j. la justicia - Fundación Alonso Quijano

Anuncio
J. LA JUSTICIA
I. QUÉ CUENTAN LAS FÁBULAS
LA JUSTICIA EN LOS CUENTOS (EL VIEJO Y EL MENDIGO)
Ser justo, administrar justicia, buscar el equilibrio y ponderar
pensamientos y actos; todas estas “justas” facultades son las que las fábulas
tienen el compromiso de perseguir y enseñar a los que se encuentran en el
periodo de preparación.
Así, los jóvenes, que para ellos van destinadas la gran parte de las
fábulas, serán nuestro centro de estudio. Nótese que además pudieran ser
capítulo de estudio ya que éste por el orden en que aparece, también,
comienza por la letra que cronológicamente corresponde. Ramón de
Campoamor, escribe esta fábula sobre la justicia con el título El viejo y el
mendigo.
Rodeado el tío Blas de gente
dijo: - Vaya un cuento ahora.
Y ya iban tres cuartos de hora
cuando él iba en los siguiente:
- Aunque pobre, el juez prudente
le hizo justicia al momento.
Y un pobre, que oía atento,
dijo al tío Blas con malicia:
- ¿Pobre, y se le hizo justicia?
Dice usted bien: eso es cuento.
Esopo, en su fábula núm. 243 El ratón y la rana expone el asunto de la
justicia en la que siempre hay un ser superior que la impone y la administra
de forma ecuánime.
Un ratón de tierra hízose amigo para desgracia suya de una rana. Esta,
obedeciendo a sus malvadas intenciones, ató la pata del ratón a su propia
pata. Marcharon primero por tierra para comer el trigo, y luego se acercaron a
la orilla del pantano.
Entonces la rana, dando un salto arrastró hasta el fondo al ratón,
mientras retozaba en el agua lanzando sus conocidos gritos. El desdichado
ratón, hinchado de agua, se ahogó, quedando a flote atado a la pata de la rana.
Lo vio un milano que pasaba volando y lo apresó con sus garras, arrastrando
también a la rana encadenada, que sirvió asimismo de comida al milano.
Hasta después de muertos cabe la venganza, porque al ojo de la justicia
divina nada escapa y lleva en su balanza el castigo da cada falta.
II. TIPO DE FÁBULA
La anterior fábula pertenece al grupo de la denominadas Tipo B 2, son
las llamadas fábulas con personajes humanos. Fábula de carácter literario
construida por una décima, lo que la hace ser breve y concisa en su expresión.
Según la forma de tratar los objetivos considerémosla como moral.
En otro orden de cosas este tipo de fábulas puede encuadrarse en las que
la moraleja no sólo hay que deducir la enseñanza sino que está presente
dentro del texto, por lo tanto, no hay una moraleja expresa ni al principio ni
al final de fábula. La justicia, en este caso, tiene su presencia tanto en su
aspecto de significado como de significante.
El tema de la justicia dentro de las fábulas hay que entenderlo con sumo
cuidado porque se adapta a cada necesidad. Quiere esto decir, que la
administración de la justicia la hace a veces el más fuerte siendo protagonista
integrante de la fábula con lo que su administración está sujeta al imperio de
la fuerza.
Simplemente recordar la titulada La becerra, la cabra, la oveja asociadas
al león, de La Fontaine, libro primero, núm. 6; aquí se puede percibir cómo el
león una vez repartido el botín en cuatro partes iguales se adueña de todas
ellas y si alguno de sus socios protesta le enseña sus garras.
Hay que destacar que este tipo de justicia es frecuente en el uso de las
fábulas.
Otra forma de ejecutar la sentencia hay que observarla en la fábula de
La Fontaine, libro segundo, núm. 3; El lobo litigante contra la zorra con el
mono por juez; el valor simbólico de los litigantes en muchas fábulas se
asemeja a la maldad, al fraude, al engaño, etc., casi siempre a facultades
deshonrosas y por este motivo el juez, no sin cierto temor, condenó a ambos
por las demandas que no fueron robadas y por los robos que no fueron
demandados.
