EL MITO DE LA PUNTA HUECA - Poder Judicial de la Nación

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EL MITO DE LA PUNTA HUECA (HP - Hollow Point) - Por Marcelo E. Soriano – Licenciado en
Seguridad; Postítulos como Profesor Universitario de Seguridad, como Especialista en Higiene y Seguridad Laboral en
la Institución Educatica; Posgrados en Criminología, Capacitación Docente, Metodología de la Investigación Científica,
Formación para Tutores; Perito Mecánico Armero; Diplomado en Armas Automáticas, Fusiles de Asalto y
Semiautomáticos, como Operador de Cambios en Psicología Social; Profesor Instructor de Tiro (RENAR ITA25), autor
del Manual de Capacitación en Seguridad Privada (Edit. Universidad/94), Manual de Seguridad y Defensa Personal
(Edic. La Rocca/94), Manual del Instructor de Tiro (dpto. editorial/97), Manual del Agente de Seguridad Pública y
Privada (dpto. editorial/97), Manual Completo de Armas y Tiro (Edit. Ruy Díaz/98), Manual del Agente de Seguridad –
Tomo Complementario (dpto. editorial/2000)
Borges, seguramente, ante el interrogante planteado iniciaría la respuesta con su clásico disculpe mi
ignorancia y, con gesto incrédulo y tono interrogante, agregaría cuál es el medio humanitario a utilizar para
propinarle un balazo a otro hombre. Creo no equivocarme al pensar que, ésta ficción, sería una realidad si
se hubiera planteado la cuestión al ilustre; pero, por supuesto, el escritor era ajeno al conocimiento sobre
cuestiones técnicas de la balística y el derecho.
No es novedoso el planteo, que entiendo únicamente “moral”, sobre los daños a la persona humana como
resultado de una contienda armada, el que ha surgido en algún punto de la historia de los conflictos bélicos,
y que ha sido positivado en la Convención de Ginebra (1899), una vez que el uso y las costumbres
internacionales no alcanzaban para lograr el respeto por la normas consuetudinarias, sobre el “honor” y la
“ética” que debían regir en el campo de batalla, para todos los contendientes por igual.
No menos cierto es que, como es habitual, éste tipo de temas son tratados por aquellos que no participan,
ni han participado, en un enfrentamiento armado, debiendo luchar cuerpo a cuerpo por su vida, y la lista de
“bienes tutelados por el derecho” que le sigue, ni han enfrentado la carga, con bayoneta calada, del
enemigo que intenta pasar la línea de trincheras, dicho así para intentar describir con cierto grado de
“romanticismo”, una situación que, difícilmente, se lleve a cabo en los escenarios de combate moderno;
empero, lo cierto es que quién tiene un enemigo enfrente, que está dispuesto a “matar o morir”, cuenta con
la única alternativa posible de ser quién derriba al otro primero, dejándolo inhábil para ejercer cualquier otra
acción de peligro.
Saliendo del campo de batalla, y poniendo pie en la realidad cotidiana de la inseguridad ciudadana, sin
alusiones a doctrinas contemporáneas que discuten sobre si el delincuente común debe ser visto como un
“enemigo”, lo cierto es que se ha trazado una innecesaria línea divisoria en el uso de ciertos proyectiles, de
cartuchos a bala, que alcanza, incluso, a los propios miembros de las fuerzas de seguridad y policiales.
