La instauración del voto femenino.

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La instauración del voto femenino.
Antecedentes Históricos del Voto Femenino en España
La historia del voto femenino suele ir ligado a los movimientos feministas, siendo este
un movimiento social, la última revolución que llegó a triunfar hasta el momento, la de
la mujer y el reconocimiento de sus derechos, igualándolos a los del hombre y su
concepto de ciudadano.
En España, el movimiento puede calificarse de tardío en comparación con EEUU o
Inglaterra, pero es normal ya que las revoluciones sociales empezaron antes allí, y las
revoluciones traen consigo cambios sociales y legislativos. Hay datos que relatan que la
primera organización de mujeres en España fue la Junta de Damas de la Unión IberoAmericana1.
Es en Cataluña, en el partido Conservador Catalán, en el año 1906, donde se funda la
“LLiga Patriótica de Dames”, con los objetivos de introducirlas en los movimientos
catalanistas-nacionalistas y conseguir así más apoyo social.
Durante estos periodos hay referencias en los debates parlamentarios sobre enmiendas
que piden la introducción del voto femenino, tanto en 1907 como en 1908 con el debate
de la Ley Electoral, su argumento era que si las mujeres podían ser reinas también
podrían ser electoras. La línea ideológica que defendía el sufragio universal era,
evidentemente la republicana, y en 1908 también se pedía una enmienda para que se
aceptase el voto de las mujeres pero con condiciones solo podían votar las mujeres
mayores emancipadas y solamente en los comicios municipales, careciendo de toda
posibilidad de ser elegibles. Evidentemente esta propuesta fracasó, pese a que la
sociedad ya reclamaba esta igualdad de derechos que consideraba injusta, generando así
un fuerte debate social.
Es a raíz de estos acontecimientos cuando en España aumenta de manera considerable
las asociaciones de mujeres a partir de 1912, y se crea la “Agrupación Femenina
Socialista” con el fin político de agruparlas. Destaca la figura de Virginia González, que
se incorporó al Comité Nacional del Partido Socialista.
También desde los postulados ideológicos conservadores-católicos se fundan
asociaciones femeninas como: La Federación Sindical de Obreras, El Sindicato de la
1
M. Moliné, El voto femenino en España, serie de artículos publicados electrónicamente. Era una organización
compuesta por mujeres de clase alta, católicas y centradas en labores sociales, educativas y culturales. Publicaban un
periódico “La Ilustración de la Mujer” con periodicidad semanal.
Inmaculada, etc, y lleva a intensos debates políticos, sociales y universitarios, sobre
todo en Madrid. Aparece la primera revista femenina, “El Pensamiento Femenino”2,
esta revista duró poco y pronto surgió una nueva, pero esta vez en forma de periódico
“La Voz de la Mujer” dirigido por Celsia Regis.
Seguidamente se forma la Asociación Nacional de Mujeres Españolas3 (ANME) el 20
de octubre de 1918, formado por un grupo heterogéneo de mujeres y constituyeron el
Consejo Supremo Feminista de España, entre los miembros destacados, Clara
Campoamor.
Los movimientos feministas sufragistas van consiguiendo logros paulatinamente, en
algunos países ya se había reconocido el voto y en España se consiguieron dos
importantes cambios, “En 1910, el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes
establece el libre acceso de las mujeres a las profesiones para las que tuvieran el título
académico exigido. En 1918 se aprueba el Estatuto del funcionario, que da a las
mujeres acceso tanto a los cuerpos técnicos como auxiliares, siempre que tuvieran la
titulación exigible en cada caso”4
2
La revista contaba con un consejo de redacción formado por mujeres. Su línea editorial apoyaba la
independencia de las mujeres, manteniendo su feminidad, y valoraba de manera positiva el hecho de que
el Partido Socialista apoyara los derechos de las mujeres, aunque criticando el fundamento materialista de
su argumentación.
Con anterioridad habían existido ya algunos periódicos y revistas de mujeres, pero no reflejaban
preocupación sobre la situación de las mujeres, sino más bien los comportamientos de la mayoría de las
mujeres de la época. Habrá que esperar a 1845 para que vea la luz una publicación denominada La Gaceta
de las mujeres, en la que Gertudris Gómez de Avellaneda publica en su segunda época (cuando la revista
pasa a denominarse La Ilustración) un artículo sobre la capacidad de las mujeres para el gobierno,
lamentando que el centro del debate sea la capacidad de las mujeres, cuando lo que subyace es la absoluta
desigualdad respecto a los hombres. Véase A. Ventura, Las mujeres y la Constitución española de 1978,
editado por el Instituto de la Mujer, Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, Madrid, 1999, p. 69.
3 ANME: La ANME se caracterizó por ser una organización pluralista y amplia, con un programa que
incluía la reforma del Código Civil, el derecho de las mujeres a participar en las profesiones liberales y a
ser elegidas para cargos oficiales, la promoción de la educación para las mujeres, y una larga relación de
medidas que no podían ser consideradas contrarias a ninguna posición política (5). Aunque las mujeres de
la ANME pertenecían a la clase media, propusieron también medidas para las mujeres de la clase obrera.
