Dorian” Herencia de sangre. Autor: Claudio Fabián Fariña 1 (ISBN 978-987-05-9701-8) Diseñador de la portada: Anile C. Carolina Derechos de autor: Claudio F. Fariña 2 Agradecimientos Quiero agradecerle: 1- A Dios por el Espíritu y por cada palabra que a puesto en mi mente. El haberme permitido conocer las profundidades de lo que es más que oscuro y las claridades de lo que brilla aun en lo profundo. 2- A mi madre por haberme hecho descubrir, aun en la difícil adolescencia, que escribir es alimentar cada sentimiento que unidos acechan el orgullo del alma. 3- Y principalmente al presente que trajo consigo cinco razones, esto es a mi esposa Cintia y a mis cuatro hijos. A Ella porque también a sido, como el primero, inspiración volcado en todo el relato, así sea entonces la Fe y el amor, la guía y el motor respectivamente. 4- Al silencio, que ausente fuera, me invadió por dentro y permitió que mi interior hablase y guiase a un lápiz entre mis dedos. Por todo esto escribí la historia, bonitos párrafos y algunos versos. 3 4 INDICE Introducción. I La mansión del cuento. II La herencia de la señora Rivenson. III La familia de Dorian. IV La noche más extraña. V Volviendo a casa. VI Segunda huida. VII Sueño a las 3: 00 VIII Amor prohibido. IX Tentaciones. X Epístola prima. XI El final del cuento. XII La secta de Cleofás XIII El discípulo amado. XIV De regreso al misterio. XV El señor del báculo. XVI El tabernáculo secreto. XVII El final del camino. XVIII Genealogía de Dorian. XIX El elegido. 77 XX La caída de la Legión. XXI Los engaños del dogma. XXII La puerta azul. XXIII La premonición. XXIV L a herencia. XXV El último sacrificio. 5 8 13 17 19 25 32 34 36 40 42 44 48 52 56 60 64 70 76 81 85 88 90 93 97 Es, pues, la Fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. Por la Fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve, fue hecho de lo que no se veía. 6 Hechos 11: 1-3 7 -El niño de ojos cafés y rizos pronunciados se ha perdido! – Se le oyó decir, con tono de desespero, a la señora Rivenson. Ella era la anciana que lo esperaba todos los días a la hora del té, con galletitas y el afecto de la abuela que no tenía. Y entre otras cosas, daría giro a la siguiente página de la historia que guardaba en su memoria y que había sacado de aquel polvoriento cajón cerebral para compartirla con el. Le había dicho que era el final de la historia fantástica que atrapaba a aquel pequeño en las profundidades de la imaginación. Dorian no había ido ese día y su madre estaba a la puerta de la señora Rivenson, - ¡¡¡ Él salio en la mañana. Dijo que vendría a verla para que le cuente el final de un cuento!!! – exclamo preocupada. Y sin esperar respuesta dio un giro y se fue. La anciana por su parte, no tuvo intención de responder, la angustia y la preocupación la habían enmudecido y conducido a la profundidad del pensamiento, y se quedo al umbral, apoyada en su bastón y con la mirada perdida, -¿donde estarás niño?; ¿donde?- suspiró. 8 I “La mansión del cuento” Dorian se detuvo en una esquina, situado en la cuneta y con las ruedas de su pequeña bicicleta pegadas a ella. El campanario marco quince minutos pasadas las seis de una tarde que iba apagándose con los últimos tilares del sol. Se sentía frustrado, era la décima vez que pasaba por ahí y seguía sin encontrarla. En un momento pensó en volver pero al mirar detenidamente a la izquierda descubrió que había un sendero que atravesaba diagonalmente un baldío. Al final de este había una angosta y cuneiforme calle de adoquines, en parte, cubierta por hierbas. “¿Adonde conducía?”, querer descubrirlo lo convenció de continuar. Avanzó lentamente con la esperanza de llegar a encontrarla, la casa que solo existía en su imaginación y que construyo día a día en tanto oía la historia de la señora Rivenson. Pero sabía que no era nada más que una historia, que había mucho por descubrir y así lo haría. Algunos metros mas adelante se elevaba un alto muro de ladrillos; poco después un enorme portón. Con la bicicleta a lado, y luego de luchar con las enredaderas entró. Abriéndose el paso entre la maleza llego a la puerta, estaba abierta y avanzó. 9 Avanzo dejando huellas en el polvo, pateando hojas y ramitas secas. Subió sobre una alfombra roja, o al menos eso fue, ahora solo hilachas, dispuestas sobre los escalones. Arriba; en el primer descanso, se detuvo a mirar hacia el salón. Ahí, detrás de si; sintió que había alguien, que estaba muy cerca y giro bruscamente. Asustado; apoyo la mano en su pecho, su corazón galopaba como si corcel fuera y solo vio un enorme cuadro cubierto por suciedad, telas y olvido. Tenía en su mochila una linterna, la tomó, la encendió y con el cono de luz recorrió la extensión del cuadro, pero no podía ver nada. Así que junto aire; tanto como le era posible, y, cuando se dispuso a lanzar el primer soplido, oyó: -¡Niño, que haces!Miro hacia arriba, a la izquierda, donde finalizaba la escalera y con exalto vio la figura de un hombre que sostenía una vela, que comenzó a bajar, o eso pareció, porque cuando busco sus pies, no pudo hallarlos, ni verlos, no avanzaba utilizando los escalones. Pero Dorian si lo hizo, bajo tan rápido que hasta dejo al susto y su propia sombra atrás. A poco de bajar por completo las escaleras dio un tropiezo, cayó sobre su hombro causándose una herida y dando un giro quedó mirando en dirección a esta. Dolorido, se apoyo en su otra mano y levanto la cabeza; allá estaba, parado en el primer descanso, lo ve tan quieto que sorprende. Busca la linterna que se había apagado dejándolo en penumbras y aumentando su miedo al borde de la desesperación. De pronto, un golpe seco, justo delante de El, hace eco en la sala. 10 Dorian se levanta como un rayo y se dispone a retomar la huida cuando arrastra algo con su pie. -Levántalo y vete- oyó que le dijo. Así lo hizo. Levantó el viejo libro y corrió desesperadamente; se detuvo fuera al darse cuenta de que había dejado su bicicleta. El sol también parecía haberse asustado, se oculto de un momento a otro y de ese modo se perdió cualquier posibilidad de que volviera a entrar por ella. Y cuando el susto y su sombra lo alcanzaron, juntos se marcharon del lugar. De regreso a casa no se atrevió ni a pensar en lo sucedido, ni estaba al tanto de que llevaba sujeto entre sus manos un antiguo encuadernado, con tapas desgastadas y hojas amarillentas. Al llegar lesionado en su hombro, sus rodillas raspadas y su cara exageradamente sucia, se fue directamente al fondo, al final del patio. Se sentó junto al árbol, su árbol. El viejo álamo, bajo el que pasaba tardes enteras leyendo historietas de esas que se desarrollan entre viñetas, a veces, con un pequeño radio a baterías, escuchaba música hasta quedarse dormido. Apoyo sobre sus piernas el libro y sobre el, su cabeza; en ese momento se le acercó la mascota de la familia, un perro Lassie, que a modo de festejo comenzó a ladrar. Los ladridos, inquietaron a su madre, que pregunto:-¿Quién esta ahí?- y espero viendo tras un pequeño ventiluz, - Dorian, ¿eres tu?! - exclamo con tono de esperanza. Presurosamente, Dorian, se paro sin saber que hacer con el libro, no quería mostrárselo a su madre; de todos modos no creería su historia. Es por eso que 11 al recodar el hueco detrás del árbol decidió esconderlo allí. Lo tomó con cuidado y lo dejó dentro del tronco. Se acerco a la puerta y acongojado respondió- Si, soy yo mamá-. Ella lo abrazo fuerte, sin enojo y dejó, sin preguntarle de nada, que limpiase su cuerpo y cambiase su ropa. Cuando estuvo listo se sentó a la mesa y su madre le sirvió la cena, y con silenciosa presencia lo acompaño. Habiendo terminado su ultimo bocado, Dorian, ante la mirada tierna, dijo- lo siento mamá, solo salí y me perdí. Espero que pueda recuperar la bicicleta… es que… es que… sucedió que…En ese momento es interrumpido por la angustiada voz de su madre que apoyándole una mano en la frente le dice:- Ahora no te preocupes por eso, hay algo que debes saber. Al caer la noche fui por segunda vez a casa de la señora Rivenson, a preguntar por ti. Ella no estaba, encontré la puerta abierta y este sobre en la mesa junto al velador-. En el sobre decía “fui a buscar a mi pequeño Dorian, si regresa y yo no, entréguenle este sobre”. Dorian se precipita y sale en dirección a la casa de su anciana amiga. Empuja la puerta y enciende la luz.Señora Riv, Señora Riv!!!- llama en tanto revisa cada rincón. Solo silencio y quietud, sobre la mesa dos tazas de té y una bandeja con galletitas, sus preferidas. Se inunda de angustia, se sienta en el sitio donde siempre y deja caer sus lagrimas sobre el té frió. Un rato después tomó las llaves, aseguró las puertas y regreso a su casa. No quiso abrir el sobre, lo guardo esperanzado y seguro de que su amiga regresaría. 12 Esa noche, aunque cansado estaba, se durmió muy tarde, varias veces salio de la cama y se asomo a la ventana. Hasta que el sueño lo venció finalmente. En la mañana, muy temprano, sin antes lavarse la cara y cepillar sus dientes, salio a ver si había regresado, pero no lo había hecho. Entonces, Dorian, decidió ir a buscarla, regresaría a la extraña y enorme mansión, estaba convencido de que la señora Rivenson había ido por El. Rememorando la historia hizo lo que en la vez anterior, recorrió las calles y giro en cada esquina de memoria una, dos, tres, y mas veces. En la décima se sentó a mirar a sus cuatro lados, cerró los ojos e insistió en recordar. Pero al abrirlos vio que nada se veía igual, quizás por la hora, quizás por la prisa, y volvió esperando que estuviera en la puerta apoyada en su bastón. Los días pasaron, los pimpollos dieron flores y las flores frutos, estos maduraron y cayeron, pero no regreso. II 13 “La herencia de la señora Rivenson” De la señora Rivenson se sabía demasiado poco. Siempre se la vio sola, nunca recibió visitas, hablaba con las aves y las plantas del jardín, los niños del vecindario le temían. Una tarde vio al pequeño Dorian sentado en la vereda. Dibujaba en el suelo con un palito y tarareaba alguna canción; tenía hambre, su madre había aceptado un trabajo de tiempo completo y debía esperarla para merendar; es que vivían el día a día. De vez en cuando caminaba hasta la esquina con ambas manos en los bolsillos mientras se oía el rugir de su estomago. Sabiendo que estaba solo le dijo: -¿Te importaría acompañar a una anciana a tomar el té?. Ven, tengo galletitas adentro.El se acercó silencioso, con timidez y movió la cabeza en señal de respuesta afirmativa. Ese fue el primer té de otros innumerables y el inicio de una gran amistad. Cierta tarde comenzó a contarle una historia que lo atrapaba en cada entrega. Puede que halla sido inventada pero lo creyó y un día fue en busca del lugar de los hechos. Se encontró con una antigua y enorme casa, oculta y misteriosa. A su regreso ya no hubo quien continuara contándole el cuento, el final, ese que la anciana se llevo con ella, convirtiéndolo en un secreto, como secreto fue el motivo de su desaparición. Años más tarde, solo algunos, no muchos, el ya no tan pequeño Dorian recibió la visita de un abogado que 14 era acompañado por un individuo vestido con traje, sobretodo y sombrero, llevaba una pipa en su boca. Por un momento lo creyó personaje de aquella historia. Mientras leía en una hoja le pregunto:- ¿buscamos a Dorian…?-¡¿Para que lo quieren?!- Respondió con pocos ánimos y a prisa. -Nos urge hablarle, es de suma importancia y…- le estaba diciendo uno de ellos cuando interrumpiéndolos, en tanto arrimaba la puerta, le dijo:- Disculpen no poder ayudarlos-. -Es acerca de la señora Rivenson- replico el sujeto. Dorian mirando a un lado de ellos, al frente, a la izquierda vio la casa cubierta de moho, césped y enredaderas, tan abandonada como vacía, quedo unos instantes en silencio y quietud. -Bien, yo soy el que buscan, ¿que quieren de mi?- dijo con firmeza luego. -Hemos revisado el testamento de la señora en cuestión. Y Ella ha dejado todo a su nombre…- decía el abogado. -Y yo, su sobrino he venido a proponerle un acuerdointerrumpió el sujeto que acompañaba. -¿Disculpe, y quien es usted? –Pregunto Dorian. -Mi nombre es Robert, el sobrino y me gustaría saber ¿cuanto quiere a cambio de renunciar a los bienes que le ha dejado mi difunta tía?- le respondió- y no debe contestarme de inmediato, puede pensar en la suma hasta esta tarde, a las seis, que estaré volviendo, si así lo desea.- íntimo y mirándolo fijamente concluyo:- ¿Qué dice?, por el lugar en el que vive deduzco que no le vendrían mal unos cuantos 15 billetes-. Dorian quedo callado y pensando, no en el dinero, sino en su vieja amiga, no esperaba ese gesto, tal decisión y miro nuevamente al frente, a la casa cubierta por verdes. Pensó en lo mucho que la quería y cuidaba la señora Rivenson, y que habrá tenido suficientes motivos para no dejarla en mano de quien decía ser su sobrino. -Y bien, ¿desea ver ahora el documento de renuncia?insistió el Señor Robert. -No, quisiera ver el testamento primero- contestó. Los dos, con sus portafolios en mano, se miraron con asombro. -Dénos un momento por favor- dijo El y se apartaron a hablar misteriosamente. Instantes luego dijo- Escuche, mi abogado y yo quisiéramos que se tome un tiempo para pensar en la respuesta. De todos modos creímos que no le interesaría una casa vieja, si, el dinero y no trajimos el documento que usted pide. Tome mi tarjeta, estaré esperando su llamado mañana.