Resulta curioso que los denominados “grupos especiales”1, puedan utilizar munición deformable o
expansiva, mientras que, para el resto de los efectivos resulta una causal de agravante para su situación
procesal, sin analizar el motivo por el cual se podría encontrar bajo investigación judicial por no ser el
motivo del presente artículo. El interrogante, entonces, debería ser cuál es la diferencia que existe entre un
miembro de un organismo del Estado y otro miembro de la misma institución, los que comparten los
mismos deberes y obligaciones, de todo orden. Quiere decir que, el miembro del grupo especial, por su
condición de tal, se encuentra por encima del derecho internacional, en materia de cuestiones
humanitarias, al momento de enfrentarse con sus armas al delincuente que ofrece una resistencia viva y
armada, mientras que un funcionario ordinario -esto es que no es miembro de un grupo especial- al
enfrentarse al mismo malviviente debe hacerlo utilizando cartuchos a bala con menores posibilidades de
lograr el efecto conocido como stopping power (poder de detención); en tanto que, el ilegal, por su
condición de tal, utiliza indiscriminadamente lo que le venga en ganas o esté a su alcance, con tal de lograr
su objetivo de anular al representante de la ley que intenta detenerlo. Al respecto Siegfried F. HÜBNER2
dice: “Las ‘Hollow Point’, ‘Glaser Safety Slug’ y ‘Velet Explosion’ (falsa explosión), pueden ser detenidas por
una simple hebilla de cinturón o un paquete de cigarrillos. Esto lleva a los policías a utilizar cargadores o
tambores ‘mezclados’ (con diferentes clases de municiones).”3
Ahora, respecto del ciudadano común, elevado a la categoría de “funcionario público” por el texto legal4,
también es pasible de ser agravados sus actos por el uso de este tipo de balas, sea que las utilice para
actuar conteste con el código ritual5 o para la legítima defensa6 propia o de terceros, siendo que el órgano
pertinente, ante el interrogante ¿Puede utilizarse munición de punta hueca?7, responde con el Decreto
395/758, por lo que las causales tipificadas son sólo una contravención que, forzadamente, pueden
transformar a quien in limine es victima en un victimario.
1
N. del A.: Por ejemplo, Grupo Especial de Operaciones Federales (G.E.O.F.) de la Policía Federal Argentina,
“Halcón” de la policía de la provincia de Buenos Aires, “Albatros” de la Prefectura Naval Argentina, etcétera.
2
HÜBNER, Siegfried F. – Tiros de Combate y Defensa Personal – pág. 44 - A.D.S. – Barcelona - 1980
3
N. del A.: Los destacados y paréntesis no me pertenecen.
4
Código Penal – Art. 240
5
Código Procesal Penal de la Nación - Artículos 284 y 287.
6
Código Penal – Art. 34, inc. 6º y 7º
7
www.renar.gov.ar - link “Preguntas más frecuentes”8
Decreto 395/75 - Anexo I – Capítulo I - Sección III - CLASIFICACION DEL MATERIAL - Armas y municiones de
guerra
Art. 4º— Son armas de guerra todas aquellas que, contempladas en el art. 1º, no se encuentran comprendidas en la
enumeración taxativa que de las “armas de uso civil” se efectúa en el art. 5º o hubieran sido expresamente excluidas
del régimen de la presente reglamentación.
El mito de las diferencias existentes entre una bala tipo Full Metal Jacket9 y una de plomo desnudo y/o con
formato distinto al ojival, estará condicionado a innumerable cantidad de factores exógenos y endógenos de
la balística.
Por razones de espacio, no puedo reproducir vistas fotográficas de distintos tipos de puntas que muestran
sus deformaciones de nariz, resultante de impactos directos sobre superficies duras, donde el clásico
formato de “hongo” es similar en todas ellas; empero, veamos algunos conceptos de la balística que,
seguramente, los distinguidos lectores habrán tenido oportunidad de leer en informes médico-forenses, a
saber:
a. Penetración: El cuerpo humano se encuentra cubierto en su totalidad por el órgano de la piel, que es
elástica, blanda, pero resistente a los efectos de proteger al resto de los componentes del organismo del
ataque de agentes externos, entre los cuales, obviamente, no podemos contar a las balas; pero, en el
interior podemos considerar a los sistemas musculares y óseos que sí tienen cierto grado de rigidez,
dureza y resistencia, aún ante el ataque de un proyectil, disparado por un arma de fuego. En este sentido,
la penetración resultará parcial o total; consecuentemente, la trayectoria resultará simple o múltiple, recta o
quebrada, completa o incompleta.
