María, Arca de la Nueva Alianza

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María, Arca de la Nueva Alianza
Los católicos no adoran a María, por la sencilla razón de que ella no es Dios. Efectivamente,
algunos miembros de la primitiva comunidad cristiana que realmente adoraban a María—por
ejemplo, los coliridianos que le ofrecían sacrificios—fueron excomulgados de la Iglesia. Nadie
que adore a María puede ser católico. Sí, nosotros ciertamente amamos a María y estamos
agradecidos a Dios por el regalo que ella representa para la humanidad. Fue a través de
María—literalmente—que la salvación vino al mundo. La Escritura la muestra como el Arca de
la Nueva Alianza. Como tal, a ella se le debe mayor estima que al Arca de la Alianza original,
que fue vista por los antiguos israelitas como el objeto más preciado y reverenciado en la
creación aparte del Creador mismo. Así nosotros vemos que tratarla como "solamente otra
cristiana" no es bíblico, ya que incluso un ángel de Dios le rinde homenaje de una manera
notable y sin precedente alguno, dirigiéndose a ella como se dirige uno a un personaje de la
nobleza (Lucas 1, 28). En verdad, cuando nosotros veneramos a María estamos cumpliendo la
profecía del Nuevo Testamento sobre ella:
Lucas 1, 48 — Por eso desde ahora todas las generaciones me bendecirán.
Durante dos mil años la profecía de María se ha cumplido cabalmente cada vez que un
cristiano la ha llamado "bendita entre las mujeres" en sus oraciones.
Lucas 1, 43 — Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño
en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo y exclamando con gran voz, dijo: "Bendita tú
entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor
venga a mí?"
El saludo de Isabel no sólo es inusual, es absolutamente radical. Isabel era de edad muy
avanzada, mucho mayor que María. Para ella, dirigirse así a su pariente más joven era algo
completamente inaudito en una cultura de costumbres muy rígidas, especialmente entre las
jerarquías familiares. Más aún, el saludo de Isabel establece a María como la nueva Arca de la
Alianza, ya que la frase que usa Isabel se refiere al siguiente versículo del Antiguo Testamento:
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2 Samuel 6, 9 — Aquel día David tuvo miedo de Yahvé y dijo: "¿Como voy a llevar a mi casa el
Arca de Yahvé?"
Este pasaje es paralelo al saludo de Isabel en Lucas 1, 43. De esta forma, María es presentada
como la nueva Arca de la Alianza, la portadora de Dios, o Theotokos. Cuando David, en su
temor, envió el Arca a la casa de Obed-Edom, ésta permaneció ahí tres meses (2 Samuel 6,
11). María permaneció con Isabel el mismo periodo de tiempo, tres meses (Lucas 1, 56). Estos
paralelismos, que los escritores del Nuevo Testamento conocían, debían ser obvios para la
primera comunidad cristiana instruída en el Antiguo Testamento. Para ellos, estas cosas no
eran meras coincidencias.
Apocalipsis 11, 19 — 12, 1 — Y se abrió el Santuario de Dios en el cielo y apareció el Arca de
su Alianza en el Santuario y se produjeron relámpagos y fragor y truenos y temblor de tierra y
fuerte granizada. Una gran señal apareció en el cielo: una Mujer, vestida del sol, con la luna
bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza.
El Arca de la Alianza, que Juan en su visión del Santuario en los cielos, se refiere a María, que
está presente ahí corporalmente. Porque el cielo es más bien el cumplimiento perfecto del
Nuevo Testamento y no los modelos típicos imperfectos del Viejo Testamento. Hay un
paralelismo entre el Arca de la Alianza y esta Reina que sólo puede ser María, ya que su hijo
está "destinado a gobernar todas las naciones con cetro de hierro." (Apocalipsis 12, 5).
Adviértase que la división de la Biblia en capítulos fue hecha en el siglo trece. Por tanto, la
separación entre los capítulos 11 y 12 es arbitraria. Para entender correctamente las palabras
de Juan, debemos leer los versos como un todo unificado.