La segunda fábula pertenece al Tipo 3 C, los animales son sus
protagonistas y en ellos recae toda la acción. Los animales participantes, el
milano, ave rapaz y voladora superior a los otros dos contendientes, animales
mucho más pequeños y por ello con menos fuerza física. Su forma externa
corresponde a la más extendida dentro del fabulario; la exposición primero y
al final la moraleja o la enseñanza.
III. MOTIVO, TEMAS Y PERSONAJES
Considerando el punto anterior observamos que hay una gran variedad
de personajes en estas fábulas. Las personas ejercen ese esa función de jueces
y ejecutores, no en el caso de la fábula de la rana, el ratón y el milano en
donde la ejecución no se encuentra en el desarrollo de la fábula, ésta es
exterior a ella y accidentalmente se culmina la acción; pero con la visión del
todopoderoso que imparte justicia por igual para todos.
El estudio de los temas que representa cada fábula tienen fuentes muy
diversas. Esopo trata el tema en los apólogos El labrador y el árbol, núm. 84;
El león Rey, núm. 194; El lobo y el cordero, núm. 220; El lobo y la grulla, núm.
223; El lobo y el asno, núm. 227. Las citas son de Esopo pero estos temas no
acaban con este autor podíamos continuar recordando fábulas de Fedro,
Brabio, La Fontaine, Iriarte, Samaniego, Lessing, Gay y muchos más autores.
El motivo es constante en todas las fábulas y no es otro que la
administración de la Justicia. Por el interés que pueda tener León Tolstoi,
escribe la fábula El Juez hábil. De carácter popular clara y contundente en las
resoluciones y atípica como es la administración de la justicia en estos textos.
El Emir de Argel, Bauakas, quiso cerciorarse de que no se exageraba al
afirmar que en un lugar de la provincia había un juez extraordinariamente
hábil y justo, que descubría siempre la verdad hasta el punto que nadie había
logrado engañarle nuca.
Bauakas se disfrazó de comerciante y se presentó en el lugar donde
habitaba el juez.
A la entrada del pueblo se encontró con un mendigo que le pidió
limosna. Bauakas le dio unas monedas, e iba a proseguir su camino cuando el
mendigo le cogió por una parte de su traje.
-¿Qué quieres? –le preguntó el Emir-. ¿No te he dado ya limosna?
-Me has dado limosna –respondió el mendigo-. Pero quiero que me
hagas el favor de llevarme sobre tu caballo hasta la plaza, porque los demás
caballos podrían pisotearme si tratase de llegar hasta allí por mí mismo.
Bauakas subió a la grupa al mendigo y le condujo hasta la plaza.
Allí detuvo el caballo, pero el mendigo no bajaba.
-¿Por qué no te mueves¿ -le dijo el Emir-. Baja hemos llegado.
-¿Por qué he de bajar? –le replicó el mendigo-. Esta caballo es mío. Si
por las buenas no me lo dejas, el juez decidirá.
Muchas personas los rodeaban, escuchando la discusión.
-Id a casa del juez –les gritaron-. El os pondrá de acuerdo.
Bauakas y el mendigo fueron en casa del juez.
Había mucha gente en la sala; el juez llamaba por turno a los que ante él
debían comparecer.
Antes de que al Emir le llegara el turno, el juez llamó ante sí a un sabio
y a un mujik. Disputaban por una mujer.
El mujik afirmaba que era la suya; el sabio sostenía lo contrario y la
reclamaba porque decía que le pertenecía.
El juez, después de oírles, guardó un momento de silencio. Después
dijo:
-Dejad la mujer en mi casa y volved mañana.
Cuando aquéllos partieron, entraron un carnicero y un vendedor de
aceite. El carnicero estaba cubierto de manchas de sangre y el aceitero lleno
de manchas de aceite.
El carnicero llevaba dinero en la mano y el aceitero estrechaba la mano
del carnicero.
Éste decía:
-He comprado aceite a este hombre y sacaba mi bolsa para pagarle
cuando me asió la mano para robarme el dinero; y ante ti hemos venido, yo
con la bolsa y él sujetando mi mano. ¡El dinero me pertenece y él es un
ladrón!