Es así que, para que se produzca la penetración el formato de la punta del proyectil poco importa, pues aún
va a producirse si esta es totalmente roma, tal el caso de la Wadcutter10, pues va a necesitar, únicamente,
la energía cinética suficiente para vencer la elasticidad de la piel, traspasarla e ingresar al interior del
cuerpo. Al respecto, GUZMÁN11 dice: “Se han llevado a cabo experimentos disparando proyectiles
calibre.38 Special, semiencamisados y de punta perforada, a través de 20% de gelatina, a diferentes
velocidades” (...) “A velocidades de impacto de 400 m/s (1320 pies/segundo) o superiores, la deformación
se inicia casi al momento del impacto ...” (...) “Los resultados experimentales mencionados (de origen
norteamericano) evidencian entonces que una bala semiencamisada, punta perforada (hollow point) y
blanda, no se expandirá adquiriendo aspecto de hongo, simplemente por su forma; adicionalmente a ello se
necesita una velocidad mínima que la provoque. Sobre la base de lo expresado no es posible sostener que
las balas de punta perforada provoquen heridas inhumanas”.
Ni tratar las consecuencias de un disparo efectuado “a boca de jarro” ó “a quemarropa”, donde por la
proximidad con la boca de fuego del arma hace que, no solo ingrese el proyectil al cuerpo sino también los
gases en combustión, la pólvora encendida, los granos carbonizados y, los restos desprendidos del interior
del cañón del arma, más el pico máximo de presiones que acompañan al conjunto.
b. Trayectorias médico-forense: Además de las características supra mencionadas, también debemos
recordar la clasificación de Roberto LOCLES12 respecto de las trayectorias recta, poligonal, circungirante y
proyectil migratorio, las que dependerán fundamentalmente del ángulo de penetración, las superficies
muscular y ósea, los órganos huecos, las arterias que se interponga y que afecten y modifiquen el recorrido
del proyectil dentro del organismo. En éste punto en particular, favorece sensiblemente estas desviaciones,
a la trayectoria original, el hecho de ser una punta ojival, mayormente indeformable por su encamisado
metálico.
c. Trayectoria completa: En el ideario, la bala humanitaria resulta ser aquella que produce orificios de
entrada y salida, luego de trazar una trayectoria recta, para lo cual ha debido atravesar todo el cuerpo
humano, léase con todos sus componentes interiores. En este sentido, me permito recordar que, por
razones de economía, en la segunda guerra mundial el ejército alemán ejecutaba siete (7) prisioneros con
un solo disparo de fusil Mauser y, para lograrlo, bastaba con formarlos de a uno en fondo. Estamos,
entonces, ante una contradicción histórica, al considerar como bárbaros genocidas a los únicos que dieron
una muestra de real conciencia por el uso de las balas humanitarias al llevar adelante sus fusilamientos.
d. Poder de detención (stopping power): Toda la bibliografía en la materia dice, en palabras más o
menos similares, que se trata de la capacidad del proyectil para lograr ése efecto, con un solo disparo;
asimismo, coinciden que el disparo en cuestión debe impactar lo más cercanamente posible al sistema
nervioso central –esto es en la cabeza-, en la columna vertebral, o un órgano que, por la pérdida masiva de
sangre, provoque lo más rápidamente posible la paralización de quien lo recibe; efecto éste que puede
lograrse con cualquier tipo de punta, si ha sido bien dirigida a los puntos del blanco antes mencionados.
e. Poder letal (killing power): Iguales consideraciones que el punto anterior, pero relacionadas con la
capacidad de matar rápidamente. Basta recordar la conocida frase norteamericana one shoot, one kill (un
disparo, un muerto). En lo que se refiere al tipo de punta, reiteramos lo antes dicho.