- Y sin decir mas nada palmeo en el hombro al abogado, y con el, se marchó. Esa noche Dorian oyó pasos afuera, su perro comenzó a ladrar y despertó completamente. Salio de la cama y por debajo de su puerta habían dejado un gran sobre, con uno mas pequeño pegado afuera. Abrió el pequeño y dentro había una nota que decía: “Joven Dorian, he representado los intereses de la señora Rivenson siempre correctamente y ahora no haré la excepción. Supe hoy que las intenciones del Señor Robert no son buenas. Reclame lo que es suyo. En el sobre de papel madera esta la copia del testamento…”. El testamento hablaba de la propiedad situada frente a su casa y otra, cuya ubicación no pudo 16 descubrir. Comprendió que la pequeña residencia no representaría el mayor interés sino la otra. Esta, según la descripción, comprendía 12.000 m2, 500 m2 cubiertos y existía desde el año 1750. Extrañado quedo al no poder recordar nada al respecto, es que la señora Rivenson nunca le menciono que tenia tan enorme casa. ¿Por qué lo oculto?, se pregunto, ¿Qué la llevo a mantenerla en secreto?. Dorian decidió, muy agradecido, recibir su herencia aunque significo, para El, grandes problemas y persecuciones. III 17 “La familia de Dorian” Dorian creció, adquirió prudencia y buen juicio. Mantuvo en secreto el legado, hasta para su familia. Fue padre cuatro veces, de una niña y tres niños, Karen, Steve, Mike y un tiempo después Tom. Formo su familia lejos de sus raíces, se alejo de su madre y hermanos para protegerlos de sus perseguidores. Acepto la herencia de la señora Rivenson, pero no tomo posesión de ella. Con esfuerzo termino sus estudios y adquirió una profesión. En un empleo de baja paga, redobló sus esfuerzos, sufrió humillaciones, soporto hambre y frió; hasta que un día logro su objetivo, por propios meritos adquirió su casa y formo su familia. A la distancia siempre trato de ser feliz y de hacer sentir de ese modo a quienes lo rodeaban, y mantenía la esperanza de volver a ver a su madre y a sus hermanos, que quizás, no lo reconocerían. Con el nacimiento de su tercer hijo apostó por tercera vez a mantener su casa en unión y armonía. Desde hacía ya un largo tiempo las cosas se habían tornado un tanto turbias y difíciles en su matrimonio, trabajaba duro, restaba atenciones y casi no conciliaba el sueño. Las pesadillas habían aumentado y con ello sus nervios. Veía figuras en las sombras y oía voces, ecos en el silencio. Era El, con sus secretos y misterios, imposibles de compartir y debía cargar solo con ellos y con el desgano, el cual trataba de evitar para no causarle a sus niños lo que su padre a El. Esto fue crecer sin una figura paterna, con hambre y en medio de maltratos, 18 solo quedaban en su mente recuerdos imborrables y de disgustos. IV 19 “La noche mas extraña” Estoy aquí, solo papel y lápiz soledad necesito, silencio quiero estremeciéndose esta mi alma debilitado el espíritu tengo. Como látigo golpea la angustia mutilando interiormente mi cuerpo y me abandona compasivamente cuando estoy de cara al suelo. La luna muestra sus encantos en lo mas alto, redonda, blanca con su tenue luz acaricia de la laguna, las oscuras aguas cual destellos su color plomizo desfigura, desquebraja. Solo miro el cielo, y cuento las estrellas, una y mil veces de la más brillante y titilante a la que más lejana se pierde. Me rodean desnudos sauces enormes eucaliptos y alerces soy un punto que contrasta en la inmensidad de matices verdes. La brisa ya no es brisa ya no lo es en este momento no susurra, pues ni acaricia parece golpear feroz el viento. Ahora me recostare en el césped 20 y entrecruzaré los dedos cerrare los ojos, ensordeceré los oídos y las manos pondré en mi pecho respirare muy profundamente exhalare mientras pienso, solo eso pienso. Mas o menos eso fue lo que escribió esa misma noche, ojala el viento no le hubiese arrebatado el papel que en principio, aferro entre sus manos al pecho, para luego quedarse torpemente dormido; por tal razón se perdió el titulo. Eran quizás las 8:15 de la noche, inevitablemente, por la época digo, había humedecido su ropa el roció, que además se había condensado sobre su rostro. “EL Otoño deshojó el almanaque, en tanto Junio y Julio desnudaron las ramas de Agosto”. Estaba entonces en el patio trasero de su casa. Ésta estaba en un suburbio, bastante ameno por cierto. A menos de diez metros de la cerca había una pequeña laguna, hermoso espejo que reflejaba el cielo, que observaba largas horas mientras se apartaba de la realidad, aun, distante de su gusto. El invierno había perdonado ese año a las tiernas hiervas, que aunque emblanquecidas resistieron a la crudeza de las bajas temperaturas, así entonces tomando un abrigo se marchaba a refugiarse bajo las estrellas. Saco su pañuelo y se secó el rostro, se quito el abrigo, lo agito en el aire para sacarle las hiervas y las gotitas de rocío, exhalo una pequeña nubecilla de aliento, metió las manos en los bolsillos, miro al cielo unos segundos, cerro los ojos y dijo: - Señor mío, tu 21 sabes que a veces hago cosas que son injustas para otros, pero trato de encontrar la manera de remediarlo, o al menos eso intento. Ahora, mientras muchos me juzgan solo espero tu perdón…Habiendo concluido, pensó, hasta sintiéndose como un novato: “¿Me escuchará, será que existe?”… Estaba preguntándose, aun con los ojos cerrados y la oyó desde una dirección incierta. Era una voz, que más que una parecían muchas y que dijo:- Dorian, escucho a todo el que con fe, humildad y sinceridad invoca mi nombre en pedido de ayuda. No temas por lo que vendrá, porque estoy contigo.Abrió los ojos, solo pudo ver frente a El, sobre el poste de la cerca, una paloma de exagerado tamaño, como exagerado lo blando y resplandeciente de sus plumas, era como la nieve que se acuna en la cima de un cerro reflejando el sol del amanecer. Miraba el cielo fijamente, extendió las alas, las agitó con movimientos suaves y levantó vuelo. Aleteó hacia arriba, recto, hasta desaparecerse por completo. -¿Qué estás mirando papá?- le preguntó su pequeña hija,- la luna no se ve ésta noche- le dijo creyendo, seguramente que la buscaba. La tomo de la mano y señalando hacia la arboleda le contestó:- Mira Karen, ella esta escabulléndose detrás de las ramas, ¿puedes verla?-¡Es verdad!-le dijo asombrada- pero no podrá quedarse a dormir entre ellas, el viento estará a cada rato despertándola. Vamos a cenar, ya pronto desaparecerá. Mañana volverás a verla.Jalándolo lo condujo adentro. Miró varias veces atrás por si volvía a ver el ave blanca, pero no, miró al cielo antes de entrar, pero tampoco. 22 Alrededor de las 9: oo se sentaron a la mesa, una vez servida la cena, su hija Karen, sus otros dos pequeños, Steve y Mike, y ella, todos inclinaron la cabeza y agradecieron. Había algo que hacia del momento un tanto desagradable, quizás ella era la respuesta. Comenzaron a comer, todos mantuvieron el silencio; se produjeron algunos sonidos como el rechinar de cubiertos sobre la superficie del plato, pero muy debes en cuando. Era tal el afán de no romper la monotonía, que los niños para que se les sirviera nuevamente solo levantaban su plato. Pues así fue en la mesa, la sobremesa, el postre y durante la limpieza, las palabras brillaron por su ausencia. Apenas pasadas las 10:00 llevó a los pequeños a sus camas, se arrodilló entre ellas y oró por bienestar y felicidad. Se aseguro de cobijarlos, les beso la frente y pronunciando un suave, buenas sueños, se retiro. Inmediatamente se dirigió a su habitación, tomo un abrigo y salio al porche. La luna, por supuesto, ya se había ido y la enorme estrella que la escoltaba también. En ese momento tuvo la intención de caminar un poco, pero prefirió no hacerlo para no humedecerse los pies, el roció se había adueñado del firmamento; pero bien, con el silencio bastaba, le urgía tomar una decisión, definitiva e inalterable. Minutos después había puesto la mirada fija al suelo de modo tal que hasta distorsionaba las formas romboidales de los dibujos centrales de las baldosas, cuando de rabillo vio una figura blanca moverse. Levantó la cabeza velozmente, no había sino solo diez 23 jazmines plantados ordenadamente, cinco a cada lado del sendero. Hizo un paso al frente, miró en todas direcciones y únicamente se veían las cercas hasta perderse en la oscura bruma que avanzaba lentamente hacia donde estaba. Quedo confundido, no sabía si todo era producto de su imaginación, lo que oía, lo que veía. Tantas distracciones y sucesos lo alejaron de su objetivo, tomar una determinación, pero sintió escalofríos y se apresuró a entrar. Justo cuando se encontraba con la mano en el picaporte oyó –Dorian, Dorian- . Cerró los ojos. La voz era tan fuerte y profunda que lo paralizo. Al abrirlos la vio en el reflejo del vidrio de la puerta. Aquella figura blanca estaba como suspendida en el aire. No le halló similitud con nada. Giro sin soltarse y ahí ya no estaba. Dejó de sentir escalofríos para experimentar el miedo. La espesa niebla avanzaba, estaba sobre los jazmines y sin dudarlo entró. Estar adentro era para El, a esas horas, desagradable, pero afuera, lo era aun más. Más allá de que los extraños sucesos le habían arrebatado el sueño, el frío lo invitaba a ir a la cama, que albergaba sobre sí a la madre de las tres razones por las cuales seguía inexplicablemente en su casa. Estiró uno a uno sus dedos, se froto las manos y sujeto la puerta para levantarla unos milímetros, así poder evitar el crujir de las pendencieras bisagras que demostrando su enemistad con El, la despertarían. Nada de eso sirvió, si bien logró abrirla ganándole el primer round, la muy caprichosa, apenas la soltó, siguió moviéndose hasta tocar el muro haciendo, 24 desafortunadamente, más ruido del que hubiese hecho de abrirla de un solo empujón. Ella despertó o fingió hacerlo, lo miro, fijo, sin parpadear, pero le transmitió un mensaje, que pudo ver en ambas pupilas: - “Si afuera te asusta, aquí dentro no notaras la diferencia”-. Arrogante le da la espalda; Dorian agradece por tal acción, no hubo discurso, esa noche pudo dormir. En la mañana, esa luz rosada que precede al sol al alba, entro un tanto opacada por las ranuras de las persianas. Creyó que estaría nublado, mas era la niebla que aun no se marchaba. V 25 “Volviendo a casa” Dorian no tuvo otra opción y huyo luego dé aceptar la herencia. En las noticias del día siguiente a aquel en que recibió los sobres, uno de ellos con la copia del testamento, informaron de la muerte del abogado que representaba a la señora Rivenson. Había sido asesinado de forma perversa. Lo encontraron clavado de pies y manos en un tronco a orillas del río; le habían arrancado los ojos y cortado la lengua; las extremidades, quebradas en muchas partes. Al pié del madero, sobre la arena, había una bandeja, amplia, que contenía los ojos, la lengua y entrañas; un corazón extraído casi quirúrgicamente, que al inspeccionar el cadáver se comprobó que pertenecían a él. Además había velas negras que, enterradas en la arena una junto a la otra, formaban una estrella de cinco puntas y con lados cruzados alrededor. En el pecho le habían marcado a fuego una cruz invertida. Este fue otro misterio que no tuvo explicación lógica. Seis años después Dorian decide volver. Hasta piensa que unos días fuera hará bien a su situación conyugal, que la distancia debía mejorar los ánimos. Se despidió de sus tres pequeños y luego de superar tan difícil momento, con lágrimas cayéndole por sus mejillas, alzo su equipaje, subió al taxi y se marcho a la estación de ómnibus. Después de varias horas de viaje y de reflexionar a la espera de grandes emociones estuvo en la tierra que lo vio nacer. Dejo sus cosas en un hotel, se vistió con ropas deportivas y cubrió su cabeza con un gorro con la visera ligeramente baja para tapar, hasta la altura 26 del tabique, su rostro; el bigote y la barba harían el resto. Casi llegando a la esquina, donde se sentaba a la espera de su madre, inclino su cabeza al suelo y metió las manos en los bolsillos. Aminoró el andar mientras observó cada cambio, hasta los de las juntas de las baldosas de las veredas. Lo primero que se veía, de su antigua casa, desde la esquina, es decir, ese viejo sauce, aun dejaba caer sus finas ramas hasta la mitad de la acera. La casa de su vieja amiga se asemejaba a ruinas, desbastadas por la crueldad de los años que trajeron violentos vientos, fuertes lluvias y niños más traviesos capaces de derribar hasta el último cristal. Las enredaderas eran gruesos muros, los musgos habían invadido lo que una vez fue el hermoso jardín y las hojas secas y podridas sobre el hollín formaban un espeso manto sobre las tejas. Sintió pena por tanta desidia, mas fue una tristeza infinita, profunda y permanente al descubrir los escombros de lo que alguna vez fue su hogar. No pudo ocultar más sus sentimientos; se quito el gorro y lo arrojó con el impulso con el que arremetió hacia el interior. Algunos muros en pié vacilaban con el pasar de la brisa; el resto, una montaña de escombros y maderas casi incineradas. Dorian, parado en medio, intentó no perder la cordura, cerró los puños apretándolos hasta el crujir de las coyunturas y sintió como si le explotara el corazón. Se le inundaron los ojos, éstos dieron origen a ríos de angustia cuyas desembocaduras fueron inciertas; y en un rincón se recostó y siguió 27 alimentando el caudal hasta quedarse sin fuerzas, escaso su aliento, desvanecido hasta el sueño. Despertó cuando un débil ray0 de sol le punzó las mejillas y luego se escondió detrás del tronco del álamo. Abrió los ojos, que encandilados dejaron caer las últimas gotas de lágrimas. El viejo árbol ya no era el que recordaba, estaba seco, apenas el tronco con algunas ramas y grisácea sus cortezas. Se había encontrado con nada, aunque con muchos recuerdos escoltando la noche que al caer trajo consigo fantasmas del pasado; voces y enigmas. Lo observó y sumó angustias; cuando éstas ya lo hubieron rebosado giró y dando la espalda se dispuso a irse. En ese momento oyó:-“Dorian, siempre has estado aquí. Entiende, debes perder para ganar, sufrir para alcanzar la felicidad y odiar para entender lo que es amar.-“ La voz se torno mas intensa y profunda, como si le estuvieran gritando justo sobre su oído y continuo diciendo: -“Un día vinieron a presentarse delante de Dios, sus hijos, entre los cuales vino Satanás. Dios le dijo: ¿De donde vienes?. Satanás respondió: De rodear la tierra y de andar por ella. Dios dijo entonces: ¿Has respetado a Job, que no hay otro como El en la tierra, varón perfecto, recto y apartado del mal? Respondiendo Satanás dijo: ¿Acaso Job te respeta de balde. No le proteges a el, a su casa y todo lo que tiene? El trabajo de su mano has bendecido. Pero toca todo lo que tiene y veras si no blasfema contra ti. 28 Dijo Dios a Satanás: He aquí, todo lo que tiene esta en tu mano, mas no la pongas sobre el. Y salio Satanás de delante de Dios. (Job 1: 6-12)” -¡¿Quién, o que eres?!, ¡¿Qué quieres de mi?!- Exclamó Dorian, y al darse vuelta volvió a ver el árbol como en el pasado, frondoso, lleno de ramas y en ellos cientos de verdes hojas. Se sorprendió, se alarmó aunque también sintió alegría. Pero no pudo disfrutarlo por que comenzó a sacudirse como si el viento estuviera envolviéndolo, luego a quemarse y a caer en pedazos. El se protegió la cara con ambas manos, de las cenizas y del calor. De un momento a otro las llamas se redujeron y fue como si las raíces las hubiesen absorbido. Todo quedó en un trozo de tronco, sobre el, aquel añoso libro, al que había olvidado. Humeaba, pero no se había quemado. Lo alzó dudoso, soplo varias veces sobre el y lo colocó bajo el brazo y salió en busca de respuestas. Estando parado en medio de la calle se le acercó un hombre, con un tono extraño, muy diferente al que conocía, le preguntó: -¿Muchacho necesitas algo?Dorian, bañado en sudor y temblando, sin voltearse, sin dejar de ver hacía los recuerdos demolidos, los restos de su vida pasada, respondió:Tal vez si… Dígame, si es que sabe, ¿Qué sucedió aquí?