Salmo 138, 2 — Te doy gracias, Señor, de todo corazón, te cantaré en presencia de los
ángeles. Me postraré ante tu santo Templo y daré gracias a tu Nombre por tu amor y tu
fidelidad, porque tu promesa ha superado tu renombre.
Cuánto más apropiado es inclinarse (prosternarse) ante el templo viviente de Jesús, su propia
madre amorosa, en quien Dios quiso poner su morada entre nosotros (cf. Juan 1, 14) en su
Cuerpo y Espíritu.
Levítico 19, 30 — Observaréis mis sábados y respetaréis mi Santuario. Yo soy el Señor.
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Nuevamente, ¿cuál santuario es mayor, un templo de piedra o el vientre que actualmente
guardó al Dios-Hombre y le dio vida? Se nos ordena reverenciar la piedra del Templo, entonces
¿cómo podemos no reverenciar a la mujer a través de quien Cristo recibió su existencia
humana, nutriéndole, enseñándole y amándole?
Lucas 1, 35 — El ángel le respondió: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo
te cubrirá con su sombra."
La palabra griega que traducida es: te cubrirá con su sombra, es episkiasei y es el mismo
vocablo utilizado en referencia al Arca de la Alianza en el siguiente pasaje. Ahí es traducido
como moraba sobre ella. Una vez más, María es presentada como la Nueva Arca.
Éxodo 40, 34-35 — La Nube cubrió entonces la Tienda del Encuentro y la gloria de Yahvé llenó
la Morada. Moisés no podía entrar en la Tienda del Encuentro, pues la Nube moraba sobre ella
y la gloria de Yahvé llenaba la Morada.
Este versículo es claramente paralelo al de Lucas 1, 35 (citado arriba), desde ambos textos
utilizan la inusual y muy específica forma verbal episkiasei. María es asociada con el Arca del
Antigua Alianza para mostrar que ella es el Arca de la Nueva Alianza. Desde que ella es el
cumplimiento del arca típica, María es acreedora de todo el homenaje rendido a la antigua arca
y aun más, por ser ella la realidad que se representaba por medio del Arca de la Antigua
Alianza. Así como Moisés no pudo entrar en la Morada donde el Espíritu de Dios habitaba, así
ningún hombre podía "entrar" en María. ¡Tal cosa hubiera sido un sacrilegio inconcebible!
Lucas 1, 38 — Dijo María: "He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra". Y el
ángel dejándola se fue.
El asentimiento de María fue requerido antes de que Dios cumpliera su Palabra. Meditemos un
momento: Dios se dignó pedirle permiso a un simple ser humano antes de redimir al mundo.
También analicemos lo siguiente: Ella tuvo la libertad de negarse a colaborar con Dios. Por
supuesto, ella no se negó. En cambio, pronunció su hermoso fiat, que es una exquisita síntesis
del sentido último de la fe: "Hágase en mí según tu palabra." El comienzo de nuestra redención
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se remonta hasta ese consentimiento de María. Este es el momento de la entrada de Cristo en
la humanidad. El Arca realizó su propósito.
Lucas 1, 42 — [Isabel] exclamando con gran voz, dijo: "Bendita tú entre las mujeres y bendito
el fruto de tu seno [...]"
Isabel, llena del Espíritu Santo pronunció esta frase realmente inusual. Ella aplicó la misma
palabra "bendito(a)" al divino Creador del universo y a una criatura mortal, María.
Sorprendentemente, Isabel se adelanta a saludar a María. En una cultura en la que las
jerarquías familiares, sociales y religiosas son tan importantes—y siendo esa sociedad tan
sensible a la irreverencia—esto no pudo haber sido un accidente, ni para Santa Isabel, ni para
el Espíritu Santo ni para San Lucas, el escritor de este Evangelio. Al hablar por boca de Isabel,
el Espíritu Santo nos muestra el tremendo amor y estima en que tiene a su amada esposa.
Referencias
[1] Where We Got the Bible, (De Dónde Obtuvimos la Biblia) Henry Graham, publ. TAN Books,
p. 58.
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