Las armas de guerra se clasifican como sigue:
3) Armas, materiales y dispositivos de uso prohibido:
d) munición de proyectil expansivo (con envoltura metálica sin punta y con núcleo de plomo hueco o deformable), de
proyectil con cabeza chata, con deformaciones, ranuras o estrías capaces de producir heridas desgarrantes, en toda
otra actividad que no sea la de caza o tiro deportivo;
9
FMJ – Punta con encamisado total
10
Saca bocados. Se refiere a ciertas puntas para el disparo con arma corta, de forma cilíndrica, cuyo canto vivo
delantero, deja una marca clara en el blanco de cartón
11
GUZMÁN, Carlos A. – Manual de Criminalística - pág. 294 – Edic. La Rocca – Buenos Aires - Argentina - 1997
12
LOCLES, Roberto J. – Tratado de Balística (Tomo 1) – pág. 95 ss. – Edic. La Rocca – Buenos Aires - Argentina 2003
f. Poder de derribamiento (knock-down power/effect): Es el efecto buscado, de hacer caer lo más
rápidamente posible a quien recibe la bala; para ello, las fuerzas especiales en general y el FBI en
particular, utilizan la técnica de disparo conocida por “abatimiento de blanco”, consistente en disparar tantas
veces como sea necesario hasta ver que, fehacientemente, el receptor de las balas cae al suelo. Respecto
de éste punto, es característico de un estado de emoción violenta que el tirador agote inconscientemente
sus cartuchos, e incluso que continúe accionando el “gatillo” en seco; pero, quien han sido instruidos en las
diversas técnicas de tiro de defensa puede haber hecho uso de esta opción, por lo que resultaría también
errónea la aplicación de un agravante típico, sobre la base de la cantidad de impactos recibidos por el
cuerpo. En lo que se refiere al tipo de punta, reiteramos lo antes dicho.
g. Segundas trayectorias: Así se consideran todas aquellas producto del rebote del proyectil, que podrá
producirse una o varias veces, conforme a distintos factores. Recordemos que, en lo referente al tema que
nos ocupa, una punta considerada no deformable conserva por más tiempo su energía cinética y, habiendo
atravesado el cuerpo en su totalidad, puede encontrarse en condiciones de alcanzar otro cuerpo-blanco,
conservando su capacidad letal con más los daños que, ahora, puede producir con las deformaciones
sufridas en cada rebote, lo que no ocurre con puntas blandas o deformables, que evitan la posibilidad de
víctimas circunstanciales, al dejar la mayor parte de su energía en el primer impacto, como consecuencia
de la deformación y/o fragmentación.
Finalmente, no podemos omitir mencionar que, todos esos efectos tienen directa relación con las
características particulares del propio proyectil, fundamentalmente en lo referente a los materiales utilizados
para su fabricación, forma, peso, velocidad, diámetro, y otros en los que no ahondamos por cuestiones de
espacio en el presente escrito, y que corresponden al estudio de las características de la balística del
proyectil, pero que muy brevemente podemos hacer mención de algunos datos que, servirán para repensar
la cuestión abordada; en tal sentido, mencionamos a Oscar ALBINO13, quien dice que para atravesar la piel
humana desnuda, el proyectil debe tener una velocidad mínima de 50 mts/seg y, para quebrar un hueso la
velocidad sólo necesita ser de 65 mts/seg. Comparativamente, una bala calibre 9 mm, FMJ, con un peso de
7, 95 grms., de forma NATO, disparada por una pistola policial (Browning HP 35), tiene una velocidad inicial
de 354 mts./seg. Dejo al lector la responsabilidad de efectuar los cálculos correspondientes y, luego,
repensar su posición respecto de la inexistente bala humanitaria.
13
ALBINO, Oscar. C. – Nociones de balística para Armas Menores – pág. 97 - Edición del Autor – Buenos Aires Argentina - 2004
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