-. -Hace más o menos seis años el joven hijo de la señora desapareció, se comento que recibió una herencia inesperada, que acepto el dinero y que por eso tuvo muchos problemas; fue perseguido, hasta intentaron matarlo. Por esa razón huyó y no regreso más. Era mejor que hubiese renunciado.- le contó el misterioso hombre. 29 -Eso no es cierto- murmuró Dorian -¿Cómo has dicho?. Discúlpame no te oí- dijo el hombre como mostrándose un tanto desorientado. -Sígame contando por favor. ¿Qué sucedió con los que quedaron?... ¿Sabe donde viven ahora?- Contesto con ansiedad, intrigado y El oyó la pregunta y lo observo unos segundos esperando que le devolviera la mirada. Al verlo ido, lejano, temblando como si estuviera congelándose, le dijo:- No creo que sea agradable oírlo, más aun en su estado. ¿Porqué no viene conmigo y retoma la calma?Dorian se impacienta, se atemoriza por lo que sospecha que escuchará e insiste:- Le agradezco. Pero necesito saber. Cuénteme.-Está bien, si eso es lo que quieres.-Dijo y comenzó a contarle. -Un día irrumpieron a horas de la madrugada siete sujetos en cuyas vestiduras tenían símbolos extraños. Se dice que buscaban al joven Dorian, suponían que tenía información que iba más allá de la mística, de lo esotérico y de la lógica. A ella la ataron, y frente a su mirada, impotente y desesperada, torturaron al pequeño que murió por las heridas horas después. A la niña, como en un arrebato, se la llevaron hasta tanto el joven apareciera o su madre les diera información de su paradero. Pero ella no sabía ni tenía como saberlo; le habían dado plazo hasta la medianoche de ese día. Alas tres de esa madrugada golpearon la puerta, cuando abrió vio a la pequeña colgada de una rama de ese sauce, la única que esta seca, esa ahí, ¿la ve? Tenía arrancados los cabellos, estaba envuelta en sabanas empapadas de sangre y las piernas atadas en cruz 30 con alambre de púas. La señora se desplomó y desde entonces permaneció en un estado de inconciencia irreversible, viva sin saber que lo estaba. Dos oficiales de la policía, que liberaron el cuerpo de la niña, dijeron que aun estaba tibio y que en su espalda, en la piel, tenía un mensaje escrito en idioma desconocido, o uno muy antiguo. Hasta manejaron la hipótesis de que el joven ya era miembro de una organización secreta y que estaba directamente relacionado con el hecho.- Le contó, con una sensación de horror, como si estuviera en el mismo día del trágico suceso. -¿Dónde está ella?- Pregunto Dorian muy acongojado. -No se sabe con exactitud, solo que fue internada bajo cuidados especiales y en su momento con custodia policial- Respondió. -¿Que ocurrió con la vivienda? – Continúo en cuestión. -Unos días pasados a ese terrible acontecimiento unos investigadores informaron que hallaron mensajes en las paredes en el interior de la vivienda, escrito con sangre, se concluyó en que era de algún animal, probablemente de cabra, a la cual pertenecería la cabeza que había en el suelo junto a botellas con bebidas alcohólicas y otras cosas rodeados por velas negras, rojas y blancas que formaban un triángulo. Llamaron entonces a un sacerdote que confirmo que eran ofrendas que se realizaban en la antigüedad a dioses paganos, Baal, Belial y Leviathan. Dijo que hubo una sociedad secreta, disuelta hacia fines del siglo IXX, que practicaba rituales similares. Se hablaba de la acción de una secta diabólica. 31 La gente concurrió a la iglesia hasta quienes no la frecuentaban, a reunirse con el clérigo; pasada la medianoche de ese día, a las 3:00, todos los vecinos incendiaron la vivienda. Uno de los que participó, quedó ciego esa misma noche. Se creyó en principio que las llamas lo habían alcanzado, pero solo fue un dicho, por que la verdad, según la iglesia, fue que el caso era digno de un exorcismo. Aunque nunca se logró la autorización para hacerlo.- Concluyo el relato, ese hombre que no logro robarle ni un rabillo de su mirada; e insistió:-¿Está seguro de que se encuentra bien?-Lo estaré; gracias- Respondió y cuando iba a preguntarle si sabía que habían hecho con los cuerpos sin vida de sus hermanos, ese hombre ya no estaba. Dorian se quedó allí, en medio de la acera sin alguna otra respuesta en sus sentidos. 32 VI “La segunda huida” Dorian estaba abatido y sin aliento. El dolor más agudo jamás experimentado lo perforaba en medio del pecho. ¿Qué haría en adelante? Todos peligraban a su alrededor, debía alejarse otra vez. Antes regreso para ver a sus pequeños hijos. Durante el viaje pensó y organizó para que estuvieran sanos y salvos tras su alejamiento. Lloro por ellos hasta el ahogo. Al llegar, apenas abrió la puerta halló una hoja doblada. Con ella en su mano entro a prisa, casi corriendo, hacia la habitación de los niños. Tuvo un mal presentimiento y ni se atrevía a leerla. Solo vacío halló, dentro de los cajones algunas prendas de descarte. Se sintió sofocado y fue a sentarse al fondo, donde siempre, pegado a la cerca, a observar la laguna, a pensar. Cuando los pensamientos fueron confusiones y causas desordenadas, tomó coraje y desdoblo la hoja para leerla. En pocas líneas decía: “Dorian, sebes lo que significas para los niños, pero aun así, no dejaré que los lastimes. No se que ocultas y ya no quiero saberlo. Solo se que no eres la persona que todos creíamos. No los busques, no lo mereces.” Nada podía hacer para cambiar tal situación, huiría sin antes despedirse. Tomó aquel sobre que había dejado la señora Rivenson antes de desaparecer, el que aun mantenía cerrado, lo guardó junto al viejo libro recientemente recuperado y luego de llenar una pequeña maleta con prendas, se marchó. 33 A dos calles, cuando iba alejándose, vio a dos sujetos. Le recordaron a alguien. Les dio la espalda y trato de recordar. Uno de ellos se acerco por detrás y le preguntó:-¿Conoce a Dorian Frederich?-. “Esa voz, esa voz, la he escuchado entes”- pensó Colocándole la mano en el hombro, el sujeto volvió a interrogar:-¿Disculpe conoce a Dorian…? Supo en ese instante que era el sujeto que aseguró ser sobrino de la señora Rivenson. -No, no se quien esrespondió sin dejar que terminase de preguntar y sin darse vuelta continuó a prisa. Dorian se convenció de que lo único que podía hacer, era alejarse. Para entonces cargaba con más tragedias sin justicia y con más misterios sin respuestas. Pero había perdido a su madre y a sus hermanos, no soportaría, ni se perdonaría perder, también a sus hijos. No tenía dinero, así que tomó un lento andar por la carretera, y así se alejó. 34 VII “Sueño a las 3: 00” Caminó por largas horas hasta que los pies se les adormecieron. A pocos metros vio una pequeña casa, con paredes de barro y techo de paja. La noche estaba a caer y no pudo continuar. Dorian se dirigió a la humilde residencia a buscar resguardo. Golpeó la vieja placa de madera dispuesta a modo de puerta, pero no hubo quien respondiera, agotado se sentó a un lado a esperar. La luna hacía dibujos con las suaves sombras de las ramas que danzaban con el soplar del frío viento sur. La puerta se abrió y Dorian en un sobresalto se levanto. Miró hacia el interior, solo vio oscuridad a un lado y al otro.- ¡Hola, ¿hay alguien aquí?!- pregunto. Sin haber recibido respuesta entró. En medio de la oscuridad alguien lo tomó de la mano. Intenta soltarse, pero esa fría mano parece tener cerrojos en cada articulación, y le dijo:- Dorian, ¿No crees que ya has perdido demasiado?. Huir no te alejara del pasado, el pasado es la clave a tu presente. Tienes en tus manos tu futuro. Debes terminar aquello que iniciaste. Recuerda, debes perder para ganar, debes sufrir para alcanzar la felicidad y debes odiar para saber lo que es amar. Solo un hombre de corazón humilde puede lograrlo.-. Le soltó la mano, y cuando esto aconteció, despertó. Dorian se había dormido; miró su reloj, eran las 3:00 exactamente. Fue un sueño extraño. Se levantó, la puerta estaba abierta y entró. Aparentemente hacia tiempo que habían abandonado el lugar. Buscó unas 35 velas y con que encenderlas, y creyó que era el momento de leer la carta de la señora Rivenson. Se sentó en el suelo, en un rincón y abrió el sobre. Halló dos hojas, una más antigua que la otra. La primera era una especie de croquis, hecho a mano, de una enorme casa. En la otra decía: “Busca al final del camino, hallaras el origen del misterio. Si lo encuentras, eres el elegido, para expulsar los ángeles caídos; madruga y mira al Oeste, busca debajo del lucero; abre la puerta al pasado y cierra las puertas del abismo. La serpiente es un demonio y la clave por la cual se entra”. VIII 36 “Amor prohibido” En su alejamiento Dorian sintió la necesidad de localizar a su padre, quizás este podría enmendar sus faltas ayudándolo. Fue después a buscarlo a la ciudad donde creía que estaba. Distancias a píe mas distancias recorridas con la ayuda de un alma caritativa lo condujeron a cercanías de la casa de su tía. Su tía, la hermana de su padre le presto los oídos para su desahogo y le ofreció alojamiento. Permaneció tres semanas ahí. En la mañana del día siguiente vio a Stefany, su prima mayor, la que como a todos no veía hacia más de una década. Ella apenas entró, sin siquiera cerrar la puerta quedó, mirándolo fijamente en tanto los presentaban. Se acerco a la mesa sin dejar de mirarlo, soltó sus cosas y de inmediato lo abrazó, extrañamente, como lo hace quien ha echado de menos al otro. En horas de la tarde Dorian, un poco cansado, hasta un poco deprimido, se recostó y se adormeció. Al abrir los ojos, Stefany estaba sentada al borde de la cama, colocándole un brazo por encima, le pregunto.“¿Cuánto tiempo te quedaras?”-Aun no lo sé-Le respondido en tanto intentaba acomodarse sin devolverle la mirada. Ella, entonces, como acariciándolo en la mejilla, lo giró, lo bezo en la otra, sonrió y se fue. La actitud de la prima mayor fue tornándose cada vez más extravagante aunque prefirió sobrellevarla sin dar más importancia de la que daba a todos lo sucedido recientemente en su vida. Sentía más 37 tristezas que alegrías, un dolor que parecía no tener alivio y un vació difícil de llenar. Dorian vio en Stefany una compañera, pero Ella en El, algo más; tanto así que si salía algunos minutos, salía a la calle a buscarlo; el solo hecho de imaginar que debía marcharse, la desesperaba. Por las noches lo observaba mientras dormía y entre el brote confuso de sus sentimientos, lloraba sin consuelo, hasta después de recostarse en su almohada. Debajo de ésta tenía una prenda rociada con su perfume; se dormía abrazándola. Pronto no se molestó en ocultar sus sentimientos, los expresaba en sus caricias, en sus abrazos y en sus celos. Pretendía la atención de Dorian solo para Ella. Durante la segunda semana Jazmín fue dejando a un lado la indiferencia, se acercó y desato aun más los celos de su hermana. Una noche llego a su casa con una amiga a la cual concedió su cama y surgió un pequeño interrogante, ¿Dónde dormiría Ella? Con Stefany no podía, es que estaba enojada, púes así que, en pos de la buena relación que estaba iniciándose con Dorian, optó por compartir la cama con El. Se acostó junto a su primo, vestida para no crear malos entendidos, no entre ellos, sino entre los demás. Estaban frente a frente, apenas podían verse con el reflejo que ingresaba de la luz del pasillo, pero podían sentir su respiración, cada vez mas cerca, cada vez más agitada. Sin mediar palabras fueron juntando sus labios con suave lentitud, los apretaron mutuamente. Con los dedos dibujaron el contorno de sus cuerpos, los enredaron en los cabellos y luego recorrieron el camino que llevó a sentir los lugares desconocidos, íntimos y prohibidos. 38 Por un momento quedaron inertes, ¡¿Qué estaban haciendo?!. Hubo un grito interior que sacudió a ambos desde las profundidades del pensamiento. Sus prendas vieron desparramadas, hasta la más intima. Quizás ese era el preciso momento para volver atrás, pero ya no eran dueños ni del pensamiento, de los sentimientos presos estaban. No valía, para ellos, nada lo que los unía desde sus nacimientos; no existía nada ni nadie más en esa habitación, ni en el espacio mismo. Definitivamente no había quien pudiese apagar el fuego en que estaban envueltos. Se necesitaban, se deseaban; besos y caricias no fueron suficientes y se animaron a más. Se unieron y fueron uno, sin restricciones, sin perjuicios, con una pasión desenfrenada que sello un pacto irrevocable entre los dos. Hicieron el amor como si fuera la última vez que lo harían. Disfrutaron cada segundo y cada segundo fue un intenso recuerdo. Después de eso todo y todos quedaron al margen, solo buscaban encontrarse fuera o quedarse solos después de la cena para no dejar que el deseo se apagase, el deseo que los transportaba a un mundo mágico, intimo y secreto. Noche a noche fusionaron su carne en un solo cuerpo, la luna los vio moverse, también lo hizo el sol, que una mañana envidia sintió de ellos, era más fuerte su brillo, ardían de pasión, con su fluir marcaron las sabanas y con su gemir llenaron de versos la habitación. Un romance a escondidas. Dorian y Jazmín estaban seguros de una sola cosa, que iban a luchar por 39 mantenerse unidos, ganarían la guerra, así no lo aceptasen. IX “Tentaciones” 40 Ese romance secreto, quizás no lo era tanto. Despertó alguna que otra sospecha en la tía de Dorian y con el fin de distanciarlos y ver su reacción, llevó a Jazmín a un viaje por unos días. Eran quizás las 2:00, todos disfrutaban del placer de soñar; excepto Stefany. Mientras todos dormían Ella se acerco a Dorian, acarició su pelo, tocó suavemente con un dedo sus labios, lo contempló dormir por varios minutos. Se arrodillo a un lado de la cama, no podía alejarse, tenia ganas de quedarse allí y que la noche fuera interminable. Estaba solo para Ella y eso le provocaba sentimientos que impacientaban hasta el más oculto de sus pensamientos. Sin poder, tal vez hasta sin querer evitarlo, sus caricias llegaron al pecho. El seguía profundamente dormido, más Ella disfrutaba, recorriéndolo, cada momento. Stefany sintió un palpitar incesante al que no le era posible controlar. Así se acostó junto a Dorian, pasó una mano por encima y le entrelazó los dedos en los cabellos; beso sus mejillas como cual brisa pasa entre las hojas en primavera; rozó sus labios desde el cuello hasta el hombro dejando rastros húmedos, huellas de un deseo profundo. Se quitó la ropa, casi hasta la desnudez, se posó encima de El. Flexionó las piernas presionándolo hasta la cintura y apoyo levemente los brazos a cada lado de sus hombros. Fue dejándose caer paulatinamente hasta tocar con los pechos el suyo, con el cabello le cubrió un lado de la cara y los labios siguieron las huellas, para ella imborrables, que condujeron al punto de conexión. Estaba casi a besarlo. 