, un tal interés en los demás, que ha contribuido
decisivamente a aclarar el panorama de la historia de su especialidad.
Y dice más adelante:
“Por otro lado ya no existe más la lucha entre freudianos y antifreudianos. Aquellos
freudianos superortodoxos que son más papistas que el Papa, que todavía insisten
en las ideas de Freud de 1905, 1907, 1912, son minoría. Aquellos individuos que
todavía siguen rígidamente la técnica de colocar al individuo de espalda, que no lo
vea al analista, el analista detrás del paciente, son minoría. Como también son
minoría los médicos que niegan el valor de la doctrina freudiana. Estamos
acercándonos a la fase de síntesis: estamos acercándonos a la fase en la cual la
medicina va a aprovechar y esta aprovechando las ventajas que le ofrece la
concepción psicodinámica de Freud y de sus discípulos, sin tener sus
inconvenientes.
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“Conste, pues, que si en algún momento de mi exposición, yo he parecido un crítico
y acaso un ironista en señalar alguno de los errores de Freud, eso no significa en
modo alguno que yo niegue, ni siquiera ponga en discusión, el valor enorme de su
aportación no solo al campo de la medicina sino a otros campos, como es el campo
de la educación, y el campo, inclusive, de las ciencias jurídicas y sobre todo de las
ciencias criminológicas. La comprensión de los delincuentes, la comprensión de los
mecanismos que llevan al individuo a la delincuencia, por extraño que parezca, se
ha derivado de la comprensión de los mecanismos que llevan al individuo a la
neurosis: porque tanto el neurótico como el delincuente son sujetos que hacen sufrir
porque, precisamente, han sufrido y sufren mucho. Quien vive en paz consigo, no
inquieta a los demás. Damos siempre lo que nos sobra, no lo que nos falta. Y por
tanto, cuando nos sobra sufrimiento, hacemos sufrir a los demás; pero mientras
nosotros no sufrimos, no nos preocupamos de hacer sufrir a los demás”.
Finalmente, cabe consignar que en el curso de la misma al referirse
brevemente a los discípulos y después disidentes de Freud por todos conocidos:
Adler, Jung, Ferenczi, Wilheim Reich, Otto Rank, se detiene a hablar de este último
exponiendo su posición, y además de alabar su extrema inteligencia aclara que fue
su analista. Y otro dato biográfico interesante en relación a mi padre del que me he
enterado a través de esa conferencia es cuando al referirse al final de Freud en
Londres dice textualmente:
“Pero el Freud que llegó a Londres era ya un enfermo, un enfermo grave. Yo tuve el
privilegio de asistir a la última fase de la vida de Freud. Fue el año 1939.
(efectivamente, nosotros estuvimos viviendo allí ese año y mi hermana mayor
recuerda que nuestro padre fue a visitarlo). Era un hombre extraordinario, un hombre
que imponía, tenía algo indefinido, como un espíritu hiperlúcido y superior a los
demás. Ha tenido sus errores, como todos los tenemos, y los errores de los grandes
hombres son mayores: cuando un gran hombre se equivoca, se equivoca en grande;
eso no disminuye en absoluto su valor.”
Y aquí finalizo pidiendo disculpas por haber quizás construido mi intervención
más a base de citas que de ideas propias, pero he creído sinceramente que era
preferible hacerles escuchar la voz de mi padre y quedarme en el plano de simple
transmisora de los hechos. Muchas gracias.
Montserrat Mira.
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