En paralelo, la Marquesa de Ter funda la Unión de mujeres de España, con un matiz aconfesional e
interclasista y, en 1920, de la mano de ANME, se funda en Madrid la Juventud Universitaria Feminista.
Posteriormente, en Barcelona, la denominada Acción femenina y la Cruzada de mujeres españolas que,
liderada por la periodista Carmen de Burgos, es la responsable de la primera manifestación para reclamar
el sufragio para las mujeres, que tuvo lugar en mayo de 1921.
4
El Voto Femenino En España. Paloma Duran y Lalaguna. Edita la Asamblea de Madrid. ISBN: 978-8487373-12-1
En cuanto a los movimientos conservadores, hay que destacar que la Iglesia Católica
promovió campañas a favor del voto femenino, estas campañas venían acompañadas de
una organización a través de las asociaciones: Acción Católica de la Mujer, creada en
1919 por iniciativa del Cardenal Primado Guisasola que a finales de la dictadura de
primo de Rivera contaba ya con más de 100.000 afiliadas5.
Pero no es hasta 1919 cuando Burgos Mazo, un diputado de corte conservadora
presentó un proyecto de Ley Electoral donde pedía el reconocimiento para hombres y
mujeres mayores de 25 años, pese a la buenas intenciones de Burgos Mazo, éste no
incluía el derecho de sufragio pasivo.
Con la llegada de Primo de Rivera, en 1923 y tras su golpe de Estado, se aprueba como
novedad un Estatuto Municipal que reconoce por primera vez en el país la capacidad de
voto para las mujeres en los comicios municipales, exigiendo que tuvieran 23 años de
edad cumplidos, en este Estatuto se excluía a las mujeres casadas y a las prostitutas.
El texto del Decreto6 enumeraba específicamente los casos en los que la mujer casada
podrá ser incluida en el Censo Electoral: “cuando viva separada de su marido por
sentencia firme de divorcio que declare culpable al esposo”; “cuando judicialmente el
marido ha sido declarado en ausencia, de acuerdo con los criterios señalados al respecto
en el Código civil”; “cuando el marido sufra pena de interdicción civil impuesta por
sentencia firme; finalmente, cuando la mujer ejerza la tutela del marido loco o
sordomudo”, así detallaba el Decreto publicado en la Gaceta el 12 de abril de 1924.
Tan sólo, tres años más tarde en el Anteproyecto Constitucional se contemplaba la
posibilidad de ampliar el voto para todos los españoles sin distinción de sexo y con la
mayoría de edad cumplida a los 18 años. También se reservaron algunos escaños para
las mujeres elegidas en los Gobiernos Locales, pero como era evidente para la época,
con restricciones, ya que el artículo 55 del mismo Anteproyecto decía textualmente:
“Para ser elegido Diputado a Cortes se requerirá, sin distinción de sexos, ser español,
haber cumplido la edad legal y gozar de la plenitud de los derechos civiles
5
Según Moliné, la Iglesia fomentó estas asociaciones para promover su propia versión sobre el papel de
las mujeres. Al margen de la intencionalidad, lo cierto es que el asociacionismo de las mujeres fue
potenciado desde esas instancias y no sólo desde los grupos políticos, lo que permite afirmar que la
reivindicación de la igualdad entre mujeres y hombres no puede ser considerada patrimonio exclusivo de
los partidos políticos, al menos en la trayectoria histórica de España
6
Gaceta de Madrid, núm. 103, de 12 de abril de 1924, citada por C. Fagoaga y P. Saavedra, op. cit., p. 16.
correspondientes al estado de cada cual”. El debate se suscitó en torno al concepto
“goce de la plenitud de derechos” que por razones de “morales” más que doctrinales de
la época era un concepto “sospechoso” para las mujeres. De lo que se derivó un gran
revuelo social en la época, ya que se negaba el derecho al voto a las mujeres desde el
punto de vista del derecho civil, ya que hay que recordar que no tenían capacidad para
abrir una cuenta bancaria (este era uno de los muchos derechos civiles que las mujeres
tenían restringidos), asimismo su estado civil de “casada” era completamente injusto a
la hora de ejercer el sufragio activo.
Pero este debate acabó con la llegada de Alfonso XIII que restaura la legalidad de 1876.
El Voto Femenino desde la Perspectiva Constitucionalista de la II República
En mayo de 1931 se modifica la Ley Electoral de 19077, de entre los cambios
destacados se encuentran que se disminuye la edad para ejercer el voto de los 25 a los
23 años, que las circunscripciones provinciales sustituyen a los distritos unipersonales;
que para considerar la elección como válida deberá considerarse el 20 % de los votos
emitidos, y que serán elegibles las mujeres y los sacerdotes.