-No es cierto! –replicó el aceitero-. El carnicero quiso comprarme aceite y
me rogó que le cambiase una moneda de oro; tomé el dinero y lo puse sobre
el mostrador. Él se apoderó entonces de la bolsa y quiso huir, pero yo le cogí
de la mano y aquí estamos.
Después de una pausa respondió el juez:
-Dejad el dinero en mi casa y volved mañana.
Cuando llegó la vez a Bauakas y al mendigo, el Emir refirió cómo había
ocurrido el hecho. Le oyó el juez y cuando terminó pidió al mendigo que le
diera su versión.
-Nada de lo que ha dicho es cierto –replicó éste-. Yo atravesaba el lugar
montado en mi caballo, cuando él me pidió que le llevase a la plaza de la
ciudad. Le hice subir sobre la grupa del animal y le conduje a donde quería
ir, pero una vez llegados no quiso bajar, diciendo que el caballo era suyo, lo
cual no es cierto.
Después de una pausa , dijo el juez:
-Dejad el caballo en mi casa y venid aquí mañana.
Al día siguiente, una gran multitud se reunió para conocer las
decisiones del juez.
Llegaron el sabio y el mujik.
-Llévate la mujer –dijo el juez al sabio-, y que den cincuenta azotes al
mujik.
El juez llamó al carnicero.
-Tuya es la bolsa –le dijo.
Y designando al vendedor de aceite:
-Que le den cincuenta azote –añadió.
Llegó la vez a Bauakas y al mendigo.
-Reconocerías a tu caballo entre otros veinte? –preguntó el juez al Emir.
-Lo reconocería.
-Y tú?
-También –dijo el mendigo.
-Sígueme –dijo el juez a Bauakas.
Fueron al establo; el Emir designó a su caballo entre otros veinte.
El juez llamó en seguida al mendigo y le ordenó que dijese cuál era su
animal.
El mendigo reconoció al caballo y le mostró. Volvieron todos a la sala y
el juez dijo a Bauakas:
-Tuyo es el caballo. Ve por él.
E hizo dar cincuenta azotes al mendigo.
Después de esto el juez se volvió a su casa. Bauakas le siguió.
-¿Qué quieres? –le preguntó el juez-. ¿Te desagrada mi sentencia?
-Estoy muy satisfecho de ella –dijo el emir-. Sólo que quisiera saber
cómo te has enterado que la mujer era del sabio y no del mujik; de que la
bolsa era del carnicero y no del mercader; de que el caballo me pertenecía.
-He aquí cómo supe que la mujer era del sabio: por la mañana la llamé y
le dije: “Echa tinta en el tintero.” Ella lo cogió, lo limpió apresuradamente y
lo llenó de tinta. Esto quiere decir que estaba acostumbrada a hacerlo. Si
hubiera sido la mujer del mujik no hubiese sabido como arreglárselas. De ahí
deduje que el sabio tenía razón.
En cuanto al dinero, he aquí cómo supe la verdad: anoche puse la bolsa
en un cubo de agua, y por la mañana fui a ver si en el agua flotaba aceite. Si el
dinero hubiera sido del aceitero, el roce de sus manos aceitosas hubiera
manchado la bolsa y algo de aceite hubiera quedado: como el agua estaba
clara, el dinero pertenecía al carnicero. Respecto al caballo, era más difícil de
resolver. El mendigo lo reconoció tan pronto como tú. Mas yo no os había
sometido a la misma prueba. Os hice ir al establo par ver quien de los
reconocía el caballo.
Cuando tú te acercaste volvió la cabeza hacia ti,
mientras que cuando se acercó el mendigo sólo movió la oreja y levantó la
pata. He aquí cómo comprendí que tú eras el dueño del caballo.
Bauakas le dijo entonces:
-Yo no soy mercader, soy el emir Bauakas y he venido solamente para
saber si lo que de ti se hablaba era cierto. Ahora veo que eres un sabio y un
hábil juez. Pídeme lo que quieras y te lo concederé.