41 Dorian abrió los ojos, -¡Stefany, ¿Qué haces?!- le dijo suave, pero con asombro. -Perdóname, soy una tonta. No pude resistir, intente que esto no pasara, pero es más fuerte que yo.- le respondió y se sentó a su lado. Una tenue luz entraba desde la calle por la ventana y pudo verlas. Unas lágrimas que brotaban del profundo pesar en sus ojos y caían sobre su pecho. Dorian se levanto y tomó una sábana. La cubrió y le dijo:- No tienes que avergonzarte por haberte dejado llevar, pero piénsalo, quizás sea una confusión-. Le quito algunas gotitas que le habían quedado aferradas a la piel temerosa de caer e insistió: -Lamento tu confusiónStefany, mientras El le decía esto, miraba al cielo a través del cristal de la ventana. Luego lo miró, se fregó los ojos con ambas manos que les quedaron con un brillo de tristeza y colocándole los dedos en su boca como invitándolo a callar, le susurro al oído, tragando angustia: -No estoy confundida-, apretó la sabana, volvió a dejar caer sus lágrimas y salió corriendo de la habitación. X “Epístola prima” 42 Pasadas tres semanas Dorian debía marcharse. Su tía hacía demasiadas preguntas, insinuaciones respecto a la relación que mantenía con quien fuera su prima, Jazmín. Además sospechaba que Stefany podría sentir algo similar, notó ciertos celos en su comportamiento y exagerada dependencia hacia El. Dorian sabía que no aceptarían, que verían mal y condenarían social y religiosamente que amase a su prima, como Ella a El. Por otra parte Jazmín aun no cumplía la mayoría de edad, era otra batalla perdida, en ese momento. Fue así entonces que con aires de derrota decidió partir. Antes de hacerlo la abrazo, lloró tanto como ella y al oído le dijo: -Te amo, todo saldrá bienJazmín beso, apretó y mordió sus labios, ambos se resistían a dejarse. Ella introdujo un pequeño papel en su bolsillo y El salió. A minutos de haberse alejado saco el papel, la primera carta y única carta de amor y leyó que en el decía: “Te amo con toda mi alma, cuando te tengo junto a mi me siento como nunca lo imaginé, es como estar soñando despierta. Tu nombre corre por mis venas, eres lo más hermoso e importante que la vida me pudo dar… Los días serán largos si no te tengo, esperaré con ansias el momento de poder volver a sentirte mío. Me he dado cuenta, estoy segura de que lo que siento es verdadero… Pienso en vos todo el tiempo, ruego que en un abrir y cerrar los ojos estés frente a mi… Jamás me preguntes por que te amo tanto, porque no puedo explicártelo con palabras. No puedo imaginarme que haría si algún día te pierdo. Nada 43 hace que deje de pensar en vos, anhelo tus besos, necesito tus abrazos, extraño tus caricias… Deseo que seamos libres para vivir y disfrutar lo nuestro; irnos, escapar juntos y jamás separarnos… Nunca olvides que te amo y dentro de mí llevo algo que es nuestro, y que al igual que Yo estará esperando a que regreses. No me olvides, porque yo no lo haré, ni dejaré que lo hagas. Te amo. Jazmín”. XI “El final del cuento” 44 Dorian ha vuelto a su ciudad natal, no lleva equipaje. Solo cartas, un croquis y un libro. Ahora piensa que quizás en el libro hallará las respuestas que necesita. En la noche entró a la vieja casa de la señora Rivenson, busco velas y las encendió; todo estaba como en aquellos días, aunque con gruesas capas de polvo. Cubrió las ventanas con mantas y se sentó en la mesa donde compartían el té. Coloco el viejo encuadernado entre las dos tazas, que eran en ese momento el hogar de pequeñas arañas, y la bandeja llena de diminutas migajas a punto de ser llevabas por las hormigas. Se tomo unos minutos para observar a su alrededor y asimilar que había vuelto. Camino hasta la sala, mientras su garganta iba siendo estrangulada por las sensaciones que iban subiéndole desde el estómago y presionándole el pecho. Casi explotaba de tristeza y angustia, temblaba por tantos nervios. Hasta que algo lo detuvo, tuvo dificultad hasta para hablar, enmudeció al verla. La señora Rivenson estaba parada al umbral, mirando, como a la espera de alguien. Levanto el bastón, apuntó en dirección a El, que cayó de rodillas, quizás por la impresión. Cuando Dorian levantó la mirada vio todo como en sus días de niñez. Se dirigió al comedor a buscar el libro, incrédulo aún a pesar de lo que veía. Pero faltaban cosas por ver; en la mesa estaba la anciana y el pequeño Dorian. Era como si El no estuviese ahí. -¿Donde has estado pequeño?- pregunto Ella. -Fui a dar un paseo y sin querer me tardé- Contesto el niño. 45 -Me tenías preocupada. Ahora bien, aquí tienes. Mientras lo bebes y comes tus galletitas favoritas, te seguiré contando el cuento. Y lo que es mejor, el final.La señora Rivenson levanto su taza, se acomodo hacia atrás y por encima de sus lentes lo miró a El que permanecía inerte contemplando la escena, viéndola y viéndose a si mismo. Ella sonrió, tomo un sorbo de su té y continuó:-¡¡¡ Bueno, bueno, bueno!!!. La noche estaba a caer y la tarde se iba con la crueldad de la melancolía. El Señor Olson se sentía solo, era demasiado grande la mansión para él, no se recuperaba aun de sus perdidas, la ultima, la de su madre. -¿Que le sucedió a su madre?- Interrumpió el pequeño. -¡Ah!, pensé que te lo había contado. Cuando El regreso de su viaje a España, esto fue siete años después de haber partido, encontró a su madre muy decadente y triste. No solo por su ausencia, sino también por la de su padre que se había embarcado en su búsqueda y jamás regreso. Esa noche, la de su llegada, le pidió la bendición antes de ir a dormir como era costumbre. Ella apoyó la mano en su cabeza y fue ahí que cayó hacia delante y murió.- Le contó a la ligera y continuo diciendo: -Había pasado un año de aquello; se paraba El en el balcón a ver caer el sol que le llevaba en cada atardecer un trozo de su alma. Cuando su vida estaba casi en penumbras el amor llegó, aunque en principio no supo que se trataba de el. Uno de esos atardeceres lo visito la señorita 46 Judith Olson, pronto fue habitual que se reunieran hasta para cenar. Esa habitualidad, más esas cenas a solas despertaron en los dos el bello deseo del amor y una noche se unieron en un lecho de pasiónRelataba esto la señora Riv., cuando el pequeño Dorian alejando la galletita de su boca y dejando la taza en la mesa, pregunto:-Se unieron, ¿como?Ella muy rápido dijo:- Como lo hacen dos personas que necesitan sentirse cerca uno del otro, tanto que parecen estar pegados.-Pero bien, la madrugada los encontró desbordados de cansancio y abrazados se durmieron. En la mañana, al despertar los dos se miraron como si extraños fueran. Pero no era así, sintieron temor por amarse con el modo exagerado en que lo hacían, porque sabían que no los aceptarían y sufrirían por eso. La señorita Judith se vistió a prisa y salió corriendo. El la observo desde su ventana, Ella se detuvo antes de alejarse y le dejó un beso al aire y su pañuelo sobre un jazmín. El Señor Steban, así se llamaba, quedo solo otra vez, triste y con su alma agobiada. Se recluyo en su habitación, jamás abrió las ventanas y nunca nadie las pudo abrir. En los siguientes atardeceres el sol se llevo hasta el último aliento y se dejo morir. Hoy, El aun se encuentra ahí, sin poder amar y sin haber podido ser feliz. La señorita Judith dio fruto de su amor, tuvo un hijo al que dio por nombre Esteban y fue quien heredo todo, lo que se puede querer y lo que no, hasta lo que no puede verse, ni tocarse, pero si sentirse – Dijo como dando énfasis en la última frase. Apoyo sus 47 manos en el bastón y se paró. Tocó al pequeño que desapareció en ese instante y se dirigió hacia Dorian; con su helada mano, lo tomo del brazo y mirándolo a los ojos le dijo:-“Recuerda, no puede verse, ni tocarse, pero si sentirse-“, luego desapareció de su vista dejándole en la mano su bastón. XII “La secta de Cleofás” 48 Se dirigió a buscar el libro, descubrió que tenia encima una medallita que representaba la estrella de David, y dos cintas rojas marcando cada una un texto en particular. El primero decía: “…Al llegar Jesús a tierra vino a su encuentro un hombre de la ciudad, endemoniado desde hacía mucho tiempo; y no vestía ni moraba en casa, sino en los sepulcros. Este, al verlo, lanzó un gran grito y postrándose a sus pies exclamo a gran voz:¿Qué tienes conmigo Jesús, Hijo del Altísimo?. Te ruego que no me atormentes-, porque mandaba al espíritu inmundo que saliese… Y le pregunto Jesús, diciendo:-¿Cómo te llamas?-, y el le dijo:- Legión-… (Evangelio Según Lucas 8:2630).” Aquel hombre, joven, se llamaba Cleofás. Desde entonces siguió a Jesús silencioso y a la distancia; en las predicas, en las persecuciones, fue, secretamente, un discípulo más. Fue en la ocasión en que se encontraba Jesús orando en el Getsemani, cuando vio un espectro, como un manto oscuro sobre él, en tanto se mantenía postrado de cara al suelo. Cleofás, a solo unos metros, observó detrás de un gran árbol. Oyó a Jesús hablando con profunda angustia, con palabras cuyo eco iba convirtiéndose en ensordecedor murmullo. A un lado yacían sus discípulos dormidos, mas él no sintió recelo y fue acercándose lentamente. Estaba a cinco pasos por detrás cuando llegó a sus oídos un susurro, los árboles se sacudían sobre él, pero el susurro era aun mayor. 49 No entendió lo que esa voz lejana le decía. En ese momento una luz resplandeciente, enceguecedora, se posó sobre Jesús (Lucas 22:43) y el espectral manto oscuro se movió fugazmente directo a Él, aislándolo del resplandor y dejándolo casi inconciente. Cuando reaccionó había soldados rodeándoles. “Pero cierto joven le seguía, cubierto el cuerpo con una sabana, y le prendieron; más el, dejando la sabana, huyó desnudo”. (Frag. Evangelio según Marcos 14: 51, 52). Algunos meses posteriores a la ascensión, Cleofás emigro a Roma. En cierta ocasión su destino se cruzo con el de Pablo, el Apóstol y solo de oír la predica sentía escalofríos, le sudaban las manos y le temblaban las piernas. “Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos buscando reposo; y no hallándolo dice:- Volveré a mi casa de donde salí.- Y cuando llega, la halla barrida y ordenada. Entonces va, y toma otros siete espíritus peores que el; y entrados, moran allí, y el postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero”. (Frag. Evangelio Según Lucas 11: 24-26.) No le encontró explicación al hecho, al tiempo, solo se alejó. Pero saco provecho de la situación, adoptó ciertas formas de aquel Apóstol y comenzó a predicar de una forma que extrañamente llamó la atención de cientos que luego fueron miles. 50 “Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente doctrinas destructoras… Y muchos los seguirán y por causa de ellos, el camino de la verdad será blasfemado”… (Frag. 2 Pedro 2:1-2). Ya avanzado en años, entrado en sus 90, hacia el año 99, había llegado, después de una corta estadía en Austria, a los límites de Alemania. Allí finalizó su larga travesía, estuvo sus últimos tiempos sumando aun más adeptos a su misión. Entre ellos sobresalió uno llamado David, quien fue la mano derecha y el bastón de Cleofás cuyo deceso fue de 97 años. David quedó al frente de la congregación, denominado por muchos “Los endemoniados”. Eran inusuales sus reuniones, oraban a viva voz y los espíritus oscuros se manifestaban a través de las personas, maltratándoles la carne y resistiéndose a abandonarlos lanzando gritos y maldiciones. -Maestro, dime que hacer- dijo David a mitad de la reunión.-¡ Cleofás, dime que hacer!- Exclamo levantando la voz y con las manos en alto. Dándole la espalda a los presentes, se arrodillo ante el sepulcro sobre el altar, cruzó sus manos por detrás y apoyó la frente sobre el piso. En ese momento los largos lienzos colgados a modo de cortinas comenzaron a sacudirse como dando latigazos. El individuo en trance tembló vorazmente; David se levantó y le impuso las manos sobre la cabeza y dijo:¡El Señor, Maestro en espíritu, te llama a unirte a El. 51 Sea todo como ha dicho para fortaleza de nuestra Legión!-. Inmediatamente, el silencio, la quietud y el asombro, invadieron la sala y aquel sujeto cayó como privado de toda función vital. Aquellos acontecimientos fueron comunes dentro de los templos pertenecientes a este movimiento religioso. David murió de 97 años, otro quedó en su lugar, luego otro y otro, y siguieron expandiéndose en gran manera por toda Europa. XIII “El discípulo amado” 52 El segundo texto hablaba de un joven aprendiz de religión, y decía: En 1869 un joven, de 22 años aproximadamente, se embarcó en un largo viaje hacia España, En su país, en América, no habían podido curar la extraña enfermedad que lo agobiaba en su corta edad y movido por rumores de que había un movimiento religioso donde muchos eran liberados y sanados, se embarcó. Steban, ese era su nombre, habiendo llegado, fue llevado ante quien estaba al frente en esa ciudad, en esos días. Este era Elías, que luego de interrogarle respecto a su aflicción y lucha le dijo:- Querido mío, si crees, El tendrá poder para hacerlo.En medio del servicio, así se denominada a la reunión para entonces, Elías pidió a los congregados que con fe levantasen las manos en dirección a Steban y repitieran con el la oración, y continuó diciendo:¡Señor nuestro, te pedimos que si hay un espíritu perdido en este joven lo erradiques como tu sabes hacerlo!- Colocó sus manos sobre El, una en el pecho y otra en la cabeza, y he aquí que comenzó a sacudirse, a hablar en un dialecto desconocido con vos como de bestia, los ojos se tornaron dos profundas esferas blancas y de su boca brotada una espesa y abundante baba. En tanto todos oraban incesantes a una voz, vieron que aquel espíritu daba sus últimos gritos de derrota, Elías preguntó:-¡¿Quién eres?!El demonio respondió:-Deja de atormentarme, no ves que es tarde para éste débil joven!!!53 Insistiendo, exclamó:-¡Dime como te llamas!, y te enviaré a donde perteneces.-El Eh Nahum, El Eh Nahum!!!