El 28 de junio de 19318 se convocan elecciones, concurrieron una gran variedad de
partidos políticos para la época, además el voto estaba tan disperso que lo único que
reflejaba era una sociedad fragmentada9. Se inauguraron las nuevas cortes Republicanas
el 14 de julio de 1391 con 236 diputados10. Estos diputados deberían elegir a la
Comisión Constitucional que redactara el nuevo texto, en esta Comisión sólo figuraba
una mujer, Clara Campoamor y Rodríguez.
7
Gaceta de Madrid, núm. 130, de 10 de mayo.
Decreto de 3 de junio de 1931, publicado en La Gaceta de Madrid, núm. 155, de 4 de junio.
9
El resultado por partidos políticos es el siguiente: Socialistas, 117;Radicales, 93; Radicales-Socialistas,
59; Ezquerra Catalana, 32; Acción Republicana, 27; Agrupación al servicio de la República, 14;
Progresistas, 27; Organización Regional Gallega Autonomista, 16; Partido Agrario, 26; Partido
Nacionalista Vasco, 14; Liga Regionalista, 3; Monárquicos, 1; Federales e Independientes de izquierda,
14; Independientes, 10; Liberales Demócratas, 4. La relación que se cita puede encontrarse en la edición
preparada por el Congreso de los Diputados con motivo del 70 aniversario de la aprobación del voto para
las mujeres en España, que incluye un estudio preliminar de A. Valcárcel, publicado junto con las Actas
de los debates bajo el título El debate sobre el voto femenino en la Constitución de 1931, Congreso de los
Diputados, Madrid, 2002.
10
En dicha sesión, recogida en el Diario de Sesiones del 14 de julio,fue elegido Julián Besteiro como
Presidente de las Cortes, así como el resto de la Mesa. Diario de Sesiones, núm. 9, del día 27 de julio de
1931.
8
En tan sólo veinte días les ocupó a esta comisión la redacción del proyecto, que fue
presentado en la Cámara el 18 de agosto de 1931 para su posterior debate y aprobación.
La aprobación se dilató más, debido a los intensos debates que se generaban en la
Cámara, pero se destacan derechos muy importantes, veamos en un cuadro expuesto en
el apartado anterior los cambios más relevantes (Constitución II República Española).
En lo que respecta a la igualdad de derechos destacamos los artículos:
El artículo 2 afirma: Todos los españoles son iguales ante la ley.
El artículo 25 afirma: No podrán ser fundamento de privilegio jurídico la
naturaleza, la filiación, el sexo, la clase social, la riqueza, las ideas políticas y las
creencias religiosas. El Estado no reconoce los títulos y distinciones nobiliarios.
El artículo 36 establece: Los ciudadanos de uno y otro sexo, mayores de
veintitrés años, tendrán los mismos derechos electorales conforme determinen
las leyes.
El artículo 51 del texto constitucional establece: Serán elegibles para Diputados,
todos los ciudadanos de la República mayores de 23 años, sin distinción de sexo
ni estado civil, que reúnan las condiciones fijadas por la Ley Electoral. Los
Diputados, una vez elegidos, representarán a la Nación. La duración legal del
mandato será de cuatro años, contados a partir de la fecha en la que fueron
celebradas las elecciones generales. Al terminar este plazo se renovará
totalmente el Congreso. Sesenta días, a lo sumo, después de expirar el mandato
o de ser disueltas las Cortes, habrán de verificarse las nuevas elecciones. El
Congreso se reunirá a los treinta días, como máximo, después de la elección.
Los Diputados serán reelegibles indefinidamente.
El artículo 40 del texto constitucional republicano señalaba: Todos los
españoles, sin distinción de sexos, son admisibles en los empleos y cargos
públicos, según su mérito y capacidad, salvo las incompatibilidades que las leyes
señalen.
La defensa del texto corre a cargo de Clara Campoamor que era Republicada Federal.
Su actuación fue determinante, lo curioso de este debate es que la otra mujer que
formaba el arco parlamentario, Victoria Kent (Partido Radical Socialista), no la apoyó,
tampoco lo hicieron sus compañeros de partido, ni tampoco el propio líder del Partido
Radical, del que Clara formaba parte. Esta falta de apoyos motivó la salida de
Campoamor del Partido Radical y a los cuatro meses surge el Partido RadicalSocialista, al que se incorpora.
Una vez dentro de estas filas, un grupo de militantes presentaron un escrito oponiéndose
al ingreso de Campoamor en su partido, cosa que ella no hizo pese a que le elevaran una
petición formal de ingreso. Debido a estas trifulcas internas, la Junta del Partido decidió
votar el ingreso en las filas o no de Campoamor dentro de la Izquierda Republicana. Su
solicitud fue rechazada por 183 votos en contra y 68 a favor11.
Clara Campoamor fue aislada de los debates políticos lo que supuso una gran pérdida
para el avance de los derechos y los debates parlamentarios, pese a ello, se reconoció la
igualdad ante la ley (artículo 2 y 25), la igualdad de derechos electorales (artículo 36) y
la posibilidad de ser elegibles todos los ciudadanos y ciudadanas (artículo 53).
11
C. Fagoaga y P. Saavedra, op. cit., pp. 197-198.
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