-Ninguna recompensa necesito –respondió el juez-. Me basta con oír tus
alabanzas. ( TOLSTOI )
IV. ANÁLISIS SIMBÓLICO
La balanza es el símbolo de la justicia, su forma más común de
representarla se compone de dos platillos distribuidos de manera simétrica
simbolizando la equivalencia entre el premio y el castigo. Profundizando en
la estructura de los cuentos de animales y de la fábulas, observamos que ese
sentido de binomio (bien y mal, premio y castigo, etc.) y por encima de todo
la justicia suprema, representada por la espada que junto a la balanza forman
los símbolos de la justicia.
En las fábulas con temas de justicia podemos asegurar que importa más
el plano del contenido (objetivo de la fábula) que el de la expresión (hay
muchas formas de presentarlas), aunque sin éste no tendrían su verdadero y
completo valor.
V. LITERATURA COMPARADA. CON QUÉ OTROS TEXTOS PUEDE
RELACIONARSE.
LA JUSTICIA Y EL CASTIGO
La justicia en los cuentos va acompañada de un castigo ejemplar para los
infractores de las normas. La codicia, la ambición, la avaricia suelen ser los
aspectos que más proliferan en esa temática. Opuestamente a esos defectos o
facultades de signo negativo existen en todos los cuentos o apólogos las
virtudes que han de señalarse para mantener el objetivo principal que no es
otro que la enseñanza explícita en cualquiera de las fábulas.
¿Cómo se reparte esa justicia sería un elemento más de estudio para
descubrir al infractor y premiar al héroe? En ocasiones es la misma naturaleza
la dicta qué premio o castigo han de recibir los protagonistas.
Cuando
los
protagonistas
son
juzgados
entre
sí,
corresponde
administrar esa justicia al de mayor rango; y a veces, no existe un sentencia
en firme, sino que se le alerta a los protagonistas de los peligros futuros por
la forma de actuar los protagonistas de las fábulas en donde sí ha existido ese
premio y castigo.
Vladimir Propp en su libro Morfología del cuento describe las funciones
que se desarrollan en los cuentos y por el interés que nos ocupa, las dos
últimas, esto es, las funciones XXX, “el falso héroe o el agresor es castigado”.
La forma del castigo puede ser muy variada: se le pega un tiro, se le caza, se le
ata a la cola de un caballo, se suicida. La función número XXXI, “el héroe se
casa y asciende al trono”; lógicamente si la mujer con la que se casa no es
reina o princesa nunca, el héroe, llegará a gobernar.
Si el cuento es interrumpido por un nuevo traslado, la primera secuencia
termina con el compromiso o con una promesa de matrimonio; en ocasiones,
el héroe recibe una recompensa en dinero o una compensación de otro tipo y
si el héroe pierde a su mujer; al final de la búsqueda el matrimonio se ha
renovado.
LOS ANIMALES AGRADECIDOS
En el apartado de cuentos que trata de los animales agradecidos, hay
una evidente y eficaz ayuda que regalan al protagonista y héroe de la trama.
Generalmente este animal entrega un objeto o regala una expresión con la
que pedir la ayuda necesaria en cualquier adversidad que se intuye en el
proceso del cuento. Con el poder que le otorga este objeto o esta frase mágica
el héroe reparte justicia aunque él es el más y mejor beneficiado.
Es importante anotar que estos cuentos de animales agradecidos, ellos
no son los verdaderos artífices del desarrollo del cuento; esto es, están al
servicio de los jóvenes, princesas, tontos, mozos, etc.; en definitiva, los eres
humanos
son
los
verdaderos
protagonistas
y
los
animales
meros
intervinientes que actúan como invitados.
En el otro apartado en los que los animales son los verdaderos
ejecutores del proceso de todo el cuento, estos, adquieren la personalidad
humana y como tal la desarrollan; por consiguiente, la actuación depende de
animal que ejerza la función de héroe y será él quien imitando la ley natural
actúe en consecuencia.
LA JUSTICIA EN EL QUIJOTE
Por el carácter educativo que puede tener el libro de Cervantes, nos
vamos a referir a los capítulos en los que Sancho Panza es Gobernador de la
ínsula.