- respondió y luego fue aminorando su gruñir. Y sin mediar más palabras Elías conjuró:-¡Te ordeno, por la autoridad que Cleofás os da, que abandones ese cuerpo mortal y vallas a donde perteneces. Esto sea para fortaleza de nuestra Legión!Y fue en ese mismo instante que el demonio dio un agotado gemido y dejándolo vacío de fuerzas lo abandonó. Steban libre de posesión demoníaca y de enfermedad se unió a la congregación, no oyó comentarios contrariados, ni dio importancia a las acusaciones recibidas; dejo de tener como prioridad a su propia familia. Con el pasar del tiempo adquirió sabiduría y con ella los dones para ser líder. Y lo fue, se convirtió en el sucesor de Elías, era su mejor discípulo, sus ojos y sus pasos en la vejez, y a diferencia de los demás, inclusive de su antecesor, se decía que podía comunicarse con el mismo Cleofás. Pasados algunos años y tras la muerte de Elías, Steban decide abandonar el núcleo religioso y regreso a su país de origen, aunque no lo hizo solo.” Antes de que pudiera cerrar el viejo encuadernado una hoja se desprendió, cayó, haciendo piruetas, entre sus pies. En esta había solo algunas líneas que decían: -He puesto en manifiesto de puño y letra las cosas que acontecieron en los días en que mi señor vivía, por las cuales se le era negada la luz, por las cuales muerto esta en tinieblas. 54 Partió hace un tiempo siendo un muchacho enfermo y abatido, aunque no tenia apagado su brillo, en sus ojos podía verse bondad. Regreso sanado, pero hasta en su mirar apagado, mas no brillaban sus ojos, podían verse en ellos dos profundos y vacíos abismos llenos de frialdad, de maldad. Las perdidas lo ayudaron a encontrarse, pero ya era tarde, su cuerpo era el hábitat de demonios, su alma una herida que lo desangró lenta y dolorosamente y su espíritu un sepulcro en el que los muertos no han muerto y los vivos padecen. Soy un simple mayordomo, nada tengo con el linaje de mi señor, pero no puedo concluir mi pasaje terrenal sin antes dejar testimonio para aquel que si lo sea, para que pueda evitar la caída tras el peor de sus tropiezos. Ese será quien pueda ver, leer e interpretar estos manuscritos, que guardare conmigo hasta el día que su sangre sea derramada en estas tierras. Habiendo terminado de leer esto esa hoja resbaló de entre sus dedos y comenzó a girar, del mismo modo que sucedió con todas las otras que fueron desprendiéndose del encuadernado formando un tempestuoso remolino que apagó su vela y de en medio apareció aquel sujeto que lo atemorizo en su primer visita a la mansión. Este hizo un gesto de reverencia y dijo: finalmente soplo y apago la vela que llevaba, y tras la extinción de la tenue luz, también desapareció. 55 XIV “De regreso al misterio” Dorian se había adentrado en la lectura de los viejos escritos y comprendió lo que el Señor Steban había hecho en su paso por España. Comenzó a ver relación 56 entre aquello y la trágica muerte de su madre y hermanos y decidió firmemente que, por la memoria de ellos, debía llegar al final del misterio. Pero, cual era la relación con la señora Riv, esa incógnita también lo inquietaba. Y, porque a El le sucedieron y sucedían todas esas cosas, por todo esto ya no había nada que pudiera detenerlo. Colgó la medallita en su cuello, empuño el bastón y salio con el propósito de encontrar, como fuese, la gran mansión. Mientras caminaba, la noche se volvió más oscura que al principio; las nubes cubrieron el cielo poco a poco y daban vueltas como enloquecidas esperando destellos de una tormenta. Oyó sus propios pasos que en la soledad de las calles, parecían galopes de corceles asustados. Miraba a un lado y a otro, se creyó perdido, casi como aquel niño que una vez volvía a casa asustado. En un instante dio crédito a que había acumulado demasiados pasos y se detuvo. Miro cada detalle a su alrededor, las columnas luminosas, las fachadas, los árboles y las encrucijadas; no logro ubicarse, respiró muy profundo y al cielo levantó la mirada. Quedo boquiabierto al ver aquella enorme figura blanca sobrevolarle. Flameó como en un aleteo sobre Dorian por un momento y se movió hacia el Oeste lentamente y con pausas como esperándolo. Así lo entendió y fue tras ella sin quitarle los ojos de encima. Su guía fantasmalmente blanca desapareció de improvisto y El, al bajar la mirada vio que se encontraba frente a un enorme portón continuado a ambos lados por un extenso, gigantesco y maltratado 57 muro. Sobre el suelo tendido un desnudo y viejo sauce llorón; entrelazadas en las oxidadas y corroídas hojas, espinadas enredaderas. Con ellas tuvo que luchar para abrirlas y entrar. Parecían resistirse al hecho de tener que separarse. Ingreso caminando cuidadosamente, cien metros distaban a la monumental construcción y los hizo abriéndose el paso entre la maleza. A un lado del sendero había algo así como un arbusto invadido por helechos trepados a sus secas ramas; vio entre ellas vestigios de un trozo de tela que quito de un tirón. Continúo y un aroma lo compenetró. Acercó la tela a su nariz, y aunque su aroma era similar no era tan intenso. Miró atrás y aquel arbusto estaba como a mitad de la primavera, se había convertido en un frondoso Jazmín. A medida que fue acercándose tuvo una extraña sensación; le sobrevino, en lo que dura un suspiro, una profunda tristeza que no lo abandono sino hasta que estuvo en el umbral de la enorme puerta de entrada. Allí con diferencia de espacio de tan solo un paso podía sentir un frió que helaba hasta sus huesos. Comenzó a temblar, y retrocedió. En ese momento, en medio de un fuerte crujir, la puerta comenzó a abrirse. Se acerco con asombro y hasta, quizás, con un poco de espanto. El ruido fue perdiéndose en ecos lejanos en el abismo de la oscuridad. Pensó por un momento en marcharse con rapidez, en huir, pero un brote de valor lo lleno y decidió entrar. Cuando estuvo en el centro de la sala, velas a medio derretir se encendieron como habiendo recibido, de un remolino de fuego, sus pequeñas llamas. Estaban en 58 un gran candelabro, sobre sus largos brazos, y rodeadas por campanas azules de vidrio labrado. A su alrededor había altos ventanales con diez cristales cada una. En el de la izquierda a la escalera había ilustraciones de seres espectrales, y en el de la derecha ilustraciones de seres en sus momentos más desesperantes de sus vidas cuyas expresiones le transmitieron sensaciones horribles que lo transportaron a otro tiempo. Le pareció tan real ver a toda la familia sufrir el uno por el otro condenados a verse arder sin poder ayudarse mutuamente. Un fuerte ruido, un golpe en algún sitio del primer piso lo exaltó y volvió a su tiempo. Observó luego a su izquierda, distinguió que una de las imágenes era idéntica a la que lo guió hasta allí, solo que oscura y tenebrosa. Subió por las escaleras, ahora sin las hilachas de lo que fue una fina alfombra roja, solo mármol cubierto por polvo y hojitas secas molidas, y se detuvo frente al cuadro. Saco un pañuelo, comenzó a quitarle la suciedad y descubrió el retrato de un individuo vestido con una especie de sotana negra con una amplia capucha que no dejaba ver su rostro, y en su mano derecha un báculo. Contempló la tenebrosidad de la imagen por algunos segundos. XIV “De regreso al misterio” Dorian se había adentrado en la lectura de los viejos escritos y comprendió lo que el Señor Steban había hecho en su paso por España. Comenzó a ver relación entre aquello y la trágica muerte de su madre y 59 hermanos y decidió firmemente que, por la memoria de ellos, debía llegar al final del misterio. Pero, cual era la relación con la señora Riv, esa incógnita también lo inquietaba. Y, porque a El le sucedieron y sucedían todas esas cosas, por todo esto ya no había nada que pudiera detenerlo. Colgó la medallita en su cuello, empuño el bastón y salio con el propósito de encontrar, como fuese, la gran mansión. Mientras caminaba, la noche se volvió más oscura que al principio; las nubes cubrieron el cielo poco a poco y daban vueltas como enloquecidas esperando destellos de una tormenta. Oyó sus propios pasos que en la soledad de las calles, parecían galopes de corceles asustados. Miraba a un lado y a otro, se creyó perdido, casi como aquel niño que una vez volvía a casa asustado. En un instante dio crédito a que había acumulado demasiados pasos y se detuvo. Miro cada detalle a su alrededor, las columnas luminosas, las fachadas, los árboles y las encrucijadas; no logro ubicarse, respiró muy profundo y al cielo levantó la mirada. Quedo boquiabierto al ver aquella enorme figura blanca sobrevolarle. Flameó como en un aleteo sobre Dorian por un momento y se movió hacia el Oeste lentamente y con pausas como esperándolo. Así lo entendió y fue tras ella sin quitarle los ojos de encima. Su guía fantasmalmente blanca desapareció de improvisto y El, al bajar la mirada vio que se encontraba frente a un enorme portón continuado a ambos lados por un extenso, gigantesco y maltratado muro. Sobre el suelo tendido un desnudo y viejo sauce 60 llorón; entrelazadas en las oxidadas y corroídas hojas, espinadas enredaderas. Con ellas tuvo que luchar para abrirlas y entrar. Parecían resistirse al hecho de tener que separarse. Ingreso caminando cuidadosamente, cien metros distaban a la monumental construcción y los hizo abriéndose el paso entre la maleza. A un lado del sendero había algo así como un arbusto invadido por helechos trepados a sus secas ramas; vio entre ellas vestigios de un trozo de tela que quito de un tirón. Continúo y un aroma lo compenetró. Acercó la tela a su nariz, y aunque su aroma era similar no era tan intenso. Miró atrás y aquel arbusto estaba como a mitad de la primavera, se había convertido en un frondoso Jazmín. A medida que fue acercándose tuvo una extraña sensación; le sobrevino, en lo que dura un suspiro, una profunda tristeza que no lo abandono sino hasta que estuvo en el umbral de la enorme puerta de entrada. Allí con diferencia de espacio de tan solo un paso podía sentir un frió que helaba hasta sus huesos. Comenzó a temblar, y retrocedió. En ese momento, en medio de un fuerte crujir, la puerta comenzó a abrirse. Se acerco con asombro y hasta, quizás, con un poco de espanto. El ruido fue perdiéndose en ecos lejanos en el abismo de la oscuridad. Pensó por un momento en marcharse con rapidez, en huir, pero un brote de valor lo lleno y decidió entrar. Cuando estuvo en el centro de la sala, velas a medio derretir se encendieron como habiendo recibido, de un remolino de fuego, sus pequeñas llamas. Estaban en un gran candelabro, sobre sus largos brazos, y rodeadas por campanas azules de vidrio labrado. 61 A su alrededor había altos ventanales con diez cristales cada una. En el de la izquierda a la escalera había ilustraciones de seres espectrales, y en el de la derecha ilustraciones de seres en sus momentos más desesperantes de sus vidas cuyas expresiones le transmitieron sensaciones horribles que lo transportaron a otro tiempo. Le pareció tan real ver a toda la familia sufrir el uno por el otro condenados a verse arder sin poder ayudarse mutuamente. Un fuerte ruido, un golpe en algún sitio del primer piso lo exaltó y volvió a su tiempo. Observó luego a su izquierda, distinguió que una de las imágenes era idéntica a la que lo guió hasta allí, solo que oscura y tenebrosa. Subió por las escaleras, ahora sin las hilachas de lo que fue una fina alfombra roja, solo mármol cubierto por polvo y hojitas secas molidas, y se detuvo frente al cuadro. Saco un pañuelo, comenzó a quitarle la suciedad y descubrió el retrato de un individuo vestido con una especie de sotana negra con una amplia capucha que no dejaba ver su rostro, y en su mano derecha un báculo. Contempló la tenebrosidad de la imagen por algunos segundos. XV “El Señor del báculo” Dorian tiene que encontrar pistas. En el primer piso se encontró con un largo pasillo y nueve puertas, cuatro a cada lado y una al final. En medio de la oscuridad comenzó a recorrerlo y a sus espaldas una de ellas se abrió. V0lvió y miró hacia adentro, en el manto negro solo ve una pequeña luz, como la de una 62 luciérnaga, se movía como una de ellas. Entro sin perderla de vista, contorneo sus dos o tres piruetas hasta que se detuvo y se apagó. Ahí había un viejo baúl abierto que arrastro hasta las escaleras. Planeaba como bajarlo cuando vio que el hombre en el retrato apuntaba con el báculo hacia el Oeste. Asombrado bajo, se paro frente a el y dirigió su mirada hacia donde apuntaba. A través de la ventana vio una pequeña iglesia y al volver los ojos al retrato, susto fue poco lo que se llevó. El retratado estaba con ambas manos apoyadas en el báculo, con la capucha levemente hacia atrás dejándose ver los ojos. Los cuales fijaban una penetrante y desafiante mirada bajo el fruncir de sus gruesas cejas. Justo en ese ínterin comenzó a oír gritos, que más que eso eran súplicas y llantos. Todo giraba a su alrededor y callo de rodillas; dejo caer sus cosas, soltó el bastón y se tomo con ambas manos la cabeza. Segundos después todo quedo en silencio, se desplomo entonces con los puños cerrados apoyados en el piso y la cabeza inclinada hacia abajo. Aturdido parpadeo unas cuantas veces hasta que vio con nitidez las inscripciones, abajo, en el centro de la sala. Esto era una estrella de cinco puntas y con los lados cruzados. Era un pentagrama, símbolos de la muerte y del abismo. La atravesaba una cruz que en su trazo vertical llegaba a la puerta. Con las piernas flojas se levanto, retrocedió quizás por inercia hasta quedar involuntariamente con su espalda pegada al retrato. El candelabro empezó a columpiarse marcando los cinco extremos de la estrella; intento correr pero 63 quedo inmovilizado, sintió que lo tomaban del hombro y que le decían: “Legión esta a resguardo y a la espera de ser liberada”. Se desesperó, tiró y forcejeó hasta que logró zafarse. Trató de aligerar el paso cuesta abajo y cuando estuvo situado en el último escalón, del suelo brotaron llamas feroces y rojizas, parecían tener vida propia y seguían el contorno de la estrella de punta a punta, de ángulo a ángulo y de lado a lado. Exhausto se dejo caer. Miro hacia arriba y la figura blanca estaba suspendida encima. Exhaló y cerró los ojos. Al abrirlos todo estaba en calma, sobre el suelo, solo polvo. Dorian se incorporó y miro nuevamente el retrato, ahora ese tenebroso individuo apuntaba su báculo directo a El XVI “El tabernáculo secreto” Tomó la iniciativa y obedeció a la pista del báculo, se dirigió al lugar de plegarias. En la puerta de la iglesia noto una disertación a lo tradicional, había tallada una cruz invertida. El interior no es mas que un espacio vació, no hay bancos, ni butacas, solo imágenes profanas. A la 64 derecha un centinela empuñando una lanza sobre un caballo negro y a la izquierda un ser mitad hombre, mitad carnero. Se erguían ambos como si del lugar, guardianes fueran. Al fondo había, a un lado, un altar triangular, en cuyas tres esquinas había una llamativa copa con el grabado de una estrella en medio de una luna creciente (Isaías 14: 12). En el centro un pulpito con un símbolo aun mas extraño. Tallado tenía una cruz que apuntaba al suelo y era envuelta por una serpiente roja. De pronto el silbar furioso del viento ingreso desde arriba. Dorian miro y en el techo había una cúpula, perpendicular a donde se encontraba parado, que sin cristales dejaba ver un enorme lucero que enrojecía tras cada titilar y recordó: …“madruga y mira al Oeste, busca debajo del lucero; abre la puerta al pasado y cierra las puertas del abismo… Entendió entonces que estaba en el sitio correcto. Miró a sus pies y el piso debajo de El estaba sellado, ninguna puerta, ni abertura alguna. Si aquella frase intentaba orientarlo, justo ahí debía estar la puerta, así que fue por detrás del pulpito y vio que este era hueco. En el centro, abajo, un pequeño cerrojo. Lo giro y tiro con gran fuerza y no consiguió moverlo. …“ La serpiente es el demonio y la clave por la cual se entra”. Esto también debía significar algo, pensó Dorian. Se paro a observar el tallado de la cruz invertida envuelta por la serpiente, y en esta última puso sus ojos. – ¿cual es la clave, cual, cual?- Se dijo así mismo mientras se frotaba con una mano la frente. 65 Después de mirar con concentrado detenimiento, dedujo: - Da siete vueltas rodeándola, en sentido opuesto a las agujas del reloj y se sitúa por encima mirando hacia abajo-. Y solo quedo un minuto mas parado ahí. -¡Eso es!- Exclamo; le dio siete giros en el mismo sentido al cerrojo y lo empujo hacia abajo. Una tapa cayó y El, con ella. Tras la sacudida, adolorido se levantó y comenzó su búsqueda. Todo era similar en tamaño y decoración a arriba, solo había una cosa mas. Era un santuario conformado por telas negras y rojas, y en su interior resguardaba un cofre de madera ensamblado con finas láminas de plata. A cada lado se erguían dos estatuas de oro. Dos figuras bestiales que impresionaban a simple vista. Temeroso evito acercarse y lo toco con la punta del bastón. Apenas lo hizo, este se abrió bruscamente y dejo salir una espesa niebla, como la que vio aquella extraña noche en su casa, que se esparció por toda la dimensión. Comenzó a ver entre mezclado escenas del pasado. En el altar había un hombre predicando a gran voz, puso mayor atención y descubrió que era el sujeto del retrato. Los oradores junto a El eran tres. Cada uno parado en cada esquina sosteniendo en su mano una serpiente a la que extraían el veneno y luego cortaban la cabeza metiéndolos dentro de la copa. Todos repetían “¡¡¡Legión, Legión, Legión!!!”. El orador principal levanto el báculo y apuntando al fondo ordeno: -Tráiganla, el sacrificio de esta noche calmará la ira de nuestro señor. Su dolor, quitara 66 nuestras enfermedades y su inocencia lavara nuestras manos-. Dorian contempla entonces como, dos miembros de aquella religión, llevaban a una pequeña que goteaba sangre de sus muñecas. No se resistía, parecía haberse entregado al dolor. La llevaron sobre el altar y mientras invocaban a su señor, maltrataban su carne y cortaban sus cabellos. Luego la colgaron en un madero horizontal atada de pies y manos con alambres de púas, debajo colocaron las tres copas que fueron acumulando cada gota de sangre que de su cuerpo caían. Cuando se hubieron llenado, las colocaron en su lugar, bajaron a la niña y la acostaron en medio del altar en dirección al vértice central. Y todos a una vos dijeron:-¡Recibe esta sangre pura e inocente,- y los otros tres elevaron las copas, - de quienes esperamos en ti la llegada del elegido y seas liberado del abismo. Para que no castigues la falta a nuestras promesas. Pronto vendrá a ti, pronto!Habiendo dicho esto giraron sincronizadamente y pusieron sus ojos en El y dijeron: -Y hoy quizás sea ese día-. La bruma se disolvió después que todo eso aconteció. Dorian no fue entonces capaz de controlar su ira y destruyo toda imagen colgada en la pared y estatuas, rasgo las telas y quebró los sostenes del santuario, y en el furor de sus acciones cayo de rodillas al pie del cofre, y lloro amargamente. 67 XVII “Al final del camino” Dorian se libera de su furia a través de sus lágrimas. Sale y vuelve a la mansión; se da cuenta que a cambiado el orden de sus acciones y recuerda “Busca al final del camino, hallarás el origen del misterio…”. 68 Debía haber hecho eso primero, pero le surgió otra cuestión, ¿Cuál era el camino? Estaba ya en la puerta de entrada y adoptando, ahora, una actitud desafiante empuño con firmeza el bastón y golpeo el suelo violentamente. Oyó, tras perderse el eco del sonido seco de su golpe, el crujir de una vieja puerta al abrirse. Provenía del primer piso; sube, al pasar frente al cuadro ya no hay nada ahí, y continúa. Se paró al inicio del pasillo, donde había dejado el baúl que ya no estaba, y al final, la última puerta, estaba abierta y golpeaba incesantemente contra la pared. -La ultima puerta, eso es. Este es el camino.- Entendió Dorian que debía atravesarlo y que en la ocasión anterior el abrir de la primera puerta no fue mas que una distracción para que no lo hiciera. Comenzó a caminar y mientras lo hacia las puertas a ambos lados se abrían y cerraban dejando salir sombras que agitaban la pesadez del aire y emitían desgarradores gritos. El, igual continúo, sin darse cuenta, apoyándose en el bastón como si de una necesidad se tratara, pero el hecho fue que cada vez que la punta golpeaba el suelo las sombras se dispersaban. Cuando estuvo al umbral de la puerta, esta dejo de golpearse y todas detrás de el se cerraron definitivamente. No había hecho un paso en el momento que la ventana se abrió, un fuerte viento entro agitando hasta la ultima partícula de polvo de las largas cortinas que acariciaban el piso y dio vueltas, como en remolinos, dentro de la habitación hasta que se fue y tras el las persianas se cerraron azotándose. 69 Dorian que con un brazo se cubría la cara, al percibir la calma, volvió a ver. Era una habitación digna, de un duque por su decoración, de un funeral por la tristeza que se percibía y de un sepulcro por como olía. Camino tres quizás cuatro pasos y la puerta se cerró detrás y giro de inmediato en un movimiento como el buen reflejo manda. Se dio vuelta nuevamente hacia la ventana y lo vio, con ambas manos detrás y mirando por la ventana. Se le acercó y contempló lo que el, a una joven mujer parada en el jardín, junto al jazmín, a un lado del camino, que realiza un gesto mandándole un beso y deja entre las flores de esa planta un sobre. El hombre, con expresiones de tristeza, levantó una mano, pegó la palma al cristal; luego se dirigió a un escritorio, se sentó y escribió. Al terminar colocó la pluma en el tintero y a este, sobre la hoja que a doblado. Saco de su bolsillo un prendedor que le ha dejado Judith, lo palpo entre sus dedos y después mirándolo se fue a la cama. Se recostó y se aferro a la almohada que conservaba aun el aroma de su amada. Dio vueltas, algunas y desapareció. Dorian se abalanzó hacia la cama, en un segundo todo volvió a verse en ruinas y aun se percibe la tristeza y el aire olía a podredumbre. Levantó la almohada y hallo el prendedor que era exactamente igual a la medallita que colgaba en su pecho. Tomo después la hoja del escritorio y en ella decía: “Septiembre 15 de 1878. Sabia, como todo mundo, que algún día perdería a mis padres, pero aunque es un golpe que hiere, duele pero sana con el tiempo. Lo que no sabía es que perdería al amor de mi vida, justo el mismo día en que creí que lo había 70 ganado. Esto es un golpe que hiere hasta mis huesos, mi espíritu y desgarra mis sentimientos. No hay forma de sanarlo, si ella no esta conmigo, no hay esperanzas. Steban”. Terminó de leer y con la congoja que le produjo tales expresiones, fue hasta el jazmín. Ahí encontró un sobre de color rosa, olía a un fino perfume de carmesí y una nota dentro decía: “Febrero 5 de 1879. Te amo con toda mi alma, con todo lo que tengo, mi carne, mi corazón, con todo lo soy. Espero con ansias el momento de poder volver a sentirte mío. Deseo que pudiésemos ser libres para disfrutarnos. Quiero que sepas que te amo y que llevo dentro de mi algo que es nuestro, que será la herencia y el recuerdo vivo de nuestro amor. Guardaré el secreto de que antes de amarnos fuimos primos. Moriré amándote. Judith”. Aun faltaban piezas para armar el rompecabezas de su vida y sus tragedias. En eso vio, por última vez a la figura que, fantasmalmente suspendida, lo condujo nuevamente a la iglesia. Entro y desapareció, finalmente, delante de un viejo armario. Dentro encontró un acta de matrimonio concretada entre Judith Olson y Bladimir Rivenson el día 30 del mes de Mayo de 1879; uno de nacimiento del 12 de Junio de ese mismo año que pertenecía al niño Esteban Rivenson. Llego a la conclusión de que Judith había quedado embarazada de Steban, su primo, y ante la dificultad que le impondría la sociedad no volvieron a verse. Steban murió, ante la falta de herederos directos, los tíos fueron beneficiarios naturales y por ende también su amada, a quien obligaron a casarse con Bladimir, 71 que, por cierto, tenía el mismo apellido que su desaparecida amiga. Y a juzgar por la similitud de la situación y de la carta escrita por su amada Jazmín, ella también estaría embarazada. Dorian suma en esos términos otra razón para librarse de tal pesadilla, una nueva vida que nacerá de su gran amor. Sigue registrando y halla el acta de defunción de Judith, cuya data correspondía al 15 de Septiembre de 1879 y el de unión matrimonial del 3 de Agosto de 1902 entre Esteban Rivenson y Dorothy Frederick, de la cual encontró un diario dentro de una caja. “¡Pero ella era mi tatarabuela!”, pensó y comenzó a ojearlo. La tinta estaba corrida o borrada por las arrugas del papel a excepción de algunas hojas, las cuales logró leer y entre líneas destacables decía: “Hoy 23 de Marzo de 1908 se cumple un año desde que mi querido Esteban partió a Europa y aun no tengo noticias de El. Mi pequeño Francisco lo extraña, igual yo…” En otra hoja, su difunta tatarabuela escribió: -En este día, 21 de Enero de 1910, me han dado a saber que tengo vida en mi vientre y esa vida proviene de nuestra unión a escondidas. No quiero que sea llamado el bastárdo, el hijo del amante. Le daré mi apellido, mas tu eres libre, el no sabrá por mi que eres su padre… ” En una de las últimas, reveló el secreto espiritual de la familia y mencionó lo siguiente: - Me siento vieja y cansada, desde 1951 que anhelo mi descanso, he esperado por 10 años. Mis ojos apenas distinguen el día de la noche. Es hoy una bella tarde de primavera, lo se porque puedo oír el cantar enloquecido de las 72 aves en el jardín y se que no será por mucho mas que lo haga, se que pronto voy a morir y quizás vuelva a ver a Esteban. Lo veré, porque iré a donde esta y si aun no partió, cuando lo haga se unirá a mi. Hoy se y reconozco que hicimos mal y ese mal nos condena, no nos abandona, nos pudre la carne, nos seca el alma y corrompe el espíritu. Ofrecimos sangre ajena, de personas inocentes, ahora pagaremos con la nuestra. Aun así no pudimos librarnos del demonio, cual fiel servís fue el señor Steban, condenando a las generaciones venideras a seguir sirviéndole o a vivir en un mar de fuego de no hacerlo. Pero estoy llena de dicha por la descendencia, mis hijos Francisco y Samuel, mi nieta Juliet y mi nieto Rafael y hoy a nacido mi bisnieto, quien se llamara Richard. Puedo decir que he vivido demasiado, pero Satanás me ha dado tantos años como he necesitado para pagar mis deudas por los favores que me ha otorgado”. XVIII “Genealogía de Dorian” Esta es la genealogía de Dorian. Steban se unió a Judith, hija de Salomé y Josué, sus tíos y murió poco después, pero antes engendró a Esteban, quien recibió el reconocimiento de Bladimir 73 Rivenson que se caso con su madre, fue entonces Esteban Rivenson. Esteban Rivenson se unió a Dorothy Frederick y procrearon a Francisco Rivenson que contrajo nupcias con Dalila Spartan y dio origen a “Juliet Rivenson”, la señora Rivenson, quien no tuvo descendencia. En la ausencia desmedida de su esposo legitimo Esteban (Rivenson), la señora Dorothy Frederick sufrió el flagelo carnal y en un fugaz desliz se unió a Sam Barton y dio a luz a Samuel, a quien le dio su apellido. Samuel Frederick engendró a Rafael, Rafael a Richard y a Josefina que tuvo dos descendientes mujeres, Stefany y Jazmín. Finalmente Richard a “Dorian”, que vendría a ser el varón de la quinta generación. Esta es la genealogía de “Dorian”, tataranieto de la señora Dorothy (Frederick) y bisnieto de Samuel Frederick, el hermano de Francisco Rivenson, el padre de la señora (Juliet) Rivenson. IXX “El elegido” Dorian sabía para entonces cual era su vínculo familiar. 74 Para cuando termino de leer, el cielo al Este se tornaba rojizo, indicios de la noche que se esfumaba. Necesitaba aire renovado y salio. Entre la penumbra del día que quería asomarse y la noche que se negaba a irse, se había quedado con los ojos cerrados aspirando profundamente y tratando de encontrar algo de calma. En ese pequeño espacio de tiempo sintió como le arrebataron el bastón de sus manos, abrió los ojos tan grandes que hasta el búho que lo observaba sintió envidia, miro hacia donde anochece y vio a la señora Riv alejarse con su bastón y mientras la veía oyó: “… madruga y mira al Oeste, busca debajo del lucero; abre la puerta al pasado y cierra las puertas del abismo…”. Alzó la mirada y vio la única y última gran estrella que brillaba, un hermoso lucero que se negaba a darle lugar al sol. Cuando esta titilo por última vez y desapareció tras el ocaso, también la imagen de la anciana se perdió. Corrió hacia ese lugar y encontró una abertura en el suelo. – Me equivoque, - dijo- a esta puerta se referíaBajo, había un túnel que recorrió dudosamente, contó el número de pasos, era de 125. Sabía que estaba cerca de descubrir el misterio. Al finalizar hallo otra puerta similar que daba a una sala. En ella había un gran retrato, idéntico al de la mansión, al pie decía “Esteban Rivenson; 12/6/1879 – 12/6/1907 ”, sobre un pequeño pulpito, en cuyo frente tenía tallada solo una horrible serpiente con siete cabezas, había un librito abierto con una página marcada, en ella escrito estaba: “Ley primera de Cleofás: A todo miembro de esta congregación que no le fuere posible dar un hijo barón en sacrificio, no 75 será digno de la Legión, de entregarse a si mismo a cambio, calmará la ira solo hasta el cumplimiento de su misma edad de la quinta generación. Fue luego detrás del altar y vio un esqueleto con grillas en las muñecas y los tobillos y sujeto, entre los huesos del dedo índice y pulgar, el bastón. Los restos pertenecían a la señora Riv. Se oyen pasos, se acercan varias personas, y Dorian se quedó detrás, escondido. Entran siete sujetos, vestidos como se los había descrito aquel hombre, el día que regreso a su casa y comienzan a hablar entre ellos de manera muy inquietante. -¡¡¡Hoy es el duodécimo día del mes sexto y la quinta generación que nos reclama la Legión no esta!!!Exclamo uno de ellos con una mezcla de ira y de temor. -Si hoy no concretamos el sacrificio, todos lo que hemos ofrendado será en vano. Debe ser hoy, ningún otro día. Ese muchacho nació el mismo día que el mártir Esteban Rivenson, su sacrificio calmo la ira por cinco generaciones. El maestro, espíritu de espíritu, Cleofás también, nació el día 12 del mes 6 del año 9 d. C. hoy debería ser el tercer renacimiento!Continuo diciendo otro de ellos con el mismo timbrar en la voz que el anterior. -Si en la madrugada del día que viene, a las 3 en punto, la sangre del muchacho no esta derramada en las 3 copas del altar, Legión descargara su ira sobre nosotros, todo antes de ser atado y arrojado al abismo por mil años.