Empecemos, pues, con los consejos que Don Quijote da a Sancho, ...”has
de temer a dios, porque en el temerlo está la sabiduría”... “Lo segundo, has de
poner los ojos en quien eres, procurando conocerte a ti mismo”. A
continuación en el mismo capítulo XLII de la segunda parte, instruye a
Sancho en el comportamiento de los encausados en los juicios con una
sorprendente galería de personajes.
Los segundos consejos de carácter personal, ...”lo primero que te encargo
es que seas limpio, y que te corte las uñas, sin dejarlas crecer... no andes
desceñido y flojo; que el vestido descompuesto da indicios de ánimo
desmazalado,... no coma ajos y cebolla, porque no saquen por tu olor tu
villanería. Anda despacio; habla con reposo... Como poco y cena más poco”...
Continúa aconsejando acerca de la bebida, la forma de comer, y habla de
erutar, regoldar, de la compostura en el caballo, las horas de sueño; le habla
del uso de los refranes. No disputes de linajes. Se podían seguir apuntando
características de Sancho, pero nos hemos detenido en estas facultades de
Gobernador son porque pueden llamar la atención de mejor forma a los más
jóvenes que en definitiva son sus destinatarios.
LAS FORMAS DE JUSTICIA EN EL QUIJOTE
En el primer pleito que ha de presidir entre el labrador y el sastre que le
confecciona cinco caperuzas. “Paréceme que en este pleito no ha de haber
largas dilaciones, sino juzgar luego a juicio de buen varón; y así, yo doy por
sentencia que el sastre pierda las hechuras y el que labrador el paño, y la
caperuzas se lleven a los presos de la cárcel, y no hay más”.
Con el mismo conocimiento, la misma categoría y de similares matices,
Sancho imparte justicia a los dos ancianos que uno traía una cañaheja de
báculo y el otro no en la disputa de diez escudos de oro.
Como descubre Sancho a la mujer que falsamente denuncia a ganadero
de abusos sexuales (se ha aprovechado de mí como si fuera trapo mal lavado).
La solución siguiente la da para el labrador de Miguelturra que va a casar a su
hijo con una doncella hija de un riquísimo labrador cuando le solicita una
carta de favor para mi consuegro (cap. XLVII, segunda parte). Comentar más
casos sería
redundar en los argumentos, pensando que los ejemplos
expuestos son suficientes.
CUENTOS DE ANIMALES EN EL CATÁLOGO DE AARNE – THOMPSON
35C* El zorro y el erizo: - No hay otra justicia que la del estómago
[U31.1].
53 Renardo el zorro en la corte. Mandan al zorro que aparezca ante la
corte de justicia, pero no viene y se ríe de los mensajeros. Cuando por
fin lo atrapan y están a punto de ahorcarlo, escapa de nuevo.
207C Los animales tocan la campana y piden justicia. Un rey tiene
una campana que pueden tocar los que piden justicia y así llamarlo.
La campana es tocada por una serpiente a quien amenaza una tortuga
(o por un caballo viejo que quiere quejarse de su trato cruel) [B271.31.
En el Catálogo Tipológico del Cuento Folclórico Español de Julio
Camerena y Maxime Chevalier, en muchos cuentos, la justicia se asocia al
castigo. Así se puede observar en los cuentos del Tipo 9, El socio injusto; el
tipo 9 B, El acuerdo engañoso de reparto de la cosecha; el tipo 56B, El perro
ayuda a la pajarita a vengarse de la zorra; el cuento del tipo 293E*, Los
granos hablan entre sí.
VI. AMPLIAR LA INFORMACIÓN
BIBLIOGRAFÍA
1. Antología de fábulas. Edición, Ignacio Candel. Ed. Aldebarán
2. Diccionario de símbolos. Juan E. Cirlot. Ed. Lábor.
3. El Quijote. Miguel de Cervantes.
4. Fábulas completas. Juan B. Bergua. Ed. Clásicos Bergua.
5. Fábulas. Leon Tolstoi. Ed. Moby Dick.
INTERNET Y OTRAS ARTES
Véanse
directorios
www.unex.es/interzona.
CORRESPONDENCIAS
de
fábulas
alusivas
al
tema
en
Descargar