- Concluyo un tercero, desesperado, casi entrando en pánico. Dorian también esta aterrado y solo. Mira varias veces los restos de su amiga, como pidiéndole apoyo, y en una de esas ojeadas ve un libro detrás. Lo quita y es 76 una Biblia apuntada en dos paginas de su último libro. La abre, justo donde atraviesa una de las cintas blancas, y lee: “…Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia. Pues es numero de hombres. Y su número es seiscientos sesenta y seis. (Frag. del libro de Apocalipsis 13:18). La segunda marcaba lo siguiente: “Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo y una gran cadena en la mano. Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo, Satanás, y lo ató por mil años; y lo arrojó al abismo y lo encerró, y puso sello sobre el, para que no engañase mas a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años… (Frag. del libro de Apocalipsis 20:1-3). Saco la cuenta, 9, año en que nació Cleofás, mas 666, dio que el primer renacimiento fue en el 675 d. C., sumándole a este 666 comprobó que el segundo fue en 1341 y el tercero debía ser en 2007, el año corriente, en el que estaba viviendo. Seguro estaba que no querrían perder la oportunidad y luego tener que esperar 666 años más, con la condena espiritual que eso significaba. XX “La caída de la Legión” Dorian aferra la Biblia a su pecho y comienza a orar a Dios, suplica y pide perdón. Se siente culpable, lo 77 buscaban a El y mataron a su familia en el afán de encontrarlo para llevar a cabo su propósito. Oye un fuerte potazo que interrumpe su oración y en el exalto deja caer el libro sagrado. Este cae abierto en una página donde había recuadrado un mensaje, un versículo que decía: - “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; más el que no creyere, será condenado. Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echaran fuera demonios; hablaran nuevas lenguas; tomaran en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos y sanarán. (Evangelio según Marcos 16: 16-18) Habían entrado abruptamente otra vez aquellos sujetos, uno de ellos traía el báculo, el mismo, el de siempre y con voz potente dijo: -¡¡¡ Hermanos invoquemos a nuestro señor, Legión, que es Lucifer, que es Cleofás!!!- Habiendo dicho esto subió al altar, se arrodillo con el emblema entre sus piernas y los otros seis lo rodearon, y continuo diciendo: - ¡¡¡ Oh dignísimo señor, escucha a los fieles que te siguen, humildes a tu servís. Manifiéstate ahora. Oh señor de este mundo; te abrimos la puerta y colocamos el portal, usa a tu siervo, manifiéstate!!!- . Nada aconteció, así que volvieron a repetir, pero con más ímpetu: - ¡¡¡ Oh dignísimo señor, escucha a los fieles que te siguen, humildes a tu servís. Manifiéstate ahora. Oh señor de este mundo; te abrimos la puerta y colocamos el portal, usa a tu siervo, manifiéstate, ahora manifiéstate!!! -. 78 Aquel o aquello a quien invocaban no dio señales. De esta manera el orador principal se puso de pie, golpeo siete veces con el cayado y por tercera vez repitieron, y al ímpetu le sumaron esos repetidos golpes. Así decían: - ¡¡¡Oh dignísimo señor, escucha a los fieles que te siguen, humildes a tu servís. Manifiéstate ahora!!!…- Cuando Dorian aturdido salio de atrás y dijo:- ¡Basta ya, en este mundo y en los demás hay uno que tiene más poder, del cual ustedes no son dignos, por falta de arrepentimiento!-. Los religiosos se dispersaron abriendo el círculo dejando en manifiesto una expresión confusa, hasta de dicha porque frente a ellos estaba el elegido y de temor, porque se mostraba con una fuerza extraña. La cual debían vencer, ante la ausencia de su maestro, por si solos y poniendo a prueba su fe. Dorian exclamó entonces:- ¡Invoca tú a tu dios y yo invocaré al mío, y veremos quien es el supremo!El religioso, como dando un grito intimidatorio dijo:-¡¿Quién eres tú que vienes a desafiarme en mi propia casa, a profanar el altar sagrado sobre el que estoy parado?!. -YO SOY, EL QUE FUI Y EL QUE SERE. Soy merecedor de desafiarte en tu morada. Si soy vencido te entregare en sacrificio mi cuerpo, mi alma y mi espíritu. Pero si tu dios no es capas de vencerme se ira a donde pertenece hasta que los días de tormento fuesen necesarios-. Respondió Dorian. Sumiéndose en un mar de ira y furia el sujeto se ciñe el cinturón, se acomoda más hacia delante la capucha, apunta hacia El, el báculo, luego lo eleva, levanta su otra mano y a decibeles de voz difíciles de alcanzar, 79 grita: -Señor mío, manifiéstate, he aquí al elegido, que ha venido a ti como se había profetizado. Muéstrale tu poder, hazte presente y te ofreceré su sangre en sacrificio por 666 años más de gloria…-. Y continúo exaltando a la deidad que seguía sin dar señales. -¡Y bien, estoy aquí!. ¡Acaso tu dios no te escucha! Te demostraré que mi Dios no necesita de altares, ni largas oraciones para manifestarse y demostrar su superioridad. Solo has dicho una sola cosa cierta, soy el elegido para liberar a la serpiente del abismo o para apresarla.- Dijo Dorian y con actitud de gran autoridad alzo la Biblia, tomo su medallita, símbolo sagrado del cristianismo y exclamó: - El Dios de todos los dioses, que habita en mi te ordena que te manifiestes ahora, que tomes las almas de estos impíos sin arrepentimiento y te recluyas en las profundidades del abismo, a donde has sido condenado a vivir por tu orgullo y tus engaños. Esto sea en el nombre de Jesús.-. Dicha la última frase apareció sobre el altar, entre ellos una figura sombría y demoníaca como jamás lo hubiese imaginado. Era como un dragón con siete cabezas de diferentes serpientes, que lanzaban gritos y aullidos que sonaban a estruendos. Los siete cayeron postrados de cara al suelo, como si nunca hubiesen visto manifestarse a aquello a lo que servían. La bestia lanzo gritos diciendo: -¡¡¡Apártate de mi Dorian. No me atormentes. Tienes poder sobre mi, pero yo sobre ellos, déjame habitarlos y te dejare en paz a ti y a tu descendencia!!!-. 80 Dorian se había arrodillado, con la medalla entre sus manos y su frente pegada a las sagradas escrituras. Oraba en silencio y seguramente, sin ser perturbado, ni escucho la furia del pequeño discurso. Cuando se incorporó, lanzo la medalla contra la bestia y esta exploto como en una nube de polvo de azufre que cubrió a sus seguidores dejándolos inmóviles, sin vida en la posición en que se encontraban. Cierra los ojos producto del impacto, escucha como caen cosas a su alrededor en medio de una ráfaga de viento que, en un fugaz azote, lo envolvió y tiró al suelo. En ese instante escucha el sonar de unas campanas. XXI “Los engaños del dogma” 81 Contempló el desastre luego, la destrucción de esa morada, siete sujetos como estatuas encorvadas y la puerta por la que había ingresado, no se hallaba. Para salir, debería usar entonces la puerta por donde ingresaron los desafortunados adoradores de Satán. Tras esta había una escalera ascendente, que lo condujo hasta otra más pequeña. Por esta ingresó a un angosto pasillo por el que, tras una curva, salió a un bellísimo jardín. A solo pasos había personas con blancas vestiduras largas, caminaban sin rumbo arrastrando sus pies descalzos, mirando hacia ninguna parte y hablando con nadie. Se mezcla entre ellos y busca una salida. Bajo un desnudo sauce hay una mujer, sentada en uno de los bancos de cemento, se balancea tarareando una canción y la oye. - Esa canción, esa canción. Me resulta familiar-, pensó en voz alta. Se detuvo a escucharla, era parte de su niñez y mientras lo hacia, viajo a al país de los recuerdos amenos. Y a su regreso dijo: -¡Mamá!; ¿mamá, eres tu?-. La mujer siguió meciéndose, había callado y no respondió. Se le acercó y le tocó un hombro con la intención de volver a preguntar, pero antes de que pudiera hacerlo, ella puso su mano sobre la de El y ahí sintió la dicha de reconocerla. Por la sortija que llevaba, esa mujer era su madre. Dejo caer sus lagrimas, cuando hubo tragado saliva pudo preguntarle: -¡Mamá!, ¿Qué te ha pasado?, ¿porque estas aquí?, ¿Qué es este lugar? Ella no contestó, se paró y solo quedó mirándolo, con los parpados caídos, con expresión de tristeza. 82 Después, con la lentitud que el desanimo apremia, se marchó. Dorian la sigue un tanto distante, sabe que aun hay más misterios y no quiere ser descubierto. Además ha encontrado a su madre y no quiere perderla otra vez. Desde una ventana observó una muy amplia habitación repleta de camas. Había un hombre, un medico parecía, que le inyectó algo en el brazo a su madre y la recostó. Cuando levantó su cabeza lo reconoció, era quien decía ser sobrino de la señora Rivenson. Se preguntaba que haría en ese lugar. En eso entró un clérigo, que por su vestimenta debía ser un arzobispo, hablaba y tenía gestos de enfado, luego salieron y se dirigieron al lugar de donde había salido hacia unos minutos. Aprovechó y entró a prisa por su madre. La ayudó a levantarse y sirviéndole de apoyo, se dispuso a sacarla de ese lugar. Salieron de ahí y a pocos metros estaban transitando sobre los pisos brillantes de un lujoso y bien adornado pasillo. A mitad de este se escuchaba que conversaban, casi a modo de discusión, aminoro su andar y escucho que decían: -¡¡¡Nuestra suprema eminencia ha dicho que ya no tendremos respuesta a nuestras plegarias .Que la llama que alimentaba nuestra fe se ha apagado!!!Otro decía: -Yo vengo del templo. Estaba ahí cuando todo tembló, nuestras imágenes sagradas cayeron haciéndose pedazos, trozos de mamposterías se desprendieron y de las copas de ceremonia salieron llamasDorian volvió a retomar su acelerado paso y pronto estuvo a un lado de las tumbadas banquetas del 83 templo, vio que no fue exagerado aquel individuo en su relato, todo estaba destrozado. -¡La puerta azul, la puerta azul!- Dijo su madre y señaló hacia delante, a un lado de la puerta de calle, el portal principal. Agitado porque debía cargar su cuerpo vencido, miró hacia allá y le preguntó: -¿Cual puerta?; ¿Qué hay ahí? Antes de desvanecerse, ella, casi susurrando dijo – Rae…Raechel…, Sant…SantiagoRecostó cuidadosamente sobre el suelo a su madre, tratando de ocultarla tras las desordenadas banquetas y busco la puerta azul. XXII “La puerta azul” 84 La puerta estaba a la derecha de la puerta de entrada. Tenia un aspecto muy antiguo, eso se descubría si se la miraba fijamente, porque formaba parte de un mural que representaba la tentación de Jesús. Solo que esta representación no respetaba el orden y el significado de los hechos. Se mostraba al tentador como un ángel, con una serpiente estirada verticalmente a sus pies y con alas similares a la de un murciélago, extendidas dejando cubierto en sombras a Jesús, que era la mitad de su tamaño. Pero diferenció la vieja placa de madera del muro. Esa era la puerta, aunque no tenia cerrojo. La empujó con todas sus fuerzas, pero no cedió ni un milímetro, parecía estar sellada. Se impacienta, sabe que no tiene tiempo, que corre peligro si no sale pronto. En su desespero recuerda: “…La serpiente es un demonio y la clave por la cual se entra”. Y entendió; observó la serpiente. Formaba parte de la escena, quería transmitir un mensaje de superioridad, pero no estaba pintada sobre el muro mismo, sobresalía notablemente. Dorian la sujetó y tiró de ella, esperó y no sucedió nada; la giro seguidamente siete veces en dirección al destruido altar y entonces si, la puerta se abrió sostenida del eje, como si fuese un molinete. Entro abruptamente y sorprendido, indignado, hasta horrorizado, pero, insólitamente feliz, contemplo a su hermana y a su hermano con seis años más encima, pero también con señales de profunda desidia. Ellos se acurrucaron en un rincón, temerosos y temblando. No se dieron cuenta que era El, su 85 hermano mayor. Los llamo por sus apodos, los que solo El utilizaba. El hermano se paro con extrema angustia, lloró y abrazó con gran fuerza mientras le pedió que los sacara de ahí. Levanto a su pequeña hermana que aun no reaccionaba y los saco a ambos. Hizo su último esfuerzo y huyo del lugar sacando también a su madre. Los dos pequeños fueron durante esos años objeto de los ritos secretos que allí se llevaban a cabo. Cada noche, a las 3: oo utilizaban sus cuerpos para el descenso de entidades oscuras, las cuales necesitaban de dos espíritus débiles para poseerlos y hablar a través de ellos. XXIII “La premonición” 86 Eran las 7 de la mañana, las campanas, distantes en ese momento, así lo anunciaban. Dorian estaba conmocionado, su Fe había cruzado los límites de lo natural. Sentía gran dicha por haber sido usado para dar fin a una organización satánica, pero no dejaba de ser un hombre de carne y huesos, que aunque tuviese fortalecido el espíritu en gran manera, sentía las pérdidas hasta en lo más profundo del alma. El sol estaba allá, situado entre los troncos de los pinos anunciando que ese seria un gran día. El día en que haría todo por recuperar su vida, en el que iría a buscarla. Estaba decidido a buscar a su amada sin importar quien se opusiera, ni quienes o como los rechazaran. A diferencia de su antepasado, no se dejaría morir por amor, pelearía por el. Percibió un aroma, un perfume que le resultába familiar. Se detuvo, lo disfrutó por un momento y comenzó a tener palpitaciones por eso. Es que había reconocido esa fragancia. Por que era parte de sus más íntimos recuerdos, quizás, porque le recordaba a la suave piel de su más codiciado anhelo, Jazmín. Recopilo recuerdos con el soplar de la brisa. Por que lo percibía tan cerca, cuando Ella estaba tan lejos; pensó en vos alta. Como en el despertar de un sueño, se dio cuenta de que percibía su aroma, más no podía verla y se hallo en medio de la acera, solo y lleno en su afán por volver a verla. Había puesto a resguardo a su madre y hermanos; debería, de esta manera emprender su viaje para buscarla, con ella recuperar a sus hijos y juntos, finalmente, como toda buena historia manda, ser felices. 87 Planeo su viaje, como haría para escapar con Ella de regreso pese a que para la ley no cumplía todavía la mayoría de edad, lo que dificultaba aun más las cosas y partió a la estación de ómnibus. Caminaba sumido en pensamientos y entusiasmo, en fin, distraído, alejado de la realidad cuando, al disponerse a cruzar una esquina, el toque de una bocina lo perturbo. Se trataba de una escolta fúnebre y el semáforo le daba posibilidad de paso; pero se detuvo. El coche principal se había detenido, como lo había hecho el tiempo. Dorian observó la gente a su alrededor que hace la señal de la cruz al pasar y aunque le parezca una simbolización aberrante, la conoce y sabe que la están haciendo al revés. En el vidrio había una leyenda que decía: “En memoria de la flor más bella que se marchito, hasta el centro de su capullo”. Fijo la vista un poco más y dentro, sobre el ataúd, podrían verse un par de escarpines. Extrañamente no había coronas sino era rodeado, casi hasta ser cubierto, por jazmines. Vuelve a oír otro toque de bocina que lo perturba nuevamente; es que se encuentra parado entre el coche fúnebre y el primer escolta, ahora gira y la realidad es que si hay coronas. Retrocede hacia la acera permitiéndoles el paso. Cuando todos los coches hubieron pasado, quedo en medio de la calle un bonito jazmín, que cruzado encima tenia, como si se hubiera caído por casualidad, un trozo de cinta negra con una cruz roja que apuntaba al extremó del tallo. Lo levantó, lo llevo hacia su nariz y percibió un olor similar al del azufre; luego de esto comenzaron a caer sus pétalos, inexplicablemente, a 88 sus espaldas oponiéndose a la dirección del viento. Los junto uno por uno, hasta el último, el cual había quedado a la entrada de una casa cuyo número era 666. Los que junto en total eran 18. Dorian corrió de regreso. En la mitad del tiempo que estuvo en llegar hasta donde lo hizo, ya estaba en la puerta de lo que la gente creía que era una iglesia, dedicada al catolicismo. Lo estaban esperando, lo prendieron, más El no se resistió. Lo llevaron al habitáculo detrás de la puerta azul y tirándolo dentro lo dejaron a oscuras. Horas más tarde se encendió una tenue luz entre naranja y rojiza y aquel individuo que se encargaba de inyectar a su madre, entro con vestidura ceremonial, esta vez sin hacer uso de la encubridora capucha. Al ver a Dorian las facciones de su rostro cambian, a las que infunden cierto respecto, sabe que no trata con cualquier sujeto y simplemente, casi en un tono inseguro le dice: “Acompáñame, y no trates de verme a los ojos”. Lo condujo al lugar de rituales, detrás del jardín, donde había superado su prueba de fe. XXIV “La herencia” 89 Tenían ahí, sobre el altar a Jazmín y a sus tres niños, Karen, Steve y Mike; atados por las manos, con sus pies orientados en posición pentagramal, sobre el símbolo que los identifica. El hombre que antes había visto con vestiduras de arzobispo, ahora estaba vestido como uno de ellos y le dijo: -¡¡¡Esta es tu verdadera prueba de fe. Es ahora que debes demostrar que eres digno de la herencia, que eres digno de ser llamado el elegido!!!Dorian respondió: -¡¿Qué quieres ahora?! ; ¡Los he vencido por el Espíritu que habita en mi!El nuevo líder vio que su oponente no mostraba duda ni inseguridad, tenía la certeza de ser el vencedor. Ante esta situación de inferioridad arremetió con lo que tenia planeado anticipándose a lo que se enfrentaría y sin atreverse a minarlo directamente a los ojos exclamo:- ¡Dorian, demuéstrame quien eres realmente. Si eres capas de dar la vida por los que amas, que eres capas de someterte al peor dolor para evitarles cualquier sufrimiento, de derramar hasta la ultima lagrima para librarlos de cualquier angustia, de llenar rebosantes las copas del sacrificio con tu sangre para otorgarles la salvación!En tanto lo desafiaba lo vio mirarle fijo, y aun sin mirarlo señalo enzima del altar y concluyo:- ¡Míralos!, ¿Crees que valen lo que tu vida, crees que merecen tu sacrificio? Dorian los miró, los tres pequeños lloraban y Jazmín, con el mas angustioso de los ánimos, se acariciaba la panza con los dedos. Entonces dijo: -¡¡¡Déjalos en paz si es a mí a quien quieres. Libéralos, mi vida doy por la de ellos!!! 90 Creyéndolo vencido, se atreve a reír entre dientes y a mirarlo de reojo; y ordena:- ¡Suéltenlos y dejen que se despidan!, para que no digan luego que nuestra iglesia es ajena a la compasión y a la piedad.- Y se dirige a la salida riéndose burlonamente. Los que estaban con el, lo siguieron. Dorian se abraza y llora con ellos. Abraza a Jazmín y la besa mientras toca su panza. Sabía que podría ser la ultima vez que los vería. Se arrodillo delante de sus pequeños, uno por uno y colocándole la mano sobre sus cabezas oró a Dios para que los protegiera. Sentía por momentos que no era capaz de abandonarlos, así no fuera por su propia voluntad. Quería decirle las cosas que no habían podido en los días pasados, en ese momento y en los días que vendrían, pero no le alcanzaría esa fracción de tiempo. Se para delante de Ella, recorrió con las yemas de los dedos hasta las puntas de cada filamento de sus cabellos, toco sus ojos, recorrió sus labios y por sus mejillas llego a su cuello. Se besaron, como debieron hacerlo por ser la última vez, se mordieron hasta mezclar su sangre, como quienes sellan un pacto eterno. Luego se arrodillo y colocando su mano donde se gestaba el pequeño que quizás nunca vería y oró. Después le dijo: - Cuida a mis pequeños, son ahora tuyos también. Cuando nazca mi retoño dile que desde antes que naciera, profundamente lo ame; como te estoy amando vida mía, estoy seguro que nunca lo hice y aunque viviera mil años, no lo volvería a hacer. Acarició con suave ternura su rostro y continuó: 91 “Recuerda mi amada, mi dulce Jazmín, transita la calle que cae al río, en dirección contraria a la que sale el sol sale, hasta la esquina del limonero vació. Luego gira hacia donde apunta la rama seca y toma el sendero que te guía al camino, que te lleva a andar sobre adoquines, para que llegues al portón cubierto de espinos. Solo cruza ese portal y recuerda que allí siempre estaré contigo, El duodécimo día de cada mes madruga y mira en medio de los tres pinos, Te darás cuenta entonces, que no los he dejado, que nunca me habré ido, Sabrán que heredaron lo que yo, lo que da autoridad, el Espíritu. Jazmín, que en principio se negaba, finalmente se marchó. Tomo a los niños que se aferraban, sumidos en llanto, a los brazos de su padre y mirándolo hasta que lo perdió de vista, salió. Caminó por la calle que termina en el muelle del río, en dirección Oeste hasta la esquina donde estaba el limonero que no daba fruto y tenia una llamativa rama seca. Por donde esta apuntaba fue, atravesando un sendero en un baldío, que terminaba en una antigua calle de adoquines que no tenía principio ni final. Andando por ella llego al enorme portón que aun seguía cubierto por espinadas enredaderas. Entró y dentro, se encontró, con quien era entonces, su suegra. Así estuvieron reunidos Jazmín, la pequeña Karen, los pequeños Steve y Mike, la madre y los hermanos de Dorian. XXV “El ultimo sacrificio” 92 En el templo oculto estaba Dorian, solo y a la espera de lo que le deparaba según fueran los planes de aquellos oscuros individuos. El tenía un último objetivo, destruir definitivamente aquella organización. Era un hecho que su familia aun peligraba estando a solo un túnel, de 125 pasos, de distancia. Los siete petrificados sobre el altar eran los principales iconos de esa secta, pero quedaban aun tres seguidores, que en su profunda fidelidad a estos y su convencimiento de que era una justa doctrina, harían lo imposible para mantenerla firme y recuperar su esplendor. Dorian es ahora el centro, entre el bien y el mal, quien a heredado de sus antepasados, a través de las generaciones, el espíritu oscuro, llamado Legión, que le da el dominio sobre las almas descarriadas. Pero también ha heredado la promesa de Jesucristo por medio de la Fe puesta en El. “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que este con vosotr0s para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo, esto es a los incrédulos, no puede recibir, porque no lo ve, porque necesitan ver para creer, y no le conoce; pero vosotros le conocéis, porque por vuestra Fe, mora con vosotros, y estará en vosotros. (Frag. Evangelio según Juan 14: 16,17)” Es hallado por sus hacedores de rodillas, orando, en silencio. Lo levantaron con exagerada violencia lanzándolo luego sobre el altar. Ahí lo clavaron sobre la madera que lo componía siguiendo la forma de la estrella en el pentagrama, con la cabeza hacia el 93 extremo central, las manos en los laterales y los pies en dirección a los inferiores. Dorian sintió como se desgarraban sus carnes y como se astillaban sus huesos en cada golpe que daban a los clavos. Hicieron 7 incisiones en cada brazo y en cada pierna y sobre la frente tres 6 dispuestos en triángulos. El principal de ellos invocaba a las entidades por sus nombres, una a una. Quienes lo acompañaban elevaban su cuerpo clavado en el pentagrama. Una vez que estuvo en posición vertical colocaron debajo una bandeja de plata en la que fue cayendo su sangre. Fue desangrándose poco a poco, dolorosamente y en tanto se disminuía hasta su capacidad de ver, murmuró: -El señor es mi pastor, y nada me faltara,.. Aunque ande en valle de sombra de muerte. No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo… (Salmo 23). Cuando estuvo totalmente ciego y mientras oraba esto, tuvo visión del espectro blanco y que lanzaba voces diciendo: -¡Sírvete de aliviar tu dolor; pídemelo y te librare de tu agonía. No tienes que hacer esto para salvar sus almas. Tu eres mas importante que ellos, pues sálvate a ti mismo, eso no es orgullo!” Dorian supo que las intervenciones de aquella figura nunca fueron en su beneficio, sino que lo condujeron, con la intención de hacerle padecer, hasta el sitio en el que estaba. Ahora, creyéndolo débil, buscaba que le entregara su alma a cambio de que lo sacara de su penosa situación. Pero sabía que su destino ya estaba consumado, y aun con la visión que seguía incitándole, tomo fuerza de espíritu y dejando la aflicción del cuerpo, con la voz equivalente a la de una multitud 94 eufórica y acallando la demoníaca invocación de su opresor, exclamó: -¡¡¡ Avergüéncense todos los que sirven a las imágenes de talla, los que se glorían en los ídolos. Póstrense al Señor todos esos Dioses… El Señor protege las almas de los elegidos, de la mano de los impíos…!!! (Salmo 97) Ý este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida esta en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; y el que no lo tiene, no tiene la vida. (2 Juan 5: 11,12). El hombre que trataba, con fuerzas de cuerpo, espíritu y alma, de despertar a sus deidades, sintiéndose amenazado mando a que lo callasen. Golpearon sus piernas hasta mutilar sus huesos, pero Dorian en medio del inmenso dolor alzo más la voz en tanto continuaba con la oración. Al ver que no callaba, ordeno que le clavasen una daga en su costado izquierdo. Así lo hicieron y lograron interrumpirlo, pero con su último aliento, con la cabeza de lado, miro hacia arriba y dijo: - Señor perdónalos, aunque estén llenos de pecados, sucias sus almas, sus corazones divididos, son tus hijos. Son las ovejas que se han descarriado (Mateo 18: 10-14), tu eres el buen pastor (Juan 10: 7-21), guíalas hacia tu rebaño. Están confundidos, no saben lo que hacen. Te entrego mi Espíritu, mi cuerpo y mi alma.Habiendo dicho esto expiró. Todo comenzó a temblar, los que le habían mutilado, cayeron de cara al suelo y rompieron en llanto; los que habían quedado como estatuas estallaron en miles de cientos de diminutos granitos de sal y los cubrieron. Cuando esto aconteció, ellos comenzaron a lanzar gritos de desespero, suplicaban que no los consumiera el fuego, sus 95 cuerpos se retorcían, sus rostros se desfiguraron y sus voces se agudizaron. De los ojos de Dorian salieron sus últimas gotas de sangre y la que estaba dentro de la bandeja fue consumida por fuego. El mismo fuego que consumió su cuerpo y lo evaporo. Se oyó una voz, como en medio de un estruendo, que dijo: - El fuego ha consumido la carne, mas su Espíritu ha sido liberado; y el de quien arrepentido se convierte y es apartadoCeso el temblor, y un viento fugaz, en un soplar, se llevo la sal dejando los cuerpos descubiertos. De ellos, solo uno pudo levantarse. Ese fue el arzobispo, que tirando de sus cabellos en un gesto demencial, lloro como un niño, por tres días y tres noches, sin salir de ahí, sin beber agua, ni ingerir alimentos, hasta desfallecer y quedar profundamente dormido. Algunos días después, despertó, sin tener recuerdos de aquel suceso. Regreso a su Iglesia, la reconstruyo, se deshizo de toda imagen en cuadros, murales y estatuas y predicó acerca del mensaje de salvación por medio de Jesucristo. En su primer discurso dijo: - ¡¡¡Porque quien murió por nosotros en la cruz fue Jesús, solo a el brindaremos nuestro respeto, lo demás son vanas distracciones a nuestra doctrina. Con su Sacrificio nos otorgó el perdón y por El tenemos el derecho a recibirlo en Espíritu; y solo en su nombre pediremos a uno solo, a nuestro padre. Porque esta escrito “todo lo que pidieres al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el hijo Si algo pidieres en mi nombre, Yo lo haré (Juan 14: 13,14).” 96 En la mansión, cada 12, de cada mes, entre el triangulo que forman los pinos; a la hora que en la madrugada titila con más fuerza el lucero, el Espíritu de Dorian aparece, aquel jazmín aunque sea otoño florece y la brisa les lleva sus susurros desde el Oeste. Porque quien ama, nunca abandona a sus seres amados, así Jesús para con todos nosotros, así Dorian para con aquellos por los que dio la vida. “FIN” 97